LA PSICOLOGÍA SOCIAL COGNITIVA: LA COGNICIÓN SOCIAL Y LA TEORÍA DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES

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Ana María Pérez Rubio
Universidad Nacional del Nordeste. Argentina

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Resumen
El presente trabajo pretende describir el aporte que la teoría de la representación social implica para el desarrollo de la psicología social cognitiva. Se examina el concepto de representación social y sus características indicando las diferencias entre dicho concepto y el de cognición social predominante en la psicología social anglosajona.

     El desarrollo de los últimos años, en el interior de la psicología social, ha dado origen a una corriente que aparece como un intento de superación del modelo conductista y el enfoque positivista de la ciencia: la psicología social cognitiva, que plantea, una concepción más clásica de los fenómenos psíquicos, centrada en los géneros cognitivos y lingüísticos. Los fundamentos de este enfoque son el subjetivismo en los años 30 y 40, los efectos de la motivación en la percepción, y los trabajos sobre percepción de personas.

     Constituye, en verdad, un redescubrimiento del espíritu social, modificándose el centro de interés que vuelve del estudio del comportamiento al estudio de la conciencia, del estudio de lo externo a las experiencias mentales; el hombre ya no es más, para esta concepción, una "caja negra" vacía que sólo da respuestas, sino que aparece como un ser pensante, procesador de las informaciones que provienen del exterior. Desde este enfoque se da importancia a las imágenes mentales, al razonamiento y a la memoria activa: centrando el interés en el por qué y el cómo del comportamiento, a la vez que se intenta comprender la relación entre el exterior y los comportamientos. (Moscovici, 1981). La psicología cognitiva pretende mostrar que la conducta del individuo no está regulada directamente desde el exterior por el medio físico o el medio social, sino que los estímulos externos están mediatizados por la manera como el individuo organiza e interpreta los elementos de ese mundo externo. La complejidad e inestabilidad de los comportamientos y de las situaciones que caracterizan nuestro entorno social, hacen que el sujeto busque regularidades, aspectos invariantes, previsiones acerca del comportamiento de los otros, en un intento de ordenar, organizar y estabilizar ese entorno.

     Dentro del modelo cognitivista de la psicología social, es posible distinguir dos corrientes que se definen con una cierta claridad (Páez, 1992):

una psicología social con enfoque psicológico e individual y

la psicología social con enfoque sociológico, de tradición europea, que pone de relieve el aspecto colectivo o social de los fenómenos psíquicos.

 

La psicología social con enfoque psicológico e individual: la cognición social

     El análisis de los contenidos temáticos en los años recientes de la psicología social de EEUU muestra un desarrollo hacia una psicología de los funcionamientos cognitivos generales que explican los comportamientos sociales. Uno de los temas esenciales de las décadas de los 60 y 70 ha sido la atribución y percepción social, es decir, los procesos cognitivos de construcción de impresiones y de las relaciones de causalidad. En tanto que la década de los ochenta es, la de la cognición social – generalización de los dos campos antes mencionados hacia el conocimiento del procesamiento de la información social -.

     En los últimos tiempos, se ha centrado el interés en la investigación de las estructuras y procesos mediante los cuales los sujetos conocen el mundo social. Por cognición social se entiende el conocimiento de cualquier "objeto humano", bien sea individuo, sí mismo, grupos, roles o instituciones. A partir del estudio de la percepción social, de la atribución de causalidad y de la inferencia social, desarrolladas en la década de los cincuenta y sesenta, se dio un fuerte impulso al estudio de la cognición social, área que engloba diferentes corrientes teóricas y que analiza cómo los sujetos extraen y procesan información de su medio social, estudiando procesos cognitivos tales como la atención, percepción, codificación, almacenamiento y recuperación, así como las estructuras de la representación y la memoria.

