HISTORIA DE LA FILOSOFÍA (II)

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Filosofía

1. Naturaleza, hombre y sociedad en el pensamiento griego

1.1 Naturaleza y logos en la filosofía presocrática

1.2 La autoexperiencia moral de Sócrates

1.3 Platón

1.3.1 La naturaleza del alma y su relación con el cuerpo

1.3.2 Conocimiento y realidad

1.3.3 Ética y política

1.4 Aristóteles

1.4.1 Naturaleza y causalidad

1.4.2 Virtud y felicidad

1.4.3 El carácter comunitario del bien

2. Racionalismo y empirismo

2.1 El Renacimiento: ciencia y humanismo en el origen de la modernidad

2.2 Descartes

2.2.1 Razón y método: criterio de verdad

2.2.2 La estructura de la realidad: las 3 sustancias

2.3 Locke y Hume

2.3.1 Crítica al innatismo y al concepto de causa

2.3.2 Origen y constitución de la experiencia

2.3.3 El emotivismo moral de Hume

3. Filosofía de la Ilustración

3.1 Características generales de la Ilustración

3.2 Historia y progreso en el pensamiento ilustrado

3.3 La idea de contrato en la constitución del Estado moderno

3.4 Kant

3.4.1 Juicios sintéticos a priori

3.4.2 Límites del conocimiento

3.4.3 Formalismo moral

4. Crisis de la razón especulativa

4.1 Marx

4.1.1 Concepto de alienación

4.1.2 Crítica a las ideologías

4.1.3 Teoría materialista de la historia

4.2 Nietzche

4.2.1 Crítica a la tradición socrática-platónica y a la dialéctica

4.2.2 Voluntad de poder

4.2.3 Nihilismo y sus formas

4.2.4 Transvaloración moral y el ideal del superhombre

5. Razón vital y comunicativa

5.1 Ortega y Gasset

5.1.1 El raciovitalismo

5.1.2 El hombre como ser histórico

5.2 Habermas

5.2.1 Conocimiento e interés

5.2.2 Razón y comunicación

 

Naturaleza, hombre y sociedad en el pensamiento griego

1.4 Aristóteles.-

1.4.1 Naturaleza y causalidad.

Aristóteles realizó la siguiente división de las ciencias teóricas:

Física, cuyo objeto de estudio son los seres sometidos a movimiento y que tienen existencia real.

Matemáticas, cuyo objeto de estudio son los seres no sometidos a movimiento y que no tienen existencia real.

Filosofía primera, ontología o teología, cuyo objeto de estudio son los seres no sometidos a movimiento y que tienen existencia real.

El tema de la naturaleza es tratado por Aristóteles tanto en la física como en la ontología. En general, sigue los planteamientos platónicos, pero difiere en la teleología o finalidad del Universo.

En Platón, la finalidad del Universo es una finalidad externa, está en el mundo de las ideas, que el demiurgo intenta plasmar: es precisamente la idea de bien. Se trata pues de una finalidad externa o teleología inmanente.

Aristóteles, sobre todo en sus estudios de biología, llega a la conclusión de que cada ser tiene un orden, un plan interior, su función en la naturaleza. Se separa pues en este aspecto de Platón, pues defiende una finalidad interna o teleología inmanente. Deja de un lado, aunque sólo por el momento, el mundo de las ideas.

También se ocupa del movimiento o cambio. Ya vimos como Parménides dice que no es posible el movimiento, porque supone el paso del ser al no ser. Platón lo soluciona afirmando que el mundo "realmente real", el de las ideas, es inmutable, aunque el mundo físico irreal aparezca como cambiante y dinámico. En cierto sentido da la razón a Parménides porque sigue admitiendo que el movimiento no existe en el mundo real.

Aristóteles introduce una distinción para poder explicar el movimiento. Así el NO SER puede ser:

Absoluto: lo que no se es y no se puede llegar a ser. Ej.: Una piedra no es un niño ni puede llegar a serlo.

Relativo: lo que no se es pero se puede llegar a ser. Ej.: Un niño no es un hombre, pero en el futuro lo será.

El cambio en el no ser absoluto no es posible, pero sí en el no ser relativo, y supondrá el paso de lo que se es ahora -lo que se es en acto- a lo que se puede llegar a ser -lo que se es en potencia-.

Distinguió 2 categorías:

Sustancia: aquello que existe por sí mismo. Ej.: Cuando decimos "Ese árbol es", le estamos atribuyendo una esencia o ser.

