HISTORIA COMPARADA DE LAS RELIGIONES

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Eduardo Alfonso

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CAPITULO V  

LA CONSTITUCION DEL HOMBRE

"Gnostiseauton"  

a) Esquema de, la constitución humana y su explicación.

b) Cuadro sinóptico y su explicación.  

 

a) ESQUEMA DE LA CONSTITUCION HUMANA (Fig. 7).

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El YO humano como toda esencia espiritual tiene tres propiedades: la de ser, la de conocer y la de querer; o sea esencia, conciencia y senciencia (o resumiendo, esencia consciente y esencia senciente).  

La consciencia tiene un instrumento de captación y manifestación del conocimiento, que es la mente, órgano psíquico principal de impresión y expresión de la inteligencia, con sus tres modos: intuición, razón discursiva y memoria (o también, inteligencia intuitiva, inteligencia discursiva e inteligencia reproductiva), que forman el mecanismo del entendimiento; y conceptos lógicos, intuiciones innatas (o categorías del entendimiento) e intuiciones adquiridas.  

La senciencia tiene un instrumento de captación y manifestación, que es el espíritu, órgano psíquico de impresión y expresión del querer, en sus tres modos, a saber: Intención (virtud o modo potencial); voluntad (que es la fuerza proyectiva o vehículo de la esencia en la existencia) y Sentimiento (que es la capacidad de impresión psíquica). Y un contenido de intenciones, virtudes o poderes y voluciones.  

El espíritu y la mente, constituyen el alma espiritual e inmortal, en sus dos aspectos sensitivo e intelectivo respectivamente (51) . El alma animal, mortal e instintiva, está formada por los instintos, que trascienden a la inteligencia y participan de sus cualidades; las pasiones, que trascienden al sentimiento y son incentivos de nuestros actos; y los deseos, que tienen su raíz en los apetitos del cuerpo. Los instintos se enraízan en los deseos, y las pasiones en los instintos; pues todas las grandes pasiones humanas (conocidas por los siete pecados capitales), nacen de los dos instintos básicos, de nutrición (o conservación del individuo) y de reproducción (o conservación de la especie).  (52)

El cuerpo está formado de tres elementos fundamentales: Forma ú organización; materia o cuerpo denso, y energía o cuerpo sutil. Estos dos últimos son también respectivamente el cuerpo químico y el cuerpo físico o etéreo: Materia y energía organizadas.  

La conciencia, por vía de inteligencia e instinto, se manifiesta en la forma. La senciencia, por vía de voluntad y de sentimiento, se manifiesta en la energía. Y en lo que al cuerpo material respecta, el alma intelectiva se manifiesta en la cabeza (donde reside el cerebro, órgano de la inteligencia); el alma sensitiva se manifiesta en el pecho (donde reside el corazón, órgano del sentimiento); y el alma instintiva se manifiesta en el abdomen (donde residen los órganos qué satisfacen a los instintos de nutrición y de reproducción) (Fig. 8).  

Dentro de nuestro ser anímico o metafísico se halla también el arquetipo (o "entelequia" de Aristóteles) que no es creación de nuestro Y0, sino "forma substancial" creada por la Mente Universal para informar nuestro ser físico. Esta es nuestra alma vegetativa, cuyo contenido no depende de nosotros.  

Por último, participando de las potencias de la mente y del espíritu, tenemos la imaginación creadora (imaginación en cuanto participa de potencia cognoscitiva y formadora de imágenes; creadora en cuanto participa de la fuerza del amor como sentimiento y del amor corno voluntad de existencia); a la cual podemos llamar también con gran propiedad potencia objetiva.  

Medítese también en que, toda sensación recogida por los órganos sensoriales del cuerpo, puede afectar a nuestras potencias intelectuales y marchar por vía de entendimiento hasta nuestra conciencia, o puede afectar a nuestras potencias sensitivas y marchar por vía de sentimiento hasta despertar nuestro amor (53) . Generalmente afecta a ambas propiedades de nuestro YO.

   

b) CUADRO SINOPTICO Y SU EXPLICACION  

Desarrollando en un diagrama todo lo que acabamos de exponer, nos encontramos con la siguiente sinopsis de la conocida clasificación septenaria tan difundida en los círculos esotéricos.  

En este cuadro hallamos la mejor clave para la comprensión de la naturaleza humana y para la explicación de ese proceso  

postmortem a que nos referimos en el capítulo siguiente. Además contribuirá a deshacer muchos equívocos con respecto a ciertos términos y conceptos, que por haber sido expresados en lenguas extranjeras y antiguas, suscitan frecuentemente dudas y vaguedades. Los tres elementos abstractos e inmortales del hombre, que constituyen esa entidad metafísica conocida en la literatura teosófica con el nombre de "divina triada", forman su individualidad (o "lo que no es divisible").  

Los cuatro elementos concretos y destructibles, cuyo conjunto constituye el "cuaternario inferior", forman su personalidad o máscara, conjunto de vehículos, cuerpos o envolturas de manifestación, que le sirven de instrumentos durante la vida física.  

Los tres elementos sutiles o hiperfísicos de esta personalidad (cuerpo etéreo, vitalidad y alma animal) que sobreviven durante un cierto tiempo a la muerte del cuerpo físico, conforme ya hemos explicado, constituyen el "fantasma", "cascarón astral" o "elementario", que, separado ya de la individualidad (y por tanto sin conciencia directriz) puede manifestarse con sus cualidades psíquicas elementales, atraído por el círculo magnético de una reunión espiritista. El plano hiperfísico, que corresponde a estos tres elementos, se llana "Mundo astral".

(En realidad deberíamos llamar cuerpo físico al cuerpo astral, y en cambio al cuerpo denso llamarle cuerpo químico).  

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Los estados de conciencia (o proyecciones de consciencia) en cada uno de los elementos y su mundo correspondiente, se realizan en un orden ascendente después de la muerte y tras las sucesivas disgregaciones de los vehículos de la personalidad. Pero estos estados de conciencia, objetivados en el proceso postmortem, se realizan subjetivados durante nuestra vida terrenal, sin orden determinado y con arreglo a las vivencias consecuentes a las circunstancias de nuestra vida: El que vive dedicado al estudio, apartado de la vida mundana, mora casi continuamente en estado de conciencia celeste o devakhánico, puesto que polariza su consciencia en el plano de la mente creadora y de las ideas. Por el contrario, el que vive entregado al cultivo desenfrenado de sus pasiones y sus deseos instintivos, con sus secuelas de dolores y desengaños, mora en un estado de conciencia auténticamente infernal; vive en el kámaloka o lugar del deseo, del cual puede sacarle una rectificación a una educación superior.  

Estos estados de conciencia son las "moradas" a que se refirieron los místicas castellanos y musulmanes (Santa Teresa, Mohidin), la, estancias, círculos y cielos dantescos, y los lugares, en fin, a que se refieren invariablemente todos los textos de las religiones positivas, objetivando sistemáticamente lo que es subjetivo; no sin razón, puesto que esta objetivación es plena realidad en los procesos anímicos que siguen a la muerte corporal, conforme dejamos apuntado.  

En el mundo de la manifestación hay una "realidad" independiente de nuestro conocimiento de ella. Esta realidad (el mundo) es el pensamiento de Dios, objetivado. En estado de "no manifestación" (el del alma tras de la muerte) la realidad es el propio pensamiento individual objetivado. Solo existe entonces, perceptiblemente, lo que hemos creado con nuestra mente. Y esto es nuestro cielo a nuestro infierno.

   

CAPITULO VI  

EL PROBLEMA DE LA SALVACION Y DE LA CONDENACION  

¿Premio o castigo? Infierno y purgatorio. El cielo. Auxilios espirituales. ¿Condenación eterna? ¿Cuántos se salvan? El Tiempo y el Espacio.  

Nuestra alma, como se sabe y bien puede comprenderse par la observación del esquema de la figura 7 fluctúa constantemente entre los atractivos de la vida material y los goces del espíritu. No hay ningún hombre absolutamente depravado que se haya entregado de una manera exclusiva al disfrute de los apetitos del cuerpo desoyendo las llamadas del deber, ni existe tampoco ningún hombre tan idealista y virtuoso que no haya caído alguna vez en las tentaciones del egoísmo y de la sensualidad. Esto si consideramos el problema solamente bajo el punto de vista moral.  

Pero el problema de la salvación no es una cuestión que haya de enfocarse solamente por la vía del amor y de la virtud. Es también una cuestión de conciencia e inteligencia, como muestra el esquema en cuestión y hemos de demostrar. (Véase también a este respecto el punto de vista "vedanta" más adelante, cuando tratemos de la antigua filosofía de la India).  

Más ¿es que hay una salvación y una condenación en el sentido de premio y castigo que generalmente se da a estas palabras? Veámoslo.  

