SÍNDROME DE TICS

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Tratamiento del Síndrome de Tics con terapia cognitivo conductual

Introducción

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En 1825 el primer caso de ST fue inscrito en la literatura médica con la descripción de la Marquesa de Dampierre, una mujer de la nobleza, cuyos síntomas incluían los tics involuntarios en muchas partes de su cuerpo y varias vocalizaciones incluyendo ecolalia y coprolalia.  Ella vivió hasta los 86 años y en 1885, el médico Goerges Gilles de la Tourette, neurólogo francés, describe en Achives of Neurology un desorden neuropsiquiátrico caracterizado por crónico tics motor y vocal que se iniciaban cuando niños.

Durante el presente siglo, muchos estudios se han emprendido, en busca de una explicación y de una solución, que afecta a aproximadamente al 1% de la población general. 

Las causas de este desorden pueden ser orgánicas, hereditarias o psicológicas.  Se ha sugerido como causa orgánica, un exceso de dopamina o una sensibilidad aumentada de los receptores dopaminérgicos; aunque pueden existir otras perturbaciones bioquímicas no demostradas como por ejemplo, el funcionamiento defectuoso de los ganglios basales  y disfunciones en la transmisión nerviosa que afecta-rían a distintos neurotransmisores .  También se ha propuesto la influencia de la testosterona para explicar la predominancia en los varones.  Existe, por otra parte, una correlación hereditaria, entre gemelos monocigotos si uno de ellos tiene tics, existe un 90% de que el otro hermano padezca tics; si es un gemelo dicigoto todavía existe un 30% en tenerlo .  Como causa psicológica la podríamos atribuir al producto de factores ambientales y aprendizaje, sobre todo dentro de la familia; también se relaciona con retraso mental, hiperactividad y otros trastornos del desarrollo.

Ante esta variabilidad de causas, distintas ramas de la ciencia estudian por encontrar una solución.  Desde la medicina, psiquiatría hasta llegar a la psicología.

La Terapia Cognitivo-Conductual entrega, hasta hoy en día, las mejores herramien-tas y tratamientos para los pacientes con tics y Síndrome de la Tourette.

El presente trabajo tiene como objetivo entregar una definición completa del trastorno del tics y del síndrome de la Tourette, vale decir, dar a conocer las definiciones científicas y más específicamente las de la Terapia Cognitivo Conductual; además pretende dar a conocer las técnicas y estrategias más efectivas utilizadas por esta Terapia.


Campo de Intervención

 

En los años sesenta empezó a emplearse con buenos resultados en el tratamiento de los tics, especialmente del ST, el haloperidol.  A partir de entonces, éste y otros fármacos han sido investigados y la farmacoterapia se ha constituido en una intervención habitual.

Es muy común, al revisar la bibliografía pertinente, encontrar como tratamiento sugerido los bloqueantes dopaminérgicos como el haloperidol, la pimozida y los antagonistas cálcicos.

Shapiro y Shapiro (1981, Bados et al, 1991) calculan que el 80% de los sujetos que toman haloperidol reducen sus tics en un 80% por término medio, mientras que Golden , el haloperidol fue eficaz en el 75% de 61 niños con ST.

 

Un resumen de los fármacos más utilizados se presenta en la siguiente tabla.

 

Fármaco

Tipo de fármaco

Dosis inicial

Dosis diaria habitual (ml)

Amplitud dosis habitual (ml)

Eficacia terapéutica

Haloperidol

Neuroléptico

0.25

5.0

1.5-10.0

Alta

Pimocida

Neuroléptico

0.5-1.0

7.5

1.5-30.0

Alta

Penfluridol

Neuroléptico

10.0

40.0

20-140

Quizá alta

Flufenacina

Neuroléptico

0.25-0.5

7.0

2-15

Quizá alta

Clonacepam

Benzodiacepina

0.5

5.0

2-15

No demostrada

Clonidina

Antihipertensor

0.05

0.25

0.1-0.4

Incierta

 

Tabla N° 2:Elaborada por Bados en 1995

 

Lo común de estos tratamientos es que si se abandonan, lo más probable es que se produzca una recaída. 

Los antagonistas de la dopamina son aquellos fármacos que neutralizan o reducen la acción de este neurotransmisor.  El haloperidol es un neuroléptico que se ha demostrado superior al placebo y se cree que es un fármaco especialmente eficaz.  Según Shapiro y colaboradores , el 25% de los pacientes reducen sus tics en un 70% o más a dosis bajas y sin efectos secundarios adversos significativos.  Un 50% de pacientes presentan efectos secundarios, pero éstos pueden ser manejados con tiempo.  El 25% restante no responde al tratamiento debido a los efectos secundarios.  Éstos tienden a aumentar con la dosis y son el Talón de Aquiles del haloperidol. 

