LA GUERRA DE RECONQUISTA INKA

archivo del portal de recursos para estudiantes
robertexto.com

Edmundo Guillén Guillén
Dr. en Historia , Dr. en Educación y Abogado
Ha dedicado su larga investigación para rehacer la historia épica de los incas desde la perspectiva peruana. Es autor de los libros: “Wascar Inka trágico”, la “Versión Inka de la conquista del Perú”, la “Conquista del Perú”, el “Ejército Inka”, “Vilcabamba, la última capital de los incas” (en lengua japonesa) y de numerosos ensayos históricos entre los que destacan el: “Enigma de las momias incas”, “Documentos inédita para la historia de Vilcabamba”, “450 aniversario de la heroica resistencia del pueblo de Tumbes”, “Vilcabamba la última capital del Estado imperial Inka”, “Wila Oma, el intip apun o gran sacerdote y capitán del sol”, etc. En 1976 dirigió la expedición científica que identificó históricamente el lugar donde yacen los restos de la “Perdida ciudad de los incas”, la ciudad de Vilcabamba, la última capital del Tawantinsuyo. 

IMPRIMIR 

SEGUNDA PARTE

CAPÍTULO I

INICIO DE LA GUERRA

Esta formidable acción militar Inka comenzó con el ataque a la ciudad del Cuzco el 6 de mayo de 1536. Esta proeza bélica no fue una simple rebelión como se afirma, sino que por sus objetivos, magnitud y trascendencia histórica, tuvo los caracteres de una guerra de reconquista Inka: la de recuperar por las armas el territorio que los españoles subrepticiamente habían usurpado, encubiertos por la guerra civil entre los Inkas y sus rivalidades políticas. La primera etapa de esta guerra Inka, - sangrienta y desigual después de varias victorias sobre los españoles en la sierra central, terminó dramáticamente con su retirada a las montañas de Vilcabamba en junio de 1537 retirada que se debió no al poder bélico de los enemigos sino principalmente a la pugna entre las panacas reales y la actitud de curacas contrarios ala hegemonía cusqueña; que en los momentos más cruciales de esta guerra, apoyaron a los españoles y les salvaron de ser destruidos en los cercos de Lima, Cusco y Cochabamba.

 

1°. EL CERCO INKA A LA CIUDAD DEL CUZCO

Decidida la guerra contra los españoles, Manko Inka Yupanki, inmediatamente después del juramento de Calca, nombró a Vila Oma(el Inti Apun o Pontífice del sol), capitán general del ejército imperial y a Paukar Waman su maestre de campo. Ordenó igualmente que a los capitanes de mayor prestigio fueran a cada una de las regiones del Imperio a traer sus ejércitos para poner cerco a la ciudad del Cusco y acabar de un golpe con las fuerzas de sus traidores hermanos Waypar e Inguill y con los dos centenares de españoles que estaban en dicha urbe. Hernando Pizarro, informado de que el Inka había tomado las armas, salió secretamente del Cusco con el ánimo, de sorprenderlo y atraparlo en el valle de Yucay. Su intento resultó inútil y un total fracaso. Atacado por las fuerzas del Inka, regresó huyendo al Cusco, al igual que sus hermanos, amedrentados por la proximidad de los ejércitos de las cuatro regiones del Imperio . Ante la mirada temerosa y absorta de los españoles a fines del mes de abril, la ciudad quedó cercada por los cuatro ejércitos imperiales, que acamparon en la parte correspondiente a las regiones de su procedencia. Según Titu Kusi Yupanki: “Por la parte de Carmenca, que es hazia Chinchaysuyo, entraron Qori Atao, Cuillas y Taypi y otros muchos que cerraron aquel postigo con la gente que trayan; por la parte del Condesuyo que es hacia Cachicachi, entraron Waman Quilcana y Curi Gualpa y otros muchos que cerraron una gran milla de más de media legua de box, todos muy bien aderecados, en orden de guerra; por la parte del Collasuyo, entraron Llicllic y otros muchos capitanes con grandísima suma de gente, la mayor cantidad que se halló en este cerco, por la parte del Andesuyo, entraron Anta Allca y Rampa Yupanki y otros muchos, los cuales acabaron de cercar el cerco que a los españoles pusieron” en este día . Los testigos presenciales coinciden en el número total de los soldados patriotas que pusieron cerco al Cusco. Sin embargo, discriminando la confiabilidad de sus cálculos, estimamos que el ejército sitiador alcanzó la cifra de 50,000 a 100,000 hombres de guerra . Los defensores de la ciudad sumaron a su vez un número considerable: 40,000 soldados de Waypar e Inguill, 200 españoles- entre “enfermos y cobardes”-, según el cronista A. Enriquez de Guzmán , algunos centenares de Cañaris, Chachapoyas y otras etnias, más los 150,000 habitantes del Cusco . Desde el comienzo de la guerra- como hemos indicado -, la lucha entre incas y españoles fue trágicamente desigual. Los soldados Inkas entraron a pelear con solamente sus cascos de madera (huamachuco), reducidos petos de metal (purupura) y pequeños escudos de madera o cuero (wallkanga), con hondas (waraka), lanzas con puntas chamuscadas (chuki) y arcos (picta), boleadoras (liwi o ayllu) y porras con guarniciones estrelladas de cobre (champi y wamanchampi) que resultaron inútiles frente a las armas defensivas y ofensivas de los enemigos que a su vez entraban a pelear virtualmente invulnerables, con morriones de acero, coseletes o edredones de algodón que los protegían de las lanzas, hondas y flechas de los soldados inkas . En este genero de encuentros, el valor de los incas se impuso al poder de las armas europeas, no obstante los ingeniosos recursos bélicos que usaron en las batallas . Blas Valera, - citado por Garcilaso de la Vega- al comentar esta tremenda desproporción bélica y el valor de los peruanos, dice: “En lo que toca al arte militar, tanto por tanto, igualadas las armas exeden los dl Perú a los de Europa. Por que dénme los capitanes más famosos franceses y españoles, sin los caballos, arneces, armas, sin lanza ni espada, sin bombardas y fuego, sino con sola una camisa y sus pañetes y por cíngulo una honda y una cabeza cubierta, no de celadas y yelmos, sino de guirnaldas de plumas y flores, los pies descalzos por entre las breñas, zarzas y espinas; la comida yerbas y raíces del campo; Por broquel un pedazo de estera en la mano izquierda, y de esta manera entraran en campo a sufrir las hachas y los tridentes de bronce, las piedras tiradas con la honda, las flechas enarboladas y os flecheros que tiran al corazón e a los ojos. Si de esta manera saliesen vencedores, diriamos que merecían fama de valerosos entre los indios. Más así como fuera posible poder sufrir ellos tal género de armas y batalla, así también, humanamente hablando, era imposible poder salir con la victoria. Y,
en contra, si los indios tuvieran la potencia de las armas que los de Europa tiene con industria y arte militar, así por tierra como por mar fueran más dificultosos de vencer que el gran Turco. De lo cual es testigo la misma experiencia, que la vez que se hallaron españoles e indios iguales en armas murieron los españoles a manadas…” En los primeros días de mayo de este año, Vila Oma terminó de poner cerco al Cusco y ocupó la “Casa del Sol” (Fortaleza para los españoles) para base de sus operaciones militares . Cuando todo estuvo preparado par iniciar el salto a la ciudad, Titu Kusi Yupanki, dice, que mandó avisar a su padre Manko Inka Yupanki- que estaba en Calca- que: “Ya que los tenía cercados y en gran aprieto que si los matarían o que harían de ellos; y mi padre le enbió a dezir que los dexase estar ansy en aquel aprieto con aquella congoxa, que pades ciesen, que también había él, padecido; que él llegaría otro día y los acabaría. La cual respuesta bino al Vila Oma y el dicho Vila Oma, como vio lo que mi padre le enbiava a mandar, rescivió gran pena, por que quisiera él luego acabarlos así como estaban, que tenían arto aparejo para ello, más no osó por lo que mi padre le envió mandar. El cual mandó luego a pregonar por todo el exército que so pena de la vida naidie se menease del lugar donde estava hasta que él se lo mandas, y mando también a soltar todas las acequias de agua que avía en el pueblo para que anegase todos los campos y caminos que a la redonda y dentro de el estaban, y esto por que si acaso los españoles se quisieran huyr, que hallasen toda la tierra anegada, y asi atollando los cavallos pudiesen ser señores de sus enemigos a pie y en el lodacal, por que gente vestida amañáse mal en el lodo, lo cual todo fue cumplió ni más ni menos quel general Vila Oma mandó ” Según el mismo cronista, esta irreparable demora cambio el curso final de esta guerra. Pues este retraso resultó funesto para los incas, por que dio tiempo a los españoles y a sus aliados para defender la ciudad del Cusco y perpetrarse mejor, salvándose así de un ataque sorpresivo. Sin embargo, para el historiador polaco Mariusz Ziólkowski, esta demora se debió quizás a la proximidad del plenilunio que los incas celebraban puntualmente y que en este año cayó el 5 de mayo .

 

2°. EL ATAQUE A LA CIUDAD DEL CUZCO

Según varios testimonios un día después del plenilunio, el sábado 6 de mayo de 1536, fecha de San Juan Ad Portam Latinam- los Incas iniciaron el histórico asalto a la ciudad del Cusco. Los testigos oculares refieren que el ataque patriota se lanzó simultáneamente por varias partes. Mientras, unos emprendieron la quema de los edificios de la ciudad con flechas y piedras incendiarias, otras violentamente avanzaron a su interior en escuadrones de 10,000 a 12,000 hombres por parcialidades y ayllus, protegidos por una- densa pedrea que caía sobre los españoles como “un pesado granizo” del cielo. Durante el ataque, unos iban construyendo albarradas con “agujeros como troneras” para seguir adelante y otros hacían “cavas” hondas, para que los caballos se quebraran las patas cuando salieran a combatir . según los mismos testigos, el ataque fue tan recio y con tanta “determinación” que adueñados de las calles comenzaron a pelear “mano a mano con los españoles”. Esta intensa y dramática lucha a muerte duró seis días consecutivos durante los cuales, los españoles quedaron fatigados y reducidos al perímetro de la plaza cuyos edificios habían sido consumidos por el fuego . Podría decirse parodiando a la noche triste de Hernán Cortés en México, que los españoles también tuvieron una larga semana triste y angustiosa en la ciudad del Cusco.
Pedro Pizarro- uno de los defensores de esta ciudad -, recordando estos dramáticos sucesos, dice con expresivo realismo: “Que era tanta la gente que aquí vino que cubría los campos que de día parecía un paño negro que los tenía tapado todo media legua alrededor desta ciudad del Cuzco, pues de noche eran tantos los fuegos, que parecia un cielo muy sereno lleno de estrellas. Era tanta la gritería y vocería que había, que todos estaban atónitos. Pues junta la gente toda que el Ynga avía embiado a juntar, que a los que entendió y los yndios dixeron, fueron dozientos mil yndios de guerra los que vinieron a poner este cerco, pues juntos a todos (como digo), un día de mañana empezaron a poner fuego por todas partes el Cuzco, y con este fuego ganando mucha parte del pueblo, haziendo palizadas y albarradas en las calles, para que los españoles no pudiésemos salir a ellos. Los españoles nos recogimos en la placa, a las casas que junto a ella estavan, como era Hatucancha (que ya tengo dicho era donde se aposentaron los españoles cuando en el Cuzco entramos por primera vez), y aquí estuvimos todos recogidos y en Amarocancha y Caxana y algunos toldos, por que todo lo demás del pueblo tenían los yndios tomado y quemado; y para estos aposentos donde digo que estavamos quemárnoslo, hacia un ardid, que era tomar unas piedras redondas y hecharlas al fuego y hacerlas asquas, y enbolbiéndolas en unos algodones, y poniéndolas en hondas, las tiraban a las casas donde no alcanzaban apreender fuego con las manos, y así nos quemaban las casa sin entenderlo; y otras veces con flechas encendidas tirándolas a las casas que, como eran de paxa, luego se encendían” . Una versión anónima- también presencial- que: “Como las cosas fueron del todo quemadas, los indios podían andar por encima de las paredes, que, como los caballos no los podían ofender, andaban muy a su salvo; de manera que de día ni de noche los cristianos no decansaban, por que en anocheciendo salían a derribar las paredes para desocupar el campo, y deshacer albarradas y cegar hoyos y cavas muy grandes, y romper acequias por donde los enemigos traían agua para encharcar las tierras, para que los caballos no pudiesen salir del campo; luego en amaneciendo hasta que anochecía, tornaban a pelear. Y en ese tiempo Hernándo Pizarro, pasados seis días de trabajos y peligros, en fin de los cuales los enemigos estaban apoderados de casi toda la ciudad por que los españoles no tenía ni poseían más de la plaza con algunas casa e circuitos, muchas personas particulares mostraban ya mucha flaqueza” Titu Kusi Yupanki, al describir este ataque desde la perspectiva Inka, afirma que: “Los españoles como se vieron muy cercados en tanto aprieto y que tanta gente les cercaba, sospechando entre sy que allí serían los postrímeros días de sus vidas, no habiéndo de ninguna parte, ningún remedio, no sabían que hacer por que de una parte veíanse cercados de aquella manera; por otra, beían los escenarios y las befasque los yndios les hacían tirándoles muchas piedras a los toldos y alcancándoles la perneta por el poco caso que de ellos hacían; comencabales a quemar las casas, acometieron a ponerle fuego a la yglesia, sino que los negros que encima della ella estaban se lo estorbaban, aunque con artos flechazos los yndios satis y andes tiraron, a los cuales no le hizo daño ninguno por guardarles Dios y ellos escudarse, pues como estuvieron de esta manera desconfiados de remedio, tuvieron por prencepal socorro en acudirse a Dios. Los cuales estuvieron toda aquella noche en la yglesia llamando a Dios que les ayudase, puestos de rodillas y las manos junto a la boca, que lo bieron muchos yndios, y aún los que estaban en la plaza en vela hacían lo mesmo, y muchos yndios de los que eran de su banda… ” .
Finalmente el tardía Guaman Poma, que recogió las huellas de la tradición popular, ironizando el valor de los españoles y a sus posteriores jactancias, afirma que: ante el ataque de los incas –cuyo número no “se podía contar”- los “soldados cristianos pedían misericordia, hincados de rodillas llamaban a Dios con lágrimas y voces a la virgen, a sus santos y decían a grande voz ¡Santiago! ¡Santa María! Válgame Santa María, ayúdanos Dios. Esto decían en alta voz los caballeros…hincados de rodillas, diciendo Santa María…” . Estas referencias citadas como ejemplos, dan clara idea de la lucha Inka contra los desesperados españoles. Los primeros, por ocupar la ciudad y conservar el prestigio bélico del Imperio y los segundos, por salvar sus vidas y aferrarse al territorio ocupado, aprovechando al máximo el poder de sus armas y de su caballería. Al finalizar esta semana terrible para los españoles, Hernando Pizarro, al darse cuenta de que unos estaban acobardados y querían huir de la ciudad y otros, guarecerse desesperadamente en el recinto de Hatucancha, convencidos de que ambos intentos tendrían un trágico final, con seguridad que lo enaltece, dijo a sus capitanes: “Ya veís como toda la gente está cansada y desvelada, los caballos flacos y muy fatigados, la fortaleza en poder del enemigo, de donde recibimos todo el daño, por que ellas les hace espaldas para metérsenos en el pueblo, a cuya causa tiene tanto atrevimiento, que, según el estado en que estamos, conservarse el pueblo los días es imposible pues ya no tenemos ni poseemos más la plaza; así que es necesario perder todas las vidas o ganar la fortaleza, por que ganándola se asegura el pueblo y otra manera sería perderse, y por esto es menester que yo vaya de mañana a tomalla, con toda la más gente de a caballo que estuviera a punto” Aceptada la propuesta, los españoles urdieron el riesgoso ardid de simular huir de la ciudad tomando el camino del Chinchaysuyo, para revolver luego contra sus perseguidores y tomar de sorpresas la Casa del Sol “fortaleza de Sacsawaman”como fue llamada después, Infortunadamente los Incas no se percataron del engaño y creyendo efectivamente que éstos se escapaban de la ciudad, ala voz “Se van a Castilla, a que van a Castilla, atajadlos”deshicieron parte del cerco para perseguirlos. Mientras el traidor Pasca que estaba al acecho se abrió pasa hacia la “fortaleza” para ayudar a los españoles. Vila Oma y Paukar Waman, que peleaban en la ciudad, al darse cuenta del engaño.precipitadamente, aflojando el cerco subieron a defender “la Casa del Sol” . El ataque enemigo debió ocurrir el 13 o 14 de mayo, según se colige del testamento de Juan Pizarro, suscrito el 15 de este mes (L. Cuestas.p.12-18). Numerosos testimonios dicen que los incas defendieron el bastión de Sacsawaman con heroísmo y bravura. Que lucharon no solamente con los españoles, sino también contra los miles de soldados de Waypar e Inguill y de otros desleales capitanes . Según el anónimo de 1539, la acción más sangrienta se libró en una de las puertas de la Casa del sol que daba acceso otra anterior, donde los incas habían cavado una profunda fosa para que cayeran los que intentaran entrar en el fuerte. En este lugar –dice- que la lucha fue tan sangrienta que el foso se llenó de cadáveres y que solamente se suspendió, cuando corrió el rumor que Juan Pizarro –que peleaba sin morrión- había sido mortalmente herido de una pedrada en la cabeza . Reiniciaba la batalla, poco después según el cronista Pedro Pizarro, duró tres días más hasta que cayó “la casa del sol” en poder de los enemigos, cuando sus heroicos defensores, diezmados, sin agua y sin municiones no pudieron seguir sosteniéndola. En su defensa murieron muchos valientes capitanes incas en el fragor de los encuentros y otros prefirieron arrojarse al abismo para no caer en manos de los enemigos. Se dice que entre los capitanes que quedaron en la “fortaleza”. - cuando Vila Oma salió a pedir refuerzos- estaba Titu Kusi Wallpa , uno de los juramentados de Calca, al que erradamente llaman “Cahuide”. El anónimo de 1539, relatando las hazañas de este capitán, dice que peleaba con el coraje y determinación, que sin hacer caso de las saetas que le disparaban se mantenía firme donde estaba parapetado, hasta que viendo que su gente había sido aniquilada y que: “Los españoles por las escalas y por todas partes cada hora se apretaban más, no teniéndo con que pelear, viendo clara la perdición de todo, arrojó la porra que tenía en las manos a los cristianos, y tomando pedazos de tierra la mordía fregándose con ella la cara con tanta congoja y bascas que no se puede decir. Y no pudiéndo sufrir ver a sus ojos entrarse la fortaleza, conociendo que entrada era forzado morir según la promesa que había hecho al Inga, se echó del alto de la fortaleza abajo por que no triunfasen dél” . El cronista Pedro Pizarro, confirmando el heroísmo de este jefe Inka, refiere: que lo vio pelear “como a un romano”, con “una adarga y un morrión en la cabeza” “con la fiereza de un león” y que Hernándo Pizarro admirando su valor, ordenó que lo “prendiesen con vida”, “jurando de no matarlo si lo había vivo”. Cuando este capitán en el fragor de la lucha comprendió que ya era imposible seguir defendiendo este baluarte, echando sus armas a los enemigos, se “arrojó del cubo abajo que había más de cincuenta estados, y así se hizo pedazos” . Con este trágico epílogo, terminó esta célebre batalla. La “Casa del Sol” o “fortaleza” cayó así, defendiéndose heroicamente en poder de los españoles y de sus aliados Waypar e Inguill. Según los cálculos astronómicos de Mario Ziólkowski, habría ocurrido en la víspera de la luna nueva, que en este año cayó el 18 de mayo . La represalia enemiga fue terrible. Más de 1,500 prisioneros fueron pasados acuchilló por orden de Hernándo Pizarro, que había preferido pelear hasta el final antes que rendirse. Se dice que la matanza fue tan pavorosa, que durante varios días centenares de cóndores devoraron los cuerpos insepultos de los héroes de este famoso bastón Inka. . Por este macabro acontecimiento, la “casa del sol” habría recibido el nombre de “Sacsa Waman” o “Sacsay Waman”. En el curso de esta batalle se constato el funesto efecto de las luchas entre incas. Los españoles, que jamás podrían tomar solos la “casa del Sol”, lo hicieron con la participación de los miles de soldados de los incas traidores, derramándose en esta acción como en otras posteriores, más sangre peruana que española. Desde entonces este gran edificio pétreo, - aunque muy destruido por la acción de los españoles y del tiempo-, ha quedado para la historia- épica del Perú como el más agregio monumento al valor y patriotismo de los incas que inmolaron sus vidas en defensa de la soberanía nacional.