El individuo cuya alma se ha identificado con lo material y sensible, entregándose al disfrute de la satisfacción de los apetitos corporales, cultivando vicios y bajas pasiones, deseos egoístas e instintos pervertidos, hallará un vacío en su mente y en su espíritu, cuando por la muerte se disgregue el cuerpo y se esfume el alma animal. Desaparecido todo aquello en que enfocó su conciencia, es lógico que su alma espiritual se encuentre en estado de inconsciencia o agnosis con respecto al nuevo plano en que ha de moverse.  

Pero este proceso tiene sus grados que conviene examinar: Separada el alma del cuerpo por la muerte física, sobrevive el alma animal o instintiva durante un cierto tiempo, en el cual el individuo se halla bajo el incentivo habitual de sus deseos, instintos y pasiones, pero sin cuerpo para satisfacerlos. Esto origina un estado de sufrimiento (que conocemos por experiencia en vida) un estado de conciencia inferior o infierno, en el que se halla penando por el "fuego" de sus pasiones insatisfechas. Por esto dice Santo Tomás que "cada condenado tiene su especial demonio atormentador".  

Apercibida la conciencia de la imposibilidad de una satisfacción y en marcha, por otra parte, el proceso natural de disgregación del alma instintiva, vánse poco a poco esfumando las formas pasionales y perdiendo fuerza el acicate de los deseos, hasta su total disolución. Se ha verificado un proceso de purgación o depuración psíquica, generalmente llamado purgatorio o "catarsis"  (54)

Terminado éste, cuya duración depende de la fuerza que animase a las formas instintivas y pasionales, no le queda a ese alma otra cosecha que el exiguo contenido mental de las experiencias de su vida material, de sus luchas y dolores. El vacío de la conciencia no es total; pero la calidad de su contenida, limitado a experiencias de la naturaleza inferior, no puede satisfacer ni dar vida espiritual a ese alma inmortal, que bien puede decirse que ha desperdiciado la vida. Este es para nosotros el concepto filosófico de la condenación.  (55)

Por el contrario, el individuo cuya alma se haya identificado con lo espiritual y suprasensible, cultivando las potencias de la mente, aumentando su contenido intelectual por el estudio y la meditación, dando incremento a su sentir por el disfrute de la belleza artística y venciendo, en fin, con el amor, el deber y la buena voluntad a las tendencias egoístas y concupiscentes de su naturaleza inferior, hallará tras de su muerte el acerbo indestructible de sus extensos panoramas mentales, el caudal multiplicado de su amor y de sus virtudes y la cosecha inexpugnable de su sentimiento espiritual florecida en aptitudes nuevas y cuajada en los óptimos frutos de nuevas potencias sensitivas. Habrá conquistado de este modo su propio cielo. Este individuo habrá ganado la vida. ¡Se habrá salvado!.  (56)

Se ve pues que la salvación y la condenación no están supeditadas a la contingencia de unos "auxilios espirituales" hechos a última hora. Es contrario al espíritu de justicia del hombre, suponer que un individuo depravado o ignorante, pueda por un acto postrero de contrición adquirir la conciencia celeste; y más imposible se nos parece que un hombre bondadoso, culto y justo, pueda perder el cielo por que una equivocación a última hora o la ausencia de "auxilios espirituales" le hagan morir en pecado.  

Esto no quiere decir que los "auxilios espirituales" sean inútiles. Todo lo que suponga morir con elevación de espíritu y tranquilidad de conciencia, facilita el enfoque del alma hacia lo superior y evita a ésta dificultades y penas en los primeros pasos por el más allá, sobre todo durante el proceso cíe "catarsis" o purgatorio. Pero la eficacia del auxilio espiritual depende de la contextura psíquica del sujeto. No hay una fórmula uniforme para elevar el alma a todos. Unos lo conseguirán descargando su conciencia de un secreto, culpa o mandato con persona de su confianza. Otros lo lograrán hablando con un amigo de sus ideas más queridas. Otros oyendo música, como cuéntase que hizo Chopín en trance de morir, rogando a la condesa Potocka que interpretase una aria de Bellini; lo cual hizo ésta a tiempo que, el moribundo aspiraba el aroma de una violeta; etc.

Lo que sí es seguro es que cualquier forma de pretendido "auxilio espiritual" que repugne a las ideas del sujeto o simplemente no le afecte con emoción ascendente, se trocará de auxilio en dificultad, Lo antipático no sirve jamás para elevar el alma ni en vida ni en muerte.  

Por consecuencia, el cielo como el infierno son estados de conciencia, que se ganan o se pierden por la conducta de esta vida, minuto a minuto; y se equivoca grandemente el que piense que después de una vida de maldades, inmoralidades y bajas pasiones, va a disfrutar de panoramas celestiales por el mero hecho de arrepentirse a última hora antes un sacerdote, un pastor o un bonzo. Esto sería pretender un asalto al cielo. La simple tranquilidad de conciencia, aunque sea apetecible, no puede considerarse como un estado celeste. Una cosa es no estar en el infierno y otra cosa es estar en el cielo. De aquí la lógica de los que han deducido otros estados intermedios de las almas y han establecido varias categorías de "cielos" para todos aquellos casos que no supongan un estado de sufrimiento espiritual. (Véase el cuadro sinóptico)  

Por otra parte, es cierto que el último pensamiento, que condensa la esencia de la vida moral e intelectual del moribundo, es la. fuerza que permanece como deseo de nueva vida al ocurrir la muerte.  

Esto es compatible con la justa expiación de una vida malvada y egoísta o con la justa recompensa que merece una vida generosa, moral y caritativa.  

Un pensamiento de arrepentimiento y de rectitud en el momento de morir un malvado, no quitará ni un ápice al proceso de su purgatorio ni agregará a su psiquis un adarme de conciencia celeste, pero si dará a su alma un sentido constructivo y de rectificación. Un pensamiento de incredulidad, venganza u odio, en el momento de morir un hombre bondadoso y justo, no le quitará el menor vislumbre de panorama celestial, ni le agregará la más leve sombra en la conciencia; pero si proporcionará a su alma una directriz destructiva o discordante que puede complicar su evolución y su Destino.  

Pero, ¿es posible que al condenado no se le den nuevas oportunidades de redención, ni al salvado se le den nuevas oportunidades de ejercitar sus potencias objetivas y sensitivas?  

No podemos creer en situaciones eternas, y mucho menos interrumpidas en etapas de imperfección, por que esto va contra la ley de progreso indefinido que rige al Universo.  

Si el hombre es un ser finito y contingente, ¿cómo puede llegar a hacerse acreedor de un castigo infinito o eterno, como se nos dice que es el infierno? ¿No ha de ser proporcionada la pena con el delito en la justicia de Dios? El hombre en su limitación no puede realizar un pecado infinito; no puede ofender a Dios de manera absoluta; entre otras razones porque él mismo es obra de Dios.  

Can estas premisas no es posible creer en la condenación eterna. No; las puertas de la Redención están abiertas para toda alma. La creación entera conspira hacia su Creador. Por esto evoluciona. El perdón de los pecados (delitos cometidos contra el orden natural) es un hecho evidente por la misma ley de Acción y Reacción. Restablecido el equilibrio causado por la acción pecaminosa, cesa la necesidad de la sanción, que en realidad no es otra cosa sino reacción correctora; pero no un verdadero "castigo" de Dios. E1 Creador debió instituir la ley natural para que obrase dentro de un orden automático pero no vengativo. As¡ pues no hay un averno eterno donde el Creador confine a los infelices que habiendo sido creados imperfectos por Él mismo, tengan que pagar la culpa de esa imperfección.  

Infierno viene de ínferus (bajo, profundo o lugar inferior) y esta palabra ha de aplicarse a todo estado de conciencia inferior, es decir a todo estado material o pasional de sufrimiento (57) . Los dolores de la vida física y los padecimientos que nos originan las pasiones (ambas cosas expresadas por el término pathos, padecimiento; o patior, de pat, pasión, paciente) son el verdadero infierno. El hombre puede rectificar su vida y las actitudes de su alma para cesar de padecer. Mas, ¿qué razón se opone a que el alma no pueda rectificar su actitud después de separada del cuerpo por la muerte, librándose así del infierno eterno? ¿Se ha pensado en esta frase prometedora de la 18 Epístola Universal de San Pedro?: "Por que por esto también ha sido predicado el Evangelio a los muertos; para que sean juzgados en carne según los hombres y vivan en espíritu según Dios".  

