PROBLEMÁTICA SOBRE LA POSIBILIDAD DE UNA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA

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INTRODUCCIÓN

 

PROBLEMÁTICA SOBRE LA POSIBILIDAD DE UNA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA

“América es el país del porvenir. En tiempos  futuros se mostrará su importancia histórica, acaso entre América del Norte y América del sur. Es un país de nostalgia para los que están hastiados del museo histórico de la vieja Europa”. Hegel. 
 

SITUACIÓN: 

Enajenados como vivimos de nuestra realidad, cualquier intento propio de comprensión y análisis se torna sospechoso. Si es en el plano de la filosofía parece que no hay otra alternativa que seguir repitiendo y enseñando las grandes  producciones del filosofar europeo. Hablar por ello de una filosofía L .A. es intentar al menos un camino propio que sólo deparará  dificultades. 

 

PROBLEMÁTICA 

Hablar de la posibilidad de una filosofía Latinoamericana en nuestro contexto es de por  sí  sospechoso:  

Aun cuando nos referimos usualmente en términos análogos a la filosofía alemana, inglesa… Con ello queremos indicar una tradición, un estilo, cuyos alcances fundamentales están más allá del entorno geográfico, pues la intencionalidad del filosofar se considera por naturaleza de carácter universal en cuanto compete a problemas comunes a todos los hombres a pesar de la compleja e infinita variedad de expresiones culturales. 

Como no existe un consejo  unánime sobre su viabilidad se justifica un esclarecimiento tanto del término como de su proyecto y contenido.

 

DIFICULTADES  

Ubicación Geográfica. 

Nuestros países son llamados eufemísticamente “subdesarrollados”, “países en desarrollo”, “países tercermundistas”, ya que no presentan una tradición, una serie de personajes universales, escuelas o tendencias comparables a las de Europa.  

De ahí que en una primera aproximación al problema para el filósofo profesional, la expresión “filosofía Latinoamericana es más ocasión de sonrisa, desprecio o escepticismo. 

Esta postura del pensador europeo  (arrogante, burlesco, escéptico), diríamos que es la actitud  típica del  intelectual ajeno a nuestra realidad, la que percibe el desarrollo cultural análogo al proceso de desarrollo  (desarrollismo) para el que nuestra situación global sólo debe seguir los modelos y pautas de los países más desarrollados. 

A lo anterior le podemos sumar que muchos de nuestros intelectuales y universitarios están seducidos por una visión falseada de nuestra situación en términos comparatistas con respecto a países  “ya  desarrollados”, desconociendo por tanto,  la historia de la dependencia, los fenómenos del colonialismo y el neocolonialismo que afectan incluso el ámbito educativo. 

Para algunos intelectuales no tenemos el suficiente desarrollo cultural,  así, la expresión y la posibilidad de una filosofía Latinoamericana son una muestra de miopía, intelectual, una pose provinciana que refleja una  vez más nuestro atasco cultural.  

El Énfasis sobre el carácter estructuralmente universal del discurso filosófico. 

El pensamiento europeo presenta un carácter universal, puesto que sus inquietudes intelectuales atraviesan fronteras, no se quedan encerradas en un lugar concreto (Grecia, Alemania, Italia….) si no que atañe al hombre en general. 

Con lo anterior, queremos afirmar que es obvio que el discurso filosófico se articula a partir de situaciones  concretas, que ha de pretender pensar y decir  algo que involucra a toda la humanidad. La pregunta por el hombre, el ser, los valores, no admiten parcelaciones  geográficas o situacionales. 

En este sentido, las preguntas serían  ¿Sé puede forjar un filosofía  latinoamericana que alcance el carácter universal? ¿Con qué presupuestos contamos?  

Hay quienes piensan en la factibilidad  de una filosofía  latinoamericana  con un horizonte temático particular que afecta estructuralmente al que-hacer filosófico y permite un replanteamiento global del mismo.  

Nuestra especificidad esta correlacionada con el problema de identidad cultural (este es nuestro presupuesto).  

Las condiciones de nuestra época, en lo que se refiere al proceso de unificación de la historia y la cultura. 

Para nadie es un secreto que el mundo se esta convirtiendo en una aldea (debido a los avances científicos y tecnológicos), prueba de ello es la existencia de una economía mundial. 

Resultaría anacrónico hacer énfasis en un sector particular de la cultura. Claro está, que hay que tener en cuenta  que aunque hay parámetros universales (Economía) también debe formar  parte la diversidad  de culturas con sus respectivas tradiciones, gustos… esto supone respeto y la posibilidad de dialogo  e intercambio cultural.  

Las anteriores dificultades nos permiten lanzar una serie de sospechas dada la ambigüedad de la misma problemática. 

La utilización de la problemática para imponer una determinada perspectiva  filosófica que NO se plantea en forma explícita pero que se supone en sus presupuestos implícitos. Es decir, aquellos  análisis que con una ideología nacionalista y con la consigna de “lo nuestro” rechazan otras filosofías a partir de una filosofía implícita.  

El carácter puramente coyuntural de todo el pensamiento latinoamericano centrado hoy en la dialéctica de la dependencia y la libertad.

Algunos enfoques sobre filosofía latinoamericana tienen un marcado carácter populista  y nacionalista; por ejemplo Argentina y la época de Perón, y la filosofía popular en donde el pensador se muestra como “el filosofo del pueblo”  “el pueblo como sujeto del nuevo filosofar…” 

El Populismo, la ideología y la retórica, tiene el riesgo de desembocar en una sobre-politización del discurso filosófico o una reducción a la pura dimensión política. Esto constituye una bomba de tiempo y no contribuye al filosofar crítico, exigente y metódico. 

El autoctonismo: Defensa de “lo nuestro” y rechazo de todo “lo-no nuestro” 

Ahora, respecto a las sospechas citadas, qué alternativas  se plantean entorno a  la posibilidad de una filosofía latinoamericana

La Filosofía como repetición: 

Refleja simplemente el esquema habitual de la filosofía en nuestro medio. Es decir, limitarse simplemente a lo académico, especializarnos en el pensamiento que se desarrolló en Europa. Esto lleva a la alienación. 

La filosofía como apropiación crítica: 

Adopción de filosofías de Europa, de acuerdo a las circunstancias sociopolíticas. Esta situación es la más fecunda  pero no es suficiente para estructurar una filosofía  latinoamericana

La Filosofía latinoamericana como originalidad específica: 

Visualiza la historia, política, social…de la cultura  latinoamericana pero no cuenta con el legado de más de 2000 años de filosofía. 
 