 

3°. TRIUNFOS INKAS: DESTRUCCIÓN DE LAS EXPEDICIONES ESPAÑOLAS ENVIADAS DE LIMA AL CUZCO

Pizarro, al conocer que Manko Inka Yupanki se había alzado y había puesto cerco a la ciudad del Cusco y trataba de tomarla por asalto, para auxiliar a sus hermanos, envió desde Lima sucesivamente cinco expediciones, pero ninguna de ellas llegaron a su destino. Las cuatro de ellas fueron aniquiladas por Kisu Yupanki- gobernador del Chinchaysuyo- en la sierra central y el último regresó huyendo y sin combatir del valle de Jauja hasta la ciudad de Lima, como algún cronista dijo, “con el rabo entre las piernas”.
Kisu Yupanki uno de los jefes más prestigiosos del ejército imperial, dio así el traste con estas expediciones que no tuvieron el apoyo de “indios amigos” y acabó con el mito arrogante de la caballería invencible del valor de los españoles a los que corretearon de las serranías a la costa. Aunque no hay coincidencia documental en el orden que salieron estas expediciones de Lima, no hay duda que todas ellas partieron entre mayo y junio de 1536, y que fueron desbaratadas y muertos sus capitanes. Gonzalo de Tapia, en la sierra de Waytara y Rucana; Diego Pizarro de Carbajal, en la subida de Parcos; Juan Mogrovejo de Quiñones, sanguinario capitán quemador de pueblos y curacas en las alturas de Lunahuaná, y Alfonso de Gaete que salió de Lima- con el príncipe Kusi o Kori Rimachi, hermano de Manko Inkaen el “usno” de un pueblo cercano al tambo de Hatun Xauxa, después que este príncipe se uniera a las fuerzas patriotas . La última expedición capitaneada por Francisco de Godoy, escapó del valle de Jauja al conocer la proximidad de Kisu Yupanki y regresó huyendo sin para hasta la ciudad de Lima . Manko Inka y Vila Oma informados de estas sensacionales victorias, ordenaron a Kisu Yupanki, que de inmediato marchara sobre la ciudad de Lima y destruyera este enclave español, antes de que llegaran los auxilias militares del exterior y de los encomenderos, que Pizarro angustiosamente había solicitado para defender la ciudad.

 

4°. ASEDIO Y ATAQUE A LA CIUDAD DE LIMA

Según testigos presenciales, dos ejércitos Inkas descendieron de la sierra central a la ciudad de Lima. Uno por la ruta de Mama y otro por el camino de Quives. Por la ruta de Mama, bajaron Kisu Yupanki y Yanki Yupanki con los capitanes: Puyo Willka, Allin Sonqo Inka, Wallpa R’oqa y probablemente Qori Rimachi- el hermano del Inka- y los curacas Nina Willka de los Yauyos y Apo Xaxalla de Huarochiri con una fuerza de más o menos 30,000 hombres. El otro ejército al mando de Illa Thupa, avanzó sobre Lima por el camino de Quives con gente de Atavillos de Canta y parte de Yauyos, de cuyas capitanías no tenemos noticias. Kisu Yupanki, persiguiendo a Francisco de Godoy, llegó hasta la localidad de “Ati” y después de arrollar a las avanzadas de Pedro de Lerma y Diego de agüero, se emplazó en las faldas del cerro que posteriormente se llamó “cerro de San Cristóbal” . El Cerco Inka no tomó de sorpresa a los españoles. Por aviso de los curacas “amigos” y de Mama Kuntur Wacho, la “suegra” de Pizarro, estos estaban preparados para defender la ciudad de Lima. El curaca de la Magdalena, Cristóbal Wakay refiere por ejemplo, que cuando Pizarro supo de los planes del Inka, llamó a los curacas del valle de Lima y sus comarcas para pedirles ayuda. Otro testigo presencial, Juan Tanta Xullka, dice que 15 ó 19 días antes del asedio, llegó a esta ciudad Mama Kuntur Wacho con 1,000 soldados y bastimentos, para reforzar a lo 4,000 que un tiempo antes había enviado con el kuraka korima. Kisu Yupanki e Illa Thupa, cumplido los ritos del plenilunio (que cayó el 16 de agosto), iniciaron el cerco de la ciudad de Lima probablemente el 19 de este mes de 1536. Por su parte, Pizarro con 400 ó 500 españoles, los estaba esperando con el apoyo de miles de soldados de los curacas de la Magdalena, Maranga, Surco, Lurigancho, Pachacamac, Chilca y otros comarcanos, que con la gente de Waqra Paukar señor Hurin Wanka, de Luna Willka de Hatun Xauxa y los yanakunas de Pizarro, sumaron una fuerza suficiente grande para el ataque de los incas.
El asalto a la ciudad, se inició un día jueves que debió ser el 24 de agosto según el testimonio de Martín Pizarro. Es decir, al “sexto día” de cerco, que refiere el anónimo de 1539 . Unos testimonios dicen que el ataque a esta ciudad se hizo simultáneamente por tres partes. Otros afirman que el más fuerte se inició por el lado de Santa Ana donde existía un antiguo adoratorio del valle de Lima . Pero del que se tiene más referencias, es del ataque inka que partió de las faldas del cerro san Cristóbal y avanzó par la parte del río Rímac, comandado personalmente por Kisu Yupanki. La relación anónima de 1539 dice que este capitán Inka, antes del ataque, dirigió a sus hombres la siguiente arenga: “Yo quiero entrar hoy en el pueblo y matar a todos los españoles que estén en el, y tomaremos a sus mujeres, con quienes nos casaremos para hacer generación fuerte para la guerra, Los que fueren conmigo han de ir con esta condición, que si yo muriese mueran todos, e si yo huyere huyan todos”. (1934; 55) Seguidamente, sus capitanes y soldados le respondieron con altiva gallardía y con gran unción patriótica, diciéndole que “así lo harían”. Kisu Yupanki, alentado por esta respuesta, de pie en sus andas de guerra y lanza en mano, a la cabeza del bosque de banderas de su ejército, marcho sobre la ciudad de Lima con sus capitanes lujosamente ataviados con gargantillas, petos y cascos emplumados, - según el “fragmento histórico”- con la grita atronadora y entusiasta de: “embarcar, barbudos a embarcar” . Infortunadamente por aquellos azares de la historia, el encuentro con la caballería resultó trágico para el avance patriota. Se afirma, que cuando Kusi Yupanki después de haber “cruzados los dos brazos del río” (Rima), comenzaba a entrar en las calles de la ciudad y sus hombres caminaban ya por “por encima de las paredes” de la casa, fue violentamente atacado por un escuadrón enemigo de 60 jinetes. El Choque fue tan recio que el Inka que peleaba a la cabeza de sus soldados cayó derribado por una lanza que le dieron, muriendo con él, como lo habían prometido “40 capitanes y personas de cuenta, que no pareció sino que los habían mandado a escoger”. Poco después cundió el rumor de que Kisu Yupanki, un Pedro Martín de Sicilia le habían muerto en el fragor del encuentro. Su muerte en este ataque trascendental para la historia del Perú constituyó una irreparable pérdida para el ejército Inka a la vez que llenó de júbilo a los españoles. En efecto, el soldado Sicilia declaró en su probanza, que él fue el autor de la muerte de Kisu Yupanki, ufanándose que con esta proeza salvó la vida de sus compañeros y a la ciudad de Lima de su destrucción total . No obstante la infausta muerte de Kisu Yupanki, el ataque a la ciudad duró unos días más, probablemente hasta el 30 de este mes- que los incas levantaron el cerco para celebrar los ritos del novilunio que cayó el 31 del mismo, en cuyo ceremonial los Inkas, tradicionalmente, no combatían a sus enemigos (anónimo de 1539; 26). Según varios testimonios presenciales, los capitanes patriotas, al comprobar que la ciudad de Lima estaba fuertemente defendida y que sus tropas fueran insuficientes para capturarla, acordaron levantar el cerco y regresar a la sierra. Illa Thupa y Paukar Waman, por el camino de Quives y Yanki Yupanki con Puyo Willka, por la ruta de Huarochiri . Para el cronista Murúa, el fracaso Inka para tomar la ciudad de Lima, no se debió a la herida a muerte de Kisu Yupanki, ni siquiera a la tenaz resistencia que hicieron los españoles y sus aliados para defender esta urbe, sino el azar de la historia. Afirma que se debió a la infortunada demora de los Wanka y de los que con ellos venían, quienes no llegaron a tiempo para consumar la toma de Lima- añadiendo- que si hubiera llegado oportunamente, en este día abría acabado la guerra, muertos los españoles y destruida esta ciudad sin dejar “memoria” de su existencia (1962; 2069). Esta afirmación tiene sustentos históricos. Como están indicado, desde 1533, los curacas del valle de Jauja se inclinaron por los españoles y no quisieron colaborar con Kisu Yupanki cuando ocupó este valle. Lo mismo ocurrió con los curacas Yauyos quienes se debieron; unos a favor del Inka y otros, a favor de los españoles, por lo que los llamaron hombres “de dos corazones” y al parecer, así corrió también entre los curacas Angaraes y Chavircos. Lo cierto es, que los Wanka no llegaron a tiempo para coordinar el ataque con Kisu Yupanki. ¿Porqué no llegaron a tiempo? Será difícil saberlo, si por aquellos imponderables de la historia o por que se entendieron antes con los enemigos, como ocurrió con parte de los curacas de Huarochiri, persuadidos por Marka Yuto, “un orejón” de linaje Yawar Waqaq puesto por los Pizarro en esta provincia. Pero, cualesquiera que hubieran sido las causas del fracaso para tomar la ciudad de Lima, sus consecuencias fueron funestas para la guerra de reconquista Inka. Los españoles alentados por esta victoria iniciaron, con los refuerzos recibidos, la gran ofensiva al mando del mariscal Alvarado para auxiliar a los españoles sitiados en el Cusco.

 

5°. LA LUCHA INKAIKA CONTRA LA EXPEDICIÓN ESPAÑOLA ENVIADA AL CUZCO

Casi inmediatamente después de la retirada Inka a la sierra central, comenzaron a llegar los auxilios militares que Pizarro había pedido desesperadamente. De Chachapoyas llegó Alonso de Alvarado; de Guayaquil, Hernán de Zaera; de Puerto Viejo, Gonzalo de Olmos y de Quito, Diego de Sandoval con 500 Cañaris; poco después los refuerzos de Panamá, Centroamérica y el Caribe . Con estos efectivos y la gente de guerra de los curacas colaboracionistas, Pizarro envió al mariscal Alonso de Alvarado para romper el cerco del Cusco. Este ejército partió de Lima el 8 de noviembre de 1536, por el camino de Huarochiri, rumbo a esta urbe; pero este aguerrido ejercito español nunca llegó a su destino. Los Inkas con la táctica de desgaste, no la dejaron avanzar al Cusco, al extremo que cuando llegaron a Qochaqasa en abril de 1537, Manko Inka Había levantado el cerco al Cusco y Almagro con Paullu ocupado esta ciudad y apresado a los Pizarro. Es difícil todavía determinar el número de batallas que libraron con el mariscal Alvarado y sus aliados. Lo cierto que esta lucha a sangre y fuego los capitanes incas les disputaron el terreno palmo a palmo, desde noviembre de 1536 hasta marzo de 1537. Según varias versiones, el primer encuentro se libró frente al adoratorio de Pachacamac y la vindicta de los españoles fue tan terrible que a los prisioneros les “cortaron los brazos y las narices” y a las mujeres, brutalmente las “tetas”, como terrorífica advertencia para los que “quisiesen ser más rebeldes, habían de partir con aquel cuchillo” . El segundo encuentro se produjo días después- el 15 de noviembre- en la localidad de Olleros, donde cayeron prisioneros “mil orejones” los cuales fueron muertos por los curacas Wanka que imitaron la crueldad de los españoles . En los meses siguientes- de diciembre a marzo de 1537, - los encuentros se multiplicaron en los valles y páramos de la sierra, donde los jefes Incas vendieron caras sus vidas. En Ayavirí, murió Allin Sonqo Inka; en el puente de Huarochiri, Kamacachi; en Andamarca, Yanki Yupanki y otros capitanes en distintas acciones y lugares. A esta resistencia patriota, Alvarado respondió con el terror, quemó curacas, incendió pueblos, marco el rostro de prisioneros jóvenes con hierro ardiente para hacerlos esclavos y dejó a su paso un reguero de sangre y fuego ganándose la triste fama de Atila de los Andes . Si bien en esta larga y sangrienta resistencia patriota en la sierra central, fue aniquilado el ejército Inka, sin embargo a este terrible precio, Illa Thupa y Paukar Waman lograron su objetivo estratégico: demorar el avance enemigo al Cusco para que el Inka tuviese tiempo de reconquistar esta agregia ciudad, capital del Tawantinsuyo . Aunque para Titu Kusi Yupanki, con la toma de la “fortaleza” de Sacsa Waman acabó el cerco del Cusco la verdad histórica es, que continuo con algunas alternativas a favor y otras en contra, hasta abril del indicado año de 1537, meses en que Almagro y Paullu ocuparan esta ciudad y apresaran a los Pizarro, acusándolos de haber usurpado el Cusco, capital de la flamante gobernación de Nueva Toledo. La lucha durante el cerco esta llena de episodios épico como arrancados de una Ilíada Inka. Según testimonios españoles, los incas para contrarrestar sus armas de fuego y caballería renovaron sus tácticas de guerra. Aprendieron a manejar arcabuces, a usar lanzas y hasta cabalgar caballos con cierta destreza. El cronista Herrera, - quizá recogiendo datos de Cieza de León -, dice que en un encuentro que ocurrió en los llanos de Sacsa waman o Xaquixaguana en el segundo semestre de 1536 los españoles quedaron sorprendido y aterrados cuando vieron a los incas salir a pelear al “estilo de los castellanos”, con algunos arcabuces y cabalgando un piquete de caballería, haciendo gala de audacia y temeridad que los espantaron de tal modo, que imaginaron que Manko Inka había organizado un ejército con armas europeas. El mismo cronista afirma, que en otros encuentros también los incas salieron a pelear con hondas y arcos, lanzando sus proyectiles por turnos y unos detrás de otros como lo hacían arcabuces y ballesteros españoles, formando cuadros con adargas y lanzas para contener el ímpetu de sus caballos, y que esta nueva manera de pelear le dio tan buenos resultados, que los españoles para luchar contra ellos, tenían que romper antes sus cuadros con el fuego de sus arcabuces y dispersarlo, para luego arremeter con su caballería . Estos esfuerzos del Inka aunque fueron alentadores, infortunadamente desde el mes de agosto empezó a agudizarse la falta de bastimentos para atender al ejército sitiador. Parte de él tuvo que regresar a sus parcialidades para cultivar la tierra, reduciéndose por esta causa la intensidad y la estrechura del cerco. Entre tanto como en un Ilíada Inka –según Garcilaso--, se produjeron duelos singulares y lances épicos entre incas y españoles e incluso de la “Virgen María” y el apóstol Santiago Matamoros” convertido en mataindios”, - se dice- que a la vez que alentó la fe cristiana de los españoles , deprimió el entusiasmo de los jefes incas y de los tarpuntaes (arúspices) que revisaban en las vísceras de los animales, la suerte del imperio y el curso de la guerra. Con estas alternativas, el cerco al Cusco siguió hasta setiembre y octubre de este año. Hernando Pizarro, aprovechando que había disminuido el rigor del asedio, con un golpe de mano quiso sorprender a Manko Inka en su cuartel general de Tambo con fuerza de españoles y 30,000 soldados colaboracionistas . Según el cronista Herrera- Hernando Pizarro – ejecutando discretamente su s planes, sorpresivamente llegó a Tambo al amanecer de cierto día y en lugar de dar una sorpresa, quedó sorprendido al ver las recias defensas del Inka. Según el citado cronista: las cosas que había pensado resultaron de diferente manera, “Havia muchas centinelas en el campo, i por los muros mucho cuerpos de guarda; i tocándo al arma, con gran grita, como los indios suelen i con estruendo de sus bocinas y atambores, se juntaron más de treinta mil hombres , sin desmandarse aguardando acasión para ofender a los castellanos, i estándo muy recatados para no ser alanceados, ni atropellados: era cosa notable, ver salir algunos ferozmente con espadas castellanas, rodelas y murriones; y tal indio huvo, que armado de esta manera, se atrevió embestir con un caballo, estimando en mucho la muerte de la lanca, por ganar nombre de valiente: parecía el Inga a caballo entre su gente con su lanca en la mano teniéndo el ejército recogido, i arrimando al lugar, que estaba muy bien fortificado de muralla i de un río, con buenas trincheras y fuertes terraplenados, a trechos, i por buena orden. Y Considerando Hernando Pizarro que allí no se podía ganar nada, determino irse retirando; i cargándole un gran número de indios con las hondas dardos y flechas, halló que en río Yucay havían hecho una represa en el vado” . Titu Kusi Yupanki ironizando este fracaso español dice que: “Asentando su toldo a prima noche e hicieron sus lumbradas a la madrugada, a guisa de que querían pelear y antes que amaneciecen volvieron volvieron las espaldas hacia el Cusco y que cuando el Inka y sus capitanes pensaron que estaban allí e la mañana, no hallaron ninguno de que les dio mucha risa, diciendo que- habían huído de miedo” . En efecto, Hernándo Pizarro al darse cuenta de que había caído en una trampa y que corría el peligro de perderse, aprovechando la oscuridad de la noche, dejando fuegos encendidos en sus toldos y bagajes, emprendió precipitado regreso a la ciudad del Cusco , soportando al día siguiente el implacable ataque de los incas en tal medida que esquivando galgas, derrumbando albarradas y cruzando lodazales con los caballos desjarretados, entró huyendo a la ciudad ante el pánico y sorpresa de los españoles que lo esperaban . Aunque esta victoria alentó transitoriamente al Inka no cambio en nada el curso de la guerra. Contrariamente, en los meses siguientes, el asedio se hizo cada vez más difícil de mantener por falta de alimentos, las temerarias incursiones del enemigo y la defección de algunos curacas que se pasaron al bando español. En marzo de 1537, la situación se tornó crítica. Manko Inka Yupanki al saber que el ejército de la sierra central había sido destruida, que el mariscal Alvarado avanzaba al río Apurimac y que Almagro con el traidor de Paullu se aproximaban al pueblo de Urcos, a pocas leguas de esta ciudad, entendió que ya era imposible mantener el cerco a la ciudad y con gran amargura e impotencia, levantó el asedio del Cusco y se fortifico en su cuartel general del Tambo, a la espera de los futuros acontecimientos.

 

6°. RECHAZO INKA A LAS PROPUESTAS DE PAZ DE LA FACCION ALMAGRISTA

Según versiones españolas, - por este tiempo- Manko Inka Yupanki recibió cartas del mariscal Almagro, en las que se le rogaba con fingida cordialidad y sometimiento, que fuera a verlo al pueblo de Urcos para negociar la paz y entrar juntos triunfalmente en la ciudad del Cusco, y que el Inka, sospechando de su palabra le pidió antes que se comprometiera a entregarles a los Pizarro y a sus secuaces, los que cobardemente le habían afrentado en la prisión. No se sabe lo que entonces le habría respondido el viejo mariscal. El hecho es que las negociaciones se truncaron. Según unos, por una carta que Hernando Pizarro le escribió, advirtiéndolo que Almagro quería engañarlo para tomarlo preso y quemarlo vivo. Según otros, por las intrigas de Paullu que no deseaba este entendimiento, para señirse espuriamente la borla de Inka que Almagro le había ofrecido y reinar ilusamente en esta parte mutilada del Tawantinsuyo, que formaba la gobernación de Nueva Toledo. Las vacilaciones del Inka para negociar con Almagro terminaron cuando sus mensajeros llegaron de Urcos y le contaron con alegría, que había tenido la suerte de no haber ido a este pueblo, por que entonces estaría muerto y “tirado de la vida”. Le dijeron que habían visto que la gente del mariscal y la de Pizarro se había entendido como si fueran “hermanos y compañeros”. Entre tanto, Almagro y Orgoñez, si sospechar de la desconfianza del Inka, acudieron al valle de Yucay, para entrevistarse con él y formalizar una alianza para ocupar la ciudad del Cusco. Cieza de León, para explicar que los capitanes del Inka no estaban de acuerdo con estos tratos, refiere que Almagro, camino a Yucay, se encontró con un joven capitán del linaje de Hanancusco, llamado Paukar, que altivamente y con franqueza agresiva, le dijo: que lamentaba que el Inka no lo hubiera autorizado hacerle la guerra, por que estaba seguro que lo habría desbaratado; pero que supiera que no le temía a él ni al relincho de sus caballos, ni al hierro de sus lanzas y que sentía que el Inka tuviera todavía confianza en los españoles, sabiendo que pretendían sorprenderles con falsas promesas . Manko Inka y Vila Oma, creyendo que era cierto que Almagro con doble juego pretendían atraparlos, suspendieron la entrevista y acordaron echarlo del valle. Según varios testimonios, Almagro y su gente tuvieron que salir huyendo del valle de Yucay ante la gritería de 15,000 guerreros que le decían a voces “Mentiroso” eres Almagro, ya sabemos que querías “engañarnos” con tus “cautelas” . De esta manera, terminaron las negociaciones que Almagro Había propiciado, sin que se pueda imaginar en que medida esta alianza hubiera cambiado el curso de la historia del Perú. Pero cualesquiera que fueron las causas que motivaron el fracaso de estas negociaciones, la verdad es, que los capitanes patriotas quedaron satisfechos de esta ruptura y Manko Inka Yupanki, convencido que estaba solo en la lucha por la libertad de la patria y frente a tres enemigos: los españoles de Pizarro y Almagro los pueblos alzados contra su autoridad y sus hermanos Waypar, Inguill y Paullu que se habían aliado a los españoles para disputarles la borla, sin importarles el peligro que se precipitaba sobre la existencia misma del Tawantinsuyo. El 8 de abril de 1537, Almagro entró violentamente al Cusco defendido por los Pizarro y 40,000 soldados de los principales colaboracionistas y tomó posesión de esta ciudad, que consideraba capital de su gobernación “La Nueva Toledo” .

