¿QUÉ ES EL ANARQUISMO?

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CUARTA PARTE

 

 

EL ANARQUISMO MILITANTE

Una historia del anarquismo es inseparable de la historia de todas las evoluciones progresivas y de la eterna aspiración humana hada la libertad.

Max Nettlau

 

 

A)    DEFINICIÓN PRELIMINAR

Aunque las verdaderas esencias del ideal anarquista extienden sus raíces en las profundidades más lejanas de la historia, como hemos intentado señalar en páginas anteriores, y numerosos movimientos de rebeldía que se han sucedido también en el decurso de toda la historia han manifestado acusados contenidos anárquicos, el movimiento anarquista específicamente considerado como organización más o menos amplia y coordinada no se manifestó realmente hasta la aparición de Miguel Bakunin en las luchas sociales. Ni el socialismo primitivo con Fourier, Owen, Saint-Simon e incluso Proudhon, ni las sociedades gremiales y obreras anteriores a la Asociación Internacional de los Trabajadores, creada en 1864, pueden tenerse en cuenta como movimientos anarquistas propiamente dichos.

Cuando Bakunin organizó la Alianza y se afilió a la Asociación Internacional de los Trabajadores, coordinando el ala antiautoritaria de esta organización, nació el movimiento anarquista tal y como actualmente lo entendemos.

En diversos países surgieron agrupaciones anarquistas, casi siempre estrechamente ligadas al movimiento obrero, que trataron de organizarse nacional e internacionalmente. En algunos lugares fueron amplias agrupaciones obreras que adoptaron el anarquismo como ideal de lucha inmediata y basamento para edificar la nueva sociedad, en otros se redujo a grupos más o menos numerosos específicamente anarquistas, y en otros más el anarquismo se manifestó por ciertas personalidades destacadas en alguna de las ramas del saber. Pero en cualquiera de las formas, desde la creación de la Primera Internacional ya comenzó el anarquismo a hacer historia como movimiento.

Max Nettlau fue el Herodoto de la anarquía

Hay una respetable bibliografía sobre la historia de la ANARQUÍA. Algunos ensayos más o menos fugaces sobre la historia general de este movimiento, que son como resúmenes globales, completan en cierto modo las numerosas monografías que se han escrito sobre lo que ha sido el anarquismo como actividad social organizada en determinados países, pero, hasta hoy, sólo la obra de Max Nettlau, en gran parte inédita aún, puede considerarse como una verdadera historia detallada y concienzuda de la ANARQUÍA como movimiento y como idea. Algunos historiadores, poco simpatizantes con este ideal, han puesto especial interés en destacar los aspectos más negativos o pintorescos del anarquismo, y otros, más honrados y objetivos, se han limitado a registrar las facetas más destacadas o heroicas y apologar las figuras más sobresalientes en las teorías o las luchas. Con todo, el panorama general de la historia del anarquismo se encuentra muy disperso si no se considera la obra de Nettlau. Cuando se haya terminado de publicar la obra de este “Herodoto de la ANARQUÍA” se dispondrá entonces de una gran historia de un gran ideal.

Nosotros trataremos de realizar sobre esta historia una breve excursión que puede ofrecer un panorama general, aunque no exhaustivo, pues la índole de esta obra no lo permite ni nosotros podríamos intentar ni siquiera remedar a Max NettIau.

 

 

El medio global

Cuando el anarquismo nació como movimiento propiamente dicho debido al resultado de los impulsos de Bakunin y sus amigos, las condiciones generales del pensamiento y la vida social eran propicias, como sucede casi siempre con los acontecimientos importantes de la historia. Cuando se fundó la Asociación Internacional de los Trabajadores se estaba forjando el gran proletariado como consecuencia de la expansión industrial y el surgimiento de las grandes factorías. Este gran proletariado aún estaba ayuno de ideales y de orientación para la lucha diaria contra todos los factores que tendían a someterlo y explotarlo. De ahí la necesidad de llenar estas lagunas indicando ideales manumisores y elaborando normas para la acción en aquella lucha que se avizoraba cruel y sin cuartel. Y eso es lo que hicieron Bakunin y sus amigos, impregnando aquellos ideales que proponían de las corrientes más avanzadas del pensamiento de su época. Con una lógica admirable compatibilizaron el pensar y el hacer en un cuerpo de doctrina (ya que, en definitiva, eso es el anarquismo) que recogió los más sublimes anhelos humanos de todas las épocas.

Era entonces la época en que el liberalismo alcanzaba su cénit, debilitándose sensiblemente las concepciones absolutistas del Estado, ante los embates de Proudhon a la par que el proletariado adquiría consciencia de su rol como factor primordial en el desarrollo económico, circunstancias eminentemente propicias para propugnar multitudinariamente la abolición definitiva del Estado y el paso de la economía a manos de los productores. Y en esas circunstancias nació el anarquismo como movimiento.

Cierto es que también se gestaron entonces otros movimientos sociales que no eran anarquistas, pero hubieron de abrazar, aunque fuera hipócritamente, los postulados del anarquismo para acoplarse a los anhelos más destacados del momento histórico. Por ello el marxismo prometió como punto final de su carrera una sociedad sin Estado y el traspaso inmediato de la economía a manos del proletariado mediante su dictadura. Falacias marxistas que han tenido la virtud de trastrocar todo el normal discurrir de la historia, torciendo las revoluciones que se han venido sucediendo desde entonces.

Y tomando como plataforma la enorme eclosión de conocimientos científicos de que el hombre podía disfrutar ya en la segunda mitad del siglo pasado, el anarquismo cimentó sus concepciones hasta convertirlas en una verdadera filosofía que valorizaba una nueva moral, mucho más acorde con esos anhelos de libertad, justicia y dignidad que la humanidad ha manifestado desde siempre.

Era entonces también el momento histórico en el que las multitudes adquirían consciencia de las aberraciones e injusticias sobre las que está edificada la sociedad, por lo que las duras críticas anarquistas a la sociedad actual fueron siempre oportunas y propicias para cultivar los fermentos revolucionarios que habrían de derruir los podridos estamentos de las sociedades presentes.

Por todas esas razones los movimientos revolucionarios y obreros de las últimas décadas del siglo pasado y primeras de éste estuvieron fuertemente influidos por el anarquismo.

El anarquismo como movimiento surgió en el momento adecuado

No es osado afirmar, pues, que el anarquismo como movimiento surgió en el momento histórico realmente adecuado, lo que Bakunin y sus amigos trataron de aprovechar para llevar sus ideales al seno de las organizaciones existentes y fundar nuevas organizaciones que fuesen la expresión genuina del pensamiento y la acción anarquistas.

Bakunin trató de que la Internacional abrazara de manera integral los ideales del anarquismo. Sus encuentros con Marx tuvieron ese origen. Consideraba Bakunin que el anarquismo representa el ideal genuino de las grandes multitudes revolucionarias, y las organizaciones obreras afiliadas a la Internacional tenían en principio ese carácter, por lo que aquellos anhelos de Bakunin no representaban una sumisión de aquellas multitudes a unos ideales postizos, sino que éstos representaban la interpretación genuina de aquellas inquietudes revolucionarias que se manifestaban por el simple hecho de la afiliación a la Internacional. Fracasó Bakunln en aquellos intentos a la par que la Asociación Internacional de los Trabajadores fue decayendo hasta morir en las manos de Marx y su cuadrilla. Empero aquellos iniciadores ya supieron formar un movimiento vigoroso que continuó existiendo en el seno de la propia Internacional mientras vivió, y al margen, de la misma con la Alianza de la Democracia Socialista, a la que se integraron personalidades y organizaciones que asimilaban con avidez los ideales del anarquismo.

Las agrupaciones obreras suizas (la célebre Federación del Jura), francesas, españolas, italianas y otras (americanas incluso), designadas como el ala antiautoritaria de la Internacional, formaron los primeros conglomerados proletarios que adoptaron como estandarte los postulados del anarquismo. Como fuerza impulsora y dinámica de esas organizaciones y movimientos se destacaron ya entonces grandes figuras en diversos países propiciando los verdaderos gérmenes del movimiento anarquista internacional, constituyendo el primer equipo (admirable equipo) del anarquismo militante.

En las siguientes páginas de este capítulo trataremos de reflejar, aunque sea velozmente, algunos de los frutos que el esfuerzo de aquellos militantes primeros produjo por diversas latitudes del planeta.

La guerra social consume innumerables vidas, agota los mejores cerebros, pero sus episodios son los más asombrosos. No se trata de vidas paralelas, ni de Césares o Alejandros. Millones de héroes de carne y hueso pueblan y se mueren en la Tierra, bajo el mismo signo y con igual sentido, rumbo hacia el porvenir…

La verdadera historia para el pensamiento moderno está en los movimientos sociales de nuestros días. La historia no tiene relación alguna con parlamentos, gobiernos, leyes, etc., sino con el mundo del trabajo y el rumbo revolucionario. Aquí está el martirologio más emocionante y espantoso. El cristianismo queda empequeñecido frente al movimiento social de los siglos XIX y XX. Cuán ridícula es la criminalidad de los Nerones que incendiaron Roma, y Vespasianos que persiguieron creyentes, frente a los dictadores o al capital moderno que mandan millones de hombres a las catástrofes o dejan morir a pueblos enteros de hambre y desesperación.

La historia del terror blanco en el mundo sólo puede ser explicada por la muerte de un régimen entero que culmina en las dictaduras, como esfuerzo de la “contrarrevolución preventiva”.

Dr. Juan Lazarte

 

 

B)   EL ANARQUISMO EN AMÉRICA

Una historia debidamente documentada del anarquismo como movimiento requeriría muchos tomos (como es la obra de Nettlau), algunos de los cuales habrían de ocuparse sobre las peculiaridades, significación e intensidad del movimiento anarquista y anarcosindicalista en el continente americano. Sobre ello ya se han hecho algunos ensayos parciales, tanto por militantes muy calificados -Diego Abad de Santillán y otros- como por historiadores sociales que no han militado en las filas del anarquismo. Pero nosotros no nos proponemos realizar una historia detallada ni las características de esta obra lo permiten, ya que el objetivo esencial de la misma es ofrecer un idea general, aunque en algunos aspectos un tanto detallada, de la que es y representa el anarquismo. Por ello nos vemos forzados a reseñar de manera veloz lo que ha sido y es el movimiento anarquista en América, aunque en contados casos nos entretengamos en detalles que consideramos interesantes.

Aunque una verdadera historia del anarquismo en América aún no se ha escrito, quien se interese sobre el tema puede encontrar bastante material en la abundante bibliografía anarquista actual en diversos idiomas.

En el continente americano las ideas libertarias y sus concepciones revolucionarias tienen sus raíces propias, derivadas de las aspiraciones liberales insufladas por la Revolución Francesa y que hallaron su eclosión en las luchas por la independencia y contra los imperios europeos. Un gran número de pensadores, escritores y hombres de acción, no se contentaron con tamaña empresa que fue la de liberarse del yugo económico y esclavizador de la vieja Europa, y continuaron combatiendo por transformar las concepciones sociales en curso, enfrentándose con los nuevos tiranos y explotadores. Esta segunda etapa encaja con el aporte de los ideales de la Primera Internacional, con su sentido organizativo y con sus métodos de acción directa, que inspiraron coraje y una nueva visión a los amantes de la libertad y a los trabajadores que ya iban tomando consciencia de su condición y de su fuerza.

En la segunda mitad del siglo XX llegaron a América las ideas anarquistas

Por el 1870 llegaron al continente americano los primeros internacionalistas, pero sus ideas habían ya cruzado los mares y hallaron terreno propicio a su desarrollo y extensión. Existían ciertas formas de organización cultural y de resistencia. Los chispazos en algunas mentes, y las ideas tuvieron acogida más inmediata que las corrientes marxistas y del reformismo. Las ideas anarquistas entraron en las universidades y se infiltraron en todas las clases sociales. Su naturaleza humanista las hizo asequibles a los seres sensibles al sentido de justicia. Así se explica el que de las universidades y clases acomodadas de América hayan surgido esclarecidos militantes. Pueden citarse entre otros muchos a Alberto Ghiraldo y Rodolfo González Pacheco en Argentina; Rojas en Chile; Manuel González Prada en Perú; Neno Vasco y J. Oiticica en Brasil; los hermanos Flores Magón y Práxedes Guerrero en México; Voltairine de Cleyre en Estados Unidos, etc…. De las clases trabajadoras influidas por las ideas anarquistas surgieron muchos militantes capacitados inspirados en las ideas de la A. I. T.

El resurgir de las secciones de la A. I. T. en el nuevo continente hizo posible la constitución de la Asociación Continental Americana del Trabajo, con la  representación de 12 países en mayo de 1929, en Buenos Aires.

La influencia da los ideales del anarquismo en esa organización continental se patentizan bien claramente en sus propios estatutos.

«“DECLARACION DE PRINCIPIOS DE LA ASOCIACION CONTINENTAL AMERICANA DE LOS TRABAJADORES, ADOPTADA EN SU CONGRESO CONSTITUYENTE EN BUENOS Al RES, 1929”

 

Declaraciones generales

Organización social. Dos son los caminos propuestos por los movimientos proletarios y socialistas para superar la situación presente: la conquista del Estado, para operar la transformación política de la sociedad por medio de decretos, y la organización de la vida económica sobre la base del trabajo de todos y de cada uno. La primera solución pretende realizar la nueva organización social de arriba abajo: la segunda aspira a hacerse de abajo a arriba: una tiene por norma de conducta la autoridad, la otra la libertad”.

“La Asociación Continental Americana de los Trabajadores, que recoge las: experiencias del último siglo de luchas y que tiene en cuenta las enseñanzas de la realidad y de la vida, repudia la conquista del Estado político como medio de emancipación proletaria y concentra todas sus esperanzas en la organización del trabajo sobre las piedras angulares de su libertad, de su utilidad y de su solidaridad”.

“En consecuencia, aspira a un régimen social en donde el trabajo será la base y la garantía de libertad y de justicia para todos”.

Abolición del Estado. Un régimen social basado en el trabajo común de las asociaciones libres, excluye el Estado, que ha sido siempre instrumento de dominación de una casta o clase parasitaria en detrimento de la masa productora y que pierde su razón de ser cuando la nivelación económica, la expropiación de los expropiadores, ha establecido la igualdad de todos los seres humanos ante la vida, ante los instrumentos de trabajo y ante el disfrute de los productos”.

La Asociación Continental Americana de los Trabajadores

“La Asociación Continental Americana de los Trabajadores, como intérprete de los intereses de los que producen y no de los explotadores del trabajo y beneficiarios de la producción ajena, quiere una sociedad de libres y de iguales, por lo tanto una sociedad anarquista”.

Supresión de monopolios. El capitalismo, que es la forma económica más injusta que se pueda imaginar, y no siempre la más renditiva y provechosa desde el punto de vista de la producción misma, tiene sus más profundas raíces en el reconocimiento y la defensa de la propiedad monopolista, exclusiva, hereditaria”.

“La A. C. A. de los Trabajadores rechaza todo concepto de monopolio en el usufructo de las riquezas sociales y reivindica el derecho pleno de la humanidad presente y futura a beneficiarse por igual, según las necesidades, de los bienes de la naturaleza y del trabajo del hombre. Sin reconocer una forma especial de organización de las futuras relaciones económicas, recomienda el comunismo como aquella condición que promete una más amplia garantía de bienestar social y de libertad individual”.

El hombre libre en la sociedad libre. Para el capitalismo y el estatismo dominantes, el ideal consiste en la esclavización y la opresión crecientes de las grandes masas en beneficio de las minorías privilegiadas del monopolio. La A. C A. T. tiene por ideal supremo al hombre libre en la sociedad libre, y propaga su realización mediante la supresión revolucionaria del aparato estatal y de la organización económica capitalista simultáneamente, en la convicción de que la abolición del uno y el mantenimiento del otro conducirá irremisiblemente como lo ha señalado ya la experiencia, a la restauración del orden de cosas que se había querido destruir”.

“El socialismo libertario no puede ser realizado más que por la revolución social. En consecuencia, los trabajadores revolucionarios deben prepararse intelectual y prácticamente en el sentido de tomar posesión de los medios de producción, distribución y transporte a su alcance para utilizarlos automáticamente al día, siguiente de la revolución, así como elaborar los medios de relación entre los diversos grupos de producción, o de lugar, sin que esto marque una única forma de convivencia revolucionaria, y siempre que se salven los principios fundamentales enunciados en nuestra finalidad”.

 

Medios de lucha

 "1º.        El objeto de la organización obrera consiste en asociar a todos los asalariados para la lucha contra la clase explotadora de acuerdo con el lema de la Primera Internacional: “La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos”.

 "2º.        Para que sea posible llegar a este objetivo, los métodos de acción deben estar en concordancia con la doctrina revolucionaria. De ahí que sean las prácticas de lucha de la A. C. A. T. Y de las organizaciones que la integran, la huelga parcial y general, el sabotaje y el boicot en los casos en que sea necesario practicar la solidaridad más allá de los respectivos planos nacionales.

 "3º.        Se rechaza el arbitraje oficial y las intervenciones oficiosas para el arreglo de las controversias entre el capital y el trabajo. En consecuencia, será combatida la política de la colaboración de clases, comprometiéndose incluso las organizaciones obreras firmantes de este pacto solidario a combatir los proyectos legislativos que, en los respectivos países, tiendan a convertir en obligatoria la intervención del Estado en las huelgas y otros conflictos sociales”.

 "4º.        La base de las organizaciones obreras libertarias es el federalismo. Los individuos se asocian voluntariamente en el sindicato, los sindicatos forman las federaciones y el conjunto constituye el organismo nacional. De abajo arriba se establece la unión del proletariado, conservando tanto el individuo como el grupo asociado su autonomía dentro de la Internacional de los Trabajadores”.

“Las organizaciones por oficio o por rama industrial u organizaciones por fábricas en las modernas empresas racionalizadas, deben quedar libradas a la mejor utilidad reconocida por los interesados. El federalismo es una concepción organizativa en línea convergente que no se destruye siempre que se obtenga la relación de intereses en el plano de la inmediata concesión de una fábrica, de un pueblo, de una región, teniendo en cuenta que el hombre se debe a sí mismo, al medio ambiente en que vive como ente social y después a su oficio como productor”.

 "5º.        La Asociación Continental Americana de los Trabajadores se declara adversaria de toda política y rechaza todo compromiso o alianza con los partidos que aceptan la colaboración de clases y con los sectores sindicales que actúan en la esfera del Estado, sean parlamentarios o dictatoriales”.

 "6º.        La A. C. A. T. manifiesta su simpatía a todo ensayo proletario revolucionario para lo consecución de su emancipación política, económica y social     completa por medio de la insurrección armada”.

La A. C. A. T. recomiendo el comunismo anárquico

 "7º.        Como aspiración del futuro, la A. C. A. T. recomienda el comunismo anárquico, entendiendo que la propaganda de las ideas filosóficas del anarquismo y prácticamente en el sentido de tomar posesión de los medios de producción, distribución y transporte debe ser la preocupación constante de todos los revolucionarios que aspiran a suprimir, con la tiranía económica del capitalismo, la tiranía política y jurídica del Estado”.

 

Fines inmediatos

“Sin renunciar a sus objetivos generales, al contrario, como un medio eficaz de acelerar su realización, la A. C. A. T. propaga los siguientes fines inmediatos:”

Obtención de más altos salarios, es decir, de una mayor participación de los, trabajadores en los resultados de la producción”.

Reducción de la jornada de trabajo”.

Defensa de las conquistas sociales, económicas y morales con todos los medios de la acción directa revolucionaria que no contradicen los elevados fines perseguidos”.

La lucha incesante contra el militarismo y la guerra, por la propaganda del boicot a la industria de los armamentos, de la negativa individual y colectiva a servir en el ejército, del desprestigio moral del oficio militar y de la huelga general revolucionaria y el sabotaje en caso de guerra”.

Desconocimiento de las barreras artificiosas de las nacionalidades estatales y proclamación de la patria universal del trabajo y de la comunidad de intereses de los trabajadores del mundo entero”.

Divulgación y afirmación de una mentalidad libertaria y de producción consciente como condición previa de una transformación social promisora”.

Ejercicio constante de la solidaridad en favor de las víctimas de la lucha revolucionaria contra el capitalismo y el Estado”.

Estímulo y apoyo a todas las corrientes y movimientos sociales y de cultura que, aun sin coincidir con nosotros en los objetivos finales enteramente, con su acción y propaganda contribuyen a debilitar los puntales del autoritarismo político y del privilegio económico, sin abandonar nunca la propia cohesión interna ni perder de vista las finalidades que singularizan el movimiento libertador del trabajo”».

La propia creación de la A. C. A. T. respondía a la necesidad de coordinación de las actividades de diversos organismos nacidos en casi todo el continente desde décadas anteriores. Al propio tiempo que en los medios intelectuales del liberalismo encontraban eco las ideas generales del socialismo, y con ellas el anarquismo, las agrupaciones obreras se iban transformando de organismos de mutualismo y resistencia en verdaderos sindicatos anarcosindicalistas, como se podrá comprobar a través del rápido bosquejo que sigue.

 

 

ARGENTINA

Sea por la lejanía que los separa de Europa, sus fabulosas riquezas de fácil explotación u otras razones que no es posible detallar aquí, los países del Plata ejercieron desde tiempos lejanos gran atracción en los medios europeos andariegos sedientos de aventuras. Y desde lejanos tiempos, en sus playas desembarcaron aventureros ávidos de riqueza y de poder, como idealistas intrépidos, sedientos de libertad y de justicia. Debido a ello el dominio español en el Plata vivió sobre un volcán de insurrecciones, y el movimiento revolucionario por la independencia estalló con tales bríos que el ejército real salvó su vida retirándose de prisa hasta el alto Perú. Debido a tal empuje subversivo la revolución por la independencia tuvo proyecciones futuras que favorecieron a los movimientos sociales que se oponen a la tiranía y la explotación, y a ello se debió la - buena acogida- que allí tuvieron las ideas propagadas por los anarquistas y los militantes que allí las divulgaron y organizaron las secciones de la A. I. T.

Los inicios del anarquismo en Argentina

La primera vez que en Argentina se comenzó a designar como anarquista a ciertas personas fue en los azarosos primeros años de la independencia nacional, cuando el Poder Ejecutivo, concentrado en una sola persona con el título de Director Supremo de las Provincias Unidas, llamó “anarquistas del litoral” a Francisco Ramírez y Estanislao López, cuando en realidad se trataba de caudillos partidarios de las autonomías provinciales, que seguían la posición federalista proclamada por José Artigas y rechazada por las autoridades directoriales.

Hasta después de la mitad inicial del siglo XIX, la ANARQUÍA fue, para el común de las gentes, símbolo de destrucción, de ruina y de espanto. Por ello, cuando arribaron a la Argentina los militantes libertarios que huían de Francia, Italia y España, perseguidos por difundir los ideales de la Asociación Internacional de los Trabajadores y levantar el estandarte de la ANARQUÍA, encontraron un ambiente negativo y el múltiple obstáculo que les oponían el Estado, la oligarquía, el clero y la ignorancia popular. Por ello son más dignos de apreciar los méritos de aquellos luchadores que no cejaron en la batalla por la difusión de sus ideas y las luchas contra la acendrada explotación de la época.

En 1878, por primera vez en la historia del movimiento sindical argentino, los tipógrafos se declararon en huelga, utilizando ese método de lucha para obtener mejoras en sus condiciones de trabajo; después fueron los zapateros, carpinteros, ferroviarios, dependientes, panaderos, ebanistas, albañiles, y otros, y aunque la burguesía y el Estado, alentados por toda la reacción, trataron de atajarlo por todos los medios, el movimiento iba siendo incontenible y su manifestación desbordaba en sindicatos, periódicos, folletos, libros, conferencias y todo tipo de aspectos de una lucha, con fuerte sabor anarquista.

Primeras publicaciones obreras y anarquistas en Argentina

En cuanto se refiere a las publicaciones, en 1877 ya se publicaba “EI Socialista”, en 1878 apareció “La luz”, en 1879 salió a la calle “Una Idea”, “La Voz del Obrero” y “La Vanguardia” órgano de la sociedad revolucionaría del mismo nombre, fundada por los anarquistas militantes del ala antiautoritaria de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Además también apareció ese mismo año “EI Descamisado”. En 1880 salió a la luz “La ANARQUÍA”.

En 1880 llegó a la Argentina Héctor Mattei, italiano discípulo de Malatesta y Cafiero, ya militante de la Internacional, que continuó su militancia en Buenos Aires, dando un fuerte impulso al movimiento libertario. El mismo trazó el siguiente cuadro sobre el movimiento anarquista en Argentina en los años 1884-1887: “... en el mes de junio de 1884, los obreros Marine Garbacio, panadero (que falleció en el año 1885); Miguel Fazzi, ebanista; Washington Morzaratti, grabador, y otros catorce compañeros constituyeren un círculo comunista anarquista, declarándose sección de la Asociación Internacional de los Trabajadores, con el fin de discutir la cuestión social y hacer propaganda por medio de la distribución gratuita de los periódicos “La Questione Sociale”, que publicaban en Florencia Errico Malatesta y otros compañeros; “II Paria” que editaban algunos compañeros en Ancona, y “La Révolte”, de París. La propaganda fue más intensa cuando después de dos o tres meses de la llegada a Buenos Aires (en febrero de 1885) de Malatesta, se constituyó con gran entusiasmo un Círculo de Estudios Sociales, sito en la calle Bartolemé Mitre 1375, en el cual Malatesta y otros compañeros dieron las primeras conferencias públicas sobre anarquismo, publicándose entonces en italiano “La Questione Sociale”. En los años sucesivos se constituyeron otros círculos y clubes, algunos anarquistas y otros de estudios sociales”.

Malatesta permaneció en Argentina desde 1885 hasta 1889 y durante todo ese tiempo desplegó intensa actividad y ejerció preponderante influencia en la fundación de entidades obreras orientadas por los principios de la Internacional y la aparición de diversas publicaciones con la misma orientación.

En mayo de 1890 apareció el periódico “EI Perseguido”, que fue, sin duda, el órgano anarquista más importante del periodo 1890-1896. Lo fundaron una docena de anarquistas españoles del grupo Los Desheredados. Se publicaron más de cien números y ejerció considerable influencia sobre la actividad sindical.

En 1896 apareció “EI Oprimido”, periódico fundado por el doctor Juan Creaghe, médico irlandés, quien ya había publicado en su país The Sheffield Anarchist. Por la misma época aparecieron varios periódicos de vida efímera, como “La Miseria”, “La Voz de la Mujer”, “La Revolución Social”, “Ni Dios ni Amo”, “La Libre Iniciativa”, “La Fuerza de la Razón” y varios más.

Una fecha muy importante para el anarquismo en la Argentina significa, sin duda alguna, la aparición del periódico “La Protesta Humana”, cuya primer número salió el 13 de junio de 1897. Fue creado este periódico por un núcleo de obreros militantes de diversos gremios: carpinteros, panaderos y otros. Su primer director fue Inglan Lafarga, un ebanista catalán. Coincidió la aparición de “La Protesta Humana” con la llegada a Buenos Aires de Jesé Prat, el conocido y veterano militante español, que venía huyendo de Barcelona, y aunque regresó pronto a España, durante su estancia en Buenos Aires hizo que el nuevo periódico fuera un órgano muy interesante con sus traducciones del francés y sus artículos originales.

También, gracias a, la colaboración de José Prat, aparecieron en Buenos Aires bastantes folletos y libros, como Psicología del socialista anarquista, de H. Hamón.

Según Diego Abad de Santillán, “EI objetivo principal de «La Protesta Humana» fue coordinar los esfuerzos dispersos que estaban animados por el ideal común. Para ello buscó esclarecer con definiciones ideológicas orientadoras la acción de los anarquistas, para que fuera homogénea y destinada a un objetivo preciso. Tal función la realizó con trabajos serios y de mejor colaboración económicosocial que los que se conocían hasta entonces”.

La vida de “La Protesta Humana”, en cuya redacción figuró durante un buen tiempo Florencio Sánchez, el gran dramaturgo, era mantenida contra todas las contingencias por el doctor Creaghe, quien en alguna ocasión cargó un carruaje con gran cantidad de ejemplares del periódico y lo propagaba por las calles de Buenos Aires manteniendo a raya a la policía, revólver en mano, que pretendía secuestrar la edición.

Pedro Gori y la expansión del anarquismo en Argentina

En junio de 1898 llegó a Buenos Aires Pedro Gori (el célebre abogado anarquista italiano), de figura atrayente, de gestos elegantes y de una elocuencia florida, deleitosa en la forma y profunda en el concepto. En no pequeña parte se debe el incremento del anarquismo en la Argentina a ese poeta, sociólogo, jurisconsulto, orador sin rival y hombre cariñoso. Su verbo atrajo a la juventud estudiosa e hizo sobreponer la tendencia anarquista a la socialista. Gori dio un impulso extraordinario al anarquismo en Argentina, cuyo territorio recorrió en todas direcciones, dando conferencias y captándose amplias simpatías por su carácter, tanto como por su talento. Fue uno de los fundadores de la Federación Obrera Argentina, a cuyo Congreso Constituyente asistió como delegado de los ferroviarios de Rosario. Su actividad era de, una energía inagotable. Inició la publicación de “Criminología Moderna”, una revista que agrupó en torno suyo a los jóvenes más cultos y estudiosos del país en aquella época, entre los cuales se encontraba José Ingenieros, el cual cambió más tarde, título de la publicación por el de “Archivos de Criminología, Medicina Legal y Psiquiatría”. Pedro Gori abandonó Argentina en enero de 1902.

En el propio año de 1902 las clases poderosas y gobernantes desencadenaron una fuerte represión expulsando del país a los elementos extranjeros que consideraban agitadores, por lo que el movimiento anarquista se debilitó un tanto; pero ya en 1904 “La Protesta Humana” se convierte en periódico diario, cambiando el nombre por el de “La Protesta”. El creciente aumento de la tirada del periódico era fehaciente indicio de la progresión que las ideas anarquistas realizaban en Argentina.

Casi todos los militantes anarquistas habían surgido del movimiento obrero, por lo que las organizaciones sindicales se manifestaron fuertemente influidos por el anarquismo y presentaron un frente de lucha característico al propio anarquismo, lo que provocó algunos conflictos graves, como los ocurridos el Primero de Mayo de 1904, en Buenos Aires, que registró la muerte de algunas personas y el encarcelamiento de algunos centenares más.

Casi todos los anarquistas en Argentina, tanto los nativos del país como los extranjeros se integraron a la Federación Obrera Regional Argentina, adherida a la Asociación Internacional de los Trabajadores. Esa organización obrera continuó viviendo incluso después que la Internacional dejó prácticamente de existir, y contribuyó a su renacimiento cuando en 1922 se acordó su reconstitución en una, reunión celebrada en Berlín entre representantes de diversos países. Europa y América. Pero no sólo en el seno de la Federación Obrera Regional  Argentina se manifestó el anarquismo, sino que nacieron profusamente las agrupaciones específicamente libertarias y se publicaron algunos periódicos que eran la expresión de diversas facetas de este movimiento, y hasta los hubo que representaban tendencias muy especiales desligados de toda agrupación u organismo, como es el caso de “La Obra”, donde Rodolfo González Pacheco desarrolló una meritoria difusión de los aspectos más elevados de las ideas anarquistas.

 

El atentado de Simón Radowisky y la represión

Las luchas obreras e ideológicas fueron adquiriendo fuertes grados de violencia en las intermitencias de legalidad y estados de excepción que iban adoptando los gobiernos, hasta que el Primero de Mayo de 1909, en que la policía asesinó a varios obreros en una refriega, y como consecuencia de lo cual hubo una semana entera de lucha, donde se distinguió con saña criminal, reprimiendo el movimiento, el jefe de la policía, coronel Falcón, sirviendo a los intereses manifiestos u ocultos de la burguesía y el gobierno, pero el 14 de noviembre del mismo año Simón Radowisky eliminó, al sanguinario jefe, lanzándole una bomba, que también mató al secretario que lo acompañaba.

El acto de Simón Radowisky provocó la ira de la reacción. Se decretó el estado de sitio por dos meses, se clausuraron los locales obreros, se asaltó la imprenta de “La Protesta”, destrozando máquinas y muebles, se detuvo a centenares de gentes y se expulsó a cuantos extranjeros eran indeseables para las autoridades, recluyéndose a los nativos en un buque de guerra donde recibieron toda clase de vejaciones y torturas.

Al cabo de poco se volvió a una relativa normalidad, cercano el centenario de la Independencia, y “La Protesta”, que ya alcanzó una larga tirada, supera sus gastos y tiene dinero en caja, lo que incita a sus redactores a sacar un suplemento vespertino al que llaman “La Batalla”, dándose el caso extraordinario hasta entonces (que sólo se habría de repetir ampliado en la España de 1936-39) de que el movimiento anarquista de un país contara con dos periódicos diarios en la misma localidad. Pero no duró mucho la euforia, pues para la celebración del Centenario ocurrieron los sucesos del 8 de mayo, que dieron como resultado que se encarcelara de nuevo a centenares de militantes y se destruyeran de nuevo e incendiaran los locales e imprentas de “La Protesta” y “La Batalla”.

Desde el acto de Radowisky hasta 1916 la opresión fue tan cruel que el movimiento anarquista, y como consecuencia el movimiento obrero encarnado en la FORA, no pudieron dar señales de vida, aunque quedó latente el rescoldo de la antigua vitalidad. Sólo una central reformista llamada CORA pudo sobrevivir y adquirió cierta importancia debido a la ausencia de la organización anarquista. La CORA emprendió una campaña para unificarse con la FORA, lo que dio como resultado la constitución de la llamada FORA del IX Congreso, con características muy desfiguradas de las de la primitiva FORA. Después de algunos cambios gubernamentales se respiró algo más de libertad y los anarquistas hicieron renacer la auténtica FORA, la llamada del V Congreso, a la cual regresaron la mayoría de los trabajadores que fueron víctimas del espejismo de la otra organización. Y así se llegó a 1919, cuando se produjo la Semana Trágica de enero como consecuencia de una huelga general que logró vencer a la reacción.

Y así, con algunos altibajos en la lucha, desarrollando una encomiable labor de propaganda cuando las circunstancias permitían algún resquicio, o abiertamente cuando eran más favorables, el anarquismo argentino contribuyó a la expansión de los ideales anarquistas en todo el mundo de habla hispana a la vez que mantenía el movimiento obrero más vigoroso de toda la América latina.

En 1919 se planteó en el seno de aquel movimiento la conveniencia o no de establecer una organización específica del anarquismo independientemente de la FORA, y tras muchas polémicas se acordó que mientras el anarquismo se sintiera interpretado en la Federación Obrera Regional Argentina no había necesidad de hacerlo.

En 1929 el anarquismo argentino logró que el gobierno pusiera en libertad a Simón Radowisky, tras una formidable campaña que tuvo repercusión en casi todo el mundo.

Pero en 1930 surgió una nueva dictadura cuyo principal objetivo era terminar con el movimiento anarquista. La dictadura de Uruburu desató una reacción feroz como nunca jamás se había conocido, encarcelando, persiguiendo y asesinando a los militantes en una guerra sin cuartel que también inició la táctica de la corrupción de los elementos más susceptibles de ello.

La importante obra editorial del anarquismo argentino

Después de esos periodos el movimiento obrero de la FORA fue decayendo hasta conservarse en pequeños gremios o sindicatos minúsculos; empero, la militancia que pudo sobrevivir a tantos avatares continuó su incansable trabajo de expansión ideológica publicando periódicos, revistas y libros. Las publicaciones periódicas, diarios, semanarios y revistas llegó un momento en que llegaron a ser simultáneamente más de treinta, con imprentas propias en diversas localidades, siendo digna de destacar la obra editorial de “La Protesta”, la de Américalee, la de Editorial Tupac y otras donde aparecieron una gran parte de las obras clásicas del anarquismo y de los nuevos pensadores que han enriquecido este ideal. Serafín Fernández, viejo militante de la FORA, dice:

«“Por la clara visión de los problemas que dan las ideas anarquistas, extensamente allí propagadas, el proletariado, sacudido por tal influencia, adquirió consciencia de su estado de atraso, y cuando se podía abrir un local la primera preocupación era la adquisición de libros y bibliotecas: Hombres de las diversas ramas del saber, entre otros Gache Leguizamón, Piedrabuena, Juan Lazarte, Víctor del Delfino y George F. Nicolai, desfilaron por las tribunas del movimiento forista, en las que exponían delicados temas, que nos dejaban la inquietud de que, para nuestra formación de militantes, mucho nos quedaba que aprender”.

“En los periodos de gran apogeo, nuestras publicaciones diarias, semanales y mensuales pasaron de 30, y las que salieron esporádicamente fueron numerosas, como así la edición de libros. En la costa sud, Brazategue, Mar del Plata y puerto de Bahía Blanca, tres Casas del Pueblo conocí de la FORA, en sus primeros tiempos los mejores edificios locales. Imprentas, desde la medianamente grande como la de «La Protesta» a las pequeñas, conocí siete. El cooperativismo en la producción, el transporte, el consumo y otras actividades, fueron largamente ensayadas por nuestro movimiento”.

“Ya sea por la militancia de compañeros de diversos países llegados a la Argentina, o por la amplia visión que dan las ideas anarquistas profusamente allí propagadas, la militancia que orientó el movimiento de la FORA desde los comienzos comprendió que un movimiento que aspira a la liberación de la humanidad ha de ser por esencia internacionalista y solidario para el logro de sus fines, como lo son las corrientes reaccionarias a las que un mentido nacionalismo no impide unirse cuando se trata de aplastar a los movimientos sociales cuando amenazan su poderío y sus privilegios”.

“En cumplimiento de su misión internacionalista, la propaganda impresa de la FORA y el movimiento anarquista que le era afín, se repartió por todas las repúblicas del nuevo continente, como así sus delegados en giras, entre los que cabe citar Julio Barcos, González Pacheco y Julio Díaz, entre otros muchos. Con los perseguidos por cuestiones sociales de otros países, el movimiento forista dio solidario ejemplo bien secundado por los obreros portuarios del país, como así los del Uruguay”».

El movimiento anarquista específicamente considerado y el movimiento libertario en sus diversas facetas ha tenido en Argentina una fuerte influencia que aún perdura a pesar de las increíbles represiones que ha sufrido bajo todos los regímenes que se han ido enseñoreando de aquel país. La obra editorial realizada por el movimiento anarquista argentino ha sido una de las que más han enriquecido la bibliografía anarquista de todos los tiempos. Desde las Obras completas de Miguel Bakunin, preparadas por Max Nettlau y traducidas por Diego Abad de Santillán, hasta los libros de Herbert Read, el gran crítico de arte inglés, considerado como una de las figuras más destacadas del pensamiento anarquista moderno, realmente, toda la gama de la literatura anarquista ha encontrado eco en las ediciones argentinas, desde la gloriosa época de “La Protesta” y sus ediciones, pasando por la Editorial Américalee y otras hasta las obras editadas hace pocos años por Editorial Proyección, que se componen de varias decenas de títulos.

La obra de divulgación ideológica se continuó en Argentina hasta hace muy pocos años en que la dictadura militar impidió todo respiro libertario. La revista y editorial “Reconstruir” y la editorial Proyección hicieron una magnífica labor hasta hace muy poco tiempo, conviviendo con la Federación libertaria Argentina. Hoy, mediados de 1983, apenas queda algún rescoldo del movimiento anarquista argentino en la persona de unos cuantos compañeros.

Destacadas figuras del anarquismo argentino

Finalmente, aunque caigamos en la desgracia de olvidar injustamente a muchos anarquistas argentinos, es forzoso señalar que de ese movimiento se destacaron personalidades muy valiosas, como el Dr. Juan Lazarte, Emilio López Arango, Eduardo G. Gilimón, Rodolfo González Pacheco, Diego Abad de Santillán, Jacobo Prince, Campio Carpio y otros de no menos relieve e importancia. Con referencia a este movimiento el doctor Juan Lazarte opina que “La historia de la FORA es la narración épica más emocionante y más vital de cuantas puedan escribir los cronistas verdaderos y narrar las historias de estos pueblos de América”. (Del prólogo del doctor Juan Lazarte a La

 

Historia de la FORA, de Diego Abad de Santillán.)

BOLIVIA

Bolivia, país de tierra adentro, sin puertos, sin desarrollo industrial y otros factores que contribuyen bastante al desarrollo del movimiento obrero moderno. Tuvo, no obstante, movimiento obrero organizado y sangrientas luchas por cuestiones sociales.

Por los informes leídos en nuestras publicaciones, como organización que correspondió a los principios de la A. I. T., existió desde tiempos que no puedo precisar la Federación Obrera de la Paz, organismo que durante las sucesivas dictaduras que asolaron el país con sus persecuciones desplegó actividad notoria. Las grandes explosiones de rebeldía por lo regular se han producido en las explotaciones mineras. Y estos movimientos, como en las repúblicas vecinas, en la mayoría de los casos terminaron en sacrificios de los que afrontaban la lucha o “corrían de prisa”.

En 1929, un gobierno de cacicuelos con menos pudor que los despreciables políticos profesionales incapaz de cobrarles el fisco a los grandes consorcios explotadores de las riquezas bolivianas para cubrir los gastos de administración burocrática, impuso a mujeres y hombres, por el hecho de residir en el país, un impuesto que se llamaba “Contribución por identidad”. Frente a tal injusticia las mujeres -que en este país son decididas-, dispuestas a todo, encabezaron una grandísima manifestación en la capital que hizo fracasar la aplicación de cobro de dicha patente. Para no chocar con la misma resistencia, el gobierno impuso otra patente, esta vez llamada “Presentación vial”, algo así como una patente de vehículos para poder transitar sin que a uno lo lleven preso; patente que los asalariados pagan con el equivalente de dos días de trabajo gratis en obras del gobierno.

La F. L. de La Paz, que estuvo presente en el Congreso constituyente de la A. C. A. del T., en 1929, informó que, aunque sus efectivos en militantes -casi todos nativos- no fueron de gran volumen, sostuvo numerosas luchas afrontadas con gran coraje y derroche de sacrificios en vidas y esfuerzos. En los nativos del nuevo mundo palpitan desde tiempos lejanos sentimientos anarquizantes al estilo Martín Fierro, que con su coraje y su cuchillo enderezaron muchos entuertos en aquellos desolados países, antes y después de la aparición del movimiento obrero. Animado por las ideas que encarna la A. I. T., allí propagadas, que no hicieron más que confirmar el espíritu de justicia que palpitaba en los nativos rebeldes, a los que los comerciantes del cinc, que se enriquecen traficando, mediante la inteligencia sin conciencia, presentan como vulgares bandidos.

Las comunidades incas reflejo de las concepciones anarquistas

Las comunidades incas, de las que todavía queda algún rastro en Bolivia y Perú, son una prueba viva y vivida de la convivencia feliz en sistemas de igualdad en derechos y deberes. Extensiones de tierra eran trabajadas en común, sin pago de impuestos, deberes militares, y sin reconocer más normas que las emanadas de los comunalistas en sus reuniones.

Los gobiernos que no pudieron tolerar tan nobles condiciones de convivencia combatieron a las comunidades con ejércitos, los cuales, con sus matanzas, ocasionaron protestas de carácter internacional. En estos combates, los indios que caían con vida en manos del ejército, se los llevaban a trabajar a las minas en calidad de prisioneros.

 

 

BRASIL

No es posible describir con detalle lo que ha sido la militancia anarquista en cada uno de los países del orbe. Ya hemos señalado que una historia medianamente amplia de lo que ha sido el anarquismo militante requeriría muchos tomos. Lo demuestra el hecho de que sólo para historiar la militancia anarquista de habla portuguesa nuestro compañero Edgard Rodrigues haya escrito varias obras sin haber agotado el tema. Es probable que ningún otro país ni ningún otro idioma hayan tenido el gran privilegio de contar con un militante que haya dedicado tanto esfuerzo e inteligencia a historiar sus peculiares actividades anarquistas; por ello remitimos a quien sienta verdadero interés por el tema a las obras de Edgard Rodrigues, ya que nosotros nos vemos forzados a realizar una rápida visión panorámica para ajustarnos a las características de esta obra.

Albores del anarquismo en el Brasil

Y remontándonos hasta los orígenes se puede apreciar que el anarquismo nace en el Brasil de manera natural unido al sentimiento de justicia y rebeldía contra una esclavitud fuertemente arraigada en la vida social de todo el país, de manera especial en el campo. Desafiando la fiereza de los amos y la tiranía gubernamental, los campesinos se comienzan a organizar creando sus ligas de ayuda mutua e intentan una emancipación total formando comunidades de trabajo impregnadas de verdaderas esencias anarquistas, producto de innatos sentimientos de libertad y justicia, sentimientos que se fortalecieron con la llegada de las ideas fourieristas y proudhonianas, que hallaron eco en hombres inteligentes y justicieros que emprendieron luchas y realizaciones, que fueron como jalones en la evolución social del país.

Durante todo el siglo XIX hubo una especie de fiebre colonizadora para explotar los enormes tesoros naturales de un territorio riquísimo, prácticamente despoblado y de fácil dominio por la escasez de habitantes y civilizaciones autóctonas. La importación masiva de carne de esclavitud del Africa para disponer de mano de obra para la explotación de tanta riqueza hubo de originar la inmigración de gente libre en cuyo bagage también se incluían las nuevas ideas que florecían en toda Europa, anunciadoras de un mundo más justo y humano que el que entonces se vivía. Y surgieron los incipientes y subterráneos movimientos antiesclavistas y liberales que formaron los cimientos y raíces de fuertes oposiciones a unas estructuras de feudalismo colonial carente de todo sentido de dignidad humana.

Y en esas capas liberales, que siempre se extendieron más allá de la propia población esclava y asalariada, encontraron eco apropiado las concepciones nuevas que procedentes de Fourier y Proudhon llegaban al país como una interpretación práctica de los anhelos sentidos con cierta vaguedad por aquellos hombres y mujeres que no aceptaban un estado de injusticia e inhumanidad que era un ultraje intolerable para el más simple sentimiento de justicia y respeto al ser humano.

Así, antes incluso de que llegaran a Brasil las personas portadoras de la buena nueva dispuestas a luchar por ella, sus basamentos ideológicos se encontraban latentes en algunos sectores de su población.

Siguiendo a Edgard Rodrigues, podemos decir que el campesino brasileño es una víctima de la guerra permanente entre gentes analfabetas, de le más grande buena fe de este mundo. Diríase que nace, vive y muere como una raza aparte.

Mas, a pesar de todas las desgracias y adversidades de que es víctima el trabajador del campo, de toda su ignorancia mantenida a través de los siglos por los hombres de la política, por los hacendados latifundistas y por los turistas y compañías que le dispensan un tratamiento bárbaro y cruel, alguna que otra vez reacciona como sabe o puede, y lucha contra los esbirros al servicio de los dueños de las haciendas y contra la policía gubernamental, que siempre se coloca al lado de los poderosos. Sus revueltas se hicieron históricas, y hoy no se puede hablar de liberación nacional -en el plano social- sin hacer referencia especial a los movimientos insurrecciona les del campesino, siempre basados en el apoyo mutuo y la solidaridad humana.

La “Guerra de Canudos”, tan bien descrita por Euclides da Cunha, fue una rebelión contra los esclavizadores del campo, una protesta contra el explotador bárbaro y cruel de 1897 -tradición de barbarie y crueldad que se arrastraba desde la llegada de los colonizadores y que perdura aún hoy- o un alzamiento de un pueblo hambriento contra un ejército al servicio de los millonarios. Hay quien se refiere a la “Guerra de Canudos” como a un destello de fanatismo religioso introducido por Antonio Conselheiro, que consiguió sugestionar a un pueblo deseoso de liberarse de su miseria, mas lo cierto es que quedó como un ejemplo social e histórico su vida en común, de trabajo colectivo, desarrollada en una aldea de cinco mil doscientos vecinos y algunos millares de familias, sin otra autoridad que no fuese la del saber y el conocimiento. Allí se esbozó toscamente, fue puesta en práctica y se defendió hasta el último momento, una muestra, una realización de sociedad igualitaria. Claro que en “Canudos” no había hombres que tuvieran una concepción ideológica bien definida y firme, como son los ideales actuales, sino el firme deseo general de vivir todos disfrutando íntegramente del producto de su trabajo, que era distribuido equitativamente en beneficio de todos. Esto que aquellos héroes pensaban que significaba la total liberación del yugo de los latifundistas, de los potentados de la tierra, fue defendido con ahínco, con valentía y con pasión hasta que el ejército lo aplastó criminalmente.

Comunidades libertarias en terreno brasileño

Aún en 1887 se sucedieron otras revueltas populares que lograron dominar ciudades enteras, como la atestigua “O País” (30.1.1897): “EI gobernador se desplazó de «Canudos» para acudir a la comarca de Lavras, Diamantinas, donde está situada la importante ciudad de Loncoes, que pocos días antes de mi llegada, un grupo de revoltosos y malhechores tomaría por sorpresa”. Los “malhechores”, según la expresión del gobierno, eran los trabajadores que se sublevaron contra el yugo impuesto por los potentados de la tierra. En las haciendas y en muchos otros lugares fueron formados verdaderos núcleos de resistencia, desafiando la vieja ley del latifundio.

La llamada “República de Palmares” fue otro ejemplo de rebeldía y acierto comunitario. Según el escritor Edson Carneiro, un grupo de trabajadores rurales se insubordinaron contra el trabajo esclavo de las haciendas, se evadieron y pusieron en práctica un nuevo sistema de vida. En los matorrales de Palmares se inició entonces una afanosa construcción de casas y nació una población que creció y se agigantó ante los asombrados ojos de los hacendados. “Los revoltosos reunidos en Palmares -dice Edson Carneiro- recogían en común las cosechas, el producto de las siegas, de los corrales, de los molinos, para realizar después en plena calle, en la plaza, la distribución de los víveres, de los cereales entre los habitantes de los poblados. Y así pudieron resistir durante medio siglo los ataques del patriarcalismo, de los señores de los ingenios aliados a los grandes capitalistas”.

Por su parte, el escritor Gilberto Freira, al hablar de los campesinos de Palmares afirma: “El sistema de vida socialista organizado por los ex esclavos de Palmares pudo resistir a la economía patriarcal y esclavista entonces en plena gloria. Viose una ciudad de casas de paja emerger de entre los matorrales, construida por el esfuerzo de los campesinos, contra las casas grandes de cal y de piedra del norte del Brasil”.

La libre iniciativa, la voluntad de liberación y la tradicional idea del apoyo mutuo entre los campesinos del Brasil, conocida por mutirao en ciertas regiones y en otras por pixurum o pixuru, permitió realizaciones fabulosas, como el “Quilombo de Palmares”, que muchos escritores llaman “República” y otros “socialismo”, pero que en realidad es una realización puramente anárquica, aunque sus realizadores nada supieran teóricamente de anarquismo. El trabajo en común, la siembra, y la recolecta del producto del trabajo colectivo en una bodega para ser distribuido de acuerdo con las necesidades y el número de familiares, la ausencia de la autoridad constituida, las viviendas colectivas, sin dueños, sin jefes, sin el uso del tuyo y el mío y, lo que fue más importante, su existencia durante cincuenta años (medio siglo), desafiando toda especie de autoridad estatal, demuestran la bondad, la posibilidad y las excelencias del sistema. La destrucción de aquel ensayo se debe al aplastamiento de que fue víctima por las fuerzas militares.

Hay incluso otras experiencias de igual valor, una de las cuales se detalla en un informe presentado en la Segunda Conferencia Rural Brasileña, realizada en Sao Paulo, en diciembre de 1954, por Filemón Teles, Guillermo Teles Gouvela e Hildebrando Espínola: “En el lugar llamado Caldeirao -dicen los citados autores-, en el municipio de Crato, un lugar despreciado por los padres salesianos por inhabitable y estéril, se instaló un tal Joao Lourenso que, acompañado por algunos hombres, organizó una hacienda para trabajar, para lo cual buscaron a hombres sin tierras del interior del nordeste. La colonia creció y progresó. Llegó a ser de las propiedades más progresistas del municipio gracias al sistema social implantado en ella, según el cual los trabajadores participaban igualitariamente del producto del trabajo colectivo.

«“En aquellos parajes rocosos del nordeste, Joao Lourenso consiguió una envidiable producción de alimentos y de algodón, Centenas y centenas de hombres se reunieron allí fascinados por los beneficios económicos que representaban las reparticiones igualitarias de las ganancias. La colectividad tenía sistemas de agua y riego propios, cisternas y pozos hechos de manera rústica, con la intuición del campesino. El terreno, tratado y estimulado por abono orgánico, ofrendó una hermosa producción que comprendía horticultura, floricultura, rebaños, pocilgas, avicultura y, en fin, todas esas cosas que significan uno de los mejores cuadros de organización rural en tierras abandonadas por estériles y repudiadas para la agricultura. Como ejemplo expondremos el de la aldea de Caldeirao. En esta localidad, las hachas, los azadones, las hoces, los martillos y los instrumentos elementales, eran fabricados en la propia granja. Y el paño que aquellos colectivistas vestían era obtenido en los telares manuales, también fabricados por ellos mismo, donde se teñían las telas y preparaba el vestuario”.

“Hubo, empero, una acción policial contra aquellas realizaciones, basándose en las sospechas de que aquello pudiera convertirse en nido de algún nuevo Antonio Conselheiro. La policía destruyó a hierro, y fuego este núcleo colectivista. Las viviendas fueron incendiadas por la furia salvaje de los llamados mantenedores del orden. Aviones cedidos al interventor de entonces ametrallaron la pequeña aldea. Infeliz epílogo, ciertamente para el mejor ejemplo de economía agraria escrito hasta hoy con la realidad y el vigor de los hechos concretos”».

Los siglos XVIII y XIX fueron fértiles en experiencias comunitarias en el Brasil. Se diría que nacían dos grandes adversarios: el latifundio, que se afianzaba en las autoridades del imperio, y reivindicando, o mejor, sublevándose contra esa oligarquía, muchas agrupaciones comunitarias se lanzaban a experiencias que algunas de las cuales han quedado como hermoso ejemplo de trabajo, de organización y de cómo se puede vivir sin gobierno constituido.

 

La influencia de las ideas de Fourier y de Proudhon

Si quisiéramos buscar, la influencia de ideas revolucionarias introducidas en los medios rurales, sería forzoso colocar en primer plano el socialismo de la escuela de Carlos Fourier y el anarquismo proudhoniano. Ya en el año 1840 llegaban a tierras del Brasil las enseñanzas del socialismo traídas de la vieja Francia por el ingeniero Luis Léger Vauthier, que había sido contratado por el gobierno del Imperio para dirigir los trabajos de carreteras, puentes y el abastecimiento de aguas en Pernambuco. (Un ingeniero francés en el Brasil, libro del escritor Gilberto Freire). Vauthier, como buen discípulo de Fourier, imprimió un sello revolucionario a sus trabajos de arquitectura y, sobre todo, situó la parte humana como la cosa esencial. En los escasos años que trabajó en Pernambuco hizo estudios sobre el aprovechamiento de las tierras abandonadas por falta de medios de comunicación y de acceso y aplicó sus teorías a la racionalización de parcelas y distribución de las tierras antaño inundadas por los pantanos. En los, medios intelectuales explicó el socialismo, y éste fue aceptado con tanto cariño que no tardaron en surgir los primeros precursores y propagadores de la reforma agraria en el Brasil. Uno de sus más eficientes seguidores brasileños fue Antonio Figueiredo, que en la revista “El Progreso”, de Recife (1845-46), inicia la propaganda revolucionaria “de que las tierras deben ser distribuidas entre los que las trabajan” y llegaba inclusive a insinuar que se tomaran por la violencia.

Otro francés, el doctor Mure, organizó una colonia agrícola en Santa Catarina, inspirado en las ideas de Fourier. En el año de 1841 le concedieron tierras para agrupar en ellas a 500 personas y emprender la renovadora experiencia en el campo. El socialismo de Fourier fue aplicado allí en el cultivo de la tierra y contagió desde el más humilde trabajador al ciudadano ilustrado con ideas liberales de la época. El Poblado de Palmares, la comunidad que fue arrasada bárbaramente por el ejército, después de largas y duras batallas, episodio conocido desde entonces por “Guerra de Canudos”, y tantas otras empresas de hombres blancos y de color, nos recuerdan la lucha revolucionaria de los partidarios de Fourier en el Brasil. La policía, siempre vigilante, por orden expresa de los latifundistas, del desenvolvimiento de tales experiencias, procuraba anular en todo momento los esfuerzos de los renovadores, de la gente pacífica más eficiente, iniciadora de la reforma agraria en tierras brasileñas.

Partiendo de las ideas de Fourier sembradas en Pernambuco y de allí esparcidas por todo el Brasil, llegamos a los anarquistas venidos de Italia, a quienes cupo iniciar experiencias libertarias aplicadas al trabajo. Arturo Campagnoli -gran escultor- fue atraído por las ideas de emancipación social, y éstas se sobrepusieron a su arte y le indujeron a buscar tierras donde ensayar su aplicación, por lo que vino a formar una comunidad en el fértil suelo brasileño. “No todos lo saben -dice Alfonso Schmidt- (Sao Paulo de mis amores, recuerdos, libro del escritor Alfonso Schmidt), mas Guararema tiene su nombre ligado, en los últimos 60 años, a diversas empresas de carácter socialista. Quiero hablar de una de ellas, la primera, y de su preclaro apóstol. Se llamaba éste Arturo Campagnoli, transcurría el año romántico de 1888. Una pléyade de pioneros, soñadores (Alfonso Schmidt trató a los anarquistas de soñadores después que abandonó sus filas, donde militó; se volvió bolchevique.) de una sociedad mejor, tomó el rumbo hacia América. Unos prefirieron el norte y otros el sur del continente. Giovanni Rossi fundó la “Colonia Cecilia”, en el Paraná, en tanto que Arturo Campagnoli creaba otro grupo en Sao Paulo.

Campagnoli fue un pionero de las experiencias libertarias en Sao Paulo y por allá vivió hasta 1944, eludiendo a sus perseguidores policíacos.

Don Pedro II favoreció la instalación de comunidades anarquistas

Don Pedro II, jefe del Imperio, nunca persiguió ni ordenó se encarcelara a los anarquistas. No temía sus ideas, leía sus libros y donaba tierras a los que quisieran dedicarse al cultivo de las mismas colectivamente, por medios anárquicos. Así dio tierras a Giovanni Rossi, a Arturo Campagnoli y a tantos otros anarquistas, algunos de los cuales dejaron recuerdos por largos años entre el rudo campesino brasileño.

Tito Batini relata en forma novelada varias facetas de los anarquistas, de sus relaciones colectivas y de su propaganda en el interior brasileño, a comienzos del siglo XX. Lo que más se destaca de estos relatos es la formación de granjas por grupos de italianos, que realizan allí su anarquismo en un trabajo colectivo. Sus doctrinas, sus enseñanzas suministradas a los hombres analfabetos, sin horario de trabajo en las haciendas, quedaron grabados en el hombre rudo del campo. La distinción entre deberes y derechos, la divulgación de ideas igualitarias con las pacientes explicaciones de que carecían los analfabetos y embrutecidos trabajadores, llegaban hasta ellos a través de compañeros y de las reuniones en las granjas.

Tito Batini (Tito Batini, como buen “compañero de camino” de los comunistas, procura -siempre que puede- criticar a los anarquistas, que, según él mismo dice: “le abrieron los ojos para la realidad social”), en una dedicatoria a los anarquistas escribía así: “En Hijo del Pueblo señalamos el encuentro, a través de la ficción, que tuvimos con los luchadores, que a los diez años de edad, abrieron nuestros ojos ante el escenario de las injusticias humanas: los anarquistas. En aquel tiempo vagamente se hablaba de Marx y de Engels”.

Y más adelante: “Fruto de una organización económica de los oficios del individualismo artesano, el anarquismo fue un gigantesco clamor, cuya historia se encuentra en las crónicas, en la sangre de las mazmorras, en las sogas de las horcas, en los paredones de fusilamiento”.

Otras experiencias anárquicas, empero, habrían de nacer en tierras del Paraná: la “Colonia Cecilia”.

 

Giovanni Rossi y la Colonia Cecilia

Transcurría el año 1890 cuando el vapor Ciudad de Roma zarpaba de Italia rumbo a Brasil trayendo a bordo a Giovanni Rossi y sus compañeros, que venían a fundar la “Colonia Cecilia” en Palmeiras, al norte del Paraná. Allí habían recibido la donación de grandes extensiones de tierra por orden expresa del liberal emperador Pedro II. Giovanni Rossi, ingeniero agrónomo, precursor de la experiencia ácrata, el idealista que obtuvo la donación de las tierras en Palmeiras, más tarde conocido por Cardias, inicia con sus compañeros la construcción de pequeñas casas, y luego la siembra de las tierras, al mismo tiempo que colocan sobre una de las más altas palmeras la bandera roja y negra, símbolo del ideal libertario. Lo que se había emprendido duró años y allí siempre prevalecieron las resoluciones del grupo, siempre se distribuyó el producto del trabajo de todos indistintamente entre todos. Y si no hubiese sido por la intervención del naciente gobierno republicano y la infiltración de “maquis”, que robaron todo el producto de una cosecha, de la cual dependía la “Colonia Cecilia” para atender las exigencias del gobierno estatal, su fecundidad habría sido importantísima en la historia del trabajo de la región del Paraná. Asimismo, fueron muchos los comentarios de la prensa e incluso existe un libro a ese respecto (Colonia Cecilia, por el ex anarquista Alfonso Schmidt). Toda América, del Sur supo de su existencia, y la prensa la comentó en gran escala. A la “Colonia Cecilia” acudieron muchos visitantes, entre ellos Batlle y Ordóñez, ex presidente del Uruguay, en su peregrinación de exilado. Cardias y el grupo de los “firmes” se aferraron a la experiencia hasta ser expulsados por la policía, y éste nunca dejó de prestar su colaboración como anarquista y como agrónomo. Rossi se fue para Río Grande del Sur y allí ocupó una cátedra de profesor en la Escuela Superior de Agricultura, de Taguari; empero, su anhelo todavía se orientaba hacia la tierra y hacia el hombre del campo. En el año 1905, Giovanni Rossi fue nombrado director de la Central Agrícola de Santa Cecilia, donde estudió las enfermedades de las plantas y estuvo al frente de la “Revista Agrícola”, desde la cual desarrolló y divulgó enseñanzas por ese entonces novísimas. De la “Colonia Cecilia” quedó en el Brasil; en el seno del trabajador del campo, no sólo el ejemplo del trabajo. Y de la vida en común, de una comunidad sin jefes ni leyes, sino también las enseñanzas del ingeniero Giovanni Rossi, que siempre trabajó y vivió como anarquista.

Los anarquistas -como fatalmente había de suceder- penetraron en todos los sectores del trabajo, donde el hombre es explotado por el propio hombre, y llegaron hasta el campo, formando allí sus cuadros. Cuadros de ideas, de convicciones y de soluciones para implantar la igualdad social en el agro. “Sin pan no puede haber libertad”, afirmaba en 1880 César de Paepe.

“La Battaglia” (periódico anarquista que se publicaba en Sao Paulo a comienzos de este siglo) denunciaba en un gran reportaje una serie de huelgas como consecuencia de una campaña desarrollada sobre la situación, y señala de manera destacada lo acontecido en la Hacienda San Antonio, en Piracicaba, donde un piquete de policía compuesto de ocho miembros al mando del delegado Dr. Bias Bueno y el teniente Pedro Alexandrino de Almeida, fueron allí para poner fin al movimiento y detener a los trabajadores españoles José Rodríguez López, José Sarabia, Antonio Rodríguez y Pedro Ortiz López, considerados como los cabecillas de la huelga.

Muchas huelgas tuvieron lugar en el campo brasileño

Muchas huelgas tuvieron lugar en el campo, una de las cuales fue en el municipio de Bragansa (Sao Paulo), habiendo sido encarcelado el Secretario de la liga campesina local, Benedicto Cardoso, y lo mismo sucedió en la huelga de las haciendas Chapardas, Tapera e Irací, en Campinas y en la Isla Grande (Sao Paulo), todas por reclamaciones de salarios más altos y otras mejoras.

Como consecuencia de esas fabulosas campañas a favor del campesino, fueron procesados, entre otros, el anarquista y director de la “La Battaglia”, Oresti Risteri y Vicente Vacirca, director del diario “Avanti”, quien en 1908 acabó por ser expulsado del Brasil.

Mas el espíritu de lucha del trabajador del campo, agudizado por las inmensas dificultades económicas y financieras y, sobre todo, por los reveses de que era víctima en todo momento, creados por el Estado y por los latifundistas -los más interesados en la perpetuidad de la miseria y del atraso en que vive-, lo llevó a desconfiar de las soluciones del Poder Público y a actuar colectivamente. “Creando el sistema de Mutiraos (Mutirao es en muchos lugares del Brasil lo equivalente a “Ayuda Mutua”), tenemos con la ayuda permanente, espontánea, eficaz y sin restricciones del pueblo, una administración eficiente y provechosísima. Ved las carreteras en todas las direcciones, puentes y más puentes, predios escolares, calles en la ciudad y en las aldeas, supresión de estercoleros por todas partes, acceso de regadíos, y toda suerte de servicios, en fin, en beneficio de la salud, el bienestar y fácil tránsito y comunicación del pueblo para el pueblo. Y todo se hace, se construye y se realiza gracias a los Mutiraos”. Las prácticas del apoyo mutuo producen trabajos fabulosos, según los testimonios, inclusive, del Senador Firmino, Sr. Cicero Torres Galindo, autor de las palabras anteriormente citadas.

En los periódicos anarquistas “La Battaglia” y “Terra Livre” (ambos de Sao Paulo) se denunciaban a comienzos de siglo, crímenes horrorosos cometidos por los hacendados y latifundistas, sus esbirros incondicionales. La práctica de los incendios de las casas de paja de los trabajadores, la amputación de miembros y el adeudo de salarios por varios años consecutivos y los asesinatos cuando los trabajadores se decidían por abandonar el trabajo, estuvieron muy extendidos por el año 1920, y contra ello se realizaron huelgas de resonancia en el campo. Por esa época tuvieron lugar movimientos de acción directa gracias a la firmeza y valor del director de “La Battaglia”, Oresti Risteri. Desde 1920, los anarquistas emprendieron un rudo combate contra esa esclavitud del campo, y si no hubiera sido por los gobiernos prefascistas de Artur Bernardes, Epitacio Pessoa y la dictadura de Getulio Vargas, ya habrían conquistado los campesinos mejores condiciones de vida. El campo de concentración de Yapoca, en Cravelancia, las deportaciones para los estados de Brasil, las expulsiones y el control total en la dictadura de Getulio Vargas, control ejercido con mano de hierro contra el movimiento sindical libertario, hicieron silenciar forzosamente a los trabajadores de la ciudad y del campo hasta 1950, época en que comienzan a renacer las reivindicaciones gracias a las libertades relativamente restauradas. Todos los pueblos se van despertando del terror impuesto por la dictadura y aquí y allá surgen protestas y se inician reivindicaciones. Pero todo ello no pasa de leves descontentos, que los reaccionarios latifundistas se encargaron de aplacar rápidamente.

Con todo, aunque no fue posible la manifestación de movimientos de masas, el movimiento anarquista se mantuvo latente publicándose periódicos, revistas, folletos y libros sostenidos por agrupaciones establecidas en las principales ciudades, organizándose, a la vez, un movimiento obrero de tendencia anarquista (en sus inicios, la organización del proletariado fue exclusivamente orientada y promovida por los anarquistas, pues no existía el movimiento marxista) que se extendía a todas las ramas de la incipiente industria. En la orientación de la lucha anticapitalista característica de aquellos primeros tiempos de organización proletaria de inspiración anarquista hubo periodos de actuación marcadamente revolucionaria, sobre todo durante los años 1917-1920. Así fue como, ante la situación de explotación y miseria imperante, el 18 de octubre de 1918 se realizó una huelga general revolucionaria, iniciada en la capital y que comenzó a extenderse por todo el país, pero fue abortada por circunstancias especiales y fracasó, con el consiguiente resultado de militantes encarcelados y la represión brutal generalizada. Con todo, se repitieron los movimientos revolucionarios en los años 1924, 1930 Y 1932, con la participación decisiva de los anarquistas.

La reciedumbre del movimiento anarquista brasileño se manifestó también a través de los congresos y reuniones nacionales que se sucedieron en el transcurso de los años. En 1914 tuvo lugar la llamada Conferencia Libertaria de Sao Paulo, que se celebró durante seis domingos (14, 21 Y 28 de junio y 5, 12 Y 26 de julio) donde se trató de organizar el anarquismo en todo el país. A esta conferencia se adhirieron otras agrupaciones de diferentes localidades.

 

Varios congresos del anarquismo brasileño

En 1915, como resultado de los preparativos para la asistencia a un Congreso Internacional Anarquista que había de celebrarse en Londres, el cual no se efectuó por causas de la Primera Guerra Mundial, se celebró un Congreso Anarquista Nacional en Río de Janeiro, al cual asistieron delegados de casi todo el país y dos representantes de los anarquistas argentinos. En el mismo año se tuvo lugar también un Congreso Internacional Pro-Paz, que se celebró los días 14, 15 Y 16 de octubre.

En 1919 se celebró el Congreso Constitutivo del Partido Comunista-Anarquista, inspirado en los acontecimientos que estaban sucediendo en Rusia, partido, como es lógico suponer, de raquítica y corta vida.

En 1948 se celebró otro Congreso Anarquista en Sao Paulo, los días 17, 18 Y 19 de diciembre, donde se trataron temas referentes a la vida de los dos periódicos anarquistas que entonces aparecían en Brasil (“A Plebe”, en Sao Paulo y “Acao Direta”, en Río de Janeiro) y diversos problemas referentes a la organización específica de los anarquistas, su relación con el movimiento obrero y la situación general del país y del mundo.

En 1959 se celebró en Sao Paulo una Conferencia libertaria Nacional, durante los días 26, 27 Y 29 de marzo, la cual, según Edgard Leuenroth, ha representado la reunión más eficaz y eficiente de cuantas han realizado los anarquistas brasileños.

En combinación, aunque con la debida independencia, con las actividades específicamente anarquistas los libertarios portugueses dieron vida y mantuvieron vigorosa a la Confederacao Operaria Brasileira, que en su tiempo fue la genuina organización proletaria del país, promoviendo fuertes campañas de abaratamiento de la vida, antimilitarismo, anticlericalismo y demás actividades características del anarcosindicalismo.

Entre la numerosa militancia anarquista brasileña se han destacado figuras de mucho relieve, como los doctores Neno Vasco (Nazianzeno de Vasconcelos) José Oiticia, Edgard Leuenroth, Edgard Rodrigues y otros.

Puede decirse, en resumen, que el movimiento anarquista brasileño fue vigoroso, aunque, actualmente, como sucede en toda América, su vida sea casi imperceptible debido a las constantes persecuciones y los regímenes de fuertes dictaduras que se han venido sufriendo en este continente.

 

 

COSTA RICA

Desde los primeros años de este siglo llegaron a Costa Rica los ideales libertarios, aunque no se manifestaron en fuertes organizaciones obreras, dadas las condiciones del pequeño país, pero ya en 1911 apareció un periódico llamado “Renovación” y en San José fueron persistiendo algunas agrupaciones de signo libertario que influyeron en las ideas generales de los medios intelectuales y dirigentes hasta el extremo de que ese país sea el único en América que no tiene un ejército.

Incipiente movimiento anarquista en Cuba

En 1929 la Agrupación Obrera de Estudios Sociales de San José envió un mensaje al Congreso Constitutivo de la Asociación Continental Americana del Trabajo en cual se expresaba así: “Frente a nuestra tendencia libertaria y nuestra orientación ampliamente emancipadora, no solamente tenemos, como enemigos a los representantes de la burguesía internacional. Otras corrientes regresivas se alzan amenazantes para nuestro movimiento. Entre estas últimas hay que catalogar los servidores del gobierno ruso, interesados en tomar como instrumentos de su política a los trabajadores de América”.

Hasta hace poco se publicaba el periódico “El Sol”, dirigido por el doctor Nestor Mourelo, ya fallecido, y en la actualidad aparecen de manera más o menos esporádica otras publicaciones que reflejan la inquietud de algunos jóvenes libertarios que mantienen la llama de los ideales en la medida de sus posibilidades.

 

 

CUBA

Pese al temperamento revolucionario y libertario del pueblo cubano, su movimiento obrero fue poco floreciente y definido, por lo que sería necesario estudiar las causas. Es Cuba una de las repúblicas más afortunadas por su excelente clima, posición geográfica, fertilidad de su suelo y subsuelo. No obstante, su población ha vivido en la mayor desdicha, azotada por regímenes dictatoriales que se suceden los unos a los otros, impuestos siempre desde el extranjero. Habría de hallarse el origen de tales sinsabores en la dependencia económica total que la isla ha sufrido por parte de los Estados Unidos, como consecuencia del proceso que siguió la lucha por la Independencia del dominio español.

La acción por la Independencia se despertó tardíamente si se tiene en cuenta la época en que resultó triunfante en los otros países de América. En los últimos 50 años de dominio español se libró una guerra sin perdón entre la población y las fuerzas españolas, que hubieron de concentrar considerables esfuerzos para poder mantenerse en esta pequeña isla de apenas 115,000 kilómetros cuadrados. Los crímenes imputables al imperio español provocaron tales protestas que dieron pretexto a la intervención de los Estados Unidos, ansiosos por su parte de ensanchar su campo de acción. La campaña de Cuba valió para estos últimos el aporte de las Filipinas y de Puerto Rico (en detrimento de España) además de la predominancia paterna lista sobre Cuba misma. Los cubanos hubieron de emplear las armas contra sus “benefactores aliados” para en 1909 obtener una cierta independencia. Hasta 1925 se gozó de una cierta libertad cívica que permitió el desarrollo del movimiento obrero. La “era de Machado” abre el proceso de dictaduras que desemboca en Batista, “liberador” primero y dictador después, con el beneplácito estadounidense. El presente “castrista” es la consecuencia de cuarenta años de oprobio y de una lucha encarada en el afán de obtener una independencia efectiva.

Las publicaciones anarquistas aparecen en Cuba con anterioridad a 1890 y constituyen prueba tangible de la existencia de un movimiento formal, ya que “El Productor” se publica en primera serie de 167 números, a partir de 1887. La segunda serie comienza en 1889 (siempre en la Habana) y llegaba a su número 78 el 10 de agosto de 1900. (cif. Max Nettlau. “Contribución, a la Bibliografía Anarquista”, Certamen de “La Protesta”. Buenos Aires 1927). Cita Nettlau una serie de títulos de publicaciones de aquella época, aparecidas tanto en La Habana como en otras localidades del país. Vale decir que el movimiento anarquista se organiza en Cuba bajo la impulsión directa de militantes españoles, con anterioridad a la independencia de la dominación española. Antes de la aparición de “El Productor”, definidamente anarquista y que sigue la trayectoria del periódico del mismo título que se publicaba entonces en Barcelona, se registra (como fecha probable a partir de 1880) un periódico sindical titulado “EI Obrero”, en tanto que, en Santa Clara, aparece “Acracia”. En los años 10 de este siglo se publicó el semanario “Tierra” en la Habana, de signo anarquista.

Selecta militancia anarquista en Cuba

De 1890 a 1914 se afirma y revigoriza el movimiento obrero determinado por los anarquistas, apareciendo más de veinte títulos en localidades como Guanabacoa, Puerto Príncipe, Regla, Santa Clara y, naturalmente, en la Habana. Dice M. Nettlau que se encuentran algunos detalles sobre el movimiento cubano en la necrología de Enrique Roig y San Martín, reimpresa en “La Idea Libre”, Madrid, 22 de febrero de 1896. Y por otra parte, en cuanto a los problemas de la independencia de Cuba se discutió en periódicos como “El Despertar”, de New York: “El Esclavo”, de Tampa y, en un suplemento de “El Proletario”, de Key West, Florida, apareció un trabajo titulado: “Opinión de los más preeminentes anarquistas sobre la cuestión de Cuba”.

Todos estos antecedentes acreditan el hecho de que nació en Cuba el movimiento obrero organizado bajo la inspiración directa de hombres bregados en las luchas sociales y participantes de la Internacional. No hemos de olvidar la influencia liberal de hombres como José Martí, explotado que fue y es por todos los políticos de turno. Pero la orientación de las luchas sociales tuvo un carácter definido, siempre enfrentado con la invasión americana económico-paternalista y con los gobiernos de fuerza que se sucedían sin discontinuidad. A la persistencia dictatorial de estos gobiernos -guiados y amparados por los intereses plutocráticos estadounidenses- se debe la orientación que fue adquiriendo la lucha social en Cuba. Los grupos patrióticos nacionalistas se unían a las entidades políticas avanzadas y a los grupos sindicales libertarios formando frente común contra las dictaduras. La amalgama y los roces producidos restaban fuerza finalista a las organizaciones sindicales, por otra parte sometidas a largos periodos de clandestinidad, sujetos los militantes a persecuciones y encarcelamientos, amordazada la prensa, etcétera…

Durante más de un decenio quedaron como puntales libertarios el Sindicato Gastronómico, uno de los más importantes del país, cañeros y portuarios. Pero la representación genuina la constituía la Asociación Libertaria de Cuba. La influencia de estos organismos poseía fundamental importancia hasta el extremo de que la Confederación Obrera y otros grupos sindicales no se adhirió jamás al gobierno de turno, como ocurrió en la Argentina de Perón y sucede más o menos a través del mundo.

Los libertarios se hallaron en primera fila en la lucha contra Machado y contra Batista, Contribuyeron con el “Movimiento del 26 de julio”, en las acciones de Sierra Maestra y en toda acción guerrillera. Camilo Cienfuegos, prolibertario, se hallaba entre los 12 sobrevivientes de Sierra Maestra. Murió en un accidente de avión, no se sabe exactamente cómo. Los libertarios no aceptaron la situación creada por el “castrismo”, situación que fue degenerando en una entrega decidida al control moscovita.

Perseguidos por el nuevo régimen, sin organizaciones propias, los libertarios escogieron la clandestinidad, el exilio, la oposición. Fusilados o encarcelados suman decenas y decenas... Pero la vieja influencia libertaria se halla latente.

Al hablar de anarquismo en Cuba no es posible olvidar a figuras como Adrián del Valle, excelente escritor, doctrinario y novelista, colaborador de las principales publicaciones anarquistas de lengua castellana, tanto españolas como americanas, Cándido Mañana, Marcelo Salinas, Casto Moscú, Domingo Germinal, el viejo Saavedra, Luis Dulzaides y muchos más que nutrían con su inteligencia las selectas publicaciones anarquistas cubanas que fueron subsistiendo a pesar de todas las dictaduras hasta que Fidel Castro y los comunistas terminaron con todo atisbo de libertad en la hermosa isla.

Y en el exilio, los anarquistas cubanos continúan su lucha contra la dictadura castrista y publican una hermosa revista de vigor combativo y amplia exposición y estudio ideológicos, titulada “Guángara Libertaria”.

 

 

CHILE

Las primeras manifestaciones que se dan en Chile como organización de los trabajadores con cierto sentido libertario son las sociedades de socorros mutuos. La primera sociedad de este tipo de que se tiene noticia es la Sociedad de los Tipógrafos, organizada en 1853, en Santiago, unos dos años después aparece también una Unión de Tipógrafos en Valparaíso, seguida por varias asociaciones de artesanos en Santiago, Valparaíso y otros lugares.

En 1870 ya existían treinta sociedades de socorros mutuos en Chile, las cuales mostraban las influencias de las nuevas ideas sociales que estaban adquiriendo auge tras la formación de la Primera Internacional. Y el número de estas agrupaciones fue aumentando hasta poderse contar 240 en 1900.

Antigüedad del movimiento obrero reivindicativo en Chile

Por otra parte, el 14 de abril de 1850 se fundó la Sociedad de la Igualdad, la cual en su declaración de principios decía que luchaba por la “soberanía política y la fraternidad universal”. Los militantes de esta organización extienden eficazmente su influencia en las organizaciones obreras y los medios intelectuales a través de una intensa propaganda oral que llega a todo el país. Al propio tiempo surge como órgano de esta agrupación el periódico “EI amigo del Pueblo”.

Ante la intensidad de las actividades de estos grupos, de propagandistas, las autoridades de la época respondieron decretando la disolución de la sociedad, seguida de una brutal represión que culminó con el exilio de sus dirigentes en abril de 1859, lo que no evitó que al calor de aquellas actividades se crearan diversas asociaciones que abarcaban casi todos los oficios, las cuales coincidieron en agruparse en una especie de federación a la que denominaron Mancomunal Obrera, que a pesar de su no muy larga existencia se extendió a través de todo el país, hasta que en 1909 se reunieron en Santiago numerosos grupos de diversos oficios y algunas instituciones autónomas y fundaron la Gran Federación, que luego, en 1912, fue reconstruida con un programa en el que se declara que luchará por desarrollar el espíritu del apoyo mutuo, las mejoras económicas y el cultivo de la cultura para el mejoramiento de sus afiliados y el pueblo en general. En aquella época esta organización alcanzó a tener unos treinta mil afiliados. Los efectos de la guerra de 1914-18 afectó la vida de esta organización.

En 1919 se fundó en la Concepción la Federación Obrera de Chile, en cuya declaración de principios se establece que luchará por la abolición del Estado capitalista para implantar en su lugar una administración obrera orientada por la misma organización desarrollando sus actividades al margen de toda ideología política y religiosa.

También en el mismo año se fundó en Valparaíso la IWW, la cual se declara abiertamente anarcosindicalista. Esta organización se extendió rápidamente por todo el país, con gran influencia entre los obreros de la construcción y los portuarios.

En el segundo Congreso Nacional de la FOCH, celebrado en Rancagua, se produjo una escisión provocada por una grupo de comunistas recién llegados de una visita a Rusia, los que consiguieron que la organización se adhiriera a la Internacional Sindical Roja, por lo que cuarenta y seis consejos federales se separaron para continuar la lucha al margen de los partidos políticos.

Reformismo y represiones en Chile

Una sucesión de tres feroces represiones (gobiernos de Salvador Sanfuentes, Arturo Alessandri y Carlos Ibáñez) aplastan materialmente al movimiento obrero y revolucionario, hasta que en 1931, tras algunas peripecias gubernamentales bastante ridículas, la Confederación General del Trabajo surge al calor de la IWW y los militantes anarquistas y anarcosindicalistas chilenos. Con los altibajos propios de los avatares sufridos como consecuencia de las represiones ejercidas por los diferentes gobiernos, el movimiento, anarcosindicalista y anarquista chileno desarrolló una encomiable labor, hasta que en 1951, tras una gran concentración obrera se prepara un congreso unitario que dio nacimiento en 1953 a la CUT, en la que intervinieron todas las organizaciones obreras, desarrollando una buena obra reivindicativa, con manifestaciones de importancia y conflictos mantenidos con energía, a través de cuya lucha las clases poderosas fueron mantenidas a raya en su ejercicio acostumbrado de explotación y tiranía.

En esas circunstancias se llega a 1956, bajo el gobierno de Carlos Ibáñez, y en julio de ese año la CUT declara una huelga nacional que logró paralizar a todo el país, pero que, como siempre, fue vendida por los políticos (comunistas incluidos), regresándose al trabajo sin más consecuencias. Eso provocó que los militantes anarcosindicalistas y anarquistas se retiraran de la CUT, con lo que esta organización quedó en manos de los políticos de toda laya.

Durante el régimen de Allende, la CUT continuó siendo un apoyo político para el marxismo, y los libertarios hubieron de recluirse a la clandestinidad más o menos activa y escapar al exilio o desaparecer con la dictadura de Pinochet.

En la actualidad (1983), la militancia anarquista chilena está exiliada.

 

 

ECUADOR

No tenemos datos de cuándo las ideas libertarias llegaron a Ecuador, pero en el Congreso de la ACAT de 1929 se recibió un mensaje en que se decía: “La República del Ecuador tiene una organización libertaria que actúa en la propaganda y muy especialmente en la lucha obrera. Se desenvuelve con todas las virtudes del ideal anárquico y es organización en crecimiento con tendencia a ascender, cual una planta que en su debido tiempo ha de engalanarse con flores para brindar más tarde óptimos y sazonados frutos. Es la Asociación de Obreros Libertarios, entidad combativa y educacional, la que últimamente se ha puesto frente a los comunistas con motivo del espectacular Congreso Obrero y Campesino, organizado por los adictos a la sindical roja...”.

Con el transcurso de los años sólo han ido quedando algunas individualidades que han sorteado como han podido las persecuciones y las tiranías que ese país ha venido sufriendo a través de toda su historia.

Por los años sesenta, un grupo de estudiantes anarquistas publicó una modesta revista titulada “El Sembrador”, de la cual sólo hemos conocido tres números.

 

 

MÉXICO

En 1849 ya se hablaba en México de las “monstruosas” teorías socialistas

Las primeras noticias de la corriente socialista, se remontan -según Valadez- al año de 1849, en que la Iglesia Católica, eficaz vigilante de la tradición colonial mexicana, hace un llamado al pueblo sobre los peligros que encerraba el llamado socialismo utópico contenido en las “monstruosas” teorías de Fourier, de Saint-Simon, de Owen, Proudhon y demás socialistas.

“La Voz de la Religión”, en su edición del 6 de junio de 1849, publicó: este comentario alarmante:

«“Los socialistas utópicos forman una secta de filósofos que pretende mejorar las condiciones de la especie humana sin tomar en cuenta la «religión de Jesucristo», interpretando el Evangelio de la manera más absurda, blasfemando del Redentor, llamándole con impío desacato «el primer socialista», desconociendo las verdades de la revelación, burlándose de todos los principios sociales y políticos que hasta ahora han regido al mundo y que, a pesar de sus aberraciones, de sus monstruosidades y de sus vanas teorías, han logrado conmover a la Europa culta y poner en combustión a sus diferentes pueblos”.

“Por fortuna, esta secta de filósofos, este sistema insensato, apenas ha hecho prosélitos en nuestra patria, cuyo buen sentido ha condenado hasta ahora al desprecio las máximas estrafalarias de esa delirante escuela”».

Según testimonio de la propia revista, las doctrinas apenas comenzaban a hacer prosélitos en México en 1849 y 1850, y, en consecuencia, no habían conseguido todavía ejercer influencia en el movimiento obrero mexicano, que para entonces empezaba a dar sus primeros pasos, como lo comprueba el hecho de que la Sociedad Particular de Socorros Mutuos, fundada el 5 de junio de 1853 en la ciudad de México, por un grupo de obreros del ramo de sombrerería, no inspiró sus bases constitutivas en las doctrinas de ninguno de los socialistas utópicos. La Sociedad Particular de Socorros Mutuos es la primera organización obrera que surgió en México con un programa revolucionario bien definido.

También la revista “La Voz de la Religión” dio en México las primeras noticias específicas sobre el anarquismo de Proudhon. En los meses de febrero y abril de 1850 publicó una serie de artículos comentando Las confesiones de un revolucionario, reproduciendo algunas ideas del autor y dando el grito de alarma acerca de los peligros entrañados en esa doctrina...

Cuatro años después de esta fecha y de estos escritos, y de las prevenciones de fa Iglesia y del Partido Conservador, aparece en México el primer lector entusiasta de los libros de Fourier y Proudhon, que fue Melchor Ocampo.

Don Justo Sierra declara en su libro Juárez, su obra y su tiempo que los contemporáneos de Ocampo tenían a éste por un socialista un poco lírico, empeñado en trazar el derrotero social de la revolución reformista; que Leonardo Márquez lo acusó de anarquista y de enemigo implacable de todo orden social, y que Lucas Alamán lo señaló como la encarnación del espíritu de revuelta, heterodoxo y anarquista.

Ocampo fue anarquista no sólo por doctrina, no sólo por haber leído, admirado y traducido a Proudhon, sino por temperamento.

“Ocampo, por otra parte, puede ser considerado como un precursor de la revolución agraria de 1910. En su Reseña de algunos males de Michoacán, reconoce la existencia del problema y cree que el Gobierno debe emprender una política encaminada al reparto de las tierras”.

Años más tarde, con la circulación de revistas y periódicos franceses que tiene lugar en el país durante el imperio de Maximiliano, pero sobre todo, con la llegada a México de Plotino C. Rhodakanaty, las ideas de Fourier y de Proudhon adquirieron un auge extraordinario y empiezan a producir sus primeros frutos en el campo del movimiento obrero y campesino de México.

La fundamental propaganda en México de Plotino Rhodakanaty

De la tendencia anarquista de Rhodakanaty nos da testimonio su traducción al castellano de la obra Idea general de la Revolución en el siglo XIX, de Proudhon, y que fue editada en México en 1877. De la tendencia fourierista nos habla un folleto que publicó Rhodakanaty en el año de 1861, denominado Cartilla Socialista, o sea el catecismo elemental de la escuela de Carlos Fourier, El Falansterio, del cual se publicó en 1879 una segunda edición dedicada al uso, instrucción y práctica de las clases obreras y agrícolas de la República.

Las corrientes anarquista y fourierista fueron las que más influyeron en el México de aquel entonces, interesando a grupos de estudiantes, de obreros y campesinos del país, hasta llegar a producir las dos primeras huelgas obreras y la primera insurrección agraria que registra la historia del movimiento social mexicano.

Rhodakanaty aspiraba a establecer colonias agrícolas en diferentes lugares del país inspiradas en el socialismo de Fourier, con la esperanza, según escribe, de que él las conociera y comprobara sus beneficios, decidiéndose por esa clase de socialización. Rhodakanaty no logró que se establecieran las anheladas colonias agrarias. Se dice que al sentirse fracasado ocupó la cátedra de filosofía en el Colegio de San Ildefonso y que intentó establecer una Escuela de Filosofía en México. Lo único comprobado es que en los primeros meses de 1864 publicó Neopanteísmo, consideraciones sobre el hombre y la naturaleza, obra que produjo una viva discusión entre los estudiosos de la época, y le brindó la ocasión de reunir a varios jóvenes y fundar con ellos en enero de 1865 él Club Socialista de Estudiantes. Las doctrinas que se leían y comentaban en esas reuniones eran el anarquismo de Proudhon y el socialismo utópico de Fourier. Bajo el influjo de esas lecturas y comentarios, se formó un grupo de simpatizadores de esas doctrinas. Entre esos jóvenes se destacaron Juan de Mata Rivera, Francisco Zalacosta, Santiago Villanueva y Hermenegildo Villavicencio.

Dirigido por Rhodakanaty, este grupo se dedicó a propagar el fourierismo y el proudhonismo entre los obreros y campesinos; a reorganizar la Sociedad Particular de Socorros Mutuos, que había sido disuelta por orden del gobierno santanista diez años antes; a organizar las sociedades del ramo de sombrerería y de sastrería, y a orientar a los trabajadores de las fábricas de hilados y tejidos de San Ildefonso y la Colmena, en el Estado de México, para que, el 15 de mayo de 1865, fundaran la Sociedad Mutua del Ramo de Hilados y Tejidos del Valle de México.

Este grupo de líderes y esta organización de trabajadores llevaron a cabo durante el imperio de Maximiliano la primera huelga que se registra en México. La huelga estalló porque los obreros de la fábrica de San Ildefonso habían sufrido una rebaja en sus jornales de medio real en cada vara de manta; porque habían sido separados de sus empleos más de cincuenta trabajadores por pretendida economía de la negociación; porque la tienda de raya embargaba semanalmente el salario de la mayor parte de los obreros; porque la empresa fijó a partir del 10 de mayo de ese año el siguiente horario de trabajo: de las 5 de la mañana a las 5.45 de la tarde para las mujeres, y de las 5 de la mañana a las 7.45 de la tarde para los hombres.

Siendo esta la situación, los obreros de la fábrica de San Ildefonso resolvieron suspender el día 10 de junio de 1865 sus actividades, hasta que no les fueran concedidas mejores condiciones de trabajo. Los obreros de la fábrica La Colmena paralizaron sus labores al día siguiente, dando así una muestra del alto sentido de solidaridad a que había llegado, ya en ese año, la organización obrera de México.

Esta primera huelga produjo una separación de los líderes del Club Socialista de Estudiantes. De un lado, Villanueva y Villavicencio permanecieron en la capital de la República con el encargo de seguir activando el movimiento obrero por ellos iniciado. De otro lago, Rhodakanaty y Zalacosta se dirigieron a la villa de Chalco para fundar una colonia agrícola y alimentar entre los campesinos el espíritu de la revolución social, ya palpitante entre los obreros.