LA COTIDIANIDAD COMO TOTALIDAD DE LO DADO 

“La filosofía es una concepción del mundo que ha llegado   a ser norma de vida”. A. Gramsci. 
 

SITUACIÓN: 

Los afanes y las ocupaciones  de la vida diaria constituyen muchas veces el horizonte total de nuestros intereses; inmersos en los asuntos familiares, profesionales, escolares, etc., nuestras referencias, deseos y proyectos no van más allá de nuestro “mundo práctico”. En un comienzo  todo individuo es simplemente el conjunto de sus determinaciones históricas y sociales. 

 

COTIDIANIDAD Y ESTRUCTURA SOCIAL

Los largos años de aprendizaje familiar van moldeando una serie de pautas de comportamiento que, unidas y relacionadas con el proceso de socialización, dan como resultado al ser social que somos actualmente, gracias al cual podemos desenvolvernos (“funcionar”) según un marco establecido de convenciones, y respuestas. 

A lo anterior agregamos toda una compleja red de sistemas de reconocimiento, comunicación, simbolización, a través de la cual somos asimilados, identificados y adscritos  a un determinado grupo social. 

En este sentido, comprendemos que el hombre es un ser histórico. En efecto, lo que somos actualmente lo debemos al  largo y complejo proceso de la historia. Nuestra individualidad es de carácter radicalmente histórico. Lo anterior quiere decir entonces, que además  de estar insertos en la historia somos influenciados, no solo por el conjunto total de la estructura social (sistemas, grupos culturales, clase social, instituciones, familia, credo…) sino por la resultante de un proceso histórico  del cual somos en principio  solamente los invitados, no los actores. 

Por tanto, el conjunto de conocimientos biológicos, psicológicos, sociales e históricos es el piso real de nuestra individualidad y ningún discurso  reflexivo sobre nuestra vida puede ignorar estas configuraciones objetivas, producto del desarrollo cultural e histórico de la humanidad entera. 

Los condicionamientos se nos imponen ya que no somos ni podemos ser el punto central de la historia. Sin embargo, tenemos la posibilidad de elegir formar simplemente  parte del engranaje  dentro de una gran totalidad, o por el contrario, atrevernos a cruzar  fronteras que puedan afectar  el destino del hombre.

COTIDIANIDAD Y DETERMINISMO

En la cotidianidad se vive lo más profundo de nuestros deseos y proyectos, pero a su vez  en ella se oculta y se pierde lo mejor  de nuestra vida, en la inautenticidad y en la insignificancia del transcurrir cotidiano. 

En el ambiente de la cotidianidad nos vamos familiarizando, con una variedad de acciones, estas se van volviendo ordinarias, poco a poco se van convirtiendo en rutina o rutinas, conformando así, un “estilo de vida”  mecánico y carente de trascendencia y significado. 

La rutina, se convierten en un factor que determina al hombre y lo convierte en un ser destinado a ejecutar lo mismo “lo  normal”, lo que comúnmente se dice, se hace y se piensa (despersonalización). 

El hombre común y corriente es un ser social e histórico, y su cotidianidad se haya condicionada por estos dos factores; esto hace que, siempre que afronte nuevas situaciones, lleve consigo una  infinidad de criterios que ha almacenado en su conciencia o en su ser, pero que en muchas ocasiones no las ha sometido a una crítica reflexiva. 

El hombre al intentar salirse de “lo normal” o mejor al volver extraordinario lo ordinario, equivale a darle un sentido profundo o trascendente a su  vida.  

COTIDIANIDAD E INAUTENTICIDAD

La rutina, el marco imperativo de lo “normal”, la primacía del  tener y la apariencia determinan una forma de vida orientada al  confort como absoluto y como signo de felicidad. En  ella se vive totalmente de las sensaciones y en la exterioridad. Es la vida impersonal, masificada, no hay cabida a las preocupaciones, ni las decisiones, todo está determinado por las circunstancias y el ambiente. Por tanto, “el reino de la inautenticidad” se instala en el corazón de la cotidianidad. La vida diaria aparece entonces como el ámbito denso de la alienación, cosificación y deshumanización.  

COTIDIANIDAD E IDEOLOGÍA

El aspecto más decisivo del entorno de la cotidianidad es su carácter histórico social. Sus contenidos y la atmósfera que penetra cada una de sus partes, están marcados  profundamente por la ideología. Podemos afirmar, por ejemplo,  que la cotidianidad  determinada por la estructura capitalista hoy cumple una determinada función social, en cuanto está penetrada por la ideología  dominante, su función fundamental   es ocultar la problematicidad misma de lo cotidiano: huida de todo problema vital (sentido de vida, historia…), anulación de todo sentido y significado. 

 

LA FILOSOFÍA COMO SUPERACIÓN DE LO EXISTENTE

“La filosofía es la crítica y la superación  de las expresiones de la concepción del mundo en que se encuentra todo hombre”Leopoldo Zea. 
 

SITUACIÓN:  

Si el individuo, en sus inicios, es simplemente  el producto de sus condicionamientos psicosociales, la actitud  propia de los hombres frente a la realidad no es el de adaptarse  sino la de transformar su medio y este proceso  se inicia sólo cuando surge  un distanciamiento crítico frente a lo dado. 

 

HORIZONTE YCRITICIDAD  

En la vida cotidiana  nos encontramos  a veces con una serie de  situaciones que rompen el “ritmo normal”   de los acontecimientos, pero que fácilmente asimilamos  acudiendo a la distinción  entre “lo normal”  y “lo anormal”. 

Si miramos nuestra vida remitiéndonos a los primeros años de existencia, recordamos que cada momento  lo vivimos a plenitud, todo era nuevo, todo era un reto, todo era alegría, diversión,  fantasía, es más, los momentos duros muchas veces  se volvían motivo  de alegría. Sin embargo, con el paso de los días, los meses, los años, las cosas, los hechos, se van volviendo rutinarias, repetitivas, le perdemos el encanto, nos parecen extraños, dudamos de los sistemas, descubrimos que en la vida hay que luchar. No se trata solo de una crisis de juventud sino que es algo más profundo: Nos desencantamos de la realidad, puesto que esta misma resulta peligrosa, inaguantable, inasequible. Acudimos entonces  a las “fugas” frente a la realidad (drogas, alcohol…), pues ya no basta  “funcionar”  dentro de lo existente  cuando surge el  “sin sentido de lo normal”. 