Prueba de que puede rectificar después de la muerte es ese hecho que se llama purgatorio, por el cual se libra del lastre de ciertos pecados, una vez adquirida la convicción de que le impiden ascender a estados superiores de conciencia. El concepto de "pecado mortal" merecedor de sanción eterna es un equívoco. El alma es siempre inmortal en sus elementos más elevados. Podrá hacerse más o menos consciente de su origen divino, según haya cultivado o no sus actividades y virtudes espirituales, pero nunca llegar a una situación de castigo irreparable, tanto menos explicable después de la muerte cuanto que entonces no la arrastran los apetitos concupiscentes que dimanan de la vida material.  

El vacío de conciencia que experimenta el alma después de la muerte cuando solamente cultivó en vida las cosas materiales, no puede considerarse como un aniquilamiento o una condenación eterna. Esta equivocación del alma al haberse identificado con lo inferior y destructible, la deja en un estado penoso, como el del padre que ha perdido a su hijo y en él puso su corazón. Pero esta no es una pena esencial ni por tanto eterna. El dolor pasa y la conciencia se eleva. En el caso peor el alma llega a darse cuenta de que los mismos arquetipos y esencias de las formas materiales, con las que se identificó, pertenecen al plano espiritual. Y en esto halla la redención de sus sufrimientos y el camino de su rectificación. En el plano de las causas no existe el dolor.  

Además el término "condenación eterna" no es equivalente al de "sufrimiento infinito". Condenación es el hecho de estar con daño. Y ningún hecho puede ser infinito, por que todos tienen fin. Podrán ser eternos los noumenos pero no los fenómenos. Y aun la misma palabra eterno no quiere decir infinito (o sin fin), por que según su etimología, de aeternus, aeviternus, aevitas, aevum, solo expresa un tiempo ilimitado o que no se puede limitar, pero no que carezca de fin.  

Tampoco el infierno es un estado de sufrimiento por causa de "fuego". Si literalmente se habla del fuego eterno en el Evangelio, es de una forma figurada o metafórica fácilmente explicable. Las pasiones y los deseos, causas de todos nuestros sufrimientos aquende y allende la tumba, son los incentivos de nuestros actos egoístas. Incentivo (de incendo, candeo, abrasarse) es, en sentido figurado, el fuego o chispa de nuestras acciones: Estar condenado al fuego es padecer bajo los efectos de una pasión inferior o de un deseo insatisfecho. El individuo lujurioso que se ve, por la muerte, desprovisto del instrumento para satisfacer su pasión, padece hasta que su alma trasciende la pasión y sublima el deseo. ¿Qué mayor fuego del infierno? ¿Hará falta ir a buscar unas llamas que quemen a las almas, incombustibles e insensibles en el mismo fuego físico por su naturaleza intangible?.  (58)

La moderna técnica psicoanalítica de Freud, ha venido a demostrarnos que todo deseo insatisfecho, puede convertirse en causa de perturbación psíquica cuando el alma carece de las facultades necesarias para sublimarle. Este padecimiento es un verdadero estado infernal de histerismo, fobia o delirio. Las llamas simbólicas de estos estados psicopatológicos, cesan cuando el alma se hace consciente de la causa perturbadora. Si esto es cierto en vida, no se ve razón alguna para que no sea cierto postmortem. Solamente que, en este último caso es Dios (individualmente el propio Ego) el médico que saca al paciente (y padeciente) de este purgatorio de sus pasiones insatisfechas, dándole el mensaje divino que le enseña a rectificar su sentir. Buena alusión a esto hace el mismo Evangelio, mostrándonos al rico entre las llamas del infierno, suplicando una gota de agua a Lázaro que reposaba su dicha celeste en el seno de Abraham. Es decir, que desde el infierno se atisba el cielo. Y esto es más que una imagen literaria. Evidentemente, desde todo estado de conciencia inferior siempre puede columbrarse la divina luz redentora de lo alto. Solamente esto es compatible con el concepto de la infinita misericordia del Creador. Dios no puede consentir el sufrimiento de un alma ni un minuto más de lo que exige su corrección. Y los caminos encontrados por la ciencia para mitigar los padecimientos humanos son débil reflejo de las posibilidades que teóricamente hemos de atribuir a la voluntad de Dios para redimir a las almas desdichadas que sufren las consecuencias de su imperfección. Nuestra fe en el orden natural estatuido por el Creador, no habla así. Y nuestra razón no puede contradecirnos.  

Pensemos además que, los dolores y sufrimientos humanos son cincel que modela las almas y motivos que abren los ojos de la conciencia. Las experiencias propias de cada hombre en mal o en bien, no son nunca inútiles para la evolución de su individualidad. Todo conspira hacia el fin supremo de forjar a cada uno un Destino superior, en alas de esa ley de leyes de la Evolución, que es perfectibilidad, que es redención; es perdón de toda claudicación contra la ordenación universal; es acercamiento, en fin, de toda criatura hacia su Creador.  

La Ley de Evolución se realiza por medio de hechos regidos por otras tres subleyes: la de adaptación al medio, la de selección y la de herencia. La adaptación al medio es lucha por la existencia; en esta perecen los menos aptos y la selección así realizada se perpetúa por herencia. Todo este mecanismo 'se realiza en las formas, cuerpos o instrumentos de expresión. Pero las almas o principios de vida, también progresan y evolucionan conjugándose con los cuerpos. Cuando el cuerpo ha dado todo su rendimiento en favor de la evolución de un alma, esta abandona la forma, ya inútil, por medio de la muerte natural. Es decir se transforma o cambia de forma. Busca nuevo medio de expresión (físico o metafísico, que esto no es ahora del caso) para seguir perfeccionando sus potencias o facultades.

La manifestación de un alma en un cuerpo es una necesidad para aquilitar y comprobar, por medio de los hechos y sus consecuencias, la perfección o imperfección conseguida por dicha alma en sus concepciones creadoras. La mente imperfecta o las intenciones torcidas o no consecuentes con el plan universal, producen a través del cuerpo y de sus actos, resultados equivocados o erróneos que dan la medida exacta del tanto de desvío con respecto a la voluntad divina, o de su mecanismo mental defectuoso. El cuerpo es la prueba. El quantum de dolor en la prueba es el exponente del error. El error es la inadaptación de la mente y de las intenciones a las finalidades de la creación universal. En puridad de lógica y de doctrina filosófica, lo único sensato es dejarse conducir por la Voluntad del Supremo Hacedor. Llegamos así a un punto en que confluyen fatalmente la verdad científica y la inspiración religiosa. ¿¡Qué conclusión podría dejar más satisfechos a nuestro sentimiento y a nuestro discernimiento!?  

Un alma imperfecta no puede sufrir sanciones ni premios definitivos, sino que obtiene nuevas oportunidades de progreso y cauce en nuevas formas de expresión. Se transforma, como dijimos, realiza su metempsicosis o resucita en la carne, en una verdadera palingenesia (o génesis de lo primitivo), en nuevos modos de vida, como más adelante veremos; porque no hemos podido comprobar en el orden del Universo la detención del progreso evolutivo en una etapa de imperfección y de dolor, tal y como pretende presentársenos con el concepto de la condenación eterna. Lo que por imperfecto sufre, halla siempre nuevas posibilidades de corrección en el cauce de la evolución. La remisión de los pecados y la redención de los caídos, son simplemente acciones correctivas abiertas a los amplios horizontes del progreso natural y consecuencia también de las leyes por las cuales este actúa.  

Pecado, enfermedad y delito tienen un parentesco oculto, dijo el maestro Roso de Luna. Todos tres son consecuencias de la violación de las leyes naturales. Con la palabra pecado se nos presenta la intención de ir contra la ordenación teúrgica del Universo; con la palabra enfermedad expresamos la perturbación o padecimiento consecuente con esta violación; con el término delito damos a entender la acción punible o acreedora de sanción correctiva. En el fondo son una sola cosa: causa, medio y fin, respectivamente, del error.  

Todo error es causa de dolor; todo dolor es medio de rectificación; toda rectificación tiene por finalidad la verdad. Y la verdad nos hará libres, como dijo Jesús, por que nos pone a tono con el orden natural. El hombre verdaderamente libre de dolor y pecado es el que cumple la ley natural. Solamente cumpliéndola se vence a la naturaleza física. El hombre libróse del rayo cuando estudió la ley de las descargas eléctricas e inventó el artilugio para encauzarlas. El hombre se librará del dolor y de los tormentos del "pecado" cuando conozca sus leyes y las cumpla. Por esto pudo decir Pitágoras: "La libertad dijo un día a la ley: tu me estorbas. La ley respondió a la libertad: yo te guardo”.

   

¿Cuántos se salvan?  

Se nos ha dicho repetidas veces, y entre ellas una vez por el P. Martínez, durante nuestra prisión en el penal de Burgos, que el número de las almas que se salvan es muy inferior al de las que se condenan. Y hasta se nos ha concretado que, de los veintidós millones que constituyen la población de España, solo se salvarán, poniendo por mucho, unos cuatro millones.  