     Retomando sobre todo las tradiciones constructivistas, el concepto de esquema y algunos otros constructos similares van a centrarse en el procesamiento activo que el sujeto realiza de la información social. Esta psicología social cognitivista también va a caracterizarse por el rechazo de las explicaciones motivacionales y afectivas, y por poner al "pensamiento en timón de mando". En un intento de simplificación, se podría decir que el programa científico de este movimiento cognitivista se fundamenta en las siguientes premisas:

El hombre es considerado elementalmente como un científico, o metafóricamente, como un procesador de información, falible, y limitado

Se basa en los modelos simples de procesamiento de la información, así como en algunos modelos de organización del conocimiento

Metodológicamente, la cognición social utiliza masivamente técnicas de laboratorio inspiradas en la psicología cognitiva clásica, donde el enfrentamiento de los sujetos con cintas de video, fotos, historias escritas, constituye la variable independiente, mientras que los protocolos verbales de procesamiento de estímulos, medidas de atención visual, etc. constituyen las variables dependientes típicas.

     La teoría de la cognición social se ocupa, esencialmente, del modo como funciona el universo cognitivo del hombre de la calle, atribuyendo las diferencias que se plantean con el pensamiento científico a "errores" en el proceso lógico de pensar. El hombre vulgar pretende explicar el mundo que lo rodea, caracterizar la conducta de los demás, hacer inferencias de su vida psicológica interior y oculta. Para ello elabora "teorías implícitas" que se fundan en el conocimiento del sentido común originado en situaciones de interacción en la vida cotidiana, en la observación del comportamiento del otro, en los actos y situaciones más diversas. Luego, el sujeto se comporta con respecto a los demás y a su entorno atendiendo a los modelos explicativos que proponen estas "teorías implícitas".

     Para la teoría de la cognición social, la realidad como fuente de conocimiento es neutra y la falta de objetividad de ese conocimiento al que se arriba y que opera como factor mediatizador de la conducta, depende de las formas "no lógicas" del pensar.

     La investigación encarada por esta corriente es esencialmente de laboratorio y se interesa por analizar la lógica del proceso de pensamiento, privilegiando más los mecanismos de ese proceso que el contenido al que está referido.

     El enfoque que se propone – aunque de psicología social – plantea una concepción esencialmente individual. La necesidad de poner "orden" en el entorno social, proviene de un modelo psicológico de adaptación del organismo a su medio, que permite preverlo y dominarlo. Atribuirle "errores" al modo como es procesada la información, proviene de compararlo con un modelo estrictamente cognitivo que describe un proceso intelectual muy general y supuestamente adaptado a la realidad. Lo social se reduce – en este modelo – a la existencia de relaciones interpersonales, que se explican por el funcionamiento psicológico de los individuos implicados en ellas. Tanto las relaciones sociales como toda la dinámica de la estructura social, son explicadas por las leyes de funcionamiento del universo cognitivo descubiertas por la psicología general (id.).

 

La psicología social con enfoque sociológico: las representaciones sociales.

     Frente al predominio de una psicología social psicológica de corte experimentalista se producen una serie de discusiones y cuestionamientos que se ha dado en llamar la crisis de la psicología social. Si bien el primer elemento, de esta crisis, fue la oposición entre la orientación psicológica y la orientación sociológica, otros elementos fueron (Paez, op. cit):

La toma de conciencia de la determinación social del conocimiento producida por la psicología social.

La toma de conciencia de las determinaciones ideológicas de este conocimiento,

Toma de conciencia de la valoración exagerada del método experimental.

Falta de confianza teórica y crecimiento desmesurado de microteorías y teorías de medio y corto plazo, que no se suman de forma natural brindando un cuerpo teórico articulado del que se carece.

Ausencia de relevancia social de los temas tratados por la psicología social

Relatividad histórica y cultural de los conocimientos adquiridos por la misma.

     En este marco los psicólogos sociales definen el objeto de su disciplina de manera amplia, en particular los de origen europeo (Tajfel, Turner, Doise, Moscovici) quienes postulan las relaciones y las representaciones entre los grupos como objeto de estudio de la disciplina. Esta corriente intenta la articulación entre lo social y lo individual a partir de los procesos de interacción y de representación intra e intergrupos. Estos procesos mediadores están concebidos como determinados por la sociedad en la cual nosotros nos situamos, intentado explicitar las determinaciones sociales subyacentes en los procesos inter-grupales, determinados por la estructura social, concebida como conjunto de prácticas de los macro-grupos.