La criticidad frente a lo dado, como producto de esta crisis, de este desencantamiento de lo cotidiano, nos lleva al ámbito de las posibilidades, ¿Por qué esta realidad y no otra? ¿Por qué esta situación y no otra? ¿Por qué esta sociedad y no otra? 

La ruptura  con el orden cotidiano llevado a cabo por la intelección dinámica de la realidad fundamenta la posibilidad de la crítica. Esta crea opciones, estrategias, perspectivas, metas. 

Las posibilidades que se sitúan hacían la superación de lo dado, hacia el futuro, constituye entonces el horizonte de la nueva forma de ver y pensar la realidad.  Dicho horizonte hace posible la crítica, la superación de lo existente en términos de la alternativa. Ser  críticos es percibir algo más allá  de los hechos, es descubrir el conjunto  de posibilidades inéditas ahogadas en un mundo estático que tiende a perpetuarse en su configuración actual.

HORIZONTE Y TEMPORALIDAD  

La criticidad no supone  una negación total de lo existente, sino la captación de que lo existente es fruto de un proceso y que por lo tanto, la vida no se reduce  a una simple adaptación de lo dado, sino por el contrario implica una superación constante  (trascendencia), un progreso en orden a la realización  total de las posibilidades humanas. 

El horizonte por lo tanto, es el movimiento hacia delante que implica descartar como definitivos todas las metas y los objetivos  humanos en cuanto relativos e históricos. 

La continua superación  de lo humano (horizonte) supone la intelección del carácter radicalmente histórico del hombre, el cual no simplemente se desarrolla en y a través del tiempo, sino que es fundamentalmente historia (historicidad).  Se trata de la conjunción dinámica de su pasado (facticidad), su presente y el proyectarse continuamente hacia el futuro. Por lo tanto, nos importa señalar desde el punto de vista de la  autosuperación las implicaciones de dicha temporalidad. 

Decíamos que los hombres en un comienzo son el conjunto de sus condicionamientos  psicosociales y que, en cuanto seres históricos, al nacer se encuentran ya insertos en una trama compleja   de la que no son sujetos sino objetos, siendo hasta cierto punto simples productos sociales. 

Frente a lo anterior tenemos las siguientes perspectivas: 

Somos el fruto de nuestro pasado pero dicha determinación no es absoluta en cuanto que no significa aniquilación de todas las posibilidades aún no realizadas. Tenemos la capacidad de elegir nuestro futuro, de forjarlo. 

La búsqueda de nuestras raíces, de nuestro pasado nos ayuda a indagar  por el fundamento de nuestro ser originario. 

El pasado en términos concretos, constituye siempre un pasado histórico, fruto de la actividad humana que se traduce  en una serie de configuraciones (objetivaciones) o estructuras que por lo mismo son reales y cambiables. 

La perspectiva del horizonte implica la percepción dinámica del pasado en cuanto proceso modificable y depósito de tradiciones y posibilidades  libertarias que deben ser asimiladas y superadas en función del presente y el futuro. 

América Latina necesita rescatar muchas y demasiadas cosas de su pasado (oscuro y distorsionado) que contiene el rico patrimonio de una larga lucha por la autosuperación.  

Horizonte y temporalidad no pueden entenderse sino en su forma dinámica y relativa. En consecuencia, un pasado nos condiciona pero no en forma absoluta; un presente nos urge, pero no sin raíces históricas; un futuro nos posibilita el cambio, pero a condición de afrontarlo desde ahora a fin de no caer en un idealismo abstracto e intemporal. 

HORIZONTE Y CONCEPCIÓN DE LA REALIDAD

Las actitudes básicas ante la temporalidad en gran parte están determinadas por la concepción global de la realidad en cuanto asistimos al paso de una concepción estática a otra dinámica que afecta todos los niveles de nuestra comprensión del mundo. El término a utilizar aquí es PROCESO, éste supone que un ser se va constituyendo a través del tiempo y que por lo tanto su “esencia”  se realiza históricamente. Lo anterior significa que lo existente constituye una resultante. 

La concepción dinámica de la realidad abarca todos los niveles (mundo, vida, hombre, sociedad). El hombre se entiende aquí como un ser en relación con la naturaleza y producto máximo de ella, en cuanto ser consciente y transformador de la misma, pero un hombre en realidad progresiva cuyas posibilidades de desarrollo están más hacia el futuro que hacia el pasado.  

En este campo, el horizonte, tiene un terreno fértil, puesto que abre las puertas  para construir un mundo distinto  (humano). 

HORIZONTE Y PRAXIS  

El eje central de la vida humana lo constituye la actividad material (trabajo), a través de la cual  se satisfacen las necesidades básicas de supervivencia, a la vez que constituye el fundamento real del horizonte. 

El distanciamiento entre el ser y el poder ser sólo es superable a través de la acción. La praxis significa, una actitud transformadora de lo existente, pues la práctica de las élites del poder se orienta a la manutención  y reproducción del sistema vigente. 

La unidad de horizonte y praxis es una fuerza poderosa y renovadora que genera crítica, esperanza, futuro.  

HORIZONTE Y AUTENTICIDAD 

Entendiendo autenticidad como búsqueda del sentido de las cosas, desciframiento continuo del “mundo aparente y banal” de la cotidianidad; fortalece y engrandece al hombre como  persona. 

Ser auténtico no es cuestión de originalidad o de ingenio; sino que radica esencialmente en asumir en profundidad nuestra propia vida y optar, elegir en medio de la incertidumbre y la inseguridad. 

La autenticidad conlleva la cimentación de una opción fundamental de vida. 

TOTALIDAD CERRADA Y TOTALIDAD ABIERTA

Se entiende aquí como totalidad carrada, aquellos sistemas que oprimen y cuyos objetivos en sus programas de “progreso” es buscar la forma de sostener su primacía frente a los demás, e imponer condiciones que determinen los aspectos sociales, políticos y económicos. Aunque hay que aclarar que no hay sistemas totalitarios cerrados, puesto que en su interior muchas veces suceden discordias y divisiones. 

Ahora bien, la totalidad abierta tiene otro carácter muy diferente puesto que en ella está presente la crítica, la praxis, la esperanza, el horizonte y el deseo de forjar una identidad. Tal es el contenido concreto de la ALTERIDAD. 