 

Grandes huelgas y triunfos de las primeras organizaciones obreras

Villanueva y Villavicencio se dedicaron a levantar el ánimo de los obreros, desfallecido por el fracaso de la huelga. Fundaron en la capital la Sociedad Artístico-Industrial. Aparentemente esta nueva organización tenía fines artísticos, ya que la mayoría de sus miembros eran pintores y escultores; pero en realidad aquella sociedad era una nueva cátedra del fourierismo y del proodhonismo, como lo había sido el Club Socialista de Estudiantes. Sus socios se reunían en secreto para discutir con todo calor sobre las doctrinas de Fourier y Proudhon.

En enero de 1866 invitaron a los obreros de la región de San Angel a fundar una asociación, quedando el 27 de enero constituida la Unión Mutua de Tejedores del Distrito de Tlalpan, que agrupó a todos los trabajadores de las fábricas de Contreras, de la Abeja, de Tizapán y de la Fama Monteñesa: Los obreros de esta última fábrica abandonaron el 8 de julio de 1866 el trabajo y al día siguiente los trabajadores que constituían la Unión Mutua de Tejedores del Distrito de Tlalpan secundaron la huelga.

El Gobernador del Distrito se trasladó a Tlalpan y trató de convencer a los trabajadores para que volvieran a sus labores, y que su conflicto se resolvería amistosamente, intervención que los obreros rechazaron; entonces se pidió al presidente Juárez su intervención, quien dio un fallo favorable a los obreros, acontecimiento que festejaron durante dos días.

Es este el saldo positivo y negativo de las actividades del Club Socialista de Estudiantes. La ideología dominante en ambos movimientos fue el fourierismo y el proudhonismo, movimientos que se anticiparon en muchos años a las huelgas de Cananea y Río Blanco.

Rhodakanaty y Zalacosta, mientras tanto, en los últimos días de noviembre de 1885 se establecían en Chalco, organizando una escuela que años después se llamó Escuela de la Razón y del Socialismo o Escuela Moderna y Libre. Este centro fue consagrado a la educación anarco-fourierista de los niños y los peones de ese lugar.

Rhodakanaty y Zalacosta se proponían preparar a los campesinos para una revolución agraria que se extendería a todo el país, inspirados en el fourierismo y en el anarquismo de Proudhon.

En una proclama, Rhodakanaty expuso la táctica que había que seguir, ella decía:

«“Pueblos: ¡No más gobiernos! ¡Abajo las tiranías! ¡Paso al garantismo social!”

“EI gobierno es el desorden; luego una sociedad sin gobierno es una sociedad de orden. Luego quiere decir que el sistema actual que nos rige, tenemos que maldecirlo y que cambiarlo totalmente; los hombres han de vivir una era más libre, en la cual se agrupen no por temor al más fuerte, sino por necesidades y por voluntad: el falansterio ideado por Fourier, es lo único que nos puede salvar”». 

La prédica anarco-fourierista de Rhodakanaty y Zalacosta produjo pronto sus efectos. Al calor de ella se formó el líder campesino Julio Chávez López, que fue el instrumento adecuado para realizar la concebida revolución agraria de los campesinos de Chaleo.

De Rhodakanaty y Zalacosta, Julio Chávez López aprendió a escribir, a hablar en público, a pronunciar conferencias y a redactar manifiestos políticos... En 1868, después de tres años de aprendizaje, había conseguido formarse ya un criterio revolucionario, que él condensaba en esta fórmula: “Soy socialista porque soy enemigo de todos los gobiernos, y comunista, porque mis hermanos quieren trabajar las tierras en común”.

Chávez López organizó la revolución agraria que habían proyectado sus maestros.

Esta revolución comenzó a planearla desde el 3 de enero de 1869 en la ciudad de Puebla, según consta en la carta dirigida a su maestro Zalacosta, en la que decía: “He llegado hasta acá. Hay mucho descontento entre los hermanos, porque todos los generales quieren apoderarse de la tierra de nuestros hermanos. ¿Qué le parecería a usted que hiciéramos la revolución socialista?”

Julio Chávez López inicia la revolución agraria

Chávez López había ido a Puebla con objeto de aprovechar la revuelta del general Miguel Negrete en contra del Gobierno de Juárez. Su intención no fue alistarse en la revuelta, sino aprovechar la distribución que este general iba a hacer de armas al pueblo y proveerse así de las que necesitaba para llevar a cabo la rebelión campesina que venía proyectando.

Provisto de las armas regresó a Chalco, decidido a realizar lo que había llamado la revolución socialista. En secreto estuvo trabajando su plan de rebelión y el día 20 de abril de 1869 dio a conocer a los campesinos del lugar un manifiesto, en cuya redacción parece que participó Zalacosta y que había tenido la precaución de mandar imprimir en la ciudad de Puebla.

Este documento lleva por título: Manifiesto a todos los oprimidos y pobres de México y del Universo, y en algunos párrafos dice así:

«”Cuidado mexicanos:”

“Ha llegado la hora de conocer a los hombres con el corazón bien puesto; ha llegado el día en que los esclavos se levanten como un solo hombre reclamando sus derechos pisoteados por los poderosos. Hermanos: Ha llegado el momento de despejar el campo, de pedir cuentas a los que siempre nos las han exigido; es el día de imponer deberes a quienes sólo han querido tener derechos”.

“Vamos a una contienda de sangre. Pero qué importa, si esta sangre es generosa fertilizará nuestros campos, dará exuberancia a las plantas y dejará un rastro a la humanidad del futuro”.

“Por eso, ahora nos pronunciamos contra todas las formas de gobierno: queremos la paz y el orden”.

“Hemos pedido tierras y Juárez nos ha traicionado. ¿Por qué no tener el pedacito de tierra que labramos? ¿Con qué derecho se han apropiado algunos individuos, unos cuantos, de la tierra que debería ser de todos?...”».

«“¿Qué queremos nosotros?”

“Hermanos nuestros:”

“Queremos el socialismo, que es la forma más perfecta de convivencia social; que es la filosofía de la verdad y de la justicia, que se encierra en esta tríada inconmovible: libertad, igualdad y fraternidad”.

“Queremos destruir radicalmente el vicioso estado actual de explotación, que condena a unos a ser pobres y a otros a disfrutar de las riquezas y del bienestar; que hace a unos, miserables, a pesar de que trabajan con todas sus energías, y a otros, les proporciona la felicidad en plena holganza”.

“Queremos la tierra para sembrar en ella pacíficamente, y recoger la cosecha tranquilamente, quitando desde luego el sistema de explotación, dejando en libertad a todos, para que siembren en el lugar que más les acomode, sin tener que pagar tributo alguno, contando con libertad para reunirse en la forma que más crean conveniente, formando grandes o pequeñas sociedades agrícolas que se vigilen en defensa común, sin necesidad de un grupo de hombres que les ordene y castigue”.

“Queremos abolir todo lo que sea señal de tiranía entre los mismos hombres, viviendo en sociedades de fraternidad y mutualismo y estableciendo la República Universal de la Armonía”.

“¡Pueblo Mexicano!:”

“Este es nuestro plan sencillo que haremos triunfar en alguna forma y en pos del verdadero triunfo de la libertad”.

“Seremos perseguidos; tal vez acribillados. ¡No importa!, cuando en nuestro pecho laten esperanzas. Qué más tenemos en nuestra vida, si no morir antes que seguir perpetuando el agobio de la miseria y de los padecimientos. Se nos desprecia como liberales, se nos mancilla como socialistas y se nos condena como hombres. Es indispensable salvar el momento, y levantar nuestros esfuerzos en torno de esa sacrosanta bandera de la revolución socialista, que dice desde lo más alto de la República: «¡Abolición del gobierno y de la explotación!»”.

“¡Viva el socialismo! ¡Viva la libertad!”».

El 1º de mayo, o sea once días después de lanzado este manifiesto, las fuerzas federales de la guarnición de Chalco pretendieron aprehender a Chávez López. Este residía en el local que ocupaba la escuela fundada por Rhodakanaty y Zalacosta, y al darse cuenta de que iba a ser detenido, resolvió reunir a un grupo de campesinos y hacer resistencia, los soldados federales desencadenaron un tiroteo, quedando comprometida la situación de Chávez López y sus amigos. Varios campesinos, intencionalmente, provocaron en las calles una confusión, para dar lugar a que Chávez pudiera abandonar el edificio de la escuela.

Algunos triunfos de la revolución iniciada por Julio Chávez López

Conjurado el peligro, Chávez y sus compañeros abandonaron el pueblo y se dirigieron a la sierra. Permanecieron en las faldas de la montaña del Ixtaccíhuatl mientras organizaron debidamente la rebelión. Pronto se vieron acrecentadas las filas de la insurrección, y un mes después, Julio Chávez abandonó su refugio y avanzó hacia San Martín Texmelucan, de Puebla, cuya plaza tomó con facilidad, apoderándose de buen número de armas.

Poco tiempo después abandonó la población y avanzó hacia Apizaco, cuya plaza también tomó con facilidad. Aprehendió a algunos hacendados que encontró, tomándolos en calidad de rehenes. Recogió los fondos municipales y quemó los archivos. Y, como en Texmelucan, exhortó a los campesinos a sumarse a aquel movimiento revolucionario que luchaba por la emancipación de los peones de las haciendas.

En Apizaco concibió la idea de hacer extensiva la insurrección por toda la República, destacando grupos armados hacia las regiones agrícolas por estimar que ellas serían las mejores fuentes de aprovisionamiento de campesinos. Con este fin puso a las órdenes de Anselmo Gómez cincuenta campesinos que se dirigieron a Veracruz. El 11 de junio atacó y tomó la plaza de Chicontepec.

A principios del mes de julio dispuso Chávez el ataque a la guarnición federal de Actopan, del Estado de Hidalgo. Al frente de un ejército de mil quinientos campesinos, se aproximó a la plaza; pero fue sorprendido por las fuerzas federales, derrotado, hecho prisionero y puesto en poder de las autoridades militares de Chalco, quienes lo fusilaron la madrugada del 1º de septiembre de 1869 en el interior de la casa que ocupó la Escuela Moderna y Libre de aquella población. Al ser inmolado por el pelotón de soldados gritó: “¡Viva el socialismo!”

 

Fracaso de la revolución y fusilamiento de Julio Chávez López

Las autoridades de Tlaxcala, informadas de los antecedentes de Rhodakanaty y Zalacosta, ordenaron su aprehensión. Rhodakanaty fue capturado en el pueblo de Huamantla. Se le amenazó con la pena de muerte, pero al fin fue puesto en libertad, imponiéndosele sólo el destierro de todas las regiones afectadas por la insurrección.

Zalacosta, disfrazado de campesino, pudo ponerse a salvo huyendo a Puebla. De ahí regresó a fa ciudad de México, siendo aprehendido al llegar a la Villa de Guadalupe por varios oficiales del ejército que lo consideraron sospechoso. Su compañero Santiago Villanueva, acudió en su ayuda, logrando su libertad a principios del mes de septiembre, cuando ya Julio Chávez había sido fusilado.

Así terminó la insurrección de campesinos de Chalco; Estado de México, que duró cuatro meses y fue la consecuencia lógica de la prédica de las doctrinas del socialismo utópico de Fourier y el anarquismo de Proudhon que llevaron a este lugar Rhodakanaty y Zalacosta y que Julio Chávez y aquel grupo de peones trataron de cristalizar con las armas en la mano.

Después de 1884, con la vuelta de Porfirio Díaz al poder, los artesanos y trabajadores industriales de México que habían usado la táctica proudhoniana en sus luchas, organizan el Club de Obreros Libres, en nombre del cual lanzan un manifiesto exponiendo sus nuevos puntos de vista de participar en las contiendas electorales, que no les dio el mismo resultado como arma de emancipación, pero, según García Cantú, les era más beneficioso.

Desde esa fecha las inquietudes políticas ante el continuismo porfiriano hacen nacer nuevamente las actividades de los trabajadores más resueltos; pero modificado el artículo constitucional que permitía el derecho de publicar escritos sobre cualquier materia, fue suspendido “El Socialista”, única publicación obrera que subsistía. Asimismo fueron disueltas las organizaciones obreras.

Los periodistas independientes se dedicaron a la crítica contra don Porfirio, quien desencadenó una feroz persecución con cárcel y destierros. Momentos en que aparece Ricardo Flores Magón con “Regeneración” en 1900, combatiendo la corrupción jurídica, y en diciembre del mismo año se convierte en periódico de combate con tendencias sociales no muy definidas, pero decididamente en oposición a la reelección de Porfirio Díaz.

El primer número de “Regeneración” apareció el 7 de agosto de 1900, dirigido por Ricardo acompañado por su hermano Enrique. Al año siguiente Ricardo es encarcelado en Belén, desde donde reclama públicamente la dimisión de Porfirio Díaz. A principios de 1902 recobra la libertad y, junto con su hermano Enrique, se hace cargo de la publicación de “El hijo del ahuizote”, ya que “Regeneración”, había sido suspendido.

El magonismo se inicia como un movimiento de protesta contra la dictadura porfirista y de defensa de la Constitución de la Reforma. Pero desde un principio se encuentra en él una profundidad que va más allá del mero cambio político o del retorno al estado de cosas que imperaba en 1857, que el grupo defiende principalmente por lo que se refiere a la necesidad de reprimir los abusos que comete la Iglesia católica, solapada en la tolerancia de las autoridades del porfirismo.

En el Manifiesto del Club Liberal Ponciano Arriaga, de 1903, se habla ya de la dignificación del proletariado “mediante una más justa distribución de la riqueza, acaparada por el capitalista, el fraile y el alto funcionario, ya sea civil o militar... díganlo esos infelices que desfallecen en las haciendas, bajo el látigo del mayoral y explotados en las tiendas de raya, esos infelices que son transportados al Valle Nacional, a Yucatán, y que a veces no representan más valor que diez o veinte pesos...”.

Flores Magón evolucionó rápidamente hacia las concepciones expuestas por los teóricos anarquistas, adaptándolas a las condiciones sociales de México, y a la vez que hacía armas contra la tiranía porfirista los propagaba con ardor.

 

Aparición del Partido Liberal Mexicano

A principios del presente siglo, los hermanos Flores Magón organizaron el Partido Liberal Mexicano, cuyo órgano oficial, “Regeneración”, circulaba en los hogares mexicanos subrepticiamente. Este Partido propugnaba por establecer la jornada de, trabajo de ocho horas y elevar el nivel de vida de las clases trabajadoras; reglamentar los servicios domésticos y el trabajo a domicilio; garantizar el tiempo máximo de trabajo y el salario mínimo; evitar el trabajo a menores de catorce años; obligar a los patronos a crear condiciones higiénicas de vida para los trabajadores, y a resguardarlos de peligros; establecer las indemnizaciones por accidente de trabajo; declarar nulas las deudas de los campesinos con sus amos; evitar que los patronos pagaran en otra forma qué no fuera con dinero efectivo; suprimir las tiendas de raya; prohibir las multas a los trabajadores, así como descuentos a su jornal, o bien que les fuera retardado el pago de éste por más de una semana, o que se les negara el pago inmediato de lo ganado al que se separe de su trabajo; obligar a las empresas y negociaciones a utilizar a una mayoría de mexicanos tomo empleados, y a no diferenciar, en el pago de sueldos, a los extranjeros, de éstos; hacer obligatorio el descanso dominical.

Dicho programa contenía no pocas de las demandas obreras del Gran Círculo, por las cuales habían luchado los socialistas de años anteriores, sobre todo a través de los periódicos.

Pasando a vías de hecho, el Partido Liberal Mexicano encabezó los levantamientos de Viesca y Las Vegas, Coah., 1908, que aunque fueron en seguida sofocados, vinieron a fortalecer el espíritu de rebeldía de las grandes masas explotadas en México.

Por su parte, el joven proletariado mexicano no permanecía inactivo. La propaganda magonista penetraba a su seno y lo empujaba a organizarse.

En 1906, Flores Magón había dicho que el trabajador fabrica con sus manos la riqueza. Empieza a concebir poto después la futura revolución mexicana, no como un movimiento contra Díaz, sino como una lucha de clases, lucha entre los ricos propietarios y el pueblo obrero y campesino. Empieza a ver no sólo a México, sino al mundo entero, dividido en dos clases sociales fatalmente antagónicas; la de los que trabajan y producen sin gozar de los frutos de su actividad, y la ociosa, que vive del trabajo de la primera.

Con la propaganda de Flores Magón, resucitaron los Círculos de Obreros Libres, que se desarrollaron en Veracruz, Tlaxcala y Puebla, en donde los trabajadores textiles plantearon las primeras huelgas contra sus amos para despedir al sanguinario régimen de Porfirio Díaz. El acontecimiento que marcó el alto a las infamias del sistema oprobioso en que vivía el pueblo fue la huelga de Cananea, Son., en donde Flores Magón, con su club liberal Humanidad, preparó la decisión de los trabajadores para lograr el episodio más espectacular de la época en cuanto a la lucha social se refiere, ya que fue el inicio real, la lucha directa contra Porfirio Díaz. Después de la cacería de trabajadores que fueron mandados a San Juan de Ulúa, no quedaba otro camino que la insurrección armada, y a esa tarea se dedicaron campesinos y artesanos en todos los lugares.

Al año siguiente (1907), veinte mil obreros de la región textil de Orizaba votaron la huelga en solidaridad con los obreros de Puebla, amenazados por nuevos reglamentos que prohibían su organización y en demanda de condiciones de vida más humanas. En su pliego de peticiones solicitaban aumento de salarios para hombres, mujeres y niños y, además, reducción del día laboral de dieciséis a catorce horas.

“El lunes 7 de enero -dicen los hermanos List Arzubide- amaneció brumoso y pesimista. Las fábricas lanzaron su ronco silbido, llamando a los trabajadores a la faena. Los industriales estaban seguros de que los obreros no se atreverían a desobedecer el laudo presidencial, máxime cuando habían hecho correr la versión de que las autoridades del cantón de Orizaba tenían órdenes estrictas de hacer que el trabajo se reanudara desde luego, para que el comercio no siguiera sufriendo el paro. De todas las calles que conducen a las factorías, se vio avanzar la masa compacta de obreros que los amos, satisfechos, veían regresar vencidos. Pronto se desengañaron: aquella multitud no llegaba, como otros días sumisa y dominada; cada trabajador traía los puños fuertemente crispados y había en su rostro odio y dolor. Los días de huelga, con su cortejo de hambre, de zozobra, les había acuñado un gesto de amargura, y sabiendo que había llegado el momento de la lucha, afirmaban su paso formidable. Vinieron a situarse frente al edificio de la fábrica en actitud de desafío, para que los propietarios vieran claramente que se negaban a trabajar a pesar de la conminación presidencial, y vinieron también para saber quiénes, entre ellos, flaqueaban rompiendo las filas protestativas, para castigarlos”.

Este gesto magnífico del proletariado mexicano fue reprimido brutalmente por fuerzas federales. Quienes no cayeron allí, fueron deportados a las tierras calcinosas y mortíferas del territorio de Quintana Roo.

 

Las huelgas de Cananea y Río Blanco

La huelga de Río Blanco fue también pe inspiración anarquista, organizada por elementos de grupos liberales.

Los elementos magonistas, por su parte, declaraban: «“El Partido Liberal Mexicano reconoce que todo ser humano, por el hecho de venir a la vida, tiene derecho a gozar de todas y cada una de las ventajas que la civilización moderna ofrece, porque esas ventajas son el producto del esfuerzo y del sacrificio de la clase trabajadora de todos los tiempos”.

“El Partido liberal Mexicano reconoce que el llamado derecho de propiedad individual es un derecho inicuo, porque sujeta al mayor número de seres humanos a trabajar y a sufrir para la satisfacción y el ocio de un pequeño número de capitalistas”».

En el artículo editorial de “Regeneración” del 19 de noviembre de 1910, se decía:

«“La Revolución va a estallar de un momento a otro. Los que tantos años hemos estado atentos a todos los incidentes de la vida social y política del pueblo mexicano no podemos engañarnos…”.

“Debemos tener presente que ningún gobierno, por honrado que sea, puede decretar la abolición de la miseria. Es el pueblo mismo el que tiene que abolirla, tomando, en primer lugar, posesión de la tierra, que por derecho natural no puede ser acaparada por unos cuantos, sino que es la propiedad de todo ser humano”.

“Tenéis que tomarla vosotros a despecho de la ley, a despecho del pretendido derecho de propiedad; tenéis que tomarla vosotros en nombre de la justicia natural, en nombre del derecho que todo ser humano tiene a vivir y a desarrollar su cuerpo y su inteligencia”.

“Cuando vosotros estéis en posesión de la tierra, tendréis libertad, tendréis justicia, porque éstas no se decretan; son el resultado de la independencia económica, de la facultad que tiene un individuo de vivir sin depender de un amo, de aprovechar para sí y los suyos el producto íntegro de su trabajo”.

“¡Adelante, compañeros! Pronto escucharéis los primeros disparos, pronto lanzarán el grito de rebeldía los oprimidos. Que no haya uno solo que deje de secundar el movimiento, lanzando con toda la fuerza de la convicción este grito supremo: ¡Tierra y Libertad!”».

Ricardo Flores Magón acertó: al día siguiente estallaba la Revolución, y con ella nacían todas las posibilidades de cambio para México.

 

Estallido de la Revolución de 1910

El Partido Liberal Mexicano participó activamente en la lucha armada; más aún, organizó dos intentos prematuros de levantamiento en 1906 y en 1908, por medio de grupos pequeños, que actuaban clandestinamente en el país; pero el mérito más grande, indiscutible y heroico del Partido Liberal fue el de haber sostenido las ideas, primero típicamente liberales, después claramente anarquistas, que “Regeneración” difundió y que le dieron una profunda ideología social a la Revolución, ideología apoyada en una realidad, en una auténtica situación de estancamiento económico y de explotación de la mayoría del pueblo trabajador par una minoría de grandes terratenientes y capitalistas mexicanos y extranjeros.

Mientras tanto, el movimiento obrero se desarrollaba. En 1911 se constituyó la Unión de Obreros de Artes Gráficas, y el Comité Organizador de la Confederación Nacional de Trabajadores lanzó un manifiesto en el que recordaba que “las libertades, por hermosas y seductoras que sean, no bastan para labrar la felicidad de los pueblos”.

En el manifiesto del 23 de septiembre de 1911, programa del Partido Liberal en la Revolución, se dice textualmente: “… todo ser humano, por el sólo hecho de venir a la vida, tiene derecho a gozar de todas las ventajas que la civilización moderna ofrece, porque esas ventajas son el producto del esfuerzo y del sacrificio de la clase trabajadora de todos los tiempos”.

Cuando el 20 de noviembre de 1910 estalló la Revolución, el grupo magonista, en los Angeles, no se sorprendió. Inmediatamente empezó a lanzar insistentes llamados al pueblo mexicano a través de “Regeneración”, para que abrazara la causa anarquista como única que satisfacía verdaderamente sus intereses, afiliándose al Partido Liberal Mexicano. Este no proponía ningún candidato a la presidencia de la República, ni abogaba por la implantación de un nuevo tipo de gobierno, simplemente exhortaba a la gente a una lucha que tuviera por finalidad la emancipación económica de la clase trabajadora, la expropiación de la tierra de manos de los latifundistas y su goce en común, y al mismo tiempo la colectivización de las fábricas, la maquinaria industrial, las minas, los medios de transporte y de toda la riqueza social, y también a no permitir la entronización de un nuevo gobierno, condición indispensable de un sistema de auténtica libertad.

 

Nacimiento de la Confederación del Trabajo de la Región Mexicana

El 5 de marzo de 1916 se realizó, al fin, en el puerto de Veracruz, la primera reunión de trabajadores mexicanos con carácter de reunión previa de un congreso nacional. En ella se adoptó el nombre de Confederación del Trabajo de la República Mexicana para el conjunto de agrupaciones presentes, y se aprobó una declaración de principios que estipulaba:

«“La Confederación del Trabajo de la Región Mexicana acepta como principio fundamental de la organización obrera el de la lucha de clases, y como finalidad suprema para el movimiento proletario, la socialización de los medios de producción”.

“Como procedimiento de lucha contra la clase capitalista, empleará exclusivamente la acción directa, quedando excluida del esfuerzo sindicalista toda clase de acción política, entendiéndose por esto el hecho de adherirse oficialmente a un gobierno o a un partido o personalidad que aspire al poder gubernativo”.

“A fin de garantizar la absoluta independencia de la Confederación, cesará de pertenecer a ella todo aquel de sus miembros que acepte encargo público de carácter administrativo”.

“En el seno de la Confederación se admitirá a toda clase de trabajadores manuales e intelectuales, siempre que estos últimos estén identificados con los principios aceptados y sostenidos por la Confederación, sin distinción de credos, nacionalidad o sexo”.

“Los sindicatos pertenecientes a la Confederación son agrupaciones exclusivamente de resistencia”.

“La Confederación reconoce que la escuela racionalista es la única que beneficia a la clase trabajadora”».

El sindicalismo siempre ha sido aceptado por los anarquistas, y en México también lo fue, no como la solución definitiva para el problema obrero, pero sí como el medio más eficaz para llegar a ella, siempre que los sindicatos actúen con libertad, frente al capital y frente al Estado. Pero el sindicalismo mexicano, desde tiempos de Carranza, constituye la más grande traición a la clase obrera y a su trayectoria libertaria. Es el sindicalismo que, en lugar de darle mayores bríos al movimiento proletario, le corta la facultad de rebelarse y de exigir. Es el sindicalismo que lo espera todo de leyes, paternales, emanadas de un gobierno protector de los desvalidos y miserables, que lo son más en la medida en que son incapaces de ponerse de pie y obtener las victorias por su propio esfuerzo, en la medida en que sólo esperan la buena voluntad del gobernante y no son capaces de apoderarse de lo que por derecho natural les pertenece.

En el salón de actos del Museo Nacional, del 15 al 22 de febrero de 1921, quedó constituida la Confederación General de Trabajadores (CGT), no sin antes haber designado a su Comité Ejecutivo Provisional, en el que figuraron los compañeros Alberto Araos de León, Rafael Quintero, Rodolfo Aguirre como secretario, y como subsecretario, José Rubio, María del Carmen Srías, Sebastián Sanvicente, Guillermo Escobar; Benjamín Quezada y Genaro Castro.

La presencia de algunas individualidades anarquistas en el seno de la C. G. T. hizo perdurar la influencia anarquista, aunque débil, en algunos sectores obreros durante los años siguientes, hasta que en 1935,36 aquella pequeña central obrera también cayó en manos del reformismo político.

Después de este supremo intento para democratizar al movimiento obrero se hicieron varios esfuerzos, pero siempre se tropezó con la legislación sindical que le dio armas al, reformismo social.

Mientras tanto, algunos grupos anarquistas esparcidos por todo el país se replegaron, hasta que al llegar los anarquistas españoles emigrados, en 1939-1940, el movimiento anarquista específicamente considerado se vigorizó un tanto, a pesar de que los anarquistas emigrados encontraron poco campo propicio para sus actividades dirigidas al ambiente mexicano, por lo que dedicaron sus actividades de manera preponderante hacia la lucha antifranquista (especialmente los anarcosindicalistas) o hacia la propagación ideológica de carácter general y hacia los problemas del anarquismo internacional (labor característica del grupo Tierra y Libertad).

No obstante, durante muchos años pervive la Federación Anarquista Mexicana, que agrupa a varios grupos diseminados por todo el territorio mexicano y publica “Regeneración”.

Aunque el movimiento anarquista mexicano actual sea exiguo, las ideas anarquistas difundidas por Ricardo Flores Magón han dejado su huella en la Revolución Mexicana y muchas de las conquistas que ella ha podido significar acusan un fuerte impacto magonista. Incluso, algunos elementos de la actual política mexicana demuestran vivo interés por reivindicar la figura de Ricardo Flores Magón y revalorizar las ideas que formaron su ideario.

Después del movimiento estudiantil de 1968 ha surgido entre la juventud universitaria mexicana un vivo interés por las ideas anarquistas que he dado origen a la formación de varios grupos que desarrollan una excelente labor, sobre todo en los medios estudiantiles.

La labor del Grupo Tierra y Libertad en México

En las actividades desarrolladas por el anarquismo en suelo mexicano merece una mención especial la labor del Grupo Tierra y Libertad. Este grupo se constituyó a la llegada de los anarquistas españoles exilados como consecuencia de la guerra de 1936-1939; en él se aglutinaron una mayoría de militantes españoles, algunos compañeros mexicanos y de otras nacionalidades. En los primeros tiempos fue un grupo numeroso, pero después se fue reduciendo hasta contar en la actualidad (1983) con unos diez miembros.

De proyección ideológica internacional, la obra desarrollada por este grupo es muy encomiable. Desde 1944 publica el periódico “Tierra y Libertad” mensualmente, además de unos números extraordinarios en formato de revista que algunos han considerado como una de las publicaciones más importantes del anarquismo internacional durante la Segunda Guerra Mundial y la inmediata época posterior. En esa revista colaboraron las más prestigiadas plumas del anarquismo de todo el mundo.

También ha publicado el Grupo Tierra y Libertad una buena cantidad de libros y folletos y, actualmente, está empeñado en la edición en castellano de la Enciclopedia Anarquista, la gran obra que editó en francés Sebastián Faure, a la cual, en esta nueva edición se le están añadiendo vocablos nuevos y se están actualizando la mayoría de los vocablos originales, ya que fueron escritos por los años 1927-1928, e incluso antes, por lo que están realmente necesitados de esa actualización que en Tierra y Libertad le están haciendo.

Paralelamente, también existen actualmente otros grupos que realizan labor de propaganda, como Antorcha, que ha reeditado casi toda la obra de Ricardo Flores, Magón, junto a otros textos no menos interesantes.

 

 

NORTEAMÉRICA

Las raíces del pensamiento anarquista en Norteamérica son muy sólidas.

Los precursores anarquistas en Norteamérica

Los artífices de la Independencia eran fundamentalmente anarquistas. Thomas Paine, alma de la Declaración de la Independencia, y quien escogió el nombre de Estados Unidos de Norteamérica, fue el autor de la célebre frase de “el mejor gobierno es el que menos gobierna” y en un estudio al que hace referencia Rodolfo Rocker en su obra El pensamiento liberal en Estados Unidos, aun dice Paine: “gran parte del orden que reina entre los seres humanos no es obra del gobierno. Tiene su origen en la constitución natural del hombre. Existió antes del gobierno y continuará existiendo si la formalidad del gobierno fuese abolida”. Y Ralph Waldo Emerson, probablemente el pensador más eminente de aquel país, afirmaba que “Massachusetts, en sus heroicos días, no tenía gobierno y vivía en ANARQUÍA. Cada hombre era libre, nadie lo gobernaba, y la paz imperaba desde el cabo Cod hasta el monte Hoosc”. Esta afirmación fue hecha por Emerson hacia 1850 en Kansas, según apareció en el periódico “Le Revolté” que Jean Grave publicaba en París.

Incluso antes de la Declaración de Independencia existían en Norteamérica sociedades de resistencia y ayuda mutua. En 1791 se organizaron sociedades profesionales (carpinteros, zapateros e impresores) en Filadelfia, Nueva York y Boston para defenderse de las reducciones de los salarios y conseguir algunas mejoras en las condiciones de trabajo: Se tienen documentos que atestiguan que en 1799 hubieron negociaciones entre los obreros zapateros de Filadelfia y sus patronos para discutir las demandas de los trabajadores. Y aun antes, en 1786, los impresores de Filadelfia realizaron una huelga por la que obtuvieron algunos beneficios. En 1809 los obreros del gremio de zapateros realizaron la primera huelga general del propio gremio como consecuencia de la huelga contra un patrono, en ayuda del cual acudieron otros patronos, a lo que los obreros zapateros respondieron con la solidaridad de todo el oficio... Así se fue desarrollando el movimiento obrero propiamente reivindicativo a la vez que llegaban las ideas revolucionarias y socialistas, con Fourier, Owen y los fundadores de las colonias libertarias.

También Thoreau, el célebre solitario de Walden, en quien Gandhi se inspiró para sus luchas por la independencia de la India, es reconocido como anarquista por todos los historiadores. Sus teorías sobre desobediencia civil y la práctica por él mismo de esas teorías tienen un amplio y claro sentido anarquista.

Aunque es cierto, empero, que la actitud de Thoreau al negarse a pagar los impuestos gubernamentales puede considerarse como precursora de la militancia anarquista en Norteamérica, esta militancia se perfila ya inconfundiblemente con Josiah Warren, quien, según Rodolfo Rocker, fundó el primer periódico anarquista del mundo: Inició en Cincinnatti “The Peaceful Revollutionist”, un semanario de cuatro páginas que escribía y componía él mismo en una máquina de su invención. La hoja tuvo breve existencia, pero fue el primer periódico anarquista que ha existido. Más tarde también fundó “El Heraldo de la Equidad”, en 1841, que debió ser el segundo periódico anarquista que ha visto la luz a través de la historia. Pero Warren no se conformó con la fundación de estos periódicos sino que, siguiendo el ejemplo de Roberto Owen, fundó una colonia anarquista en 1835, llamada Pueblo de la Equidad, otra en 1845, llamada Utopía, y Tiempos Modernos, que fue, sin duda, la más famosa de todas las comunidades de la época, fundada en 1850 y que duró muchos años exitosamente. Warren murió en 1874 Y dejó varios libros escritos. Se le considera el padre del movimiento anarquista de Norteamérica.

Otra figura relevante del anarquismo norteamericano fue Stephen Pearl Andrews (1812-1866) a quien Vladimir Muños califica como la persona más culta del anarquismo mundial y de quien Rocker dice que “llegó a conocer treinta y dos idiomas, entre ellos el sánscrito, hebreo y chino”.

El movimiento abolicionista también fue un precursor de la militancia anarquista, y algunos de sus mártires, como John Brown, se acercaron grandemente a las concepciones del anarquismo.

Es interesante señalar que en 1802 ya se celebró un congreso de obreros tipógrafos en el que se trataron problemas sobre las mejores formas de organizar y retribuir el trabajo, lo que se hacía con un anhelo aún difuso de reivindicaciones justicieras que mitigaran las condiciones extremadamente explotadoras que en la época prevalecían, trabajando catorce horas en invierno y dieciséis en verano.

Amplia labor propagandista realizada por Johann Most

Con diversas oscilaciones, el movimiento obrero fue adquiriendo gran fuerza, aunque en realidad carecía de una orientación definidamente revolucionaria hasta la llegada al país de Johann Most, nacido en Augsburg, Alemania. Su trayectoria revolucionaria anterior a su llegada a Norteamérica fue harto accidentada, sufriendo varias prisiones y condenas. En 1882 llegó al país, organizándose un mitin monstruo para recibirlo. Refiriéndose a este periodo Vladimir Muñoz dice que “En seguida emprende una jira de propaganda por las principales ciudades de E. U. y, en toda la primera parte de 1883, se parecía a una procesión triunfal. La prensa se ocupaba extensamente, organizándose a la vez gran número de grupos anarquistas como resultado de su agitación. En octubre de 1883 tuvo lugar el congreso conjunto entre social-revolucionarios y anarquistas, celebrado en Pittsburg, Pa. En este congreso tomaron parte representantes de 26 ciudades. Most, Spies y Parsons se hallaban entre los delegados...”. “El Congreso de Pittsburg y las repetidas giras de propaganda y conferencias pronunciadas por Most y otros anarquistas prominentes han hecho sentir su efecto. El anarquismo se estableció como potencia en los círculos radicales del movimiento obrero en los E. U....”. El “Freiheit” (“Libertad”) dobló su circulación, mientras algunos de los viejos periódicos socialistas, como el “Chicago Arbeiter Zeitung” y el “Vorvate” desertaron del campo socialista uniéndose al movimiento anarquista, mientras aparecían nuevos voceros del anarquismo.

Pero esta euforia anarquista que refiere Vladimir Muñoz se truncó catastróficamente tras los sucesos de Haymarket, con los célebres Mártires de Chicago que se recuerdan (o debieran recordarse) cada Primero de Mayo.

No murió el sentimiento anarquista, empero, ni cesaron sus esfuerzos por influir en el movimiento obrero, el cual ya estaba casi copado por el reformismo que actualmente conocemos. Así, en 1905 se organiza la Industrial Workers of the World, más conocida por sus iniciales IWW, la que llegó a tener cerca de ochenta mil afiliados, pero que hasta hoy ha tenido una vida lánguida y de posiciones no muy bien definidas ideológicamente.

Los conflictos sociales en Europa motivaron que algunos revolucionarios prominentes se trasladaran a Norteamérica, entre ellos Joseph Dejacques, quien desarrolló una valiosa labor en aquel país, fundando el periódico “Le Libertaire” veinticinco años antes de que lo publicaran en París Sebastián Faure y Louise Michel. Fue en este periódico donde publicó su célebre utopía El Humanisferio, que ha quedado como una de las clásicas utopías anarquistas.

En 1883 el anarquista individualista Benjamín R. Tucker publicó Dios y el Estado, de Miguel Bakunin, siendo uno de los primeros medios en que las ideas del gran revolucionario ruso se conocieron en Norteamérica y en idioma inglés.

Por otra parte, el libro de Godwin Investigación acerca de la justicia política ya había sido editado en Filadelfia en 1796, tres años después de su publicación primera en Inglaterra.

Los checos también propagaron las ideas anarquistas en su propio idioma publicando diversos periódicos y folletos de autores como Kropotkin, Reclus, Malatesta y Bakunin.

El episodio, que ha quedado grabado para siempre en la historia protagonizado por los anarquistas de Norteamérica es la Tragedia de Chicago, cuyo desarrollo, escuetamente referido, es el siguiente:

En 1886 un Congreso Internacional del Trabajo Organizado fijó la fecha del Primero de Mayo de 1886 como día inicial de la campaña por la jornada de ocho horas. Se declaró, pues, una huelga general, que no fue tan general como se quería. En la fábrica McCormick trabajaron algunos esquiroles, y algunos huelguistas los esperaron en la puerta para protestar. Se trataba de una actitud pacífica, pues muchos huelguistas habían llevado, a sus mujeres e hijos. No obstante, la policía al servicio de la plutocracia se lanzó sobre la multitud, masacrando a hombres, mujeres y niños. Como consecuencia de este crimen, los anarquistas de Chicago organizaron un mitin de protesta el día 4 de mayo en la plaza Haymarket, con una asistencia numerosa, pero el acto fue atacado por una columna policíaca, entre la cual explotó una bomba que ocasionó la muerte de siete de ellos y una veintena de heridos. Esto motivó la detención en masa de los anarquistas y el proceso de las figuras más prominentes, culminando con la muerte en la horca de los anarquistas August Spies, Adolf Fisher, Jorge Engel y Albert R. Parsons el 11 de noviembre de 1887, en Chicago.

La literatura referente al Crimen de Chicago es abundante, por lo que en aras a las limitaciones de esta obra remitimos al lector interesado a documentarse en la misma.

 

Voltairine de Cleyre y Emma Goldman

No se puede hablar del anarquismo en Norteamérica sin mencionar a Voltairine de Cleyre, a quien la Tragedia de Chicago vulcanizó como anarquista, quien escribió un libro sobre La moderna inquisición en España y tradujo al inglés el libro de Jean Grave La sociedad moribunda y la ANARQUÍA.

Tampoco puede olvidarse a Emma Goldman, de origen ruso, pero cuya vida se desarrolló en Norteamérica dedicada total y eficazmente a la propaganda del anarquismo.

La literatura anarquista en lengua castellana en Norteamérica fue prolija y valiosa. Ya en 1892 se publicaba “El Despertar”, periódico editado por el grupo anarquista El despertar a la vida. En 1898 los tabacaleros españoles hicieron aparecer el periódico “El Rebelde”, en Nueva York, y en 1894 ya aparecía en lampa, Florida “El Esclavo”. Antes de que terminara el siglo los españoles habían publicado no menos de diez o doce títulos entre libros y folletos.

En 1893 tuvo lugar una Conferencia Internacional Anarquista en Chicago a la que acudieron, según las reseñas de la época, veintiséis delegados, entre los que había nativos, austriacos, alemanes, rusos, judíos, españoles e italianos.

Ya en este siglo, el 6 de septiembre de 1901 el emigrante León Czolgosz asesina al presidente McKinley, lo que dio pretexto para que la plutocracia achacara el asesinato a los anarquistas (aunque no se tiene ninguna noticia de que el emigrante autor del atentado tuviera conexión alguna con nuestros compañeros ni que siquiera conociera las ideas de ellos), y se promulgó The Criminal Anarchy Law, que sirvió de vehículo para encarcelar, deportar y procesar a los anarquistas, dificultando enormemente la propaganda y el desarrollo del movimiento. No obstante, la propaganda anarquista continuó, apareciendo decenas de periódicos, revistas, folletos y libros en italiano, español, alemán, idish. En 1905 aparece el periódico “Doctrina Anarquista Socialista” fundado por Pedro Esteve, en Paterson. En 1912 se publicó la revista “Brazo y Cerebro” en Nueva York, y en 1913 “Fuerza Consciente”, en Los Angeles. En 1910 también Pedro Esteve (que fue uno de los anarquistas españoles radicados en Norteamérica que más activa e inteligentemente laboró en pro del anarquismo) fundó la primera época de “Cultura Proletaria”, que después pasó a ser “Cultura Obrera”. En 1906 Emma, Goldman y Max Baginski fundaron la famosa revista “Mother Herat” (“Madre Tierra”).

En 1907 los anarquistas de Norteamérica asistieron al Congreso Anarquista de Amsterdam representados por Emma Gooldman y Max Baginski, en cuyo congreso presentaron un documentado informe sobre el movimiento anarquista en aquel país.

A raíz del asesinato en España de Francisco Ferrer se avivó en Norteamérica el interés por la Escuela Moderna y surgen varios centros de enseñanza bajo la orientación ferreriana.

 

La encuesta del Grupo Los Iconoclastas

Merece una cita especial la encuesta realizada por el Grupo los Iconoclastas, de Steuvenville, en 1927, a la que contestaron Max Nettlau, Manuel Buenacasa, Emilio López Arango, Juan Grave, Miguel Jiménez, Un Médico Rural, Sebastián Suñé, C. M. Marino, Federica Montseny, Artemis Minerva (Tomás Cano Ruiz), Williams C. Oven, J. J. Pastor, M. Pierrot, M. Torres, R. Pérez, Paul Reclus, Carlos Malato, E. Armand, Pierre Ramus, F. Barthe, Luigi Bertoni, A. Botelho, G. Durante de Cabarga, J. M. Blázquez de Pedro, G. Damiani, Dionysios, Lu Chien Bo, C. Berneri, J. Martín, F. Quintal, A. Estevez, J. Agostinho Neves, David Díaz, Rodolfo Rocker y Luigi Fabbri. Todas estas contestaciones fueron publicadas después en un número único de la “Revista Única”, que puede considerarse como una verdadera joya de la bibliografía anarquista en lengua castellana.

El proceso de Sacco y Vanzetti fue otro de los grandes acontecimientos que hicieron conmover al mundo y del que fueron víctimas dos anarquistas italianos radicados en Norteamérica. Este caso es muy conocido, por lo que obviamos detallarlo.

La actividad en Norteamérica de los anarquistas de todas las nacionalidades para ayudar a la Revolución Española de 1936-39 fue realmente encomiable. En una misión con ese objetivo murió Avelino González Mallada, que había sido enviado por el Movimiento libertario Español.

Sería interminable una relación detallada de las actividades anarquistas en Norteamérica desarrolladas por militantes en diversos idiomas. Los italianos conservaron “L’Adunata dei Refrattari” hasta unos años después de la Segunda Guerra Mundial, igual que los españoles “Cultura Proletaria”. Después han ido surgiendo otras publicaciones en inglés, hasta que, en nuestros días (1983), en combinación con los anarquistas de Canadá, se ha constituido el Instituto Anarchos, que es una institución integrada por un nutrido grupo de profesores e intelectuales que ha iniciado sus actividades con muy buenos augurios. Antes, en 1980, fue de trascendencia el Simposium Internacional sobre Anarquismo celebrado en Portland, Oregon, en la actualidad, además del Instituto Anarchos existe un prometedor movimiento anarquista que, aunque no está contenido en una organización nacional, publica periódicos, folletos, libros, etc., en colaboración bastante estrecha con el anarquismo canadiense de habla inglesa, donde encuentran buenos medios de expresión excelentes escritores como Noam Chomsky, Georges Woodcock, Murray Bokchim, John P. Clark y muchos otros que están imprimiendo al anarquismo norteamericano un nuevo sesgo de gran contenido intelectual y con una nueva interpretación acorde a las peculiaridades de esta época, por lo que puede decirse que el anarquismo actual de habla inglesa es uno de los más fuertes puntales de las ideas anarquistas.

El doctor Pietro Ferrúa, profesor de una universidad en Portland, Oregón, señala en un estudio publicado recientemente diversas actividades actuales del anarquismo norteamericano, de entre las cuales entresacamos las siguientes:

Los agoristas (Agorists), Long Beach, Ca. Este grupo presta especial atención al estudio de los problemas de la propiedad.

Alianza sindicalista (Syndicalist Alliance). Milvaukee. Reúne a obreros y estudiantes.

Asociación de anarquistas de las Américas (The Anarchist Association of the Americas). Publica y distribuye el periódico mensual “Emancipation” y participa en acciones protestatarias contra la guerra, las armas atómicas, la ayuda a la reacción, etcétera.

Asociación de feministas libertarias (Association of Libertarian Feminists). Nueva York. Tratan problemas de las relaciones intersexuales y problemas sociales en general.

Asociación humanista libertaria (Libertarian Humanist Association). Buena Park. Colabora con diversas tendencias anarquistas y librepensadoras.

Colectivo cinematográfico de la calle del Pacífico (Pacific Street Film Collective). Brooklyn, N. Y. Un grupo de jóvenes anarquistas compuesto de investigadores, cineastas, directores, técnicos de cine y realizadores de corto y largo metraje de contenido anarquista.

La obra actual del anarquismo norteamericano

La escuela de la vida (School of Living). Se ocupa de la ecología, del pacifismo, de la vida comunitaria, etcétera.

Federación anarquista americana (American Federation of Anarchist). Minneapolis. Desarrolla una actividad encaminada a la acción y propaganda anarquista en general.

Federación socialista anarquista revolucionaria (Socialist Revolutionnary Anarchist Federation). Organización a escala nacional con ramificaciones en la mayor parte de los estados. Publica varios boletines y periódicos, entre los que se cuentan “Resurgence”, “Black Star”, “Anarchist”, “Agitators” y otros.

Grupo de investigación (Research Group). Baltimore. Desde 1972 transmite programas radiofónicos semanarios con duración de treinta minutos que suelen ser retransmitidos por unas cincuenta emisoras de Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelandia.

Grupo de trabajadores libertarios (Libertarian Workers Group). Rochester. Se ocupa, sobre todo, de propagar el anarcosindicalismo.

Instituto libertario (Libertarian institute). Santa Bárbara, Ca. Propone una “síntesis” entre los libertarios de izquierda y de derecha. Muy próximo al Partido Libertario.

Interindividualismo (Interindivudualism). Nueva York. Publica la revista “The Storm” propagando el individualismo anarquista.

Internacional de los anarquistas gays (Gay Anarchist International. Nueva York. Publica “Gay Anarchist Tide” y trata de establecer contacto entre los individuos homosexuales de tendencia anarquista.

Liberación de la juventud (Youth Liberation). Ann Arbor. Publica un boletín, libros y folletos. La mayor parte de los militantes cuentan entre 18 y 21 años. Reclaman la libertad sexual de los jóvenes y desprecian la tiranía de los mayores.

Liga para la libertad y la ANARQUÍA evolucionista (League for Evolutionary Anarchy and Freedom). Denver, Colorado. Organiza campañas antinucleares y trabaja con preferencia en las organizaciones juveniles.

Marxistas libertarios (Libertarian Marxist). Somerville. Elaboran una síntesis entre el marxismo y el anarquismo a la manera de Rosa Luxemburgo, Pannekoek, Marcuse y Guerin.

Movimiento de la izquierda libertaria (Movement of the Libertarian Left). Long Beach, Cal. Edita un buen número de publicaciones y preconiza la ANARQUÍA come meta final, y para alcanzarla propone una economía de mercado libre.

Servicio de prensa libertaria (Libertarian Press Service). Nueva York. Publica el boletín “Anarchist News”, donde se informa, sobre todo, del movimiento anarquista internacional.

El propio doctor Pietro Ferrúa señala que su reseña no es exhaustiva, tras citar algunas organizaciones más bien cercanas al anarquismo, pero que sería forzado considerarlas como anarquistas.

De todas formas, tal vez por la falta de cohesión el movimiento anarquista norteamericano en la actualidad no tiene grandes resonancias, pero está muy extendido y es realmente importante.

 

 

PARAGUAY

El anarquismo en Paraguay

A la hora de confeccionar esta reseña carecemos de documentación precisa sobre las primeras influencias del anarquismo en Paraguay, pero sabemos que en 1906 -según señala Max Nettlau- ya aparecía el periódico “EI Despertar”, como órgano de la Federación Obrera Regional del Paraguay, lo que permite suponer que tanto la Federación Obrera como el periódico ya eran el fruto de una más o menos intensa labor de propaganda libertaria, ya que la afiliación a la A. I. T. indica la influencia anarquista, corroborada por la existencia de otras publicaciones específicamente anarquistas también mencionadas por Max Nettlau.

Estas publicaciones y organizaciones libertarias vivieron en Paraguay sucesivas represiones y momentos de relativa tranquilidad hasta que en 1928, a raíz de la guerra con Bolivia, contra cuyo conflicto -cuyo origen estaba en la rivalidad de intereses capitalistas- se opusieron estas organizaciones, todos los gobiernos de aquel país -que sólo han sido una sucesión de dictaduras- se ensañaron contra todo vestigio de movimiento o ideas libertarias, lo que ha dado por resultado que sólo hayan quedado algunos militantes aislados que mantienen el rescoldo de un movimiento que pudo ser importante, pero que fue ahogado inmisericordemente.

 

 

PERÚ

Según un informe publicado por la Federación Anarquista del Perú en el año 1961, como fruto de las influencias llegadas de las luchas libertarias que se sucedían en Europa y otros lugares de la misma América, en el año 1904, debido al tesón y entusiasmo de los compañeros anarcosindicalistas Caracciolo Lévano, Fidel García Gacitúa, Urmachea y Delfín Lévano, hijo de Caracciolo, se organizó la “Unión de Trabajadores Panaderos”, y pese a las dificultades propias de toda empresa de gran aliento social, lograron sacar adelante la institución, colocando así la piedra angular del Movimiento Obrero en el Perú.

En 1906, apareció en lima el periódico “Humanidad” de tendencia radical, y en sus páginas se insertaron artículos de literatura anarquista.

El año 1910, el Centro Racionalista Francisco Ferrer edita la revista “Páginas Libres”, que por su contenido humanista y de crítica social cumplió destacada labor, ayudando poderosamente al propósito de los trabajadores por estructurar un fuerte movimiento.

El elemento libertario y un grupo de trabajadores del Callao, iniciaron en el año 1904 la primera huelga de jornaleros de ese puerto; allí se inmoló el primer mártir de la lucha social en el Perú: el compañero Florencio Aliaga.

En esa incansable labor de organización obrera de lucha en pro de las reivindicaciones económicas y capacitación sociológica, los anarquistas, con cariño y voluntad, lograron significativos y rotundos triunfos en el puerto del Callao.

La campaña fue iniciada por la Unión General de Jornaleros del Callao, por la Federación Obrera Regional del Perú, con sede en lima, e integrada por la Sociedad de Resistencia de los obreros galleteros y anexos, la Federación de Electricistas, el Gremio liberal de Empleados, (mozos de hoteles), la Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú, Unificación Textil de Vitarte y Unificación Proletaria Textil de Santa Catalina, igualmente tomaron parte activa en esta campaña los grupos anarquistas Luchadores por la Verdad, editor del periódico “La Protesta” y el grupo Luz y Amor, editor de folletos de propaganda sindicalista revolucionaria; los dos eran de lima.

A fines de noviembre de 1912 iniciáronse las primeras reuniones en el local de la Unión General de Jornaleros, cuya Asamblea Popular se celebró en el Teatro Municipal del Callao, con el fin de formular y discutir el pliego de reclamos y otros puntos de mejoramiento económico-social de interés general.

A la asamblea concurrieron los principales gremios y centros de trabajo del Callao, la Federación Regional del Perú y los Grupos libertarios.

En la Segunda Asamblea General, celebrada el día 15 del mismo mes en la antigua Carpa de Moda, los delegados de la Federación Regional del Perú presentaron el siguiente punto en el Orden del día: “la huelga de jornaleros por las ocho horas”. Esta moción mereció la aprobación unánime de toda la Asamblea en medio del general aplauso.

 

El movimiento obrero y anarquista en Perú

El 28 de diciembre del mismo año se efectuó la Tercera Asamblea Popular en el mismo local Carpa de Moda, quedando redactado el pliego de reclamos que debía presentar la Unión de Jornaleros.

Los locales en que se efectuaron las tres Asambleas Populares resultaron pequeños para contener la gran multitud de trabajadores que concurrieron al llamado del Comité de Agitación y que se interesaron por la conquista de la jornada de ocho horas. De esta labor de organización, de agitación y cultura sociológica nació la Federación Obrera Marítima y Terrestre del Callao.

La gran difusión de periódicos y folletos de propaganda libertaria y sindicalista, así como las conversaciones y conferencias realizadas por los compañeros del grupo anarquista editor de “La Protesta” y la Federación Obrera del Perú habían coronado la obra.

El 5 de enero de 1913 fue el día designado por la asamblea anterior, para que la Unión General de Jornaleros demandara la jornada de ocho horas, aumento de salarios, auxilios médicos en caso de accidentes de trabajo y otras mejoras. Si no se aceptaba el pliego presentado dentro del plazo de 24 horas, se declararía la huelga.

Y la huelga general reivindicativa estalló incontenible en la mañana del día siete. Se había iniciado la lucha. A la voz de huelga de los compañeros jornaleros respondieron otros gremios, entre ellos metalúrgicos, molineros, gasistas, panaderos, tipógrafos; la huelga cundió en todo el Callao. Por primera vez surgía en el Perú la fuerza poderosa del pueblo.

La ciudad era recorrida en todos sentidos por patrullas de caballería; de lima enviaron tropas de artillería e infantería. Sin embargo, esta demostración de fuerza por parte de la autoridad no logró debilitar el espíritu rebelde de los huelguistas.

El día nueve, el Presidente de la República manda llamar a la Comisión de Huelga de la Unión General de Jornaleros a fin de inducirla a que fueran reanudadas las labores, con la promesa de que estudiaría después el pliego de reclamos, no sin antes invocar el “patriotismo” y el peligro en que se encontraban las nacientes industrias “nacionales”, ante una reforma tan “radical” como la que pedían.

Con actitud decidida, la Comisión de Huelga se negó rotundamente a aceptar las insinuaciones del Presidente de la República, y no se dejó intimidar por las amenazas de reprimir la huelga violentamente. Esta valerosa actitud fue ratificada plenamente por las asambleas generales de todos los gremios, dispuestos a luchar sin dar tregua hasta conquistar la jornada de ocho horas. Esta determinación logró romper la intransigencia de la empresa del Muelle y Dársena, aceptando la jornada de ocho horas, el aumento del 10 por ciento sobre todos los jornales, auxilio en accidentes de trabajo y algunas mejoras más.

La jornada de ocho horas fue una realidad a partir del 10 de Enero de 1913

La jornada de ocho horas, aspiración mejorativista que la Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú consignara en su Declaración de Principios como una reforma inmediata, proclamada el 1º de enero de 1906, fue una realidad que se cristalizó ello de enero de 1913 en el Callao por la Unión General de Jornaleros.

Es justo señalar que fueron los grupos anarquistas Luz y Amor del Callao y La Protesta de Lima los que actuaron como elementos animadores y combativos en este brillante movimiento reivindicador. Merece recordar en esta oportunidad a los compañeros italianos José Spagnoli, orador fogoso, conferencista razonador, sereno y persuasivo cuando las circunstancias lo requerían, y Antonio Gustinelli, ambos compañeros delegados de la Federación Obrera Regional Argentina:

Las voces de combate por la jornada de ocho horas lanzadas por el proletariado del Callao, y su justo triunfo, tuvieron gran resonancia en Lima. Pero no fue posible proseguir la lucha en la capital porque el gobierno colocó ésta en estado de sitio y, al apresar a los elementos más activos del proletariado capitalino, no permitió que siguiera adelante el movimiento reivindicativo.

Mas la lucha se había iniciado y no era posible detenerla. A mediados del mes de mayo de 1913 los obreros de Talara y Negritos se declararon en huelga; fue el grito de protesta contra una empresa que pagaba salarios irrisorios a los trabajadores, no permitiendo además el derecho de asociación. Después de cuatro días de lucha obtenían los obreros un aumento de 20 centavos sobre todos los jornales. Salario íntegro en accidentes de trabajo, asistencia médica para todos los obreros y sus familiares y reingreso al trabajo de los obreros despedidos; asimismo se aprobó una cláusula según la cual ningún obrero podía ser despedido del trabajo por el término de seis meses.

Así terminó con un rotundo triunfo la huelga de Talara y Negritos. Estimulados por el éxito alcanzado siguieron la huelga de lobitos y lagunitas, obteniendo los trabajadores las mismas ventajas concedidas a los obreros da Talara y Negritos.

Las gestiones de estos movimientos se debieron a los obreros de Lima y Callao, contagiados de las ideas libertarias, que fueron contratados a trabajar en esas zonas.

En el año 1915 salió el periódico “La Verdad”, órgano de la Unión de Trabajadores Panaderos, advirtiéndose en sus páginas la gran inquietud anarquista que animaba a los obreros panificadores, que eran los que redactaban esa publicación.

En el año 1919, el movimiento obrero orientado por los anarcosindicalistas en los principios del sindicalismo revolucionario conquistó las ocho horas de trabajo.

Todas las aspiraciones de los obreros se obtenían porque había unión; tan poderoso estímulo sirvió para galvanizar fuertemente los eslabones de solidaridad inspirada en las ideas anarquistas.

 

 

Fenómenos sociales de la guerra

La contienda bélica de 1914 trae un inesperado enriquecimiento de la burguesía. Los gamonales se frotan las manos al obtener pingües beneficios, al igual que los industriales del país.

La falta de productos naturales trae como consecuencia el rápido encarecimiento de la vida. El trigo, que en años anteriores osciló en 70,000 toneladas, bajó en 1919 a 50,000.

Los salarios y sueldos son irrisorios. Los alquileres de las casas suben de precio en forma alarmante. Los comerciantes se aprovechan de la guerra como pretexto para encarecer los artículos.

Mientras tanto, el salario medio sin ración del campesino tenía una fluctuación de S/.2.12 para los hombres y de S/.1.26 para las mujeres a 5/.2.44 y S/.1.56. Tal desproporción entre las utilidades del agricultor y el obrero trae como consecuencia la gran huelga del Valle de Chicama, en 1920.

En tales condiciones, el movimiento obrero de 1919 tuvo una justificación irreprochable. Los obreros organizados dentro de los postulados del anarcosindicalismo dieron prueba de que conocen sus derechos y están dispuestos a defenderlos.

El 15 de enero de 1919 el gobierno establece obligatoriamente la jornada de ocho horas en todo Perú

Y así fue como el día 13 de enero del año 1919, a las cuatro de la madrugada, se acordó el paro general. La paralización del tráfico en la ciudad es completa. No funcionan las fábricas y talleres. Se producen choques por la violencia de que hace uso la policía, resultando muchos heridos.

El 14 de enero los huelguistas atacan el cuartel del Arsenal, chocando contra la resistencia de los soldados. Asimismo, se produce un encuentro con la fuerza pública en el Dos de Mayo. Al cortarse el alumbrado público quedó la ciudad a oscuras. El gobierno clausura el diario “EI Tiempo”.

En el Callao los huelguistas, mediante activa labor, paralizan todos los trabajos portuarios. El tráfico entre Lima y Callao y las otras ciudades de la República está en total paralización. El movimiento huelguista, como reguero de pólvora, extiéndese por todo el país.

El día 15 de enero de 1919, ante el desarrollo y proporción que tenía la huelga, el gobierno expide un decreto supremo en el cual se establece obligatoriamente, en todo el país, la jornada de ocho horas de trabajo.

 

 

El paro del hambre

Cuando en 1918 se inicia la lucha por la jornada de las ocho horas se delínea claramente la trayectoria a seguir. Los anarcosindicalistas afrontan la dirección del movimiento, con sus propias fuerzas.

Actúan en terreno propio, mediante el aliento de los compañeros que se erigen en verdaderos animadores. Se le denomina con toda propiedad: “Campaña Pro-Abaratamiento de las Subsistencias”, o simplemente El paro del hambre. Es la manifestación elocuente de lo que significa el apoyo mutuo y la solidaridad, como posibilidad revolucionaria.

 

 

La labor del comité

El comité representa a más de treinta mil trabajadores confederados. En la reunión del 27 de abril se acordó decretar un paro de 24 horas el 1º de mayo. El 31 una comisión fue a Palacio a entregar al presidente Pardo el memorial que más de cincuenta mil obreros elevan a su conocimiento con el fin de que resuelva los reclamos, poniendo coto a la ostentosa explotación de que son víctimas los consumidores. La comisión no fue recibida, por lo que automáticamente se produce el paro general.

El comité da cuenta a la asamblea de la forma como fueron tratados, los obreros destacados en una comisión ante el gobierno. Se acuerda realizar un mitin el día 4 para precisar enérgicamente la decisión de no continuar siendo explotados. Al iniciarse, la manifestación fue disuelta a sablazos por la policía.

En el Callao la huelga es igualmente enérgica. Se producen choques con pérdida de sangre y vidas por ambos lados. Los miembros del comité son perseguidos a fin de desorientar el movimiento. Elementos extraños a los trabajadores cometen bochornosos actos para qué las autoridades tengan una coyuntura en que apoyarse para ejercer la bárbara represión.

Choque entre las tropas y el pueblo

En Chosica se producen choques entre la tropa y el pueblo, resultando dos trabajadores muertos y muchos heridos de gravedad. Allí se encuentran las usinas eléctricas de fuerza motriz del alumbrado de Lima y distritos vecinos. La policía, precipitadamente, secuestra en sus domicilios a los obreros que se les ocurre indicar como responsables de los acontecimientos. Así, en la madrugada, con la asistencia de cincuenta delegados que representan a cuarenta mil obreros en huelga, se acuerda hacer pública una declaración haciendo responsable al gobierno de las consecuencias de la situación.

En la noche, la ciudad transcurre en tinieblas, así como el puerto, soldados armados con ametralladoras recorren en camiones las calles, así como pelotones de caballería. Disparan sus armas sobre cualquier persona que encuentran en el camino.

Amanece; la ciudad no presenta otra actividad que el desesperado movimiento de tropas. Los obreros, no pudiendo enfrentarse a la fuerza militar, se quedan en sus domicilios.

Se escucha el traqueteo de los fusiles. La ciudad es un cuartel. Los bancos son custodiados. Los mercados intentan abrir sus puertas con el control de la fuerza. La Plaza de Armas está rodeada con ametralladoras en todas las esquinas.

El pueblo desarmado asusta hasta el pavor al presidente Pardo. Decreta la Ley Marcial, declinando toda la autoridad en el jefe de Estado mayor coronel Pedro Pablo Martínez.

En la madrugada del día 4 de julio se produce un movimiento militar que derroca al presidente Pardo. Inmediatamente el pueblo se lanza a las calles a pedir la libertad de los presos. Se realiza una asamblea en el Parque Neptuno, saliendo una comisión a palacio a solicitar la libertad de los trabajadores que se encuentran en la Cárcel de Guadalupe y en la Isla de San Lorenzo.

Los obreros se dirigen a la calle Tigre, al local de la Confederación de Artesanos e irrumpen en él. Instalados en la sala de sesiones, toman las siguientes resoluciones:

Pedir la libertad de los compañeros presos con motivo del último paro general, nombrándose una comisión integrada por los delegados Guzmán y Medina, Ernesto García, Toledo, Alberto Bustíos, Fausto Nalvarte, Miguel Viteri y Víctor Serna.

Redactar un manifiesto expresando el significado del movimiento proletario y nombrar comisiones al Callao, Chosica y Huacho a fin de poner en conocimiento de los comités de esos lugares la actitud del comité de Lima.

Desautorizar a los centros representativos, declarando que ellos no representan al pueblo, ni expresan sus ideales y sentimientos, habiendo estado al solo servicio de la oligarquía derrocada, declarando traidores a la causa del proletariado a esos obreros que a sus espaldas profanaron su nombre; y

Siendo el Comité Pro-Abaratamiento la única fuerza proletaria militante que representa a las organizaciones obreras y habiendo el comité acordado fundar la Confederación de Artesanos para el pueblo, el comité ha acordado ocuparlo para su funcionamiento.

 

 

La libertad de los presos

El 8 de julio, a las 12 del día, se suspende el trabajo en Lima y el Callao. Los obreros convocados por el Comité Pro-Abaratamiento de las Subsistencias se reúnen en el Parque Neptuno.

Se constituye la Federación Regional Obrera del Perú

El movimiento obrero toma nuevos rumbos bajo la dirección de dirigentes capacitados, y así llega a concretarse en la fundación de la Federación Obrera Regional Peruana.

En la noche, en asamblea presidida por el compañero Fonkén en la calle Tigre, se acuerda construir desde ese momento la Federación. El Comité Pro-Abaratamiento de las Subsistencias ha cumplido su misión.

Al -nacer la Federación, crece el afán combativo de los trabajadores. Se cuenta, al fin, con el nexo coordinador para las luchas sociales del futuro.

El 22 de julio, en un documento interesante por la esencia medular anarcosindicalista, publica su declaración de principios:

«“La Federación Obrera Regional del Perú,”

“CONSIDERANDO:”

“Que la organización actual de la sociedad divide fatalmente a los miembros que la componen en capitalistas y trabajadores. Que los capitalistas con ser el menor número de asociados disponen, por medio de la fuerza preponderante del dinero, de todas las garantías, acaparan la mayor parte de los beneficios de la producción y disfrutan de todos los privilegios que la ley y la tolerancia les otorgan o consienten;”

“Que los mismos capitalistas, con leyes o sin ellas, se ponen siempre de acuerdo para eludir los resultados de la competencia o para reducir el salario de los trabajadores, o para monopolizar en un mercado la producción, o la venta de un artículo, a fin de fijar ellos mismos la utilidad que quieren percibir por sus capitales invertidos, con daño directo de los obreros o consumidores;”

“Que los obreros se hallan totalmente desamparados en cuanto al derecho de gozar con plenitud de las satisfacciones que les ofrece la vida racional y libre, siendo víctimas de la explotación y el abuso de las clases dominantes”.

“Que esta carencia absoluta de moralidad y justicia demuestra la defectuosa organización de la sociedad y acusa la falta de armonía en la especie humana, debido a los antagonismos de clase, a la especulación y lucro personal que caracteriza al régimen capitalista;”

“Que este régimen siembra la miseria, el dolor y el pauperismo en la clase trabajadora, sometiéndola a una esclavitud económico-político-social, que produce la degeneración moral, debido a que el salario que percibe por fomentar y aumentar la riqueza social, resulta siempre deficiente para satisfacer sus naturales necesidades de nutrición, desarrollo y conservación, cuando el progreso de la mecánica, la ciencia y el sentido común nos dice que a mayor facilidad en la producción debiera corresponder mayor bienestar para todos;”

“Que esta injusticia social, así como la organización de la industria moderna, obliga a los trabajadores todos a buscar los medios de defensa colectiva contra la explotación capitalista y los abusos de las clases dominantes que cercenan el derecho y la libertad, perturbando así la marcha histórica de la humanidad hacia un mejor estado social de libertad integral, igualdad económica y armonía entre los individuos y los pueblos”.

“Que la explotación y abusos de las clases llamadas superiores dé bese a los prejuicios de que está imbuida la clase trabajadora y su falta de unidad, acción y orientación; consecuencia todo esto de la errónea, deficiente y sistemática instrucción y educación a que forzosamente se la somete;”

"ACUERDA:”

"Unir estrechamente a los trabajadores en asociaciones gremiales o federaciones industriales de resistencia, como la mejor forma de actuar directamente sobre cada industria o profesión, como el mejor medio de lucha contra los truts o acaparamiento capitalistas y el atropello a los derechos y dignidad de los que trabajan.”

“Federar estas asociaciones gremiales o industriales, organizando conscientemente a los trabajadores, a fin de constituir la fuerza de resistencia al avasallamiento capitalista, a la vez que la clase propulsora del progreso humano, tendiente a desaparecer las diferencias de clases y a establecer la equidad económica en una sociedad de productores libres;”

“Ejercer el apoyo recíproco, solidario, en todos los casos en que las distintas asociaciones federadas u obreros, no organizados persigan una mejora económica o un beneficio moral o social;”

"Elevar el nivel intelectual y moral de los trabajadores por medio de una instrucción y educación racional y científica, dándoles un concepto más amplio de la libertad y la justicia;”

“Adoptar en su organización la forma federativa, partiendo de lo simple a lo compuesto, de la unidad a la cantidad, del sonido a la armonía, de la célula al tejido, reclamando al individuo libre dentro de la federación departamental, y a ésta libre dentro de la Federación Obrera Regional del Perú, la que deberá sellar los pactos de solidaridad con sus congéneres de los demás países”.

“DECLARA:”

 

Declaración de Principios de la FORP

“Que ella es internacional, cobija en su seno a todos los obreros sin distinción de raza, sexo, religión y nacionalidad; conmemora el 1º de Mayo como día de alta protesta del proletariado internacional y afirma que “La emancipación de los trabajadores tiene que ser obra de los trabajadores mismos”.

“Que siendo su organización puramente económica y tendiente a unificar a todos los obreros, rechaza toda solidaridad con los partidos políticos burgueses u obreros; pues éstos luchan por conquistar el poder gubernamental para satisfacer predominios de clase y ambiciones personales, y la Federación organiza la lucha para conquistar por medio de la acción colectiva todas las mejoras posibles dentro del orden actual, y para que los opresivos órganos políticos y jurídicos del Estado queden reducidos a funciones administrativas cuando la sociedad esté regida por la nueva teoría económica que proclama: «Que todos trabajen y produzcan según sus fuerzas y consuman según sus necesidades»”».

La Federación Obrera Regional del Perú recibe amplios poderes para asumir la defensa de los obreros y campesinos. Los huelguistas logran un triunfo sin precedentes en la historia del movimiento obrero del Perú. En corto plazo los éxitos de la Federación elevan la moral de los trabajadores de la ciudad y el campo, animándolos en proseguir la lucha y emprender nuevas conquistas mejorativistas.

El paro de mayo del año 1919 alcanzó contornos de epopeya por el temple de los dinámicos dirigentes que supieron conducir los destinos de la clase trabajadora por el recto camino de la verdad y la justicia.

En el año 1920 se celebró un congreso obrero, acordándose que el ideario y táctica de las luchas obreras sería la acción directa. Se publicó este acuerdo en el periódico “El Proletariado”, pero la organización fue destruida por el presidente Leguía, deportándose a varios delegados, entre los que se encontraba el compañero Urmachea, director del periódico.

En el mismo año apareció “El Nivel”, órgano de la Federación de Albañiles y Anexos, asimismo salió “El Obrero Constructor”, de la Federación de Carpinteros.

El 22 de agosto de 1930 al ser derrocado el presidente Leguía, nuevamente surge la organización obrera, siempre orientada por los anarquistas con el nombre de Unión de Trabajadores de Construcción Civil; en ese mismo año se formó la C. G. T. P. (Confederación General de Trabajadores del Perú), con los rezagos de algunos elementos de la Federación Local.

La gran figura de González Prada

Después de todos esos memorables hechos, a consecuencia de las represiones y la ingerencia de elementos políticos, como Haya de la Torre y los marxistas, el movimiento obrero fue perdiendo sus características anarcosindicalistas y los anarquistas se fueron recluyendo en agrupaciones culturales y específicas, hasta llegar a 1961, cuando aún existía una Federación Anarquista del Perú. Desde entonces los anarquistas peruanos han quedado reducidos a pequeños grupos e individualidades que aún conservan el rescoldo de un fuerte movimiento anarquista y anarcosindicalista que tuvo a la figura de González Prada como símbolo del intelectual luchador, maestro de las nuevas generaciones, cuyo nombre ha servido también de estandarte a falsos redentores como Haya de la Torre y otros políticos sedicentes revolucionarios.

 

 

URUGUAY

Dice Max Nettlau que “El lugar de origen de la prensa anarquista colectivista en América del Sur se sitúa en Montevideo capital del Uruguay; más tarde el centro de propaganda se fija en Argentina, donde diez años después la propaganda anarquista-comunista de lengua italiana viene a reforzar la propaganda anarquista-colectivista de lengua española y penetra igualmente en la prensa española del Uruguay” (Bibliographie de l’Anarchie, pág. 148). Es así que en 1878 ya se lee en Montevideo “El Internacional”, que defiende los principios de la Asociación Internacional de los Trabajadores; en 1881 “La Lucha Obrera”; en 1882 “La Revolución Social”; en 1885 “Federación de Trabajadores”; en 1889 “11 de Noviembre”; en el mismo año “La Voz del Trabajador”; en 1893 “El Derecho a la Vida”; en 1895 “La Luz” y algunas otras publicaciones de la misma índole. Se sabe, además, que por esas fechas (1872) estuvo viviendo en Montevideo el militante español Farga Pellicer, quien indudablemente contribuyó eficazmente a ese apogeo de actividades libertarias.

Después, desde 1905 hasta 1914 se señalan 33 títulos de publicaciones de tendencia anarquista, entre las cuales se cuenta “Tiempos Nuevos”, órgano de la agrupación del mismo nombre, que llega a publicar hasta 38 números. Después de la Primera Guerra Mundial la Federación Obrera Regional Uruguaya continuó siendo la primera organización del proletariado uruguayo en cuanto a potencia y combatividad, pero, como en el resto del mundo, el reformismo se fue adueñando del movimiento obrero y los anarquistas hubieron de cobijarse en agrupaciones específicas y pequeños núcleos proletarios encuadrados en algunos sindicatos que mantuvieron el estandarte de la Asociación Internacional de los Trabajadores, pero independientemente de sus actividades en los medios proletarios; los anarquistas uruguayos desarrollaron una eficaz e intensa labor de propaganda que influyó poderosamente en los medios universitarios, culminando con la constitución de la Universidad Popular de Montevideo, de acusado tono libertario, destacándose las figuras de José Enrique Rodó y Florencio Sánchez, el gran dramaturgo, de inconfundible raigambre anarquista.

Desde la Primera hasta la Segunda Guerra Mundial el movimiento anarquista en Uruguay se mantuvo floreciente a pesar de su escasa influencia en el movimiento obrero. Hasta hace muy pocos años (hasta la implantación del régimen tiránico que hoy se padece en el país) los anarquistas uruguayos continuaban publicando periódicos y revistas, destacándose entre esas publicaciones “Voluntad”, “Solidaridad” y “Comunidad”, esta última publicación, órgano de una comunidad real de productores de las artes gráficas, continúa publicándose en el exilio (Estocolmo, Suecia) donde los componentes de esa comunidad han logrado rehacer su organización y mantener la publicación de una hermosa revista que figura entre las mejores publicaciones del anarquismo internacional en la actualidad.

La valiosa labor del anarquismo uruguayo

El anarquismo uruguayo es de tan sólidas raíces que puede esperarse un poderoso resurgir en cuanto las circunstancias sean más o menos favorables, puesto que, a pesar de las represiones sufridas por la militancia anarquista, la obra de J. Tato Lorenzo, Albano Rosell, P. Minotti, Luce Fabbri, Eugen Relgis, etc. representa una siembra de fuerte contenido ideológico que no puede quedar estéril aunque el terreno haya sido poco propicio por las condiciones políticas que han tendido a destrozar todas las circunstancias que son esenciales para el florecimiento de las ideas de libertad. Cuando escribimos estas notas (mediados de 1983) Eugen Relgis, muy anciano ya, acaba de editar otro más de sus libros, que ha tenido la gentileza de enviarnos como un aliento de esperanza en el porvenir de nuestras concepciones.

 

 

VENEZUELA

Los regímenes dictatoriales imperaron casi permanentemente en Venezuela, ello dificultó grandemente el florecimiento de las ideas anarquistas. A la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, algunos anarquistas españoles refugiados intentaron organizar, junto con algunos compañeros autóctonos, un movimiento sindical de tendencia anarcosindicalista, pero no tuvieron éxito en sus intentos y sólo re constituyó un Grupo de Amigos de la A. I. T. que publicó un modesto boletín. Y como expresión ideológica en cierto modo específica se viene publicando “Ruta”, que contiene muy interesantes monografías sobre todos los aspectos del anarquismo y el pensamiento y movimiento libertario en general. Esta publicación se debe al esfuerzo entusiasta y encomiable de Víctor García.

 

 

RESUMEN

Mientras se redactan estas notas (mediados de 1983) está renaciendo en casi toda América una especie de fervor democrático que se demuestra en acciones ya multitudinarias contra las dictaduras militares que aún tienen acogotado a casi todo este continente. Los militares argentinos han cedido el paso a los políticos civiles, en Chile se realizan protestas generales contra Pinochet y, en general, parece que los regímenes militaristas están en un periodo de franca retirada. Eso puede significar un respiro para la militancia anarquista y, tal vez, un renacimiento del anarquismo en los países donde tuvo vida vigorosa y gran influencia; empero, el peligro del comunismo autoritario, encarnado en todas esas guerrillas que también están sembradas por toda América no permite abrigar desorbitadas esperanzas, si se tienen en cuenta los ejemplos de Cuba y Nicaragua.

De cualquier forma el objetivo de esta obra no es, hacer profecías sino, exponer la realidad del movimiento anarquista en el mundo como aspecto militante de lo que es y ha sido el anarquismo, por lo que nos limitamos a exponer la realidad tal y como nosotros la vemos.

 

 

C)   EL MOVIMIENTO ANARQUISTA EN EUROPA

INTRODUCCIÓN

El movimiento anarquista propiamente dicho nació en Europa. Ya hemos apuntado que al crearse la Asociación Internacional de los Trabajadores y paralelamente a ella la Alianza de la Democracia Socialista, fundada por Miguel Bakunin y sus amigos, el pensamiento anarquista se fue concretando en agrupaciones obreras y específicas para manifestarse ya en un movimiento que aglutinaba a millares de militantes que luchaban por convertir en realidades sociales lo que hasta entonces habían sido especulaciones ideológicas. La influencia de la Internacional en los medios obreros, y de las secciones de la Alianza en todos los horizontes de las inquietudes revolucionarias se extendieron más rápida y profundamente en Europa que por cualquiera de los otros continentes. Se puede afirmar que al terminar el siglo pasado no había ningún país europeo que no hubiera recibido esas influencias, con más o menos intensidad. Desde España a Rusia, por todos los confines de Europa encontraron eco las ideas de Proudhon y de Bakunin, y figuras prominentes y agrupaciones de importancia surgieron por todas partes con diferentes grados de magnitud y profundidad, sobre las cuales tratáramos de dar una idea en las páginas que siguen.

Tampoco es posible detallar exhaustivamente lo que ha sido y pueda aún ser magnitud del movimiento anarquista en Europa. El propio Max Nettlau, que indiscutiblemente fue el historiador más capacitado que ha tenido el anarquismo, no alcanzó a realizar acabadamente esa tarea. No obstante, hay abundante literatura a ese respecto y a través de toda ella se podría tener una visión bastante aproximada de lo que el anarquismo ha sido en todo ese continente.

Por todo ello queremos aclarar que nuestra intención no desborda los límites de una idea general, esquematizada, que, no obstante, permita apreciar lo que ha sido y aún es el movimiento anarquista europeo. Y pedimos perdón si nos entretenemos tal vez demasiado al hablar del anarquismo en los países latinos, ya que es el que más conocemos por haber militado en él toda nuestra vida y el que despierta en nosotros el cariño y admiración propios de lo que de algún modo ha representado esfuerzos, luchas, ilusiones, desesperanzas y objetivo supremo del propio vivir.

 

 

ALEMANIA

Las actividades del grupo Doktorklub

Después de las rebeliones campesinas, impregnadas de sentimiento liberal, y de las ideas universalistas de algunos grandes personajes, literatos sobre todo, aparecieron en Alemania hacia 1840 algunas actividades que ya pueden considerarse como característicamente libertarias. Alrededor de los hermanos Bruno y Edgar Bauer surgió en Berlín el Doktorklub, que se reunía en un café de la Franzoesische Strasse, círculo al cual se adhirió el propio Carlos Marx y en el que Max Stirner se mantuvo como uno de los más firmes pilares del club. En aquellas reuniones se criticaba y estudiaba la filosofía hegeliana y maduraba en ellas la idea libertaria expuesta vehementemente por los miembros más avanzados, como los hermanos Bauer, Max Stirner, Ludwig Buhl y otros. Al principio dominaba la idea nihilista stirneriana empeñada en la destrucción de toda autoridad, pero después fue madurando la concepción integral del anarquismo considerado como ideal antiestatal y propulsor de una nueva sociedad.

Engels, que había frecuentado también este ambiente y en el cual seguramente concibió sus ideas de desaparición definitiva del Estado como objetivo último del comunismo, lo describe con simpatía, y al referirse a Max Stirner dice que cuando los otros decían “Abajo el rey”, Stirner decía “Abajo, también, las leyes”.

De las actividades de aquel grupo quedaron para la historia, entre otras cosas menos conocidas, Der Streit der Kritik mit Kirche und Staat, escrito por Edgar Bauer, las colaboraciones recogidas para la publicación de un periódico -del cual se prohibió la aparición- que se publicaron en un tomo bajo el título de Berliner Monatsschift, que representa una recopilación de escritos anarquistas en lengua alemana y en la cual colaboró Max Stirner y Buhl organizó la edición.

En diciembre de 1844 apareció Der Einzige und sein óigentum (El único y su propiedad) de Max Stirner, famosa obra, traducida a muchos idiomas y considerada desde su aparición como la más alta y amplia expresión del anarquismo individualista.

Otra de las fuentes de las ideas libertarias en Alemania fue la filosofía de Ludwig Feuerbach, de quien puede decirse que dio el golpe de gracia al hegelismo. Tanto Proudhon como Bakunin deben mucho de sus ideas al pensamiento de Feuerbach. La filosofía de Feuerbach, que tiene al hombre, al ser humano, como eje de todo su desarrollo, encontró favorabilísima acogida entre sinceros socialistas proudhonianos que concibieron, así, un socialismo libertario esencialmente humanista, que se resuelve en un comunismo anárquico casi idéntico al anarquismo kropotkiniano. Tal es la idea expuesta por Moses Hess en dos ensayos que aparecieron en 1843 con los títulos de Socialismus und Kommunismus y Philosophie der Tat. También Karl Grün llegó a conclusiones parecidas en 1844. Estas ideas se extendieron entre 1843 a 1845 a la propaganda socialista revolucionaria que algunos trabajadores alemanes hacían en Suiza, sobre todo por mediación de Wilhelm Marr en el periódico “Blaetter der Ggenwart für soziales Leben”, de Lausana, en los años 1844 y 1845. Este periódico fue seguramente el primer órgano de propaganda anarquista dirigido a los trabajadores. La influencia del socialismo autoritario marxista y la represión gubernamental apagaron un tanto esos destellos de anarquismo en Alemania, pero aún en 1849 podemos leer que Carl Vogt, hombre de ciencia y político, decía: “Ven, oh dulce y redentora ANARQUÍA, y prívanos de ese gran mal que se llama Estado”.

Ricardo Wagner también demostró una franca simpatía por la “libre asociación del porvenir" en sus escritos Die Kunst un die Revolution y Das Kunstwerk der Zukunft, y es bien conocida su amistad con Bakunin y su intervención, junto con éste, en una rebelión en Dresden.

Por esos años se distinguen por su pensamiento anarquista Wilhelm Marr, en Hamburgo, y el profesor K. R. Th. Bayrhoffer, en Essen, además de algunas traducciones de Proudhon, Freie Zeitung y Triersche Zeitung. Por otra parte, también en ese tiempo, Arnold Ruge; uno de los traductores de Proudhon y viejo amigo de Bakunin, en un escrito de 1849 se declara en favor del “autogobierno del pueblo” y “la supresión de todo gobierno para llegar, en realidad, a una ordenada ANARQUÍA”. También Edgar Bauer, se demuestra antiestatista en su pequeña revista “Die Partien”.

Eugen Dühring y Engels

Después de un periodo de dura represión y de fuerte impacto de las teorías marxistas tras la fundación de la Primera Internacional, en 1872 apareció el Cursus der National und Sozialekonomie, de Eugen Dühring, en el cual se propugna por una especie de colectivismo anárquico, Estas ideas, fueron bien acogidas por los trabajadores socialistas alemanes, quienes se alegraron de recibir el aire nuevo de un socialismo liberal diferente a las rígidas doctrinas de Marx y de Lasalle. En este renacer de las simpatías anarquistas participaron Eduard Bernstein y Johann Most.

Este socialismo libertario renaciente molestó a Marx y Engels, por lo que este último escribió su célebre refutación a Dühring, que sirvió, a su vez, como una fuerte campaña contra las concepciones libertarias del socialismo. Esto motivó un nuevo colapso en las concepciones libertarias, hasta que el doctor Theodor Hertzka, húngaro de nacimiento, dio a conocer su utopía Freilan-Einsoziales Zukunfsbild, y algunos jóvenes socialistas de Berlín dieron nuevos bríos a las concepciones libertarias, encaminados, sobre todo, hacia la creación de colonias libertarias en la propia Alemania y en países lejanos, como Africa y América. Las ideas y los proyectos del doctor Hertzka de establecer una colonia libertaria en Kenia (Africa), proyecto no permitido por el gobierno inglés, fue el origen de la colonización hebrea en Palestina, que creó los fundamentos del lluevo Israel. De ahí las bases socialistas libertarias que el doctor Theodor Hertzka planteó para esa colonización, cuya permanencia se manifiesta aún hoy en los célebres kibbuts.

En ese grupo que surgió alrededor del doctor Hertzka se encontraba el joven Gustavo Landauer, un estudiante berlinés que mostraba gran interés por conocer el socialismo libertario. Después, Landauer había de llegar a ser uno de los teóricos más ilustres de ese socialismo por el cual se interesaba cuando joven.

Dice Rodolfo Rocker en La Borrasca:

«”Por aquel entonces Alemania apenas tenía una literatura adecuada para la propaganda. Todo se reducía a unos cuantos folletos. La mayoría de esos pequeños escritos fueron editados por Johann Most, en Nueva York, y por el grupo Autonomie, en Londres, durante la ley contra los socialistas y difundidos clandestinamente en Alemania. La única gran obra en circulación era La conquista del pan, de Kropotkin. Luego se tradujo Palabras de un rebelde. Este trabajo nos procuró a todos una gran satisfacción. En ello intervinieron Augusto Stroske, Wilhelm Werner, Albin Rohmann y otros. La composición y la impresión estaban a cargo de aquel santo heroico que se llamaba Conrado Froehlich. Este se había retirado, pero tenía una pequeña imprenta y ejecutaba todos los trabajos por sí mismo”.

“El movimiento alemán en la capital inglesa estaba en su máximo apogeo. Gracias a las persecuciones en el continente, muchos compañeros de Suiza, Bélgica y otros países habían sido arrojados a Londres”.

“El Kommunistiche Arbeiter -Bildungs- Verein (Asociación instructiva de los obreros comunistas) era la más antigua de todas las organizaciones socialistas alemanas en el extranjero. Fue creada hacia 1845 por fugitivos alemanes, miembros de la asociación secreta de la Federación comunista (Kommunistische Bund). Desde su fundación contó con una serie de personalidades del viejo movimiento socialista de Alemania, como J. MolI, A. Bauer, K. Pfaender, W. Weitling, W. Schapper, A. Willich, F. Lessner, Carl Marx, Friedrich Engels, W. Liebknecht y otros. Cuando se produjo en 1850 una escisión, la gran mayoría se adhirió a la fracción Willich-Schapper y expulsó a los tres últimos”.

“Al dictarse en Alemania la ley contra los socialistas llegó a Londres Johann Most. En enero de 1879 publicó “Freiheit”, que al comienzo fue un periódico socialdemócrata, pero que pronto se deslizó hada la corriente revolucionaria. Cuando Most fue expulsado del partido en 1880, en el congreso clandestino de la socialdemocracia alemana celebrado en el castillo de Wyden, Suiza, se produjo una corriente de simpatía hacia Most, el que quedó en posesión de los bienes de la asociación, cuya parte más valiosa era la antigua biblioteca social. Este y sus compañeros permanecieron Heles en su ruta hacia el anarquismo y a sus concepciones libertarias hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando la mayor parte de sus miembros fue arrestada y sus actividades tuvieron un fin violento”.

“En 1886 se fundó el grupo Autonomie bajo la dirección de Peukerr, quien publicó un periódico con dicho título que dejó de editarse en 1903”.

 

El anarquismo alemán y Gustavo Landauer

“EI movimiento de los jóvenes en Alemania halló en el C. A. B. V. un eco vivaz y sus principales impulsores fueron Fernando Gilles y Baetgey cuando el movimiento de los socialistas independientes en Alemania, bajo la influencia de Gustavo Landauer (1870-1919), se integró plenamente en la corriente anarquista”».

A Rocker se le encargó el ordenamiento de la biblioteca, acerca de la cual dice: “Casi todas las obras y revistas se circunscribían a las, correspondientes al socialismo autoritario. De tendencias libertarias apenas se encontraba rastro; No figuraba ninguna de las numerosas obras de Proudhon ni de sus adeptos en Francia y Bélgica. Tampoco había allí un solo escrito de Bellegarrigue, de Coeurderoy, de Dejacques o de los mutualistas franceses. De la rica literatura de los fourieristas se encontraban sólo sus escritos menos importantes. Ni una sola obra de Fourier ni de Considerant. Allí se encontraban valiosas colecciones de periódicos y revistas que había editado Weitling, en Suiza, Alemania y Estados Unidos. También había una edición completa de lo publicado por Moses Hess, en Erbelfed; lo de Piittman, en Manheim; de Sterph, en Born y en Leipzig; de J. Weydemeyer, en Nueva York, etc. Sólo al parecer Johan Most es cuando se incorporó a la biblioteca la tendencia libertaria. Para el investigador este material era una verdadera mina, pero, que yo sepa, sólo ha sido aprovechado a fondo por Max Nettlau”.

En julio de 1896 se celebró en Londres el Congreso Obrero Socialista Internacional. Era el cuarto encuentro de esta especie desde los congresos parisienses en julio de 1889. Como en las dos reuniones precedentes, Bruselas (1891) Y Zurich (1893), jugó también un importante papel el problema de admitir a los anarquistas y otras tendencias.

En noviembre de 1891 fue fundado el periódico “Sozialist”, que al asumir la dirección en 1893 Gustav Landauer se declaró en favor del anarquismo. Los editores eran perseguidos con saña por el gobierno y se vieron obligados a suprimir su publicación. Poco después lo volvió a publicar. Landauer reunió a su alrededor un círculo de colaboradores distinguidos, la mayoría intelectuales. Landauer repudiaba toda mediocridad, lo que hizo que fuera uno de los periódicos mejores del movimiento anarquista de su tiempo.

Pero justamente por eso perdió el “Sozialist” parte del proselitismo que antes tuvo. La riqueza de su contenido correspondía más a una revista propia para esclarecer problemas teóricos y de intercambio de ideas, a fin de profundizar las concepciones libertarias.

 

Múltiples publicaciones anarquistas en Alemania

Pero tampoco había que desconocer la opinión que tenían sus opositores, que trataban de realizar algo que tuviera alcance más popular. Así se publicaron “Der arme Konrad” y “Neues Leben”, lo que hizo que el “Sozialist” desapareciera.

Para Landauer la desaparición del “Sozialist” fue un rudo golpe e igualmente para el movimiento alemán, Johann Most, en su “Freiheit”, les dijo verdades crudas y bien merecidas a los editores de “Neues Leben”, que el excelente Robert Reizel apoyó con la misma franqueza en su “Armen Teufel”. Tuvieron que pasar años para que el movimiento alemán pudiera crear un órgano periodístico mejor.