Accidentes: aquello que no existe por sí mismo sino que se manifiesta en un soporte o sustancia. Estos accidentes son: cualidad, cantidad, acción, pasión, hábito, situación, relación, lugar, modalidad. Ej.: "Ese árbol es viejo", a la esencia o ser del árbol le estamos atribuyendo un accidente.

De acuerdo a esta clasificación, Aristóteles distinguió 2 tipos de movimiento o cambio:

Cambio Accidental: En el cual permanece una sustancia, desaparece un accidente y aparece otro nuevo. Puede ser: cambio cuantitativo (cambia la cantidad), cualitativo (cambia la cualidad) o local (cambia la localización)

Cambio Sustancial: Se produce un cambio en la sustancia.

Analizando el movimiento nos encontramos con que siempre intervienen estos elementos:

Algo permanente, la materia última: materia indeterminada en potencia. Es indeterminada porque siempre es en potencia y, por tanto, puede convertirse en cualquier otra cosa.

Algo desaparece, una sustancia: un accidente que en un momento dado adopta la materia.

Algo que aparece, una sustancia nueva: un nuevo accidente o forma que adopta la materia.

Así, en un momento dado, los cuerpos están constituidos por la asociación íntima de materia y la forma: constituye la llamada teoría hilemórfica de la materia.

La forma es también, según Aristóteles, principio de actividades y operaciones. Es decir, de acuerdo con la forma, la materia tendrá unas determinadas actividades, que permitirán catalogarla en distintas especies. Es a lo que llamó naturaleza -el conjunto de operaciones que le son propias según la forma sustancial-.

La asociación entre forma y materia es, en oposición con Platón, natural. La forma es interna, propia, intrínseca de la materia: presentan una unión íntima que denominó Synolón.

Aristóteles define la forma y la materia como causas intrínsecas, entendiendo por causa cualquier elemento que sirve para explicar un proceso. Sin embargo, con estas causas intrínsecas no podemos explicar todos los procesos, y añade unas causas extrínsecas: causa agente o eficiente (aquello que produce el cambio o movimiento) y causa final (finalidad del proceso).

En los seres naturales, o seres vivos, coinciden la causa formal, agente y final, y ésta es la actualización de las formas, es decir, todos los mecanismos biológicos (herencia genética, perpetuación de la especie, ...) tienen como objetivo transmitir la forma. Volvemos pues a la noción de teleología inmanente, a una finalidad intrínseca.

 

1.4.2 Virtud y felicidad.

Recordando los planteamientos de Platón, vemos que existen 2 nociones de alma:

El alma como principio de vida. Por tanto, existirá un alma vegetal, un alma animal y un alma humana.

El alma como principio de conocimiento. En éste caso sólo existirá el alma humana.

Para Aristóteles el alma individual no es inmortal, y defiende una unión natural entre cuerpo y alma. Sin embargo, en semejanza con las ideas de Platón, afirma que existe un alma común o entendimiento a todos los seres de una misma especie (un alma humana, un alma canina, ...), que si es inmortal.

Las ideas de Aristóteles sobre la felicidad parten de la afirmación de que ésta constituye el fin de todo ser humano.

Pero, ¿qué es la felicidad? Podemos encontrar 2 respuestas distintas:

Lo que cada uno considera individualmente.

Es igual para todos los seres humanos.

Aristóteles, al igual que Platón, se define por ésta segunda opción, identificando la felicidad con la virtud. La concretó como la realización de las actividades que le son propias o específicas a cada ser, de acuerdo con su naturaleza. Aparece pues aquí la teleología inmanente, pues si la felicidad es propia de la naturaleza de cada uno, ésta se ha de buscar en sí mismo, en lo que lo distingue de los demás.

En el caso del ser humano, como la actividad específica del hombre es el pensamiento, la plenitud y la felicidad aparecerá cuando se dedique a la actividad contemplativa. Todos los seres humanos tienen la misma naturaleza, de ahí se deduce que la felicidad sea la misma para todos los hombres.

Sin embargo, Aristóteles se da cuenta que el hombre no es sólo razón, y que por tanto la felicidad humana es limitada. Esto quiere decir que necesita tener cubierta previamente unas determinadas necesidades: tanto bienes corporales, como externos -dinero, ...- o virtudes morales.

