RACIONALISMO CRÍTICO (POPPER) Y LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS TEORÍAS SOBRE LA ORGANIZACIÓN Y LA PERSONA

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Prof. Dr. José Rodríguez de Rivera
Dpto. Ciencias Empresariales. Universidad de Alcalá

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El tratamiento del campo de problemas "gestión o management de la organización y de la actividad humana en la organización" puede realizarse de muy distintas formas y con muy diversos fines (p.ej. prácticos y muy delimitados en una intervención de asesoramiento a una empresa), pero en el contexto universitario este tratamiento debería estructurarse como "ciencia". Ahora bien, el mismo concepto de lo que es "ciencia", tras la larga discusión o polémica despertada por los ataques del neopositivismo lógico a las concepciones anteriores, es hoy todo menos unívoco. La corriente denominada "Racionalismo Crítico" representa ahí uno de los últimos intentos sistemáticos dentro de lo que hoy denominamos posición "modernista" (ver después: epistemología postmodernista).

 

Esta corriente de ideas, iniciada por K. Popper y proseguida por H.Albert arranca, pero supera su horizonte de análisis, del empirismo lógico o neopositivismo centrado en el análisis del lenguaje.

Popper comenzó su actividad filosófica atacando duramente el positivismo lógico del Círculo de Viena. En 1934 publicaba su Logik der Forschung (lógica de la investigación) en que analizaba las reglas seguidas en la obtención de hipótesis y teorías científicas. Así delimitó una forma de tratamiento, pero también sujeto a la mayoría de los principios de la filosofía analítica - y del positivismo lógico -, con su "giro lingüístico", a la se denominó "Racionalismo Crítico".

Centra su atención en el análisis de la investigación en las ciencias reales (contrapuestas a las formales: matemática o lógica).

Karl Popper comienza sus trabajos como crítico del "círculo de Viena", aunque situado plenamente en la corriente positivista, y dedica también su atención al dominio de las ciencias sociales en contraposición a los anteriores representantes del positivismo centrados sólo en las ciencias naturales.

En su "Logik der Forschung" (1935), Popper analiza, todavía desde un marco de referencia predominantemente lógico, las reglas del juego en la obtención de hipótesis y elaboración de teorías científicas. La investigación científica tendría como meta y problema central el crecimiento del saber científico, y Popper, diferenciándose de la tesis central del positivismo lógico no cree que para estudiar tal desarrollo del saber sea suficiente (y posible) reducirse al estudio de los lenguajes artificiales, o al de los cálculos lógicos desarrollados en ellos, a que habría que traducir sus tesis para constatar si poseen o no sentido lógico. Tales estudios reduccionistas dejarían intocado el problema central del "crecer" del saber.

 

Distinción entre perspectivas instrumentalista y esencialista en la generación de teorías

Según Popper, las teorías pueden considerarse desde perspectivas instrumentalista o esencialista. Si se adopta el punto de vista "instrumentalista" las teorías son meros medios para ayudarnos a deducir unos fenómenos desde otros anteriores. En realidad, una ley universal o una teoría no sería una "proposición" (representativa de la realidad) sino un conjunto de "instrucciones" que permiten inferir una proposiciones de otras. Popper rechaza este punto de vista pues cree que hay que diferenciar entre la forma en que se generan tales reglas-instrucciones y la forma en que se las examina para comprobar su validez. No se necesita la misma capacidad para aplicar esas reglas que para discutir a nivel teórico sobre su validez (distinción fácil de constatar al estudiar métodos de cálculo matemático o al estudiar la forma de demostrar teoremas etc.).

En la perspectiva "esencialista" (de la tradición filosófica) se partía, según Popper, de tres premisas básicas:

1.         El científico busca encontrar una verdadera teoría o descripción del mundo, y ahí intentará detectar regularidades o "leyes" que permitan explicar hechos observables.

2.         El científico puede tener éxito y establecer la verdad de tales teorías más allá de toda duda racional.

3.         Las teorías mejores, verdaderamente científicas, describen las "naturalezas esenciales" de las cosas, la realidad más allá de la apariencia. Esas teorías suministran explicaciones últimas.

Según Popper rechazar el instrumentalismo exige aceptar como intención básica el punto 1. En cambio rechaza el punto 2 (por su teoría de la falsabilidad), y aunque no niegue la posibilidad de tales esencias últimas, no cree que un científico tenga que presuponer que existan - incluso puede estorbar al avance del saber la creencia en ellas.

Una vez rechazado el instrumentalismo y también gran parte del esencialismo, Popper considera a las teorías como meras "conjeturas genuinas - suposiciones acerca del mundo de alto contenido informativo, que aunque no verificables (no es posible demostrar su verdad) sí pueden ser sometidas a serios tests críticos. Son intentos de descubrir la verdad ... aunque no sepamos, ni tal vez lleguemos a saberlo nunca, si son verdaderas o no".

Por un lado, Popper admite un componente "constructivista" en las teorías ("son nuestras propias invenciones, ... instrumentos de pensamiento forjados por nosotros mismos...). Por otra parte afirma que tales teorías-constructos "pueden entrar en conflicto con la realidad, y cuando esto ocurre, sabemos que hay una realidad; que hay algo que está ahí para recordarnos el hecho de que nuestras ideas pueden ser equivocadas. Y es por esto por lo que el realista tiene razón".