 

CAPITULO II

VILCABAMBA, EL HEROICO REDUCTO INKA 1537- 1572

Vilcabamba fue el lugar estratégico que Manko Inka escogió- en junio de 1537-para continuar la guerra de reconquista. Su decisión se fundó en su ubicación geográfica próxima al Cusco y a la sierra central, en su accidentado territorio y sus infranqueables defensas naturales. Esta región se convirtió así en el escenario épico del final trágico del primer intento de reconquista, donde el Perú perdió su soberanía política. La ciudad de Vilcabamba la última capital del Tawantinsuyo, por su importancia histórica, constituye por si misma el gallardo testimonio que demuestra al mundo, que los Inkas jamás se rindieron al enemigo y que luchando en condiciones adversas, prefirieron morir heroicamente bajo el signo inexorable de la guerra.

 

1°. LA RETIRADA INKA A LAS MONTAÑAS DE VILCABAMBA

Manko Inka Yupanki, después de la ocupación del Cusco por Almagro y Paullu, entendiendo que la guerra desde la fortaleza de Tambo era insostenible, antes que lo atacaran los enemigos, en junio de 1537, se retiró a la abrupta y estratégica región de Vilcabamba, elegida para el centro de sus operaciones militares y continuar la guerra de reconquista1. Titu Kusi Yupanki, recordando este episodio, refiere que su padre el Inka antes de retirarse a Vilcabamba, reunió a la gente que lo había acompañado en los trabajos y tribulaciones de la guerra y a modo de testamento político, les dijo con sencillez conmovedora: “Lo primero que haréis, será que a estos barbudos que tantas beffas a mi me han hecho por me ffiar dellos tanto, no les creáis cossa que os dixeren, por que mienten mucho, como a mi en todo lo que conmigo han tratado me han mentido y ansí haran a vosostros; lo que podréis hacer es dar muestra por de fuera lo que consentís a los que os mandan y dar algún camarico y lo que pudieres, que en vuestras tierras ouiere, por que como esta gente es tan brava y de diferente condición de la nuestra, podría ser que no se lo dando vosotros, os lo tomasen por la ffuerca a vos maltratasen por ello; y por evitar esto os será buen remedio hacer lo que os digo. Lo otro, que estéis siempre con avisso para quando os enviare a llamar o auisar de lo que con esta gente hauéis de hacer, y si acaso ellos os acometieren o quisieren tomar vuestras tierras, no dexéis de defenderlos y sobre ellos perder la vida si fuere menester; y si también si os ofreciere necesidad de mi persona, darmeéis auiso por la posta a donde quiera que yo estuviere, y mirar que estos engañan por buenas palabras y después no cumplen lo que dicen…” Finalmente, pidiendo que siempre conservaran el culto a sus divinidades tutelares, les recomendó que no adorasen a los “paños pintados” de los españoles, diciéndoles que si alguna vez: “Por ffuerza o engaño os han de hacer adorarlo que ellos adoran: quando más pudiéredes, hacedlo delante de ellos, por otra parte no olvidéis nuestras ceremonias. Y, si os dixeren quebrantéis nuestras guacas, y esto por ffuerza mostrarles lo que no pudiéredes hacer menos, y lo demás guardaldo, que con ello me daréis a mi mucho contento”2. Con estas recomendaciones, - el Inka- ante el dolor y llanto de su pueblo, dejó la fortaleza del Tambo3 con el resto de su ejército, sus tiernos hijos y familiares siguió al valle de Amaybamba, llevando los cuerpos embalsamados de sus abuelos: Wanakaure, Wirakocha Inka, Pachakuti Inka Yupanki, Thupa Inka y de su padre Wayna Qhapaq, con muchos otros de hombres y mujeres importantes del Imperio4. Según Cieza de león, - en este intervalo- Manko Inka Yupanki, haciendo un último esfuerzo para unir a sus hermanos contra los españoles y salvar el Tawantinsuyo de su ruina final, requirió a Paullu para que rompiera con Almagro y se juntara con él, pero éste con infortunada miopía política le mandó decir con su sarcasmo, que era mejor que parase la guerra y no siguiese aumentando el número de viudas y huérfanos. Que si antes no había podido contra ellos, ahora que eran tan poderosos no podrían hecharlos del Perú y contrariamente, le sugirió que hiciese la Paz con los españoles y que él renunciaría a la borla o mascaypacha que Almagro le había dado5. El mismo cronista añade, que el Inka quedó tan desengañado con esta respuesta, que resolvió con los patriotas que le seguían continuar la guerra hasta el final y si fuera necesario perder la vida en ella. Estando en el valle de Amaybamba, Manko Inka al informarse que Almagro organizaba una fuerza para ir contra él, procedió a fortificar el valle. Con este propósito rompió puentes, embalsó acequias para desbordarlas y juntó piedras en las alturas- como un esfuerzo máspara detener o acabar con los enemigos que entrasen en el valle.

2°. PRIMERA INCURSIÓN ESPAÑOLA A VILCABAMBA: LA SORPRESA DE VITCOS (1537)
En efecto, Almagro, al conocer que el Inka había dejado la fortaleza de Tambo. Para evitar que se le fuera de las manos y se fortificara en el valle de Amaybamba, inmediatamente después de la derrota de Alvarado en la batalla de Abancay (12 de julio de 1537), ordenó al mariscal Rodrigo Orgoñez que fuera en seguimiento y lo trajera vivo o muerto al Cusco6. Orgoñez salió de esta ciudad a mediados de 1537 con 500 españoles bien armados y millares de soldados colaboracionistas en pos del Inka. Desde los primeros momentos, Manko Inka, resueltamente defendió el valle y contuvo los ímpetus de Orgoñez. La lucha habría sido larga y difícil para los españoles y la gente de Paullu, si no hubiera sido por la infortunada traición de “Chukillasa” kuraka de los mitmakuna de los Chachapoyas que en último momento, se paso a los enemigos. Producida esta traición, el Inka sin otra alternativa se replegó hasta Waman Marka (residencia que había sido de su abuelo Thupa Inka) y después de cruzar el puente de Chikichaka sobre el río Wilkamayo (río Urubamba)7 se adentró por el valle de Vitcos al “pueblo” del mismo nombre donde resolvió permanecer. Pero Ordoñez que lo había seguido a marchas forzadas para atraparlo de sorpresa, sigilosamente rodeó el pueblo. Así habría ocurrido fatalmente, si el Inka por sus guardas no se percataba del peligro. Con suerte, Manko logró evadirse al amparo de la noche con algunos familiares y Wila Oma perdiéndose en los glaciares de la cordillera de Vilcabamba, dejando burlado al mariscal Orgoñez8. Cuando ese jefe español lo buscaba infructuosamente en las serranías y en la montaña, recibió la orden de Almagro para que regresara a la ciudad del Cusco y le acompañara a la costa para negociar con Pizarro, los límites de las gobernaciones de Nueva Castilla y Nueva Toledo en que había sido dividido el Tawantisuyo. Probablemente a fines de agosto de este año de 1537, Orgoñez regresó a esta ciudad con un cuantioso botín de oro y plata, teniendo entre los prisioneros de la familia real9 a Titu Kusi Yupanqui – el mayor de los hijos de Manko Inca- y como macabros trofeos, los cuerpos momificados de los incas con otros que habían sido sacados del Cusco para salvarlos de la rapiña y la profanación de los enemigos. Entre estos cuerpos, estaba el de Wayna Qhapaq, que fue entregado a Paullu para que lo enterrase, según se afirma en “cierto lugar “ y en presencia de pocas personas, para que su momia no recibiera los servicios y cultos tradicionales.10 Almagro, seguro de que el Inka no intentaría atacar la ciudad del Cusco tan pronto, salió para la costa el 15 de setiembre de este año de 1537, llevando a Hernando Pizarro como un importante rehén, para negociar con su libertad el reconocimiento del Cusco como la capital de la Gobernación de Nueva Toledo que el rey español le había adjudicado. Esta confianza de Almagro en su antiguo socio Francisco Pizarro, - como se verá después – fue el comienzo de su desastrado final. 3. CAMPAÑAS INKAS Entre tanto, Manko Inka Yupanki, repuesto de la sorpresa sufrida en Vitcos examinó la propuesta que le hicieron los Chachapoyas para fortificarse en “Raban – tu” y la de lo Charcas para establecerse en su lejano territorio. Pero considerando la ubicación estratégica de la serranía y de las montañas de Vilcabamba para seguir la guerra contra los españoles, prefirió por su proximidad al Cusco y a los poblados de los ríos Apurimac y Willkamayo quedarse en esa región y establecer su capital de exilio en él tambo o centro administrativo de Vilcabamba, ubicado en el estrecho valle del río Chontomayo afluente del Pampakona.
En este lugar, El Inka creyó estar más seguro por estar protegido por los glaciares de la cordillera del Vilcabamba y los caudales del río Apurimac y del río Wilcamayo, defensas naturales que los enemigos tendrían que vencer para poder llegar a esta ciudad Inka protegida por estrechos valles y accidentadas serranías, fácilmente definibles en los pasos y quebradas de recias peñolerías. La nueva capital se adecuaba así con los planes de reconquista del Inka y sus proyectos guerrilleros a las localidades próximas al valle de Tambo por las alturas de Pichu (actual Machu Pichu), a Limatambo por el valle de Choqekirao, a Guamanga y Andaguaylas por los puentes de Usampi y Laqo sobre el río Apurimac. Es importante aclarar que la elección de Vilcabamba como nueva capital del Tawantisuyo, no significó la creación de un nuevo estado Inka algunos historiadores han creído. Esta urbe fue solamente la capital de exilio de los incas, desde la cual lucharon permanentemente para reconquistar el territorio ocupado por los españoles. Ellos no formaron un nuevo estado. Vilcabamba solamente fue el último reducto para defender la soberanía del Tawantisuyo. Por esta evidencia, es impropio de hablar de los Inkas de Vilcabamba como si hubieran formado un presunto “neo imperio”, en vez de tratar de los últimos Inkas del Tawantisuyo. En este mismo año de 1537, Manko Inka trazó los planes para seguir la guerra y organizar la resistencia en cada uno de las grandes regiones del Tawantisuyo. Wila Oma marchó al Contisuyo ,Illa Thupa quedó en las comarcas de Huánuco, Tisu Yupanqui fue a la extensa región del Collasuyo y el propio Inka quedó en Vilcabamba para amagar la estratégica región central de Jauja y del Valle de Abancay. a. En La Sierra Central El gran objetivo de esta campaña fue recuperar el dominio de esta región, densamente poblada y el granero más importante de la sierra central para el Perú, además de ser llave estratégica para amenazar Lima y cortar las comunicaciones entre esta ciudad y el Cusco. La primera campaña Inka contra los curacas del valle de Jauja se inició probablemente a fines de 1537, mientras Pizarro y Almagro discutían en Mala los límites de sus gobernaciones. Esta campaña Inka estuvo dirigida contra los Hurin y los Hanan Wanka que en los momentos cruciales de la guerra de la reconquista se plegaron a los españoles e hicieron fracasar el cerco de Lima, Porque los curacas comprometidos no llegaron a tiempo. El Inka tenía así razones para castigar a los de Hanan y Hurin Wanka y después a los de Hatun Xauxa. Esta campaña y las otras que envió aunque asolaron el valle de Hatunmayo (actual Mantaro), no pudieron someter a los Wanka que se defendieron valerosa y sucesivamente rechazando a cada una de las expediciones incas. Los curacas Francisco Kusichaka y Jerónimo Waqra Paukar, contando a su manera la derrota de estas expediciones, dicen en sus “Memorias” y “Probanzas” que ellos con su propio esfuerzo, las rechazaron una tras otra. En la batalla de “Guancayoc” mataron al capitán Titu Yupanki, en la de Pututo a los capitanes Kolla Thupa y Ango. Después, en el puente del río Hatunmayo, derrotaron a Illa Thupa; en Comas, al capitán Puyo Willka, en Andamarca apresaron a Paukar Poma y posteriormente derrotaron al propio Manko Inka, primero en Andamarca y después en “Cuxivilca” o “Auxivilca” cerca del tambo de Hatun Xauxa, jactándose de esta manera de una presunta serie de victorias que culminaron con el vencimiento de Paukar Waman en “Guamanga” y de Manyuto en la localidad de Paucarbamba11.
Titu Kusi Yupanki, recordando esta incursión , dice que su padre Manko Inka, en represalia a la tenaz resistencia que le ofrecieron los Wankas, “desenterró” al ídolo Wariwillka- que ellos adoraban- y que luego de arrastrarlo un trecho lo arrojó a las turbulentas aguas del Hatunmayo12. Es posible que estas incursiones al valle de Jauja pudieron haber ocurridocomo esta indicado- entre fines de 1537 y los primeros meses de 1538, por que cuando en junio de este año, Pizarro pasó por Hatun Xauxa todo había terminado. (C.A. Romero. RHXI, p. 184). Entre tanto, Almagro, que había jugando mal sus cartas políticas y fracasado en las negociaciones para fijar los límites entre las gobernaciones de Nueva Castilla y Nueva Toledo, escapando de la celada de los Pizarro regresó huyendo al Cusco por el camino de Waytara y Vilcas perseguido de cerca por Hernando Pizarro. Los detalles de esta sangrienta guerra civil entre españoles no requieren mayor comentario, por estar ampliamente reseñadas en las crónicas de su tiempo y conocidas por la información contemporánea. Almagro derrotado en la batalla de las Salinas el 8 de abril de 1537, después de un juicio inicuo fue sentenciado a muerte por Hernando Pizarro y ejecutado con ensañamiento el 8 de julio de este mismo año. Manko Inka Yupanki informado de este trágico desenlace y de cómo su hermano Paullu, cambiando la bandera se había hecho amigo de los Pizarro y se prestaba con éstos a conquistar el Collasuyo. Comprendió con amargura que la campaña bélica que había planeado en esta región se había tornado crítica y corría el inminente peligro de fracasar. Para distraer la atención de los españoles, resolvió abrir un nuevo frente de batalla, atacando a los encomenderos vecinos del río Apurímac, para evitar que estos marcharan al Collasuyo contra Tisu Yupanki. En efecto, - quizás en setiembre de este año de 1538- Manko Inka cruzó el puente de Usampi y por la parte de Ninabamba avanzó hasta Orongoy para amenazar a Guamanga y a los Chancas del valle de Andahuaylas. Pizarro, alarmado por esta noticia y por otra que le avisaban que su hermano Gonzalo estaba cercado en Cochabamba, dispuso que el factor Illán Suárez de Carbajal fuera precipitadamente al valle de Andaguaylas13 y Hernándo Pizarro acelerara su marcha para auxiliar a los sitiados en Cochabamba. Por distintas fuentes, se sabe que el factor Illán Suárez de Carbajal acampó en el pueblo de Uripa y que de este lugar comisionó al capitán Villadiego para indagar por el paradero del Inka. Se dice que este bisoño capitán al saber que estaba en el “alto de una sierra”, más con afán de gloria que prudencia resolvió ir contra él y tomarlo de sorpresa. Su precipitación resultó trágica. Manko Inka que estaba al acecho y espiando sus movimientos, sorpresivamente dio sobre él a la subida de los montes de Orogo y haciendo gala de temeridad con su pequeña caballería lo desbarato fácilmente, y haciéndolo caer en una nueva celada terminó por matarlo, escapando de sus manos solamente algunos soldados que alcanzaron a bordear un río14. Titu Kusi Yupanki relatando esta hazaña, dice con orgullo que su padre el Inka, cabalgando en pelo y con una lanza en la mano acabó con unos doscientos españoles “armados con todas las armas” que intentaban apresarlo. Refiere que cuando el Inka supo de éstos ascendía por el monte de Orongoy, les tendió una celada. Primero puso en orden su caballería y ordenó que las mujeres se pusieran en “riglera” con lanzas en las manos para que los enemigos imaginaran que eran hombres y después que todo estuvo preparado, dio en tropel con “lanzas y adargas sobre los españoles” haciéndoles huir “cuesta abajo”. Y para que nadie escapara acudió al ardid de simular cansancio, para que el inexperto capitán volviera a subir al monte. En efecto, Villadiego cayó ingenuamente en la celada, y el Inka en una nueva embestida mató a él y a muchos de sus hombres, de los cuales pocos escaparon para dar cuenta del desastre al Factor Illán Suárez de Carbajal. Pero este triunfo, - lejano y glorioso antecedente de la batalla de Junín- tuvo más trascendencia psicológica que militar, pues en nada hizo variar la difícil situación de Tizo Yupanki en el Collasuyo. Contrariamente, Pizarro percatado del peligro salió inmediatamente del Cusco antes de Navidad y poco después llego al Tambo de Vilcas, cuando el Inka ya se había retirado al reducto de Vilcabamba. Para evitar nuevas incursiones de Manko Inka a esta parte de la sierra central, Pizarro ordenó la fundación de la Villa de San Juan de la Frontera de Guamanga, la misma que se hizo el 29 de abril de 1539. b. En El Collasuyo. Tisu Yupanki destacado en esta región desde 1537, hasta el primer semestre de 1538 había conseguido con la habilidad política el apoyo militar de siete de las más importantes provincias del Collasuyo. De los Charcas, Chuis, Quillacas, Carangas, Suras, Caracaras y Chichas,- que tenían la fama de guerreros belicosos- y que antes se había distinguido con Wayna Qapaq en la guerra contra los Pastos y después defendiendo lealmente a Waskar Inka en la batalla de Cotapampa en agosto de 153215. Los planes de Tisu Yupanki para contener el avance de los españoles y de la gente de Paullu al valle de Charcas, sufrieron un duro revés. Por aquellos imponderables de la historia, en este tiempo Kari Apaza, Señor de los Lupacas y Kintiraura de los Pakajes se aliaron para luchar a la vez contra los incas y españoles, creyendo que podrían recuperar la libertad que antiguamente habían tenido sus pueblos. Como se vera después, esta inesperada actitud de los Lupacas y Pakajes comprometió definitivamente la suerte del Collasuyo, facilitando su posterior sometimiento a los españoles. Según varias fuentes, los curacas de Hatun Callao antiguos rivales de estas provincias alegando que les hacían la guerra, pidieron ayuda militar a los españoles y a Paullu probablemente a fines del primer semestre de este año de 1538. En efecto, Hernando Pizarro y Paullu acudieron en su auxilio y con 5,000 hombres de esta provincia, marcharon contra los Lupakas y Pakajes que habían elegido a Kintiraura por su capitán general. Según las versiones detalladas del anónimo de 1539 y de otras fuentes coetáneas, la batalla que se dio entre ambos ejércitos en el paso del río Desaguadero, fue recia y sangrienta. Por varios días se mantuvo indecisa, sin que los Hatun Collao y sus aliados pudieran cruzar los caudales de este río hasta que Paullu mandó hacer balsas con las maderas livianas que su padre había dejado en Zepita. Solamente con este ardid, los españoles pudieron pasar a su gente y caballería al otro lado del río, precipitando la derrota y prendimiento de Kintiraura16. Después de esta victoria los españoles y sus aliados se dirigieron al valle de Cochabamba (Cotabamba), clave estratégica para someter a las demás provincias del Collasuyo. Aunque Tisu Yupanki trató de contenerlos en Tapacari no pudo evitar que ocuparan este importante valle y reorganizado su ejército, marchó a Cochabamba y los cercó en el pueblo del mismo nombre, seguro de acabar con ellos17. Aunque J. Hemming- apoyándose en Cieza de Leónlo llama “Torinaseo”, creemos que se trata de una razonable confusión con el nombre o la persona del capitán Tisu Yupanki, por que entonces, nadie como él tenía más autoridad militar que el Collasuyo para dirigir la guerra contra los españoles y sus aliados. Más aún, si se acepta la versión del cronista Murúa (1962, p. 217) quien dice que Tisu Yupanki, la segunda persona del Inka fue el sitiador de Cochabamba18. Este famosos cerco, que pudo marcar el final de la audaz expedición española, termino trágicamente contra los incas pues cuando ya celebraban sus victorias, diciendo a grandes voces “aguardad un poco cristianos que tardaron mucho tiempo que la cabeza de vuestro capitán Gonzalo Pizarro esté en nuestro poder e de su casco haremos un vaso con que todos los señores de esta provincia han de beber” (Cieza de león. Guerra de las salinas. Cap. LXXXIX ). Esta ilusión, se disipo dramáticamente y cambió el curso de los acontecimientos, cuando Paullu con audacia y temeridad increíble, rompió el vigoroso cerco inca del pueblo de Cochabamba y salvó a los españoles de una muerte segura. Tisu Yupanki lamentando la traición de Paullu tuvo que replegarse a Pocona, con la esperanza de reorganizar sus fuerzas para volver atacar en la primera oportunidad (Probanza de Paullu. CDIHCH, VI). Aunque en este lugar el joven Inka trató de incrementar sus tropas y ordenó la muerte de un Chalco Yupanki gran colaborador de sus enemigos que en su tiempo de Wayna Qhapaq había sido gobernador del Collasuyo, no pudo resistir un nuevo ataque de Paullu y de los españoles. Sin otra alternativa, tuvo que retirarse a las lejanas tierras de los Huamahuacas para reestructurar un nuevo ejército. Su esfuerzo resultó imposible, por que sus aliados persuadidos por Paullu, hicieron la paz separadamente y depusieron las armas. Coysara, el gran señor de Charcas, Moroco de los Caracaras, con otros importantes señores, dejaron solo a Tisu Yupanki, que un tiempo después a instancias de Paullu, capituló honrosamente y regresó al Cusco con los Pizarro, el 18 ó 20 de marzo de 1539, aunque según carta de Francisco Pizarro al emperador, habría llegado a esta ciudad en la primera quincena de febrero de este año(Cusco, 27. II. 1539)19. c. En Huánuco y sus comarcas La resistencia Inka en esta región de 1537 a 1545 fue sin duda la más tenaz y sangrienta de la guerra de reconquista cuyo héroe epónimo fue Illa Thupa, miembro del más rancio linaje de los incas. Este capitán héroe del cerco de Lima y de la lucha contra el mariscal Alvarado para impedir que éste llegara el Cusco, quizás a fines de 1537- se retiró a la región de Huánuco donde estableció su cuartel general. En 1538, batió al capitán Mercadillo y castigó sus crímenes y depredaciones. En 1539, al mariscal Alvarado que iba continuar la conquista de los Chachapoyas e hizo fracasar a la ciudad española fundada por Gómez de Alvarado en el tambo de Wanacopampa (Huánuco)20. A mediados de este año, batió también al genocida Francisco Chavéz en la provincia de Conchucos, que según el dominico Tomas de San Martín y otros testimonios, cometió atrocidades, exterminó niños y poblaciones en el vano intento de sofocar el espírito nacionalista de los peruanos de esta región21. R. Porras, repudiando el terror criminal de este capitán- pariente de los Pizarro- dice: “No respetó ni a mujeres ni a niños, y aún recurrió al auxilio de los perros, las casas fueron saqueadas, robados los campos y ahorcados muchos pobladores. Era la respuesta española a la insurrección de Manko. Cuéntase que Chávez, hacía que los niños a quienes debían ejecutar pronunciasen antes de morir su fatídico nombre”22. En 1540, Illa Thupa en respuesta a este genocidio siguió combatiendo con más valor y sin amilanarse ante el poder y crueldad de los enemigos. En este año hizo fracasar la marcha de Gonzalo Pizarro a Quito y lo obligó a desviarse desde la serranía de Wari hacia la costa. Igualmente organizo a los curacas, para que amagaran la ciudad de Trujillo y para demostrar que la guerra seguía contra los españoles (Cieza de león. Guerra de las salinas.
Cap. LXVI. Zárate. Lib. 194, p. 493, Gómora 1946, p. 242).23 La lucha de Illa Thupa contra los enemigos se prolongó hasta 1543, año en que fue apresado por el capitán Juan de Vargas enviado contra él por Pedro de Puelles el fundador de la actual ciudad de Huánuco. Lo que no se sabe lo que le ocurrió a este valeroso capitán Inka, es muy posible que se salvara de la represalia enemiga, pues según el cronista A. De Zárate, al año siguiente estaba libre y había tomado el partido del Virrey Blasco Núñez de Vela, al que le informó de los planes del pizarrista Pedro Puelles en las comarcas de Huánuco.24

