INVESTIGACIÓN DEL INCONSCIENTE

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1 La interpretación de los sueños


El análisis de los sueños permite una visión de las leyes estructurales y el modo de operar del inconciente, confiriendo así la mejor preparación para el estudio de los procesos análogos: los síntomas neuróticos.

Los sueños pueden ser provocados por estímulos externos, estímulos somáticos interoceptivos o estímulos psíquicos.

Al interpretar un sueño deben tenerse en consideración los siguientes elementos del mismo:

Contenido manifiesto: las imágenes del sueño tal como se las recuerda al despertar.

Contenido latente: imágenes, deseos o pensamientos que constituyen su motivo verdadero y que intentan llegar al conciente.

Censura: expresión represora del yo al servicio del superyó.

Trabajo de sueño: elaboración psíquica que sufre el contenido latente antes de convertirse en contenido manifiesto.

Se puede decir que el sueño es siempre la tentativa de satisfacer alucinatoriamente un deseo inconciente reprimido; cuando éste es inmoral, debe sufrir una serie de transformaciones y cuando no lo es, se expresa libremente constituyendo los sueños de comodidad e infantiles.

Para poder pasar a través de la censura de la parte inconciente del yo y expresarse como contenido manifiesto sin provocar angustia, el contenido latente debe sufrir una elaboración que se denomina deformación del sueño, que consiste en una serie de mecanismos (8):

Dramatización o concretización: expresión de los pensamientos abstractos mediante imágenes concretas, sin preocuparse si la traducción es lógica o no.

Condensación: varios personajes o elementos del contenido latente se unen apareciendo en el contenido manifiesto como una sola persona, pero con las características condensadas de cada una de ellas.

Desdoblamiento o multiplicación: una persona o objeto del contenido latente corresponde a dos o más del contenido manifiesto y cada uno de los elementos puede estar indicando una cualidad.

Desplazamiento: una imagen del contenido manifiesto está sustituyendo a otra del contenido latente. También puede ocurrir que no sea la imagen lo que se ha desplazado sino una emoción determinada, sin cambiar de forma (proyección).

Inversión de la cronología: el contenido manifiesto presenta como imagen del sueño la imagen inmediata posterior a la que forma el contenido latente.

Representación por lo opuesto.

Representación por lo nimio: la representación del contenido latente aparece en el contenido manifiesto por sus detalles más insignificantes. Otra forma consiste en acentuar, en el contenido manifiesto, algo que en los pensamientos latentes tiene un valor secundario y en cambio, colocar el principal en segundo término.

Representación simbólica: cuando en diferentes sueños se observa que determinado elemento concreto del contenido manifiesto está relacionado, con cierta constancia, con un elemento reprimido del contenido latente, se denomina al primero como símbolo. Para que sea considerado como tal, lo simbolizado debe estar reprimido. Hay algunos que podrían llamarse universales, pero en general, su significado varía según la raza, la cultura y el tiempo.

En todos los sueños de los adultos intervienen dos factores: los pensamientos latentes (contenido) y los deseos inconcientes (energía). Se dice que la condición indispensable para que los pensamientos latentes puedan pasar al contenido manifiesto es que no sean inmorales, pero desde el punto de vista de la moral del sujeto, no del colectivo.

Una vez que se ha producido una cierta modificación, estos elementos pasan al preconciente. Este proceso se conoce con el nombre de elaboración secundaria, que consiste en perfeccionar el sueño desde el punto de vista conciente. Cuando los contenidos latentes se han modificado por los procesos primario y secundario, pueden atravesar la censura que los separa del conciente y es en ese momento cuando se transforman en contenido manifiesto.

En el contenido manifiesto aparecen elementos que proceden de vivencias del sujeto ocurridas en el día o días anteriores al sueño. Freud llamó a estos elementos restos diurnos.

Al interpretar los sueños, se procura descubrir la forma propia del superyó, viendo cuáles son los pensamientos rechazados por la censura del sueño, que sería la manifestación de esta instancia sobre el yo.

En el método freudiano de análisis de sueños, se demanda al paciente que dirija su atención sobre la idea de referencia de cada elemento del sueño, para observar claramente y comunicar al médico, sin excepción alguna, todo aquello que se le ocurra con respecto a ella, sin aplicar ninguna crítica. Si se puede conseguir que el sujeto renuncie a sus juicios sobre los contenidos y continúe tejiendo redes de asociaciones mientras sigue focalizado al tema dado, se obtendrá un material psíquico que enlazará claramente a una idea morbosa, se conectará con otras y constituirá un significado inteligible para el paciente.