Si esto ocurre en un país cristiano y católico, hay que suponer, de acuerdo con este criterio, que en los países no católicos y en los paganos, la proporción de los salvados será aun menor. De esto deducimos que, en los muchos siglos que lleva la humanidad sobre la Tierra, el número de millones de almas humanas que pueblan las estancias del infierno es considerablemente superior al número de las que pueblan el cielo. Y esto, en estricta lógica, supone el triunfo de Satanás sobre Dios.  

¿Es esto filosófico?

 

El Tiempo y el Espacio.  

Cuando Parsifal en la leyenda wagneriana es conducido hacia el templo, dentro de los dominios del Gral, por su maestro Gurnernancio, exclama: "Hemos marchado poco y sin embargo noto que hemos adelantado mucho", a lo que Gurnemancio responde filosófico: "No te extrañe: Aquí el Tiempo es Espacio". Profunda y definitiva enseñanza: En los mundos del espíritu el tiempo es espacio. Más ¿qué realidad encierran estos dos conceptos?  

En nuestro mundo juzgamos del espacio por los objetos físicos de tres dimensiones contenidos en él y por la velocidad con que en él se mueven. Pero ese Espacio, ¿tiene realmente dimensiones como han pretendido algunos hombres de ciencia? Creemos que el espacio no tiene dimensiones de ninguna clase, ni puede ser percibido por los sentidos físicos; por que es la NadaTodo o capacidad infinita, absoluta e increada, realidad única que continuaría siendo aunque desaparecieran todos los universos contenidas en su seno. ;ü pudiéramos situarnos en el Espacio vacío, rodeados de infinito por todos lados, y nos moviésemos durante un año en línea recta con la velocidad de la luz, al cabo de dicha tiempo estaríamos en las mismas condiciones, rodeados de la misma realidad negativa, infinita en todos sentidos, como sí no nos hubiésemos movido nada. Esto pudiera hacernos pensar que el Espacio no es, y sin embargo no hay mayor realidad que la de su esencia que no tiene existencia. El Espacio es la Divinidad Misma. Por esto solamente puede ser percibido por nuestras facultades intuitivas y espirituales.  

Y la realidad suprema del Espacio está en que persiste por sí, ajena a la variabilidad y absorción de los universos que en él evolucionan.  

Mas en el Espacio pueden existir y de hecho existen, mundos o cosmos de diferentes dimensiones (59) . Una cosa es el Espacio único y otras los mundos en él contenidos. Cada electrón o elemento atómico, es probablemente un mundo de dos dimensiones contenido en nuestro universo físico de tres dimensiones; nuestro universo físico con otros análogos, probablemente es un elemento o especie de electrón de un mundo de cuatro dimensiones (no otro que el hiperfísico o astral); éste a su vez sería un simple elemento de los infinitos que componen un mundo de cinco dimensiones (mental), y la reunión de mundos pentadimensionales constituiría un mundo superior de seis dimensiones... Y así sucesivamente llegaríamos al mundo de infinitas dimensiones, que precisamente por ser infinito, deja de ser mundo concreto o manifiesto, para ser Espacio abstracto. En nuestra mente se han unificado los mundos con el Espacio o Seno de la Divinidad, de donde emanaron y donde se mueven, sin que la limitación de nuestra inteligencia haya podido sortear el terrible abismo ideológico que se extiende entre la limitación de los mundos existentes o manifiestos (incluido el espiritual) y la infinitud del Espacio que los contiene, que coincide en propiedades geométricas con las del mundo de cero dimensiones, o sea el punto.  

Los anteriores conceptos se han deducido (60) meditando alrededor de un hecho observado en nuestro universo, a saber: que una corriente eléctrica crea alrededor de ella un campo eléctrico de sentido a izquierdas. De esto se deduce que nuestro universo físico gira en el seno de un mundo de cuatro dimensiones, hecho que también explica la desviación del rayo luminoso que, por consecuencia, hemos de considerar curvo, como modernamente ha afirmado también la teoría relativista de Einstein.  

En nuestra actual vida física, la extensión material y la velocidad del movimiento, es lo que nos da la sensación de espacio y tiempo. En el mundo físico el espacio se relativiza y concreta, y juzgamos de él por una reacción mental complementaria a la existencia de objetos materiales de tres dimensiones. Según ascendemos en el estudio y contemplación de mundos superiores, hiperfísicos, mentales, etc., la idea del espacio se ensancha, hasta percibir la realidad de su esencia infinita. Pero ¡cuán contraria la elaboración del concepto tiempo!  

El tiempo es una ilusión de la vida concreta consecuente con la materialización y sucesión de fenómenos (recordemos la frase de San Agustín, cap. IV). Es una impresión mental complementaria de la extensión en el espacio, que desaparece cuando enfocarnos la conciencia en planos superiores o abandonamos el mundo material. Cuando soñamos (es decir, tenemos la conciencia enfocada en mundos hiperfísicos de más de tres dimensiones), percibimos frecuentemente en pocos minutos, sucesos que para su realización en el mundo físico hubiesen necesitado días y aún meses. En nuestros momentos de recreo y alegría (expansión de la conciencia) solemos exclamar: ¡Qué pronto se me ha pasado el tiempo!; y en cambio decimos: ¡Cada minuto me ha parecido un siglo! cuando por motivos de dolor o de preocupación, tenemos la conciencia enfocada en el mundo físico. Estos hechos quieren decir que, la sensación de tiempo es relativa y depende del mundo en que nos situamos, y que el tiempo va desapareciendo según nuestra conciencia se va elevando de plano. Así, en el mundo mental, en que el pensamiento es el hecho mismo, el tiempo es casi nulo (fenómenos de telepatía y transmisión del pensamiento); y en los mundos del espíritu no existe pasado ni futuro, sino que todo es un eterno presente, que solamente al realizarse a proyectarse en planos concretos por medio de fenómenos sucesivos, nos da la impresión de esa que llamamos tiempo (61) . No es el tiempo el que pasa, sino los seres materiales .  (62)

Más, es evidente que si al elevarse de plano el tiempo se esfuma, también se trasciende el espacio, pues no se puede tardar ni tiempo nulo en recorrer un espacio efectivo. Y es que, al elevarnos a mundos superiores y acercarnos a plano de infinitas dimensiones, el Espacio adquiere, como dijimos, las propiedades geométricas del punto, y queda en efecto trascendido dentro de su omnipresente realidad. Por esto, "Aquí el tiempo es Espacio" como sabiamente dijo Gurnemancio a Parsifal. Tiempo es Espacio para el espíritu, y Espacio es, como hemos visto, lo Inmutable, lo Absoluto, lo Eterno; lo que no tiene pasado ni futuro, por que Es; aunque nuestra mente relativa sea incapaz de forjar un concepto exacto de tamaña realidad.  

Con las anteriores consideraciones sufre un rudo golpe el pavoroso concepto de la eternidad. En los mundos concretos, podrán ser los seres y los hechos más o menos duraderos, pero nunca infinitos, por lo que la pena eterna y los siglos de los siglos de ciertas religiones positivas, quedan reducidos a lapsos del fantasma tiempo, que se podrían expresar por un número. Hay pues el consuelo cierto de que tienen fin. En los mundos abstractos, celestes y espirituales, la percepción del eterno presente en lo bueno y excelso (puesto que es ajeno a la limitación y al dolor propios de los mundos concretos), disuelve por si misma la sensación de permanencia indefinida e infinita de la sucesión de hechos dolorosos, con que amenaza el justicialismo de ciertas iglesias, que en el fondo no creen en la Redención como hecho universal; y si creen, se contradicen de un modo palmario.

 

CAPITULO VII  

LA REBELION DE LOS ANGELES Y EL PECADO ORIGINAL  

a) La lucha entre los ángeles buenos y los malos.

b) El Pecado original. El niño y Adán. Las edades de la vida. Origen asexuado, inocente e instintivo. Aparición de ambos sexos y del sentimiento. Adquisición del conocimiento y libre albedrío. Lucifer y la manzana. La costilla de Adán. La razón discursiva y la responsabilidad. El Paraíso perdido. Prometeo, Epimeteo y Pandora.

c) El diablo y sus antecedentes, míticos. Obsesos, posesos y mentecatos. Los ángeles caídos. Angeles buenos.  

  • LA LUCHA ENTRE LOS ÁNGELES BUENOS Y LOS MALOS  

Y ¿porqué siendo los ángeles substancias espirituales, fieles reflejos de la divina gracia y encargados por Dios mismo de atender al gobierno del género humano como dice la doctrina católica se han rebelado contra su Creador y Padre, renunciando a las indudables delicias de la vida celestial? O el espíritu divino (que es Verdad y Virtud) no inspiraba suficientemente a estos ángeles, o no se encontraban a gusto en el cielo. El caso es que Miguel tuvo que arrojar del cielo a Lucifer y sus huestes; éste tentó a Eva, Eva tentó a Adán y, como consecuencia, el género humano en pleno, pagó con la gracia, la felicidad y la ciencia infusa, la diablura de Lucifer.  

