LA GUERRA DE RECONQUISTA INKA

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Edmundo Guillén Guillén
Dr. en Historia , Dr. en Educación y Abogado
Ha dedicado su larga investigación para rehacer la historia épica de los incas desde la perspectiva peruana. Es autor de los libros: “Wascar Inka trágico”, la “Versión Inka de la conquista del Perú”, la “Conquista del Perú”, el “Ejército Inka”, “Vilcabamba, la última capital de los incas” (en lengua japonesa) y de numerosos ensayos históricos entre los que destacan el: “Enigma de las momias incas”, “Documentos inédita para la historia de Vilcabamba”, “450 aniversario de la heroica resistencia del pueblo de Tumbes”, “Vilcabamba la última capital del Estado imperial Inka”, “Wila Oma, el intip apun o gran sacerdote y capitán del sol”, etc. En 1976 dirigió la expedición científica que identificó históricamente el lugar donde yacen los restos de la “Perdida ciudad de los incas”, la ciudad de Vilcabamba, la última capital del Tawantinsuyo. 

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LA GUERRA DE RECONQUISTA INKA

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SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE

BIBLIOGRAFÍA


PRIMERA PARTE

CAPÍTULO I

EL TAWANTINSUYO EN LA DÉCADA DE 1520 A 1530

El estado Inka, en el curso de esta década, confrontaba en su extenso territorio, principalmente, tres grandes problemas. El primero de ellos, su falta de integración política, étnica e ideológica, que hacía de él un gigante con cabeza de oro y pies de barro. El segundo, la pugna creciente entre los linajes y panacas incas por la hegemonía del poder y el tercero, las aspiraciones libertarias de los pueblos conquistados por salir del dominio cusqueño. Wayna Qhapaq en su largo reinado, no obstante sus esfuerzos políticos por mantener la “paz incaica”, no pudo evitar la sublevación de varias provincias de la región ecuatorial del Tawantinsuyo que fueron severamente reprimidas. Igualmente, no pudo precaver la pugna entre las parcialidades cusqueñas Hanan y Urin que se agudizó después de su muerte en 1529, en el estallido de la rebelión de Atao Wallpa que cuestionó la legitimidad del gobierno de su hermano Wascar Inka. Estos problemas, con otros secuenciales facilitaron las exploraciones españolas de 1526 a 1528 y posteriormente la invasión misma del Tawantinsuyo en 1531.

 

1°. LAS POSTRIMERÍAS DEL GOBIERNO DE WAYNA QHAPAQ

Como Se sabe por versiones peruanas y españolas, este famoso Inka fue el afortunado heredero del Tawantinsuyo, el Estado andino más extenso y poderoso de su tiempo organizado por Pachacuti Inka Yupanki quizás desde mediados del siglo XV, que con la conquista de Tupa Inka y las últimas de Wayna Qhapaq,- en la década de 1520- sus límites se extendieron desde el sur de la actual república de Colombia hasta la parte austral de Chile; de la costa, a las profundidades de la selva amazónica y por el sureste, hasta bordear las pampas argentinas. Sin embargo, este gran Estado Inka, - en la década referida- era todavía estructuralmente débil. Carecía entonces de cohesión política, ideológica y étnica con los pueblos conquistados que mantenían latentes sus sentimientos regionalistas. El Tawantinsuyo antes de la invasión española, era así un gigante con cabeza de oro y pies de barro e interiormente corroído por la ambición de los linajes cusqueños que se disputaban el poder y la hegemonía de su gobierno. Por ejemplo, Pachakuti Inka Yupanki sacrificó a varios de sus hermanos y capitanes para consolidar su poder. Tupa Inka Yupanki develó la conspiración de su hermano Tupa Qhapaq y aplastó sangrientamente el alzamiento de las Collas para asegurar su autoridad. Después a su muerte o asesinato, las madres de sus hijos Qhapaq Wari y Titu Kusi Wallpa se disputaron a la vez el derecho al gobierno. Derrotado el primero, Titu Kusi Wallpaadolescente aún- fue reconocido como su legítimo sucesor con el nombre de Wayna Qhapaq y asumió prematuramente el reinado al fracasar la conspiración del Regente Apo Wallpaya, que quiso encumbrar a su hijo en el gobierno del Tawantinsuyo . Las primeras tareas gubernativas de Wayna Qhapaq fueron la pacificación del imperio y la represión de los pueblos alzados después de la muerte de su padre. Luego continuar con la integración política e ideológica del Tawantinsuyo. Las crónicas dicen que con este propósito, “trabajó mucho” para “mantener quieta la tierra” que se “ alzaba cada día” y que convencido de que su presencia en los pueblos era importante, inició la visita de su extenso territorio para conocer de cerca sus necesidades y desarrollar la producción, para demostrar con la abundancia y los excedentes, las ventajas del gobierno “Waqchakuyay” del Tawantinsuyo y la importancia de la “paz incaica”. Sin embargo, tampoco pudo mantener esta paz por mucho tiempo. Cuando estaba ordenando las tierras del valle de Cochabamba (Qachapampa) en el actual territorio Bolivia, estalló la rebelión de las provincias de: Quito, Cayambe, Carange y Otovalo, que obligaron al Inka a suspender sus trabajos en este valle y regresar al Cusco. En esta ciudad, preparó la campaña contra las provincias sublevadas y designó a su hijo Tupa Kusi Wallpa (Wascar Inka) como su correinante. Según varios testimonios, el Inka salió de esta ciudad con un poderoso y galano ejército de “doscientos mil hombres” . Los “Hanancusco”, al mando de Auki Tupa y los “Hurincusco”, a órdenes del joven Michiq Waka Mayta. Este ejército dividido en escuadrones de mil hombres repartidos por ayllus y parcialidades, con capitanes lucidamente ataviados con sus armas típicas y estandarte, daban la impresionante visión del poder bélico de Tawantinsuyo. Se afirma que parte de este poderoso ejército estuvo integrado por soldados del Collasuyo que tenían la fama de ser los guerreros más valientes del Imperio . La campaña Inka fue difícil y sangrienta. Todo su poder se estrelló contra la tenaz resistencia de los Caranges y otavalos quienes lucharon con tanto heroísmo, que Wayna Qhapaq deponiendo su habitual generosidad terminó por reprimirlos severamente para establecer la autoridad Imperial . Por este tiempo, los chiriguanos de la etnía Guaraní invadieron el Collasuyo. Aniquilaron la guarnición fronteriza del fuerte de “Cuscotuyo” y penetraron hasta la región meridional de las Charcas. Según la crónica de Sarmiento de gamboa, Wayna Qhapaq envió desde Quito al capitán “Yasca” para que con Apu Illakita y Auki Tupa gobernadores del Cusco, organizara en esta ciudad una expedición para echarlos del territorio. La campaña se hizo conexito y los chiriguanos fueron echados de la tierra y se reedificó la fortaleza de “Cusco Turo” o “Cusco Tuyo” construida para la defensa de esta parte de la frontera Inka . E. Nordenskiold, en su estudio sobre la “Invasión Guaraní al Imperio Inka en el Siglo XVI”, confirma esta incursión a las localidades de Mizque y Tomina, - probablemente en 1523- en la que habría participado con otros portugueses, uno llamado Alejo García. De confirmarse este suceso con nuevos testimonios, serían portugueses y no españoles los primeros europeos que penetraron en el territorio de las incas . Aunque será difícil saber si Wayna Qhapaq o no sobre la presencia de europeos en esta incursión, lo más probables es que este Inka, - según Gracilazo de la Vega- tuviera noticia de ellos desde 1515 que exploraban el golfo de Panamá y con más seguridad, - si entonces vivía- desde fines de 1526, del desembarco español en la Bahía de san Mateo y del salto que hicieron de la balsa tumbesina en la costa ecuatorial de Manabí . Cuando Wayna Qhapaq debía estar preocupado por estas novedades, después de su accidentado recorrido por la costa ecuatorial, le sorprendió la muerte en Quito en algunos de los últimos meses del año de 1526 o en los primeros de 1527 . La causa y el género de la enfermedad que postró al Inka, no se conoce con seguridad. Para algunas versiones, Wayna Qhapaq murió de la “verruga” contraída en la costa ecuatorial y según otras, de “viruela” o “sarampión” que se habría extendido desde centro América a las latitudes del Tawantinsuyo . Pero cualquiera que hubiera sido la causa de su defunción, a su muerte se asomó la crisis sucesoria en el Tawantinsuyo. El bando de Atao Wallpa sostuvo que Wayna Qhapaq dividió el Imperio entre él y su hermano Wascar. Históricamente esta división no se hizo, como lo demostraron los hechos posteriores . Según la versión oficial Inka, - recogida en la crónica de sarmiento de Gamboa- muerto Ninakuychi, designado sucesor del Inka- según el rito de la “Callpa”- Wascar, su correinante asumió de hecho el gobierno del Tawantinsuyo . El descontento de sus hermanos se produjo de inmediato. Por sospecha de conspiración, Wascar mandó matar a su hermano Kusi Atauchi y a varios de sus parientes acusados de atentar contra su gobierno. De este celo político se salvó Atao Wallpa quien prudentemente se quedó en Quito como Incapratin o gobernador de esta importante región, - según intrigas del cañari Ullco Kolla- para preparar su alzamiento contra Wascar Inka.

 

