EL SENTIDO DEL HUMOR

archivo del portal de recursos para estudiantes
robertexto.com

Elaborado por Romina Perfetti M. (1999)

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Indice

INTRODUCCION

OBJETIVOS

ACTIVIDADES REALIZADAS

MARCO CONCEPTUAL

INVESTIGACION PRACTICA

REFLEXION

CONCLUSION

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

 

INTRODUCCION

El presente trabajo contiene un breve marco conceptual con relación al sentido del humor como rasgo de la personalidad, extraído de una revisión bibliográfica.

En una segunda parte, como actividad práctica, se encuentra el análisis de tres fragmentos del libro "La comezón de ser mujer" de la escritora Elizabeth Subercaseaux, quien a modo de biografía usa un exquisito sentido del humor para narrar rasgos de la personalidad propia y de su familia en el entorno cultural chileno a través de tres generaciones.

En seguida se presenta una reflexión acerca del tema y sus repercusiones; finalizando con una conclusión.


OBJETIVOS

Investigar bibliográficamente el sentido del humor como rasgo de la personalidad.

Relacionar el sentido del humor con un enfoque en el estudio de la personalidad.

Analizar experiencias referentes al tema.

 

ACTIVIDADES REALIZADAS

Para poder llevar a cabo este tema se realizaron una serie de actividades, dentro de las cuales se pueden mencionar:

Búsqueda de bibliografía referente al tema "sentido del humor" en libros sobre teorías de la personalidad.

Lectura del libro "La comezón de ser mujer" de la escritora chilena Elizabeth Subercaseaux; para llevar a cabo la actividad práctica.

Luego de la lectura del libro se transcribieron fragmentos dentro de este trabajo para su posterior análisis.
 

MARCO CONCEPTUAL

El sentido del humor estaría estrechamente relacionado con el conocimiento de sí mismo, que podría entenderse como una magnitud o escala en la que las diversas personas ocupan posiciones que van desde un gran conocimiento a un conocimiento muy escaso o nulo de sí. Es decir, el reconocer defectos y virtudes.

El sentido del humor sería tal vez la más destacada correlación del conocimiento de sí mismo.

Se podría entender el sentido del humor como la capacidad de reírse de lo que uno ama; incluyendo al propio sujeto y a todo lo que le pertenece.

El sentido del humor debe distinguirse del sentido de lo cómico; ya que éste último consiste, por lo general, en absurdos, juegos de palabras o broma gruesa. En su mayoría, se basa en ridiculizar a alguien.

En el sentido cómico el impulso agresivo está muy poco disimulado; y dentro de esta categoría se encuentra la risa que producen las historietas "subidas de tono", que provendría de la liberación de las prohibiciones. Los instintos agresivos y sexuales, se podrían considerar, por lo tanto, dentro de lo que se considera cómico.

En lo que se refiere al desarrollo de la persona; ésta pasaría desde el sentido cómico al sentido del humor. El niño tiene un agudo sentido de lo cómico, pero no se ríe de sí mismo. En la adolescencia, los defectos producirían más dolor que risa. Por lo que se podría ver que las personas con bajos valores estéticos y teóricos prefieren lo cómico y carecerían de sentido del humor, que se basaría en la realidad.

La asociación que se produciría entre el conocimiento de sí mismo y el sentido del humor estaría en que serían, en el fondo, el mismo fenómeno; la autoobjetivación. La persona que conoce sus cualidades y valores es capaz de percibir situaciones absurdas e incongruentes de las que forma parte.

Todo lo anteriormente expuesto podría verse desde una perspectiva cognoscitivista, donde se incluyen los pensamientos que las personas tienen sobre sí mismos y sobre los demás, a través de la motivación y las expectativas sobre lo que se espera que ocurra y lo que realmente ocurrirá.

 

INVESTIGACION PRACTICA

Análisis de segmentos del libro La comezón de ser mujer, de la periodista chilena Elizabeth Subercaseaux.

"Yo no sé si hay que echarse a llorar cuando una ve cómo ha cambiado la cosa o si hay que reírse a carcajadas, pero lo cierto es que hoy día desaparecieron las abuelas, desaparecieron las mamás y desaparecieron las hijas. De pronto, como por encanto, de golpe y porrazo, antes que la humanidad alcanzara a darse cuenta del descalabro que estaba aconteciendo, las abuelas de antes, las mamás de antes y las hijas de organdí desaparecieron, fueron reemplazadas por la mujer de finales del siglo XX, que es hija, esposa, madre y abuela, todo al mismo tiempo.

Nada de cabellos blancos ni mantos de ninguna especie. Se terminó la voz cansada y también la cantarina. Se acabaron el cabello negro de la mamá y el vestido de organdí para la niña. No hay bastones que recuerden a la abuela ni perfumes que evoquen su rostro de vieja eterna.