¿Qué constituyen para Aristóteles las virtudes? Son hábitos, disposiciones duraderas, que nos permiten actuar en la vida eligiendo el TÉRMINO MEDIO en relación a nosotros mismos. Aclarando el concepto de "término medio", hemos de decir que Aristóteles representó siempre la virtud como término medio (mesotés) de dos vicios, uno por exceso y otro por defecto. Hemos de constatar también como subjetiviza en cierto modo las virtudes ("término medio EN RELACIÓN A NOSOTROS MISMOS"). Distinguimos 2 grupos de virtudes:

Virtudes morales (o virtudes éticas)

Virtudes intelectuales (o virtudes dianoéticas). Normalmente no consideramos el hecho de destacar intelectualmente como una virtud; sin embargo, Aristóteles si lo hace, tanto por influencia del intelectualismo moral de Sócrates, como por el hecho de considerar la virtud como término medio entre 2 opuestos, que hace que quién la posee actúe con excelencia, de la mejor forma posible. Cuando alguien realiza correctamente, de forma excelente, una actividad intelectual, se deberá pues a una virtud intelectual.

Para encontrar el término medio entre esos dos extremos por exceso y por defecto utilizamos la prudencia, que puede entenderse como el saber práctico o el buen juicio. Aristóteles destaca esta virtud, junto con la justicia, por encima de las demás.

La justicia constituye para Aristóteles un elemento fundamental en las relaciones interhumanas. Distingue 2 conceptos de justicia:

Justicia general o legal, que consiste en el cumplimiento de las leyes.

Justicia particular, que consiste en dar a cada uno lo suyo. Dentro de esta justicia particular distinguimos a su vez la justicia aritmética (cumplimiento de los contratos que existen entre los hombres) y justicia geométrica (otorgar a cada uno según los métodos propios).

 

1.4.3 Carácter comunitario del bien.

Aristóteles trata el aspecto comunitario del bien en 2 libros: la Ética a Nicómaco (partes VIII y IX) y la Política.

Destaca la amistad como elemento fundamental para obtener el bien de forma comunitaria. De ella dice que puede considerarse como una virtud, o al menos, relacionada con éstas, y que es deseable para todo hombre, nadie la va a rehusar. Se define como cualquier relación que está fundamentada en la solidaridad o en el afecto. De todo esto se desprende que el hombre es un ser social por naturaleza.

Distinguimos 3 tipos de amistad:

por placer

por utilidad

por bien

Las 2 primeras desaparecen cuando desaparece el placer o la utilidad, de modo que la verdadera amistad es la amistad por bien, ya que es la única enraizada en la naturaleza humana.

El hombre no puede desarrollar las virtudes ni la felicidad si no es en sociedad, por 2 razones:

Sin la sociedad no sobreviviría, ya que, en principio, carecería de los bienes fundamentales.

Sin las leyes sociales nunca alcanzaría las virtudes.

El desarrollo político que Platón planteó de una forma utópica se basaba en un gobierno ideal, en el que quedaba reflejada la estructura misma del alma. Aristóteles no imita esta formar de pensamiento teórico para después intentar aplicarlo en la práctica, sino que sigue un procedimiento deductivo:

Realiza un estudio y análisis de las Constituciones existentes.

Deduce la Constitución más perfecta y aplicable a la práctica.

Realizó un estudio bastante extenso de las Constituciones existentes y distinguió 3 grandes grupos de formas de gobierno:

Monarquía: Gobierno de uno solo.

Aristocracia: Gobierno de los mejores

Democracia: Gobierno de la multitud

Todos estos sistemas deben buscar el bien y la felicidad de todos. Cuando esto no ocurre aparecen perversiones o degeneraciones:

La Monarquía da lugar a la Tiranía

La Aristocracia da lugar a la Oligarquía

La Democracia da lugar a la Demagogia

Aristóteles insinúa que el gobierno ideal puede ser el de una clase intermedia. De cualquier forma, afirma que cualquier forma de gobierno es buena si respeta la felicidad, el bien y utilidad de todos.

Un gobierno que actúe correctamente ha de cumplir:

Esté de acuerdo con la naturaleza humana.

Esté de acuerdo con las condiciones históricas concretas que se dan.

Posteriormente precisó estos criterios:

Procure la prosperidad material y la vida virtuosa del ser humano llevándole a la felicidad.

El nº de ciudadanos no debe ser demasiado alto ni demasiado bajo: ha de haber un término medio.

El territorio que posea el Estado ha de ser el adecuado para que vivan de una forma próspera sus habitantes.

Ha de perseguir que el talante de los ciudadanos sea la inteligencia y la valentía.

Que el Estado procure una educación obligatoria, tanto en períodos de guerra como en períodos de paz, que persigue que los ciudadanos sean libres mediante el ejercicio de la virtud.