2°. DESCUBRIMIENTO OFICIAL INKA DE LOS EXPLORADORES ESPAÑOLES

Aunque es posible que desde 1526, cundiera en el Tawantinsuyo la noticia que gentes extrañas que recorrían su litoral . En 1528 –por decir oficialmente- los incas descubrieron a los exploradores españoles cuando merodeaba la isla de Puná y fueron conducidos hasta la costa tumbesina para conocimiento de los funcionarios incas de esta provincia . Este memorable descubrimiento de los españoles por los tumbesinos, significó históricamente el primer encuentro de dos culturas: la andina y la europea, entre un “apu” o funcionario Inka y Francisco Pizarro, exponente del mundo medioeval y renacentista de España. El cronista pedro Cieza de León, reseñando esta famosa entrevista abordo de la nave española, dice que el “apo” (al que llama “orejon” por sus grandes orejas) preguntó a Pizarro, mediante los intérpretes tumbesinos, capturados en 1526: “De donde heran y de que tierra avían venido, qué buscavan o qué hera su retensión de andar por la mar y por la tierra sin para. Francisco Pizarro le respondió que venían de España, donde Carlos, cuyos vasallos y criados eran ellos avían salido a descubrir por aquellas partes como vían y a para poner debaxo de la sujeción de aquel rey lo que hallasen...”. “Esto y otras sosas dixo el capitán Francisco Pizarro (a) aquel orejón, tanto que él se espantaba de las oir y estuvo en el navío desde por la mañana hasta la ora de vísperas. – Añade el cronista, - que Pizarro en compensación a los regalos de comida y una llama que le habían enviado, mandó que: “le diesen de comer y beber” el vino que tenían, que al apu le pareció: “Una hacha de hierro con que extrañamente se holgó teniéndola en más que si le dieran cien veces más oro que ella pesaba, y diole más unas quentas de margaritas y tres calcidonias e para el cacique (Kuraka) principal le dio una puerca y un berraco y cuatro gallinas y un gallo. Con esto se partió el orejón, e ya que se iba, rogó al capitán le diesen para que fuesen con él dos o tres cristianos porque se holgarían de los ver. El capitán mandó (a) Alonso de Molina y a un negro que fuesen””. El desembarco de estos dos hombres fue una novedad. Según el mismo cronistas, los tumbesinos se asombraron más, de ver al negro que al hombre blanco al ver sus graciosos ademanes y los requiebros que hacía, su ensortijado cabello y la negrura de su piel cuando de pronto se dieron cuenta de que ésta no era “confacción puesta”, sino natural que no se desteñía con el agua. Molina y el negro, invitados al pueblo, dijeron que se habían quedado sorprendidos de la belleza de sus edificios, del oro y de la plata que muchos artesanos estaban trabajando, de los tejidos que hacían las mujeres y de otras cosas más. Cuando a su vuelta contaron lo que había hacían las mujeres y de otras cosas más. Cuando a su vuelta contaron lo que habían visto, sus compañeros no les creyeron, tanto, que Pizarro para conocer la verdad de lo que decían, envió al soldado griego Pedro de Candia para que como “hombre de ingenio” se informarse de la realidad del pueblo de tumbes, de sus edificios y poblaciones . La presencia del soldado griego en la playa, -uno de los hombres más altos y robustos de la buena otro espectáculo para la gente tumbesina. Al verlo con su atuendo metálico, su cimera de plumas y rubicunda figura con arcabuz al hombro, imaginaron que era un pintoresco disfraz del extranjero para impresionar al Kuraka y a la multitud de curiosos. Efectivamente, Candia para impresionarlos, pidió que colocaron cerca de él, un grueso tablón para demostrar el poder de su arcabuz. Cuando después de encabalgarlo lo detonó con gran estruendo, el disparo pasó el tablón de una parte a otra como si fuera la “corteza de un melón” dejándolos estupefactos. No así al kuraka quien con atención había observado las maniobras de Candia y para poner al descubierto su artificio, con supuesta ingenuidad, vertió un jarro de chicha (licor de maíz) en el tibio caño del arcabuz para que volviera a disparar con la misma presunción . El saldo, entre confuso y desconcertado con la treta del Kuraka, rehuyó hacer otra demostración pese al clamor de la multitud. Este detalle, aparentemente intrascendente, demostró al extranjero, que los tumbesinos no eran tan cándidos como había supuesto el soldado de Pizarro. Candia, de regreso a la nave, ante la expectativa de sus compañeros, contó que había visto en el pueblo de Tumbes: “Cantaros de plata y estar labrando a muchos plateros y que por algunas paredes del templo había planchas de oro y plata y que las mujeres que llamaban del Sol heran muy hermosas” y otras que tejían finos hilados de lana, además declaró que había visto también grandes sementeras, “ovejas” (llamas) y acequias con agua etc. Y para demostrar lo que supuestamente había observando, trajo pintada en un paño, la traza del pueblo de Tumbes, de su presunta fortaleza y de sus edificios imaginarios, dejando, con su embuste maravillados a Pizarro y a la soldadesca. El historiador Raúl Porras, ironizando el cuento de este soldado, dice que las mentiras de este “bellaco engañador” decidieron de hecho, la futura conquista del Perú . Pizarro prosiguiendo su viaje por la costa, avanzó en su pequeña nave hasta la localidad de “Santa”(shanta). Desde esta localidad, sin poder seguir al puerto de Chincha, emprendió su regreso a la ciudad de Panamá, para dar cuenta a sus acreedores y detractores, de la buena tierra y de los pueblos ricos que había visto en el litoral, sin sospechar ni remotamente que estos pueblos y esta buena tierra fueron parte costeña del Tawantinsuyo, el poderoso y extenso Imperio del mundo andino. Cieza de León refiere que a su regreso.- Pizarro- a insistencia de una “apu llana” o “capullana” (Kuraka local , convencido de que no había peligro ni era un ardid, aceptó la hospitalidad de la Kuraka y desembarcó en algún lugar de la costa. Añade el cronista que terminados los agasajos, el capitán español ante la curiosa mirada de los pobladores, tomó posesión de este sitio en nombre del rey de España , sin que la Kuraka entendiera la grave significación de esta breve ceremonia. Después, - según varias versiones – en la costa de los tallanes, Pizarro dejó tres o dos espía españoles para que se informaran de la tierra y a pedido de los curacas del valle de Chira, llevó consigo a varios mozos de la localidad para que a su regreso les sirvieran de intérpretes y conocieran las costumbres de y los pueblos de esta nueva gente . En marzo de 1528 o antes, Pizarro, con sus compañeros de aventuras, entró en la ciudad de Panamá. El oro y la plata que exhibió con otros objetos, despertaron la admiración y la codicia de sus acreedores quienes olvidando sus reclamos, resolvieron apoyar la conquista de nuevas tierras que había explorado. Un tiempo después, Pizarro, a iniciativa de sus socios Diego de Almagro y el sacerdote Hernando de Luque, con Candia y Soralucre viajó a España para dar cuenta de su “descubrimiento”al emperador Carlos V y para pedirle que autorizara la conquista de la “provincia del Perú” , nombre con el que empezó a llamarse al Tawantinsuyo Inka. Entre tanto, los curacas y funcionarios incas del litoral debieron avisar a Wascar Inka y al príncipe Atao Wallpa, sobre la llegada a la costa de esta gente extranjera que navegaba en una “casa de madera” flotante. Aunque no se conoce la reacción de Wascar Inka sobre esta novedad, de la confusa versión de Titu Kusi Yupanki, parece desprenderse que Atao Wallpa habría conocido y tratado a dos de los espías españoles dejados en la costa y que cuando les preguntó por el libro que traían, éstos le respondieron que era: la “quilca (escritura) de Dios y del rey” De Todas maneras, ni Wascar ni Atao Wallpa sospecharon entonces que estos forasteros de pigmentación blanca, con vestidos y armas extrañas que simulaban “paz y amistad”, fuesen en realidad la vanguardia conquistadora de otra potencial militar, que después regresarían expresamente para disputarles el gobierno de la tierra.

 

3° LA GUERRA CIVIL O PACHAKUTIRANA INKA

En 1529, mientras Francisco Pizarro gestionaba en La Corte española la autorización oficial para conquistar la llamada “provincia del Perú”, estalló en Quito la insurrección del príncipe Atao Wallpa , el “Pacchakutirun Inka”, al que Guaman Poma llama también: “Aucacunascan Pachacutiscan Pacha” o la sexta de la cronología andina del Perú (1936; 911). Aunque las causas de esta guerra no son claras, por las versiones toledanas de pedro Sarmiento de gamboa, Miguel Cabello Valboa y Fray Martín de Murúa, se colige que su entraña fue eminentemente política; la lucha por el poder entre los linajes incas . Dentro de esta perspectiva la causa inmediata, el detonante político, habría sido el cuestionamiento de la legalidad del gobierno de Wascar Inka por su hermano Atao Wallpa quien le negaba el derecho de suceder legítimamente a su padre Wayna Qhapaq. Los episodios de esta guerra, descritos por los citados cronistas toledanos, prueban la encontrada lucha entre los hermanos. El cronista peruano Juan Santa cruz Pachakuti Yamki Salqamaywa, culpando a Wascar Inka de esta guerra, dice que ésta se originó por sus desmanes, por atentar contra el culto a los muertos y ser irrespetuoso con el personal que servía a la deidad solar, entraña religiosa de esta guerra, como acertadamente lo presume el historiador peruano F. Pease. Compendiando las versiones sobre este n Pachakutiruna Inka, se constatan en su sangriento desarrollo dos grandes etapas: la primera, desde la insurrección de Atao Wallpa en 1529, hasta la tregua de Kusi Pampa (en este año se afirmó en Toledo la Capitulación que autorizaba la reconquista de “la provincia del Perú”); la segunda, desde el rompimiento de la tregua de Kusi Pampa en 1531 hasta el derrocamiento de Wascar Inka en la batalla de Kotapampa, en agosto de 1532 .

 

4° EL GOBIERNO ESPAÑOL AUTORIZA LA CONQUISTA DEL PERÚ

La capitulación suscrita en Toledo el 26 de julio de 1529 por su contenido y objetivos, constituyó de hecho una tácita declaratoria de guerra de España al Tawantinsuyo o Inkapacharuna, que en este documento aparece con el nombre de “provincia del Perú”. en efecto, de su contexto legal, se desprende en rigor histórico, que la conquista del Tawantinsuyo fue resuelto de esta guerra sorpresiva de España contra el Perú y no de la hazaña de un puñado de “aventureros” contra “indios anónimos”, como erradamente aparece en algunos manuales de la historia. Guerra de España contra el Perú, la cual no acabó en Cajamarca, como falsamente se afirma, sino que como probaremos después, terminó épicamente en 1572. En el primer párrafo de esta Capitulación dice: “Doy licencia e facultades a vos dicho capitán francisco Picarro para que por nos en nuestro nombre e de la corona real de castilla podáis continuar el dicho descubrimiento conquista e población de la dicha prouincia del Perú hasta doscientas desde el pueblo que en la lengua de los indios se dice teninpulla y que después le llamastes santiago hasta llegar al pueblo de Chincha que puede aver las dichas doscientas leguas de costa poco más o menos” . Por esta cláusula y otras que la completa, la empresa privada de Pizarro y sus socios se transformó en una empresa oficial de España para conquistar el Perú , territorio que caían en la parte del continente americano que le había adjudicado el Tratado de Tordesillas de 1494. Por esta capitulación, Francisco Pizarro jefe de una mesnada aventura, se convirtió en el representante legal del rey de España con los cargos de capitán general y gobernador, de Adelantado y justicia mayor, con la facultad de reclutar gente y asumir la dirección de la guerra, con solamente la obligación de “pagar” al tesoro real el “quinto” del oro y otras cosas que tomase de “cualquier manera” . El gobierno español, para justificar la agresión al Perú, ordenó a Pizarro y sus capitanes, que antes de atacar- leyeran a su futura víctima el texto del “Requerimiento”, - según R. Porras- mezcla de “arenga guerrera y homilía” que terminaba con una exposición teológica e intimidatoria en la que se exigía que de inmediato reconocieron la autoridad de la iglesia y del rey español, con la amenaza: “E sy no hiziéredes o en ello dilatación maliciosamente pusyéredes certificados que con la ayuda de dios nosotros entraremos poderosamente contra vosotros y vos haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos e vos sujetaremos al yugo e obediencia de la iglesia y de sus majestades e tomaremos vuestra personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos y como a tales los venderemos ...e vos haremos todos los males y daños que pudiéramos como a vasallos que no obedecen...y protestamos que las muertes y daños que de ellos se recreciere sea vuestra culpa y no de sus majestades...” . Francisco Pizarro, con estos poderes, reclutó alguna gente en España y en Panamá. En esta ciudad, se conoció con capitanes y soldados que había conquistado Guatemala y otros pueblos, sedientos aún de honra y fortuna. Con estos nuevos compañeros en 1531, formó un pequeño ejército con gente plebeya y cierto número de hijodalgo pobres, unos letrados y otros analfabetos . El año de 1529- el penúltimo de ésta década- resultó así crucial para la historia del Perú Inka o Tawantinsuyo. El 26 de julio, Francisco Pizarro recibió la autorización real para conquistar el Perú. , mientras que en algunos de los meses de este año, Atao Wallpa se alzó contra Wascar Inka para disputarle el gobierno imperial. Hechos trascendentales, que históricamente resultaron ser el talón de Aquiles del Tawantinsuyo y condicionaron posteriormente la fácil penetración española hasta la ciudad misma del Cusco. Esta década termina así, como el anuncio trágico de los graves sucesos que se producirían en al siguiente década de 1530 a 1540.

 

CAPITULO II

LOS PRELIMINARES DE LA GUERRA DE RECONQUISTA INKA

Cuando los españoles inician la invasión del Perú en enero de 1531, los incas por estar disputándose el gobierno imperial, no les dieron importancia y sin percatarse de sus intenciones de conquista los dejaron avanzar por la costa hasta del valle de Piura. Posteriormente, por voluntad de Atao Wallpa hasta el tambo de Cajamarca y por la de Manko Inka Yupanki, hasta la ciudad del Cusco. En 1535, el nuevo Inka cuando se dio cuenta que los españoles no eran la mesnada aventurera que supuso, sino la vanguardia conquistadora de España, aunque resultó tarde, no se inmutó ante el peligro, ni adoptó una actitud resignada y derrotista como erradamente se ha creído, contrariamente con habilidad y valor que la honra, asumiendo su responsabilidad histórica, trazó los planes para echarlos de Perú, desafiando patrióticamente a los curacas y príncipes cusqueños que se unieron a los españoles para lograr sus ilusorios objetivos locales o políticos.

