LOS SECRETOS DE LA AUTOPSIA

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Láser, pruebas genéticas, simuladores 3D... estas son algunas de la herramientas que ahora usan los forenses para esclarecer asesinatos.

 

CÓMO SE HACE UNA AUTOPSIA

La denominada autopsia médico-legal se hace siempre por orden de la autoridad judicial en caso de muerte violenta o sospechosa de criminalidad, aún cuando por la inspección ocular exterior pueda presumirse el motivo del fallecimiento. Estos son los principales pasos:

 

Levantamiento del cadaver

En el sitio dónde se halla el cuerpo sin vida se persona, además de la policía, la comisión judicial, que está formada por el juez de instrucción, el secretario del juzgado y el médico forense. Este último constata que la víctima está realmente muerta. Posteriormente, se debe hacer un estudio escrupuloso de la escena del delito. Los expertos, entre otras cosas, realizan los siguientes actos: identificación del cadáver (si ésta es posible), descripción de los signos de muerte (livideces, rigidez...) y la estimación de la fecha de fallecimiento, anotación de todas las lesiones que se aprecian, realización de fotografías y esquemas del cadáver y su sitio, búsqueda de rastros de manchas, armas y demás indicios de interés criminalístico.

 

Examen externo del cuerpo vestido

Una vez trasladado el cadáver al instituto forense, se constatan los signos ciertos de muerte. Los forenses concretan la identidad de la víctima y realizan su descripción detallada: edad, estado de la dentición, talla, peso, color de pelo y ojos, cicatrices, tatuajes...

En ciertos casos, como son la muerte por carbonización y por armas blancas o de fuego, el cadáver es radiografiado. Por último los forenses analizan las roturas y manchas existentes en las ropas e intentan correlacionarlas con las lesiones corporales.

 

Examen externo del cuerpo desnudo

Tras retirar las vestimentas, se deben efectuar, entre otras, las siguientes actuaciones: tomar fotografías y hacer diagramas del cuerpo, así como de las heridas y anomalías congénitas o por enfermedad. Describir cada lesión, localización anatómica, tamaño, forma, color, trayectoria, características, etc. Recabar otras pruebas de interés criminalístico, pelos, bordes de las uñas, fibras, barro, polvo y fluidos corporales. Examinar y recoger muestras, si procede, de los orificios naturales.

 

Examen interno

La disección de los órganos se realiza básicamente mediante dos métodos: el de Virchow y el de Zenker. En el primero, el forense extrae las vísceras una a una y las examina por separado. Por el contrario, la técnica de Zenker consiste en sacar los órganos en masa y separarlos por sistemas orgánicos (aparato digestivo, respiratorio, genital...). Con independencia del método utilizado, cada autopsia incluye una serie de pasos que hay que seguir, según el tipo de muerte que se sospeche.

La extracción de órganos comienza con la retirada del cerebro, continúa por el cuello y el tórax, y finaliza en el abdomen. Las vísceras son pesadas y examinadas por dentro y por fuera. También se recogen muestras de ellas, para llevar a cabo estudios histológicos y toxicológicos que ayudan a esclarecer la causa de la muerte.


¿A QUÉ HORA DICE QUE FALLECIÓ?

Inmediatamente después de morir, ocurren una serie de procesos biológicos que conducen a la descomposición del cadáver y que, para los forenses, hacen las veces de cronómetros de la muerte. La putrefacción se suele definir como la descomposición de las materias orgánicas del cadáver, producidas por gérmenes y por hongos saprofitos, con formación de gases.

El primer signo de putrefacción bacteriana aparece a las 24 horas de la muerte. Se trata de la llamada mancha verde abdominal, que en sólo una semana se extiende por todo el cuerpo. A las 48 horas hace acto de presencia la cadaverina, un líquido que resulta de la química de la descomposición, y a las 72 horas el cuerpo empieza a hincharse, especialmente la cara, las mamas y el escroto. La red venosa superficial se hace más visible y en la piel se forman vesículas.

Entre la primera y segunda semana entran en acción los insectos artrópodos cadavéricos, también conocidos como escuadras de la muerte. Éstos se encargan durante los meses siguientes de dejar limpios los huesos.


¿CAUSAS NATURALES O CRIMEN SANGRIENTO?

El examen minucioso del cadáver, así como la autopsia, permite al médico forense recopilar los indicios necesarios para determinar si su dueño murió de forma natural, se suicidó o fue víctima de un homicidio. Cada tipo de muerte presenta unas características singulares que quedan grabadas en la piel, los tejidos y los órganos internos del difunto. Descubrirlas es una ardua tarea que pone a prueba la pericia del forense.


CONTUSIONES

Las lesiones traumáticas más frecuentes son producidas por el impacto contundente de un objeto liso. En este tipo de lesiones aparecen pequeñas equimosis, unas manchas violáceas originadas por sangre coagulada que se ha infiltrado en los tejidos. Además, los bordes de las heridas contusas nunca están totalmente separados, pues siempre hay vasos, fibras y nervios que, dada su gran elasticidad, no son seccionados por el golpe.


AHORCAMIENTO

Éste puede ser completo, cuando el cuerpo aparece totalmente suspendido en el aire, o incompleto, si muestra algún tipo de apoyo. El ahorcamiento presenta un color blanco cuando el lazo de la cuerda ha obstruido la circulación venosa y arterial, y azulado si sólo ha colapsado la venosa.


ESTRANGULAMIENTO

Normalmente, la estrangulación deja marcas en el cuello de la víctima. Ésta puede fallecer por un paro cardiaco, que sobreviene al presionar y lesionar el nervio vago a su paso por el cuello, o por sofocación, que puede establecerse mediante la presencia de pequeñas hemorragias en los ojos, la piel y los pulmones.