Alfred Sanftieben actuó entre los trabajadores alemanes e italianos en Suiza y también en California. Con el nombre de Slovak publicó en el “Sozialist” excelentes informes sobre el movimiento anarquista internacional. Otro mérito suyo fue la colección esmerada de trabajos literarios del anarquista italiano Giovanni Rossi, fundador de la colonia anarquista Cecilia, en Brasil, y su traducción al alemán. De este modo surgió el excelente libro Utopic und Experiment, que apareció en Berlín en 1895, hoy totalmente agotado.

Rudolf Lange era sin duda una de las personalidades más notables que había producido el movimiento anarquista en Alemania. También había pasado por el marxismo alemán y se hallaba ya en camino hacia el anarquismo, pero su evolución no fue fácil. Tenía gran comprensión de los desarrollos históricos en el movimiento social. Estaba todavía convencido de que el “materialismo económico” en general era exacto, pero que gracias a los métodos posteriores de los marxistas había perdido su propio sentido. Hasta que reconoció que la credulidad dogmática no sólo era un mal de las pequeñas sectas, sino que podía convertirse también en una fatalidad para los grandes movimientos. Fue siempre de la opinión que no bastaba con ganar para la causa del anarquismo algunos espíritus superiores, sino que justamente en Alemania, donde la tradición autoritaria había echado tan hondas raíces en el pueblo, importaba ante todo orientar el pensamiento, la acción y el sentimiento de las multitudes hacia nuevos caminos para liberarlas de las consignas muertas y de los conceptos dogmáticos. El quincenario redactado por él, “Der Anarchist”, fue una de las mejores publicaciones alemanas.

En la época en que el movimiento judío llegó a su mayor incremento (1903-1914), de los viejos grupos anarquistas existían todavía en la parte occidental de Londres el núcleo italiano agrupado en torno a la persona de Malatesta, y el viejo Communistische Arbeiter-Bildungs-Verein de los alemanes. Las persecuciones periódicas llevaron siempre nuevos refugiados políticos a Inglaterra, entre los hombres de grandes capacidades y de excepcional fuerza de voluntad, como Weitling, Marx, Engels, Liebknecht, Shapper, Willich, Most, y tantos otros, de manera que nunca se careció de elementos para mantener en pie el movimiento. Después de la malograda revolución (1848-1849), grupos enteros de refugiados alemanes acudieron a Londres y desarrollaron una propaganda intensa. Luego vinieron otros muchos, debido a los doce años que existió la “ley contra los socialistas” en Alemania y las leyes de excepción en Austria, a causa de las cuales fueron arrojados en tierras londinenses Andreas Scheu, Trunk, Neve, Rinke, Peukert y muchos otros. Este periodo se caracterizó por graves luchas intestinas, que causaron quebrantos al movimiento alemán.

Desde 1906 hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial el “Verein” recibió un breve y último impulso, tras desaparecer por completo después de más de setenta años de existencia. Esta reanimación fue favorecida por la llegada a Londres de algunos compañeros conocidos. El primero fue Rudolf Grossman (Pierre Ramus), condenado a cinco años de prisión en la época de la conocida huelga de tejedores de Paterson. Estados Unidos, a causa de un discurso pronunciado en una asamblea de huelguistas; junto con William MacQueen, pero que eludió el cumplimiento de la condena por la fuga. Un tiempo después llegaron Albert Weisheit y Siegfried Nacht. El primero era uno de los propagandistas más activos en el nuevo movimiento anarquista alemán. El segundo, vienés de origen, fue un elemento muy bueno para el movimiento alemán en Londres. Tenía 26 años y conocía varios idiomas.

Siegfried Nacht y su detención en Gibraltar

Nacht era electrotécnico de oficio y entró en el movimiento socialdemócrata siendo estudiante en Viena. En 1900 concurrió al Congreso Socialista Internacional de París como delegado del Parido Socialista Polaco, y como se le ofreció allí una oportunidad de trabajo, se estableció en París y conoció entonces él movimiento anarquista y anarcosindicalista, por lo cual sus anteriores opiniones sufrieron un cambio completo. Cuando volvió esta vez a Londres, había alcanzado una celebridad involuntaria. Como tenía un buen empleo podía tomarse el lujo de hacer largos viajes. Alentado por la gran huelga general de Barcelona en 1902, resolvió el año siguiente hacer un viaje a pie por. España para conocer por sí mismo el movimiento revolucionario de ese país. Cruzó a pie los Pirineos y la pequeña República de Andorra, desde Toulouse a Barcelona, hasta llegar a Cádiz, donde conoció a Fermín Salvochea. Cuando llegó en mayo de 1903 a Gibraltar, fue inopinadamente encerrado en la cárcel sin que mencionaran los motivos. Al fin, con asombro, supo que se le acusaba de querer asesinar a Eduardo VIII, que entonces se encontraba de visita en el Peñón. El caso tuvo repercusiones internacionales y fue difundido por toda la prensa, no faltando observaciones mordaces e irónicas acerca del olfato de la policía inglesa. En Francia se organizó de inmediato un comité al que pertenecía, entre otros Kropotkin, Herbert Spencer, Charles Dickens y la condesa Carlisle, que se manifestaron vivamente en favor de Nacht. El final del cuento fue que seis semanas después se puso en libertad al supuesto regicida. Prosiguió el viaje y al llegar a Milán fue arrestado, expulsado y llevado a la frontera suiza, conducido por los carabineros.

Siegfried Nacht es autor de un gran número de interesantes folletos de propaganda, la mayor parte de los cuales aparecieron con el seudónimo de Arnold Roller. Su trabajo Der soziale Generalstreik, que apareció primeramente en 1902 en Londres, ha sido traducido a diecisiete idiomas y fue uno de los trabajos más difundidos de la propaganda libertaria de aquellos días. En 1903 escribió el folleto Direkte Aktion, publicado en el mismo Bloatter aus der Geschichte des Spanischen Proletariats, un excelente resumen histórico del movimiento obrero libertario en España, por lo cual los lectores alemanes que no conocían otros idiomas, tuvieron ocasión de conocer por primera vez la historia de aquel movimiento, rico en sacrificios. También escribió en Londres un folleto antimilitarista Soldaten-Brevier, que se difundió secretamente en Alemania con los colores de su bandera y el águila imperial en la cubierta. En América escribió Nacht para gran número de revistas en idioma inglés. Merece especial mención su importante ensayo Fascism and Communism in South America, para el cual le fueron oportunas las experiencias personales que había recibido en sus viajes por toda América del Sur, México y las Indias Orientales. Tampoco hay que olvidar su escrito 100 Questions to Communits, que publicó en el “New Leader”.

Como muchos de los compañeros alemanes jóvenes, también Nacht mantuvo estrechas relaciones durante su permanencia en Londres con el movimiento obrero judío de la parte oriental. Esto no era por azar, puesto que aquel movimiento había llegado entonces a su más alto desarrollo. Tenía una fuerza de atracción irresistible para los compañeros ingleses y para los demás miembros de otros grupos idiomáticos. Era el único movimiento libertario de Inglaterra que podía reunir de seis a ocho mil personas en asambleas colectivas y demás manifestaciones y que no sólo disponía de una gran empresa editorial, sino que durante muchos años publicó un periódico semanal y una revista mensual, lo que no había conseguido jamás hasta aquella época el movimiento inglés.

El anarcosindicalismo después de la Primera Guerra Mundial

Después de la Primera Guerra Mundial hubo un fuerte renacer del anarquismo en Alemania, formándose diversos grupos representantes de las diversas interpretaciones libertarias. Entre ellos se destacó el sector anarcosindicalista, con Rodolfo Rocker, Agustín Souchy y otros compañeros de gran valía, que consiguieron dar vida a una importante organización obrera de tendencias libertarias, colaborando, a la vez, de manera eficaz y activa, en la organización de la Asociación Internacional de los Trabajadores (1922); heredera directa de las genuinas esencias de la Primera Internacional de los Trabajadores. Con ello se consiguió fortalecer en todo el mundo el movimiento anarcosindicalista, a la vez que se mantenía la influencia en fuertes sectores del movimiento alemán, con una prensa vigorosa y periódica.

Con pocas variantes, esta situación se mantuvo hasta la subida de Hitler al poder, quien procuró arrasar con todo vestigio de ideas libertarias. Algunos militantes anarquistas desaparecieron en la catástrofe, como Eric Mhüsan y otros, y la mayoría marchó al exilio. Muy pocos de ellos quedaban cuando desapareció el nazismo y algunos regresaron, quienes, con más o menos fortuna, trabajan por revitalizar el anarquismo en Alemania, donde ya aparece alguna revista y surgen algunos jóvenes con las viejas y nuevas interpretaciones del anarquismo, destacándose de manera rutilante Daniel Cohn-Bendit, una de las figuras más espectaculares del movimiento estudiantil de 1968 en Francia, que estuvo a punto de realizar una gran revolución en aquel país.

 

 

AUSTRIA

En Austria se desarrolló una excelente propaganda a partir de 1907 por parte de Rudolf Grossman, quien resumió sus ideas en el libro Die Neuschopfung der Geselleschaft durch den kommunistischen Anarchismus.

Max Nettlau “El Herodoto de la Anarquía”

Una de las más grandes figuras que ha tenido el anarquismo en toda su trayectoria fue el gran historiador austriaco Max Nettlau, el “Herodoto de la ANARQUÍA”, como la llamó Rudolf Rocker.

“Max Nettlau tan sólo fue miembro del Freedom-Grouppe, aunque por un tiempo había figurado en la Socialist League, fundada por William Morris. La primera vez que vi a Nettlau -habla Rocker- fue en el club italiano de Dean Street. Era un hombre alto, vigoroso, de cabello rubio y rostro inteligente, encuadrado en una barba rubia, cuyos ojos azules, miraban tranquilamente las cosas del mundo a través de unos quevedos, habría podido llenar de envidia incluso a los futuros representantes del llamado Tercer Reich, pues un tipo más puro de la «maravillosa raza nórdica» apenas podía imaginarse. Nettlau fue altamente impresionado por el movimiento radical de Austria. El primer impulso lo recibió del famoso «proceso Merstallinger» en el que la defensa que hizo Josef Peukert, redactor del “Zukunft”, representó una derrota moral para el gobierno. Fue entonces cuando Nettlau fue ganado para la causa del socialismo libertario. A partir de este momento Johann Most encontró en él un colaborador valioso para “Freiheit”. Allí publicó el primer ensayo de su biografía sobre Bakunin y el estudio Zur Geschichte des Anarchismus. Este escrito puede ser calificado como un precursor de su gran Historia del Anarquismo”.

“Durante los ocho años que precedieron a la toma del poder por Hitler, Nettlau pasaba algunos meses en Berlín. Pude observar su caballerosidad en aquel tiempo con mi amigo M. A. Cohn, que tuvo con él un episodio chusco. Este había llegado entonces a Berlín acompañado de su esposa y convino con Nettlau un encuentro en Munich a fin de ver si podía salvar su valiosa colección, colección que preocupaba mucho a éste. Se trataba de centenares de cajas que le guardaban amigos fieles al estallar la Primera Guerra Mundial en depósitos de Londres y París. Como no contaba ya con recursos propios y a consecuencia de la inflación no podía afrontar el costo de almacenamiento, todo el material sólo podía ser salvado por amigos acomodados, entre ellos Cohn. Este y Nettlau no se conocían, pero cuando aquél vio ante sí a un hombre con la camisa remendada, las ropas totalmente raídas y los zapatos maltrechos, le estremeció de tal modo su presencia que no supo qué hacer. Finalmente se repuso y rogó a Nettlau que fuese con él a un comercio y que se vistiera a su costa”.

“Pero Nettlau se defendió humildemente y con fina ironía dijo «No querido doctor, eso no. Hoy me compra un traje nuevo y mañana exigirá que me corte la barba. ¡No! ¡No! Realmente, no»”.

“Cohn quedó confundido, y como americano práctico, no pudo comprender la negativa”.

“En el movimiento libertario mantenía Nettlau una posición especial. Se declaraba abiertamente en favor del anarquismo, pero no pertenecía a ninguna escuela. Ni el anarquismo individualista de Tucker, ni el anarquismo comunista de Kropotkin podían satisfacerle por entero. Era más bien de opinión que todos los sistemas económicos preconcebidos debían ser experimentados primero por la realidad práctica de la vida y probados en su contenido, puesto que hay aspectos que en la teoría parecen muy lógicos y convenientes, mientras que en la práctica chocan a menudo con resistencias insospechadas”.

La gran obra historiográfica de Max Nettlau

“A iniciativa de Eliseo Reclus, preparó Nettlau su preciosa Bibliographie de l’Anarchie, que apareció en Bruselas en 1897, una obra de unas trescientas grandes páginas que contiene una lista de todos los impresos publicados hasta entonces -libros, folletos, periódicos, etc.- ordenados sistemáticamente por idiomas y países. Fuera de Nettlau no había en todo el movimiento otro hombre capaz de realizar una tarea tan gigantesca. Había reunido, para Malatesta, una lista bastante amplia de la literatura anarquista internacional, que por desgracia fue víctima de las llamas en un incendio que sufrió en su habitación el revolucionario italiano. Esta bibliografía fue el primer gran trabajo que Nettlau firmó con su nombre. Es difícil comprender cómo un solo hombre pudo dominar una tarea tan grandiosa en el curso de una vida humana. Aparte de Proudhon no hay en todo el movimiento libertario otro escritor que pueda comparársele. Su punto de vista acerca de la historiografía sólo podía consistir en establecer en una relación el esclarecimiento lo más posible de determinados hechos históricos en base en el material existente para llegar a una comprensión real de los acontecimientos pasados”».

Max Nettlau nació en Neuwoldegg, cerca de Viena (Austria), el 30 de abril de 1865, y murió el 23 de julio de 1944 en Amsterdam (Holanda).

En realidad se puede afirmar que el movimiento anarquista austriaco se fundió siempre con el movimiento anarquista alemán.

 

 

BÉLGICA

Aunque el movimiento anarquista en Bélgica estuvo siempre en relación estrecha con el anarquismo francés y notablemente influido por éste, tiene algunas características que merecen que sea mencionado aparte, incluso con la brevedad que esta obra requiere. Este movimiento se vio fortalecido por la presencia de los hermanos Reclus, quienes dieron algunas conferencias en la Universidad Libre, primero, y en la Universidad Nueva, después. Aparecieron también periódicos como “Le Réveil des Travailleurs”, “L’lnsurgé”, “L’Action directe” y otros. Por la misma época, Paur Gille dictó unas conferencias y trabajos que fueron después recogidos para formar el hermoso libro Esbozo de una filosofía de la dignidad humana.

Por la época, entre 1830 y 1870, en Bélgica se encontraba un cierto número de personas de un anarquismo más definido incluso que el que se manifestaba en Francia por los mismos años. Proudhon estuvo exilado en Bélgica y su influencia en los medios socialistas casi impermeabilizó al movimiento contra las influencias autoritarias del marxismo y del blanquismo. Allí aparecieron las publicaciones “La rive gauche” (1864-1866) y “Liberté” (1867-1873), ambas en Bruselas. También se manifiesta la influencia anarquista de Proudhon en la obra de Emile Leverdays, autor de Assemblées parlantes, aparecida en 1883, y de otras obras de crítica económica y estatal. Y la mayor influencia anarquista de la época se manifestó en el periódico “Le Proudhon”, cuyo primer número apareció en abril de 1884 a proposición de un joven anarquista entusiasta llamado E. Potelle.

En 1884 en Bruselas apareció la revista “La Societé Nouvelle”, fundada por el joven Fernand Brouez, en la cual se publicaron nutridas colaboraciones de los hermanos Reclus y hasta de Paul Reclus, el hijo de Elías, poco antes de la guerra de 1914. También en lengua flamenca aparecieron hermosas revistas de tendencia anárquica, como “Van Nu en Straks” y “Ontawaking”, que pervivieron entre 1896 a 1910. La influencia de las ideas anarquistas representó como una renovación literaria, debida, en parte, a excelentes autores de tendencia libertaria, como Georges Eekhoud y algunos jóvenes intelectuales anarquistas muy preparados, como Jacques Mesnil, quien vivió bastante tiempo en Italia y pronto se convirtió en uno de los jóvenes intelectuales más destacados de su tiempo. Entre sus obras conocidas se cuentan Le Mouvement anarchiste y Le mariage libre.

Alrededor de L’Université Nouvelle surgió un nutrido grupo de intelectuales de diversas nacionalidades que dieron un gran impulso a las ideas anarquistas. Entonces escribió Eliseo Reclus su hermosa y monumental obra El hombre y la Tierra y Francisco Ferrer fundó la revista “L’Ecole renovée”, que después continuó publicándose en París hasta 1909.

También en Lieja, entre los años 1900 y 1908 se reveló un fuerte movimiento animado por valiosos militantes y teóricos. Se publicó “Le Réveil des Travailleurs”, “L’lnsurgé”, “L’Action directe” y algunos folletos, y se destacaron el doctor Lucien Hénault, los hermanos Houtston, George Thonar, Raphael Fraigneux, Emile Chapelier y Jules Moineaux. 

También formaron parte del círculo de Eliseo Reclus el profesor Guillaume De Greef, Ernest Nys, la señora Florence De Brouchére y el pintor Van Rysselberghe.

El movimiento anarquista belga y sus figuras

En el movimiento anarquista belga merece mención especial Hem Day, seudónimo de Mercel Dieu, fallecido el 13 de abril de 1969. Hem Day, con su biblioteca Pensé et Action, bajo cuyo rubro se han publicado infinidad de folletos y libros y una revista a veces, y periódico, otras, ha mantenido viva durante décadas, junto con Ernestan, otra gran figura del anarquismo en Bélgica, la llama del pensamiento anarquista y ha esparcido sus ideas por todo el planeta: Hem Day colaboró en el transcurso de su vida en la prensa anarquista de todo el mundo y participó activamente en el movimiento antimilitarista internacional, formando parte de sus organismos e influyendo en éstos para que adoptaran actitudes revolucionarias ante la guerra, en oposición a las actitudes platónicas- que suelen mantener los movimientos antimilitaristas en todos los países. Hem Day dejó uno de los más valiosos archivos que existen sobre bibliografía anarquista. Esa valiosa documentación, según los últimos informes llegados hasta nosotros, ha pasado a engrosar el ya riquísimo tesoro bibliográfico sobre el anarquismo que guarda el Instituto Internacional de Estudios Sociales, de Amsterdam (Holanda).

 

 

ESPAÑA

Es evidente que en ningún país del mundo ha tenido el anarquismo la raigambre e influencia que tuvo en España, aunque el movimiento anarquista español no haya producido figuras de tan alto relieve como tuvieron, otros países donde el movimiento no alcanzó tan grandes proporciones. En España el anarquismo fue un movimiento de masas integradas en diversas manifestaciones, desde el movimiento obrero encarnado en el anarcosindicalismo de la Confederación Nacional del Trabajo, que alcanzó a tener hasta dos millones de afiliados; las escuelas racionalistas que, siguiendo los lineamientos trazados por Francisco Ferrer Guardia en su Escuela Moderna, iniciaron una nueva orientación en la pedagogía, fuertemente influida en España por la clerecía; los ateneos libertarios, verdaderos centros de elevación general de la juventud, casi siempre vinculados a las Juventudes Libertarias; Mujeres Libres, organización femenina de inconfundible matiz anarquista, hasta la Federación Anarquista Ibérica, organización específicamente anarquista, que, en estrecho contacto siempre con la Confederación Nacional del Trabajo, formaban los dos sólidos basamentos donde se apoyaba todo el conglomerado anarquista.

Mucho se ha escrito sobre el fenómeno histórico que representa el anarquismo en España y sobre sus orígenes e historia, pero, ciertamente, queda aún mucho por decir y por historiar. Desgraciadamente, el carácter y los límites de este libro no permiten enfrascarse en una labor de esa naturaleza, por lo que nos vemos forzados a ofrecer un resumen bastante esquemático de lo que el anarquismo ha sido en España y lo que, después de cuarenta años de sanguinaria persecución y estricta clandestinidad, representa hoy (1983) después de la dictadura franquista.

 

Las raíces del anarquismo español

La enorme importancia y trascendencia del anarquismo español se debe, sin duda alguna, a su inmersión original en el movimiento obrero. Las dos grandes centrales sindicales derivadas de la Asociación Internacional de los Trabajadores que existieron en España hasta la guerra y la revolución de 1936 fueron la C. N. T. y la U. G. T., la primera continuadora de las orientaciones francamente anarquistas de Miguel Bakunin, y la segunda dominada por el Partido Socialista, de orientación marxista y gubernamental. Muy pocos fueron los anarquistas: españoles que no se entregaron totalmente a la militancia en la C. N. T. De ahí que anarquismo y C. N. T. en España fueran expresión de una misma cosa, aunque en el seno de la propia C. N. T. se dieron algunos militantes que no solamente no eran anarquistas sino que también lucharon por eliminar de la Confederación Nacional del Trabajo la influencia y orientación de los anarquistas; pero, hasta hoy, ha sido una lucha estéril cuyos únicos resultados han sido el debilitamiento de la C. N. T. y en un alto grado la obstaculización de la obra anarquista en todos sus aspectos. No obstante, el anarquismo español aún representa la más grande esperanza para el movimiento anarquista mundial.

El anarquismo tuvo acogida en los medios proletarios españoles mejor que en fundamentos librescos o especulativos, esencialmente, en el sentimiento de los trabajadores, en la explotación que pesaba sobre ellos, en la trágica existencia que arrastraban y en los desafueros de un capitalismo feudalesco y brutal, amparado por el despotismo autoritario.

El movimiento anarquista, en su aspecto de lucha, se afirma más y más en la pugna abierta entre Carlos Marx y Bakunin y se define en la Internacional como medio de introducción en el proletariado de todos los países. De manera que el asentimiento bakuniniano que encuentra en España, fue, en primer lugar, la santa miseria, el ansia de los trabajadores, de propiciar por sí mismos su liberación, el afán de superación, de alcanzar el nivel de hombres, de criaturas humanas que anhelan una existencia digna y libre. Y en este estado de ánimo general llegó a España Giuseppe Fanelli, miembro de la Alianza y de la Internacional, amigo de Bakunin.

Dice Anselmo Lorenzo en El Proletariado Militante:

«“En casa de Rubau Donadeu nos reunimos, pues, con Fanelli”.

“Era éste un hombre como de 40 años, alto, de rostro grave y amable, barba negra y poblada, ojos grandes, negros y expresivos, que brillaban como ráfagas o tomaban el aspecto de cariñosa compasión, según los sentimientos que le dominaban. Su voz tenía un timbre metálico y era susceptible de todas las inflexiones apropiadas a lo que expresaba, pasando rápidamente del acento de la cólera y de la amenaza contra explotadores y tiranos, para adoptar el del sufrimiento, lástima y consuelo, según hablaba de las penas del explotado, del que sin sufrirlas directamente las comprende o del que por un sentimiento altruista se complace en presentar un ideal ultrarrevolucionario de paz y fraternidad”.

 

Fanelli y su influencia en España

“Lo raro del caso es que no sabía hablar español, y hablando francés que entendíamos a medias algunos de los presentes, o en italiano que sólo comprendíamos un poco por analogía, quien más quien menos, no sólo nos identificábamos con sus pensamientos, sino que, merced a su mímica expresiva, llegamos todos a sentirnos poseídos del mayor entusiasmo. Había que verle y oírle describiendo el estado del trabajador, privado de los medios de subsistencia por falta de trabajo a causa del exceso de producción: después de exponer con riqueza de detalles la desesperación de la miseria, con rasgos que me recordaban al trágico Rosi, a quien tuve el gusto de admirar poco tiempo antes, decía: «¡Cosa horrible, spaventosa!» y sentíamos escalofríos y estremecimientos de horror. Parangonaba luego situación tan triste con la de los parásitos de la sociedad que monopolizan la riqueza y la producción para entregarse a la molicie y a la holganza, y si de ese vicio huyen para manifestarse inteligentes y activos, abusan de la riqueza, extreman la explotación y la usura y sólo piensan en acumular riquezas, y esa descripción nos indignaba en sumo grado. Mostrábanos, por último, los efectos de la unión obrera internacional, conducida por la resistencia y por el estudio, llegando a ser fuerza neutralizadora de la soberbia capitalista y fundamento de una ciencia económica verdadera, que corregirá los absurdos que la preocupación, la rutina y la ignorancia han considerado como fundamentos sociales, dándoles sanción legal, y nos los representábamos reemplazados por instituciones racionales y dignas que protegerían el derecho natural de todos los individuos, sin que nadie viviese vejado, ni hubiera quien fundase su bienestar sobre la desgracia y la ruina de su igual; y entonces una dulce esperanza nos animaba, elevándonos a las sublimes alturas del ideal”.

 “Nos dejó ejemplares de los estatutos de la Internacional, programa y estatutos de la Alianza de la Democracia Socialista, reglamentos de algunas sociedades obreras suizas y algunos periódicos obreros órganos de la Internacional, entre ellos unos números del “Kolokol”, con artículos y discursos; de Bakunin, y antes de despedirse de nosotros quiso que nos retratásemos en grupo, como así se hizo, reuniéndonos todos el día convenido, menos Morago, que tuvo ,sueño y no pudo recobrar la voluntad ge despertarse a pesar de que todos fuimos a su casa y el mismo Fanelli le invitó a que nos acompañara, por eso en el grupo fotográfico no figura su retrato y si sólo su nombre”.

“Formaban el núcleo organizador los individuos siguientes:”

“Angel Cenegorta, sastre; Manuel Cano, pintor; Francisco Mora, zapatero; Marcelino López, zapatero; Antonio Cerrudo, dorador; Enrique Borrel, sastre; Anselmo Lorenzo, tipógrafo; José Posyol, tipógrafo; Julio Rubau Donadeu, litógrafo; José Adsuar, cordelero; Miguel Lángara, pintor; Antonio Gimeno, equitador; Enrique Simancas, grabador; Angel Mora, carpintero; Tomás Fernández, tipógrafo; Benito Rodríguez, pintor; Francisco Córdoba y López, periodista; Juan Jalbo, pintor; Tomás González Morago, grabador; Tomás González Velasco, tipógrafo”.

“La Alianza de la. Democracia Socialista, creada por Bakunin y Fanelli en Ginebra, que se desarrolló luego en varios países, aunque sin mantener relaciones constantes, y siendo más bien grupos locales que daban iniciativa e impulso revolucionario a las secciones obreras internacionales, tenía el siguiente:”

“PROGRAMA DE LA ALIANZA DE LA DEMOCRACIA SOCIALISTA”

"I.      La Alianza quiere ante todo la abolición definitiva y completa de las clases y la igualdad económica y social, de los individuos de ambos sexos. Para llegar a este objeto, quiere la abolición de la propiedad individual y del derecho de heredar, a fin de que en el porvenir sea el goce proporcionado a la producción de cada uno, y que, conforme con las decisiones tomadas por los Congresos de la Asociación Internacional de los Trabajadores, la tierra y los instrumentos del trabajo, como cualquier otro capital, llegando a ser propiedad colectiva de la sociedad entera, no puedan ser utilizados más que por los trabajadores, es decir, por las asociaciones agrícolas e industriales”.

"II.     Quiere para todos los niños de ambos sexos, desde que nazcan igualdad en los medios dé desarrollo, es decir, de alimentación, de instrucción y de educación en todos los grados de la ciencia, de la industria y de las artes, convencida de que esto dará por resultado que la igualdad, solamente económica y social en su principio, llegará a ser también intelectual, haciendo desaparecer todas las desigualdades ficticias, productos históricos de una organización tan falsa como inicua”.

"III.   Anulación de todo despotismo, no reconoce ninguna forma de Estado, y rechaza toda acción revolucionaria que no tenga por objeto inmediato y directo el triunfo de la causa de los trabajadores contra el capital; pues quiere que todos los Estados políticos y autoritarios actualmente existentes se reduzcan a simples funciones administrativas de los servicios públicos en sus países respectivos, estableciéndose la unión universal de las libres asociaciones, tanto agrícolas como industriales”.

"IV.  No pudiendo la cuestión social encontrar su solución definitiva y real sino en la base de la solidaridad internacional de los trabajadores de todos los países, la Alianza rehúsa toda marcha fundada sobre el llamado patriotismo y sobre la rivalidad de las naciones”.

"V.   La Alianza se declara atea; quiere la abolición de los cultos, la sustitución de la ciencia a la fe y de la justicia humana a la justicia divina”.

"Creo, pues, que la misión de Fanelli, limitada a la Barcelona puramente obrera, hubiera fracasado, mientras que en Madrid fundó un verdadero apostolado que, aun sin conseguir la organización de los trabajadores madrileños, ni siquiera modificar en nada sus detestables costumbres, ha difundido por todas partes la propaganda y ha fijado la atención de la burguesía política central y del proletariado de provincias, definiendo las ideas y destruyendo preocupaciones con periódicos sostenidos casi sin interrupción desde «la Solidaridad» en 1870, pasando por «La Emancipación», «El condenado», «El orden» (clandestino), «La Revista Social», «La Bandera Roja», «La ANARQUÍA», hasta «La Idea Libre» en 1896, siendo herederos de aquella brillante pléyade periodística, donde se destaca en primer término un nombre, Ernesto Alvarez, «La Revista Blanca» y su «Suplemento», creado y sostenido por elementos diferentes, aunque con idéntico objetivo, bajo la dirección de los buenos anarquistas Juan Montseny (Federico Urales) y Teresa Mañé (Soledad Gustavo)”».

 

Primeras organizaciones obreras

Debido a los grupos organizados por Fanelli existían ya varios sindicatos y grupos impregnados de la ideología libertaria. Una visión panorámica de los primeros organizadores sindicales, por lo que se refiere a Cataluña, Andalucía y otras regiones, antes y a principios del siglo actual, nos afirma en dicho sentido, puesto que ya rehuían toda intervención política y estatal, como se ve en la orientación que daban en sus asambleas y congresos. Otro factor coadyuvante al desarrollo del anarquismo puede atribuirse a una mezcla de romanticismo que flotaba en el ambiente, y las ansias de libertad, representadas por el federalismo pimargalliano, del cual eran conocedores algunos dirigentes sindicales y cuya idiosincrasia respondía, más que otra alguna, al sentimiento del pueblo español.

Al hacer un ,balance de dicha irradiación cabe destacar la figura del gran rebelde, del magnífico agitador y pensador, del revolucionario indomable, Miguel Bakunin, cuya acción repercutía en todos los medios internacionales; la obra de Kropotkin, cuyo pensamiento está reflejado, con una perfección literaria de primer orden en todas sus obras, y cuyas Palabras de un rebelde fueron durante años una especie de catecismo de los jóvenes revolucionarios; igual podría decirse del gran humanista, del bueno y del científico Eliseo Reclus, acompañado de sus hermanos, y de los franceses Malato, Grave y Faure...

Tales ideas e inquietudes eran también, en buena parte, dimanantes de las teorías, de Proudhon, de las cuales se sirvieron bastante los propios confeccionadores del llamado “socialismo científico”, y que en mucho influyeron en el anarcosindicalismo francés, que llegó a reunir una gran cantidad de buenos teóricos y militantes, que mucho irradiaron en el movimiento obrero español. El anarquismo italiano, personificado en especial por Malatesta, Fabbri, Borghi, que fueron bastante divulgados y leídos en los medios proletarios hispánicos. De los folletos de Malatesta Entre campesinos y En el café, se tiraron cientos de miles de ejemplares.

 

Los dos certámenes socialistas

Paralelos a estos esfuerzos por la consolidación de las organizaciones obreras se despertaron unos fervorosos anhelos de estudio y profundización de las ideas libertarias, como lo atestiguan los dos célebres certámenes socialistas que se celebraron en 1885 y 1889 respectivamente. (Es preciso aclarar que en aquella época anarquismo y socialismo se consideraban tan ligados que eran casi sinónimos, pues el socialismo gubernamental, tan prostituido hoy, no se manifestaba aún). El primero de aquellos certámenes fue organizado por el Centro de Amigos de Reus (Provincia de Tarragona), y en él participaron con importantísimos ensayos José Llunas Pujols, Ricardo Mella Cea, Fernando Tárrida del Mármol, Juan Serrano Oteiza, Teobaldo Nieva, Ramón Constantí, Ramón Jaumar, J. C. Campos desarrollando diversos temas propuestos por centros y organizaciones y otros estudios de inspiración original.

El segundo certamen, que fue el de más trascendencia posterior, fue convocado por el Grupo Once de Noviembre, de Barcelona (11 de noviembre es la fecha en que fueron sacrificados los. Mártires de Chicago, que dio origen a la conmemoración del Primero de Mayo). “La fiesta mayor de la ANARQUÍA resultó imponente (...) para los partidos políticos son demasiado grandes los locales pequeños; para los anarquistas resultó pequeño el local más espacioso de Barcelona, el Gran Salón de Bellas Artes. Caben en él unas ocho mil personas y dos mil más en las galerías. Teniendo en cuenta que galerías y salón estuvieron constantemente llenos y que la concurrencia iba renovándose constantemente, podemos asegurar que fueron más de veinte mil personas las que vinieron a honrar a los Mártires de Chicago y a dar realce, con su presencia y su entusiasmo al acto de la revolución intelectual que se estaba celebrando. También participaron en este certamen Ricardo Mella Cea, Teobaldo Nieva, N. Tasso, Anselmo Lorenzo, Fernando Tárrida del Mármol, J. Torrents Ros, Soledad Gustavo, M. Burgués, Abay, Garriga, José Llunas Pujols y R. G. R.”.

Después de estos eventos de alto significado intelectual los avatares del movimiento obrero y la lucha abierta -a veces cruentísima- que el anarquismo español hubo de vivir hasta el presente contra sus variados enemigos no le han permitido repetir esas hermosas experiencias.

A partir de la primera década de este siglo, juzgar los acontecimientos desarrollados en España dejando de lado a la C. N. T. y los anarquistas equivale a tener la pretensión de representar Hamlet eliminando la actuación del protagonista. El gran revulsivo de la vida social y política peninsular, el cambio de hábitos y costumbres tradicionales, la elevación del nivel de vida de las clases depauperadas, la siembra de nuevas inquietudes, la transformación operada en el pueblo español en sentido progresivo y libre, a partir de ondear la bandera roja y negra en los sindicatos confedera les, se debe, en especial, a la obra heroica, a la intervención activa del proletariado militante, impregnado de las ideas anarquistas.

Un breve resumen de la situación española en el lapso indicado nos dará la pauta de la aseveración que acabamos de hacer.

Por aquel entonces la monarquía había perdido el ritmo que tuvo con sus partidos de turno encabezados por Cánovas y Sagasta. El régimen alfonsino era una nave desvencijada que subsistía por las leyes de la inercia y por incapacidad y convencionalismo de los hombres de la oposición. Los jefes republicanos, divididos por apetencias personales y afanes de mando, rivalizando unionistas contra federales, disputándose entre sí la ficción de una jefatura, claudicando cuando les convenía para cambiar el escaño de la oposición por otro ministerial, más seguro y provechoso, no representaban el menor peligro. Monárquicos y republicanos, salvando algunas individualidades -Nakens, Costa, Pi y Margall, etc.-, tenían establecido una especie de status quo que iba dando largas al caciquismo, a la explotación deshumanizada de la clase obrera y a la permanencia del régimen monárquico.

Pero al margen de la España oficial y burocrática y también de un socialismo ramplón y acomodaticio, irrumpía en la vida social una fuerza nueva: la clase obrera organizada bajo el signo de la acción directa e impregnada de vigor y decisión para hacer triunfar sus anhelos. Hasta este momento, el llamado Juan Lanas, el pueblo, permanecía estático, se le prodigaban unos cuantos elogios interesados en momentos de elecciones, que a veces costaba la vida a electores apasionados, para, terminado el episodio, caer de nuevo en su existencia negativa, en el abandono más absoluto.

Fueron los sindicatos obreros quienes realizaron el milagro de la resurrección del Lázaro español. Las capitales dan la pauta. Barcelona, Valencia, Madrid, Zaragoza, Bilbao, etc., empiezan por aglutinar en los organismos sindicales a gran cantidad de trabajadores. De estos puntos neurálgicos se diseminan por todo el país propagandistas y emisarios anarquistas que fundan sindicatos rurales, que inculcan a los trabajadores el anarcosindicalismo, que fustigan al Estado como elemento opresor, que les hablan de su redención, que les dicen que la liberación de la miseria y de la esclavitud es, exclusivamente, obra suya, de su ímpetu, de su espíritu indomable de luchadores sociales.

 

Las grandes persecuciones que sufrió el Movimiento Libertario

Desde los viejos tiempos de la Internacional, y desde la terrible época de persecuciones que siguió a la puesta al margen de la ley de la Sección Española de la Asociación Internacional de los Trabajadores y sus herederas inmediatas por los gobiernos “revolucionarios” y de la restauración, persecuciones que tuvieron su momento culminante cuando los martirios perpetrado por los inquisidores de Montjuich, a fines del siglo pasado, y cuando los cruentos martirios del campesinado andaluz, no existía prácticamente en España una organización obrera sindicalista revolucionaria de tipo nacional. La sola organización existente, la Unión General de Trabajadores, se había apartado desde sus inicios, fiel al ascendente de sus dirigentes político-reformistas, del viejo camino de la independencia sindical y acción directa revolucionaria.

La crisis revolucionaria de 1909 dio la pauta para la creación del organismo relacionador ausente. La llamada “semana trágica”, que tuvo que soportar sobre sus solas espaldas el proletariado catalán, demostró patentemente que un movimiento insurreccional, cualesquiera que sean el empuje y la justicia de sus motivaciones, está condenado al fracaso y al martirio, falto del apoyo concertado de los hermanos proletarios del resto de las provincias españolas. El de 1909, aunque nacido en el desgarrado corazón de las madres, ante una guerra colonial estúpida e impopular; fue recogido de la calle, encauzado y sostenido por el proletariado organizado en la federación regional catalana Solidaridad Obrera.

Aquel movimiento fracasó. El pueblo de Barcelona, aislado materialmente en su lucha, aunque asistido a distancia por la simpatía moral de grandes círculos obreros y liberales en toda España, viose asediado, y después aplastado por la fuerte concentración de fuerzas militares, obra del gobierno Maura-La Cierva. En los fosos de Montjuich volvieron a funcionar los pelotones de fusilamiento. La víctima más codiciada por la reacción fue el creador de la Escuela Moderna, Francisco Ferrer Guardia, pieza cobrada tras un simulacro de Consejo de Guerra, prefabricado, sin apenas apariencia jurídica.

La lección, sin embargo, fue debidamente aprovechada. Apenas repuesto el proletariado catalán de sus heridas, aprovechada la primera amnistía y la puesta en vigor de las garantías constitucionales, Solidaridad Obrera lanzó la idea de un Congreso Nacional. El comicio comenzó sus tareas el 30 de octubre de 1910, en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona, acordonado hasta su clausura (el 1º de noviembre) por grandes contingentes de fuerza pública.

 

Fundación de la Confederación Nacional del Trabajo

La importancia de este Congreso la da la significación de su temario y la nutrida representación de delegados de otras provincias de España. Temas principales eran la conveniencia de convertir a Solidaridad Obrera en Confederación Nacional; la definición de tácticas del sindicalismo; modo de llevar a la práctica la huelga general revolucionaria; publicación de un diario sindicalista (génesis de “Solidaridad Obrera”, diario); creación de escuelas racionalistas por los sindicatos, etc. Aparte la representación masiva de las sociedades de Cataluña, asistieron al Congreso representantes de las provincias de Sevilla, la Rioja, Granada, Córdoba, Salamanca, Alicante, Málaga, Algeciras, Asturias (la provincia más ampliamente representada), La Coruña, Zaragoza, entre otras.

Ya antes de la fundación de la C. N. T. el proletariado catalán había dado muestras de su acometividad en la primera gran huelga general que tuvo lugar en Barcelona en 1902, secundada en varias poblaciones industriales de Cataluña, a favor de los obreros metalúrgicos, que habían presentado a la burguesía peticiones de mejoras económicas, mejor trato y disminución de horas de trabajo. Pero es al fundarse la Confederación Nacional del Trabajo cuando los trabajadores españoles, en práctica de fa concepción anarcosindicalista a base de la acción directa, adquieren la cohesión necesaria para enfrentarse a la patronal y al Estado, y que más tarde convierten a dicho organismo en la fuerza proletaria más numerosa y dinámica de España. Poco después de su creación, hizo la C. N. T. la primera demostración de su vigor al declarar un movimiento huelguístico favor de los trabajadores de los Altos Hornos de Bilbao, que tuvo repercusiones nacionales. Así que este organismo, eminentemente popular desde sus inicios, se propone recoger las aspiraciones de las multitudes que están en el ambiente y las ansias de mejora de obreros y campesinos para convertirlas en realidad, y fiel a los acuerdos de su congreso constituyente plantea los problemas sociales en sus más hondas raíces, de acuerdo con principios y finalidades nítidamente revolucionarias, como lo demostró en su actuación contra la guerra de Marruecos; lo que, dada la firmeza de sus actos, no se hizo esperar el cierre de los sindicatos y la persecución de sus militantes más destacados.

Como puede suponerse, estos hechos ya vaticinan que el porvenir de la C. N. T. sería accidentado y tormentoso, sorteando de continuo disposiciones oficiales de ilegalidad, arbitrariedades autoritarias con las consiguientes medidas represivas propias de los estados de excepción.

Con una serie de actos en diversas latitudes peninsulares, las centrales sindicales C. N. T.-U. G. T. de acuerdo con lo aprobado en la llamada “Asamblea de Zaragoza”, planean una campaña nacional para el abaratamiento de las subsistencias, alquileres hogareños y cuanto podía contribuir a mejorar el nivel de vida de las clases populares. Con este fin se celebró una huelga de carácter pacífico, con duración de veinticuatro horas, en noviembre de 1916, con el fin de presionar a los acaparadores y agiotistas y declarando que en caso de no ceder, el año siguiente se declararía un movimiento general revolucionario. La huelga fue debidamente preparada. La paralización de las fuentes de trabajo fue casi total en toda España, siendo el paro más grandioso y unánime del proletariado español. Es de destacar que algunas zonas puramente campesinas, que no contaban con sindicatos, se sumaron también al paro.

El resultado fue unos centenares de víctimas entre muertos y heridos. El gobierno hizo oídos de mercader. Luego empezó la represión. En Madrid fue detenido el comité de la U. G. T. cuyos miembros con unos meses de cárcel salían con un acta de diputado, mientras que sumaron docenas los cenetistas y anarquistas apresados, amén de que la gran mayoría de víctimas pertenecían al movimiento libertario. De aquí surgió el incremento, el desarrollo vertical de la C. N. T. La conducta de sus elementos directivos, su acción en la calle frente al ejército, fue precisamente lo que dio aureola al organismo confederal.

Un año después, en julio de 1918, se celebraba el Congreso Regional de Sans, en donde se acordó la organización a base de sindicatos únicos. Los acuerdos para dar esta estructura a los sindicatos tenían como objetivo dar más cohesión a las luchas contra patronos y autoridades.

Es ahora y a partir de estos hechos cuando la patronal organiza, en noviembre de 1919, el locaut, que duró cuatro semanas, pero que luego fue alargado por la declaración de huelga por el proletariado barcelonés hasta tres meses, por no aceptar las leoninas condiciones de los patronos, que querían que los obreros renunciaran a la sindicalización. Ya en estos momentos funcionaban una especie de “sindicatos blancos” auspiciados por los patronos, así como grupos de pistoleros, pagados por ellos, lo que dio lugar a que en el curso de parte del año mencionado y el 1920 sumaran más de trescientas las víctimas inmoladas por la violencia callejera, iniciada por agentes oficiales en Madrid, Bilbao, Valencia, Zaragoza y especialmente en la capital catalana, dando un coeficiente importante de víctimas el de militantes libertarios.

 

El célebre Congreso de la Comedia

En este ambiente de lucha se celebra en Madrid el llamado Congreso de la. Comedia, al que asistieron 475 delegados en representación de cerca de un millón de confederados. Una síntesis de sus acuerdos fue:

1º.    De acuerdo con los postulados de la Primera Internacional, declara que la finalidad de la Confederación Nacional del Trabajo de España, es el comunismo anárquico.

2º.    El Congreso aprueba que la unión del proletariado debe hacerse a base de la acción directa. Recomienda el rechazo de cuantos laudos y convenios haya promulgado el gobierno para regularizar las condiciones de trabajo de los trabajadores del campo.

3º.    La revolución rusa no encarna nuestros ideales... Su dirección y orientación no responden al interés de los trabajadores...

4º.    El Comité Nacional, como resumen de las ideas expuestas, propone que la C. N. T. de España se declare firme defensora de los principios de la Primera Internacional sostenidos por Bakunin.

Después del Congreso sigue en tas calles la lucha violenta respondiendo a la consigna oficial que, según frase de uno de sus agentes principales, “se trataba de descabezar al sindicalismo”. Así que los pistoleros y policías obraban a sus anchas. Se organiza una represión nacional en que suman miles los libertarios presos, utilizando todo tipo de ergástulas, cárceles, presidios, barcos de guerra, etc., mientras que el 30 de noviembre de 1919, al ir a protestar por la deportación de treinta y tres militantes confederales al peñón militar de la Mola fue vilmente asesinado el defensor de los presos libertarios Francisco Layret. En contestación a los desmanes autoritarios, a la provocación criminal de los generales vesánicos Martínez Anido y Arlegui, pagaron a la vez con sus cabezas, el conde de Salvatierra, que mantuvo los estados represivos en Sevilla y Barcelona durante su estancia como gobernador, el cardenal Soldevila creador de los sindicatos libres y propulsor del pistolerismo en Zaragoza, y Eduardo Dato, presidente del Consejo de ministros y responsable directo de la represión que ensombreció y puso de luto a millares de hogares de trabajadores españoles.

A fines de 1920 hubo la importante huelga minera de Riotinto, que duró cuatro meses. Entonces se planteó la necesidad de recurrir a la huelga general por solidaridad con los huelguistas, propósito que falló por la negativa de la U. G. T.

Desde luego, la dictadura militar advino para acabar con la agitación social, de acuerdo con Alfonso XIII, y las llamadas fuerzas vivas: banqueros, terratenientes, clérigos y espadones. No podían tolerar que el proletariado inquietara sus negocios. Así sus primeras disposiciones fueron dedicadas a la detención en especial de la militancia anarcosindicalista, mientras que los socialistas no fueron molestados. A partir de este momento la C. N. T. entra en una fase más calmada, debido a las sangrías sufridas, pero persiste en su concepción ideológica y rehúsa todas las tentativas oficiales de adaptarse al régimen corporativista de arbitraje, copia del fascismo italiano.

Los sucesos de Vera de Bidasoa

En 1924, con motivo de un hecho violento acaecido en Barcelona, se intensificó la represión militaresca, dando lugar a que gran número de militantes cenetistas se refugiase en Francia, prosiguiendo una actuación conspirativa que culmina con los sangrientos sucesos de Vera de Bidasoa, que costó la vida a varios anarquistas.

Los antecedentes de esta escaramuza, ocurrida un año después de la implantación del Directorio, fueron que en París se recibió la noticia de que en España se iba a producir un movimiento revolucionario, lo que dio lugar a que varios grupos anarquistas españoles traspusieran la frontera para internarse en suelo ibérico, siendo recibidos a tiros por la guardia civil. Los días 6 y 7 de noviembre de 1924 tuvieron un encuentro que dio como resultado la muerte de dos guardias y herido uno de los contendientes. Al darse cuenta los grupos del error sufrido trataron de internarse de nuevo hacia Francia, pero en la madrugada próxima, las fuerzas represivas se dedicaron a apresar y exterminar a todo bicho viviente que se les puso a tiro. El resultado fue varios muertos y heridos y veinte detenidos de los conspiradores. La culminación fue la ejecución de Pablo Martín, Enrique Gil y J. Santillán. El primero se arrojó de un piso al patio ante sus verdugos.

Por aquellas fechas hubo también un intento frustrado de asalto al Cuartel de Atarazanas, en Barcelona. Se hicieron varias detenciones y dos de los detenidos, Llácer y Montejo, fueron enjuiciados por Consejo sumarísimo y condenados a la pena de muerte. Su ejecución tuvo lugar en la cárcel Modelo de Barcelona, el 1º de noviembre del mismo año.

En el curso de la dictadura hubo dos conatos de huelga que fueron sofocados: uno del Arte Textil y otro del Transporte. Los sindicatos cenetistas fueron clausurados y suprimido el diario "Solidaridad Obrera". No obstante continuaron apareciendo “Redención”, de Alcoy; “Horizontes”, de Elda; “EI Productor”, de Blanes; “Acción Social Obrera”, de San Feliu de Guixols; “¡Despertar!”, de Vigo; “La Revista Blanca”, de Barcelona... En Barcelona aparecen también “Iniciales”, “Vértice” y “La novela ideal”, que divulga novelas cortas de tipo social. En Alcoy aparece “Generación Consciente” y en Valencia “Acción Social”.

A raíz de la fundación de la Escuela Moderna se implantaron docenas de escuelas racionalistas. En especial después de la muerte de su fundador Francisco Ferrer, ajusticiado por la reacción española en los fosos del Castillo de Montjuich, se crearon institutos racionalistas en Barcelona, Madrid, Valencia, Bilbao, Zaragoza; Logroño, Valladolid y en la generalidad de poblaciones de alguna importancia, muchos de ellos patrocinados por sindicatos confederales o por grupos anarquistas, pero durante la dictadura fueron perseguidos sistemáticamente, por lo que sólo quedaron en vida algunos de ellos que subsistieron a pesar del odio mortal que ejercían en su contra lo más cavernario de la reacción nacional.

 

Fundación de la Federación Anarquista Ibérica

En 1927 existía en España una Federación Nacional de Grupos Anarquistas, cuya vida, más o menos mezclada con la que llevaba la C. N. T., era muy activa. Esta Federación Nacional acordó en plena dictadura de Primo de Rivera celebrar un comicio nacional, que fue pleno, invitando a los anarquistas portugueses, que se encontraban en situación muy parecida, para que participaran en los trabajos de aquel evento. Así fue como se reunieron en Valencia delegados de casi toda España, con una nutrida delegación de Cataluña, y algunos delegados de Portugal. Entre otros acuerdos de mucho interés, entonces quedó constituida la Federación Anarquista Ibérica, que englobaba en su seno a los anarquistas españoles y portugueses, aboliendo para el movimiento anarquista la frontera que separa a las dos naciones.

Desde entonces la F. A. I. adquirió una gran pujanza que se desarrolló extraordinariamente a la caída de la dictadura y la proclamación de la República.

No obstante su fuerza, la F. A. I. no llegó nunca a englobar en su seno a todos los anarquistas españoles y portugueses. Aunque contaba con grupos en casi todas las poblaciones y fuertes federaciones, locales en las principales capitales -sobre todo en las españolas- muchos anarquistas no se afiliaron nunca a esta organización. El anarquismo ibérico es de recia contextura de por sí mismo, y aunque la F. A. I. representó el aspecto cohesionado de este movimiento, millares de anarquistas se conformaron con su actuación sindical en el seno de la C. N. T. o con actividades de propaganda y cultura en el seno de los ateneos libertarios u otros medios, de los muchos de que se valió el anarquismo ibérico para esparcir la semilla de sus ideas.

La F. A. I. cumplió, empero un papel histórico.

 

Hermosa obra de los ateneos libertarios

Al caer la dictadura y proclamarse posteriormente la República en abril de 1931, las condiciones fueron más propicias y el movimiento libertario intensificó sus actividades ampliándolas a diversos medios hasta convertirse en el movimiento social más importante de la España de entonces. A la actuación en la gran central sindical C. N. T. y en el organismo específicamente anarquista, F. A. I., el anarquismo español añadió a sus actividades una faceta peculiar, tal vez única en la historia del anarquismo en todos los países -cuando menos en su extensión-, consistente en la actuación de los ateneos libertarios, que respondían a una de las particularidades más hermosas del anarquismo ibérico: su afán de superación. Entre la juventud anarquista o simpatizante con el anarquismo ese afán era ya una pasión. El anhelo de ser mejor, de superarse a cada momento en todos los aspectos del vivir, se supo compatibilizar con las rudas vicisitudes de la lucha social. Por ello, al margen de la vida sindical, surgieron por toda España los Ateneos Libertarios, donde se procuraba incursionar en todos los aspectos del saber. Fuera de las horas de trabajo cotidiano, la juventud trabajadora y estudiante acudía a los Ateneos Libertarios, donde se impartían enseñanzas de las disciplinas más variadas por el profesorado más inverosímil. En los Ateneos Libertarios no se orientaban los estudios casi nunca bajo las disciplinas programadas de los estudios oficiales. Eran aquellos centros como unos laboratorios del saber donde todos investigaban y todos aprendían… Grupos excursionistas, teatrales, musicales, literarios, de artes plásticas y de las más diversas facetas del saber surgían con vida autónoma, aunque coordinada, en el seno de aquellos centros. Estos lugares, que eran verdaderas forjas de inquietudes nobles, surgían espontáneamente, con una vida económica preciaria, sin ninguna protección y sujetos a la vigilancia y la enemiga de los poderes públicos. Eran las multitudes juveniles del trabajo que al margen del saber oficial buscaban sus propios medios de saber, en un afán vehemente de superación ideológica y personal.

También se multiplicaron las Escuelas Racionalistas durante el periodo que medía entre la proclamación de la República el 14 de abril de 1931 y la sublevación fascista en julio de 1936. Apenas había localidad de alguna importancia en el suelo español que no tuviera su escuela racionalista, continuadora de la obra iniciada por Francisco Ferrer.

La actuación de los políticos que gobernaron la República no satisfizo al anarquismo español, quien promovió acciones de protesta, de reivindicaciones francamente revolucionarias que motivaron que fuera perseguido con igual saña que durante la Monarquía. Se sucedieron los encarcelamientos, las deportaciones, los avasallamientos y hasta los crímenes en masa, como los episodios de Asturias, Castilblanco y Casas Viejas. En este último lugar, las fuerzas del orden republicano exterminaron a toda una familia anarquista incendiando la humilde choza donde se guarecían. Y en un ambiente de tirantez y de franca situación prerrevolucionaria llegó el mes de julio de 1936, en el que se produjo el alzamiento de los militares y todas las demás fuerzas reaccionarias españolas que provocó la guerra que duró hasta 1939.

El alzamiento militar fue vencido por el pueblo en las regiones más importantes de la península, y la lucha misma originó la caída vertical de los estamentos estatales y el pueblo se encontró de improviso dueño de todos los resortes de la vida social. El anarquismo español, que jugó tal vez el principal papel en las primeras luchas contra el fascismo, aun dando muestras de mucha prudencia, pudo ensayar amplias prácticas de comunismo libertario tal y como se había previsto para cuando se hiciera la revolución social. Y el anarquismo hizo en algunas regiones la más profunda revolución social que registra la historia. La Revolución Española de 1936 fue, sin duda, la revolución de mayor contenido anarquista que ha experimentado la humanidad.

La influencia de los ideales anarquistas en la gran central obrera C. N. T. fue decisiva y resistió todos los embates. Los comunistas pretendieron apoderarse de la C. N. T. y fracasaron rotundamente. La tendencia más reformista que militaba en el seno mismo de la C. N. T. también quiso eliminar la influencia anarquista y promovió una escisión que restó mucha fuerza al movimiento cenetista y libertario. No obstante, la arrolladora influencia del anarquismo se mantuvo vigorosa y se puede considerar que la C. N. T. y el anarquismo español formaban un solo cuerpo, sobre todo cuando en los primeros meses de 1936 se celebró un congreso nacional conocido como el Congreso de Zaragoza, en el cual se esbozaron las bases de una sociedad organizada por elementales principios anarquistas. Este dictamen, tal vez único como programa realizable y práctico del comunismo libertario, tiene un gran valor histórico y en honor a él lo transcribimos íntegro en la quinta parte de esta obra.

Cuando estalló la sublevación de los militares ayudados por toda la reacción española e internacional, el anarquismo español se enfrentó decisivamente al alzamiento y luchó en la calle con la valentía y la pasión que había puesto siempre en sus actuaciones. En las localidades donde su influencia era mayor aplastó al fascismo casi por sí solo, lo que le llevó a un predominio natural y momentáneo en todos los aspectos de la vida social: Una idea de las características excepcionales de aquellos momentos nos la puede proporcionar el siguiente relato que Juan García Oliver, militante destacado, nos hace de la primera entrevista habida entre los anarquistas y el presidente del gobierno catalán, Luis Companys, una vez vencido el fascismo en Barcelona y en toda Cataluña:

 

Predominio libertario en las luchas de julio de 1936

“Íbamos armados hasta los dientes (era el 20 de julio de 1936): fusiles, ametralladoras y pistolas. Descamisados y sucios de polvo y de humo... Companys nos recibió de pie, visiblemente emocionado. Nos estrechó la mano y nos hubiese abrazado si su dignidad personal, afectada visiblemente por lo que pensaba decirnos, no lo hubiera impedido. La ceremonia de presentación fue breve. Nos sentamos cada uno de nosotros con el fusil entre las piernas. En sustancia, lo que nos dijo Companys fue lo siguiente: «Ante todo, he de deciros que la C. N. T. y la F. A. I. no han sido nunca tratadas como se merecían por su verdadera importancia. Siempre habéis sido perseguidos duramente, y yo, con mucho dolor, pero forzado por las realidades políticas, que antes estuve con vosotros, después me he visto obligado a enfrentarme y perseguiros. Hoy sois los dueños de Cataluña, porque sólo vosotros habéis vencido a los militares fascistas, y espero que no os sabrá mal que en este momento os recuerde que no os ha faltado la ayuda de los pocos o muchos hombres leales de mi partido...». Meditó un momento, y prosiguió lentamente: «Pero la verdad es que perseguidos duramente hasta anteayer, hoy habéis vencido a los militares y fascistas. No puedo, pues, sabiendo cómo y quiénes sois, emplear un lenguaje que no sea de gran sinceridad. Habéis vencido y todo está en vuestro poder; si no me necesitáis o no me queréis como Presidente de Cataluña, decídmelo ahora, qué yo pasaré a ser un soldado en la lucha contra el fascismo. Si, por el contrario, creéis que en este puesto que sólo muerto hubiese dejado ante el fascismo triunfante, puedo, con los hombres de mi partido, mi nombre y mi prestigio, ser útil en esta lucha, que si bien termina hoy en la ciudad, no sabemos cuándo y cómo terminará en el resto de España, podéis contar conmigo y con mi lealtad de hombre y de político que está convencido de que hoy muere todo un pasado de bochorno, y que desea sinceramente que Cataluña marche a la cabeza de los países más adelantados en materia social»”.

En la mayoría de las poblaciones españolas donde el fascismo no logró triunfar sucedió algo parecido, aunque en algunos lugares las otras fuerzas antifascistas (socialistas y republicanos sobre todo) tenían más ascendiente que en Cataluña y la preponderancia del anarquismo no era tan categórica como en todo el territorio catalán. Sin embargo, el anarquismo español no se traicionó a sí mismo en aquellos primeros momentos y no impuso su dictadura, como pudo hacerlo fácilmente. Sobre la actitud del anarquismo ibérico en aquellos momentos cruciales dice Juan Peiró, militante de la C. N. T. al cual los nazis alemanes entregaron a Franco cuando invadieron Francia, y en España fue fusilado, igual que Luis Companys, el Presidente del gobierno catalán, también entregado a Franco por los nazis:

«“La gran visión del anarquismo español

“Cuando se reflexiona serenamente sobre el proceso de adaptación operado en los medios y en la entraña misma del anarquismo español, no se ve por parte alguna al milagro, ni a la doblez, ni a las reservas mentales en que tanto se prodigan los sectores de la democracia burguesa... No hay tampoco que eximir de los mismos vicios algunos sedicentes sectores del proletariado. Nada de eso se acusa en ese proceso de adaptación, nada de ello puede acusarse, porque precisamente de la ingenuidad sincera que caracteriza el complejo espiritual del anarquismo español emergen su dinamismo revolucionario y su equilibrio moral en perfecta ecuación”.

 

Una opinión de Juan Peiró sobre el anarquismo español

“Llegado el momento de destruir, el anarquismo es el ciclón que lo arrasa todo. Era éste su deber y lo ha cumplido lisa y llanamente, sin importarle mayormente si la destrucción interesa a, su causa específica o es a beneficio de terceros, Le basta con saber que sirve a la justicia del pueblo”.

“La justicia que le conviene al pueblo reside en la realización del anarquismo como sistema moral, económico y social; pero lo que conviene al pueblo no siempre es su anhelo colectivo, pues si sus anhelos conjugaran con sus conveniencias el proceso histórico de los pueblos, su progreso moral, técnico, es decir, toda la gama de universalidad de la vida individual y colectiva de los pueblos conjugaría, asimismo, con la espiritualidad y con los fines del anarquismo, Los más sistemáticos enemigos de éste reconocen esta verdad, pero se , sirven de esta falta de hermandad de las conveniencias y los anhelos del pueblo para retrasar lo más posible el progreso universal de la humanidad”.

“Ahí reside el motivo por el cual el anarquismo, singularmente el español, se ha, empleado en empresas revolucionarias de tipo específico que se estimaron perturbadoras, no porque lo fueran más que cualquier otra empresa revolucionaria, sino más bien porque los partidos políticos, en cada uno de estos intentos, se han visto acusados, por muy implícito que el ataque fuera, en su enorme responsabilidad histórica en el retraso del progreso universal”.

“Después de eso, que la historia se ha encargado luego de justificarlo plenamente, el anarquismo español ha sido, cuando no el precursor, el espolique de todos los avances político-económicos. Los acontecimientos del 12 de abril de 1931 y del 16 de febrero de 1936 fueron determinados por el anarquismo español. Con ello, éste se puso al servicio del pueblo, que anhelaba la república, aunque no aquella república que le sirvieron unos hombres desgajados de la antigua monarquía, y coadyuvó de modo decisivo al hundimiento político y moral de los enemigos de las libertades de España y de la dignidad humana”.

“¿Y qué decir del papel del anarquismo español en las gloriosas jornadas de julio de 1936? ¿Quién superó, ni siquiera igualó, sus alardes de heroísmo y de abnegación, y su espíritu constructivo? ¿Acaso, entonces, no estuvo todo lo de Cataluña en manos del anarquismo catalán?”

“Un camarada ha dicho, hace pocos días, que la C. N. T. y la F. A. I. pudieron establecer el Comunismo Libertario en las tierras catalanas. Podríamos agregar a esto que el ejemplo hubiera cundido por otras tierras. Pero el mismo camarada ha argüido que la F. A. I. y la C. N. T. desistieron de tan fácil empresa en holocausto a la libertad de Iberia. Y en eso ha consistido la gran visión del anarquismo español”.

“¿Qué restaría del magnífico levantamiento popular antifascista en el caso que la C. N. T. y la F. A. I. no hubiesen tenido la gran visión del momento que les hizo renunciar a un triunfo fácil de sus doctrinas? ¿Qué habría ocurrido si en lugar de dejarse llevar de su impulso desinteresado hubiesen ido, como otros fueron y van a lo suyo?”

“Los anarquistas catalanes ahogaron en sus pechos sus legítimas ansias revolucionarias”.

“¡Y cuántas transigencias desde entonces! De renuncia en renuncia. La C. N. T. y la F. A. I. llegaron con sus transigencias a lo insospechado, a lo asombroso”.

“En el desinterés y en la nobleza y honradez tiene su base la gran visión del anarquismo español”».

(Extracto de un artículo de Juan Peiró publicado en “Tiempos Nuevos”, de Barcelona, en septiembre de 1938.)

Durante casi todo el primer año de la guerra y la revolución el anarquismo español sacrificó lo mejor de su militancia en la lucha armada contra el franquismo, pero al mismo tiempo realizaba una profunda revolución en las regiones no dominadas por el fascismo. Compatibilizando la convivencia con los demás sectores antifascistas se ensayaron las normas económicas anunciadas por el comunismo libertario, y mientras que el Estado no tuvo posibilidad de rehacerse también se pusieron en práctica las normas políticas (organización general de la sociedad) siguiendo les lineamientos del comunismo anárquico. De esto dan fe numerosos documentos de la época, como los siguientes.

«“Los campesinos castellanos y las colectividades

Las colectividades campesinas en Castilla

“Tenemos unas doscientas treinta colectividades. Jamás hemos impuesto ninguna. Las propagamos. Nos dirigimos a los campesinos con manifiestos, conferencias y mítines. Les demostramos la superioridad económica y ética de las colectividades. Son los campesinos, sin coacción ni imposición de ninguna clase, los que vienen a nosotros a pedirnos orientación y el envío de militantes para la constitución de las colectividades campesinas. Se han dado cuenta de que las colectividades significan su liberación y están dispuestos a constituirlas. Las colectividades no son organismos aislados, insolidarios, ególatras. La razón de ser de las colectividades es la solidaridad. Si en una localidad, comarca o región, a causa de la sequía, pedrisco u otro fenómeno atmosférico la cosecha se pierde o se aminora, nuestros campesinos, en las colectividades, no tienen que preocuparse de su porvenir económico, no tienen que temer al hambre, ya que las colectividades de las demás localidades, comarcas y regiones tienen la obligación de ayudarles desinteresadamente. De esta forma, nuestro campesino vivirá tranquilo y satisfecho”.

“Nuestras colectividades no han recibido ninguna clase de ayuda oficial”.

“Todo lo contrario: si algo han recibido, han sido entorpecimientos, calumnias del ministro de agricultura y de la mayoría de los organismos dependientes de dicho ministro. Han sido ellas solas, sacrificándose, trabajando enormemente, pasando infinitos sinsabores y vejaciones, las que se han sostenido y consolidado”.

“Hoy, colectividades que se constituyeron sin ninguna clase de recursos, son riquísimas. Todo esto ha sido conseguido después de un esfuerzo ingente de nuestros campesinos agrícolas”.

“Las colectividades han tomado en Castilla tal incremento, se han hecho tan populares en la población campesina, que hoy son muchos los pueblos que están completamente colectivizados, bajo el control de la Federación Regional del Trabajo”.

“Hemos de hacer constar que la Federación de Trabajadores de la Tierra, adherida a la Unión General de Trabajadores, ha aceptado las colectividades. Precisamente hemos resuelto conjuntamente bastantes conflictos surgidos en los pueblos”.

“Esta Federación Regional de Campesinos, con el impulso que ha dado a las colectividades, con la orientación dada a los campesinos, con la intensificación que ha dado a la producción, ha incrementado la riqueza de Castilla enormemente. En la actualidad, la riqueza de Castilla ha sido triplicada”».

(Palabras de Eugenio Criado, publicadas en “Tierra y libertad”; de Barcelona, en julio de 1937.)

 

 

El comunismo libertario en Aragón

«”Inmediatamente después del 19 de julio produjéronse colisiones en diversos pueblos de Aragón entre los campesinos y los fascistas. De muchos pueblos se retiraba en masa la población campesina, huyendo de la persecución organizada por los facciosos. Cuando más tarde entraban en Aragón las columnas antifascistas de Cataluña y de Levante, los pueblos fueron liberados de los guardias civiles y de los fascistas. Volvió entonces la población campesina. Empezó un proceso de transformación social que no tiene par en España en cuanto a complejidad y hondura”.

El comunismo libertario en Aragón

“En Aragón, la distribución de la tierra era diferente a Cataluña. Existían grandes terratenientes, pero éstos estaban en minoría. La mayoría la formaban los pequeños propietarios, los arrendatarios y los medieros. Los medieros trabajaban en las propiedades del gran terrateniente y tenían que librarle parte de la cosecha. El número de jornaleros sin tierra propia era pequeño. Pero tanto éstos como los medieros, tenían que buscar antes, durante meses, trabajo en las ciudades, porque la tierra materna no podía alimentarles. Los grandes terratenientes se retiraban con los fascistas a medida que avanzaban las milicias populares desde Cataluña. Muy pocos se quedaron a trabajar con los campesinos”.

“La población de los pueblos acordó en asambleas generales celebradas en las plazas públicas, la expropiación de las tierras de propietarios fascistas. También las demás tierras se colectivizaron o municipalizaron. En casi todas las comunas liberadas se acordó trabajar colectivamente. Quinientos diez pueblos y ciudades de Aragón, con una población total de medio millón de habitantes aproximadamente, establecieron el colectivismo, una forma de economía y un sistema social desconocido hasta ahora en la Europa moderna. La transformación del sistema de propiedad privada en sistema de propiedad colectiva se realizó en un tiempo relativamente corto y una profundidad sorprendente”.

“La colectivización en Aragón constituye un punto final de la reforma de la vida del campo que se venía pidiendo ya desde 1931. La reforma agraria de la República no era una solución para el proletariado campesino. Se expropió, bajo el signo de la reforma, a muy pocos de los grandes terratenientes; sólo las tierras pertenecientes a la iglesia y a las congregaciones religiosas fueron incautadas. Estas se repartieron entre las familias de campesinos, pero la miseria de las masas en el campo subsistía. Cuando el poder de la reacción quedó destruido el 19 de julio de 1936 los campesinos realizaron su ideal: la colectivización”.

“En todos los pueblos de España las comunas se encargaron de las tierras. Pero en ninguna otra parte de España llegó tan lejos este proceso de colectivización como en Aragón. La colectivización no fue ordenada por el Estado, ni tampoco llevada a cabo por la fuerza, como en Rusia. La gran mayoría de los campesinos sentía los ideales de la revolución social. Producir colectivamente, distribuir los productos con justicia entre todos, éste era el anhelo. No existió un plan definido para las colectivizaciones. No hubo decretos, ninguna comisión gubernamental intervino, ninguna orientación oficial se dio según la cual podían haberse regido los campesinos. Actuaban según su propia intuición. Una minoría activa conducía. Entre los campesinos vivía el ideal del comunismo libertario. Era admirable ver cómo la razón sana y humana de los campesinos, sin muchos conocimientos teóricos, sin honda sabiduría, daba siempre en el clavo. Con esta intuición que tienen los hombres verdaderamente excepcionales, la población rural se puso a trabajar para construir una vida nueva”.

“La nueva de la colectivización y del comunismo libertario en Aragón corrió por toda España. Pero en el extranjero no se conoce el verdadero contenido de la vida colectivista en Aragón. Una descripción de cómo vivían los campesinos, de cómo organizaban, de cómo se entendían entre ellos, raramente se encuentra. No se ha escrito la historia de la revolución social que se ha realizado en Aragón a partir del 19 de julio”.

Más de medio millón de campesinos establecieron el comunismo libertario

“Y, sin embargo, lo que pasó en aquella región es de máxima importancia para el movimiento socialista mundial. Más de medio millón de campesinos, impulsados por sus necesidades, por sus miserias y por sus ideales, tomaron en sus manos las riendas de sus destinos. Igualdad, Libertad, Fraternidad, los grandes anhelos de la Revolución Francesa, han quedado sin realizar en el mundo. En Aragón se llevaron a la práctica. El campesino quedó libre de la opresión política y de la explotación de los grandes terratenientes. La libertad se logró luchando. Se organizó la igualdad, y la fraternidad consiguió vivir en el corazón: del pueblo irradiando a todo el mundo”.

“La unidad más pequeña del colectivismo en Aragón, era el grupo de trabajo. Estaba compuesto de 5 a 10 Y a veces más miembros. Se formaban de campesinos que sostenían relaciones amistosas entre ellos; a veces también de los habitantes de una calle. A ellos pertenecían los antiguos pequeños propietarios, arrendatarios, los medieros o jornaleros. Salían juntos hacia el trabajo, A su frente iba el delegado. Muchas veces el delegado escogía él mismo a sus compañeros de trabajo. La colectividad distribuía la tierra a los grupos. Cuando el grupo acababa su tarea, ayudaba a otro grupo. El trabajo se consideraba como obligación. Si los grupos de trabajo rebasaban este número de miembros, cada uno de ellos recibía un carnet de productor. El delegado confirmaba en éste el trabajo del miembro del grupo. Los utensilios, máquinas y animales necesarios para el trabajo, eran propiedad de la colectividad. El cultivo de la tierra, la ejecución del trabajo que se les encargaba eran de la competencia del grupo”.

“La colectividad era la comunidad libre de trabajo de los aldeanos. Su I nacimiento fue determinado por la influencia de las ideas anarquistas. El movimiento de la C. N. T. y de la F. A. I. convocó asambleas generales de todos los aldeanos. Estos asistieron a e as: eran campesinos, pequeños propietarios y arrendatarios. De ellas nacieron las colectividades. Estas tomaron posesión de la tierra; del ganado y de los utensilios de trabajo de los terratenientes expropiados. Los pequeños propietarios y los arrendatarios que se adherían a la colectividad, aportaron sus herramientas y su ganado de trabajo. Se procedió a un inventario de toda propiedad e inmueble. Quien no quería pertenecer a la colectividad podía quedarse con la tierra que él mismo fuese capaz de cultivar con sus propias fuerzas. Cada colectividad seguía, aproximadamente, las siguientes normas de desarrollo”.

“La distribución de la tierra, del trabajo, de los utensilios y del ganado, fue lo primero que se hizo. La colectividad hubo de ocuparse, ante todo, de asegurar la existencia material de sus miembros. Los productos del campo  fueron llevados a un almacén común; los alimentos más importantes fueron repartidos por igual entre todos. Los productos sobrantes se empleaban para el intercambio con otras comunas o con las colectividades de las ciudades. Los productos propios se repartían gratuitamente. Según la riqueza de la colectividad, había- pan y vino y a veces también carne y otros alimentos, sin limitación y gratis. Lo que había que adquirir de fuera, por intercambio o compra a otras comunas o de la ciudad, o lo que existía en cantidades insuficientes, se racionaba. Pero cada uno tenía lo que necesitaba para la vida, en la medida en que la situación de la colectividad permitía satisfacer las necesidades de sus miembros. Justicia e igualdad eran los pilares básicos del nuevo orden. La satisfacción de las necesidades se hallaba desligada de la capacidad de trabajo de cada uno. Ya no se dice: «Un buen jornal por un buen rendimiento diario»; sino que rige la norma libertaria que dice: «De cada uno según sus aptitudes; a cada uno según sus necesidades»”.

“Entre las colectividades campesinas de Aragón y, las empresas e industrias colectivizadas en Cataluña y en otras partes de España, existía una diferencia. En las empresas industriales, el trabajo, o sea la producción, estaba colectivizado. El consumo era individual. En las colectividades campesinas estaba socializado también el consumo. El nuevo sistema era sencillo, en sus características básicas; en sus formas de aplicación, variado, El jornal familiar se medía con cuotas de distribución y de racionamientos en caso de escasez, y también distribución ilimitada en caso de abundancia. Estas son las formas económicas del Comunismo Libertario”.

“La Federación Comarcal era el conjunto de las colectividades locales en un distrito. Formaba una unidad económica, reuniendo de diez a veinte comunas. La colectividad de trabajo de cada pueblo enviaba un inventario exacto sobre la extensión de las tierras, sobre la propiedad de la comuna en máquinas y medias de transporte, en ganado y, sobre todo, en existencias y productos propios, a la Federación Comarcal. Esta poseía almacenes y disponía de los productos agrícolas de todos los pueblos adheridos y de las colectividades; enviaba los productos para el intercambio a la Federación Regional, y, en algunos casos, a Barcelona. Con el líquido obtenido adquiría géneros y productos que necesitaban las colectividades. La mayoría de las federaciones comarcales poseían almacenes considerables. Los pueblos podían cubrir con ellos sus necesidades. En la comarcal encontraban todos los, artículos que necesitaban”.

“La Federación Comarcal se componía de delegados elegidos por las colectividades de los pueblos. Se ocupaba de los medios de comunicación y transporte entre las localidades, procuraba nuevos medios de transporte, hacía instalar líneas telefónicas y se encargaba del progreso cultural de las poblaciones adheridas. La defensa contra los reaccionarios y fascistas fue dirigida, sobre todo durante los primeros meses que siguieron al 19 de julio, por las Federaciones Comarcales. Los Consejos de Defensa de los pueblos recibían armas y consejos estratégicos de la Federación Comarcal. En la zona de Barbastro, provincia de Huesca, la Federación Comarcal organizó durante cerca de nueve meses la defensa contra el fascismo, suministró a las milicias víveres y todos los productos necesarios para la guerra”.

 

La Federación Regional de Colectividades de Aragón

“Todas las federaciones comarcales de la región aragonesa estaban reunidas en la Federación Regional de Colectividades de Aragón. El Comité de esta Federación Regional, en el centro económico de la región entera”.

“En febrero de 1937 tuvo lugar en Caspe un Congreso de Federaciones Comarcales. Se acordó hacer de la Federación Regional el centro económico de las colectividades agrarias de Aragón, Las Federaciones Comarcales debían enviar sus productos, o relaciones de los mismos, a la Federación Regional. Por mediación de la Federación Regional debía series posible a las diferentes zonas hacer intercambios de productos, y, en caso necesario, traer mercancías de otras regiones o del extranjero”.

“Esta fue; dicho en pocas líneas, la estructura de las colectividades en Aragón”».

(Agustín Souchy en el libro Las colectividades en Aragón.)

Después, las vicisitudes propias de la guerra desigual que se estaba librando y las arteras luchas de los enemigos jurados del anarquismo (comunismo estatal, burguesía liberal -no destruida por la revolución- y el socialismo gubernamental) fueron destruyendo la hermosa obra que el movimiento libertario español realizó en los primeros tiempos. También contribuyeron a ello, sin duda, las propias transgresiones del movimiento libertario -incluida la F. A. I.-, llevadas a extremos muy peligrosos en una especie de actitud desesperada ante el inminente peligro de perder la guerra y, tal vez, por propias desviaciones ideológicas de algunos de sus militantes más destacados.

El comunismo autoritario como el mayor enemigo del anarquismo

Con todo, el mayor enemigo que el anarquismo encontró en todos los) aspectos de su actuación, y muy especialmente en las realizaciones revolucionarias, fue el comunismo autoritario bajo las órdenes de Moscú.

Es digno de consignar también que un buen número de militantes del anarquismo se opusieron a las transgresiones motivadas por la guerra o por desviaciones ideológicas, pero la situación excepcional de la propia guerra no permitió una actuación oportuna y eficaz para atraer de nuevo al anarquismo español por el camino tradicional de rectitud ideológica.

Una muestra de las voces discordantes con las desviaciones a que las vicisitudes de la guerra estaban llevando al movimiento libertario español puede ser el siguiente trabajo publicado por el autor de este libro en el semanario “Faro”, de Barcelona:

 

AUTOÁNALISIS

El clásico y usado “conócete a ti mismo” ha sido de viva actualidad en todas las épocas. Eso nos induce a creer que el movimiento libertario debe autoanalizarse y hacer su propia vivisección, analizando y aquilatando sus actividades. Sopesar lo que pensamos e hicimos ayer, y comprobar lo que hacemos hoy, para orientar nuestra actuación de mañana, nos parece labor sensata. Ese proceder puede orientarnos hacia actuaciones rectas y realizaciones provechosas:

Siempre debiéramos ajustar nuestras actividades a los cauces fundamentales de nuestras ideas.

El movimiento libertario de Iberia llegó a ser el máximo punto de mira de las esperanzas redentoras de las multitudes del trabajo en nuestro país. ¿Quién de mediana honradez y mediana cultura osará negarlo?... El odio al Estado, el anhelo de conquista de los elementos de producción, las ansias de fiscalización y administración del consumo y el afán de alcanzar los elementos del saber formaron estado de conciencia en el sentir colectivo de las muchedumbres proletarias... Y el movimiento libertario era la expresión genuina de esos anhelos de formidables realizaciones.

Y la idiotez de nuestras clases opresoras rompió, al apretarlas más y más, las ignominiosas cadenas de nuestra esclavitud… Y como un alborear de promesas sin fin, se insinuó la Revolución al rodar por el arroyo social los estamentos de aquella sociedad que padecimos… Momento precioso: sin Estado, destruido el opio religioso, en las manos de los propios productores la economía toda, esperanzas enormes en las nuevas formas de convivencia social y aún el movimiento libertario como expresión y norte de los anhelos sociales de las multitudes revolucionarias… ¡La guerra!

 

Una voz discordante

Una guerra en la que todos nos hemos empeñado, que parece servir como aglutinante de los intereses de todos y que, realmente, está sirviendo como punto de apoyo a las exigencias e imposiciones de unos y a las transigencias de otros, nos obligó ó olvidar nuestras formidables ventajas revolucionarias…

Y frenamos… realizando la más lamentable de nuestras vejaciones históricas. Bajo el manto de los intereses de una guerra, acudimos a vigorizar con nuestra savia, siempre nueva, dado que simboliza el espíritu creador de las multitudes productoras, el rejuvenecimiento de un Estado deshecho por su propia incapacidad…

Y el movimiento alma de las expresiones antiestatales, el anarquismo (no Estado), pasó a ser una fracción más de las históricas fracciones estatistas.

Se defraudó, tal vez, el espíritu antiestatal de las multitudes revolucionarias. Las realidades de cualquier, actuación gubernamental riñen con los anhelos libertarios de los pueblos… Y ese fue nuestro error… El pueblo, ese pueblo que se forjó en sueños una sociedad de iguales y que en el anarquismo veía al realizador de aquellos bellos sueños, comenzaba a perder las esperanzas cuando se veía forzado a considerar al anarquismo como cualquiera otro de los tantos partidos que le engañaron y siempre le pusieron trabas a su ansiada libertad.

Lógica consecuencia de una trasgresión fundamental, no valorizada por razonamientos ecuánimes.

De ahí la necesidad imperiosa de una revaloración ideológica del movimiento anarquista español. No, de una reforma de nuestro ideario, sino de la más sólida reafirmación de sus esencias antiestatales.

O declaramos serenamente el fracaso de lo que fue siempre la base de nuestro edificio ideal, al considerarlo como una bella utopía sin valor realizable, cuando menos por el momento.

Pero… ahora, como nunca, tenemos la convicción real de que sólo sin Estado son los pueblos libres, y que son capaces ellos, los pueblos, de vivir la vida libre que propició siempre el anarquismo.

(Opinión de B. Cano Ruiz, publicada en “Faro” -órgano de las JJ. LL. de Cataluña- en diciembre de 1937.)

Cuando en 1939 el nazifascismo internacional dominó de manera absoluta en la península y se produjo el exilio, mientras la militancia anarquista atrapada en España era asesinada y encarcelada en proporciones espantosas, los anarquistas emigrados se organizaron, dedicando grandes esfuerzos a la resistencia clandestina, lo que costó la vida a valiosos militantes, a la vez que se fundaron publicaciones de mucho relieve, como “Solidaridad Obrera”. “C. N. T.”, “Cénit”, “Tierra y Libertad” y muchas otras en los diferentes países donde encontraron asilo, además de folletos y libros en una proporción realmente admirable, de los cuales aún perduran “Cénit”, en Francia y “Tierra y Libertad” en México, destacándose la traducción, ampliación y actualización de la Enciclopedia Anarquista, obra de gran aliento, editada originalmente en francés por Sebastián Faure, en París, y de la cual han aparecido ya en México los tomos primero y segundo, editados por el Grupo Tierra y Libertad.

Algunas figuras destacadas del anarquismo español

El movimiento anarquista español también ha sido rico en figuras de mucha valía, tanto en el terreno de la lucha como en el de la inteligencia. No es posible citar, sin olvidar a muchos, a esa gran cantidad de elementos valiosos que contribuyeron a la gran vitalidad del anarquismo español, como Farga Pellicer, Tarrida del Mármol, Pedro Llunas, López Montenegro, José Prat, Teresa Claramunt, y el teórico insigne Anselmo Lorenzo, hombre austero, trabajador tenaz, cuya acción, en especial, se desarrolló en Cataluña. En Asturias tuvo su centro de actuación una de las figuras más completas del anarquismo por la multiplicidad de sus facetas y de sus amplísimos conocimientos, nos referimos a Ricardo Mella, que supo reunir en torno suyo a una porción de militantes valiosos (entre los que destacaba Eleuterio Quintanilla) y cuya obra tiene tanto valor en la actualidad como cuando fue escrita. Aquí cabe figurar el nombre de Juan Montseny (Federico Urales) y el de Teresa Mañé (Soledad Gustavo), su compañera, por la gran labor de divulgación realizada durante toda su vida, y en especial en la “Revista Blanca”, y en “Tierra y Libertad”, publicación que llegó a convertirse en diaria, en el propio Madrid, y donde colaboraron las primeras figuras del pensamiento español e internacional. Y cabe destacar en primer término la vida limpia y pura del San Francisco de Asís del anarquismo, Fermín Salvochea (hermano en bondad y abnegación de Luisa Michel), en su lucha incesante contra toda injusticia, valorizada por su integridad moral puesta más allá de toda prueba y de toda conveniencia, por su solidaridad entrañable con los más humildes, con los más míseros y expoliados, cuya encarnación moral heredó este gran hombre y gran anarquista, el doctor Pedro Vallina, dedicado en el exilio a derramar su bondad compasiva y rebelde por las ruralías mexicanas. Y en las generaciones más recientes se destacaron también en el pensamiento y en la acción figuras que no pueden olvidarse, como Felipe Aláiz, Federica Montseny, Juan Ferrer, José Peirats, Amador Franco, los hermanos Sabaté, -uno de los cuales mereció ser tema de una película de Gregory Peck y Antony Quin-, Víctor García, y tantos y tantos otros más o menos destacados, que unidos a la gran masa de militantes, anónimos, también de gran valía, han contribuido al gran milagro de que el anarquismo español haya sobrevivido a los embates de tantos y tantos enemigos que ha tenido y tiene y represente aún una gran fuerza en la actualidad.

Después de la muerte de Franco, tras la “apertura democrática” iniciada por el rey Juan Carlos y sus colaboradores, el movimiento libertario se rehízo y con actividad redoblada de los anarquistas y anarcosindicalistas que estaban en la propia España y el refuerzo (no tan vigoroso como habría de esperarse) de la emigración que volvió al país, se reconstituyó oficialmente la C. N. T. y se organizaron más o menos clandestinamente, con cierta tolerancia gubernamental, ateneos, juventudes y grupos de la Federación Anarquista Ibérica.

Fruto de ese renacer son varias editoriales y publicaciones, entre las que destacan “Solidaridad Obrera”, de Barcelona; “C. N. T.”, de Madrid, y revistas como “Ideas” y otras cuya suerte es fluctuante.

La realidad es que cuando escribimos estas notas (l983) el movimiento libertario español aún no se estabiliza y se debate en problemas internos, lo que le resta mucha fuerza.

Aunque en algunos momentos de esta nueve etapa la C. N. T. llegó e tener más de trescientos mil afiliados en los días que escribimos estas notas (mediados de 1983) todo el movimiento libertario está sufriendo una especie de receso como tal movimiento, aunque las simpatías y el interés por el anarquismo se extienden a extensas capas de la población española, afectando a sectores que antes estaban virtualmente impermeabilizados a las influencias del anarquismo.

Ese fenómeno es bastante complejo y también escapa a los objetivos de este libro, por lo que debe bastarnos con señalarlo para precisar con alguna exactitud lo que el movimiento anarquista representa actualmente en España.

Con todo, las ediciones de los textos anarquistas se multiplican, y grandes editoriales lanzan al mercado antiguos y nuevos títulos que enriquecen la bibliografía anarquista de habla castellana, y algunos de ellos han merecido grandes premios, como La revuelta permanente, de Baltasar Porcel, que obtuvo el Premió Planeta en 1978.

 

 

FRANCIA

El desarrolló del movimiento anarquista francés difiere considerablemente del proceso que siguió el movimiento anarquista español Probablemente influyó en esta diferencia todo el panorama socioeconómico de los dos países, que presentaba en las últimas décadas del siglo pasado y las primeras de éste perspectivas bastante diferentes en cada una de las dos naciones. Por ello es, tal vez, por lo que el anarquismo en Francia no arraigó, como en España, en las grandes masas y fue más elitista, aunque no por ello dejó de ser vigoroso e influyente en el movimiento social. Aunque, en realidad, el anarcosindicalismo nace en Francia, en este país arraigó menos que en España. Argentina e Italia; sin embargo, en Francia surgieron destacadísimos teóricos, tanto del anarquismo específicamente considerado como del anarcosindicalismo, que influyeron poderosamente en el desarrollo del movimiento anarquista mundial, como podremos ver a través de las páginas que siguen.

 

Raíces del movimiento anarquista francés

Ya entre los enciclopedistas se encuentran destellos de pensamiento anarquista, y después, durante la Revolución de 1789, también se manifestaron tendencias que hoy las catalogaríamos decididamente como libertarias. No obstante, como el pensamiento antiestatal manifestado en esas ocasiones fue sofocado durante más de cincuenta años podemos considerar que las ideas anarquistas no encontraron cohesión y pujanza para ocupar uno de los primeros planos de la historia social hasta que se escuchó la voz de Pedro José Proudhon (1809-1865) levantándose fuerte y razonadamente contra, el nuevo feudalismo representado por la burguesía naciente en sus tres manifestaciones más características: el Estado, el Capitalismo y la Iglesia. Proudhon, en 1840, opone a esos males el remedio de la ANARQUÍA y desarrollo por primera vez la doctrina del socialismo integral, que equivale a la emancipación humana real, y completa.

En 1849, en el libro Confesiones de un revolucionario, dice: “El Capitalismo, que en el orden político equivale a gobierno, en religión tiene por sinónimo el catolicismo. La idea económica del capital, la política del gobierno y de la autoridad y la idea teológica de la Iglesia son tres ideas idénticas y fuertemente unidas. Combatir una es lo mismo que atacar todas las otras… Lo que el Capital hace al trabajo y el Estado a la libertad, la iglesia lo hace por su parte al espíritu. Esta trinidad del absolutismo es tan funesta en la práctica como en la idea. Para oprimir eficazmente al pueblo necesitan al mismo tiempo; su cuerpo, su voluntad y su razón. Cuando el socialismo quiera mostrarse realmente positivo, libre de cualquier misticismo, tendrá, que denunciar, y combatir a esa trinidad...”. 

Las ideas de Proudhon ejercieron de inmediato una gran influencia en los medios liberales herederos del saintsimonismo y las otras escuelas socialistas, oponiendo un valladar a la expansión del socialismo autoritario que dominaba casi todo el ambiente socialista, del momento. El propio Estado francés resintió la crítica proudhoniana, y en los años que siguieron a la publicación de sus obras se manifestaron muchas personalidades partidarias de sus teorías. Se pueden citar a George Duchesne, Charles Beslay, Gustave Chaudey, y en los años 1860-1870 se distinguen por su entusiasmo por las ideas proudhonianas los jóvenes Robert Lauzarche, Vermorel y otros, así como muchos trabajadores militantes de los primeros sindicatos y de la Internacional (Proudhon murió unos meses después de haberse organizado la Primera Internacional de los Trabajadores). En el seno de la Internacional se distinguió en ese sentido Henri Tolain, y después de 1870 autores como Chevalet, Perrot, Beuchery y otros. En cierto modo Proudhon fue un autor que interesó vivamente a todo el ambiente liberal de su época y de la época inmediatamente posterior a la suya. G. D. H. Cole, en su Historia del pensamiento socialista, dice: “En los sindicatos obreros, el influjo mayor era el de Proudhon... Como hemos visto, sus proyectos de «crédito gratuito» fueron muy discutidos en los congresos de la Internacional... De ellos también al año siguiente el «Manifiesto de los sesenta», firmado por los jefes de la mayor parte de las sociedades obreras de París, reclamando la emancipación social como complemento de la concesión política del sufragio universal. Este manifiesto estaba muy influido por la obra de Proudhon La capacité politique des classes ouvrieres”. También se manifestó una gran influencia de las ideas de Proudhon en muchos de los dirigentes de la Comuna de París, como Delescluse, Luisa Michel (La célebre virgen roja fundadora, con Sebastián Faure, del periódico anarquista “Le Libertaire”), Charles Lonquet (hijo político de Marx) y Varlin, quien en algunos momentos pareció enfrentarse a los proudhonianos en favor de Marx, pero que, en realidad, sus ideas eran esencialmente las mismas que las de Proudhon. Era bien manifiesto, desde antes de la Comuna, que Varlin y su grupo querían que la tierra y los instrumentos de producción en gran escala fuesen propiedad de las comunas locales o, cuando fuese necesario, de organismos federales establecidos por las comunas. Querían que las actividades de la producción se realizasen, en lo posible, por sociedades cooperativas nacidas de los sindicatos obreros, y consideraban esta actuación cooperativa como la esencial de la democracia colectivista. Estas ideas son fundamentalmente proudhonianas y no tienen relación con las tendencias centralistas que eran manifiestas y claras en Marx y sus partidarios. Y en 1868, Eugene Vermesch, que durante la comuna redactó el “Pére Duchesne”, se llamó a sí mismo públicamente, “atomista y anárquico”.