¿No halló Dios en su infinita sabiduría y poder una fórmula de arreglo para evitar que el hombre fuese víctima del pervertido corazón de esos ángeles caídos?  

¿Quién podrá contestar a esto? He aquí el grave inconveniente de tomar las cosas al pie de la letra que mata, despreciando el espíritu que vivifica.  

Miguel, indudablemente, como inspirado por Dios, a quien siempre permaneció fiel, arrojó del cielo a Lucifer, contando, por supuesto, con el asentimiento del Padre y consciente (por visión espiritual) de la catástrofe que esto iba a originar en el Paraíso terrenal. Sin embargo no se abstuvo de tamaña resolución, Y esto hace suponer que hubo deliberado propósito de hacer peligrar al hombre, que ninguna culpa tenía de la conspiración tramada por los ángeles malos.  

Veamos ahora lo que en realidad hay detrás de todo esto.  

  • EL PECADO ORIGINAL  

Según el relato mosaico, creó Dios a Adán en cuerpo de la tierra y espíritu inmortal (63) . Tras de un sueño profundo sacó a Eva de uno de sus costados. Vivieron así, un tiempo, felices e inocentes hasta que un día, el ángel caído Lucifer, en forma de serpiente, indujo a Eva a comer de la manzana, el fruto prohibido por Dios, del árbol de la ciencia del bien y del mal. Y después de esto perdieron la inocencia, fueron arrojados del Paraíso y sufrieron toda suerte de dolores y desgracias terrenales. Dios puso en la puerta del Paraíso un querubín con espada de fuego, que guardaba el camino del árbol de la vida.  

El resumen del hecho recogido en este relato, conocido con el nombre de "pecado original", es según la exégesis de los teólogos cristianos que, el hombre primitivo perdió con ello cuatro dones preternaturales: la felicidad, la inmortalidad, la tendencia al bien y la ciencia infusa; y un don sobrenatural, que es la gracia divina.  

Una interpretación racional del relato anterior podría resumirse en lo siguiente: El hombre primitivo, compuesto en su origen de cuerpo y espíritu, fue asexuado (o quizá hermafrodita) en su primera etapa. Tras de ese sueño de la inconsciencia propia del estado de inocencia, apareció la dualidad sexual en la especie humana sin mengua de su pureza. Más, llegó un momento en su evolución en el que adquirió el conocimiento concreto, y esto marcó el final de su inocencia, de su pureza instintiva y de su felicidad.  

Estos hechos tan bellamente descritos en el relato de Moisés, son de un rigor lógico y de un determinismo científico insospechados.

Hay una línea evolutiva del ser humano, marcada por las siguientes etapas:

a) Origen asexuado, inocente e instintivo.

b) Aparición de ambos sexos y del sentimiento.

c ) Adquisición del conocimiento y libre albedrío.

  • Desarrollo de la razón discursiva y de la responsabilidad.  

Como con mucha razón dijo Gratry, "el hambre es una palabra de Dios, pero una palabra

creciente, nunca acabada de decir, nunca conclusa (un faciamus no un simple fiat)".  

En realidad a Adán le faltaba crecimiento, sentimiento y conocimiento Es decir, el hombre primitivo vivió con las cualidades del niño.  

Si es cierto, como afirma la moderna biología, que el desarrollo ontogénica del embrión en el claustro materno, es la reproducción del desarrollo filogénico de la especie, nada puede extrañarnos que el desarrollo del individuo en sus primeras edades de la vida, reproduzca la evolución del hombre primitivo en sus primeras fases de vida terrenal. El niño es la reproducción de Adán, porqué, como él, es inocente, instintivo, feliz, angelical e ignorante.  

Examinemos ahora cada una de las etapas citadas, después de exponer breve y sintéticamente las fases del desarrollo individual. El niño nace completo en todos sus elementos de constitución individual: Cuerpo, vitalidad, sentimiento, pensamiento, razón, voluntad y conciencia. Pero todos ellos virtualmente, en potencia, en espera del desarrollo físico y psíquico. Cada siete años queda marcado por la Naturaleza el jalón del desenvolvimiento de cada uno de estos factores de la constitución humana, según indica el cuadro siguiente, que nos ahorrará enojosas explicaciones:  

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De los 49 años a los 60 (en que comienza el decrecimiento físico), el hombre, íntegro en el desarrollo de todo su ser, da el rendimiento plena de su vida y recoge los frutos de sus merecimientos.  

  • Origen asexuado, inocente e instintivo. El embrión humano, al principio bisexuado o hermafrodita, no se polariza hacia uno u otro sexo hasta el 5º mes de la vida intrauterina. Después del nacimiento, aun trayendo completamente manifiestos los órganos sexuales, no se despierta el instinto sexual ni la capacidad para las funciones generativas hasta los catorce años par término medio, en que la secreción interna de ovarios y testículos empieza a diferenciar los caracteres de su sexo. Durante todo este período infantil de catorce años, el niño, o la niña, ha vivido inocente, instintiva, y con las cualidades espirituales de la gracia. Además es notorio que antes de los 7 años se vive en una inconsciencia que, por regla general, no permite posteriormente el recuerdo de esta edad.  

Adviértase que son estas precisamente las características de Adán hasta que apareció Eva: Inocencia, asexualidad y ciencia infusa o instintiva. Bien se encarga de precisar Moisés que, el primer hombre era de barro y que Jehová le insufló el espíritu.  (64)

Es decir que en él se manifestaba solamente un cuerpo físico, aun no totalmente desarrollado, puesto que faltaba eficiencia generadora a pesar de estar definida como varón; y un espíritu lleno de gracia angélica, felicidad y tendencia al bien. Espiritualidad sin mentalidad y sin sentimentalidad.  

  • Aparición de ambos sexos y del sentimiento. Llega ese momento crítico de la vida infantil en que el niño se da cuenta de que tiene ante sí una hembra y la niña apercibe que tiene ante sí un varón. Aparece la diferenciación sexual con las oscuras pera inequívocas llamadas del instinto. Y junto con ello, el tropel de las pasiones y de las emociones épicas de la juventud, entremezcladas con los lirismos del amor sexual. Sexo y sentimiento aparecen en conjunción sobre la constelación psíquica del final de la infancia.  

He aquí, en esta fase, a Adán que, tras el sueño de su inocencia, encuentra de su lado (de su costado) a la mujer, como complemento de su vida y de su alma. Aun son felices con el amor sin mancha guiados de la sabiduría del sentido común infundido por Dios. La afirmación de que la mujer fue hecha de una costilla, lado o costado del hombre, tiene más enjundia de lo que parece.  

La mujer es un ser lateral con respecto al hombre. No puede ni debe estar enfrente, detrás, encima o debajo. El "enfrentarse" con el hombre la perjudica, es vano y perturba a este. El tratar de ponerse "por encima" del hombre en cualquier actitud vital (salva la maternidad que naturalmente la pertenece) es posición falsa, de la cual cae irremisiblemente. El obrar "por detrás" del hombre, deshace la confianza y el compañerismo de ambos. El colocarse "por debajo" del hambre, como esclava, es contrario a su dignidad y si bien se mira, también es contrario a la dignidad del hombre que siempre debe ser su protector.  

El lugar de la mujer es siempre "al lado" del hombre, por que es su complemento. La mujer, por otra parte, debe estar siempre en el pecho del hombre, por que su lazo con él es el amor.  (65)

  • Adquisición del conocimiento y libre albedrío. Llega el momento evolutiva en que el hombre, allá hacia los veintiún años, encuentra cuajado el contenido cíe su mente. Se halla en posesión del conocimiento concreto que constituye el caudal de su pensamiento. Pero aun no domina el manejo de este caudal, por deficiencia todavía de su razón discursiva que un día le conducirá al conocimiento abstracto, lógico o filosófico (66) . El final de esta etapa que culmina hacia los 35 años, marca la definitiva conquista de las directrices racionales de la vida personal. Un fracaso de determinación racional en este momento (supuestas las determinantes del Destino individual) puede originar el fracaso también de la vida física, como ocurrió a Mozart, Chopin, Schubert, Usandizaga, Julio Antonio, Rafael de Urbino, Watteau, Bellini, Beardsley, etc., muertos todas entre los 30 y los 35 años, edad con mucha razón llamada "edad de los Cristos".  