Que el poder esté en mano de los más ancianos ya que esto supone un principio lógico de subordinación de los más jóvenes.

Que haya una distinción de funciones en el Estado.

Como diferencias con Platón, no predicó una comunidad de propiedad y de familia entre los gobernantes.

 

COMENTARIO DE TEXTO

"Ética a Nicómaco" (libro II) de Aristóteles

La ética a Nicómaco constituye una de las 3 obras de Aristóteles -junto con la Ética a Eudemo y Gran Ética- en las que eleva a la ética a la categoría de disciplina filosófica y realiza un examen de relaciones entre la vida teórica y la vida práctica.

Parece que su nombre se debe a un hijo del filósofo, a quién va dedicada la obra, o tal vez a su padre, Nicómaco de Estagira, Médico de Filipo. El libro representa el último estadio del pensamiento moral de Aristóteles; sus características principales son la firmeza de pensamiento y el carácter sistemático y metódico de conjunto. No en vano, está destinada a fines didácticos y debió ser profesada en el Liceo. En este sentido no coincide con Sócrates en el planteamiento de sus obras en forma de diálogo, aunque como veremos posteriormente comparte en gran medida su Intelectualismo moral.

Señalemos algunos perfiles generales del libro. La felicidad es considerada como el fin supremo de la actividad humana, y la virtud es definida como un término medio entre 2 extremos; las nociones de lo voluntario y lo involuntario, analizadas con precisión, permiten conocer mejor la naturaleza propia de la virtud. Un minucioso estudio de las principales virtudes muestra un notable conocimiento de los aspectos más diversos de la psicología práctica: una distinción fundamental opone las virtudes intelectuales (como la prudencia) a las virtudes morales (fuerza, templanza, justicia).

La obra consta de 10 partes o libros, que tratan de los siguientes temas:

Felicidad y relación con la virtud

Estudio de las virtudes

En los capítulos 1º-5º, responsabilidad moral y proaieresis. Del capítulo 6º al 12º, descripción y justificación de varias virtudes.

Continúa con la descripción y justificación de virtudes.

La justicia

Prudencia y virtudes dianoéticas

En los capítulos 1º-10º, continencia e incontinencia. Capítulos 11º-14º, teoría del placer.

Estudio de la amistad, su naturaleza, propiedades y efectos

Continúa con el mismo tema del libro anterior: la amistad

Vuelve al tema inicial, contrastando ahora placer y felicidad y mostrando como ésta última radica en la contemplación de Dios.

 

Centrémonos ahora en el libro II que nos proponen comentar. Como se ha dicho, explica la naturaleza de la virtud humana, su definición como "término medio", que ha de ser buscado a través de la frónesis, prudencia o moderación, y en relación con el placer y el dolor -ya que la acción humana está seguida de éstos sentimientos-. Estudiando las virtudes llega a la conclusión de que no son ni meras pasiones ni facultades, sino disposiciones adquiridas y permanentes, modos de ser. Como resumen, hemos de tener en mente la definición de virtud a la que llega Aristóteles: La virtud es una disposición voluntaria adquirida que consiste en un término medio, en relación con nosotros, entre 2 vicios -uno por exceso y el otro por defecto-, definida por la razón y en conformidad con la conducta de un hombre consciente.

 

2. Racionalismo y empirismo.-

2.1. El Renacimiento: ciencia y humanismo en el origen de la modernidad.

El Renacimiento hemos de entenderlo como consecuencia de la crisis del siglo XIV que significa el fin del feudalismo y el comienzo del mundo burgués. Le Golf afirma que esta crisis se debe al límite de la tecnología medieval (artesanía) para responder a las nuevas necesidades que se le plantean.

Hacia 1300 o 1350 surge una crisis social por las epidemias de peste: las gentes se refugian en los burgos produciéndose una concentración de la población. Se estanca y paraliza la agricultura debido a esta reducción de la mano de obra por las epidemias y las migraciones.

Ante esta situación, el régimen feudal (basado en el pacto entre el señor y el vasallo por el cuál éste le trabaja la tierra y el señor le defiende) cae y el señor feudal se ve obligado a comprar la mano de obra. Surge entonces la burguesía, concepto que en un principio se refiere a los habitantes de los burgos -ciudades- venidos del campo, que pasó a designar una nueva clase social que, frente a la aristocracia, busca la fuente de riqueza en el trabajo, bajo la afirmación de que el hombre vale lo que produce.