 

4°. FRACASO DE LA SEGÚN INCURSIÓN A VILCABAMBA Y OCUPACIÓN DEL CONTISUYO

Probablemente en junio de 1539 Gonzalo Pizarro, con Waypar, Inguill y Paullu, entraron en el gran reducto de Vilcabamba para acabar con la resistencia de Manko Inka Yupanki-, quien como se verá después-, se les fue de las manos y sin pena ni gloria fue memorable. Si los españoles y sus aliados salvaron entonces de un desastre total, fue sin duda por aquellos imponderables de la historia. De la emboscada Inka en el “paso de Chukillusca” (Valle de Vitcos), escaparon por el valor y la serenidad de Paullu, quien enérgicamente evitó el desbande de las aterrorizadas fuerzas españolas, divididas en- dos partes por una gigantesca avalancha de piedras25. En este lugar- como en Cochabamba-, tuvieron también que agradecer, una vez más al traidor de Paullu por haberles salvado de una muerte segura. En el valle Pampakona, cerca de Hatun Pukara o fortaleza grande, los aliados se salvaron asimismo – por extraña casualidad- por otra celada que ardidosamente les había tendido Manko Inka. Según Pedro Pizarro- quien estuvo en esta campaña- los españoles se salvaron de morir por una pedrezuela que se metió en la bota de Gonzalo Pizarro, ya que para sacársela, detuvo la marcha de su gente en el preciso momento que un aluvión de piedras se deslizó desde las alturas26. El susto fue tal que los enemigos precipitadamente regresaron al pueblo de Pampakona para reponerse y pedir refuerzos, mientras el Inka se fortificaba en Hatun Pukara situado a tres leguas de la ciudad de Vilcabamba. Probablemente en julio de este año, se dio la batalla por la toma de Hatun Pukara. Se dice que esta fue tan reñida y sangrienta que la lucha duró más o menos 10 días, hasta que los españoles tomaron sigilosamente las alturas y atacando desde este lugar conquistaron este fuerte para atrapar al Inka. Este difícil triunfo español, en la práctica resulto un chasco, una victoria pírrica. El Inka, - como antes a Orgoñez- se les escapó de las manos y según se afirma, se dio el lujo de desafiarlos desde el otro lado del río, haciéndoles burlas para que lo siguiesen por lo intrincado de las montañas, diciéndoles: “Yo soy Mango Inga; yo soy Mango Inga”. En este fuerte, los españoles encontraron los cuerpos decapitados de Waypar e Inguill, los traidores hermanos del Inka, a la reina Kura Oqllo que no había querido retirarse del lugar de duelo por sus hermanos muertos; a Qori Rimachi capitán general del ejército Inka; a dos hijos menores de Manko y a varios de sus familiares27. Titu Kusi Yupanki; rememorando con orgullo estos hechos dice de su padre: “Peleó ffuertemente con ellos a la orilla de un rrio vnos de vna parte y otros de otra, que en diez días no se acabó la pelea por que peleaban a rremuda los españoles con la gente de mi padre y con mi padre, siempre les hiba mal por el ffuerte que nosotros teníamos; y vinieron a tanto, que viniendo allí un hermano carnal de mi tía Cura Ocllo llamado Gúaspar (Waypar”, y mi padre se enojó tanto por él le venía a buscar, que le vino a costar la vida, el negocio, y queriéndolo matar mi padre con el enojo que tenía, la Cura Ocllo se lo quiso astoruar por que le quería mucho, y mi padre no queriéndo consentir a sus ruegos cortoles las cabezas a él y a otro su hermano llamado Inguill, diciendo estas palabras; “más justo que corte yo sus cabezas que no que lleven ellos la mía”. Y mi Tía por enojo que recibió de la muerte de sus hermanos, nunca jamás se quiso mudar del lugar donde estauan muertos.” 28 Con esta trágica escena terminó la ocupación de Hatun Pukara. En Vano, Gonzalo Pizarro requirió al Inka para que se rindiera, con la bravata de “echarlo del mundo”. Fue también inútil su búsqueda por la jungla y los glaciales de la cordillera. Un tiempo después, desesperado y con la gente hambrienta salió de Vilcabamba con sus regios cautivos y un menguado botín.29 Probablemente en setiembre de este año de 1539, Pizarro para disimular el fracaso de la campaña a Vilcabamba, emprendió la ofensiva al Contisuyo con el propósito de apresar o matar Wila Oma, quien desde 1537 estaba parapetado en esta región. Aunque los datos sobre la resistencia que ofreció son todavía escasos, queda en claro que en octubre de 1539, Wila Oma el hombre más respetado del Tawantisuyo, cayó prisionero luego de recios encuentros en su “albarrada”, donde murieron más de 2,00 de sus hombres peleando hasta el final contra los españoles.30 Se dice, que Pizarro reconociendo la “grande autoridad” que tenía entre los incas, lo trató bien esperanzado que con sus influencias podría lograr que Manko Inka se rindiera para salvar la vida de la reina Cura Oqllo y de sus capitanes. Pero Wila Oma no cayendo en el juego se mantuvo firme y rechazó airadamente las presiones de Pizarro. El Inka por su parte, prefiriendo los intereses de la patria a los de sus sentimientos, rechazó a su vez, la innoble propuesta de salvar la vida de la reina a cambio de su rendición. Pizarro, fracasado en su intento en cruel e indigna represalia, - después de tolerar el ultraje de la reina por su hermano Gonzalo Pizarro -, ordeno que la martirizaran y le dieran muerte. Se dice después que la azotaron con varas la amarraron a un árbol y allí la mataron a flechazos. Un sobrino del jefe español el cronista Pedro Pizarro confirmando este crimen, dice que su tío ordenó la muerte de Kura Oqllo esposa de Manko Inka: “Haciéndole varear con varas y flechar con flechas…y entiendo yo- añade – que por esa crueldad, y por la otra hermana del Inga que mandó matar en Lima…que se llamaba Mama Azarpay, me parece a mí que nuestro señor le castigo con el fin que tuvo”31. Por su parte Titu Kusi Yupanki, más patéticamente dice, que la reina Kura Oqllo; La; “Asaetearon vihua, sufriéndolo élla por la castidad por la cual dixo estas palabras quando la asaetearon: ¿en vna mujer venga vuestros enojos? ¿Qué más hiciera otra muger como yo?. Daos prisa a acabarme, por que se cumpla vuestro apetito en todo; y ansí la acabaron de presto teniéndo con vn paño tapados los ojos ella misma”.32 Con esta inaudita crueldad y con el cuerpo de la reina arrojado a las aguas del Willkamayo, Francisco Pizarro se vengó del Inka; - que como está dicho -, prefirió el amor a la Patria al de la vida de su esposa, la reina Kura Oqllo. Manko Inka, consumido por el dolor de esta inicua venganza, con mayor sacrificio que antes resolvió continuar la guerra a muerte contra los españoles.

 

5°. CAMPAÑAS GUERRILLERAS DE MANKO INKA YUPANKI

Pasados estos hechos, sin posibilidad de inmediata de reorganizar su ejército el Inka cambiando de táctica inicio una nueva modalidad de lucha, la guerra de guerrillas, que le permitiría mantener en alto la expectativa y la confianza de los pueblos en el triunfo patriota sobre los invasores. La nueva táctica causó preocupación y hasta pánico en los enemigos según testigos presenciales, de 1540 a 1541 Manko Inka con sus belicosos capitanes Puma Supa y Sanoyto no los dejo en paz. Ataco a los encomenderos a la margen izquierda del río Apurimac, se acercó al Cusco por el camino de Limatambo, atacó el valle de Amaybamba a la localidad de Pichu encomendada (a un Arias de Maldonado) y de manera permanente amago la villa de Guamanga y otros lugares. En esta campaña guerrillera las zonas más afectadas fueron Ongoy, Oco-bamba , Guamanga, Cotomarca, Andaguaylas, Huraguasi, Limatambo y Sacsa Wana o Xaquixaguana, de cuyo pueblo el Inka liberó a más de “doscientas personas con sus mujeres e hijos” sin que los “españoles fueran parte para ellos” y destruyó a la vez los cocales del valle Amaybamba causando estragos en sus propiedades.33 Las incursiones guerrilleras a Guamanga están confirmadas por el libro de Cabildos de esta villa. En este libro se dice, que el teniente gobernador Basco de Guevara salió a combatir al Inka en 1541 y que los vecinos se quejaban por que no les dejaban en paz y que los acosaba permanentemente “por veinte mil partes”. Fueron así tan intensos los ataques al valle de Andaguaylas y las comarcas de Guamanga que Pizarro alarmado autorizó a Vasco de Guevara a negociar la paz con el Inka y poner atajo a su violenta acción guerrillera34. En 1541, el Inka se había hecho tan popular y la fama de sus hazañas guerrilleras se habían extendido por todos los pueblos, que los españoles resolvieron hacerle la guerra total para acabar con sus aspiraciones de reconquista. La provisión del 7 de mayo de 1541, dirigida al teniente gobernador de la Villa Hermosa de Arequipa, ordenándole que reuniera gente y dinero para combatir al Inka, expresa la profunda preocupación del gobernador español. En esta provisión se decía: “Por quanto como es público e notorio que el cazique Mango Inga Yupangue señor natural de estos dichos indios anda alzado e rebelado de la obediencia de su magestad e servidumbre de los españoles el qual con sus capitanes e valedores andan haciendo inmensos daños, estragos e muertes de xipianos e de naturales dysipando muchos pueblos de yndios alcanzándolos e revelandolos e impidiendo los camynos…convocando a los dichos naturales e impoyendoles que vienen otras nuevas alteraciones e malos propósitos absolvéndoles del servicio de encomiendas…e los dichos sus capitanes e valedores andan cerca de la villa de San Juan de Ffrontera e se dice que vienen sobre ella a la facer guerra e así mismo soy ynformado que vino el Cusco al repartimiento de Andaguaylas con copia de gente de guerra…dio sobre los varios españoles que en el dicho repartimiento estavan e los hizo guerra e mato a varios de ellos e sitio al Cusco… E por que si en ello no se preveyese remedio cada día yirian los dichos daños en crecimiento y el dicho ynga o sus valederos cobrarían más anymo para los facer. E porque esperando e deseando hacer la dicha guerra al dicho ynga yo mandé e hice pregonar primeramente varios capítulos de cossas que se concedían a todas cualquier personas que quisiese yr a la dicha guerra e porque viendo que es cossa tan importante… que se haga la dicha guerra me pareció que porque oviese efecto en que se hiciese este verano convenía e conviene que se aperciban e junten copia de cien hombres e los que más haber pudiere los mejores parecieren ser de pie e de caballo los cuales sean a de dicha villa e cibdad del Cusco villa de San Juan de Frontera esta cibdad de los Reyes e cibdad de Trujillo e San Miguel e los vezinos y moradores de las dichas cibdades e villas que han correspondido a cada uno conforme el provecho de tierra”35
No sabemos si esta villa reunió o no a los cien hombres y los “mil pesos de buen oro” para combatir al Inka. El asesinato de Pizarro el 26 de junio de este año, perpetrado por los vengadores de Diego de Almagro cambió de hecho el curso de los acontecimiéntos bélicos. En efecto, el primer semestre de 1541 fue intensa la beligerancia, Manko Inka a su sentimiento patriótico, sumó su encono y afán de vindicta contra Pizarro, No podía olvidar que 1536 mandó matar a Mama Azarpay una de las hijas más distinguidas de Wayna Qhapaq. Tampoco el cobarde asesinato de su esposa, la coya Kura Oqllo en noviembre de 1539,la quema de sus capitanes, la mutilación de sus soldados y de las mujeres warmiauka o guerreras entre 1536 y 1537; más aún, la quema y el ahogamiento de los más preclaros hombres- del Tawantisuyo: Wila Oma, Titu Yupanqui , Qori Atao, Oskoq, Orqo Waranga, Atoq Suki, Tanki Wallpa , Taype y Tambo , entre muchos más asesinatos sin proceso y secretamente en el valle de Yucay en la cuaresma de 1540, crueldad de los Pizarro que causó escándalo y lástima en los propios españoles36, Finalmente, el Inka ,recordaba con horror entre otros crímenes, matanza de niños y mujeres perpetrada por Francisco Chávez , quien ganó el triste mote de “Herodes Español” .Esta suma de crímenes y atrocidades, hicieron del apellido Pizarro, el más temible y odioso del Perú. El asesinato de Francisco Pizarro resultó para el Inka una fecha memorable que marcó el final de su primer gran enemigo y el inicio de su alianza con al mestizo Almagro el Mozo. Se dice que el Inka entusiasmado del triunfo alamgrista, suspendió el ataque a la desguarnecida ciudad del Cusco para ayudar al joven rebelde. En efecto le dio caballos, armas y coracinas. Incluso se afirma que hubiera participado personalmente en la batalla de Chupas si su hermano Paullu no se hubiera comprometido a pelear al lado del mestizo rebelde37. Por esta circunstancia la derrota de Almagro el Mozo el 16 de setiembre de 1542, en la batalla de Chupas resultó un grave revés para las expectativas del Inka. Por aquellos avatares de la historia, el joven Almagro fue apresado cuando se dirigía a refugiarse a Vilcabamba que luego de un proceso sumario, fue decapitado en la ciudad de Cusco (Herrera, Dec.
VII, lit. III, cap. VII, p. 33). Mientras tanto que Manko Inka Yupanki, que había suspendido sus actividades guerrilleras, se mantuvo a la expectativa de la actuación del licenciado Cristóbal Vaca de Castro, el nuevo gobernador del Perú.

 

6°. LAS NEGOCIACIONES DE PAZ DEL GOBIERNO ESPAÑOL CON EL INKA

Terminada la insurrección almagrista, Vaca de Castro se propuso amainar las incursiones guerrilleras de Manko Inka. Disimulando el apoyo que este había dado a la facción de Almagro y cumpliendo las instrucciones reales, inició las negociaciones para traerlo pacíficamente a la “obediencia del rey”. El Inka sin bajar la guardia ni alterar sus planes bélicos, aceptó entablar las negociaciones diplomáticas. Quizás más para ganar tiempo que formalizar un acuerdo con los españoles, considerando que en algún momento los tratos se romperían cuando el no quisiera someterse, ni ellos irse de la tierra. Sin embargo, estos fueron sumamente cordiales. Vaca de Castro entusiasmado por la buena disposición de Manko, escribió al emperador diciéndole: Los “tratos que traigo con el Inga andan con mucho calor…él me envía papagayos y yo a él brocados”, indicándole además que le había mandado tres de sus embajadores para negociar los términos de la paz que le ofrecía el gobierno español38. Estas negociaciones se interrumpieron en los primeros meses de 1544, cuando se supo la próxima llegada del primer Virrey del Perú Blasco Núñez de Vela. Según- se dice- el Inka habría tomado contacto con él para unirse contra los Pizarro, y que estos tratos, se truncaron por el prendimiento y destierro del virrey por la facción pizarrista39. Como se sabe el virrey llegó al Perú para imponer “Las Nuevas leyes” y acabar con el abuso y la insolencia de los encomenderos convertidos en señores de “Horca y cuchillo”. Los encomenderos oponiéndose a su aplicación, eligieron a Gonzalo Pizarro, su “procurador general” para que la defendiera, si fuera necesario por las armas. La intolerancia del Virrey precipitó los hechos y Gonzalo Pizarro se alzó en el Cusco y se marchó a Lima para echarlo del Perú. Mientras tanto Manko Inka aprovechando esta coyuntura, suspendiendo la amenaza a la Villa de San Juan de la Frontera se dirigió a la ciudad del Cusco para atacarla por sorpresa en octubre de este año de 1544, mientras los rebeldes marchaban a Lima por el camino de “Guamanga”40. Después de este intento, que no tuvo efecto, se pierden las huellas de las actividades guerrilleras del Inka, hasta la infausta noticia, de su asesinato por un grupo de españoles refugiados en su residencia de Vitcos.