Adán y Eva en el Paraíso, llegaron a este momento crucial de la adquisición mental. Fue Lucifer (literalmente "el que lleva la luz") un ángel caído, el que, en forma de reptil (es decir, llegando sin sentírsele) invitó a Eva a comer la manzana o sea la fruta del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, por que así, según palabras de la serpiente, "serían tanto como Dios".  

El símbolo no puede ser más hermoso, más genial ni más profunda. El árbol del bien y del mal es el conocimiento, que no es en si ni bueno ni malo, sino según la intención con que se le adquiera o dirija. Simbolizado en la manzana, fruto con carpelo de cinco puntas, ya que, según la tradición arcaica (conocida evidentemente por Moisés) el número cinco ha sido siempre símbolo de la mente o de la inteligencia, en vista de que, en la Naturaleza, toda manifestación inteligente va determinada por el número 5, como claramente se observa en los cinco dedos de la mano (órgano ejecutivo de la inteligencia) y los cinco sentidos corporales, órganos adquisitivos de las imágenes originales del pensamiento.  

Si el relato bíblico cita a Eva como la primera en comer de la fruta prohibida, es por que la tónica psíquica de la mujer es la imaginación, mientras que la del hombre es la reflexión. De aquí que la primera esté más fácilmente dispuesta al conocimiento concreto, basado en las imágenes suministradas por los sentidos. Además como decía Cristóbal de Castro, "el hombre siente y la mujer presiente. Y este conocimiento anterior determina en la fémina una vanguardia, la dota de un sentido espectral que le permite, como a ciertas aves, ver en la noche".  

Al comer la manzana, Adán y Eva conocieran; y entonces se avergonzaron de que estaban desnudos. Es decir, perdieron la inocencia.  

Lucifer, el tentador, como ángel que era, representa una "substancía espiritual", (empleando el lenguaje escolástico), una idea de Dios, infundida en la mente virgen de nuestros primeros padres, como elemento de evolución propia, de responsabilidad y de conciencia. Había que pasar de la inocencia a la sabiduría por el camino peligroso del conocimiento concreto y relativo. La máquina mental del hombre se hubo puesto en marcha gracias a la rebeldía de un ángel caído de los cielos. O lo que es lo mismo, de un impulso superior, verdadera "categoría kantiana" que, por "iluminación divina" si seguimos a Plotino y a San Agustín había de convertir al hombre en un dios, dominador, con su inteligencia, de la Naturaleza e indagador de los secretos del Universo. Arma de doble filo que tan pronto puede perdernos descubriendo bombas atómicas, como redimirnos llegando a la invención de la luz eléctrica.  

Efectivamente, el hombre al conocer, adquiere iniciativa, opción y albedrío, capaces de enfrentarle con el imperativo de las leyes naturales. Al violar estas, conoce el mal y la desgracia, con todas las secuelas dolorosas que puedan salirle al paso durante la vida terrenal, La maldición de Jehová al arrojarle del Paraíso, con las tremebundas palabras de "multiplicaré tus trabajos y tus miserias.. . parirás tus hijos con dolor... comerás el pan con el sudor de tu frente..., etc., más que un castigo resultan ser la consecuencia natural del conocimiento incipiente; de haber perdido la sabia dirección del instinto sin haber llegado a la razón del mismo. Pecado, enfermedad y delito, hemos dicho anteriormente, tienen un parentesco oculto. Todo ello, en el fondo, no supone sino una violación de la ley natural con sus efectos lógicos de mal y de dolor, reveladores del error y advertencias para su rectificación.  

Así el conocimiento hizo perder a Adán y Eva la felicidad, la tendencia al bien, la ciencia infusa, la gracia divina y la inmortalidad que Dios les prometiera "si no comían de la fruta prohibida".  (67)

Es importante hacer destacar que la manifestación de la bisexualidad y la adquisición del conocimiento son concomitantes en un momento de la evolución humana. Tengamos en cuenta que en el ser humano no existe más que una sola fuerza creadora manifestada ora hacia el polo negativo o sexual, ora hacia el positivo o cerebral. Creación sexual y creación cerebral dimanan de la misma fuente (68) . Y cuando la etapa humana del conocimiento requirió el desarrollo del cerebro, hubo de restarse fuerza creadora al sexo, por lo que se hizo necesaria la conjugación o acoplamiento de la fuerza generadora de dos individuos de la misma especie, cosa que llevó consigo necesariamente la división de la especie en dos sexos opuestos y complementarios. (Argumento aplicable a las demás especies animales bisexuadas, dentro de sus manifestaciones cerebrales e inteligentes relativas. Y que futuros progresos de la biología pondrán en claro definitivamente).  

  • Desarrollo de la razón discursiva y de fa responsabilidad. La etapa siguiente en el proceso de superación que supone el conocimiento, estriba en el desarrollo de la mente abstracta, que es la que define al ser humano y le da superioridad evidente sobre los demás seres de la creación. La razón como facultad de elevarse desde lo particular a lo universal, o sea de hacer abstracciones por medio del juicio, supone la madurez intelectual del hombre y representa la palanca por medio de la cual nos elevamos a las formas de conocimiento espiritual llamadas, fe, intuición e inspiración. Es precisamente en este momento cuando el conocimiento, que se había presentado como causa de dolor y de mal, puede transformarse en sabiduría y ser un factor de redención. Bien lo apercibió la clara mentalidad de Moisés cuando, refiriéndose a la mujer, puso en boca de Jehová que se dirigía a la serpiente, las siguientes palabras: "su descendiente quebrantará tu cabeza". Es decir que, finalmente, del mismo género humano nacería quien habría de abatir al espíritu del mal. Esto representa el conocimiento como causa de responsabilidad moral.  (69)

El hombre perdió el Paraíso terrenal, guardado por ese querubín simbólico con la espada de fuego, que significa 1, dorada ilusión de la vida física. Pero abriósele el camino augusto de ese Paraíso celeste al que se llega por la estrecha senda de la razón, de la voluntad y del deber . (70)

(Observación: El precedente relato mosaico del "Pecado original" tomado al pie de la letra, resultaría de una ingenuidad verdaderamente infantil. El designio divino perturbado por una diablura de Lucifer que de este modo desata la indignación de Jehová contra la criatura preferida de su creación, sería incomprensible para los que creemos en la omnipotencia y la justicia del Creador. Por otra parte vese claramente que, el hecho de la evolución del hombre primitivo, llega con profunda genialidad a la mente intuitiva de Moisés que, después sabe exponerlo con belleza y poesía insuperables, valiéndose de su dominio magistral sobre el mito y el símbolo).  

Prometeo, Epimeteo y Pandora. En el mito griego es Prometeo quien roba a los dioses el "fuego celeste" del pensamiento para dársele a la humanidad, sufriendo por ello el terrible castigo de ser encadenado sobre una roca del Cáucaso mientras un águila le roe las entrañas. Pero además, por si esto fuera poco, para vengar su osadía, recibe Vulcano el encargo de hacer una mujer de arcilla, tan bella que fuese la perdición de los hombres. Y así nace Pandora a quien los dioses ofrecen por esposa a Epimeteo, hermano de Prometeo, al tiempo que la entregan una caja misteriosa que nunca deberá ser abierta. Pero Pandora, al fin mujer y por consiguiente curiosa, abre la caja, desoyendo la orden divina, y de ella salen, esparciéndose por el mundo, todos los males que afligen a la humanidad, quedando solamente en su interior la esperanza.  

El contenido de la fábula es, como se ve, análogo al del relato mosaico. Prometeo es Lucifer. Epimeteo y Pandora constituyen la primera pareja humana, que paga con su felicidad el robo del "fuego celestial" (que aquí sustituye a la manzana). Y el resultado de ello es la desdicha del género humano motivada, como en el Paraíso, por la curiosidad de la primera mujer.  

Hasta en el detalle de quedar la esperanza en la caja de Pandora, se vislumbra la promesa de la Redención por la Verdad.  (71)

  • El diablo y sus antecedentes míticos. Es un fenómeno frecuentísimo en la formación de las mitologías y las religiones, el de objetivar o proyectar lo que es subjetivo. O como diría un psicólogo freudiano, la novelación de lo subconsciente.  

Este hecho responde a una realidad sistemática del alma humana después de la muerte, como enseñan todas las tradiciones esotéricas de los Misterios de la antigüedad. Los estados de conciencia se convierten en sitios o lugares, que el alma percibe como panoramas externos de su propia creación.  

Así, los estados de conciencia inferiores (pasionales o egoístas) se convierten en infiernos; las pasiones, los deseos y los vicios objetivados, son monstruos y quimeras terroríficos; los mecanismos psíquicos de purificación son purgatorios; y los estados de conciencia puramente mentales y espirituales, son cielos, glorias, nirvanas, campos eliseos, paraísos, etc., etc.. (72)

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Fig. . Relieve babilónico representando la tentación de la primera pareja humana ante el árbol de la vida. (Tableta del Museo Británico).  