 

1°. INICIO DE LA INVASIÓN ESPAÑOLA: DE LA BAHÍA DE SAN MATEO AL VALLE DE PIURA

Terminados los preparativos bélicos, Francisco Pizarro partió de Panamá a fines de enero de 1531, con 180 infantes y 37 jinetes. Y 13 días después de la navegación, desembarcó en la bahía de san Mateo, límite costeño del Tawantinsuyo. Desde esta bahía, parte de la tropa invasora siguió por mar y la otra, por la costa hasta la aldea de Coaque. En este poblado Pizarro acampó para adiestrar a los soldados bisoños y para esperar a sus socios que llegaron con más gente para seguir al pueblo de Tumbes. Durante este tiempo, Atao Wallpa- aprovechando la tregua de Kusipampa- estaba pacificando las provincias de los Yumbos y Quijos y al saber que los extranjeros llegados a la costa eran pocas, no les dio importancia confiando que los pobladores del litoral podrían defenderse de sus depredaciones. Entre tanto, los españoles que habían permanecido por varios meses en esta aldea, soportando hambre, el mal de verrugas y la creciente hostilidad de sus pobladores, a mediados de setiembre de este año con los refuerzos recibidos reiniciaron su marcha por la costa, y después de pasar por las localidades de Pasao y Caraques llegaron al mes siguiente al pueblo de “Puerco Viejo”- en la provincia ecuatorial de los Paches, donde acamparon “dos meses” para esperar al resto de la gente que vendría con el capitán Hernando de Soto Atao Wallpa - por este tiempo- probablemente estaba en Tumipampa preparando la gran ofensiva contra Wanka Auki, capitán de Wascar Inka. Según varios testimonios, -en Puerto viejo- a la vez que los españoles se informaron de la guerra civil Inka, también Atao Wallpa supo de ellos noticias más concretas sobre su aspecto físico, sus armas extrañas, las bestias que cabalgaban y sobre las depredaciones y matanzas que habían hecho en los poblados del litoral . Sin embargo, este príncipe sin percatarse del peligro, en lugar de mandar gente contra ellos, más interesados en la guerra se conformó con destacar espías disfrazados para que vigilaran discretamente su recorrido por la costa. Por este imprudencia de Atao Wallpa, los españoles avanzaron sin dificultad hasta algún punto de golf de Guayaquil. En este lugar, cuando deliberaban seguir en la isla de Puná o el pueblo de Tumbes; llegaron en una “balsa de vela” los mensajeros enviados por Tomalá, Kuraka de esta isla- para invitar a Pizarro y su gente a pasar los meses de lluvia en Puná. sin que se pueda saber, si esta invitación fue espontánea o por las instrucciones del tokrikoq Inka (gobernador de Puerto Viejo, Puná, y Tumbes) que estaba en la isla . Los cierto es que los españoles se desconcertaron con esta invitación inesperada, más aún cuando les dijeron que éste podría ser un ardid de los isleños para ahogarlos en el mar, como antes habían hecho con los funcionarios de Wayna Qhapaq. Cuando Pizarro cavilaba sobre este riesgo, llegó el mismo Tomalá con una “flota de balsas” para llevarlo personalmente a la isla, pero al darse cuenta de la desconfianza de Pizarro le pidió ir con él en la misma balsa para disipar sus temores y perspicacias. Aunque no se tiene fecha segura del paso de la isla Puná, es probable que ocurriera, en los primeros días de diciembre de 1531, según se desprende de la primera fundición hecha en la isla, el 13 de este mes y año . Un tiempo después, - según varias versiones- Tomalá se arrepintió de su imprudente invitación al ver que sus huéspedes, sin ninguna consideración, se aliaron con sus enemigos, los tumbesinos. Lo que es más, confiados en el poder de sus armas, en su caballería y perros de guerra, comenzaron a robar y abusar de las mujeres, e incluso sin reparo alguno a profanar los adoratorios más venerados de la isla. Los excesos españoles llegaron a tal extremo, que Tomalá, a instancias de sus curacas, resolvió poner fin a estos desmanes. Pero este intento no tuvo éxito y terminó trágicamente. Fueron apresados él y los curacas que participaron en la conspiración. Si bien Tomalá salvó su vida pagando un cuantioso rescate, no así los infortunados curacas. Unos fueron quemados vivos y los otros, entregados a la vindicta de los tumbesinos, quienes en represalia a la guerra pasada, les cortaron públicamente las cabezas . El cronista Pedro Cieza de León, - confirmando estos hechos – refiere que los señores de Puná, lamentando que los incas por estar peleando entre ellos, no se dieran cuenta de los “enemigos tan feroces que habían entrado en su tierra”, acordaron por su cuenta atacar a los españoles. Añade que con este propósito, una parte de ellos fue a quemar sus naves y la otra a sorprenderlos en su campamento. Lamentablemente ambos intentos fracasaron, los primeros no pudieron lograr su objetivo y los segundos, tampoco. Al final, fueron desbaratados por la jauría de perros de guerra, la caballería y las armas de fuego de los enemigos. Por primera vez, fue así cómo la tecnología bélica europea se impuso al valor y temeridad de los hombres de Puná. Los arcabuces sobre las flechas y porras, las corazas, escaupiles y yelmos, sobre las túnicas de algodón y morriones de madera de los combatientes isleños. Sin embargo, pese a esta desigualdad los hombres de Puná repuestos del primer desastre, nuevamente organizados y con más ímpetu que antes, volvieron a atacar a los españoles. Pero esta vez, por cuadrillas, que después de atacarlos por sorpresa se escondían rápidamente en los pantanos y tembladeras de la isla. La hostilidad fue tan grande que Pizarro llamó a Tomalá, para que ejerciendo su influencia calmara la agresión de los curacas alzados. Pero todo fue inútil. Tomalá recibió por toda respuesta, que ellos no dejarían las armas, hasta que esta “mala gente” se marchara de la isla. En estas condiciones y en permanente zozobra, los españoles vieron en la isla hasta que llegó el capitán Hernando de Soto en marzo de 1532. Con este refuerzo, Pizarro acordó trasladarse al pueblo de Tumbes a fines de este mes o en los primeros días de abril de este año. Entre tanto, Chilimasa Kuraka principal de Tumbes, al conocer las intenciones de Pizarro temerosos de que en su tierra se repitiera los mismos pillajes perpetrados en Puná, luego de reconciliarse con Tomalá, regresó al pueblo de tumbes para evitar el desembarco de los españoles en su tierra. Se dice que con este propósito, ardidosamente envió una flota de balsas para que una parte de españoles se embarcara en ellas con la intención de ahogarlos en el mar. Mientras preparaba a su gente para darles batalla cuando los otros llegaran a la playa. Infortunadamente, los cálculos del kuraka no resultaron, de los españoles que vinieron en balsas, solamente tres de ellos fueron muertos y a los que desembarcaron en
la playa con Francisco Pizarro tampoco pudieron contenerlos. Los tumbesinos a pesar que pelearon heroicamente en defensa de su tierra, fueron desbaratados en los esteros de Chepa por la caballería y perros de guerra de los enemigos. Vencida la resistencia de Chilimasa, los españoles ocuparon el pueblo de Tumbes. Al verlo casi destruido y sin las riquezas descritas, estuvieron a punto de apedrear a los embusteros de Candia. El pueblo estaba quemado, sus edificios, derrumbados, las paredes del templo del sol no tenían los enchapes de oro que tanto había ponderado; el descontento de La soldadesca se hizo general y Pizarro tuvo que usar energía y mucha maña para calmarlos. Chilimasa, entre tanto, se retiró al interior, hacia la sierra para continuar la guerra con la ayuda militar de Atao Wallpa. Pero este príncipe mas interesado en perseguir al ejército de Wascar, no le mandó ningún auxilio. Al contrario, en esos días llegó al pueblo de Tumbes el Kuraka Vilchunlay con un contingente de soldados cañaris para unirse con los españoles contra Atao Wallpa. Ante esta circunstancia. Chilimasa, sin otra alternativa, tuvo que hacer la “paz” con los españoles para evitar que terminaran de destruir el pueblo de Tumbes y aceptar la obligación de pagarles cierta indemnización por los españoles muertos y el bagaje perdido en las balsas naufragas. Después de estos sucesos. Pizarro se trasladó con su tropa al pueblo de Poechos donde acampó el 16 de mayo de este año. Se dice que en este poblado, el jefe español recibió información sobre la guerra entre Atao Wallpa y Wascar Inka y sobre los pueblos que habían formado a favor del uno y del otro contendiente. Por entonces, derrotado Wanka Auki pampa y Qocha Waylla, Atao Wallpa había ocupado el valle de Cajamarca acampando en los baños de Qoñoq, próximo al tambo e Cajamarca. Este príncipe, mientras sus fuerzas perseguían al ejército de Wascar Inka, envió a un “apo” o capitán para que espiara de cerca de los españoles y le informara sobre su número y sus costumbres. En efecto, después de observarlos, le mandó decir que eran pocos y “unos ladrones barbudos salidos del mar” que venían “caballeros en unos carneros (llamas)tan grandes como los del Collao” y que estos extranjeros “no eran hombres de guerra, y que sus caballos se deslizaban de noche” y que con solamente “doscientos” hombres los “mataría a todos ellos”. Los españoles, al amparo de su presuntuosa confianza, avanzaron sin dificultad hasta el valle de Amotape y después de quemar vivos y ahorcar a los curacas que intentaron oponérseles acamparon en el paraje del Kuraka Tangarará, en la parte baja del valle de chira (próximo a la bahía de Payta). Un tiempo después, quizás a mediados de julio, fundaron el pueblo de San Miguel, el primer enclave europeo en la costa del Perú. En este pueblo permanecieron varios meses, imponiendo el terror y depredando a sus indefensos habitantes, a la espera de los resultados de la guerra civil Inka. Según testigos peruanos, Wascar Inka también recibió informes de los abusos que hacían los españoles. Los mensajeros tallanes le avisaron que con sus nuevas armas habían sometido a los pueblos del litoral y se habían establecido en el valle de “Tangarará”. Los mismos testimonios refieren que el Inka, intuyendo el peligro que se cernía sobre el Tawantinsuyo, ordenó nuevos reclutamientos y el envió de espías a Huamachuco para saber la actitud de Atao Wallpa con los extranjeros. estos evidencias disipan definitivamente la versión de Zárate. Gómara Garcilaso, según la cual Wascar Inka pidió auxilio militar a los españoles contra su hermano Atao Wallpa. De la confrontación cronológica que hemos hecho, se colige cuando los españoles acamparon en el pueblo de Tumbes, Atao Wallpa ya estaba en el tambo de Cajamarca y
cuando en mayo, Pizarro llegó al valle del río Chira, Atao Wallpa estaba en Guamachuco desde cuya provincia había enviado a sus “segundas personas” Kiskis y Chalko Chima en persecución de Wanka Auki, al que derrotaron sucesivamente en el páramo de Pum-pum y en Yanamalca, en el valle de Jauja.

 