Las teorías, como se verá más abajo, no pueden ser confirmadas en sentido estricto, pero sí "falsadas", son pues conjeturas cuya única validación (negativa) procede de la resistencia de lo real.

Tal visión restrictiva impide evidentemente la adopción de posiciones "dogmáticas" - de ahí su aplicación y extrapolación al orden social de la idea de una apertura del saber que pasará a la idea de una "sociedad abierta" (en la que siempre será posible encontrar nuevas propuestas de autocomprensión).

 

Orientación del análisis crítico

La intención del análisis es claramente meta-teórica, se va a analizar (y eso es ya una actividad científica) conocimientos científicos. Y para ello se comienza con el análisis del mismo instrumento analítico. En esta opción reflexiva, el Racionalismo Crítico comienza el retorno al "sujeto" que será el rasgo distintivo del "constructivismo", pero no visto como sujeto pensante, a lo Descartes, sino en cuanto base de toda actitud crítica (en el sentido kantiano antes descrito), y en el que hay que presuponer la existencia de ciertas condiciones (los que antes se denominaban "aprioris" o condiciones transcendentales de posibilidad del conocimiento). Esas condiciones no son de orden psíquico-cognitivo sino tienen un carácter más bien "lógico" (como es natural al proceder la corriente del empirismo lógico). Esto supone, según Popper, que hay que considerar desde una perspectiva y concepto de lo que es "crítica" y de lo que es "racionalidad científica" el trabajo o actividad de las ciencias reales cuya tarea básica consiste en elaborar sistemas de afirmaciones reales (no analíticas en que el juicio sólo infiere o desglosa el contenido de los términos analizados sin añadir más contenido, sino sintéticas, es decir: juicios que añaden un contenido nuevo).

 

Hipótesis y Teorías - Falsabilidad como criterio de cientificidad

En su análisis de los procedimientos de verificación de hipótesis y teorías, Popper plantea tres tesis.

1.         En primer lugar, según Popper, la pretensión de "verificar" empíricamente todo enunciado científico conduciría irremediablemente a la muerte de la ciencia. Este efecto aniquilador afectaría no sólo a las proposiciones de la metafísica, sino también a todo conocimiento científico del mundo material. La hipótesis científica más sencilla (p.ej.: el cobre es un conductor de electricidad) exigiría comprobar tal cualidad en todo el cobre existente en el universo dentro y fuera de la tierra. Eso es imposible. Por tanto, una hipótesis científica que pretenda llevar al conocimiento de las leyes de la naturaleza y efectuar pronósticos válidos, es algo inverificable.

2.         En segundo lugar no se puede ni siquiera hablar de una confirmación "inductiva" de hipótesis. El recurso al "principio" de inducción, como "probabilidad" de un hipótesis que se iría constatando en una serie de hechos, no remedia la precariedad de medios para verificar hipótesis. Como había ya afirmado Hume, un enunciado universal nunca podrá ser verificado por observación. Por tanto, la idea de fundamentar la ciencia en el método inductivo, a partir de experiencias particulares, conduce a ilogicidad en la construcción de la ciencia. Pero Popper fundamenta esta tesis en su análisis del mismo concepto de "probabilidad de la hipótesis".

3.         Dadas dichas premisas se deduce que habrá que analizar los métodos de verificación aplicados en las ciencias naturales sin ayuda del "concepto" de verificación y sin ayuda del concepto de "inducción".

Popper opera en su concepción dentro de las reglas de la filosofía analítica centrada en el análisis del lenguaje: el que las "leyes naturales" no sean verificables se fundaría así en que las proposiciones que las formulan son "proposiciones universales" ilimitadas y que por tanto incluyen en sí una cifra ilimitada de casos de aplicación, cuando realmente el observador sólo podrá efectuar una cifra limitada de observaciones en su trabajo verificador.

Por otra parte se encuentra la afirmación de la no-consistencia lógica del mismo concepto de "inducción". Una inferencia afirmada "inductivamente" sólo sería válida si existiera una regla universal, el "principio de inducción" que justificara dichas formas de inferencia desde la constatación de casos particulares de realización de una hipótesis a la afirmación de la existencia de una ley universal que siguen dichos casos. Ahora bien, una regla de inducción universalmente aplicable debería estar formulada en una proposición que además deberá ser "general". Pero no es fácil encontrar un tipo de proposición adecuada para formular tal principio. No puede tratarse de una proposición "analítica" cuya validez se infiriera a partir del mero análisis de los términos de la proposición general. La conclusión no sería ya inductiva sino deductiva. Y si se trata de una proposición "sintética" debería apoyarse - para ser fieles al principio básico del empirismo - en la experiencia. Pero ésta, a no ser que se cometa petición de principio exigiendo la validez previa de lo que hay que demostrar, no justifica el paso de lo particular a lo general. El mismo principio de inducción debería demostrarse inductivamente.

La cuestión sobre la justificación o validez del principio de inducción no es distinta de la cuestión sobre la justificación de la hipótesis de que existen hipótesis generales. A no ser que se recurriera a una justificación en base a un principio de inducción a nivel superior que a su vez requeriría otro de orden más superior, etc. (el clásico regressus in infinitum).