 

Primeras publicaciones anarquistas en Francia

Ya antes, en 1841, apareció “L’Humanitaire, organe de la science sociale”, dirigido por G. Charavay y secuestrado en su segundo número, siendo procesados todos los componentes del grupo que le dio vida, acusados de asociación ilegal y por publicar un periódico sin las debidas formalidades legales. El grupo editor sostenía en un documento fechado el 20 de julio del mismo año, como “doctrina comunista igualitaria” la verdad, el materialismo, la abolición de la familia individual, la abolición del matrimonio, debiendo desaparecer el lujo y las ciudades, centros de dominación y corrupción. Estas ideas se encuentran mejor expuestas aúnen el periódico, en el cual se postulan las ideas “antipolíticas y anárquicas”. Como dato digno de señalarse se distingue en el periódico la idea de que están fuera de lugar los exclusivismos de clase, ya que la historia nos demuestra que los socialistas más famosos y los grandes hombres que han propagado un amplio humanismo y consideramos como “nuestros maestros” no pertenecían precisamente a la clase obrera, por lo que hemos de colegir que los ideales de justicia no son exclusivos de una clase social, sino de una calidad de hombres, pertenezcan éstos a una u otra clase.

En torno a las ideas económicas de Proudhon, aunque no se declararan abiertamente antiestales, se agruparon algunas personalidades y se editaron algunos periódicos, como “La France libre”, de Maximiliano Marie, y “Le Socialiste, journal de I’egal echange” de C. F. Chevé, aparecidos en París en 1848 y 1849, respectivamente. Empero, en relación con las ideas antiestatales de Proudhon, apareció en Toulouse un joven nacido entre los años 1820 y 1825, quien, en 1848 publicó un folleto titulado Au fait, au faitl Interpretation de I’idée démocratique, y en 1849 aparece como redactor del periódico “La Civilisation”, que fue uno de los periódicos más difundidos por aquellos años en Toulouse. Este joven fue Anselmo Bellegarrigue, quien fue a París en 1850 y con algunos otros amigos formó una Asociación de librepensadores, que publicaron varios opúsculos en Meulan (Seine et Oise). Uno de aquellos folletos fue publicado aparte por Bellegarrigue en el periódico “L’Anarchie. Journal de L’Ordre”. Después el mismo Bellegarrigue hizo aparecer L’Almanach de la vile multitude y preparó un Almanach de l’Anarchie, para el año 1852, el cual no apareció.

 

Primeras declaraciones anarquistas de Eliseo Reclus

Fechado en 1851 se encuentra un escrito del joven Eliseo Reclus titulado Desenvolvimiento de la libertad en el mundo. En ese escrito ya se confiesa con ideas anarquistas. Dice “... nuestra finalidad es la abolición de los privilegios aristocráticos en el mundo entero y la fusión de todos los pueblos. Nuestra meta es alcanzar un estado tal de perfección ideal en el cual las naciones no tengan la necesidad de someterse a la tutela de un gobierno o de otras naciones. Y la ausencia de gobierno es la ANARQUÍA, la más alta expresión del orden. Así aquellos que no creen que la humanidad pueda un día prescindir de la autoridad, tampoco creen en el progreso y son reaccionarios”. En abril de 1851, Elíseo Reclus escribe a su madre que acepta la teoría de la libertad llevada a su máxima expresión. Desgraciadamente no ha sido conservado el discurso que Elíseo Reclus pronunció en Lausana (Suiza), en 1876, en el cual desarrolló por primera vez en público sus concepciones sobre el anarquismo comunista. Sin embargo, sí se conserva el discurso pronunciado en Berna (Suiza) en septiembre de 1876 sobre la cuestión federativa, en el cual se declara también francamente anarquista. En 1877, con la fundación de “Le Travailleur” ya se tiene noticia cierta y decidida de sus convicciones anarquistas, y de entonces hasta su muerte, acaecida en 1905, Eliseo Reclus enriqueció los ideales anarquistas con sus extraordinarios conocimientos, su amplía ciencia y su conducta de verdadero apóstol. La aportación de Eliseo Reclus a las ideas anarquistas tal vez haya sido la más valiosa éticamente considerada. Su vida, desde que abrazó los ideales del anarquismo, fue una manifestación consecuente y ejemplar de sus convicciones.

En la época, las condiciones políticas y sociales en que vivía Francia eran poco propicias al florecimiento de los ideales anarquistas, dado que imperaba un sistema gubernativo de autoritarismo extremado, muy cercano a la dictadura, que ahogaba todas las manifestaciones liberales o de organización obrera. No obstante, hubieron débiles expresiones de disconformidad con la situación, algunas de ellas claramente anarquistas, como el folleto escrito por Héctor Moral, aparecido en Bruselas en 1862, titulado Les Nationalités considéres au point de vue de la liberté et de I’autonomie individuelle. También Claude Pelletier, que había sido diputado y hubo de exilarse en Nueva York, en la década de 1860-1870 escribió varios libros en los cuales llega a conclusiones anarquistas.

Pero en toda esa época se destacan, sobre todo, dos figuras que tuvieron la energía moral e intelectual suficiente para hacer oír su pensamiento anarquista. Esas dos figuras fueron Joseph Déjacque y Ernesto Coeurderoy. Déjacque debió nacer hacia 1821, Y en 1848 ya sufre la primera prisión por sus escritos libertarios. En 1851 fue condenado a dos años de prisión por la publicación de una colección de poesías suyas titulada Les Lazaréennes. Fables et Poésies socialistes. También hubo de refugiarse en Norteamérica, donde escribió La Questión Révolutionnaire y, más tarde, la famosa utopía L’Humanisfere, Utopie anarchique, que apareció en el periódico “Le Iibertaire, Journal du mouvement social”, escrito casi enteramente por él solo.

Ernest Coeurderoy (1825-1862) fue hijo de un médico republicano de Bourgogne y estudió medicina, a su vez, en París. Militante activo, también hubo de exilarse a Londres y después viajó por, España, Italia, Suiza y otros países. Junto con Octavio Vauthier firmó un folleto titulado La Barriere du Combat, que sirvió para que se rompieran los lazos que hasta entonces pudieran haberlo unido a los socialistas autoritarios. Escribió más tarde De la Revolution dans l’Homme et dans la Societé, donde se demuestra anarquista. Debido a que su situación económica estaba ampliamente respaldada por su familia, Coeurderoy pudo escribir y publicar extensamente su pensamiento, con lo que contribuyó de manera notable a la difusión de las ideas revolucionarias, sobre todo en su aspecto combativo.

En los años que van del 1840 al 1865, Proudhon, Bellegarrigue, Déjacque, Coeurderoy y otros mantuvieron vivo el espíritu revolucionario y contribuyeron como nadie en la época a la propaganda de las ideas anarquistas en Francia, Bélgica y Suiza, aparte de otros países donde el impacto de sus ideas y de su militancia llegó también pujante, como en España e Italia.

 

Repercusión en Francia de la Alianza de la Democracia Socialista

Las luchas internas mantenidas en aquellos años en el seno de la Internacional distrajeron muchas energías de los anarquistas de la época, enrocadas primordialmente a combatir la tendencia autoritaria representada por Carlos Marx y sus partidarios. No obstante, Bakunin creó la Alianza, una organización secreta, al margen de la Internacional, con un programa bien definido -ateo, socialista, anárquico, revolucionario-, que fue de más trascendencia aún para el anarquismo que la propia Internacional. Esta organización tuvo en Francia, Suiza y Bélgica fuerte repercusión, que culminó con los trabajos que se realizaron en el célebre congreso de Saint-Imier (16 de septiembre de 1872), en el cual se tomó la siguiente resolución inspirada en el pensamiento de Bakunin sobre la naturaleza de la acción política del proletariado, la cual concluye así…: “y la destrucción de todo poder político es el primer deber del proletariado, ya que cualquier organización con poder político, aunque se llame provisional y revolucionario (la teoría marxista), no puede ser más que un engaño y resultaría tan peligroso para el proletariado como cualquier otro poder actualmente existente…”. 

En 1876 aparece en Chaux des Fonds el librito de James Guillaume Idees sur l’organization sociale, en el cual ya aboga por una sociedad colectivista libertaria, aún no muy bien definida antiestatalmente. Y en febrero del mismo año aparece en Ginebra Aux travalleurs manuels paltisans de I’action politique, escrito por Francisco Dumartheray, respondiendo a las pláticas que se tenían en el seno del grupo L’Avenir, formado por refugiados revolucionarios franceses. En este librito del unas sesenta páginas, se imprime por primera vez el concepto comunismo anárquico, y en el mismo se anuncia un nuevo opúsculo “extraordinario” en el que se explicaría el significado del comunismo anárquico (parece que este opúsculo no se publicó).

En febrero de 1879 apareció el prestigiado periódico “Le Révolté” que fue considerado como el órgano internacional de la tendencia libertaria en el seno del movimiento obrero. En él colaboró activamente Pedro Kropotkin, entonces en estrecho contacto con Elíseo Reclus.

En 1880 se amnistió a los exilados por los sucesos de la Comuna y, entre otros anarquistas, regresó a Francia Luisa Michel, que se entregó con pasión a la propaganda oral, convirtiéndose en una de las primeras figuras del anarquismo en Francia. Cuando el 18 de marzo de 1871 se proclamaba en París la Comuna, ya Luisa Michel exclamaba: “Todo poder encarna la maldición y la tiranía; por eso me declaro anarquista”. La figura de Luisa Michel mereció que el gran maestro de la pluma, Laurerit Taillade, hiciera de ella el siguiente retrato: “Un rostro de rasgos masculinos, de una popular fealdad, cincelado a golpes de hacha en el corazón de una madera más dura que el granito; una máscara de Euménides iluminada por los ojos más bellos del mundo, ojos, de ternura y de limpidez; una frente ovalada de poeta o de profeta, y plantadas sobre las lívidas sienes, las pesadas bandas de cabellos grises; un rostro enérgico, pese a los trazos de las arrugas que el tiempo grabó. Rasgos excesivos a la manera de Zurbarán el viejo. Fealdad, sí, pero fealdad a lo Mirabeau, a lo Rienzi, a lo Dantón, que subyuga a las multitudes. Fealdad que ilumina el espíritu con el brillo de la llama interior, centelleando de genio y de bondad. Tal era Luisa Michel la «virgen roja», bastarda gloriosa, luchadora heroica de la heroica libertad”. Luisa Michel nació el 29 de mayo de 1830 y murió el 10 de enero ce 1905. Y sobre ella dice Rodolfo Rocker en La Borrasca:

Luisa Michel, una mujer extraordinaria

«”En Grafton Hall encontré por primera vez a Luisa Michel, la incansable combatiente, cuyo papel heroico en la época de la Comuna parisiense me era bien conocido. La vi por primera vez en una reunión dedicada a dicho hecho histórico, en la que me encargaron traducir su discurso al alemán. Por tal motivo la traté varias veces. Entonces vivía con su amiga Carlota Vauwelle en una habitación estrecha, algo lóbrega, que les servía de albergue. Luisa tendría unos 66 años. Su cabello encanecido y su figura algo encorvada daban la impresión de que los años le pesaban. Pero espiritualmente era de una asombrosa frescura y su indomable energía, a pesar de las frecuentes enfermedades, la conservó hasta la muerte”.

“Esa mujer extraordinaria, cuya silueta fue caricaturizada hasta hacerla irreconocible y que en todo el mundo era injuriada como la «Petrolera», era en realidad una persona de indescriptible generosidad y de una pureza de convicciones que sólo se hallan en personalidades superiores. Este fue siempre el juicio unánime de quienes tuvieron una relación frecuente con ella. Su intrepidez innata, que no retrocedía ante ningún peligro y que estaba siempre dispuesta a ofrendar su vida por sus convicciones y por la libertad, no eran de ninguna manera el resultado de una dureza singular de alma, sino la consecuencia natural de un amor humano hondamente arraigado que nunca falló cuando fue puesto a prueba”.

“Luisa Michel poseía el carácter de un apóstol, tan hondamente persuadida estaba de la justicia de su causa que no pudo adaptarse a hacer la menor concesión a la injusticia imperante. Cuando en diciembre de 1871 apareció ante el tribunal de sangre en Versalles, con valor inaudito arrojó al rostro de sus jueces estas palabras: «Como parece que todo corazón que late por la libertad no tiene más derecho que recibir un trocito de plomo, exijo también mi parte de él, puesto que si me dejáis con vida no cesaré de clamar venganza y de poner en la picota a los cobardes asesinos de mis hermanos»”.

“Y mantuvo el juramento. Cuando después de diez años de permanencia en las colonias penales de Nueva Caledonia regresó a Francia a causa de la amnistía general, se incorporó con todo celo al movimiento revolucionario. En los largos años que pasó en prisión había tenido oportunidad para reflexionar sobre las consecuencias inevitables de las aspiraciones políticas al poder, lo que le hizo afirmar: «Reconozco que todo poder, sea de la clase que sea, tiene que resultar una maldición. Por eso me declaro anarquista»”.

 

Atentado frustrado contra Luisa Michel

“Cuando en 1883 tuvo lugar en la Esplanade des Invalides, de París, la «demostración del hambre» figuraba Luisa, junto con Emile Pouget, quienes fueron condenados a seis y ocho años de prisión, respectivamente. Mientras Luisa estaba en la cárcel, murió su anciana madre, a quien quería tiernamente. Salió de la ergástula siendo la misma de siempre. Sin sentirse quebrantada continuó con tranquila naturalidad su labor, que no pudo ser alterada por nada. Al hablar en un mitin en el Havre, en enero de 1888, un pobre fanático, azuzado por un cura; hizo varios disparos contra ella, que le causaron dos heridas peligrosas en el cuello y detrás del oído. También aquí mostró Luisa su grandeza de alma, ya que empleó todos los recursos para arrancar de manos de la ley al pobre diablo que había querido asesinarla”.

“Apenas curada, volvió de inmediato a la lucha. Hasta que las autoridades, que hacía tiempo habían reconocido que nada ni nadie podía domeñar a esta mujer valerosa e incorruptible, y temiendo él extraordinario afecto que el pueblo sentía por ella, concibieron el pérfido plan de encerrarla en un manicomio, para inutilizarla de esta manera. Habían sido dados todos los pasos, para la ejecución de esta infamia cuando un alto funcionario llamado Roger, cuya conciencia no estaba aún atrofiada, logró informar a tiempo a Luisa para prevenirla acerca del destino que se le deparaba. Así tuvo tiempo de escapar hacia Inglaterra. Esa fue la causa directa por la que tuvo que pasar largos años en el destierro, hasta que al fin pudo regresar a Francia”.

“En Londres vivió en condiciones muy precarias, como había vivido toda su vida. No obstante, se hallaba siempre dispuesta a compartir lo poco qua poseía con otros a los que suponía más necesitados. Llevaba constantemente el mismo vestido negro fuertemente raído y el mismo sombrero deformado, pero era por naturaleza tan modesta que se adaptaba a cualquier situación. Los amigos le regalaban de cuando en cuando ropas nuevas, pero ella las volvía a regalar a otros y conservaba sólo lo que le era de absoluta necesidad. Así un compañero francés le obsequió una vez un hermoso abrigo que había preparado para ella, pues el que llevaba estaba tan gastado que apenas podía protegerla contra el invierno húmedo londinense. Algunas semanas tuvimos el placer de admirar a Luisa en su nuevo y hermoso abrigo, cuando de repente apareció con su vieja indumentaria. Como se pudo establecer después, una noche, al regresar a casa, una mendiga harapienta le pidió una limosna. Entonces le dio el abrigo hermoso y abrigador que el compañero Duprat confeccionó para ella, y volvió a cubrirse con el viejo que había conservado esmeradamente. La verdad es que no se sentía feliz mientras tuviese algo que dar”.

“Esa era Luisa Michel, a la que en los suburbios de París se le solía llamar la «buena Luisa», pues su desprendimiento y su bondad innatas se habían hecho proverbiales hacía mucho tiempo. Si hubiese vivido unos siglos antes, se la habría venerado quizá como santa, pues en el alma grande de esta mujer excepcional vivía la llama esclarecedora de una fe inconmovible que podía transportar montañas y que sólo se puede presentir, pero no describir con palabras. No quisiera por tanto designarla incluso como «idealista», pues esta palabra está tan gastada que para Luisa no puede hallar aplicación. Ella obraba siempre bajo el impulso interno del sentimiento, ya que no podía hacer otra cosa, pues aunque pertenecía a las mujeres más inteligentes de su tiempo, su gran corazón obró siempre al compás de su vida. Hubo hipócritas y seres indignos que abusaron de ella, pero tampoco eso podía ser de otro modo, pues formaba parte de su carácter; ni siquiera las experiencias más amargas podían enturbiar su profunda fe en la humanidad”.

“Representaba una alegría singular hablar con ella de sus peripecias en Nueva Caledonia, donde actuó en sus diez años de destierro en calidad de maestra entre los nativos, que la trataron con la misma veneración con que la consideraban todos los que establecían contacto con ella. Cuando pudo volver a Francia, después de la amnistía de los comunalistas, la acompañaron muchos centenares de sus amigos nativos y se despidieron de ella llorando. Tenían motivo, pues tal representante de la raza blanca no lo habían conocido jamás y no volverían a encontrar otro igual. Cuando Luisa hablaba de los canacas de Nueva Caledonia sus bondadosos ojos azules irradiaban como iluminados. No cesaba de elogiar su habilidad manual y su evidente simpatía, su inteligencia natural y la simplicidad de sus costumbres, así como su declarada simpatía. Tampoco desconocía que gracias a la llamada civilización blanca, esas condiciones naturales iban poco a poco siendo socavadas y en aquellos corazones sencillos iban apareciendo rápidamente los gérmenes de la degeneración”.

“Luisa tenía toda una colección de pequeños objetos del periodo pasado entre estas gentes, de los que no se separaba nunca, entre ellos diversas fotografías de su escuela y una cantidad de pequeñas fotos colectivas y de particulares de sus protegidos de piel oscura que tanto la habían querido. De cada uno tenía algo que relatar y sus ojos brillaban de tranquila alegría cuando rememoraba su alma estos viejos recuerdos. Me ha quedado profundamente grabada en la memoria una historia. Me mostró el retrato de una muchacha gravemente enferma, a quien cuidó fielmente hasta su muerte. Unos días antes de morir, que parecía que la criatura presentía, comenzó a llorar con amargura. La pequeña había empezado un trabajo durante su enfermedad que quería obsequiar a Luisa. Cuando ésta le habló tiernamente para consolarla y le preguntó por la causa de su llanto, dijo la pequeña sollozando: «Porque no puedo acabar la hermosa manta y mi hermanita es todavía demasiado pequeña para que la termine»”.

 

Cualidades literarias de Luisa Michel

“Luisa Michel ha escrito además de sus Memorias, de las que por desgracia no apareció más que el primer volumen, y un libro sobre la Comuna, una serie de novelas y dramas, de los cuales algunos fueron publicados, como Los microbios humanos, El mundo nuevo, La miseria, Nadine y Leyendas canacas. Es probable que de haberse dedicado por completo a la literatura hubiera llegado a ser una escritora importante, pues poseía, muchas condiciones: rica inventiva, visión poética, sentido del lenguaje y, ante todo, un profundo anhelo, sin el cual no es posible ninguna obra de arte verdadero. “Pero para esta eterna combatiente, escribir teatro o novelas era sólo un aspecto más para lograr el fin perseguido. La fórmula el arte por el arte, no se hizo para ella. Entre sus obras, Nadine tuvo un éxito apreciable en la escena, pero toda su creación le servía para destacar la gran injusticia social y los males de la época y para exhortar a la lucha. Y, sin embargo, también en sus escritos hay muchos cuadros vigorosos que hubiera podido firmar una George Sand, y algunas de sus poesías son de encantadora belleza de forma, como por ejemplo La fragata, en la que previó su destino”.

“Después de su muerte, el escultor E. Derré le hizo un monumento que en su simple llaneza expresa la esencia más íntima de esta mujer verdaderamente grande. En un zócalo bajo, que apenas sobresale de la tierra, se levanta la figura algo encorvada de la «buena Luisa» tocada de larga vestimenta, animado el rostro de ternura maternal. Pegada a ella hay una muchacha que la contempla amorosamente. En el zócalo, un perrito y algunas aves como símbolo de su gran amor por los animales. Encima las palabras «Luisa Michel (1836-1905). Era la bondad misma, no conoció más que la miseria y la prisión». Esta mujer notable, que no conoció jamás las alegrías de la maternidad, tenía un alma hondamente maternal, que abrazaba con la misma ternura a todos los que sufrían el peso de la desgracia y la maldición de la penuria”.

“Vi por última vez a Luisa en una conmemoración de la Comuna en el club israelita de los anarquistas en la parte oriental de Londres. Era en marzo de 1904. Se despidió cordialmente de nosotros y volvió pronto a Francia, donde murió en enero de 1905, en una modesta posada de Marsella, en el curso de un viaje de conferencias”».

En los veinte años que transcurren desde 1880 a 1900 el movimiento anarquista en Francia ofrece características muy diversas, cuyo estudio requeriría varios libros. Dividido el anarquismo en sectores, desde los continuadores de la Internacional y partidarios del movimiento obrero de orientación anarquista hasta los individualistas stirnerianos, los fundamentos de las ideas libertarias eran profusamente propagados en intensas propagandas orales y en publicaciones como “Le Libertaire” y otras. En esos años se acusa en Francia la influencia de las ideas de Kropotkin y de Bakunin animando a las organizaciones obreras de tendencia libertaria y a las propias organizaciones específicamente libertarias, aunque éstas se manifiestan en grupos anarquistas esparcidos por toda Francia, pero sin cohesión nacional.

Es la época en que aparecen muchas figuras intelectuales de alta valía con interpretaciones personales de las ideas anarquistas. Entre todas aquellas figuras se destaca Eliseo Reclus, el gran geógrafo (1830-1905), quien hizo compatible su metódico y agobiante trabajo de auténtico científico con la propaganda de las ideas.

Reclus intervino en algunos comicios de la Internacional y pronunció bastantes conferencias, además de escribir obras tan valiosas como El hombre y la Tierra, El arroyo, La montaña, etc. y colaboraciones en publicaciones como “Le travailleur”, “L’Avant-Garde”, donde inició los trabajos que habían de convertirse en el hermoso libro Evolución y Revolución.

También aparece por la época Sebastián Faure, colaborando con Luisa Michel -los dos fueron fundadores de “Le Libertaire”- y el resto de anarquistas partidarios de la organización.

Mientras tanto, en los primeros años del siglo, debido a las persecuciones sufridas por los anarquistas franceses, italianos, rusos, alemanes y de otros países, los cuales pudieron refugiarse en Suiza, en este país se desarrolló un importante movimiento anarquista que produjo relevantes figuras, como Luigi Bertoni y George Herzig, y publicaciones de prestigio, como “Le Réveil” y “La Voix du Peuple”.

El movimiento obrero continuaba fortaleciéndose entre los últimos años del siglo pasado y principios de éste, y en el seno del mismo surgieron personalidades anarquistas como Emile Pouget (1860-1931) Y Fernand Pelloutier (1867-1901). De Emile Pouget es célebre el libro que escribió en colaboración con Emile Pataud con el título Cómo haremos la Revolución. Y Pelloutier ejerció una gran influencia eh el desarrollo del sindicalismo anarquista francés desde 1900 a 1908.

 

Desde sus inicios el movimiento obrero francés fue libertario

Desde sus inicios, el movimiento obrero francés tuvo inclinaciones libertarias, pero con la aparición de las Bolsas del Trabajo estas inclinaciones se fueron perfilando más concretamente. La primera Bolsa fue creada en París en 1886, después de la adopción del proyecto Mesureur. Las Bolsas se multiplicaron rápidamente. El 7 de febrero de 1892, se federaron en un congreso habido en Saint-Etienne.

En este Congreso se definieron sus finalidades, afirmándose el sindicalismo como un movimiento específico de clase.

En 1893 tuvo lugar en París otro Congreso de las Bolsas que fue retardado por la clausura de la Bolsa del Trabajo en París por Charley Dupuy, presidente del Consejo. Este Congreso se celebró el 12 de julio de 1893 y tuvo el carácter de una protesta contra el golpe de fuerza gubernamental. Asistían gran número de delegados. La discusión sobre la cuestión de la unión de fuerzas obreras terminó con la siguiente resolución: «“Todos los sindicatos obreros existentes deberán, dentro del más corto plazo, adherirse a su federación de oficio, o creadas si no existieran; formarse en federaciones locales o Bolsas del Trabajo. Después, estas federaciones y estas Bolsas del Trabajo deberán constituirse en federaciones nacionales”.

“A este efecto, el Congreso expresa su deseo de que la Federación de las Bolsas del Trabajo, en Francia, y la Federación Nacional de las Cámaras Sindicales se fusionen en una sola organización”.

“Será fundado un Comité Central compuesto de dos delegados por federación de oficio y cuatro por la Federación Nacional de las Bolsas del Trabajo y las Cámaras Sindicales”».

Esto no fue más que un deseo. La organización única no surgió hasta dos años más tarde, en 1895, después de la desaparición efectiva de la Federación de los Sindicatos, en 1894, después del Congreso de Nantes.

La idea concreta de la unidad del movimiento sindical data, sin embargo, de este Congreso, y se materializó con bastante rapidez.

No obstante, los elementos políticos trataron de llevar al movimiento obrero por los caminos parlamentados, quedándose en exigua minoría.

Mientras tanto, el trabajo abnegado y entusiasta de F. Pelloutier en el seno de las Bolsas del Trabajo abonó el terreno para la creación de la gran central obrera, la Confederación General del Trabajo, nacida en el Congreso que se inició el 23 de septiembre de 1895, donde se tomaron los siguientes acuerdos:

Se organiza la Confederación General del Trabajo

Los diversos sindicatos de las agrupaciones profesionales, de sindicatos obreros y empleados de los dos sexos existentes en Francia y en Colonias, crean una organización unitaria y colectiva que toma por título Confederación General del Trabajo. Los elementos constituyentes de la Confederación General del Trabajo deberán estar fuera de todas las escuelas políticas;”

La Confederación General del Trabajo tiene exclusivamente por objeto unir, sobre el terreno económico y dentro de los lazos de estrecha solidaridad, a los trabajadores en su lucha por la emancipación integral;”

La Confederación General del Trabajo admite en su seno:”

“a) Los sindicatos;” 

“b) Las bolsas del trabajo;” 

“c) Las uniones o federaciones locales de sindicatos de diversas profesiones u oficios similares;” 

“d) Las federaciones departamentales o regionales de sindicatos;” 

“e) Las federaciones nacionales o regionales de sindicatos;” 

“f) Las uniones o federaciones nacionales de oficios y los sindicatos nacionales;” 

“g) Las federaciones de industria que unen a diversas ramas de oficios similares;” 

“h) La Federación Nacional de las Bolsas del Trabajo”.

Entre los diversos congresos celebrados por la C. G. T., uno de los más importantes fue el de Bourges (1904), ya que en él se decidieron las normas que habrían de regir su orientación hasta la guerra de 1914. Por 825 votos contra 369 triunfó la tesis que sostenía que el sindicalismo es la expresión de una lucha entre dos clases distintas e irreconciliables; de un lado, los que poseen el capital; del otro, los productores, que son los creadores de todas las riquezas, ya que el capital no se constituye más que por una parte extraída en detrimento del trabajo. Declaraban además, que es una ilusión para los trabajadores el contar con los gobernantes para realizar su emancipación, dado que el mejoramiento de la clase trabajadora está en razón inversa a la potencia gubernamental, doble afirmación de anticapitalismo y “antiestatismo”, cuyos autores sacarían la consecuencia segura de que los asalariados, impotentes si permanecen aislados, deben unirse, desde luego, en el sindicato y, por su mediación, dentro de la C. G. T., para sostener por sí mismos la lucha contra los opresores.

Afirmación del Sindicalismo Revolucionario

Así, el sindicalismo revolucionario se afirmaba como la organización del proletariado en la lucha contra el capital para la supresión del asalariado. Se declaraba hostil a todo contacto permanente entre el capital y el trabajo y proclamaba el principio de la acción continua contra la patronal, la desconfianza en el Estado y la necesidad de la acción directa y de la presión inmediata de los productores. Este sindicalismo no rechazaba las mejoras en las condiciones de trabajo, ni las reformas sociales, pero no les reconocía a éstas valor verdadero mientras no disminuyesen la potencia del capitalismo y tendiesen a acrecentar la fuerza emancipadora del proletariado.

En aquel mismo Congreso se tomó la siguiente resolución:

«“EI Congreso, considerando que los trabajadores sólo pueden contar con su propia acción para mejorar sus condiciones de trabajo;”

“Considerando que una agitación para la jornada de ocho horas es una meta hacia la obra de emancipación integral;”

“El Congreso da mandato a la Confederación para que organice una agitación intensa al efecto de que:”

“EI 1º de mayo de 1906, los trabajadores cesen por ellos mismos de trabajar más de ocho horas”».

El Congreso de Amiens, en 1906, debía confirmar, de manera brillante las decisiones de Bourges.

En efecto, en Amiens fue elaborada la célebre Carta de Amiens, que fue considerada siempre como una de las más sólidas bases doctrinarias del sindicalismo revolucionario.

En este Congreso se aprobó, por 824 votos contra 3, la siguiente resoluci6n, propuesta por Griffuellhes, la cual constituye la famosa Carta;

«”EI Congreso Confederal de Amiens confirma el artículo 2 de los Estatutos Constitutivos de la C. G. T., declarando, que:”

“La C. G. T. agrupa, fuera de toda escuela política, a todos los trabajadores conscientes de la lucha que deben llevar para la desaparición del asalariado y de la patronal”.

“El Congreso considera que esta declaración es un reconocimiento de la lucha de clases, que opone sobre el terreno económico a los trabajadores en rebelión contra todas las formas de explotación y de opresión, tanto materiales como morales, ejercidas por la clase capitalista contra la clase obrera;”

“EI Congreso precisa, en los siguientes puntos, esta afirmación teórica:”

“Dentro de la obra reivindicadora cotidiana, el sindicalismo persigue la coordinación de los esfuerzos obreros, el crecimiento del bienestar de los trabajadores, para la realización de mejoras inmediatas, tales como la disminución de las horas de trabajo, el aumento de los salarios, etc.…, pero esta labor no, es más que una faceta de la obra del sindicalismo. Este prepara la emancipación integral de los trabajadores, usando como medio de acción la huelga general, y considera que el sindicato, que es una agrupación de resistencia, será en la sociedad futura el grupo de producción y de distribución base de la reorganización social”.

“El Congreso declara que esta doble labor, cotidiana y futura, procede del sistema de salarios que pesa sobre la clase obrera, lo que origina que todos los trabajadores, sean cuales fueren sus opiniones o sus tendencias políticas o filosóficas, tengan el deber de pertenecer a la agrupación base que es el sindicato”.

“Como consecuencia, en lo que concierne a los individuos, el Congreso afirma la entera libertad que tienen de participar, fuera de la agrupación sindical, en cualquier forma de lucha que corresponda a su concepción filosófica o política limitándose a pedirle, recíprocamente, que no introduzca dentro del sindicato las opiniones que profesa en el exterior”.

“En lo que concierne al máximo de efectos, la acción económica debe ejercerse directamente contra la patronal, sin que hayan de preocuparse las organizaciones confederales, en tanto que agrupaciones sindicales, ni de los partidos ni de las sectas, quienes, al margen de los sindicatos, pueden continuar con toda libertad la transformación social”».

Tanto el Congreso de Marsella en 1908, como el de Toulouse en 1910, confirmaron los lineamientos de la Carta de Amiens.

La Carta de Amiens fue confirmada de nuevo en 1912 en el Congreso del Havre, el último congreso habido antes de la Primera Guerra Mundial.

Después de una larga discusión sobre, la orientación sindical, el Congreso votó la siguiente resolución:

«”El Congreso, en vísperas de reemprender e intensificar la agitación confederal con miras a reducir las horas de trabajo, quiere recordar de nuevo los caracteres de la acción sindical, y fijar a la vez la posición, del sindicalismo”.

“El sindicalismo, movimiento de defensa y ataque de la clase obrera, por la voz autorizada de sus, representantes, reunidos en este Congreso, se afirma una vez más decidido a conservar su autonomía y su independencia, las que han constituido su fuerza en el pasado y son la base de su progreso Y de su desenvolvimiento”.

“El Congreso declara que, como ayer, está determinado a separarse de los problemas extraños a su acción proletaria, susceptibles en cualquier modo de debilitar su unidad, tan duramente conquistada, y de disminuir el poder del Ideal perseguido por el proletariado, agrupado dentro de los sindicatos, las bolsas del trabajo y las federaciones corporativas, de las cuales la C. G. T. es el representante natural”.

 

La influencia de la Carta de Amiens

“Además, el Congreso, evocando las batallas afrontadas y los combates sostenidos., afirma la seguridad de su acción y la confianza en su porvenir, al mismo tiempo que encuentra su razón de ser en su propio organismo, siempre susceptible de mejoramiento”.

“Es por lo que en las presentes circunstancias confirma la constitución moral de la clase obrera organizada contenida dentro de la declaración confederal de Amiens (Congreso de 1906)”».

La acción confederal también fue dirigida contra el militarismo, el patriotismo y la guerra. El Congreso de Marsella (1908), en particular, votó una moción que tuvo bastante resonancia.

«“El Congreso Confederal de Marsella recordando y precisando la moción de Amiens:”

“Considerando que el ejército tiende cada vez más a reemplazar en fábricas, campos y talleres a los trabajadores en huelga, cuando no desempeña el papel de asesinarles, como en Narbonne, en Raónl’Etape y en Villeneuve-Saint Georges;”

“Considerando que el ejercicio del derecho de huelga no será más que un engaño en tanto que los soldados acepten sustituir la mano de robra civil y se presten a degollar a los trabajadores;”

“El Congreso, siempre desde el punto de vista puramente económico, preconiza la instrucción de los jóvenes para que el día que vistan el uniforme militar estén bien convencidos de que son, en todo instante, miembros de la familia obrera, y que dentro de los conflictos entre el trabajo y el capital tienen el deber de no hacer uso de sus armas contra sus hermanos, los trabajadores;”

“Considerando que las fronteras geográficas son modificables al gusto de sus poseedores, los trabajadores no reconocen más que las fronteras económicas que separan las dos clases enemigas: la clase obrera y la clase capitalista”.

“El Congreso recuerda la fórmula de la Internacional: Los trabajadores no tienen patria, y, en consecuencia, toda guerra no es más que un atentado contra la clase obrera, y que aquélla es un medio sangriento y terrible para distraer a los trabajadores de sus anhelos reivindicadores".

“El Congreso declara que desde el punto de vista internacional se debe instruir a los trabajadores para que, en caso de guerra entre potencias, éstos respondan a la declaración de guerra con una declaración de huelga general revolucionaria”».

Esta tesis, sometida a las otras centrales nacionales de otros países en el curso de las conferencias internacionales, no fue jamás aceptada por los alemanes, que no quisieron reconocer el antipatriotismo y el antimilitarismo como cuestiones que pudieran ser de la competencia del sindicalismo.

En vísperas de la guerra de 1914 no se declara la huelga general, y la guerra estalla. Jaurés es asesinado por Villain el 31 de julio de 1914, y el 2 de agosto se decreta la movilización. ¿Qué hace la C. G. T.? Impotente para desencadenar la huelga general, ¿va a permanecer neutral, esperando la hora de su posible intervención contra la tragedia, o, por el contrario, se doblegará a los lineamientos gubernamentales?

 

La definitiva desviación reformista de la C. G. T.

Después de varios incidentes, el Comité Confederal se presenta ante el ministro Malvy y se aviene a las razones de éste. En lo sucesivo, estará con el gobierno. Participará con toda la C. G. T. en la unión sagrada... Jaurés es enterrado el 2 de agosto. Jouhaux va a los funerales. En nombre de la C. G. T., expresa: “¿Cómo encontrar las palabras? ¡Nuestro cerebro se ha oscurecido por la tristeza de nuestro corazón oprimido por el dolor! En nombre de las organizaciones sindicales, en nombre de todos los trabajadores que ya se han ido a sus respectivos regimientos y de los que -incluso yo mismo- marcharán mañana, declaro que vamos a los campos de batalla con la voluntad de rechazar al agresor: el odio al imperialismo nos impulsa a la lucha”. Jouhaux no fue a la guerra, pero aquellas declaraciones, hechas sin el mandato ni el consentimiento de la base, fueron la sentencia que sometía voluntariamente a la C. G. T. al patrioterismo guerrero.

Desde entonces, la C. G. T. no volvió a sus fueros revolucionarios, a pesar de los esfuerzos hechos por algunos elementos y sindicatos, orientando su actuación hacia terrenos cada vez más políticos y gubernamentales, hasta convertirse en un franco apéndice del gobierno y en un factor contrarrevolucionario, como se demostró durante los hechos de mayo de 1968, cuando el movimiento revolucionario estudiantil llevó a Francia a un paso de la revolución social, boicoteada por los comunistas, que es la fuerza mayoritaria de la C. G. T.

Después de la definitiva desviación de la C. G. T., los sindicalistas revolucionarios y los anarquistas partidarios de la acción sindical intentaron restablecer el verdadero camino, pero al no conseguirlo crearon otras organizaciones obreras, cuya última expresión es la Confederación Nacional del Trabajo francesa actual, pero estas organizaciones tuvieron y tienen una vida raquítica que no ofrece visibles perspectivas de vigorizarse en un futuro inmediato.

 

Diversas tendencias del anarquismo francés

En Francia no estuvo el anarquismo tan ligado al movimiento obrero como en otros países. Aunque el anarcosindicalismo que se desenvolvió al calor de la activa militancia de Pelloutier, Griffuellhes, Pouget y otros tuvo una gran fuerza, simultáneamente se desarrollaba un movimiento de grupos anarquistas, sin vinculaciones apenas con el movimiento obrero y las cuestiones de conquistas inmediatas en la lucha obrero-patronal. Esta actitud, que tiene sus inconvenientes, tuvo también la virtud de permitir el desarrollo de un vasto movimiento de investigaciones y estudios sobre el anarquismo, concebido como idea humana y como concepción de una organización social futura donde el autoritarismo en todas sus facetas esté ausente. Dice Max Nettlau que fue un decenio de exposición filosófica y estética de nuestras ideas, al margen de los aspectos utilitarios de las conquistas inmediatas. Y eso permitió, según él, que desde Francia se proyectara como un haz luminoso que llegó a casi lodos los rincones del mundo, a través del cual se comprendían y conocían los aspectos más hermosos de nuestras ideas. También en contraposición a ese movimiento estudioso y de especulaciones intelectuales, se manifestó en Francia la tendencia del anarquismo ilegalista, que realizaba actos más o menos violentos considerados fuera de la ley. En este sentido fue la banda Bonnot y algunos hechos individuales, quienes causaron enorme alboroto y sirvieron a nuestros enemigos para calificar a todo nuestro movimiento, a nuestras ideas y a nuestra militancia como la esencia misma de bandidaje y la violencia. En realidad estas diferentes manifestaciones del anarquismo no estaban completamente aisladas entre sí, y hubo figuras que eran como un nexo de unión entre estas fracciones. Juan Grave, quien se hizo cargo de “Le Révolté” poco después de que Kropotkin fuera expulsado de Suiza (inmediatamente después de Kropotkin, la publicación fue dirigida por Herzka), tuvo relaciones estrechas con los ilegalistas a la vez que él mismo desarrollaba una intensa labor intelectual publicando libros que sirvieron para esparcir las ideas anarquistas por todo el mundo, como La Societé mourante et l’Anarchie, Terre libre, Las aventuras de Nono y otros que tuvieron gran circulación y fueron traducidos a varios idiomas. También fue célebre la revista “Les Temps Nouveaux”, una de las mejores de su tiempo, donde colaboraban las figuras más sobresalientes del anarquismo.

Tal vez haya sido Sebastián Faure (6 de enero de 1858-14 de julio de 1942) la figura más característica del anarquismo francés. Sin la enorme capacidad científica de Kropotkin, ni el brío revolucionario de Bakunin, ni la actitud extraordinariamente apostólica de Reclus, Sebastián Faure ha sido el anarquista que más ha contribuido a la expansión de las ideas en toda la historia del movimiento libertario. Orador brillantísimo, polemista arrollador, desde su entrega a las ideas, toda su vida fue una actividad propagandística incansable y convincente. Sus obras El dolor universal, Mi comunismo y su serie abundantísima de conferencias, editadas después en libros y folletos, enriquecen notablemente la literatura anarquista de todos los tiempos. Su obra monumental, la Enciclopédie Anarchiste -que traducida, renovada y ampliada está siendo publicada en castellano en México por el Grupo Tierra y Libertad-, ha sido, sin duda, la más grande obra que el anarquismo ha realizado en toda su historia.

También se destaca en esas fechas Carlos Malato, escritor anarquista nacido en Toulouse en 1857, que fundó la Liga Cosmopolita, y en 1880 fue condenado a prisión por un escrito publicado en el periódico “EI ataque”. Expulsado de Francia en 1892 residió en Londres como corresponsal de “L’lntransigeant”. Entre otras obras suyas figuran como de las más conocidas Prisión fin de siglo, Revolución cristiana y revolución social, Las alegrías del destierro, El hombre nuevo y Filosofía del anarquismo.

De la misma época también es Agustín Hamon, autor de buen número de obras, como Psicología del militar profesional, Los hombres y las teorías de la anarquía, La Francia social y política, La revolución a través de los siglos y Determinismo y responsabilidad.

Puede figurar, a su vez, como expresión del anarquismo literario, el célebre escritor Octavio Mirbeau, nacido en Tréviéres (1850-1917), autor entre otras obras de El negocio es el negocio (drama), Memorias de una doncella, El jardín de los suplicios, etc., que al prologar una obra de Juan Grave se declara anarquista.

También puede considerarse como fruto del anarquismo intelectual francés de últimos del siglo pasado a Jean Marie Guyau (1854-1888), suyas obras Esquisse d’une morale sans obligation ni santion y L’irreligión de l’Avenir pueden considerarse como contribuciones de mucho valor a los estudios filosóficos sobre los fundamentos del anarquismo.

Ese ambiente serio, de estudios profundos, de renovación en el pensamiento despertó grandes simpatías entre las figuras más destacadas del pensamiento liberal, a pesar de los ataques arteros de todas las fuerzas del autoritarismo francés. Octavio Mirbeau, Laurent Taillhade, Madame Severine y una buena parte de los pintores impresionistas estaban decididamente al lado de los anarquistas, y la influencia de sus ideas se dejó sentir en sus obras, fueran literarias o de arte. Por el contrario, el anarquismo iba perdiendo la gran influencia que anteriormente tuvo en el movimiento obrero, pues las multitudes del trabajo siempre fueron poco propicias a las elucubraciones literarias o del pensamiento.

 

Grandes personalidades en el movimiento anarquista en Francia

Los años que median de principios del siglo hasta 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, registran el nacimiento de muchos grupos y la aparición de fuertes individualidades animadoras de cenáculos reducidos o amplios representantes de las más diversas facetas del anarquismo. En ningún otro país del mundo ha tenido el anarquismo tanta diversidad de concepciones ni tantos representantes valiosos de esas concepciones. Faltó, empero, la figura o las figuras que supieran recoger en un haz a todas esas concepciones para presentar una visión integral de las ideas anarquistas. Ni Sebastián Faure, que fue quien se acercó más a ese objetivo, lo consiguió, hasta que lo intentó seriamente con la Enciclopédie Anarchiste. Entre los nombres notables representativos de todas esas tendencias figuran: E. Armand, G. de Lacaze-Duthiers, J. Grave, doctor Pierrot, Manuel Devaldés, André Lorulot, Parat-Javal, Albert Libertad y tantos otros. Destaca como un himalaya por sobre las demás cumbres, la figura de Han Ryner (Henri Neer), nombrado “príncipe de los novelistas” en los medios literarios liberales de la ribe gauche del Sena, en París. Han Ryner fue a la vez uno de los más grandes filósofos y literatos del anarquismo.

Sobre él dice María Lacerda de Maura:

«”Han Ryner fue el más completo, el más armonioso, el más claro, el más filósofo de todos los filósofos hasta hoy conocidos en Occidente, y de todos, ciertamente, el más imparcial, porque es el más fluctuante, y el más próximo, quizá, a las verdades cósmicas”.

“Es preciso ser genial, como lo fue Han Ryner, para esparcir en cada período ese dulce encanto arrullador, esa penetración de los que saben ver algo más profundo, haciendo de cada uno de sus libros un monumento de arte, de pensamiento filosófico, de reconstrucción social, de ciencia natural, de ética soñadora, de cultura desaprensible y formidable, de individualismo neo-estoico-ryneriano”.

“Han Ryner es la síntesis de todo lo grande que las civilizaciones conservaron de sus mayores. Es la suma mentalidad de nuestro siglo, la altivez de carácter de todas las épocas, del sueño y del amor, de las más bellas concepciones humanas”.

 

La enorme talla intelectual de Han Ryner

“Las más bellas y heroicas revelaciones de lo que es grande, noble y santo en el alma humana; las más tiernas manifestaciones del amor eterno, desdoblado hasta el infinito a que es capaz de llegar el sentimiento, las más altas concepciones de las verdades intangibles, todo lo que extiende el horizonte de la razón, todo lo que liberta el pensamiento y el corazón; todo lo que tiende a despertar las almas en una inmensa claridad de ternura para contener otras almas; todo lo que estimula y protesta silenciosamente contra la cicuta, la cruz, los instrumentos de suplicio y todas las inquisiciones: políticas, religiosas y sociales, desde el martirio de las máquinas trituradoras del cuerpo y de la inteligencia; todo, desde la sabia máxima de Buda: «El odio no se mata con el odio, sólo muere con el amor», hasta la sabiduría socrática: «Sólo sé que no sé nada» y que constituye la base ondulante, imprecisa, vaga y luminosa de su sueño metafísico, hasta el monumental aforismo del templo de Delfos y que el admirable filósofo enriqueció portentosamente yendo hasta Sócrates: «conócete a ti mismo para aprender a amar», todo está contenido en: la obra inmortal de aquel feliz soñador del amor, de la sabiduría y de la bondad”.

“Nadie subió tan alto para poder abarcar así el pensamiento humano. Jamás alguien pudo resumir en una síntesis tan profunda el problema de la vida”».

En los años que transcurren de la Primera a la Segunda Guerra Mundial se produce en Francia, de manera destacada y decidida, el fenómeno anteriormente apuntado en lo que se refiere a la polarización de las actividades anarquistas en el aspecto teórico e intelectual en detrimento de la influencia libertaria en el movimiento obrero. La Confederación General del Trabajo francesa ya estaba completamente en manos del reformismo político y las organizaciones que los anarcosindicalistas intentaron crear tuvieron una vida lánguida. En contraposición, vivieron con lozanía revistas y periódicos específicamente anarquistas, como “Le Libertaire”, “La Révue Anarchiste”, “L’Unique” y otros. Además, en ese periodo surge un amplio contingente de militantes anarquistas, de vigorosos valores intelectuales, como Ixigrec, Jean Marestan, Loréal, Louis Lecoin, A. Lapeyre, Fernand Planche, Fernand Fortin, Gaston Leval y otros que hicieron del movimiento anarquista francés una especie de laboratorio donde se alambicaban., pulían y ampliaban las concepciones del anarquismo considerado en todos sus aspectos teóricos.

La Segunda Guerra Mundial también asestó un rudo golpe al anarquismo francés. Muy ligados al movimiento pacifista y antimilitarista desde la guerra de 1914, sus militantes hubieron de exiliarse o guardar un prudente silencio, cuando no fueron incorporados a las filas guerreras o sometidos a prisión. La dominación hitleriana, al acallar toda voz liberal, persiguió mortalmente a todos los militantes del anarquismo francés. Después de la liberación del nazismo el anarquismo francés se rehizo nuevamente con bastante vigor, incorporándose a sus filas elementos nuevos que se apartaron gravemente de los lineamientos clásicos, y desde entonces hasta hoy se ha vigorizado y extendido considerablemente, aunque persisten las actividades dispersas de grupos separados y antagónicos e individualidades con interpretaciones peculiares, que mantienen, cuando pueden, sus órganos de expresión propios, a pesar de la existencia de una Federación Anarquista Francesa muy vigorosa que edita un semanario “Le Monde Libertaire”, a gran formato, impreso a dos tintas, con la mejor ,información, tal vez, sobre el movimiento anarquista internacional y colaboración de muy cultos militantes.

Como caso muy digno de señalar en estos momentos (diciembre de 1983) es el funcionamiento de una estación de radio de la propia Federación Anarquista Francesa que ha sido ya reconocida oficialmente por las autoridades y transmite diariamente programas de propaganda ideológica y cultura general, siendo ésta la única estación radiofónica anarquista en el mundo desde que durante la Revolución Española la C. N. T.-F. A. I. dispusieron de la suya.

 

 

INGLATERRA

El movimiento anarquista inglés tiene como antecedente de realizaciones y ensayos prácticos la curiosa y heroica aventura de los “diggers”. Como describimos en otra parte de esta obra siguiendo lo que refiere George Woodcock, los “diggers” intentaron plasmar su pensamiento anarquista en un comunismo libertario aplicado al campo por medio de comunidades que fueron despiadadamente avasalladas por los poderes eclesiásticos, económicos y políticos de la época (1648). Gerard Winstanley y Guillermo Everard, las dos figuras más destacadas de ese movimiento, manifestaron pensamientos y realizaron acciones genuinamente anárquicas, como lo señala Woodcock.

Como una secuela del pensamiento y la acción de los “diggers” llegaron algunas influencias anarquistas en las organizaciones de los cuáqueros y los dukobores, las cuales aún se pueden encontrar en algunas de las normas de vida adoptadas por los cuáqueros.

Raíces del anarquismo en Inglaterra

Después, aunque en el panorama general del pensamiento inglés se pueden encontrar destellos anarquistas antes de la aparición del libro de William Godwin, como movimiento propiamente dicho el anarquismo ha sido más bien importado a Inglaterra. Debido a la constante persecución que los anarquistas vinieron sufriendo por casi todo el mundo desde mediados del siglo pasado, confluyeron en aquel país grandes figuras de casi todas las naciones europeas que contribuyeron a que el movimiento obrero, entonces, naciente a raíz del incipiente desarrollo industrial, adquiriera en algunos sectores fuertes matices anarquistas... Pero retrocedamos hasta Godwin.

A Inglaterra le cabe el honor de ser el país donde nació William Godwin, el pensador que primero elaboró una teoría coordinada sobre la negación del Estado: En su libro An enquiry concerning political justice and its influence on general virtue and happiness (Investigación acerca de la justicia, política y su influencia sobre la virtud general y sobre la felicidad), aparecido en febrero de 1793, analiza el papel histórico que ha jugado el Estado en el decurso de toda la historia humana y llega a conclusiones franca y llanamente antiestatales. Puede decirse que Godwin (nacido en 1756 y muerto en 1836) tuvo la gran virtud de estructurar una teoría antiestatal, anarquista, coordinando los diversos elementos que en ese sentido se habían manifestado en pensadores anteriores a él. Los fraccionados destellos de pensamiento anarquista que en la Inglaterra anterior a Godwin se habían manifestado en Tomás Moro, Francisco Bacon y James Harrington o el movimiento de los diggers, con sus panfletistas Guillermo Everard y Gerard Winstanley (“El trabajo será hecho en común y todos participarán igualmente de sus productos. No más gobernantes. Vivirá cada uno en paz con los otros de acuerdo a la disposición de su propia conciencia. El comercio será abolido y en su lugar se establecerá un sistema de almacenes abiertos a todo el mundo”, decía Winstanley en uno de sus escritos), encontraron forma y cohesión en el libro de Godwin. Se puede afirmar, pues, que en Inglaterra encontró el anarquismo moderno la primera expresión de amplia base sistematizada de su pensamiento.

El libro de Godwin despertó críticas violentas en el autoritarismo de la época (en la segunda edición se vio forzado a modificar algunas expresiones), pero también entusiastas simpatías y fervorosos adeptos que aceptaron entusiasmados sus ideas. La más simpática figura de cuantos admiraron a Godwin y aceptaron entonces sus ideas fue Percy Bysshe Shelley (l792-1822), considerado como uno de los más grandes poetas ingleses de todos los tiempos, amigo íntimo de Lord Byron y yerno de Godwin. Roberto Owen, el célebre socialista fundador de colonias y cooperativas libertarias, también acusó una influencia considerable de las ideas de Godwin, y aunque todos sus afanes se enfocaron hacia la realización económica de colonias y cooperativas socialistas dentro del sistema económico burgués y no enfocó sus ideas, como Godwin, en la función principal de analizar la nefasta función del Estado en la vida social de los pueblos, sus concepciones económicas eran libertarias y de esencia anarquista.

Después del libro de Godwin, apareció en Londres, en 1824, el segundo libro de carácter libertario con el largo título de An en quiry into the principies of the distribution of wealth most condudive to human happiness, applied to the newly proposed system of volontary equality of wealth, debido a la pluma de William Thompson, discípulo de J. Bentham y de R. Owen. En este libro, de amplios perfiles libertarios, el autor expone con claridad las teorías de la plus valía, que después Marx acomodó a su obra general, por lo que se le atribuye a él como genial creación marxista, lo que resulta como una más de las tantas falsedades de que está impregnado el marxismo, Thompson aplica al problema de la propiedad razonamientos muy parecidos a los que Godwin destina al problema del Estado. Thompson publicó después tres nuevos escritos, uno en 1825, otro en 1827 y el último en 1830, y dedicó su vida, como Roberto Owen, a tratar de convertir en realidad viva sus ideas, cooperando en el establecimiento de colonias y cooperativas de carácter socialista libertario.

Otras figuras muy cercanas a las concepciones anarquistas fueron John Gray, Thomas Hodgskin y William Pare, quienes, cada cual en su medio, crearon muchas cooperativas y moldearon el ambiente proletario de forma que las luchas de los trabajadores adquirieron cierta coordinación y bastante carácter emancipador de signo libertario.

 

El anarquismo individualismo llegó a Inglaterra por mediación de Josiah Warren

El anarquismo individualista que se desarrolló en EE. UU. también llegó a Inglaterra a través del la correspondencia de Josiah Warren. Entre el pequeño grupo de anarquistas individualistas se destacó Ambrose Coston Cuddon, muerto en edad avanzada y que animó durante veinte años esa corriente. Con nuevos ánimos conferidos por un libro publicado por Stephen Pearl Andrews y la colonia Modern Times, el grupo se organizó bajo la denominación de London Confederation of Rational Reformers (agosto de 1853), publicando en octubre un opúsculo explicativo de sus ideas y propósitos. Después, en el año 1885, el tipógrafo inglés Henry Sevmour fundó en Londres “The Anarchist” algo influido por las ideas de B. Tucker, expuestas en “Liberty”. En 1887 apareció en Melbourne “Honesty”, que también reflejaba alguna influencia del individualismo de Tucker.

Las ideas de Godwin y de otros precursores socialistas libertarios dejaron sensibles influencias en la mentalidad de algunos trabajadores socialistas, los cuales, hacia el año 1880, hicieron renacer la agitación popular y dieron a su socialismo un carácter antiparlamentario, antiautoritario en general y comunista libertario. Estos hombres, en contacto frecuente a través de sus clubes y reuniones, estaban al corriente de las ideas anarquistas que florecían en esta época en Francia, Alemania, Italia y España, y con el sedimento de las ideas de Roberto Owen y las ideas nuevas que surgían en otros lugares de Europa confeccionaron un anarquismo comunista muy cercano a las concepciones de Malatesta. Joseph Lane, el autor de An Antistatist Communist Manifesto, y Samuel Mainwaring con otros, representan el anarquismo inglés autóctono y peculiar, que se asemejó mucho al anarcosindicalismo que surgió después.

En las organizaciones creadas por este movimiento apareció William Morris (1834-1896), conocido en el ambiente de habla castellana sobre todo por su obra Noticias de ninguna parte, quien repudiaba toda institución estatal y económica de signo burgués, así como la patria y la nación, sustituyendo todo este sistema con un orden social basado en la comuna (towship) y sobre las guildas locales asociadas en federaciones voluntarias que se comunican por medio de delegados. Propiciaba “la abolición de todo gobierno” (the abolition of all government) y la “asociación voluntaria” (volontary association). En la época, las concepciones de William Morris, aunque no pueden identificarse totalmente a ninguna de las corrientes libertarias de entonces, eran esencialmente anarquistas. Sus concepciones libertarias, por la atención acusada que pone en la aplicación del arte a la vida y la importancia que concede a la estética en todas las actividades del ser humano, pueden parangonarse con las ideas de Gerard de Lacaze-Duthiers en nuestra época.

Fundación del Freedom Group alrededor de Kropotkin

Cuando Kropotkin, quien ya había estado en Londres en 1881-82, regresó a esta ciudad en marzo de 1886, las ideas anarquistas cobraron nuevo brío en Inglaterra. A su alrededor se formó el Freedom Group en la primavera de 1886, y en octubre del mismo año apareció el periódico mensual “Freedom”, tal través del cual Kropotkin expuso ampliamente sus ideas. La propaganda que Kropotkin hizo de las ideas anarquistas a través de “Freedom” y su prestigio como hombre de ciencia, cimentado en sus estudios publicados en “Nineteenth Century” cultivaron el terreno para una buena acogida de las ideas libertarias, que predominaron en los medios revolucionarios durante unos años. Más tarde, el deslizamiento de los socialistas moderados hacia el gubernamentalismo burgués y otros hacia el comunismo autoritario, volvió a restringir el radio de acción del movimiento anarquista. No obstante, las ideas libertarias encontraron eco en personalidades como Edward Carpenter, quien en 1883 publicó Towards Democracy, un libro fundamentalmente anarquista, y Oscar Wilde, en la revista londinense “Foraightly Review” en febrero de 1891 publicó un ensayo francamente socialista libertario bajo el título de The soul of man under socialism.

Dice Rocker: “Mis excursiones por el Londres tenebroso me pusieron de nuevo en estrecho contacto con los compañeros judíos. En marzo de 1896 A. Frumkin me pidió un artículo para un número de “Arbeiverfreud”, del cual era redactor. Este fue mi primer tributo a la prensa obrera judía”.

El hecho de que el movimiento libertario entre el proletariado judío pudiera ser tan importante, se puede atribuir a diversas causas. El número de emigrantes era con mucho el mayor. Además, la gran mayoría que venía de los países orientales no pensaron nunca en regresar a su país de origen, que habían abandonado a causa de condiciones de vida insoportables. Muchos volvían al lugar donde habían nacido, pero hacia Rusia, Polonia o Rumania volvían muy pocos. Por eso tenían que adaptarse con mayor rapidez a su nuevo ambiente. También las circunstancias les obligaban a procurarse mejor nivel de vida, lo cual sólo podían lograr con la fundación de sindicatos propios, adecuados a las modalidades especiales de producción del proletariado judío. Así recibió la actividad de los anarquistas israelitas un fundamento mucho más amplio y se extendió a esferas de la vida cultural y práctica que no estaban al alcance de la actuación de los anarquistas de otras nacionalidades.

La mayoría de los compañeros extranjeros, con excepción de los judíos, pertenecían a los sindicatos ingleses y ventilaban en ellos sus luchas por el pan cotidiano, mientras que sus organizaciones propias se ocupaban solamente de la propaganda ideológica entre la parte más capaz de sus conciudadanos en Inglaterra y de ayudar a sus compañeros del país nativo. Pero para los anarquistas judíos la situación era esencialmente distinta. Fueron principalmente las diferencias en las condiciones económicas y sociales de vida lo que dio a su actividad un sello especialísimo y procuró un campo de acción más amplio y que aseguró al movimiento una existencia más sólida. El movimiento anarquista judío estaba fusionado de tal modo con la vida cultural y social de la población obrera, que fecundó todas las bases de su evolución. La multiformidad de sus aspiraciones hizo de ellos un movimiento esencial para su desarrollo e impidió toda rigidez conceptual, cosa que se advierte muy seguido precisamente en otros grupos emigratorios.

 

La potencia del movimiento anarquista judío en Inglaterra

La propaganda libertaria de otras nacionalidades radicadas en Londres, por lo general partía de un determinado grupo y se limitaba casi en exclusiva al dominio de la capital. En cambio el movimiento judío disponía en Londres de más de diecisiete grupos, de los cuales cada uno cumplía una tarea determinada y todos estaban unidos entre sí por el vínculo de una federación. Además, en todas las ciudades importantes del país poseían organizaciones propias que mantenían estrechos contactos con la sede. De ese modo cada cual tenía la posibilidad de actuar de acuerdo con sus inclinaciones íntimas y vincularse por propia elección con aquellos por los que tenía mayor afinidad.

Aunque el movimiento fue sensiblemente afectado por las emigraciones periódicas de buenos elementos, la emigración del Este llevaba siempre nuevas fuerzas a Londres, de modo que se podían volver a llenar las lagunas, cosa que no siempre fue fácil.

Dos hombres bien conocidos en el movimiento inglés de aquel tiempo fueron Lotesrop Whitington y Harry Kelly, ambos americanos. El primero estaba más cerca de la tendencia individualista de Benjamín R. Tucker que del anarquismo comunista, pero eso no le impidió participar muchos años en el movimiento anarquista y en los actos internacionales que se celebraban en Londres, por su condición de ser un notable orador. El destino quiso que hallase una muerte prematura en el naufragio del “Titanic”, que se hundió en abril de 1912.

Harry Kelly vivió muchos años en Londres y estuvo íntimamente vinculado al movimiento inglés. Nació en Saint Louis, es decir, fue bautizado con aguas del Mississippi. Después de haberse ocupado de los problemas económicos y de actuar, en su sindicato, estableció contacto en 1895 con el anarquista inglés Carlos Mowbray y fue introducido por él al socialismo libertario. Una vez en Londres se adhirió de inmediato al grupo Freedom y tuvo activa participación en el movimiento local. Se trataba de un hombrecito ágil que se encontraba en todas partes donde había algo que hacer, lo mismo si se trataba de propaganda oral que del llamado trabajo negro. Dio innumerables conferencias, intervino en todos los actos internacionales y dio vueltas al pesado volante de la vieja máquina impresora donde se imprimía “Freedom”. Especialmente los viejos miembros del grupo lo querían mucho y sabían apreciar su trabajo. Así escribió Max Nettlau poco después de la muerte de Tomás Keeil el editor de tantos años de dicha publicación anarquista: “«Freedom» el interesante periódico tan querido de Kropotkin y que correspondía a sus mejores esperanzas, tuvo la fiel atención de dos de los representantes más prácticos del pensamiento libertario: Harry Kelly, el americano, en el mejor sentido de la palabra, y el honesto inglés Tomás Keeil”.

“Fue en casa de Kelly, donde conocí por primera vez -nos dice Rocker- a Voltairine de Cleyre, aquella mujer notable que por sus conferencias y por sus excelentes escritos, logró una gran reputación y estima en el movimiento libertario de América. Cuando llegué por primera vez en 1912 a Chicago hacía poco que había muerto y sólo vi su tumba reciente en Waldheim, contigua al monumento de los mártires de 1887”.

Kelly regresó después a América, donde siguió actuando incansablemente en favor del movimiento. Editó diversas publicaciones y fue colaborador de casi todos los periódicos anarquistas de lengua inglesa. Kelly era muy amigo de Emma Goldman y de Alejandro Berkman y tomó una participación activa en el círculo “Mother Herat”, hasta la entrada de Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial y el arresto de Emma y de Sacha que puso fin a la existencia ulterior de la revista.

Uno de los oradores anarquistas de parques y calles más conocido en aquel tiempo era el carretero Ted Legatt, un hombre fuerte de anchas espaldas, con mirada franca e inteligente y una salud inquebrantable. Legatt era hijo auténtico del pueblo de Londres, cuyo lenguaje hablaba, de modo que era escuchado en todas partes con gusto y cautivaba en las grandes asambleas. Era muy inteligente, poseía sentido común y naturalidad, todo ello acompañado de un humor inagotable, que se manifestaba especialmente en la formación de expresiones populares bien logradas, que no siempre hubieran sido recibidas con agrado en lugares distinguidos, pero que en su medio no dejaban de producir su efecto. Además, la naturaleza le había dotado de un timbre de voz que podía despertar incluso a los muertos. Legatt no daba propiamente conferencias, sino que en sus discursos siempre se refería a los acontecimientos de actualidad. Una vez era un informe parlamentario; otra un debate judicial o algún otro asunto que preocupaba a la opinión pública. Nunca le faltaba tema para ejercer su crítica, a fin de dar rienda suelta a su ingenio.

 

La típica figura de Ted Legatt

Legatt no dejaba tampoco de practicar muchos de los consejos que daba a su auditorio, por lo que era frecuente que tuviera problemas con la policía y los tribunales. Una vez fue detenido por utilizar un departamento de primera clase al volver del trabajo a su domicilio. Ante el tribunal, Ted, que se defendía siempre a sí mismo, declaró que un hombre que trae tras de sí un día de trabajo pesado, tiene más derecho, según su opinión, a utilizar un departamento de primera que un rico ocioso. Eso no le protegía contra la condena, pero la prensa que publicaba largos informes sobre estos casos singulares contribuía no poco a hacer más popular su nombre. Otra vez fue acusado por no haber puesto bozal a su perro. El robusto carretero replicó a sus acusadores que no lo había hecho porque la ley admite muchas excepciones. Mientras se permita a los estadistas, a los periodistas a sueldo de la prensa amarilla y a cien otros de la misma catadura andar por ahí sin bozal y divulgar sus mentiras entre el pueblo, no le parecía a él justo que tuviera que amordazar a su perro, que era un sujeto muy honrado y que en su vida no había engañado a nadie.

Cierta vez la municipalidad le prohibió que hablara en el Victoria Park, debido a que había pronunciado un discurso hiriente para las autoridades. No obstante, Legatt apareció de nuevo sin plataforma, simplemente para ir de “paseo”. Explicó a sus oyentes, con su voz potente, que se le había prohibido hablar en el parque durante unas semanas, pero que como ciudadano inglés tenía el derecho de poder pasear por el parque y conversar con sus amigos y que por tanto hacía uso de este derecho. Así iba Ted seguido de una concurrencia numerosa, y los dirigentes municipales no volvieron a molestarle por no correr de nuevo el ridículo.

Además de las condiciones apuntadas, Legatt era hombre de gran valor personal y a su tesón debieron los secularistas (librepensadores) el poder celebrar sus asambleas públicas callejeras en el célebre distrito de Limehouse con su población brutal e intelectualmente muy atrasada. Todos los intentos para reanudar sus paseos habían fracasado y un orador librepensador había sido arrojado al río. Entonces apareció Ted Legatt con su plataforma en las espaldas vigorosas. Después de organizar su tribuna y de haber reunido gran número de curiosos, sacó del bolsillo un largo cuchillo y un pliego de papel, de modo que daba la impresión de quererlo cortar en porciones pequeñas. Luego empezó a hablar con su voz estentórea:

“Yo soy Ted Legatt, el anarquista. He venido a deciros que no corresponde arrojar al canal a gentes por sostener ideas que no son las vuestras. Por eso os hablaré hoy y luego responderé al que no esté conforme con lo que diga. Si hubiera entre vosotros, sin embargo, sujetos brutales que quisieran disputarme con ataques de hecho mi inalterable derecho a defender mi libre opinión, me defenderé, y ni dios ni el diablo socorrerá al que quiera echarme de aquí por la fuerza”.

Terminadas estas palabras, dio varias vueltas a su cuchillo por el aire, como para acentuar mejor sus palabras, y se puso a cortar después al aire sus papeletas. Eso produjo su efecto. No sólo fue escuchado tranquilamente, su lenguaje y su actitud lograron el aplauso. Así quedo roto el cerco y todo el mundo pudo atreverse desde entonces a manifestar públicamente sus opiniones e ideas.

Pero este típico proletario inglés, de apariencia tosca, era un hombre extremadamente generoso y singularmente receptivo para el sufrimiento ajeno. Era un compañero muy apreciado en los círculos del proletariado judío y se ganaba el respeto de todos por su inflexible honestidad. A consecuencia de una nueva ordenanza municipal, toda asamblea callejera nocturna debía estar provista de una linterna propia. Legatt apareció en Mile End con un viejo candil que apenas iluminaba su nariz. Unos días después un hombre acaudalado le regaló una linterna gigantesca, superior a la que pudiera exhibir cualquier otro propagandista callejero de Londres. Legatt desempeñó un papel importante en el sindicato del transporte londinense. Fue durante muchos años organizador de la unión de carreteros y tomó parte activa en las grandes luchas de su tiempo.

 

Juan Turner, cofundador del Freedom Group

«“Una de las personalidades más importantes del movimiento inglés fue -dice Rocker- Juan Turner, hombre dotado de amplios conocimientos y brillante orador, que se había conquistado un nombre muy estimable en el movimiento obrero general por su actividad durante muchos años como organizador de los empleados de comercio. También fue uno de los viejos miembros de la Socialist League y uno de los cofundadores del grupo Freedom. Poseía muchos conocimientos y sus ricas experiencias en el movimiento obrero le daban oportunidad para utilizar prácticamente su saber. No era un doctrinario seco, ya que hasta el fin de sus días buscó nuevos caminos que juzgaba más adecuados a las circunstancias. Siempre que tuve ocasión de escuchar a Turner o de conversar con él, no pude menos de hacer una muda comparación entre él y los jefes obreros alemanes. Mientras que éstos partían siempre de una teoría abstracta e intentaban interpretar el pulso de la vida social según ella, Turner se basaba en experiencias, en hechos y sobre la base exponía sus ideas”.

“Un encuentro muy alentador durante mi primer tiempo en Londres fue el que tuve con Hermann Jung, que había sido largos años secretario de la Primera Internacional. Me interesó mucho conocer su opinión personal sobre las luchas internas de aquellos años. Jung era relojero, nacido en Suiza y residente en landres. Dijo que las disensiones existían antes de fundarse la Internacional. Que el gran mérito de la Asociación consistió en que en su “Circular inaugural” por el carácter federalista de sus estatutos, toda federación disponía de plena libertad de movimiento y sólo se exigía que sus miembros hicieran suyo, en todos los países, la emancipación económica, política y social de la clase obrera. El cambio de actitud, según Jung, se produjo en la conferencia de landres (1871), al tratar de imponer de arriba abajo los métodos políticos de una escuela exclusiva a todas las federaciones nacionales. De esta nueva táctica hizo responsable a Engels, al formar parte en septiembre de 1871 del Consejo General, en cuyo organismo estaba Engels «como un toro en una cacharrería»”».

Así, por ejemplo, la partida de David Isakovitz, que había prestado tantos servicios como administrador del “Arbeifer Freund” y de la editorial, fue una pérdida sensible; su puesto fue ocupado por el compañero Morris Lenoble y en 1910 por el joven S. Linder, que se mantuvo en el cargo hasta el segundo año de la Primera Guerra Mundial, cuando el periódico fue suspendido por el gobierno inglés. Era natural de Galitzia y llegó a landres a los catorce años. Pronto fue atraído al movimiento y actuó en los sindicatos. Colaboró en el periódico y entre otros escribió informes de las representaciones del “Teatro Judío”.

Aunque el movimiento obrero fue poco influido por las ideas anarquistas, la afluencia de refugiados anarquistas de todas las nacionalidades contribuyó a que el movimiento libertario se mantuviera vivo y con cierta expansión. Sobre todo entre la población judía de landres se mantuvo un vigoroso foco anarquista qué influía bastante en los trabajadores del ramo del vestido. En su libro La Borrasca dice Rodolfo Rocker: “Después de haber trabajado casi dos años en la ejecución de esa empresa, conseguimos finalmente un edificio, el antiguo Alexandra Hall, en Jubilee Street. La casa, hermosamente construida, disponía de una sala magnífica, alta, aireada, con capacidad para unas ochocientas personas. Además, diversos locales menores, de los cuales la parte baja fue utilizada como administración, mientras un amplio local del segundo piso servía de biblioteca y sala de lectura. Una casa contigua al edificio del club servía al grupo Arbeiter Freund para la instalación de su imprenta y de su editorial”.

La publicación de la prensa de los anarquistas de diversas nacionalidades refugiados en Inglaterra -españoles, italianos, franceses, rusos, etc.- y la vida continuada de “Freedom” junto a la aparición esporádica de algún otro órgano, expresión también del pensamiento inglés, mantuvieron la llama del anarquismo de manera permanente hasta nuestros días. Durante todo este siglo el anarquismo inglés ha sido expresión de fuertes valores intelectuales, como Herbert Read, considerado como uno de los más grandes críticos de arte de los últimos tiempos.

Después de la Segunda Guerra Mundial las ideas anarquistas han resurgido en Inglaterra con nuevos bríos y en casi todo el territorio inglés hay grupos anarquistas que propagan las ideas. “Freedom” aparece regularmente.

En 1983, hay un amplio sector de la intelectualidad inglesa que demuestra vivo interés por las ideas anarquistas, y es frecuente la formación de nuevos grupos anarquistas en universidades y poblaciones de toda Inglaterra.

 

El anarquismo inglés en la actualidad

En la actualidad (1983) existen en Inglaterra destacados escritores anarquistas y con una relación algunas veces bastante estrecha con Estados Unidos y Canadá, aparecen allí en el territorio de la Gran Bretaña, además del clásico “Freedom”, otras publicaciones y libros que continúan enriqueciendo el acervo bibliográfico anarquista en lengua inglesa.

Es digno de señalar el fenómeno alentador de que, debido, tal vez, al vigor intelectual del anarquismo inglés, en los últimos años ha surgido un fuerte movimiento anarquista en Australia, al cual prestan una calurosa colaboración algunos anarquistas españoles residentes allá.

 

 

ITALIA

El anarquismo internacional siempre ha tenido sus manifestaciones más vigorosas en los países latinos y en, los que por lazos del idioma han estado fuertemente ligados a ellos. En Italia el movimiento marquista fue siempre de mucha importancia aunque no llegara a tener la gran extensión multitudinaria que en España ni el amplio número de teóricos e intelectuales que hubo en Francia. No obstante, tanto en uno como en el otro aspecto el anarquismo ha tenido en Italia un arraigo de mucha envergadura y ha producido militantes de gran valía, como Errico Malatesta -tal vez tan conocido internacionalmente como Kropotkin o Bakunin-, Luigi Fabri, Armando Borghi, Pedro Gori, Gigi Damiani, Hugo Fedeli y otros, además de una buena pléyade de militantes nuevos que mencionaremos después.

Raíces del anarquismo italiano

Los ideales anarquistas comienzan a enraizarse en Italia con la aparición de las primeras organizaciones obreras hacia 1848, en Piamonte, y en la actuación nacionalista y federalista de elementos liberales, como Carlo Cataneo, Cesare Cantú, Giuseppe Ferrari y algunos otros. De Ferrari se conoce el libro Filosofía della Revoluzione, en el cual demuestra conocer ya las ideas de Proudhon y se declara con vivas simpatías hacia ellas. También tomó parte activa y principal en el movimiento revolucionario de Lombardía. Anteriormente, en Toscana, Leopoldo Campini trató de popularizar las doctrinas de Fourier durante la década de 1830, mientras también existía un grupo de saint-simonianos en Bolonia, dirigidos por Marco Minghetti y Gabrielo Rossi. Había otros saint-simonianos en el decenio de 1830 en Pisa, en Florencia y en Calabria, todos influidos por Cristina Trivulzio, que emigró a París y allí tenía un salón muy frecuentado por los saint-simonianos.

Saverio Fríscia, un médico siciliano que fue amigo de Proudhon y Bakunin, puede considerarse como la primera figura importante del anarquismo italiano de mediados del siglo pasado. Fue delegado a los últimos congresos de la Internacional, y su pensamiento, un tanto nacionalista, fue, sin embargo, francamente anárquico.

Hacia 1848, cuando muchos de los exilados socialistas regresaron a Italia, se destacó Carlo Pisacane como revolucionario antiautoritario. Pisacane era duque de San Giovanni y tomó parte en la revolución de 1848 como jefe del Estado Mayor de la república romana, y en el exilio de nuevo trabó conocimiento con Herzen y Coeurderoy, entre otros anarquistas, abrazando las ideas a partir de entonces, como lo manifiesta en. 1852 en un libro en el cual declara que “Italia no tiene otra esperanza que la revolución social”. Pisacane, según D. H. Cole, “defendía la propiedad comunal de la tierra y del capital industrial; quería que la tierra se cultivase colectivamente por las comunas y que el pueblo participase igualmente en los productos de consumo”. En 1857, Pisacane desembarcó en Italia con una pequeña fuerza de voluntarios, con la esperanza de iniciar una insurrección, pero su fuerza fue derrotada y dispersada, y el mismo Pisacane encontró la muerte en la aventura.

Hacia 1860 habían persistido algunas organizaciones obreras, más bien corporativas que revolucionarias, pero la creación del nuevo Estado italiano produjo una gran agitación entre los obreros y en el seno del movimiento proletario; en el Noveno Congreso Obrero, celebrado en Florencia en 1861, ya se manifestó una fuerte tendencia de lucha revolucionaria y de mejoras inmediatas al margen de las actividades políticas mazzinianas o garibaldinas. Esta tendencia, influida por las concepciones anarquistas, fue más poderosa en el congreso de Parma (1863), y al año siguiente, en el congreso de Nápoles, se propuso la celebración de congresos internacionales donde los proletarios da todos los países se reunieran en defensa de sus intereses de clase. Precisamente por esa misma época se creaba en Londres la Asociación Internacional de los Trabajadores.

En 1865, Bakunin regresó a Italia, donde ya había estado a principios del año y se había puesto en contacto con Garibaldi y algunos dirigentes de las organizaciones obreras del centro y el norte de Italia. Pronto se estableció en Nápoles, donde reunió en torno suyo un grupo en que figuraban su amigo Herzen, Giuseppe Fanelli, Alberto Tucci, Saverio Friscia, Carlo Gambuzzi y otros. Entonces se desarrolló en Italia, a la par que en España, donde Fanelli fue a instancias de Bakunin, una intensa labor para crear las respectivas secciones de la Asociación Internacional de los Trabajadores. En el mismo año apareció en Florencia “II Proletario”, fundado por Nicolo Lo Savio, partidario decidido de las teorías de Proudhon.

En 1866, Bakunin y sus compañeros crearon la asociación Justicia y Libertad y un periódico con el mismo nombre, a la vez que en Nápoles se constituía la sección italiana de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Cuando Bakunin salió de Nápoles en 1867 quedó un núcleo revolucionario que editaba un periódico (“Uguaglianza”) y los efectos de su actuación se habían extendido a Sicilia, a la Romaña y algunas partes del norte de Italia, especialmente Milán.

En 1872, poco antes de la reunión de La Haya, los grupos que se habían adherido a la Internacional celebraron un Congreso Nacional en Rimini, y allí Formaron una federación italiana de la Asociación Internacional de los Trabajadores, con Carlo Cafiero como presidente, Nabruzzi como vicepresidente y Andrea Costa como secretario. Este congreso se declaró partidario de Bakunin y de la Federación del Jura en la controversia entre marxistas y anarquistas en el seno de la Internacional.

 

La sección italiana de la Internacional

Después, la sección italiana de la Asociación Internacional de los Trabajadores intervino en las numerosas revueltas que a causa del hambre se extendieron por Italia en 1873. La fácil represión de estas revueltas provocó una división en el seno de la Internacional en Italia, y la fracción marxista formó una nueva federación en Lombardía, separándose Andrea Costa de los medios anarquistas para integrarse a la socialdemocracia. Mientras tanto, los anarquistas, entre los cuales ya se estaba destacando Enrique Malatesta, habían organizado sus fuerzas en el centro y el sur de Italia y en Sicilia, y habían realizado una serie de levantamientos locales, de los cuales el más importante fue el de Benevento en 1876. Por esa época fue que los más destacados anarquistas militantes italianos aceptaron las ideas del comunismo anarquista, abandonando las concepciones del colectivismo, que privaban anteriormente en los medios bakuninistas de la Internacional. A este respecto escribía Malatesta en “Volontá”: “En Italia fuimos pocos (Cafiero, Covelli, Costa, el que suscribe y uno o dos más que no recuerdo) quienes decidimos abandonar el colectivismo hasta entonces propugnado en el seno de la Internacional, y contribuimos a que fuese aceptado el comunismo anarquista en el congreso de Firenze y en toda la Federación Italiana de la Internacional…”.

Los días 15-16 de septiembre de 1872, se celebró el Congreso Internacional Socialista Antiautoritario en Saint-Imier, al que asistió Malatesta, donde se encontró por primera vez con Bakunin. Estuvieron juntos unos quince días, antes y después del congreso, y Malatesta participó en la organización secreta que Bakunin había fundado con el nombre de Alianza de la Democracia Socialista y que más tarde se denominó Alianza Socialista Revolucionaria.

Antes, Malatesta, de ideas republicanas, había conocido a José Fanelli, Saverio Friscia y Carmelo Paladino y bajo su influencia abrazó las ideas internacionalistas en 1871. Se sabe que en aquellas fechas en Italia, debido principalmente a la influencia ejercida por Bakunin, desde 1864, predominaba un carácter revolucionario y anarquista. Los hechos de la Comuna de París en 1871 y el fermento desparramado por doquier afirmaron en Malatesta su nueva fe abrazada con entusiasmo.

A partir de su encuentro, las relaciones entre Malatesta y Bakunin fueron muy estrechas, hasta el punto de que el joven italiano hiciera a veces de secretario del anarquista ruso. Este vivía entonces en la finca “La Baronata”, próxima a Locarno, Suiza. En julio de 1873, Bakunin encargó a Malatesta que fuera a Barletta para entrevistarse con Carlo Cafiero con el fin de organizar una gira por España. Pero Malatesta fue detenido en Trani y de allí fue llevado a la Torre de Tiepolo.

Andrea Costa y Bakunin organizaron los movimientos insurreccionales de 1874. Malatesta, al salir de la cárcel, hizo viajes por toda la Italia meridional y fue también a entrevistarse con Bakunin en Locarno. Hubo agitación en distintos lugares y muchas detenciones policíacas que luego dieron ocasión a que se celebraran una cantidad de procesos en Massa, Liorna, Florencia, Perua, Palermo, Trani, Bolonia y Roma. En la Emilia y en la Pulla hubo hechos dignos de señalar: salidas al campo en armas y encuentros con la policía y los soldados. El proceso de Florencia fue importante, si no por lo ocurrido, si por el gran número de complicados y por la notoriedad de algunos de ellos, por los debates y los testimonios, entre los que se hallaba Garibaldi, quien había hecho saber a Bakunin que también se asociaría al movimiento si éste llegara a tomar un serio desarrollo. Pero no fue así. Bakunin en persona estuvo en Bolonia, de donde escapó con grandes dificultades.

 

Actividades subversivas de Malatesta

Malatesta cuenta más tarde su intervención del siguiente modo: “Varios centenares de complicados habían prometido hallarse en Castel del Monte, lugar de la cita, me dirijo a la reunión, pero en vez de hallar a los centenares que se habían juramentado, nos encontramos seis. No importa; se abre la caja de armas, está llena de fusiles de pistón. Como si nada, nos armamos y declaramos la guerra al ejército italiano. Recorrimos la campiña durante varios días, tratando de que los campesinos se unieran a nosotros, pero sin hallar eco. Tuvimos un encuentro con ocho carabineros que no llegaron a disparar, sin duda por creer que nosotros éramos muchos. Luego nos dimos cuenta que estábamos rodeados de soldados. No había más que hacer; enterramos los fusiles y decidimos dispersarnos; yo me escondí en un carro de hierba y así logré salir de la zona peligrosa”.

Andrea Costa estaba preparando un congreso internacionalista italiano. Hubo varias detenciones y el local donde tenía que celebrarse fue allanado por la policía. Al fin, los internacionalistas se trasladaron a Pontassieva y celebraron el congreso en pleno bosque. La discusión más importante fue la relativa a la conclusión de adoptar la fórmula comunista: “de cada uno según las propias fuerzas, a cada uno según sus necesidades”. Se rechazó la idea de recurrir a instaurar cualquier forma de gobierno y se reafirmó el carácter anarquista del socialismo internacional. En el orden táctico se condenó la participación electoral “porque desvía al proletariado y hace de él un instrumento de los partidos políticos burgueses”.

Cuatro días después se inició en Berna el VIII Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores y duró del 20 al 24 de octubre. Los delegados italianos fueron Cafiero, Malatesta, Ferrari y Vaccari. Se hizo una relación oral sobre “cómo establecer la convivencia entre los individuos y los grupos en la sociedad organizada”. Se insistió sobre la necesidad de organizar la acción no sólo contra las instituciones autoritarias, sino también frente a las resistencias individuales y colectivas.

 

El movimiento de “Las bandas de Benevento”

En el curso de estas discusiones fue cuando se ventiló el proyecto de una tentativa de insurrección en Italia, que luego se concretó en el movimiento de las conocidas “bandas de Benevento” que tuvieron lugar el año siguiente y que según Max Nettlau tenía un carácter demostrativo de propaganda por el hecho, cuyo objetivo concreto era el de predicar la revolución seguida del ejemplo.

Este hecho fue planeado por Cafiero y Malatesta y también participaron en la tentativa el revolucionario ruso Sergio Stepniak y César Ceccarelli. Hubo un encuentro con los carabineros. Durante los días del 6 al 8 de abril de 1877 recorrieron diversas localidades rurales hasta llegar a Lentino. Aquí entraron a la población con la bandera desplegada y se apoderaron del municipio. Destronaron al rey en nombre de la revolución social. Se distribuyeron las armas entre el pueblo, fueron quemados todos los documentos oficiales. Lo mismo se hizo en Gallo, lugar vecino, con idénticos resultados, ya que el pueblo sentía rencor contra el gobierno de Sabaya, el cual había introducido en el sur el servicio militar obligatorio y un sistema de impuestos vejatorio y expoliador.

Pero mientras, las tropas del gobierno empezaban a ocupar la región. Entre los insurrectos y los soldados hubo choques, batiéndose aquéllos en retirada. Malatesta estuvo a punto de ser detenido en Venafre. La cosa, iba empeorando para el grupo revolucionario hasta que tuvieron que retroceder refugiándose en Cacetta, donde fueron denunciados por un campesino y detenidos en número de veintitrés. Así terminó la empresa, que duró unos doce días. Los ocios de la prisión no fueron inútiles. Cafiero escribió el Compendio del capital, de Marx, y Stepniak el libro La Rusia Subterránea, mientras Malatesta redactó un informe a la comisión de correspondencia en Florencia. Meses después (9 de enero de 1878) moría el rey Víctor Manuel II, y el ministro Crispi otorgaba una amnistía general para los presos políticos. Se puso a discusión si tales hechos podían juzgarse como políticos puesto que mediaba la muerte de un carabinero. El proceso fue ruidoso, dándose el caso de que el defensor de Malatesta, Saverio Merlino, se hizo anarquista, publicando su primer folleto de propaganda: A propósito del proceso de Benevento. Boceto sobre la cuestión social.

Cuando, en junio de 1882, estalló en Egipto la rebelión contra los europeos, capitaneada por Arabi-Baja, y los ingleses bombardearon a Alejandría, allí se fueron Malatesta, Ceccarelli, Maroco y Paulides, con la finalidad de unirse a los insurrectos. Hicieron diversas tentativas para lograr internarse en la ciudad, pero todas resultaron infructuosas. Entonces Malatesta se dirigió de nuevo a Liorna y de allí pasó a Florencia. Escribió unos artículos en “L’lIota”, de Pistoia, en polémica con Andrea Costa, que se había postulado para diputado. Pero mientras Malatesta preparaba la salida de un nuevo periódico fue arrestado.

En el duodécimo aniversario de la Comuna de París, Saverio Merlino hizo unos manifiestos conmemorativos revolucionarios que fueron distribuidos en varias ciudades de Italia. Con tal motivo se hicieron detenciones, y Malatesta sufrió seis meses de cárcel. Un mes más tarde aparecía en Florencia el primer número de “La Questione Sociale”. Fue ésta la publicación más importante dirigida por él: periódico de cultura, de propaganda y polémica, teórico y práctico. Allí apareció parte de su folleto La ANARQUÍA, escritos polémicos y una discusión agria con Andrea Costa, quien fue invitado a una controversia a la que no asistió.

El 10 de octubre de 1889 aparece en Niza el primer número de “L’Associazione”, dirigido por Malatesta con programa e intención de fundar un partido internacional socialista, anarquista, revolucionario. Le interesaba un acercamiento entre los comunistas anarquistas y los colectivistas. Pronto fue localizado por la policía. Sobre Malatesta pesaba el decreto de expulsión desde hacía diez años. Así que pasó a Londres donde continuó con la publicación del periódico, que tuvo que suspenderse en el número siete.

En ocasión de celebrarse elecciones generales en Italia en noviembre de 1890, Malatesta redactó un enérgico manifiesto recomendando la abstención. Era una especie de “declaración de guerra a muerte contra los dominadores italianos”. Este documento fue firmado por los grupos y federaciones anarquistas y también por unos setenta compañeros del exterior que, además del autor, figuraban: Luigi Galleani, Saverio Merlino, Amilcare Cipriani, Nicolo Converti, Francisco Cini, Galileo Palla, Atilio Panizza, y otros.

En1891 se convocó públicamente para la celebración de un congreso italiano en Lugano, y fueron invitados los socialistas de todas las tendencias. Todavía no se había llegado a una separación definitiva entre anarquistas y socialistas. La separación, por decirlo así, se produjo en el Congreso de Génova en 1892, y en el de Londres en 1896. El trabajo de preparación local lo habían hecho Atilio Panizza, Francisco Cini y Cagliardi. La policía internacional estaba alarmada. Se decía que el congreso había sido suprimido, pero en realidad se celebró en Capologo los días del 4 al 6 de enero y habían participado numerosos delegados, entre ellos Cipriani, Malatesta, Merlino, Molinari, Gori, Luis Pezzi, etc. En los debates triunfó la posición anarquista. Las resoluciones fueron publicadas en un folleto y en “La société nouvelle” de Bruselas, comentadas por Merlino. Los acuerdos más importantes fueron la constitución orgánica del socialismo anarquista en Italia y la intensificación de manifestaciones subversivas durante el próximo primero de mayo.

Aparición de “L’Agitazione”

En marzo de 1897, previa larga discusión y madurado estudio, veía la luz en Ancona el periódico “L’Agitazione”, de tendencia socialista-anarquista, dirigido, según se decía, por Enrique Malatesta, aunque éste, oficialmente, se encontraba refugiado en Londres. El nuevo periódico intentaba reagrupar a los compañeros anarquistas de Italia que, “sinceramente quieren luchar por la emancipación del proletariado sin inmiscuir en la cuestión social los odiosos personalismos y los bizantinismos filosóficos”. El periódico criticaba los diversos aspectos de la vida de aquellos años dirigiendo especialmente aquellas críticas sobre el orden económico, la legislación social, las tendencias reformistas del movimiento obrero y la masonería. Como todos los periódicos subversivos de la época, “L’Agitazione” sufrió los embates de la censura y de la policía. En 1898, en los momentos del famoso proceso contra Enrique Malatesta y otros compañeros, que se ventiló en el tribunal de Ancona, ya habían sido arrestados cuatro gerentes de “L’Agitazione”, y uno de ellos. Eugenio Vitali, ya había sido condenado. En los comienzos de la publicación Enrique Malatesta había entrado en Italia con el nombre de Rinaldi con el cual, incluso, firmaba los artículos.

“L’Agitazione” fue el periódico histórica y teóricamente más importante que ha dirigido y redactado Malatesta. Bajo su influencia, no pocos elementos socialistas se pasaron al anarquismo, entre éstos José Ciancabila, redactor de “Avanti” y Manolo Zamboni, de Bolonia, padre de Anteo Zamboni, que en octubre de 1926 atentó contra la vida de Mussolini). Fue “L’Agitazione”, con la acción desarrollada por Malatesta desde la tribuna, el que determinó en Italia la iniciación de un movimiento anarquista de ideas y de hechos orgánicos que no se detuvo en lo sucesivo.

