HISTORIA DE LAS TECNICAS

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Pierre Duchase

Editorial Eudeba, séptima edición, Enero 1985

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PROLOGO

TÉCNICA Y VIDA

         Naturaleza y técnica. Desde sus formas más humildes y elementales hasta las más altas y complicadas, la vida es siempre actividad [i]. La planta no es solamente un impulso hacia la luz; por su capacidad de asimilación y su ritmo de crecimiento, por su arte le orientación, su conquista del espacio y sus métodos de defensa, es el primer instrumento de la acción vital. El animal, que por su modo de alimentación escapa de la inmovilidad relativa de los vegetales desarrolla en todas direcciones el ímpetu industrioso de la naturaleza. La transformación prodigiosa de la vida, que a nuestra vista diseña y deshace la forma inestable de una gota de protoplasma, triunfó sobre la materia A través de las generaciones, con los fracasos y éxitos de las más diversas especies, la vida se adueñó del agua, la tierra y el aire mediante ,mecanismos exactamente apropiados a su fin. La aleta y el ala son resultados visibles de esta ingeniosidad constructiva.

         Todo Ser viviente lleva en sí mismo en una u otra forma, la ley interna  de su actividad. El instinto que regula a las abejas, los castores y los pájaros en la ejecución de actos tan precisos como la fabricación de células hexagonales, la construcción regular de un dique, la edificación de un nido, sigue siendo a menudo un misterio para nuestra inteligencia. En cambio, las acciones de este instinto son bastante claras: el animal, al repetir una serie de actos bien definidos y suficientemente coordinados, consigue, para si y para su especie, una transformación generalmente provechosa de las cosas exteriores y, elabora con eficacia los materiales que le brinda la naturaleza. Esta serie de operaciones definidas, de  actos coordinados mediante los cuales Se obtiene la transformación deseable de las cosas que nos rodean, es decir, del “medio” inicial representa lo que los hombres llaman procedimientos técnicos, o sencillamente técnicas [ii].

         Las técnicas alcanzan su desarrollo completo en el hombre porque, merced a la forma de su cuerpo y a la aptitud de su cerebro, no se limita a copiar los procedimientos industriales de la vida; llega a crear otros, es un prodigioso inventor de mecanismos nuevos, distintos de los que la naturaleza, por medio del instinto, había asociado a la forma misma del cuerpo del animal y a su ritmo.

         En efecto, podemos decir que el único instrumento del que dispone el animal es su propio cuerpo. y lo utiliza sólo de acuerdo con el ritmo determinado por su especie, ritmo que lo obliga a repetir continuamente, a través de las distintas edades, uno o muchos actos invariables la actividad humana, por incierta, alocada y desorientada que parezca si la comparamos con la imponente estabilidad de los instintos animales es sin embargo, el origen de la acción universal. El genio mismo de la vida se prolonga en esta actividad y la vida te abre camino asociando continuamente a los cuerpos técnicas nuevas más eficaces. Del mismo modo el hombre asocia su propio cuerpo, que deja de ser un Instrumento trivial, a la más poderosa astucia, consistente en inventar instrumentos nuevos, cada vez más. sorprendentes, cada vez más eficaces, cada vez más aptos para superar por el camino trazado, el ingenio creador de la vida.

         El cerebro, la mano, la sociedad. Se ha dicho a menudo que el hombre fue arrojado sobre la tierra desnudo, débil e indefenso. Sin embargo, este cuerpo que no tiene una vocación evidente, cuyo Instinto es incompleto y que no posee una técnica privilegiada, se apropiará del universo y de la acción porque es apto "para todo", la variedad de combinaciones que su  estructura física y mental tiene a su disposición lo liberan de la fatalidad animal y de la servidumbre del instinto. Su cerebro, más complicado y más evolucionado que el de los otros animales, ofrece a las posibilidades de acción caminos más imprevistos y más abundantes y su mano, cuyo pulgar es oponible a los otros dedos, puede transformar en instrumentos provecho-sos, de aplicación infinitamente variable; la materia que le resiste.

         La superioridad técnica del hombre estriba en la coordinación entre el cerebro y la mano: un cerebro más capas que permite múltiples combinaciones y una mano más hábil para realizarlas porque no esta servilmente adaptada a una sola función. Además, no podemos separar coordinación, entre el cerebro y la mano, de la armonía completa, mecánica y psíquica, nerviosa y muscular, que la estructura humana representa en la serie animal.

         Todas esas aptitudes, tanto morales como físicas, que hacen del hombre el más brillante y enigmático de los seres organizados, anuncian el destino de la técnica.. La aptitud para la vida en común y la posibilidad de desarrollar incesantemente los caracteres de la vida "social" transforman la potencia técnica del hombre, y lo hacen dueño del espacio y del tiempo.

         La sociedad, al relacionar el invento de un solo hombre y el recuerdo de los experimentos de sus antecesores, con el cuerpo y el espíritu de los que vendrán después, confiere su dimensión característica a la inteligencia humana. Gracias a esta prolongación inmensa, nuestra técnica puede luchar ventajosa mente contra las grandes potencias naturales. Puede oponerse siempre a los métodos silenciosos del mundo vivo, a sus astucias, a sus enigmas y al camino,  inflexible del instinto.

         Técnica y civilización. La historia de las técnicas no es solamente la descripción de los sucesivos descubrimientos del ingeniero o del artesano; [iii] es también el encadenamiento de las grandes circunstancias sociales que favorecieron o entorpecieron, desarrollaron o ahogaron el auge del hombre fabricante de mecanismos para transformar la naturaleza.

         Una visión panorámica de la historia de la civilización nos la muestra, en gran parte. constituida por el aporte de estas dos potencias que, en forma alternada, sostienen y dominan al individuo: la técnica que prolonga al infinito su acción, la sociedad que prolonga al -infinito su duración. A veces prevalecen el genio industrial y el invento científico y mecánico -en la marcha ascendiente de toda una civilización. A veces la sociedad domina al progreso técnico, lo regular lo domestica, por decirlo así, cuando lo Somete a la armonía de los grandes instintos vitales; pero "civilizando" al máximo el pensamiento técnico, lo adormece: los éxitos sublimes de Grecia y Roma, los refinamientos de la gran cultura china, exigieron esos renunciamientos. 

         El mundo moderno, por el contrario, heredero de la esperanza mística y de los esfuerzos industriales de la Edad Media, trató de adaptar su estilo de vida a la filosofía de sus técnicas, hijas de la razón griega y de las ciencias de la materia. Estamos todavía influidos por ese entusiasmo. Pero desde el siglo XIX el continuo aumento de nuestro poder de acción material supera visiblemente los recursos, por no decir los limites, de nuestro genio social. A través de crisis económicas, desgarramientos políticos, descalabros de la cultura, desaparición del refinamiento psicológico y moral, el hombre -del siglo, XX trata penosamente de adaptar su alma y su cuerpo al ritmo de sus máquinas; por esta razón acude con desesperación a los más, íntimos recursos del instinto colectivo.

         Tenemos la impresión más o menos clara de que la inteligencia. consagrada sólo a imponer sus obras creadoras, corre el riesgo de olvidar ahora nuestro punto de partida natural. El exceso de dedicación al trabajo de la materia puede enceguecer tanto -como la servidumbre del instinto- sin llegar a reemplazar la estabilidad. certeza y serenidad del mismo. Con el triunfo de la civilización industrial ¿no perderemos quizás la secreta sabiduría de la vida? ¿o sabremos restablecer una justa armonía entre los fines de nuestra especie y los métodos que empleamos para obtenerlos?

         Este libro no pretende resolver los enigmas de la historia. Sólo quiere recordar a todos las condiciones esenciales de nuestro equilibrio vital evocando as técnicas humanas: epopeya brillante, fascinante por sí misma y por todo lo que nos revela acerca del hombre, sobre lo bueno y lo malo de su condición de inventor. La industria es el símbolo de las potencias ambiguas: con el hierro se hace el arado pero también la espada. La aventura del hombre cuando domina la materia ¿será el preludio de su propia servidumbre o el prefacio de su liberación? Desearíamos que. teniendo en cuenta su pasado, las técnicas pudieran, por lo menos, brindar al hombre un beneficio sin rastros venenosos: la voluntad de dominarse, el arte de conocerse juzgando sus obras.

         Al terminar esta obra, deseo expresar mi agradecimiento a todos mis colegas de la Universidad de Besancon. que me alentaron con su simpatía. Deseo agradecer especialmente a los profesores Louis Glangraud, de la Facultad de Ciencias; Lucien Lerat, de la Facultad de Letras; Henri Touchard profesor del Liceo; André Gulllermit, y a mi excelente, colega y amigo Jule Vuillemin, que mucho me ayudaron al examinar las pruebas, en circunstancias a veces difíciles.

Besancon. Julio 17 de 1944. 

 

         La tercera edición de esta obra- contó con las Informaciones de Bertrand Guíe y con su amistosa colaboración; fueron de gran ayuda también la simpatía y la erudicion de Maurice Daumas. Les quedo sinceramente reconocido, así -como a Jean Gimpel y Jean Pilisí.

Besancon. Julio 17 de 1944.

 

PRIMERA PARTE

TÉCNICAS PRIMITIVAS

 

CAPITULO I

LAS HERRAMIENTAS, EL FUEGO Y EL LENGUAJE

         El rastro del hombre en la tierra, por más lejos que nos remontemos a través de las edades, está determinado siempre por las armas, las herramientas y por la obra del fuego.

         La piedra tallada. Los primeros objetos cuyo origen puede atribuirse con seguridad a la industria humana [iv], son armas burdas, designadas por el nombre de "golpe de puño" o "bifaces" [v], Estas piezas eran logradas desprendiendo, por percusión de grandes piedras, fragmentos de dos caras opuestas de un pedernal o de un guijarro de gran tamaño [vi]

 

      En la técnica primitiva se utilizaba unicamente el “núcleo” de pedernal o del guijarro, pero muy pronto fueron usadas también las astillas de aristas cortantes desprendidas del núcleo. En efecto, con ellas se podia obtener herramientas más finas y asimismo más variadas.

         A esta nueva técnica, que originará verdaderas “industrias del cascajo", se agregará luego una variante muy importante: la industria de las lascas. Esas láminas se las obten{ia mediante el uso de guijarros o trozos de pedernal “de forma ovoide y de diámetro relativamente pequeño”; otro fragmento de pedernal se usaba come percutor. Las trozos que se desprendían paralelamente al eje mayor tenían forma de lámina más o menos estrechas y alargadas con las que, después de ciertos retoques (en los bordes, aristas y caras), se podia lograr una serie de instrumentos tales como raspadores, barrenillas, puntas de dardos o flechas, etcétera. [vii]

         El trabajo del hueso. El pedernal y la piedra dura fueron los materiales preferidos por el hombre prehistórico, pero es probable que desde las épocas más remotas haya utilizado también el hueso, por lo menos en su forma bruta. Sin embargo, sólo mucho tiempo después empezó a trabajar sistemáticamente el hueso. Las industrias correspondientes no alcanzan su desarrollo hasta el fin de la antigua edad de piedra (época llamada magdalenense, a fines del paleolítico superior). La variedad de herramientas de hueso (punzones, agujas provistas a menudo, de ojo, espátulas, puntas de armas, anzuelos, arpones, etc.) y su perfección están de acuerdo con la abundancia y perfección de las obras de arte de esa misma época: grabados, dibujos, pintura de animales, famosas por la expresión de vida y movimiento, por su estilo realista y preciso y por la seguridad de ejecución que revelan.

         El fuego. Las armas y los instrumentos no son los únicos vestigios de la presencia humana. Las huellas de habitación y de suelos preparados o cavados se tornan significativas cuando están impresas por el fuego. En efecto, si bien el animal puede, como el hombre, cavar o preparar su habitación, sólo éste es capaz de emplear y conservar el fuego. Restos de comidas, huesos carbonizados, cenizas de hogares milenarios, demuestran que el hombre, exclusivamente, fue de los habitantes del globo el que supo dominar desde los orígenes este elemento temible. Los "mitos" primitivos, las leyendas religiosas y las primeras ficciones de los poetas inmortalizaron la conquista del fuego, fuente de nuestro poder y de nuestros tormentos. Las torturas de Prometeo, símbolo del genio humano y de sus sufrimientos, fueron el rescate pagado por la audacia primitiva de los hombres que robaron el fuego al cielo. En efecto, según esta tradición [viii], el fuego conservado tan celosamente en la tierra, tendría un origen celeste. Provendría de los efectos del rayo, cuyo relámpago -manifestación temible de las potencias cósmicas- ilumina los bosques.

         A pesar de la fuerza y de la belleza de estas evocaciones religiosas, a pesar de la autoridad de los poetas, tenemos sólidas razones para pensar que el hombre aprendió muy pronto a encender el fuego con sus propias manos, con los más humildes materiales esparcidos a su alrededor en la tierra [ix].

         Mucho antes, sin duda, de comenzar la historia humana se utilizó la chispa de pedernal para encender el fuego; aunque parece que el método más antiguo para obtenerlo sea el de frotar la madera. Una de las primeras experiencias técnicas que tuvo qué afrontar el ingenio del hombre debió ser el trabajo de la madera; de ahí que el frotamiento de maderas debió originar el fuego. [x]

         Es menester, empero, un esfuerzo intelectual para comprender el valor de este elemento y la gran importancia de poder encenderlo voluntariamente. La necesidad de trabajar la madera, la utilidad evidente del fuego que se origina espontáneamente al realizar el trabajo y facilita a veces la tarea, impulsaron tal vez la imaginación del artesano [xi].