Tampoco tiene, según Popper, significado claro la expresión "probabilidad de una hipótesis". Si se la refiere a la probabilidad matemática de que, por ejemplo, saliera un seis al arrojar un dado, debería considerarse no tal sucesión de posibles eventos, sino la serie de proposiciones (referidas cada una a uno de dichos eventos), y entonces tendríamos que enfrentarnos con la probabilidad de que se de una proposición de tal tipo ("ha salido un seis") frente a un conjunto de otras proposiciones ("ha salido un uno", etc.).

Ahora bien, si una "hipótesis general" es concebida como serie de proposiciones (serie, por lo demás indefinida), entonces, la relativa frecuencia de las verdades de estas proposiciones tendría que servir a evaluar la probabilidad de la hipótesis. Eso podría llevar a la consecuencia absurda de que, por ejemplo, una hipótesis tuviera una probabilidad de 1/2 si por término medio, una de cada dos proposiciones contradijera tal hipótesis.

La verificabilidad de las leyes naturales sería así algo imposible inductivamente - por la falta de sentido del mismo concepto de inducción. El único método válido será pues el "deductivo". La ciencia, para Popper, o es deductivista en su forma de justificar sus enunciados, o ni siquiera podrá ser una construcción "racional".

La tesis del círculo de Viena sobre la necesidad de una verificación empírica (presuponiendo la posibilidad de la inducción) se apoyaría así en el "dogma" empirista: la certeza última es la proporcionada por la percepción sensible.

En el "positivismo lógico", la ciencia se construye sobre sillares elementales: los enunciados elementales basados en evidencias suministradas por los sentidos. Pero Popper señala que tales enunciados sólo son justificables por otros enunciados, y que toda percepción es también "interpretación". Por lo tanto, el saber es, desde su comienzo mismo, algo conjetural, hipotético, revisable. Presuponer que los enunciados de la ciencia tuvieran una última fundamentación en tales enunciados elementales presupone la "fe" en su validez - la ciencia se encontraría en la situación del barón de Münchhausen, que quiere escapar de las arenas movedizas tirando él mismo de su propia coleta.

Ahora bien, al aplicar el método deductivo a la comprobación de teorías empíricas hay que distinguir previamente dos cuestiones:

a) Cómo se llega a configurar hipótesis o teorías?

b) Cómo comprobamos o verificamos teorías?

La cuestión a) es de carácter psicológico, no se plantea en lógica de la ciencia. Una teoría, como sistema de proposiciones, se formula aunque ni sea verdad o no exista un camino racional desde ella a la observación. Puede responder a una ocurrencia, etc. Lo comprobable serían las hipótesis.

Los enunciados científicos sólo serían pues ensayos, esbozos arbitrariamente creados, con mero valor de conjetura, que sólo podrían tener valor científico tras una comprobación. Pero dado que tal comprobación no puede ser exhaustiva en su "verificación" (mostrar la verdad), sólo queda el método de la falsación, es decir, el "refutar" las afirmaciones de esa teoría contrastándolas con los datos empíricos.

La posibilidad de la falsación de proposiciones universales se apoya en que son transformables en una forma de proposición negativa, en 'proposiciones-no-se-da-x'.

Dado que no podemos "verificar" la proposición 'todos los cisnes son blancos' sólo nos queda el camino de comprobar la proposición transformada "no hay ningún cisne no blanco" (por ejemplo, negro). Si se diera el caso de que existiera un cisne no blanco, podría formularse una proposición "singular": "en tal sitio y en tal momento se da un cisne no blanco", y esta proposición contradice a la proposición transformada (universal) sobre la no existencia de cisnes no blancos.

Esto mostraría la falsedad de la hipótesis. Es decir: de un enunciado singular se seguirá la negación de una "proposición" o enunciado general, pero no la verificación de una "proposición o enunciado universal".

A las proposiciones con carácter singular las denomina Popper "proposiciones base" pues sirven de fundamento a la evaluación, falsación, de hipótesis generales.

La exigencia del empiricismo de hipótesis comprobables en la experiencia concreta debe transformarse así, según Popper, en la exigencia de proposiciones "falsables" (en el sentido de la "posibilidad lógica" de tal demostración de su falsedad - prescindiendo de la facticidad empírica de tal demostración).

De ahí se pasa al "criterio" sobre la distinción entre proposiciones empíricas (falsables) y "metafísicas" (no falsables).

Una vez rechazado el imposible camino de la "inducción" se toma pues el de la "deducción". En lugar del principio de la "verificación" se aplica el principio de la falsación.

Pero entonces se plantea la cuestión sobre la "confirmación positiva" de una teoría empírica. Esta cuestión se plantea por el hecho de que dicha teoría "empírica" se haya mantenido firme ante todos los anteriores intentos de falsación. Decir que una teoría tiene una buena base empírica no significa pues sino afirmar que hasta ahora han fracasado todos los intentos anteriores de derribar sus hipótesis de partida por recurso a la experiencia.

(NB. Debe considerarse a este respecto, que a pesar de esta tesis popperiana, Carnap intentó más tarde construir una teoría de la inferencia inductiva)

En la base del saber científico no habría pues un fundamento infalible, sino sólo problemas, sólo "convenciones críticas" apoyadas en la confianza o fe sobre la fuerza de la razón. Y tampoco será posible desarrollar todo el examen de los saberes en un lenguaje especial, sino deberá recurrirse al lenguaje ordinario (aquí Popper vuelve a la idea de Moore), y a conceptos "no claros". La ciencia no es así posesión de una verdad definitiva, sino proceso incesante de búsqueda crítica, sin concesiones.