La abuela moderna es una mujer que muchas veces se ve más joven que la hija, trabaja hasta los setenta años, tiene amantes y antes de usar bastón prefiere cambiarse la cadera por otra plástica. Puede ponerse todos los dientes que quiera y para que no se le rompan los huesos puede tomar hormonas" (p. 16-17).

Análisis: Aquí la autora hace referencia al avance que ha tenido la mujer desde principios de siglos hasta la actualidad. Este segmento de su libro muestra claramente el sentido del humor con que la autora hace referencia al tema, demostrando un acabado conocimiento analítico de cómo han cambiado los roles, estatus e imagen de las madres y abuelas en la actualidad. Desde otro punto de vista, se puede observar la capacidad de la autora de reírse de situaciones de su entorno de las cuales ella también forma parte.

Por otro lado, el contenido de este párrafo muestra como el entorno influye en las mujeres en la actualidad, ya sea a través de la televisión, la publicidad; ya que en estos muestran imágenes de abuelas y madres más jóvenes y vigentes llevando a la abuela y madre de hoy a asumir un rol más activo y preocuparse porque su apariencia física le otorgue una imagen más juvenil.

"Mi tía Eulalia llegó a la casa de mi abuela con un ojo en tinta y balbuceando palabras inconexas, entre las cuales se alcanzaba a entender que el marido le había pegado un puñetazo. Mi abuela, en vez de consolarla o llamar a la policía o darle un vaso de agua, la increpó. "Cómo te atreves a abandonar tu casa", le dijo y la mandó de vuelta.

Si usted hubiese conocido a mi abuelo, comprendería su reacción... Mi abuelo era un "Latin lover" que volvía de la oficina a las ocho y media tocando la bocina para que alguien saliera a abrirle el portón del garaje. Luego hacía su entrada en la casa como si fuese primo hermano de Dios. Se paraba en el centro de living y ahí permanecía con los brazos abiertos, como crucificado, esperando que alguien le quitara el abrigo. Luego se echaba en el sillón, estiraba las piernas, sacudía los pies y lanzaba al aire los zapatos. Mientras mi abuela corría a ponerle un par de pantuflas, mi tía Eulalia corría a traerle el whisky. Enseguida se sentaban las dos en el borde del sofá y con los brazos cruzados en la falda esperaban que mi abuelo les dirigiera la palabra.

Mi abuelo las observaba un rato y luego bostezaba preguntando si la comida estaba lista.

Los maridos chilenos no han cambiado mucho desde aquellos tiempos. Mi amiga Anita se enamoró de uno que se decía "gourmet". Su mamá lo tenía acostumbrado a comer comida francesa, él adoraba las salsas, conocía al dedillo media docena de restaurantes franceses que había en Santiago y aunque jamás en su vida había pisado la comida de su casa, esperaba que su futura esposa hiciera los honores de una buena cocinera. Anita, quien de la vida sabía poco y de cocinar mucho menos quedó embarazada del "gourmet" y no alcanzó a tomar clases de cocina, porque su papá no tardó ni dos meses en casarla. "Antes de que la gente lo note".

La pobre Anita gorda como un tambor, porque la guagua no era una sino dos, se lanzó a la difícil tarea de cocinarle al "gourmet". Lo único que aprendió a guisar con cierta maestría fue arroz graneado. El matrimonio terminó antes que los mellizos vieran la luz del día. La suegra dijo que su hijo no podía seguir viviendo en esas condiciones y el "gourmet" partió de vuelta a la casa de su mamá" (p. 51-52).

Análisis: En este segmento la autora hace uso de todo su sentido del humor, describiendo, jocosamente, pasajes de la vida matrimonial de las mujeres a lo largo de los tiempos en nuestro país; a modo de una crítica sexista describe los estereotipos asignados a la mujer como esposa, riéndose de sí misma y de los que ama, lo que deja de manifiesto una autoobjetivación a su socialización familiar; dejando de manifiesto el conocimiento de sus cualidades o valores, defectos y virtudes, siendo capaz de percibir situaciones absurdas e incongruentes de las que forma parte.

"Las mujeres pasamos el primer cuarto de la vida soñando con el príncipe azul, el segundo buscando al novio de carne y hueso y el tercero quejándonos del marido que nos tocó.

Si a los hombres los educaban para ganar plata, a las mujeres nos educaban para casarnos con ellos y gastársela. Pero que había que casarse, había que casarse.

Hasta hace bien poco tiempo llegar a los 21 sin que se vislumbrara el matrimonio era preocupante. "Qué pasa con esta niñita... No vaya a quedarse para vestir santos", comentaban esas señoras de moño tomate y corazón seco que le ayudaban al cura a decir la misa del domingo.