         El hombre, desde sus orígenes, captó este elemento y pudo multiplicar sus

experiencias. En la conquista del fuego estarían, en potencia, todos los

progresos de la técnica humana: desde el cocimiento de los alimentos hasta la metalurgia.

         Fuente de luz, el fuego fue para los primeros hombres un Centro de reunión; les permitió además proseguir sus trabajos y sus entretenimientos después de la puesta del sol [xii]. Al proteger de las fieras el campamento o refugio, la luz artificial creó el primer islote de seguridad. La vida en común pudo así perfeccionarse; todos nuestros progresos morales y sociales, así como nuestros progresos materiales, ardían en la llama del primer hogar.

         Esta concentración de potencias bienhechoras y de efectos a veces terroríficos impresionó la imaginación primitiva. El fuego, objeto de temor y de veneración, en el que se asocia la majestuosidad solar con las emociones más intimas de la naturaleza humana, apareció como la realización inmediata de un poder sobrehumano: la señal de todo lo que en el hombre, y en lo que lo rodea, va más allá de la vida, de todo cuanto puede aspirar [xiii].

         El lenguaje. Mientras el fuego y la herramienta daban al hombre la llave de las transformaciones materiales, es decir, el secreto de la acción sobre el mundo exterior, la palabra lo haría dueño interior de sus actos y por consiguiente de su propio pensamiento.

         En efecto, la palabra, grito de advertencia o de mando fue al principio un sustituto de la acción: una fracción inmaterial del trabajo ejecutado en común. Por esta razón fue tal vez la primera técnica del hombre. Rara y excepcional al principio, la palabra se desarrolló para facilitar la "transmisión" de las órdenes, el análisis de los trabajos en el espacio y la descripción de los hechos en el tiempo. Su importancia se torna decisiva cuando el individuo advierte que puede ser su propio oyente: oyente silencioso y secreto, pero extraordinariamente atento y eficaz. De este modo, gracias a la palabra interior, el hombre ha llegado a ser lo que es, un ser que " habla" sus acciones y que "ejecuta" sus palabras.

         Capaz de recordar los actos pasados y de hacer interiormente la mímica de todos sus nuevos actos antes de ejecutarlos, el hombre ya no es sólo un animal inteligente, es un animal que sabe y quiere ser inteligente, que puede "pensar" su conducta. De esto resulta que la concepción del fin que se desea alcanzar se liga netamente con los medios empleados: la voluntad de actuar, con la técnica de la acción.

         Las obras del instinto mecánico de los primeros hombres son muy diferente de las producciones del instinto animal. Las técnicas primitivas, reveladas por las investigaciones de la prehistoria, permiten formarnos un alto concepto de nuestros lejanos antepasados.

 

CAPITULO II
EL INSTINTO "MECÁNICO" DE LOS PRIMEROS HOMBRES

Desde las primeras manifestaciones de su presencia sobre la tierra, el hombre se revela técnico. Su ingenio abre todos los caminos la acción sobre el medio exterior; desde que se anticipa al conocimiento de las leyes mecánicas y físicas, establece las bases de todas nuestras técnicas.

         Prueba de ello es el trabajo de la piedra que, iniciado en los primeros trozos de pedernal, alcanzará las formas más puras y definidas. A nuestros lejanos antepasados debe atribuirse también muchas otras técnicas de las que no quedan rastros materiales pero cuya influencia ha sido evidente, a través de todas las edades, hasta en el patrimonio "cultural" de los pueblos más primitivos de nuestra época.

         Es lógico pensar que el uso de la madera debió preceder y luego acompañar las primeras formas características del trabajo de la piedra tallada.

         En efecto, las primeras herramientas no son más que una prolongación del brazo, un refuerzo y una especialización de la mano: los monos también saben usar "prolongaciones, palos para arrancar frutos u objetos. La intervención del hombre se manifiesta por la constante adaptación de esta prolongación; por una parte, a la "mano universal", es decir, a la mano que la utiliza, y por otra parte, al acto final que se debe ejecutar.

         Las percusiones. Se inicia de este modo un enorme progreso mecánico en el uso primitivo de las herramientas de percusión. El martillo (desconocido, según parece, por los hombres de la época de la piedra tallada) al golpear sobre una pieza fija transmite el efecto de percusión y hace la síntesis de dos viejas ideas técnicas: la idea de percusión apoyada (cuchillo y rasqueta, por ejemplo) y la idea de percusión lanzada (la mano sujeta y arroja la herramienta, en dirección de la materia que desea transformar). Para que el efecto producido sea mayor, el hombre se verá obligado además a especializar la cabeza de la herramienta, según quiera romper, aplastar, agujerear o cortar y tallar; también buscará los medios más prácticos de realizar el trabajo que se propone. Por último, para aumentar el rendimiento de su propia fuerza muscular, el trabajador tratará de que sea mayor el peso útil y de repartir mejor los esfuerzos realizados. El hombre primitivo encontró así distintas formas de la palanca cuyo concepto claro descubrirá la ciencia griega, pero que se usaba ya en las viejas técnicas. El palo cavador puede ser el origen; en todo caso la tiradera representa ya una aplicación dinámica notable [xiv]         

         El frotamiento. Una de las "ideas mecánicas" mas antiguas, contenidas implícitamente en los esfuerzos de la prehistoria, se refiere al uso del frotamiento. Indispensable para retocar los primeros instrumentos de piedra tallada, el frotamiento es también la base de las técnicas más importantes y útiles para la vida diaria. El lazo, el nudo, son todavía para nosotros manifestaciones sensibles de esos primeros usos del frotamiento. Encontraremos en este camino todos los progresos del entrelazado, de la trenza, del tejido indispensable a nuestras civilizaciones.

         El modelado. La técnica del modelado, así como el empleo de ciertas propiedades del agua y de las materias fluidas, es una conquista de la prehistoria. Esta técnica, a la que el arte prehistórico debe, entre otros, los dos magníficos bisontes de arcilla del Tuc dAudubert, en Ariege (modelados por un artista del período paleolítico superior), prepara el importante descubrimiento y posterior desarrollo de la alfarería.

         Las trampas. Desde las épocas prehistóricas se empleaban la gravedad, la elasticidad y la palanca en la fabricación de celadas muy ingeniosas, especial-mente nasas y trampas. Algunos artilugios (por ejemplo las trampas con escotilla) constituyen el germen lejano de las más perfeccionadas máquinas construidas por el hombre: las máquinas reflejas [xv]. La fosa, donde nuestros antepasados prehistóricos capturaban grandes animales salvajes, representa el primero y tal vez el más ingenioso empleo que de la gravedad hizo la inteligencia humana en su lucha contra el poder "aplastante" del animal.

 

CAPITULO III

ARTE, MEDICINA Y CIRUGÍA

         El hombre no limitó sus esfuerzos a esta extraordinaria investigación "mecánica" de cuanto lo rodeaba. Desde los orígenes parece haberse interesado extraordinariamente por el misterio de la vida, no tanto para comprenderla" sino para defenderla y prolongarla. Por esta razón los primeros hombres asociaban estrechamente la magia y. la religión con sus técnicas, su vida social y sus creaciones artísticas. Los vestigios más notables de esta comunidad de inspiración que subsiste todavía entre los pueblos primitivos, están en las dos grandes creaciones técnicas de la prehistoria:la cirugía  [xvi] y el arte.

         Los primeros hombres manipularon, buscaron los resortes de la vida con una paciencia, una perspicacia, una pasión y un ardor profundos, cuyo origen se nos escapa y cuyas manifestaciones nos desconciertan.

 

CAPITULO IV

EL MUNDO NEOLÍTICO Y LA AURORA DE LA CIVILIZACIÓN

         Diez o Veinte mil años antes de nuestra era, con el retroceso de los últimos glaciales, el clima de Europa se atemperó. Las grandes fieras desaparecieron, los hombres se establecieron en campamentos, fuera de las grutas y cavernas, y comenzaron a cultivar la tierra y a domesticar los animales. En ese periodo, llamado periodo neolítico o nueva edad de piedra, surgieron las bases técnicas de nuestras civilizaciones.

         Extensión de las técnicas primitivas. El período neolítico se caracteriza por la notable extensión de las técnicas primitivas. Éstas deben adaptarse a los nuevos géneros de vida y satisfacer las más variadas necesidades. Surgen así nuevas aplicaciones, especialmente en el campo de las herramientas (ejemplos: sierras, trinchetes, hoces), y nuevos procedimientos técnicos, de los cuales, los más importantes son: la piedra "pulida" y la alfarería cocida en el fuego.

         La piedra pulida. La piedra pulida se obtiene por el amolado de un objeto antes sometido a un tosco tallado mediante la piedra de afilar. La elaboración e realiza mediante golpes de percutor aplicados perpendicularmente a la superficie. El pulido, único método por el que se puede obtener una superficie cortante, se logra frotando la piedra que se quiere pulir contra una superficie abrasiva (trozo de roca abrasiva que descansa sobre el suelo o un simple soporte cubierto con arena como abrasivo) o bien resulta del roce de la herramienta, que se la fija sobre un pequeño trozo dirigido con la mano. Esta nueva técnica es sin embargo un método de aproximación. El artesano se siente en cierto modo dueño de su trabajo; dueño de controlar su esfuerzo hasta alcanzar el grado deseado. Ya no corre el riesgo de anular con un mal golpe el resultado pacientemente obtenido, cosa que seguramente debía ocurrir con frecuencia al tallar la piedra [xvii]

         La alfarería. En la alfarería se une el arte del fuego con el modelado de la arcilla. Esta innovación parece estar estrechamente ligada al desarrollo de la vida agrícola y a la atracción general que la tierra ejercía sobre el hombre neolítico. En efecto, en ésta se concentra entonces el interés de la actividad técnica y de las tradiciones colectivas. Inmensos progresos dependen directa e indirectamente del arte de cultivar la tierra.

         El cultivo de la tierra [xviii]. Los primeros instrumentos destinados al trabajo de la tierra, después del antiguo palo que se usaba para desenterrar las raíces, fueron el plantador y la azada  [xix], es decir simplemente el azadón de hoja transversal, concebido según el mismo principio de la cazuela (ver pág. 18, nota 1) el desarrollo del arado será característico del advenimiento de las civilizaciones superiores.          

         La dedicación del hombre al trabajo de la tierra, el cultivo de las plantas comestibles y textiles, la domesticación y cría de los animales, la alfarería, el cocimiento y preparación de los alimentos, el hilado y los comienzos del tejido, favorecerán el desarrollo de una vida material más amplia y segura. La metalurgia y los transportes se agregan a este balance de las bases técnicas de nuestras civilizaciones.

         La metalurgia. Todos los pueblos de la nueva edad de piedra han tenido una metalurgia embrionaria. Esto no significa que esa época conociera técnicas metalúrgicas. En realidad solo fueron utilizados metales y especialmente oro nativos.

         La metalurgia es una síntesis. Supone el uso coherente de un conjunto de procedimientos  [xx], y no el empleo de una herramienta única. Su verdadero origen es aún desconocido.

         Al principio el metal resultaba tan escaso que únicamente las armas se forjaban; las herramientas ordinarias todavía eran de piedra o de madera. El cobre, el bronce, el hierro, no remplazaron de golpe la piedra. Instrumentos de piedra e instrumentos metálicos coexistieron hasta el principio de los tiempos históricos y en algunos casos hasta nuestros días.

         Los itinerarios y los transportes. En la evolución de los itinerarios se observa también. una continuidad; el trazado de algunas de nuestras rutas nacionales se remonta a la prehistoria. Desde la época neolítica se nota un progreso notable en los medios de transporte; la piragua, hecha de una sola pieza de madera (tronco de árbol ahuecado), se asemeja mucho más a nuestros navío que a la jangada primitiva o a los primeros árboles flotantes. Los animales de carga, el uso de la tracción animal, representan, en comparación con el transporte humano, un progreso extraordinario cuyos principios, completados con el empleo de la rueda, no serán decisivamente perfeccionados hasta la Edad Media.

         Después del período neolítico el desarrollo de la civilización continúa a través de una serie de culturas caracterizadas por un conjunto más o menos puro de técnicas fundamentales.

         El uso del cobre, del bronce, y del hierro más tarde, se define poco a poco en la evolución de esas culturas, sin introducir bruscas modificaciones. El fin de la prehistoria no es más que la continuación de una experiencia varias veces milenaria que sucede, a su vez, a experiencias mucho más lentas y lejanas.

         Con esta herencia la antiguedad forjará maravillosas civilizaciones. Estas enseñarán al hombre a juzgar sus propias obras aunque no transformarán las bases de su técnica. Únicamente Grecia, con sus inventos, encaminará a la humanidad por una nueva senda, la de la ciencia y sus aplicaciones, desarrollo prodigioso de las inspiraciones primitivas del hombre técnico.

