ANÁLISIS DEL SUICIDIO EN DURKHEIM

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El Proceso de Operacionalización de Variables en una Teoría Social

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Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires, Argentina.

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Abstract

As much in the processes of education of sciences like in the methodological and epistemological analyses, usually are not examples of social theories that they allow to show how they are resisted with the experience. This work tries to show not only the methodological skeleton used by E. Durkheim in its analysis of the suicide, but also to observe how simultaneously a new area of scientific investigation of the social is constituted, in crossing with the application of statistical tools for the analysis of the social phenomena.

 

Resumen

Tanto en los procesos de enseñanza de las ciencias como en los análisis metodológicos y epistemológicos, no suelen encontrarse ejemplos de teorías sociales que permitan mostrar de qué manera se contrastan con la experiencia. Este trabajo pretende mostrar no sólo el esqueleto metodológico utilizado por E. Durkheim en su análisis del suicidio, sino también observar cómo simultáneamente se constituye una nueva área de indagación científica de lo social, en cruce con la aplicación de herramientas estadísticas para el análisis de los fenómenos sociales.

 

1) Ubicación del texto en la concepción de Durkheim

La ubicación de una obra como "El suicidio" (1897) requiere de una rápida clarificación contextual.

En primer lugar, nadie ignora que en Durkheim se encuentran las bases del funcionalismo sociológico. Esto significa entender la sociedad como un conjunto de instituciones y normas (de aquí que la conciencia social es conciencia moral). En Las Reglas del Método Sociológico (1895) demuestra que: 1) siempre existe la posibilidad de un comportamiento divergente, si se entiende el comportamiento social como un comportamiento regulado; 2) las formas del comportamiento anómico quedan condicionadas estructuralmente por el tipo social predominante en cada caso y por su nivel de desarrollo. No es pues anormal la existencia de crímenes u otras formas de comportamiento divergente en cuanto tal, sino un repentino y brusco incremento de los valores promedios de delito dentro de una sociedad dada.

En segundo lugar, su primer obra, La División del Trabajo Social (1893) es, para él, "un intento de estudiar los hechos de la vida moral de acuerdo con el método de las ciencias positivas" (es decir, el método de las ciencias naturales). Y agrega: "No deseamos sacar una moral de la ciencia, sino practicar la ciencia de la moral". En Las Reglas del Método Sociológico declara que "nuestro método no tiene nada de revolucionario; incluso, en cierto sentido es, en esencia, conservador, puesto que considera los hechos sociales como cosas", es decir, como data. El único apelativo que acepta es el de racionalista porque "nuestro principal objetivo es extender a la conducta humana el racionalismo científico, haciendo ver que, considerada en el pasado, puede reducirse a relaciones de causa a efecto que una operación no menos racional puede transformar, seguidamente, en una serie de reglas para el porvenir. Lo que se ha llamado en nosotros positivismo no es más que una consecuencia de este racionalismo". E inmediatamente en nota al pie advierte que "no se le debe confundir con la metafísica positivista de Comte y de Spencer". A ellos sólo lo une la "fe en el porvenir de la razón".

Por último, el estudio del suicidio (1897) es un ejemplo de investigación empírica en la obra durkheimiana que se vincula teóricamente con otros análisis referidos a la división del trabajo anómico, la crisis en la educación y los límites de la democracia en Francia. Estas últimas características y el suicidio son analizados con un instrumento teórico común que se desarrolla y perfecciona. Dicho instrumento concibe a la sociedad como regulación y al grupo como fuente de la regulación moral. Esta última tiene inicialmente dos características: la disciplina y los objetivos, el deber y el bien.

 

2) Definición del Problema

Cuando Durkheim comienza su trabajo, está interesado en definir el término suicidio. Siguiendo esta línea, podríamos problematizar el suicidio a través de las dificultades para definirlo y accederíamos al problema partiendo de consideraciones lingüísticas. "Como la palabra suicidio surge con frecuencia en el curso de la conversación, pudiera creerse que todo el mundo conoce su significado y que es superfluo definirla. Sin embargo, las palabras del lenguaje usual, y los conceptos que expresan, son siempre ambiguos, y el científico que las emplease tal y como las recibe del uso, sin someterlas a una elaboración ulterior, se expondría a las más graves confusiones" (Durkheim 1897: Introducción).