2°. EL TRIUNFO DE LA REBELIÓN DE ATAO WALLPA

Probablemente en junio de este año, Wanka Auki, después de su derrota en Yanamalca, fue sustituido por Mayta Yupanki. Aunque este valeroso capitán legalista contuvo en el paso de Anqoyaku por casi un mes el avance de los rebeldes, al final se replegó al Tambo de Vilcas (Willka Waman)y luego hasta la ciudad del Cusco. Kiskis y Challcochima, que iban en su seguimiento,- antes de legar al puente del Apurímac- se desviaron a los páramos de Cotapampa para atacar por esta parte al ejército de Wascar Inka. Varias crónicas dicen que Wascar para contener esta poderosa ofensiva, extendió sus defensas a lo largo de la margen derecha del río Apurímac, seguro de vencer en una sola batalla al ejército rebelde. Según nuestros cálculos, esta acción- que llamamos de Cotapampa- se libró en agosto de este año. Los cronistas, sarmiento, Cabello Valboa y Murúa, refieren que los primeros encuentro fueron favorables a Wascar Inka y que esta batalla la perdió por su imprudencia. Según estas versiones, cuando Wascar intentó personalmente rematar prisioneros por aquellos imponderables de la historia la segura victoria de Wascar Inka, se trocó en su infortunada e inesperada derrota militar. En los días siguientes, los capitanes ataowallpistas entraron triunfalmente en la ciudad del Cusco y luego de ejercer severas represalias con los partidarios de Wascar Inka, de profanar y quemar el cuerpo de Tupa Yupanki, obligaron a los sobrevivientes a reconocer la autoridad de Atao Wallpa y rendirle pleitesía postrándose ante su estatua pomposamente llamada: “Ticci Cápac” (Teqse Qhapaq), señor del mundo . a. La Trampa de Cajamarca. Atao Wallpa, después de la derrota de Wascar Inka puso atención en los “Qhapaq qocha” o españoles que estaban en el pueblo de San Miguel y se interesó por reconocerlos. Se dice que con este propósito resolvió atraerlos hasta el tambo de Cajamarca para quitarles sobre seguro sus armas y las bestias que cabalgaban, confiando despreciativamente en la incauta jactancia de sus capitanes. De esta manera que éstos no eran “hombres de guerra” . Según la perspectiva Inka, Pizarro mordió el anzuelo y el 24 de setiembre de este año de 1532, emprendió su audaz aventura para verse con Atao Wallpa con más o menos 110 infantes y 67 jinetes, sin contar a los esclavos negros, mesoamericanos, cañaris y otras gentes que se le unieron en esta fascinante marcha al campamento del príncipe rebelde. El itinerario español de san Miguel al tambo de Cajamarca, fue azaroso y lleno de incidencias. El temor y la desconfianza de la soldadesca eran tan manifiestos que si no hubiera sido la enérgica actitud de Pizarro, habrían preferido seguir por la costa que afrontaron los riesgos del camino a Cajamarca. Francisco de Xerez,- testigo presencial de estos hechos- refiere que cuando un capitán Inka llegó a sarán con regalos de Atao Wallpa, al ver que era el mismo que los había espiado en el pueblo de Poechos, creció más la desconfianza y la incertidumbre. El indicado cronista, refiere que este “Apo”, luego de dar a Pizarro el mensaje de Atao Wallpa, le dijo que su “señor lo esperaba de paz” en el tambo de Cajamarca y le entrego los regalos que le enviaba: “dos fortalezas a manera de fuentes para que bebiera” y “dos cargas de patos secos desollados para que, hechos, polvos, se sahumaran con ellos” . Diego de Trujillo- otro testigo de esta escena- dice que cuando le preguntaron al “apo” qué significaba el último y extraño regalo, éste les respondió burlonamente: que Atao Wallpa así les iba a poner los cueros de todos ellos si no le devolvían todo lo que habían “tomado en la tierra ”. el mismo cronista añade que cuando Atao Wallpa, intuyendo el peligro, quiso ordenar la muerte de los españoles, este “apo” jactanciosamente le mandó decir: “no envíes vengan, que yo los daré atados a todos a todos, por que a mi sólo me han miedo”, pero no que si había de matarlos, conservara la vida de tres de ellos : del herrero forjador de espadas, del “volteador” el volatinero de la hueste y del barbero que a los jóvenes hacía “mozos”. Raúl Porras, comentando esta selección cultural, dice que los incas, de haber apresado a los españoles, habrían elegido esta “síntesis helénica ”: el arte, el deporte y la belleza . Otro cronista recuerda que este capitán Inka era tan desenvuelto que caminaba entre los españoles como si siempre hubiera vivido con ellos, tanto que lagunas veces les pulseaba las fuerzas y otras, hasta les tiraba de las barbas para cerciorarse si eran o no postizas . Se afirma,- que los informes jactanciosos de este capitán- perdieron a Atao Wallpa, que sin tenerlos en cuenta, los dejó avanzar pacíficamente hasta el tambo de Cajamarca. Sin embargo, otro presencial refiere que los soldados, de todas maneras caminaban con miedo y con mucho temor de caer en alguna celada de Atao Wallpa en las serranías de Cajamarca. Más aún, cuando un kuraka torturado en la localidad de Zaña, les dijo que les estaba esperando con “cincuenta mil hombres de guerra” en el valle de Cajamarca, si entonces no hubiera mediado la resuelta actitud de Pizarro, la soldadesca habría preferido seguir a Chincha, que afrontar los peligros en el camino a Cajamarca. Aunque algunos hombres prudentemente regresaron al pueblo de san Miguel, la mayoría de ellos, que no temían más que perder sus vidas, resolvieron seguir adelante con cautelosa precaución sin probar los alimentos que Atao Wallpa le enviaba, confiando más en Dios que en sus armas y caballos . Este miedo y zozobra de los españoles acrecentaron la confianza de Atao Wallpa y de sus capitanes. Cuando un kuraka tallán informó a un pariente de este príncipe, que éstos eran hombres valientes y guerreros, que cabalgaban en bestias que corrían como el viento, que tenían espadas que cortaban a un hombre de por medio y otras armas peligrosas, después de escucharlo, le dijo desdeñosamente que todo: “era nada” y que fuera sin temor . Titu Kusi Yupanki, lamentando esta confianza, cuenta que su tío Atao Wallpa, seguro de su poder, no hizo caso de los españoles y que por ser pocos, no los tuvo “para un almuerzo” . Los españoles, por su parte, vivían a su vez, la certidumbre de su aventura. No sabían lo que les esperaba en el tambo de Cajamarca. Un cronista presencial refiere que cuando le avisaron y miraron a lo lejos los millares de toldos blancos del ejército de Atao Wallpa que se extendían a más de una “lengua y media de valle”, quedaron tan espantados, que con mucho esfuerzo disimularon su “flaqueza”, para que la gente que los acompañaba no se percatara de su miedo de su vacilación . La hueste llegó a Cajamarca en la tarde lluviosa del 15 de noviembre de este año a 1532. Pizarro, en previsión de alguna celada, acampó en la plaza del tambo de inmediato comisionó a Hernando de soto para que con una escolta de jinetes fuera al campamento de Qoñoq para conocer a Atao Wallpa e invitarlo a cenar esa misma noche. Al parecer, el propósito de esta invitación era repetir al ardid que Hernán Cortez usó para capturar al rey mexicano Montecuhzuma. Pero Atao Wallpa, haciendo gala de nuevo señor de Tawantinsuyo, no quiso recibir a soto hasta que llegó Hernando Pizarro, que nerviosamente y sin apearse del caballo, le expresó el saludo de la hueste: diciéndole – con el ánimo de engañarlo- que ellos estaban de paso al “otro lado del mar” y que venían de “paz” y como “hermanos” para invitarlo a cenar esa noche. Atao Wallpa, que ya conocía de los asesinos y robos que habían hecho en el camino, desdeñando el anillo que le regaló Hernando de soto, le dijo por intermedio del capitán Uña Chullo: que por estar ocupado, iría a verlos al día siguiente. Según otras versiones, Atao Wallpa encaro a Hernando Pizarro, diciéndoles que ya sabían de los robos y crueldades que habían hecho a lo largo de la costa, y que luego de pedir que soto hiciera algunas cabriolas con su caballo, los despachó con al advertencia de que irían al siguiente día . Como es fácil imaginar, los españoles jactanciosamente y en corrillo de soldados contaron cosa para magnificar su aventura en el campamento de Atao Wallpa. Pizarro por su parte después de escuchar el informe de su hermano Hernando, tomó todas las precauciones para evitar alguna sorpresa de la gente de Atao Wallpa. b. La doble celada. Pizarro, al conocer la displicencia actitud de Atao Wallpa con sus comisionados, sospechando que al día siguiente no cenaría con ellos cambiando de planes, preparó otra celada para atraparlo en la plaza misma del tambo y en medio de su pomposo cortejo. Francisco de Xerez, - secretario de Pizarro- testigo ocular de estos hechos, dice que precautoriamente: “El gobernador mandó secretamente a todos los españoles que se armasen en sus posadas y tuviesen los caballos ensillados y enfrenados, repartidos en tres capitanías, sin que ninguno saliese de su posada a la plaza; y mandó al capitán de artillería que tuviesen los tiros asentados hacia el campo de los enemigos, y cuando fuese tiempo les pusiese fuego. En las calles por donde entran a la plaza puso gente en celada; y tomó consigo veinte hombres a pie, y con ellos estuvo en su aposento, porque con él tuviese cargo – de prender la persona de Atabalipa. Y mandó que fuese tomado ávida; y a todos los demás mandó que ningún saliesen de su posada, aunque viesen entrar a los contrarios en la plaza, hasta que oyesen soltar la artillería, Y que él tenía atalayas, y viendo que venían de ruín arte, avisaría cuando hubiesen de salir; y saldrían todos de sus aposentos, y los de a caballos, cuando decir ¡Santiago!” . Atao Wallpa, a su vez, para atrapar a los españoles y hacer con ellos una especie de cacería o “chaku”, ordenó que el capitán Orominavi Rumiñagui con lazos y cuchillos (tumi) rodease el tambo para ninguno escapara . De esta manera, Atao Wallpa, con la excusa de que debían devolver todo lo robado desde san Mateo hasta allí, los apresaría a todos. Cajamarca se convirtió así trágico escenario de una doble celada, urdida el uno contra el otro. Pero por aquellos azares de la historia. Atao Wallpa llevó la peor parte y víctima de su imprudencia. Cayó prisionero en el crepúsculo sangriento del 16 de noviembre de 1532, acabando así, sin pena ni gloria su infausta rebelión. Titu Kusi Yupanki recordando este desgraciado suceso, dice con sarcasmo, que su tío Atao Wallpa lo apresaron por presuntuoso y confiado. Pues, cuando él tramaba cenarse a sus invitados, éstos se lo almorzaban con presteza y temeridad. De las versiones conocidas, se colige que Atao Wallpa acudió al tambo de Cajamarca, no para una visita protocolar a los españoles, sino para impresionarlos con su poder y exigirles que pusieran en la plaza todo lo que habían robado en el camino. En efecto, haciendo gala de su magnificencia salió de su campamento entrada la tarde, sin importarle un comino que “unos aventureros los estuvieran esperando” . Lo que ocurrió después está lejos de la imaginaria descripción de esta tragedia hizo Garcilaso de la Vega . Como se sabe por las propias versiones españolas, Atao Wallpa sabía que los recientes llegados eran mala gente y no pre-suntos “dioses”, como refiere el mismo cronista, menos aún que gimoteara ante la presencia del fraile dominico Vicente Valverde. Toda esa leyenda negra sobre la actitud sumisa del príncipe es pura ficción. La verdad es que Atao Wallpa con su fastuosa corte, entró en la plaza de Cajamarca con la arrogancia