 

7°. ASESINATO POLÍTICO DE MANKO INKA YUPANKI EN VITCOS

Aunque todavía son insuficientes los elementos de juicio, para explicar en toda su magnitud, las causas que determinaron el asesinato y los detalles de su muerte. Las nuevas investigaciones históricas dejan en claro que fue víctima de una conspiración pizarrista fraguada por Alonso de Toro- teniente gobernador del Cusco- con los refugiados almagristas, que gozaban de protección y confianza del Inka. Algunas versiones para justificar este crimen y dañar la egregia imagen del Inka, sostienen con algunas variantes que uno de los refugiados fue abofeteado por el Inka – por su discrepancia en el juego – cegado por la ira, lo hirió mortalmente a puñaladas. Para Cieza de León, el Inka fue muerto al tratar de impedir que loa almagristas salieran de Vilcabamba para verse con el Virrey Blasco Nuñez de Vela. Según Porras Barrenechea – iniciador de la historia científica del Perú – la verdad es otra. Manko Inka no fue víctima de una reyerta ocasional, sino, de una conspiración del bando Pizarrista con los refugiados almagristas , que vivían en la corte Inka. Porras al comentar el “Fragmento Histórico” – recogido por el cronista Montesinos -, dice que el plan del crimen fue negociado por Alonso de Toro – teniente de Gonzalo Pizarro en el Cusco -, con el grupo almagrista, con la promesa de perdonarles la vida si mataban al Inka41, para cultivar sus cocales del valle de Amaybamba y de paso, acabar con la resistencia Inka de Vilcabamba. La perspicaz intuición del historiador peruano está confirmada por la reciente publicación de Juan Betanzos, quien por ser marido de Cusi Rimay , mujer de linaje de los incas, tuvo información directa y segura de la conspiración para asesinar al Inka. A su vez, ratifica el fondo de la versión de Titu Kusi Yupanki, testigo presencial de este crimen político. Según Betanzos: “Llegó del Cusco allí a ellos un mestizo el cual vino de allí en son de que venía huyendo de los cristianos del Cuzco a servir a Mango Ynga y traía una carta de no se quién del Cuzco y dióla secretamente a Diego Méndez por lo cual la carta le enviaban decir lo que bien le estuvo a quien le enviaba y el Ynga como viese al mestizo venir desarrapado mandolé vestir de terciopelo…y como el mestizo se viese a solas con el Diego Méndez díjole de palabra lo que pasaba y el Diego Méndez en aquella sazón tenía una negra la cual la negra había oido lo que el mestizo decía a su amo y vióle la carta en las manos y el Diego Méndez juntóse con Gómes Pérez y con los demás españoles y díjoles lo que la carta decía y Lo que el mestizo le había dicho y ordenado de matar al Ynga y mandaron hacer muchos bollos para llevar de comer… lo cual sabido por los principales fuéronselo a decir al Ynga”. El cronista dice que el Inka, no les creyó pensando que eran intrigas, y con esta confianza los españoles siguieron con sus planes para asesinarlo. En connivencia con ellos, el mestizo traidor informó al Inka que Gonzalo Pizarro con toda su gente de guerra, habían salido a Lima y que Alonso de toro, su teniente gobernador, estaba en el Cusco con solamente 58 hombres , descuidado, sin “caballos ni cabalgaduras”, para consumar su crimen , invitaron al Inka a jugar con ellos y como éste no quisiera, pusieron que “juzgase los tiros”. Refiere, que en este momento llegó un mensajero de Puma Supa y que cuando lo estaba atendiendo , importunándolos para que les “fuese a juzgar cierto tiro y reyerta que tenían” le dieron: “Un rempujón en su muslo y volvió el Ynga el rostro a Gómez Pérez que se lo había dado díjole enojadamente al Gómez Pérez que esperase a que despachase aquel mensajero y que acabaría y vería lo que decía y con esto torno el Ynga a volver la cabeza sombre el hombre a hablar con el mensajero y como esta vez postrera volviese la cabeza allegándose allí todos los españoles y Gómez Pérez saco su daga y diole al Ynga una puñalada en los pechos y el Ynga como le diese aquella puñalada levatóse en pie y arrojóle la manta a los ojos el Gómez Pérez tornole a dar otra puñalada y acertóle por parte que cayó el Ynga y los dos señores que estaban con él levantáronse en pie y arrojaron las mantas a los españoles y los españoles saltaron con ellos y sus dagas matarónlos la mujer del Ynga como viese lo que pasaba dio gritos y como los españoles hubiesen hecho esto dijeron a uno de ellos que acabase de matar al Ynga que aún resoplaba y ellos fueron corriendo a la casa de armas y como quedase aquel español acabando de matar al Ynga y a la mujer diese voces vinieron allí los flecheros y Timbayci el capitán con ellos y como viesen a aquel que estaba matándo al Ynga fueron a él todos y matáronle a flechazos allí” (cap. XXXII; 303 ss.). Los demás asesinos, sorprendidos por la gente del capitán Timbayci, sin poder escapar, fueron muertos y al que huyó también, en los glaciares de la cordillera. Años después – en mayo de 1565- cuando D. Rodriguez de Figueroa pasó por Vitcos dice que vio siete calaveras de los asesinos que habían matado a Manko Inka Yupanki. Es difícil precisar la fecha del asesinato político. Es posible que este ocurriera a fines de 1544, o más propiamente en enero de 1545, fecha en que Alonso de Toro ya ejercía el cargo de teniente gobernador del Cusco.Por otras referencias se sabe que en este año, el Inka se dice que ordenó favorecer al realista Diego Centeno y Que habría remitido instrucciones a los “araucanos” para que lucharan contra Pedro de Valdivia que Peleaba en Chile42. En cuanto a los detalles y aciaga circunstancias que rodearon la trágica muerte del Inka,desechando las versiones españolas y las de Garcilazo de la Vega. Reproducimos el testimonio de Titu Kusi Yupanki, hijo mayor del Inka quien estuvo presente en el escenario del crimen, en el momento que los conjurados atacaron a mansalva a su confiado y desprevenido padre, en el refiere que lo hirieron cuando intentó defenderlo y lo hubieran muerto, si no se escondieran entre las arboledas de la residencia de Vitcos. Titu Kusi Yupanki, al relatarnos esta trágedia,dice: Estauando un día con mucho regocijo jugando herrón solos mi padre y ellos y yo, que entonces era mochacho,sin pensar mi padre cosa ninguna ni haber dada crédito a vna india de vno dellos, llamada Bauba, que le auían dicho muchos días antes que le querían matar aquellos españoles. Sin ninguna sospecha déstos ni de otra cosa se holgaua con ellos como antes; y en este juego, como antes; y en este juego, como esta dicho yendo el dicho mi padre a levantar el herrón para hauer de jugar, descargaron todos sobre él con puñales y cuchillos y algunas espadas; y mi padre como se sintió herido, con la rabia de la muerte, procuraba deffenderse de vna parte y de otra; más como era solo y ellos siete, y mi padre no tenía arma ninguna, al fin lo derrocaron al suelo con muchas heridas, le dejaron muerto. Y yo era pequeño y vi a mi padre tratar de aquella manera, quise ir allá a guarecerle; y volviendose contra mí muy enojados, arrojándome un bote de lanza con la misma lanza mi padre, que a la sazón allí estaua, que erraron poco que no me mataron a mí también. E yo de miedo, como espantado de aquello huíme vnos montes auajo , porque avnque me buscasen no me pudiesen hallar y ellos, dexaron a mi padre ya para expirar, salieron por la puerta con mucho como regocijo diciendo: Ya hemos muerto al Inga, no hayáis miedo. Y vnos andes a la sazón llegaron, y el capitán Rimache Yupanki, les pararon luego de tal suerte, que antes que pudiesen huir mucho trecho, a vnos tomaron el camino mal de su grado, derrocándolos de sus caballos abajo, y trayéndolos por la fuerza…”43. Añade Titu Kusi Yupanki, que su padre sobrevivió a las heridas por algunos días y que antes de expirara, le dijo: “No consientas que los españoles que entren en tu tierra aunque más te conviden con palabras, porque sus palabras melosas me engañaron a mí y ansí harán a ti, si los crees”, y con gran sentimiento le recomendó que tratase con amor y justicia al pueblo que lo había acompañado asta allí, dejando sus tierras y naturaleza44. Aunque generalmente se cree que el Inka dejó tres hijos varones menores de edad. Según algunos documentos, fueron cinco: Titu Kusi Yupanki, Sayri Thupa, Qhapaq Yupanki, Thupa Wallpa y Thupa Amaro45, sin que se pueda establecer con seguridad la edad de Thupa Amaro. La muerte de Manko Inka Yupanki, - en las circunstancias políticas indicadas – constituyó un a irreparable pérdida para el futuro éxito de la guerra de reconquista. Si bien su falta no amainó la guerra contra los españoles, de todos modos su inesperada muerte desvió el curso de la historia del Perú.

 

8°. NUEVAS NEGOCIACIONES ESPAÑOLAS CON LA CORTE DE VILCABAMBA 1548- 1557

a. Del Presidente Gasca Atoq Supa y no Kayu Thupa- como se afirma-, quedó como regente de Vilcabamba hasta que el sucesor del Inka tuviera edad para gobernar este último reducto del Tawantinsuyo46. Mientras tanto, la corte de Vilcabamba, se sobrepuso al desastre histórico que significó la muerte de Manko Inka y mantuvo los objetivos básicos e su política: Continuar la lucha con la táctica de “guerra de guerrillas”, atacando principalmente las comarcas vecinas a los ríos Apurimac y Willkamayo (Urubamba) esperando el resultado de la rebelión de los encomenderos. El 9 de abril de 1548, la gloria efímera y la arrogancia de Gonzalo Pizarro, acabaron con su humilde rendición en los llanos de Xaquixaguana. Así termino la vida de este último de los Pizarro, sentenciado a morir decapitado por el mariscal Alonso de Alvarado, el mejor amigo de esta familia. Desecho el poder de los encomenderos y restablecida la autoridad real, el presidente Gasca decidió poner atajo a las guerrillas Incas dirigidas por el casi adolescente Sayri Thupa contra el Cusco Y Guamanga. Proponiéndose por disuasión o maña acabar con la resistencia Inka de Vilcabamba, usando el doble juego: la amenaza y la dádiva. Con este fin, encomendó a Paullu y Kayu Thupa para que de alguna manera persuadiera a Sayri Thupa- que lo presumió heredero de Manko Inka47, para que dejase el retiro de Vilcabamba y fuese a vivir a la ciudad del Cusco. La corte de Vilcabamba, evitando los riesgos de una negativa, aceptó a seguir el juego político del astuto licenciado y convino entablar las negociaciones diplomáticas. Gasca, envanecido por esta condescendencia y todavía con los humos de la victoria sobre el mando pizarrista, envió al interprete Martinillo de Poechos para que en su nombre tratase con Puma Supa- “ayo” de Sayri Thupa- la salida de ese príncipe por la advertencia presuntuosa, que si no salía “por bien, sería forzado a venir por la fuerza ”.48 La insolencia del licenciado no resultó. En carta al emperador- del 17 de julio de 1549- lamentaba su poca ventura y para encubrir su fracaso49 le avisaba que Paullu camino a Vilcabamba, había caído enfermo y muerto después en la ciudad del Cusco en la primera quincena de julio de este año de 154950. b. Del virrey Marqués de Cañete y su fiasco diplomático Después que el licenciado Gasca viajara a España en 1550, las negociaciones con Vilcabamba, que se habían interrumpido primero por la muerte del Virrey Antonio de Mendoza en junio de 1552 y después, por el alzamiento de Francisco Hernández Girón en noviembre de 1553. El nuevo Virrey Marqués de Cañete, cumpliendo la R. C. Del 10 de mayo de 155, en julio del año siguiente reinició las negociaciones con Vilcabamba. Según este virrey, para acabar con aquella “ladronera” y sacar a Sayri Thupa pacíficamente o por la fuerza de las armas, convencido de que, mientras los incas siguieran en este reducto del Tawantinsuyo, la conquista del perú no había terminado. La causa inmediata se presento cuando supo que el joven Sayri Thupa, seguía dirigiendo la guerra con los encomenderos de las márgenes de los ríos Apurimac y Willkamayo. El virrey para poner término a estos ataques, envió a Vilcabamba una comisión integrada por el corregidor del Cusco Juan Bautista Muñoz, el dominico Melchor de los Reyes, Juan Betanzos (casado con doña Angelina hija de Wayna Qhapaq) y el mestizo Juan Sierra Leguísamo (hijo del español del mismo nombre) en Beatriz Yupanki(hija también de Wayna Qhapaq). Esta comisión al no tener permiso para entrar en Vilcabamba por el paso del río Apurimac, tuvo que dar la vuelta y penetrar por el territorio Inka por el puente de Chukichaka. La comisión oficial tuvo cierto éxito, el gobierno de Vilcabamba considerando las propuestas españolas, aceptó tratarlas directamente con el virrey, para cuyo efecto dispuso que sus embajadores: Qori Paukar, Sutiq y Yauri fueran a la ciudad de Lima con los comisionados del citado virrey. Por su parte Titu Kusi Yupanki da la siguiente versión de los objetivos de esta comisión, diciendo que: “En el tiempo que ffue virrey de estos reinos del Perú el marqués de Cañete, me enuió a esta tierra donde yo estoy un padre de la Orden de santo domingo para que tratáse conmigo de estarme allá fuera del Cusco, diciendo que el señor visorrey tenía mandato del emperador don Carlos para que saliéndo yo allá ffuera y queriendo ser cristiano, me daría de comer, confforme a mi calidad e yo, acordádose del tratamiento que los españoles habían hecho a mi padre estando en el Cusco en su compañía… no quise entonces dar consentimiento, que el padre fray Melchor de los Reyes me solicitaba”51. Añade que para tratar este asunto envió a Lima “ciertos capitanes” para que se informaran de la “certinidad del negocio” que le proponía el virrey, con la advertencia de que si convenía, enviaría “en su lugar” a uno de sus hermanos para que “experimentase la vivienda de los españoles”. De esta manera Titu Kusi Yupanki, con su acción guerrillera, impuso condiciones al Marqués de Cañete para el mejor trato a favor de su hermano, el príncipe Sayri Thupa. Según la versión del cronista Diego Fernández los embajadores incas, estuvieron en Lima 8 días, durante los cuales: “Se vieron muchas veces con el virrey y sobre dar corte en las mercedes y cosas que el Inga se habían de dar para salir de paz y dar la obediencia al rey. El virrey los consultó con los obispos y oidores, y acordó darle para sus gastos (que como señor pudiese sustenta) diez y siete mil castellanos de renta para él y sus hijos, con encomienda de los indios del repartimiento de Francisco Hernández con el valle de Yucay (yndios del repartimiento de Francisco Pizarro, hijo del marqués) y más unas tierras encima de la fortaleza del Cusco para hacer su morada y casa de sus indios”. Hecho este acuerdo, los embajadores incas y Juan Sierra regresaron a Vilcabamba con la provisión del Virrey, que daba el plazo de 6 meses para que Sayri Thupa saliese de esta ciudad y fuera a vivir al Cusco, contados a partir del 5 de julio de 155752. Los términos de esta provisión virreinal eran tan claros, que implicaba de facto un ultimátum político. La corte de Vilcabamba sin otra alternativa, autorizó la salida de Sayri Thupa para no confrontar los riesgos de una guerra que no tenían posibilidades de éxito militar. Diego Fernández dice que cuando los embajadores incas regresaron a Vilcabamba, con el ultimátum del virrey, Sayri Thupa ya había recibido la borla o mascaypacha y estaba dispuesto a viajar a la ciudad de Lima y que justificando su decisión había manifestado a su pueblo: que él salía no por “miedo” al virrey, sino acatando la “voluntad de sus guacas”. Verdad o no el texto de esta versión, el 7 de octubre de 1557 antes de vencerse el plazo dado por el virrey, Sayri Thupa dejó la tierra de Vilcabamba con los capitanes que le habían seguido en sus hazañas guerrilleras53 y una escolta de “Trescientos” soldados. Se dice que el joven príncipe, a lo largo del camino, fue recibiendo el conmovido homenaje de los pueblos que le vieron pasar con una profunda nostalgia, como el crepúsculo de la historia del Tawantinsuyo. El 7 de enero de 1558 llegó a Lima y fue percibido personal y “amorosamente” por el virrey quien lo hospedó en su palacio54. El 12 de este mismo mes, le entregó el último título de “adelantado” con el nombre de “Sayri Topa Mango Cápac Yupangui” y los documentos que le otorgaba el dominico del valle de Yucay, y otras tierras en el Cusco. (RHC., IV, p. 223). El entusiasmo del virrey , se disipo un año después cuando supo por carta de Titu Kusi Yupanki de el 20 de junio de 1559, que Sayri Thupa no era Inka, sino su hermano Thupa amaro por legitima sucesión de su padre Manko Inka. La carta decía: “Ya vuestra merced es informado en la cuidad, que el Ynga mi señor y hermano Topa Amaro es el Ynga recta y verdaderamente por directa línea según nuestro padre y señor Mago Ynga Yupangui, lo dejó ordenado y mandado, y que Sayri Topa nuestro hermano, fue elegido entre nosotros, por lugarteniente para que la gente de guerra tuviese atención a que había señor que lo gobernase hasta tanto que el Ynga mi señor y hermano tuviese algún entendimiento de razón para podernos gobernar”55. La sorpresa e indignación debió de ser grande al constatar su fiasco diplomático y como los otros hijos del Inka asesinado, seguían altivos y desafiantes en el reducto de Vilcabamba. No se conoce lo ocurrido después, no las medidas adoptadas frente a los jóvenes incas de Vilcabamba. A comienzos de 1561, murió el virrey, al parecer envenenado, y a mediados del mismo año, el príncipe Sayri Thupa – según el rumor general- también fue envenenado por el cañari Francisco Chillche, incondicional servidor de los españoles. Aunque no se le pudo probar que fuera el autor del crimen, sin embargo, su viuda doña María Kusi Warkay siempre esta segura de que su esposo Sayri Thupa fue muerta por una ponzoña que le dieron. Ahora bien ¿Sayri Thupa, fue realmente el sucesor de Manko Inka Yupanki?. Según la documentación que hemos compulsado, podríamos decir que no. Los testigos que en la probanza de Diego Rodríguez de Figueroa hecha en el pueblo de Carco en julio de 1567, dijeron unánimemente que Sayri Thupa no fue sucesor de Manko Inka. Según el cronista Pedro Sarmiento Gamboa (1965, p. 276) y el segundo marido de doña María Kusi Warkay, Thupa Amaro fue el legítimo sucesor del Inka asesinado. De lo expuesto resulta enteramente cuestionable, la documentación oficial del virrey Marqués de Cañete y la preparada por el capitán Martín García de Loyola para probar con testigos complacientes, que Sayri Thupa- padre de su mujer doña Beatriz- fue el sucesor del gobierno de Vilcabamba. Loyola alegaba que Sayri Thupa fue hijo mayor y legítimo de Manko Inka y que por la presunta voluntad de su abuela Thupa Inka, lo llamaron desde su infancia “Wayna Inga” (Inka mozo) y que muerto Manko Inka, le dieron la borla y lo reconocieron como Inka. Esta afirmación contradice el texto oficial del Crónica Fernández, según la cual o Sayri Thupa, le impusieron la borla o mascaypacha en setiembre 1557 y no antes. Por otra parte, si se acepta la versión de Titu Kusi Yupanki que Sayri Thupa fue a vivir al Cusco, aparecería en los anales de la historia del Perú como el príncipe que para salvar a Vilcabamba de la amenaza de una guerra , simuló el cargo de Inka para vivir en el valle de Yucay, la llave maestra y estratégicas de las comunicaciones patriotas del Cusco con Vilcabamba.