En suma, el concepto de suicidio es ambiguo. Pero, ¿cómo hacer para definirlo científicamente? Hemos aprendido de modo ostensivo a llamar suicida a aquellos actos humanos que llevan al individuo a quitarse la vida. Así es como, en general, aprendemos desde nuestra infancia los nombres de las cosas o hechos que nos rodean.

Ahora bien, ¿llamaríamos suicidio a quienes se lanzan a un combate en defensa de sus ideales y pierden la vida?, ¿a un mártir que muere por la fe?, ¿a una madre que se sacrifica por su hijo? Tal vez no. Y así ocurre que, "a realidades de la misma naturaleza", dice Durkheim, se las designa con nombres diferentes.

Aunque, a primera vista, no lo parezca, el problema se extiende (y seguramente se lo descubre) en las clasificaciones que se elaboran sobre el concepto. Veremos, más adelante, que Durkheim critica basarse en los registros judiciales de suicidios porque los motivos expresos allí no son sus verdaderas causas. Durkheim abandona el intento de una clasificación morfológica de manera directa y optará por buscar primero una clasificación etiológica.

Pero, en verdad, a Durkheim le interesará la tasa social de suicidios, más que el suicidio, considerado como acto individual. ¿Y esto, por qué? ¿No es acaso el suicidio un acto individual?

Tal vez, se comprenda mejor si observamos la siguiente tabla:

Cantidad de suicidios por millón de habitantes en los diferentes países de Europa

 

Período

Número de orden en el

1866-70

1871-75

1874-78

1er.
Período

2do.
Período

3er.
Período

Italia

30

35

38

1

1

1

Bélgica

66

69

78

2

3

4

Inglaterra

67

66

69

3

2

2

Noruega

76

73

71

4

4

3

Austria

78

94

130

5

7

7

Suecia

85

81

91

6

5

5

Baviera

90

91

100

7

6

6

Francia

135

150

160

8

9

9

Prusia

142

134

152

9

8

8

Dinamarca

277

258

255

10

10

10

Sajonia

293

267

334

11

11

11

De su lectura, Durkheim observa que:

  • La cantidad de suicidios ha crecido en los tres períodos para cada país.
  • A pesar del crecimiento de suicidios cada país ha guardado sus respectivas distancias (el número de orden en cada período es aproximadamente el mismo).
  • Cada sociedad está predispuesta a producir un contingente determinado de suicidios.

Advirtamos que la información estadística a la que hoy estamos acostumbrados tenía en el siglo XIX un carácter excepcionalmente novedoso. Era la primera vez que podían observarse fenómenos típicos de poblaciones humanas mediante números. Dice Hacking que El Suicidio "fue la culminación de un siglo de fascinación francesa por las estadísticas" (Hacking 1991:228). Esto llegó a tal extremo que frecuentemente los estadígrafos se convirtieron en personas ridiculizadas de la época. Así por ejemplo, en una obra de teatro de 1861 uno de los personajes informa a sus oyentes: "En siete minutos doce gorgojos que moran en un hectolitro de trigo producen 75.000 individuos, cada uno de los cuales puede devorar tres granos por año, es decir, 225.000 granos en conjunto". Y otro lo increpa: "¿Y ha encontrado Ud. la manera de destruir esos gorgojos?" Entonces el primero confiesa: "Oh, eso no es asunto mío" (Idem).

Ahora bien, es realmente sorprendente que un fenómeno de carácter singular se presente en cada conjunto social con tanta constancia y, a la vez, tan variable entre sociedades distintas. Podríamos presuponer, en este hallazgo, un sentimiento análogo al thaumas de los primeros filósofos griegos.