Con los finales de la crisis, la población demuestra una actitud de búsqueda y desarrollo de los deseos de vivir. En este clima surgen una serie de fenómenos:

Fenómeno de movilización social: el hombre comienza a pensar que la condición social es un producto que hay que ganar.

Fenómeno vertical social: la nobleza pierde paulatinamente valor, ganándolo la burguesía.

Marx afirmó que es en esta época cuando surge el capitalismo.

Las naciones modernas surgen con la burguesía y son un fenómeno burgués. El poder de los reyes va creciendo en las ciudades, estando las monarquías amparadas por el capital burgués. La transformación del poder y el régimen feudal monárquico trae como consecuencia la unificación de las leyes, que hasta entonces eran múltiples.

Un fenómeno fundamental de ésta época, y que se da preferentemente en el s XV, es la revolución tecnológica, que tiene unas consecuencias que cambian la historia:

El invento de la brújula, que supone una nueva posibilidad de arriesgarse más allá del espacio conocido, abriéndose las posibilidades de los descubrimientos y de las colonizaciones.

El telescopio, invención de Galileo, contribuye de una forma decisiva el cambio de la concepción del mundo. El hombre se da cuenta de la infinitud del mundo y cambia su visión geocentrista por la heliocentrista.

La pólvora, que supone la revolución militar y la muerte de las costumbres caballerescas. Los nuevos ejércitos, basados en el poder de la artillería y tácticas de guerra y no en el potencial de caballería, son mucho más costosos y sólo los reyes pueden mantener ejércitos poderosos, siendo éste un factor más que explica la perdida de poder de los señores feudales.

La imprenta, de Gütemberg, permite el comienzo de la cultura escrita, que hasta ahora había estado restringida a los monasterios. Se desarrollan las Universidades, que pronto adquieren una especial importancia para la secularización de la cultura.

El elemento que más vigorizó a la economía fue el descubrimiento de nuevos mercados y la creación de nuevas industrias, posibilitado en parte por la caída de los turcos. Se crean ligas comerciales en los Países Bajos y las primeras colonias. Se crea el mercado de África y concluye el descubrimiento de América, entrando nuevos productos y metales preciosos. Se comienza a implantar la industria metalúrgica, relojera y cristalería, que desbancan el predominio textil.

Todos estos cambios tecnológicos poseen una serie de consecuencias económicas, políticas e ideológicas; pero, especialmente, un cambio profundo de la actitud del hombre frente al mundo.

Con el Renacimiento aparece el naturalismo, que valora la naturaleza y la vida sensible; esto hace que se dinamice el trabajo para poder gozar posteriormente de la naturaleza. Esta actitud naturalista aumenta la curiosidad intelectual, la valoración del lujo, los viajes, las exploraciones y todo lo que represente contacto con lo natural. Se comienza a valorar el paisaje y a humanizar el arte. La cultura se va haciendo progresivamente laica e independiente de la autoridad eclesiástica y de los dogmas religiosos.

Las pruebas de este naturalismo y de su cultura laica son:

El cambio de la actitud respecto de la muerte. El sentido laico de la muerte iguala a todos los hombres. La muerte se suele ver como un castigo, o un final o tránsito, de hay que haya que activar la energía para gozar lo máximo posible de la vida.

El tema de la fama es la solución laica a la supervivencia. El hombre medieval creía en el otro mundo; la fama, en cambio, será la forma de sobrevivir tras la muerte en el Renacimiento.

Aparece el tema de la fortuna. El hombre medieval cree en la intencionalidad y providencia de Dios en el mundo. En el Renacimiento la cultura se descristianiza y aparece las ideas de fortuna y predeterminación; la suerte guía al hombre y el azar vuelve a ocupar un papel importante.

Hay una valoración ética de la persona. El ideal de la vida no es ya seguir un modelo -como los sabios helenísticos o los santos del cristianismo-, sino afirmar la propia personalidad y el propio modelo de vida.

Comienza la independencia del poder político frente a los Papas, como consecuencia del refuerzo del poder de los reyes tras la caída del régimen político feudal. Los pensadores más importantes toman partido por la independencia de ambos poderes; no con la intención de reforzar el poder de los reyes, sino porque piensan en el poder de la Iglesia como espiritual y no concreto, y, por lo tanto, independiente del Estado.