     Turner (1988) define como programa mínimo europeo:

el rechazo del individualismo

la prioridad de la teoría sobre la metodología y el ritualismo empirista.

     Dentro de este enfoque, se encuentra el desarrollo importante de la escuela sobre representaciones sociales.

     Esta corriente – que comienza a desarrollarse en Francia una vez finalizada la segunda guerra mundial – se inscribe también en la línea de la psicología social cognitiva; pero se caracteriza, fundamentalmente, por el enfoque esencialmente sociológico con que se presenta, contrastando con el enfoque presentado anteriormente, en el que se enfatiza el aspecto psicológico o individual y en el que la dimensión social o "colectiva" ha desaparecido.

     Esta escuela reconoce como antecedentes la psicología social de Wundt – que centra su estudio en los fenómenos mentales colectivos, tales como el lenguaje, los mitos y la religión – y el interaccionismo simbólico de George Mead – discípulo de Wundt – quien sostenía que la mente y el "yo", surgen como consecuencia de la interacción social en una comunidad de "otros" que comparten un lenguaje y una cultura comunes. Por último, aunque no por su importancia, la noción de representaciones colectivas de Durkheim, a partir de la cual dicho autor pretendía establecer la especificidad del pensamiento colectivo como uno de los medios por los cuales se afirma la primacía de lo social sobre lo individual (Herzlich, 1975). Esta teoría se ocupa al igual que la cognición social, del pensamiento vulgar y las epistemologías profanas, de la forma en que los individuos o grupos de individuos llegan a conocer el mundo de la vida cotidiana.

     Las representaciones sociales constituyen una forma de conocimiento socialmente elaborada, que se establece, a partir de la información que recibe el individuo, de sus experiencias y modelos de pensamiento compartidos y transmitidos. A través de ellas, se describen, simbolizan y categorizan los objetos del mundo social, atribuyéndoles un sentido en el cual podrá inscribirse la acción (id.). Las representaciones sociales, operan así, condicionando la conducta: "actuamos en el mundo según creemos que es".

     La idea de que existe una "realidad social" independiente de la psicología individual, que permite dar cuenta de los fenómenos colectivos, aparece como predominante para los teóricos de la representación social. Los hombres – interactuando – producen "juntos" un ambiente social con la totalidad de sus formaciones socio-culturales y psicológicas (Berger – Luckman, 1976) que se experimenta como existente por encima y más allá de los individuos actuales; como si poseyera una realidad propia que se presenta al sujeto como un hecho externo y coercitivo; con una existencia análoga a la del mundo natural (id.). dado que este mundo existe como una realidad objetiva, el individuo, no puede conocerla por introspección, debe "salir" a conocerlo.

     El conocimiento que el hombre tiene del mundo real es un conocimiento pre-teórico, es la suma total de lo que "todos saben" sobre un mundo social que, a la vez, provee las reglas del comportamiento adecuado. A través del lenguaje y del aparato cognoscitivo, basado en ese lenguaje, el hombre objetiviza el mundo, ese mundo que se le enfrenta como una facticidad objetiva (cfr. Durkheim), ese mundo del sentido común que se da por supuesto y que no se cuestiona es el mundo de las representaciones, que opera como factor condicionante de nuestra conducta.

 

El concepto de representación social:

     Se entiende por RS el producto y el proceso de construcción mental de lo real (Moscovici-Hewstone,1986; Kâes,1968). Constituyen sistemas cognoscitivos con una lógica y lenguaje propios. No son meramente opiniones, imágenes o actitudes, sino teorías o "ramas del conocimiento" que descubren y organizan la realidad: cumpliendo a la vez una doble función: a) establecer un orden que permita a los individuos orientarse en un mundo material y social y dominarlo; b) posibilitar la comunicación entre los miembros de una comunidad dándoles un código para el intercambio social y uno para nombrar y clasificar los diferentes aspectos de su mundo, de su historia individual y grupal ( Farr, 1982)

     Del hecho de representar se desprenden cinco características : (Jodelet, 1986)

La representación se produce siempre en relación con un objeto: es un acto de pensamiento por medio del cual se vincula con un objeto, es el representante mental del objeto, acontecimiento, persona, idea, emparentándose, por esta razón, con el símbolo.