 

SEGUNDA PARTE

SABIDURÍA INDUSTRIAL DE LA ANTIGÚEDAD

 

CAPITULO V

POTENCIA TÉCNICA DE LOS GRANDES IMPERIOS

         El comienzo de las civilizaciones antiguas está íntimamente ligado al progreso de los trabajos agrícolas. El agricultor, apegado a la tierra que explota, profundiza los fenómenos de la germinación y del arte del cultivo. Defiende, desarrolla y finalmente impone los principios de la civilización: el trabajo, la sujeción al ritmo de la naturaleza, el espíritu pacífico, la acumulación de riquezas en provecho de las generaciones futuras, el sentido de las tradiciones intelectuales o religiosas. Los depositarios de esas tradiciones, juntamente con los que detentan el poder y la flaqueza, se agrupan en ciudades que se nutren del trabajo de las aldeas. Estas ciudades dirigirán el comercio, la industria, el arte de la vida social, en ellas se fijarán las tribus y se agruparán en inmensos organismos administrativos. De este modo, sobre bases pastoriles y agrícolas, fueron constituidas las civilizaciones de los grandes imperios.

         En el mundo antiguo, las primeras tierras, suficiente y metódicamente cultivadas para servir de base a esas civilizaciones, se encontraban en tierras bajas y en las márgenes de los grandes ríos (Nilo, Tigris y Éufrates, Indo y Ganges, Rio Amarillo). Gracias a las crecidas periódicas, que depositaban un limo fértil, la economía agrícola resultó relativamente fácil, por su excepcio-nal rendimiento. Sin embargo, las grandes obras hidráulicas indispensables sólo pudieron ser realizadas porque la mano de obra era abundante y el poder político muy fuerte. En efecto, en esa época la agricultura se basaba en el riego metódico. El uso de la azada, primero, luego el del arado (sin ruedas) con lo que se obtuvo la continuidad en el cultivo y más tarde el empleo de cierto, animales domésticos, todo ello posibilitó la tracción del arado y el abono del suelo. Para la cosecha lo primero fue el empleo de hoces de madera [xxi] o de barro cocido , provistas de dientes de sílice, muy afilados, y mas tarde hoces metálicas.

         Egipto. Egipto nos ofrece el ejemplo extraordinariamente sugestivo de una civilización agrícola "racionalizada". El Nilo, con su crecida "regulada" al determinar de uno a otro extremo el curso ordinario de la vida agrícola, rige el formidable mecanismo de toda la vida social correspondiente. Comparable, por el papel vital que representa, con la reina de ur nido de termitas o de una colmena de abejas, el faraón se tornará en símbolo encarnado, en soporte vivo del sistema periódico de la producción egipcia: ciclo del año, del crecimiento de los vegetales, de la multiplicación de los hombres.

         La disciplina de esta civilización y su técnica extraordinaria, capaces de dominar la independencia de la vida, se manifiestan de modo sorprendente en enormes monumentos funerarios y religiosos, como las pirámides o las esfinges.

         Estos colosos, cuya construcción eligió el esfuerzo y a menudo la vida de muchos miles de trabajadores, nos demuestran que los egipcios tenían gran experiencia en la construcción y un conocimiento notable de las leyes del equilibrio. Los muebles, jarrones, cristalería, géneros, alhajas, encontrados en las tumbas particulares, revelan su gran habilidad manual y un gusto artístico delicado: surge así en nuestra mente la visión de una humanidad refinada, y jerarquizada en extremo, dueña absoluta de su forma industrial.

         Progresos de la metalurgia y de la alfarería. Egipto, como Mesopotamia, India y China, fue centro de una civilización, es decir, de cultura humana superior. Esos centros han estimulado siempre la evolución de las técnicas antiguas e innovado, inclusive, en técnicas nuevas. Un ejemplo de ello es el progreso alcanzado por la metalurgia y en especial por la metalurgia del hierro. "Entre los años 6.000 y 3.000 a. de C., desde Egipto a Mesopotamia y al Indo, se ve aparecer simultánea-mente objetos de hierro... En esa época, mientras en el resto del mundo todavía se tallaba y pulia la piedra, en  Mediterráneo oriental y en Asia occidental existían ya las complicadas y poderosas herramientas de fundición y forja.

         Los progresos de la alfarería dependen de la regulación del fuego y en cierta forma de la invención de la rueda [xxii]. Los primeros trabajos de alfarería, contemporá-neos de los de la piedra pulida y a veces anteriores a los mismos, estaban hechos a mano y cocidos a fuego abierto. Pero la alfarería fina y regular, en la que sobresale el genio de China, Mesopotamia y Egipto, requiere el conocimiento del horno y la posibilidad de regular su temperatura. Entre los procedimientos de producción de alfarería, la rueda se introducirá por la notable creación del “torno de alfarero” [xxiii].

         La arquitectura y el tejido. Los hombres de estas civilizaciones, para expresar la grandeza y eternidad de sus reyes y de sus dioses, quisieron Construir edificios durables, de proporciones imponentes, con ladrillos y luego con piedra, que remplazaron la madera, el barro y la paja de las construcciones ligeras.

         La vestimenta y la tintura alcanzaron también extraordinaria magnificencia. La perfección de los resultados obtenidos buscando materiales hermosos y el gusto de las formas armoniosas contrasta notablemente con la simplicidad aparente, por no decir con la "rusticidad" de los antiguos instrumentos textiles.

         Esta simplicidad es sólo aparente: encierra un progreso técnico inmenso. En el telar antiguo -telar de mano- está ya la simiente de todos los perfeccionamientos de nuestras máquinas automáticas. En efecto, la "idea mecánica", esencial en nuestros instrumentos [xxiv] ya la había puesto en práctica el hombre de aquella época, con los primitivos medios a su alcance. Esta idea consiste en simplificar el trabajo del tejido separando de una sola vez todos los hilos entre los cuales tiene que pasar la lanzadera en cada una de sus idas y venidas.

         El telar. El tejido se obtiene entrecruzando regularmente los hilos. Esta operación se realiza con un aparato, vertical u horizontal, o sea un telar, en el que, sobre una capa de hilos colocada anteriormente (cadena), se hace pasar hilos transversales llamados de trama, que se introducen uno tras otro en la cadena. Los hilos se cruzan como en el tejido de mimbre cruzado, tal como en un damero [xxv].

         Uno de los telares más primitivos está formado por dos palos fijos verticalmente en el suelo y unidos en la parte superior por un palo transversal: los hilos de cadena están suspendidos del palo transversal y mantenidos en tensión por medio de pesas. El hilo se introducía a mano y más tarde por medio de una varilla.

La mejora más fácil de imaginar y de realizar consiste en hacer pasar de una sola vez el hilo de trama. Para esto es suficiente mantener separados del plano del cuadro por ejemplo todos los hilos pares de la cadena, mediante un simple palo separador. Pero de este modo se adelanta sólo el trabajo de la mitad de los hilos de trama que hay que pasar. Los otros, para deslizarse deben pasar por encima y por debajo de la cadena [xxvi]. El gran progreso técnico complementario consiste en atar cada hilo impar de la cadena, no a un palo separador (que sería inútil esta vez) sino a un cordón flexible c perpendicular al plano de la cadena Este progreso técnico se utilizaba ya en los mas antiguos telares de Grecia y lo vemos claramente reproducido en la decoración de algunos jarrones.

 

 

El telar llamado de Circe, y mas claramente aún el de Penélope, son de este tipo. A Penélope se la representa sentada en una actitud de abandono que refleja su cansancio, cerca de su gran telar vertical -de la altura de un hombre- cuyo funcionamiento recuerda al de los telares indígenas del norte de África [xxvii].

 

 

Este alto telar, por su aspecto arcaico era, sin duda para los griegos, una evocación sensible de sus orígenes: testigo de épocas lejanas, cuando antiguas civilizaciones habían transmitido los restos de una misteriosa sabiduría y sobre todo el tesoro de sus conocimientos técnicos.

 

CAPITULO VI

EL MILAGRO GRIEGO

         Los orígenes. En todos los dominios [xxviii], pero especialmente en el de las técnicas industriales, las civilizaciones de Egipto y Mesopotamia fueron  maestras de Grecia. El milagro griego no surgió de la nada. Los griegos recogieron primero y luego conjugaron mutuamente dos herencias: la herencia positiva de las técnicas industriales y la herencia mística de los sueños, religiones y mitos de Oriente. Lo maravilloso es ver cómo, del encuentro y choque de esas tradiciones, nace un espíritu nuevo: el espíritu de la ciencia cuyo ideal consiste en juzgar todo con entera libertad y en descubrir la verdad.

         Cuando pasamos del arte egipcio al arte griego, de los telares y ritos del Nilo a la vida del artesano heleno, observamos una transformación tan profunda que tenemos la impresión de que, al cambiar de espacio, hemos cambiado también de humanidad. Egipto nos ofrece con harta frecuencia la misma serie de individuos impersonales, estáticos en el acto en que los consagra la sociedad: la actitud corporal del más humilde esclavo que corta el tallo del trigo está casi tan rigurosa y tan "hieráticamente" definida como la del faraón que aúna las potencias del cielo y de la tierra.

         Esta procesión de muy hermosos y muy trabajadores autómatas humanos se contrapone a la imagen griega del trabajo [xxix] que nos muestra la actividad alegre y la libertad, sin desorden, de una muchedumbre: una sociedad de hombres que trabajan sin cesar pero cada uno a su gusto, con la independencia y el espíritu burlón de los que dominan y valoran su trabajo.

         Búsqueda de la perfección técnica. El genio griego crea una verdadera familiaridad espiritual entre el escultor, el alfarero, el artesano y sus dioses. En un jarrón está representada Atena Ergane, la patrona de los obreros:

avanza, invisible, con una corona hacia el dueño del taller. En otra parte la diosa sorprende al buen artesano (grabador o joyero) en su establecimiento. Éste ofrece el trabajo de sus manos, con un gesto que, por su confianza y sencillez, resulta augusto. Las "ergastinas", esas obreras de familias nobles que tejían las vestimentas de Atenea

cuya belleza religiosa y severa está inmortalizada en el friso del Partenón, expresan admirablemente lo que fue en Grecia el genio de la técnica: la búsqueda de la perfección en el hombre, en sus obras y en la imagen de sus dioses.

         Idea de la ciencia pura. Por esta búsqueda uniersal de la habilidad técnica [xxx], Atenas fue la gran escuela de precisión y de perfección tanto en el campo de las formas como en el de las ideas [xxxi]. En efecto, la noción de ciencia pura, creación suprema del genio griego, se relaciona con el culto de la belleza y de la verdad. Concebir la existencia de las verdades científicas, con toda la fuerza demostrativa que les acordamos actualmente, esbozar la conquista de esas verdades en muchos campos y formularlas con matemática exactitud: estos grandes inventos intelectuales nacieron de las viejas técnicas, pero las superaron en profundidad y, por lo tanto, en potencia de acción. Con la ciencia, nacida de las libres especulaciones de Grecia, el genio moderno podrá transformar radicalmente la condición industrial de la humanidad.

CAPÍTULO VII

LA INVENCIÓN GRIEGA

         La matemática pura.  La civilización de los Grandes Imperios legó a Grecia, junto con el prodigioso material de sus adquisiciones técnicas, una cantidad de recetas, reglas de acción, conocimientos confusos, mezclados todavía con los fines prácticos que se proponía alcanzar. Estos conocimientos, a veces muy extensos, como las fórmulas de los comerciantes babilónicos o las normas de los agrimensores orientadores de los templos y calculistas de Egipto, eran simples recopilaciones de procedimientos empíricos en los que sólo figuraban las operaciones que debían realizar y las reglas que había que aplicar para resolver tal o cual problema práctico [xxxii]. Los griegos consagraron su amor por el trabajo perfecto, su gusto de perfección -de precisión- de pureza intelectual, su sentido de la belleza, a esta mezcla confusa de conocimientos. Desde el siglo vi a. de C. consiguieron aislar la idea de cantidad de las experiencias concretas en las que hasta ese momento estaba comprendida.

         Mediante el estudio de las verdades puestas así en evidencia, los griegos, por sí mismos, extraen el resultado práctico que buscan las técnicas del número, de la forma general y demostrativa que sirve para alcanzar aquél. Podemos decir que descubrieron así la técnica general de esas técnicas, es decir la matemática pura, madre de todas las ciencias y de todas las aplicaciones [xxxiii]

         En este extraordinario paso del empirismo a la ciencia desinteresada, fueron estimulados por la creencia, religiosa y artística a la vez, de que la pureza del pensamiento nos independiza y nos acerca a la sabiduría divina. Cuando el hombre de ciencia "vuelve las espaldas" a las necesidades prácticas, adquiere un poder extraordinario sobre las cosas y sobre si mismo. Los griegos tuvieron un sentimiento profundo" de la dignidad del pensamiento puro y del valor eminente de la contemplación. Gracias a este sentimiento pudieron superar el nivel intelectual de los pueblos vecinos dominados todavía por las necesidades materiales, los ritos y mecanismos de sus tradiciones. Sin embargo, por causa de este mismo sentimiento permanecieron dentro del pensamiento puro y, aunque hubieran estado en condiciones de hacerlo, nunca habrían aplicado sus admirables descubrimientos científicos a la actividad material.