Esto no significa que Durkheim invalide los estudios psicológicos del fenómeno, sino que se aparta de esas consideraciones porque "si se considera el conjunto de los suicidios cometidos en una sociedad dada, durante una determinada unidad de tiempo, se comprueba que el total así obtenido, no es una simple adición de unidades independientes, o una colección, sino que constituye por sí mismo un hecho nuevo (... de naturaleza) eminentemente social" (Durkheim 1897: 18).

Durkheim va a descubrir que "cada sociedad tiene, en cada momento de su historia, una aptitud definida para el suicidio".

En consecuencia, el concepto tasa social de suicidio expresa "el número de casos de suicidios que se registran en una sociedad determinada, por período y por habitante". Es decir, para medir la intensidad relativa de aquélla aptitud definida para el suicidio hay que hallar la razón entre la cifra global de muertes voluntarias y la población de cualquier edad y sexo. Así fueron obtenidos los valores registrados en la tabla precedente.

Para Durkheim esto revela que se trata de un índice característico de cada grupo social, incluso en lo que haya en ellos de fundamento constitutivo de cada temperamento nacional. Así sostiene que la tasa social de suicidios es el resultado de factores que actúan sobre el grupo y no sobre individuos considerados aisladamente.

Por consiguiente, puede formularse el problema que se investiga:

¿Cuáles son los factores que determinan la tasa social de suicidios?

Podríamos preguntarnos dónde reside entonces la preocupación por definir el suicidio si su consideración social lo presenta como un índice estadístico. ¿A qué fines satisface la definición de suicidio entendido como "cualquier tipo de muerte que resulta de un acto positivo o negativo que la misma víctima realizó sabiendo que debía producirse ese resultado"? (Durkheim 1897: 16).

Aclaremos que las observaciones documentales realizadas por Durkheim no cuestionan los procedimientos de recolección de información. Esto es, Durkheim trabaja con datos secundarios. Si fuera de otro modo, se apreciaría mejor la utilidad de la definición del concepto, ya que entonces serviría en la contabilidad del fenómeno, es decir, en el proceso de recolección de información.

Pero, el proyecto de Durkheim sigue el hilo conductor del suicidio entendido como fenómeno social. La definición antedicha, de carácter operacional, ya que se trata de una secuencia de actos observables, tiene para Durkheim "la ventaja de prevenir contra las aproximaciones engañosas o las exclusiones arbitrarias" y además "nos ofrece una idea del lugar que los suicidios ocupan en el conjunto de la vida moral" (Durkheim 1897: 17).

 

3) La Operacionalización de las Variables

3.1 Formulación de la Hipótesis General

A los factores o causas que determinan la tasa social de suicidio, Durkheim los clasifica en extrasociales y sociales.

Su indagación se enfrenta con los problemas de la causalidad: una o varias causas para los mismos efectos, individualizar las relaciones espúreas, la presencia de variables intervinientes no descubiertas, la interdependencia, etc.

Por otra parte, las investigaciones realizadas sobre el suicidio en otras ramas del saber, particularmente en la medicina y el derecho durante la primera mitad del siglo XIX, se distinguían según la respuesta que -como dice Hacking- se diera a la pregunta de si el suicidio es una clase de locura. Agregado a esto la abundancia de estadísticas sobre el fenómeno no hacían más que verificar la realidad de las regularidades halladas. "Los científicos no sólo descubrían leyes estadísticas sobre suicidios (...) sino que también pensaban que había una explicación de la naturaleza de la ley estadística que tenía que ver con el determinismo (...). Tratábase de una mitología de la causalidad" (Hacking 1991:112).

Los factores extrasociales (como las disposiciones órgano - psíquicas que le permiten considerar diversos estados psicopáticos y aún estados psicológicos normales vinculados a la raza y la herencia, junto a características del medio físico como el clima, geografía, temperatura, estaciones del año, momentos del día) no pueden dar cuenta de la tasa social de suicidio y, por tanto, deben quedar fuera de consideración.