La Asociación Socialista Anarquista Romañola promovió en toda Italia una campaña “por la libertad de asociación”, que “L’Agitazione” alentaba, a pesar de las repetidas recogidas y la detención sucesiva de sus redactores. Malatesta y otros compañeros habían sido detenidos y sometidos a proceso, por el delito habitual de “asociación para delinquir” y de ahí el inicio de la protesta que sumó más de tres mil firmas que se declaraban solidarios con los procesados. Entre los firmantes figuraba Juan Bovio. Así el proceso se convirtió en una verdadera batalla en defensa de las libertades públicas. Numerosos defensores hablaron en favor de los procesados y de la libertad de pensamiento, entre ellos Enrique Ferri, Saverio Merlino y Pedro Gori, que por cierto aprovechó la ocasión para dar una de sus arrebatadoras conferencias en defensa del ideal anarquista. Malatesta hizo su autodefensa, que conmovió a todos, pero fue condenado a siete meses de detención, Smorti, Felicioli, Panfichi, Petrosini, Bellavigna, Baiocchi y Bersaglia a seis meses y Cerusici absuelto. Por estos días los tumultos populares se habían comunicado al sur de Italia y fueron seguidos de una represión feroz. “L’Agitazione” fue suspendida y los redactores presos o huyeron. El parlamento aprobó leyes de excepción, y los presos fueron detenidos y desterrados a Usticia y de allí a Lampedusa.

 

Encuentro entre Malatesta y Luis Fabbri

Luis Fabbri, que había comenzado a militar en las filas del, movimiento anarquista desde muy joven, alrededor de 1893, cuando consiguió conocer a Malatesta, en 1897, era aún estudiante en la facultad de derecho de la Universidad de Macerata. Ugo Fedeli relata así este primer encuentro: “Luis Fabbri en su juvenil estupor porque los compañeros de “L’Agitazione” pudieran disentir de un artículo que él había escrito para ser publicado en el periódico escribió a la redacción del mismo pidiendo explicaciones, y ésta, a la vez que le aclaraba su disconformidad con lo escrito, le invitaba a ir personalmente a entrevistarse con la redacción. Para Fabbri esta invitación representaba una maravillosa ocasión para conocer nuevos compañeros. Marchó pues a Ancona un sábado, dirigiéndose a la dirección que le anotaban en la carta. Era la dirección de Agostinelli, el compañero que acompañó a Malatesta casi durante toda su vida en las actividades de propaganda periodística y acción revolucionaria. Fabbri encontró a Agostinelli trabajando en un pequeño taller de sombreros. Terminado el sombrero que estaba arreglando, Agostinelli cerró el negocio y llevó al joven Fabbri hasta el lejano barrio del Piano di San Lazzaro. Cuando hubieron llegado, Agostinelli abrió una tosca puerta y Fabbri se encontró en un local que parecía deshabitado. Atravesaron una estancia y un pasillo que los llevó hasta una escalera inclinada que conducía a un local superior cuya entrada estaba cerrada, como si estuviera deshabitado. Primero subió Agostinelli, abrió la puerta y entró en una estancia donde después de un bisbiseo se oyeron rumores de pasos y, al fin, mientras ya Fabbri sentía fuertes deseos de escapar, apareció la cabeza de un hombre de mediana edad con su pipa en la boca, el cual, con una sonrisa muy afable, alentaba a Luis Fabbri para que subiera; era Enrique Malatesta, quien ya era un elemento destacadísimo del anarquismo italiano”.

Alrededor de “L’Agitazione” se reavivó el movimiento anarquista de toda Italia, cuya actividad quiso reprimir la policía acusando a los militantes más destacados de “asociación para delinquir”, acusación que se tomó como base para incoar el proceso contra ellos que se desarrolló en 1898.

El 22 de abril de 1897, el anarquista Pietro Accialito atentó contra el rey Umberto I. Esta fue una ocasión propicia para que la policía de toda Italia acentuara la represión antianarquista y se efectuaran arrestos en masa. Todo anarquista conocido era considerado potencialmente cómplice del regicida. Como era de esperar, también “L’Agitazione” sufrió esta persecución, viéndose imposibilitado de aparecer, por lo que los compañeros que habían podido eludir la persecución policíaca publicaron un número único de “L’Agitatore”, que apareció el 25 de abril de 1897.

Crímenes de las fuerzas estatales

La persecución policíaca, tomaba como pretexto la aplicación del célebre artículo 248 sobre la asociación de malhechores. Esta persecución se extendía a deportaciones y confinamientos que hoy podemos considerar como los inicios de los célebres campos de concentración famosos en la Alemania de Hitler y la Rusia comunista. En estos confinamientos la vida de los deportados era muy dura, como se refleja en el caso denunciado por Cesare Agostinelli en el número de “Les, temps nouveaux”, de París, que dirigía Jean Grave, con fecha 3 de septiembre de 1897, sobre la muerte del anarquista Egidio Bertozzi, de Pisa, ocurrida en los “antros inquisitoriales del reclusorio de Gavi, encontrado muerto con la camisa de fuerza”, y agregaba Agostinelli: “Yo, que he conocido su temperamento de rebelde indómito, tengo la convicción de que ha sido villanamente asesinado”. Bertozzi, que se encontraba deportado en la isla de Panza, estaba acusado de haber hecho circular entre sus otros compañeros de pena un manuscrito sobre la Comuna de París, y por este delito había sido arrestado y condenado a seis, meses de aislamiento en el reclusorio de Gavi.

A pesar de las dificultades y las medidas severas tomadas por la policía, que a toda costa quería impedir su circulación, los compañeros publicaban un suplemento cotidiano de “L’Agitazione”, que alanzó un tiraje de ocho a diez mil ejemplares.

Después de las fuertes represiones de 1898, aunque los anarquistas, habían conseguido con sus luchas casi nulificar la aplicación del artículo 248, se hizo muy difícil el renacimiento del movimiento obrero en general y del movimiento anarquista en particular, dado que, aunque cualquier tribunal absolviera a los anarquistas de la imputación de “asociación de malhechores”, la policía los detenía por su propia cuenta, y los deportaba sin más formalidades que las de su propio poder inquisitorial.

No obstante la represión y las persecuciones desencadenadas contra los militantes anarquistas y sindicalistas revolucionarios, la agitación obrera no se detuvo y los hechos sangrientos se repitieron en los encuentros que se sucedieron entre las fuerzas represivas y los elementos revolucionarios. Así, el 27 de junio de 1901, en Barra Ferranese la fuerza pública disparó sobre una manifestación obrera matando a tres e hiriendo a veintitrés manifestantes. El 5 de agosto de 1902, en Cassano delle Murge, la fuerza pública disparó contra los manifestantes resultando un muerto y cuatro heridos. El 8 de septiembre del mismo año, en Candela, después de una manifestación obrera, debido a la acometida brutal de la policía quedaron sobre el terreno cinco muertos y diez heridos. Y el 13 de octubre de ese mismo año por un hecho parecido resultaron dos muertos y cincuenta heridos en Glarratana. El 23 de febrero de 1903, en Petacciato, la fuerza pública disparó contra una manifestación obrera y resultaron tres muertos y treinta heridos. El 14 de marzo, el suceso ocurrió en Putigano con resultado de ocho heridos mortales. El 21 de mayo le tocó a Camaiore con tres muertos y un herido. El 31 de agosto los hechos se repitieron en Torre Annunciata con un saldo de siete muertos y cuarenta heridos. El 17 de mayo de 1904, en Cerignola, la policía arremetió también contra el pueblo con saldo de res muertos y catorce heridos. El 4 de septiembre en Buggeru hubo también tres muertos y catorce heridos. Y el 14 de septiembre, en Castelluzzo hubo dos muertos y diez heridos. Así podría continuarse, la lista hasta llegar a 1912, año en el cual después de un periodo de crisis en el movimiento obrero, clandestinidad y emigración casi en la totalidad del movimiento anarquista se reavivaron notablemente ambos movimientos.

El movimiento obrero en Italia no se organizó seriamente en un plano nacional hasta que en 1906 se celebró en Milán el Congreso de la Resistencia. De aquel comicio nació la Confederazione Generale del Lavoro. Aquel organismo adoptó las tácticas reformistas en oposición a la minoría sindicalista revolucionaria que asistió al citado congreso. Entre esta minoría se distinguía el ferroviario Branconi, que era secretario de una organización ferroviaria titulada “Risscatto ferroviario”.

 

Creación de un Comité Nacional de Resistencia

Esta minoría sindicalista organizó en 1907 un “Comité de Acción Directa”. Surgió entonces la iniciativa de reunir en un congreso a todas las fuerzas que disentían de las orientaciones seguidas por la Confederazione Generale del Lavoro. Este congreso tuvo lugar en Parma el 3 de noviembre de 1907 y estuvieron representados 201,168 trabajadores. El punto central de las discusiones en ese congreso fue la conveniencia de entrar en masa en el seno de la Confederazione Generale del Lavoro para tratar de influir en su orientación y encauzarla por las vías del sindicalismo revolucionario o crear una organización nacional, al margen de la Confederazione, que se desenvolviera bajo las premisas del sindicalismo revolucionario. El resultado fue la creación de un Comité Nacional de Resistencia con el encargo preciso de reagrupar a todas las organizaciones italianas que quisieran seguir las siguientes orientaciones:

Que las organizaciones obreras acojan en su seno a cuantos quieran luchar por la desaparición del asalariado y la burguesía al margen de cualquier escuela o partido político.

Que debe dejarse a cada organización local la mayor autonomía y más completa libertad de iniciativa en los movimientos de lucha y resistencia que les sean peculiares.

Que los dirigentes de la organización sindical pueden considerarse como el comité ejecutivo de la colectividad obrera y no como los legisladores y los amos de ella.

Que debe ser especial empeño de los dirigentes el coordinar la fuerza y los intentos de lucha mediante la acción directa -culminando si es preciso en el momento supremo de la huelga general- de las voluntades obreras tanto en su defensa, en su protesta o en su conquista.

La sede del Comité Nacional de Resistencia quedó en Bolonia.

El siguiente congreso tuvo lugar en Bolonia en diciembre de 1910. En ese comicio se volvió a plantear como punto central la conveniencia de entrar en la Confederazione Generale del Lavoro para influir en su orientación o crear un organismo con toda la estructura característica al sindicalismo revolucionario. Prevaleció la segunda solución, pero hasta dos años después no tuvo realización efectiva ese deseo. Mientras tanto el Comité de Resistencia y las cámaras del trabajo de orientación anárquica fueron actores de luchas famosas. En 1908, hubo una gran huelga en Parma, luego siguieron las huelgas agrícolas de Ferrara, Modena, Bolonía, etc., además de las metalúrgicas de Milán y Turín.

El Comité de Resistencia organizó grandes manifestaciones contra las aventuras coloniales y la guerra de Libia. En ocasión de esta guerra, sobrevino una gran división en el seno del movimiento sindicalista revolucionario, ya que algunos teóricos, sindicalistas puros, como Arturo Labriola y Paolo Orano, abogaban por la legitimidad de aquella guerra, mientras que los anarquistas revolucionarios y las multitudes obreras inquietas estaban en contra de ella.

En esta situación se convoca en 1912 un congreso de todas las organizaciones obreras adheridas al Comité de Resistencia. Este congreso tuvo lugar los días 23, 24 Y 25 de noviembre de 1912, en Modena.

Otra vez se debate el problema de la conveniencia o no del ingreso en masa en la Confederazione Generale del Lavoro. Los sindicalistas revolucionarios que más se destacaron en contra de este ingreso fueron Armando Borghi, Amilcare de Ambris, Filippo Corrioni, Nencini, Paganini, Attilio Sassi, Alberto Meschi, Gregori, Cuberti y De Dominicis.

Al fin triunfó la opinión mantenida sobre todo por A. de Ambris concerniente a la creación de un organismo aparte por una mayoría de 42,114 votos contra 28,856 y 6,253 abstenciones.

 

Nacimiento de la Unione Sindacale Italiana

Así nació la Unione Sindacale Italiana.

Parma fue escogida como sede de la nueva organización y el periódico “L’Internazionale” como órgano oficial de la misma. Este periódico ya había sido publicado durante algún tiempo por el Comité de Resistencia. El Comité Central de la Unione Sindacale Italiana quedó compuesto por Amilcare de Ambris, Tullio Masoti, Giovanni Bitelli, Pulvio Zocchi, Filippo Corridoni, Alberto Mescni, Giuseppe Di Vittorio, Riccardo Sacconi, Cesare Rossi, Livio Ciardi, Agostino Gregori, Assirto Pachioni y Brogi Vittorio.

Con referencia al peligro inminente de una guerra próxima el Congreso aprobó una moción de Filippo Corridoni que decía:

«“EI Congreso de las organizaciones obreras italianas, en vista de la oscura situación internacional, que presenta la amenazante probabilidad de una conflagración europea, recuerda a todo el proletariado el deber de oponerse a toda costa y con todos los medios a la fratricida matanza a que intentarán enviarlo las clases enemigas para defender sus particulares intereses”.

“Por tal razón invita a los sindicatos adherentes a promover manifestaciones públicas y a prestar su concurso a todos aquellos movimientos nacionales e internacionales que puedan surgir contra la guerra tratando de influirlos en un sentido netamente revolucionario”.

“Y encomienda al Comité Central que tome la iniciativa y las providencias que las circunstancias aconsejen cuando la amenaza de una conflagración europea se presente más concreta e inminente”».

En 1913, la Unione Sindacale Italiana lanzaba a todos los trabajadores de Italia un manifiesto en el cual se decía: «“La bandera que enarbolamos es vieja y gloriosa, está teñida con la sangre de los mártires y no se arriará bajo los colores empalidecidos del reformismo social. Emblema de esperanza y de batalla, a su sombra se agrupan los fuertes que no temen al sacrificio y los combatientes que saben afrontar la lucha con coraje y alegría”.

“Esa bandera, compañeros, es la de la Primera Internacional”.

“Cuantos sienten la vergüenza de la injusta organización social presente, cuantos aún tienen fe en el destino libre del proletariado, vengan con nosotros a engrosar el número de estas multitudes que marchan hacia la roja aurora de la Revolución Social”.

“¡Viva la organización obrera! ¡Viva la Unione Sindacale Italiana!”»

La Unione Sindacale Italiana pronto alcanzó gran importancia, sobre todo en algunos centros agrícolas, consiguiendo desencadenar luchas verdaderamente colosales, y más de una vez -antes de la guerra de 1914- llegó a realizar huelgas generales que llegaron a paralizar a todo el país durante algunos días.

Hacia finales de 1911, Malatesta, que permanecía desde hacía varios años emigrado en Inglaterra, escribía a Luis Fabbri en los siguientes términos: “Tengo la intención de tomar parte mucho más activa en nuestro movimiento en Italia e incluso ir a vivir entre vosotros”. Malatesta pensaba que la situación era favorable a un movimiento revolucionario, para preparar el cual era absolutamente necesario tener un órgano de expresión. A este objeto escribía a los compañeros de Ancona proponiéndoles la publicación de un semanario. La ocasión de realizar este proyecto no se presentó hasta un año después, en 1913, en que los anarquistas de Ancona, por mediación de Agostinelli, invitaban a Malatesta a que se hiciera cargo de la dirección de un periódico.

 

Nacimiento del periódico “Volontá”

Malatesta aceptó, y así aparecía en junio de 1913 el primer número del periódico “Volontá”, que vivió hasta junio de 1914, cuando sucedieron los acontecimientos de la célebre “semana roja”. Cuando después de estos hechos Malatesta hubo de abandonar nuevamente Italia buscando asilo en Londres, el periódico reapareció bajo la dirección, administración y todos los demás cuidados de Agostinelli, quien consiguió mantenerlo vivo y batallador.

“En a primavera de 1913 -habla Fabbri-, el viejo y estimado compañero César Agostinelli, uno de los más fieles amigos de Malatesta, me propuso cooperar con él para fundar un periódico anarquista en Ancona. Se comunicó el proyecto a Malatesta, al que le pareció una idea excelente y prometía colaboración; a la vez sugería el título de “Volontá”, cuyo primer número apareció el 8 de junio de 1913, con evidente carácter revolucionario y un laboratorio de ideas. Aparecieron allí artículos y polémicas interesantes sobre socialismo y parlamentarismo, el sindicalismo, la huelga general, la insurrección, el individualismo y la organización anarquista, etc. Se publicaron de nuevo los diez diálogos de En el café, agregándole cuatro más. A propósito de sindicalismo hubo una polémica entre Malatesta y James Guillaume (éste desde París), de carácter histórico y teórico, en el que ambos resumieron recuerdos y detalles inéditos sobre la Primera Internacional y en relación con Bakunin”.

Los días 4, 5, 6 Y 7 de diciembre de 1913 tuvo lugar en Milán el Segundo Congreso de la Unione Sindacale Italiana. Estuvieron presentes 191 congresistas que representaban a 98,037 obreros pertenecientes a 1,003 sindicatos. Entre los puntos más importantes que se trataron en aquel congreso, se distinguió el referente a la huelga general, cuyo defensor máximo fue Armando Borghi. Sobre este punto se convino en que “ahora la huelga general es uno de los medios más eficaces de defensa de los intereses de la clase trabajadora y de conquista hacia la victoria definitiva con la expropiación de la clase capitalista”.

Otro de los problemas importantes que se discutieron fue el referente al antimilitarismo. En una resolución concerniente a ese punto se decía que “todas las organizaciones adheridas a la Unione Sindacale Italiana están impregnadas de un firme espíritu antimilitarista y antipatriótico y es necesario ejercitar en este punto la misión antimilitarista y antiestatal del proletariado”.

 

La “semana roja”

Para el verano siguiente los anarquistas italianos estaban preparando un congreso nacional cuando estallaron los hechos de la “semana roja” de las Marcas y la Romaña que interrumpieron todo trabajo y precipitaron antes de tiempo los acontecimientos. El 7 de junio de 1914, en Ancona, la policía disolvía por las calles a grupos de manifestantes. Por la tarde, en Villa Rossa se celebró un mitin en el que, entre otros, habló Malatesta. Al salir los asistentes al acto encontraron las calles bloqueadas por las autoridades. Sobrevino un conflicto y bajo el fuego de los guardias quedaron en el pavimento tres muertos y varios heridos. De inmediato se proclamó la huelga general en el lugar de los sucesos. Se tomaron por asalto las armerías, obligaron a la- fuerza pública a recluirse en los cuarteles, y la ciudad quedó en manos del pueblo. Este hecho se produjo en varias localidades. Los trenes dejaron de circular, los soldados fraternizaban con los obreros y el movimiento abarcó a toda Italia. En pleno momento culminante una orden traidora de la Confederazione Generale del lavoro ordenó la vuelta al trabajo y el fin del conflicto. La gente sostuvo en la calle su protesta, pero imponentes masas del ejército, diseminadas por todas las regiones rebeldes, obligaron a reconocer que la partida había sido perdida. Malatesta preparó un número de “Volontá”. El artículo de fondo suyo se titulaba, ¿Y ahora? “Ahora continuaremos más que nunca llenos de entusiasmo, de voluntad, de esperanza, de fe. Continuaremos preparando la revolución liberadora, que habrá de asegurar a todos la justicia, la libertad, el bienestar”.

Bajo la dirección de Agostinelli y con la colaboración de Luis Fabbri, Héctore Molinari, Nella Giacomelli, Guglielmo Garabani “Volontá” sostuvo una gran campaña contra la guerra y vivió uno de sus momentos más interesantes.

Los acontecimientos que se sucedieron en la llamada semana roja, representaron, sin duda, la más vigorosa sublevación popular habida para entonces en Europa desde la Comuna de París.

Durante los acontecimientos “Volontá” publicó un suplemento que la policía y los carabineros secuestraron, arrestando, además, a cuantos lo difundían. El número dedicado a la “Revolución en Italia” decía: "No sabemos aún si venceremos, pero es cierto que la revolución ha comenzado y va propagándose. La Romaña está en llamas; en toda la región desde Terni hasta Ancona el pueblo es dueño de la situación. En Roma el gobierno se ve obligado a mantenerse a la defensiva contra los ataques del proletariado. El Quirinal se ha escapado hasta ahora de la invasión de la masa proletaria, pero permanece bajo su amenaza. En Parma, Milán, Torino, Firenze, Nápoles... por todas partes agitaciones y conflictos. Las noticias que nos llegan son inciertas y contradictorias, mas todo demuestra que el movimiento es general y el gobierno no puede dominarlo. Por todas partes se ven actuar en ejemplar armonía republicanos, socialistas, sindicalistas y anarquistas”.

La gran fuerza revolucionaria de la Unione Sindacale Italiana le permitió generar más que ninguna otra organización los célebres sucesos de la “semana roja” de junio de 1914.

Terminado el movimiento y superado el miedo que éste había inspirado a las autoridades, la policía intentó encarcelar a muchos anarquistas de todo el país y sobre todo de Ancona, pero los más comprometidos consiguieron abandonar Italia y refugiarse en el extranjero.

«“Durante los primeros días de julio de 1914 me visitó Malatesta -habla Rocker- en la administración de nuestro periódico. Había llegado poco antes a Londres y nos había quitado a todos una pesada carga del corazón, pues temíamos ya lo peor. Enrique participó de manera sobresaliente en los sucesos revolucionarios de la «semana roja» (junio de 1914) en Ancona. Después de la derrota del movimiento, que empezó con una huelga general y pronto adquirió los caracteres de una franca insurrección, Malatesta fue buscado por un ejército completo de esbirros y espías por todo el país. Los diarios habían publicado reiteradamente noticias de su detención, pero todas fueron desmentidas pronto. Luego llegó la noticia de que se había refugiado en la pequeña isla de San Merino, pero que el territorio fue rodeado por todas partes por la gendarmería italiana, y el gobierno había pedido ya su extradición, de manera que no había que pensar en su fuga. En cambio la verdad es que Malatesta se hallaba oculto en la propia Ancona y haciendo diversos rodeos, disfrazado de campesino cuando se le buscaba febrilmente en Italia, después de mil peripecias, llegó a la frontera suiza, que pudo cruzar felizmente. Después de una breve permanencia en casa de un amigo de confianza en Ginebra, emprendió el viaje a Inglaterra”.

Malatesta en Londres

“Había sabido ya la llegada del viejo amigo y me alegró de todo corazón el verle otra vez tan bien conservado. Me abrazó cordialmente y lo encontré en un estado de ánimo excelente. Fue la primera vez que vi a Enrique sin barba. Hacía más de un año que no nos veíamos, pues, en mayo de 1913 se le ofreció la oportunidad de regresar a Italia después de un largo destierro en Londres. Su llegada, se convirtió en algo apoteósico, pues seguramente no había nadie en Italia que despertara mayor confianza y entusiasmo en- las grandes multitudes: Malatesta había participado de modo sobresaliente en el movimiento revolucionario de su país desde la más temprana juventud; en los días de Bakunin y de la Primera Internacional ya había dado muestras de su audacia y espíritu de sacrificio, hasta convertirse en una leyenda que lo representaba como el símbolo viviente de las futuras aspiraciones populares”.

“No sólo fueron los periódicos anarquistas, sino toda la prensa republicana, socialista y anticlerical a que saludó al rebelde audaz con artículos de elogio y le ofreció una cordial bienvenida a su país, que tuvo que eludir durante años. Benito Mussolini, entonces jefe de la redacción del órgano oficial del partido socialista «Avanti», le dedicó entera su primera página y le ensalzó como el combatiente más- fiel de la revolución social”.

“Italia se encontraba entonces en una grave crisis política. El pueblo estaba cada vez más inquieto y el gobierno acentuaba su inquietud. Las repercusiones de la guerra de Trípoli, que había suscitado gran descontento entre el pueblo, se manifestaron en actos de protesta y manifestaciones antimonárquicas en todo el país. Para Malatesta comenzó una época de gran actividad. En junio de 1913 fundó en Ancona un periódico propio con el nombre característico de «Volontá». Preconizó en él con habilidad la idea de una acción conjunta de todas las fuerzas revolucionarias italianas, para evitar el avance de la reacción y mantener vivo el movimiento de protesta. «Volontá» trataba con claridad meridiana, que era propia de Malatesta, todos los problemas de importancia que la situación requería y acentuó en cada ocasión la necesidad de obrar en conjunto para lograr resultados prácticos. Al mismo tiempo recorrió toda Italia y habló en innumerables actos públicos, incitando al pueblo a la lucha”.

“En realidad la situación italiana era tan seria que la mayoría consideraba inminente la caída de la monarquía. Eso lo atestiguó claramente la actitud del congreso del partido republicano que se reunió en Bolonia del 16 al 18 de mayo de 1914 y al que concurrió también Malatesta como espectador. Los oradores republicanos señalaron sin ambages que la revolución estaba en marcha y que su partido debía aliarse con los anarquistas, sindicalistas y demás adversarios de le monarquía, a fin de estar atentos para controlar los acontecimientos venideros. Además el congreso se declaró vivante partidario de la liberación de Augusto Masetti, el valeroso soldado que protestó con valentía contra la guerra de Trípoli y en favor de todas las víctimas del militarismo que se consumían lentamente en prisiones, compañías disciplinarias y manicomios…”.

“Los editores de «Volontá» aprovecharon la ocasión de celebrar contraprotestas, el primer domingo de julio de 1914, contra el aniversario de la constitución italiana en el que se había previsto desfiles militares en todas las grandes ciudades”.

 

Origen de la guerra de 1914

“La consigna se esparció como un reguero de pólvora, por tanto, al aparecer en las grandes ciudades centenares de millares de obreros en contramanifestaciones, el gobierno suspendió los desfiles-anunciados y acuarteló las tropas. Las autoridades temían que las tropas hicieran causa común con el pueblo. Los acontecimientos repercutieron también en Fabriano, Forli y otros lugares, donde los soldados fraternizaron con el paisanaje. En Ancona, el gobierno había concentrado grandes contingentes de tropas y algunos barcos de guerra en el puerto. Cuando se realizaron las primeras demostraciones de protesta en las calles, Malatesta fue arrestado de improviso, pero se le puso en libertad horas más tarde, pues el gobierno no juzgó oportuno echar aceite al fuego. Por la tarde tuvo lugar un gran mitin en Villa Rossa, en donde hablaron Malatesta y representantes de otras tendencias antimonárquicas. Al iniciar el desfile, la multitud invadió la calle, y un fuerte destacamento policial que había ocupado todas las calles vecinas intentó impedir una manifestación callejera. Se llegó a choques violentos; los gendarmes hicieron uso de las armas, matando a tres manifestantes e hirieron a un gran número. Con rapidez inaudita toda la ciudad se halló en franca rebelión. Los tranvías paralizaron el tráfico, los negocios cerraron y al día siguiente se extendió la huelga general con la violencia del viento sobre las Marcas y la Romaña, donde adquirió los caracteres de una total insurrección. Anarquistas, socialistas y republicanos combatieron juntos. En los días sucesivos el movimiento se difundió por la Toscana y Lombardía. El 12 de junio parecía realmente que los días de la monarquía estaban contados, puesto que la revolución se difundió de manera irresistible en todo el país. En este momento, cuando la agitación había llegado a su punto culminante la Confederazione Generale del Lavoro envió un telegrama circular a todas sus organizaciones declarando terminada la huelga y exhortando a los trabajadores a reanudar de inmediato el trabajo. Se produjo así una confusión de carácter general. Los obreros vacilaron y el movimiento huelguístico que había empezado tan promisorio y con las mejores perspectivas, disminuyó visiblemente, con lo cual el gobierno acorralado volvió a sentirse de nuevo pisando tierra firme, recuperando así el terreno perdido”.

“Malatesta contaba estos hechos objetivamente y estaba convencido que a pesar de la derrota momentánea no podría contenerse el ánimo del pueblo y se llegaría en poco tiempo a nuevos levantamientos. Su confianza, en verdad era ilimitada. Cuando empezamos a hablar luego acerca de la situación europea y le dije los temores con que Kropotkin miraba el próximo futuro, Malatesta se mostró optimista… El año pasado en Italia le había rejuvenecido. En el extranjero, especialmente en Inglaterra, le faltaba el amplio campo de acción que sólo se puede hallar en el propio país y cuya falta tenía que ser doblemente sentida por hombres como Malatesta, que por temperamento están siempre predispuestos para la lucha. La casualidad quiso que el año que pasó en Italia fuese tan agitado que le dio numerosos alicientes a su actuación y dejó en él las impresiones más intensas. Nunca le había visto tan esperanzado como en aquellos días en que las sombras de la catástrofe próxima se acumulaban cada vez más amenazantes sobre Europa”.

“EI 28 de junio, apenas dos semanas después de la fuga de Malatesta de Italia, se produjo el asesinato del heredero al trono austriaco y de su esposa en Sarajevo por un estudiante de Bosnia. El suceso tuvo el efecto del estallido de una bomba y puso al mundo entero en la mayor conmoción. Algunos diarios incluso insinuaron que se trataba de una «conspiración anarquista», aunque la menor visión política que pudiera tenerse indicaba que su origen era nacionalista. El archiduque Francisco Fernando era particularmente odiado en Servia, puesto que se había manifestado partidario de invadirla, aunque las conexiones internas del atentado nunca fueron aclaradas.

“La Federación de Anarquistas Judíos había convocado con anterioridad a estos hechos a una conferencia para el 4 de julio en Crown Hall, en la que debía hablar Malatesta. La dirección de la Internacional Anarquista había hecho todos los preparativos para el segundo congreso en Londres, que debía celebrarse una semana más tarde. Como secretario del comité se me comisionó para que diera una conferencia, mientras que Malatesta debía informar sobre los sucesos recientes de Italia. El acto fue muy concurrido y Enrique fue saludado con gran entusiasmo. Habló con vivacidad y contó una cantidad de pormenores interesantes que en el extranjero no eran conocidos. Al terminar su discurso hizo algunas consideraciones sobre la situación, la que juzgaba de muy seria, pero que no creía aún en la posibilidad de una guerra. Su optimismo causó en todos una impresión innegable pero fue aplacado de inmediato por los acontecimientos que se fueron agravando día a día, hasta que el 23 de julio envió el gobierno austriaco a Servia su draconiano «ultimátum» de cuarenta y ocho horas, que ningún gobierno podía admitir si no quería renunciar a serlo. El punto culminante fue el 1º de agosto. Alemania declaró la guerra a Rusia. Así comenzó a rodar la bola hasta producirse el gran estallido”».

Algunos sindicalistas se declaran amigos de la guerra

Ese mismo año se declaró la guerra europea y no obstante los acuerdos de afirmaciones antimilitaristas formulados en los congresos anteriores, algunos militantes destacados de la Unione Sindacale Italiana se declararon en favor de una intervención de Italia en la guerra, al lado de Francia e Inglaterra. En esta posición se distinguieron Alceste y Amileare de Ambris, Michelino Bianchi, Tulio Massotti, Cesarino Rossi, Edmundo Rosoni, Filippo Corridoni y algunos otros. Empero la posición en favor de la intervención guerrera no correspondía a los sentimientos de los trabajadores. Y para esclarecer la posición y establecer la línea de acción de la organización obrera, se convocó a una reunión del Consejo General de la organización para los días 13 y 14 de septiembre de 1914. En favor de la intervención hablaron Alceste de Ambris, Tulio Massotti y Livio Chiardi. En la posición contraria se distinguió sobre todos Armando Borghi. Al final de la discusión, que fue muy animada y un tanto violenta, se aceptó por mayoría una declaración que decía: “El Consejo General de la Unione Sindacale Italiana expresa su esperanza de que el proletariado de todos los países beligerantes y neutrales sepa encontrar en sí mismo el espíritu de solidaridad de clase y la energía revolucionaria suficientes para aprovechar el inevitable debilitamiento de las fuerzas estatales y de la crisis general derivadas de la propia guerra, para impulsar una acción común dirigida a derrocar a todos los estados burgueses y todas las monarquías, que fueron los que prepararon consciente y cínicamente durante cincuenta años esta catástrofe mundial. Por ello recomienda a todos los órganos directos y las publicaciones de la organización desarrollar la más amplia y enérgica actividad en ese sentido”. Alceste de Ambris y Tulio Massotti, que ya eran secretarios, al quedar en notable minoría presentaron su dimisión, siendo nombrado secretario general de la Unione Sindacale Italiana, Armando Borghi. La sede de la organización se transfirió a Bolonia, dejando de ser “L’lnternazionale” el órgano oficial de la organización para pasarlo a ser el nuevo periódico “Guerra di classe”, cuyo primer número apareció el 17 de abril de 1915.

A principios del conflicto europeo de 1914, algunos anarquistas italianos se encontraron desorientados y adoptaron una nueva posición menos intransigente hacia la obra de algunos gobiernos, y en algunos de estos militantes se manifestó la idea de una franca colaboración con objeto de no crear dificultades a tales gobiernos en la lucha iniciada contra Alemania. No obstante esas posiciones, la mayoría de los anarquistas, con el grupo que mantenía vivo el periódico “Volontá” en Ancona, entre ellos Malatesta, Agostinelli y Fabbri, mantuvieron la clásica posición antimilitarista del anarquismo.

Durante los años de guerra sufrieron un lapso las actividades anarquistas, pero al terminarse ésta volvió la actividad, y así los años de 1918-19 fueron de fervientes discusiones revolucionarias y, sobre todo, de acción.

Desde abril de 1919 se había constituido la Unione Anarchica Italiana. En los dos congresos (Bolonia, 1920, y Ancona 1921) Malatesta tuvo una intervención activa y eficaz. El programa de la Unione estaba basado en un antiguo trabajo malatestiano. Fue miembro del Consejo General, al cual representó en diversos actos. Redactó en su nombre mociones y manifiestos, el último de los cuales fue el del 1º de mayo de 1926, cuando ya la Unione llevaba una mísera vida clandestina bajo el terror fascista imperante.

 

La Unione Sindacale Italiana después de la guerra

Inmediatamente después de la guerra, la Unione Sindacale Italiana reemprendió activamente su trabajo. Por todas partes surgieron secciones nuevas y sus militantes tomaron parte y fueron en la mayoría de las veces los animadores de todas las grandes agitaciones del momento.

Los días 20, 21, 22 y 23 de diciembre de 1919 se celebró en Parma el Tercer Congreso de la Unione Sindacale Italiana. Estuvieron representados 300,000 afiliados, y entre los problemas más importantes que se trataron figuraba el concerniente a los Consejos de Fábrica. Sobre este punto después de una amplia discusión fue adoptada la resolución siguiente:

«”El Congreso declara toda su simpatía y aliento hacia aquellas iniciativas proletarias, como los Consejos de Fábrica, que tienden a transferir a los trabajadores toda la facultad de iniciativa revolucionaria y reconstructiva de la vida social, poniendo, no obstante, en guardia a los trabajadores contra toda posible desviación por el escamoteo reformista de la naturaleza revolucionaria de tales iniciativas, burlando incluso las sanas intenciones vanguardistas de le parte más sana del proletariado”.

“Invita, pues, a esta parte del proletariado a considerar la imperiosa necesidad de preparar y fortalecer las fuerzas de ataque clasista revolucionario sin las cuales nunca será posible la realización positiva de estas gestiones sociales por parte del proletariado”».

Con referencia a los acontecimientos revolucionarios que se estaban desarrollando en Rusia, se hizo la siguiente declaración:

«“El Congreso de la Unione Sindacale Italiana saluda cualquier paso en adelante por el proletariado o de otra fuerza política encaminado hacia le consecución del socialismo que impida la reconstrucción de las instituciones históricas de la democracia burguesa”.

“Considera la concepción soviética de reconstrucción social como antitética del Estado y declara que cualquier acción que tienda a subyugar la autonomía y libres funciones del Soviet y de toda la clase productora, debe ser considerada por el proletariado como un atentado al desenvolvimiento de la revolución y a la instauración de la igualdad en la libertad”».

El Congreso volvió a nombrar como secretario general a Armando Borghi y confirmó a la poetisa Virgilia d’Andrea como colaboradora en la Secretaría.

Los años 1919 y 1920 fueron de bastante agitación, produciéndose las célebres ocupaciones de fábricas, cuyos primeros episodios ocurrieron en Liguria y Sestri Ponente.

Durante los últimos tiempos Malatesta había hecho esfuerzos desesperados para poderse trasladar a Italia, pero los gobiernos de Francia e Inglaterra, por instigación del italiano, estaban confabulados para no dejarlo salir. Entonces los compañeros interesaron a la Federazione Italiana de; Lavoratori del Mare, y ésta mandó a Alfredo Giulietto a preparar la fuga. Así pudo embarcarse en Cardiff de incógnito en un buque de carga griego que lo trasladó hasta Taranto y de allí atravesó toda Italia sin ser reconocido, figurando así como desembarcado en Génova el 24 de diciembre de 1919. En la gran ciudad ligur fue acogido con entusiasmo. Las naves ancladas en el puerto hicieron sonar las sirenas e izar las banderas; los barrios populares se engalaron con trapos rojos y el pueblo aclamó a Malatesta con alborozo. Celebraron un gran mitin en el que también intervino Luis Galleani, recién regresado de América del Norte. A partir de este momento su divisa fue que había llegado la hora de la revolución.

A principios de 1920 se trató de aprovechar la situación creada por Gabriel D’Annunzio con la ocupación de Fiume. Se trataba de un proyecto insurreccional, de una especie de marcha sobre Roma, para ello se requería la aprobación y concurso de los socialistas, con el fin de no aparecer como agentes d’annunzianos, pero los socialistas nada quisieron saber. El 27 de febrero apareció en Milán el diario “Unamitá Nova”, bajo la dirección de Enrique Malatesta. Ante el progreso de la publicación, el gobierno apeló a todos los recursos para impedir su salida, incluso negándole el papel. Los mineros de Valdarno amenazaron con la huelga general si no se concedía papel al diario anarquista.

En 1920, durante la revuelta de los soldados acuartelados en Ancona, que debían partir para. Albania, los anarquistas ocuparon el puesto más importante. El hecho se desenvolvió simple y espontáneamente, sin ninguna preparación previa, debido ante todo a la voluntad de los soldados de no hacer más guerras.

 

La revuelta de los soldados en Ancona

En la noche del 25 de junio, en la Cámara de Trabajo de Ancona, se celebraba una reunión de los anarquistas para discutir sobre el Congreso Nacional que debía tener lugar en Bolonia en los días 1, 2, 3 Y 4 de julio, cuando se presentaron unos soldados para comunicar que al día siguiente por la mañana debían partir, junto con sus compañeros, para Albania, pero que ellos estaban decididos todos a negarse a salir, y pedían ayuda a las organizaciones obreras. Así fue que a la mañana siguiente, hacia las 9, se formó frente al cuartel una gran multitud que iba engrosando a cada momento, ante los gritos contra la guerra que lanzaban los propios militares, mientras tanto, los elementos revolucionarios que estaban entre la multitud, entraron a los cuarteles y, con el apoyo de los propios soldados, se apoderaron de los fusiles, de las bombas de el mano y de las ametralladoras.

Como siempre, los partidos socialista y republicano no quisieron apoyar este movimiento de los soldados, que no tuvieron más ayuda que la de los anarquistas y el pueblo revolucionario.

Entonces se desencadenó una fuerte represión contra los anarquistas. El 17 de octubre fue detenido Malatesta y dos días antes habían sido apresados los redactores de “Umanitá Nova” y Armando Borghi y otros militantes de la Unione Sindacale Italiana.

En Milán fueron procesados Malatesfa, Borghi, Corado Quaglino y Mario Baldini. En el proceso fueron también encartados Dante Pagliai, gerente del periódico, y otros declarados en rebeldía.

Los diversos partidos no hicieron presión para libertar a los anarquistas, y Serrati, entonces director de “Avanti”, llegó a decir que la detención de Malatesta era un episodio “Transitorio”. Esta actitud alentó más al gobierno y a la burguesía, que intensificaron la reacción. El fascismo hasta este momento tenía una fuerza insignificante. De pronto levantó cabeza al infligir en Bolonia, el 21 de noviembre, la primera y más grave derrota a las fuerzas socialistas, privándoles de los cargos municipales. Fue el principio, que debía terminar dos años después con el desastre de la “marcha sobre Roma”.

La instrucción del proceso amenazaba con no terminar nunca. Los inculpados decidieron recurrir a la huelga de hambre para que se les llevara a juicio. Al cabo de pocos días circuló la noticia de que Malatesta, a causa de la edad y de su salud quebrantada, estaba propenso a la extenuación por el hambre, con riesgo de morir. La noticia convulsionó a toda la Italia proletaria. Estallaron huelgas locales de protesta en la Romaña, en Toscana, en el Vardarno, en Carrara, en Liguria; pero cesaron en seguida sin lograr un resultado práctico. Entre los anarquistas la exasperación llegó al colmo. Mientras, en diversas partes de Italia aumentaban las violencias fascistas. El más sanguinario fue el asalto al círculo socialista de Milán, el 21 de marzo, con la muerte del socialista Inversetti. Dos días después estalló una bomba en la puerta lateral del teatro Diana, en Porta Venezia, matando a unas veinte personas e hiriendo a muchas más. Este hecho repercutió en toda Italia, juzgando que era un acto de exasperación motivado por la injusticia predominante.

Destrucción por los fascistas de “Umanitá Nova”

Ello sirvió de pretexto para que los fascistas intensificaran sus violencias, puesto que dos días después asaltaron en tumulto las oficinas de “Umanitá Nova”, y lo destruyeron todo. No obstante, a distancia de unos meses el periódico anarquista tan odiado por autoridades y burguesía volvió a aparecer en Roma, primero bisemanal y luego diario, bajo la dirección provisional de Luis Damiani. El proceso contra los inculpados se celebró en la Corte di Assise en Milán. Malatesta y Borghi, además de su posición personal en relación a las acusaciones que se les hacían, refirieron la situación italiana desde 1919 en adelante y afirmaron sus ideas. En la defensa intervino Saverio Merlino junto con otros abogados. Las acusaciones en su contra parecieron tan torpes e insostenibles, que el mismo procurador real se vio forzado a excluir toda existencia de delito. Malatesta, que tenía intención de pronunciar al final su autodefensa, se vio privado de hacerlo, y se limitó a pronunciar una breve declaración invocando a la lucha inevitable en plazo breve. Quince días más tarde ocupaba su puesto en la dirección da “Umanitá Nova”, en Roma.

En marzo de 1921, el periódico se trasladó a Roma bajo la dirección de Malatesta y la administración de Agostinelli. “Umanitá Nova” continuó publicándose como periódico hasta diciembre de 1922, en que fue atacado por las hordas fascistas. Después de cesar su publicación como diario “Umanitá Nova” apareció como biseminario durante unos números y después como semanario.

Durante los días 10, 11 Y 12 de marzo de 1921, se celebró el Cuarto Congreso de la Unione Sindacale Italiana, en el cual se hizo la siguiente declaración sobre las ocupaciones de las fábricas: “La participación activa y febril de la Unione Sindacale Italiana en la épica batalla metalúrgica como gesta de vanguardia revolucionaria es conocida por todo el proletariado italiano e incluso del extranjero... En esa acción el empeño más importante de la Unione Sindacale Italiana fue el de darle al movimiento de protesta del proletariado, debido al caos económico engendrado por la economía capitalista de postguerra, una clara orientación revolucionaria con fines de conseguir las últimas consecuencias de la lucha obrera contra el capitalismo”.

En ese Congreso se tomó una posición clara en contra de la Internacional Sindical Roja patrocinada por Moscú, y de simpatía y adhesión por la Asociación Internacional de Trabajadores renacida hacía poco en Berlín.

Durante los diez meses de cárcel de Malatesta el fascismo (ayudado por el gobierno, financiado por la burguesía, con el respaldo de los militares) iba abriéndose paso. Malatesta al frente de “Umanitá Nova”, participó activamente contra el fascismo, señalando los peligros que entrañaba. Contribuyó a la formación de la Alianza del Trabajo, concertada entre los diversos organismos sindicales italianos y estimuló las iniciativas de acción individual y colectiva.

Meses más tarde, el 23 de abril de 1922, fue Malatesta, junto con Pasquale, Binazzi, V. Cantarelli, Fabbri y otros, en representación de la Unione Anarchica, a una conferencia en Spezia con el anarcobolchevique Hermann Sandormirsky (jefe del Comité de prensa de la delegación soviética a la Conferencia Interestatal de Génova) para obtener información acerca de la persecución que sufrían los anarquistas en Rusia por el gobierno comunista. Con motivo de aquellas conversaciones que se desarrollaron a fondo, se produjo una breve polémica en “Umanitá Nova” entre Malatesta y Sandormirsky.

Durante el mes de mayo de 1922 tuvo lugar en Milán la vista del proceso por la tragedia del Diana, ocurrida el año anterior. Estaban acusados por este hecho José Mariani, Ettore, Aguggini y José Boldrini que fueron condenados el cadena perpetua. Había además catorce acusados por “asociación para delinquir” que sufrieron condenas variadas de cuatro a dieciséis años. De otros en rebeldía, se hizo el proceso más tarde. Malatesta realizó la más ferviente defensa de los acusados.

 

Programa avasallador del fascismo

Mientras, el fascismo proseguía con metódica prepotencia criminal y absoluta impunidad al sometimiento de otras regiones italianas, sembraba el luto y la desolación por toda la Romaña. La Alianza del Trabajo se dispuso a jugar la última carta y el 31 de julio de 1922 declaró la huelga general de defensa en toda Italia, que anarquistas, socialistas y comunistas proponían hacía tiempo “Umanitá Nova” presionaba en dicho sentido, pero la tentativa desesperada no alcanzó el propósito perseguido y fue sofocada en sangre por la policía y las bandas fascistas.

La actuación de Malatesta fue limitada cada vez más a Roma y sus alrededores, donde la resistencia proletaria, por un lado, y la política hipócrita y oportunista del gobierno, por otro, dictada para salvar las apariencias, impedían todavía la penetración abierta del fascismo. Seguía publicándose “Umanitá Nova”, pero no llegaba a provincias. En todas partes la prensa antifascista era secuestrada en el correo y quitada a los revendedores para ser quemada luego; los suscriptores y compradores eran agredidos a palos. La publicación malatestiana, de diaria, se convirtió en semanal después de la infortunada huelga del 12 de agosto, con el número 183.

El 30 de octubre por la noche los fascistas asaltaron y destruyeron la redacción y la imprenta donde se publicaba “Umanitá Nova”. No obstante aparecieron dos números publicados en otra imprenta, con un lenguaje valiente frente al enemigo triunfante. Pero entonces intervino el gobierno amenazando a los tipógrafos que imprimieran el periódico, y pocos días después se practicó la detención del administrador, José Turci, al que le secuestran toda la documentación, los libros de contabilidad y el dinero que había quedado en caja. Así murió “Umanitá Nova”, cuyo último número, el 196, irrumpió en la calle en pleno fascismo, el 2 de diciembre de 1922. Luego se inició un proceso contra Malatesta y varios redactores y colaboradores para obligar a su supresión.

En realidad, después que los fascistas conquistaron el poder en octubre de 1922, toda actividad sindical era imposible. La sede de la Unione Sindacale Italiana fue asaltada y destruida y sus dirigentes apresados u obligados a refugiarse en el extranjero. Con ello cesó toda actividad de la organización obrera revolucionaria que tuvo en jaque a la burguesía y al Estado italiano durante diez años.

Al no poder usar la pluma, Malatesta recurrió de nuevo a montar su taller mecánico-eléctrico. Trabajo no le faltaba, pero la policía fascista le seguía a todas partes a donde era llamado, molestando con amenazas a cuantos solicitaban su concurso. Por cierto en aquellos días los periódicos se ocuparon de un registro; hecho de improviso en casa de un alto jefe del ejército por el simple hecho de que Malatesta estaba colocando unos aparatos en su hogar.

En los intervalos que tenía libres continuaba ocupándose del movimiento anarquista. En 1923 publicó varios artículos en “Solidarieta”, en “II libero acord” y en “Fedel”, que este mismo año empezó a publicar en Roma Luis Damiani. Tuvo una polémica con los comunistas y por encargo de la Unione Anarchica Italiana apareció un informe titulado “La conducta de los anarquistas en el movimiento sindical”. Por iniciativa del último de los periódicos citados se lanzó la idea de recoger una cantidad para que Malatesta pudiese iniciar una nueva publicación. Y así fue como el 1º de enero de 1924, apareció en Roma la revista quincenal “Pensiero e Volontá”, que tuvo el carácter de sus otras publicaciones: claridad y serenidad de lenguaje, altivez frente al enemigo, rectitud ideológica, observación aguda de los hechos y profundidad de pensamiento.

La vida de la revista fue pronto difícil y precaria. Seis meses más tarde, o sea al día siguiente del asesinato fascista de Matteoti, el gobierno estableció la censura de prensa, y “Pensiero e Volontá” comenzó a ser recogida por la policía, el sabotaje postal y los secuestros fascistas. En los años 1925-1926 salieron sólo 32 números. El último fue el 16 de octubre. Se mandó a la imprenta otro número, con un artículo de Malatesta combatiendo la pena de muerte, propuesta aquellos días por el gobierno fascista, que no pudo salir. Este, después del atentado de Anteo Zamboni contra Mussolini, suprimió toda la prensa italiana antifascista.

 

Malatesta prisionero del fascismo

Así, la situación de Malatesta era la de un prisionero, pues el fascismo lo fue aislando de todo contacto con el exterior y las persecuciones en contra suya se hicieron más rigurosas. Después del atentado contra el dictador cometido por Cino Lucetti, Malatesta fue detenido, y en el de Zamboni, se libró por haberse escondido a tiempo. Por entonces se fugaron de Italia Turati y varios amigos suyos. En seguida la vigilancia se intensificó hasta convertirse en asfixiante y peligrosa para quienes se le acercaban. La táctica hipócrita del fascismo consistía en simular que gozaba de libertad, para los efectos del exterior, mientras una barrera policíaca lo tenía confinado en su domicilio sin poder moverse. Su compañera Elena Melli y su hija Gemma eran custodiadas y seguidas a todas partes al salir de casa.

Estas medidas de carácter preventivo no impedían las otras de índole represiva. De vez en cuando se procedía a hacerle registros. Se le quitaba algún libro o artículo en preparación, alguna carta, etc. Así se llevó la policía un artículo sobre determinismo, en francés, que había escrito para la Encidopédie Anarchiste de Sebastián Faure. Otra vez se le recogió otro trabajo sobre ciencia y anarquía, en inglés, listo para mandarlo. No faltaron incidentes más graves.

En 1928, después de la explosión de una bomba en la plaza de Julio César, en Milán, se detuvo a su compañera Melli, por el solo hecho de que ésta había vivido en dicha ciudad, donde pasó en la cárcel varios meses, con el solo fin de amargar la existencia a Malatesta. En tal situación su salud siempre incierta se agravó. El médico le recomendó que pasara unos días cerca del mar y allí se fue. Pero la policía detenía a todos los que se le acercaban, y el que lo hospedaba fue agredido y vapuleado. La cosa se repetía y agravaba cada vez que por recomendación médica intentaba salir de Roma. Para evitar estos  accidentes optó por no salir de su casa y no comprometer a nadie.

El 25 de abril de 1931 escribía lo siguiente a Luis Fabbri: “Tengo fiebre (no te alarmes, hablo metafóricamente) por las cosas de España. Me parece que la situación presenta grandes posibilidades y quisiera irme allá. Me enfurece el estar encadenado”. ¡Se comprende perfectamente! Junto con Bakunin habían tenido siempre esperanzas de una posible revolución española. Precisamente por aquellos días algunos compañeros españoles habían trazado un proyecto para organizar su fuga de Italia, pero la divulgación de ciertos rumores y estúpidas publicaciones periodísticas, hicieron que la vigilancia fuese aún más severa a su alrededor.

Sería demasiado extenso publicar todo lo que salió de su pluma a partir de 1926, en colaboración a la prensa anarquista. La mayor parte de sus trabajos aparecieron en “II risveglio anarchico”, de Ginebra, y no pocos en “L’Adunata dei Refrattari” de Nueva York, donde precisamente apareció su último trabajo, en orden de fecha, sobre el llamado “reviosionismo anarquista”, el 12 de marzo de 1932. Mandó otros trabajos a “La lotta umana” y “Le Libertaire” de París; en “Studi Sociali” de Montevideo, y “Probuzhdenie”, revista rusa que se publicaba en Detroit, y en otras ignoradas. Algunos de estos escritos son muy importantes, como el referente a la Plataforma anarquista, de un grupo de compañeros rusos (1927), un estudio sobre El régimen de la propiedad después de la revolución (1929), otro en relación con La misión de los anarquistas en el momento actual (1930), uno de recuerdos y críticas sobre Pedro Kropotkin (1931). Desde el punto de vista histórico es un largo prefacio al libro de Max Nettlau, Bakunin e I’lnternazionale en Italia, Ginebra, 1928.

En la primavera de 1931 tuvo una nueva recaída de su enfermedad bronquial y al invierno empeoró. Al llegar el año nuevo de 1932 escribía una postal a Luis Fabbri diciéndole: “Aquí se hiela uno, material y en sentido figurado; yo estoy aterido por dentro y por fuera”. Tenía momentos de sofocación y para aliviarse recurría al oxígeno. Su voluntad luchaba con energía contra el mal y al sentirse aliviado mandaba cartas más serenas a sus amigos, y empezaba de nuevo algún artículo. Al sentirse mal no quería separarse de su escritorio, ya que para él, la mesa, la silla y la pluma representaban la vida. También el 21 de julio por la mañana, víspera de su muerte, comió con los suyos, como de costumbre leyó la prensa y se hizo leer la correspondencia, por Elena. Escribió algunas tartas y fijó en el papel algunos pensamientos breves sobre la sociedad y el individuo, que muestran aún su habitual lucidez de inteligencia. Por la noche empeoró y a la mañana entró en agonía, su corazón resistía cada vez menos y a las 12 y minutos del 22 de julio de 1932 cesó de latir. ¡Enrique Malatesta había muerto!

En la lucha contra el fascismo tomaron parte muy activa los anarquistas, tanto en el interior de Italia como en el exilio, donde se prodigaron en publicaciones e intensificaron la propaganda, fusionándose en muchas ocasiones con las organizaciones autóctonas de los lugares donde residieron.

A la caída del régimen, fascista, al terminar la Segunda Guerra Mundial, se inició un vigoroso resurgimiento del movimiento anarquista, apareciendo de inmediato varias publicaciones, entre las que se destacaron “Umanitá Nova" como periódico semanario, y “Volonta”, como revista mensual. Algunos viejos militantes volvieron al país y se reincorporaron al movimiento, como Armando Borghi, quien asumió pronto la dirección de “Umanitá Nova”.

 

Constitución de la Federazione Anarchica Italiana

En reunión nacional de grupos anarquistas de Italia celebrada en Carrara, el 15 y 18 de septiembre de 1945, y después en Bolonia, del 15 al 20 de mayo de 1947, se constituyó la Federazione Anarchica Italiana.

La declaración constitutiva dice así:

«“Considerada la necesidad de establecer la forma de un trabajo conjunto sin que la acción común sufra impedimentos en su desarrollo;”

“Convencido que tal organización debe de mostrar la gran vitalidad del movimiento y la más alta eficiencia que fuere posible conseguir con los métodos libertarios, en contraste con la inercia característica de los partidos políticos que fundamentan su organización en la jerarquía y la obediencia”.

“Seguros de la posibilidad de organizar el movimiento sobre la base de múltiples asambleas, de donde resulta la máxima libertad y el establecimiento de libres contactos que respeten la autonomía máxima de los compañeros y de los grupos, a la vez que coordinen sus esfuerzos sobre la base de acuerdos ampliamente discutidos y libremente aceptados;”

“Decididos a colaborar con todos los anarquistas, incluso con aquellos que no quieran participar en su organización, los grupos anarquistas de Italia”.

 

Reglamentos de la Federazione Anarchica Italiana

Acuerdan:”

“La constitución de la Federazione Anarchica Italiana y se comprometen a trabajar activamente cada quien en su propia localidad, según las normas detalladas en los siguientes lineamientos:”

Los grupos.”

“Los grupos anarquistas se constituyen inicialmente por el núcleo de pocos compañeros que se conocen bien entre sí. Cualquier nuevo adherente al grupo debe ser avalado por dos compañeros militantes conocidos”.

Federaciones.”

“Las federaciones locales (Federazione comunale, por llamársele en Italia comuna a cada municipio), que recogen en su seno todos los grupos constituidos en una misma localidad, a la cual se podrán agregar los compañeros de localidades vecinas en las que no existan grupos”. 

“Las federaciones regionales agruparán en su seno a todos los grupos y federaciones locales de una misma región, en las cuales podrán agruparse los compañeros de las localidades donde no existan agrupaciones locales”.

“La Federación Nacional agrupará en su seno a todos los grupos anarquistas italianos”.

“Sin ningún poder de mando y sin ninguna dependencia jerárquica, todas las federaciones, los grupos y los compañeros, conservando intacta su plena autonomía, concuerdan en el hecho de que todas las decisiones y programas de trabajo deben ser acordados por las asambleas”.

Asambleas.”

“Se estima conveniente que todos los grupos celebren semanalmente reunión o asamblea de todos sus componentes”.

“También se recomienda que se celebren asambleas mensuales de los delegados de grupo de cada federación local”.

“Asimismo se cree imprescindible que se celebren trimestralmente asambleas de los delegados de los grupos de cada federación regional”.

“También deben celebrarse asambleas semestrales de los delegados de las federaciones regionales de toda Italia”.

“Y, por último, anualmente deberán celebrarse asambleas de los delegados de los grupos de toda Italia (Plenum nationale)”.

“Los delegados de grupo, como los delegados de federaciones regionales son nombrados alternativamente, ya que ningún cargo puede ser permanente. Estos delegados deben exponer en las reuniones a que asistan las opiniones y las orientaciones colectivas de su grupo o federación, disfrutando, empero, de un razonable grado de libertad para adaptar tales orientaciones a las de otros compañeros”.

“Siempre que sea posible, la Asamblea buscará la forma de que los acuerdos sean tomados por unanimidad, comprendiendo cada una de las razones de las opiniones de los otros”.

“Cargos.”

“Las asambleas de grupo, de federaciones y la Asamblea Nacional nombrarán una vez al año una comisión de correspondencia compuesta de tres o más compañeros, cada uno de ellos con el encargo exclusivo de asegurar el contacto, tanto nacional como internacionalmente, y convocar las reuniones extraordinarias que sean necesarias. Esta comisión de correspondencia tendrá también un administrador que será depositario de los fondos comunes y de los cuales habrá de dar cuenta a la Asamblea”.

“Cada seis meses un miembro de la Comisión de Correspondencia será renovado”.

“Para trabajos especiales (acción sindical, defensa, agitaciones particulares, prensa, estudios especiales, etc.), la Asamblea podrá delegar cada vez grupos de tres o más compañeros preparados para la empresa a realizar, con el empeño de incluir, siempre que sea posible, a compañeros jóvenes para que éstos vayan adquiriendo experiencia en la lucha y el desarrollo de las ideas”.

“Cada seis meses la misma Asamblea renovará a uno de los componentes de estas comisiones especiales si el encargo que se les hizo requiere mayor tiempo para su realización”.

“En cualquier momento el cargo adjudicado a un compañero es revocable por decisión de la misma asamblea que, lo designó, si así lo propone cualquier compañero de su grupo o de otro grupo de la federación”.

“Ningún cargo autoriza para dar órdenes para la acción de compañeros o de grupos, salvo en casos excepcionales en los cuales sea expresamente decidido por la Asamblea”.

“Todos los cargos se consideran como voluntarios, sin ninguna retribución, ya que no existen funcionarios en el seno de la Federación Anarquista italiana”.

“En casos especiales puede admitirse que un compañero esté obligado a dedicar todo su tiempo al movimiento por un periodo determinado, en cuyo caso le corresponderá una retribución no superior al salario medio de los trabajadores de la región”.

Varios.”

“La Federación Nacional se denominará, de hoy en adelante, Federazione Anarchica italiana”.

“En caso de que un compañero haya de trasladar su residencia a otra localidad, su grupo deberá proveerlo de una credencial”.

“Los grupos y las federaciones podrán, cuando lo consideren útil, tener una bandera como medio de reconocimiento público y colectivo”.

Financiamiento.”

“No se establece contribución fija. En todas las asambleas de grupo o federaciones, un compañero o varios designados por esta labor recogerán los donativos voluntarios de todos los asistentes, según las posibilidades de cada quien, y lo entregarán al administrador”».

El anarquismo italiano ha sido muy rico en publicaciones

El movimiento anarquista italiano ha sido, tal vez, a través de toda la historia, el más rico en publicaciones, de entre todos los movimientos anarquistas nacidos en el orbe. En una detallada y rica bibliografía publicada en varios números de la revista “Cenit”, Ugo Fedeli registra la cantidad de 415 títulos diferentes de revistas y periódicos anarquistas aparecidos en lengua Italiana hasta 1953.

Las características de esta obra no permiten dedicar espacios exclusivos a biografías, dada la multitud inmensa de militantes anarquistas merecedores de figurar en un índice biográfico del anarquismo; no obstante, al hablar del anarquismo en Italia nos arrastra la tentación de incluir los siguientes datos sobre la personalidad de Pedro Gori, escritos por Rodolfo Rocker:

«“Pedro Gori era una de las figuras más románticas del anarquismo italiano, cuya muerte prematura dejó un vacío en el movimiento que no pudo ser colmado hasta hoy. Abogado de oficio, como Saverio Merlino, se ocupaba siempre en la defensa de presos políticos. Gori era, sin duda, uno de los oradores más poderosos que ha producido Italia. Compañeros que lo conocían bien del país nativo, me contaron que a sus numerosas conferencias concurrían conocidos políticos de los partidos más diversos, e incluso estadistas, para escuchar a un maestro consumado del idioma, al que no podían dejar de mostrar su admiración. Su depurado talento poético le permitía forjar imágenes de belleza perfecta, que daban a sus manifestaciones ingeniosas un encanto irresistible y que se grababan profundamente en cuantos lo escuchaban. Asistí a algunas de sus conferencias que solía pronunciar en Grafton Hall y en otros lugares, y siempre recibía la misma impresión. Después de hablar unos minutos, seducía a sus numerosos oyentes tan por completo con el hechizo de su palabra que nadie podía escapar a su influencia. La apariencia externa del hombre, su sola presencia, contribuía mucho a ahondar las impresiones recibidas. Su alta talla esbelta, el rostro expresivo, que cuando peroraba se iluminaba como si tuviera rayos interiores, poseía algo tan raramente atractivo que era muy difícil escapar a su influencia”.

 

La gran personalidad de Pedro Gori

“Gori vivió durante su permanencia en Londres en condiciones muy precarias, como la mayoría de los fugitivos italianos de aquel tiempo. Habitaba en una zona muy pobre, entre King Gross e Islington, en una de las callejas más estrechas y sórdidas de aquel lugar, en gran parte poblada por un estrato de población que no disfrutaba entre la policía de buena reputación. Otros no hubieran hallado adecuada tal vecindad, pero Gori no fue nunca molestado. Tal vez la circunstancia de que la casa en que vivía estaba vigilada siempre por agentes de policía inglesa, que le seguían a todas partes, era una especie de salvoconducto para él, pero la población de este mundo dudoso tuvo la idea de que pertenecía a su gremio y que se había retirado allí por algún motivo”.

“La pequeña habitación en que vivía era bastante lóbrega y de espantosa frialdad. Aparte de una estrecha camita de hierro, de una pequeña mesa y de un par de sillas, no había ningún otro mobiliario en aquel local desierto. Pero desde ese agujero miserable han surgido canciones ardientes, cantadas luego por el proletariado revolucionario de Italia. El alma alerta del poeta ilumina cualquier ambiente”».

Actualmente (diciembre de 1983) el movimiento anarquista italiano puede considerarse como uno de los más importantes que cuenta el anarquismo internacional. Además de “Unamitá Nova” se publican varios periódicos y dos revistas muy importantes -“A. Rivista Anarchica” y “Volontá”- que aunque difieren en formato y orientación, ambas enaltecen al movimiento por su gran calidad en contenido y presentación, donde una respetable cantidad de profesores e intelectuales, como Nico Berti, Gino Cerrito, Iván Guerini, Verónica Vaccaro, y muchos más exponen sus inquietudes y conocimientos. Existen, además, fuertes editoriales específicamente anarquistas que publican abundante literatura clásica y nueva sobre anarquismo. Y algo realmente digno de mencionar y admirar son los convegnos (seminarios o simposium) sobre diversos tópicos, estudiados bajo el prisma de las ideas anarquistas, siendo recogidos en hermosos libros los trabajos presentados, enriqueciendo grandemente la bibliografía del anarquismo.

 

 

RUSIA

Hasta la Revolución de 1917 el movimiento anarquista tuvo una considerable importancia y representó una de las fuerzas revolucionarias más activas y determinantes. No obstante, a pesar de que las dos más grandes figuras del anarquismo mundial nacieron en Rusia -Miguel Bakunin y Pedro Kropotkin- no alcanzó en aquel país la gran preponderancia entre las multitudes laboriosas que llegó a tener en otros lugares, como España, Italia y Argentina. Con todo, como veremos más adelante, tanto en los acontecimientos de 1905 cómo en 1917 el anarquismo estuvo presente como una de las principales fuerzas tratando de orientar la revolución hacia cauces verdaderamente libertarios... pero el comunismo autoritario, más audaz, cumpliendo su papel tiránico, logró arrebatar la Revolución a las grandes multitudes y modeló el Estado más absolutista y aniquilador de toda la historia.

A mediados del siglo pasado, económicamente el país se encontraba en un estado de feudalismo agrario. Las ciudades, aparte de San Petersburgo, Moscú, y algunas otras en el- sur, estaban poco desarrolladas. El comercio y, sobre todo, la industria, vegetaban. La verdadera base de la economía era la agricultura, de la que vivía el 95 por ciento de la población. Pero la tierra era propiedad del Estado y de los grandes terratenientes. Los campesinos sólo eran los siervos de estos señores, quienes poseían verdaderos feudos heredados de sus antepasados, quienes, a su vez, los habían recibido del soberano, primer propietario, en reconocimiento de los servicios prestados, militares, administrativos u otros. EI señor tenía derecho de vida y muerte sobre sus siervos. No sólo les hacía trabajar como esclavos, sino que podía también venderlos, castigarlos, martirizarlos, e incluso matarlos, casi sin inconveniente alguno para él. Esta servidumbre de 75 millones de esclavos era la base económica del Estado.

 

Estructura de la sociedad rusa

Esta sociedad se componía así: arriba, los amos absolutos: el zar, su numerosa parentela, su corte fastuosa, la nobleza y los magnates de la burocracia, de la casta militar y del clero. Abajo, los esclavos: siervos campesinos y la plebe de las ciudades, sin noción alguna de vida cívica, sin derechos, sin la menor libertad. La clase media la constituían mercaderes, funcionarios, empleados y artesanos.

El nivel cultural era poco elevado, pero conviene señalar un notable contraste entre la simple población trabajadora, rural y urbana, inculta y miserable, y las clases privilegiadas, cuya educación e instrucción era bastante avanzada.

La servidumbre campesina era la llaga purulenta del país. Hacia fines del siglo XVIII, algunos hombres de carácter noble y elevado protestaron contra este horror y pagaron cara su audacia. Los campesinos se sublevaban una y otra vez contra sus amos, en numerosas revueltas locales contra tal o cual señor demasiado despótico. En el siglo XVII, la sublevación de S. Rasin, y en el XVIII, la de Pugachov, por su extensión, aunque fracasaron, causaron graves trastornos al gobierno zarista, y casi quebrantaron todo su sistema. Ambos movimientos, espontáneos y sin un objetivo determinado, fueron dirigidos, sobre todo, contra los enemigos inmediatos: la nobleza terrateniente, la aristocracia urbana y la administración venal. No fue formulada ninguna idea general para suprimir el sistema social y reemplazarlo por otro más justo y humano. Más adelante el gobierno consiguió, empleando astucia y violencia, con ayuda del clero y otros elementos reaccionarios, subyugar a los campesinos de manera completa, incluso psicológicamente, de tal forma que toda rebelión más o menos vasta resultó durante mucho tiempo casi imposible.

 

El primer movimiento de los decembristas

El primer movimiento francamente revolucionario, el de los decembristas (1825), fue dirigido contra el régimen, y su programa iba, en lo social, hasta la abolición de la servidumbre y, en lo político, a la instauración de una república o régimen constitucional. Tuvo lugar cuando el emperador Alejandro I murió sin dejar heredero directo. La corona, rechazada por su hermano Constantino, pasó al otro hermano, Nicolás. Dicho movimiento no surgió de las clases oprimidas, sino de los ambientes privilegiados. Los conspiradores, aprovechando los titubeos de la dinastía, ejecutaron sus proyectos, preparados desde hacía tiempo, y arrastraron a la rebelión, que estalló en San Petersburgo, a algunos regimientos de la capital y a oficiales del ejército imperial. Fue desbaratada tras un breve combate en la plaza del Senado entre los insurrectos y las tropas fieles al gobierno.

El nuevo zar, Nicolás I, muy impresionado por la rebelión, dirigió en persona la investigación, que fue lo más minuciosa posible. Se indagó, se registró, hasta descubrir a los más lejanos y platónicos simpatizantes del movimiento. La represión en su deseo de ser ejemplar, definitiva, llegó hasta el colmo de la crueldad. Los cinco principales cabecillas perecieron en el patíbulo, centenares de hombres fueron a presidio o huyeron al exilio.

Este motín del mes de diciembre dio a sus realizadores el nombre de decembristas. Casi todos pertenecían a la nobleza o a otras clases privilegiadas. La mayoría había recibido educación e instrucción superiores. Hombres de inteligencia y sensibilidad hicieron suyas las protestas de sus precursores del siglo XVIII, las tradujeron en actos: Uno de sus adictos, Pastel, desarrolló en su programa algunas ideas vagamente socialistas. El célebre poeta Puschkin (nacido en 1799) también fue simpatizante.

Una vez vencida la rebelión, el nuevo emperador, Nicolás I, amedrentado, extremó el régimen despótico, burocrático y policial del Estado ruso.

En un país tan grande y prolífero como Rusia, la juventud era numerosa en todas las clases de la población. ¿Cuál era su mentalidad en general? Aparte de la campesina, las jóvenes generaciones más o menos instruidas profesaban ideas avanzadas. Los jóvenes de mediados del siglo XIX admitían difícilmente la esclavitud de los campesinos. El absolutismo zarista los soliviantaba. El estudio del mundo occidental, que ninguna censura conseguía impedir y proporcionaba el gusto del fruto prohibido, excitó su pensamiento.

En lo económico, el trabajo de los siervos y la ausencia de toda libertad, no respondían ya a las exigencias incipientes de la época.

La intelectualidad, sobre todo la de la juventud, se mostró hacia fines del reinado de Nicolás I como teóricamente emancipada, y se alzó decidida contra la servidumbre y el absolutismo. Nació la famosa corriente nihilista y, en consecuencia, el agudo conflicto entre los padres, conservadores, y los hijos, resueltamente avanzados, que Turgueniev (1818-1883) describió magistralmente en su novela Padres e Hijos.

El término nihilismo fue introducido en la literatura y luego en la lengua rusa por el célebre novelista a mediados del pasado siglo. En una de sus novelas, Turgueniev calificó así a una corriente de ideas y no a una doctrina que se manifestó entre los jóvenes intelectuales rusos a fines de 1850, y la palabra entró pronto en circulación. Tuvo esa corriente un carácter esencialmente filosófico y, sobre todo, moral. Su influencia quedó siempre restringida y nunca pasó más allá del intelectualismo. Su actitud fue siempre personal y pacífica, lo que no le impidió estar animada de un gran aliento de rebelión individual, de un sueño de felicidad para toda la humanidad. No se extendió fuera del dominio de la literatura y de las costumbres, ya que ello era imposible bajo el régimen de entonces. Pero no retrocedió ante ninguna de las conclusiones lógicas, que formuló y procuró aplicar individualmente como regias de conducta. Emancipación completa del individuo de todo cuanto atente a su independencia o a la libertad de su pensamiento. Tal fue la idea fundamental del nihilismo. Defendía así el derecho del individuo a una entera libertad y a la inviolabilidad de su existencia, para ambos, sexos.

 

Las esencias del nihilismo

A pesar de su carácter esencialmente individual y filosófico, pues defendía la libertad del individuo de una manera abstracta mucho más que contra el despotismo que entonces reinaba, el nihilismo preparó la lucha contra el obstáculo real e inmediato, en favor de una emancipación concreta, política, económica y socia). ¿Qué hacer para liberar efectivamente al individuo? El nihilismo se planteó esta interrogante en el terreno de las discusiones puramente ideológicas y en el de las realizaciones morales. La acción inmediata para la emancipación fue planteada por la generación siguiente en el transcurso de los años 1870-1880. Entonces se formaron en Rusia los primeros grupos revolucionarios y socialistas. La acción comenzó. Pero no tenía nada de común con el nihilismo de antes, cuyo nombre permaneció en lengua rusa como un término histórico y un recuerdo ideológico de los años 1860-70. Que se llame nihilismo a todo el movimiento revolucionario ruso anterior al bolchevismo y se hable de un partido nihilista, es, pues, un error debido al desconocimiento de la verdadera historia revolucionaria de Rusia.

A partir del año 1860, las reformas se sucedieron a ritmo rápido e ininterrumpido. Las más importantes fueron la abolición de la esclavitud en 1861, la constitución de tribunales de Estado, compuestos por funcionarios.

Todas las fuerzas y, en particular, los intelectuales, se precipitaron a una actividad que la nueva situación hada posible. Las municipalidades se consagraron con mucho ardor a la creación de una extensa red de escuelas primarias de tendencia laica, aunque vigiladas por el gobierno. La enseñanza de la religión era obligatoria, y el pope, en ellas, era importante. Con todo, se beneficiaban de cierta autonomía. El cuerpo docente era reclutado por los consejos urbanos y rurales entre los intelectuales avanzados.

Por importantes que fueran, en relación con la situación anterior, las reformas de Alejandro II, no dejaban de ser tímidas y muy incompletas para las aspiraciones de los avanzados y para las verdaderas necesidades del país. Para ser eficientes e infundir al pueblo un verdadero impulso, debieron ser completadas, al menos, por el otorgamiento de algunas libertades y derecho civiles: libertad de prensa y de palabra, derecho de reunión y de organización, etc., pero en este aspecto nada cambió. La censura apenas fue menos absurda. En el fondo, la prensa y la palabra permanecieron reprimidas. Ninguna libertad fue concedida; la clase obrera naciente no tenía ningún derecho; la nobleza, los propietarios de la tierra y la burguesía continuaron siendo las clases dominantes y, sobre todo, el régimen absolutista se conservó intacto. Por otra parle, fue justamente el miedo a un posible resquebrajamiento lo que, por una parte, incitó a Alejandro II a arrojar al pueblo el hueso de las reformas; pero, por otra, le impidió extenderlas más a fondo. Ellas estuvieron lejos de brindar una satisfacción al pueblo.

 

Kropotkin en el círculo Tchaykousky

Los mejores representantes de le juventud intelectual comprendieron esta situación lamentable, tanto más cuanto que los países occidentales gozaban ya de un régimen político y social relativamente avanzado.

Como de costumbre, desafiando y engañando a la censura (los funcionarios carecían en mucho de instrucción y de inteligencia para comprender la sutilidad y la variedad de los procedimientos), los mejores periodistas de la época, tales como Chernishevski, que finalmente pagó su audacia con trabajos forzados, lograron propagar las ideas socialistas en los medios intelectuales mediante artículos en revistas, escritos de manera convencional. Ellos instruían así a la juventud, poniéndola regularmente al corriente de los movimientos ideológicos y de los acontecimientos políticos y sociales del exterior.

Es, pues, natural que, alrededor de esos años, se hayan formado grupos clandestinos para luchar activamente contra el régimen abyecto y, ante todo, para extender la idea de la liberación política y social entre las clases laboriosas. Estos grupos se componían de jóvenes de ambos sexos, que se dedicaron enteramente, con gran sacrificio, a la tarea de “despertar la conciencia de las masas trabajadoras”.

Pedro Kropotkin dice en Memorias de un revolucionario, al explicar los acontecimientos que vivió a su regreso a Rusia, después de haber pasado una temporada en Suiza, donde entró en estrecha relación con las figuras más sobresalientes de la tendencia libertaria de la Internacional de los Trabajadores:

«”Poco después de mi regreso, Kelnitz me invitó a ingresar en un círculo, que era conocido entre los jóvenes por el de «Tchaykousky», el cual, bajo este nombre, desempeñó un importante papel en la historia del movimiento social en Rusia, y con el que también pasará a la posteridad. «Sus miembros -me dijo mi amigo- han sido hasta ahora en su mayoría constitucionales; pero son buenas gentes, dispuestas en favor de toda noble idea; tienen muchos amigos en todo el país, y más adelante veréis lo que se puede hacer». Yo ya conocía a Tchaykousky y algunos otros miembros de este círculo. Aquél había ganado mi afecto desde nuestra primera entrevista, permaneciendo nuestra amistad inalterable durante veintisiete años”.

“Dicha sociedad empezó por un grupo insignificante de jóvenes de ambos sexos entre los que se hallaba Sofía Perouskaya, quien entró en él con objeto de mejorar y perfeccionar su educación; y en su seno se encontraba también el amigo antes mencionado. Aquel número limitado de amigos había juzgado, muy cuerdamente, que el desarrollo moral del individuo debe ser la base de toda organización, cualquiera que sea el carácter político que adopte después y el programa de acción que siga en el curso de los futuros acontecimientos. A esto fue debido que el círculo de Tchaykousky, ensanchando gradualmente su campo de operaciones, se extendiera tanto en Rusia y adquiriera tan importantes resultados, y, más tarde, cuando las feroces persecuciones del gobierno crearon una lucha revolucionaria, produjera esa notable clase de hombres y mujeres que tan gallardamente sucumbieron en la terrible contienda que empeñaron contra la autocracia”.

“En esa época, sin embargo -esto es, en el 72-, el círculo no tenía nada de revolucionario. Si se hubiera limitado a no ser más que una sociedad de mejoramiento mutuo, pronto se hubiera petrificado como un monasterio. Pero no fue así; sus miembros se dedicaron a un trabajo útil, empezando a distribuir libros buenos. Compraron ediciones enteras de las obras de Lasalle, Berbi (sobre el estado de la clase obrera en Rusia), Marx, libros de historia rusa y otras publicaciones del mismo género, repartiéndolas entre los estudiantes de las provincias. A los pocos años no había población de importancia en “treinta y ocho provincias del imperio ruso”, según el lenguaje oficial, donde este círculo no contase con un grupo de compañeros ocupados en la distribución de esa clase de literatura. Gradualmente, siguiendo el impulso general de la época, y estimulado por las noticias que venían de la Europa occidental referentes al rápido crecimiento del movimiento obrero, él se fue haciendo cada vez más un centro de propaganda socialista entre la juventud ilustrada, y un intermediario natural para los miembros de los círculos provinciales, hasta que llegó un día en que se rompió el hielo que separaba a los estudiantes de los trabajadores, estableciéndose relaciones directas entre ambos, lo mismo en San Petersburgo que en algunas provincias. Siendo entonces cuando yo ingresé en dicha agrupación en la primavera de 1872”.

“EI círculo prefería permanecer siendo un grupo de amigos íntimamente unidos, y jamás encontré en ninguna otra parte tal, número de hombres y mujeres superiores como aquellos que conocí al asistir por primera vez al círculo de Tchaykousky, sintiendo una verdadera satisfacción al recordar que fui admitido en su seno”.

“Cuando entré de socio en aquel círculo, hallé a sus miembros discutiendo acaloradamente la dirección que debían dar a su actividad. Unos eran partidarios de que se continuara haciendo propaganda radical y socialista entre la juventud ilustrada, en tanto que otros opinaban que el único objeto de este trabajo debería ser el preparar a hombres que fueran capaces de levantar a las grandes e inertes clases trabajadoras, debiendo, por consiguiente, dedicar todas sus energías a la propaganda entre los campesinos y los obreros de las poblaciones. En todos los círculos y grupos que en aquel tiempo se formaron a centenares en San Petersburgo y en provincias, se discutía el mismo tema, y en todas partes la segunda proposición prevaleció sobre la primera”.

 

Actividades del círculo de Tchaykousky

“Si nuestra juventud únicamente hubiera aceptado el socialismo en abstracto, se hubiese dado por satisfecha con una simple declaración de principios, incluyendo, como aspiraciones lejanas, «la posesión en común de los instrumentos de producción». Y con sostener al mismo tiempo alguna clase de agitación política. Muchos socialistas políticos de la clase media en el Occidente de Europa y en América se conformaban con seguir tal dirección. Pero nuestra juventud había comprendido el socialismo de otra manera; no eran socialistas teóricos; habían aprendido el socialismo viviendo lo mismo que los trabajadores; no haciendo distinción entre “lo tuyo y lo mío” en sus círculos, y negándose a gozar en provecho propio las riquezas que heredaron de sus padres. Habían hecho, con relación al capitalismo, lo que Tolstoi indica debiera hacerse respecto a la guerra, cuando aconseja al pueblo que, en vez de criticarla y seguir usando el uniforme militar, se niegue cada uno por su parte a ser soldado y tomar las armas. De igual manera, nuestra juventud rusa de ambos sexos se negaba individualmente a aprovecharse con carácter personal de las rentas de sus padres. Este modo de identificarse con el pueblo era, indudablemente, necesario. Miles y miles de jóvenes, varones y hembras, ya habían abandonado sus hogares, procurando ahora vivir en los pueblos y poblaciones industriales de todos los modos posibles. No era este un movimiento combinado, sino de carácter general, de esos que ocurren en ciertos periodos del repentino despertar de la conciencia humana. Y ahora que se habían constituido pequeños grupos organizados, dispuestos a intentar un esfuerzo sistemático para difundir ideas de libertad y de rebeldía en Rusia, se veían obligados a extender esa propaganda entre las masas de los campesinos y los trabajadores de las ciudades. Varios escritores han tratado de explicar este «movimiento hacia el pueblo» por la introducción de influencias extrañas; «los agitadores extranjeros se hallan en todas partes», era una explicación muy generalizada. Verdad es que nuestra juventud oyó la poderosa voz de Bakunin, y que la agitación de la Asociación Internacional de Trabajadores ejerció en nosotros una influencia fascinadora. Sin embargo, el movimiento tenía un origen mucho más profundo; empezó antes que «los agitadores extranjeros» hablaran a la juventud rusa, y aun con anterioridad a la fundación de la Internacional. Tuvo sus comienzos en los grupos de Karagosoff en 1866; Turgueniev lo vio venir, y ya en el 59 lo indicó vagamente. Hice cuanto pude por impulsar el movimiento en el Círculo de Tchaykousky; pero me favoreció la marea que subía y era infinitamente más poderosa que cualquier esfuerzo individual”.

“Hablábamos con frecuencia, como es de suponer, de la necesidad de una agitación política contra nuestro gobierno absoluto. Ya entonces veíamos que los campesinos en masa eran arrastrados a una completa e inevitable ruina por lo absurdo de los impuestos y por la gran insensatez de confiscarles el ganado para cubrir los atrasos. Nosotros, los «visionarios», sentimos aproximarse esa total ruina de toda una población. Sabíamos cómo, en todas direcciones, era el país saqueado del modo más escandaloso; conocíamos y comprobábamos más y más diariamente de qué manera los funcionarios públicos despreciaban la ley y la crasa ignorancia que a muchos de ellos caracterizaba. Oíamos continuamente hablar de amigos cuyas casas eran asaltadas durante la noche por la policía, que desaparecían en las prisiones, y que -según después supimos- haban sido transportados, sin formación de causa, a algún oscuro pueblo de una remota provincia rusa. Comprendíamos, por consiguiente, la necesidad de la lucha política contra tan terrible poder, que trituraba las mejores fuerzas intelectuales de la nación; pero no hallábamos un terreno legal, o semilegal siquiera, donde poder dar la batalla”.

 

Represión contra la juventud revolucionaria

“La nueva generación, en su conjunto, era considerada como «sospechosa», y la anterior temía tener contacto con ella. Todo joven de tendencias democráticas, toda joven que siguiera un curso de enseñanza superior, era motivo de recelo para la policía de Estado, y denunciado por Kalkoff como un enemigo del Estado. Una muchacha con el cabello corto y lentes azules o un estudiante que llevase en invierno una manta escocesa en vez de un sobretodo, signos ambos de sencillez nihilista y costumbres democráticas, eran denunciados como «gente de poca confianza». Si la casa donde se hospedaba el estudiante era frecuentemente visitada por sus compañeros, la policía de Estado la registraba periódicamente. Tan corrientes eran estas irrupciones nocturnas en determinados alojamientos de estudiantes, que Kelnitz dijo una vez, con la suave ironía que le caracterizaba, al oficial encargado del registro: «¿A qué os molestáis en recorrer todos nuestros libros cada vez que venís a hacer un reconocimiento? Con tener una lista de ellos y confrontar los unos con la otra mensualmente, agregando aquella a los títulos de los nuevos, todo estaba terminado». El más pequeño indicio de que se ocupaba de política, bastaba para sacar a un joven de una escuela superior, tenerlo varios meses preso, y por último, mandarlo a alguna remota provincia de los Urales «por tiempo indefinido», como se acostumbraba decir en la jerga burocrática. Aun en la época en que el círculo de Tchaykousky no hacía más que distribuir libros aprobados por la censura, el amigo que daba nombre a aquél fue preso dos veces, pasando cuatro o seis meses en prisión, la segunda en un momento crítico de su carrera de farmacia. Sus investigaciones se habían publicado recientemente en el Boletín de la Academia de Ciencias, disponiéndose a pasar sus exámenes universitarios. Al fin fue puesto en libertad, porque la policía no pudo descubrir suficientes pruebas contra él para aplicarle el destierro a los Urales. «Pero si os volvemos a arrestar otra vez», le dijeron, «os enviaremos a Siberia.» Era, en verdad, un sueño favorito de Alejandro II el formar en alguna parte de las estepas una población especial, guardada noche y día por patrullas de cosacos, adonde se pudiera mandar a la juventud sospechosa, y constituir con ella una ciudad de diez o veinte mil habitantes. Sólo el temor de lo que semejante centro de población pudiera llegar a ser algún día, evitó que llevara a cabo este proyecto verdaderamente asiático”.

“Los dos años que pasé en el círculo de Tchaykousky, antes de que me prendieran, influyeron poderosamente en mi posterior modo de ser y de pensar, Durante estos dos años puede decirse que era vivir a alta presión: era experimentar esa exuberancia de vida en que se siente a cada momento el complejo latir de todas las fibras del yo interno, y se tiene conciencia de que vale la pena vivir, Me hallaba como en familia en una asociación de hombres y mujeres, tan íntimamente unidos por una aspiración común y tan amplia y delicadamente humanos en sus mutuas relaciones, que no puedo recordar ahora un solo momento en que un pasajero rozamiento viniese a turbar la armonía general. Los que conozcan por experiencia lo que es vivir en el seno de una agitación política, apreciarán el valor de lo manifestado”».

Así se formó un vasto movimiento de la juventud intelectual rusa, la cual, en número considerable, abandonando familia, bienestar y carrera, se lanzó hacia el pueblo, con el fin de contribuir a la comprensión de la realidad social en que vegetaba.

Cierta actividad terrorista contra los principales servidores del régimen tomó impulso. Entre 1860 y 1870 se cometieron algunos atentados contra altos funcionarios, incluso los fracasados contra el zar.

El movimiento se frustró. Casi todos los propagandistas fueron descubiertos por la policía, a menudo por indicación de los mismos campesinos, arrestados y enviados a prisión, al exilio o a trabajos forzados. El célebre proceso monstruo de los 193 coronó esta represión,

La juventud, desesperada, formó un grupo que se asignó como misión inmediata el asesinato del zar. Algunas otras razones apoyaron esta decisión. Se trataba de castigar públicamente al hombre que, con sus pretendidas reformas, se burlaba del pueblo. Interesaba también mostrar el engaño ante el pueblo, llamar su atención con un acto resonante, formidable, y demostrarle, con la supresión del zar, la fragilidad, la vulnerabilidad y el carácter fortuito y pasajero del régimen.

Se esperaba así asestar un golpe definitivo, de una vez por todas, a la leyenda del zar. Algunos iban más lejos y admitían que el asesinato del zar podría servir de punto de partida para una gran revuelta que, en el desorden general, condujera a una revolución y a la caída inmediatamente del zarismo.

El grupo se denominó Narodnaia Volia (Voluntad del Pueblo). Después de minuciosa preparación, el mismo llevó a cabo su proyecto: el 1º de marzo de 1881, el zar Alejandro II fue muerto en San Petersburgo, en una de sus salidas. Dos bombas le arrojaron los terroristas. La primera destruyó la carroza imperial, la segunda le arrancó ambas piernas al emperador, quien murió de  inmediato.

 

Muerte del zar Alejandro II

El acto no fue comprendido por las masas. Los campesinos apenas leían revistas, ni cosa alguna. Ignorantes, al margen de toda propaganda, estaban d fascinados desde hacía más de un siglo por la idea de que el zar quería su bien, pero que únicamente la nobleza se oponía por todos los medios a sus buenas intenciones.

La corte no manifestó tanta desolación. El joven heredero Alejandro, primogénito del emperador asesinado, ascendió inmediatamente al trono. Los jefes del partido Narodnaia Volia, los organizadores y los ejecutores del atentado, fueron rápidamente encontrados, detenidos, juzgados y ejecutados. Uno de ellos, el joven Grinevetski -quien precisamente había lanzado la segunda bomba decisiva- mortalmente herido él mismo por la metralla, murió casi en el acto. Se colgó a Sofía Perovskaia, Jeliabov, Kibalchich -el famoso técnico del partido, quien fabricó las bombas-, Michailov y Ryssakov.

Medidas persecutorias y de represión, excepcionalmente extensas y severas, redujeron pronto al partido a completa impotencia. Todo volvió al orden.

En esas condiciones, la actividad revolucionaria tenía que renacer, lo que ocurrió en seguida. Pero el aspecto y la tendencia de estas actividades se transformaron totalmente bajo la influencia de nuevos factores económicos, sociales y psicológicos.

 

Expansión de las ideas socialistas

A pesar de todos los obstáculos, las ideas socialistas y sus primeros resultados concretos fueron conocidos, estudiados y practicados clandestinamente en Rusia. La literatura legal, por su parte, se ocupaba del socialismo empleando un lenguaje desfigurado. En aquella época reaparecieron las famosas revistas donde colaboraban los mejores periodistas y escritores y en las que regularmente se trataban los problemas sociales, las doctrinas socialistas y los medios de realizarlas.

La importancia de estas publicaciones en la vida cultural del país fue excepcional. En las bibliotecas era preciso inscribirse por anticipado para obtener lo antes posible el número recién aparecido. Más de una generación rusa recibió su educación de aquellas revistas y la completaba con la lectura de toda clase de publicaciones clandestinas. Así fue cómo la ideología socialista, apoyándose, únicamente sobre la acción organizada del proletariado, vino a reemplazar las aspiraciones frustradas de los círculos conspiradores de años anteriores.

A fin de siglo, dos fuerzas claramente caracterizadas se lanzaban la una contra la otra, irreconciliables: la de la vieja reacción, que reunía en torno al trono las altas clases privilegiadas, nobleza, burocracia, terratenientes, militares, clero, burguesía naciente; la otra era la de la joven revolución, representada en los años 1890-1900 sobre todo por los estudiantes, pero que comenzaba a extenderse entre la juventud obrera de ciudades y regiones industriales.

El absolutismo, en lugar de ir al encuentro de las aspiraciones de la sociedad, decidió mantenerse por cualquier medio y suprimir no sólo todo movimiento revolucionario, sino también toda manifestación opositora. El gobierno de Nicolás II, para desviar el creciente descontento de la población, recurrió a una fuerte propaganda antisemita y luego instigó e incluso organizó las matanzas de judíos.

La situación política, económica y social de la población laboriosa permanecía estable. Expuestos, sin ningún medio de defensa, a la explotación creciente del Estado y de la burguesía, sin derecho alguno a unirse, a entenderse y a hacer valer sus reivindicaciones, a organizarse, a luchar, a declararse en huelga, los obreros continuaban sumidos en la esclavitud.