El núcleo ideológico del Renacimiento es el Humanismo, que podemos definir como la nueva cultura que surge a partir del s XV que se centra en el hombre (antropocéntrico) y que tiene como finalidad al hombre (antropotélico). Los temas más importantes que desarrolla el humanismo son: El tema del sujeto y de su libertad, la relación del sujeto con Dios, y la relación del sujeto con el mundo y la naturaleza. El Renacimiento se va a destacar por la vuelta a los ideales grecolatinos y por la interpretación libre de la Biblia.

Como grandes humanistas podemos destacar: Leonardo da Vinci, Tomas Moro y Pico della Mirandola.

A ellos, sobre todo Pico, se debe la ruptura con la filosofía medieval. Así destacamos los planteamientos:

El hombre es capaz de hacer el bien por sí mismo, frente a la naturaleza humana corrompida de la filosofía medieval, que afirmaba que el hombre tiene tendencia al mal.

El hombre se considera un ser autónomo, que elige libremente su destino y acepta las consecuencias de sus actos, frente a la filosofía medieval que afirma que el hombre sólo puede salvarse por la gracia y fe divinas.

Vemos como hay una confianza plena en el hombre y sus capacidades.

Frente a esta revolución humanista surge una reacción: el protestantismo de Calvino, Zuinglio y Lutero; sostienen que el hombre tiene tendencia al mal y que su destino es condenarse, negando todo tipo de libertad.

Como consecuencia, la filosofía confluye en 2 posturas:

El hombre es bueno por naturaleza (J. J. Rosseau)

El hombre es malo por naturaleza (T. Hobbes)

Hemos de destacar los sorprendentes avances en Astronomía. El sistema geocentrista ideado por Ptolomeo y modificado continuamente para ponerlo de acuerdo con la observación, se había hecho tan complicado que era absolutamente necesaria una interpretación más sencilla de los movimientos planetarios. En unos 100 años, un sabio enciclopédico -Copérnico-, un observador incomparable -Brahe-, y un matemático lleno de imaginación intelectual -Kepler- resolvieron el problema planteado 2000 años antes por los griegos, sustituyéndose el sistema de explicación ptolemaico por otro heliocentrista.

Los problemas mecánicos planteados por la nueva astronomía no podían ser resueltos por la mecánica de Aristóteles. Los aristotélicos vieron en este hecho una argumentación contra la nueva astronomía, pero Galileo y Newton demolieron sus objeciones con una mecánica científica moderna y ordenada.

 

2.2 Descartes (1596-1650)

 

Descartes es el padre de la filosofía moderna. Sus obras más importantes son:

Reglas para la dirección del espíritu.

Principio de Filosofía

Meditaciones metafísicas

Discurso del método

Su filosofía surge en el siguiente contexto:

Se ha producido ya una cierta ruptura con la filosofía medieval, pero no se había planteado aún una nueva forma de entender la verdad. Esta filosofía se va a basar en la confianza en la razón y la consideración de esta como algo interno del individuo.

Se encuentra con el pensamiento religioso medieval, aunque ya sumido en una gran crisis. Para Descartes la seguridad no proviene en principio de la seguridad que nos da el pensamiento divino, ni es algo externo como el pensamiento griego, sino que deriva de la certeza de la mente humana.

Circunstancias de carácter social-político. En esta época aparecen nuevas clases sociales y se produce cambios muy profundos en la sociedad. Se tiene que crear pues una forma de conocimiento acorde a los nuevos tiempos y las necesidades de las nuevas clases sociales.

Intenta superar los 2 grandes prejuicios medievales en el tema del conocimiento:

Autoridad de Aristóteles, cuya forma de pensamiento se basa en los silogismos; consiste en aplicar teorías generales a casos concretos: a partir de 2 premisas (una mayor o general y otra menor) vamos obteniendo conclusiones y ampliando el conocimiento: El hombre es un ser racional; Luis es un hombre. Luego Luis es un ser racional. Descartes se plantea la necesidad de un nuevo método ya que los silogismos no nos permiten avanzar, crear, ...

Unión fe-razón, es decir, la verdad obtenida a través de la razón y de la fe coinciden.

 

2.2.1 Razón y método: el criterio de verdad.

Para Aristóteles había diversidad de ciencias, y cada una de ellas se diferenciaba de las demás por un objeto formal propio y un método específico; esto originaba distintos géneros del saber que, según Aristóteles eran incomunicables. Por ejemplo: la aritmética y la geometría; la primera tiene por objeto formal propio lo discontinuo; y la segunda, lo continuo; ambas eran incomunicables.