del nuevo señor del Tawantinsuyo, dispuesto a humillar a los españoles y castigarlos delante de la gente y por los crímenes y depredaciones que habían hecho en la costa del Tawantinsuyo y tierra adentro. Juan Ruíz de Arce –testigo ocular de este suceso, refiere que el fraile Valverde, - fue parte del ardid- que para asegurar a su víctima, salió a recibirle y tratando de atraerle hacia donde estaba escondidos los españoles, le dijo: “Atabalica: el gobernador te está esperando para cenar y te ruega que vayas, porque no cenará sin ti. . Él respondió: Habéisme robado la tierra por donde habéis venido y ahora estáme esperando para cenar. No he de pasar de aquí si no me traéis todo el oro y plata y esclavos y ropa que me traéis y tenéis, y no lo trayendo téngoos de matar a todos”. Pidiendo al dominico el libro que llevaba en las manos y burlándose de él, lo arrojó sobre la multitud y el fraile, perdiendo los estribos, fue corriendo donde Pizarro, que estaba al acecho de los resultados de su ardid . Textualmente o no las frases que Ruiz de Arce atribuye a Atao Wallpa, otros testigos presenciales refieren que cundo este príncipe se ponía de pie en su litera para ordenar el ataque, Pizarro advirtiendo esta actitud, con las consignas: ¡Santiago a ellos!, jinetes y soldados saliendo de sus escondites, arremetieron violentamente contra él y lo apresaron en medio de las mayores matanzas que registra la historia americana . De esta manera acabó la efímera victoria de Atao Wallpa y no la del Tawantinsuyo, como falsamente se afirma. Y lo que es más, por aquella ironías históricas, más que los propios españoles, los incas del bando cusqueño de Wascar celebraron como suya esta increíble hazaña que conmovió desde sus cimientos la estructura misma del Imperio y constituyó el detonante político de sus luchas intestinas, cuyos bandos comenzaron a disputarse el apoyo de los españoles a favor de sus propósitos, sin percatarse de sus manifiestos objetivos de conquista. Inmediatamente o poco después de esta tragedia, debió ocurrir el regateo de Pizarro con Atao Wallpa sobre los términos y condiciones de un rescate en oro y plata para dejarlo en libertad. Aunque algunos autores insisten todavía –siguiendo las versiones cuantiosas suma de éstos metales, los testigos presenciales peruanos y los de oídas sostienen lo contrario . Es decir, que fueron los Pizarro, ávidos de estos metales, los que exigieron para satisfacer su codicia y la de sus soldados que pedían este rescate como botín de guerra. Para las formalidades del caso, Pizarro ofreció por “escritura pública” dejarlo libre una vez que renunciara el codiciado rescate. Aunque se pretenda negar este género de extorsión, fue costumbre de los conquistadores, extorsionar a lo s prisioneros con la amenaza de muerte, para exigirles rescate para atender sus necesidades bélicas y pagar a la soldadesca. Por ejemplo: Tomalá y Lachira pagaron un rescate para salvar sus vidas. El “obispo de Pachacamac” en Cajamarca, Wila Oma y el propio Manko Inka en el Cusco, pagaron cuantiosas sumas de oro y plata para quedar libres, entre otros casos, etc. La crisis política en el Tawantinsuyo se agudizó más cuando se supo que Wascar Inka, su madre Mama Rawa, Wanka Auki y otros capitanes habían sido muertos camino a Cajamarca (según se afirma en la localidad de Andamarca) . Conocida esta trágica noticia en algún lugar del Cusco, un grupo de los hijos de Wayna Qhapaq eligieron al joven Manko Inka Yupanki para sucederle en el gobierno Imperial . En Cajamarca, con el arribo de varios hijos de Wayna Qhapaq enemigo de Atao Wallpa , la situación de este príncipe se complicó y su vida quedó pendiente de las intrigas y conciertos del bando legalista con los españoles, interesados en negociar políticamente la restauración del gobierno del Tawantinsuyo. Atao Wallpa en esta encrucijada política fue entendido con la amargura que su suerte estaba echada en manos de los españoles y de los cusqueños legalistas. Su situación se le hizo más difícil, porque el oro y la plata para el rescate llegaban lentamente y se vencían los dos meses de plazo que habían dado para juntarlo. Mientras el bando legalista entorpecía las remesas, los curacas no que querían despojarse de sus joyas y ofrendas, pese a las amenazas de muerte. En una palabra, Atao Wallpa- que había perdido autoridad con su cautiverio-, para reunir el rescate en el plazo señalado, en enero de 1533 envió dos expediciones de Cajamarca: una, al centro religioso de Pachacamac y otra, al Cusco para que trajera el oro y la plata de estos lugares. Atao Wallpa, para justificar la profanación del templo del ídolo de Pachacamac, dijo a los españoles que este era “mentiroso”: Había dicho que su padre Wayna Qhapaq no moriría y murió, que su hermano Wascar ganaría la guerra y perdió. Que él vencería a los españoles y estaba preso. Con estos argumentos, mandó a poner cadenas al “obispo” de Pachacamac que había ido a verlo, a la vez que los españoles le exigieron también un cuantioso rescate . La expedición a Pachacamac fue dirigida por un hermano de Atao Wallpa (cuyo nombre aún desconocemos) y los capitanes Urco Waranqa y Mayta Yupanki, los cuales llevaron bajo su responsabilidad a Hernando Pizarro y a su pequeña hueste de jinetes y peones. Esta expedición salió de Cajamarca el 5 de enero de 1533 y llegó a este centro religioso el 2 de febrero después de una larga caminata por la sierra y la costa. Según varios testimonios españoles, Pachacamac era entonces como Roma para los cristianos y la meca para los moros. A este famoso adoratorio acudían en sus tiempos densas romerías desde la costa ecuatorial y de las lejanas serranías del Tawantinsuyo. El saqueo del adoratorio de Pachacamac fue espectacular. Hernando Pizarro y su gente, garantizadas sus vidas con la de Atao Wallpa, impunemente profanaron el templo del “Ídolo de Pachacamac” y el “templo del sol”. “Desmantelaron residencias y saquearon ofrendas de las tumbas más respetadas. El testigo Martín Tocari dice que: “Vió que de la casa del sol del dicho valle de Pachacamac y del adoratorio del ídolo Pachacamac y delos tesoros y depósitos y entierros y mamaconas que allí había sacaron muy grande cantidad de oro y plata de vasijas y cántaros y tinajas, cocos, ollas y cazuelas y culebras y sapos, tigres y leones y hombres y mujeres y potras muchas hechuras de diferentes maneras todo de oro y plata lo cual todo vio dar y entregar al dicho Hernando Pizarro..” . Aunque los españoles dicen que la mayor parte de la riqueza de los templos de Pachacamac habían sido escondidos antes de que ellos llegaran , el testigo citado y otros dicen que la cantidad de oro y plata que se reunió en la casa del funcionario Inka Chumpi Sawa, fue tan grande que resultó imposible calcular, que con la ropa y ganado que se juntó, se necesitaron de diez mil hombres para llevarlo hasta Cajamarca . Terminando el saqueo de este adoratorio – el 26 de este mes-, el hermano de Atao Wallpa con Hernando Pizarro y sus caballos herrados con herrajes de plata por falta de hierro, emprendieron el camino al tambo de Hatun Xauxa donde estaba Chalko Chima, el más temido de los capitanes de Atao Wallpa. El objetivo de este viaje, además de recoger el oro y plata que venían del Cusco, fue disuadir a este jefe rebelde para que fuera a Cajamarca. Los cronistas no están de acuerdo de la forma como Chalko Chima dejó su ejército desobedeciendo la orden de Atao Wallpa. Aunque algunos de ellos insisten en que fue por la fuerza, un testigo presencial dice que fue persuadido de “buenos modos” por el hermano de Atao Wallpa. De cualquier manera, Chalko Chima cometió una grave falta militar que lo pagaría con la tortura y la muerte. El 14 de abril, - dos días después de la llegada de almagro a Cajamarca con 200 soldados- los expedicionarios regresaron a este tambo con el oro de Pachacamac y su importante presa . El encuentro de Atao Wallpa con Chalko Chima, debió ser tenso y sombrío. Según el cronista Pedro Pizarro, descalzo con una carga en la espalda se postró. Según el cronista pedro Pizarro, descalzó con una carga en la espalda se postró a sus pies y el príncipe disimulando su disgusto le dijo serenamente: “séas bienvenido” Chalko Chima . Otro cronista que presenció las sutilezas de este saludo, refiere que Atao Wallpa le “pesó mucho” la venida de su capitán y que por disimularlo le manifestó “que le placía” . Pero cualquiera que hubiera sido la reacción del regio prisionero, lo cierto es que Chalko Chima inexplicablemente, también había metido la cabeza en las fauces del León. En efecto, Almagro lo atropello con su caballo. Francisco Pizarro le pidió con avilantez la cuenta de los tesoros de Wascar Inka y Hernando de Soto ante su negativa, cobardemente lo torturó con fuego y se dice que habría muerto en este suplicio, si Hernando Pizarro no lo salvara de esta crueldad. De todos modos, el capitán ataowallpista quedó lisiado con los “nervios encogidos de los brazos y las piernas” . En la primera quincena del mes de junio, Atao Wallpa por fin reunió el rescate exigido, seguro de que después quedaría libre para regresar a Quito. En efecto, el 18 de este mes, se hizo el reparto del oro y la plata entre sus habidos captores. Como era de esperar, los Pizarro tomaron la parte del León. Según los documentos hallados por Rafael Loredo, el monto de rescate alcanzó la suma de 1’326.599 pesos de oro, tocándole a la gente de Almagro, la cuota de gracia de 20,000 pesos de este metal . c. La muerte de Atao Wallpa. Pasada la euforia del reparto, Pizarro simulando cumplir con su palabra, mandó leer por pregón al son de trompetas que: “Daba por libre” a su regio cautivo, pero con la dramática adición y burla, que Atao Wallpa, seguiría preso hasta que llegaran más españoles . Con esta burda parodia se consumó el engaño al incauto príncipe y la escritura pública del “rescate” quedó como papel mojado. Con esta aleve declaración de Pizarro, los beneficiados tangenciales de esta traición fueron por sarcasmo la gente del bando cusqueño, que deseaban acabar con Atao Wallpa por mano de los españoles . Es posible que Atao Wallpa, convencido de que se tramaba su muerte buscara el apoyo de los capitanes quiteños para escapar de la prisión o quizás se trató solamente de una intriga más contra él y Chalko Chima. Lo cierto es que Pizarro tomando el vuelo de este rumor, mandó hacer “una larga información” contra su prisionero, con tal maña que resultó probada su presunta conspiración. Luego de una “parodia de juicio”- según r. P. Rubén Vargas Ugarte- fue condenado a morir “quemado vivo” . Después de nada sirvió la protesta de los capitanes de Atao Wallpa y de la propia gente española. Pizarro se mostró tan inflexible que rechazó la propuesta para que se aumentara el monto del rescate y que el príncipe fuera enviado a España . Concluido el proceso, Atao Wallpa aceptó ser bautizado con el nombre de “Francisco” (y no de Juan) para no ser quemado vivo. Conmutada su sentencia, en el crepúsculo del 26 de julio murió agarrotado en la plaza de Cajamarca. Su muerte -como esta indicado- no significó el final del Tawantinsuyo como erradamente se cree, sino el termino de su infausta rebelión . Por sarcasmo histórico, la muerte de Atao Wallpa causó tanta satisfacción y alegría la bando legalista cusqueño. Que de hecho se alió con los españoles para recuperar la ciudad del Cusco y restaurar el gobierno legítimo del imperio.

