MALTHUS: PRINCIPIOS DE ECONOMIA POLITICA

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Revista Proceso Económico. 

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En la medida que la Economía Política siguió la línea de pensamiento trazada por David Ricardo, se supuso, hasta la gran crisis de 1929, que "toda oferta crea su propia demanda".

La crisis y la depresión de los años treinta se encargaron de derribar esta tesis que había dominado durante más de un siglo el pensamiento económico.

Sin embargo, mucho antes, en el momento mismo en que Ricardo hiciera suya esta tesis de Jean Baptiste Say, Malthus la había criticado seriamente.

A diferencia de Ricardo y de otros autores de su tiempo, Malthus caracterizó la crisis económica de 1815 como una crisis originada en la contracción de la demanda.

Posteriormente, Thomas Robert Malthus sistematiza sus reflexiones sobre esta crisis y el desenvolvimiento general de la economía y escribe sus "Principios de Economía Política" (1820).

 

La crisis de 1815

La interpretación corriente de la crisis que se inició en 1815, al término de las "guerras napoleónicas, fue que ésta se debía a la escasez de capital. Por tanto, la salida propuesta por unos y otros fue el aumento de capital.

Malthus salió al frente de esta interpretación de la crisis afirmando que ocurría exactamente lo contrario. Había en su opinión un exceso antes que una falta de capital. Por lo que cualquier intento de convertir una fracción adicional del ingreso en capital sería contraproducente.

En particular porque antes que una fracción mayor del ingreso se convirtiera en capital debía haber sido ahorro y éste mayor ahorro hubiera sido el resultado previo de una contracción del consumo que, en aquella circunstancia, hubiera sido totalmente contraproducente para la economía.

Para Malthus, lo que había ocurrido era una drástica disminución de la demanda, al llegar la paz. A su vez, esta caída de la demanda había producido una fuerte caída de los precios de todos los artículos. Por su parte, la reducción de los precios habría significado una disminución de las ganancias del capital. Lo que finalmente había conducido a una contracción de la demanda de capital. Esto es a un desequilibrio en el mercado de capitales por el lado de la demanda antes que de la oferta.

Pero había algo más. La contracción de la demanda de mercancías trajo también una disminución de la demanda de trabajo. De manera que había un exceso de capital y de trabajo al mismo tiempo. Por lo que en modo alguno se podía decir que el exceso de trabajo (léase desempleo) se vinculaba a una falta de capital.

Un punto adicional. Para Malthus, este exceso de capital se manifiesta antes de haber alcanzado un límite en la capacidad de producción de alimentos, si es posible hablar de esta manera. Porque es obvio que si hay un exceso de capital éste podría utilizarse para roturar nuevas tierras y para ampliar lo que hoy denominamos la frontera agrícola. Además Malthus en ningún momento se planteó, como lo hacen hoy los llamados neomalthusianos, problema alguno respecto a la capacidad de producción de la tierra y a la existencia de límites absolutos a la producción de alimentos. Su preocupación fue totalmente distinta: afirmó que la población tendía a crecer más rápidamente que la producción de alimentos y que esta diferencia planteaba un problema.

Para ponerlo en sus términos, Malthus decía que "puede encontrarse un límite al empleo de capital, y que en realidad se encuentra a menudo mucho antes de que exista ninguna dificultad real de conseguir medios de subsistencia, y que tanto el capital como la población pueden ser excesivos al mismo tiempo y por un lapso considerable, comparados con la demanda efectiva de productos". ("Principios de Economía Política", México, Fondo de Cultura Económica. 1977; página 336).

 

Las consecuencias de la paz

La paz trajo la pobreza a Inglaterra y eso, por lo absurdo que resulta, no podía ser fácilmente comprendido. Más bien, la expectativa era que la paz trajera abundancia y bienestar. En cierta manera, una recompensa al sacrificio que se había experimentado en los años de guerra.

Sin embargo, este resultado era perfectamente esperable. Al llegar la paz se produjo un desajuste general de la economía británica. Un desajuste que tuvo como resultado final una fuerte caída de la demanda. Pero también la desarticulación de una economía estructurada en función de las necesidades de la guerra.