No tiene nada de particular que, de acuerdo con esta ley, hayamos convertido nuestros deseos torcidos, nuestras bajas pasiones y nuestras perversas intenciones, en diablos y demonios de todo género. El diablo es la intención perversa.  (73)

`Este muchacho tiene el diablo en el cuerpo" decimos gráfica y muy propiamente, cuando nos tropezamos con una criatura revoltosa. Efectivamente, está en su interior. Y como dijo Santo Tomás, en frase ya citada: "Cada cual tiene su demonio atormentador". En el propio evangelio de San Marcos (XVI, 9) y en el de San Lucas (VIII, 2) se asegura que Jesucristo echó siete demonios del cuerpo de la Magdalena; que no eran más que los siete pecados capitales.  

Las tentaciones de que Satán hizo objeto al Divino Maestro (como antes lo hiciera Mara al Buddha), en su triple aspecto de placeres, honores y riquezas, aluden a las voces de la naturaleza inferior y egoísta, que no dejan de ser oídas hasta por los más santos, aunque sean vencidas.  

Esto parece ir en contra de la creencia en la existencia de los ángeles malos. Y así es en efecto si los hemos de considerar como entidades revoltosas dedicadas a perturbar el orden de Dios.  

Tenemos la evidencia de que los fenómenos llamados "diabólicos y preternaturales" tienen su origen en la propia psiquis del hombre; lo cual facilita la lucha contra ellos, al darnos cuenta de que los demonios residen en nosotros y de que su derrota estriba en nuestra propia voluntad y en nuestra potencia objetiva; es decir, en la virtud de nuestra esencia espiritual o "Cristo interior" viviente en el corazón del hombre.  

La ciencia de nuestros días conoce perfectamente todo lo que hay detrás de esos pretendidos fenómenos demoníacos de obsesión, posesión y mediumnidad; que si bien no han sido totalmente atisbados por la psiquiatría positiva, si lo fueron por la Metapsíquica de la escuela de Richet y por los estudios de Campili, Richer, Morselli, Charcot y Anaya, que han venido a confirmar con rigor científico las creencias de la tradición esotérica.  (74)

La misma psicología experimental freudiana y aún las prácticas espiritistas con sus frecuentes interpretaciones erróneas, han dado mucha luz sobre el asunto. En resumen, todas las "influencias o posesiones demoníacas" que no dependan de nuestros deseos y pasiones reprimidos o desahogados, son fruto de esa "inteligencia desconocida" de que hablaba Richet, o de esos pretendidos "espíritus" completamente identificables con los "elementarios" de la doctrina secreta. Estos son las formas psíquicas, perversas o angélicas, de individuos muertos, mientras dura el proceso de "catarsis" o desintegración del alma animal, frecuentemente atraídas a la esfera psíquica de los débiles mentales, mentecatos o "captados por 1a mente'", y que pretenden arraigar, por sintonización psíquica, con las almas de los vivos, que aún pueden expresarse por medio del cuerpo y experimentar los goces de la vida material.  

De aquí puede colegirse la responsabilidad de los que hipnotizan o sumen en trance mediumnímico a otra persona, colocándola en condiciones de inferioridad psíquica, capaz de permitir la acción posesoria de cualquier "elementario" ávido de materialización.  

La lucha contra los demonios es, por consiguiente, la lucha contra nosotros mismos. Lucha recogida por la tradición religiosa universal en el mito de los "ángeles caídos" y en ese otro mito paralelo de la "guerra entre los ángeles malos y los buenos".  

La contienda tremebunda entre los Pandavas y los Kuravas indostánicos; entre los Amschaspantas y los Darvantas persas; la de los Aditis y los Daitias en la mitología india; la de los dioses y los gigantes en la mitología griega; la lucha de los Ases contra los Espíritus del mal en la epopeya escandinava; la de los Siete Malignos contra las huestes de Bel en la tradición babilónica; la del Gran Liebre contra Matchimanitu, genio del mal, en la tradición de los indios "moscogulgas" norteamericanos; la conocida entre las legiones de Lucifer y las de Miguel en nuestra leyenda cristiana, son, en fin, una pintura fabulosa de esa eterna batalla que la humanidad sostiene entre las fuerzas de su naturaleza inferior o egoísta y los poderes de su naturaleza espiritual e inmortal que, a la postre, terminan siempre venciendo.  

En cuanto al ángel caído, sea el Lucifer cristiano, el SetTifón egipcio, el Pitón griego, la Jormungander escandinava, el Bali o el Manasaputra indostánico, el Ariman persa, el Tiamat babilónico, el Huncame mayaquiché, etc., casi invariablemente representado por una serpiente o dragón, personifica el pensamiento divino infundido o "caído" en la mente del hombre y convertido en elemento de mal o de bien (de evolución al fin) como ya hemos visto en este mismo capítulo.  (75)

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Lucha Pvtre Bel y Troamat. De una escultura del Museo Británico.

Ofrenda votiva de Nabubelisu NahidMarduk en el templo de Zida. Inspirada en la lucha entre Osiris y Set, esta escena mitológica es el precedente de la lucha entre Apolo y Pitón, entre Sigfredo y el Dragón, entre Ormúz y Arimfin, entre San Jorge y la Sierpe, etc.  

Fáltanos finalmente referirnos al concepto de los "ángeles buenos", únicos que a nuestro juicio, tienen en la realidad significación autónoma. Son los pensamientos de Dios: Criaturas o substancias impulsadas por una emanación de la Divina Esencia, provistas de un cuerpo sutil o etereosoma, con el que cumplen su papel peculiar en el mantenimiento del orden universal.  

Los "siete ángeles ante el trono de Dios", representan los "modos de voluntad" del Creador en el proceso de la Creación.  

Los ángeles menores pueden ser identificados con los "elementales" o "espíritus de 1a Naturaleza" de las tradiciones arcaicas y cabalisticas. Su mente, incapaz de razón discursiva propia del hombre, queda limitada a1 pensamiento concreto que constituye el objeto de su acción. Por esto decía San Pablo que "el hombre juzgará hasta a los mismos ángeles" y en la leyenda coránica se ponen casi las mismas palabras en boca de Dios, como puede verse:  

Dios dijo a los ángeles: "Yo enviaré mi vicario a 1a Tierra". "¿Enviaréis respondieron los ángeles un hombre que se entregará a la iniquidad y derramará su sangre mientras nosotros cantamos en vuestro elogio y os glorificamos?" "Yo sé replicó el Señor lo que vosotros no sabéis".  

Dios enseñó a Adán el nombre de todas las criaturas y dijo a los ángeles, a los ojos de los cuales las expuso: "Nombrádmelas si sois veraces".  

"Alabado sea tu nombre respondieron los celestes espíritus. Nosotros solo tenemos los conocimientos que nos vienen de Ti. La ciencia y la sabiduría son tus atributos".  

É1 dijo a Adán: "Nombra todos los seres creados"; y cuando él los hubo nombrado, el Señor repuso: "¿No os he dicho que conozco los secretes de los Cielos y de la Tierra? Vuestras acciones públicas y los velos con que queréis ocultar los secretos, son transparentes para mí".  

"Hemos ordenado a los ángeles que adorasen a Adán y le han adorado... etc.. . ." (Del Capítulo II: "La Vaca" del Korán. (Versículos 28 al 32).  

He aquí, para terminar, una lista de ángeles de las principales religiones de todos los tiempos:  

Indostán. Pitris, Asuras, Makaras, Dianis, Buddhas, Rishis, Bodhisatvas, Devas, Aditis, Gandarvas.  

Caldea. Higili, Anunai, Sed, Lamas, Ustures.  

Persia. Archeching, Ard, Ardvisur, Amschaspantas, Pitris, Fravarchis.  

Egipto. Anubis, Bes, Nut, Thot.  

Grecia. Erinias, Euménides, Náyades, Nereidas, Ninfas, Tritones.  

Roma. Manes, Lares, Penates.  

Arabia. Djinns y Ghuls.  

Etruria. Dei involuti, Dei gentiles, Dei animales, Manes. Escandinavia. Ases, Vans, Alfos, Ondinas, Hadas, Walkyrias, Nornas.  

Tradiciones arcaicas, orientales. Pitris lunares, Agniswatas, Makaras, Sukras, Lohitangas.

China. Sorts, Chin, Kuei.  

Países cristianos. Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potestades, Principados, Arcángeles, Ángeles. (De los arcángeles, Miguel (¿quién como Dios?) que arrojó del cielo a Lucifer; Gabriel (la fuerza de Dios) que anunció a María la encarnación; y Rafael (medicina de Dios) que acompañó a Tobías.  