3°.LA MARCHA AL CUSCO Y LA RESTAURACIÓN DEL GOBIERNO INKA DEL TAWANTINSUYO

Aunque con la muerte de Atao Wallpa –en la circunstancia descrita- acabó la rebelión contra el gobierno de Wascar Inka, sin embargo, la guerra civil continuó solapadamente entre las banderías inkas y se agudizó más, cuando Kiskis se opuso a la marcha de los nuevos aliados al Cusco y “Rumiñahui” se enfrentó después en las provincias ecuatorialesa la fuerzas del español Sebastián Benalcázar y del bando legalista en 1534. Aunque el príncipe Manko Inka había sido elegido gobernante del Tawantinsuyo a la muerte de Wascar, Garcilaso de la Vega dice que en el Cusco, Kiskis propuso a “Paullu”que no tenía resistencia entre los grupos rivales- para que se le conociera como Inka de transacción y que este príncipe no aceptó la propuesta respetando el derecho de su electo hermano Manko Inka . Titu Kusi Yupanki afirma a su vez, que el Intip Apun Wila Omasacerdote y capitán del sol- con clara visión del peligro extranjero que se cernía sobre el imperio, propuso a los bandos que depusieran sus odios y se unieran para echar a los españoles de la tierra. Según el mismo cronista, les dijo: que si estos habían engañado y muerto a Atao Wallpa, seguramente no venían de lejos a obedecer, sino a mandar. Aunque invocó después otras razones políticas y militares, infortunadamente su admonición no fue escuchada por los rivales, quienes prefirieron destruirse un al otro a cualquier precio, incluso en beneficio de los enemigos . Entre tanto en Cajamarca, se jugaban otros intereses políticos . Mientras Pizarro aspiraba a la elección de un Inka “amigo”, los capitanes de Atao Wallpa y del bando legalista, entre ellos Challco Chimay Tizo Yupanki, acordaron que el príncipe Tupa Wallpa dirigiera la marcha al Cusco para restaurar el gobierno del Tawantinsuyo . Resuelto transitoriamente el problema político, Tupa Wallpa con Pizarro y su casi medio millar de españoles, partieron del Tambo de Cajamarca el 11 de agosto de este año de 1533, rumbo a la gran ciudad del Cusco y dos meses después, vencida una escaramuza con la gente de Yucra Wallpa, el 14 de octubre ocuparon el tambo de Hatun Xauxa. El Cronista Pedro Sancho de la Hoz, refiere que : “Los naturales salieron todos fuera del camino para ver a los cristianos, celebrando mucho su venida...en ese sitio quisieron que entrase más el día, pero viendo que no parecía ninguna gente de guerra, comenzaron a caminar para entrar en la ciudad, y al bajar aquella pequeña cuesta , vieron venir corriendo a gran furia un indio con una lanza enhiesta, y llegando a ellos, se halló ser un criado de los cristianos, el que se dijo su amo enviaba a que les hiciera saber que debían darse prisa porque los enemigos estaban en la ciudad, y que dos de los cristianos de a caballo se habían adelantado de los demás, y habían entrado a ver los edificios que había en ella, y yendo registrándola, vieron unos veinte indios que salían de ciertas casas con sus lanzas y otras armas, llamando a los otros para que salieran y vinieran a juntarse con ellos. Los dos cristianos viéndolos juntarse, sin hacer caso de sus gritos ni clamores dieron sobre ellos y mataron algunos y pusieron en huída a otros, los cuales se fueron luego de juntar con los que habían venido a su socorro y formaron un montón como doscientos, a los cuales de nuevo acometieron los españoles en una calle angosta, y los rompieron, haciéndolos retroceder hasta la orilla del gran río que pasa por aquella ciudad..” (1968.p. 290 ). Después de la escaramuza o guazapa Tupa Wallpa acordó descansar en este tambo, mientras que una vanguardia Inka con el capitán Soto iba en seguimiento de Yuqra Wallpa, quien sin combatir se fue retrayendo al tambo de Vilcas (Willka Waman).
En alguno de los días siguientes, Tupa Wallpa, antes la consternación general murió, intempestivamente de la dolencia que antes venia sufriendo . Aunque se intentó culpar a Challko Chima de haberle envenenado con hierbas, esta presunción no paso de rumor de sus enemigos, pues según carta del Cabildo de Jauja, no hubo “averiguación ni certinidad” que lo responsabilizara de este infortunado suceso . Con la muerte de Tupa Wallpa, se produjo una nueva crisis: La elección de un Inka que lo sustituyese. Los bandos rivales no se pusieron de acuerdo. Mientras Challko Chima propuso a Tupa Atauchi, - hijo de Ata Wallpa-, la gente del bando legalista mantuvo su posición, que el nuevo Inka debía ser necesariamente del Cusco . Sancho de la Hoz dice que Pizarro, tratando de engañar a Challko Chima, le propuso que mandara traer al hijo de Atao Wallpa , ofreciéndole apoyar para que él fuera su regente hasta que éste tuviera edad de gobernar y para darle confianza , mando que le quitaran las cadenas, pidiéndole- en compensación- convencer a Kiski para que depusiera las armas y viniera en paz. Challko Chima maliciando el embuste, no aceptó la propuesta de un capitán que no sabía cumplir su palabra . Sin que los jefes incas se pusieran de acuerdo, los aliados acordaron proseguir su marcha a la ciudad del Cusco . El 24 de este mes, salió de Jauja una vanguardia Inka con Hernando de Soto y auxiliares Wanka contra las fuerzas de Yuqra Wallpa. El 28 del mismo , incas y españoles partieron de este tambo. Pizarro con 40 jinetes y 30 infantes. La vanguardia aliada- entre tanto- después de una larga caminata por las abruptas serranías y vadear ríos, en la madrugada del 31 de octubre o 1° de noviembre, sorpresivamente ocupó el tambo o pueblo de Vilcas (Willka waman) y al no encontrar al capitán ataowallpista, sospechando algún ardid, salieron del tambo. En efecto, en sus cercanías se toparon con Yuqra Wallpa. La batalla que libró fue la primera de su género entre los españoles y un ejercito Inka. Si los españoles hubieran peleado solos, su aniquilamiento y derrota habría sido total. Pero en esta oportunidad, salvaron sus vidas por el apoya militar de las tropas legalistas y el de los Wanka, cuya participación silencian olímpicamente las crónicas españolas. En realidad, esta batalla fue una más de la latente guerra civil Inka, donde se derramó por ambas partes más sangre peruana que española. Es importante aclarar que hasta esta momento, los incas creían estar utilizando a los españoles como fuerzas mercenarias – con sus armas de fuego y su briosa caballería – para acabar con la rezaga ataowallpista de Apu Kiski y restaurar el gobierno imperial . Después de esta acción, Yuqra Wallpa se replegó al Cusco quemando a su paso los puentes sobre los caudales de los ríos Pampas Y Apurímac. La vanguardia aliada, después de algunos días de descanso en Vilcas, siguiendo al capitán ataowallpista , vadeó peligrosamente el río Apurímac y llegó a los bajíos de la sierra de “Vilcaconga” (Willka kunka). Según varios testimonios, cuando ascendía su accidentada cuesta, el 8 de noviembre, fue violentamente sorprendida por Kiskis y Yuqra Wallpa parapetados en este lugar . En el ataque ataowallpista murieron cinco españoles aplastados por un alud de piedras. Todos habrían desaparecido desastradamente si la noche no los hubiera librado de su trágico final . al día siguiente cuando amaneció, se dieron con la sorpresab que los capitanes rebeldes habían dejado la sierra y se habían retirado al Cusco. Según las crónicas españolas, los ataowallpistas se replegaron, al escuchar el tañido de la corneta de la gente de Almagro que acudía en auxilio de Soto y según Titu Kusi Yupanki, por la proximidad del ejército de su padre Manko Inka Yupanki que iba en ayuda de los españoles. Nosotros nos inclinamos por la segunda versión que explica el encuentro histórico de Manko Inka Yupanki con Pizarro y su gente, en la cuesta de Vilcaconga o en el pueblo de Xaquixaguana o Xaxaguana, como escribe Garcilaso de la Vega . Este trascendental encuentro ocurrió el 12 ó 13 de noviembre de este año de 1533. Titu Kusi Yupanki dice que en esta entrevista, Manko Inka y Francisco Pizarro se “confederaron en uno” contra la gente de Atao Wallpa y que por esta alianza, Pizarro reconoció la autoridad del electo joven Inka y se comprometió a servirlo para restaurar el gobierno imperial, aunque Wila Oma –el hombre más poderoso después del Inka- se opuso a esta alianza e insistió en que Manko Inka y Kiskis se unieran contra la nueva gente. Al final, acató la resolución del Inka, confiando quizás, en que una vez consolidado el poder real, los españoles podrían ser fácilmente reprimidos si se desmandaran en la tierra . Esta infortunada alianza, que rebasó los cálculos políticos y militares del Inka, se consumó con un hecho trágico: la quema de Chalko Chima, quien murió valerosamente devorado por el fuego sin renegar de sus divinidades tutelares, clamando venganza a Pachacamac y Wanakaure contra los nuevos aliados . Al día siguiente, el 14 ó 15 de noviembre, derrotado por apo Kiskis en Paukarpata, luego de un conato de resistencia , Manko Inka con su “magnifico aliado” Francisco Pizarro, entró triunfalmente en la gran ciudad del Cusco. Dos o tres días después de su entusiasta recibimiento, a Manko Inka le ciñeron la maskapaycha en el templo del sol y fue reconocido por señor del Tawantinsuyo. Terminada esta ceremonia, el joven Inka con 5,000 soldados y 50 auxiliares españoles salió del Cusco y en el sitio de Zapi (Paruro) derrotó a Kiskis y lo hizo huir al Chinchaysuyo . Estas evidencias prueban definitivamente que Francisco Pizarro no conquistó la ciudad del Cusco como se afirma, menos aún que “nombrara” a dedo a Manko Inka como al nuevo señor del Tawantinsuyo sino que -como está indicado-, Pizarro entró al Cusco por voluntad de Manko Inka Yupanki, elegido luego de la muerte de Wascar en diciembre de 1532. Queda así en claro que Pizarro entró a esta urbe nada más que como aliado y auxiliar del Inka. En efecto, el jefe español cumplió su compromiso. Ayudó a Manko a consolidar su autoridad y, después, a derrotar a los ataowallpistas en Zapi (noviembre de 1533) y en Maracaycalla, a fines de mayo de 1534.

 