En el campo, la depauperación y el descontento crecían. Los campesinos -140 millones de hombres, mujeres y niños- eran considerados como ganado humano. Los castigos corporales perduraron, de hecho, hasta 1904, aunque habían sido abolidos por la ley de 1863. Falta de cultura general e instrucción elemental; maquinaria primitiva e insuficiente; carencia de crédito, protección y socorro; impuestos harto elevados; trato arbitrario, despreciativo e implacable por parte de las autoridades y las clases superiores; reducción continua de las parcelas de terreno a consecuencia de divisiones entre los nuevos miembros de las familias; competencia entre los campesinos acomodados y los propietarios de tierras, tales eran las múltiples causas de esa miseria. Incluso la comunidad campesina, el famoso mir, no alcanzaba a mantener a sus miembros. El gobierno de Alejandro III y el de su sucesor, Nicolas II, hicieron lo posible para reducir el mir a una simple unidad administrativa estrechamente vigilada y dirigida a látigo por el Estado, útil sobre todo para recoger o, mejor, arrancar por la fuerza los impuestos y los censos.

Desde 1900, a pesar de los esfuerzos de las autoridades, el campo revolucionario se amplió considerablemente. Los motines universitarios y obreros fueron pronto hechos corrientes; las universidades permanecían con frecuencia cerradas durante meses, por causa precisamente de esos motines sociales. Como reacción, los estudiantes, apoyados por los obreros, organizaban ruidosas manifestaciones en las plazas públicas. En San Petersburgo, la plaza de la catedral de Kazán se convirtió en el lugar clásico al que estas manifestaciones populares de estudiantes y obreros se dirigían entonando cantos revolucionarios y llevando, a veces, Banderas rojas desplegadas. El gobierno enviaba allí destacamentos de policía y de cosacos montados, que limpiaban la plaza y las calles vecinas a sablazos y latigazos.

La revolución conquistaba la calle.

De 1901 a 1905, el partido socialista revolucionario realizó varios atentados célebres; en 1902, el estudiante Balmachef asesinó a Sipiaguin, ministro del interior; en 1904, otro socialista revolucionario, el estudiante Sazonof, mató a von Plehve, el famoso y cruel sucesor de Sipiaguin; en 1905, el socialista revolucionario Kaliayef ejecutó al gran duque Sergio, Gobernador de Moscú.

Sucesión de los atentados

Simultáneamente existía una regular agitación anarquista poco conocida por la mayoría de la población; estaba representada por algunos grupos de intelectuales y obreros (y por campesinos del sur) sin un contacto permanente. Hacía asimismo agrupaciones anarquistas en San Petersburgo y en Moscú; algunas en el mediodía y en el oeste. La literatura libertaria llegaba clandestinamente desde el extranjero. Se distribuían, sobre todo, los folletos de Kropotkin quien, obligado a emigrar después de la derrota de la Narodnaia Volia, se había establecido en Inglaterra.

Los socialdemócratas pretenden haber sido los promotores del primer soviet. Y los bolcheviques se esfuerzan por arrebatarles tal primicia.

Ningún partido, ni organización ni conductor inspiró la idea del primer soviet. Este surgió espontáneamente como consecuencia de un acuerdo colectivo, en el seno de un pequeño grupo, fortuito y de carácter absolutamente privado. Lenin, en sus obras, y Bujarin en su ABC del Comunismo anotan que los soviets fueron creados espontáneamente por los obreros, dejando suponer que eran bolcheviques o por lo menos, simpatizantes.

(A continuación explica Volin extensamente las circunstancias que mediaron en su intervención en uno de los mítines del monje Capone, el célebre agitador que llevó a las multitudes a la catástrofe del histórico domingo sangriento. Jorge Nossar asistió al mitin y se interesó por Volin, en la forma en, que se detalle después.)

«“Pasaron unos días y la huelga continuaba casi general en San Petersburgo. Movimiento espontáneo, no fue desencadenado por ningún partido político, ni organismos sindicales (no los había entonces en Rusia), ni siquiera por un comité de huelga. Por propia iniciativa las masas obreras abandonaron fábricas y talleres. Los partidos políticos no supieron siquiera aprovechar la ocasión para apoderarse del movimiento, como solían, permaneciendo totalmente al margen”.

“En mi casa se reunían diariamente una cuarentena de obreros del barrio. La policía nos dejaba momentáneamente tranquilos, guardando, después de los recientes acontecimientos, una misteriosa neutralidad, que nosotros aprovechamos. Tratábamos de hallar medios de obrar. Mis alumnos decidieron, de acuerdo conmigo, liquidar nuestra organización de estudios, adherirse individualmente a los partidos revolucionarios y pasar así a la acción, pues todos considerábamos esos acontecimientos como prolegómenos de una revolución inminente. Una tarde -ocho días después del 9 pe enero- llamaron a mi puerta. Estaba solo. Entró un joven alto, de aspecto franco y simpático”.

“-¿Usted es Volin? –me preguntó. Y ante mi afirmativa, continuó-: Lo busco desde hace tiempo. Ayer, al fin, pude saber su dirección. Soy Jorge Nossar. Pasaré de inmediato al objeto de mi visita. He aquí de qué se trata. Asistí, el 8 de enero, a su lectura de la petición, y pude observar que usted no pertenece a ningún partido político”.

“–¡Exacto!”

“–Yo tampoco, pues desconfío de ellos. Soy revolucionario y simpatizo con el movimiento obrero. Pero no conozco a nadie entre los obreros. Cuento, eso sí, con muchísimas relaciones en los medios burgueses liberales opositores. Se me ocurrió entonces una idea. Sé que los, obreros, sus mujeres y sus hijos, sufren ya terribles privaciones a causa de la huelga. Los burgueses ricos a quienes conozco no desean nada mejor que socorrer a esos desdichados. En pocas palabras: yo podría recolectar, para los huelguistas, fondos bastante considerables. Se trata de distribuirlos de modo organizado, útil y equitativo. De ahí la necesidad de entablar relaciones con la masa obrera. Y he pensado en usted. ¿No podría de acuerdo con sus mejores amigos obreros, encargarse de distribuir entre los huelguistas y las familias de las víctimas del 9 de enero, las sumas que yo recolecte?”

“Acepté al punto. Había entre mis amigos un obrero que podía disponer de la camioneta de su patrono para visitar a los huelguistas y distribuir los socorros”.

“A la tarde siguiente reuní a mis amigos. Nossar se hallaba presente. Traía ya algunos millares de rublos. Nuestra acción comenzó en seguida. Durante algún tiempo esta tarea absorbía mi jornada. Por la tarde recibía de manos de Nossar, contra recibo, los fondos, y trazaba mi plan de visitas. Al día siguiente, ayudado por mis amigos, distribuía el dinero a los huelguistas. Nossar contrajo así amistad con los obreros que me visitaban”.

Raíces orgánicas del soviet

“Mientras, la huelga tocaba a su fin. Todos los días mayores grupos de trabajadores volvían a la labor. Y, al par, los fondos se agotaban. Y la grave interrogante apareció de nuevo: ¿Qué hacer? ¿Cómo proseguir la acción? ¿Y cuál ahora?”

“La perspectiva de separarnos sin un intento de continuar en una actividad común, nos parecía penosa y absurda. La decisión que habíamos adoptado de adherirnos individualmente al partido de nuestra elección, no nos satisfacía. Y buscamos otra cosa”.

“Nossar solía participar en nuestras discusiones. Es así como una tarde, en mi casa, donde se hallaba Nossar y, como siempre, muchos obreros, surgió entre nosotros la idea de crear un organismo obrero permanente, especie de comité, o más bien consejo, que vigilara el desarrollo de los acontecimientos, sirviera de vínculo entre los obreros todos, les informara sobre la situación y, llegado el caso, pudiera reunir en torno a él las fuerzas obreras revolucionarias”.

“No recuerdo exactamente cómo se nos ocurrió esa idea. Pero creo recordar que fueron los obreros mismos quienes la adelantaron”.

“La palabra soviet, que en ruso significa precisamente consejo, fue pronunciada por vez primera en tal sentido específico. Se trataba, en este primer esbozo, de una suerte de permanente actuación obrera social”.

“La idea fue aceptada, y en esa reunión misma se intentó establecer las bases de organización y funcionamiento. El proyecto adquirió prontamente cuerpo. Se resolvió llevarlo a conocimiento de los obreros de las grandes fábricas de la capital y proceder a la elección, siempre en la intimidad, de miembros de este organismo que se llamó, por primera vez, Consejo (soviet) de delegados obreros”.

El primer soviet había nacido”.

“El soviet de San Petersburgo fue integrado, tiempo después, por otros delegados de fábricas, cuyo número llegó a ser imponente”.

 

Nace el primer soviet

“Durante algunas semanas el soviet se reunió con bastante regularidad, pública y secretamente. Editó una hoja de información obrera: Noticias (Izvestia) del soviet de los delegados obreros. Al mismo tiempo dirigía el movimiento obrero de la capital. Nossar fue, por poco tiempo, como delegado de este primer soviet a la ya citada Comisión Chidlovsky. Desilusionado, la abandonó”.

“Algo más tarde, perseguido por el gobierno, este primer soviet debió cesar casi totalmente sus reuniones”.

“Durante la conmoción revolucionaria de octubre de 1905 el soviet, totalmente reorganizado, volvió a emprender reuniones públicas, y así se le conoció ampliamente. Se explica en parte el error corriente respecto a sus orígenes: Nadie podía saber lo que pasaba en la intimidad de una habitación privada. Nossar probablemente no conversó con nadie al respecto. Por lo menos, nunca lo hizo públicamente. De los obreros, ninguno tuvo la idea de ilustrar a la prensa”».

Antes de la revolución de 1917, el sindicalismo, excepto para algunos intelectuales eruditos, era totalmente desconocido. Se puede admitir que el soviet, forma rusa de organización obrera, fue prematuramente iniciado en 1905 y reconstituido en 1917, precisamente a causa de la ausencia de la idea del movimiento sindicalista. Si el mecanismo sindical hubiese existido, de él se habría valido el movimiento obrero.

Algunos grupos anarquistas existían en San Petersburgo y Moscú, en el Oeste y en el Centro. Los anarquistas de Moscú participaron activamente en los acontecimientos de 1905 y se hicieron notar durante la insurrección armada de diciembre.

Los doce años que separan la verdadera Revolución de su bosquejo, o la explosión del sacudimiento, no aportaron nada destacado desde el punto de vista revolucionario. Por lo contrario, fue la reacción la que triunfó bien pronto en toda la línea. Hubo, no obstante, algunas huelgas ruidosas y una tentativa de revuelta en la flota del Báltico, en Cronstadt, salvajemente reprimida.

La ausencia de hechos revolucionarios significativos no representó en absoluto la paralización del proceso revolucionario. Este continuaba trabajando intensamente en las mentes más inquietas. Mientras, todos los problemas vitales permanecían sin resolver. El país se encontraba en un callejón sin salida. Una revolución violenta y decisiva se hacía inevitable; sólo faltaban el impulso y las armas. En estas condiciones estalló la guerra de 1914, que ofreció precisamente al pueblo el impulso necesario y las armas indispensables.

En enero de 1917, la situación se hizo insostenible. El caos económico; la miseria del pueblo trabajador y la desorganización social llegaron a tal punto que los habitantes de las grandes ciudades, en Petrogrado especialmente, comenzaron a carecer de combustible, ropa, carne, manteca, azúcar y aun de pan.

En febrero, la situación se agravó. A pesar de los esfuerzos de la Duma, las asambleas provinciales, las municipalidades, los comités y las uniones, no sólo la población de las ciudades se vio ante el hambre, sino que el aprovisionamiento del ejército se hizo muy deficiente. Al mismo tiempo, el desastre militar fue completo.

A fines de febrero, era absoluta y definitivamente imposible, tanto material como moralmente, continuar la guerra. A la población laboriosa le era igualmente imposible procurarse víveres.

El 24 de febrero comenzaron los tumultos en Petrogrado. Provocados sobre todo por la falta de víveres, no parecía que fueran a agravarse. Pero al día siguiente, 25 de febrero de 1917, los acontecimientos se recrudecieron: los obreros de la capital, sintiéndose solidarios con el país entero, en extrema agitación desde semanas, hambrientos, sin pan siquiera, se lanzaron a las calles y se negaron a dispersarse.

 

Comienzan los tumultos revolucionarios

El gobierno, imprudente, envió contra los manifestantes policías, destacamentos de tropas a caballo y cosacos. Pero habrá pocas tropas en Petrogrado, salvo los reservistas poco seguros. Además, los obreros no se amedrentaron y ofrecían a los soldados sus pechos; tomaban a sus hijos en brazo y gritaban: “¡Matadnos, si queréis! ¡Más vale morir de un balazo que de hambre!...” Los soldados, con la sonrisa en los labios, trotaban prudentemente entre la muchedumbre, sin usar sus armas, sin escuchar las órdenes de los oficiales, que tampoco insistían. En algunos lugares los soldados confraternizaban con los obreros, llegando hasta a entregarles sus fusiles, apearse y mezclarse con el pueblo. Esta actitud de la policía y las tropas envalentonaba a las masas. No obstante, en ciertos puntos la policía y los cosacos cargaron contra grupos de manifestantes con banderas rojas. Hubo muertos y heridos.

El 26 de febrero por la mañana, el gobierno decretó la disolución de la Duma. Fue como la señal, que todos parecían esperar, para la acción decisiva. La novedad, conocida en todas partes en seguida, estimuló a la lucha; las manifestaciones se transformaron revolucionaria mente. “¡Abajo el zarismo! ¡Abajo la guerra! ¡Viva la Revolución!”, eran los gritos que enardecían a la muchedumbre, que adoptaba sucesivamente una actitud cada vez más decidida y amenazante.

La lucha fue encarnizada durante todo el 26 de febrero. En muchas partes la policía fue desalojada, sus agentes muertos y sus ametralladoras silenciadas. Pero, a pesar de todo, ella resistía con tenacidad.

El zar a la sazón en el frente, fue prevenido telegráficamente de la gravedad de los acontecimientos. En la espera, la Duma decidió declararse en sesión permanente y no ceder a las tentativas de su disolución.

La acción decisiva fue el 27 de febrero.

Desde la mañana, regimientos de la guarnición, abandonando toda vacilación, se amotinaron, salieron de sus cuarteles, armas en mano, y ocuparon algunos puntos estratégicos de la ciudad, después de pequeñas escaramuzas con la policía. La Revolución ganaba terreno.

Pronto la última resistencia de la policía fue quebrada. Las tropas revolucionarias se apoderaron del arsenal y ocuparon todos los puntos de la ciudad. Rodeados por una muchedumbre delirante, los regimientos, con sus banderas desplegadas, se dirigieron al Palacio Tauride, donde sesionaba la pobre cuarta Duma, y se pusieron a su disposición.

Poco más tarde, los últimos regimientos de la guarnición de Petrogrado y alrededores se sublevaron. El zarismo no tenía más fuerza armada leal en la capital. La población estaba libre. La Revolución triunfaba.

Se constituyó un gobierno provisorio, que comprendía miembros influyentes de la Duma, y que fue frenéticamente aclamado por el pueblo.

El interior se plegó entusiasta a la Revolución.

Algunas tropas, traídas del frente de batalla, por orden del zar, a la capital rebelde, no pudieron llegar. En las proximidades de la ciudad los ferroviarios se rehusaron a transportarlas y los soldados se indisciplinaron y se pasaron resueltamente a la Revolución. Algunos volvieron al frente, otros, se dispersaron tranquilamente por el país.

El mismo zar, que se dirigía a la capital por ferrocarril, vio detener su tren en la estación de Dno y dar, marcha atrás hasta Pskov. Allí fue entrevistado por una delegación de la Duma y por personajes militares plegados a la Revolución. Era necesario rendirse ante la evidencia. Después de algunas cuestiones de detalle, Nicolás II firmó su abdicación, por sí y por su hijo Alexis, el 2 de marzo.

Por un momento, el gobierno provisorio pensó en hacer subir al trono al hermano del ex emperador, el gran duque Miguel, pero éste declinó el ofrecimiento y declaró que la suerte del país y de la dinastía debía ser puesta en manos de una Asamblea Constituyente regularmente convocada.

El zarismo había caído.

El punto capital a destacar en tales hechos es que la acción de las masas fue espontánea, victoriosa, lógica y fatalmente, tras un largo periodo de experiencias vividas y de preparación moral. No fue organizada ni guiada por ningún partido político. Apoyada por el pueblo en armas (el ejército) triunfó. El elemento de organización debía intervenir, e intervino, inmediatamente después.

Otro punto importante es que, una vez más, el impulso inmediato y concreto fue dado a la Revolución por la imposibilidad absoluta para el país de continuar la guerra, imposibilidad que chocaba con la obstinación del gobierno. Esta imposibilidad resultó de la desorganización total, del caos inextricable en que la guerra hundió al país.

 

El gobierno frágil de Kerensky

El primer gobierno provisorio, esencialmente burgués, quedó, pues, reducido a una impotencia manifiesta, ridícula y mortal. El pobre hacía lo que podía para mantenerse: daba vueltas, se contradecía, se arrastraba. Esperando, arrastraba también los problemas más candentes. La crítica y la cólera general contra ese gobierno fantasma adquirían, día a día, más amplitud. Muy pronto la existencia se le tornó imposible. Apenas 60 días después de su solemne instalación, debió ceder su puesto sin lucha, el 6 de mayo, a un gobierno de coalición, con participación socialista, y cuyo miembro más influyente era A. Kerensky, socialista revolucionario muy moderado, más bien independiente.

Es entonces cuando Kerensky, jefe supremo de este tercer y luego de un cuarto gobierno, casi semejante al anterior, se transforma por algún tiempo en conductor, y el partido socialista revolucionario, en estrecha colaboración con los mencheviques, pareció erigirlo definitivamente como jefe de la revolución. Un paso más y el país habría tenido un gobierno socialista capaz de apoyarse sobre fuerzas efectivas: el campesinado, la masa obrera, una gran parte de los intelectuales, los soviets y el ejército. Sin embargo, no sucedió así.

Al llegar al poder, el último gobierno de Kerensky parecía muy fuerte. Y, en efecto, podía llegar a serlo.

A partir del 17 de octubre, el desenlace se aproxima. Las masas están prestas para una nueva revolución, como lo prueban los levantamientos espontáneos desde julio, el ya citado de Petrogrado y los de Kaluga y Kazán y otros de pueblo y de tropa, en diversos puntos.

EI partido bolchevique se ve, entonces, ante la posibilidad de apoyarse sobre dos fuerzas efectivas: la confianza de gran parte del pueblo y una fuerte mayoría en el ejército. Así pasa a la acción y prepara febrilmente su batalla decisiva. Su agitación produce efervescencia. Ultima los detalles de la formación de cuadros obreros y militares. Organiza también, definitivamente, sus propios equipos, y redacta la lista eventual del nuevo gobierno bolchevique con Lenin a la cabeza, quien vigila los acontecimientos de cerca y transmite sus últimas instrucciones. Trotsky, el activo brazo derecho de Lenin, llegado hacía varios meses de Norteamérica, donde residió desde su evasión de Siberia, participará en puesto destacado.

Los socialistas revolucionarios de izquierda actúan de acuerdo con los bolcheviques.

Los anarcosindicalistas y los anarquistas, poco numerosos y mal organizados, pero muy activos también, hacen todo lo que pueden para sostener y alentar la lucha contra Kerensky, no por la conquista del poder, sino por la organización y la colaboración libres.

Conocida la extrema debilidad del gobierno Kerensky y la simpatía de una aplastante mayoría popular, con el apoyo activo de la flota de Cronstadt, siempre a la vanguardia de la revolución, y de gran parte de las tropas de Petrogrado, el Comité Central del partido bolchevique fijó la insurrección para el 25 de octubre. El Congreso panruso de los soviets fue convocado para la misma fecha.

Los miembros del comité central estaban convencidos de que este congreso de mayoría bolchevique y obediente a las directivas del partido, debía proclamar y apoyar la revolución y reunir todas las fuerzas para hacer frente a la resistencia de Kerensky. La insurrección, se produjo el día señalado por la tarde, Y simultáneamente el congreso de soviets se reunió en Petrogrado. No hubo combate en las calles ni se levantaron barricadas.

Abandonado por todo el mundo, el gobierno Kerensky, asido a verdaderas quimeras, permanecía en el Palacio de Invierno, defendido por un batallón seleccionado, otro compuesto de mujeres y algunos jóvenes oficiales aspirantes.

En el curso de las crisis y las equivocaciones que se sucedieron hasta los acontecimientos de octubre de 1917 sólo tuvo preeminencia la concepción revolucionaria del bolchevismo. Sin referirnos a la doctrina socialista revolucionaria de izquierda, emparentada a aquél por su carácter político, autoritario, estatal y centralista, ni de algunas otras pequeñas corrientes similares, precisaremos la segunda idea fundamental, la anarquista, dirigida a una franca y total revolución social, que se expandió en el ambiente revolucionario de las masas laboriosas.

Los bolcheviques luchan contra los anarquistas

Su influencia aumentaba a medida que los acontecimientos se extendían. Al fin de 1918, los bolcheviques, que no admitían ninguna crítica y menos todavía una oposición, se inquietaron seriamente. Desde 1919 hasta fin de 1921, debieron sostener una lucha muy seria contra los progresos anarquistas, tan áspera y larga como la llevada contra la reacción.

El bolchevismo en el poder combatió las tendencias anarquistas y anarcosindicalistas, no en el terreno de las experiencias ideológicas o concretas, con una lucha franca y leal, sino con los mismos métodos de represión que empleó contra los reaccionarios: los de la más despiadada violencia. Comenzó por la clausura brutal de locales libertarios, para impedir toda propaganda y actividad; pretendió que la voz de los anarquistas no continuara influyendo en el pueblo, y puesto que, a despecho de tales imposiciones, la idea seguía ganando posiciones, extremaron las medidas violentas; colocaron fuera de la ley a las agrupaciones libertarias, encarcelaron y fusilaron a sus miembros. La lucha desigual entre las dos tendencias, una en el poder, otra frente al poder, se agravó, se extendió y desembocó en ciertas regiones en una verdadera guerra civil. En Ucrania, la rebelión duró más de dos años, obligando a los bolcheviques a movilizar todas sus fuerzas para ahogar la idea anarquista y para aplastar los movimientos populares inspirados por ella.

Así, la lucha entre las dos concepciones de la revolución social y, al mismo tiempo, entre el poder bolchevique y ciertos movimientos defensivos de las masas trabajadoras, fue de gran trascendencia en los acontecimientos de 1919-1921.

 

Conflictos entre anarquistas y bolcheviques

Desde octubre de 1917, el conflicto se hizo más agudo y, durante cuatro años, el mismo preocupará al poder bolchevique en las peripecias de la revolución hasta el aplastamiento definitivo, por el ejército rojo, de la corriente libertaria, a fines de 1921.

¿Cuáles fueron las razones fundamentales que permitieron al bolchevismo prevalecer sobre el anarquismo en la Revolución? ¿Cómo apreciar ese triunfo?

La diferencia de número y la escasa organización de los anarquistas no bastan para explicar su falta de éxito. En el curso de los acontecimientos su número podría aumentar y su organización mejorar. La sola violencia no es tampoco una explicación suficiente. Si vastas masas hubiesen podido ser ganadas a tiempo por las, ideas anarquistas, la violencia no habría podido ejercerse.

Por otra parte, ya se verá, la derrota no es imputable a la idea anarquista como tal ni a la actuación de los libertarios: fue la consecuencia casi ineluctable de un conjunto de hechos independientes de su voluntad o de la bondad de sus ideas.

Tratemos, pues, de establecer las causas esenciales, causas múltiples que enumeraremos por orden de importancia y que apreciaremos en su justo valor.

1º.    El estado de espíritu general de las masas populares (y también de las capas cultas).

En Rusia, como por doquiera, el Estado y el gobierno aparecen ante las masas como elementos indispensables, naturales, históricamente establecidos de una vez por todas. Las gentes ni siquiera se preguntan si el Estado, si el Gobierno representa instituciones normales, útiles, aceptables. Semejante pregunta no les acudía al cerebro. Y si alguien se la formulaba, empezaba -y muy a menudo terminaba- por no ser comprendido. 

(En el curso de la Revolución, las masas devenían, intuitivamente, cada vez más anarquizantes. Pero les faltaba la conciencia y los conocimientos anarquistas. Y también el tiempo para compenetrarse de ellos.)

2º.    Este prejuicio estatista, casi innato, debido a una evolución y un ambiente milenarios, devenido por ello en una segunda naturaleza, fue confirmado en seguida por toda la prensa, incluso la de los partidos socialistas.

3º.    Por tales razones los partidos socialistas, incluidos los bolcheviques, pudieron disponer, desde el comienzo mismo de la Revolución, de cuadros importantes de militantes dispuestos a la acción.

Los miembros de los partidos socialistas moderados eran ya relativamente numerosos en Rusia, lo que fue una de las causas del éxito de los mencheviques y de los socialistas revolucionarios de derecha. En cuanto a los bolcheviques, se encontraban en gran parte en el extranjero, pero todos volvieron rápidamente y se pusieron inmediatamente a la obra. 

Recién en agosto, y con grandes dificultades, el pequeño grupo anarcosindicalista, compuesto sobre todo por camaradas del extranjero, logró publicar el semanario “Golos Truda” (“La voz del trabajo”). La propaganda oral apenas contaba en Petrogrado con tres o cuatro camaradas capaces. La situación en Moscú era más favorable, pues ya existía un cotidiano, publicado por una importante federación: “La ANARQUÍA”. En provincias las fuerzas y la propaganda anarquistas eran insignificantes.

 

Expansión de las concepciones y el movimiento libertario

Es de asombrarse que, a pesar de estas deficiencias y de tan desfavorable situación, les anarquistas llegaran a ganar poco más tarde, y un poco por doquiera, cierta influencia, obligando a los bolcheviques a combatirles con las armas y en algunos lugares durante mucho tiempo, para aplastarlos. Este éxito rápido y espontáneo de la idea anarquista es muy significativo.

4º.    Ciertos acontecimientos de la revolución nos prueban que, a pesar de las circunstancias desfavorables y de la insuficiencia de los cuadros anarquistas, la idea habría podido abrirse camino y aun triunfar si las masas obreras rusas hubieran tenido a su disposición, en el momento mismo de la revolución, organismos de clase experimentados y aguerridos, prestos a obrar por propia iniciativa y a llevar esa idea a la práctica. Pero la realidad era bien otra. Las organizaciones obreras surgieron durante la revolución. Cierto que pronto tomaron numéricamente, prodigioso impulse y que todo el país se cubrió rápidamente de una vasta red de sindicatos, comités de fábrica, soviets, etc. Pero estos organismos nacían sin preparación ni experimentación previas, sin experiencia adquirida, sin ideología clara, sin iniciativa independiente. Nunca, hasta entonces, habían vivido luchas de ideas y otras. No tenían tradición histórica, ni competencia, ni noción de su papel, de su tarea, de su verdadera misión. La idea libertaria les era desconocida. En tales condiciones debían ir a remolque de los partidos políticos. Los bolcheviques no dejaron tiempo, a las débiles fuerzas anarquistas, de esclarecerlos en la medida necesaria.

Las agrupaciones libertarias no son más que puestos emisores de ideas, y para que éstas sean aplicadas a la vida son necesarios puestos receptores: organismos obreros dispuestos a captarlas y ponerlas en ejecución. Estos puestos receptores faltaban en Rusia y las organizaciones surgidas durante la revolución no podían suplirlos de inmediato en esa función. Las ideas anarquistas, aunque lanzadas muy enérgicamente por algunos puestos emisores, poco numerosos por otra parte, se perdían en el aire sin ser útilmente captadas, por tanto sin resultados prácticos, casi sin resonancia efectiva. En esas condiciones, para que la idea anarquista pudiera abrirse camino y triunfar, habría sido necesario, o bien que el bolchevismo no existiese (o que los bolcheviques actuaran como anarquistas), o bien que la revolución hubiese permitido a los libertarios y al pueblo el tiempo necesario para que los organismos obreros captasen la idea y se hicieran capaces de realizarla antes de ser acaparados y subyugados por el Estado bolchevique. Esta eventualidad no se produjo. Los bolcheviques acapararon las organizaciones obreras antes de que hubiesen podido familiarizarse con la idea anarquista, oponerse a aquella tutela y orientar la revolución en sentido libertario.

La ausencia de organización de clase, de vasta propaganda libertaria y de conocimientos anarquistas antes de la revolución explica por qué el pueblo confió su suerte a un partido político y a un Poder, reeditando así el error fundamental de las revoluciones anteriores. En las condiciones dadas, este comienzo fue objetivamente inevitable. Pero su secuencia no lo era.

Nada como la lucha larga y difícil que los bolcheviques debieron sostener contra el anarquismo, a pesar de su debilidad, permite entrever los éxitos que éste habría alcanzado de haber tenido libertad de palabra y de acción.

Precisamente a causa de los primeros éxitos del movimiento libertario, y puesto que la libre iniciativa anarquista suscitaría infaliblemente la idea de la inutilidad (¡Por lo menos!) de todo partido político y de todo Poder, lo que llevaría fatalmente a su eliminación, la autoridad bolchevique no podía admitir esa libertad. Tolerar la propaganda anarquista equivalía para ella al suicidio. E hizo lo posible para impedir primero, prohibir después y suprimir finalmente por la fuerza toda manifestación de las ideas libertarias.

Es de comprender así por qué la propaganda de las ideas anarquistas, tendiente a quebrantar la credulidad del pueblo y a infundirle la conciencia de su fuerza y la confianza en sí mismo, fue considerada, en todo tiempo y todos los países, como la más peligrosa. Se la reprimía, y se perseguía a sus sostenedores, con prontitud y severidad excepcionales, por todos los gobiernos reaccionarios.

Salvaje represión comunista contra el anarquismo

En Rusia esta represión salvaje hizo la difusión de las ideas libertarias -ya tan difícil en el ambiente dado- casi imposible, hasta los choques primeros de la revolución. Esta dejó, es cierto, alguna libertad de acción a los anarquistas; pero bajo los gobiernos provisionales (de febrero a octubre de 1917) el movimiento no pudo sacar ningún gran provecho de ello, como hemos visto. En cuanto a los bolcheviques, no hicieron excepción a la regla y tan pronto llegaron al poder, encararon la supresión del movimiento libertario por todos los medios: campañas de prensa, y de mítines, calumnias, trampas y celadas, prohibiciones, requisiciones, arrestos, actos de violencia, saqueos de sedes, asesinatos, todo era bueno para ellos. Y cuando sintieron consolidado su poder, desataron contra los anarquistas una represión general y decisiva. Comenzó en abril de 1918 y no se atenuó hasta nuestros días.

Así, la actividad anarquista no pudo ejercerse en Rusia casi libremente sino durante unos seis meses. Nada tiene de sorprendente, pues, que el movimiento libertario no haya tenido tiempo de organizarse, expandirse y superar, al crecer, sus debilidades y deficiencias. Para más razón, le faltaba el tiempo para esperar a las masas y hacerse conocer por ellas.

La actitud bolchevique en vísperas de la revolución de octubre fue muy típica (en el sentido que acabamos de examinar). La ideología de Lenin y la posición de su partido habían evolucionado mucho desde 1900. Al comprender que el pueblo ruso en la revolución iría muy lejos y no se detendría en una solución burguesa, precisamente porque la burguesía existía apenas como clase, lenin y su partido, en su deseo de adelantarse y dominar al pueblo para dirigirlo, establecieron un programa revolucionario muy avanzado. Encaraban una revolución netamente socialista. Llegaron a una concepción casi libertaria de la revolución y a consignas de espíritu casi anarquista, salvo en los puntos fundamentales: la toma del poder y el problema del Estado.

Al leer los escritos de Lenin, en especial los posteriores a 1914, se comprueba el paralelismo de sus ideas con las de los anarquistas, excepción hecha de la idea del Estado y del Poder. Esta identidad de apreciación parecía, ya, muy peligrosa para la verdadera causa de la revolución. Porque bajo la pluma, en la boca y en la acción de todos los bolcheviques, estas bellas ideas carecían de vida y de perspectiva. Por fascinantes que fueran sus escritos y palabras, carecerían de consecuencias serias, puesto que los actos ulteriores no corresponderían ciertamente a las teorías.

Para ganar la confianza popular, el partido bolchevique lanzó, con toda la potencia de su aparato de agitación y propaganda, consignas que caracterizaban hasta entonces al propio anarquismo. ¡Viva la Revolución Social! ¡Abajo la guerra! ¡Viva la paz inmediata! Y, sobre todo: ¡La tierra para los campesinos! ¡Las fábricas para los obreros!

Los trabajadores acogieron al punto estas consignas, que expresaban sus auténticas aspiraciones.

Ahora bien: en boca de los anarquistas, y bajo su pluma, esos lemas eran sinceros y concretos, porque correspondían a sus principios y, sobre todo, a una acción encarada enteramente a esos principios. En los bolcheviques, en cambio, significaban soluciones prácticas totalmente diferentes de las de los libertarios y por nada correspondientes a las ideas que las palabras pretendían expresar. No eran, justamente, sino slogans.

Los anarcosindicalistas expresaron así sus dudas y su pensamiento (“Golos Truda”, semanario de Petrogrado, No. 11, 20-10-1917, editorial):

«”¿Es éste el fin?

“La realización eventual de todo el poder para los soviets -la toma del poder político, mejor dicho- ¿será el final? ¿Será esto todo? ¿Consumará este acto la obra destructiva de la revolución? ¿Allanará definitivamente el terreno para la gran edificación social, para el impulso creador del pueblo en revolución?”

“La victoria de los soviets -si se verifica- y, una vez más la organización del poder que la siga, ¿significará efectivamente la victoria del trabajo, de las fuerzas organizadas de los trabajadores, el comienzo de la verdadera construcción socialista? Esta victoria y este nuevo poder, ¿lograrán sacar la revolución del callejón sin salida en que se ha metido? ¿Lograrán abrir nuevos horizontes creadores a la revolución, a las masas, a todos? ¿Señalarán a la revolución el verdadero camino de un trabajo constructivo, la solución efectiva de todos los problemas candentes de la época?”

Pensamiento y dudas de los anarquistas

“Todo dependerá de la interpretación que los vencedores den a la palabra poder y a su noción de la organización del poder, y de qué modo la victoria será utilizada acto seguido por los elementos que dispondrán del llamado poder”.

“Si por poder se quiere significar que todo trabajo creador y toda actividad organizadora, en toda la extensión del país, pasarán a las manos de los organismos obreros y campesinos, sostenidos por las masas armadas;”

“Si se entiende por poder el pleno derecho de estos organismos de ejercer tal actividad y federarse con ese fin, natural y libremente, comenzando así la nueva construcción económica y social que oriente la revolución hacia nuevos horizontes de paz, de igualdad económica y de verdadera libertad;”

“Si la palabra de orden «todo el poder para los soviets» no significa la instalación de núcleos de un poder político, subordinados a un centro político y autoritario general del Estado;”

“Si, en fin, el partido político aspirante al poder y a la dominación se elimina después de la victoria y cede efectivamente su lugar a una libre autoorganización de los trabajadores;”

“Si el poder de los soviets no se convierte, en realidad, en un poder estatista de un nuevo partido político;”

“Entonces, solamente entonces, la nueva crisis podrá ser la última y significar el principio de una nueva era”.

“Pero si se entiende por poder una actividad de núcleos políticos y autoritarios de partido, dirigidos por su centro político y autoritario principal (poder central del partido y del Estado); si la toma del poder por los soviets significa, en realidad, la usurpación del poder por un nuevo partido político, con el fin de reconstruir, con ayuda de ese poder, desde arriba y desde el centro, toda la vida económica y social del país, y resolver igualmente los complicados problemas del momento y de la época, entonces, esta nueva etapa de la revolución no será tampoco definitiva. No dudamos un solo instante que este nuevo poder no sabrá comenzar la verdadera construcción socialista ni siquiera satisfacer las necesidades de los intereses esenciales e inmediatos de la población. No dudamos que pronto las masas se decepcionarán de sus nuevos ídolos y habrán de volverse hacia otras soluciones. Entonces tras un intervalo más o menos prolongado, la lucha recomenzará necesariamente. Y será el comienzo de la tercera y última etapa de la Revolución Rusa, la que hará de ella efectivamente, una Gran Revolución”.

“Sólo la victoria completa, definitiva del principio anarquista, principio de auto-organización libre y natural de las masas, significará la verdadera victoria de la Gran Revolución”.

“No creemos en la posibilidad de cumplir la Revolución Social por el procedimiento político. No creemos que la obra de la nueva construcción social ni la solución, de los problemas tan vastos, varios y, complicados de nuestro, tiempo, puedan ser realizados por actos políticos, mediante la toma del poder, desde arriba, desde el centro”.

¡Quien viva, verá!”».

 

Resistencia anarquista a la tiranía bolchevique

Los más importantes movimientos resultantes surgieron entre los socialistas revolucionarios de izquierda y los anarquistas. La rebelión de aquéllos no fue sino la de un partido político y estatista concurrente, cuyas diferencias con el partido comunista y decepción ante los resultados desastrosos de la revolución bolchevique, los impulsaron a la revuelta. Forzados a abandonar el gobierno, en el que habían colaborado durante algún tiempo con los bolcheviques, emprendieron contra, éstos una lucha de creciente violencia. Propaganda antibolchevique, intentos de sublevación, actos terroristas, nada faltó. Participaron en el famoso atentado de la calle Leontievsky. Organizaron el asesinato del general alemán Eichhorn, en Ucrania, y del embajador Mirbach, en Moscú: violentas expresiones de protesta contra las concomitancias del gobierno bolchevique con el de Alemania. Más tarde, inspiraron algunos disturbios locales, sofocados rápidamente. En esa lucha sacrificaron sus mejores fuerzas. Sus líderes María Spiridonova, B. Kamkoff, Karelin y otros, lo mismo que numerosos militantes anónimos, dieron prueba de gran valor en tales circunstancias.

La resistencia de los anarquistas fue, en cambio, mucho más vasta y sostenida, a pesar de una represión temprana y terrible.

Por su objetivo, la realización de otra idea de la Revolución, y por la importancia que adquirió en el curso de los acontecimientos, esta lucha y sus peripecias merecen la mayor atención; Desfigurada a sabiendas y luego ahogada por los bolcheviques, por una parte, y, por otra, sobrepasada por los acontecimientos posteriores, esta epopeya ha permanecido absolutamente desconocida.

La actitud del gobierno bolchevique respecto a los anarquistas superó por mucho, en atiborramiento de cráneos, calumnia y represión, atados los gobiernos antiguos y actuales.

¿Cuál ha sido la actividad de los anarquistas en la Revolución Rusa? ¿Cuáles, exactamente, su papel y su suerte? ¿Cuál, el verdadero peso y cuál el destino de esta otra idea de la revolución representada y defendida por los anarquistas?

A pesar del retraso irreparable y de su extrema debilidad, a despecho de toda suerte de obstáculos y, dificultades y, en fin, no obstante la represión expeditiva e implacable de que fueron objeto, los anarquistas supieron ganar, aquí y allá, sobre todo después de octubre, simpatías vivas y profundas. En ciertas regiones sus ideas alcanzaron rápidos éxitos. Su número aumentó prontamente, a pesar de los pesados sacrificios, en hombres, impuestos por los acontecimientos.

Su actividad ejerció en la revolución fuerte influencia, de notables efectos, primeramente, porque ellos fueron los únicos que opusieron una idea nueva de la revolución social a la tesis y la acción bolcheviques, en creciente descrédito ante las masas, y luego, porque ellos propagaron y defendieron esta idea, en la medida de sus fuerzas y a despecho de tremendas persecuciones, con desinterés y abnegación sublimes, hasta el fin, hasta sucumbir bajo el número aplastante de sus enemigos, su desenfrenada demagogia, su astucia y su violencia inauditas.

La revolución de 1905, con excepción de la corriente anarquista, seguía las palabras de orden de la democracia burguesa: ¡Abajo el zarismo! ¡Viva la República democrática! El bolchevismo mismo, en esa época, no iba más lejos. El anarquismo era entonces la sola doctrina que iba al fondo del problema y advertía a las masas del peligro de una solución política. Por débiles que fueran entonces los libertarios en relación a los partidos democráticos, la idea había ya logrado agrupar a una pequeña fracción de obreros e intelectuales, que protestaron, en varios puntos, contra el engaño de la democracia. Voces, cierto es, que clamaban en el desierto. Y pronto, en torno a ellos, surgieron simpatías y, adhesiones, y apareció un cierto movimiento.

En 1917, lo mismo que en 1905, los anarquistas fueron los únicos defensores de la verdadera e integral Revolución Social. Se aferraban constante y porfiada mente a ella, a pesar de su número reducido, la escasez de medios y su falta de organización.

 

Los anarquistas defensores de la auténtica revolución

En el verano de 1917, los anarquistas sostuvieron, en palabras y hechos, los movimientos de los campesinos. Invariablemente estaban también con los obreros, cuando, mucho antes del golpe de octubre, éstos se posesionaron, en diversos lugares, de empresas industriales y se esforzaron en organizar la producción en ellas sobre la base de autonomía y colectividad obrera. Los anarquistas lucharon en primera fila en el movimiento de los obreros y los marinos de Cronstadt y de Petrogrado (3-5 de julio). En Petrogrado, dieron el ejemplo de la toma de imprentas para lanzar diarios obreros y revolucionarios.

En Moscú, la tarea más peligrosa y más decisiva, en los duros combates de octubre, recayó sobre los famosos Dvintsi (regimiento de Dvinsk). Bajo Kerensky, este regimiento había sido totalmente apresado por haberse negado a participar en la ofensiva sobre el frente austroalemán, en junio de 1917. Siempre eran los Dvintsi quienes actuaban cuando había que desalojar a los blancos (los cadetes, decíase entonces), del Kremlin, del Metropol o de otros peligrosos lugares. Cuando los cadetes, reforzados, retomaban la ofensiva, eran siempre los Dvintsi quienes se empleaban a fondo para dar el golpe durante los días de la lucha. Todos ellos se decían anarquistas y marchaban bajo la dirección de dos viejos libertarios: Gratchoff y Fedotoff.

La federación anarquista de Moscú, con una parte del regimiento de Dvinsk, marchó la primera, en orden de combate, contra las fuerzas del gobierno de Kerensky. Los obreros de Presnia, de Sokolniki, de Zamoskvoretchie y de otros barrios de Moscú, marcharon al combate con grupos de anarquistas a la vanguardia. Los obreros de Presnia perdieron a un combatiente de gran valor: Nikitin, obrero anarquista, luchador de primera fila siempre, herido de muerte hacia el final de la batalla, en el centro de la ciudad, Algunas decenas de anarquistas dejaron su vida en esa lucha y sus restos fueron sepultados en la fosa común de la Plaza Roja de Moscú.

Después de la revolución de octubre, los anarquistas, a pesar de las divergencias de ideas y métodos que los separaban del nuevo poder comunista, siguieron sirviendo la causa de la Revolución Social con la misma abnegación e igual perseverancia. Recordemos que ellos fueron los únicos que negaron el principio mismo de la Constituyente y que cuando ésta se evidenció como obstáculo para la revolución, como lo habían previsto, ellos dieron el primer paso para su disolución. Y no dejaron de luchar con energía y abnegación, reconocidas por sus adversarios mismos, en todos los frentes, contra las repetidas ofensivas de la reacción.

En la defensa de Petrogrado contra el general Korniloff (agosto de 1917), en la lucha contra el general Kaledin en el Sur (1918), etc., los anarquistas tuvieron destacado papel.

Numerosos destacamentos de guerrilleros, grandes y pequeños, formados por anarquistas o dirigidos por ellos (destacamentos de Mokrussoff, de Tchrniak, de María Nikiforova y otros, sin hablar por ahora del ejército de guerrillas de Majno) y contando en sus filas gran número de libertarios, lucharon sin tregua en el Sur, contra los ejércitos reaccionarios, de 1918 a 1920. Y anarquistas aislados se encontraban en todos los frentes como simples combatientes, perdidos entre las masas obreras y campesinas insurgentes.

Las más activas organizaciones anarquistas de entonces

En 1919, sobre todo, la contrarrevolución conducida por el general Denikin, y, más tarde, por el general Wrangel, dejó grandes claros en las filas libertarias. Pues fueron sobre todo los libertarios quienes contribuyeron a la derrota del ejército blanco, que no fue puesto en derrota por el Ejército Rojo del Norte, sino bien al Sur, en Ucrania, por la masa campesina insurgente, cuya principal fuerza era el ejército de guerrilleros, llamado majnovista, fuertemente impregnado de ideas anarquistas y conducido por el anarquista Néstor Majno.

Mientras en el Sur los anarquistas, en libertad de actuar momentáneamente, defendían heroicamente la Revolución, el gobierno soviético, a salvo verdaderamente por esa acción, reprimía ferozmente el movimiento anarquista en el resto del país.

Los anarquistas tuvieron igualmente gran participación en las luchas contra el almirante Kolchak, en el Este, los combates en Siberia, etc., perdiendo muchos de sus militantes.

Por doquiera, las fuerzas de los guerrilleros, en todas las cuales se contaban siempre, en variable número, los anarquistas, hicieron más que el Ejército Rojo regular. Y en todas partes los anarquistas defendieron el principio fundamental de la Revolución Social: la independencia y la libertad de acción de los trabajadores en marcha hacia su verdadera emancipación.

Citemos las más activas organizaciones anarquistas de entonces.

1º.    La Unión de Propaganda Anarcosindicalista Golos Truda, cuyo objetivo era la difusión de las ideas anarcosindicalistas entre los trabajadores. Desplegó su actividad primero en Petrogrado (verano de 1917, primavera de 1918) y luego, por cierto tiempo, en Moscú. Su órgano, “Golos Truda” (“La voz del trabajo”), se inició como semanario para transformarse pronto en diario. Fundó también una editorial de obras de su ideología.

Apenas llegados al poder, los bolcheviques se dedicaron a impedir por todos los medios su actividad general y la aparición del diario en particular, hasta liquidar definitivamente la organización y, más tarde, también la editorial. Todos los adherentes fueron apresados o exilados.

2º.    La Federación de Grupos Anarquistas de Moscú y en provincias, publicó “La ANARQUÍA”, cotidiano de tendencia anarcocomunista, y fundó también una editorial. En abril de 1918 fue saqueada por el gobierno soviético. Algunos restos de esta organización aún subsistieron hasta 1921, fecha en que fueron liquidados y sus últimos militantes suprimidos.

3º.    La Confederación de Organizaciones Anarquistas de Ucrania Nabat, importante organización creada a fines de 1918, época en que los bolcheviques no habían aún logrado imponer su dictadura en esa región. Se distinguió sobre todo por una actividad positiva, concreta, proclamando la necesidad de una lucha inmediata y directa por las formas no autoritarias de edificación social, cuyos elementos prácticos se esforzó en elaborar. Desempeñó importante papel por su agitación y su propaganda extremadamente enérgicas y contribuyó mucho a la difusión de las ideas libertarias en Ucrania. Publicó periódicos y folletos en varias ciudades. Su órgano principal fue “Nabat” (“La campana”). Intentó crear un movimiento anarquista unificado (basado teóricamente en una especie de síntesis anarquista) para agrupar todas las fuerzas activas del anarquismo en Rusia, sin diferencia de tendencias, en una organización general. Unificó a casi todos los grupos anarquistas de Ucrania y hasta algunos grupos de la Gran Rusia. Y procuró formar una Confederación Anarquista Panrusa.

Desarrollada su actividad en el- agitado Sur, la Confederación hubo de entrar en estrechas relaciones con el movimiento de los guerrilleros revolucionarios campesinos y obreros, y con su núcleo, la Majnovitchina, tomó parte activísima en las luchas contra todas las formas de la reacción: contra el hetmar Skoropadsky, contra Plejura, Denikin, Grigorieff, Wrangel y otros, en las que perdió casi todos sus militantes mejores. Repetidos ataques pudo resistir algún tiempo, a causa de las condiciones reinantes en Ucrania. Su definitiva liquidación por los bolcheviques ocurrió a fines de 1920, época en que muchos de sus militantes fueron fusilados sin apariencia siquiera de procedimiento judicial alguno.

Aparte de estas tres organizaciones de gran envergadura y de acción más o menos vasta, había otras de menos importancia. Un poco por todas partes, en 1917 y 1918, surgieron grupos, corrientes y movimientos anarquistas, generalmente poco importantes y efímeros, pero bastante activos, unos autónomos, otros vinculados a alguna de las organizaciones citadas.

A pesar de algunas diferencias de principio o de táctica, todos estos movimientos estaban de acuerdo en lo fundamentar, y cada uno cumplía, en la medida de sus fuerzas y sus posibilidades, su deber con la Revolución y el anarquismo, sembrando en las masas laboriosas los gérmenes de una organización social verdaderamente nueva: autiautoritaria y federalista. Todos sufrieron finalmente la misma suerte: su supresión brutal por la autoridad.

 

El período de octubre de 1917 a 1918 fue decisivo

El periodo entre octubre de 1917 y fines de 1918 fue significativo y decisivo: en esos meses se jugó el destino de la Revolución. Esta osciló, durante cierto tiempo, entre las dos ideas y los dos métodos. Algunos meses más tarde, estaba ya echada la suerte: el gobierno bolchevique logró establecer definitivamente su Estado militar, policiaco, burocrático y capitalista nuevo modelo.

La idea libertaria, que se le interponía cada vez más en su camino, fue ahogada.

Durante los duros combates de Moscú, en octubre de 1917, el estado mayor de los Dvintsi (regimiento de Dvinsk ya citado) estaba instalado en los locales del soviet de Moscú. En el curso de los posteriores acontecimientos, un Comité revolucionario bolchevique se estableció y se proclamó poder supremo. Y en seguida, el estado mayor de los Dvintsi (conocido como anarquista) fue objeto de la vigilancia, sospechas y la desconfianza del Comité, que le tendió en torno un cordón de espionaje. Una especie de bloqueo obstaculizaba sus movimientos.

El anarquista Gratchoff, comandante del regimiento, veía que los bolcheviques se preocupaban, no de la verdadera Revolución y sus problemas inmediatos, sino únicamente de las rivalidades y la toma del poder. Presentía que ellos acabarían por castrar la Revolución y llevarla a la ruina. Oprimido por profunda angustia, se preguntaba en vano cómo detener a tiempo la mano criminal del nuevo poder, presto a agarrotar la Revolución, y se concertó con algunos camaradas, tan impotentes ¡ay! como él. A falta de otra cosa, tuvo la idea de armar a los trabajadores lo mejor posible. Remitió a varias fábricas ametralladoras y municiones, confiando poder preparar a las masas para una eventual revuelta contra los nuevos impostores.

Las autoridades bolcheviques pronto lo llamaron a Nijni-Novgorod, “por asuntos de orden militar”, y fue muerto de un tiro, en circunstancias asaz misteriosas, en supuesto accidente, por un soldado que no sabía aún manejar el fusil. Ciertos indicios nos permiten suponer que fue asesinado por un mercenario del poder soviético.

El poder bolchevique desarma a las demás organizaciones revolucionarias

A continuación, todos los regimientos revolucionarios de Petrogrado y Moscú, participantes en los combates de octubre, fueron desarmados por las autoridades bolcheviques. En Moscú, el primero en ser desarmado por la fuerza, fue el de Dvinsk.

Y poco más tarde, en toda la extensión del país, todos los ciudadanos, comprendidos los trabajadores y sus organizaciones, fueron intimidados, so pena de muerte, a entregar sus armas a las autoridades militares bolcheviques.

En la primavera de 1918, la persecución del gobierno contra los anarquistas asumió carácter general, metódico y decisivo.

Firmada la paz de Brest-Litovsk, el gobierno se sintió lo bastante seguro para emprender una lucha a fondo contra sus adversarios de izquierda (S. R. de I. y anarquistas).

Pronto el gobierno tuvo la certeza de poder contar con sus tropas y de que las masas permanecerían más o menos indiferentes o impotentes. Y en la noche del 12 de abril, con un pretexto tan falso como absurdo, todas las organizaciones anarquistas de Moscú, principalmente la Federación de Grupos Anarquistas, fueron atacadas y saqueadas por fuerzas policiales y militares. Durante algunas horas, la capital adquirió el aspecto de una ciudad en estado de sitio. Hasta la artillería participó en la acción. Esta operación fue la señal para la destrucción de las organizaciones libertarias en casi todas las ciudades importantes del país. Y, como de costumbre, las autoridades provinciales superaron en celo a las de la capital.

Trotsky, que desde hacía dos semanas preparaba el golpe y dirigía personalmente en los regimientos una desatada agitación contra los anarcobandidos, tuvo la satisfacción de poder lanzar su famosa frase: “Al fin el poder soviético barre de Rusia, con escoba de hierro, al anarquismo”.

Sin embargo, esta primera agresión no fue sino un tímido comienzo, un ensayo.

La idea misma del anarquismo no había sido aún declarada fuera de la ley. Una cierta libertad de palabra, de prensa o, más bien, de profesión de fe muy restringida, subsistía. Y en un punto y otro algún trabajo libertario era todavía posible. En muy escasa medida, las organizaciones libertarias, pálidas sombras del pasado, se reponían de la catástrofe y reanudaban su actividad.

En 1919-1920, las protestas y los movimientos de obreros y campesinos ya o iniciados esporádicamente en 1918, recrudecieron contra los procedimientos monopolizadores y terroristas del poder bolchevique, que respondió, cada vez más implacable y cínico en su despotismo, con represalias de creciente gravedad.

Los anarquistas estaban, como siempre, en cuerpo y alma, naturalmente, con las masas engañadas y oprimidas, lanzadas a la lucha abierta. Sosteniendo a los obreros, ellos exigían para los trabajadores y sus organizaciones el derecho de manejar la producción por sí mismos, libremente, sin intervención de los políticos. Sosteniendo a los campesinos reivindicaban para éstos la independencia, la autoadministración, el derecho de tratar libre y directamente con los obreros. En nombre de unos y otros, los anarquista reclamaban, la restitución de lo que los trabajadores habían conquistado por la Revolución, de lo que habían sido privados por el poder comunista, especialmente la restauración del verdadero régimen soviético libre, el restablecimiento de las libertades políticas para todas las corrientes revolucionarias, etc. En suma, exigían que se entregaran las conquistas de octubre al pueblo mismo, a las organizaciones obreras y campesinas libres.

Después de la primera operación grande de la primavera de 1918, las persecuciones se sucedieron en forma casi continua, asumiendo un carácter, cada vez más brutal y decisivo. Hacia fines de 1918, varias organizaciones libertarias del interior fueron nuevamente saqueadas. A las que se salvaron de ello, las autoridades no les dejaron ya posibilidad de hacer nada.

En 1919, mientras se proseguía la represión en la Gran Rusia, comenzaron las persecuciones en Ucrania. (Por múltiples razones, la dictadura se instaló allí mucho después). Doquier el poder bolchevique hacía pie, los grupos libertarios eran liquidados, arrestados los militantes, suspendidas las publicaciones, destruidas las librerías y prohibidas las conferencias. Todas estas medidas eran tomadas por mera orden policial, militar o administrativa, totalmente arbitraria, sin previa acusación, ni instrucción, ni procedimiento judicial alguno. El modelo fue señalado, una vez por todas, por el procedimiento instaurado en Moscú por Trotsky mismo en la primavera de1918.

En 1919 sólo quedaban restos del movimiento anarquista

En el verano del mismo 1919, después de la famosa ordenanza No. 1824 de Trotsky, declarando fuera de la ley al movimiento majnovista, se aprisionó, un poco por todas partes, al par que a los partidarios de Majno, a los anarquistas en general. Y muy a menudo se les fusiló en el acto, por simple orden de un oficial rojo.

En la mayor parte de los casos, la supresión de las organizaciones libertarias también se acompañaba por actos de salvaje violencia, de insensato vandalismo, de parte de chekistas (policías comunistas) y soldados rojos engañados, enervados o sobreexcitados: se trataba a los militantes, hombres y mujeres, como a criminales; se quemaban los libros; se destrozaban los locales, etc. Era una verdadera furia represiva.

Al fin del verano de 1919, tuvo lugar en Ucrania una vandálica acción contra las organizaciones anarquistas. Al finalizar el año no quedaban en Rusia sino restos del movimiento anarquista.

Al comenzar octubre de 1920, necesitado el gobierno del concurso de los guerrilleros de Majno para combatir a Wrangel, llegó a un acuerdo con aquél, una de cuyas cláusulas establecía que los anarquistas presos o exiliados debían recobrar su libertad y tener el derecho de militar abiertamente en Rusia y Ucrania, Aunque retardada, naturalmente, la aplicación de esta cláusula, los bolcheviques debieron, sin embargo, interrumpir las persecuciones y dejar en libertad a algunos militantes. Pero apenas vencido Wrangel, el gobierno atacó arteramente a Majno y demolió nuevamente el movimiento libertario en Ucrania.

He aquí cómo:

A fines de noviembre de 1920, recién vencido Wrangel, el gobierno arrestó en Jarkov a anarquistas de todas partes, concurrentes a un congreso legal, y a la par atacó de nuevo a los libertarios en Jarkov y a través de toda Ucrania, llevando a cabo una verdadera caza, con batidas y emboscadas, apresando hasta a jóvenes de 14 a 16 años, tomando en rehén a padres, mujeres y niños... como si quisiera vengarse de la reciente concesión forzada y recuperar el tiempo perdido, procurando, esta vez, exterminar la ralea anarquista hasta en los niños.

 

Traición leninista a Néstor Majno

Para justificar esta innoble acción, el gobierno pretextó su ruptura con Majno con una imaginaria traición de éste, inventando un fantástico “gran complot anarquista contra el poder soviético”.

La pequeña historia de este complot es asaz picante y merece ser relatada. Días antes de la victoria decisiva sobre Wrangel, cuando su derrota no dejaba lugar a dudas, la estación central de emisiones radiofónicas de Moscú prescribió a todas las estaciones del interior interrumpir sus recepciones, a causa de un telegrama urgente y absolutamente secreto de Lenin, que debía ser exclusivamente captado por las dos estaciones centrales; la de Jarkov y la de Crimea. Un simpatizante libertario en servicio en una estación del interior no cumplió la orden y captó el siguiente telegrama:

Establecer efectivos anarquistas Ucrania, particularmente región majnovista. Lenin”.

Algunos días más tarde se cursó, en las mismas condiciones, este otro:

Vigilar activamente todos anarquistas. Preparar documentos, si posible de carácter criminal, para poder someterlos a acusación. Mantener en secreto orden y documentos. Distribuir instrucciones necesarias. Lenin”.

Y a pocos días, se lanzó el tercero y último telegrama:

Arrestar a todos los anarquistas e incriminarlos. Lenin”.

Todos estos telegramas eran dirigidos a Rokovsky, presidente entonces del Consejo de Comisarios del pueblo de Ucrania, y a otras autoridades civiles y militares.

Al recibo del tercer telegrama, el simpatizante puso en alerta a un camarada anarquista, quien partió de prisa hacia Jarkov para advertir a los compañeros. Llegó demasiado tarde: el acto había sido consumado ya. Casi todos los anarquistas de Jarkov y los concurrentes al Congreso se hallaban en prisión. Sus locales estaban clausurados.

Tal fue el complot de los anarquistas ucranianos contra el poder soviético.

Señalemos que en el momento del acuerdo entre el gobierno y Majno, la delegación majnovista había fijado oficialmente el número de personas, presas o exiliadas, que debían ser liberadas, en más de 200,000 en su mayor parte campesinos apresados en masa como simpatizantes con el movimiento majnovista. No sabemos cuántos anarquistas conscientes había entre ellos. Y no sabremos jamás cuántos, en esa época, fueron fusilados o desaparecidos, sin dejar rastro, en las numerosas prisiones locales, a menudo secretas y desconocidas por La población.

En ocasión del movimiento de Cronstadt, en marzo de 1921, el gobierno bolchevique procedió a nuevos arrestos en masa de anarquistas. Organizó en toda regla otra caza al hombre a través del país, tratando de echar mano a los últimos militantes que osaban aún levantar la voz, Pues, a pesar de todas las mentiras propaladas por el poder soviético en el interior y el exterior, la revuelta de Cronstadt y los movimientos que lo acompañaron estaban fuertemente impregnados de espíritu libertario.

Todo movimiento de masas, -huelga obrera protesta de campesinos o acto de descontento de marinos o soldados- repercutía invariablemente sobre la suerte de los anarquistas. A menudo se metía en prisión a personas, que no tenían con los libertarios sino cierta comunidad de ideas, parentesco o vanas relaciones de amistad. Admitir abiertamente el punto de vista anarquista bastaba para ser puesto en prisión, de donde no se salía sino difícilmente o, por lo general, jamás.

De 1919 a 1921, los círculos de las Juventudes Anarquistas fueron brutalmente suprimidos. Estas juventudes únicamente se ocupaban en instruirse y estudiar, en común, la doctrina anarquista con que simpatizaban. La acción bolchevique sólo obedeció al deseo de quitarles del todo a los jóvenes las ganas de conocer las ideas libertarias. Sólo quedó admitido el dogma marxista.

En el verano de 1921, la prensa soviética misma (cosa rara, sólo explicable por la intención de poner a la juventud en guardia y de quitarle toda tentación) informó que en los alrededores de Jmerinka, pequeña ciudad ucraniana, habían sido “descubiertos y liquidados” es decir -fusilados- de 30 a 40 anarquistas establecidos en esa localidad, con ramificaciones en otras ciudades meridionales. Jamás se pudo conocer el nombre de los que así murieron. Pero se puede esperar que entre los fusilados figuraran algunos de los mejores militantes de la juventud libertaria.

Numerosas inexactitudes y falsedades han corrido y corren aún, fuera de Rusia, sobre el papel de Cronstadt en la Revolución Rusa. Generalmente, la verdad es poco conocida.

¿Qué fue Cronstadt?

Pero, ante todo, ¿qué es Cronstadt?

La población comprendía las tripulaciones de la flota báltica, distribuidas en grandes cuarteles, los soldados de la guarnición, artilleros en su mayoría, algunos millares de obreros, ocupados sobre todo en los arsenales militares, y numerosos oficiales, funcionarios, comerciantes, artesanos, empleados, etc. Unos 50,000 habitantes en total.

Abordamos el punto de la epopeya de Cronstadt: su lucha desesperada y heroica, en marzo de 1921, contra la nueva impostura bolchevique, y el fin de su independencia.

Los primeros disentimientos con el nuevo gobierno aparecieron casi al día siguiente de la revolución de octubre.

El lema: “Todo el poder para los soviets”, significaba para Cronstadt la independencia de cada localidad, de cada soviet, de cada organismo social en sus respectivos asuntos, en relación al centro político: el derecho a adoptar iniciativas y decisiones y tomar medidas, sin permiso del centro, el cual, según esta interpretación, no podía dictar ni imponer su voluntad a los soviets locales, dueños de sí mismos, como cada soviet u organismo obrero o campesino, todos los cuales, necesariamente, habían de coordinar su actividad con las de las otras organizaciones, sobre base federativa. Igualmente los asuntos concernientes a todo el país debían ser concertados por un centro federativo general.

El gobierno entendía “el poder para los soviets” de modo extraño. En lugar de prestar apoyo a las masas obreras para permitirles conquistar y ampliar su actividad autónoma, comenzó por quitarles todo poder y por tratarlas como sometidas. Por su solo arbitrio cerró fábricas y licenció a los operarios contra la voluntad de éstos, y tomó otras medidas arbitrarias y coercitivas, sin consultar siquiera las reclamaciones de los organismos obreros. Y sobre todo, restringía con diversos pretextos la libertad de acción de los soviets y de otros organismos de trabajadores, imponiéndose por doquiera arbitrariamente, y aun por la violencia.

A principios de 1918, la población laboriosa de Cronstadt, tras debates en múltiples reuniones, decidió proceder a la socialización de locales y viviendas. En el grandioso mitin último, se encargó a algunos miembros del soviet (socialistas revolucionarios de izquierda y anarcosindicalistas) el planteamiento de la iniciativa en la próxima sesión plenaria. Y así tuvo entrada en el soviet el proyecto detallado.

Los miembros bolcheviques del soviet pidieron que se postergara por ocho horas la discusión del proyecto, pretextando la importancia del problema y la necesidad de estudiarlo detenidamente. Aceptado el aplazamiento por el soviet, aquéllos se dirigieron a Petrogrado para recabar instrucciones del centro.

En la sesión siguiente, los bolcheviques pidieron el retiro del proyecto, declarando que un problema de tal importancia no debía ser resuelto sino por el conjunto del país, que Lenin preparaba un proyecto al respecto y que, en interés mismo del asunto, el soviet de Cronstadt debiera esperar las instrucciones del Centro. Los socialistas revolucionarios de izquierda, los maximalistas y los anarcosindicalistas propusieron su inmediata discusión, lo que fue aprobado. En el debate, la extrema izquierda propuso, ya expuestas todas las opiniones, que se pasara a votación una vez agotada la discusión y, de ser aprobado el proyecto, proceder a su inmediata realización. Los miembros bolcheviques y mencheviques se levantaron entonces, en sugerente coincidencia, y abandonaron la sala.

El proyecto fue finalmente aprobado.

Por largo tiempo prosiguió la lucha apasionada sobre el asunto, en talleres, batallones, navíos, etc. (Cronstadt no estaba sometida aún). Se realizaban frecuentes reuniones muy concurridas, en las que los miembros del soviet eran invitados a informar sobre las incidencias de la discusión en él y aclarar su actitud. Algunos de ellos, bolcheviques refractarios al proyecto, fueron retirados del soviet por sus electores. De resultas de todo ello, los bolcheviques iniciaron una violenta campaña contra los anarcosindicalistas e intentaron sabotear la aplicación del proyecto aprobado. Fue en vano.

Bien pronto quedaron constituidos los comités (de vivienda, de barrio, etc.) y empezaron a funcionar. El plan entró en vigor, haciéndose realidad el principio que reza: “Todo habitante tiene derecho a adecuado alojamiento”. Las casas fueron metódicamente visitadas, examinadas y censadas por los comités, para su distribución equitativa:

Los desdichados que llenaban las barracas insalubres; las buhardillas infectas y los inmundos sótanos no tardaron en disponer de más sano y confortable alojamiento. Y aun se acondicionaron algunos hoteles para los viajeros.

Cada Comité de distrito organizó un taller para la reparación y acondicionamiento de los inmuebles, los que funcionaron satisfactoriamente.

El gobierno bolchevique lo destruyó todo más tarde, eliminando de raíz tan constructiva experiencia.

A causa de tales actitudes y procedimientos del nuevo poder en todos los dominios de la vida, los marinos de Cronstadt no tardaron en comprender el engaño sufrido con el señuelo de los famosos lemas del Estado proletario, la dictadura proletaria y otros semejantes, y que nuevos enemigos de las clases laboriosas, simulados amigos de ellas, se habían entronizado. Y no ocultaron su decepción.

 

Oposición pacifica al bolchevismo

Se hizo sentir así, ya a fines de 1917, a los dos meses apenas de la revolución de octubre, una oposición pacífica pero firme a los actos burocráticos, tan arbitrarios como antirrevolucionarios y aun antisociales.

El gobierno, que sabía perfectamente a qué atenerse respecto a los militantes de Cronstadt y no poda sentirse seguro mientras continuara existiendo, cerca de la capital, esa ciudadela pe la verdadera Revolución, se propuso reducirla, a toda costa, a la impotencia y la obediencia, concibiendo al efecto un plan maquiavélico. No osando atacar a Cronstadt abiertamente, de frente, comenzó metódica y taimadamente a debilitarla, empobrecerla, gastarla, agotarla. Tomó disimuladas medidas para privar a Cronstadt de sus mejores fuerzas, sus elementos más combativos, irla desmoronando y finalmente anularla.

Cuando, poco después de octubre, la situación alimenticia de las poblaciones de las ciudades se hizo catastrófica, el gobierno pidió a Cro.nstadt que formara equipos especiales de propagandistas para enviar al interior; a aldeas, y campiñas, con objeto de difundir las ideas de solidaridad y de deber revolucionarios, particularmente la necesidad de alimentar a las ciudades. El renombre revolucionario de los hombres de Cronstadt, decían los bolcheviques, podría rendir servicios inapreciables a la causa: a los marinos les sería más fácil que a nadie convencer a los campesinos a ceder una parte de sus cosechas a los obreros hambrientos.

Cronstadt se puso en acción y numerosos grupos partieron para el interior, con objeto de cumplir esa misión. Casi todos esos grupos fueron en seguida dispersados, por múltiples medios, y sus integrantes, forzados a permanecer en el interior por variados motivos, no pudieron volver más a Cronstadt.

Por otra parte, el gobierno retiraba constantemente de Cronstadt fuertes destacamentos para enviarlos donde la situación interna se volvía indecisa, amenazante, peligrosa. Cronstadt cumplía siempre. ¡Cuántos de esos bravos militantes y combatientes no volvieron jamás a su navío o cuartel!

Todas estas medidas previas de ataque indirecto fueron finalmente coronadas por un golpe directo que Cronstadt, ya debilitada, no pudo resistir eficazmente. A fines de febrero de 1918, al volver los marinos de su expedición contra Kaledin y descender en la estación terminal, vieron desde ella que en la ruta a Cronstadt, sobre el hielo del golfo, destacaba una multitud en marcha. Eran los marineros de Cronstadt que se dirigían, con sus bártulos a la espalda, hacia Petrogrado. Y de boca de los que llegaban supieron la amarga verdad.

Contrariamente a la resolución del Congreso panruso de los marinos, que proclamaba, conforme a los unánimes mandatos de los delegados, que la flota no sería desmovilizada, el Consejo de comisarios del pueblo publicó, a principios de febrero de 1918, el famoso decreto de disolución de la flota actual. Una nueva flota roja se crearía en seguida sobre otras bases, para incorporarse a la cual cada conscripto debía firmar ahora un contrato de enganche voluntario. Y, detalle significativo, los sueldos de los marineros eran muy seductores.

 

Feroz represión bolchevique

Cuando, en abril de 1918, el gobierno atacó, en Moscú y otros lugares, a los anarquistas, clausurando los locales de sus grupos, suprimiendo su prensa y metiendo en prisión a sus militantes. Cronstadt mostró aún otra vez sus garras, pero éstas ya no tenían su potencia anterior. Ya los marinos no podían dirigir sus cañones contra los impostores, quienes se habían puesto fuera del alcance de sus armas, refugiándose, como ciertos tiranos precedentes, tras los muros del Kremlin, en Moscú. Cronstadt hubo de limitarse a dos resoluciones de protesta: una, adoptada en un mitin monstruo realizado en la gloriosa Plaza del Anda, la otra por el soviet.

Una represión feroz se descargó en seguida sobre “el orgullo y la gloria de la Revolución”. Los bolcheviques habían dejado realizar las reuniones para tener un pretexto. Sin pérdida de tiempo, disolvieron el soviet y lo reemplazaron por otro más dócil, sometieron las reuniones, la prensa y la palabra, como por doquiera, al riguroso control estatal, se instaló en la ciudad una sección de la Checa y se crearon células comunistas en los talleres, los regimientos y los navíos. Todo estaba vigilado. A la menor crítica de los actos bolcheviques, los culpables eran detenidos y trasladados a Petrogrado, y ya no se sabía más de ellos.

Una sola vez Cronstadt se soliviantó resueltamente y salió con la suya. El navío de línea Petropavlovsk se negó rotundamente a entregar a las autoridades a un marinero anarquista (un tal Skurijin), y los bolcheviques no insistieron. Sería imprudente provocar una sublevación por un individuo, al que podrían echarle mano más tarde por otro medio.

Salvo este enojoso caso, bien jubiloso podía mostrar el gobierno bolchevique: Cronstadt, vanguardia de la verdadera Revolución, se doblegaba, en la impotencia, bajo el puño de hierro del poder comunista. Sin embargo, esto era cierto sólo a medias.

Pero, a pesar de todo, estalló la tempestad comenzó a rugir, no en Cronstadt, sino en Petrogrado.

A fines de febrero de 1921, la situación de las masas en las ciudades se había hecho insostenible. Todo se disgregaba. Escaseaban los artículos de primera necesidad. Hasta el pan estaba racionado y era difícil obtenerlo. Las viviendas carecían de calefacción, por falta de combustible; los ferrocarriles habían suspendido la mayor parte de los servicios, y numerosas fábricas cerraban, lo que agravaba la situación. Los llamados, pedidos y reclamaciones de los obreros eran vanos.

 

Cómo se gestó la rebelión

Muchas fábricas, entre las más importantes, organizaron asambleas generales obreras y adoptaron resoluciones hostiles al gobierno, exigiendo un cambio de régimen. Proclamas en el mismo sentido aparecieron en los talleres y los muros de la ciudad. Las masas se agitaban sordamente.

En respuesta a ciertas proclamas y propaganda exigiendo la convocación de una nueva Constituyente, Cronstadt envió, clandestinamente, claro está, sus delegados a fábricas y talleres para expresar a los obreros lo siguiente:

Toda la energía revolucionaria de Cronstadt, sus cañones y ametralladoras, serán resueltamente dirigidos contra la Asamblea constituyente y contra toda regresión. Pero si los obreros desengañados de la dictadura del proletariado, se levantan contra los nuevos impostores, por los soviets libres, por la libertad de palabra, de prensa, de organización y de acción de los trabajadores, obreros y campesinos, y de todas las corrientes ideológicas: anarquistas, socialistas revolucionarios  de izquierda, etc.; si los obreros se rebelan por una tercera Revolución verdaderamente proletaria, por las palabras de orden dé octubre, entonces Cronstadt los apoyará con todas sus fuerzas, unánimemente dispuesta a vencer o morir.

El 22 de febrero comenzaron los mítines espontáneos en las grandes fábricas. El 24, los tumultos tomaron mucho más grave giro. Desde la mañana, las autoridades emprendieron, con propósito de depuración, una revisión de fichas individuales de los obreros de la fábrica Trubochny, una de las más importantes de Petrogrado, lo que hizo desbordar el vaso. Se cesó el trabajo en la fábrica y algunos centenares de obreros se dirigieron a otros establecimientos para incitar al paro al personal. Bien pronto entraron en huelga el personal de las fábricas Báltica, Patronny, de municiones ésta, y Laferme.

Una columna de 2 a 3 mil obreros, muy agitados, intentó avanzar en manifestación. El gobierno obrero y campesino, que ya disponía de algunas fuerzas policiales y militares especialmente adiestradas, despachó destacamentos de cadetes de la Academia militar, aspirantes a oficiales (llamados kursanti), que arremetieron contra la inerme muchedumbre, que hubo de dispersarse. Otros mítines fueron igualmente impedidos por las tropas.

El 25 de febrero, el movimiento se acentuó y se extendió a toda la ciudad. Los huelguistas hicieron salir a los obreros de los arsenales del Almirantazgo y a los del puerto Galernaia. Masas obreras se reunían en un punto y otro dispersadas una y otra vez por las formaciones especiales.

Ante la creciente intensidad de los desórdenes, el gobierno puso en alerta a la guarnición de la capital, también ella en efervescencia. Varias unidades declararon que ellas no tenían por qué batirse con los obreros, y fueron desarmadas; de todos modos no podía contar con la guarnición de la que prescindió, por haber traído del Interior y de ciertos frentes de la guerra civil destacamentos de élite, comunistas por excelencia. Y ese mismo día el gobierno creó en Petrogrado el Comité de Defensa, presidido por Zinoviev, para coordinar la acción contra el movimiento.

El 26 de febrero, en la sesión del soviet de Petrogrado, uno de sus miembros, y también del Consejo Militar revolucionario de la República, Luckevitch, comunista notorio, informó sobre la situación. Denunció a los obreros de la fábrica Trubochny como provocadores de tumultos, “hombres que no pensaban sino en su interés personal”, y los tachó de contrarrevolucionarios. La fábrica fue cerrada en consecuencia, y los obreros privados de su ración de víveres.

En la misma sesión, el comisario de la flota báltica, Kuzmin, señaló por primera vez cierta efervescencia entre las tripulaciones de las naves de guerra surtas en Cronstadt.

A partir del 27 de febrero, considerable número de proclamas de toda clase fueron difundidas por las calles y fijadas en los muros de la capital. Una de las más características decía:

«“Es necesario un cambio fundamental en la política del gobierno. En primer lugar, los obreros y los, campesinos tienen necesidad de libertad. Ellos no quieren Vivir según las prescripciones de los bolcheviques, sino decidir por sí mismos sus destinos”.

“Camaradas: ¡Mantened el orden revolucionario! y exigid, de modo organizado y decididamente:”

“La libertad de todos los presos socialistas y obreros sin partido;”

“La abolición del estado de sitio, la libertad de palabra, de prensa y de reunión para todos los trabajadores;”

“La libre reelección de los comités de fábrica y de los representantes a los sindicatos y a los soviets”».

El gobierno respondió con arrestos en masa y la supresión de diversas organizaciones obreras.

El 28, invadieron Petrogrado las fuerzas militares comunistas llegadas del interior, y en seguida se descargó una represión tremenda contra los obreros, que no pudieron resistir, desarmados como estaban. En dos días los huelguistas fueron reducidos por la fuerza, y la agitación obrera aplastada “con mano de hierro”, según la expresión de Trotsky.

 

Reorganización interna de Cronstadt

Fue precisamente el 28 de febrero que Cronstadt se puso en movimiento.

Ese día, la tripulación de la nave de línea Petropavlovsk, en conmoción desde hacía varios días, adoptó una resolución que obtuvo la inmediata aprobación de la de otro navío de guerra, el Sebastopol. Y el movimiento se extendió a toda la flota de Cronstadt y a los regimientos rojos de la guarnición. La resolución, carente de carácter agresivo, se limitaba a formular las aspiraciones de los trabajadores y marinos. Algunas comisiones de éstos fueron enviadas a Petrogrado para establecer un vínculo más estrecho con los obreros de la capital y obtener informes exactos de la situación. Como se ve, el movimiento de los marinos era pacífico y leal, en apoyo de ciertas reivindicaciones de los trabajadores, lo que no era en absoluto anormal en un Estado obrero, dirigido por un gobierno proletario.

El 1º de marzo, a las, 14 horas, se realizó en la Plaza de la Revolución un mitin de marinos, soldados rojos y obreros, con autorización del Comité ejecutivo del soviet, y no arbitrariamente.

15,000 personas asistieron a la reunión, que se desenvolvió bajo la presidencia del camarada Vassilieff, presidente del Comité ejecutivo. El camarada Kalinin, presidente del Comité ejecutivo central panruso, y Kuzmin, comisario de la flota báltica, asistieron a ella.

Objeto de la reunión era la discusión de la resolución adoptada precedentemente por la reunión general de las tripulaciones de la 1ª y 2ª escuadras, cuyos puntos eran: Los acontecimientos en curso y medios de salvar al país del estado de desorganización y confusión. Esa resolución, actualmente conocida por todos, nada contiene que pueda debilitar el poder de los soviets. Ella expresa, por el contrario, la idea del verdadero poder de los soviets, poder de los obreros y campesinos.

Pero los camaradas Kalinin y Kuzmin, que tomaron la palabra, no quisieron comprenderlo. Sus discursos no hallaron eco, por no haber sabido ganar los corazones de las masas atormentadas hasta la angustia. Y el mitin votó unánimemente la resolución de las tripulaciones.

Al día siguiente, con conocimiento del Comité ejecutivo, con su autorización y conforme a las instrucciones publicadas en “Izvestia”, los delegados de navíos, guarnición, talleres y sindicatos, a razón de dos por organización, se reunieron en la Casa de Educación (ex escuela de ingenieros) en número superior a 300.

Los representantes de la autoridad perdieron la continencia; algunos hasta abandonaron la ciudad. En tales condiciones, la tripulación del Petropavlovsk se vio obligada a asegurar la custodia; del edificio y la protección de los delegados contra eventuales excesos, cualquiera fuere su procedencia.

La Conferencia tenía por objeto encontrar una salida pacífica a la situación. Se trataba, especialmente, de constituir un órgano para efectuar las reelecciones al soviet, previstas por la resolución, sobre bases más justas. Ello se imponía tanto más puesto que llegaban a su término los poderes del soviet precedente, casi únicamente integrado por comunistas, y que se había mostrado inepto para resolver los problemas más vitales y absolutamente más urgentes.

 

Manifiesto del nuevo Comité Revolucionario

En el atardecer del 2 de marzo, en Cronstadt no había, pues, otro poder que el del Comité revolucionario provisorio. El 3 de marzo apareció el primer número de “Izvestia”, de dicho Comité, que traía, en fugar destacado, el siguiente manifiesto: “A la población de la fortaleza y de la ciudad de Cronstadt”.

«"Camaradas y ciudadanos; Nuestro país atraviesa un difícil periodo. Hace ya tres años que el hambre, el frío y el caos económico nos tienen acogotados en terrible torniquete. El partido comunista, que gobierna el país, se ha distanciado de las masas y se ha mostrado impotente para hacerlas salir del estado de general ruina. No ha tenido para nada en cuenta los tumultos de estos tiempos últimos en Petrogrado y Moscú, demostrativos de que él ha perdido la confianza de las masas obreras. Ni la ha tenido tampoco de las reivindicaciones formuladas por los obreros. Lo considera todo como intrigas de la contrarrevolución. Se engaña profundamente”.

“Esos tumultos y estas reivindicaciones son la expresión del pueblo entero, de todos los que trabajan. Todos los obreros, marinos y soldados rojos ven hoy claramente que sólo los esfuerzos comunes, la voluntad de consuno de los trabajadores podrán dar al país pan, leña y carbón, vestir y calzar al pueblo y sacar a la República del atolladero en que se encuentra. Voluntad de todos los trabajadores, marinos y soldados rojos que se ha expresado claramente en el gran mitin de nuestra ciudad el 1º de marzo, que aprobó por unanimidad una resolución de las tripulaciones de la 1ª y 2ª escuadras”.

“Una de las decisiones aprobadas fue la de proceder inmediatamente a nuevas elecciones para el soviet. A fin de establecer, para ellas, bases más justas, de suerte que la representación de los trabajadores en el soviet sea efectiva y éste sea un órgano activo y enérgico, los delegados de todas las organizaciones de la marina, la guarnición y los obreros, se reunieron el 2 de marzo en la Casa de Educación. Además de la elaboración de tales bases, la reunión debía encarar un trabajo positivo y pacífico por la reorganización del sistema soviético”.

“Ahora bien: por haber razones para temer una represión, confirmadas por los amenazantes discursos de los representantes del poder, la reunión decidió crear un Comité revolucionario provisorio y concederle plenos poderes para la administración de la ciudad y la fortaleza”.

“El Comité provisorio tiene su sede en el navío de línea Petropavlovsk”.

“¡Camaradas y ciudadanos! El Comité provisorio se preocupa sobre todo para que no haya efusión de sangre. Ha empleado todos sus esfuerzos por mantener el orden revolucionario en la ciudad, en la fortaleza y en los fuertes”.

“¡Camaradas y ciudadanos! No detengáis vuestro trabajo. Obreros, a vuestras máquinas; marinos y soldados, no abandonéis vuestros puestos; todos los empleados, todas las instituciones han de continuar el trabajo”.

“El Comité revolucionario provisorio exhorta a todas las organizaciones obreras, los sindicatos marítimos y demás, a todas las unidades de mar y de tierra, y a todos los ciudadanos individualmente, a prestarle su ayuda. Su misión es asegurar, en cooperación fraternal con vosotros, las condiciones necesarias para las elecciones justas y honestas del nuevo soviet”.

“Orden, pues, camaradas, calma y sangre fría. ¡Todos al trabajo socialista honesto, por el bien de todos los trabajadores!”

“Cronstadt, 2 de marzo de 1921”».

Firmado: Petritchenko, presidente del Comité provisorio: Tukin, secretario. En contestación a esa actitud, el gobierno lanzó el siguiente infundio:

Radio Noticias Rosta, Moscú, 3 de marzo.

Acusación infamante de los bolcheviques

«”¡A todos! ¡A todos! ¡A todos!

¡A la lucha contra la conspiración blanco-reaccionaria!

El motín del ex general Kozlovsky y el del navío Petropavlovsk han sido organizados por espías de la Entente, como en muchos otros complots anteriores. Ello se comprueba por la lectura del diario burgués francés “Le Matin”, que dos semanas antes de la revuelta de Koslovsky publicó el siguiente telegrama de Helsingfors: «Se comunica de Petrogrado que a raíz de la reciente rebelión, de Cronstadt, las autoridades militares bolcheviques han tomado medidas a fin de aislar a Cronstadt e impedir que los soldados y marinos de ésta se acerquen a Petrogrado. El abastecimiento de Cronstadt está prohibida hasta nueva arden»”.

Está claro que la sedición de Cronstadt ha sido dirigida desde París, con intervención del contraespionaje francés. Es siempre la misma historia. Los socialistas revolucionarios, dirigidos por París, tramaron la rebelión contra el gobierno soviético y, apenas terminados sus preparativos, el verdadero jefe, un general zarista, hizo su aparición. La historia de Kolchak, que intentó restablecer el destruido poder con ayuda de los socialistas revolucionarios, se repite una vez más. Todos los enemigos de los trabajadores, desde los generales zaristas hasta los socialistas revolucionarios, intentan especular con el hambre y el frío. Naturalmente, esta rebelión de los generales y los socialistas revolucionarios será pronto reprimida, y el general Kozlovsky y sus acólitos sufrirán la suerte de Kolchak”.

Pero está fuera de duda que la red de espionaje de la Entente no ha sido solamente echada sobre Cronstadt. ¡A destruirla, obreros y soldados rojos! ¡Desenmascarad a los insinuadores y provocadores! ¡Sangre fría, serenidad y vigilancia! No olvidéis que el verdadero medio de salir de las dificultades alimenticias y de otra índole, momentáneas sí, pero ciertamente penosas, radica en un trabajo intenso en buen acuerdo, y no en excesos insensatos que no harán, sino aumentar la miseria, para mayor regocijo de los malditos enemigos de los trabajadores”».

Por todos los medios a su disposición -órdenes militares, proclamas, volantes, carteles, artículos periodísticos y transmisiones radiales- el gobierno difundió y logró hacer creer esas calumnias. No se olvidé que, en poder del gobierno todos los medios de propaganda e información, ninguna voz libre podía expresar la verdad.

Naturalmente, Cronstadt hizo cuanto pudo para responder a las insinuaciones y las calumnias bolcheviques. Mediante su diario y la radio, el Comité revolucionario hizo conocer a las masas laboriosas de Rusia y del mundo los verdaderos fines y las aspiraciones del movimiento, refutando al par las mentiras del gobierno comunista.

Desde los primeros días del movimiento, Cronstadt emprendió una intensa, y febril obra de organización interior. Vasta y urgente era la tarea, y múltiples los problemas que, afrontar a la vez.

Toda la población de Cronstadt unida contra la tiranía

El Comité revolucionario provisorio, con sede a bordo del Petropavlovsk, no tardó en trasladarse a la Casa del Pueblo, en el centro de Cronstadt, para estar, como decía “Izvestia”, “en permanente contacto con la población”: El número de sus miembros, cinco al principio, considerado insuficiente, se elevó pronto a quince. En su número 3, del 5 de marzo “Izvestia” informaba sobre los primeros actos del Comité.

«“Vencer o morir”.

“Reunión de delegados. Ayer, 4 de marzo, a las 18 horas, se realizó en el Club de la Guarnición una reunión de delegados de unidades militares y de sindicatos, convocada para completar el Comité revolucionario provisorio, e informar sobre los acontecimientos”.

“Acudieron directamente del lugar de su trabajo, 202 delegados. El marino Petrichenko, presidente, declaró que el Comité revolucionario provisorio, sobrecargado de trabajo, debía ser ampliado en diez miembros más, por lo menos. Sobre veinte candidatos propuestos, la reunión eligió por aplastante mayoría a los camaradas Verchinin, Perelpekin, Kupoloff, Ossossoff, Valk, Romanenko, Pavloff, Baikoff, Patruchev y Kogast, que en el acto se hicieron cargo de sus puestos”.

“En seguida, el presidente Petrichenko presentó un detallado informe de la actividad del Comité desde su iniciación. Subrayó que la entera guarnición de la fortaleza y de los navíos estaba presta al combate, llegado el caso, y que un gran entusiasmo animaba a toda la población laboriosa de la ciudad: obreros, marinos y soldados”».

Mas no se trataba sólo de la actividad del Comité y de los diversos órganos creados. La población entera se animó de intensa vida y participó con renovada energía en la obra de reconstrucción. El entusiasmo revolucionario igualaba al de los días de octubre. Por primera vez desde que el partido comunista se había apoderado del poder, Cronstadt se sintió libre. Un nuevo espíritu de solidaridad y de fraternidad unía a los marinos, soldados, obreros y otros elementos en un esfuerzo común por la causa de todos. Los comunistas mismos sufrieron el contagio de esta fraternidad de toda la ciudad, y participaron en los preparativos para la elección de los soviets de Cronstadt

El principio “Derechos iguales para todos, privilegios para nadie”, fue establecido y rigurosamente observado.

La ración de víveres se uniformó, Los marineros, que en régimen bolchevique recibían raciones mucho mayores, resolvieron no admitir sino lo mismo acordado al obrero o al ciudadano. Había raciones especiales, pero únicamente para los enfermos y los niños.

Del 3 al 16 de marzo aparecieron 14 números de “Izvestia”, órgano del Comité Revolucionario. La noble, la ardiente inspiración de los rebeldes a una vida nueva, realmente libre, para Cronstadt y la Rusia toda; sus esperanzas, su sublime abnegación y su firme decisión de defenderse “hasta la última gota de sangre” en la lucha que les fuera impuesta, todo se refleja fielmente en una serie de artículos de su diario, en que se explica su posición, se formulan sus aspiraciones, se procura convencer a los ciegos y engañados, respondiendo, como lo hemos visto, a las calumnias, y los actos de los comunistas.

He aquí los términos con que Alejandro Berkman, que pudo asistir a la reunión, la describe en su excelente estudio sobre la rebelión de Cronstadt:

«”Como presidente del Soviet de Petrogrado, Zinoviev declaró abierta la sesión y pronunció un largo discurso sobre la situación de Cronstadt. Yo confieso haber ido a la reunión más bien dispuesto a favor del punto de vista de Zinoviev: estaba alerta contra el menor indicio de una tentativa contrarrevolucionaria en Cronstadt. Pero el discurso de Zinoviev bastó para convencerme de que las acusaciones comunistas contra los marinos eran pura invención, sin la menor sombra, de veracidad”.

“Era una declaración de guerra. Muchos de los comunistas mismos se rehusaban a creer que se llegara a ponerla en obra; les parecía monstruoso atacar con la fuerza armada «al orgullo y la gloria de la Revolución Rusa» como había bautizado Trotsky a los marinos de Crontadt. En círculos íntimos de amigos, gran número de comunistas sensatos amenazaban separarse del partido si se consumaba acto tan sanguinario”».

Algunos anarquistas de Petrogrado, aún en libertad, intentaron un último esfuerzo para disuadir a los bolcheviques de atacar a Cronstadt. Consideraban su deber, ante la Revolución, intentar tal cosa para impedir la inminente masacre de la élite revolucionaria de Rusia: los obreros y marinos de Cronstadt. El 5 de marzo enviaron un escrito al Comité de defensa, subrayando las pacíficas intenciones y las justas reivindicaciones de Cronstadt, recordando a los comunistas la heroica historia revolucionaria de los marinos y proponiendo un medio de resolver el conflicto, medio digno de camaradas y revolucionarios.

El 6 de marzo, Trotsky completó los preparativos para el ataque. Las más fieles divisiones de todos los frentes, los regimientos de kursanti, los destacamentos de la Cheka y las unidades militares integradas por comunistas, fueron concentrados en los fuertes de Sestroretsk, Lissy Noss y Krasnaia Gorka, como asimismo en las posiciones fortificadas próximas. Se envió al teatro de las operaciones a los mejores técnicos militares, para establecer el plan de asedio y ataque contra Cronstadt, y se designó a Tujachevsky comandante en jefe de las tropas.

 

Toda la potencia del ejército rojo contra Cronstadt

El 7 de marzo, a las 1845, las baterías de Sestroretsk, Lissy Noss y Krasnaia Gorka iniciaron el bombardeo. Una lluvia de obuses, bombas y también de arrogantes proclamas, arrojadas por aviones, cayó sobre la ciudad. Repetidas veces, la “banda de cuervos” instalada en Krasnaia Gorka -Trotsky, Tujachevsky, Dybenko y otros- ordenó apoderarse de la sitiada fortaleza en fulminantes ataques, sin resultado; los más furiosos de ellos fueron rechazados por los valerosos defensores. El bombardeo no suscitó el menor pánico en la ciudad. Al contrario, provocó la cólera de la población y reafirmó su voluntad de resistir hasta el fin.