Por la reacción ante el contenido manifiesto, los sueños pueden dividirse en tres categorías: los que poseen un sentido y que al mismo tiempo son comprensibles, no despertando extrañeza o asombro; otros sueños que, aunque presentan coherencia y sentido, nos causan extrañeza por no saber cómo incluir dicho sentido en nuestra vida psíquica y, por último, aquellos sueños que carecen de sentido y comprensibilidad y que se nos muestran incoherentes, embrollados y faltos de sentido.

Los sueños de los niños son simples y francas realizaciones de los deseos y tienen una directa conexión con la vida diurna, presentando la única transformación en el sentido que una idea en optativa es sustituída por una visión en el presente y cierta.

 

2 Los actos fallidos.

 

Los actos fallidos son actos cuya realización importa una falla evidente en algún mecanismo psíquico. Han sido agrupados, en general en siete tipos: orales, escritos, de falsa lectura y de falsa audición, olvido temporal, pérdidas y actos sintomáticos.

Son solamente trastornos temporales de una función que en otro momento puede ser perfecta o correctamente desarrollada; su falta de corrección es a veces conocida tan pronto como la atención se focaliza sobre ello. Los factores desencadenantes de los actos fallidos pueden ser fisiológicos o psicofisiológicos: en el primer caso puede tratarse de trastornos circulatorios o una indisposición y entre los psicofisiológicos se cuentan la excitación y la distracción.

Los actos fallidos son contagiosos y pueden ser provocados por sugestión. Presentan un sentido propio y, por lo tanto, tienen derecho a ser considerados como un acto psíquico completo, con su fin propio y como una manifestación de contenido y significación peculiares. Existen actos fallidos cuyo sentido es fácil de descubrir y otros no; en los primeros, la intención latente sustituye por completo a la manifiesta, mientras que en los otros tiene que conformarse con deformarla o modificarla, dando origen a creaciones mixtas que pueden resultan más o menos plenas de contenido.

Existe en el acto fallido una parte perturbadora (la intención latente) y la otra perturbada, y de la magnitud en que la primera afecte a la segunda depende que el acto fallido sea más o menos comprensible.

Las relaciones existentes entre el conocimiento conciente de la tendencia perturbadora con la perturbada pueden encasillarse en tres grupos: la tendencia perturbadora es conocida por el sujeto antes que se produzca el acto fallido; la tendencia perturbadora es reconocida, pero el individuo ignora que esté activa antes de la equivocación y, la tercera situación, es que el sujeto proteste contra la interpretación. Esto se debe al distinto grado de represión del contenido perturbador (latente), por lo que se puede decir que los actos fallidos son el producto de una transacción en que una de las intenciones se impone en la misma medida en que la otra fracasa.

Freud estableció tres grupos de hechos:

Equivocación oral y subgrupos: escritos, de lectura y de falsa audición.

Del olvido en relación con: nombres propios, palabras, propósitos o impresiones.

Actos de término erróneo: no encontrar un objeto necesitado o perder otro.

En el olvido de propósitos, una persona lo olvida porque mantiene una situación incómoda con una persona vinculada a su intención. En las equivocaciones orales, el proceso es similar a la mnemotécnica porque una palabra recuerda a la otra. Para la pérdida de objetos, habría un deseo inconciente de perderlos que logra manifestarse o una intención de realizar un sacrificio sustitutivo.

 

REFERENCIAS

Coderch, J. (1991). Psiquiatría dinámica. Barcelona: Herder.

Fenichel, O. (1974). Teoría psicoanalítica de las neurosis. Buenos Aires: Nova.

Fiorini, H.J. (1997). Teoría y técnica de psicoterapias. Buenos Aires: Nueva Visión.

Freud, A. (1971). El yo y los mecanismos defensivos. Buenos Aires: Paidos.

Freud, S. (1997). Los textos fundamentales del psicoanálisis. Barcelona: Altaya.

Racker, H. (1990). Estudios sobre técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Paidos.

Segal, H. (1991). Introducción a la obra de Melanie Klein. Buenos Aires: Paidos.

Tallaferro, A. (1991). Curso básico de psicoanálisis. Buenos Aires: Paidos.

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