Respecto a las "teorías" deben clarificarse varios puntos: Popper no emplea de forma unitaria el término de teoría, unas veces lo usa para designar proposiciones aisladas de un determinado tipo (proposiciones afirmativas indicativas: "todos los cisnes son blancos"), otras para designar conjuntos de proposiciones universales enlazadas según sus contenidos y lógicamente en "sistemas", como las proposiciones de la ley de la gravitación universal en Newton.

Una proposición estrictamente "universal" es vista así como aquella en la que no se implica ninguna limitación a un espacio concreto espacio-temporal. Es en ese sentido en el que Popper estudia la teoria como sistema de tales proposiciones.

Las ciencias humanas también deben someterse, según Popper, al método científico. Para él, el concepto de conocimiento científico es "uno". Existe un monismo metodológico.

Toda explicación científica deberá pues adoptar el esquema lógico básico en que el hecho o fenómeno a explicar (explicandum) deberá verse como conclusión inferida de forma lógico-deductiva a partir de unas premisas constituidas por una teoría y condiciones iniciales (explicans) - el llamado modelo nomológico-deductivo.

Por ejemplo, una teoría sobre relaciones humanas de ejercicio de dirección de personas (Td) puede constar de una serie de proposiciones universales en sentido estricto, en que se formulan afirmativamente determinados efectos de diversos estilos de dirección, que se darían siempre que se presentaran determinadas condiciones. Una proposición de este género sería la que afirma que 'la aplicación de un estilo de dirección autoritario (fundado carismática, tradicionalmente o de otra posible forma) tiene como efecto una mayor insatisfacción sobre personas de alto nivel de cualificación que la aplicación de un estilo también autoritario pero más funcional' (-> Autoridad).

Aquí hay que notar que es muy discutida la misma posibilidad de que las ciencias sociales (y entre ellas las económicas o de la empresa) puedan llegar a formular proposiciones universales en sentido estricto que sean "verdad" y al mismo tiempo no permanezcan en el ámbito de las certezas triviales del "Alltagswissen" - con lo que ni serían "científicas".

La objección a dicha suposición, que ciertamente es el presupuesto de los modelos matemáticos de la Economía General (un presupuesto ni cuestionado ni justificado por ésta a nivel metateórico) proviene de la convicción de que las afirmaciones realizadas en estas ciencias se refieren siempre a épocas determinadas, a situaciones muy concretas, a culturas muy definidas, y no son generalizables.

Esta es la razón por la que Albert (1957) ha propuesto ampliar el mismo concepto original de teoría en el positivismo lógico, y admitir como teóricas proposiciones universales pero no en sentido estricto. Se trataría de "quasi-teorías"

La cuestión sobre el valor de estas quasi-teorías en el campo de las ciencias sociales y si, o en qué medida podría pasarse desde ellas - gracias al proceso de "nomologización - a teorías en el sentido de Popper, sigue siendo un problema planteado a la Teoría de la Ciencia.

Von Hayek (1972) propone a este respecto otra alternativa: la de que la investigación de fenómenos "complejos" sólo podría conducir a formular teorías no sobre regularidades o leyes que regirían la aparición de eventos singulares, sino sólo la aparición de ciertos "esquemas" o estructuras comunes en esos eventos.

 

Contenido empírico

Según Popper, una teoría compatible con todos los posibles hallazgos en la observación empírica no tendría contenido concreto empírico. Es decir, la teoría tendrá tanto más contenido cuanto más probable sea que ciertos datos provenientes de la observación la contradigan o cuestionen. Esto es, Popper considera que sólo es científico lo "controlable" y establece ese "control" no en el análisis lógico de la formulación (como en el Empirismo lógico) sino en una referencia a la experiencia en la realidad. Lo controlable es visto por él de forma negativa: no busca por tanto una "confirmación" empírica de una afirmación teórica, sino busca sólo que la afirmación teórica pueda ser controlada en su no-compatibilidad con lo real-experimentado (aunque deja fuera de su consideración el cómo de esa comprobación en "lo real": es algo "a parte rei" o es "constructio"?).

Esta idea básica se formula en los siguientes términos técnicos:

·              Proposición básica: es una afirmación consistente lógicamente (sin contradecir reglas de corrección formal, es decir, de la "sintaxis" del lenguaje elegido) que afirma que algo (un hecho, objeto, proceso o estado) es el caso en un determinado lugar y tiempo. Dado que muchas veces podrá discutirse si es facilmente observable o no, el científico deberá tomar una decisión sobre si una determinada proposición es o no admisible como "básica".

·              Falsador potencial de una teoría: es una proposición básica incompatible con las afirmaciones de la teoría. Si se admitiera como proposición básica la afirmación, de que en Alcalá, en la carretera N y en el km Y existe una empresa dirigida autoritariamente, sin comité de empresa, con condiciones de trabajo muy duras, etc. pero con un personal altamente satisfecho; esta proposición básica podría ser vista como "falsador potencial" de la Teoría Y de McGregor.

·              Contenido empírico de una teoría: es el conjunto de todos sus falsadores potenciales. Cuanto mayor sea ese conjunto mayor será el contenido empírico de la teoría correspondiente.