         Las actividades industriales. A pesar de esta reserva fundamental, de ese desprecio de aristócrata y de artista hacia los fines utilitarios de la técnica y el trabajo manual, la inteligencia griega desde los orígenes sentía curiosidad por el mecanismo de los oficios. Los primeros pensadores que en el siglo vi a. C. trataron de describir y explicar los fenómenos meteorológicos por medio de imágenes copiadas de las artes y oficios, eran filósofos, sin duda, pero también jefes de Estado, ingenieros y algunas veces hombres de negocios. Con el nombre legendario de Tales de Mileto, por ejemplo, no sólo se relaciona la creación de la geometría y de la física, sino la historia del primer trust de molinos de aceite [xxxiv]. Hipódamos de Mileto fue geómetra y urbanista. Arquitas de Tarento, matemático y mecánico.

         El arte militar. Las proezas técnicas de esos iniciadores se relacionaban a menudo con el arte militar. La mecánica se aplicaba ya en el armamento, la balística y la defensa de las plazas. Sin embargo, el primer triunfo decisivo de la técnica griega, en el siglo VI a. C. es un triunfo pacífico; se trata de la perforación del túnel de Samos, realizada por el arquitecto Eupalinos  [xxxv].

         Las técnicas del mar. Entre las técnicas que requirieron el impulso inventivo del joven pensamiento griego figuran en primer plano las técnicas del mar [xxxvi]. Pueblo de navegantes, los griegos inventaron nuevos tipos de embarcacio-nes. Aumentaron progresivamente la longitud y altura del caso y construyeron barcos con puente [xxxvii]. Los griegos inventaron el ancla en el siglo vii a. C. Este invento, que complementa el  cepo" (travesaño perpendicular al plano de las "uñas" o ganchos que se fijan en el fondo), fue decisivo. El ancla así perfeccionada, que se remonta hasta el siglo VI a.C. se usa todavía en muchos barcos de nuestra época [xxxviii].

         El espíritu racional y civilizador de Grecia se manifestó en el arreglo de puertos, muelles, escolleras. Muchos rastros de estas obras, encontrados en las más lejanas riberas, son una prueba de la inteligente concepción y admirable realización técnica [xxxix].

         La mecánica. El pensamiento matemático tuvo en Grecia una intervención decisiva como factor del progreso industrial con la creación de la mecánica racional.

         Arquímedes, ingeniero y matemático genial, dilucidó completamente el principio general de la palanca, que se aplicaba instintivamente ya en los albores de la humanidad y cuya importancia lógica habían presentido filósofos y sabios de la escuela aristotélica [xl]. Cuando de esta vieja inspiración técnica extrajo una idea clara y una verdad científicamente probada, Arquímedes abrió un campo inmenso de deducciones, de las que podían surgir nuevos instrumentos de trabajo material (278 a. C.).

         La estática [xli] es decir el estudio general del equilibrio de los sólidos, fundada en la experiencia de las primeras máquinas simples [xlii], fue el punto de partida racional de todos los progresos de la mecánica aplicada.

         Con la Mecánica, y a partir de la Escuela de Alejandría (desde el siglo III a. C., pero sobre todo a partir del siglo II a. C.), asistirnos al naci-miento de verdaderas técnicas modernas, esto es, instrumentos concebidos por la razón, deducidos de principios científicos y destinados a un fin práctico determinados aparatos con los que (si se hubiera querido) habría sido posible disminuir considerablemente "la fatiga del hombre" [xliii], Por otra parte, tales creaciones habían sido precedidas en los campos más variados y sorprendentes, por la fabricación de "autómatas", es decir, mecanismos capaces de reproducir las operaciones técnicas de un ser vivo [xliv]. Tales fueron los inventos de Arquitas, el más célebre de los cuales parece haber sido una aloma de madira que volaba (iv siglo a. C.) [xlv]

La dinámica, preparada por las especulaciones filosóficas y astronómicas de los griegos, sólo con Galileo alcanzará un rango científico.        

Las ideas tecnicas. De todos estos ensayos aislados, de las tentativas promovidas por el arte militar [xlvi] la cirugía y la medicina [xlvii], la maquinaria del teatro [xlviii], el transporte de materiales, se desprenden poco a poco ideas técnicas muy precisas. Estas ideas, unidas estrechamente a las ciencias, tenían por sí solas una importancia considerable: gracias a ellas los griegos pudieron construir instrumentos científicos de medición, de nivelación, de mira, que más tarde los hombres modernos utilizarían en sus trabajos (especialmente en astronomía). Valoramos realmente las ideas técnicas de los griegos cuando comprobamos su enorme alcance industrial y vemos que son la base de casi todo nuestro moderno poderío mecánico. Una de las más fecundas fue la del tornillo [xlix]  que dio origen a innumerables inventos.


 

La adaptación del tornillo y la tuerca constituye el "perno", indispensable todavía en nuestras modernas técnicas! [l]

         Los antiguos emplearon el tornillo no solamente como medio de unión sino también como instrumento para ejercer grandes presiones. Descubrieron también que engranando el tornillo en una rueda dentada (tornillo sin fin) se podían transformar mutuamente los movimientos de rotación ejecutados en planos diferentes.

         Mediante la transformación de movimientos de rotación se pensó que se podía hacer funcionar una muela horizontal si se hacia actuar la corriente de un río sobre una rueda vertical, lo que nos da el esquema de una rueda hidráulica bastante perfeccionada [li]

         El origen del molino hidráulico. El mecanismo de la rueda de álabes, o más exactamente de la rueda de paletas unida a distintos engranajes, fue uno de los campos preferidos por el ingenio técnico de los antiguos. Una de las consecuen-cias de este procedimiento fue el desarrollo industrial (aunque muy limitado) de los molinos de agua, a partir del siglo II a. C. El trabajo de la molienda, que a menudo realizaban las mujeres, era uno de los más duros y monótonos de antiguedad. A partir de ese momento la maquina y la energía de los ríos liberaron a la mujer de tan pesada carga.

         A este hecho se refiere un poeta de la Antología griega en su célebre elogio del molino de agua, descripción sorprendente por su concisión, en la que un vocabulario preciso y un pensamiento riguroso de mecánico expresan el encanto de las más dulces imágenes del paganismo tradicional:

         “Retira tus manos de la muela, molinera; duerme mucho, aunque el canto del gallo anuncie el día, pues Demeter encargó a las ninfas el trabajo que realizan tus manos; las ninfas se Precipitan desde lo alto de una rueda; hacen girar el eje que, mediante tornillos de engranaje, mueve el peso cóncavo de las muelas de Nizyra. Gustaremos la vida de la edad de oro si aprendemos a saborear sin esfuerzo las obras de Demeter."

         Las máquinas motoras. Para tener una primera idea de la riqueza técnica de la antiguedad, además de las aplicaciones de la hidráulica, tendríamos que considerar también las aplicaciones de la neumática, es decir, el empleo de la elasticidad de los gases y el uso de las transmisiones mecánicas. Este cuadro nos demostraría que muchas de las ideas fundamentales de la técnica moderna [lii] eran conocidas ya por los griegos.

Los antiguos no se limitaron a presentir, realizaron de hecho verdaderas máquinas motoras, como la extraordinaria esfera de Heron o "bola de vapor" que en otras circunstancias históricas hubiera podido ser el antepasado inmediato de nuestras modernas turbinas de reacción [liii]. Sin embargo, a pesar de este aparato y del conocimiento de la rueda de paletas, los antiguos no utilizaron la potencia del vapor [liv]. Existe mucha diferencia entre el germen intelectual de los inventos o los casuales descubrimientos mecánicos y la reproducción Voluntaria, calculada, de los efectos útiles, es decir de la institución colectiva de una actividad práctica fundada en técnicas eficaces.

         Inutilidad práctica de los inventos griegos. De un modo general podemos decir que los inventos técnicos de los antiguos, exceptuados tal vez el molino de agua y los instrumentos quirúrgicos, sirvieron más para la observación científica o la curiosidad, para el arte o la guerra, que para la transformación sistemática del trabajo humano.

         Esta extraordinaria esterilidad práctica se debió posiblemente a que la sociedad antigua no tenía especial interés en suprimir la esclavitud, supresión que no consideraba posible [lv] ni siquiera deseable. Acostumbrados desde muchos siglos atrás a emplear la energía humana, los antiguos no solamente no buscaron un cambio tan brusco en sus tradiciones económicas, sociales, políticas y religiosas sino que lo temieron. Es un hecho notable la desconfianza, inconsciente o consciente, de las civilizaciones clásicas por el maquinismo.

La invención griega -a pesar de anticipos prodigiosos- y la poderosa organización romana ignoraron la transformación técnica del mundo, con la que tal vez se hubiera podido salvar la cultura mediterránea. Estas dos grandes formas de la sabiduría antigua permanecieron ajenas al desarrollo industrial.

 

CAPÍTULO VIII

LA ORGANIZACIÓN ROMANA

         Insuficiencias técnicas. El genio técnico, limitado en Grecia y en Roma por factores psicológicos y morales, tropezaba también con otras dificultades, de orden puramente práctico, contra las que hubiera sido necesario luchar enérgicamente para poder vencerlas. El desarrollo industrial se vio entorpecido en la antiguedad por la insuficiencia general de los medios de realización técnica, de motores y tal vez de transportes.

Sin duda se utilizaba ya sistemáticamente la rueda, conocida tres mil años antes de nuestra era; por otra parte, la construcción de rutas, sobre todo en el Imperio Romano, llegaría a transformarse en una de las principales preocupa-ciones y en uno de los más valiosos medios de gobierno de la administración central. Sin embargo la técnica de construcción de esas rutas, impresionantes por su infraestructura, por sus dimensiones, por la magnitud de su red, por las prolongaciones lejanas que llegaban hasta las fronteras del mundo civilizado, no fue concebida con un sentido práctico [lvi]. Sin embargo la imperfección de la ruta romana tiene una importancia secundaria. Los transportes eran insuficientes porque era deficiente la manera de enganchar los animales de tiro. Con los arneses empleados por los antiguos, es decir, el collar colocado en el pescuezo del animal, se reducía extraordinariamente la fuerza motriz del mismo [lvii]. Además la antiguedad ignoraba, al parecer, el enganche de los caballos en fila y las herraduras.

         Progresos especiales. Esta clase de obstáculos técnicos no puede, empero, explicar por sí sola la inferioridad industrial de los antiguos. En efecto, a pesar de los conocimientos imperfectos, de los procedimientos difíciles que era necesario emplear, cuando una urgencia social apremió el genio inventivo de los griegos o el genio organizador de los romanos, se buscó, y a menudo se logró, una solución técnica. Abundantes ejemplos de ello nos suministran la medicina y la cirugía con sus instrumentos, algunos de los cuales alcanzaron un alto grado de sutileza [lviii] (instrumentos de operación), y otros una potencia y precisión notables (aparatos para reducir las fracturas, etc.). Lo mismo se puede decir de los progresos de la metalurgia, del desarrollo de la alquimia (nacida de remotos orígenes caldeos) y de los preliminares de la química, el dorado, el platea,. la holgura y la higiene. La época alcanzará la semimecanización de cierto número de industrias mediante el empleo de máquinas con movimiento circular y en las que podrá adaptarse un aparato para enganchar animales de tiro: aparatos para moler trigo, prensador de olivas, norias (a pesar de la apariencia contraria sugerida por el nombre árabe), aparatos elevadores con ruedas de ardilla...

         Arquitectura, arte militar y derecho. Los romanos, grandes conquistadores y excelentes administradores, realizaron considerables progresos en el arte de fabricar máquinas de guerra [lix], en los grandes trabajos de ingeniería civil (rutas, puentes, acueductos) en arquitectura y en la organización regular de los transportes. Las clases altas de Roma favorecieron los inventos prácticos de la vida corriente y buscaron el lujo y la comodidad en la habitación.

Perfeccionamientos técnicos tales como la calefacción central (por galerías de aire caliente o hipocaustos, el uso del vidrio transparente) y aun la taquigrafía, deben su origen a esas inclinaciones prácticas de la civilización romana. Probablemente el derecho fue, en el orden de las adquisiciones intelectuales, la mayor y tal vez la única conquista original de ese genio verdadero aunque limitado.

 

CAPÍTULO IX

FRACASO RELATIVO DEL PROGRESO TÉCNICO EN LA ANTIGÚEDAD

         Los romanos con sus aptitudes administrativas y su genio organizador habrían debido completar la obra que el genio intelectual de Grecia, con su potencia de invención y de creación, había esbozado. A pesar del concurso de circunstancias políticas favorables, a pesar de haber presentido en forma extraordinaria muchos de nuestros descubrimientos modernos, la sabiduría industrial de la antiguedad no supo dar una sólida técnica a la admirable cultura intelectual y artística que nos dejó en herencia.

         La esclavitud. Tanto los romanos como los griegos ignoraron la verdadera civilización industrial, con la que tal vez se habría conseguido el desarrollo económico y la defensa militar del mundo antiguo, quizás porque despreciaban al trabajador manual y -por consiguiente- el trabajo mismo [lx]. La esclavitud, al aumentar notablemente con las conquistas de Roma, terminó por envilecer el trabajo humano después de haber degradado al hombre transformándolo en animal de carga. La situación del esclavo mejoró algo por influencia de los filósofos y del cristianismo. Pero sobre el trabajo pesaba siempre la ignominia de sus orígenes y su valor disminuía continuamente. El rendimiento del trabajo servil fue cada vez menor y envileció el de los otros trabajadores, aun el de los artesanos que, por otra parte, eran casi todos funcionarios del gobierno o de organismos estatales.