Sin embargo, Descartes rechaza tal principio de incomunicabilidad de los géneros, por considerar que el saber humano no se diversifica por la distinción de objetos formales, pues siendo la razón una, el saber del hombre es uno sin admitir límites interiores. En el caso de la aritmética y la geometría, la comunicación que genialmente estableció Descartes, por medio de la geometría analítica, hizo posible la liberación de la matemática del sometimiendo a los sentidos motivado por los planteamientos intuicionistas de Aristóteles.

La comunicación de todos los saberes, fundamentados todos en los mismos principios, supuso el surgir de toda una forma nueva de hacer ciencia, la ciencia moderna, y de un método único.

Además, la comunicación de los saberes permitió que algunos ámbitos del saber estancados por su sometimiento al método de observación sensorial (como la física), fuesen fecundados por procedimientos más exactos y rigurosos. Así, la geometría analítica sustituye una concepción empírica del espacio, por una concepción algebraica, es decir, meramente intelectual, que propicia la liberación del pensamiento de su vinculación con lo concreto y particular. Esta es la esencia del racionalismo cartesiano, el pensamiento separado e independiente de lo corpóreo. Para Aristóteles hubiera sido absurdo hablar de un espacio real no observable por los sentidos, o, al menos, no imaginable.

 Una de las premisas del pensamiento de Descartes es la sumisión a un método cuidadosamente elegido, aunque esto no es original, pues ya en Platón hay una gran preocupación por los asuntos de método. En Descartes nos encontramos con 3 momentos del método:

1. El método como camino de búsqueda de la verdad: la duda metódica.

En primer lugar hemos de decir que Descartes no es un escéptico, no considera la duda como un estado definitivo sino como una situación transitoria para alcanzar la verdad: es una duda metódica y constructiva, es decir, como instrumento para superar la duda misma. Naturalmente no se propone dudar de cada una de las ideas, algo imposible, sino que cuestiona cada uno de los fundamentos de estas ideas.

Para Descartes solamente podremos llegar a la verdad cuando se llegue a una realidad de la que no podamos dudar, algo de lo que tengamos absoluta certeza.

- Descartes comienza dudando de los sentidos, por un hecho patente: éstos me engañan alguna vez, luego he de pensar que pueden engañarme siempre.

- Cuando sueño siento la existencia de las cosas igual que en la vigilia y, sin embargo, no existen. La dificultad para distinguir el sueño de la vigilia presta la posibilidad de dudar también de la existencia de las cosas. Sin embargo es cierto que, aún fuera del estado de vigilia, hay verdades que prevalecen, las matemáticas: "Pues, duerma yo o esté despierto, dos más tres serán siempre cinco, y el cuadrado no tendrá más que cuatro lados".

- Descartes introduce un nuevo motivo de duda: la hipótesis de que puede que Dios haya puesto en mi mente estas ideas con la intención de engañarme. Pero existiría una posible objeción a esta hipótesis: podría repugnar a la voluntad divina el querer engañarme. Para evitar equívocos con la fe, Descartes sustituye la denominación de Dios engañador por Genio maligno, un ser todopoderoso que tiene la voluntad de engañarme en todo lo que pienso. Con esta hipótesis ahora parece que no puedo tener nada por cierto sin correr el riesgo de ser engañado; incluso con las verdades matemáticas puede ocurrir que "haya querido que me engañe cuantas veces sumo dos más tres, o cuando enumero los lados de un cuadrado".

Con todo este proceso de duda , desarrollado en la 1ª Meditación Metafísica, Descartes persigue, como hemos dicho, llegar a una verdad absoluta, eliminando los prejuicios (algo parecido a la ironía socrática).

Llegado a este punto, en la 2ª Meditación Metafísica, Descartes aplica la duda a la propia duda. Y es entonces cuando encuentra un elemento que prevalece a la duda. Si dudo que dudo es indudable que sigo dudando. El hecho de dudar, aunque me esté engañando, siempre puedo tener la certeza de que estoy dudando. Y dudar o engañarse implica necesariamente que estoy pensando; y si estoy pensando es indudable que estoy existiendo. Por tanto estamos ante la primera verdad indubitable, la de mi propia existencia como verdad pensante, a partir de la cual va a construir todo el conocimiento:

Pienso, luego existo (Cogito, ergo sum)