·              Teoría falsable empíricamente: es aquella teoría cuyo contenido empírico no está vacío.

Mediante ciertos artificios en la formulación de una teoría que permiten huir de especificaciones, se la puede "inmunizar" contra una operación de falsación, pero las predicciones y explicaciones de esa teoría no serán ya considera como científicas.

Esta concepción del carácter científico de una teoría implica una idea sobre la "verdad" a la que las teorías se aproximan. Una teoría estaría más cercana a la verdad cuando en el conjunto de proposiciones derivadas de ella hay menos falsas que verdaderas.

Según esta concepción, las teorías orientadas científicamente suministran explicaciones y predicciones. Para que una teoría pueda aplicarse en la resolución de problemas prácticos deberá poderse traducir sus proposiciones sobre causa-efecto en enunciados sobre fines-medios. Pero esta transformación da origen a proposiciones meramente descriptivas (sobre los medios que conducen a un fin), no normativas (en el sentido, p.ej. de normas morales).

La aplicación de esta concepción epistemológica al ámbito de los comportamientos humanos en la empresa, parece venir incluso recomendada indirectamente por Popper que se ocupó de forma especial de la "lógica de las ciencias sociales". En esa aplicación parece deberían examinarse, respecto a su valor científico, proposiciones sobre las magnitudes relevantes en el dominio de problemas "organización-persona" (motivación, dirección, etc.) o sobre los efectos y repercusiones previsibles de ciertos desarrollos en esas magnitudes.

Muchas veces se afirma que si una ciencia es realmente "práctica" o "aplicada" deberá poder construir proposiciones con contenido valorativo o normativo (teorías en que al menos uno de sus enunciados contenga un juicio de valor o una norma). P.ej. una teoría que recomendara evitar formas autoritarias de trato de colaboradores sería normativa.

Albert y la controversia de los juicios de valor

Albert (1975), aunque toma muchos conceptos de Popper vuelve a una orientación más cercana al positivismo lógico. En su concepción es básica su radical interpretación del problema de los juicios de valor, donde exige que la teoría esté absolutamente exenta de toda valoración. Dicha teoría sólo se preocuparía de enunciar juicios de existencia verdaderos y con contenido empírico. Las formulaciones de normas o juicios de valor son enunciados prescriptivos, y no descriptivos y por tanto ni verdad ni falsedad. Pero precisamente esas teorías no normativas son más aplicables. Por lo demás Albert critica las teorías normativas por confundir peligrosamente conocimiento y "confesión" (en pro de tal o tal valor).

Según Albert, las ciencias pueden formular enunciados sobre juicios de valor producidos en la vida real, y también pueden realizarse valoraciones en una ciencia (en el sentido, p.ej. de decisiones sobre una orientación de la investigación etc.). La ciencia puede tratar pues de juicios de valor hechos en otra parte, lo que no debe contener una proposición científica, según Albert, es un juicio de valor en las mismas proposiciones descriptivas (p.ej. de dichos juicios de valor hechos en tal o tal circunstancia). Es decir, la ciencia podrá informar sobre valoraciones, pero ella misma deberá elaborar sus proposiciones en total neutralidad al valor (esta será precisamente la tesis que las nuevas teorías críticas no pueden admitir en el Racionalismo Crítico).

Por otra parte, la investigación de la dimensión humana de las organizaciones puede apoyarse en el enfoque del Racionalismo Crítico para escapar al paradigma tradicional (elaborado en el marco de las ciencias modernas) de una "fundamentación" mediante recurso (por leyes de inferencia etc.) a una base aparentemente más sólida. Esa concepción de lo que "debe" ser la fundamentación conduciría a dilemas: regressus in infinitum, circularidad lógica (círculo vicioso, o "petición de principio") o a una interrupción "dogmática" del proceso de fundamentación. Es decir, no llegaría al pretendido punto de apoyo de Arquímedes.

El principio del "racionalismo crítico" establece en cambio que en la búsqueda del conocimiento hay que mantenerse en una permanente actitud de tanteo entre distintas alternativas tanto de caminos a abrir como de examen despiadado de las pretendidas soluciones encontradas o de sus consecuencias, pero actuando ahí en libertad frente a emociones, valoraciones, etc. - es decir, de acuerdo a la "racionalidad" (que Popper entiende en sentido de racionalidad teleológica o instrumental). Esto tiene vigencia también para la praxis. Una solución práctica no se deducirá pues de principios generales, sino será fruto de un proceso de búsqueda y examen de alternativas de acción, de consecuencias o de los condicionamientos, y ésto tanto para quien inicia, como para quien realiza o para los afectados por esas acciones. En este examen se incluirá la valoración de las consecuencias de las alternativas abiertas o sobre el mismo orden de valores según el cual deciden los agentes del proceso analizado. Pero esta ayuda del examen teórico-crítico (que se sitúa así a un meta-nivel sobre el de la acción analizada) no cae en la tentación de liberar al sujeto de decisión de la carga de tener que decidir él mismo (la idea puede aclararse con el ejemplo de esa actitud de tutor que deja en su minoría de edad al tutelado es la comprensión del "Magisterio de la Iglesia" que decide si o no el uso de un anticonceptivo es o no lícito, con lo que el "fiel" no tiene ya ni que preocuparse por "decidir" él mismo y permanece cómodamente en su "minoría de edad"). Para Popper es claro que la función orientadora del examen crítico sólo debe "abrir" horizontes, incluso ampliar la percepción de la "complejidad", no intentar reducirla a moldes de formalismos estrechos. En este sentido, el "racionalismo crítico" es también un continuador del impulso liberador de la Ilustración.