Tiene un carácter de imagen y la propiedad de intercambiar lo sensible y la idea, la percepción y el concepto. A través del proceso de representación lo abstracto se concretiza transformándose en una imagen estructurada, la idea se materializa y cosifica. Aquí se emplea el término de imagen en el sentido de figura o conjunto figurativo, conjunto de rasgos de carácter concreto.

Tiene un carácter constructivo : no es una simple reproducción, sino que el acto de representar implica siempre una parte de construcción y reconstrucción: cada uno de los elementos adquiere existencia real; de elementos del pensamiento se transforman en elementos de la naturaleza, que además, se consideran referentes del concepto. Son, por lo tanto, un factor constitutivo de la realidad social.

Tiene un carácter autónomo y creativo, ya que emplea elementos descriptivos y simbólicos proporcionados por la comunidad que se imponen al sujeto. Las representaciones se integran y superponen unas a otras, organizando su mapa cognitivo; en este sentido son parte del universo individual, pero son autónomas a la conciencia del individuo porque operan en situación de intercambio e interacción y no aisladamente (Palmonari-Doise, 1987)

Implican, siempre, algo social: las imágenes o representaciones que el sujeto tiene del mundo social no son imágenes individuales, sino compartidas por los integrantes de un grupo. Las categorías que se emplean son categorías del lenguaje, tomadas de un fondo cultural común. Lo social se introduce a través de la comunicación entre los actores sociales, a través del marco de referencia determinado culturalmente, a través de los códigos, valores e ideologías de las posiciones sociales específicas, expresando la pertenencia social del sujeto.

 

Comparando los dos modelos:

     Si bien los dos modelos considerados, el de la cognición social y el de las representaciones sociales, se proponen estudiar las formas del saber profano, es posible establecer entre ellos ciertas diferencias (Moscovici, 1981; Jodelet, 1986)

Con la teoría de la representación social se desplaza el centro de interés del plano individual al colectivo. Ya no preocupa analizar al individuo aislado como procesador de información; ahora la preocupación está orientada a comprender lo que constituye un grupo o sociedad "comprometida en el hecho de pensar".

Esto implica un pasaje del nivel interpersonal al nivel social y cultural. De hecho, la mayoría de las nociones del "saber popular" forman parte de la esfera cultural. Se afirma así, la idea de la sociedad como una realidad "sui generis" que se impone al individuo, condicionando su relación con los objetos y determinando la naturaleza de los comportamientos y las informaciones.

Se anula la separación entre los procesos y el contenido del pensamiento social. Dicha separación estaba sustentada en el presupuesto que los procesos de pensamiento son generales, invariantes e independientes de la cultura; mientras que su contenido, es particular y variable y está ligado a ella. Para los teóricos de la representación social – en cambio – las reglas de la lógica están específicamente vinculadas a una cultura y a una actividad mental dada; a la vez, es posible identificar gran cantidad de temas, máximas y contenidos de una cierta universalidad. Mantener la separación entre procesos y contenidos implica disociar lo que está unido desde el comienzo; el pensamiento es siempre pensamiento de algo. Concentrarse en los temas y las imágenes elaboradas por el pensamiento permite establecer el vínculo con lo social y comprenderlo. Por lo tanto, proponen, siguiendo el modelo de la antropología y el psicoanálisis, el análisis del contenido para derivar de él los mecanismos del proceso del pensar.

A diferencia de la cognición social, que se caracteriza por la investigación de laboratorio, para la teoría de la representación los datos deben ser captados en su propio contexto, y proponen, por lo tanto, como método una vuelta a la observación y al análisis comparativo. El análisis de las representaciones implica siempre una comparación entre grupos, entre culturas, entre mentalidades e ideologías.