ALTERNATIVAS Y MEDIACIONES 

La alternativa es pues la alteridad; ésta será eficaz y profunda a través de un largo itinerario que con los aportes críticos de la ciencia, permitirá una captación de las raíces profundas del filosofar desde la perspectiva latinoamericana

En este sentido, si la filosofía pretende ser un discurso crítico de la realidad, no puede ignorar sus propios condicionamientos psicosociales. De manera que la filosofía no puede ignorar las raíces sociales de todo pensar y las raíces psicológicas de todo proceso intelectual, ello remite a la ubicación del que-hacer filosófico dentro de la trama compleja de la estructura social. 

La crítica de la filosofía tradicional empieza por la crítica de sus supuestos. Por ello se debe examinar su carácter situacional, su perfil histórico, a fin de precisar su perspectiva unilateral.   
 

SOCIEDAD, IDEOLOGÍA Y FILOSOFÍA 

“La filosofía es la filosofía de su tiempo, un eslabón en la gran cadena de la evolución universal”. Hegel. 
 

SITUACIÓN: 

Estamos acostumbrados a pensar que las ideas constituyen un  “mundo aparte”, lejos de la vida y de la historia. Las ciencias humanas nos han evidenciado las conexiones reales entre ideas y sociedad y las motivaciones subterráneas que se esconden muchas veces tras un sistema de pensamiento. la filosofía como discurso crítico debe ser consciente  de estos factores que condicionan todo pensar.

 

IDEAS Y SOCIEDAD 

Debido a los largos años de aprendizaje a través de la familia y los múltiples canales de información, nuestras ideas y opiniones están profundamente marcadas por el conjunto de instituciones que a su vez reciben la impronta general de la sociedad. Aunque muchas veces hacemos alarde de un discurso original, de una manera de pensar propia, en realidad no es así, pues simplemente estamos reflejando esquemas de pensamientos arraigados en la sociedad y cuyo origen escapa a nuestra reflexión personal. 

Dicha situación, no es anormal si comprendemos el origen y la función de las ideas dentro de una sociedad. En efecto, el hombre es constitutivamente un ser ideológico en cuanto intérprete de la realidad; él subsiste en la medida que transforma la naturaleza. De hecho es la única especie zoológica que no puede sobrevivir adaptándose al medio, sino que debe esforzarse en plegar ese medio a sus propias exigencias. 

“El trabajo, la organización social, el lenguaje y la conciencia  son pues las características propias del hombre, inseparablemente ligadas y mutuamente determinadas”.  

El carácter ideológico está pues inseparablemente ligado al carácter práctico-transformador del hombre. Éste, al practicar ideología e inspirado por ideas, ejecuta acciones de un tipo jamás observado entre los animales. La ideología es evidentemente un producto social, por tanto, ella es la actitud primaria consciente y espontánea del hombre frente a la realidad. Así que la ideología  constituye la materia prima de todo pensar ulterior a otros niveles, incluida la filosofía misma. 

NATURALEZA Y FUNCIÓN DE LA IDEOLOGÍA 

La ideología constituye un producto social. En cuanto tal el origen de las ideas  esta íntimamente relacionado  con el carácter práctico-transformador del hombre. Pero para ser más amplios, podemos afirmar que la génesis y la naturaleza de las ideas deben ser analizadas  desde una perspectiva psicosocial, cuyos resultados son altamente esclarecedores para detectar los condicionamientos y las determinaciones estructurales de todo pensar, incluido el filosófico. 

En lo referente a las funciones tenemos: 

La ideología más que de orden cognoscitivo es de carácter psicosocial:  

Da ubicación y seguridad. La ideología aparece como una cierta “representación del mundo”  que une a los hombres entre si, en la decisión de sus tareas y la igualdad o desigualdad de su destino.      

La  segunda  función es de carácter  explicativo: 

En cuanto búsqueda de las causas, de los mecanismos y procesos tanto de la naturaleza como de la sociedad. 

La tercera función de la ideología corresponde al carácter  interpretativo : 

Su tarea consiste en dar sentido, significación a la acción y a la vida de la persona en general. Esta función supone ya, un núcleo de valores de la persona con respecto a los demás, a la sociedad y en general frente a la totalidad de lo real. Más que explicaciones exactas o complejas de la ideología, ésta permite a los hombres sentirse ubicados con un papel específico  que asegura la “racionalidad”de cuanto hacen, piensan, desean y sueñan. 

IDEOLOGÍA Y PRAXIS 

Hoy es muy frecuente contraponer en términos absolutos ideología y conocimiento científico, asignándole a la ideología sólo funciones  sociales (cohesión, motivar, decidir) y no cognoscitivas. 

Tal oposición fuera del contexto de la praxis no deja de ser esquemática e insuficiente, lo cual tampoco significa suprimir la enorme ambigüedad  que conlleva de por si el término ideología. En efecto, el progreso ideológico ligado a lo económico  y político y pensado al interior  de determinadas relaciones  sociales se ve afectado por factores externos que lo distancian de su objetivo propio y específico: el conocimiento adecuado de la realidad

La distorsión  de la ideología obedece fundamentalmente a las relaciones de dominación cuya dinámica objetiva genera las condiciones propias de sistemas de pensamientos más orientados  a afianzar dichas relaciones que a un conocimiento objetivo de la realidad.  

IDEOLOGÍA Y FILOSOFÍA 

El estudio social del origen, contenido y función de las ideas en general, sirve como presupuesto básico para un entendimiento más crítico y situado del pensar filosófico. 

El hombre como ser ideológico en sentido positivo, actúa en función de transformar el mundo a través de la praxis. La filosofía pretende elevarse por encima del proceso puramente espontáneo y exigirse como interpretación crítica y metódica de la realidad. Ahora ideología y filosofía se relacionan y se diferencia dependiendo del estatuto que se le otorgue a la ideología. 

Cuando la ideología es iluminada por las ciencias no se aniquila si no que se sitúa  a un nivel radicalmente diferente de la simple opinión. 
 

ESPECIFICIDAD DEL QUE-HACER FILOSÓFICO

“El pensamiento hispanoamericano no es generalmente si no una rapsodia compuesta con motivos y elementos del pensamiento europeo”.José Mariátegui 
 

SITUACIÓN: 

La simple definición etimológica  de la filosofía ya  no es suficiente hoy para indicarnos su especificidad, el contenido y la función del que hacer filosófico  como discurso totalizante, metódico, crítico, sistemático y unilateral sobre la realidad. Dado la pluralidad  de filosofías sólo podemos enseñarles aquellos elementos comunes del que hacer filosófico en cuanto tal.