 

9°. LA GRAN CONSPIRACIÓN MILITAR Y RELIGIOSA INKA EN LA DÉCADA DE 1560- 1570 Y LAS PROPUESTAS DE PAZ DEL GOBIERNO ESPAÑOL

Según la documentación coetánea, los incas desde los inicios de esta década o antes, habían comenzado a organizar a escala nacional un gran alzamiento militar y religioso para culminar la guerra de reconquista del Perú. Los testimonios españoles afirman que en 1562, Thupa Amaru y Titu Kusi Yupanki, muerto Sayri Thupa reiniciaron las campañas guerrilleras y saliendo a los caminos y asaltando las encomiendas españolas vecinas a los ríos Apurimac y Willkamayo (Urubamba), particularmente incursionando a las localidades de Amaybamba y Pichu. En 1561 el conde de Nieva sucesor del Marqués de Cañete, reaccionando más políticamente que militarmente y ciñéndose a la consigna real de procurar la paz con el Inka, prefirió amainar las guerrillas por la vía diplomática. Con este propósito ordenó al corregidor del Cusco, Gregorio González de cuenca para que de inmediato propusiera a los jóvenes incas, que dejasen su beligerancia y salieran pacíficamente de Vilcabamba. La gestión fracasó y los incas con mayor altivez, intensificaron sus incursiones guerrilleras, para recordar al gobierno español, que la guerra de reconquista continuaba con el apoyo de los pueblos desengañados y cansados de su prepotencia y tiranía. Como se constatará después, estas incursiones, al parecer, formaron parte un plan de insurrección general del Perú, que se hizo para distraer la atención de las autoridades coloniales y encubrir la conspiración militar y religiosa que se urdía desde Quito hasta Charcas, bajo la dirección del gobierno de Vilcabamba.
Parte de este plan fue descubierto fortuitamente a fines de 1564, y causo profundo estupor en el gobierno colonial, como aparece en la carta del gobernador Lope García de castro dirigida al cabildo de Cusco el 23 de marzo de 1565. En esta le informaba que por infidencia de un Kuraka del valle de Jauja, supo también que otros de este valle, con los de Guamanga y Huánuco, habían fabricado más de 3,000 mil lanzas y juntado gran números de armas para alzarse contra los españoles advirtiéndole que: “Tengan entendido - que los pueblos- andaban desvercasados para levantarse contra nosotros y lo que ha parecido ansy por la información que aquel se ha hecho como por la que hize en Xauxa y Guánuco y Guamanga y otra que se envió a Cañete, que ellos azer tenían concretado de alzarse todos en un día y que el ynga salía afavorecerles y matar todos los españoles que hallasen apartados en sus grajerías y en pueblos pequeños y en esto y estan considerados todos los caziques de los Charcas hasta Quito y que para esto tenían enviados muchos mensajeros los unos a los otros y que juntaron muchas armas y caballos y tenían repartidos en el pueblo de xauxa por sus ayllus más de tres mil picas y auian retirado sus ganados a las sierras y los depósitos de los bastimentos que tenían no lo auian querido dexar repartir entre los pobres como solían diciendo que era menester para cierta cosa…” Otra carta de Gaspar de Sotelo- vecino de Guamanga- fechada el 244 del mismo mes de marzo, avisaba también al cabildo cusqueño que esta conspiración tenía vinculación con el gobierno de Vilcabamba y que el Inka saldría con ellos después recogidas las cosechas, para atacar a la vez las poblaciones de “Guamanga, Guánuco y Chachapoyas” y después marchar con todo su poder, sobre la ciudad del Cusco65. En 1565, estos hechos conmovieron, desde sus cimientos al gobierno colonial del licenciado Lope García de castro. Las denuncias sobre un movimiento ideológico anticristiano, eran evidentes. Con la propaganda que las “guacas” vencidas en Cajamarca (en 1532) habían “resucitado” y que las iglesias andinas estaban unidas para luchar contra los españoles y sus deidades, y logrando que muchos apostaran a la fe cristiana. La reacción del clero fue rápida y resuelta con el apoyo político del gobierno colonial. En Huánuco de apresó al Cunaq (predicador) Chanka Willka, que anunciaba públicamente la resurrección de “Pachacamac”. En este mismo año el clérigo Luis Olvera denunció que en la provincia de Parinacochas se había propagado una – “yerronía e idolatría” que anunciaba la resurrección de las huacas: “Tiahuanaco, Guanakauri y Pachacamac”. Que este movimiento que tenia los caracteres de una cruzada o guerra santa andina se aprestaban a luchar contra la religión cristiana, ganando prosélitos mediante danzas ceremoniales- que por sus parecidos por los ritos para curar la enfermedad “Takiy Onqoy”- le llamaron con ese nombre 66. El canónigo Cristóbal de Albornoz- nombrado por el cabildo eclesiástico del Cusco- para combatir a esta “nueva secta” o “nueva apostasía” en el Cusco, Arequipa y Guamanga, culpó a los Incas de Vilcabamba alentar a este movimiento y de haberlo “sembrado en todo el reino” desde 1560, y que lo más “manchado” de esta “nueva apostasía” estaba entre los pueblos del Cusco como parte de los planes de reconquista de Thupa Amaro y Titu Kusi Yupanki. El canónigo Albornoz, sosteniendo su opinión dice que: “Estos ingas siempre desearon volver a recuperar estos reinos por los medios posibles, y lo han intentado y, no hallando otro de más comodidad que su religión resucitar su predicación, procuraron indios ladinos criados entre nosotros y los metieron allá dentro con dádivas y promesas E a éstos los derramaron por todas las provincias del Pirú como un modo y predicación rogando y exhortando a todos los que le eran fieles a su señor que creyesen que las guacas bolvían ya sobre sí y llevavan de vencida al Dios de los cristianos, que hiciezen el deber e que sacasen a su señor natural de las montañas donde estaba desterrado. Y tratavan del mucho valor que Topa Amaro tenía e de cómo los honraría, defendería y ampararía e que creyesen e que las guacas estavan dexenojadas e que cada día enbiavan sus mensajes a su señor Inga”67. El gobierno colonial, dándose cuenta de la gravedad de la amenaza Inka, con habilidad y fanatismo religioso, desde 1565 trató de conjurar el peligro por disuasión militar y la vía ideológica con el apoyo de los llamados “extirpadores de idolatrías” para reprimir en cada pueblo a los kunaq o predicadores incas que habían sido adoctrinados en Vilcabamba. Titu Kusi Yupanki, al conocer que la conspiración nacionalista había sido descubierta y que se culpaba a su gobierno de dirigir este movimiento y que el gobernador Castro estaba haciendo gente en Guamanga y en el Cusco, para hacerle la guerra y poner coto a este movimiento anticristiano. El Inka, para disipar los planes del gobernador, no obstante ser “pontífice del sol”-, acudió al ardid de hacerse cristiano y con este propósito, escribió a los frailes del Cusco, avisándoles que tenía la voluntad de bautizarse. Castro, más interesado en una solución pacífica que en una acción militar68 cayó en el juego del Inka y suspendiendo los preparativos bélicos, dispuso que Diego Rodríguez de Figueroa fuese a Vilcabamba a negociar la “paz perpetua” con el Inka. El meollo de esta condición, era que Titu Kusi Yupanki saliera del refugio de Vilcabamba para residir en el Cusco o Guamanga a cambio de recibir una renta anual y que su hijo Quispe Titu se casara con su acaudalada prima Beatriz, hija de Sayri Thupa en la princesa Kusi Warkay. Esta era la situación del gobierno colonial en los primeros mese de 1565, ante la presión guerrillera de los incas y la conspiración de las iglesias andinas contra la ideología cristiana. Luis Millones, Tom Zuidema y Nathan Wachtel entre otros investigadores, han estudiado este movimiento dándole un cariz de una especie de mesianismo andino y con amplia erudición y acopio documental Pierre Duviols en su libro “La destrucción de las religiones andinas” (México. 1977). a. La misión diplomática española a la corte de Vilcabamba Fracasadas las negociaciones iniciadas por García melo, el gobernador Lope García de castro, encargo a Diego Rodríguez de Figueroa, hombre ladino en asuntos políticos, negociar la paz directamente con Titu Kusi Yupanki para que viviese pacíficamente en el Cusco o Huamanga con rentas y privilegios compatibles con su regia dignidad. Diego Rodríguez de Figueroa, partió al Cusco el 8 de abril de 1565 y por el difícil camino del valle de Amaybamba, llegó el 18 del mismo mes al paso de Chukichaka. Luego de varios días de tensa espera, recibida la autorización del Inka, cruzó el río Willkamayo (Urubamba) en un canasto, por una “oroya” (soga tendida a través del río) improvisada. Así comenzó su aventura en la tierra Inka o “tierra de guerra”. Diego Rodríguez de Figueroa, en la “Relación…” que escribió sobre este viaje . Al relatar los detalles de su itinerario desde el puente de Chukichaka hasta el pueblo de Pampakona, en el páramo de Vilcabamba, cuenta que camino con mucho miedo, por que los capitanes del Inka mirándolo con desconfianza les ponían dificultades para evitar que entrase en la tierra. Añade que sin embargo, armándose de coraje, por un “ruin” y “mal camino” llegó al pueblo de Lucma y siguió después al de “Arangalla”, situado junto a un nevado y un fuerte “muy grande”. De este pueblo camino a Pampakona- dice que vio- en Vitcos las calaveras de los asesinos de Manko Inka y que llegó a Pampakona el 13 de mayo para esperar al Inka69. En el relate patético de esta entrevista, da una clara idea de la situación de Titu Kusi Yupanki en el refugio de Vilcabamba, de sus dudas, suspicacias y vacilaciones. Según Diego Rodríguez de Figueroa, el Inka aparentaba entonces tener 40 años de edad. Era de mediana estatura, tenía el rostro moreno picado de viruelas con “jesto algo severo” y que cuando se presentó a Pampakona estaba atabiado: “Con una carocinas de plumas de muchos colores y con una patena de plata delante de los pechos (purapura) e vna rodela de oro en sus manos (Wallkanqa) e vna media lanza con el hierro e vnas cintas que volteaban la lanza, e vnos garabatos, e todo de oro (Llacsa chuki). Traía vnos cenojilles de plumas en las pantorrillas y en los tovillos, colgado de ellos vnos cascabeles de palo (chanrara). Traía en la cabeza un diadema de muchas plumas (pillkokara) asimesmo en el pescuezo otra (Wallkanga Kamentira). Traía vn puñal dorado en la mano de la rodela de Castilla, y venía enmascarado de vn mandul (freziera Chysphyla) colorado que ellos se ponen e á cabos morados de diferentes colores”. Así vio el comisionado español al Inka, sin mascapaycha y como un espectro doloroso de su pasado esplendor. Sus modestos arreos, con influencia selvática, al igual que de sus capitanes, ponían en evidencia las limitaciones que sufría en las ásperas montañas de Vilcabamba. La entrevista fue accidentada y tensa por la mutua desconfianza que había entre ellos. Diego Rodríguez de Figueroa, resuelto a persuadir al Inka para que se entrevistara con el oidor Juan de Matienzo, soportó con paciencia y miedo las burlas y bravatas de Titu Kusi Yupanki y de sus capitanes. El comisionado español, refiriendo algunos detalles de esta entrevista, dice que: “El Ynga me enbio a llamar sobre tarde, e fui contra mi voluntad. E luego me mando sentar, y empezo a decir decir cosas muy brabas, diziendo que auían de matar a todos cuantos españoles, que avian en todo este reino, e que él solo bastava, para matar cincuenta españoles. E tomo una lancilla, que tenía en las manos, e vna rodela, e empezo hazer del valiente, edixo luego a grandes voces: ¡vayan luego y traiganme a esa gente que estaai detrás dese cerro Andes; que yo quiero ir sobre los españoles , e todos los que mataré, quiero que estos los coman!. E luego que hay un poquito vinieron como hasta seiscientos o setecientos yndios Andes, todos con sus arcos y flechas e masas e hachas, y entraron por su orden y hizieron reverencia al sol e al Inga, e se pusieron en sus lugares. El boluio a blandear la lanza, e dixo que en su mano estaba alzarse todos los yndios del Pirú, e que en su mano estava para mandárselo, para que luego lo hiciesen. e luego vinieron todos aquellos Andes a ofrecerse al Ynga, e que si quería, que luego me comerían allí crudo e diziéndoles: ¿Qué hace con este barbudillo aquí, que te quiere engañar?, más vale que lo comamos luego. E luego vinieron dos orejones yngas de rrenegados con dos lanzas en las manos derechos hacia mí, tirándome botes y arrimándome el hierro en las costillas, diziendo: ¡a barbudos nuestros enemigos!. E yo a todo esto me reía, a por otra parte me encomendaua a dios. E le dixe al Ynga que me hiziese merced, que quería ir a proveerme; y asi me escabulle… y me escondí hasta la mañana”70. Pasadas estas demostraciones del Inka ante sus capitanes, comprendió que él no tenía otra alternativa que tratar con los españoles para salvar a Vilcabamba de la guerra, mas cuando le avisaron, que los kurakas de Jauja comprometidos para el alzamiento general estaban presos y que el gobernador Castro, hacía gente en Huamanga y en el Cusco para invadir a Vilcabamba. Ante estos hechos Titu Kusi Yupanki, aceptó al final entrevistarse con el oidor Matienzo; en el puente de Chukichaka. d. La entrevista de Chukichaka
Esta se realizó el 18 de junio de 1565, en el puente de Chukichaka, - sobre el río Willkamayo- construido para el encuentro del Inka con el oidor Matienzo. Al comienzo hubo vacilación por la mutua desconfianza de caer en alguna celada. El oidor se negó a cruzar el puente alegando que “estaba bellaca” y estar adolorido de una caída de caballo. Titu Kusi Yupanki dándole ejemplo de valor lo cruzó para verse con él. En la crónica que el oidor escribió sobre esta entrevista, refiere que estuvieron presentes, el capitán general Mayta Yupanki, los cuales le entregaron dos memoriales (L. Lohman RMP. XXIII, p. 11). En el primero, el Inka justificaba las causas que motivaron el retiro de su padre Manko Inka a las montañas de Vilcabamba, en el segundo indicaba las condiciones para que él y sus capitanes salieran de este refugio. Durante la entrevista, Titu Kusi Yupanki pidió su reconocimiento oficial de Inka con derechos sucesorio y después el matrimonio de su hijo Quispe Tito con su prima, la princesa Beatriz del río Apurimac y derecha del río Willkamayo, con la autorización para hacer pueblos en el valle de Amaybamba y en Pichu encomienda de un Arias Maldonado, y además otras demandas, con el argumento que lo que pedía era lo suyo, lo que los españoles le habían robado a su padre71. Matienzo, simulando regatear las pretensiones del Inka, aceptó las propuestas o condición que saliese de Vilcabamba y recibiera un corregidor español en su tierra y religiosos que catequizaran a su gente, hasta que las negociaciones fueran aprobadas por el rey. Si bien Titu Kusi Yupanki, creyó haber hecho un buen negocio político, la verdad es que el oidor Matienzo con gran habilidad había logrado su propósito, meter en Vilcabamba un caballo de Troya que significaba la presencia del corregidor y de los frailes, para que directamente espiaran el poder bélico de Vilcabamba. Así ocurrió. Como se vera después el gobierno español constató que Titu Kusi Yupanki, no tenía más defensa que 500 soldados, los glaciares de la cordillera y los caudales de los ríos Apurimac y Willkamayo. e. La Capitulación de Acobamba: Convenio de “Paz Perpetua” entre Inkas y Españoles Este documento se firmó a la vera del río Acobamba- que forma el valle del mismo nombre- el 24 de agosto de 1566. La capitulación que la llamamos de Acobamba – no obstante sus términos- no significó la claudicación de Titu Kusi Yupanki ni la abdicación a sus derechos reales, sino otro capítulo más de su hábil juego político para conseguir con firmeza y solercia, la supervivencia oficial del linaje incaico y del territorio de Vilcabamba, el último reducto del Tawantinsuyo72. Por esta capitulación, Titu Kusi Yupanki consiguió además de su reconocimiento oficial de Inka con derecho sucesorio: a). La posesión definitiva de los pueblos que formaban parte del territorio de Vilcabamba y mantener jurisdicción sobre las provincias de: “Auancay”, “Sicuane”, “Chacumanchay”, “Nigrias”, “Opatari”, “Paucarmayo”, “Pilcosuani”, “Guarampay”, “Peati”, “Chirinaua” y “Chiponaua”, además sobre las provincias de “Vitcos”, “Manari” y “Guarampay” o “Guaranico”73, y en los pueblos de cachora y Zonora, en las vecindades del Cusco. b). La autorización para casar a su hijo Quispe Tito con la princesa Beatriz, hija de Sayri Thupa, para tener derecho a los repartimientos de Yucay, Jaquijaguana, Gualaquipa y Pukara, en los términos del Cusco. c). Una renta de 5,000 pesos anuales por “todos los días de su vida” y que a su muerte lo gozaran sus descendientes en vía de mayorazgo. d). La facultad para retener la gente de los repartimientos vecinos de Guamanga y Cusco que había liberado en sus incursione guerrilleras74 y después la autorización para hacer dos pueblos en Amaybamba y poblar Pichu. A cambio de estas concesiones, Titu Kusi Yupanki se obligó teóricamente: a mantener la “Paz perpetua” con los españoles y hacerse vasallo del rey, devolver a la justicia española a los negros, “indios” y españoles que se refugiaban en Vilcabamba, aceptar un corregidor español- en Vilcabamba y a frailes para que predicaran de fe cristiana en su tierra etc. Como se constata. Titu Kusi Yupanki con gran habilidad escamoteó la cláusula que le obligara a salir de Vilcabamba, con la promesa de ir a vivir a Guamanga o al Cusco después que la capitulación fuera aprobada. Aunque las bases de esta Capitulación no satisfacieron al gobernador castro, sin embargo las aceptó por conveniencias políticas siguiendo la consigna del oidor: de sacar al Inka de Vilcabamba a cualquier precio, para que “andando el tiempo se pudiera hacer de él lo que los españoles quisieran”75. Sin embargo, obligó a Titu Kusi Yupanki a respetar expresamente los términos de la Capitulación a nombre de su hijoQuispe Tito76 y sus hermanos Qhapaq Yupanki, Thupa Wallpa y Thupa amaro, bajo pena de sufrir guerra sin previó aviso y con cargo a sus rentas y tributos. Además, la obligación de acudir con sus armas al servicio del rey, cuando lo requiriera a dejar en libertad a la gente que quisiera salir de Vilcabamba, a no conspirar contra el rey, a garantizar las funciones del Corregidor, la predicación de los frailes doctrineros y evitar idolatría y ritos paganos en Vilcabamba etc.77. Con estos términos la Capitulación de Acobamba fue enviada a la Corte española para su aprobación real. Aunque es posible que el Inka pensara que esta capitulación no tenía sino un carácter dilatorio, para dar tiempo que el descontento contra los españoles se hiciera general. Los hechos posteriores demostraron lo contrario. Fracasada la conspiración de los Wanca en 1565, neutralizada la guerra anticristiana (Takiy Onqoy) por los extirpadores de idolatrías y descubierto el plan de rebelión mestiza en 1567, Titu Kusi Yupanki quedó políticamente solo sin otra alternativa que simular una actitud exageradamente pacifista y conciliadora. Lamentando sin duda, que la gente española que había recibido en Vilcabamba, había puesto al descubierto su debilidad militar, poniéndolo a merced de sus enemigos78. El virrey Francisco de Toledo, que había llegado al Perú a fines de 156979, pronto se dio cuenta de la situación política de Vilcabamba y desembozadamente demostró su fobia contra los incas y sin ánimos de cumplir los términos de la Capitulación de Acobamba, escribió al rey diciéndole: que Titu Kusi Yupanki, era “hijo ilegítimo”, que no le correspondía el gobierno de Vilcabamba que no tenía nada que darle sin quitar a la gente pobre que había servido a la corona. E insinuándole malévolamente, le decía que el Inka no tenía más que “quinientos indios de guerra”, que sus únicas defensas eran las “riveras” de los ríos Apurimac y Urubamba y el “áspero de las montañas”, que con una “bicoca” de gente se podría acabar con este “padrasto”, en que la gente tenía puestas sus esperanzas de libertad80.

 

10°. LA MUERTE TAWANTINSUYO DE TITU KUSI YUPANKI: PENÚLTIMO INKA DEL
Mientras tanto, al conocerse en Vilcabamba las descomedidas opiniones del virrey Toledo, su propósito de acabar con este reducto y de sacar a Titu Kusi Yupanki pacíficamente o por las fuerzas de las armas, las opiniones incas se dividieron en dos temperamentos antagónicos: uno en defensa de la política conciliadora de Titu Kusi Yupanki y otros, más radicales, en romper con el gobierno español y retornar a la beligerancia en respuestas a las prepotencias y las amenazas del nuevo virrey. No se sabrá cual habría sido la decisión final del Inka, ante esta alternativa política, por que uno de los meses del primer semestre del año 157181, a poco de un altercado con el fraile agustino Diego de Ortíz, inesperadamente enfermó y falleció 24 horas después, echando “sangre por la boca y narices” y con la “lengua hinchada”. Por estos síntomas, según la testigo presencial doña Angelina Llacsa Chuki, se sospechó: “que le habían dado solimán”, por lo que doña Angelina Palla Quilaco mujer del Inka denunció al agustino Diego de Ortíz y al escribano Martín de Pando de haberle dado la “ponzoña”. Cierto o no, los capitanes incas, creyeron que efectivamente, el fraile Ortíz en vindicta al trato recibido de Titu Kusi Yupanki, con la complicidad de Martín Pando le habrían envenenado, como parecía por las apariencias. Pocos días después, ambos fueron victimados y con más crueldad, el fraile agustino en el pueblo de Markanay, con detalles patéticamente descritos por el mercedario Murúa y el agustino Calancha82. Si Titu Kusi Yupanki fue asesinado o falleció de muerte natural será, sino difícil, quizás imposible saberlo. Pero si se reflexiona, sobre las circunstancias políticas que rodearon su muerte y los planes belicistas del virrey Toledo, podría presumirse- sino del fraile Ortíz - de Martín Pando que desde antes traicionaba al Inka 83, fuera el lejano instrumento de una conspiración para acabar con el reducto de Vilcabamba o quizás si ambos fueron simplemente, los chivos expiatorios de una conspiración urdida por los capitanes incas, descontentos de la política pacifista y conciliadora de Titu Kusi Yupanki, entre los que se encontrarían Qori Paukar, Manakutana, Macora, Sutiq, Atoq, Paukar Unya, Chegne Wallpa, Rimachi Yupanki entre otros, según se desprende los testimonios publicados por el P. Teófilo Aparicio López (Valladolid. 1989), y los comentarios de P. Beningno Urraya.