4°. LIQUIDACIÓN DE LA RESISTENCIA REBELDE DE QUITO

Mientras se sucedían estos hechos en febrero de 1534, Pedro de Alvarado gobernador de Guatemala, desembarcó con 500 hombres en la bahía ecuatorial de Caráquez para disputar a Pizarro la posesión de la importante región de Quito para llegar primero a este centro Inka que lo imaginaba tan opulento como el Cusco, donde estarían guardados los presuntos tesoros de Atao Wallpa. Entre tanto, “Zopezopagua” gobernador de Quito y “Rumiñagui” , se pusieron en defensa para evitar que ninguno de ellos llegara a la ciudad de Quito. Dejando a Pedro de Alvarado a merced del clima tropical y de la barrera de daule, ambos acordaron contener la marcha de Benalcázar en la sierra de Zoropalta.. Infortunadamente no lograron su objetivo, por que Benalcázar recibió el apoyo de 3,000 cañaris, de los curacas leales al Cusco y de otros que eran enemigos de los incas que aspiraban con su ayuda salir de la hegemonía cusqueña. La heroica resistencia de “Zopezopagua”, “Rumiñui” o “Orominvi” está descrita con lucidez y erudición por Luis Andrade Reimiers. Este destacado historiador ecuatoriano, relata con realismo el ardid de Chuquitinta que simulando temer a los caballos se replegó a la sierra para atraer a Benalcázar a este accidentado territorio y usar con él la táctica de desgaste para derrotarlo después, como posteriormente lo hicieron Kiskis en Chaparra con de Alvarado y Almagro. Fue así, como “Ruminavi” atrajo a Benalcázar hasta la localidad de Teocajas (Tioqasa) donde le dio una recia batalla. Aunque R, Porras dice que esta acción terminó en una “noche sin triunfos”, la verdad es como sostiene Andrade Reimiers, que los españoles la pasaron tan mal que Benalcázar tuvo que escapar del lugar y cambiar de ruta para ir a Quito, como luego de la laguna de Colta a la luz de los fuegos nocturnos hasta llegar a los falderíos del Cotopaxi. Infortunadamente la erupción circunstancial de este Volcán perjudicó los planes bélicos de “Ruminavi”. Los pueblos cegados por la superstición amainaron sus ánimos y dejaron de pelear contra los enemigos, imaginando que este fenómeno natural marcaba el inicio del dominio extranjero. Así, por aquellos imponderables de la historia, Benalcázar pudo continuar su camino a la ciudad de Quito. Sin embargo, “Ruminabi” tenazmente prosiguió la lucha y pese a la adversidad se mantuvo firme contra los españoles . el cronista Cieza de León, exaltando el valor de este capitán dice que cuando Benalcázar , le pidió que se rindiera ofreciéndole que sería bien tratado, este altivo jefe oyendo esta propuesta: “Indiñóse grandemente, mirando contra los que con él estavan dixo: mira con las cautelas que estos nos quieren engañar e con que palabras nos quieren convencer para sacarnos el tesoro que ellos piensan que hay en Quito, para luego matarnos e tomarnos nuestras mugeres e hijas para tener por mancebas. Quién en Cajamarca vido el halago que los potros barbudos tan crueles hazían Atabalipa, con quanta maña le sacaron lo más del tesoro del templo de Coricanche, que modos buscaron después para le matar tan afrentosamente levantándoles testimonios grandes; no plega Dios nos fiemos destos que ni an dicho la verdad ni la dirán, antes permítanos morir a sus manos y de sus caballos que no que con nuestra voluntad nos tengan opresos y forcados a seguir sus desatinos e cumplir sus preteniones” (IIIa. 1979. LX, p. 309). Según el cronista herrera, dijo a sus soldados: “Mejor es que muramos luego por sus manos, con sus armas, i debaxo de sus caballos, quedándonos a lo menos este contento, de haver (por la defensa de nuestros dioses, de la Patria, y de la libertad)” hecho nuestro deber, como hombres honrados y valientes” (Lib. V. Cap. XI, p. 326). Entretanto, Pizarro –en el valle de Jauja- al conocer que Pedro de Alvarado quería disputarle la tierra y ocupar Quito, ordenó a Diego de Almagro que fuese en ayuda de Benalcázar. Este capitán, en marchas forzadas, llegó al pueblo de san Miguel y el 8 de mayo salió para alcanzarlo. Se dice que caminó a Tumipampa, topo con Cuxi Yupanki que llevaba el cuerpo de Atao Wallpa a la ciudad de Quito, que según se afirma fue muerto después por “Rumiñagui” temeroso de que le disputara el mano del ejército para combatir a los españoles (R. Porras. 1978, p. 329; J. De Betanzos. 1987, p. 285). Benalcázar después de su odisea andina, cuando en junio de este año llegó a Quito su desencanto fue tremendo. La ciudad estaba incendiada y humo los presuntos tesoros de Atao Wallpa. Se dice que la desesperación de este capitán fue tan grande que sin resignarse a perder su codiciado botín, siguió ala provincia de los Cayambes, creyendo que allí habían sido escondidos los tesoros de Quito. En esta provincia tampoco encontró nada . Este nuevo desengaño,-según R. Porras- desató en él la “brutalidad de la conquista” que segado por la ira y en actitud “indigna de un caballero cristiano”- como afirma el cronista Herreraasesinó niños y mujeres en el pueblo de Quinche vecino al de Puritaco y dejando a su paso un reguero de sangre y fuego regresó a Quito.
En agosto de este año 1534, Almagro y Benalcázar convencieron a Alvarado para que dejara la tierra, vendiera sus naves y cediera su gente a Pizarro. Este encuentro y acuerdo circunstancial resultó fatídico para los capitanes incas, que comprendieron con tristeza que su suerte estaba echada, y que no tenían otra alternativa que luchar hasta el final y morir con dignidad según sus antiguas tradiciones guerreras. A fines de este año, los hechos se precipitaron trágicamente. En sichos, víctimas de una alevosa traición, fueron apresados los capitanes: “Zopezopagua”, “Quingalumba”, “Sina”, “Tucumango” y “Rasoraso” y poco tiempo después, también por traición el propio “Orominabi” en el peñón que llevaba su nombre. Según los trabajos de Andrade Reimiers, estos héroes con otros más, víctimas de la crueldad enemiga, murieron quemados vivos por Benalcázar, alzándose así entre el fuego y la sangre la apoteosis histórica de estos famosos capitanes incas . Por este mismo tiempo, apo Kiskis en su larga y difícil retirada del Cusco a Quito, -en setiembre de este año de 1534- topó en la serranía de Chaparra con Almagro y Alvarado. Según la crónica de Gómara y de Zárate, en este lugar se libraron varios encuentros, en los cuales Kiskis los desarticuló y se les fue de las manos, dándoles lecciones de táctica y estrategia. Esta hazaña de Kiskis, hizo exclamar al historiador peruano R. Porras, la frase: Los capitanes incas “derrotados siempre pero nunca vencidos” y evocando la proeza guerrera de esta capitán, dice que después del prendimiento de Soqta Urco en Cháparra, que: “Quisquis no presentó batalla a Alvarado, como éste había presumido. Su ejército no marchaba unido, por de pronto, iba separado en un grupo de 3,000 ó 4,000 hombres que ocupaban una extensión de quince leguas. Alvarado dio con todo su ímpetu contra uno de estos grupos y los destrozó. Pero creyendo haber desecho a Quisquis sólo había aniquilado a una grupo mínimo de su ejército . Quisquis había seguido libremente su marcha por un atajo, con el oro, las mujeres y el ganado. Más adelante dividirían nuevamente sus fuerzas y uno de sus satélites atacaría recientemente y pondría en peligro el ejército de Almagro en un paso estratégico. Esta táctica de engaño y sorpresa – que fue más tarde la de Lautaro de Araucania- revendría siglos más tarde, por innegable atavismo en el fárrago de nuestras luchas republicana, adquiría el nombre propio quechuizante que le correspondía: la Huaripampeada. Huaripampeado Alvarado, Quisquis envió una división que cayó de sorpresa sobre las tropas de almagro. Iba al frente de ellos Huaipallca o Huaynapalcon (su nombre correcto es Waypar, hijo de Wayna Qhapaq). Almagro fue sorprendido en la subida de una cuesta. Las lanzas , las corazas, los arcabuces, los caballos de los españoles resultaron ineficaces por primera vez ante un instrumento de guerra inventado por los andes: Las galgas son grandes piedras hechadas a rodar desde lo alto de las laderas y cuya fuerza destructiva bien podría equipararse a la de un cañón o culebrina de la época...Almagro fue cogido en esa colina de los andes y en vano intentó escalar las alturas que se había parapetado (Waypar). Jinetes y caballos caían aplastados por aquellas furias de las montañas. Alvarado llegó y se unió a almagro en el peligro. Juntos reemprendieron la marcha, Pero a las pocas leguas se vieron con la retaguardia de Quisquis . La lucha se entablaba nuevamente . Los incas impiden a los españoles el paso de un río. Se defiende contra las armas occidentales con pura naturaleza. Los conquistadores intentaron el vado; regresan inútilmente caín aplastados por aquellas furias de las montañas . Alvarado llegó y se unió a Almagro en el peligro. Juntos reemprendieron la marcha. Pero a las pocas leguas se vieron con la retaguardia de Quiquis . la lucha se entabla nuevamente. Los incas impiden a los españoles el paso de un río. Se defienden con armas contra los occidentales con pura naturaleza. Los conquistadores intentan el vado; regresan inútilmente fatigados o malheridos. Todo un día transcurre en este forcejeo. Los incas llevan ventaja, por que se atreven aún vadear el río y enviar una partida que tome unas sierras o espaldas de los españoles y desde allí los comenzó a hostigar. El resultado de la jornada fue deplorable para Almagro. Alos 14 muertos de la víspera había que sumar más y un sin número de caballos. Los heridos eran muchos más y 18 lo estaban gravemente...”. Mientras Alvarado y almagro, severamente escarmentados regresaron a San Miguel, el victorioso Kiskis, pasando por Tumipampa y Cañar llegó hasta las comarcas de Quito culminando así una de las más extraordinarias retiradas que registra la historia americana. Cieza de León, (III parte, cap. LXXXI. P. 347) refiriéndose a su trágico final, dice que los “Guambracunas”, lo asesinaron. Zárate y Gómara, que después de un encuentro con Benalcázar, fue asesinado por un hijo de Wayna Qhapaq Inka, llamado erradamente “Guaypalcon” o “Guaypallca” por los cronistas . Gómara, rindiendo homenaje a su patriotismo y coraje, refiere que: “Dijeron los capitanes a Quisquis que pidiese la paz a los españoles, pues eran invencibles y que le guardarían amistad...Y no tentase más la fortuna, que tanto los perseguía. El los amenazó por que les mostraba cobardía y mandó que le siguiesen para rehacerse. Replicaron ellos que dice batalla, pues le sería más honra y descanso morir peleando con los enemigos que de hambre por los despoblados. Quisquis los deshonró por esto, jurando castigar a los amotinadores. Guaypalcon entoncés le tiro un bote de lanza por los pechos: acudieron luego con hachas y porras y otros muchos mataronlo. Así acabó con sus guerras, tan famoso capitán fue entre los orejones” .

 