La decadencia de la economía antigua. Una inmensa crisis o una sucesión de crisis, en la producción y circulación de las riquezas, fue el preludio. de  desorganización política y de la caída del Imperio Romano.  Desde fines del siglo II d. de C., Galia se orienta hacia la "autarquía". En el siglo III África también se aísla: se ha roto el equilibrio del comercio. En el siglo IV los bárbaros atraviesan las fronteras que hubieran sido inviolables con armas superiores y respaldadas por una mejor organización social [lxi], La descomposición ya inevitable del orden romano se traduciría, en Occidente, por una decadencia general de las técnicas y por una regresión extraordinaria de la vida civilizada.

 

TERCERA PARTE

LAS TÉCNICAS EN LA EDAD MEDIA

 

CAPITULO X

DECADENCIA DE LAS TÉCNICAS

         El fin del mundo romano. Desde fines del siglo IV hasta fines del siglo VI después de C. inmensas migraciones de pueblos destruyeron la homogeneidad del imperio romano. Estas infiltraciones sucesivas, a veces violentas, terminaron por dislocar el cuadro administrativo y militar del viejo mundo. Con él desaparecieron las posibilidades de circulación y de intercambio, y todas las condiciones materiales y morales del progreso técnico y aún del trabajo regular.

         Los desórdenes cada vez más frecuentes, el conflicto entre las ciudades y el campo, la destrucción o el pillaje de los centros urbanos, el deterioro de las rutas, de los puentes y de los acueductos, las epidemias y la inseguridad de los transportes acompañaron el debilitamiento progresivo del orden romano. Por causa de la descomposición política, la desorganización administrativa [lxii] y el entorpecimiento en los intercambios [lxiii], la cantidad y calidad de los bienes producidos alcanzaron su nivel más bajo; una miseria indecible se extendió sobre Occidente  y el hambre se hizo endémica [lxiv].

         Durante muchos siglos los pueblos que Roma había civilizado descendieron a un nivel más bajo que el de la cultura y de la potencia de la antiguedad, aun prehelénica. Llegaron a un nivel de vida comparable con el de las últimas épocas de la prehistoria.

         La reconquista medieval. El desastre fue tan grande, los sufrimientos tan prolongados y fuertes, que el hombre se vio obligado a recomenzar el esfuerzo técnico desde sus más humildes orígenes y elevarlo a un nivel superior. Esa obra gigantesca de la Edad Media culminó con el triunfo decisivo del progreso industrial. Se debió en gran parte al trabajo tesonero de oscuros trabajadores aunque encontramos también rastros de verdaderos técnicos. Fue iniciada y alentada a veces por jefes políticos; pero ante todo, y de modo más coherente, por la Iglesia, única potencia que conservó durante el naufragio una estructura administrativa, una tradición intelectuial y, con el dogma religioso, una imagen eficaz de la gran civilización antigua.

         El papel de la Iglesia. En esa época el ideal místico de los jefes de la Iglesia concordaba con su sentido práctico. Administradores de grandes dominios en los que deseaban obtener un rendimiento menos aleatorio: testigos avisados de la degradación política y social y de la miseria universal, se impusieron como misión principal hacer que las poblaciones ignorantes o reacias al trabajo "aborreceran la espada" y reencontraran el sentido de la tierra. La labranza, la colonización agrícola, la valorización de la tierra, las mejoras de los cultivos, en todas partes el impulso fue dado por la Iglesia y especialmente por órdenes religiosas cuya gloria más duradera en nuestros campos proviene aún hoy del servicio que entonces prestaron a la civilización [lxv]. En efecto hubo que retomar casi desde sus orígenes la obra técnica de adaptación de la tierra a las leyes de la producción agrícola.

La colonización agrícola. El bosque espeso alternaba con praderas y extensiones desérticas que, por haber sido abandonadas durante siglos, volvían a adquirir su aspecto salvaje primitivo. No hay que sorprenderse, por lo tanto, de la popularidad legendaria que conquistaron esos monjes cultivadores que fueron a establecerse en los bosques y en las tierras desiertas: por ejemplo, los benedictinos que llevaban, obedientes a sus normas, una podadera en la cintura, insignia de su principal ocupación, o San Columbano que caminaba siempre seguido por una escolta de leñadores. Pero para ganar la batalla de la tierra era indispensable que se volviera a encontrar, y que se enseñara nuevamente, las técnicas elementales [lxvi]. Fueron también monjes, como San Mauro y los benedictinos, quienes divulgaron el uso de la reja del arado y de la rastra.

         Las órdenes religiosas prosiguieron metódicamente, en pequeña escala durante los siglos VI a X y, en mayor grado, entre los siglos IX y XIII, la obra de colonización agrícola y la adaptación de la tierra. Después de ellos, y dirigidos por obispos, reyes y grandes propietarios, los pioneros llevaron el hacha a los bosques, limpiaron los eriales, quemaron los troncos, las zarzas y las espinas para fertilizar la tierra, trataron de secar los pantanos y de encauzar los ríos.

A pesar de los esfuerzos realizados, de la rotación de cultivos cada tres años [lxvii] del empleo de abonos, se obtienen escasos resultados porque la técnica es todavía muy primitiva. Los abonos escasean y la tierra se agota. Las únicas herramientas generalmente empleadas son el arado primitivo y a veces la rastra o azada: la explotación del suelo no progresa porque faltan capitales, abonos y transportes. Con la división de las tierras se multiplicaron los cultivos, con resultados dispares.

         Las mismas trabas limitaron el progreso de los oficios a pesar de que la Iglesia reorganizó sus talleres y trató de despertar la ingeniosidad de los trabajadores de toda clase. Para que esos esfuerzos alcanzaran todo su desarrollo faltaba el cuadro de la vida urbana, así como a las técnicas de la tierra les faltaba una extensión suficiente en los intercambios.

 

CAPÍTULO XI

CONQUISTA DE LAS FUERZAS MOTRICES

LOS TRANSPORTES

         Las dos condiciones aparecieron después de los siglos X y XI y sus consecuencias reforzaron las de un descubrimiento técnico fundamental, ligado a todo el desarrollo posterior de los transportes: el perfeccionamiento en la forma de enganchar la caballería.

         Forma antigua de enganchar la caballería. Antiguamente se enganchaba el caballo mediante una tira de cuero flexible que se pasaba alrededor del pescuezo del animal en el lugar donde la tráquea pasa por debajo de la piel, sin apoyarla en el lomo. Cuando el carro se ponía en marcha, este collar apretaba la garganta y dificultaba la respiración, especialmente si el animal bajaba la cabeza, pues en ese caso los músculos del pescuezo ya no protegían la tráquea. Esto explica la actitud del animal con su cabeza erguida, que vemos fielmente reproducida en los documentos antiguos. En marcha lenta o cuando se exigía al animal un esfuerzo limitado, esta forma de enganchar no ofrecía inconvenientes, pero era un método muy defectuoso cuando el animal tenía que realizar un gran esfuerzo que lo obligaba a bajar la cabeza e inclinar el peso de su cuerpo hacia adelante en lugar de echarlo hacia atrás.

         Forma moderna de enganchar la caballería. A fines del siglo X d. C., es decir, a mediados de la Edad Media, mucho antes del período brillante de la cristiandad, un desconocido, boyero, talabartero o simple conductor de animales de tiro, aplicó una innovación que modificaría la fuerza de tracción animal

y facilitaría los transportes. Inventó el collar de lomo, con armazón rígido, que se apoya en la base ósea de los homóplatos y capta de este modo toda la fuerza del animal.

         Con el collar moderno el caballo tiene el pescuezo completamente libre y puede adoptar la posición incómoda para el esfuerzo que debe realizar. Puede bajar la cabeza, doblar el espinazo, inclinarse hacia adelante, apoyarse sobre el collar y ayudarse variando periódicamente su centro de gravedad. Este invento, de suma importancia, fue seguido por una serie de perfeccionamientos o de innovaciones que aumentaron más aún su rendimiento. Uno de estos perfeccionamientos se refiere al caballo mismo, es la herradura, inventada o reinventada, pero en todo caso usada sistemáticamente durante la Edad Media. Con las herraduras el animal podía afirmarse en los suelos más diversos y se evitaba el desgaste y las heridas de los cascos, tan frecuentes entre los caballos. Los Otros perfeccionamientos se refieren al enganche, en fila, de varios caballos y a la construcción de rutas.

         El sistema de enganchar en fila los caballos era, al parecer, desconocido en la antiguedad; se inventó o por lo menos se aplicó sistemáticamente durante la Edad Media [lxviii], sólo con este método se puede explotar racionalmente la fuerza de tracción. En lo que respecta a las rutas, rígidas y pavimentadas, en la antiguedad a partir de la Edad Media son elásticas y empedradas.

         La elección de los nuevos materiales y los procedimientos de construcción estaban de acuerdo con las condiciones geográficas en que se desarrollaba la actividad medieval. La capacidad de adaptación técnica, de la que empezaba a dar pruebas la civilización occidental, resultó eficacísima en el desarrollo y extensión de los trasportes terrestres. Estos, desde el punto de vista del número de vehículos, de su velocidad y del tonelaje transportado, superan con holgura las técnicas análogas de la antiguedad.

         La evolución técnica y las transformaciones sociales. La evolución técnica, cuyo efecto aumentaría con el tiempo, mancomunadas con todas las causas económicas, religiosas, sociales, conseguirían transformar en hombres libres a la mayoría de los trabajadores. El progreso técnico no fue la causa propiamente dicha de esta evolución pero, en esa época, fue uno de los grandes aliados de las clases humildes en su esfuerzo de emancipación. Empero, los resultados de este esfuerzo habrían sido inferiores o nulos de no haber mediado la centralización urbana y la expansión de los intercambios. Estos dos grandes progresos, favorecidos por la nueva técnica de los transportes, caracterizaron el movimiento de renacimiento comercial que es el comienzo de la gran época medieval.

         El renacimiento del comercio. Después del siglo VIII, las invasiones de los normandos, magiares y, sobre todo, de los sarracenos, debilitaron el comercio. Pero la reacción eficaz que se produjo en occidente en el siglo xi permitió que los gérmenes del renacimiento industrial y comercial se desarrollaran en forma decisiva [lxix].

         Esta revolución comercial, al abrir nuevos mercados y al surgir nuevas necesidades, estimula toda la producción industrial y agrícola. La potencia del capital mobiliario, que se afianza  a partir de esta época, consagra el fin de la economía cerrada y se orienta hacia la economía urbana, preludio decisivo de la economía nacional.

         La artesanía y las corporaciones. La agrupación urbana, en efecto, hace resaltar y valoriza el impulso de las técnicas en el período medieval; alrededor del Ayuntamiento, donde se unen las corporaciones [lxx] se agrupan los talleres de los artesanos y las estanterías de los comerciantes. La artesanía de las ciudades, cuyo destino estuvo estrechamente ligado a la conquista y defensa de las libertades comunales, se transformó en depositaria de la técnica medieval y en su más viva expresión. Su superioridad se aprecia tanto en el trabajo manual como en el trabajo mecánico propiamente dicho. En las industrias textiles y en las artísticas se manifiesta la habilidad de los obreros, constreñidos a una formación minuciosa y deseosos de obtener el "acabado" en sus trabajos. Respecto de tejidos, amueblamiento y decoración, Occidente está ya en condiciones de competir con la técnica oriental y no tardará en superarla [lxxi].

 

CAPÍTULO XII

CONQUISTAS DE LAS FUERZAS MOTRICES

LOS MOLINOS

         El molino de agua. No se trata en realidad de un invento propiamente dicho, surgido de la artesanía medieval. Es, por el contrario, resultado de una larga serie de esfuerzos. En la prehistoria, los granos se trituraban sobre la piedra bruta, luego en el pilón y finalmente con un rodillo de piedra que iba y venia sobre un soporte alargado. Dos o tres siglos antes de la Era Cristiana apareció la muela giratoria, movida por el hombre, el caballo o el burro. Poco después surgió la idea de asociar a la rotación uniforme de la muela una rueda movida por un río. En el último siglo antes de la era cristiana funcionaban ya molinos de agua en los países del oriente mediterráneo.

         El molino de agua, inventado por los antiguos, se transformó en una "institución" técnica nueva por la expansión que alcanzó durante la Edad Media. Los antiguos no tenían interés en difundir el uso de los molinos de agua mientras dispusieran de material humano en abundancia. A fines del imperio romano, la despoblación y la disminución de la mano de obra servil hicieron conveniente su empleo.

         El molino de viento. Los señores de la Edad Media siguieron el ejemplo de las grandes colectividades monásticas; apreciaron la utilidad del maquinismo colectivo y quisieron imponerlo no sin asegurarse el beneficio de su monopolio [lxxii]. Por su influencia, la molienda mecánica con el molino de agua -y después del siglo XII con el molino de viento [lxxiii]- suplantó voluntaria o forzosamente los métodos primitivos.