Ya en su tiempo Descartes recibió la objeción de que el cogito era la conclusión de un silogismo -a los que precisamente Descartes quiere evitar en su intento de ruptura con la filosofía medieval- cuya premisa mayor (sobreentendida) sería "todo lo que piensa existe", la premisa menor "yo pienso", y la conclusión "yo existo". Pero Descartes no aceptó este planteamiento, ya que, según él, "cuando alguien dice pienso, luego existo, no infiere su existencia del pensamiento como si fuese la conclusión de un silogismo, sino como algo notorio por sí mismo, contemplado por simple inspección de espíritu. Ello es evidente, pues, si la dedujese mediante un silogismo, tendría que haber establecido antes esta premisa mayor: todo lo que piensa es o existe. Y, muy al contrario, a esto último llega por sentir él mismo en su interior que es imposible que piense si no existe." Conviene resaltar como aquí Descartes señala que la idea de existencia es verdadera porque se le manifiesta al espíritu "como algo notorio por sí mismo". Este va a ser, como veremos en el siguiente apartado, el criterio de verdad defendido por Descartes. 

2. El método como criterio de verdad: la evidencia (claridad y distinción)

Es en la 2ª parte del discurso del método donde Descartes establece su criterio de certeza.

Una vez establecida una verdad indubitable, a partir de la cual va a construir todo el conocimiento, Descartes realiza una profunda meditación analítica del cógito: por él la duda desemboca en la evidencia de la realidad del pensamiento. El contenido inmediato del cógito es la realidad existencial del sujeto pensante: la duda puede afectar a todos los contenidos del pensamiento, pero no puede afectar al yo donde estos contenidos están. Intuimos la existencia de un yo cuya esencia es ser pensamiento. En esto precisamente consiste intuir, en percibir conexiones necesarias, evidentes. Para poder intuir conexiones necesarias entre ideas, es preciso que éstas sean simples, pues sólo la relación entre ideas simples puede ser también simple. Y sólo de lo simple hay verdadera intuición. El resto del conocimiento es deducción.

Por tanto, se tiene certeza de toda verdad que se obtenga por medio de una intuición clara y, además, distinta.

Precisemos las nociones de claro y distinto para Descartes:

- Una idea clara es aquella que se presenta de forma manifiesta a un espíritu atento.

- Una idea distinta es aquella tan precisa y diferente a todas la demás que sólo comprende lo que manifiestamente aparece al que la considera como es debido.

Nos encontramos con que Descartes realiza la siguiente división de las ideas:

Según su complejidad: - Simples: claras y distintas

- Compuestas: deducción a partir de varias ideas simples.

Según su origen: - Adventicias: provienen del exterior

- Facticias: provienen como resultado de otras ideas

- Innatas: pertenecen propiamente a la mente humana.

Para Descartes las ideas constituyen los elementos básicos del conocimiento: no conocemos sino ideas. Y al considerarlas como dotadas de realidad, puede plantearse la cuestión de la causa de tal realidad, planteamiento que permitirá, como veremos resolver la cuestión de la existencia de Dios.

3. El método como crecimiento orgánico de la verdad: reglas de crecimiento de la razón.

Las reglas del método de crecimiento de la razón las compendia Descartes en sus famosos cuatro preceptos del correcto pensar, expuestos en el Discurso del Método. El primero expresa la necesidad de precaución, de decir, partir de intuiciones claras y distintas para efectuar las posteriores deducciones, para garantizar así la fiabilidad del conocimiento. El segundo y el cuarto representan lo más genuino del método matemático, pues indican la necesidad de proceder por análisis y síntesis; para tener garantía de la verdad de nuestras síntesis, hemos de asegurarnos que la unión de una naturaleza simple con otra sea necesaria. El tercer precepto es una apelación a la necesidad de proceder ordenadamente, un orden desde lo simple a lo compuesto.

La novedad de Descartes y su época está en la entronización del método matemático. No es que la filosofía extrapole para sí el método matemático, sino que la metafísica tiene el derecho a hacer propio el método más apto para el conocimiento humano. Y este método es, precisamente, el matemático. Pero entendiendo la matemática no reducida a meros problemas matemáticos, sino la matemática como aplicación a la razón (Mathesis Universalis, como dijo Descartes) y no al revés. Pero, ¿en qué estriba la superioridad del método matemático? La superioridad proviene de la simplicidad de su objeto, dado que para Descartes el fundamento de evidencia y certeza, está, en que el conocimiento intuitivo es absoluto -pues de lo simple, que es conocido por sí en su totalidad, no puede obtenerse falsedad alguna, pues el error proviene de la composición, es decir, del juicio-.

A partir de la intuición de lo simple, se induce-deduce todo lo demás. Está patente pues la renuncia de Descartes a la lógica clásica (silogismos aristotélicos), por considerarla como meramente explicativa de lo sabido, no inventiva.

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