5°. ACUERDO INKA PARA ECHAR A LOS ESPAÑOLES DEL PERÚ

Aunque Titu Kusi Yupanki dice que su padre el Inka, no sospechó –hasta 1534- de la deslealtad de sus aliados; sin embargo, es posible que Manko se diera cuenta de su peligrosidad cuando en jauja supo la noticia de que 500 españoles habían desembarcado en la bahía de Caranques y que Benalcázar con los cañari habían marchado contra los capitanes ataowallpistas, Zopezopaguana y Orominabi y en el Cusco Habían apresado a Wila Oma, -el sumo sacerdote del sol—y que lo había hecho pagar un cuantioso rescate para soltarlo. Su sospecha creció más cuando se dio cuenta de que los españoles, en trabajo desleal y de zapa, estimulaban la ambición de algunos de sus hermanos para que le disputaran el gobierno y que trataban con algunos curacas para que se alzaran contra su autoridad. En efecto, la simpatía de los curacas wancas de Chincha y de los otros más, demostraban la evidencia de estas intrigas. Los curacas, descontentos e ilusionados con la posibilidad de salir del dominio cusqueño, también habían caído en la trampa inclinándose a favor de los españoles. Pero el Inka debió comprender con certeza la peligrosidad de sus aliados, cuando cundió en el Cusco la noticia de que Benalcázar había quemado vivo a los capitanes ataowallpistas en represalia a su resistencia patriótica. Estos hechos y otros habrían demostrado al Inka- aunque tardíamente- que los españoles no eran los aventureros o mercenarios que habían supuesto, sino la avanzada conquistadora de España. Ellos,-como está indicado- sin que las facciones incas se dieran cuenta de sus propósitos de conquista, entraron a Cajamarca por voluntad de Atao Wallpa y al Cusco, como aliado del propio Manko Inka, si bien, en esta oportunidad conformista o fuera un títere de los españoles , como erradamente han supuesto algunos historiadores; sino que como prueban los sucesos posteriores, Manko Inka obró con sagacidad y firmeza, para preparar la lucha contra sus desleales aliados y echarlos del Perú. Esta prudente actitud del Inka explica que su aparente pasividad y condescendencia al desmán español de 1534 a mediados de 1535, fue nada más que un hábil recurso estratégico de la lucha. Se constata así, que su tolerancia al reparto de las residencias incas en el Cusco, a la fundación de pueblos y a la distribución de las provincias en encomiendas –como se verá después- fueron parte de todo un plan cuidadosamente calculado, con cautela política , militar y psicológica, para dar confianza y dividir a los españoles. Fue así como logró exitosamente, que Pizarro regresara a Lima, que Almagro con su gente fuera al Collasuyo y que en el Cusco quedaran pocos de ellos. Betanzos, confiable en este punto por su matrimonio con Angelina Kusi Rimy –pariente cercana del Inka- refiere que Manko, en una junta que hizo para planificar la guerra contra los españoles, Wila Oma dijo a los concurrentes que la orden que debían tener era la siguiente: “Que Paullu vaya con Almagro y lo lleve a Chile y llévelo por el camino que no escape ninguno y para esto ha de ir por los puertos y tierras estériles y faltas de comida e los cuales puertos todos perecerán ansí de hambre como de frío y yo saldré de aquí del cuzco con estos españoles y diré que quiero ir con ellos a Chile y decirle e que allá hay mucho oro y decirles he que las casa y todo lo demás es todo de oro y Paullu dirá ansi mismo a almagro y atestiguara conmigo y yo deré que ansi como vean los españoles que yo y Paullu vamos con ellos darán crédito a lo que yo dijera y ansi saldrían de la ciudad del Cuzco entre ambos con los españoles y después que yo vea que van ya encaminados a Chile huirme dellos una noche y Paullu ira con ellos y como los haya pasado los puertos los que escaparen irán derramados y sin orden y que los indios de Chile y de Copayapo darán en ellos y los mataran a todos y si no los mataren de vuelta que de allá volviese los acabaremos acá nosotros y para que Paulo a la vuelta que entienda de que ya acá hemos muerto a todos los españoles que acá quedaron que hallaría en una sierra alta señalados y hechos tierra los españoles y sus caballos muertos y con estas figuras vea Paulo haga juntar toda la más gente que pudiere y hágalos aguardar a las salidas de los puertos de otros despoblados que vendrán desordenados hambre o sed y como salgan ansi desordenados mátenlos a todos y como yo vuelva habiéndome huído de ellos habrá pocos españoles en el Cuzco, porque se habrá ido con el Macho Apo que ansi llaman al Marqués a Lima y a Pachacamac todos los demás dellos y yo vendré alzando a todo el Collao y como yo llegue al Cuzco salir sea el Capac Ingá fuera del Cuzco y ansi los mataremos a todos en el Cuzco y a todos Del Cuzco y a todos los demás de toda la tierra...y ansi concentraremos que se tuviese desto secreto ” (1987.cap . XXIX,291). En efecto, estos planes se cumplieron a cabalidad. El 3 de julio de 1535, Almagro partió rumbo al Collasuyo y a mediados o fines de agosto, Pizarro regresó a la ciudad de Lima, quedando e Cusco una pequeña guarnición española. Cieza de León , confirmando de este plan bélico, dice que después de la partida de Almagro, Manko Inka reunió en el Cusco a los principales señores del reino y en una fiesta con ellos y los orejones , les dijo : “Héos enviado a llamar para en presencia de nuestros parientes y criados deciros lo que siento sobre lo que estos extranjeros pretenden de nosotros para que con tiempo y antes que ellos se juntaran más, demos horden en lo que a todos generalmente conviene”. Y, después de recordarles el sabio y justiciero gobierno de los Incas, y recriminar la falsedad con que actuaban los “barbudos”, su insaciable codicia, crueldad y crímenes, de cómo sin razón mataron a Atao Wallpa y quemaron vivos a muchos capitanes como a Challko Chima, “Ruminavi” y “Sopesopagua” . Les expresó diciendo : “Parécceme que no será cosa justa ni honesta que tal consintamos, sino que procuremos con toda determinación de morir sin quedar ninguno, o matar a estos enemigos nuestros tan crueles. De los que fueron con el otro tirano de Almagro, nos hagáis caso, porque Paullu e Vila Oma llevan cargo de levantar la tierra para los matar”, añade el cronista, que escuchaba esta “Oración”. Todos a una le manifestaron: “Hijo eres de Guaynacapa, nuestro rey tan poderoso; el sol y los dioses todos sean en tu favor para que nos libres del cautiverio que sin pensar nos ha venido: todos moriremos de servirte” . a. Prendimiento y extorsión del Inka. Infortunadam,ente, estos planes se interrumpieron por la delación de un “mozo de servicio” o “yanakuna” de los españoles, que les informó de la conspiración que se urdía contra ellos. La inmediata reacción de los Pizarro fue apresar al Inka Titu Kusi Yupanki, relatando este incidente, refiere que los Pizarro se presentaron a su palacio y le dijeron: “sabido hemos Mango Inga que te quieres alzar contra nosotros y matarnos...sábete que manda el gobernador para que te prendamos como a tu hermano Atahualpa, para que no seas parte para hecernos mal” y en actitud violenta, sin respeto a su dignidad, le pusieron una collera al pescuezo y le llevaron a la cárcel. La reacción de los “orejones” fue de protesta e indignación y allí mismo habrían tomado las armas, si el Inka no calmara sus ímpetus. Evitó así, con serenidad y valor moral que lo enaltece, que se precipitaran los acontecimientos bélicos. Manko, para aplacar la desmedida codicia de las Pizarro y de sus secuaces, les pagó una cuantiosa suma de oro y plata para salir de prisión. Una vez libre, activo los preparativos bélicos y resolvió por todos los medios evadirse del Cusco. Esta ocasión se presentó en octubre o noviembre de este año. De acuerdo con sus capitanes, una noche sigilosamente se evadió de la ciudad y tomó el camino al Collasuyo. Cuando los españoles se dieron cuenta de su evasión, en esa misma noche con un piquete de caballería lo alcanzaron en la localidad de Mohina, trayéndolo encadenado al Cusco y puesto en prisión con su custodia de españoles. Las represalias fueron terribles. Los capitanes que lo ayudaron fueron brutalmente torturados . Al Inka, Gonzalo y Juan Pizarro lo afrentaron cobardemente exigiéndole nuevos y mayores “rescates” con la amenaza de “aperrearlo” o “quemarlo vivo”. Los Pizarro y sus secuaces perpetraron después, en su persona y sus mujeres las más sórdidas iniquidades, denunciadas por los propios españoles escandalizados por estas ruindades . En enero de 1536, los curacas de la provincia de Canas, quizás como parte de los planes del Inka, mataron al español Pedro Martín Moguer y se parapetaron en un “peñol” cercano al adoratorio de “Aconcagua”. Los Pizarro salieron del Cusco para castigarlo, pero sus intentos fracasaron. Los Canas valerosamente los pararon en seco. En vano, les pidieron que se rindieran. Pedro Cieza de León dice que los canas no solamente se negaron a este pedido, sino que a grandes voces les dijeron que preferían: “Morir con libertad que no vivir en servicio de gente tan cruel”. Sospechando los Pizarro que el Inka alentaba este alzamiento, le requirieron para que enviase un capitán a solicitar en su nombre la rendición de los Canas. Pero este capitán, contrariamente les instó para que siguieran resistiendo a los enemigos. Los Pizarro indignados por la valerosa actitud del comisionado Inka, lo apresaron y en cruel escarmiento, lo “quemaron vivo”, que sin duda murió exclamando como otro capitán torturado con fuego: “¡Viracocha! ancha misque nina (¡oh! Blancos, dulce es el fuego)” . Las versiones españolas no concuerdan de cómo fue tomad o este peñol. Solamente afirman que sus defensores lucharon hasta el final y que los sobrevivientes, antes de rendirse, prefirieron suicidarse con sus familiares ante la admiración de sus enemigos. Por otra parte, mientras se sofocaba este alzamiento, los curacas del Contisuyo mataron a su vez al español Juan Bezerril y los Pizarro volvieron a salir del Cusco para castigarlos. Cuando después de ejercer brutales represalias, regresaron triunfantes a la ciudad , se dieron con la sorpresa de que su hermano Hernando Pizarro, en alguno de los días de febrero de este año , había llegado con el cargo de teniente gobernador y la autorización para soltar al Inka. Aunque se supuso después que lo había hecho para congraciarse con el Inka y conseguir “a las buenas” que le diera oro y plata que tanto ambicionaba . En enero o febrero de 1536, Wila Oma, desde Tupiza, emprendió discretamente su vuelta al Cusco dejando a Paullo en este lugar con la instrucción de matar a los españoles en la travesía de la cordillera del Collasuyo. Mientras tanto, a su paso, regresó comprometiendo a los curacas Collas para que respaldaran la actitud patriótica de Manko Inka .Cuando camino al Cusco , le informaron las extorsiones y vejámenes que los Pizarro habían hecho al Inka, se indignó tan grandemente que llegando a la ciudad, de inmediato el capitán Anta Allca fue a verlo. La entrevista debió ser tensa y hasta dramática. El cronista Murúa dice que requiriéndolo severamente, le dijeron: “Mira señor , que mejoir es que nos defendamos y muramos por ello, que no emos de estar toda la vida en tanta sujeción y miseria tratados como a los negros de los españolesy aún con más aspereza , y ansi alcémonos de vna vez y muramos por nuestra livertad y por nuestros hijos y mugeres” Según el cronista Herrera, que Wila Oma le pidió además que aprovechara la oportunidad que los españoles estaban divididos para matarlos y “salir de la terrible servidumbre” en que estaban por haber sido generosos con ellos . Titu Kusi Yupanki, recordando estos hechos dice a su vez que su padre el Inka, en una especie de mea culpa, reconoció el error de haber permitido que estos “hijos del demonio” (supay wawakuna) entraran en la tierra y que luego de pedir disculpas, solicitó a sus capitanes que lo ayudaran contra los españoles, diciéndoles con pesar: Por vida buestra , que pues siempre me avéis mostrado tanto amor y deseado darme contento, en este me lo déis y sea que todos juntos asi como estáis os concertéis en vno y enviéis vuestros mensajeros a toda la tierra para que de aquí a veinte días estén todos en este pueblo sin que de ello entiendan nada estos barbudos . E yo enbiaré a Lima a Queso Yupanki, mi capitán que gobierna aquella tierra, avisarle que para el dá que aquí diéremos sobre los españoles. Dé él allá oviere; y haciéndonos a vna él allá y nosostros acá, luego los acabaremos syn que quede ninguno y quitaremos esta pesadilla de sobre nosotros y holgarnos hemos...”.Sus capitanes,”todos vno y a una voz respondieron que recibían de aquello mucho contento y estaban prestos y aparejados de hacer lo que mi padre les era mandado. Y ansi sin ninguna dilación luego lo pusieron por la obra y enviaron por sus parcialidades cada vno como le cavía la voz: de los Chinchaysuyo enbió Vila Oma, a Coyllas Y a Osca y a Coriatao y a Taipi, que truxiesen la gente de aquella parcialidad; de los Cullasuyos fue Llicsi y otros muchos capitanes para que traxiesen gente de aquella parcialidad: a Condesuyos, Surandaman (Suri Waman), Quicana (Kilkana), Suri Valpa (Suri Wallpa) y otros muchos capitanes para que todos estos cada suyo por sy juntasen la gente necesaria para el efecto . De estos mensajeros que fueron a pregonar la guerra, unos tuvieron trágico final y otros resultaron víctimas de la traición de los curacas enemigos y de algunas amantes incas de los españoles. Incluso de la traición de Mama Kuntur Wacho, mujer que había sido de Wayna Qhapaq , que apoyo a Francisco Pizarro amante de su hija doña Inés. Esta kuraka de Huaylas , no solamente le dio aviso de los planes del Inka sino que le ayudo con su persona y su gente para defender la ciudad de Lima, cuando fue atacada por Kusi Yupanki a fines de agosto de 1536 . Paralelamente a estas previsiones militares, el Inka utilizó también la guerra psicológica con buenos resultados. La crónica semianónima de Fray Antonio cuenta que Manko Inka ordenó a los curacas, que dieran a los españoles:”Noticia de los tesoros y riquezas y guacas e minas de oro que cada uno tenía en su tierra” para que sirviéndoles de anzuelo salieran del Cusco para luego matarlos. Igualmente, que instruyó a las “mujeres hermosas”y a los “yanakuna” que los ilusionaran con la supuesta riquezas en los pueblos para que cegados por la codicia se alejaran de la ciudad . Estas medidas bélicas y psicológicas prueban plenamente, que el joven Inka no asumió una actitud derrotista ni fue un “fantoche” de los españoles, sino que asumiendo la gran responsabilidad del momento, fue el extraordinario protagonista de la historia épica del Perú. b. Su Evasión del Cusco y el “juramento de Calca”. Manko Inka y Wila Oma, tramando evadirse del Cuco tendieron una trampa a Hernando Pizarro, para que cegado por la codicia, cayera en ella y les diera permiso para salir de esta ciudad. Según varias versiones, el Inka, con astucia y paciencia comenzó a cebar la codicia de este capitán. Se dice que después del almuerzo en el pueblo de la Pampa Colca en el valle de Yucay, le regaló todo su “servicio de mesa”de oro y plata. En otra ocasión, le dio unas “botijas de oro en polvo”; y sus “tesoreros” Wallpa R’oqa y Pasca le entregaron a subes “treinta vigas de plata” de la “casa del sol”cada una ellas, del grosor de “una pierna de la rodilla abajo” . Cuando el Inka se dio cuenta de que había ganado confianza de Hernando Pizarro, le puso la trampa que paciente había urdido. Le dijo que en una gran fiesta que realizaría en el valle de Yucay, sacaría de su escondrijo “la estatua de oro maciso” de su padre Wayna Qhapaq, que si le daba permiso, él se lo traería como regalo por el buen tratamiento que le había hecho. El capitán español, ofuscado por la codicia, mordió el anzuelo y sin conocimiento de sus hermanos le dejó salir del Cusco e ir a Yucay para que con la mayor presteza, le trajera aquella famosa estatua de Wayna Qhapaq . Según la relación anónima de 1539. Manko Inka se evadió del Cusco el 18 de abril de este año de 1536 en compañía de varios de sus capitanes , con el ánimo resabiado y resuelto a ejecutar sus planes bélicos para castigar la alevosía de los Pizarro y echar a los españoles de la tierra. Una vez libre, en el pueblo de calca –a pocas leguas del Cusco- reunió a sus capitanes para que todos juntos jurasen defender la soberanía del Tawantinsuyo y luchar hasta la muerte contra los españoles y sus aliados. La citada Relación, rememorando este hecho, refiere:
“Estando juntos muchos caciques y personas entre ellos señaladas mandó traer delante de sí dos vasos muy grandes de oro, llenos de brebaje de maíz que entre ellos se bebe, y dijo: “Yo estoy determinado de no dejar cristiano a vida en toda la sierra, y para esto quiero primero poner cerco en el Cusco; quien de vosotros pensare servirme en esto ha de poner sobre tal caso la vida; beba por estos vasos y no otra condición” . Y añade, que los capitanes y señores principales que estaban con él, juraron con unción patriótica luchar hasta la muerte para reconquistar el Tawantinsuyo, de los invasores españoles. Este famoso juramento constituye así el primer grito de la guerra de reconquista y uno de los actos más trascendentales de la historia épica del Perú, que casi trescientos años después retumbó triunfalmente en los llanos de Ayacucho, con la derrota final y expulsión de los españoles del Perú. En resumen, el alzamiento de Manko Inka Yupanki en 1536 tuvo así una indiscutible entraña nacionalista. Su gran decisión, constituye en la historia del Perú la prueba definitiva, deque su aparente silencio y tolerancia circunstancial a los desmanes españoles, fue nada más que parte de la estrategia de lucha que utilizó para echar a los invasores de Tawantinsuyo.

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