 

EL ENFOQUE TRADICIONAL DE LA FILOSOFÍA 

Veamos algunos enfoques con que se mira la filosofía tradicionalmente hablando:                                       

Definir la filosofía sin ver los condicionamientos socioculturales de toda reflexión. 

Reducción de la filosofía a su comprensión puramente etimológica o historiográfica. 

El tratamiento ahistórico  de los problemas y los grandes sistemas filosóficos. 

División de los problemas y tratados con una orientación exclusivamente metafísica  de los mismos o en algunos casos todavía con la concepción medieval de la subordinación de la filosofía a la teología. 

Historia de la filosofía extendida  solamente como un catálogo  de sistemas y filósofos, abstraídos de los problemas de su época.  

Lo histórico se reduce a lo biográfico. 

Absolutización de una determinada concepción filosófica  a partir de la cual se juzgan, se critican o se rechazan otras formas de pensamiento. 

El enfoque tradicional de la filosofía se convierte en un adoctrinamiento anacrónico de tesis y problemas que se ven como “inútiles” frente a las condiciones reales de la historia y la sociedad.

DESCRIPCIÓN DEL QUE-HACER FILOSÓFICO 

Veamos cuáles son las características del que-hacer filosófico: 

La filosofía se distingue por ofrecer una visión global, totalizante de la realidad. 

La interpretación de toda la realidad es elaborada de un modo sistemático. 

Ofrece una visión coherente, en el sentido de poder articular las diferentes tesis en una síntesis ordenada y capaz de explicar o tematizar  la realidad. 

Es una visión crítica o pretende serlo en su intencionalidad primaria. Se opone al dogmatismo o autoritarismo. Quiere fundamentos  objetiva  y rigurosamente al pensar. 

Dicha visión es elaborada con  determinados principios o presupuestos que indican el carácter concreto, situado, del filosofar y cómo la misma manera de preguntar condiciona ya las respuestas que obedecen en último término a los puntos de partida. 

La visión es elaborada con un determinado método o forma de plantear y resolver los problemas, pero también como análisis de los mismos métodos de las ciencias particulares. 

Es una visión sistematizada dentro de una determinada perspectiva. Esto significa que toda filosofía es, en primer lugar, hija de su época, y constituyéndose muchas veces en la autoexpresión de una determinada sociedad.      

UTILIDAD-INUTILIDAD DE LA FILOSOFÍA 

Inutilidad De la Filosofía. 

A menudo, la actitud frente a la filosofía, la más generalizada y a la vez el argumento más contundente, consiste en juzgarla como algo inútil, improductivo, carente de significación práctica. Si la filosofía no produce nada, de nada sirve

Con actitudes como la anterior frente a la filosofía se configura cierta imagen  de ella y del filósofo, que podemos sintetizarlas  en una serie de contradicciones aparentes, pero  que no por eso, dejan de producir su efecto; es decir, de aumentar y reforzar el prejuicio de inutilidad y, por ende, el desprestigio de esta actividad fundamental: 

Contradicción entre filosofía y vida real.

Contradicción entre filosofía y problemas prácticos.

Contradicción entre filosofía y practica, acción. 

Los ataques contra la filosofía provienen, normalmente del  “hombre práctico” que exige lo productivo, lo competitivo de la sociedad, el cientificismo y tecnicismo. 

Utilidad de la Filosofía 

El valor de la filosofía hay que ubicarlo en la incidencia directa o indirecta que ella tiene en el campo de la política. Basta con revisar la historia (Platón, Aristóteles, Thomas Hobbes, Locke, Hegel, Marx…) para comprender que la filosofía es siempre política y es intervención teórica dentro de los problemas de su época. 

La filosofía aparece como: 

Una necesidad histórica de un pensamiento autónomo, exclusivamente racional. 

Es un pensamiento crítico frente a la cultura dada. 

Es un indagar acerca del mismo hombre como tentativa de solución del problema vital. 

Su actividad interpretativa, conceptual, surge y se desarrolla dentro de una época y de una sociedad determinada que dan los materiales, las tareas y los problemas de las diversas filosofías. 

Una filosofía fecunda debe permitir el desarrollo de las ciencias, partir  de sus datos y contribuir a un proceso de generalización tal, que permita una cosmovisión cimentada en los datos del instrumental científico. 

La filosofía no es un asunto puramente conceptual; ella desde sus inicios ha querido ser una forma de vida, una especie de sabiduría de la vida, una guía del diario vivir, que le da un sentido y una ubicación histórica del hombre y que le permite por tanto darle un marco tal de diferencia que la persona le encuentre un significado a su vida y a su acción.

 

EL PROYECTO DE UNA FILOSOFÍA EN PERSPECTIVA LATINOAMERICANA 

“La constitución de un pensamiento genuino y  original y su normal desenvolvimiento no podrán alcanzarse sin que se produzca una decisiva transformación de nuestra sociedad mediante la cancelación del subdesarrollo y la dominación”.Augusto Salazar Bondy. 
 

SITUACIÓN: 

Literalmente la expresión  Filosofía Latinoamericana es ambigua, conviene por tanto precisar su intencionalidad, su razón de ser, sus contenidos y sus  perspectivas. Quienes niegan dicha posibilidad al menos deberían imponerse la tarea de pensar la situación y el compromiso de todo intelectual frente a su sociedad. Es obvio que no se trata de latinoamericanizar la filosofía, si no de pensar filosóficamente nuestra situación.

COLONIALISMO Y FILOSOFÍA 

Dice Salvador Reyes (1899-1970. Escritor chileno) “El colonialismo es un hecho múltiple y pertinaz. Se ha manifestado a lo largo de la historia  bajo muy diversas modalidades, puesto que además de su naturaleza práctica, tiene otra: ideológica. Hay agresiones y situaciones colonialistas y también tesis y doctrinas colonialistas”. Historia de las ideas colonialistas. 

Entendemos por colonialismo al sistema o política colonial de expansión territorial en que generalmente se produce subordinación  política, social y cultural del pueblo anexado. A partir de la segunda guerra mundial, cayo en crisis la institución política colonial debido a la oposición de los pueblos dominados, quienes estaban ansiosos de obtener su libertad. Actualmente se encuentran formas de dependencia menos obvias. Es el caso del llamado neocolonialismo que comporta todos los medios, en especial los económicos. 