 

Conclusión

     El desarrollo de la noción de representación social constituye para la psicología social un intento sólido de integrar los niveles individual y social en el análisis de la conducta. Dicha noción aparece, como un concepto clave en esta disciplina, no sólo por su intento de articulación entre ambos niveles sino porque el mismo presenta una realidad y especificidad propia no tomada de otras ciencias. Las representaciones sociales están en la base de toda situación de interacción: cada vez que entramos en contacto con objetos o personas se movilizan contenidos mentales, imágenes, ideas que codifican y categorizan la situación atribuyéndole cierto significado.

     La representación que el sujeto elabora de los objetos del mundo real no es de ninguna manera, una representación individual. En su elaboración se usan términos proporcionados por la comunidad: la información que proviene de lo real es percibida a través de códigos, valores e ideologías que se asocian a posiciones sociales específicas. Por lo tanto, las representaciones son siempre representaciones sociales, compartidas por aquéllos que ocupan posiciones sociales semejantes dentro de la estructura social.

     De este modo se reintroduce en el análisis de los fenómenos psicosociales la dimensión social o colectiva. Lo social está necesariamente presente en toda situación: a través de los sujetos que intervienen – no existen individuos puros, ajenos a pertenencias sociales específicas -; a través del contexto en que se sitúan los individuos; a través de la comunicación que se da entre ellos; a través del marco de referencia determinado culturalmente.

     El modelo enfatiza además, la relevancia de los factores cognitivos como mediadores de la conducta. Para los teóricos de la representación, ésta constituye una forma de conocimiento, el conocimiento del sentido común; nuestro mundo de todos los días es un mundo de representación, un mundo construido en situaciones de interacción y con sentido, en el que se enmarcan las conductas.

     Este proceso de elaboración cognitiva y simbólica de la realidad – que resulta tributaria de la posición que ocupa el sujeto – permite organizar la realidad, orientarse en el mundo material y social y regular las acciones entre los distintos actores sociales. En este sentido, constituye una innovación respecto a otros modelos ya que pone en relación los elementos simbólicos con las conductas. Por lo tanto, su estudio – dado que está a mitad de camino entre lo psicológico y lo individual – debe ser abordado como el producto y el proceso de una elaboración psicológico y social de lo real.

     Ya no son las leyes psicológicas y las reglas lógicas las que determinan la interpretación de los comportamientos, sino las representaciones sociales las que constituyen los datos que han de servir de punto de partida de la investigación.

     Todo otro modelo – que haga abstracción de los modos de cultura que crean el lenguaje – que no se interese por las relaciones que se establecen entre las personas tienen un enfoque reduccionista que niega la esencia eminentemente social de los fenómenos humanos.

 

Referencias

     Berger, P. y Lukman, ( 1976): La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.

     Farr, R.M.(1982): Escuelas europeas de Psicología Social: la investigación en representaciones sociales. En Revista Mexicana de Sociología Nº 19.

     Herzlich, Cl. (1975): La representación social: sentido del concepto. En Moscovici (ed.), (1975) Introducción a la Psicología Social. Barcelona: Planeta.

     Jodelet, D. (1986): La representación social: Fenómeno, concepto y teoría, en Moscovici, S. (comp..) Psicología scial. Barcelona: Piados.

     Käes, R. (1968): Images de la culture ches les ouvriers francais. Paris: Cujas.

     Moscovici, S. (1981). L´ère des représentations sociales. En Las representations sociales. Un nouveau champ d´étude (comp.) París: P.U.F.

     Moscovici,S. y Hewstone, M. (1986). De la ciencia al sentido común. En Moscovici (comp.) 1986: Psicología Social. Tomo II. Barcelona: Piados,

     Páez, D., (1992). Teoría y métodos en Psicología Social. Barcelona: Anthropos.

     Palmonari, A. y Doise,W. (1987). Caracteristiques des représentations sociales. En Les Representations sociales. Un nouveau champ d´études. (comp.) París: P.U.F.

     Turner, J.C. (1988). Teoría, método y situación actual de la psicología social. Revista de Psicología Social, 3: 99-128.

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