 

CAPITULO III

VILCABAMBA, 1572, EPÍLOGO TRÁGICO: PÉRDIDA DE LA SOBERANÍA DEL PERÚ

La ocupación militar de esta ciudad y la posterior decapitación de Thupa Amaro, el último de los incas, marcó históricamente el final del primer intento de reconquista del Perú y la pérdida de su antigua soberanía política, hasta 1824 que gloriosamente la recuperó en los llanos de Ayacucho. Este desastre nacional de 1572, - según la documentación confrontada- se debió más que al poder de los españoles, a las pugnas intestinas que socavaron la unidad política del Tawantinsuyo. En esta crisis, mientras unos lucharon por la soberanía de la Patria, otros, por intereses particulares o por vindictas se unieron a los españoles, y prefirieron el triunfo del enemigo al de sus rivales. Estas luchas antagónicas se dieron en tal magnitud y tan obcecadamente, que en las batallas- por extraño sarcasmo- se derramó por ambas partes, más sangre peruana que española. Esta evidencia histórica que pone término definitivo, al viejo error que en Cajamarca un “puñado de españoles” derrumbaron al imperio Inka y demuestra que la soberanía del Tawantinsuyo o Perú Inka acabó trágicamente en 1572, con la toma de la ciudad de Vilcabamba y la decapitación posterior de Thupa Amaro en la plaza del Cusco.

 

1°. PREPARATIVOS ESPAÑOLES PARA INVADIR VILCABAMBA
Muerto Titu Kusi Yupanki, los capitanes contrarios a su política conciliadora y pacifista, reconocieron de facto a su hermano Thupa Amaro1 para que con firmeza y patriotismo asumiera la defensa de Vilcabamba, el último retazo del Tawantinsuyo. Este nuevo Inka, que había participado en las campañas guerrilleras contra los españoles, asumiendo una actitud que lo enaltece en la historia universal, rompió todo trato con ellos, cerró las fronteras de Vilcabamba y rechazando las amenazas del virrey Toledo le hizo entender, que los incas jamás se rendirían y que lucharían hasta el final, en defensa de la ciudad de Vilcabamba y de la soberanía del Perú. Cuando en julio de 1571, el dominico Gabriel de Oviedo y el licenciado García de los Ríos, quisieron entrar a Vilcabamba para entregar al Inka los documentos que aprobaban la Capitulación de Acobamba y la autorización para que Quispe Tito se casase con su prima hermana, la ñusta Beatriz, los centinelas no los dejaron pasar, hasta que después de varios meses de inútil espera, en octubre de este año, fueron al Cusco con esta novedad2. La indignación de Toledo fue manifiesta. Contrariado y arrogante, escribió a Titu Kusi Yupanki –que lo suponía vivo- una carta insolente y amenazadora en la que le advertía sin respeto a su jerarquía, que para su “seguridad” y la de sus “hijos”, “hermanos y capitanes”, debía en lo sucesivo acatar la autoridad del gobierno colonial3. Por esta carta descomedida nunca llegó a su destino. Tilano o Atilano de Anaya que lo llevaba, al cruzar el puente de Chukichaka - sin autorización del Inka, fue matado por los centinelas4. Esta muerte, guardando las distancias históricas, podría decirse que fue el Sarajevo Inka. Resultó el pretexto que Toledo esperaba para justificar la “guerra a sangre y fuego” contra los incas5. El virrey, magnificando las proyecciones de este infortunado suceso, preparó la invasión de Vilcabamba y para este propósito, organizó el más poderoso ejército de su tiempo, para acabar de un golpe con la resistencia incaica. Según la relación de Antonio Bautista Salazar, el virrey Toledo, paralelamente mandó a averiguar: “Las entradas y caminos para la provincia; con cuales confiaba; que cantidad de indios habría en ella y en las circunstancias que pudiesen dar al Inga; a que podría huirse y esconderse, siendo desvaratado; qué fuerzas tenían, o aspereza de malos pasos, donde tantos desbaratados habían hecho a los capitanes y gente que allá pretendieron entrar. Y tomada de lo dicho razón, de los que habían hallado con los capitanes que a ella fueron y de otras personas, que muchas veces habían a ella entrado; habiendo tratado desde negocio con el cabildo de la ciudad y teniendo acuerdo diferentes días con algunos vecinos y caballeros de los que más práctica, noticia e inteligencia podían tener, los cuales la dieron de la aspereza del camino y malos pasos y cerros, donde tenían fuerzas de galgas (piedras)que echaban sobre la gente que pasaba, que era los que había desbaratado los capitanes los capitanes pasados; diciendo que podría ser haberse con el Inga juntado los indios Andes y los Opataries, y los de las provincias de los Manaríes, Pilcozones, y los de Momori, los Satis y Zapacaties, y otros que con estas confinaban con quien el Inga tenía comunicación ”6. Con estos informes, el virrey, para que el Inka no se le fuera dé las manos, se alió con Apu katinti, kuraka principal de los Manaries. Y seguidamente nombró a Martín Hurtado de Arbieto, teniente general del ejército que debía invadir Vilcabamba a Juan Alvarez Maldonado, su maestro de campo y par asesores de esta guerra, a Mancio Sierra de Leguismo, Alonso de Mesa, Juan de Pancorbo y Hernándo de solano soldados viejos que en 1539 habían peleado en Vilcabamba contra Manko Inka Yupanki. A su vez nombró a Francisco Cayo Thupa general de las tropas cusqueñas, a Francisco Chillche, general de los cañaris y a Cristóbal Chikimis de los Chachapoyas etc. Asimismo ordenó a los mestizos que habían ofrecido a Titu Kusi Yupanki, “sus armas y personas”, fueran a pelear contra Thupa amaro7. Al mismo tiempo para amedrentar a los patriotas cusqueños, ordenó abrir proceso criminal contra ellos –por el delito de conspirar contra el rey. Entre los acusados estaban: Carlos Inka (hijo de Paullu), Cayo Inka, Agustín Cunti Mayta y Alonso Titu Atauchi, denunciados de complicidad con los “incas de Vilcabamba”8. Asimismo, en una especie de subasta bélica, ofreció a la ñusta Beatriz -la rica heredera de Sayri Thupa- darla en matrimonio al que lograra la hazaña de capturar a Thupa Amaro, el último de los Inkas del Tawantinsuyo. Terminados estos aprestos bélicos contra el Inka, decidió invadir el territorio de Vilcabamba simultáneamente por tres partes a la vez: el capitán Luis Toledo de Pimentel, por el puente de Osambre (Usampi), Gaspar de Sotelo, por los bajíos de Curampa y Martín Hurtado de Arbieto, por el puente de Chukichaka9.

 

2°. APRESTOS OFENSIVOS DE THUPA AMARO INKA

Entre tanto , el Inka, sin trepidar ante el poder y número de los enemigos, con Wallpa Yupanki, Qori Paukar Yauyo, - su capitán general y maestre de campo- los capitanes Kolla Thupa, Qori Paukar, Usca Mayta; Capullina, Maras Inka, el Cayambi Parinango y con otros más10 organizó un pequeño y aguerrido ejército para defender este último bastión del Tawantinsuyo. Thupa Amaro, calculando que la invasión española se iniciaría por el puente de Chukichaka, destacó a este lugar a los capitanes Aukaylli y Quispe Yupanki para cerrar este paso, ordenando a la vez la fortificación de los lugares más accidentados del valle de Vitcos, particularmente el “paso de Chukillusca”, donde su padre Manko Inka en 1539 había desbaratado a Gonzalo Pizarro. Además ordenó la fortificación de las peñolerías y desfiladeros del valle de Pampakona hasta el fuerte de Wayna Pukara (construido diez años antes), para reforzar el Hatun o Machu Pukara, distante tres leguas de la ciudad de Vilcabamba. En Wayna Pukara –como se vera después- el Inka pensaba con un aluvión de piedras acabar con los españoles cuando pasaran por el desfiladero que seguía por sus bajíos. Toda esperanza del Inka, estaba pues basada en el valor de sus hombres y en el éxito de las celadas que había preparado en los valles de Vitcos y Pampakona.

 

3°. INVASIÓN ESPAÑOLA DE VILCABAMBA Y HEROICA RESISTENCIA INKA

a) La defensa del valle de Vitcos: Batalla de Kuyaochaka A fines de mayo de 1572, los españoles iniciaron la invasión de Vilcabamba por el puente de Chukichaka. Según testimonios enemigos, Aukayli y Quispe Yupanki lo defendieron heroicamente hasta que arrollados por el poder y número de los contrarios se replegaron al Fuerte de Kondor Marka (ruinas de Cusipata). De este lugar, como atrayéndolos se fueron retirando al “paso de Chukillusca” para que cayeran en la celada que el Inka les había preparado. Pero los españoles, advertidos que en este paso Gonzalo Pizarro fue desbaratado en 1539, sorteando el peligro, prosiguieron su marcha por el accidentado valle de Vitcos. Fracasada esta celada, los capitanes Inkas se fueron retirando, resistiendo en cada unas de las quebradas del valle, principalmente en Quinuaraqay y Tarkimayo11hasta llegar al “paso de Kuyaochaka”, donde se parapetaron para sorprender a los enemigos. Según testimonio presencial, el 10 de junio12 se libro en este lugar la batalla más sangrienta y desesperada de toda la campaña. Según las probanzas españolas, fue la acción más peligrosa que confrontaron contra los incas. El testigo presencial Esteban Rivera dice que:
“El segundo día de Pascuas de Espíritu Santo, yendo el dicho capitán (Martín García de Loyola) con los soldados en su compañía habiendo andado dos leguas por el más áspero y fragoso camino que hasta allí se hubiera ido por ser tierra y camino de montaña muy áspera y cerrada y haber en ellas muchas ligas (sic) y pasos quebrados donde tuvieron por entendido que los dichos indios habrían de acometer como lo hicieran por ser la dicha tierra tal como dicho tiene por ser jornada prostera que de montaña había hasta entrar en el valle de Vitcos donde los dichos enemigos tenían sus comidas, los dichos indios acometieron al dicho capitán y le dieron una guazabra por tres partes tomando en medio toda la compañía a el dicho capitán sin le dejar descansar, dándoles batería por la parte de arriba con lanzas y piedras y por la parte de abajo con flechas lo cual los dichos indios hicieron con tanto ánimo y determinación y pelearon con tanta furia que fue muy necesaria la resistencia y buena solicitud que él dicho capitán puso en la guazabara y refriega proveyendo a unas partes y otras donde vía que era más menester que fue causa que los dichos indios se retirasen a cabo de una hora que duró la guazabara donde mataron muchos de los dichos indios de los más principales de los que entre ellos había en quien dichos indios tenían puesta su confianza… y vio tratar este testigo acabada la dicha guazabara a personas que han andado en la guerra de Chile y en otras guerra…que jamás habían visto acometer a indios con tanto ánimo e ímpetu como el con que acometieron los dichos indios ”13. Martín Murúa que debió conocer informes directos sobre esta batalla, refiere como un hecho digno de memoria, la hazaña de un jefe Inka llamado “Wallpa” muerto cuando temerariamente pretendía rodar al abismo con el capitán García de Loyola que lo tenía atrapado con sus brazos. Este mismo cronista, relatando otros detalles dice, que en esta acción murieron también los capitanes: Maras Inka y el cayambe Parinango. Sarmiento de Gamboa (Alférez real de esta campaña) refiere a su vez que él, mató de un tiro de arcabuz al jefe Inka, que heroicamente peleaba en esta batalla14. En la relación de Salazar, se dice: “dieron los indios esta batalla junto al río que llaman Cayaochaca, que en nuestra lengua dice río de sauces, aunque no los hay. El sitio era muy propósito para los indios, por que sus contrarios no podían marchar sino de uno en uno, por ser el camino muy estrecho, y del un lado y otras ásperas sierras entre las cuales pasa el dicho gran río, en especial de invierno. Por la banda de arriba estaban en diferentes partes emboscados los indios, por la de abajo otros con lanzas, para recibir con ellas los que cayesen; por si alguno escapase de sus manos, tenían de la otra indios flecheros. Comenzaron a tocar gran fuerza de tarquis que son a manera de trompetillas; y apenas fueron oídas, cuando los indios estaban con sus lanzas y picas entre ellos, y otros con macanas, dándoles tan gran prisa y tanto en que entender que deseaban más manos si posible fuera, pues los pies no les eran de provecho, que huyendo de Scila daban en Caribdis, por que en medio era el ruido de las combas, que son las galgas. Metíanse por la boca de los arcabuces, no temiendo la ofensa que los podían hacer, por solo venir a las manos. Y tal hubo, que se asió de repente a brazos con el capitán Loyola, y andubo por buen espacio luchando con él, para despeñare la barranca abajo, un indio suyo desenvainó un alfange que llevava y jarretó de una pierna al contrario y luego a la otra. El capitán salido de este trance, peleaba con su espada y rodela y lo propio sus soldados por que viendo a los enemigos juntos consigo, y que de los arcabuces no se podían aprovechar, los dejaron..”. Los incas pelearon así con tal denuedo, que su propio valor los perdió, pues con el deseo de alcanzar la victoria y vengar a sus compañeros, con los pechos descubiertos y sin temor a la muerte se arrojaban contra los enemigos15.
En esta batalla una vez más el valor de los hombres se impuso el poder de las armas. Kolla Thupa y Qori Paukar Yauyo, sin fuerzas para contener el avance de los españoles, con gran amargura se retiraron por la ruta de Rayangalla al valle de Pampakona, dispuestos a defender cada uno de sus recodos y pasos accidentados. b. Ocupación del Pueblo de Pampakona Según testigos presenciales, los españoles, después de salir de la densa vegetación de la montaña de Kuyaochaka, en el valle de Vitcos, se pertrecharon con el ganado de Castilla y el “maíz a punto de cosechar” que habían dejado los incas en su retirada a Pampakona. Después sin ninguna oposición, luego de cruzar el páramo de Urcoscalla y el abra de Qollpaqasa, acamparon en el pueblo de Pampakona los primeros días de junio de este año de 1572,a donde llegaron los capitanes Gaspar de Sotelo y Luis Toledo de Pimentel que entraron en el territorio de Vilcabamba, por Usampi y Curampa16. En este lugar los jefes enemigos tuvieron serios altercados sobre el camino a seguir para ir a la ciudad del Inka. Mientras unos porfiaban que era mejor continuar por las alturas para evitar sorpresas y riesgos, otros propusieron seguir por el “camino de los fuertes” incas del valle de Pampakona. Al final, la mayoría se decidió –a manera de desafía- continuar la marcha por el valle de Pampakona, para enfrentarse directamente con las defensas patriotas. Después de 11 ó 13 días de descanso en este pueblo, el 16 de junio con pertrechos de guerra para “diez días”, reiniciaron la marcha a la ciudad de Vilcabamba17. c) Defensa del valle de Pampakona: Batalla de Wayna Pukara Según el relato presencial de Pedro sarmiento de Gamboa, el mismo día 16 de junio, el ejército español y sus aliados, a la llanada de Hututo donde ahorcaron al soldado Inka, llamado Kanchari, apresado cundo huía con una capa y espada española a campo de Thupa Amaro18. El avance enemigo de Hututo adelante, fue difícil y riesgoso. Los testigos presenciales dicen, que los españoles, de miedo a las celadas y trampas hechas con púas de palmas untadas de ponzoña, apartados del “camino real”, machete en mano, se abrieron paso por la tupida vegetación y salvaron los estrechos desfiladeros del valle19. En su recorrido –según el cronista Murúa- los españoles tuvieron recios encuentros con los incas y pasaron con gran riesgo por una “peña rajada en un trecho largo a la vereda de un río caudaloso”, al que erradamente llama “Chukillusca” y que después de cruzar el paso de Tumichaka llegaron al paraje de Anonay. En este accidentado lugar, dicen varios testigos directos, que los incas intentaron una vez más contener el avance enemigo a la ciudad de Vilcabamba, peleando heroicamente entre las peñolerías y densa vegetación20. Se cuenta que un capitán Inka que había caído prisionero en esta acción, -quizás bajo tormento- dio aviso a Martín Hurtado de Arbieto, de la celada que el Inka les había preparado en los bajíos de Wayna Pukara para destruirlos cuando pasaran por el desfiladero que caía sobre el río Pampakona y además, le informó también de la manera cómo podría ocupar este fuerte sin riesgo para su ejército21. Con este informe, los enemigos, el 20 de junio llegaron al paraje de Pantipampa de donde divisaron el perfil en media luna de la montaña donde estaba el baluarte de Wayna Pukara que era, según la descripción del capitán Inka: “Vn sitio muy largo de una lengua y media, assi que llegaba a dos, y distancia como media luna el camino por donde avian de marchar, muy angosto, de gran pedregal y montaña y vn río ancho y caudaloso, que corre a la vereda del camino, quer todo era de más peligroso y temeridad yendo pasando y peleando con los enemigos que estarían en los altos de esta distancia de legua y media, en los altos que hace media cuchilla fragosa que no se puede caminar ni pasar yendo dos compañeros juntos a la par. Tenían los indios hecho vn fuerte de piedra y lodo, muy ancho, donde estava la fortaleza con muchisimos montes de piedra para tirar a mano y con hondas, y encima del fuerte, con toda la cuchilla, estavan montes de pedregonazos y encima o detrás de los montones, piedras muy grandes con sus pelanías que en meneado cualquier muchacho aquéllas , desperdigonazen las galgas, y esto auían de hacer , estando metida en esa media luna de la cuchilla el campo español , con los indios amigos de guerra y todo el bagaxe, que caminaba a la par, de suerte de que si los enemigos, -permitiendolo dios- pusieran por obra lo que tenían trazado y aparejado, no quedara de todo el campo alma viua, ansí de indios como de españoles, que las galgas los mataban a todos y los llevaran por delante rodando, y el que dellas se escapara con vida era fuerza venir a hecharse en el río, donde se ahogaran cayendo derrepente y con el embarazo de las armas y vestidos, y cuando alguno escapara de las galgas y el río , también pareciera por que auían de la otra parte quinientos indios chunchos de los Andes flecheros, que no dejaran nadie a vida que ha flechazos no los acabaron, y ansí en el aviso de Puma Ynga estuvo el bien del campo español aquel día y salir con el intento deseado, feneciendo la guerra”22. En efecto, según varias versiones, el fuerte Wayna Pukara estaba construido en el cuchillar de un cerro de gran altura, cuyo perfil formaba en el horizonte una especie de media luna. Según un testigo presencial, parecía “cosa inexpugnable” y el “fuerte más fuerte que jamás había visto y entendido”. Según otro, que era imposible seguir adelante sin ser muerto desde las alturas. Por estas características topográficas –dicen los mismos testigos- que los incas escogieron este abrupto lugar para contener en su desfiladero el avance de los enemigos y con otra celada acabar de un golpe, con el curso de esta guerra23. Confirmado esta descripción topográfica de Wayna Pukara y la previsión militar de Thupa Amaro, en la “Razón” enviada por Hurtado de Arbieto al virrey Toledo se dice, que los incas tenían: “Fortificados…tres cuartos de legua en unos pasos estrechos con muchas galgas, y al cabo de un cuchillar tenían hecho el fuerte de una pared de doscientos pasos de largo y de dos de ancho almenados para defenderse de la arcabucería y con cuatro cubos y gran cantidad de pedrería para echar a mano sobre el camino que vertía a la ribera y antes de un tiro de arcabuz les tenía puestas muchas puntas de palmas untadas con hierba y una puerta estrecha por donde podría entrara- un hombre solo al dicho fuerte”24. Según este documento y otros, el ataque a Wayna Pukara se inició en la madrugada del día sábado 21 e junio, de este año de 1572. Martín Hurtado de Arbieto, informado de los planes de Thupa Amaro, para distraer su atención, dispuso que el grueso del ejército simulara entrar con todo el bagaje en el desfiladero de la celada, mientras que discretamente, cincuenta arcabuceros, veinticinco rodeleros con soldados cusqueños y cañaris escalasen en la montaña por la densa arboleada y peñascos, para que desde las alturas y l parte posterior atacaran el fuerte de sorpresa. El plan de Hurtado Arbieto dio infortunado resultado para los incas, que al final resultaron víctimas de su propia celada. Según otros testimonios, mientras los incas sigilosamente apostados, esperaban con impaciencia el paso de los españoles por el desfiladero, en la tarde del mismo día, los que escalaron la montaña, desde las alturas, sorprendieron a la retaguardia Inka de Wayna Pukara aunque trataron de reponerse de la sorpresa, sin otra alternativa: Kolla Thupa, Qori Paukar Yauyo, “Kalpinay” (Callupiña), Suti con otros capitanes más, fueron a parapetarse en el fuerte de Macchu Pukara, para cubrir la retirada de Thupa Amaro Inka y del prícipe Quispe Titu a la ciudad de Vilcabamba25.
El soldado Esteban Rivera – uno de los que subió a Wayna Pukara con Alvarez de Maldonado y Martín de Loyola- dice, que esta sorpresa fue definitiva para vencer a los Incas, por que si no se ganara este fuerte, el ejército español n habría podido “pasar por dicho camino” y hubiera sido “desbaratado” por la gente del Inka26. De esta manera, lo que entonces pudo haber sido una victoria patriota, por una infortunada delación, se trocó en drama para los incas y una vez más, resultaron víctimas del azar de la historia y de los imponderables de la guerra. Luego de la caída de Wayna Pukara, los hechos se precipitaron. El 22 de junio, los españoles sin mayor resistencia tomaron Hatun o Machu Pukara, la “fortaleza grande” o “fortaleza vieja” –donde en 1539- Manko Inka Yupanki, paró en seco el ejército de Gonzalo Pizarro y sus aliados los incas colaboracionistas. Al día siguiente –23 de junio- tras breve resistencia, ocuparon también el pueblo de Markanay, distantes dos leguas de la ciudad de Vilcabamba. Thupa amaro, desecho su ejército en las siguientes batallas libradas en los valles de Vitcos y Pampakona, considerando ya imposible la defensa de la ciudad de Vilcabamba, dramáticamente ordenó su evacuación e incendió las resistencias y depósitos de bastimentos. Y para cubrir su retirada a los pueblos de los Pillcosuni, dispersó a sus capitanes y familiares en distintas direcciones para que los enemigos no lo siguieran fácilmente. El capitán Kalpinay o Kallupiña - por el camino a Pampakona- fue a esconder al hijo del Inka entre los Manaries, sus hermanos Thupa Wallpa y Qhapaq Yupanki con la “familia real” fueron al pueblo de los “Panquises”. Quispe Titu con su mujer “en días de parir”, a la fragosa montaña de “Ututo”, mientras que Thupa Amaro y la coya (en avanzado estado de gravidez), con una pequeña escolta y el capitán general Wallpa Yupanki, siguieron el camino a los Pillcosuni por la tierra de los Manaries.