La guarnición de Cronstadt la componían unos 14,000 hombres, 10,000 de ellos marinos. Debía atender un vasto frente, numerosos fuertes y no pocas baterías diseminadas en el golfo. Los continuados ataques de los bolcheviques, constantemente reforzados, la escasez de víveres, las prolongadas noches de intenso frío, todo contribuía a debilitar Cronstadt. Pero los defensores dieron prueba de heroica perseverancia, esperando hasta el último momento que su noble ejemplo fuera seguido por el país.

La lucha era asaz desigual.

Los soldados bolcheviques, sin embargo, se rendían a millares; a centenares se ahogaban otros al quebrarse la capa de hielo que el deshielo iba debilitando y otros caían despedazados por los obuses. Pero, por grandes que fueran esas pérdidas, en nada disminuía la intensidad de los ataques, por el incesante arribo de cuantiosos refuerzos.

¿Qué podía hacer la ciudad, sola, contra esta marea creciente? Se esforzó, con todo, en mantenerse firme. Esperaba obstinadamente una revuelta general, inminente, de los obreros y soldados rojos de Moscú y Petrogrado, que señalaría el comienzo en grande de la tercera revolución. Y se batía heroicamente, día y noche, en todo el frente, que se iba estrechando día tras día. Pero no hubo revuelta, ni surgió ayuda alguna; la resistencia de Cronstadt se debilitaba y los asaltantes obtenían ventaja sobre ventaja.

Finalmente, el 16 de marzo, los bolcheviques, sintiendo próximo el desenlace, descargaron un fulminante ataque concentrado, precedido de una furiosa preparación de artillería. Había que acabar a todo trance. Cada hora más de resistencia, cada cañonazo en Cronstadt constituían otro desafío a los comunistas, que podría suscitar la revuelta, contra ellos, de millones de hombres. Sabían ya que estaban abandonados a sí mismos. Ya Trotsky se había visto obligado a utilizar destacamentos de chinos y baskires. Había que aplastar sin demora a Cronstadt, si no sería ésta la que haría saltar el poder bolchevique.

Desde la mañana, los grandes cañones de Krasnaia Gorka hicieron llover sobre la ciudad, sin cesar, obuses que provocaban ruinas e incendios. Y los aviones arrojaban bombas, una de las cuales destruyó el hospital, a pesar de la bien visible insignia de la Cruz Roja. A este furioso bombardeo siguió un asalto general por el Norte, el Sur y el Este.

Heroicidad sin límites de los defensores de Cronstadt

Sin embargo, en muchos lugares, tras encarnizado combate con ametralladoras, el enemigo fue rechazado. En un punto y otro, entre el estruendo de la lucha dentro de los muros de la ciudad, los marinos maniobraban hábilmente, se precipitaban a los puntos más amenazados, dando órdenes oportunas, lanzando llamados. Un verdadero fanatismo de bravura se posesionó de los defensores. Nadie pensaba en el peligro ni en la muerte. “¡Camaradas -oíase de tiempo en tiempo-: armad de prisa los últimos destacamentos obreros! ¡Que acudan todos los hombres capaces de portar armas!” Y los últimos destacamentos se formaban, se armaban, llegaban de prisa y participaban de inmediato en el combate.

Las mujeres del pueblo dieron muestras de un valor y una actividad sorprendentes; desdeñando el peligro, avanzaban lejos de la ciudad, portadoras de municiones; recogían a los heridos de ambos campos y los transportaban al hospital bajo el intenso fuego, y organizaban los socorros.

Al caer la tarde del 16 de marzo, la batalla estaba aún indecisa.

En el curso de la noche, los comunistas que habían sido dejados en libertad acertaron a señalar a los atacantes el punto más débil de Cronstadt: la Puerta de Petrogrado. Hacia las 7 de la mañana siguiente, los bolcheviques la forzaron en un supremo asalto, y avanzaron combatiendo hasta el centro de la ciudad: la famosa Plaza del Ancla.

 

El bolchevismo aplasta la rebelión

Pero los marinos no se dieron aún por vencidos: continuaron batiéndose como leones, defendiendo cada barrio, cada calle, cada casa. Al precio de grandes sacrificios, los soldados del poder central pudieron afirmarse firmemente en algunos sectores. Los miembros del comité revolucionario siguen pasando de un lugar amenazado a otro, hacen maniobrar a los combatientes, reorganizan la lucha incesantemente. Y la imprenta continúa preparando el número 15 de “Izvestia”, que no pudo aparecer.

Toda la jornada del 17 de marzo se combatió en el interior de la ciudad. Sabían los marinos que para ellos no habría cuartel y preferían morir combatiendo a ser cobardemente asesinados en los sótanos de la Cheka.

La lucha desesperada de los marinos y los soldados de Cronstadt continuó hasta hora avanzada de la noche. La ciudad, que durante quince días no había infligido daño alguno a los comunistas, estaba ahora convertida en un vasto escenario de fusilamientos, salvajes ejecuciones y asesinatos a mansalva.

Escapados de la matanza, algunos destacamentos huyeron hacia Finlandia.

Otros combatieron hasta el último hombre. Al amanecer del 18 de marzo se combatía aún o, mejor dicho, se daba caza a los rebeldes, en ciertos barrios.

Pasado algún tiempo, el gobierno bolchevique anunció una amnistía general para quienes, escapados de la represión y radicados en el extranjero u ocultos en el interior del país, se presentaran espontáneamente a las autoridades. Los que tuvieron la ingenuidad de creer en la amnistía y de presentarse, fueron arrestados y compartieron la suerte de sus camaradas de armas. Esta infame celada, entre tantas otras, es una de las más canallescas páginas de la historia real del bolchevismo.

La acción criminal del bolchevismo en Kronstadt, repetida después en cuantas oportunidades revolucionarias se han presentado, tuvo una segunda parte en Ucrania que adquirió, verdaderos caracteres de guerra civil y de lucha desesperada y heroica por parte del anarquismo ruso.

El movimiento de las masas en Ucrania ha desempeñado en la Revolución un papel excepcionalmente importante, más incluso que el de Cronstadt, en razón de su extensión, su persistencia, su carácter, esencialmente popular, la claridad de su tendencia ideológica y, en fin, las tareas y obras que se realizaron.

Ucrania es una de las más ricas zonas agrícolas del mundo. Su fértil tierra negra rinde cosechas incomparables, por lo que antaño se la llamaba el granero de Europa. Fue, en efecto, muy importante proveedor de trigo y otros productos agrícolas a diversos países europeos. Además de cereales, Ucrania es óptima en legumbres, frutas, en fértiles llanuras, praderas y bosques, bien regada por numerosas corrientes de agua, y hasta cuenta, en los confines de la región del Don, con hulla.

La composición étnica de la población ucraniana, el contacto secular de la región -guerrero, comercial y de toda índole- con el mundo occidental, ciertos rasgos geográficos y topográficos y, en fin, ciertas particularidades del carácter, el temperamento y la mentalidad del pueblo, permitieron mantener bien marcada diferencia entre la situación de la Gran Rusia y la de Ucrania bajo el cetro de los zares.

Ciertas partes de Ucrania jamás se dejaron subyugar totalmente, como ocurrió en la Gran Rusia. Su población siempre mantuvo cierto espíritu de independencia, de resistencia, de fronda. Relativamente cultivado y fino, bastante individualista, emprendedor y no negado a la iniciativa, celoso de su independencia, guerrero por tradición, dispuesto a defenderse y habituado, desde siglos, a sentirse libre y soberano, el ucraniano, en general, no se había sometido jamás a la esclavitud total que caracterizó el estado de la población de la Gran Rusia.

 

La vida en Ucrania antes de la Revolución

La servidumbre, despiadada en la Gran Rusia, asumía un carácter, por decirlo así, liberal, en Ucrania, en razón de la constante resistencia de los campesinos, que huían por millares de los señores demasiado brutales, dándose a la vida montaraz.

Aun en la Gran Rusia, cuantos no querían seguir siendo siervos, los deseosos de más libertad, de vida independiente, los que tenían cuentas pendientes con la justicia o querían eludir el cumplimiento de las sanciones de las leyes del imperio, huían hacia las estepas, los bosques y otras zonas poco accesibles de Ucrania, donde recomenzaban una vida nueva. Así fue Ucrania, por siglos, la tierra prometida de toda clase de fugitivos, sobre todo por ideas o actos revolucionarios.

La impopularidad y la impotencia del partido comunista en Ucrania hicieron que la toma del poder por los soviets fuera en ella cosa distinta que en la Gran Rusia.

En Ucrania, los soviets eran más exactamente reuniones de delegados obreros y campesinos. No estando dominados por un partido político (tampoco los mencheviques tenían, influencia efectiva), estos soviets no disponían de medios para subordinar a las masas. Y así los obreros en las fábricas, y en las aldeas los campesinos, se sentían una fuerza real.

En sus luchas revolucionarias no tuvieron el hábito de ceder a nadie sus iniciativas, ni tener al lado a un tutor constante e inflexible, como lo fue el partido comunista en la Gran Rusia. De ello derivó, y arraigó sólidamente, una más amplia libertad de espíritu, de pensamiento y de acción, que no podría dejar de manifestarse en los movimientos revolucionarios de masas.

Con tales miras, en un punto y otro, los obreros expulsaban de las fábricas a los propietarios y encomendaban la gestión de la producción a sus organismos de clase los sindicatos nacientes, los comités de fábrica, etc. Los campesinos, por su parte, se apoderaban de las tierras de los terratenientes y los kulaks, cuyo usufructo reservaban para los labradores mismos, esbozando un nuevo tipo de economía agraria. Este movimiento se expandió y generalizó con extrema lentitud, más bien en forma espontánea y desordenada. Eran los primeros pasos, bastante torpes aún, de una futura actividad más vasta, más consciente y mejor organizada. El camino tanteado por las masas era el bueno, y así lo iban experimentando ellas mismas.

El tratado de Bres-Litovsk, concertado por los bolcheviques con el gobierno imperial alemán, abrió de par en par las puertas de Ucrania a los austroalemanes. Entraron como amos. No se limitaron a la acción militar, sino que se inmiscuyeron en la vida económica y política del país. Su objetivo era apropiarse de los víveres. Para llegar a ello de modo fácil y completo, restablecieron el poder de los nobles y de los señores agrarios derribados por el pueblo e instalaron el gobierno autócrata del hetman Skoropadsky.

El saqueo económico de Ucrania por los austroalemanes, con el asentimiento y la ayuda del gobierno de Skoropadsky, fue colosal y horrible. Se robaba, se cargaba con todo: trigo, ganado, aves de corral, materias primas, etc., todo en tales proporciones que los medios de transporte no bastaban.

Como si hubiesen caído sobre depósitos inmensos condenados al saqueo, los austriacos y los alemanes se apresuraban a llevarse lo más posible, cargando un tren tras otro, centenares, millares de trenes, y llevándoselo todo a sus países. Cuando los campesinos resistían a ese saqueo y trataban de no dejarse arrebatar el fruto de su trabajo, entraban en acción las represalias, la horca, el fusilamiento.

 

Origen de las guerrillas en Ucrania

Además de la violencia de los invasores y el cínico bandolerismo militar, la ocupación de Ucrania por los austroalemanes fue acompañada por una reacción feroz de parte de los propietarios de tierras. El régimen del hetman fue el aniquilamiento de todas las conquistas revolucionarias de los campesinos y de los obreros, una vuelta completa al pasado. Es, pues, natural que ese nuevo ambiente haya acelerado la marcha del movimiento esbozado antes, bajo Petlura y bajo los bolcheviques. En todas partes, principalmente en las aldeas, comenzaron actos insurrecciona les contra los señores feudales y los austroalemanes. Entonces cobró impulso el vasto movimiento revolucionario de los campesinos de Ucrania, designado más tarde con el nombre de insurrección revolucionaria. Se explica muy a menudo el origen de esa insurrección por el hecho de la ocupación austroalemana y el régimen del hetman exclusivamente. Esa explicación es insuficiente y, por tanto, inexacta. La insurrección tuvo sus raíces en todo el ambiente y los fundamentos mismos de la Revolución Rusa. Fue una tentativa de los trabajadores para llevar la Revolución hacia un resultado integral -la a verdadera emancipación y la supremacía del trabajo-. La invasión austroalemana y la reacción agraria no hicieron, pues, sino acelerar el proceso.

El movimiento tomó rápidamente vastas proporciones. El campesinado se levantó en todas partes contra los señores feudales, masacrándolos o expulsándolos, apoderándose ge sus tierras y de sus bienes, sin olvidarse tampoco de los invasores. El hetman y las autoridades alemanas respondieron mediante represalias implacables. Los campesinos de las aldeas sublevadas fueron ahorcados y fusilados en masa, todo su haber incendiado. Centenares de aldeas sufrieron en corto lapso un castigo terrible de parte de la casta militar y agraria. Esto sucedía en junio, julio y agosto de 1918.

Entonces los campesinos, perseverando en su revuelta, se organizaron en compañías de guerrilleros y recurrieron a la guerra de emboscadas. Como respondiendo a órdenes de organizaciones invisibles, surgieron casi simultáneamente en diferentes lugares multitud de destacamentos de guerrilleros que obraban mediante sorpresas militares contra señores feudales, contra sus guardas y sus representantes en el poder. Habitualmente esos destacamentos de 20, 50 hasta 100 jinetes bien armados, caían bruscamente por la parte opuesta donde se les suponía, sobre una propiedad o sobre la guardia nacional, mataban a todos los enemigos de los campesinos y desaparecían tan rápidamente como se habían presentado. Todo señor feudal perseguidor de los campesinos, todos sus files servidores, estaban señalados por los guerrilleros y eran amenazados a cada momento con ser suprimidos. Todo guardia, todo oficial alemán estaba condenado a muerte segura. Esos hechos, realizados cotidianamente en todos los rincones del país, cortaban en lo vivo la contrarrevolución agraria, poniéndola en peligro y preparando infaliblemente el triunfo de los campesinos.

Hay que observar que, a semejanza de las vastas insurrecciones espontáneas, sin preparación alguna, tales actos guerreros eran siempre dirigidos por ellos mismos, sin el socorro ni la dirección de una organización política cualquiera. Sus medios de acción les pusieron en la necesidad de satisfacer ellos mismos las necesidades del movimiento, de dirigirlo y conducirlo a la victoria. Durante toda la lucha contra el hetman y los terratenientes, en los momentos más penosos, los campesinos estuvieron solos frente a sus enemigos encarnizados, bien organizados y bien armados. Esto tuvo gran influencia sobre el carácter de toda la insurrección revolucionaria. Su rasgo fundamental -en todas partes donde se mantuvo hasta el fin como obra de clase, sin caer bajo la influencia de los partidos o de los elementos nacionalistas- fue no solamente el haber nacido de lo más profundo de las masas campesinas, sino también la conciencia general que los campesinos demostraban siendo ellos mismos guías y animadores del movimiento. Los destacamentos de guerrilleros, sobre todo, estaban imbuidos de esa idea. Estaban orgullosos y se sentían con fuerzas para cumplir su misión.

Arrolladora organización de los ucranianos

Las represalias salvajes de la contrarrevolución no detuvieron el movimiento, al contrario, lo ampliaron y lo extendieron. Los campesinos se asociaban cada vez más entre sí, impulsados por la marcha del movimiento hacia un plan general de acción revolucionaria. Ciertamente los campesinos de toda Ucrania no se organizaron nunca en una sola fuerza que obrase con una sola dirección. No se podría hablar de tal unión sino en cuanto al espíritu revolucionario. En la práctica, ellos se organizaron más bien aisladamente por regiones. Los pequeños destacamentos aislados de guerrilleros se unificaban en formaciones conjuntas. Al hacerse las insurrecciones más frecuentes y las represalias más feroces y organizadas, tales uniones se convirtieron en urgente necesidad. En el sur de Ucrania fue la región de Gulai-Pole la que tomó la iniciativa de esa unificación. No solamente se realizó con el fin de la defensa, sino también y sobré todo en vista de una destrucción general y completa de la contrarrevolución agraria.

“Desde los primeros días del movimiento -dice Pedro Archinoff- hasta su punto culminante, cuando los campesinos vencieron a los reaccionarios terratenientes, Majno tuvo un desempeño tal que hizo preponderante y capital su influencia, al extremo de que enteras regiones insurgentes y los más heroicos episodios de la lucha están ligados a su nombre”.

Néstor Majno, campesino ucraniano de origen, tuvo una actuación excepcional en la vasta insurrección campesina del Sur de Ucrania, movimiento que toda la literatura sobre la Revolución Rusa, salvo algunas ediciones libertarias, pasa por alto o sólo trata en pocas líneas difamatorias. En cuanto a su animador y guía militar, Majno, si se dignan citarlo alguna vez, es únicamente para tacharlo de bandido, asesino, bribón, fautor de progroms contra los judíos, etcétera.

Majno nació el 27 de octubre de 1889 y fue criado en la aldea de Gulai-Pole, distrito de Alesandrovsk, del gobierno de Ekaterinoslav. Eran sus padres campesinos pobres. Tenía diez meses de edad cuando murió su padre, quedando la viuda con cinco hijos menores. Desde los siete años, a causa de la extrema miseria de la familia, sirvió como pastor de vacas y ovejas en su aldea. A los ocho, ingresó en la escuela local, que frecuentaba en invierno, sirviendo siempre de pastor en el verano. A los doce, dejó escuela y hogar para colocarse. Trabajó como peón de granja en las propiedades de los terratenientes y de los kulaks alemanes, cuyas colonias eran numerosas en Ucrania. En esa época, a los 14 o 15 años, profesaba ya un fuerte odio contra los patronos explotadores y soñaba en la manera en que podría “ajustarles las cuentas un día”, por sí y por los demás, si tuviese fuerzas para ello.

Hasta la edad de 16 años no tuvo ningún contacto con el mundo político.

Sus concepciones revolucionarias y sociales se moldeaban en un círculo restringido de sus conciudadanos, campesinos y proletarios como él.

La revolución de 1905 le hizo salir de un golpe de ese pequeño círculo, lanzándolo en la corriente de los grandes acontecimientos y actos revolucionarios. Tenía entonces 16 años, estaba pleno de entusiasmo revolucionario y dispuesto a todo en la lucha por la liberación de los trabajadores. Después de conocer algunas organizaciones políticas, entró resueltamente en las filas de los anarquistas comunistas y desde ese momento se hizo un militante infatigable. Desplegó gran actividad y participó en actos de los más peligrosos en la lucha libertaria.

En 1908 cayó en poder de las autoridades zaristas, que lo condenaron a la horca por asociación anarquista y participación en actos terroristas. En consideración a su juventud, la condena fue conmutada por la de trabajos forzados a perpetuidad. Purgó su pena en la prisión central de Moscú (Butyrki). A pesar de que la vida en prisión no tenía perspectivas para él y era extremadamente penosa, Majno se esforzó, sin embargo, para instruirse. Dio prueba de una gran perseverancia. Aprendió la gramática rusa, estudió matemáticas, literatura, historia de la cultura y de la economía política. A decir verdad, la prisión fue la única escuela en que Majno recibió los conocimientos históricos y políticos que le sirvieron tanto en su acción revolucionaria ulterior. La vida; los hechos, fue la otra escuela donde aprendió a conocer y comprender a los hombres y a los acontecimientos sociales.

Incorporación de Majno a la revolución ucraniana

Majno, muy joven aún, comprometió en la prisión su salud. Obstinado, sin poder adaptarse al aplastamiento absoluto de la personalidad a que está sometido todo condenado a trabajos forzados, se resistió siempre a las autoridades omnipotentes y estaba continuamente en el calabozo, donde contrajo una afección pulmonar a causa del frío y de la humedad. Durante los nueve años de su reclusión, permaneció sin cesar en lugares del castigo por “mala conducta”, hasta que fue liberado con los demás detenidos políticos por la insurrección del proletariado de Moscú, el 1º de marzo de 1917.

Volvió inmediatamente a Gulai-Pole, donde las masas campesinas le manifestaron una profunda simpatía. De todo el pueblo, era el único forzado político devuelto a su familia por la Revolución. Se convirtió espontáneamente, por eso, en objeto de la estima y la confianza de los campesinos. No era ya entonces un joven inexperto, sino un militante consumado, con una poderosa voluntad y una idea determinada de la lucha social.

En Gulai-Pole se entregó de inmediato a la labor revolucionaria, tratando primero de organizar a los campesinos de su aldea y de los alrededores. Fundó una unión profesional de los obreros agrícolas organizó una comuna libre y un soviet local de los campesinos. El problema que le agitaba era el de la concentración y organización de todo el campesinado de un modo bastante firme y sólido como para poder expulsar de una vez por todas a los señores feudales; los amos y dirigentes políticos y de arreglar por sí mismos su vida. En ese sentido inspiró su trabajo organizador de los campesinos y no sólo como propagandista, sino también y sobre todo como militante práctico. Trató de asociar a los trabajadores revolucionariamente, sacando partido de los actos flagrantes de engaño, de injusticia y de opresión de que eran víctimas.

Durante el periodo del gobierno de Kerensky y en los días de octubre, fue presidente de la unión campesina regional, de la comisión agrícola, de la unión profesional de los obreros metalúrgicos y carpinteros y, en fin, presidente del soviet de los campesinos y obreros de Gulai-Pole.

En el momento de la ocupación de Ucrania por los austroalemanes, Majno fue encargado por un Comité revolucionario clandestino de la zona, de crear batallones de campesinos y obreros para emprender la lucha contra los invasores y contra el poder.

Hizo lo que fue menester, pero se vio forzado a retroceder con sus guerrilleros hacia las ciudades de Taganrog, Rostof y Tzaritzin, combatiendo paso a paso. La burguesía local, reafirmada entonces por la llegada de los austroalemanes, puso su cabeza a precio y lo obligó a ocultarse por algún tiempo. En venganza, las autoridades militares ucranianas y alemanas quemaron la casa de su madre y fusilaron a su hermano Emelian, inválido de guerra.

«“Desde hacía mucho tiempo, maduraba en él -continua Archinoff- la idea de organizar las grandes masas campesinas y hacer manar la energía revolucionaria acumulada en ellas desde siglos y precipitar su formidable potencia sobre el actual régimen opresor. Y juzgó llegado el momento de la ejecución de su idea”.

“"El viaje se realizó -refiere Archinoff- con muchas dificultades, clandestinamente, para no caer en las garras de las autoridades del hetman. Una vez estuvo a punto de perecer; pues fue arrestado por un destacamento austroalemán, estando bien provisto de literatura libertaria; Un conocido, rico judío de Gulai-Pole, lo salvó pagando por su liberación una suma considerable de dinero”».

 

Luchas despiadadas de Majno contra la reacción

Majno se puso inmediatamente a la obra. Su primera preocupación fue la de formar una compañía revolucionaria militar suficientemente fuerte para garantizar la libertad de agitación y de propaganda en ciudades y aldeas y comenzar al par operaciones de guerrilla. Esta compañía fue rápidamente organizada. Había en todas las aldeas elementos maravillosamente combativos, dispuestos a obrar. Sólo faltaba un buen organizador. Este fue Majno.

La misión de su compañía era: a) un trabajo activo de propaganda y de organización entre los campesinos; b) la lucha implacable contra todos los enemigos. “Todo terrateniente que persiga a los campesinos, todo agente de policía del hetman, todo oficial ruso a alemán, en tanto que enemigo mortal e implacable de los campesinos, no hallará piedad alguna y será suprimido”. Además, según los principios de los insurrectos, debía ser ejecutado todo el que participase en la opresión de los campesinos pobres y de los obreros, en la supresión de sus derechos o en la usurpación de su trabajo.

En dos o tres semanas, ese destacamento era ya objeto de terror, no sólo para la burguesía local, sino también para las autoridades austroalemanas. El campo de acción militar y revolucionario de Majno era considerable; se extendía desde la estación de Lozovaia a Berdiansk, Marupol y Taganrog y desde Lugansk y la estación de Grichin hasta Ekaterinoslav, Alexandrovsk y Melitopol. La rapidez de los movimientos era la particularidad de la táctica de Majno. Gracias a ella y a la extensión de la región, aparecía siempre de improviso en el lugar en que menos se le esperaba.

En poco tiempo envolvió en un círculo de hierro y de fuego toda la región en que se atrincheraba la burguesía local. Todos los que durante los dos o tres meses de la hetmanchina lograron afirmarse en sus viejos nidos señoriales, todos los que se embriagaron en la sumisión de los campesinos, saqueando sus tierras y gozando de los frutos de su trabajo, todos los que reinaban como amos sobre ellos, se encontraron repentinamente bajo la mano implacable e inexorable de Majno y de sus guerrilleros. Rápidos como el huracán, intrépidos, inaccesibles a la piedad ante los enemigos, caían como el rayo en tal o cual propiedad, masacraban a todos los adversarios declarados de los campesinos y desaparecían tan rápidos como habían llegado. Al día siguiente Majno hada lo mismo a cien kilómetros de distancia; aparecía súbitamente en alguna población, eliminaba a la guardia nacional (la varta), los oficiales, los señores feudales y se eclipsaba antes de que las tropas alemanas, apostadas muy cerca, tuviesen tiempo de comprender lo que ocurría. Al día siguiente estaba a cien kilómetros de allí y caía sobre un destacamento expedicionario enviado para reprimir a los campesinos o bien ahorcaban algunos guardias nacionales.

Toda la población campesina prestaba su concurso eficaz y hábil a la gente de Majno, que tenía la certeza de encontrar refugio seguro, víveres, caballos y hasta armas. Los campesinos solían ocultar a los revolucionarios en sus viviendas con peligro de sus vidas. Muchas veces; los habitantes de un pueblo dirigían a la guardia nacional y a las tropas perseguidoras de Majno sobre una ruta falsa, mientras éste y sus jinetes se hallaban en el mismo pueblo o en lugar opuesto al indicado.

Muchas aldeas eran castigadas despiadadamente por su actitud a favor de los insurrectos: todos los hombres eran atrozmente golpeados a baquetazos y los sospechosos fusilados en el acto. Se quemaban aldeas enteras por venganza. Pero ninguna violencia era capaz de dominar la resistencia tenaz de la población trabajadora contra los invasores y sus protegidos: terratenientes y contrarrevolucionarios.

Todo el movimiento guerrillero alrededor de Majno

En este primer periodo de su actividad, Majno fue el organizador y guía de los campesinos y el temible justiciero del pueblo oprimido. Cientos de señores feudales emboscados, miles de opresores y beligerantes fueron destrozados. Su actitud resuelta, la rapidez de sus golpes certeros y la imposibilidad de capturarlo muerto o vivo, hicieron célebre su nombre, y ante él temblaban de odio y terror los burgueses y las autoridades, mientras que entre el pueblo trabajador despertaba sentimientos de profunda satisfacción, de orgullo y de esperanza. Pronto fue Majno una figura legendaria. Había en su carácter y en su conducta extraordinaria audacia, firme voluntad, perspicacia vigilante y, en fin, un humor simpático. Todas estas cualidades se imponían al pueblo. Mas no era todo esto, con ser mucho, lo fundamental en la personalidad de Majno. Su temperamento combativo, sus empresas insurrecciona les no fueron sino las manifestaciones primeras de su enorme talento organizador y defensivo, que más tarde se reveló en toda su capacidad.

Multiplicaba las reuniones públicas en todas partes, escribía informes sobre las labores inmediatas, sobre la Revolución social y sobre la vida en comunidad libre e independiente de los trabajadores cómo fin supremo. Redactaba continuamente manifiestos al pueblo, a los soldados invasores y a los cosacos del Don y del Kuban.

Así hablaba Majno a las grandes masas campesinas:

“¡Vencer o morir! Este es el dilema del momento histórico para los campesinos y obreros de Ucrania. Mas nosotros no podemos morir todos porque somos innumerables. ¡Nosotros somos la humanidad! ¡Por eso triunfaremos! y no venceremos para repetir el error de los pasados años: el de remitir nuestra suerte a nuestros amos. Venceremos para tomar nuestros destinos en nuestras propias manos y disponer nuestra vida conforme a nuestra voluntad y nuestra verdad”.

En cada aldea los campesinos crearon grupos locales clandestinos, que se coligaban a Majno, lo sostenían en todas sus empresas, seguían sus consejos y disposiciones.

Los numerosos destacamentos de guerrilleros -los existentes y los que se iban formando- se relacionaban con los grupos de Majno en procura de unidad de acción. La necesidad de esta unidad y de una acción generalizada era reconocida por todos los guerrilleros revolucionarios. Y todos coincidían en que ella sería satisfecha mejor bajo la dirección de Majno. Esa era también la opinión de varios destacamentos de insurrectos, hasta entonces independientes entre sí, entre ellos el gran cuerpo dirigido por Kurilenko, que operaba en la región de Berdiansk, el de Stchuss, en la región de Debrivka, el de Petrenko-Planonoff, en la de Grichin, y otros, que se unieron espontáneamente al destacamento de Majno. Así, la unificación de las unidades desligadas de guerrilleros en la Ucrania meridional en un solo ejército insurrecto bajo el mando supremo de Majno, se hizo de modo natural, por fuerza de las cosas y voluntad de las masas.

La extendida e indomable insurrección campesina acabó por desorientar y disgregar completamente a las fuerzas de ocupación y a la policía del hetman. La contrarrevolución, sostenida por las bayonetas extranjeras, perdía terreno cada vez más rápidamente. La terminación de la guerra y los trastornos políticos que la siguieron, en Alemania y Austria, le dieron el golpe de gracia. A fines de 1918, las tropas austroalemanas abandonaron el país. El hetman y los terratenientes desaparecieron para no volver.

Los caracteres meritorios del movimiento fueron:

1º.    Su completa independencia de toda tutela, de todo partido, de toda política, cualesquiera fuesen y de dondequiera procediesen; el espíritu verdaderamente libre y aun libertario del movimiento. Esta cualidad fundamental, de importancia capital, se debía: a) a la espontaneidad de la insurrección campesina desde su iniciación; b) a la influencia personal de Majno, libertario; c) a la actividad de otros elementos libertarios en la región, ya que el mismo Majno absorbido personalmente por la acción combativa, hizo cuanto pudo para que acudiese el mayor número de libertarios y militasen con toda libertad. Y es de agregar también el aprovechamiento de las experiencias de los insurgentes en sus cotidianos contactos con los partidos políticos.

Esta tendencia libertaria del movimiento se manifestó por profunda desconfianza hacia los elementos no trabajadores o privilegiados, por el rechazo de toda dictadura de cualquier organización, y por la idea de una autoadministración libre y completa de los trabajadores mismos en sus localidades.

2º.    La coordinación libre, federativa -y tanto más sólida- de todas las fuerzas del movimiento en un solo y vasto movimiento social, libremente organizado y disciplinado.

3º.    La influencia ideológica, sana y muy elevada, que el movimiento ejerció en gran parte del país, englobando a unos siete millones de habitantes.

4º.    El incomparable valor combativo del ejército de los insurgentes campesinos revolucionarios, ejército que, a pesar de su perpetua falta de armas y municiones y de otras dificultades terribles, a pesar de muchísimos obstáculos insuperables y de las traiciones constantes de que fue objeto, pudo resistir a todas las imposturas y a todas las fuerzas de opresión durante cerca de cuatro años.

5º.    El genio, por una parte organizador, y estratégico y militar, por otra, y otras cualidades excepcionales del hombre que fue guía del núcleo combativo del movimiento, Néstor Majno.

6º.    La rapidez con que las masas campesinas y los insurgentes en general se familiarizaron con las ideas libertarias y trataron de aplicarlas a pesar del ambiente desfavorable.

7º.    Ciertas realizaciones positivas del movimiento en el terreno económico, social y revolucionaria mente militar, en la medida que las circunstancias lo permitieron.

Los campesinos majnovistas aprovecharon esta libertad y la relativa calma de su región -de corta duración ¡ay!- para realizar algunas tareas positivas.

 

El comunismo libertario en Ucrania

Durante unos seis meses, de diciembre de 1918 a junio siguiente, los campesinos de Gulai-Pole vivieron sin poder político alguno. No sólo fueron mantenidos sanamente los vínculos sociales entre ellos, sino que también crearon formas nuevas de organización social: Comunas de trabajadores libres y soviets libres de trabajadores.

Los majnovistas formularon más tarde sus ideas sociales, especialmente su concepción de los soviets, en un folleto titulado Tesis generales de los insurgentes revolucionarios sobre los soviets libres. Según ellos, los soviets deben ser absolutamente independientes de todo partido político. Deben formar parte de un sistema económico general basado en la igualdad social; sus miembros deben ser trabajadores auténticos, servir los intereses de las masas laboriosas y obedecer únicamente a su voluntad; sus animadores no han de ejercer ningún poder sobre los demás miembros de la colectividad.

Proliferación de comunas libres

En cuanto a las comunas, en muchos puntos se intentó organizar la vida social en base a ellas, justa e igualitariamente. Los mismos campesinos que se habían mostrado hostiles a las comunas oficiales procedían con entusiasmo a la constitución y arraigo de las comunas libres. Cerca de la aldea Prokovskole se organizó la primera comuna, llamada Rosa Luxemburgo, el número de cuyos miembros, de algunas decenas al principio, sobrepasó más tarde de 300. Esta comuna fue creada por los campesinos más pobres de la localidad. Al consagrarla a la memoria de Rosa Luxemburgo testimoniaban su imparcialidad y una cierta nobleza de sentimientos. Sabían que era una mártir de las luchas revolucionarias en Alemania. Los principios esenciales de la comuna no correspondían absolutamente a la doctrina por la que ella había luchado, pero los campesinos quisieron honrar, justa y únicamente, a una víctima de la lucha social. Base de la comuna era el principio no autoritario. Esta comuna alcanzó hermosos resultados y acabó por ejercer gran influencia en los campesinos de la zona.

A siete kilómetros de Gulai-Pole se formó otra comuna, llamada simplemente “Comuna número 1 de los campesinos de Gulai-Pole”. También ella fue obra de campesinos pobres. Y a unos veinte kilómetros de ella, estaban las comunas números 2 y 3. Las había también en otros lugares.

Todas estas comunas fueron creadas libremente, por espontáneo impulso de los campesinos mismos, con ayuda de algunos buenos organizadores, para afrontar las necesidades vitales de la población laboriosa.

Las comunas libres eran verdaderas comunas laboriosas. Agrupaban a campesinos auténticos, habituados desde la infancia al trabajo serio. Se basaban en una real ayuda mutua material y moral y en el principio igualitario. Todos -hombres, mujeres y niños- debían trabajar en ella, cada uno en la medida de sus fuerzas. Las funciones organizadoras eran confiadas a camaradas capaces, quienes, cumplida esa tarea, reanudaban el trabajo común. Tales principios sanos y serios eran consecuencia de haber surgido las comunas en el ambiente laborioso mismo y desarrollado libre y naturalmente.

Los guerrilleros majnovistas jamás ejercieron presión alguna sobre los campesinos, limitándose a propagar la idea de las comunas libres, la que se formaren por iniciativa de los mismos campesinos pobres y técnicos agrícolas y administrativos.

La actividad constructiva de los majnovistas no se limitó a estos esbozos de comunismo libre. Se les presentaron tareas mucho más vastas e importantes, que debían ser afrontadas sin dilación. Era necesario hallar, en común, soluciones prácticas a los diversos problemas de toda la región. Se hacía por ello indispensable crear una organización general que fuera abarcando progresivamente el distrito, el departamento y finalmente la región entera. Lo que implicaba la constitución de órganos capaces de semejante labor organizadora.

Los campesinos no fallaron en este menester, recurriendo a la realización de congresos periódicos de campesinos, obreros y guerrilleros. Mientras la región permaneció libre, hubo tres congresos regionales, que permitieron a los campesinos estrechar vínculos, orientarse de manera segura en el complicado ambiente del momento y determinar con claridad las tareas económicas, sociales y de otra índole requeridas.

El Primer Congreso tuvo lugar el 23 de enero de 1919 en Grande-Mijailovka y se ocupó especialmente del peligro de los movimientos reaccionarios de Petlura y Denikin. El primero reorganizaba sus fuerzas en el Oeste en vista de una nueva ofensiva, y Denikin, con sus preparativos de guerra civil, constituía mayor preocupación entre los revolucionarios. El congreso acordó medidas de defensa contra ambas tentativas. Los choques de patrullas eran cada vez más frecuentes e importantes, llegando a ser casi cotidianos en el límite sudeste.

 

El ejército majnovista lucha contra la reacción

El Segundo Congreso se reunió tres semanas después, el 12 de febrero de 1919, en Gulai-Pole. Por desgracia, el inminente peligro de una ofensiva de Denikin contra la región libre impidió la dedicación a los problemas urgentes de la construcción pacífica. Las sesiones fueron absorbidas por las medidas de defensa y de lucha contra el nuevo invasor.

Se formó un Consejo revolucionario militar para crear una dirección circunstancial en la lucha contra Petlura y Denikin, sostener las relaciones económicas y, sociales entre todos y responder a las necesidades de información y vigilancia, así cómo a las decisiones adoptadas en congresos y asambleas.

Este consejo abarcaba toda la región libre y debía ejecutar los acuerdos de los congresos pero no era en modo alguno autoritario. Le fue asignada sólo una función ejecutiva para poner en práctica lo discutido y aprobado, y en cualquier momento podría ser disuelto por el Congreso que lo nombró.

En seguida que las resoluciones de este Segundo Congreso fueron conocidas en toda la región revolucionaria, de todas las poblaciones, grandes o pequeñas, concurrían en masa los voluntarios. El número fue enorme, superando todas las previsiones, y si se hubiese podido armar a todos, los sucesos trágicos que siguieron no hubiesen sido posibles. Desgraciadamente se carecía de armas y no pudieron formarse oportunamente nuevos destacamentos. El 90 por ciento de los voluntarios debió ser rechazado por esa causa.

Las consecuencias fueron fatales para la región cuando en junio de 1919, Denikin lanzó de improviso su ofensiva general.

Sobre la resistencia de los majnovistas dice Archinoff certeramente: “Los estatistas temen al pueblo libre y afirman que éste, sin autoridad, perdería la sociabilidad, se disgregaría y volvería al salvajismo. ¡Absurdas expresiones autoritarias de parásitos, de aficionados a la autoridad, o de «pensadores» ciegos al servicio incondicional del privilegio!”

Ya el enemigo mortal del trabajo y de la libertad, la Autoridad, cercaba a la región y la amenazaba por dos lados. Del Sudeste ascendían las tropas de Denikin, y del Norte descendía amenazante el ejército del Estado comunista.

A partir de enero de 1919, el primer frente contra Denikin fue sólidamente establecido, extendido sobre más de 100 kilómetros en la dirección este y nordeste de Mariupol. Denikin se fortalecía y acentuaba sus incursiones y sus ataques:

Seis meses resistieron los revolucionarios la embestida contrarrevolucionaria. El general Chkuro tenía también excelente caballería y empleaba iguales estratagemas: sus destacamentos penetraban profundamente en la retaguardia majnovista y se desparramaban rápidamente, destruyendo, quemando y masacrando cuanto podían, para desaparecer cómo por encanto y aparecer de repente en otro lugar y cometer las mismas devastaciones.

Ni sus efectivos bien armados, ni sus ataques furiosos, bastaron a los denikistas para reducir a los insurrectos, impulsados por un gran ardor revolucionario y muy hábiles en la guerra de emboscadas. En seis meses de luchas terribles, el general Chkuro recibió más de una vez tales arremetidas de las tropas de Majno, que sólo retiradas precipitadas de 80 a 120 kilómetros lo salvaron de una derrota completa. Los majnovistas llegaron cinco o seis veces hasta los muros de Tenganrog. Entonces, sólo la falta de combatientes y de armas impidió a Majno destruir la contrarrevolución de Denikin.

El talento militar de Majno se reveló magníficamente y fue reconocido hasta por sus enemigos, lo que no obstó -al contrario- para que el mismo Denikin ofreciese medio millón de rublos a quien capturara o matase a Majno.

Entretanto, las relaciones entre majnovistas y bolchevistas eran escasas, pero amigables. En enero de 1919, cuando los majnovistas rechazaron al ejército de Denikin hasta el mar de Azof, después de duros combates, se apoderaron dé un centenar de vagones de trigo. Majno y el estado mayor pensaron enviar este botín a los obreros hambrientos de Moscú y de Petrogrado; y la masa de los insurrectos aprobó esta decisión con entusiasmo. Con los cien vagones de trigo partió una delegación majnovista, que fue recibida calurosamente por el soviet de Moscú.

El primer contacto de los combatientes bolcheviques con los majnovistas ocurrió en marzo de 1919, bajo los mismos auspicios de benevolencia y alabanzas de parte de aquéllos.

Majno fue inmediatamente invitado a unirse con todos sus destacamentos al ejército rojo, a fin de vencer a Denikin. Las diferencias políticas e ideológicas entre bolcheviques y majnovistas se consideraba que no podían, de modo alguno, obstar a la unión sobre la base de una causa común. Las autoridades bolcheviques dejaron entender que las particularidades del movimiento insurreccional serían para ellos inviolables.

Majno y su estado mayor advertían perfectamente que la llegada del Poder comunista, en la persona de sus autoridades y su ejército, constituía una nueva amenaza para la libertad de la región; veían en ella el preanuncio de una guerra civil de nueva especie. Pero ni Majno, ni el estado mayor, ni el Consejo Regional deseaba la guerra, porque ella podría tener funesta influencia sobre la suerte de toda la revolución ucraniana. No se perdía de vista, desde luego, la tranca y bien organizada contrarrevolución que se aproximaba por el Don y el Kuban, con la que sólo había el trato de las armas.

La opinión general de los guías de la insurrección coincidía en la necesidad de concentrar por el momento todas las fuerzas contra la reacción monárquica y de no ocuparse, sino después de haberla vencido, de los disentimientos ideológicos con los bolcheviques. Fue en tal sentido que se realizó la conjunción del ejército majnovista con el ejército rojo.

 

Acuerdo entre el ejército majnovista y el poder bolchevique

He aquí las cláusulas esenciales del acuerdo: a) el ejército insurreccional conservará intacta, su organización interna; b) recibirá a comisarios políticos, nombrados por la autoridad comunista; c) no se subordinará al supremo comando rojo sino estrictamente en lo concerniente a las operaciones militares propiamente dichas; d) no podrá ser desplazado frente a Denikin; e) recibirá municiones y aprovisionamiento igual que el ejército rojo; f) conservará su nombre de Ejército Insurreccional Revolucionario y sus banderas negras (la bandera de los anarquistas).

Al ejército majnovista se le designó, en la formación conjunta, como Tercera Brigada. (Más tarde se le nombró Primera División Insurreccional Revolucionaria, y más tarde aún, al recuperar su independencia, adoptó el nombre definitivo de Ejército Insurreccional Revolucionario de Ucrania).

El punto más importante para el ejército majnovista era, naturalmente el conservar su organización interna. No se trataba, pues, de una incorporación orgánica al ejército rojo, sino únicamente de un pacto de estrecha cooperación.

Esta es la ocasión de ocuparnos de la organización interna del ejército insurreccional, basada en tres principios esenciales: 1º el voluntariado; 2º la elegibilidad de todos los puestos de comando; 3º la disciplina libremente consentida.

 

La organización interna del ejército majnovista

El voluntariado significaba que el ejército se componía únicamente de combatientes revolucionarios incorporados a él de buen grado.

La elegibilidad consistía en que los comandantes de todas las unidades, los miembros del estado mayor y del Consejo, así como, de manera general, cuantos ocuparan puestos importantes, debían ser elegidos o bien aceptados definitivamente (en caso de ser designados de urgencia por el comando) por los insurgentes de la unidad respectiva o por el conjunto del ejército.

La disciplina libremente consentida se basaba en que todas las reglas de la disciplina eran elaboradas por comisiones de insurgentes y válidas luego en asambleas generales de las unidades del ejército. Una vez así establecidas, debían ser rigurosamente observadas bajo la responsabilidad personal de cada insurgente y de cada comandante.

El acuerdo entre los bolcheviques y el ejército insurreccional fue estrictamente militar. Toda cuestión política quedó voluntariamente excluida. Ello permitió, a la población laboriosa de la región libre, seguir la misma línea de evolución -o más bien de revolución- económica y social seguida hasta entonces, actividad absolutamente libre de los trabajadores que no admitía poder alguno en su región. Pronto Veremos que ésta fue la única causa de la ruptura entre los bolcheviques y los guerrilleros, de las viles y cínicas acusaciones de aquéllos contra éstos y de la agresión armada de los comunistas contra la región libre.

Bajo el signo de estas nuevas complicaciones y amenazas se reunió el Tercer Congreso de campesinos, obreros y guerrilleros, en Gulai-Pole, ello de abril de 1919. Se proponía fijar claramente las tareas inmediatas y pronunciarse sobre las perspectivas de la vida revolucionaria de la región.

Representantes de 72 distritos, representando a más de dos millones de personas, participaron en él.

Hacia el final de este Congreso estalló el drama desde tanto tiempo previsto. Había llegado al Congreso un telegrama de Dybenko, comandante de la división bolchevique, declarando contrarrevolucionario al Congreso y fuera de la ley a sus organizadores. Tal fue el primer atentado directo de los bolcheviques contra la libertad de la región. El entrañaba, al par, una declaración de guerra al ejército insurreccional.

El conflicto con Dybenko no fue, naturalmente, sino el prólogo del drama que se anunciaba.

La respuesta del Consejo llevó al colmo la cólera de las autoridades bolcheviques. Y, sobre todo, les probó que debían abandonar toda esperanza de someter pacíficamente la región a su dictadura. Desde entonces, los bolcheviques se dispusieron al ataque armado contra la región.

La campaña de prensa contra la, majnovitchina redobló en intensidad. Se imputó al movimiento las peores ignominias, los crímenes más abominables. Se excitó sistemáticamente a las tropas rojas, a la juventud comunista y a la población rusa en general contra los anarco-bandidos y los kulaks amotinados. Como anteriormente en Moscú -y más tarde en ocasión de la rebelión de Cronstadt-, Trotsky en persona, condujo una encarnizada campaña contra la región libre. Llegado a Ucrania para hacerse cargo de la eventual ofensiva, lanzó, en espera de ella, una serie de artículos ofensivos, el más violento de los cuales apareció en el No. 51 de su diario “En Camino”, con el título Majnovitchina. Según Trotsky, el movimiento insurreccional no era sino una revuelta camuflada de ricos granjeros (kulaks) tendiente a establecer su poder en la región. Todos los discursos de majnovistas y anarquistas sobre la comuna libre de los trabajadores, no eran más, según su opinión, que estratagemas de guerra.

 

Complot bolchevique para asesinar a Majno

En mayo de 1919, los bolcheviques intentaron hacer asesinar a Majno. El mismo Majno descubrió el complot, gracias a su astucia y a una dichosa casualidad. Otra casualidad y la prontitud de sus reacciones le permitieron apresar a los organizadores del complot. Más de una vez, por lo demás, camaradas empleados en instituciones bolcheviques advirtieron a Majno que, en caso de ser llamado, no se presentara en Ekaterinoslav, Jarkov u otra ciudad cualquiera, por tratarse de segura celada donde le esperaría la muerte.

Pero lo peor es que justamente cuando el peligro blanco cobraba mayor gravedad por los continuos refuerzos considerables que recibía Denikin, sobre todo en el sector enfrentado al majnovista, -al que llegaron gran número de caucasianos-, los bolcheviques cesaron por completo sus suministros. Todas las reclamaciones, los gritos de alarma y las protestas eran inútiles. Los bolcheviques estaban firmemente decididos a aplicar el bloqueo al sector majnovista, con el fin de destruir, ante todo, la potencia armada de la región. Su designio era muy sencillo: dejar que los majnovistas fueran aplastados por Denikin.

A fines de mayo de 1919, terminados sus preparativos, Denikin inició su secunda campaña, cuya amplitud y vigor sorprendieron, no sólo a los bolcheviques, sino también a los majnovistas, A comienzos de junio, pues, la región libre y toda Ucrania fue amenazada Dar dos lados a la vez: al Sudeste, por la fulminante ofensiva de Denikin: al Norte, por la actitud hostil de los bolcheviques que, no había la menor duda, dejarían a aquél aplastar a los majnovistas y aun le facilitarían la tarea,

Días antes de la publicación de la orden 1824, comprobó Majno que los bolcheviques habían desguarnecido el sector de Grichin, ofreciendo a las tropas de Denikin libre acceso a la región de Gulai-Pole por el flanco nordeste, y lo comunicó al punto al estado mayor y al Consejo. Las hordas de los cosacos, en efecto, irrumpieron en la región, no por el lado defendido por los majnovistas, sino a su izquierda, donde estaban dispuestas las tropas rojas.

La situación se hizo, así, trágica, al ejército majnovista, que mantenía el frente en la línea Muriupol-Kuteinikov-Taganrog, se vio envuelto por las tropas de Denikin, que invadieron en grandes masas el corazón mismo de la región.

En una sola jornada, los campesinos de Gulai-Pole formaron un regimiento destinado a la defensa de la población. Debieron armarse para el efecto de utensilios primitivos: hachas, picas, viejas carabinas, fusiles de caza, etc.... Se pusieron en marcha al encuentro de los cosacos, tratando de detener su avance. A quince kilómetros aproximadamente de Gulai-Pole, tropezaron con importantes fuerzas de cosacos del Don y del Kuban, y entablaron contra ellos una lucha encarnizada y heroica, en la cual sucumbieron casi todos, con su comandante, B. Veretelnikof, obrero de las fábricas Putilof, de Petrogrado, originario de Gulai-Pole. Entonces una verdadera concentración de cosacos desbordó sobre Gulai-Pole y la ocupó el 6 de junio de 1919. Majno con el estado mayor y un destacamento con una sola batería, retrocedió hasta la estación de Gulai-Pole, a unos siete kilómetros, más o menos, del pueblo; pero al atardecer se vio obligado a abandonarla. Habiendo reorganizado esa noche las fuerzas de que podía disponer aún. Majno emprendió a la mañana siguiente un contraataque y desalojó al enemigo. Pero no quedó dueño de la población sino muy poco tiempo: una nueva oleada de cosacos lo obligó a abandonarla definitivamente.

Los bolcheviques, en tanto, aunque habían abierto el frente a los blancos y dado órdenes confidenciales contra los majnovistas, continuaron fingiéndoles w amistad como si en nada hubiese variado la situación, lo que fue una maniobra para apoderarse de los guías del movimiento, sobre todo de Majno.

El 7 de junio -a los tres días de la fecha de la orden 1824 y a dos de su recepción por las autoridades locales-, el comando supremo bolchevique envió a Majno un tren blindado, recomendándole resistir “hasta el último extremo” y prometiéndole otros refuerzos. En efecto, a los dos días llegaron algunos destacamentos rojos a la estación de Gaitchur, hacia la parte de Tchaplin, a unos 20 kilómetros de Gulai-Pole, acompañados por el comandante en jefe Vorochiloff (el futuro comisario de guerra), Mejlauk, comisario en el ejército, y otros altos funcionarios comunistas. Se estableció estrecho contacto, en apariencia, entre el comando rojo y el de los insurgentes y se creó una especie de estado mayor común. Vorochiloff y Mejlauk invitaron a Majno a instalarse en su tren blindado, con el pretexto de dirigir de concierto las operaciones.

No se trataba sino de una infame comedia. En se mismo momento, Vorochiloff tenía en su poder orden de Trotsky de apoderarse de Majno y demás jefes de la majnovitchina, desarmar las tropas insurgentes y fusilar sin merced a quienes intentaran la menor resistencia, para cuyo cumplimiento esperaban la ocasión propicia.

Majno fue advertido por algunos amigos del peligro que corrían él, todo su ejército y toda la obra revolucionaria. Su situación no podía ser más difícil. Por una parte, quería evitar a toda costa choques sangrientos que habían de ocurrir fatalmente ante el enemigo; pero no podía, por otra parte, sacrificar sin lucha a sus camaradas, su ejército y toda la causa. Buscó una solución satisfactoria y la encontró.

 

Majno lofra esquivar las amenazas bolcheviques

Dos días después ejecutó esta doble maniobra a la letra, con finura, sangre fría y habilidad extraordinarias. Y, sin ruido, se alejó de Vorochiloff y Mejlauk. Declaró a su estado mayor que, por el momento, su acción en las filas como simple combatiente era de mayor utilidad. Y envió al comando superior soviético la declaración siguiente:

«“Estado mayor del 14º ejército, Vorochiloff, Trotsky, presidente del Consejo revolucionario militar, Harkov; Lenin, Kamenef, Moscú:”

“A consecuencia de la orden 1824 del Consejo Militar revolucionario de la República envié al estado mayor del 2º ejército y a Trotsky un despacho con ruego de dispensarme del puesto que ocupo actualmente. Ahora reitero mi pedido, y he aquí las razones en que creo deber fundarlo. A pesar de que he hecho la guerra, con los guerrilleros, sólo a las bandas de los blancos de Denikin, no predicando al pueblo sino el amor a la libertad y a la acción propia, toda la prensa soviética oficial, así como la del partido bolchevique, difunden contra mí rumores indignos de un revolucionario. Se me quiere hacer pasar por bandido, cómplice de Grigorief, conspirador contra la República de los soviets, con el fin de restablecer el orden capitalista. En un artículo titulado La Majnovitchina (en “Camino”, No. 51), Trotsky plantea la pregunta: «¿Contra quién se levantan los insurrectos makhnovistas?» Y se ocupa de demostrar que en realidad la Majnovitchina no es sino un frente de batalla contra el poder de los soviets, sin decir una palabra del verdadero frente contra los blancos, de una extensión de más de cien kilómetros, donde los insurgentes han sufrido, desde hace seis meses, y sufren todavía, pérdidas enormes. La orden 1824 me declara «conspirador contra la República de los soviets» y «organizador de una rebelión al estilo de Grigorief»”.

“Creo ser derecho inviolable de los obreros y los campesinos, derecho conquistado por la revolución, la convocación por sí mismos de un congreso para debatir y decidir sus asuntos. Por ello, la prohibición de la autoridad central de convocar tales congresos y la declaración que los proclama ilícitos (orden 1824) son una violación directa e insolente de los derechos de las masas laboriosas”.

“Comprendo perfectamente el punto de vista de las autoridades centrales respecto a mí. Estoy íntimamente convencido de que esas autoridades consideran el movimiento insurreccional como incompatible con su actividad estatal. Al mismo tiempo ellas creen que este movimiento está estrechamente ligado a mi persona y me honran con todo el resentimiento y todo el odio que experimentan hacia el conjunto del movimiento insurreccional. Nada podría demostrarlo mejor que el mencionado artículo de Trotsky, en el cual, al acumular a sabiendas calumnias y mentiras, da pruebas de animosidad personal contra mí”.

 

Estratégica dimisión de Majno

“Esta actitud hostil, hecha actualmente agresiva, de las autoridades centrales hacia el movimiento insurreccional, lleva ineluctablemente a la creación de un frente interior particular, a ambos lados del cual se encontrarán las masas laboriosas que tienen fe en la revolución. Considero esta eventualidad como un crimen inmenso hacia el pueblo trabajador, crimen imperdonable, que creo de mí deber hacer todo lo posible por evitarlo. El medio más eficaz de evitar qué las autoridades centrales cometan tal crimen, es, en mi opinión, el abandono del cargo que ocupo. Supongo que, hecho esto, las autoridades centrales cesarán de considerarnos, a mí y a los insurgentes, como conspiradores antisoviéticos, y acabarán por considerar la insurrección ucraniana como un fenómeno importante, manifestación viva y actuante de la Revolución Social, y no como un movimiento hostil, con el que no se ha tenido, hasta el presente, sino relaciones de desconfianza que han llegado hasta el indigno regateo de alguna porción de municiones y a menudo al sabotaje mismo del aprovisionamiento, lo que ha causado a los insurgentes grandes pérdidas en hombres y en territorio, cosas que habrían podido ser fácilmente evitadas si las autoridades centrales hubiesen adoptado otra actitud”.

“Pido, pues, que se disponga tomar posesión de mi cargo”.

“Batko Majno”.

Estación de Gaitchur, 9 de junio de 1919”».

Al recibo de la declaración de Majno, a quien suponían aún en Gaitchur, los bolcheviques despacharon hombres, no para hacerse cargo de su puesto, sino para apresarlo, como lo hicieron traidoramente con el jefe del estado mayor, compañero Oseroff, sus integrantes Mijaleff-Pavienko y Burbyga, y varios miembros del Consejo revolucionario militar, a quienes ejecutaron. Este fue el comienzo de otras muchas ejecuciones de majnovistas caídos en poder de los bolcheviques en múltiples lugares.

Pero Majno se les escapó. Pudo librarse diestramente de los envolventes tentáculos bolcheviques sobre Gaitchur, deslizándoseles entre los dedos, y partió a rienda suelta hacia Alexandrovsk, al encuentro de sus tropas allí destacadas. Majno sabía, por sus amigos, que los bolcheviques, creyéndolo aún en Gaitchur, enviarían su reemplazante precisamente a Alexandrovsk. Y allí, sin pérdida de tiempo, entregó oficialmente la división y el comando al nuevo jefe, quien, recién nombrado, no había recibido todavía ninguna orden concerniente a Majno personalmente. “El se empeñó en hacerlo así -comprueba Archinoff-, deseoso de dejar abierta y honestamente su puesto, con el fin de que los bolcheviques no tuviesen pretexto alguno para acusarlo de nada en cuanto a los asuntos de la división de su comando. Forzando a aceptar el duro juego que se le impuso, Majno supo sortearlo con honor”

Los bolcheviques, ya lo hemos dicho, seguían sin advertir las verdaderas proporciones de la campaña de Denikin.

Apenas días antes de la caída de Ekaterinoslav y Jarkov, declaraba Trotsky que Denikin no representaba una seria amenaza y que Ucrania no estaba de modo alguno en peligro. Y al siguiente día hubo de cambiar de opinión, reconociendo que Jarkov se hallaba gravemente amenazada. Y a fines de junio cayó Ekaterinoslav y quince días, después Jarkov.

Los bolcheviques no pensaron en retomar la ofensiva ni siquiera organizar la defensa: se limitaron a evacuar Ucrania, retirándose hacia el Norte, llevándose cuantos hombres y material rodante les fuera posible. Manifiestamente, los bolcheviques abandonaban Ucrania a su suerte, librada a las tropelías de la reacción.

Majno juzgó que ése era el momento oportuno para retomar la iniciativa de la lucha y actuar de nuevo, como guía de una fuerza revolucionaria, independiente. Para ello se vio obligado a luchar contra Denikin y contra los bolcheviques. 

Los destacamentos insurgentes, provisoriamente sometidos al supremo comando bolchevique, recibieron la palabra de orden esperada: destituir a los jefes, bolcheviques, abandonar el ejército rojo y reagruparse a las órdenes de Majno.

En este punto comienza el segundo acto del drama popular ucraniano, que ha de prolongarse hasta enero de 1920.

Aun antes de que los regimientos majnovistas hubiesen podido reunirse a Majno, ya éste había formado un nuevo ejército insurreccional.

La nueva situación era extrañamente parecida a la subsiguiente a la invasión austroalemana.

La actitud de las tropas de Denikin y de los antiguos propietarios que habían vuelto con ellas, con respecto a la población laboriosa, fue, como ya lo adelantamos insolente y brutal en extremo. Apenas instalados, se dedicaron a restaurar el régimen absolutista y feudal. Sobre aldeas y ciudades se abatió, implacable, el terror blanco, con las consiguientes terribles represalias.

 

Reorganización del ejército majnovista

La respuesta, no se hizo esperar. Huyendo en gran número, sobre todo los campesinos, se pusieron en busca de Majno, a quien consideraban, muy naturalmente como el hombre capaz de reanudar la lucha contra los nuevos opresores. En menos de quince días se constituyó, bajo su dirección, un nuevo ejército. Las armas de que podía disponer eran insuficientes, pero en eso, empezaron a llegar los regimientos de base que, a la voz de orden de reagruparse, acababan de abandonar el ejército rojo. Llegaban unos tras otros, no sólo plenos de energías y de combativo ardor, sino bien provistos también de armas y municiones, pues traían cuanto armamento habían podido cargar. El comando bolchevique, desprevenido, en plena retirada y temeroso de un cambio de actitud de sus propias tropas, no pudo oponerse a esa acción audaz. Algunos regimientos rojos hicieron causa común con los majnovistas y engrosaron provechosamente las filas del ejército insurreccional.

Con tales tropas, Majno se consagró, primeramente a contener a las divisiones de Denikin. Retrocedía palmo a palmo, procurando orientarse y aprovechar la primera ocasión favorable para intentar asumir la ofensiva. Pero los denikistas vigilaban, recordando las inquietudes, pérdidas y derrotas que los majnovistas les habían ocasionado el invierno anterior. Un cuerpo de ejército, integrado por varios regimientos de caballería, de infantería y de artillería, fue dedicado a combatirlos.

Irritado por la resurrección y la tenaz resistencia de los majnovistas, que frenaba y retardaba fastidiosamente su avance. Denikin hada la guerra no sólo al ejército de Majno como tal, sino a toda la población campesina. Además de los desmanes y violencias habituales, las aldeas que lograba ocupar eran pasadas a fuego y sangre; se saqueaban las viviendas, antes de ser incendiadas; se fusilaba a centenares de campesinos; se maltrataba a las mujeres, y las judías, muy numerosas en las aldeas ucranianas, eran casi todas violadas, especialmente en Gulai-Pole.

Este género de guerra obligaba a la población de las aldeas amenazadas por la aproximación de los denikistas, a abandonar sus hogares y huir. Y así el ejército majnovista acabó por ser seguido en su retirada por millares de familias campesinas, con su escaso ganado y sus líos. ¡Un verdadero éxodo campesino! Una enorme masa de hombres, mujeres y niños, rodeando y siguiendo al ejército en su lenta retirada hacia el Oeste, se extendió poco a poco por centenares de kilómetros.

Finalmente, en julio, casi todos los regimientos rusos que quedaban en Crimea se insurreccionaron, destituyendo a sus jefes, y se pusieron en marcha para incorporarse a las tropas de Majno. Esta acción fue inteligentemente preparada y realizada por los comandantes majnovistas ya nombrados, que habían permanecido provisoriamente en las filas del ejército rojo, quienes partieron, al llegar la orden convenida, no sólo con los destacamentos de origen insureccional, sino también con la casi totalidad de las tropas bolcheviques. A marchas forzadas, trayendo cautivos a sus anteriores jefes (Kotcherguin, Dybetz y otros) y gran cantidad de armas y municiones, estos regimientos -numerosos y descansados, bien organizados y plenos de entusiasmo tras de su revuelta se dirigían a la estación de Pomostchnaia, en procura de Majno. Fue un golpe asaz duro para los bolcheviques, pues redujo casi a nada su poder militar en Ucrania.

La conjunción se verificó a principios de agosto en Dobrovelitchkovka, importante localidad de la gobernación de Kjerson. El ejército de Majno se hizo, así, imponente. Ya estaba en condiciones de encarar una acción militar de gran envergadura, con posibilidades de victoria.

 

Ofensiva majnovista contra las tropas reaccionarias de Denikin

Terminado el reagrupamiento, Majno lanzó una vigorosa ofensiva contra las tropas de Denikin. La lucha fue de lo más encarnizada. A la vuelta de sucesivos encuentros, el ejército denikista fue rechazado a 50 y hasta 80 kilómetros hacia el Este. Pero bien pronto empezaron a escasear las municiones, a tal punto que, de cada tres ataques, dos eran para procurárselas como botín. Por otra parte, Denikin lanzaba a la batalla reservas frescas en gran número, decidido a aplastar a toda costa al ejército insurreccional, para poder marchar con seguridad rumbo a Moscú.

Para colmo de desgracias, los majnovistas debieron afrontar, al mismo tiempo, a algunas tropas bolcheviques que desde Odesa y Crimea se abrían paso por Ucrania del Norte.

La situación se hizo finalmente insostenible, y Majno se vio obligado a dejar la región retrocediendo hacia el Oeste. Así comenzó su famosa retirada por más de 600 kilómetros, de la región Bajmut-Mariupol hasta los confines de la gobernación de Kiev, que duró cerca de dos meses, de agosto a fines de septiembre de 1919.

En la noche del 26 de septiembre, todas las fuerzas majnovistas se pusieron en marcha hacia el Este. Las fuerzas principales del enemigo estaban concentradas en las proximidades de la aldea Peregonovka, en poder de los insurgentes.

El combate se trabó entre las tres y las cuatro de la mañana. Fue en crescendo y llegó a su punto culminante hacia las ocho. Se produjo entonces un verdadero huracán de metralla. Majno con su escolta de jinetes, había desaparecido desde la caída de la noche tratando de rodear al enemigo, y durante toda la batalla no se habían tenido noticias de él. Hacia las nueve de la mañana, los majnovistas comenzaron a perder terreno. El combate se libraba ya en los confines de la aldea. De diversos lugares, fuerzas enemigas disponibles llegaban de refuerzo y precipitaban ráfagas de fuego contra los majnovistas, que retrocedían lentamente. El estado mayor insurgente y cuantos en la aldea podían manejar una carabina, se armaron y se lanzaron a la lucha.

 

Triunfo de Majno sobre Denikin

El momento crítico había llegado; parecía que la batalla y con ella la causa entera de los majnovistas, estaba perdida. Se dio orden a todos, hasta a las mujeres, de hacer fuego sobre el enemigo en las calles. Todos se prepararon a vivir las horas supremas de la batalla y de la vida. Pero he ahí que repentinamente el fuego de las ametralladoras y los ¡hurras! del enemigo comenzaron a debilitarse, al irse alejando. Y en la aldea comprendieron que el enemigo retrocedía y que el combate se proseguía a cierta distancia. Majno, surgiendo de modo inesperado, había decidido la suerte del combate. Apareció en el momento en que sus tropas habían sido arrolladas y la pelea iba a iniciarse en las calles de Peregonovka. Cubierto de polvo, abrumado por la fatiga, Majno surgió por el flanco del enemigo, de una profunda barranca. En silencio, sin lanzar una orden, se precipitó a todo correr con su escolta sobre el enemigo y escindió sus filas Toda la fatiga y todo el desaliento desaparecieron como por encanto entre los majnovistas. “¡Batko está allí...! ¡Batko lucha a sable!”, se oía gritar. Y entonces todos, con decuplicada energía, se lanzaron de nuevo hacia adelante en pos de su jefe amado, que parecía desafiar la muerte. Siguió una lucha cuerpo a cuerpo, de encarnizamiento inaudito, un “hacheo”, como decían los majnovistas. Por valeroso que fuese el primer regimiento de oficiales de Simteropol, fue deshecho y batióse precipitadamente en retirada, manteniendo perfecto orden durante los primeros diez minutos y tratando de detener el impulso del enemigo, pero en desorden y precipitación, luego. Los demás regimientos, cundido el pánico, siguieron el ejemplo y por fin todas las tropas de Denikin se desbandaron, procurando pasar a nado el río Sinuka, distante quince kilómetros de la aldea, para atrincherarse en la orilla opuesta.

Majno trataba de sacar todo el partido posible de la situación, cuyas ventajas comprendió admirablemente. A toda rienda lanzó su caballería y su artillería en persecución del enemigo en retirada, y Majno mismo, a la cabeza de su regimiento mejor montado, se dirigió por caminos transversales para tomar de enfilada a los fugitivos. Se trataba de un trayecto de 12 a 15 kilómetros. En el momento más crítico, cuando las tropas de Denikin llegaron al río, fueron alcanzadas por los jinetes de Majno. Centenares de denikistas perecieron. Sin embargo, la mayoría de ellos tuvo tiempo de pasar a la otra orilla, pero allí eran esperados ya por Majno mismo. El estado mayor del ejército de Denikin y un regimiento de reserva que se encontraba allí fueron sorprendidos y apresados. Algunos oficiales prefirieron colgarse de los árboles.

Aplastadas las principales fuerzas de Denikin, los majnovistas no perdieron el tiempo: se lanzaron en tres direcciones hacia su país, hacia el Dnieper.

La ocupación del Sur de Ucrania por los majnovistas signicaba mortal peligro para la campaña de Denikin, cuyo ejército tenía su base de aprovisionamiento entre. Volnovakha y Mariupol. Inmensos depósitos de municionas estaban distribuidos en las ciudades de la región aunque no todos cayeron fácilmente en poder de los majnovistas. En torno a Volnovakha, por ejemplo, hubieron de combatir cinco días contra importantes reservas denikistas. Por otra parte, todas las vías férreas de la región estaban dominadas por los insurgentes y ningún material de guerra podía llegarle a Denikin, en el Norte. En otros puntos dispersos, hubo que afrontar la resistencia de otras reservas denikistas, bien pronto vencidas y aniquiladas.

Entonces las oleadas de la majnovitchina rodaron hacia el fondo de la cuenca del Donetz y hacia el Norte. En octubre, los insurgentes tomaron Ekaterinoslav.

En octubre y noviembre, las principales fuerzas de Denikin, procedentes del Norte, reanudaron la encarnizada lucha contra los majnovistas, quienes, a fines de noviembre -estando la mitad de ellos abatida por una espantosa epidemia de tifus exantemático- hubieron de dejar a Ekaterinoslav y reagruparse en el Sur. Pero tampoco Denikin pudo consolidarse en parte alguna. Los majnovistas no cesaban de hostigarlo en un punto y otro; y por otra parte, los rojos, que venían desde el Norte tras sus huellas, lo atropellaban. Su ejército agonizaba. Bien pronto, los mejores elementos que lo integraban -las tropas del Cáucaso- se negaron a continuar luchando contra Majno; abandonaron sus emplazamientos, sin que el comando pudiese impedírselo, y tomaron rumbo a su región. Tal fue el principio del definitivo fracaso del ejército denikista.

El honor de haber aniquilado, en el otoño de 1919, la contrarrevolución de Denikin corresponde enteramente al ejército insurreccional majnovista.

Actuación del ejército majnovista en los lugares conquistados

Si los insurgentes no hubiesen logrado la decisiva victoria de Peregonovka y no hubiesen continuado socavándole a Denikin las bases en su retaguardia, con la destrucción de sus servicios de reabastecimiento de artillería, víveres y municiones, los blancos habrían probablemente entrado en Moscú, a más tardar en diciembre de 1919.

La primera preocupación de los majnovistas, al entrar vencedores en cualquier ciudad, era la de descartar un eventual malentendido peligro: que se les tomara por un nuevo poder, por un nuevo partido político, por una especie de dictadura. Por ello, de inmediato hacían fijar en las paredes grandes carteles en que se decía a la población, sobre poco más o menos:

«“A todos los trabajadores de la ciudad y los alrededores:”

“Vuestra ciudad está ocupada, momentáneamente, por el ejército insurreccional revolucionario (majnovista)”.

“Este ejército no está al servicio de ningún partido político, de ningún poder, de dictadura alguna. Por el contrario, él trata de liberar la región de todo poder político, de toda dictadura, para proteger la libertad de acción, de vida libre de los trabajadores contra toda dominación y explotación”.

“El ejército majnovista no representa, pues, ninguna autoridad. No constreñirá a nadie a obligación alguna, limitándose a defender la libertad de los trabajadores. Libertad de obreros y de campesinos que sólo a ellos mismos pertenece, sin restricción alguna. Ellos mismos han de obrar, organizarse y entenderse entre sí en todos los dominios de su vida, como la conciban o como lo quieran”.

“Sepan desde ya, pues, que el ejército majnovista no les impondrá ni les dictará, ni les ordenará nada”.

“Los majnovistas no harán más que ayudarlos, dándoles tal o cual cosa opinión o consejo, poniendo a su disposición toda las fuerzas intelectuales, militares o de cualquier otra índole que necesiten, pues no pueden ni quieren en ningún caso gobernarlos ni prescribirles nada”».

En cada región liberada, los majnovistas eran el único organismo con fuerzas suficientes para poder imponer su voluntad al enemigo. Pero jamás las utilizaron con fines de dominación ni de influencia política, ni se sirvieron de ellas contra sus adversarios meramente políticos o ideológicos. El enemigo militar, el conspirador contra la libertad de acción de los trabajadores, el aparato estatal, el poder, la violencia sobre los trabajadores, la policía, la prisión: tales eran los elementos contra los cuales dirigía sus esfuerzos el ejército majnovista.

La libertad de palabra, de prensa, de reunión y de asociación eran proclamadas al punto, para todos y para todo. He aquí el texto auténtico de la declaración que los majnovistas hacían pública:

«"1º.    Todos los partidos, organizaciones y corrientes políticas socialistas tienen derecho a propagar libremente sus ideas, sus teorías, sus puntos de vista y opiniones, oralmente y por escrito. Ninguna restricción a la libertad de prensa y de palabra socialistas será admitida ni será objeto de persecución alguna”.

“Nota: Los comunicados de orden militar no podrán ser impresos sino por conducto de la dirección del órgano central de los insurgentes revolucionarios: «El camino hacia la libertad»”.

En plena libertad los partidos y organizaciones políticas de propagar sus ideas, el ejército de los insurgentes majnovistas les previene que no admitirá ninguna tentativa de preparar e imponer a las masas laboriosas una autoridad política, por no tener ello nada de común con la libertad de ideas y de propaganda”.

“Ekaterinoslav, 5 de noviembre de 1919”.

“Consejo Revolucionario Militar del Ejército de los insurgentes majnovistas”».

El ex oficial zarista barón Wrangel, encabezó el movimiento blanco en reemplazo de Denikin. En Crimea, el Cáucaso y las regiones del Don y Kuban, se esforzó en reagrupar y organizar los restos de las tropas denikistas, y, logrado esto, reforzó sus tropas de base con sucesivos reclutamientos. Así pudo disponer de un ejército bien ensamblado y adicto, como consecuencia de la desastrosa política de los bolcheviques, que suscitaban la oposición de masas populares cada vez más numerosas.

Wrangel comenzó a inquietar a los bolcheviques desde la primavera de 1920. Más fino y astuto que Denikin, se hizo prontamente peligroso y a mediados del verano se colocó netamente en ventaja. Avanzaba lentamente, pero sobre seguro. Y bien pronto su avance constituyó una grave amenaza para toda la cuenca del Donetz. Los bolcheviques estaban muy comprometidos en el frente polaco, experimentando reveses, de modo que la revolución se hallaba de nuevo en peligro.

 

La lucha contra el ejército reaccionario de Wrangel

Como anteriormente contra Denikin, los majnovistas decidieron combatir a Wrangel en la medida de sus fuerzas y medios. En varias ocasiones cargaron contra él, pero cada vez, en pleno combate, debían abandonar la línea de fuego y retirarse, pues las tropas rojas los tomaban de flanco. Al par, las autoridades bolcheviques no cesaban de calumniar a los majnovistas, agregando a las acostumbradas acusaciones de “defensores de kulaks” y “bandidos”, la falsa especie de una alianza entre Majno y Wrangel. Así el representante plenipotenciario del gobierno de Jarkov, Yacovleft, declaró en sesión plenaria del soviet de Ekaterinoslav que el gobierno tenía la prueba escrita de esa alianza. Tales procedimientos eran, para los bolcheviques, “medios de lucha política”.

Los majnovistas no podían permanecer indiferentes ante el avance cada vez más amenazante de Wrangel. Consideraban que se debía combatir sin tardanza para no darle tiempo a extenderse y consolidar sus conquistas. Pero con los bolcheviques, ¿qué hacer? Estos le impedían obrar y, además, su dictadura era tan nefasta y hostil a la libertad de los trabajadores como la de Wrangel. Examinado el problema en todas sus fases, el Consejo de los insurgentes y el estado mayor del ejército consideraron que ante la Revolución, Wrangel representaba, no obstante, el peligro número uno, y que se debería intentar un entendimiento con los bolcheviques. Sometido el caso al conjusto de los insurgentes, éstos adoptaron, en un gran mitin, la opinión del Consejo y del estado mayor, en vista de los grandes resultados que podría aportar el aniquilamiento de Wrangel, y resolvieron proponer a los bolcheviques la suspensión de las hostilidades.

En julio y agosto se enviaron despachos en tal sentido a Moscú y Jarkov, en nombre del Consejo y del comandante del ejército insurreccional, que no obtuvieron respuesta. Mientras, los bolcheviques persistían en su doble campaña de actos de guerra y de calumnias.

En septiembre, los rojos debieron retirarse de Ekaterinoslav, Wrangel se apoderó casi sin resistencia, de Berdiansk, Alexandrovsk, Gulai-Pole, Sinelnikov, etc. Fue entonces que una delegación plenipotenciaria del comité central del partido comunista, encabezada por un tal Ivanoff, llegó a Starobenk, gobernación de Jarkov, donde acampaban los majnovistas en esa fecha, con objeto de iniciar tratos para una acción combativa contra Wrangel. Allí mismo se convinieron los preliminares de un acuerdo militar y político entre los majnovistas y el poder soviético, cuyas cláusulas fueron enviadas a Jarkov para su redacción definitiva y su ratificación. Al efecto, y para establecer relaciones continuadas con e) estado mayor bolchevique, Budanoff y Popoff partieron para Jarkov. El acuerdo se redactó entre el 10 y 15 de diciembre de 1920.

«“Convención del acuerdo militar y político preliminar entre el gobierno soviético de Ucrania y el ejército insurreccional revolucionario (majnovista) de Ucrania”.

Provisional acuerdo entre Majno y los bolcheviques

“Parte 1ª Acuerdo político”.

"1.   Liberación de todos los majnovistas y anarquistas presos o exilados en todo el territorio de la república soviética. Cese de toda persecución contra ellos, excepto para los que hayan emprendido la lucha armada contra el gobierno soviético”.

"2.   Completa libertad, para los majnovistas y anarquistas, de propaganda pública de sus ideas y principios, por la palabra y la prensa, excepto la incitación al derrocamiento violento del poder soviético y a condición de respetar las disposiciones de la censura militar para todas sus publicaciones. Los majnovistas y los anarquistas como organizaciones revolucionarias reconocidas por el gobierno, dispondrán del aparato técnico del Estado, sometiéndose a los reglamentos técnicos pertinentes”.

"3.   Libre participación en las elecciones de los soviets y derecho a ser electos majnovistas y anarquistas. Libre participación en la organización del próximo quinto congreso panucraniano de los soviets en diciembre próximo. Firman: Yakovleff, por el gobierno, y Kurilenko y Popoff por el movimiento majnovista”.

“Parte 2ª Acuerdo militar”.

"1.        El ejército majnovista formará en las fuerzas armadas de la república como ejército guerrillero subordinado, en cuanto a las operaciones, al mando supremo del ejército rojo. Conservará su estructura interna, sin obligación de adoptar las bases y los principios de organización del ejército rojo regular”.

"2.        Al pasar por territorio soviético, hallarse en el frente o atravesarlo, el ejército majnovista no aceptará en sus filas destacamentos o desertores rojos”.

“Notas:”

"a)   Las unidades o soldados rojos que el ejército insurreccional haya encontrado a la retaguardia del frente de Wrangel y se le hubiesen unido deberán volver a sus propias filas rojas”. 

"b)   Los guerrilleros majnovistas que se hallan a la retaguardia del frente de Wrangel, así como todos los que se hallan al presente en las filas del ejército insurreccional, permanecerán en ellas, aunque hayan sido movilizados anteriormente por el ejército rojo”.

"3.        A fin de aniquilar al enemigo común el ejército blanco- el ejército insurreccional revolucionario de Ucrania informará a las masas trabajadoras que lo apoyan sobre el acuerdo concertado, y recomendará a toda la población que cese toda acción hostil contra el poder de los soviets. Por su parte, el gobierno de los soviets hará inmediatamente públicas las cláusulas del acuerdo”.

"4.        Las familias de los combatientes del ejército insurreccional radicadas en territorio de la República de los Soviets gozarán de iguales derechos que las de los soldados del ejército rojo y serán provistas, al efecto, de los documentos necesarios, por el gobierno soviético de Ucrania”.

“Firmado: Frunze, comandante del frente sur; Balakun, Guseff, miembros del Consejo Revolucionario del frente sur; Kurilenko, Popoff, delegados plenipotenciarios del Consejo y del Comando del Ejército Insurreccional Majnovista”».

Los delegados majnovistas sometieron al gobierno de los soviet una cuarta cláusula de orden político:

 

Débil tregua a la persecución contra los anarquistas

“Uno de los elementos esenciales del movimiento majnovista es la lucha por la autoadministración de los trabajadores, por lo cual el ejército insurreccional estima de su deber insistir sobre el siguiente punto (el cuarto): en la región donde opere el ejército majnovista, la población obrera y campesina creará sus instituciones libres por la autoadministración económica y política; sus instituciones serán autónomas y vinculadas federativamente, mediante pactos, con los órganos gubernamentales de las repúblicas soviéticas”.

Después de todo lo ocurrido, nadie entre los majnovistas podía creer en la lealtad revolucionaria de los bolcheviques. Se sabía que sólo el peligro de la ofensiva de Wrangel los había obligado a tratar con Majno. Y se tenía la certeza de que una vez descartado ese peligro el gobierno soviético no tardaría en emprender una nueva campaña contra la majnovitchina, con cualquier pretexto. Nadie creía en la solidez ni en la duración del pacto. Pero en general, se suponía que el buen acuerdo se mantendría durante tres o cuatro meses, lapso que se esperaba aprovechar para desplegar una enérgica propaganda en pro de las ideas y del movimiento majnovista y libertario. ¡Esperanza bien pronto decepcionada!

Ya el modo en que el gobierno bolchevique aplicaba las cláusulas del acuerdo era significativo y sospechoso. Por nada se preocupaba de cumplir, honesta, eficazmente, lo convenido. No soltaba sino con cuentagotas, a los presos majnovistas y anarquistas. Y persistía en dificultar, por todos los medios, la actividad ideológica de los militantes libertarios.

Absorbidos por la lucha militar, los majnovistas no podían, de momento, preocuparse de esta situación anormal.

A pesar de todo, renació en Ucrania una, cierta actividad anarquista y reaparecieron algunos periódicos.

El interés y las simpatías de la población laboriosa por las ideas y el movimiento libertario superaron todas las previsiones.

Bien pronto las filas de los anarquistas ucranianos se enriquecieron con la llegada de militantes de la Gran Rusia, donde los bolcheviques no tenían casi para nada en cuenta el acuerdo con Majno. Día tras día el movimiento cobraba mayor amplitud.

Tal estado de cosas apresuró la reacción de los bolcheviques, furiosos por tales éxitos.

 

Carta de Néstor Majno a Pedro Archinoff

Así se inició la guerra final de los bolcheviques contra los majnovistas, los anarquistas y las masas laboriosas de Ucrania, la que terminó, al cabo de nueve meses de lucha desigual, con el aplastamiento militar del movimiento.

En este punto preferimos dejar la pluma a Majno mismo -transcribiendo la carta dirigida a Archinoff- para el relato del doloroso final. En ella pinta admirablemente las últimas convulsiones de la lucha:

«“A los dos días de tu partida, querido amigo, tomé la ciudad de Korotcha (gobernación de Kursk), donde hice editar varios millares de ejemplares de los estatutos de los soviets libres, y me dirigí por Vanpinarka y por la región del Don hacia las gobernaciones de Ekaterinoslav y de Taurida. Hube de sostener diariamente encarnizados combates contra la infantería comunista, que nos seguía paso a paso, por una parte, y contra el 2º ejército de caballería, por otra”.

“Tú conoces a nuestros jinetes. Jamás la caballería roja -de no estar apoyada por destacamentos de infantería y autos blindados- pudo resistirlos. Por ello logré, aunque a costa de importantes pérdidas, abrirme paso sin cambiar de dirección”.

“Nuestro ejército demostraba cada día que era verdaderamente" un ejército popular y revolucionario. En las condiciones materiales en que se encontraba habría debido deshacerse rápidamente; por lo contrario, no cesaba de acrecerse en efectivos y material”.

“En una de las batallas serias que hubimos de sostener fueron muertos más de treinta nombres de nuestro destacamento de caballería, la mitad de ellos jefes, entre otros nuestro querido y buen amigo, joven de edad, pero veterano en hazañas de guerra, Gabriel Troian, comandante del destacamento, tumbado de un balazo de ametralladora. A su lado cayeron Apollon y otros valerosos camaradas”.

“A poca distancia de Gulai-Pole se nos unieron tropas frescas, plenas de decisión, encabezadas por Brava y Parkhomenko”.

“Poco después, la primera brigada de la cuarta división de la caballería de Budienny, con su comandante Maslak a la cabeza, se pasó a nuestro lado. La lucha se hacía de más en más encarnizada”.

“A principios de marzo (1921), dije a Brova y Maslak que formaran con una parte de las tropas a mi disposición un cuerpo especial, que fue enviado hacia el Don y el Kugan. Otro grupo, a las órdenes de Parkhomenko, fue enviado a la región de Voronaje (muerto Parkhomenko más tarde, lo reemplazó un anarquista originario de Tchuquiev). Un tercer grupo de unos 600 jinetes y el regimiento de infantería de Ivanuk, fue dirigido hacia Harkov”.

“Hacia la misma época, nuestro buen camarada y revolucionario Vdovitchenko, herido en combate, debió ser trasladado, con una pequeña escolta, a Novospassovka para su curación. Un cuerpo expedicionario bolchevique descubrió su retiro y los atacó. Nuestros hombres se defendieron como pudieron y, al final, para no ser apresados, Vdovitchenko y su camarada Matrossenko, prefirieron suicidarse. Este cayó muerto en el acto, pero a Vdovitchenko le quedó la bala alojada en el cráneo, debajo del cerebro, los comunistas lo cuidaron y le salvaron, de momento, la vida. Pronto tuve noticias suyas. Estaba en el hospital de Alexandrovsk y rogaba a sus camaradas que hallaran un medio de liberarlo. Se le torturaba atrozmente, apremiándolo a renegar de la majnovitchina, firmando al efecto un documento. Se negaba a ello con desprecio, aunque estuviese tan débil que apenas podía hablar. Vista su negativa, estaba por ser fusilado de un momento él otro. Mas yo no pude saber si lo fue o no”.

“Hacia esa época yo me hallaba en marcha, con el cruce del Dnieper, hacia Nicolaiev. De allí volví a pasar el Dnieper por arriba de Perenkop, dirigiéndome a nuestra región, donde esperaba encontrar algunos de nuestros destacamentos. Pero el comando comunista me había preparado una emboscada cerca de Melitopol. Imposible avanzar. Igualmente imposible repasar el Dnieper, cuya corriente, habiendo comenzado a fundirse la capa de nieve que lo cubría, arrastraba bloques de hielo. Hubo que aceptar el combate. Tuve que montar a caballo y dirigir las operaciones”.

 

Majno herido gravemente en combate

“Una parte de las tropas -enemigas fue hábilmente desviada y evitada por los nuestros, y la otra obligada a mantenerse alerta durante 24 horas, hostigada por patrullas de exploradores. Mientras, yo logré efectuar una marcha de 64 km y al amanecer del 8 de marzo arrollar una tercera formación bolchevique, acampada a orillas del lago Moltochny, a ganar por el estrecho promontorio entre el lago y el mar de Azof, espacio libre en la región del VorkniTokmak”.

“De allí envié a Kurilengo a la región de Berdiank-Melitopol para dirigir el movimiento insurreccional. Yo partí, esperando pasar por Gulai-Pole, hacia la gobernación de Schernigov, de algunos de cuyos distritos habían venido delegaciones campesinas a pedirme que pasara por ellos”.

“En el trayecto mis tropas -es decir; las de Petrenko, consistentes en 1,500 jinetes y dos regimientos de infantería- fueron detenidos y cercadas por fuertes divisiones bolcheviques. Tuve que dirigir nuevamente los movimientos del contraataque. Nuestros esfuerzos fueron coronados por el éxito: derrotamos por completo al enemigo, haciendo numerosos prisioneros y apoderándonos de armas, cañones, municiones y cabalgaduras. Pero a los dos días fuimos atacados por tropas frescas y muy valerosas”.

“He de decirte que estos diarios combates habituaron a nuestros hombres a hacer caso omiso de su vida, a tal punto que hazañas de heroísmo extraordinario, sublime, ni de lejos comparables al coraje más elevado, se hicieron hechos corrientes. Al grito de: “¡Vivir libres o morir combatiendo!”, se arrojaban a la pelea, arrollando a un enemigo en mucho superior, y poniéndole en fuga”.

“En el curso de nuestro contraataque, temerario hasta la locura, una bala me atravesó el muslo y penetró en el bajo vientre, cerca del apéndice, desmontándome. Este incidente frustró nuestro contraataque, determinando un repliegue, pon haber sido cortado el impulso de nuestras tropas a causa de que uno de los nuestros, poco experimentado, sin duda, gritó: «¡Batko está muerto!» Se me transportó, por unas 12 verstas, en un vehículo, antes de hacerme cura alguna, y perdí sangre en abundancia. Permanecí tendido sin conocimiento al cuidado de Leo Zinkovsky. Era el 14 de marzo. El 15, a la noche, recobré los sentidos, y me encontré rodeado de todos los comandantes de nuestro ejército y los miembros del estado mayor, Belach al frente, que me pedían firmara la orden de enviar destacamentos de 100 Y 200 hombres al encuentro de Kurilenko, Kojin y otros, que dirigían el movimiento insurreccional en diversos distritos. Querían que yo me retirase, con un regimiento, a un lugar seguro, relativamente tranquilo, hasta poder montar a caballo. Firmé la orden. Y además autoricé a Zabudko a formar un destacamento volante para operar a voluntad en la región, aunque sin perder contacto conmigo. En la mañana del 16 ya habían partido todos esos destacamentos, salvo una pequeña unidad especial que me acompañaba. En eso, la 9ª división de caballería roja cayó sobre nosotros, obligándonos a levantar el campamento, prosiguiendo la persecución durante trece horas en un recorrido de 180 verstas. Llegados finalmente a la aldea Sloboda, a orillas del mar de Azof, pudimos cambiar caballos y hacer un alto de cinco horas. Al amanecer del 17 de marzo reanudamos la marcha hacia Novospassovka, pero, recorridas 17 verstas, chocamos con otras fuerzas frescas de caballería, que habían sido lanzadas tras Kurilenko, a quien perdieron de vista y así dieron con nosotros. Después de habernos seguido unas 25 verstas (estábamos deshechos de fatiga, totalmente agotados y realmente incapaces, esta vez, de combatir), esa caballería se nos vino resueltamente al ataque”.

 

Heroico sacrificio de algunos combatientes majnovista

“¿Qué hacer? Yo ni siquiera podía, no ya montar, sino incorporarme; estaba acostado en el fondo del vehículo y veía un cuerpo a cuerpo espantoso -un hacheamiento- a unos 200 metros. Nuestros hombres morían por mí, por no abandonarme. Y, al fin y al cabo, no había medio alguno de salvación, ni para ellos ni para mí. El enemigo era cinco veces más numeroso y recibía reservas frescas. En eso, los que servían nuestras ametralladoras Lewis -las cinco que tenía conmigo desde tanto tiempo, a las órdenes de Micha, originario de la aldea Schermigovka, cerca de Berdiansk- se acercaron al vehículo y uno habló: «Batko: su vida es indispensable para la causa de nuestra organización campesina, causa que amamos, y por la que pronto hemos de morir. Pero nuestra muerte lo salvará junto con los fieles camaradas que se encarguen de cuidarlo. No se olvide de repetir estas palabras a nuestras familias». Uno me abrazó, y ya no volví a ver a ninguno de ellos cerca. Al momento, Leo Zinkovsky me llevó en brazos a un carro campesino hallado por ahí. Oía el crepitar de ametralladoras y estallar las bombas a lo lejos: nuestros lewisistas les cerraban el paso a los bolcheviques…”.

“Tuvimos tiempo de adelantarnos tres o cuatro verstas y pasar el vado de un río: estábamos a salvo. Pero nuestros ametralladoristas habían muerto todos, sin ceder un paso. Tiempo después, pasamos por el lugar y los campesinos de la aldea Starodubovka nos señalaron la fosa común en que habían sido sepultados. Aún ahora, mi querido amigo, no puedo retener las lágrimas al pensar en estos valerosos combatientes, sencillos campesinos. Con todo, debo decírtelo, me parece que ese episodio me curó. Esa misma noche pude montar, y abandoné la región”.

“En abril restablecí el contacto con todos los destacamentos de nuestras tropas. Los menos distantes recibieron orden de dirigirse a la región de Poltava. En mayo se juntaron allí las unidades de Tomás Kojin y de Kurilenko y formaron un cuerpo de 2,000 jinetes y algunos regimientos de infantería. Se decidió marchar hacia Jarkov y echar de ella a sus dominadores, los del partido comunista. Pero éstos estaban en guardia y mandaron a mi encuentro más de sesenta autos blindados, varias divisiones de caballería y una nube de infantes. La lucha contra estas tropas duró semanas”.