Los efectos secundarios del haloperidol incluyen los siguientes: motivación disminuida, interferencia cognitiva (problemas de atención y memoria), interferencia con el funcionamiento escolar o laboral, acinesia, acatisia, distonía aguda, discinesia tardía, efectos anticolinérgicos (boca seca, pupilas dilatadas, visión cercana borrosa, estreñimiento, retención urinaria), efectos endocrinológicos (aumento de apetito con la consiguiente ganancia de peso, aumento excesivo de las mamas o secreción láctea, irregularidades menstruales, disminución del deseo sexual), malestar emocional, irritabilidad, humor deprimido, ansiedad o fobias y problemas de pronunciación.

Las fenotiacinas  flufenacina y trifluoperacina, también pertenecen al grupo de los neuropépticos, han sido superiores al placebo en un estudio e igual de eficaces que el haloperidol, aunque la primera tuvo menos efectos sedantes y extrapiramidales.  Esto, junto con diversos trabajos de tipo clínico a llevado a pensar que algunas fenotiacinas como la flufenacina, son útiles en el tratamiento de los tics y que sus efectos secundarios, aunque similares a los del haloperidol, son tolerados mejor por algunos pacientes. 

El tiapride y el sulpiride han dado buenos resultados tanto en algunos estudios no controlados como en comparación al placebo.  Se piensa que estos fármacos son útiles y que tienen menos efectos secundarios que otros neurolépticos, aunque se requiere una mayor investigación. 

El clonazepam es una benzodiacepina, un tranquilizante menor.  Se ha mostrado relativamente eficaz en estudios no controlados, aunque inferior al haloperidol. 

El tratamiento farmacológico es simplemente paliativo y tiene muchas veces importantes efectos secundarios que pueden llegar a ser graves.  Por ello, sólo se recomienda cuando los tics interfieren notablemente en el funcionamiento familiar, social, académico, laboral o personal del niño. 

Como se señaló anteriormente, los tratamientos farmacológicos no son el único camino para combatir este trastorno.  La Psicología ha realizado una gran labor en la búsqueda de algún tratamiento que sea lo suficientemente efectivo para enfrentar este mal.  De hecho, se han desarrollado distintas intervenciones más o menos eficaces para los tics.  Sin embargo, conviene tener en cuenta que el tratamiento concreto a seguir con un niño en particular no consiste en la aplicación de una técnica estándar, sino que depende de los datos obtenidos en la evaluación previa realizada. 

Técnicas como el Biofeedback , son utilizadas en distintas áreas tanto somáticas como psicológicas; es así como puede tratar problemas neuromusculares como la hemiplejia, parálisis cerebral, diskinesias, tics faciales, distonías, etc.; Así como problemas mentales como la ansiedad, fobias, obsesiones, histerias, depresión. 

Otra forma de tratamiento para esta alteración es el método de relajación, ya que la tensión y el nerviosismo inducen o agravan los tics, por lo que es conveniente aprender a relajarse cuando se está nervioso.  También esta técnica está indicada cuando el grado de ansiedad ante situaciones específicas es tan elevado que el sujeto no puede enfrentarse a ellas, evitando dichas situaciones aunque eso le reporte graves consecuencias.  Estos problemas son los llamados clínicamente miedos o fobias. 

Otra área donde la relajación se ha utilizado ampliamente es en los llamados problemas psicosomáticos.  Así la relajación se ha aplicado con éxito en problemas de insomnio; hipertensión y asma y cefaleas, entre otros, además de los referentes procedimientos quirúrgicos y hospitalarios. 

J. Wolpe desarrolló la técnica de desensibilización sistemática como un método para reducir las reacciones de ansiedad.  Esta técnica ha sido utilizada y muy eficaz para los trastornos fóbicos (en niños y adultos), la ansiedad ante los exámenes, los miedos generales, el asma, las cefaleas debidas a contracciones musculares, las migrañas, diferentes tipos de disfunciones sexuales y es útil en el tratamiento del alcoholismo y del síndrome de Gilles de la Tourette.

Los métodos de autocontrol son los que tienen el campo más amplio de intervención, son aplicables y muy útiles en general, en la orientación ante los problemas, y también como ayuda a otras perspectivas, en donde su objetivo es enseñar a la persona estrategias para controlar o modificar su propia conducta a través de distintas situaciones, con el propósito de alcanzar metas a largo plazo, añadiendo consideraciones sobre la generalización y el mantenimiento de cambio de conducta.

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