Las doctrinas colonialistas en  América Latina han tenido un recubrimiento filosófico  al igual que en Europa. Su preocupación ha consistido en ponerle piso filosófico al sojuzgamiento sin atenuantes, de unos hombres por otros. Para disfrazar tal objetivo el colonialismo ha acudido a sucesivas astucias. Podemos citar algunos ejemplos: 

Algunas doctrinas de la antigüedad hablan de hombres que disponen de los servicios de los hombres inferiores.

Cuando aparecen las doctrinas estoicas y el cristianismo que proclaman la igualdad esencial de los seres humanos, el colonialismo se vio obligado a formular sus justificaciones. Al principio argumentaban que las naciones imperiales, conquistaban nuevos pueblos para meterlos al aro religioso y desde allí encaminarlos a la salvación eterna. Luego  se mostraron como los que salvarían a los pueblos sometidos a la barbarie y actualmente los sistemas más poderosos se presentan como los portadores de la clave del mundo futuro por la vía económica y la eficiencia científica.  

A partir  de esta situación nos corresponde plantear la posibilidad de una filosofía distinta en la perspectiva de nuestra situación política. 

CARACTERÍSTICAS DE UNA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA 

Nunca antes habíamos asistido a un cuestionamiento tan radical y global de un tipo de sociedad como la nuestra que se manifiesta como: 

La utopía de una alternativa histórica social. 

La postulación de nuevos tipos de hombre, valores y estructuras que resuelvan de raíz los múltiples conflictos y contradicciones que vivimos. 

La lucha por la liberación  en todos los niveles. 

Ahora bien,  debemos reconocer que la crisis latinoamericana ha sido generada por la percepción objetiva del carácter  dependiente de nuestra estructura. Por tal condición se desprenden tres grandes consecuencias: 

El desarrollo y el subdesarrollo dentro del contexto de expansión occidental  capitalista, son partes de un mismo proceso.

El problema del desarrollo latinoamericano es el de su liberación, el de alcanzar su autodeterminación histórica y estructural que le permita acceder con dinamismo propio y original en el concierto de los pueblos libres. 

En la raíz de nuestra existencia como países “tercermundistas” está un hecho histórico determinante: los procesos colonialistas y neocolonialistas.  

Con estas visiones, vemos pues las características del filosofar Latinoamericano:      

ÁMBITO, RETROSPECTIVA Y PERSPECTIVA DE LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA 

En estos tres términos resumimos la orientación global de esta filosofía propia:  

Ámbito:  

La conquista de la libertad en todas sus dimensiones, sería una filosofía de la liberación. 

Retrospectiva:  

Hará una crítica radical de todos los sistemas y teorías filosóficas, que de algún modo conllevan a justificar la alienación del hombre. Tendrá por lo tanto, en un primer momento, una función desveladora, desmitificadora de muchas doctrinas a partir  de la exigencia de la liberación, esto implica una nueva lectura de toda la filosofía occidental. El segundo momento se refiere a la reapropiación de los elementos culturales indígenas. Se trata de una recuperación de nuestra identidad. 

Perspectiva:  

Una nueva visión  del mundo, del hombre, de la historia, que visualice las exigencias integrales de la liberación. Es tomar un nuevo rumbo no solo en la filosofía si no también en todas las manifestaciones culturales.

FUNCIÓN, RELACIONES Y ORIENTACIÓN DE LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA 

Un discurso sobre la filosofía latinoamericana es ya un discurso político en el sentido de una toma de posición frente a su realidad. Esto introduce la implicación de tres  relaciones básicas en este que-hacer filosófico: 

Relación filosofía – realidad latinoamericana:  

La estrecha cohesión entre filosofía y realidad se deja ver también en los grandes sistemas filosóficos de occidente. Platón y Aristóteles, por ejemplo, elaboraron sus doctrinas tomando en cuenta la realidad. Es la misma tendencia que a de tener la filosofía latinoamericana  

Relación filosofía – ciencias:  

La nueva filosofía debe proporcionar a las ciencias sociales comprometidas, las categorías básicas para una interpretación de nuestra realidad, al mismo tiempo que las ciencias desentrañan los mecanismos, las leyes y estructuras de los lazos objetivos de la dominación. 

Relación Filosofía – política:  

Si el propósito del pensar latinoamericano es la liberación, la relación entre filosofía y política debe adquirir un carácter serio, crítico, una vinculación entre la actividad teórica y la actividad práctica transformadora que desmantele la filosofía dominante o involucrada con la ideología o sistemas dominadores. 

ERRORES Y ORIGINALIDAD DE LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA 

Errores: 

Uno de los caminos erróneos en la búsqueda de una filosofía propia de Latinoamérica es la antinomia Europa-Latinoamérica. Esto provocaría grandes dificultades como lo son: 

El autoctonismo anacrónico, es decir el rechazo total a la otra cultura (que se le ve únicamente como opresora) , que de alguna manera, con sus avances, puede aportar elementos valiosos en nuestra búsqueda y solución.

Presentar las relaciones de dominio y explotación en términos de entorno geográfico-cultural y no desde la perspectiva política. 

Originalidad: 

La originalidad de una filosofía Latinoamericana no está tanto en la elaboración de un sistema doctrinal inédito que pueda competir o parangonarse con los sistemas europeos, sino en su elaboración desde una perspectiva radical, claramente política. El aporte de nuestro filosofar no es por ser en o desde Latinoamérica (punto de vista geográfico), sino desde, y en situación de dependencia y alienación (punto de vista político) que intenta por tanto expresar una visión de las cosas desde el punto de vista de los oprimidos. En síntesis, el aporte cultural filosófico nuestro lo es en la medida en que ofrezcamos las perspectivas de una liberación total que pueda tener incluso influencias en los países dominantes, en cuanto también allí aparece como una realidad la alienación del hombre en todos los niveles. La originalidad de nuestra filosofía consistirá en la implementación política de la liberación, tanto en su ámbito, como en sus contenidos y metodología.

EL PUNTO DE PARTIDA: LA ALIENACIÓN

La categoría constitutiva del hombre latinoamericano, dado el proceso de la dependencia y la estructura neocolonialista, radica en la alienación. Esta categoría originalmente posee un fuerte matiz religioso con carácter  psicológico y lo conserva en forma secularizada aún bajo el lenguaje de Hegel y del joven Marx. Designa teológicamente el proceso de ruptura y distanciamiento con respecto al proyecto original de Dios que implica una distorsión profunda de las relaciones del hombre con su creador, con los demás y con el universo entero. 