 

Conocimiento histórico

La posición neopositivista de Popper le lleva a rechazar de una "historia" en sentido objetivo. Esta posición se basa en un motivo práctico-moral y en otro motivo de crítica del conocimiento:

Todas las teorías que quieren captar la historia como un todo aprehendiendo las leyes subyacentes a su desarrollo ("holismo") apoyarían las tesis del totalitarismo y conducirían a la destrucción de la sociedad "abierta" (liberal-democrática), al postular una "generalización" (universalización) en un ámbito en que ésta no es posible, o sólo con muchas restricciones. Esto se debería a la incapacidad de la historia para poder suministrar el suficiente material empírico para la inducción y para formular leyes generales (en hipótesis), aparte de que dicho material estaría sujeto a procesos de interpretación.

Por esta razón, Popper, orientándose según el principio de un "concepto unificado de la ciencia" postula la tradicional división entre:

a.          Ciencias teóricas (o nomológicas) en que sí es posible la generalización conceptual (física, biología, sociología) por formular leyes o regularidades generales, y por estar interesadas en verificar (provisionalmente) o falsificar (definitivamente) sus teorías a base de hechos concretos.

a.          Por otra parte, las ciencias históricas (en lo que se llama el "covering-law-model") se orientarían a la descripción de eventos singulares (Popper no ha tomado conocimiento de la concepción de una historia estructural como se mantiene desde el movimiento de "Annales") y la explicación de tales eventos por sus causas.

En la historia se procede buscando las condiciones iniciales o marginales (entorno, intereses) y se unen según leyes generales con el evento a explicar (explanandum).

Esas leyes serían generalmente triviales, se las presupone simplemente. Aparte de que además se presume una "lógica de la situación" según la cual consideramos racional ciertos tipos de acción.

En el campo de objetos de la historia, según Popper, no hay ley alguna ni ninguna perspectiva que pudiera garantizar una visión objetiva según criterios seleccionados, o según los aspectos observados como más relevantes. No hay hipótesis comprobables sino sólo meras "actitudes" o "interpretaciones" históricas o generales ("quasi-teorías"). Qué teoría se elija dependerá así de "intereses" o de la fecundidad práctica del enfoque seleccionado. Dada la, en principio, enorme pluralidad de posibilidades de considerar y describir la historia, no es pues posible ni hablar de "un" concepto de historia. Sólo existiría un ilimitado número de historias que afectarían a los distintos aspectos de la vida humana. "La historia" es pues un concepto vacío, carente de sentido. Pero podemos "darla" un sentido como al luchar con el conocimiento por la "liberación del yo", pues las ideas, según muestra la experiencia, son poder que influye en nuestra propia historia.

En este contexto es claro el reproche a la visión marxiana de la historia a la que se considera digna de merecer las denigrantes etiquetas de "historicista" y "naturalista".

Como "historicismo" se designa ahí una concepción de las ciencias sociales, seg´n las cuales su objetivo último sería "predecir" históricamente mediante ciertas "leyes" subyacentes a la evolución histórica. El materialismo histórico marxista caería bajo tal etiqueta pues a partir del análisis de cierto modelo capitalista ("puro") extraería ciertas consecuencias lógicas en proposiciones sobre la sociedad de mercado, descenso de tasa de beneficio, etc. Marx aplicaría ahí un método hipotético-deductivo en el campo de la ciencia económica. Y luego llegaría a la "predicción" de la insoslayable sustitución del capitalismo por el socialismo. El problema del marximo estaría en olvidar en tales deducciones la existencia de condiciones cambiantes a tal evolución según leyes, y por eso confundiría "predicción científica" con "profecía" (veterotestamentaria).

La acusación de "naturalismo" al materialismo histórico se condensa en la tesis de que dicha concepción incurre en la falacia de inferir conclusiones normativas (o de orden social-político) a partir de premisas científicas (de un orden muy distinto, fáctico), lo que evidentemente va contra la lógica "deductiva" (en la que cree Popper) que prescribe la homogeneidad de premisas y conclusiones en toda deducción correcta. La misma formulación del marximo como "socialismo científico" carecería de sentido lógico.

 

Seguidores de Popper:

Existe una corriente derivada de sus concepciones a la que se denomina "individualismo metodológico" en ciertos autores que aplican esas ideas al campo de las ciencias sociales, como Watkins o Jarvie.

En su extremo, la teoría social debería prescindir totalmente de toda categorización - por ejemplo: de colectivos como el Estado, de agregados como las clases sociales, de instituciones como el matrimonio etc. si tales agregados no son reducibles a individuos o relaciones puramente individuales. El acento anti-sistémico, y pro-agente individual en estas concepciones es claro, así como sus posibles nexos a la ideología liberal.

El problema que debe resolver tal opción individualista es el de buscar otras categorías que permitan explicar la amplia gama de fenómenos sociales como conflictos de "clases", realidad de ejercicio de poder por "grupos de presión", etc.