       

Las minas y la metalurgia. Mientras se desarrollan los molinos y se generaliza el uso de la energía animal y de la energía hidráulica, la metalurgia y el trabajo de las minas son perfeccionados. A pesar de que empieza a conocerse y a utilizarse la hulla, el combustible vegetal y el carbón de leña todavía son combustibles básicos para el tratamiento de los minerales [lxxiv]. Los hornos no adquieren aún mayor potencia y gran parte del trabajo se realiza a mano, pero en cualquier parte donde se encuentren reunidos madera, mineral y caídas de agua, se instalan pequeñas forjas. Algunas regiones se hacen famosas por el acabado de sus trabajos de latón, cobre y hierro forjado. En toda la gama de oficios artísticos, esmaltes, vidriería, asociados a la arquitectura, a la pintura religiosa, y a la iluminación, se destaca la maestría del artesano medieval, cuyo valor sobrepasando el plano de la técnica pura, adquiere un poder de evocación espiritual y de elevación religiosa.

         La edad de oro de la cristiandad. El período más brillante de la Edad Media, que se Inicia en el siglo XII, constituye un verdadero renacimiento material y espiritual. La vida artística y religiosa se anticipa en muchos aspectos al progreso técnico. Este no ha alcanzado todavía su apogeo; sin embargo su reacción se advierte ya en toda la civilización contemporánea y en la base misma de esta civilización: la producción agrícola [lxxv].

         Fuertes animales arrastran el arado con rejas de hierro; la lucha por la tierra se torna fructífera. Cultiva legumbres Oriente y frutos la región mediterránea. Se aclimatan plantas textiles. Este esfuerzo inmenso enriquece a todos los países europeos: Italia, España, Inglaterra, Países Bajos y Alemania se transforman en regiones opulentas. Froissart, que escribe antes de la segunda mitad del siglo XIV, es decir, antes del desastre de la peste negra, dice que Francia se ha transformado en el mas hermoso reino del mundo después del reino del cielo". En aquella época Francia debía tener de 20 a 22 millones de habitantes (38 a 41 por kilómetro cuadrado), casi la misma población que tendrá a mediados del siglo XVIII.

 

CAPÍTULO XIII

PREPARACION DE LOS TIEMPOS MODERNOS

         Capitalismo y maquinismo. Las crisis políticas y religiosas, las invasiones y las epidemias asolaron terriblemente la población europea durante el último período del siglo XIV y todo el siglo XV. Pero, coincidencia notable, la despoblación, al disminuir la mano de obra, acelera el desarrollo del maquinismo: proyección ampliada de un fenómeno visible ya en la decadencia del imperio romano. El fin de la Edad Media, que al extender el maquinismo prepara la moderna Europa, presencia también las primeras intervenciones del capitalismo en el esfuerzo continuado para la producción industrial.        

Después de esta evolución surgen grandes progresos técnicos, sobre todo respecto de los transportes marítimos [lxxvi].

         La brújula. Extraordinario anticipo de estos progresos fueron, en el campo de la navegación de ultramar, las expediciones transoceánicas de los Vikingos, a mediados de la Edad Media [lxxvii]. Estas hazañas sólo se repitieron después del descubrimiento de nuevos procedimientos técnicos entre los que podemos citar: el timón axial y la brújula. La brújula, transmitida por China o reinventada por Occidente hacia el siglo XII, estaba formada al principio por una aguja imanada puesta en una paja que flotaba en el agua de un bol. Mucho tiempo después se la montó sobre un eje fijo y se le acopló una rosa de los vientos.

         El timón axial. El timón de codaste [lxxviii], pieza de madera plana que giraba sobre sus goznes asociada a una "barra" que servía para orientarla, comienza a suplantar, en el siglo XII, al remo de costado o de cola, es decir al remotimón, que se utilizaba hasta ese momento para gobernar la nave. El timón axial (timón vertical fijo por bisagras de hierro sobre el codaste de los navíos) parece estar estrechamente ligado con el desarrollo de la navegación moderna. Su eficacia y aún su utilidad en la navegación de vela, en la época en que se comenzó a usar ese aparato, carece de explicación técnica satisfactoria, lo que constituye un irritante misterio para el historiador.

         Las técnicas del mar. El desarrollo de los procedimientos científicos de la navegación es más comprensible. Los progresos referentes a la cartografía [lxxix] y al arte de determinar la posición del barco en el mar, florecieron con rapidez sorprendente desde que los portugueses, a partir del siglo XV, iniciaron la era de las grandes exploraciones. Antes de esas conquistas la práctica de la navegación se había desarrollado mucho. En efecto, el impulso extraordinario que las Cruzadas y las peregrinaciones a Tierra Santa dieron a los viajes por mar  aún entre la gente pobre hizo que las técnicas del mar fueran realmente incluidas en las costumbres de Occidente.

         Los transportes terrestres. Los transportes terrestres [lxxx]  también progresaron mucho desde el siglo XII. Estos progresos eran limitados por el mantenimiento defectuoso de puentes y rutas. En el siglo XIV los convoyes de mercaderías hacían en 35 días solamente el recorrido de París a Nápoles por la cima del Monte Cenis.

         La hidráulica y la mecánica. En la misma época se profundizan y se colocan balizas en el lecho de los ríos. En Lombardía son inventadas las primeras exclusas y se abre, entre el Báltico y el Elba, el primer canal de navegación marítima. Podemos decir que, en general, la distribución de las fuerzas hidráulicas se desarrolla y se une íntimamente a los numerosos y diversos mecanismos puestos en acción [lxxxi].

         La metalurgia y sus derivados. El mismo impulso se nota en el progreso de la metalurgia, lo que provoca un auge notable de las industrias derivadas como la fundición, armería, cerrajería y herrería. En todas ellas se observa algún perfeccionamiento técnico notable. Los inventos más importantes se relacionan con la relojería y la imprenta.

         La relojería. En la historia de los instrumentos de medición del tiempo, que se inicia con la sombra del gnomon para seguir con todas las variedades del cuadrante solar, el reloj de pesas representa un gran progreso mecánico, progreso que preparó, y con el que compitió mucho tiempo, el reloj hidráulico antiguo. Remplazando la corriente de agua y el regulador correspondiente por la fuerza de gravedad, controlada por un sistema ingenioso de escapes (anterior a la aplicación del péndulo que data del siglo XVII) el reloj de pesas del siglo XIV [lxxxii] es un anticipo de los aparatos basados en la expansión progresiva de un resorte, es decir, de los relojes con los que, una vez perfeccionados, los navegantes de los siglos XVII y XVIII podrán resolver el problema de las longitudes [lxxxiii]. El reloj de pesas y sus derivados, que poco a poco alcanzan la categoría de instrumento científicos, recurrieron a delicadas combinacio-nes que revelan gran ingenio técnico y son un campo de invención característico de Occidente.

         La imprenta. La imprenta, que tuvo influencia incalculable sobre la civilización, es por el contrario resultado de lentas y lejanas transmisiones técnicas.

         En cuanto al uso de los tipos y a la fabricación del papel, los chinos aventajan en mil años la civilización occidental [lxxxiv]. A ellos les debemos el uso de la tinta y los grabados sobre madera para reproducir la escritura. El aporte técnico de Occidente, donde se desarrolló también el grabado sobre madera, fue sobre todo la obtención de tipos metálicos móviles, bastante claros, resistentes a la presión y al desgaste y que podían ser fabricados en cantidad suficiente para obtener un resultado industrial [lxxxv].

         Inventos y adquisiciones medievales. La laca, la seda, el largavista, la pólvora, son técnicas que China transmitió a los occidentales. Occidente no hizo más que perfeccionar el uso de este último descubrimiento [lxxxvi]. Por lo tanto se trata únicamente de transmisión o adaptación, como sucedió con la difusión de los números arábigos con lo que fue posible facilitar los cálculos y llevar libros de contabilidad. Al contrario, en la Edad Media se inventó -o se reinvento- una cantidad de mecanismos y procedimientos útiles tales como el torno (descubierto en el siglo XIII) y los anteojos o gafas que aparecen en el siglo XII.

         En la Edad Media también (en el siglo XI) se mejoró y acrecentó el uso de la iluminación con vela y con cirios de cera (es decir iluminación sin humo). En la misma época (siglo XII) apareció la chimenea doméstica que se transformó pronto en el lugar más importante de la casa. Floreció el uso del vidrio transparente después del invento de las vidrieras de colores (¿siglo XII?). Cualesquiera sean la naturaleza y el origen de esas transformaciones técnicas, las mismas demuestran el genio occidental; ingeniosidad y flexibilidad -de la mano, de la mirada, del espíritu; facultad de renovación hasta en el seno de las masas artesanas; voluntad obscura de crear una civilización técnica, aún con la base de préstamos.

 

CAPITULO XIV

VALOR TÉCNICO DE LA EDAD MEDIA

         Las conquistas técnicas de la Edad Media, ya se trate de verdaderos inventos o de ingeniosas adaptaciones, se diferencian de las conquistas realizadas en la antiguedad por dos características bien definidas. Se caracterizan principalmente por estar destinadas a aumentar el rendimiento de las fuerzas utilizadas: fuerzas naturales o inanimadas. Directa o indirectamente tratan de aliviar el trabajo humano o de hacerlo más eficaz: al respecto podemos decir que todos los progresos modernos tienen sus raíces en la tenacidad medieval.

         La otra característica, tan importante como la primera, está representada por el hecho de que dichas conquistas corresponden con tanta exactitud a las necesidades de la sociedad y a Sus leyes de desarrollo que son siempre indiscutibles; más aún, influyen enérgicamente sobre la estructura social.

         Los dos caracteres esenciales de la técnica medieval revelan la existencia de una inmensa fuerza social de renovación. La convergencia de esfuerzos realizados por grandes colectividades de seres libres, recién esbozados pero capacitados ya para dirigir las fuerzas, reemplazan el orden pasivo de los imperios y la servidumbre del trabajo romano. La técnica medieval está a la altura de un nuevo mundo de productores. Madurada lentamente representó amplias y resistentes etapas para la civilización occidental. Sus pacientes esfuerzos, sus sólidas adaptaciones, suministraron bases indestructibles al desarrollo industrial y agrícola del mundo moderno cuyas verdaderas y decisivas conquistas hunden siempre sus raíces en el genio medieval.

 

CUARTA PARTE
EL ESPÍRITU MODERNO Y LOS PROGRESOS DE LA INDUSTRIA

 

QUINTA PARTE

AUGE DE LAS TÉCNICAS DURANTE LOS SIGLOS XIX Y XX

 

Notas

 [i] Hasta podemos decir que el mundo físico es el preludio del instinto animal y de la técnica humana, por ejemplo en la actividad geológica y en la aparición de mecanismos "completamente montados".  Estos últimos tales como el soporte, el dique, la palanca, el sifón, guiaron a veces al hombre en sus primeras creaciones.

 [ii] Sin embargo la noción humana de la técnica es más amplia que el conjunto de procedimientos susceptibles de modificar la materia; no debemos olvidar que el lenguaje, la educación, el derecho, por ejemplo, son técnicas

esenciales; por el contrario, algunos sabios tienen tendencia a considerar la técnica "como un fenómeno biológico universal y no solamente como una operación intelectual del hombre". Cf. CANGUILHEM, La connaissance de la vie, pág. 158

 [iii] Tanto la invención técnica como artística presuponen, siempre un acto de audacia y de libertad, la ruptura, por lo menos relativa, de una tradición. Pero para la historia tiene mayor importancia la transmisión colectiva que el papel episódico de la inteligencia individual, por brillante que este sea. El estudio de las sociedades nos hace considerar las artes practicas y las técnicas como un conjunto de reglas fijas, de costumbre organizadas con reflexión y no como una serie de iniciativas razonadas: la técnica es un sistema de costumbres sociales. En esta obra, que trata de valorizar ciertos aspectos característicos de la técnica humana en distintas épocas, sin ocultar su heterogeneidad, el punto de vista de la invención individual con el de la transmisión colectiva.

 [iv] En una epoca en que la humanidad no estaba representada por un hombre semejante al que conocemos actualmente (homo sapiens), sino por un ser mucho mas primitivo (homínido)

 [v] Opuesto a esta teoria, Leroi-Gourhan identifica las “bifaces” con el cuchillo destinado a cortar, herramienta para todo uso como el machete.

 [vi] El cuerpo que se obtiene del núcleo residual tiene generalmente forma “amigdaloide” cuyo ancho puede alcanzar a 20 o 25 cm. La punta, cuidadosamente tallada, sirve como herramienta, mientras que la parte opuesta parece estar concebida para ser tomada fácilmente con la mano (de ahí el nombre “golpe de puño”) o usarse con una guarnicion o empuñadura de cuero o de fibras vegetales trenzadas.

 [vii] La industria de las lascas predomina durante los últimos glaciales de la época cuaternaria y durante los períodos de retracción de los glaciares, es decir, durante el período prehistórico llamado paleolítico superior.

 [viii] Tradición que se perpetuaba en Roma, por ejemplo, en las funciones de las “vestales” guardianas del fuego sagrado.

 [ix]Observando a los hombres primitivos, es decir, a aquellos cuya vida material está aún en las primeras etapas del desarrollo técnico, podemos distinguir entre lo que el hombre, generalmente por motivos religiosos, elige como fuente tradicional del fuego y lo que realmente sabe hacer con sus manos para obtener y mantener la llama.

 [x]Es posible que ceremonias colectivas, prácticas de magia y una inclinación psicológica a la reproducción de ciertos ritmos naturales cumplieran una función en esta adaptación de la acción humana a todas las posibilidades del frotamiento.