 

4°. OCUPACIÓN DE LA CIUDAD DE VILCABAMBA, ÚLTIMA CAPITAL DEL TAWANTINSUYO

En la mañana del 24 de junio de 1572, -día de San Juan Bautista y mes en que los incas celebraban la gran fiesta del sol, el Intipraimi- los españoles y sus aliados entraron triunfalmente con las banderas desplegadas y a tambor batiente a la ciudad de Vilcabamba. Para sorpresa de ellos esta última capital de los incas estaba silente y abandonada como un espectro de una pasada grandeza, sus “guacas e idolatrías” abandonadas y sus cuatrocientas casa deshabitadas, las residencias y grandes depósitos de víveres consumidos por el fuego27. Así encontraron lo enemigos esta ciudad Inka después casi de un mes de sangrienta lucha, jalonada de batallas y encuentros, desde el puente Chukichaka hasta el pueblo de Markanay. Esta urbe que había sido sede del gobierno Inka desde 1537, en 1572 después de su heroica resistencia, entró por derecho propio y por la puerta grande en los anales de la historia universal y se transformó en símbolo y paradigma de la historia épica del Perú, de la lucha de la soberanía y contra toda dominación extranjera. Este mismo día, el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa – alférez real del ejército españoltomó posesión de esta ciudad a nombre del rey de España. Y en señal de conquista, suscribió el Acta de Ocupación cuyo texto es el siguiente: “In Dei nómino amén. Sea notorio en todos cuantos estuvieren cómo hoy día de San Juan Bautista a veinticuatro días del mes de junio de mil quinientos sesenta y dos a gloria y honra de Dios nuestro Señor y su santísima y gloriosa madre y servicio suyo y della magestad del rey don Felipe nuestro señor.
El campo y ejército real de su magestad de que es lugarteniente del capitán general don Francisco de Toledo visorrey y gobernador y capitán general de estos reinos del Pirú por su magestad por ente mi el secretario de la guerra de dicho cuerpo entró en este pueblo de Vilcabamba que hasta ahora estado alzado y turanizado contra el ral servicio para los yngas que ha habido y sus secuaces y habíendo entrado el dicho real ejército con las banderas tendidas y a son de tambores y en ordenamiento en la plaza de dicho pueblo , presentes todos los maeses de campo y capitanes y soldados y oficiales del dicho señor general puso en medio una cruz (+), en señal de posesión en nombre de la corona real de Castilla y de León bajo de cuyo amparo propuesto y subrogado el dicho pueblo y su comarca y de su excelencia en real nombre y mando del capitán Pedro sarmiento de Gamboa alférez general de dicho campo que plantase el estandarte real que las manos tenían en dicha plaza y sitio donde estaba el cual un cumplimento dijo: yo el capitán Pedro sarmiento de Gamboa, alférez general de esta campo por mandado del ilustre señor Martín Hurtado de Arbieto general de él tomo posesión de este pueblo de Vilcabamba y sus comarcas, provincias y jurisdicciones y dicho esto, campeó el dicho estandarte tres veces diciendo en voz alta: ¡Vilcabamba! Por don Felipe rey de Castilla y León y lo plantó lo que puso pacíficamente en presencia del dicho gobernador Juan Alvarez de Maldonado maese de campo general y de los capitanes Martín García de Loyola y don Antonio Pereira y Martín Meneses y Ordoño de Valencia y Antonio de Gatos sargento mayor y Juan Ponce de León alguacil mayor y los demás oficiales y soldados los cuales dispararon el arcabucería y fue disparada la artillería y se dijo misa en el dicho pueblo y así quedó su magestad y su excelencia en su real nombre por pacífico señor. De lo cual doy fé. Yo el dicho secretario”28. Terminada esta ceremonia, Martín Hurtado de Arbieto considerando que la guerra no estaría acabada mientras Thupa Amaro estuviera libre, ordenó su inmediata persecución, proclamando entre los capitanes que, al que prendiese al Inka se le daría en matrimonio a la princesa Beatriz la rica Heredera de Sayri Thupa. Con esta ilusión, la búsqueda del Inka fue intensa y dramática. Los capitanes enemigos, ávidos de gloria y de riqueza con la desleal colaboración de la gente comarcana, iniciaron la implacable persecución del Inka a lo largo del mes de julio de este año. Entre tanto, un grupo de príncipes mestizos prendieron a su pariente Quispe Titu, hijo de Titu Kusi Yupanki y a su joven esposa en el cerro de “Ututo”. El Factor Pérez A. Fonseca, al hijo del Inka y a su custodio “Kalpinay”- a cuarenta leguas de Pampakona- en el valle de Concharco, tierra de los Manaries. Por el mismo tiempo , el capitán Antonio Pereyra prendió a los capitanes incas: Kolla Thupa, Paukar Unya, Wamán, Ñañapaq o Naupaq Maras a 10 leguas de Vilcabamba en el valle de Mapaguay, Martín García de Loyola, a los hermanos del Inka, Qhapaq Yupanki y Thupa Wallpa, a sus sobrinos y mujeres principales en los pueblos de los Panquises o Panaquies (tierra de los Sapacati o Sapacatin)29 a 6 leguas de la ciudad de Vilcabamba, con un botín de “un millón” de pesos de oro, ídolos y ropas etc. Y poco después al capitán Qori Paukar Yauyo y otros en la misma comarca de los Paquies30.

 

5°. TRAICIÓN DE LOS MANARIES Y PRENDIMIENTO DE THUPA AMARO

El Inka no se entregó a los españoles por temor a los peligros de la selva o confiando en la generosidad de estos como erradamente dice Garcilaso de la Vega, sino fue prisionero a 50 leguas de la ciudad de Vilcabamba por traición de un kuraka Manarie del pueblo de Momori. Su retirada con la coya –en avanzado estado de gravidez- fue tensa y dramática a lo largo de su azarosa caminata por los arcabucos de la selva. No obstante que peligraba su vida estaba por medio del destino histórico del perú., Thupa Amaro prefirió no apartarse de ella como el mayor testimonio del amor andino en aquellas días de angustia en infortunio. El capitán Loyola con los “principales mestizos ” de su compañía31 al informarse que el Inka iba por los Manaries a la tierra de los “Pillkosuni” , emprendió un seguimiento temerario por imprevisibles trochas de la jungla. Según testigos presenciales, rastreando al Inka, cruzó a nado ríos procelosos, caminó descalzo y sin alimentos por la densa vegetación de la selva, hasta llegar a las proximidades del pueblo de Momori, donde supo con certeza de Thupa Amaro y su pequeña comitiva estaban en la comarca acercándose al río Picha. Thupa Amaro, al saber que el capitán Unka Mayta- que cubría su retirada había sido apresado por sus tenaces perseguidores y que se aproximaban al pueblo de Momori, ordenó a “Yspaca”, kuraka de este pueblo, ir con sus guerreros para contener a los enemigos. Un testigo presencial dice, que entonces Loyola con buenas “palabras y ardides” , lo ganó a su favor para que lo traicionase al Inka, fue sorprendido en una montaña áspera del lugar (JLPB. IV. 216), días después, el propio Inka a la vera del río Taupa, “a tres leguas de desembarcadero del río Picha” ° distante más o menos cincuenta leguas de la ciudad de Vilcabamba. La declaración de Loyola y otros testimonios, prueban la verda de estos hechos. Murúa, al reseñar los pormenores de esta sorpresa, dice que el Inka fue apresado por e capitán Loyola y varios de sus parientes mestizos , cuando ya estaban a punto de embarcarse en un río caudaloso, para perderse en las profundidades de la selva amazónica32. Con este procedimiento – que debió ocurrir a fines de julio o comienzos de agosto de 1572terminó la campaña española contra los incas, en una palabra la conquista del perú, según la opinión del virrey don Francisco de Toledo. A fines de agosto, Thupa Amaro Inka dio la postrera mirada a la ciudad de Vilcabamba, la última capital y reducto del Tawantinsuyo, cuyos escombros quedaban como el monumento imperecedero a los héroes que ofrendaron sus vidas en defensa de la libertad y soberanía del Perú. Días después, -el 4 de octubre- el Inka prisionero con sus familiares y capitanes, llegó a la explanada de Hoyara- a la vera del río Vitcos- y con inmenso dolor, presenció como los españoles para borra la memoria de la ciudad Inka de Vilcabamba, fundaron en este lugar un pueblo con el pomposo nombre de “San Francisco de la victoria de Vilcabamba” para que fuera la capital de la nueva “Gobernación de Vilcabamba” y se recordara por siglos, el triunfo español y el final de la conquista del Perú33.

 

6°. APOTEOSIS INKA: DECAPITACIÓN DE THUPA AMARO, EL ÚLTIMO SOBERANO DEL TAWANTINSUYO

El 21 de setiembre de 1572, Thupa Amaro entró en la ciudad del Cusco, ante la mirada compungida de su pueblo, pero no con la angustia del vencido, sino con aquella gallarda altives del hombre que ha cumplido gloriosamente con su misión histórica. Seguían a Thupa amaro la coya, sus tiernos hijos, sus hermanos y familiares. Después sus valerosos capitanes con los rostros taciturnos e imponentes. Cerraba el dolorido séquito, el cuantioso botín tomado en Vilcabamba, los cuerpos embalsamados de Manko Inka Yupanki y Titu Kusi Yupanki y como espléndidos trofeos los ídolos “Punchao” y “Pacha Mama”34. El ídolo “Punchao” era todo de oro en cuyo interior estaban depositados el polvo de los corazones de los incas que habían gobernado el Tawantinsuyo. Murúa relata con admiración el señorío y la presencia de ánimo del Inka, dice que entró en la ciudad, asido del pescuezo con una cadena de oro tirada por el capitán Loyola le pidió “que se quitara la borla” y saludara al virrey Toledo que Thupa Amaro, desdeñosamente le dijo, que él no saludaba a “yanakuna” (sirviente) del rey, al igual que los capitanes incas que sin quitarse sus llautos solamente le hicieron una discreta reverencia con altiva dignidad35. Luego se precipitaron los hechos. El Inka fue enterrado en el antiguo palacio de Colcampata (Qolqampata) –residencia que había sido de Paullu. Después de un juicio sumario fue condenado a morir decapitado en la plaza del Cusco. Aunque se especulaba si la sentencia fue justa o no, la verdad es que se trato de un proceso político calculado, y que el virrey Toledo –por razones de estado- no hizo sino cumplir la decisión del gobierno español, según se colige del tenor de su carta al rey, fechada el 24 de setiembre de este mismo año. Según el testimonio presencial de Quispe Condor (Qespe Kuntur), la ejecución del Inka se realizó el 23 de setiembre de 1572, fecha que concuerda con la indicada carta de Toledo al rey, en la que lacónicamente decía: “Lo que vuestra magestad manda a cerca del Inga, se ha hecho” 36. La ejecución de Thupa Amaro Inka se hizo con extraña solemnidad, como la escenificación de una tragedia griega ante una multitud compungida, donde el destino consume al hombre y surge la apoteosis del héroe. Refieren los testigos , que había tanta gente en la plaza del Cusco y que estaban tan apretujados , que si alguien hubiese tirado una naranja a la muchedumbre esta no habría podido caer al suelo37, metáfora expresiva que da idea del gentío, que unidos por el dolor, se habían congregado en la plaza para ver y admirar de cerca de su joven Inka, por primera y última vez. Se dice que Thupa Amaro llegó al cadalso, cabalgado en una mula cubierta con una gualdrapa de terciopelo negro, pasando por en medio de una apretada multitud, resguardado por una escolta de españoles y que subió al tabladillo del suplicio con serena altivez, muy lejos de aquella pusilanimidad que le atribuyen algunas versiones. Garcilaso de la Vega refiere, que el Inka, emocionado por la fidelidad y devoción de su pueblo, para calmar el llanto sobrecogedor, alzó el brazo derecho y con la mano abierta lo llevó a la altura del oído luego lo bajó lentamente hasta ponerlo en el muslo derecho, y que con este signo cabalístico, de inmediato cesó la desgarradora “grita y vocerío”, produciéndose un emotivo silencio, tan absoluto, “que parecía no haber ánima nacida en toda la ciudad”38. Murúa reseñando este infausto momento dice que: “Fue cosa notable, y de admiración, lo que refieren : que como la magnitud de yndios en la plaza estauan y toda la enchían, biendo aquel espectáculo triste y lamentable, que auía de morir allí su Ynga y señor, atronacen los cielos y los hiciesen retumbar con gritos, bocería y los parientes suios, que cerca estuan , con lagrimas y sollozos selebrasen esta triste trejedia, los que en el tablado estaba a la execusión mandasen callar a quella gente a la cual el pobre Tupa Amaro alzando la mano dio una palmada con la cual toda la gente calló y se sosegó, que parecía que no había en la placa alma viuente, y no se oyó más llanto no boz ninguna, que fue indicio y señal manifiesta de lo obediencia ,temor y respeto que los indios tenían a sus incas y señores. Pues aquel que jamás los más auían visto, pues siempre estuvieron en Vilcabamba, retirado desde niño, a una palmada reprimieron llantos y lágrimas salidas del corazón que tan dificultosas son de ocultar y esconder”.39 Un testigo presencial cuenta enternecido, que el Inka – como ultima voluntad – pidió despedirse de sus tiernos hijos que luego de abrazarlos en el tablado, se dispuso a la muerte40 con dignidad conmovedora.
Pasado este instante de tensa emoción, oficiando de verdugo, un cañari cortó la egregia cabeza de Tupa Amaro, el último de los incas del Perú ante el llanto general de la consternada multitud que llenaba la plaza del Cusco41. A continuación, se cumplieron las otras sentencias: Wallpa Yupanqui, el gobernador de Vilcabamba y capitán general del ejército Inka, fue decapitado. Qori Paukar Yauyo y Wanka fueron ahorcados. A Colla Thupa, Manakutana y Paukar Unya Inka les cortaron las manos. Se ignora las penas que le impusieron a los demás y valerosos capitanes que cayeron prisioneros en Vilcabamba42. El cuerpo de Tupa Amaro fue velado en la casa de su hermana, la insigne patriota Kusi Warkay- viuda de Sayri Tupa- y los funerales se hicieron en la catedral del Cusco con inusitada solemnidad y la asistencia del virrey Toledo vestido de luto riguroso, de quien se cuenta que- comp. Pizarro en Cajamarca gimoteó sobre el cuerpo de su infortunada víctima. Según el fraile Gabriel de Oviedo, terminada la ceremonia el cuerpo del Inka fue entregado a los padres dominicos para que en cumplimiento de la última voluntad de Tupa Amaro, lo enterrasen en el Templo de santo Domingo – construidos sobre los muros de Coricancha (Qoricancha)- para yacer al lado de sus hermano Sayri Thupa43. Baltasar Ocampo, autor de la “Descripción y sucesos históricos de la provincia de Vilcabamba” cuenta como tradición, que la cabeza del Inka expuesta en una picota para escarnio público, no se corrompió. Lo que es más , se hizó tan bella que atrajo a multitud de gente que le querían rendir homenaje, hasta que las autoridades españolas informadas del extraño caso, la retiraron y dispusieron que fuera enterrada con su cuerpo44. Terminadas las exequias, el virrey Toledo ordenó incinerar el cuerpo embalsamado de Manko Inka Yupanqui en la fortaleza de Quispi Waman, sin saberse lo que se hizo con el cuerpo de Titu Kusi Yupanqui, que quizás por haber muerto cristiano fue enterrado en uno de los templos de la ciudad de Cusco 45. Según distintas fuentes, Tupa Amaro dejó cinco hijos: dos varones y tres mujeres. Uno mayor de más o menos tres años de edad y otro llamado Martín- que según el dominico Gabriel de Oviedo, tenía tres meses de edad cuando el virrey lo desterró a la ciudad de Lima. Sus hijas doña María Magdalena Mama Wako, doña Juana Pillko Wako y doña Isabel tuvieron vidas distintas46 se dice que se casó con el kuraka de Canas don Diego Felipe Condorkanki presunto antepasado del famoso José Gabriel Thupa amaro descuartizado en la plaza del Cuzco, en 178147. Como epilogo trágico, el Perú perdió su soberanía política y el virrey Toledo se propuso extinguir la sucesión y el linaje real de los incas patriotas, mediante el destierro de unos a Lima, de otros a México, Panamá y Chile, sentencias que no se cumplieron por la serena y justa actitud de la real audiencia de Lima, que puso atajo al desmedido celo político y encono del virrey. No obstante este intento genocida , el nombre de Thupa Amaro se inmortalizó y con el tiempo se hizo símbolo de la lucha libertaria y leyenda de la tradición popular. Desde entonces se forjó la esperanza de su glorioso retorno para acabar con el dominio español y devolver al Perú su antigua soberanía política e ideológicamente restaurar el imperio de la justicia social andina. Entre tanto Martín García de Loyola poco después de la decapitación del Inka , a fines del año de 1572 – se comprometió con doña Beatriz y con autorización del virrey entró en posesión de los bienes de su prometida hasta que en 1574 se avoca un largo y copioso juicio con el fiscal, para que le devolvieran los 563 tributarios de los repartimientos de Yucay y Xaquixaguana 48. Cuando en 1580 se disponía a casarse, tuvo que confrontar el juicio con Cristóbal Maldonado que alegó’o ser el marido legítimo de doña Beatriz. Después de cinco años, terminado el juicio, el capitán Loyola recién pudo casarse , él de 40 años y ella de 30 años de edad49 y siendo gobernador y capitán general del reino de Chile. En 1592 nació su hija, doña Ana María Lorena García Sayri Thupa de Loyola , que años después se casó con un sobrino de San Francisco de Borja, el rico poderoso caballero don Juan Enríquez de Borja y Almanza primo del virrey don Francisco Borja y Aragón, príncipe de Esquilache. El 23 de diciembre de 1598, Loyola fue sorprendido y muerto por patriotas araucanos en su campamento de Curalava y su cráneo convertido en un vaso ceremonial fue recuperado en 1641. Entre tanto su hija Ana María , ganó en 1618 el juicio que su padre había seguido, logrando aunque tardíamente que le devolvieran los tributarios del valle de a seguido, logrando aunque tardíamente que le devolvieran los tributarios del valle de Yucay, le otorgaran la pensión de 10’000 ducados y el título de Marquesa de Santiago de Oropesa.
 

LIBRERÍA PAIDÓS

central del libro psicológico

REGALE

LIBROS DIGITALES

GRATIS

música
DVD
libros
revistas

EL KIOSKO DE ROBERTEXTO

compra y descarga tus libros desde aquí

VOLVER

SUBIR