Se instaura por lo tanto en la historia una anomalía constante, universal, que afecta la raíz de la condición humana (pecado) y que pide por tanto un recurso (redención) que permita el reencuentro de la unidad original perdida. Sin perder de vista el contenido profundo de dicho simbolismo, la alienación expresa primeramente una situación de postración, en virtud de la cual las potencialidades de una persona no pueden realizarse, iniciándose como contrapartida un proceso de enmascaramiento, una pérdida de identidad y configuración del ser. 

En el plano ontológico, la alienación es problema de identificación, dejar de ser lo que se es, un olvido de la esencia originaria, de las raíces. Tal es la condición del ser del hombre latinoamericano. Un hombre inquieto, en búsqueda de sus raíces, cuya configuración ha sido distorsionada desde fuera por moldes culturales que le han hecho perder su identidad y su razón de ser. 

He aquí la explicación última del imitacionismo carente de un ser que ha sido expropiado y falsificado. Vivimos cotidianamente la máscara de un ser que no es el nuestro, y este fenómeno resulta repugnante y contradictorio. 

Captar de nuevo la experiencia de la originalidad del ser a partir de nuestra realidad histórica a fin de articularla auténticamente con la experiencia de la filosofía europea. Este debe ser el contenido de una ontología que plantea su universalidad a partir de nuestra particularidad. 

La alienación a nivel antropológico e histórico designa el distanciamiento entre la esencia histórica del hombre y sus potencialidades, la distancia entre su verdadero ser y el estado real que impide su desenvolvimiento histórico. 

Esta situación, que sociológicamente explica el problema estructural de la dependencia, indica el proceso de la deshumanización como síntoma de  dicha circunstancia. En esta perspectiva, alienación y libertad se revelan como polos contrapuestos al interior de la historia en cuyo interior se genera un proceso creciente de distorsión.  

Antropológicamente la alienación significa: 

Que el hombre no puede ser lo que es y lo que puede ser (relación con el nivel ontológico). 

Que existe un proceso y una estructura que impida la realización de hombre. Ausencia y negación radical de la libertad. 

El hombre es reducido a cosa, instrumento, es un medio no un fin. 

Reducción del trabajo humano a simple mercancía que se vende y se compra según las leyes implacables de la economía. 

La alienación significa también despersonalización  (masificación). 

La alienación representa consumismo, reducción del hombre al tener como factor absoluto de reconocimiento, prestigio y poder.

La alienación genera manipulación, adormecimiento de la conciencia que logra tratar al hombre como máquina, robot de simples reacciones y respuestas, controlable y programable en función de la manutención férrea del poder. 

Produce estatismo, negación de la capacidad de trascender los hechos y las situaciones, la dictadura de los hechos, el realismo del orden imperante. 

La alienación es anti–historia, negación de la esencia histórica del hombre y sus posibilidades inéditas aún no realizadas.

EL ÁMBITO DE LA PRAXIS 

Durante mucho tiempo se le ha asignado a la filosofía una función exclusivamente interpretativa, teórica, tal como fue configurada en el pensamiento de los filósofos griegos, instaurándose desde esa época una antítesis y un divorcio entre el pensar y el hacer, entre la teoría y la práctica. 

La revalorarización de la praxis incluye todo un proceso histórico íntimamente ligado al papel creciente de las ciencias en la vida humana, de tal manera que el trabajo y la economía implican para la filosofía una reorientación decisiva de su misma función y contenido con respecto a la praxis. Dicha orientación se fundamenta en los siguientes principios derivados de una filosofía de la praxis: 

El modo específico como el hombre subsiste no es adaptándose si no transformando la realidad. 

Dicho proceso es fundamentalmente socio–histórico. Es acción objetiva, material, transformante. 

Tal praxis condiciona a la misma sociedad y a la historia  en cuanto la  práctica – productiva – determina los demás aspectos de la cultura, incluido el proceso teórico y en consecuencia de le misma filosofía.

A Partir de la praxis se replantea el problema epistemológico. El hombre va descubriendo poco a poco las leyes de la naturaleza, de una manera que dicha acción se constituye además en una instancia privilegiada tanto del conocer como del criterio de verdad. 

La praxis humana es radicalmente consciente, esta determinada por fines y objetivos, representa una práctica universal. 

La praxis es total, abarca no solo el trabajo sino el conjunto de las actividades sociales del hombre (ciencia, política, cultura). 

La praxis se revela como el ámbito privilegiado de la relación entre teoría y práctica en cuanto se implican necesariamente. 

El carácter prático-transformador del hombre y la mediación necesaria de la acción como forma de realización del mismo hombre como ser  dinámico, constituye el fundamento antropológico de la praxis.

 

ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA LATINOAMERICANA

LA ANTROPOLOGÍA DE LA ALTERIDAD 

“La situación concreta de Latinoamérica  exige y posibilita una nueva reflexión sobre el hombre lejos de los moldes clásicos y sobre todo, del subjetivismo propio de la modernidad, fundamento último del proceso de expansión y colonización”. (Jaime Rubio. Antropología filosófica). 

La reflexión filosófica latinoamericana ha pretendido replantear en sus fundamentos algunos de los pilares del pensamiento antropológico presentado desde antiguo y hasta la modernidad por los filósofos de la tradición occidental. 

La nueva antropología y la nueva concepción filosófica de la historia constituyen quizás los aspectos más importantes de la reflexión filosófica latinoamericana y son, a su vez, los criterios que fundamentan una nueva visión de los valores, de la cultura, de la política, de la sociedad; etc.  

La pregunta ahora es ¿cuáles son los fundamentos de la nueva antropología en perspectiva latinoamericana? Sabemos por definición que la antropología filosófica es una rama de la filosofía que se preocupa del estudio del hombre como hombre. Desde la ontología se entiende por antropología filosófica el pensamiento que piensa el hombre en su particularidad de ser y de existir. 

Esta forma clásica de entender la antropología parece no ser discutida por la perspectiva latinoamericana. Sin embargo, la antropología latinoamericana no está del lado de la visión esencialista y abstracta del hombre sino más bien su simpatía está por la pluridimensionalidad, por la multiplicidad de perspectivas antropológicas resultantes de las perspectivas de considerar al hombre desde su situación concreta, desde su contexto

En efecto, durante muchos siglos la antropología filosófica se preocupó únicamente de la esencia del hombre, del propio constitutivo del hombre universal, y éste se puso en la razón, o en el alma, en su imagen de Dios. 