Eslavia. Ljeshijes, Vodjanojes, Rusalkas, Koshthej.  

Japón. Niorais, Daithos, Budhhas, Fudos, Bodhisatvas.

Etc., etc.. . . Cuya lista se haría interminable si buceásemos al detalle en las restantes mitologías e incluyésemos los nombres de los ángeles malos. (76)

 

Notas

51.- La confusión corriente de aplicar el nombre de espíritu unas veces a la esencia y otras veces al aspecto senciente del alma, estriba ea que realmente espíritu (de spiro, soplo o aliento) es tanto lo que tiene capacidad de alentar a una forma de vida (al modo en que lo hace la esencia) como lo que proyecta esta esencia en la existencia por medio de la manifestación en formas y cuerpos tal como lo hace la voluntad que es facultad del alma). De esto resulta cierto que la esencia es espíritu puro y que el alma es espiritual; por que, efectivamente, sin esencia no habría posibilidad de existencia.

No es tampoco un capricho cl haber elegido la palabra espíritu o soplo, puesto que se manifiesta en los órganos del pecho donde radica la respiración. Ni tampoco es casual llamar inspiración a la función intuitiva y creadora del espíritu, tanto como a la función respiratoria de captación del aire. San Agustín en "La Ciudad de Dios" (Cap. XXIII del Libro XIII) distingue entre el "Pneuma" o Espíritu Santo y el "Pnoen" o Espíritu de Vida (Alma animal) añadiendo: "Aquel soplo espiritual que salió de la boca carnal (Espíritu de Vida) no era substancia o naturaleza del Espíritu Santo, sino una significación suya". Es decir, distingue el espíritu como "esencia senciente" del espíritu como "voluntad de existencia". Y esto concuerda con nuestra posición reflejada en el esquema.

52.- Platón decía que el hombre tiene tres almas: Espíritu, corazón y deseos; o sea tres órdenes o grupos de facultades completamente identificables con las tres clases de alma, intelectiva, sensitiva e instintiva, expuestas por nosotros, y que se corresponden con el alma intelectiva, alma sensitiva y alma vegetativa de los escolásticos.

53.- Decimos {recuentemente: "Yo te quiero" por "yo te amo", unificando en nuestra conciencia el amor como voluntad con el amor como sentimiento. Quiero se dice en latín, volo, rctir,N también de voluntad y de voluptuosidad (regocijo, esta última, de la voluntad o deliquio espiritual, muy al contrario de lo que se cree).

54.- Ya dijimos que el alma animal es destructible, por tratarse de un vehículo tenso, concreto y formal, aunque sutil. "Santo pues y saludable es el pensamiento de rogar por los difuntos para que queden libres de sus pecados", se dice en la Misa del Aniversario de Difuntos. (Libro de los Maeabeos. Cap. 11. v. 43).

55.- Por esto, con cierta razón, cl Papa Juan XXII, como también el eminente teólogo benedictino Mateo de Parí,, admitían, como los griegos, un lugar intermedio entre el purgatorio y el cielo, no pudiendo las almas entrar en el cielo hasta el "Juicio Final". (Feijóo). Cosa lógica por cuanto si fuese definitivo el resultado del juicio postmortem, sobraría el Juicio Final.

56.- Repásese el cuadro sinóptico de la clasificación septenaria

57.- También proviene de infero, llevar dentro, lo cual lo identifica con un estado de conciencia o que se lleva interiormente, alejando toda posibilidad de conceptuarlo como un sitio o lugar.

58.- Incentivo proviene también de incentivus, de incino, cantar, en el sentido de estímulo que excita o mueve a alguna cosa, o de chispa que prende el fuego de la acción, en sentido figurativo.

59.- La palabra mundo o cosmos expresa lo que está limpio u ordenado. (Inmundo o caos es lo que está sucio o en desorden).

60.- El comandante Emilio Herrera los expuso en una notable conferencia

61.- Dentro de manifestaciones muy cercanas al mundo físico, como, por ejemplo, la radiotelefonía (que obra en plano etéreo) el tiempo es casi nulo, puesto que apenas tarda en llegar a nosotros la onda emitida en el polo opuesto del planeta.

62.- Por consecuencia, hemos de dar la razón a Kant cuando dijo que el tiempo y el espacio no son determinaciones de las cosas en sí mismas, sino condiciones subjetivas de nuestra intuición; pertenecen a nuestra representación del mundo, no al mundo mismo. Éste carácter subjetivo que el gran filósofo de Konigsberg atribuye al espacio y al tiempo, no desdice nuestro concepto del espacio como realidad infinita, puesto que esta realidad, por ser infinita, no puede darse objetivamente a nuestra mente finita, ,y solamente puede ser captada intuitivamente. A pesar de todo, el espacio y e1 tiempo tienen una hipotética realidad empírica, puesto que son necesarios a todos los fenómenos. En esta condición de necesidad se fundaba San Agustín al decir que "el tiempo es una propiedad de las cosas creadas". Al menos, solamente por la observación de las cosas y sus fenómenos se despiertan en nosotros las categorías de tiempo y espacio.

63.- "Formó pues Jehová Dios al hombre del polvo (le la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y Yuó el hombre en al rua viviente". ("Génesis", 27).

64.- Espíritu, como dijimos, viene de spiro, soplo o aliento, Ser de barro quiere decir, formado de los elementos de la tierra y el agua; como en realidad está hecho el cuerpo del hombre, constituido, como se sabe, de trece metaloides y dieciséis metales.

65.- La mujer solamente puede pretender ponerse "por encima" del hombre mediante el noble pugilato de la inteligencia en ciencia o arte, pero no por la voluntad. Que en cuanto al sentimiento está siempre por encima.

66.- Un hombre puede llegar al conocimiento concreto de que los tres ángulos de un triángulo valen dos rectos; y para comprobarlo no necesita más que medirlos. Pero un día puede, por inducción o deducción, sin necesidad de medirlos con el cuadrante, demostrarlo por medio de un juicio de carácter universal o abstracto, que no solo será verdad para el triángulo particular en cuestión, sino para todos los triángulos habidos y por haber. Entonces habrá llegado a la plenitud del conocimiento racional en este asunto.

67.- La inmortalidad a que se refiere el relato bíblico, es indudablemente la del cuerpo, puesto que el alma humana se considera de hecho como inmortal. Mas para aceptar la inmortalidad corporal, contraria a la ley natural que condena a la destrucción a toda forma material, hay que suponer una acción. sobrenatural o paranormal, o considerarla en sentido metafórico. En este caso podría explicarse por la "visión espiritual" del primer hombre, que pudiera haberle permitido la percepción de continuidad entre la vida física y la metafísica

68.- Si el cerebro es el órgano donde se manifiesta el pensamiento, no olvidemos que en la célula sexual se manifiesta el pensamiento de la especie, llevando implícita la capacidad de desarrollar por un verdadero acto de "ideoplasia ", el arquetipo de la especie y no otro.

69.- Jesucristo, cuya existencia estiman los católicos que se predice en las anteriores palabras de Jehová, dijo un día: “La Verdad os hará libres"

70.- Para Lutero y Calvino, el pecado original es la concupiscencia, que subsiste en nosotros aun después del bautismo, si bien no se nos imputa en virtud de la fe en Jesucristo.

71.- Es universal la idea mítica de una primitiva pareja humana que perdió el paraíso de la felicidad y de la inocencia hasta en tribus americanas. Pongamos por ejemplo la de los “moscogulgas” de la Florida, se piensa que el primer hombre y la primera mujer, Ataensia, fueron precipitados del cielo a la tierra “por haber perdido la inocencia. Y hasta añaden que Juoskelca el impio (Caín) inmoló al justo Tahoniscarón (Abel).

72.- Como dice Milton en "El Paraíso Perdido", "El espíritu se, sirve de morada a si mismo, y puede hacer dentro de sí un cielo del infierno y un infierno del cielo".

73.- Al diablo se le representa con rabo y con cuernos. Los cuernos simbolizan las ideas fijas u obsesiones; el rabo indica la fuerza descendente o que se dirige hacia lo inferior.

74.- P. Richer, " La grande hystére " y " Verité touchant la possesióu des religeusea de LouvieraEvreux". Campili, "II grande hipnotismo". Enrico Morselli, "II magnetismo animale, la fascinaziones e gli stati ipnotici".

75.- Satán es el "Set" (Tifón) genio del mal de los egipcios.Muchas divinidades malignas, tienen la misma raíz lingüistica que las creadoras y angélicas, como identificándolas en su origen. Así: BelBelzebú; LuzbelBelial; DiosDiablo; AditisDaitias; etc.

76.- Véanse las "Jerarquías angélicas creadoras" en nuestra obra "El origen del hombre y de las razas".

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