Llegar a los 24 sin haberse casado era alarmante. "¿No será rara esta niñita?", preguntaba la gente.

Llegar a los 26 y seguir soltera era un drama. Ahí había que salir a buscarse un novio como fuera y donde fuera, en la calle, en la casa de una amiga, en la oficina, no importaba dónde, la cosa era encontrarse alguno...

Al comienzo, cuando la niña estaba en la flor de la soltería (17, 18, 19, 20 años), los padres eran exigentes. El novio tenía que ser hijo de fulano de tal, estudiante de derecho, economía o medicina, un buen partido, con el futuro asegurado. Debía vestir como caballero, tener bueno modales, saber idiomas y haberse educado en colegio católico.

A los 26 las exigencias se acortaban a la mitad. No importaba que fuera hijo de un desconocido, podía ser profesor de castellano, tener menos plata y haberse educado en un liceo fiscal.

A los 28 el novio incluso podía ser extranjero y de otra religión.

A los 30 las exigencias terminaban por completo, daba lo mismo que el novio fuera un chascón de ojos nerviosos y olor a vino con naranjas, que anduviera por las plazas tocando canciones de Neil Diamond con una guitarra prestada. O que fuera budista y le faltara la mitad de los dientes" (p.194-195).

Análisis: En este segmento la autora hace referencia a lo que antiguamente era la soltería. Desde un punto de vista burlón muestra la realidad del ansiado sueño del matrimonio. Demostrando, nuevamente, su capacidad y sentido del humor frente a la mentalidad anticuada del hecho de no casarse a cierta edad como estaba estipulado.
 

REFLEXION

El sentido del humor es un rasgo común en todas las personas, pero que se manifiesta en diferentes grados. Este sentido se relacionaría con las experiencias que se van viviendo día a día y como se van enfrentando.

Sentido del humor es una frase que se escucha muy a menudo, pero muchas veces no se tiene clara su definición y se confunde con lo cómico.

En base al contenido de este trabajo se puede ver que la autoaceptación es un gran paso para llegar a tener un buen sentido del humor, ya que el aceptar y asumir los defectos y virtudes, lleva a un gran desarrollo de la autoestima y amor propio.

El aprender a reírse de los defectos no debe ser un proceso fácil, ya que aceptar y admitir frente a un grupo de personas que se posee, por ejemplo, una oreja más grande que la otra no debe ser sencillo.

La adolescencia es el período más difícil en lo que a aceptación de defectos se refiere, ya que al estar pasando por una etapa de cambio, físico y psicológico, el adolescente se siente diferente y se menosprecia. Cualquier comentario puede afectar su autoestima y, por lo tanto, hacerlo sentir inferior. Por eso en esta etapa los defectos son un problema, que causan más pena que risa en el adolescente. Al ir asumiendo estos defectos se van descubriendo nuevos aspectos físicos y de la personalidad, que llevan a la resolución del conflicto de no aceptación de sí y el joven se va dando cuenta que no necesariamente el aspecto físico puede ser lo importante y si acepta esto se forjará una autoestima elevada y se sentirá seguro de lo que es y podrá reírse de lo que antes lo afectaba tan profundamente. Aprendería a conocerse a sí mismo, lo que sería la base del sentido del humor.

A través de la lectura del libro de Elizabeth Subercaseaux (actividad práctica) se observa claramente como la aceptación de defectos y el vivir situaciones cotidianas llevan a un gran desarrollo del sentido del humor. El cómo van cambiando las cosas y los pensamientos a través de las generaciones, debido a la aceptación de los cambios de vida que están ocurriendo en este momento.

 

CONCLUSION

En conclusión, de lo investigado se opina que el conocimiento de sí mismo es la base del desarrollo del sentido del humor.

Luego de ver la distinción entre el sentido de lo cómico y el sentido del humor, se podría ver que el desarrollo de este último tendría una evolución a través del tiempo, ya que se pasaría del sentido de lo cómico, en la infancia, hasta el sentido del humor ya en la juventud; donde se aceptarían los defectos y se aprendería a reírse de ellos de manera sana.

A través de la actividad práctica se pudo observar como las personas que tienen reforzada su autoestima, mediante el conocimiento de sí mismo, no temen el hecho de enfrentar su realidad, aceptando así sus defectos y virtudes; y plasmándolos en un papel para que muchas personas lo lean, es decir, dan a conocer sus experiencias para que muchas personas tengan la oportunidad de ver que no son las únicas que poseen defectos y así darse cuenta que deben afrontarlos y aprender a vivir con ellos y tomar las situaciones que se les presenten con humor.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Allport, G. (1980). La personalidad. Barcelona: Herder.

Subercaseaux, E. (1997). La comezón de ser mujer. Santiago: Planeta.

LIBRERÍA PAIDÓS

central del libro psicológico

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