“Un mes después, el camarada Stchuss fue muerto en batalla, en la región de Poltava. Estaba de jefe del estado mayor del grupo Zabudko, cumpliendo bravamente su deber, como siempre”.

“Un mes más tarde le llegó la vez a Kurilenko. Estaba cubriendo el cruce de las vías férreas, ocupado personalmente en emplazar los destacamentos y al frente de la vanguardia siempre. Un día fue sorprendido por los jinetes de Budienny y pereció en la refriega”.

“El 18 de mayo, la caballería de Budienny marchaba de la región de Ekaterinoslav hacia el Don para dominar una revuelta de campesinos, a cuyo frente se encontraban nuestros camaradas Brova y Maslak (el jefe de la 1ª brigada del ejército de Budienny que se había plegado a nuestras tropas con todos sus hombres)”.

“Nuestro grupo estaba formado por varios destacamentos reunidos a las órdenes de Petrenko-Platonoff, del que formábamos parte también nuestro estado mayor principal y yo. Ese día, el grupo se encontraba a 15 o 20 verstas del camino seguido por el ejército de Budienny. Sabiendo éste que yo me hallaba con tal grupo de fuerzas, se dejó seducir por la escasa distancia que nos separaba y ordenó al jefe del destacamento de autos blindados (el Núm. 1) -que habría de participar en el aplastamiento de los campesinos del Don-, que bloqueara, con 16 autos blindados, el acceso a la aldea Novogrigorivka, mientras él mismo marchaba a campo traviesa al frente de una parte de la 19ª división de caballería (anteriormente división del servicio interior) en dirección a esa aldea. Llegó a ella antes que los autos blindados, que debían evitar los barrancos, buscar vados para el cruce de ras corrientes de agua, disponer de centinelas, etc. Al corriente de todos estos movimientos por la vigilancia de nuestros exploradores, pudimos tomar precauciones, y cuando Budienny apareció a la vista, de nuestro campamento, nos lanzamos a su encuentro”.

“En un abrir y cerrar de ojos, Budienny, que galopaba fieramente en primera fila, volvió grupas y huyó, infame cobarde, abandonando a sus compañeros. El combate que se entabló fue una pesadilla. Los soldados rojos lanzados contra nosotros habían permanecido hasta entonces en la Rusia Central, para “asegurar el orden interior”. No habían combatido a nuestro lado en Crimea. No nos conocían, pues. Se les había engañado, diciéndoles que éramos vulgares bandidos y fue para ellos punto de honor no retroceder ante malhechores. En cuanto a los insurgentes, se sentían en su derecho y estaban firmemente decididos a vencer y desarmar al enemigo”.

Completa victoria sobre Budienny

“Este combate fue el más encarnizado de cuantos sostuvimos, antes y después. Terminó con la completa derrota de las tropas de Budienny, lo que provocó la descomposición de su ejército y la deserción de muchos soldados.

“Formé en seguida un destacamento de hombres originarios de Siberia y lo envié allí, provisto de lo necesario, a ras órdenes del camarada Glasunoff. A principios de agosto de 1921 supimos por los diarios bolcheviques que este destacamento había hecho su aparición en la región de Samara. Luego no oí hablar más de él”.

“No cesamos de combatir durante todo el verano de 1921”.

“La excesiva sequía ese verano y la mala cosecha resultante en las gobernaciones de Ekaterinoslav, Taurida y, particularmente, en las de Kherson y Potalva, como asimismo en la región del Don, nos forzaron a dirigirnos, por una parte, hacia el Kuban, el bajo Tzaritzin y Saratov, y por otra, hacia Kiev y Tchernigov. Por este lado, la lucha era dirigida por el camarada Kojin. Cuando nos reencontramos, me entregó unos paquetes de papeles, en los que se consignaban las decisiones adoptadas por los campesinos de la gobernación de Tchernigov, expresando su voluntad de sostenernos enteramente en nuestra lucha”.

“Yo hice una expedición hacia el Volga, con los destacamentos de los camaradas Zabudko y Petrenko; luego me replegué hacia el Don, hallando en el trayecto a varias de nuestras unidades, cuya conjunción realicé y las uní con el grupo de Azof, (el antiguo grupo de Vdovitchenko)”.

“AI principio de agosto de 1921, se decidió, a causa de la gravedad de mis heridas, mi partida al extranjero, con algunos de mis comandantes, para seguir un tratamiento serio. Por esa misma época también resultaron heridos gravemente nuestros mejores comandantes: Kojín, Petrenko y Zabudko. El 13 de agosto, acompañado de unos cien jinetes, me dirigí hacia el Dnieper, que cruzamos en la mañana del 16, entre Orlik y Krementchug, con ayuda de 17 barcas de pescadores. Ese día fui herido seis veces, aunque ligeramente. En el trayecto encontramos varios destacamentos, a los que explicamos las razones de nuestra partida al extranjero. Y todos nos; expresaron lo mismo: «Vaya y cuídese bien, Batko, luego vuelva en nuestro auxilio»”.

“El 19 de agosto, a 12 verstas de Bobrinetz, nos topamos con la 7ª división de caballería del ejército rojo, acampada a lo largo del río Ingulets. Volver sobre nuestros pasos significaba correr a nuestra perdición, pues habíamos sido avistados por un regimiento de caballería, a nuestra derecha, que se adelantó en seguida para cortarnos la retirada. Rogué a Zinkovsky que me pusiera a caballo, y en un parpadeo, desnudos los sables y al grito de ¡hurra! nos precipitamos hacia las ametralladoras de la división, agrupadas en una aldea. Así conseguimos 13 ametralladoras Maxim y 3 Lewis. Y luego continuamos nuestra marcha. Pero, apenas en posesión de las ametralladoras, toda la división formó en batalla y nos atacó. Estábamos en una ratonera. Pero atacamos, sin perder ánimo, y arrollamos al 381 regimiento y a la división. Abierto el paso recorrimos 110 verstas sin detenernos, sin dejar de defendernos contra incesantes ataques de esas tropas, de las que acabamos por escapar, después de haber perdido diecisiete de nuestros mejores compañeros”.

 

Majno consigue llegar al extranjero

“EI 22 de agosto, hubo aún que ocuparse de mí: una bala me penetró por el cuello y me salió por la mejilla derecha. Otra vez acostado en el fondo de un vehículo. Pero eso no hizo sino acelerar nuestra marcha”.

“El 26, hubimos de sostener otro combate con los rojos, en el que perdimos a nuestros camaradas y combatientes: Petrenko, Plastonof e lvanuk”.

“Me vi obligado a modificar por última vez nuestro itinerario”.

“El 28 de agosto, cruzamos el Dniester. Heme ya en el extranjero...”».

Después de la derrota del movimiento majnovista la persecución bolchevique en contra de los militantes anarquistas fue despiadada y sin cuartel. La mayoría de ellos perecieron en esa persecución y algunos lograron escapar.

En el exilio, en Francia y EE. UU. sobre todo, los anarquistas rusos se agruparon y editaron prensa a la par que intervinieron en el desarrollo del movimiento anarquista internacional. Al margen de las actividades de orden orgánico, prominentes figuras como Voline, Emma Goldman, Alejandro Berkman, Archinoff y otros, desarrollaron una buena actividad escribiendo libros y haciendo intensa propaganda oral. En el sentido orgánico armó gran revuelo en los medios anarquistas internacionales la proposición de una “Plataforma de actuación y organización anarquista internacional” propuesta en 1927 por militantes anarquistas rusos residentes en Francia. Esa “Plataforma”, que proponía normas no muy ortodoxas en relación a lo que habían sido normas clásicas del anarquismo, no tuvo aceptación y a los pocos años de haber sido propuesta ya estaba casi olvidada, a pesar del gran revuelo que consiguió levantar.

En la actualidad puede decirse que el movimiento anarquista ruso es inexistente. En el propio territorio ruso hay algunos grupos diminutos que actúan en la más absoluta clandestinidad, no obstante lo cual, más o menos conscientemente, algunos sectores juveniles y estudiantiles demuestran vivas simpatías hacia las ideas fundamentales del anarquismo, pero movimiento anarquista propiamente dicho no lo hay ni en el interior ni en el exilio. No obstante, esos gastos de rebeldía que se manifiestan en algunas personalidades de la intelectualidad rusa tienen fuertes resabios anarquistas, más o menos conscientemente expresados o comprendidos. Esa reivindicación de la libertad y esa repulsa al absolutismo estatal que inquietan a sectores amplios de la intelectualidad rusa tienen fuertes perfiles anarquistas que pueden germinar situaciones inesperadas, como en 1968 en Francia.

  

D)   EL MOVIMIENTO ANARQUISTA EN ORIENTE

Aunque pueden encontrarse fuertes raíces anarquistas en el viejo pensamiento oriental, el anarquismo militante en Oriente nació como reflejo de las actividades anarquistas en Europa. China y Japón, los dos países donde la militancia anarquista adquirió mayor importancia en ese lejano mundo, tuvieron movimientos anarquistas como consecuencia de las relaciones más frecuentes y estrechas que mantuvieron con Europa desde la segunda mitad del siglo pasado. Las ideas de Proudhon, Kropotkin, Bakunin, Reclus y Malatesta, junto con las noticias de los movimientos anarquistas de la época, se mezclaban con las relaciones generales que se iniciaban tras un aislamiento de siglos, hallando eco en las juventudes, que las asimilaban con entusiasmo. Robert A. Scalapino, en El movimiento anarquista en China (Tusquets editor, Barcelona, 1975, pág. 11) dice que “En sus memorables conversaciones de 1936, Mao Tsé-tung señaló a Edgard Snow que él una vez había estado fuertemente influenciado por el anarquismo”. Esa confesión del propio jefe indiscutible de la Revolución China puede ser un indicio de la enorme influencia que las ideas anarquistas tuvieron en ciertos periodos de la historia entre aquellos pueblos. Y en cuanto atañe al anarquismo japonés, Víctor García, en su libro Museihushugul, el anarquismo japonés (Editores Mexicanos Unidos, México 1976, pág. 9), en el que detalla con conocimiento profundo el movimiento anarquista en aquel país, dice que “El anarquismo en el Japón tuvo una época heroica que, cronológicamente hablando, podríamos ubicarla entre los años 1903 y 1937”.

Y como posiblemente no hay en la actualidad ningún anarquista europeo que conozca las rafees y trayectoria del movimiento anarquista en Oriente como el propio Víctor García, nos permitimos seguir sus pasos en el estudio que a este efecto hace en la Enciclopedia Anarquista con destino al vocablo “Anarquismo”.

En la China milenaria ya se encuentran atisbos libertarios

«“En la China milenaria, los primeros atisbos libertarios -dice Víctor García- pueden ubicarse en la organización fisiócrata de un pueblo que depositó mayor confianza en la tierra y la razón que no en el cielo y la fe. Cuatro milenios, atrás la colectividad china abrazaba su sistema solidario, de equidad y de humanismo, conocido como “sistema del Pozo”, consistente en dividir una superficie en nueve partes iguales entre ocho familias, las cuales debían, por turno, roturar la novena, el fruto de la cual era para las viudas, los ancianos, los inválidos y el culto local. El “sistema del Pozo” se anticipa a otro parecido implantado en el Incario y se erige como eslabón inicial de la cadena que debe conducirnos al bello precepto de «De cada uno según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades»”.

“De este pensamiento libertario se surtió también Corea, la vecina norteña de la gran China y deudora de ésta en todas sus manifestaciones culturales, sociales, políticas o económicas”.

“En cuanto al Japón, por su condición insular y una política de aislamiento impuesta por Leyasu, el primero de los Tokugawas, y sus sucesores, la presencia de un pensamiento libertario resulta todavía más meritoria al tener que enfrentar una de las más férreas dictaduras que la historia de la humanidad registra. Esta valentía corrió a cargo de Ando Shoeki”.

“Ando Shoeki es considerado en los medios anarquistas japoneses como el William Godwin oriental, y su obra es cotejada con la del suegro de Shelley por la visión anarquista precursora reflejada en la misma. El principio de libertad, la necesidad de abolir la autoridad, la obligación de entronizar el trabajo como mérito en el que todos deben participar, la supresión del castigo, la abolición de las clases, tan estrictas y múltiples en el Japón, y el otorgamiento de condición humana a los parias nipones -los Etas y los musankaitin-, así como la artificial y difícil etiqueta imperante en el país, son temas valientemente enfocados por Ando Shoeki en sus escritos, verdaderos arietes -los primeros- que lograron resquebrajar la rigidez del sistema social nipón”.

“La historia del pueblo del Extremo Oriente, como la historia de todos los pueblos del mundo, está salpicada de intentos de manumisión que el Estado y la autoridad han podido sofocar a lo largo de los siglos. La historia de China, en particular, es significativa en este aspecto, pudiéndose citar, como entre lo más descollante; la rebelión del Tai Ping, que por 15 años mantuvo tambaleante la dinastía manchú, la cual se salvó gracias a la presencia de los barcos de guerra europeos y norteamericanos en las aguas del Yang Tsé. El principio del Tai Pinq era: «Toda la tierra bajo el cielo debe ser trabajada por todo el pueblo bajo el cielo y ello en colectividad». Durante esa revolución la sociedad china vio desaparecer el opio, la prostitución, la propiedad privada, la venta de las mujeres -modalidad muy extendida en la China dinástica-, el vendaje absurdo del pie femenino y otros aspectos reaccionarios de una China decadente”.

"En el Japón estallaron repetidas revueltas campesinas de las que pocas han trascendido hasta nosotros debido a la purga permanente de escritos efectuada por los Tokugawas, empeñados, como todos los soberanos del mundo, en que la historia sea a su gusto y no verídica. Se salvó del olvido la inspirada por el samurai Oshio Heínachiro, que llevó a los campesinos a la expropiación de los Daimyos, o señores feudales, en beneficio delils clases menesterosas”.

“Todo lo apuntado hasta aquí forma parte de la protohistoria revolucionaria, en su acepción moderna, de aquellos remotos países. La historia propiamente dicha, se inicia a últimos del siglo pasado y primeros del actual, cuando por la puerta principal de aquellos países irrumpen los ejércitos europeos y norteamericanos para imponer lo que se ha dado en llamar en la historia «Los Tratados Arbitrarios» a la China. Paralelamente a la presencia de los ejércitos y los capitales, protegidos por aquéllos, que se posesionaban de un fabuloso mercado absorbente de una producción que la industrialización europea comenzaba a lanzar a título de excedentes -a pesar de que las necesidades del obrero europeo y norteamericano distaban mucho de verse satisfechas-, se introducían por la puerta de servicio los primeros atisbos revolucionarios ya ahincados en Europa. Kropotkin, Bakunin, Marx, Engels, Proudhon, Godwin, todo el acervo socialista occidental llega a las playas del Mar de China pegado de los bultos del opio, los tejidos manchesterianos y las manufacturas occidentales. Por otro conducto, más eficiente inclusive, se doblaban las raciones de literatura revolucionaria. Necesitados de técnicos para ponerlos al frente de las industrias locales, los manchúes, en China, y el emperador Meiji, en el Japón, enviaron a Europa y a los Estados Unidos gruesos contingentes de jóvenes para estudiar en las universidades de Occidente. Cuando regresaban a sus lares, en sus maletas, junto a los libros de matemáticas, de derecho, de medicina, se hallaban, también, La Conquista del Pan, El Capital, Campos, Fábricas y Talleres, De la Justicia Política, ¿Qué es la Propiedad?, Dios y el Estado, etc., muchas veces traducidos ya por aquella dinámica juventud o candidatos a una traducción segura una vez desembarcados en Shanghai, Cantón, Tien Tsin, Yokohama o en los puertos coreanos”.

“En un comienzo, y debido a la idiosincrasia de esos pueblos, el anarquismo arraigó más profundamente que el marxismo, produciéndose, guardando las salvedades lógicas, el mismo fenómeno que en América Latina cuando se, proyectó sobre ésta el impacto de la revolución rusa, espejismo que atrajo a grandes contingentes de las avanzadillas revolucionarias en detrimento de las filas anarquistas. Ello marcó la decadencia numérica libertaria en favor del comunismo estatal, amamantado éste por la ayuda a manos llenas de Rusia, necesitada de romper el cerco que el capitalismo le había impuesto y todavía inspirada del precepto «revolución internacional» y no «nacional», a la que Stalin redujo la revolución soviética”.

 

Shangai fue centro relevante del anarquismo escrito

“Desde el advenimiento de la república, en 1912, las calles de las ciudades chinas han sido testigo de repetidos hechos revolucionarios, muchos de ellos con connotada influencia anarquista que la historia oficial actual ha ido desvirtuando. El 11 de diciembre de 1927, por ejemplo, se proclamó la «Comuna de Cantón» de inspiración abiertamente libertaria. Las fuerzas del Kuomintahg la sofocaron con un saldo horripilante de muertos”.

“Shangai fue centro relevante del anarquismo escrito, y descolló, por en cima de una pléyade de escritores libertarios, Shi Pho, al que también hallamos en la «Comuna de Cantón» y de donde logró zafarse de los piquetes de ejecución de Chang Kai Shek. Puritano al extremo, Shi Pho, al que le faltaba una mano, perdida mientras confeccionaba artefactos explosivos, era vegetariano y se negaba a vestir prendas confeccionadas con cuero por implicar tal cosa una complicidad en la muerte de un determinado animal. Este seguidor del jainismo hindú dedicaba todas sus horas a las publicaciones ácratas, y su periódico, «Ming Sheng» (La Voz del Pueblo), que tenía ya su sección esperantista, era un paladín difundido y ampliamente leído en los medios de avanzada y progresistas de la gran urbe china. En Shanghai se creó la Universidad del Trabajo, con marcada influencia libertaria, y en ella enseñaban anarquistas de otras nacionalidades. Otros anarquistas chinos, de relieve, lo fueron Li Pei Kan, quien adoptara el seudónimo de Pa Chin y cuyas obras de ficción continúan siendo, en la actualidad, entre las más buscadas por la juventud china, los hermanos Lu Chien Bo y Li Kien Ten tradujeron infinidad de obras de anarquistas europeos que, sumadas al las introducidas por Li Pei Kan, permitían al lector chino de adentrarse en el pensamiento libertario internacional. Es de interés hacer notar que una obra como Anarchism, Its Past and Future, de Herbert Read, fue traducida al chino por los hermanos Chien Bo y Kien Ten antes de que la pudieran leer los lectores de habla española, italiana o francesa”.

“La entronización del comunismo en China arrasó con lo que pudo haberse salvado de la sistemática represión de Chang Kai Shek, sea con la eliminación física, sea con la imposición del terror y el lavado de cerebro, lo primero presente en los hermanos Chien Bo y Kiel) Ten, lo segundo sufrido, seguramente, por Li Pei Kan, que pasó a ser un escritor más al servicio de Mao”.

“tros libertarios lograron escapar de la inmensa China y continuaron defendiendo los ideales ácratas, aunque debido a su distanciamiento de las masas chinas, su influencia ha ido reduciéndose cada vez más”

“Canto acervo libertario h ido asomando en la vida popular china el régimen comunista lo ha ido deformando cuándo su eliminación se hacía difícil. Prototipo de ello fueron las «Comunas Populares» surgidas espontáneamente de los estratos campesinos e incorporadas, por decreto, en el seno del Plan Quinquenal gubernamental. Se trataba, de hecho, de un procedimiento transmitido de padres a hijos y remontándose al ya conocido «sistema del Pozo», viejo de cuatro mil años y que el régimen comunista prefería adjudicarse como propio antes que proclamar su abolición por los desarrollados rasgos libertarios del mismo”.

 

Corea también supo de anarquismo

“Corea, apéndice de la vida de la gran China en todos sus aspectos, también supo de anarquismo, y los coreanos tuvieron también sus traducciones al idioma nacional de las obras La Conquista del Pan y A los Jóvenes, de Kropotkin. Conocieron también de la vida organizada en colectividad libertaria, de fuertes sindicatos de inspiración anarcosindicalista, de escuelas racionalistas y de órganos de difusión libertaria. Su paladín «Dok Lip Ro Nong Si Mun» (Periódico del Trabajador y El Campesino Independiente) logró extensa difusión en los medios obreros y campesinos hasta que, paradójicamente, la guerra dividiera en dos a Corea a través del paralelo 38, dejando el norte a los comunistas y el sur a merced del régimen reaccionario de Rye. Ambos regímenes se esmeraron en liquidar de la faz coreana todo atisbo anarquista, salvándose solamente aquellos que lograron escapar al Japón, donde se confundieron en el seno del movimiento anarquista japonés. Estos, lamentablemente, fueron los menos, y militantes de nombradía internacional como Ryu Rim, conocido también como Yurim, que no lograron salir del país, quedaron a merced de una u otra dictadura, ambas, implacables en su empeño de exterminar el anarquismo”.

“EI Japón, a pesar de su rígido régimen feudal continuado por el emperador Meiji, que introdujo el occidentalismo en el país sin ceder en nada en cuanto al tradicionalismo, el régimen de clases y la preponderancia del guerrero sobre el civil, vio eclosionar un movimiento anarquista extremadamente importante, con irradiación internacional inclusive”.

“A fines del siglo pasado, socialistas y anarquistas militaban unidos, y en 1897 crearon la Unión de Obreros del Acero al tiempo que, paralelamente, se publicaba «El Mundo del Trabajo». La mayoría de aquellos revolucionarios había abrevado los ideales occidentales a través del ventanal abierto por Tsomin Nakae, conocido como el Rousseau japonés. Denjiru Kotoku es considerado como uno de los primeros anarquistas japoneses. Fundador del partido socialista nipón Shakai Shugi Kyokai, Kotoku evolucionó, a través de la lectura de Kropotkin, Godwin, Proudhon y otros teóricos anarquistas occidentales, hacia el anarquismo. Su ascendencia en el seno del obrerismo se puede calibrar si se toma en cuenta que en 1901 realiza un mitin con ingreso al pagar en Mukoshima y 50,000 obreros acuden al mismo. En 1903, Kotoku, en compañía de Toshihiko Shakai, funda el «Heimin Shimbun» (Periódico de la Gente Común). Era un momento de suma gravedad por la campaña llevada a cabo por el ejército y el Daibatsu (nombre dado a los grandes monopolios y a las familias todopoderosas allegadas al emperador) en pro de la guerra contra Rusia. El «Heimin Shimbun» tomó posición desde el primer número contra dicha conflagración, lo que, inevitablemente, entrañó la primera de una prolongada racha de suspensiones del órgano libertario”.

 

Los primeros anarquistas militantes japoneses

“En 1906, el movimiento de avanzada japonés, que hasta entonces había logrado soslayar la división que desde 1872 se manifestara en Europa a resultas de la maniobra de Marx en el Congreso de la Primera Internacional celebrado en la Haya, donde se amañó una mayoría ficticia para expulsar a Bakunin, GuilIaume y otros anarquistas, se escinde también al lograr imponer la fracción del socialismo estatal la tónica de «al socialismo por los caminos legales». Kotoku y los anarquistas se automarginaron de un movimiento que ya no los representaba más, perfilándose, desde aquel momento, el anarquismo japonés con características propias y definidas”.

“EI ascendente anarquista era tan fuerte en el seno del movimiento revolucionario japonés que un año después de aprobarse la cláusula de «al socialismo por los caminos legales» otro congreso votaba por su abolición”.

“La represión gubernamental, como era de prever, se dirigió abiertamente contra el movimiento anarquista estimado como el peligroso, y aquélla alcanzó su punto culminante en 1911, cuando el 24 de enero de dicho año fueron ahorcados Kotoku, el director de «Heimin Shimbun», Umperl Morichika, y nueve anarquistas más, incluida una mujer, Suga Kanno”.

“Japón, un país occidentalizado en lo que a producción y economía respecta, sufrió las mismas crisis que aquejaban a Europa y a Norteamérica. En 1914 estallan en el Japón unas 50 huelgas que afectaron a unos 8,000 obreros. Cuatro años más tarde son 497 las huelgas y más de 60,000 los obreros afectados por ellas. El descontento popular, agravado por una disposición del  Consejo de Ministros que señala «Ha llegado el momento de que el pueblo limite el consumo del arroz por medio de su propia disciplina», arrojó un saldo considerable de muertos y 7,000 condenas a perpetuidad”.

“En 1920, el profesor Morito, de la Facultad de Economía de la Universidad de Tokio, publica en el órgano universitario un Estudio del pensamiento social de Kropotkin. El balance de tal publicación puede resumirse así: Detención y encarcelamiento del profesor Morito y venta masiva y total de todos los títulos de obras anarquistas en las librerías niponas. La traducción que Kotoku hiciera de La Conquista del Pan (Pan no Ryakushu) de Kropotkin, se vio reproducida varias veces y fue exitosa su venta”.

“En 1923, a pesar de la repetida represión contra el anarquismo organizado, destacaba de nuevo el movimiento libertario y, en el seno del mismo, la figura señera de Sakae Osugi. Escritor prolijo, creador de varias publicaciones y destacado orador. Osugi fue asesinado, junto con su compañera y un sobrinito de siete años, por el ejército japonés, que arrojó sus cadáveres en el fondo de un pozo. En aquella época se publicaban en el Japón «Kindai Shisco» (Idea Moderna), aparecía de nuevo el «Heimin Shimbun», el «Rodo Shimbun» (Diario del Trabajo) y «Rodo Unido» (Movimiento Proletario). Osugi colaboraba en todos ellos y a él se debe la traducción al japonés de El Origen de las Especies, de Darwin. Asesinado cuando sólo contaba 38 años, las obras completas de Osugi, editadas posteriormente a cargo de una fuerte editorial nipona, sumaban catorce volúmenes”.

“Después de la revolución rusa, y al igual que en China, como ya ha quedado explicado, el espejismo del comunismo restó número y potencial al movimiento anarquista japonés. Por otra parte, el imperialismo nipón se iba imponiendo y los anarquistas sufrieron un prolongado eclipse por un cruel ensañamiento que el ejército desencadenó contra ellos, a los que veía como el mayor obstáculo para la paulatina conquista de la China, iniciada con la cabeza de puente de 1895, en que China fue derrotada y el Japón tomó pie en el Continente, corroborado diez años después con la derrota infligida por el Japón a la Rusia zarista. Ello -las conquistas territoriales japonesas- permitía, por otro lado, él que algunos anarquistas franquearan el mar y desembarcaran en China, donde desarrollaron muy buena labor entre los medios revolucionarios chinos. Es así que podemos verificar la presencia de Taiji Yamaga e Ishikawa en la Universidad del Trabajo, de Shanghai, e interviniendo, el primero como tipógrafo y ambos como colaboradores, en la publicación de «Shi Pho» (La Voz del Pueblo)”.

“Los anarquistas japoneses, terminada la segunda guerra mundial, volvieron a reorganizarse una vez más y después de un largo tiempo de publicar su órgano, siempre bajo el denominativo de «Heimin Shimbun», decidieron cambiarlo por el de «Federación Libertaria». La rebeldía juvenil, al igual que en la mayoría de los países del orbe, estalló y continúa presente en el Japón, donde los choques entre estudiantes y policía alcanzan condiciones desconocidas en el resto del mundo, salvo las de lo ocurrido en el mes de mayo de 1968 en la ciudad de París, donde la influencia anarquista en las filas estudiantiles casi logra desmoronar, las estructuras del régimen de De Gaulle y condujo, de hecho, a su salida del poder un año más tarde”.

 

La Federación Anarquista Japonesa

En el seno de las filas estudiantiles descuella, como el grupo de mayor avance y alcance revolucionario, el conocido como “zengakuren”. Los anarquistas organizados como Federación Anarquista Japonesa, dieron acceso a los estudiantes del zengakuren en el seno de la federación ácrata sin que se lograra un entendimiento pleno, resultado, suponemos, de lo que solemos llamar «problema generacional»”.

“Es indudable que la crisis que sufre la sociedad, cuyas estructuras andan resquebrajándose como consecuencia del impacto estudiantil, y ello alo largo de todos los meridianos del mundo, afecta también a los medios anarquistas que integran, a través de sus individuos, la sociedad tambaleante. Un cambio se avizora de esta convulsión permanente y, a juzgar por las reivindicaciones libertarias de la mayoría de los movimientos estudiantiles y juveniles, el cambio bien pudiera ser portador de panoramas más afines al anarquismo que los actuales. Debido a ello la Federación Anarquista Japonesa decidió desaparecer en tanto que agrupación, y ello a fin de poder permitir una mayor libertad de acción a sus miembros que posibilite la incorporación de cada uno de ellos, en el seno de los movimientos estudiantiles tan promisores hasta el momento”.

“A pesar de que el pensamiento indostánico es portador de numerosos puntos de manifiesta coincidencia con el anarquismo -en los Uppanishads, las Leyes de Manú, el Panchatantra y en la mayoría de la narrativa es patente el anhelo de libertad-, no se puede afirmar que en la India haya habido un movimiento anarquista organizado. Mención aparte debemos hacer, sin embargo, de una figura indostánica, de gran renombre, M. P. T. Acharya”.

M. P. T. Acharya y el pensamiento anarquista en la India

“Acharya, que muriera el 20 de marzo de 1954, descendía, como su nombre lo indica, de la casta de los brahmanes, pero se desligó pronto de ella para recorrer el mundo y conocer el pensamiento anarquista en las propias ciudades europeas y norteamericanas donde el mismo se difundía. Furioso independentista, como todos los indostánicos de todas las corrientes, su mayor enemigo fue siempre Inglaterra, que lo encarceló numerosas veces, sin que con ello doblegara jamás su espíritu irredento. Nació hacia 1890, sin que haya seguridad al respecto, y ya en 1906 lo vemos fundando, en Madras, “Journal of Freedom”. Su figura tiene mucho de legendaria, porque se le ve repetidas veces en todo conato de independencia y revolución mundial, siempre con el obsesionante objetivo de derrocar al inglés. Trató de ponerse de acuerdo con Abd el Krim para el derrocamiento de Alfonso XIII en España, se le ve trabajando de campesino en los Estados Unidos, de lavaplatos en París, de cargador de muelle en Amsterdam. Transita por Londres, por Berlín, por el Japón, donde no titubea en buscar el apoyo del Mikado pensando en el derrocamiento de la Gran Bretaña y la liberación de su país. Anda por el Cáucaso y el Himalaya durante seis meses hasta llegar a la capital del Afganistán y proponerle al flamante y nuevo soberano afgano Amanullah el convertir a su país en una cabeza de puente que permita un posterior ataque contra el baluarte inglés de la India, proposición, dicho sea de paso, que no es aceptada por el soberano afgano. Llega hasta Rusia, donde la “dictadura del proletariado” le decepciona. Terminada la guerra y lograda la independencia de la India, Acharya se radica en Bombay, donde logra influir en un grupo y crear el Instituto Socialista Libertario, que publicará durante mucho tiempo, “The Indian Libertarian”. Paralelamente, la misma editora irá publicando un elenco de títulos de obras anarquistas, como Dios y el Estado, de Bakunin; El Anarcosindicalismo, de Rocker, y síntesis de varios trabajos de plumas libertarias internacionales. La obra escrita más importante de Acharya es, posiblemente, Mutualismo, donde vierte un concepto genuinamente ortodoxo del anarquismo. Colaboró, además, en muchas publicaciones internacionales y sus trabajos continúan siendo de rigurosa actualidad y reproducidos periódicamente en la prensa anarquista inglesa, castellana, italiana o gala”.

“La ausencia de un movimiento anarquista en la India tal como lo interpretamos en Europa y en América, no significa la ausencia de un campo propicio a las ideas libertarias. Por el contrario, la India está constituida por un collar de costumbres, por un andamiaje social y una interpretación de la vida que permitiría la transición inmediata de su sociedad actual a otra de perspectivas libertarias. Existía hasta hace unos pocos años un continuador de las doctrinas gandhianas, Vinoba Bhave, que abogaba por un sistema rural de vida colectiva en el que todas las tierras se ponen en común, el fruto pertenece a la colectividad, la educación es impartida por igual y el régimen es tan igualitario que todo ello puede enclavarse, sin objeciones de ninguna especie, dentro de los preceptos del anarquismo. El Gramdan, que así llamaba Vinoba Bhave al sistema comunitario que logró introducir a lo largo y a lo ancho del inmenso triángulo geográfico de la India, se adapta de lleno a la idiosincrasia del Indostán y ello explica el fenómeno de que millares de pueblos hayan abrazado el Gramdan permitiendo ver extenderse, en el mapa en el que se van marcando las nuevas adhesiones al sistema, una promisora mancha que podría conducir a la India al hallazgo de una solución económica y social tan deseada como necesaria para aquel pueblo preso de una religión paralizante y una política de bloques y zonas de influencia extremadamente peligrosa para su estabilidad”.

 

Vinoba Bhave y el gramdan

“EI anarquismo es genuinamente occidental en tanto que vocablo y acepción etimológica. Los griegos nos lo han legado y queda circunscrito a los continentes donde la cultura helénica se ha aposentado. De ahí que los indostánicos no vean la necesidad de enmarcar sus ideales libertarios dentro de una voz compuesta arrancada del griego y que significa ausencia de gobierno. Algo ce muy parecido aspecto es lo que podemos observar en Israel con sus “kibbutzin”, colectividades de genuina inspiración libertaria también, sin que tal cosa reivindiquen”.

“Ello no es óbice para que un régimen rural libertario vaya ganando terreno en las inmensas extensiones delimitadas por el Indo y el Ganges y que, bajo el denominativo vinobiano de Gramdan, proyecta su sombra protectora sobre todo un campesinado deseoso de vivir en un clima de libertad, de solidaridad y de bienestar”».

No es posible detallar en esta obra toda la labor desarrollada por la militancia anarquista de Oriente. Ya señalamos que Scalapino ha necesitado un libro para historiar rápidamente el anarquismo en la China, y Víctor García confecciona un libro de 192 páginas para referirnos los avatares del anarquismo japonés. Quiere ello decir que el anarquismo en Oriente también tiene una historia militante muy digna de figurar como factor importante en la historia mundial de la militancia anarquista.

Y nos resulta altamente satisfactorio señalar que en los días que se redactan estas notas continuamos recibiendo regularmente (cada mes) la revista “El Libertario”, que en Japón edita el viejo compañero de 82 años Miura Seiichi, y, por otra parte, también nos llega la revista “Sarvodaya”, órgano del movimiento de realizaciones anarcoagrarias de Vinoba Bhave en la India.

 

 

E)    PANORAMA ACTUAL DEL ANARQUISMO MUNDIAL

Los historiadores acuciosos y ecuánimes que han realizado estudios atentos sobre el anarquismo español se ven forzados a señalar, maravillados, que éste renace siempre tras los golpes mortales que viene sufriendo desde su nacimiento. Represiones feroces, campañas infamantes, diásporas de militantes, disensiones internas, panoramas socioeconómicos cambiantes... nada ha conseguido, hasta hoy, que el anarquismo español muera definitivamente. Los entresijos de ese fenómeno no son tema de este libro, pero señalamos el hecho para significar que en el panorama internacional está ocurriendo hoy un proceso muy similar.

Indicábamos al principio de esta obra que inmediatamente después del desastre español de 1936-1939, con la Segunda Guerra Mundial y sus efectos, el anarquismo mundial sufrió un colapso que duró, cuando menos, un cuarto de siglo. Parecía entonces que nuestro movimiento estaba muriendo irremisiblemente. Pero el 1968 francés y las agitaciones estudiantiles del mundo entero por las mismas fechas abrieron de nuevo las puertas de la historia al anarquismo. Fue como si las esencias del fenómeno que originaron siempre el renacimiento del anarquismo español se hubieran extendido a todo el orbe generando un resurgimiento de muy complejas características, algunas de ellas desconocidas antes, que han originado un anarquismo en bastantes aspectos diferente al movimiento anarquista de antes de la Revolución Española. Desde entonces acá el anarquismo ha vuelto a ser una realidad viva en la historia presente. Y la realidad de las influencias del pensamiento anarquista en las actividades cotidianas y en el panorama general del pensamiento mundial puede encontrarse fehacientemente tras algunos pequeños escarceos realizados con serena ecuanimidad. Algunos pensadores actuales del anarquismo ya lo señalan; sobre todo los escritores anarquistas de habla inglesa. Más adelante procuraremos señalar algunos ejemplos que refuerzan esta opinión.

En un estudio titulado El movimiento anarquista internacional y su estructura actual destinado a un simposium sobre anarquismo organizado en Italia por la institución Einaudi, decía Gino Cerrito que:

«“Los momentos más característicos del movimiento anarquista en los últimos cincuenta años, o sea los fenómenos que más han influido sobre su desarrollo ideológico y organizativo, han sido de este orden:

La Revolución Soviética”.

La Revolución y la Guerra Civil en España”.

“La tendencia decididamente centralista y autoritaria en la vida social que presenta inquietantes interrogaciones sobre el problema de los medios”.

El extraordinario interés de la opinión pública, en especial la juvenil de estos últimos, años, por las ideologías libertarias y por la práctica de la acción directa, motivado por la crisis del mito bolchevique y a pesar también de la aparición de otros nuevos”».

Es cierto que todos esos factores han contribuido a la conformación actual del movimiento anarquista internacional. Incluso algunos de ellos han influido de manera distinta según la latitud del planeta donde el anarquismo se ha manifestado.

El anarquismo ofrece hoy características diferentes

Es, pues, innegable que el anarquismo ofrece hoy características diferentes a las que pudo presentar hasta la Revolución Española. La vorágine de los acontecimientos que se han sucedido desde la Primera Guerra Mundial hasta hoy, los profundos cambios en el desarrollo de la socioeconomía, el proceso de descolonización que ha engrosado y fortalecido ese tercer mundo en el que el marxismo aparece como una nueva esperanza y se convierte en una nueva tiranía, la nueva faz del autoritarismo otorgándole al Estado omnípodo dominio sobre todos los aspectos del vivir y, sobre todo, los catastróficos sesgos que presenta el movimiento obrero, en el cual estuvo casi totalmente inmerso el anarquismo desde que nació, han sido poderosos factores que están modelando, desde el exterior, un anarquismo que no puede ser el mismo, considerado como movimiento, que el anarquismo histórico que vivió hasta 1936-39. No obstante, y a pesar de estas presiones externas que están obligando al anarquismo a romper con aquella clásica y cerrada simbiosis del anarquismo y el sindicalismo (anarcosindicalismo) que impregnaba a la praxis anarquista de un gran sabor clasista, fuertemente influido de las concepciones marxistas de la lucha de clases, muy amplios sectores del movimiento anarquista aún conservan el fetiche del movimiento obrero, adjudicándole al proletariado, a las multitudes del trabajo, unas virtudes revolucionarias y unos anhelos de cambio en las estructuras sociales que ya no son tan fehacientes como parecía a principios de siglo, cuando la incipiente industrialización formaba los grandes centros de trabajo y, como consecuencia, las organizaciones obreras iban adquiriendo un gran volumen y parecía que en ellas habían encontrado un campo abonadísimo los ideales socialistas que propiciaban el derrumbe de las estructuras que entonces mantenían el edificio de la sociedad burguesa y una nueva era de igualdad, fraternidad y justicia. Entonces el panorama justificaba aquella inmersión del anarquismo en el movimiento obrero y las ilimitadas esperanzas que cifró en él; pero aquellas esperanzas han sido defraudadas, y el panorama ha variado tanto que el movimiento obrero no puede ya inspirar confianza alguna para los objetivos de cambios sustanciales, radicales y profundos de la vida en general, como propicia el anarquismo. Todo esto ha originado una crisis interna de la cual aún no se recupera el anarquismo, pues la vieja militancia no encuentra ya en el obrerismo la base sustentativa ni el campo de acción de las otras épocas, y aunque se aferra a la tradición y se esfuerza, infructuosamente, por un renacer del anarcosindicalismo, cada vez siente con más intensidad la sensación de bordar en el vacío.

 

El anarquismo y el movimiento obrero

Y es que el anarcosindicalismo que, salvo excepciones de poca importancia, es la única forma de asociación coordinada de los anarquistas en los primeros treinta años de este siglo, asume formas diferentes como consecuencia de las diversas tradiciones del movimiento anarquista en los distintos países. Desde que el conflicto entre socialistas y anarquistas se acentuó, éstos se aislaron en la torre de marfil de la teoría que les abrió el camino de la propaganda puramente moral y doctrinal, o el de la propaganda clamorosa de los hechos. El anarcosindicalismo fue precisamente una reacción contra aquellas actitudes filosóficas y terroristas que significaban un fenómeno de desconfianza sustancial en la capacidad de las clases trabajadoras.

Con sus sistemas de lucha, que no admiten mediaciones ni compromisos, el anarcosindicalismo representó, en fin, la antítesis del reformismo parlamentario de los legalistas, puesto que descubre en el sindicato el medio más válido de acción directa contra el Estado y contra el capitalismo y el núcleo fundamental de la nueva sociedad libertaria. Con su misma estructura organizativa, que valoriza la autonomía del sindicato local, el anarcosindicalismo es una reacción vigorosa a la degeneración del sindicalismo gubernamental y a la tendencia centralista y unitaria de la sociedad, que ya ha logrado influir y dominar al movimiento obrero de los países industrialmente más adelantados. Los conceptos de la organización capitalista -que en realidad no logran vencer el conflicto de intereses que se determina en el interior de las grandes agrupaciones monopolistas- ya habían sido admitidos como táctica organizativa y funcional del sindicato socialdemocrático, instándolo a formular esquemas centralistas de la organización futura de la sociedad. Precisamente contra esos conceptos se declaraba por doquier el anarcosindicalismo en un momento particularmente favorable a la intensificación de la lucha de clases, durante el cual el movimiento obrero era atraído instintivamente por la táctica de la acción directa propuesta por los anarquistas.

Sin embargo, al sustituir el designio comunista del anarquismo tradicional por el de la lucha industrial que tiende a considerar al hombre como un simple productor y consumidor, el anarcosindicalismo no valorizaba progresivamente su ética y se acomodaba en muchos sentidos a la tendencia que caracterizaba el momento. Su evolución hacia la fórmula francesa de Pierre Monatte y su compromiso sucesivo con la organización vertical por industria del sindicato, estaban ya preanunciados por su elección inicial. Pero si esta actitud obrerista representó un campo de acción muy amplio y un semillero de militancia, representaba al propio tiempo un gran peligro de contaminación colaboracionista con los propios estamentos que el anarcosindicalismo quiere destruir. Las exigencias de la lucha inmediata obligaron al anarcosindicalismo a concesiones muy peligrosas para las esencias de su ideología, lo que de todas formas no pudo evitar que la degeneración del movimiento obrero se acentuara hasta grados que sobrepasan los límites de las concesiones ideológicas del anarcosindicalismo. Y las grandes masas del proletariado laboral se fueron alejando del anarquismo hasta desconocerlo totalmente. En estas circunstancias, que aún perduran, la vieja militancia se debate en un desamparo languideciente motivador de abatidoras desesperanzas y nutridas deserciones.

No obstante ese poco halagüeño panorama, para la vieja militancia no significa ello que se hayan cerrado todas las perspectivas para el anarquismo sino que, en realidad, se ha operado una especie de desplazamiento de la irradiación del pensamiento y la acción anarquistas, evadiéndose del círculo sectario del clasismo para alcanzar amplios sectores del pensamiento actual y abarcar un radio de acción más integral en el que se manifiestan todas las actividades del vivir social.

En la guerra, el renacimiento de las organizaciones anarquistas y la respectiva reconstrucción del movimiento, correspondían a las diversas maneras de entender una experiencia, sobre las cuales no había sido posible un análisis colectivo. Durante poco más de un decenio, y salvo algunas excepciones, el nuevo programa organizativo del anarquismo no ofrece al observador nada que lo distinga netamente del de veinte años antes.

Incompatibilidad entre la avalancha juvenil y la vieja militancia

Por otra parte, la reconstrucción del movimiento es obra de los viejos militantes y adolece de las improvisaciones y de las superficialidades que se harán aparentes cuando al entusiasmo de encontrarse otra vez juntos se imponga la normalidad. La contribución juvenil es discutible o nula, pues las condiciones objetivas han hecho imposible el relevo y la actualización de las federaciones; las tentativas de grupos, a veces numerosos, de jóvenes de revivir el movimiento con aportaciones marxistas o socialdemocráticas eran a menudo resultado de adhesiones sugeridas por la convicción de que el anarquismo hada posible la realización de ideas, que a veces no existían, de propósitos indeterminados dictados solamente por el clima revolucionario introducido por la guerra de guerrillas y por la conspiración. La incompatibilidad entre la poca consistencia ideológica de esas avalanchas juveniles, atraídas más por lo anecdótico y visceral que por la bondad doctrinal, y la intransigencia, probablemente desmedida en algunos momentos, de la militancia vieja hubieron forzosamente de originar masivos alejamientos, quedando como sedimento una escasa pero muy valiosa militancia nueva que hoy está impregnando al anarquismo de un gran vigor. Esta nueva militancia, en conjunción con la militancia vieja en casi todos los lugares, se ha empeñado en un enjundioso estudio de los verdaderos fundamentos ideológicos del anarquismo y su confrontación con el momento histórico que vivimos, labor que las luchas permanentes y aniquiladoras del anarcosindicalismo no permitieron realizar durante más de setenta años. En conferencias, seminarios, estudios periodísticos y otros medios, algunas veces hasta en cine, radio y televisión, el anarquismo actual está efectuando un fecundo autoanálisis que anuncia una consistencia nueva y más vigorosa que jamás. Esta vivisección que actualmente se autoaplica el anarquismo no representa una desvalorización de sus esencias fundamentales ni una dejación o alejamiento de sus postulados, sino que los basamentos que aportaron los teóricos clásicos se están reforzando con los esfuerzos y la sapiencia de esta generación intermedia incorporada desde los años sesenta.

Desde que Bakunin y sus amigos intentaron organizar al anarquismo internacional, todos los intentos en este sentido han fracasado. Los escasos congresos internacionales que ha celebrado el anarquismo nunca han sido una expresión real del movimiento. Tampoco lo han sido las organizaciones nacionales. Ni siquiera la Federación Anarquista Ibérica, sin duda la más potente de cuantas organizaciones nacionales ha tenido el anarquismo en toda su historia y tal vez la mejor estructurada, logró representar nunca a todo el anarquismo español. Podemos afirmar que realmente afiliados a la F. A. I. sólo hubo una minoría de los anarquistas españoles (el autor de este libro, que asistió como delegado en 1927 al comicio constitutivo de la F. A. I. y desde entonces ha estado en su seno puede decirlo con conocimiento de causa) sin que por ello los militantes que no estaban afiliados dejaran de laborar por el anarquismo con todo entusiasmo en otros diversos sectores. No es este el lugar para estudiar los motivos sicológicos de este fenómeno, pero es conveniente señalarlo para que el hecho real de que la Internacional de Federaciones Anarquistas, que es la organización internacional actual del anarquismo, represente, dolorosamente, una simbólica entelequia no pueda interpretarse como signo de la realidad de lo que es el anarquismo en los momentos que vivimos (1983). Posiblemente esta especie de alergia que los anarquistas sienten hacia la organización sea un signo positivo que refleja su repudio a los encuadramientos y rigideces de las escuelas autoritarias. Como quiera que sea la realidad es que actualmente por todas las latitudes del planeta se encuentra presente el anarquismo militante, incluso en los país donde es perseguido a sangre y fuego, como los dominados por el comunismo autoritario, aunque carezca de una coordinación mundial.

No hay en el movimiento anarquista un pensamiento monopólico “oficial”

Por esas circunstancias no es raro que en el seno del movimiento anarquista no haya un pensamiento monolítico u oficial con respecto a los diversos cauces por los que se desliza la lucha contra lo estatuido, el proceso de descomposición de las estructuras y las alternativas que se proponen o que surgen espontáneas en las sociedades actuales. De ahí que ciertos sectores juveniles observen con francas simpatías los movimientos guerrilleros y algunos actos terroristas, mientras que otros sectores veteranos señalan los peligros, convertidos en amarga realidad repetidas veces, que esos medios de lucha represen tan como caminos que conducen a tiranías y autoritarismos casi siempre peores que los que se combaten. Eso no obsta para que en lo fundamental del antiautoritarismo haya un consenso que sirve como lazo de unión entre todas las tendencias del movimiento anarquista activo, pero también esas diversas interpretaciones motivan la incoherencia manifiesta en la praxis general del movimiento, disperso, ricamente disperso, en actividades mil que, curiosamente, al irse liberando del exclusivismo sectario del clasismo le está devolviendo al anarquismo un contexto integralmente humano que su inmersión en el movimiento obrero le había opacado muy lastimosamente.

Es probable que ese mismo fenómeno coadyuve a la penetración, lenta pero sólidamente, de las concepciones anarquistas en el campo general del pensamiento actual.

Para que podamos comprender después de manera precisa el lugar que el anarquismo ocupa en el panorama general del pensamiento actual debemos, ante todo, proyectar una mirada, aunque sea rápida, sobre ese panorama.

Cuando el pensamiento dejó de dirigirse a Dios y se proyectó hacia el hombre

Desde aquella esplendorosa eclosión del pensamiento griego que produjo a Demócrito, a Zenón, a Diógenes, a Sócrates, a Aristóteles, a Platón, a Epicuro y a tantos grandes pensadores que representaban cada uno de ellos una escuela filosófica compleja y completa, hasta hoy, nunca había sido tan diverso el panorama filosófico. En las épocas de triunfo absoluto de las religiones no florece el pensamiento. Por eso es que desde la conversión de Constantino al Cristianismo en el siglo IV de nuestra era, hasta el año 1600, el, pensamiento permaneció estancado en la creencia religiosa. En esos periodos hay un pensamiento preponderante, decisivamente preponderante, que moldea todo el pensamiento de la época. Hoy no es así. Desde Francisco Bacon, señor de Verulamio -que vivió de 1561 a 1626- y René Descartes -que vivió de 1596 a 1650- el pensamiento dejó de proyectarse hacia Dios para dirigirse hacia el Hombre y la Naturaleza. Y cuando el pensamiento dirige su atención a la Naturaleza escarceando en las grandes verdades que la propia Naturaleza nos ofrece, despojándose en la medida propia del tiempo y las circunstancias de la idea de Dios, ha de surgir, forzosamente, el conflicto entre la religión y la ciencia. Cuando medio siglo antes de que la experiencia científica comenzara a metodizarse con las aportaciones imperecederas de Bacon, Luis Vives -muerto en 1540- decía que “para conocer a la Naturaleza no debemos apegarnos a una ciega tradición ni a una hipótesis más o menos útil, sino que es necesario estudiarla directamente por la vía de la experimentación”, ya se liberaba una gran porción del pensamiento universal de la tiranía religiosa para abrir camino a la duda y despertar ese anhelo de investigación que tanto ha influido en los grandes cambios de que el pensamiento se ha beneficiado en estos últimos siglos. Cuando Copérnico -muerto en 1543- demostró que los planetas giran alrededor del Sol impulsados por esos dos movimientos hoy tan conocidos, y cuando Harvey -muerto en 1658- descubrió la circulación de la sangre, hechos ambos que desmienten de la manera más categórica y definitiva algunos de los dogmas religiosos, unidos aquellos hechos trascendentales a los otros muchos descubrimientos que se encontraban en el mismo plano, hubo de originarse una confusión y desequilibrio en el pensamiento general de aquella generación del 1600 que tan influida había de estar aún por las ideas fundamentales de las religiones. Y por el hecho mismo de las verdades que se derivan de los descubrimientos, que se sucedían vertiginosamente comparados al ritmo de la época, el mecanismo de las ideas hubo de sufrir una subversión y, contrariamente a como había venido sucediendo hasta entonces, en que el pensamiento, totalmente imbuido de religión, determinaba y regía toda experiencia, ahora la experiencia, el descubrimiento y el experimento vinieron a determinar el pensamiento, y las ideas ya se veían forzadas a ajustarse a las verdades que la experiencia convertía en incontestables. El pensamiento, entonces, descendió de la metafísica al empirismo, se hizo científico y comenzó a no admitir otras verdades que las demostradas por la experiencia, lo que más tarde hizo decir a Emmanuel Kant -muerto en 1804- en el inicio de Crítica de la razón pura que “todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia”.

En ese nuevo camino, y aun con la confusión natural que debe producirse en todo periodo histórico del pensamiento general de la humanidad cuando sufre el impacto de factores como el señalado, que revuelve, invierte y renueva todo el mecanismo de ese pensamiento, se avizoró ya el panorama amplísimo del pensamiento moderno y comenzó el crecimiento de esa fracción de las ideas científico materialistas que en el siglo XIX predominó de manera tan ostensible como brillante.

También aparece en la generación del 1600 el fundamento filosófico del Estado totalitario moderno. Tomás Hobbes -nacido en 1558-, y quien, no obstante su nacimiento prematuro, vivió 92 años, es el filósofo en cuyas ideas se asientan con más solidez las concepciones modernas del Estado.

(A este respecto, para conocer esquemáticamente las ideas de Hobbes, véanse las páginas 88 y siguientes de esta misma obra.)

Y en el desarrollo de estas ideas -que la tiranía del espacio nos impide seguir- Hobbes se demuestra partidario de la imprescindible necesidad del Estado (el Estado fuerte) para la propia conservación de la especie. Sin la férrea acción protectora del Estado los hombres nos habríamos devorado mutuamente, según Hobbes.

También por la misma época, afortunadamente, se consolida el librepensamiento. Los descubrimientos de Newton (1642-1727) y, sobre todo, su ley de la gravitación universal, influyen de manera decisiva en el pensamiento y surge una corriente representada brillantemente por Toland (1670-1742) y por toda una serie de pensadores ingleses que después de la revolución de 1668 se congregaron bajo el denominativo común de librepensadores.

 

Las ideas vigorosas del librepensamiento

Esas ideas, a diferencia de las de Hobbes, consideran al ser humano dotado de unos instintos de orden, belleza y sociabilidad, como reflejo de las leyes naturales que rigen el desenvolvimiento general del universo. Shafterbury (1671-1713), basamentándose en las leyes que Newton descubre, ve en toda la Naturaleza unas normas inmutables de orden, sociabilidad y estética a las que el hombre, que no es otra cosa que un producto de esa Naturaleza, no puede escapar. Y de ahí deduce el placer normal que el ser humano siente ante la belleza, el orden -que es la armonía- y la convivencia con los demás seres de su especie. Shafterbury se adelanta a Kropotkin y ve en cada especie animal inclinaciones naturales dirigidas hacia el bien de la especie. Y en esas inclinaciones encuentra los fundamentos de la moral.

De ese liberalismo se dedujeron consecuencias totalmente diferentes a las propuestas por Hobbes. Es natural que si el hombre es por naturaleza sociable no necesita de coacciones ni estamentos para formar y mantener la sociedad. De ahí la poca necesidad del Estado fuerte y hasta la posibilidad de la sociedad sin Estado si ese instinto de sociabilidad innato en el hombre no está pervertido por influencias ajenas a su propia naturaleza. Por eso, para mantener la sociedad en perfecta armonía bastará con establecer un contrato libremente aceptado por todos y cada uno de los componentes de la sociedad misma. EI contrato social, de Jean Jacques Rousseau, fue una expresión brillante de ese pensamiento. Ese liberalismo político, extraído de los conceptos nuevos sobre la esencia de la Naturaleza y del hombre fue el verdadero fermento de la Revolución Francesa. Los enciclopedistas se nutrieron de él. El mismo Diderot tradujo en 1745 el Ensayo sobre el mérito y la virtud, de Shafterbury, al que le añadió una introducción elogiosísima y en la que aceptaba sin reserva alguna las ideas del filósofo inglés.

No sólo el hombre, por la bondad misma de sus naturales instintos, puede cimentar la sociedad en sus inclinaciones naturales, ya que éstas tienden hacia el orden, la sociabilidad y la ética, sino que tiene derecho a hacerlo así. Un derecho natural, deducido, lógicamente, de los conocimientos que la ciencia había aportado hasta la fecha. Y de esa concepción nació a la historia la inmortal Declaración de los Derechos del Hombre.

La influencia que el liberalismo ha ejercido en el pensamiento durante estos tres siglos ha sido tan intensa que, aunque en las realidades políticas del mundo actual el liberalismo es sólo una entelequia que apenas persiste en algún país, en el pensamiento su influencia es mucho mayor a la que ejerce el concepto característico del estatismo autoritario. Y eso aunque haya fracasado de la manera más desastrosa el liberalismo burgués como expresión de forma de gobierno.

No es posible seguir al detalle la evolución del pensamiento durante estos trescientos años, por lo que hemos de saltar hasta la época actual.

No es nada fácil clasificar a todas las manifestaciones del pensamiento actual encuadrándolas en corrientes definidas e indifusas. Cada uno de los pensadores del momento actual reconocido como tal en el campo internacional del pensamiento difiere de cualquier otro en muchos detalles, y, a veces, en cuestiones fundamentales, aunque se les haya clasificado en la misma escuela. Tal es el caso de los existencialistas, que oscilan a través de toda, una graduación entre el religioso Kierkegaard y el ateo Sartre. E igual sucede con los pertenecientes a la escuela denominada “Filosofía de la materia” donde se engloban a los teóricos actuales del marxismo y a pensadores como Bertrand Russell, que tan lejos está de las anquilosadas concepciones e Marx.

 

Las dos grandes ramas del pensamiento universal

En las historias de la filosofía que sirven de texto a, las universidades se hace una clasificación complejísima cuando se llega al pensamiento actual. Para el objetivo de nuestra exposición no nos sería útil, seguir esas clasificaciones, por lo que haremos nuestra propia clasificación, aunque sea un tanto arbitraria, pero que, indudablemente, nos ha de servir con más claridad en la labor que estamos realizando.

El pensamiento humano se ha dividido desde siempre en dos grandes ramas: las concepciones metafísicas -en las que pueden incluirse todas las religiones- y las concepciones materialistas, que han tenido a la investigación de la Naturaleza como fundamento. Estas dos grandes ramas se han subdividido en infinidad de subramas, que en algunos momentos hasta se han entrecruzado, como sucede con la masonería, por ejemplo, que sin dejar de ser una religión, acoge las realidades científicas para fundamentar sus concepciones morales de fraternidad y ayuda mutua; o como sucede con la filosofía bergsoniana, que trata de idealizar hasta tal extremo la realidad científica del animal hombre que lo convierte en una entelequia espiritual razonadora, y hasta los esfuerzos de Teilhard de Chardin, (1881-1955) cura católico que intentó armonizar la fe con la ciencia.

El pensamiento religioso -cristianismo, mahometismo, budismo y religiones menores, incluidas todas las escuelas metafísicas- tiene como fundamento esencial la creencia en un ser extra natural -recuérdese el Gan Arquitecto del Universo en la masonería, a Alá en el mahometismo o al Dios trino en el cristianismo, creador y gobernador del Universo, padre del género humano, especie preferida por él entre todas las que él mismo creó-. Como toda religión es, a fin de cuentas una filosofía, y como toda filosofía engendra una moral, el pensamiento religioso fundamenta una moral en la que el individuo, sometido a la más abyeta de las esclavitudes, entrega todos sus atributos a la divinidad adorada y se convierte en voluntario pelele de aquella divinidad, a la que rinde pleitesía y sumisión completas. La religión somete, atornilla, achata, aplana y no eleva. El hombre religioso se conforma y no busca, no bucea, no investiga, no inquiere por miedo a rozarse con la duda. Acepta, las cosas como su religión se las presenta y cifra la solución de todos sus problemas en el poder y la voluntad divinos.

En el campo opuesto al pensamiento religioso, del cuerpo general del pensamiento materialista se destaca -por su proyección en la vida política de grandes sectores humanos- el pensamiento marxista.

En la historia del socialismo se ha dado un fenómeno que en la historia general del pensamiento suele acontecer, pero que esta vez ha sido de un volumen sorprendente. Me refiero a esos fraudes intelectuales por los cuales aparece como creador de una teoría o una escuela un escritor que sólo ha recogido diferentes ideas expresadas ya por otros pensadores y con ellas ha realizado un amasijo más o menos feliz al que se le adjudica un nombre nuevo. Es lo acontecido con Marx y el marxismo. G. Richard en La question sociale et le mouvement philosophique dice: “¿Es posible hallar en Marx una idea que no haya sido expuesta antes con igual claridad y más fuerza por escritores del periodo llamado utópico?”

Hagamos un somero análisis del marxismo para apercibirnos de su contenido humano y de su verdad histórica.

Ordinariamente se nos acusa a los anarquistas de ser antimarxistas por tradición más que por convicción originada del estudio sereno del marxismo. Se cree que únicamente somos fieles al recuerdo de las luchas entre Marx y Bakunin y que desconocemos el marxismo por alergia tradicional a su estudio. Eso es absolutamente incierto y podemos afirmar que, proporcionalmente, han leído los anarquistas a Marx mucho más que los propios marxistas.

El materialismo histórico no es una idea nacida en Marx

El materialismo histórico, que viene a ser como la columna vertebral de toda la doctrina, ya se manifestaba en muchos escritores del siglo XVIII y, sobre todo, en Malthus. En el siglo XIX también se manifestó en muchos economistas y sociólogos anteriores a Marx, sobre todo en los discípulos de Say, reunidos alrededor de “EI Censor”, y en Bastiat, y en Molinari. La lucha de clases no es tampoco una idea original de Marx, pues ya antes que él la mencionan Andler, Babeuf, Buonarrotti, Bezard, Blanqui, y antes que éstos, el mismo Saint-Simon se refiere a ella como factor social. Y P. J. Proudhon la pone de relieve unos diez años antes de que apareciera El capital. Andler dice que la lucha de clases es “una de las partes más antiguas de la tradición socialista”. La teoría marxista del valor no es en definitiva, más que una copia de la teoría de Smith y de Ricardo, con muy ligeras variaciones y muy dudosamente mejorada. La teoría de la plusvalía, aparte de que concuerda con muchas de las concepciones de Quesnay, fue formulada con criterio socialista por W. Thompson y por Proudhon mucho antes de que Marx se la apropiara. La teoría de la proletarización creciente también fue anunciada por diversos escritores socialistas y no socialistas anteriores a Marx. Y en lo que podríamos considerar como verdadero meollo filosófico del marxismo, todo el mundo sabe que Marx se lo apropió de filósofos anteriores, de Hobbes y Hegel sobre todo; de éste el manoseado concepto dialéctico, y de aquél la concepción de infantilismo o perversidad de la naturaleza humana para deducir la necesidad del Estado fuerte.

Podría argüirse, con mucha razón, que la bondad de las doctrinas no estriba esencialmente en su originalidad, sino en el contenido de verdad y proyección beneficiosa para la especie que pueda haber en ellas, y, por ende, el marxismo podría carecer de originalidad y tener una dosis apreciable de verdad y de contenido humano. Marx y su escuela ¿han proporcionado al socialismo unas; verdaderas bases científicas y humanas? Está muy lejos el marxismo de haber cumplido ese cometido. El materialismo histórico, que pretende ser una comprobación científica deducida de la propia historia, no pasa de ser una especulación absolutista sin ningún basamento ni siquiera razonable. La tesis del materialismo histórico se apoya en este pretendido axioma: “EI modo de producción de la vida material domina en general el desarrollo de la vida social, política e intelectual”. Este axioma se fundamenta en dos ideas. Primera, que las circunstancias económicas determinan las demás circunstancias sociales. Segunda, que, entre las primeras, la predominante es la construcción de útiles y herramientas. Estas dos ideas son esencialmente apriorísticas y sus propiedades científicas se desvanecen en cuanto es absolutamente imposible comprobar su veracidad inalienable. Por otra parte, esas ideas son fácilmente objetables, pues no es cierto que la clase de los útiles y las herramientas determine toda la vida económica. Ese herramental no se explica por sí mismo, pues que sin las necesidades que motivaron su invención no se hubiera producido; no es más que una consecuencia de la vida social, pero no su móvil principal o único, como pretende el marxismo. Y el orden de las circunstancias económicas considerado como una unidad, tampoco representa un papel exclusivamente dominante con relación a las demás circunstancias sociales. Es evidentísimo que los más grandes acontecimientos de la Historia no pueden explicarse por la economía como causa única o preponderante. El cristianismo, el islamismo, las revoluciones modernas y hasta la principal revolución marxista ocurrida hasta hoy -la rusa- tienen como causa motriz y dominante, con mucho, el elemento ideológico, pasando a ser el económico un factor de segundo o tercer término. Todo acontecer histórico, como todo acontecimiento en la Naturaleza, es influido y ocasionado por un complejo de factores, cuya suma es el acontecimiento mismo, y en el desarrollo de la historia el factor económico es casi siempre sólo circunstancial y anecdótico.

 

Lo de la lucha de clases es “una afirmación desesperada”

En cuanto a la lucha de clases, la afirmación de que se reduce a ella toda la historia es, como decía Simcovich: “una afirmación desesperada”. La lucha de clases es, ciertamente, un hecho importante y debiera ser el factor esencial para terminar con la sociedad actual, pero la realidad es que en el decurso de la historia apenas si ha existido y que ni siquiera es una realidad en nuestros tiempos. La historia nos demuestra que ha habido grandes periodos de ella misma en que las clases se han entendido perfectamente y las clases inferiores, por ignorancia o por comodidad, se han plegado a la servidumbre. Los destellos de rebeldía que han venido alumbrando un tanto ese pasado tenebroso han sido promovidos por minorías impregnadas de ideas, y traicionadas muy frecuentemente por las propias clases explotadas. En las revoluciones actuales, como la cubana por ejemplo, no es la lucha de clases la que las provoca y mantiene, sino que, en principio, son las tendencias ideológicas, coincidentes en el odio al tirano o el amor a la libertad, las que determinan el acontecimiento revolucionario. En la revolución cubana intervino hasta el clero católico. Aparte de que en el mundo moderno las clases se diferencian menos cada vez y se entrelazan de forma que entre el gran potentado y el pordiosero se extiende una tupida red de clases y subclases que impide de manera absoluta establecer una división concreta, es categóricamente incierto que la lucha de clases sea una guerra permanente entre posesores y desposeídos. La gran arma que los desposeídos hubieran podido emplear en esta lucha, que Marx considera como el eje mismo de la Historia, sería el movimiento obrero organizado. ¿En qué lugares del planeta, hoy, el movimiento obrero organizado sirve esos objetivos? En los países de dominio capitalista, con el asentimiento pasivo de las clases desposeídas, el movimiento obrero sólo sirve para enriquecer a un nuevo tipo de gangsters y para cimentar algunos movimientos políticos de colaboración con las clases posesoras (y hay que señalar que los marxistas que viven en los países capitalistas propician esta colaboración). En los países de dominio comunista, donde también existen las clases desposeídas y las clases posesoras, el movimiento obrero no sirve para nada positivo, dado que ni siquiera tiene injerencia en la administración económica ni en la actividad política, acaparadas una y otra por el Partido. Quiere esto decir que las clases desposeídas, como tales clases, no son forzosamente las que integran ese proletariado militante y consciente en el que tanto confiaban los primeros teóricos del movimiento obrero, pues aparte de esos movimientos obreros pasivos, que se prestan a ser juguetes de intereses que no son los suyos, esos otros movimientos obreros activos, característicos de la reacción, como ese socialcristianismo tan en boga, o ese peronismo que avergüenza al movimiento obrero argentino, pero que tiene también fuerzas importantes en toda América, están formados por las clases desposeídas, que ya no sólo no luchan contra las clases posesoras, sino que luchan, como lo hicieron en la Alemania de Hitler, para defenderlas. No es, pues, como pretendía Marx, un fenómeno matemático la lucha de clases por el cual la Humanidad se divide en dos bandos en lucha permanente.

Y en cuanto a la ley de proletarización creciente y concentración capitalista, ha sido una de las observaciones más falsas de cuantas han servido de fundamento al marxismo. No solamente no ha habido una pobreza creciente de los proletarios, sino que se ha elevado en mucho el nivel económico de estos, y en los países capitalistas cada día se tiende más a la socialización y estatificación de la economía. Incluso los países clásicamente sometidos al colonialismo se van liberando de él, y el nivel de vida de sus habitantes se eleva sensiblemente. Ya, hasta en los países más atrasados existen algunas normas de seguro social, están legalizadas las jornadas máximas de trabajo, los salarios mínimos y un sinfín de prestaciones que van convirtiendo al proletariado,  de hecho, en una nueva clase media, sobre todo en algunos oficios, como sucede en los países de explotación petrolera, donde los obreros de esa industria, en su mayoría, adquieren un nivel de retribución que les permite gozar de muchas prerrogativas que el individuo de la clase media de hace sólo unos decenios no podía disfrutar.

 

El marxismo no es un ideal con una ética humana

Y en el campo de la moral, el marxismo no es un ideal con una ética humana fundamental. Hijo del absolutismo hegeliano y del barbarismo de Hobbes, el marxismo no concede ningún valor al individuo, convertido automáticamente en masa, al servicio incondicional del Estado. Y es el Estado -al servicio del Partido- el que impone y regula todas las actividades de la masa, para lo que confecciona moldes que no pueden rebasarse y a los cuales hay que someterse para conservar la integridad física. Este absolutismo estatal, que no solamente no tolera enemigos, sino que elimina cruelmente las simples discrepancias, convierte la sociedad en una manada de esclavos atemorizados, y reverdece aquellos periodos de la historia de bárbaro despotismo ejercido por los soberanos más absolutos -como los teoriza Hobbes-, donde el ser humano, revertido al rebaño masa, no goza de ningún derecho ni de ninguna prerrogativa ante el Estado, dueño absoluto, indiscutible y arbitrario. Ninguno de los zares rusos anteriores a la revolución de 1917 superó a Stalin en lo despótico y sanguinario. Y fundamentalmente no hay diferencia entre los regímenes de Gengis Kan, Atila, Hitler y Stalin.

 

El existencialismo. El existencialismo no es, en realidad, una filosofía social. Anteriormente afirmamos que toda filosofía engendra una moral y que toda moral implica una sociología. Excepcionalmente veremos que el existencialismo como concepción filosófica es amoral, y si nos ocupamos de esa corriente del pensamiento moderno que tanto escándalo armó estas décadas últimas es porque no podemos hacer abstracción de su presencia en el campo actual de las ideas.

Hay toda una sucesión, cuyo origen se pierde en el intrincado enjambre del pasado filosófico, de pensamientos e ideas que vinieron abonando la gestación de esa corriente filosófica. Investigaciones recientes demuestran que pensadores no catalogados como existencialistas han mantenido tesis análogas. Así Plotino y Kant son citados como precursores, sobre todo de Jaspers. Al gran novelista ruso Dostoyewsky, a nuestro Miguel de Unamuno, al poeta alemán Rainer María Rilke y otros conocidos pensadores de recientes generaciones pasadas también se les considera como precursores del existencialismo. También se ha encontrado que el existencialismo tiene fundamentales influencias de otras escuelas filosóficas bien definidas. Se ha comprobado que, además de la base metafísica que es común a todas las corrientes espirituales de la filosofía actual, la fenomenología de Husserl viene a ser como el componente principal de ese compuesto filosófico que es el existencialismo: Heidegger, Marcel y Sartre aplican constantemente el método fenomenológico. También la filosofía de la vida, cuyo exponente máximo fue Henri Bergson, con su análisis del tiempo, su crítica del racionalismo y las ciencias de la naturaleza, ha influido considerablemente en el existencialismo. Nietzsche, Stirner y Diltey son también, sin ninguna duda, precursores del existencialismo. Empero, como padre legal y natural de esta corriente filosófica se considera a Soren Kierkegaard, quien nació en 1813 y murió en 1855. La filosofía de Kierkegaard, que no puede considerarse como un cuerpo de doctrina propiamente dicho, afirma la prioridad de la existencia frente a la esencia. Es un antiintelectualista radical y sostiene que no es posible llegar a Dios por la vía intelectual. A su teoría de la angustia une otra de la soledad del hombre ante Dios y del carácter trágico del destina humano. De aquí han derivado después la negación, la náusea y la angustia de Gabriel Marcel, Karl Jaspers, Martín Heidegger y Jean Paul Sartre.

No es fácil definir el existencialismo

No es fácil definir lo que representa la esencia misma del existencialismo. El rasgo más común de sus diversas ramas es esa llamada vivencia existencial que es difícil de explicar en forma concreta por el fuerte sabor de experiencia personal que tiene en cada uno de sus representantes. Es así que en Jaspers parece consistir en un percatarse íntimo de la fragilidad del ser; en un experimentar auténtico de nuestra marcha anticipada hacia la muerte, y en Sartre en una repugnancia o náusea general, en esta marcha hacia la nada que es nuestro existir. No obstante, se puede considerar que el tema sobre el cual se polarizan las elucubraciones de estos filósofos de la existencia es el modo de ser peculiarmente humano. El hombre es el único ser que posee existencia, que es su existencia, y ésta es concebida con una actualidad absoluta ya que no es nunca sino que se crea a sí misma en libertad. Es, pues, el hombre el creador de sí mismo en cada momento, él es su existencia, él es lo que él se hace. Sin embargo, no puede considerarse al existencialismo como concibiendo al hombre cual un ente encerrado en sí mismo de manera absoluta. Según esta filosofía, la existencia del hombre permanece engastada al mundo, y por eso el hombre tiene una: situación determinada a la vez que es su propia situación. Por eso sé encuentra vinculado a los demás hombres. Esta especie de doble dependencia es aceptada por todos los existencialistas; aunque ello representa la enorme incongruencia de considerar al hombre como un ente completamente libre y, a la vez, dependiente y vinculado con el Cosmos y los demás hombres.

También hay diferencias de base entre los filósofos existencialistas. Así, por ejemplo, en el problema fundamental del deísmo los separan antagonismos irreconciliables, pues mientras Kierkegaard y Marcel son resueltamente creyentes, Jaspers admite una especie de trascendencia que no se sabe si ha de entenderse como teísmo, panteísmo o ateísmo. La filosofía de Heidegger es más bien atea y, finalmente, Sartre se ha declarado ateo abierta y definitivamente.

No es, pues, el existencialismo un cuerpo filosófico coherente, y en algunos aspectos, que no son secundarios sino fundamentales, los filósofos genuinamente representativos del existencialismo se contradicen.

Según el existencialismo no hay nada que preceda al acto del hombre; este acto nace en el instante mismo en que se realiza. Por tanto el hombre no tiene nada que le obligue, ni nada a que atenerse por necesidad natural ni obligación moral. No hay normas o valores anteriores a cada hombre, por lo que no hay moral ni sentido que orienten el hacer humano. Llevado a ese extremo el libre albedrío -sobre todo por Sartre-, se deducirá en seguida que el existencialismo es una filosofía de la amoralidad y que en él no prima una ética y que, como consecuencia, no hay preocupación alguna hacia la sociedad. Kierkegaard considera perdido al hombre que entra en la multitud. El existencialismo, como una exacerbación enfermiza del yo, esquiva la sociedad como masa opaca el inerte, aunque no pueda desprenderse de ella. El existencialismo no ha planteado aún el problema de la acción del hombre en el mundo de los otros hombres, porque no capta el sentido de la sociedad como unión de seres que luchan juntos o entre sí por objetivos comunes o diversos. El hombre está inmerso en la sociedad, pero su ser íntimo es ajeno a ella. No hay, pues, sociología en el existencialismo. Por lo que no tiene ningún parentesco con el anarquismo, que es sobre todo una filosofía social.

 

El materialismo racionalista

Hay una gran escuela del pensamiento actual que tiene una enorme influencia social y que está muy cerca del pensamiento anarquista propiamente dicho. Se trata del racionalismo materialista, cuya figura más destacada es Bertrand Russell.

Bertrand Russell, nacido de una aristocrática familia inglesa en 1872, y muerto en 1969, es, sin duda alguna, uno de los filósofos más lerdos y discutidos de los últimos tiempos. Ha desarrollado una actividad de escritor extraordinariamente fecunda. Russell, con su radicalismo político y antirreligioso viene a ser como un Voltaire moderno. Según Russell, la filosofía debe ser esencialmente científica y el planteamiento de sus problemas debe arrancar de las ciencias de la naturaleza y no, por ejemplo, de la religión. El ideal de la filosofía debe ser un ideal científico. Según la filosofía de Russell y de los pensadores que pueden agruparse a su alrededor, el hombre no es más que una parte insignificante de la naturaleza, sus pensamientos están determinados por los procesos fisiológicos de su cerebro y, por lo tanto, por las leyes de la naturaleza. Las ciencias de la naturaleza, únicas fuentes de nuestro saber, no suministran base alguna para la creencia en Dios o en la inmortalidad o la existencia del alma. La religión arraiga en el temor y representa, por tanto, un mal; es, además, según Russell, “una enemiga de la bondad y la decencia en el hombre moderno” y es propia de las personas que no han llegado a la madurez intelectual y moral. Como meta humana tenemos que perseguir la dicha, que se alcanza combatiendo el temor, vigorizando el ánimo mediante la educación y con el perfeccionamiento general de los hombres. Más que cuanto podamos decir nosotros, nos lo dirá el propio Bertrand Russell en una especie de credo publicado no ha mucho:

“El primer dogma que llegué a no creer fue el del libre albedrío. Me parecía que todos los movimientos de la materia están determinados por las leyes de la dinámica y no pueden, por ende, ser influidos por la voluntad humana, aun en el caso de la materia que forma el cuerpo humano. Seguí creyendo en Dios hasta los 18 años, pero a esa edad leí la autobiografía de Mill, que me mostró la falsía de las creencias. Abandoné decididamente, pues, todos los dogmas del cristianismo y, con gran sorpresa, me sentí mucho más feliz que cuando luchaba por conservar alguna especie de creencia religiosa... La conquista de la naturaleza es lo que ha hecho posible una actitud más amistosa y cooperativa entre los seres humanos, y si los hombres reaccionaran, cooperaran y emplearan en un todo su conocimiento podrían asegurar ahora el bienestar económico de todos... Eliminando el problema de la pobreza y la miseria, los hombres podrían dedicarse a las artes constructivas de la civilización. ¿Por qué parecen utópicas estas ideas? Las razones están solamente en la psicología humana, no en las partes inalterables de la naturaleza humana, sino en las que adquirimos de la tradición, la educación y el ejemplo de nuestro ambiente... No dudo que las modernas guerras ideológicas serán sucedidas por otra edad de la razón en que las gentes no querrán perseguir a nadie en el nombre de creencias...”.

El humanismo racionalista de Bertrand Russell tiene una expresión paralela en el socialismo del doctor Erich Fromm y en el de Martín Buber. De la filosofía del doctor Fromm no tenemos tiempo material de ocuparnos y, por otra parte, nos interesa más en este momento proyectar una mirada hacia sus concepciones sociales. En un manifiesto socialista publicado en 1960 Fromm decía:

«“¿Dónde nos encontramos hoy en día?”

 

El socialismo del doctor Erich Fromm

“El capitalismo y un socialismo adocenado y falsificado han conducido al hombre a una situación en que está en peligro de convertirse en -autómata deshumanizado, está perdiendo su cordura y se halla en vísperas de su total autodestrucción. Sólo la plena conciencia de su situación y de sus peligros, y una nueva visión de la vida que pueda realizar las metas de la libertad humana, dignidad, poder creador, razón, justicia y solidaridad, podrán salvarnos de una casi segura decadencia, pérdida de la libertad y destrucción. No estamos obligados a elegir entre un sistema capitalista de libre empresa y uno comunista autoritario. Hay una tercera solución: un socialismo democrático humanista que, basado en los principios originales del socialismo, ofrezca “la visión de una nueva sociedad verdaderamente humana”. Y entre los 16 puntos en que basamenta después este socialismo humanista se destacan el 6º y el 8º. En el 6º dice: “El socialismo humanista se funda en la creencia de la unión de la humanidad y en la solidaridad de todos los hombres. Combate cualquier forma de culto al Estado, a la nación o a la clase. Considera que la suprema lealtad debe ser para la raza humana y para los principios morales del humanismo. Se esfuerza por vivificar aquellos valores e ideas sobre los que se erigió la civilización occidental”. Y en el punto 8º agrega: “EI socialismo humanista aboga por la libertad. Pretende que el hombre se libere del miedo, de la necesidad, de la opresión y de la violencia; pero la libertad no es sólo libertad de, sino también para; libertad para participar activa y responsablemente en todas las decisiones que se relacionen con los ciudadanos, libertad para desarrollar en su más alto grado posible las cualidades humanas del individuo”».

En los últimos años ha surgido una escuela filosófica, eminentemente sociológica, cuya figura más destacada es Herbert Marcuse, que acusa fuertes influencias del pensamiento anarquista o, cuando menos, grandes coincidencias con nuestro pensamiento. Esa filosofía, que aún no tiene nombre, se caracteriza por el análisis profundo que hace de la sociedad actual y sus relaciones con el individuo, destacando, para rechazarlas, las múltiples maneras con que las estructuras actuales modelan al individuo para hacerlo esclavo más o menos voluntario de los supremos intereses de esas estructuras, hasta convertirlo en el Hombre unidimensional de la sociedad de consumo. Esos análisis, al rechazar las múltiples formas en que el hombre actual es alienado, reivindican un resurgimiento y un respeto a la individualidad que se identifican con los ideales antiautoritarios del anarquismo. Aunque estas ideas han engendrado un movimiento social denominado la “nueva izquierda”, por lo que, en general, se les considera más como ideas políticas de análisis destructivo que como un sistema filosófico positivamente constructivo, el pensamiento de Marcuse y sus afines, al rechazar los basamentos fundamentales de las estructuras de la sociedad actual, tanto en sus manifestaciones capitalistas como en sus expresiones comunistas, revalorizan en sustancia las esencias humanas de la sociedad y del individuo.

El pensamiento marcusiano está influyendo como ningún otro en las nuevas generaciones porque interpreta el sentir revolucionario de las multitudes juveniles que anhelan evadirse de los estrechos círculos de hierro del autoritarismo.

En el panorama general del pensamiento actual se pueden distinguir tres facetas

En el panorama general del pensamiento actual pueden distinguirse, pues, tres facetas bien determinadas: El pensamiento religioso y metafísico, del que se deriva una moral rígida, autoritaria, sometida a la divinidad y al sacerdocio, que es el ideal común del capitalismo en todas sus facetas. El pensamiento ateo, materialista y autoritario, que aun negando la existencia de Dios, admitiendo el valor absoluto de la ciencia como único camino para la investigación de la verdad, cree en la necesidad de un Estado fuerte, desdeña al individuo como valor intrínseco, y todo lo somete a la conveniencia del Estado y del Partido. En el área social los representantes de este pensamiento son el fascismo en todas sus facetas y el comunismo autoritario, hijo del marxismo. El tercer grupo lo forma el pensamiento materialista, científico, racionalista, que niega la existencia de Dios y es antimetafísico, pero que reivindica la libertad social y económica del hombre, a las que considera como leyes inalienables de la naturaleza humana. El pensamiento anarquista pertenece, fundamentalmente, a este tercer grupo, por lo que es muy estrecho el parentesco del pensamiento anárquico con el pensamiento de Erich Fromm, Bertrand Russell,

Martín Buber, Herbert Marcuse y el amplio grupo de materialistas, racionalistas y humanistas modernos que proyectan sus concepciones sociales hacia un porvenir inmediato de la humanidad.

En sus principios fundamentales, el anarquismo es ateo y materialista y no admite más verdades que las comprobadas por la ciencia o las que lógicamente se pueden deducir de esas comprobaciones. (A este respecto puede consultarse la primera parte de esta obra: Filosofía del anarquismo, que se detalla en las páginas 29* y siguientes).

Cómo debe vivir el hombre, es, en definitiva la esencia de toda moral y de toda filosofía y el objetivo final de todo el proceso del pensamiento. En las religiones se le ordena al hombre la forma de vivir, se le confecciona un decálogo y se le encuadra en una moral que no debe transgredir so pena de castigo, sea éste terrenal o celestial. Casi todos los códigos morales establecidos por las religiones, como los códigos políticos establecidos por los gobernantes, se han proyectado para restringir las inclinaciones naturales del hombre, considerándolo, como Tomás Hobbes teoriza, como un ente disolvente y malvado por naturaleza al que hay que sujetar con estrechas cadenas legales o morales. El anarquismo, al estudiar la verdadera naturaleza del ser humano, ha llegado a la convicción de que en la naturaleza del hombre preponderan los instintos de sociabilidad y de ayuda mutua, por lo que todas sus tendencias naturales lo inducen a la convivencia y no a la disolución. De ahí su amor a la libertad y su cariño hacia la autodeterminación en el seno de la colectividad, lo que equivale a que el individuo tiene una tendencia natural a realizarse a sí mismo viviendo en sociedad.

De ahí que el anarquismo cumpla la difícil misión de compatibilizar los intereses materiales y morales del individuo con los intereses supremos de la colectividad. El secreto estriba en la organización federalista en la que la libre asociación se basamente en el más absoluto respeto a la personalidad.

Podríamos intentar condensar los principales postulados del anarquismo en estos cinco puntos:

Primero. La tendencia suprema de la naturaleza humana se encamina hacia la consecución de los más amplios estadios de felicidad.

Segundo. Todos los humanos son iguales en derechos y deberes entre sí.

Tercero. La libertad es un ejercicio imprescindiblemente necesario a la naturaleza humana.

Cuarto. Por propia naturaleza el ser humano es sociable, y para el buen desarrollo de su evolución individual y colectiva se hace necesario e imprescindible el ejercicio permanente de la solidaridad y la ayuda mutua.

Quinto. Las normas de convivencia humana han de tener como base y objetivo la consecución, en el mayor grado posible, de estos estadios de felicidad a que la humanidad aspira desde siempre.

Las razones que apoyan estos postulados son tan fehacientes que no juzgamos necesario esclarecerlas.

Influencia del anarquismo en el pensamiento actual

Concretaremos, pues, diciendo que el anarquismo es una filosofía que aspira a encontrar solución a todos los problemas que la humanidad tiene planteados. La búsqueda de esas soluciones el anarquismo la enlaza con la búsqueda de la verdadera naturaleza de la vida toda. En esa búsqueda de la verdad, el anarquismo se apoya en la ciencia, porque considera que sólo el hecho comprobado y experimentado, o la teoría cimentada en hechos comprobados, son dignos de considerarse como verdades aceptables. Y de las verdades comprobadas por la ciencia, él anarquismo deduce unas normas generales de conducta, lo que es su ética, y las ofrece como solución a los más graves problemas que actualmente aquejan a la especie humana.

Más o menos conscientemente, muchas de las soluciones apuntadas por el anarquismo van adquiriendo cuerpo en el pensamiento, los anhelos y las costumbres actuales, como el antimilitarismo, la libertad sexual, las normas pedagógicas, el universalismo, la descentralización, etc. Hasta en los países sometidos a la tiranía comunista se acusa esa influencia, como la autogestión en  Yugoslavia, él liberalismo checoslovaco y los movimientos estudiantiles en Polonia, Rumania, Bulgaria y en la misma Rusia, donde los gobernantes se quejan frecuentemente de las desviaciones anarquistas de la juventud. En Rusia, según unas noticias proporcionadas por la BBC, de Londres, en noviembre de 1970, se escuchó una emisora clandestina que se denominaba, a sí misma “emisora anarquista”, lo que afirma lo anteriormente dicho.

Sobre todo, en el panorama actual del pensamiento se acusa una acentuada influencia del pensamiento anarquista en cuanto éste representa como negación del Estado, del militarismo, de cuanto tiende a la alienación individual o colectiva, y en cuanto significa como exaltación y cultivo de todos los valores humanos. Y esa influencia es manifiesta en algunos sectores científicos. Sirva como muestra lo que dice Alex Comforf en la obra Naturaleza y naturaleza humana: «“Desde el punto de vista evolutivo, la expresión más peligrosa del instinto de nuestro impulso destructivo mal adaptado se produce cuando ese instinto se adueña de la sociedad y se convierte en su motor, domina en la lucha por el predominio y en la política se apodera de las mayores conquistas de la evolución moral (la lealtad, el amor por los semejantes, el trabajo, etc.) para ponerlo todo al servicio de objetivos irracionales. Conocemos bien esta conducta, que en pasadas generaciones trajo tantas desgracias a la humanidad, y que en la presente nos pone en la disyuntiva de acabar con ella o dejar que acabe con nosotros, dado el enorme aumento del poder destructivo”.

“Cuando dejemos de ver en el gobierno una forma de poder y comencemos a considerarlo como una forma de comunicación, ese será signo seguro de que el mandrilismo está en vías de desaparecer...”».

(El autor llama mandrilismo a la influencia ancestral que se manifiesta en algunos seres y sectores humanos de la psicología del mandril. Ese mono es el más belicoso, autoritario e irracional de nuestros cercanos parientes en la escala zoológica).

“A la luz dé la nueva moral de la verdad debemos sospechar de toda solución unitaria de la totalidad de los problemas humanos. En este libro propongo una salida a la manera de la no religión, un camino que nos llevará a superar las dificultades personales, así como las intelectuales, a eliminar la bifurcación del conocimiento en pensamiento y sentimiento, y, en último término es mi esperanza el anarquismo, dado que la «solución de estos problemas cambiará nuestra conducta y nuestros objetivos sociales»”.

Muchos de los “pendones” del anarquismo son ya un clamor general

Parece como si el célebre pensamiento de Bovio -anárquico es el pensamiento y hacia la anarquía marcha la historia- se esté plasmando en realidad viva. Tal vez sea éste el aspecto más positivo de la situación del anarquismo en el panorama general de la vida en los momentos históricos que vivimos, dado que son muchos postulados o pendones que no ha mucho eran virtualmente exclusivos del anarquismo que ya forman parte de un clamor general. El control de la natalidad fue siempre auspiciado por el anarquismo, formulando una especie de neomaithusianismo de aplicación práctica que se propagaba bajo el slogan de generación consciente. En España (Alcoy, pcia. de Alicante) aparecía una hermosa revista con ese mismo nombre, y de un folleto titulado Huelga de vientres se divulgaron por toda Europa y América centenares de miles como una actividad propagandística más en el quehacer del movimiento. Incluso, sobre todo en Francia, un buen número de militantes anarquistas sufrieron prisión por practicar el aborto, rigurosamente prohibido mundialmente durante la primera mitad de este siglo. Hoy ya es un anhelo general ese control y hasta los gobiernos formulan programas para su realización. El amor libre, manifestado en las relaciones sexuales independientemente de los formulismos matrimoniales, que los anarquistas fueron los primeros en reclamarlo y proponerlo, se ha generalizado entre la juventud del mundo entero y virtualmente es aceptado por el consenso general de la sociedad. El sentimiento antimilitarista, en contraposición a la locura armamentista de los Estados y como rechazo a las dictaduras castrenses, es hoy un clamor que se manifiesta por todas partes, abonando las tesis del movimiento anarquista, iniciador real de ese clamor. Las reivindicaciones femeninas, que hoy se están imponiendo hasta considerar a la mujer con iguales derechos que el hombre, siempre fueron auspiciadas por el anarquismo, ya desde que Mary Wolstonecraft, la compañera de William Godwin, el gran teórico del anarquismo, escribió su célebre Los derechos de la mujer, en 1791. Y así hay una infinidad de manifestaciones de la vida actual que fueron propuestas por el anarquismo, culminando en esas prácticas autogestivas que se están ensayando por doquier, que son genuinamente anárquicas, como se demostró en los kibbuts de Israel, en las comunas ucranianas durante la Revolución Rusa y, sobre todo, en las colectividades españolas durante la revolución de 1936-1939.

Mención especial, aparte merecen esos colectivos -por cuya duración y estabilidad algunos de ellos ya superaron el periodo de ensayo- donde se procura convertir en realidad en el seno mismo de la sociedad vil que padecemos los principios fundamentales del anarquismo.

Podríamos, pues, terminar de reflejar el panorama general del movimiento anarquista en los momentos que vivimos (1984) señalando que sin que exista un sólido movimiento organizado, el anarquismo está presente en todo el mundo manifestándose en labores individuales, de grupos o federaciones que dan vida a reuniones, charlas, conferencias, seminarios, encuestas, registrados en libros, folletos, revistas y periódicos que abarcan casi todas las latitudes del planeta en muy diferentes idiomas que están logrando despertar sinceras simpatías en amplios sectores que antes permanecían impermeables a sus concepciones. Esto compensa, tal vez, sus grandes pérdidas en la influencia de las masas proletarias, a la vez que se confirma que las, concepciones anarquistas influyen de manera natural en el desarrollo de las nuevas ideas que pugnan por que la humanidad emprenda caminos más sensatos y humanos en el desarrollo de su evolución. Ideas nuevas que se hacen evidentes en todo el orbe aunque no lleven ningún marchamo específico, pero que son de evidente origen anarquista.

 

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