Con respecto a los factores sociales, dice Durkheim: "Por eliminación, resulta que el suicidio debe depender necesariamente de causas sociales y constituir por esto un fenómeno colectivo. (...) No hay que olvidar que lo que nosotros estudiamos es la cifra social de los suicidios. (...) Es preciso tomar como objeto directo del análisis la cifra social, e ir del todo a las partes" (Durkheim 1897: 113).

Pero entonces, ¿adónde buscar las causas? Tal vez el sentido común nos podría conducir a buscarlas en los registros judiciales y extraerlas de la columna "motivos presuntos" del suicidio. Pero, los "motivos presuntos de los suicidios" sólo nos brindan una estadística de las opiniones que se forman los sujetos, a menudo subalternos, encargados de registrarlos. Y, además, encontraríamos motivos tales como: "pérdidas de dinero", "problemas de familia", "inclinación por la bebida", etc. Estas razones no son las verdaderas causas, ya que las mismas estadísticas ofrecen, para cada categoría de motivos, los mismos valores porcentuales en diferentes países, siendo que los valores absolutos presentan las variaciones más considerables. Por lo tanto, las razones que se dan del suicidio o que el suicida se da a sí mismo para explicar su acto (por ejemplo, en las "cartas al juez") son, por lo general, tan sólo sus causas aparentes.

En consecuencia, una clasificación morfológica del suicidio es impracticable y, sobre todo, si así se quisiera, por ausencia de documentación. Además, "sólo puede haber tipos diferentes de suicidios en cuanto sean diferentes las causas de que dependan. (...) Toda distinción específica, comprobada en las causas, implica, pues, una distinción semejante entre los efectos. En consecuencia, podemos constituir los tipos sociales del suicidio clasificándolos, no directamente y según sus caracteres previamente descritos, sino ordenando las causas que los producen" (Durkheim 1897: 114). Así obtendremos primero una clasificación etiológica y, sobre esta base, podremos construir la anterior.

Para buscar las verdaderas causas habrá que observar cuáles son los estados de los diferentes medios sociales en función de los cuales varía la tasa de suicidio. Para Durkheim, cada sociedad predispone, en mayor o menor medida, a sus miembros al suicidio, aunque éste sea un acto voluntario y, con mucha frecuencia, individual. Esto lo lleva a formular la siguiente hipótesis general:

El grado de cohesión social de una sociedad está en relación inversa a la tasa social de suicidios.

3.2 Deducción de los Indicadores de cada Dimensión

Uno de los abordajes metodológicos más frecuente, presenta las dimensiones e indicadores de la variable teórica, como el resultado de un proceso que vincula la teoría con los hechos observables, mediante la explicitación o no de procesos deductivos inherentes. Operacionalizar la variable teórica es someterla a contrastación empírica.

Es importante entender entonces cómo es que se eligen para su indagación instituciones sociales y no por ejemplo, clases sociales. Durkheim parte de lo instituido, y cuando se refiere a la génesis de la norma, si bien descubre la existencia de intereses no llega a conceptualizar las relaciones de poder. Para comprender este aspecto habrá que recurrir a la concepción del autor. "La mayoría de las instituciones sociales nos han sido legadas ya hechas por las generaciones anteriores, sin que hayamos tomado parte en su formación y, en consecuencia, no es interrogándonos acerca de su formación como podríamos descubrir las causas que las engendraron" (Durkheim 1895: 13).

Durkheim dirá que el grado de cohesión o de desintegración social puede ser analizado en los siguientes grupos sociales: las confesiones religiosas, la familia, la sociedad política y los grupos profesionales.

Excedería los límites de este trabajo analizar en detalle cada una de ellas y, por otra parte, es suficiente considerar sólo una para observar que el camino metodológico utilizado por Durkheim es el mismo en cada caso.

En consecuencia, vamos a elegir el grado de cohesión de las confesiones religiosas.