 [xi]Sea como fuere, hacer una ranura en un trozo de madera mediante un movimiento alternado de adelante hacia atrás; serruchar una cana con otra; agujerear un trozo de madera haciendo girar una astilla entre la palma de las manos, eran los procedimientos que los hombres primitivos utilizaban para encender el fuego y aún hoy forman parte del arte del carpintero y del ebanista.

 [xii] En efecto, la oscuridad impide al hombre primitivo el uso de la mímica indispensable para hacerse entender. Es además una fuente de profunda angustia.

 [xiii]Con el descubrimiento del fuego el hombre pudo transformar mucho las materias que lo rodeaban cuando trabajó con ellas desde el exterior. Ahora bien, el animal no puede realizar esta clase de transformaciones; sólo puede modificar las substancias por sus propias secreciones.

 [xiv] La tiradera rígida, utilizada todavía por los hombres primitivos para lanzar los dardos, tiene por objeto multiplicar el alcance del lanzamiento aplicando el mecanismo de la palanca. Es un palo abzil,ar, a menudo macizo y terminado por un gancho de apoyo, a veces acanalado y rematado por un talán hueco en el que, para ser lanzado, se apoya la base del dardo.

 [xv] JACQUES LAFITTE (Reflexons sur la science des machines, pág. 68) llama máquinas reflejas a aquéllas cuyo funcionamiento se modifica por sí mismo "según indicaciones, percibidas por las mismas máquinas, de determinadas variaciones en algunas de sus relaciones con el medio que las rodea". Por ejemplo: el torpedo automático, el motor que por si mismo modifica su régimen. según las percepciones de su regulador, el faro automático, etc. Las máquinas simplemente adivas, es decir aquellas cuyo funcionamiento está determinado "por un flujo exterior que las mismas transforman o transportan" y que no están dotadas de propiedades reflejas (la lupa, el cepillo, la herramienta en general hasta las máquinas operatorias compuestas) son menos perfeccionadas. En último término aparecen las máquinas pasivas ("orgánicamente independientes de los flujos de energía exteriores" como los postes, los refugios primitivos y la mayor parte de las construcciones arquitectónicas)

 [xvi] La caza, para la que seguramente se preparaban con danzas mágicas ejecutadas ante la imagen de la presa y de sus partes vulnerables, presentaba grandes riesgos. Aún quedan indicios de intervenciones quirúrgicas graves, realizadas con éxito, casos de fracturas; por ejemplo. Pero la técnica más extraordinaria de la prehistoria es la de la "trepanación", operación a veces terapéutica pero generalmente realizada con fines mágicos, tradición que, en ese aspecto, persiste en algunos pueblos primitivos de nuestra época.

 [xvii] Por otra parte, desde el punto de vista puramente psicológico, el papel de la herramienta en la imaginación es el de inspirar una gran confianza interior. Cf. G. BACHELARD, L`air et les Songes , pág. 134: "Las herramientas... evocan ensoñaciones específicas, casi siempre saludables, energéticas, ensoñaciones de trabajo.

 [xviii] Si entendemos por “agricultura” el complejo “agricultura-ganaderia” (pues las dos técnicas parecen inseparables desde un principio), la conquista de la agricultura representa “el hecho mas importante”, la mas sorprendente revolución técnica que haya conocido la humanidad hasta ahora.

 [xix] Primera expresión de la estabilidad humana, el trabaio con azada se adaptó naturalmente a la domes ticación de las especies vegetales. La cosecha, el almacenamiento de semillas, significaron que algunas especies vegetales, muchas de ellas útiles, se fijaran por sí mismas cerca de las habitaciones humanas donde la tierra, primero naturalmente removida y luego voluntariamente trabajada, brindó la ocasión, que el hombre supo aprovechar, de crecer y multiplicarse.

También algunos animales (el perro en primer términO> se acercaron espontáneamente al hombre, que acabó por explotar esta tendencia y que aprendió luego a domesticar algunas especies salvajes.

 [xx] En efecto, en la forja entran en juego las percusiones (martillo), el fuego (hogar), el agua (temple), el aire (soplado) y los principios de la palanca.

 [xxi] Los jeroglificos y las paredes de las tumbas nos dan una imagen sorprendente de esta civilizacion egipcia, tan rica y sin embargo tan uniforme: imagen técnica y casi estilizada de la naturaleza humana. Cazadores que lanzan sus boomerangs o que tienden sus redes; conductores de asnos en fila y de tropillas de vacas; cosechadores con hoces, vendimiadores y prensadores de racimos (en las cubas, con cl pie, o en una, tela retorcida), casi todos evocan una regla de acción inmutable, soh como autómatas dentro de un inmenso mecanismo humano, vigilados por el escriba arodillado y el intendente con su bastón

 [xxii] En comparación con las grandes técnicas primitivas, la rueda es relativamente reciente. Quizás deriva del transporte de troncos de árboles y del acarreo de cargas sobre eso troncos. Tal vez en un principio se asoció  las ceremonias religiosas, a les mitos solares y a la astronomía primitiva. Sin embargo su uso extendió hasta que empezaron a usarse animales de tiro, y sólo alcanzó su verdadera importancia en la Edad Media, con la invención del arnés de lomo. En Egipto, donde seguramente se usaba la polea, se conoció la rueda sólo como instrumento de transporte con los carros de guerra de ciertos pueblos que lo invadieron (hacia el año 3.000 a. de C.): los hicsos. La invención de la rueda es a todas luces anterior a esta fecha.

 [xxiii] Éste presenta entre los pueblos primitivos, y en la historia, diversas formas: simple bandeja que gira a mano; bandeja montada sobre un eje; bandeja que gira regularmente merced a la acción de un volante, y deja libre e brazo del alfarero. El USO del torno, es decir de la rueda, representa, por su comodidad de manipuleo, un gran progreso técnico, pero no está necesariamente ligado a la evolución de la alfarería.

 [xxiv] Idea que en el telar de pedal se realiza por el mecanismo de los "lizos" (devanadores) animados de movimiento ascendente y descendente

 [xxv] Si el primer hilo de trama empieza pasando por encima del primer hilo de cadena, el segundo hilo de t1rna empieza pasando por debajo del primer hilo de cadena

 [xxvi] Estos cordones tiran cada hilo impar y permiten separarlos todos juntos en ambos lados del plano de los otros hilos de cadena, es decir, de los hilos pares. Tirando de golpe el conjunto de los cordones por medio de un palo elevador se deja, entre los hilos pares y los impares, el nuevo paso necesario al hilo de trama.

 [xxvii]La cadena es una capa de hilos verticales mantenidos en tensión por medio de pequeñas pesas de cerámica. Entre los hilos pares y los impares se introduce una caña como separador; los hilos pares caen delante de la caña, los impares detrás. Delante de la doble capa de hilos se coloca un palo transversal, el palo de lizo (es decir el palo elevador del esquema anterior). Cada hilo impar está sujeto al mismo por medio de un cordoncito. El conjunto de estos cordoncitos forma el lizo, es decir una corta capa horizontal sujeta por un extremo al palo de lizo y que capta en el otro extremo todos los hilos impares de la cadena, sin mezclarlos y dejando sueltos todos los hilos pares. La tejedora, al tirar hacia sí el lizo, coloca los hilos impares delante de los pares. Mediante una lanzadera pasa el hilo de trama horizontal en la especie de bolsillo formado de ese modo. Luego, dejando caer el lizo para que los hilos impares vuelvan a su Sitio, pasa, en sentido inverso, el hilo de trama entre las dos capas de hilos separados por la caña separadora.

 [xxviii]Los griegos adoptaron el alfabeto fenicio derivado de la escritura pictográ-fica. Los fenicios, entre otras técnicas. generalizaron el uso de la moneda.

 [xxix] Tal como aparece en la decoración de los jarrones

 [xxx]En Atenas pudo existir ese milagroso equilibrio entre la civilización agrícola y la expansión marítima gracias a la profundidad y a la universalidad de sus cualidades técnicas. Las leyes de Solón, primer convenio entre la riqueza y el trabajo, encierran también un código del desarrollo técnico. Algunas de ellas reglamentan la protección de los olivares y del ganado, la distribución del agua, la seguridad de los campesino la separación entre las plantaciones. Una ley obliga a todos los atenienses a enseñar un oficio a SUS hijos.

 [xxxi] La obra civilizadora de Atenas y los esfuerzos del genio griego en general impulsaron extraordinariamente las técnicas del espíritu, no solamente con el progreso alcanzado por las formas de expresión, sino también con el descubrimiento de procedimientos eficaces para el análisis de las operaciones intelectuales. La creación de la Lógica, de la Política y de la Moral, por ejemplo, el perfeccionamiento de los métodos de educación, representan, para la vida del espíritu, iniciativas técnicas tan importantes como lo fueron, en el campo de la materia, las primeras conquistas de la prehistoria o los perfeccionamientos realizados durante la civilización de los imperios.

 [xxxii]En las tablas mesopotámicas que datan de 2.000 a 3.000 anos a. de C., o en el manual del escriba Ahmes (hacia 1.800 a. de C.) no figura la fórmula general ni la demostración de los resultados. El texto suministra solamente el enunciado práctico del problema –el manejo de los números, es decir la "manipulacion" útil de las cantidades y la solución. La solución es generalmente exacta, pero no está demostrada. Cuando el calculista da sólo una solución aproximada, no rinde cuenta y no puede hacer de la inexactitud del resultado ni del género de aproximación obtenido.

 [xxxiii] De modo general podemos decir que los griegos, artistas de la forma, fueron ante todo matemáticos y geómetras. Las matemáticas -y el espíritu matemático- Son su gran contribución al tesoro de la técnica humana. Las consecuencias maravillosas de este aporte se manifestarían mucho tiempo después de la desaparición de la civilización griega. Sin embargo, durante esta misma Civilización, el perfeccionamiento de ciertas técnicas dejaba entrever ya la eficacia de la ciencia en la actividad práctica y en sus instrumentos. En efecto, los griegos depuraron y precisaron todas las ideas fundamentales en las que reposan nuestros procedimientos de medición (medición de longitud, volumen, masa, tiempo). La elección de las unidades, los métodos y los instrumentos adecuados para pesar y nivelar progresaron entre sus manos. La invención y la construcción de cuadrantes solares, perfeccionados con el uso de curvas matemáticas, dan una idea de la forma en que la ciencia penetraba en los detalles de la vida cotidiana. El primer aparato para medir el tiempo, adoptado empiricamente en épocas primitivas, era la sombra móvil de un palo o de un edificio: inStrumento sistematizado en forma de gnosnon (palo con un agujero o una bola en su parte superior que se inclina a voluntad para poder observar en forma precisa y continua la marcha de la sombra). El cuadrante solar, que por medios geométricos determina la superficie y la línea sobre la cual deberá formarse y desplazarse la sombra, alcanzó un alto nivel cientifico en 12 medición del tiempo. Los griegos participaron en los origenes de nuestros aparatos modernos de medición inventando, o por lo menos perfeccionando, la clepsidra (de origen egipcio o babilórnco), modelo de los relojes hidráulicos (ver pág. 39, fig. 9).

 [xxxiv] Se dice que Tales, cuando hubo previsto una buena cosecha de aceitunas, acaparó todos los molinos de aceite de Mileto, en Jonia, impuso el monopolio e hizo fortuna.

 [xxxv] Este túnel que se tiende en línea recta sobre una extensión de más de un kilómetro demuestra, con su trazado rectilíneo -que no admite comparación con los ensayos burdos de otros pueblo, la existencia de un método racional, es decir, la realización de cálculo previos a la obra y el empleo moderno de los instrumentos de trabajo. Aún en este campo puramente técnico Grecia, con su ciencia, eclipsa el poderoso empirismo de los constructores orientales.

 [xxxvi] Según Tales, el agua (es decir la extensión maritíma y el vapor que se desprende de la misma) es la materia original de la que derivan todas las cosas.

 [xxxvii] En la época homérica los griegos tenían barcos de guerra y de carrera, largos y rápidos, accionados sobre todo por remos, y barcos cargueros, redondos y huecos. Durante los siglos VIII y VII A.C. los barcos de comercio aumentan su velamen y están provistos de remos auxiliares; por el contrario, el barco largo funciona principalmente por medio de remos y las velas se emplean sólo como auxiliares. Barcos de guerra, armados con un temible espolón metálico, dotados de cincuenta remeros precedían la friera (fines del siglo VIII) -tripulada por un equipo de hombres más numerosos (hasta 200 hombres en un barco de 3  metros de longitud)- que, por ser más veloz, era más temible en el ataque. La coordinación de movimientos entre los remeros, las maniobras reguladas al son de la flauta, la jerarquía de las órdenes, hacen que el comandante de la triera (el trierarca) tenga entre sus manos un instrumento de poder y docilidad extraordinarios, que responde a la mano que lo empuña. También la triera es designada la Alada, la Voladora, el Venablo, la Lanza. Precisamente una de ellas fue bautizada por su constructor con el nombre de Tecné, el Arte, es decir la perfección de una técnica madura.

 [xxxviii] Las técnicas navales originaron naturalmente el progreso de otras técnicas. Seguramente el perfccionamiento de cabrías, cabrestantes y poleas se realizó simultáneamente con el de todas las herramientas destinadas a trabajar la madera (aparecen en esa época el torno de madera y el arco). Es una de las primeras manifestaciones del progreso en cadencia.