Javier Muguerza objeta a esta tendencia que, prescindiendo de lo que suceda con los sistemas de proposiciones sobre esas entidades supraindividuales de las teorías sociales, lo importante sería ver si existen o no, y, caso que se admita su existencia, constatar lo que de facto sucede con dichas entidades en el mundo social real - además de los individuos, o incluso contra ellos.

Respecto a la realidad del "Estado", Muguerza recuerda el dicho de Politzer con que refutaba al idealismo de Berkeley: Póngase Vd. delante del camión y ya me dirá si su ser consiste sólo en su ser-percibido....

Crítica al concepto de valor como relación de adecuación a "necesidades"

En la teoría tradicional económica se parte de la afirmación de que existen necesidades aún no satisfechas, y se concibe la "producción" como conjunto de procesos destinados a la satisfacción de dichas necesidades "consumiendo" el mínimo posible de los recursos disponibles. La optimización en la asignación de recursos (la forma de gestionarlos) consiste así en el uso de los mejores métodos para conseguir reducir al mínimo su consumo. Se parte de la limitación, o escasez de tales recursos. Esta misma orientación explica el nuevo problema ecológico de la administración de recursos antes considerados inagotables como el agua o el aire, pero que hoy se sabe también son afectados por los procesos de producción.

Esa optimización en la asignación de recursos es la forma de traducir a la economía de empresa el principio de "racionalidad instrumental".

Ahora bien, en los manuales de Gutenberg y sus seguidores de la BWL, se considera como dada la existencia previa de ciertas necesidades, y se definen los términos del problema de la gestión económica como mera cuestión de búsqueda racional de la forma en que se logre una optimización de la satisfacción de necesidades respecto al consumo de recursos empleados. Esta forma de optimización racional se conserva en la tesis del método del Análisis del Valor cuando se postula como objetivo central la optimización del cociente de valor : prestaciones (satisfacción de necesidades) / costes (consumos implicados).

En realidad puede constatarse en la praxis que las empresas co-condicionan también la aparición o la toma de conciencia de necesidades quizá antes latentes o inexistentes totalmente, y no sólo por su publicidad directa, sino también por el mero hecho de poner a disposición de grandes grupos ciertos artículos.

Esto significa que las "necesidades" no pueden ser insertadas en el planteamiento económico como un "dato-objetivo", pues ellas mismas son "producto" de los procesos de producción social. Antes de ofertar al cliente determinados artículos se le ha convertido en "consumidor", para poder luego ofrecerle dichos bienes. No siempre se justifica la producción por el consumo, sino también al revés: el consumo se justifica por la producción.

Por lo demás, en la versión tradicional, tanto de la teoría de los factores de producción (concepción de Gutenberg) como en la teoría del AV, la satisfacción de necesidades se restringía a las del consumidor (existentes de forma más o menos latente, o generadas por la misma oferta). Las necesidades del "factor" trabajo no eran consideradas - o a lo más meramente bajo la consideración de su condición de "capital" humano cuya asignación o uso debe también optimizarse en el marco de una racionalidad económica: es decir, convertido también el elemento humano en mero instrumento para la consecución de fines económicos - la concepción que criticaba Myrdal (1975).

Pero esta visión de la racionalidad-instrumental implica que también los "medios", no sólo los "fines" son concebidos y "construidos" en una dimensión "valorativa" (se les valora como medios a- )- lo que en una visión superficial sólo afectaría a la decisión sobre los fines. Esto supone que en una concepción teórica aparentemente construida en "neutralidad axiológica" se estén mezclando afirmaciones ontológicas y afirmaciones axiológicas.

Esto es lo que criticaba Albert (1967):

"Con ello, los rasgos ideológicos del pensamiento económico se revelan como constitutivos de una concepción cuyo núcleo sobre la racionalidad inmanente al acontecer económico brota desde una ontologización (ilegítima para Albert) de la perspectiva económica. En lugar de un análisis de contextos de interacción social, desde la perspectiva económica se efectúa una proyección de un contexto de sentido sobre el acontecer social, una dogmatización - debida a su clasificación como de conocimientos ciertos - de tomas de posición político-morales"

Contra dicho racionalismo ontologizante, dentro del marco del Racionalismo Crítico de Popper, Albert pedía una "racionalidad metodológica" que sirviera de base a la construcción científico-experimental de las teorías, pero efectuada dentro de una "neutralidad axiológica" absoluta.

Albert intenta fundamentar dicha neutralidad axiológica en la hipótesis del Racionalismo Crítico de que la separación de proposiciones valorativas y proposiciones objetivas puede ser controlada de forma racional con procedimientos de comprobación de hipótesis. Pero tal hipótesis sobre la comprobación racional de hipótesis supone una petitio principii.

Es contra de esta suposición central en el Racionalismo Crítico, que postula una total "objetividad de la investigación" en el campo de lo social, G. Myrdal advertía que ya el mismo instrumental empleado por el científico social para comprobar sus afirmaciones o formular sus problemas venía con una pre-carga valorativa. Y esta dimensión valorativa afecta a las mismas reglas presuntamente neutrales del Racionalismo Crítico.