Observemos la siguiente tabla:

Suicidios en los diferentes países por un millón de sujetos de cada confesión

 

Protestantes

Católicos

Judíos

Austria (1852-59)

79.5

51.3

20.7

Prusia (1849-55)

159.9

49.6

46.4

Baden (1852-62)

139

117

87

Baviera (1844-56)

135.4

49.1

105.9

Wurtemberg (1846-60)

113.5

79.9

65.6

De estos datos, Durkheim observa que:

  • Por todas partes, sin excepción, los protestantes producen mayor número de suicidios que los fieles de otros cultos.
  • Los judíos tienen una tendencia al suicidio siempre menor que la de los protestantes y, generalmente, es también inferior, aunque en menor proporción, a la de los católicos.

Ahora bien, ¿cómo explicar estos resultados?

En primer lugar, podría decirse que el judaísmo es la confesión religiosa que produce las tasas más bajas de suicidios porque: las confesiones minoritarias tienen que luchar contra la hostilidad de las otras que están en mayoría y se ven obligadas para mantenerse a ejercer sobre sí mismas una vigilancia severa y una disciplina particularmente rigurosa. A tal punto esto es así que cuando el protestantismo es minoría su tendencia al suicidio disminuye.

Pero esta explicación no será suficiente para dar cuenta de la situación respectiva entre protestantes y católicos. Y se ha comprobado que los protestantes -como dijimos- se matan mucho más que los católicos.

En segundo lugar, si tratáramos de buscar la diferencia en el dogma religioso veríamos que ambas religiones (protestante y católica) tienen los mismos preceptos (prohíben expresamente el suicidio) y que, además, el judaísmo, no lo prohíbe de modo expreso y, sin embargo, tiene los valores más bajos de suicidios.

Por consiguiente, los indicadores relevantes de esta dimensión para la tasa social de suicidios son:

  • El libre examen
  • La importancia numérica del clero
  • Práctica común de numerosos ritos
  • Carácter legal o no de numerosas prescripciones religiosas
  • Influencia de la religión en la vida cotidiana: gusto por la instrucción y por la ciencia

Veamos entonces cómo se confrontan con los hechos cada una de ellas.

El libre examen se refiere al grado de libertad que los fieles de cada confesión tienen para examinar por sí solos los textos sagrados. Es admitido por el protestantismo con mayor extensión que por el catolicismo. Y lo que mejor afirma la libertad de examen proclamada por los fundadores de la Reforma es la multiplicidad creciente de sectas de todas clases que contrastan con la unidad indivisible de la Iglesia Católica. Por lo tanto, la inclinación del protestantismo por el suicidio debe estar en relación con el espíritu de libre examen que anima esta religión.

Pero el libre examen no es otra cosa que la consecuencia de la decadencia de las creencias tradicionales. Por esta razón el libre examen se agota cuando el pensamiento y la acción se aceptan en forma de hábitos automáticos y sólo se despierta cuando dichos hábitos se desorganizan para reivindicar sus derechos contra la opinión común (tradicional). Por eso el libre examen una vez proclamado multiplica los cismas. Y esto es así porque de ellos deriva.

La importancia numérica del clero es otro indicador de cohesión religiosa. Los católicos poseen un sistema jerarquizado de autoridades para conservar la tradición; todo lo que constituye variación causa horror al pensamiento católico. El clero protestante (salvo el anglicanismo inglés) no posee jerarquías: el sacerdote (o mejor, el pastor) no depende más que de él mismo y de su conciencia, como el fiel.

Por lo tanto en todas partes el clero católico es mucho más considerable que el clero reformado. Y esto es así porque la interpretación del dogma no se abandona a las conciencias individuales y debe por tanto aumentar el número de autoridades competentes para su interpretación. Por eso si el protestantismo no produce en Inglaterra los mismos efectos que en el continente es porque la sociedad religiosa está más fuertemente constituida y por ello se asemeja a la Iglesia Católica.

La práctica común de numerosos ritos es algo mucho mayor en los católicos que en los protestantes. Una sociedad religiosa no existe sin un credo colectivo y es tanto más única y más fuerte cuanto más extendido esté ese credo; y socializa a los hombres mejor cuanto más vasto y más sólidamente constituido esté ese cuerpo de doctrina.