AGRESIÓN SEXUAL

Las violaciones y demás agresiones sexuales causan hematomas, hemorragias y otras heridas en el área genital de la víctima. El análisis genético del semen y los pelos del agresor sirven para su identificación.


ENVENENAMIENTO

Hoy, la mayoría de los suicidios y homicidios por envenenamiento se deben a sobredosis de fármacos y drogas, y rara vez al uso de arsénico u otros venenos clásicos. Los análisis bioquímicos e histológicos detectan su presencia en el cuerpo.


ARMA BLANCA

La forma de la herida, el tipo de incisión, su dirección y el alcance

Douglas Beamish, un canadiense que desde el 19 de julio de 1996 cumple condena por asesinato en segundo grado, jamás pensó que el gato de sus padres fuera a denunciarle. El relato del calvario de su víctima, Shirley Duguay, de 32 años comenzó cuando en octubre de 1994 desapareció de su casa de Richemond, Canadá. A los pocos días encontraron su coche abandonado y con la tapicería manchada de sangre. Tres semanas más tarde se halló a unos ocho kilómetros una chaqueta de cuero también manchada con sangre de la desaparecida, pero en la prenda había además algo adherido que llamó poderosamente la atención de la Policía. Se trataba de pelos blancos de gato. Mientras buscaban al dueño del animal, el cuerpo sin vida apareció semienterrado en una pequeña fosa en mayo del 96. Poco después fue detenido como sospechoso del crimen el novio de la víctima, quien vivía con sus padres y su gato. Los pelos hallados en la cazadora fueron comparados con los del gato para obtener las huellas genéticas, y al comprobar que se trataba de las mismas en ambos casos, fueron usadas como prueba concluyente para inculpar al asesino.


EL SABER MÉDICO AL SERVICIO DE LA POLICÍA

No cabe duda que los avances en genética y biología molecular están revolucionando la práctica de la medicina legal y forense, una disciplina que permite aplicar los conocimientos médicos a la investigación y el esclarecimiento de las muertes presuntamente violentas o sospechosas de criminalidad, y en la búsqueda e identificación del agresor.

Hoy por hoy, las huellas genéticas constituyen una auténtica revolución en lo que se conoce como criminalística biológica, o sea, el estudio de los vestigios exclusivamente orgánicos, como pelos, manchas de sangre, semen, saliva y pelos dejados por el agresor en el lugar del delito y que permiten reconocerle.


EN LAS HUELLAS DACTILARES HAY PEQUEÑOS RESTOS DE ADN

"Al profano puede costarle creer que a partir de muestras tan exóticas como la saliva que queda en el revés de un sello usado, el epitelio labial adherido a la boquilla de un cigarrillo o el bulbo de un pelo que apenas contiene 0,0000000001 gramos de ADN, podamos hoy inculpar o eximir un sospechoso", comenta Luis Frontela, director del Instituto Legal y Ciencias Forenses de Sevilla, y conocido por su participación en casos como el crimen de los Galindos y el de las niñas de Alcácer.

Pero la cosa no queda aquí. Los científicos forenses son capaces incluso de extraer de las huellas dactilares de los objetos que tocaron, muestras de ADN.


SE RECONSTRUYE EL DELITO POR LAS MANCHAS DE SANGRE

Obviamente la cantidad de material genético que se puede rescatar de una impresión dactilar es insuficiente para conseguir una huella genética. Ahora bien, gracias a una técnica automatizada que se conoce como reacción en cadena de la polimerasa o PCR, es posible realizar miles de copias del fragmento de ADN deseado. La prueba ha sido realizada en numerosos laboratorios y está permitiendo aportar insólitas evidencias en juicios de homicidios, violaciones, robos a mano armada, extorsión y tráfico de drogas.

A las pruebas genéticas se suman otras tecnologías de vanguardia que harían las delicias a Sherlock Holmes y su ayudante Watson. A la sobrada pericia de estos personajes habría que sumar las modernas técnicas fotográficas que retratan el cadáver y la escena del crimen con diferentes películas. Los equipos láser, que trabajan en distintas longitudes de onda para poner de manifiesto manchas inapreciables a simple vista. Los avances en entomología forense, que permiten calcular casi de forma matemática la fecha de la muerte a partir de la fauna cadavérica, y el desarrollo de la biomecánica, capaz de reconstruir cómo sucedió el homicidio o accidente a partir de la forma y disposición de las manchas de sangre.

La revolución también ha llegado a la sala de autopsias. Además del bisturí y las tijeras, los forenses cuentan con equipos de rayos X, tomógrafos axiales computerizados y aparatos de resonancia magnética nuclear que les permiten explorar milimétricamente los cadáveres y estudiar la forma, el tamaño, la dirección, la profundidad de las heridas y las trayectorias de las balas.

Por su parte los cromatógrafos de gases hacen posible la detección de rastros nimios de sustancias tóxicas, venenos y compuestos volátiles que manan de los cadáveres. Los avances en histopatología consiguen determinar la causa de la muerte a través del examen de los tejidos biológicos de las víctimas.

"La bioquímica nos presta un gran servicio", dice el profesor Frontela. Y añade: "El análisis, por ejemplo, de la cantidad de potasio que contiene el humor vítreo, la masa gelatinosa y transparente que rellena la cavidad del ojo, nos permite establecer el momento de la muerte, siempre que se recoja en las 24 horas posteriores al fallecimiento".

Enrique M. Coperías
(Revista Muy Interesante, 1997)

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