Dado que las teorías analíticas de la ciencia limitan sus pretensiones de legitimidad científica al ámbito de los contextos de fundamentación (contradistinguidos de los contextos de invención o descubrimiento - con componentes psicológico-heurísticos), dichas teorías no disponen ni del mismo instrumental que sería necesario para efectuar una reflexión "crítica" sobre las premisas de una teoría , tanto a nivel de lenguaje, como a nivel de comunicación (con toda la complejidad de tales procesos). Tales premisas que subyacen a la misma "semiosis" en que se definen sus conceptos no pueden observarse si se abstrahe del contexto de surgimiento de una teoría. Sin una "arqueología" o "genealogía" de los saberes (como postulará Foucault) ni es posible llegar a definir el "sentido" de los términos empleados en una teoría - y la misma teoría del Racionalismo Crítico carece de tal reflexión crítico-genealógica sobre sus mismos constructos teóricos.

Esto quiere decir, que el principio metodológico de la "falsabilidad" de las teorías no debe ser (mal-)entendido como un mecanismo automático que permitiera discernir entre teoría científica (la falsable) y teoría no científica (la no falsable) al margen de toda consideración "valorativa" - como si tal dimensión ni existiera ni actuara en tales juicios. El Racionalismo Crítico solamente ocultaría, o retrasaría, sus prejuicios ideológicos al no querer ni admitir su existencia.

 

CARNAP, Rudolf (1891 - 1970):

Miembro del "Círculo de Viena". Representante de la línea más consecuente del Positivismo Lógico. Obras: Der logische Aufbau der Welt (1928); Meaning and Necessity (1947).

Rudolf Carnap nació en 1891 junto a la actual Wuppertal. En los años 1910-1914 estudió Filosofía, Matemáticas y Física en Jena y Freiburg. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió como soldado. En los años veinte fue docente de filosofía en la universidad de Viena donde escribió sus obras "Der logische Aufbau der Welt" (La construcción lógica del mundo) y "Scheinprobleme in der Philosophie" (Problemas ficticios en la filosofía). Ambas aparecieron en 1928 y despertaron gran interés en el llamado Círculo de Viena que lideraba entonces Moritz Schlick.

A comienzos de los años 30, Carnap abandonó Viena y pasó como profesor de filosofía natural a la Universidad Alemana de Praga, de la que, debido a la evolución política y creciente presión de la Alemania nazi, partió para Estados Unidos en 1936 donde trabajó en distintas universidades, sobre todo en Chicago y Los Angeles.

En los años 30 y 40, Carnap se esforó por crear un marco formal para el análisis de los problemas semànticos. En este período surgieron sus obras: "Logische Syntax der Sprache" (1934) y "Meaning and Necessity" (1947). En los años cincuenta y sesenta, Carnap se dedicó al análisis del conocimiento inductivo y probable e intentó desarrollar una lógica inductiva ("Induktive Logik und Wahrscheinlichkeit", 1959).

En cuanto representante del Empirismo Lógico, Carnap continuó en la tradición del empirismo clásico, según el cual, el conocimiento está garantizado por el recurso a la experiencia o se deduce por la analítica de las proposiciones (en las ciencias formales como la matemática).

Pero en este Empirismo lógico se va más allá del clásico Positivismo decimonónico o anterior al estructurar la metaobservación filosófica en un foco dirigido al lenguaje. Por eso, para él fue básica la orientación a una filosofía estructurada como análisis lógico ("Die alte und die neue Logik" 1930) que define como tarea central de toda ciencia empírica la de realziar un análisis lógico de todos sus enunciados. 

Carnap parcipó inicialmente de la creencia en que la única, o al menos, la principal fuente de conocimiento se encontraría en la experiencia sensible. Toda proposición, con sentido real, debería pues derivarse de las proposiciones elementales o "protocolo" (protocolizan la realidad).

Los enunciados "protocolo" se refieren directamente a lo observable directamente (no a deducciones, inferencias de cualquier tipo) y deberían formularse en un lenguaje comprensible a todos y libre de toda ambigüedad (por tanto, no en el lenguaje cotidiano o natural). Además, estos enunciados elementales "protocolo", deberían estar libres de toda carga o connotación teórica, referirse sólo a lo dado, a lo que "es el caso". Estos enunciados protocolo presuponen sin embargo una primera elaboración constructiva en cuanto son diferentes de los enunciados-sobre-observables o proposiciones en que directamente se formula el contenido de una experiencia de lo real. Los enunciados protocolo se caracterizan por el uso de ciertos predicados (por ejemplo: frio, rojo; más extenso, antes de ...).

La tarea del científico, en esta concepción, no se limitará a observar los hechos externos y a describirlos en un lenguaje estructurado a partir de proposiciones protocolo, sino deberá además derivar, de dichas proposiciones elementales, otros enunciados más generales sobre eventuales regularidades regidas por leyes que den una explicación de los hechos observados. Es decir, el científico debe proceder de modo inductivo, pasar de lo particular a lo general, e intentar, a partir de una o más observaciones, realizar inferencias sobre las condiciones o presuposiciones del fenómeno, y sacar conclusiones sobre la validez general de tales enunciados (Carnap 1926, pg. 8).

Sólo al final de su vida acentuó Carnap que los métodos de la ciencia no pueden limitarse a la utilización de la inducción. El científico no se limita a recopilar hechos aislados, sino es guiado, en su "heurística" y en su misma selección de lo que considera relevante para ser observado, por ciertas presuposiciones teóricas (no reducibles a enunciados protocolo). Además, el científico debe proceder también deductivamente, al realizar sus inferencias o predicciones a partir de otros enunciados que considera ya validados.

 

Bibliografía

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