Con el mismo argumento puede explicarse la situación del judaísmo. Las persecuciones seculares contra ellos crearon sentimientos de particular energía. En consecuencia, cada comunidad es una pequeña sociedad, compacta y coherente, que tiene un sentimiento muy vivo de ella misma y de unidad. Y por esto también la Iglesia Judía resulta ser la más fuertemente concentrada. El judaísmo, en efecto, consiste esencialmente en un cuerpo de doctrina que reglamenta de un modo minucioso todos los detalles de la existencia y deja muy poco lugar al juicio individual.

El carácter legal o no de numerosas prescripciones religiosas: es en el judaísmo donde la cantidad de prescripciones es mayor, seguidos por los católicos y mucho más lejos por los protestantes. De aquí que la cohesión religiosa resultante esté en razón directa a dichas prescripciones.

Por último, en cuanto a la influencia de la religión en la vida cotidiana, Durkheim sostiene que el gusto por el libre examen no puede despertarse sin ir acompañado del gusto por la instrucción y por la ciencia. Y la ciencia no es sino la forma más elevada de la conciencia esclarecida.

En consecuencia, el gusto por la instrucción debe ser más vivo en los protestantes que en los católicos. Pero Durkheim advierte que si se trata de la instrucción científica esto no se confirma ya que la ciencia se halla igualmente extendida en países protestantes y católicos. Lo que sí la confirma es la instrucción popular. En estos casos, en los pueblos protestantes la cantidad de niños de 6 a 12 años que asisten a la escuela revela una media superior a los católicos.

Pero, de todas las confesiones religiosas, el judaísmo es aquella en la que hay menos suicidios siendo que no hay otra confesión en que la instrucción esté tan extendida. Se sabe que en cuanto a la instrucción recibida los judíos están por lo menos al mismo nivel que los protestantes y sobre todo en la enseñanza superior. Esto pareciera ser un hecho disconfirmatorio. Sin embargo, si el judío encuentra medios de ser a la vez más instruido y muy débilmente inclinado al suicidio es porque con ello pretende compensar la situación desventajosa en que se encuentra.

 

4. Conclusiones

En cuanto al proceso de operacionalización y al recorrido que hemos efectuado en su despliegue, se revelan distintas vías de abordaje en función de la complejidad misma de dicho proceso. En él pueden advertirse, más allá del esqueleto metodológico, cuestiones epistemológicas, filosóficas, históricas y morales.

El esqueleto metodológico supone relaciones lógicas entre las partes. Desde este ángulo puede mostrarse, como dijimos, el proceso de operacionalización como una exigencia de puesta a prueba de la teoría.

Pero la construcción de una teoría tiene conexiones ineludibles con la situación histórico – social en que se elabora. Máxime cuando se consideran períodos de rupturas de enfoques analíticos del problema y de constitución de nuevas disciplinas y distintas estrategias.

No podemos ignorar la importancia que tienen las elaboraciones realizadas en el campo de la medicina (especialmente, la fisiología y la patología, en cuanto a consideraciones sobre la salud y la enfermedad, en estrecha correspondencia con lo normal y lo patológico).

Como decía Comte, "el método no es susceptible de ser estudiado separadamente de los trabajos a los que se aplica" (Comte 1981:59).

 

Bibliografía

Durkheim, Emile. (1897) 1999. El Suicidio. México: Ediciones Coyoacán. 5ta. Edición.

Durkheim, Emile. (1895) 1965. Las Reglas del Método Sociológico. Buenos Aires: Editorial Shapire.

Hacking, Ian. 1991. La Domesticación del Azar. Barcelona: Editorial Gedisa.

Comte, Auguste. 1981. Curso de Filosofía Positiva. Buenos Aires: Editorial Aguilar. 2da. Edición.

 

Cinta de Moebio No. 19. Marzo 2004.
Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile

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