 [xxxix] Los griegos tampoco olvidaron el señalamiento. El faro de Alejandría, obra de la técnica avanzada, por sus dimensiones y potencia (60 kms. de alcance) es la muestra más famosa de estas seriales multiplicadas ya por aquellos para guía de los navegantes.

 [xl] El problema matemático de la palanca había sido planteado ya por Arquitas y por el autor anónimo de las Mechanica (atribuidas erróneamente durante mucho tiempo a Aristóteles).

 [xli] La dinámica, preparada por las especulaciones filosóficas y astronómicas de los griegos, solo con Galileo alcanzará un rango científico

 [xlii] Estas máquinas eran: la rueda y su eje, la palanca, la polea la culis, el tornillo sin fin (tbrnillo que engrana con una rueda dentada). La combinación de estos elementos determinaba la obtención de todos los aparatos para levantar pesos,- conocidos en esa época.

 [xliii] No hay que olvidar, sin embargo, que la única máquina conveniente está elaborada cón metal: el desarrollo de todo el maquinismo dependerá del desarrollo de la metalurgia.

 [xliv] El mismo fenómeno se reproduce en las épocas modernas: la fabricación de autómatas anuncia el despertar de las técnicas por la ciencia.

 [xlv]  La escuela de Alejandría prosiguió la obra de Arquimedes; así dio a algunos problemas técnicos una base matemática. Pappus se dedicó al cálculo de los engranajes; Filon de Bizancio a los primeros elementos de la balística.

 [xlvi] Entre esas tentativas tenemos que señalar las catapultas que los ingenieros de Dionisio en Antiguo emplearon en la defensa de Siracusa en 397 a.C. contra la flota cartaginesa: máquinas enormes derivadas del arco de mano mediante una serie de estudios empíricos extraordinariamente conscientes y cuyos resultados eran expresados en formulas matemáticas

 [xlvii] Científica y filosóficamente la obra de los griegos, en el campo de la medicina, tuvo un alcance considerable. Crearon la práctica razonada y la diferenciaron de las tradiciones religiosas o prácticas supersticiosas, asociando el razonamiento y la observación con las lecciones del empirismo y la acción curativa: "Descubrir la causa de las enfermedades y aplicar todos los tratamientos para impedir que se agudicen es un solo y mismo acto." Las doctrinas más importantes creadas por los griegos en medicina son la doctrina moralista y la doctrina mecanicista. Esta última consideraba el cuerpo humano como un sistema de aparatos físicos. Enseñaba también a combinar los aparatos simples de la mecánica implicada para obtener poderosos aparatos susceptibles de reducir fracturas y luxaciones rebeldes. Estos aparatos cuya invención se atribuye a Hipócrates (ejemplo de las trágicas metamorfosis de nuestros inventos) dieron origen a los instrumentos de tortura del Renacimiento.

 [xlviii] Las representaciones teatrales, por los "efectos de óptica" y los juegos de perspectiva, son también buenos ejemplos de matemática aplicada.

 [xlix] El tornillo, la tuerca y sus principales aplicaciones se relacionan tradicionalmente con los nombres de Arquitas y de Arquímedes. Pero con este invento sucede como con muchos otros: el uso del tornillo, es decir originalmente de un eje con una ranura en espiral. Está ligado a experiencias muy antiguas. El origen del tornillo hidráulico, llamado de "Arquímedes", parece remontarse hasta ciertos aparatos utilizados por los egipcios para hacer subir el agua.

 [l] En esta extraordinaria serie de aplicaciones del tornillo, la hélice de nuestros barcos y la de los aviones son una de las últimas conquistas.

 [li] Una forma más rudimentaria está representada por la rueda horizontal que gira con la corriente de agua.

 [lii] Entre las más notables realizaciones de la mecánica griega citemos: la bomba aspirante e impelente, el sifón, el órgano de Viento y el órgano de compresión, el odómetro, es decir el equivalente de nuestro taxímetro, los distribuidores de agua bendita en la entrada de los templos, etc. Posteriormente aparatos para medir el tiempo. Se atribuye a Platón el perfeccionamiento de la clepsidra (reloj de agua) y la invención de un curioso despertador hidráulico destinado a llamar a sus discípulos (seguramente para incitarlos a retomar los trabajos matemáticos!) al romper, con un ruido estridente, semejante al de nuestras sirenas, el silencio de los jardines de la Academia. Es evidente que los griegos prepararon el progreso del reloj hidráulico: los mecanismos que ellos perfeccio-naron y que dieron origen a los mecanismos de nuestros modernos relojes de pesas, demuestran su admirable ingenio científico y técnico.

 [liii] Una pequeña esfera hueca, provista de dos conductos de escape, se mueve alrededor de un eje formado por dos tubos uno de los cuales es hueco y comunica por una parte con la esfera y por la otra con la caldera. Cuando se hace hervir el agua de la caldera, por una reacción análoga a la que hace girar nuestros barredores de pelusas, la bola comienza a girar. Con el nombre de eolipila se confunde a menudo la esfera de Heron con simples bolas huecas que despiden vapor. Estas últimas tenían para los antiguos simplemente un interés taumatúrgico. Sin embargo, la observación de las mismas inspiró a los modernos un curioso anticipo de la turbina de vapor por impulsión.

 [liv] Su ignorancia fue mucho mayor respecto de la electricidad. Conocieron los fenómenos de electrización del ámbar pero no supieron analizar ni utilizar la electricidad.

 [lv] La frase de Aristóteles: "Cuando la lanzadera camine sola, los esclavos resultarán inútiles." Lo que era en el pensamiento del filósofo irónica demostración de la necesidad de la esclavitud, resultó una profecía involuntaria.

 [lvi]  La vía romana, especie de muro rígido sobre el que se opera el desplazamiento, está recubierta de losas unidas por cemento de excelente calidad. Debido a la falta de elasticidad de este revestimiento -ante las deformaciones y la intemperie y su difícil reparación, esta clase de rutas no se adapta al tránsito intenso que las desgasta rápidamente. La ruta romana no es tan práctica come la calzada flexible o el pavimento utilizado por los modernos, fácil de reparar y resistente sí uso; pero la ruta romana es un caso singular. A pesar de su falta de adaptación a los climas más rigurosos (el agua se filtra bajo las baldosas de la superficie, se congela y rompe el camino) resultaba útil para las comunica-ciones rápidas y en menor grado para los acarreos casi inexistentes en esa época; los mismos nacieron, no con el enganche moderno (de los animales) sino con el tren delantero móvil. (Por la falta de este tren delantero móvil las rutas eran construidas en línea recta.)

 [lvii] Por estas razones o por otras que ignoramos (quizás por el tipo de animales de tiro) los carros romanos podían transportar una carga muy limitada.

 [lviii] Los instrumentos de un cirujano de Pompeya

 [lix] Pero en ese campo, como en todos los otros, no hicieron más que aplicar los inventos griegos.

 [lx] El desdén que matemáticos o mecánicos tan ingeniosos como Platón o Arquímedes sentían por la técnica se relacionaba por lo menos con un ideal muy puro; el ideal del conocimiento desinteresado. Los romanos, grandes explotadores del universo, consideraban al esclavo, instrumento universal de producción, como el corolario indispensable de los goces materiales cuyo uso se reservaban para si mismos.

 [lxi] Y con una ubicación mejor de las industrias bélicas que estaban situadas en la frontera

 [lxii] Especialmente el cese de los servicios postales.

 [lxiii] Simultáneamente con estos fenómenos en Occidente los dominios se replegaron en sí mismos, se estableció una especie de economía agrícola "cerrada", un retorno al trueque.

 [lxiv] El imperio romano de Oriente, protegido por su situación geográfica, mantuvo todavía durante quinientos o seiscientos años la superioridad de su estructura administrativa y militar. Conservó y perfeccionó en algunos puntos las técnicas de la antiguedad, especialmente en materia de tejidos y de trabajos artísticos. Pero no produjo innovación alguna y fue aventajado, en definitiva, por el ingenio técnico del nuevo mundo occidental cuando éste encontró sus bases sociales y políticas.

 [lxv] Esos esfuerzos fueron progresivamente posibles y provechosos merced al continuo aumento de la población, a la reurbanización y a la función de la moneda.

 [lxvi] Los monjes de esta época preferían que un abate fuera de un buen arador, es decir que supiera conducir el arado, antes que un buen orador. Uno de estos abates fue Teodulfo, arquitecto, comerciante, magistrado, pero ante todo, campesino y agricultor, es decir, buen conductor de un arado. El pueblo, después de su muerte, en signo de veneración, quiso que se exhibiera en la iglesia

el arado que había conducido por el surco, durante toda su vida, encabezando a los cultivadores.

 [lxvii] Dejábase de sembrar un año cada tres en lugar de cada dos.

 [lxviii] En China, en el siglo II de nuestra Era, se conocía ya la forma moderna de enganchar la caballería. Parece que esta costumbre se difundió por Asia en el siglo VIII En Europa su expansión arranca del siglo X y XI.

 [lxix] La voluntad de defender la cristiandad y propagar la fe cristiana entre los paganos y los musulmanes, contribuyó al desarrollo de la economía hacia el este y hacia el norte. Las cruzadas originan una extraordinaria efervescencia humana, un rejuvenecimiento de las aspiraciones;  favorecen nuevas corrientes  entre Oriente y Occidente y el empleo del Mediterráneo, abierto nuevamente  las comunicaciones entre el nuevo mundo medieval y la vieja civilización bizantina. La vida comercial, asociada al progreso de la producción industrial y agrícola, se expande en forma completamente nueva y adopta técnicas de intercambios acordes con sus nuevas necesidades; las grandes ferias, el comienzo del comercio internacional, las grandes asociaciones mercantiles que, con el nombre de Hanses (Ligas) se hicieron célebres. Con la extensión del acuñamiento y circulación de la moneda y la nueva organización del crédito, se desarrolló la economía monetaria en detrimento del trueque y de los intercambios en especie.

 [lxx] Las corporaciones en que los miembros de los distintos cuerpos de oficios se agrupaban para defender sus intereses comunes fueron al principio y fundamental-mente, quizás, religiosas. Aquí también el ideal religioso y la obra de la Iglesia prepararon el camino del progreso técnico. Las corporaciones, que al principio desempeñaron un papel muy importante, terminaron por neutralizar el progreso técnico. Lo frenaron al principio por la inflexibilidad de sus estatutos pero, sobre todo, por las consecuencias sociales de los mismos. Presionados por fuerzas económicas éstos tuvieron que ser modificados.

 [lxxi] Al enriquecerse los trabajadores y los campesinos se extiende el uso de la ropa interior; esto, entre otras ventajas traerá la de facilitar la fabricación de papel y la expansión de la imprenta.

 [lxxii] Esta situación originó una guerra sorda entre los humildes y los poseedores del monopolio: señores y clérigos. Ese tipo de molienda del trigo, prohibido hasta el siglo XIX en algunos países de Europa prosiguió en la clandestinidad. Tal forma de competencia inhumana, entre dos técnicas tan desiguales, todavía subsiste

 [lxxiii] El uso del molino de viento planteaba un problema mecánico original. Como era necesario que las alas estuvieran dispuestas siempre hacia el lado del viento, pera poder orientar fácilmente el molino por rotación, toda la estructura del aparato (o gran parte del mismo) tendría que moverse sobre un eje. Los más antiguos y más pequeños molinos giraban alrededor de un eje central fijo en el suelo de modo más o menos permanente. El molino de viento, que requería un mecanismo más complejo que el molino hidráulico, suministraba igual potencia; por esta razón tardó más tiempo en desarrollarse.

 [lxxiv] Al reducir el mineral, en forma de óxido, en hornos pequeños, de carbón de leña, se obtiene directamente hierro y acero; este procedimiento es muy imperfecto pues gran cantidad de hierro se transforma en escoria.

 [lxxv] Entre los siglos XI y XII, por influencia del progreso económico e industrial surgido  de la civilización urbana, las necesidades de consumo aumentaron. Se reanudó y terminó el esfuerzo de colonización, índice del primer resurgimiento occidental en la Edad Media. (Sobre la eficacia limitada y la extensión relativa de la primera obra de colonización de la tierra). La Iglesia y los principales feudales, ávidos de conservar sus rentas, no cejaron en estimular el esfuerzo de los campesinos que transformaron las tierras cubiertas de grandes bosques en herbazales, praderas, campiñas cultivadas. Artois, Picardía, Ponthíeu, la Isla de Francia, Normandia, Alto Champaña, Morvan, Alta Borgoña, los países del Mosa y de los Vosgos, Bretaña, Poítou, Loira, Aquitania, el Sudeste, toda la campaña francesa adquirió en tres siglos su fisonomía actual. Las técnicas Le defensa contra las aguas, de secado, de irrigación, se aplicaron sistemáticamente para conquistar el litoral, los valles fluviales y los pantanos; desecar los eriales, talar los bosques y regularizar el curso de los ríos. Se trató de recuperar los procedimientos de la antigua agronomía romana; se perfeccionó el abono y las mejoras de las tierras. En España los árabes reorganizaron y completaron la admirable red de irrigación establecida por los romanos.

 [lxxvi] El uso de los siguientes instrumentos de navegación: astrolabio, arbalestrilla, cuadrantes de circulo, empezó, sin duda (o por lo menos se difundió), a partir de esta época.

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