Después de Hegel el tema del hombre adquirió una nueva dimensión; se comenzó a reflexionar sobre el hombre concreto, real; el hombre de la calle, de carne y sangre, que tiene problemas, inquietudes. Se estudia al hombre como ciudadano y trabajador al hombre existente, al que vive enfrentado a la nada y a la muerte.  

América Latina solicita una reflexión contextualizada del hombre latinoamericano, que tenga en cuenta su situación de opresión y sus ansias de libertad; esto es, una antropología filosófica a partir del contexto cultural e histórico, que reflexione sobre el ser hombre latinoamericano “aquí” y “ahora”, en su realidad. 

La propuesta de la antropología filosófica latinoamericana estriba en un humanismo de la alteridad. En efecto, sólo un humanismo que sea capaz de reconocer al otro como iguales y diferente es auténtico. El humanismo griego, por ejemplo, fue realmente un antihumanismo para los pueblos bárbaros y para los propios griegos esclavos quienes por su situación no eran considerados ciudadanos. 

El humanismo latinoamericano de la alteridad es un humanismo universal que critica y contradice de manera abierta el humanismo predicado y practicado en primera instancia por los conquistadores de nuestras tierras quienes, bajo el pretexto de traernos la salvación del alma y la riqueza cultural, conquistaron nuestras pertenencias materiales y violaron nuestros derechos más elementales. Esta crítica también se extiende al pragmatismo y al utilitarismo norteamericano. 

Ahora bien, los pilares más significativos en los que se sostiene la antropología de la alteridad son:

LA DIMENSIÓN ERÓTICA 

La desfiguración erótica es uno de los factores que tiene oprimido al hombre latinoamericano. 

“La injusticia o perversión en el nivel erótico, hoy, es el uxoricidio o muerte de la mujer en una sociedad donde reina la ideología machista, masculinista, falocrática. Laerótica describe la relación varón-mujer. No confundiremos nunca al hombre (especie) con el varón (hombre de sexo masculino) y con mujer (hombre de sexo femenino)”, (Enrique Dussel. Filosofía de la liberación). 

La antropología de la alteridad que busca la liberación del “otro” contempla que la erótica pertenece al ser del hombre concreto que es sexuado. La erótica es un contexto del hombre que lo coloca en una situación muy determinada: La sexualidad. La perversión erótica conlleva necesariamente la opresión del hombre porque separa y enfrenta, crea un clasismo erótico, una lucha de clases eróticas, donde hay agresor y agredido que produce alienación del hombre por el hombre. 

Por su parte, la autenticidad erótica crea y recrea a la persona; facilita el encuentro interpersonal y establece la dignidad del hombre. 

LA DIMENSIÓN ECONÓMICA 

“La economía es la parte de la filosofía que piensa la relación práctico-productiva, la relación del hombre-el otro mediado por el producto de la relación hombre-naturaleza…la economía es entonces la relación del ámbito práctico con el productivo…Es la economía alguien vende, compra, roba algo a alguien. El primer alguien es el punto de partida de la economía, el sujeto económico; el algo es el producto de un trabajo; el otro es el término de la relación práctica, ahora económica”. (Enrique Dussel. Filosofía de la liberación). 

El tema de la liberación económica del “otro” es también  un ingrediente fundamental de la propuesta antropológica latinoamericana. La economía pertenece al contexto humano, al ser del hombre. 

“Es necesario investigar mucho para descubrir la naturaleza de nuestro sistema económico, capitalista-dependiente. Pertenecemos a una sociedad dependiente de otras sociedades y nuestro subdesarrollo es condición para el desarrollo de quienes nos oprimen…Esto hace que en América Latina se plantee un doble problema: la necesidad de una verdadera democracia política y, consiguientemente, la instauración de una democracia económica”. (Jaime Rubio. Antropología filosófica). 

LA DIMENSIÓN POLÍTICA 

“la liberación política del hombre es de por sí la más compleja de estudiar. Esta complejidad radica en la naturaleza misma de lo político, es decir, en las relaciones que se establecen dentro de lo que podemos denominar el ámbito de “lo político”…cuya esencia la constituyen las relaciones: amigo-enemigo, público-privado, mando-obediencia”. (Jaime Rubio. Antropología filosófica). 

Podríamos sintetizar esta propuesta de liberación de “lo político” mencionando los siguientes aspectos: 

Se propone una liberación de “lo político” y no una eliminación de las relaciones políticas.

La esencia de “lo político” se manifiesta como relación de mando-obediencia, amigo-enemigo, público-privado. 

Las anteriores relaciones son, en su conjunto, una relación metafísica que se realiza a partir de la epifanía (manifestación) del otro, de su mirada, de su palabra. La intercomunicación se realiza entre iguales, entre términos absolutos que no se igualan ni se identifican dentro de una totalidad. 

La relación metafísica con el otro no sigue las pautas del comercio o la guerra. 

La guerra, como la paz, suponen elementos estructurados de otra manera y no como partes de la totalidad. La paz sin alteridad no existe, y sin la violencia justa que abre la totalidad cerrada e injusta no hay alteridad auténtica. 

El anterior deseo requiere un replanteamiento de la subjetividad que es apertura y que puede tener muchos sentidos relacionados con la intencionalidad. 

Pero la apertura también puede significar vulnerabilidad hacia las necesidades del otro, misericordia. Esta relación, que se basa en la vulnerabilidad, puede ser llamada amor-de-justicia hacia el otro: Ética de Paz. 

Frente al problema de la violencia se propone la opción política de la no-violencia, situándola como núcleo profético de cualquier acción política. 

De otra parte, se dice que en América Latina se encuentra un pueblo desorganizado, sin Ethos, incapaz de tomar decisiones, es decir, de constituirse en Estado. Por el contrario, el proyecto político del pueblo ha de ser el resultado de esa experiencia, expresión de una voluntad que se halla identificada con la realidad de su efectivo poder. 

Según Jaime Rubio, así nos acercamos a la liberación del Estado, no como sistema totalizador, sino como expresión de la organización de un pueblo y de su capacidad decisional. La liberación se alcanzará cuando el pueblo y su Estado mediaticen el amor-de-justicia en proyectos nacionales al servicio del pueblo en trance de liberación. 

Las tres dimensiones aquí mencionadas, no son las únicas reconocidas por el pensamiento antropológico latinoamericano, pero según sus pensadores, éstas requieren de un tratamiento más inmediato en América Latina.

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