"Los efectos de la paz" fueron los que indicamos porque "la presión de la guerra encontró una gran capacidad productiva y pareció incluso aumentarla", porque "la acumulación aceleró su ritmo en vez de disminuirlo y porque "el gran consumo de mercancías fue seguido por su oferta, lo que ocasionó un aumento de riqueza mayor que antes".

"Es natural suponer - prosigue Malthus - que una gran disminución de la demanda comparada con la oferta detendrá el progreso de la riqueza y ocasionará, tanto entre los capitalistas como entre las clases trabajadoras, amplias y grandes dificultades".

Luego Malthus recuerda que Inglaterra fue el país europeo que menos sufrió con la guerra "que más bien la enriqueció" y que es el "que más sufre con la paz" (Malthus, Op. Cit. Pág. 352).

 

La demanda efectiva

Las reflexiones en torno a las consecuencias económicas de la paz, tema sobre el cual escribiría Keynes después de la primera guerra mundial, fueron simplemente una ocasión para que Malthus completara su visión de la economía y llevara a término un planteamiento teórico global.

Su logro más relevante fue el haber delineado el papel de la demanda en el funcionamiento global de la economía y no sólo en una situación particular, como fue la de Inglaterra después de las guerras napoleónicas.

Para Malthus, preocuparse por el ahorro y la acumulación es algo perfectamente válido y legítimo. Sin embargo, la acumulación de capital no puede proyectarse al infinito. Debe existir una demanda solvente que permita que la oferta nueva pueda encontrar salida. En otras palabras, consumidores con poder de compra suficiente para absorber la nueva producción y favorecer su incremento regular.

Malthus, polemizando con sus contradictores, dice: "desde luego, no pretendemos decir que la frugalidad, o aún una disminución temporal de consumo, no sean a menudo utilísimas, y a veces indispensable para el progreso de la riqueza. La extravagancia puede, sin duda, aniquilar a un estado... Lo único que pretendo es que ninguna nación puede enriquecerse por una acumulación de capital que provenga de una disminución permanente del consumo; porque al acumularse más de lo que se necesita para satisfacer la demanda efectiva de productos, una parte perderá enseguida su utilidad y su valor y dejará de poseer el carácter de riqueza". (Ibidem pág. 275).

Precisando esta misma idea y luego de analizar la experiencia de Irlanda, Malthus afirma que "puede decirse en general que la demanda es tan necesaria al aumento de capital, como el aumento de capital a la demanda. Se influencian e impulsan mutuamente y ninguno de los dos puede avanzar con energía si el otro queda rezagado" (Ibidem pág. 293).

Empero Malthus no destaca exclusivamente el papel de la demanda en tanto que tal se refiere a la idea de la proporcionalidad de la demanda que termina remitiéndonos al problema de proporcionalidad entre los diferentes sectores productivos. Y habla de una necesidad de que haya una distribución tal del producto (ingreso) que haga posible su maximización.

Podríamos hacer algunas precisiones adicionales en relación a los planteamientos de Malthus sobre la demanda efectiva. Pero consideramos que no es necesario para los propósitos de esta sucinta presentación.

 

PROPIEDAD TERRATENIENTE

Es muy interesante glosar las apreciaciones de Malthus en torno a la propiedad terrateniente. En particular, porque señala que esta es una causa fundamental del atraso de América Española en el siglo XVIII. Sobre todo en comparación con América del Norte, donde la división de la propiedad y el acceso a la tierra fueron decisivas para su progreso.

"Una mala división de la propiedad - según Malthus - impide que el motivo de interés actúe con toda la fuerza que debería sobre el desarrollo del cultivo. La demanda de trabajo de los grandes propietarios quedará pronto satisfecha si no existe un comercio exterior lo bastante activo para dar valor a los productos de la tierra, antes de que la instalación de manufacturas abra los canales de la industria nacional, las clases trabajadoras no tendrán nada que dar a los propietarios a cambio del uso de sus tierras más que sus brazos.

Aunque los terratenientes tengan la posibilidad de mantener en sus posesiones una población abundante, al aumento de bienestar que puede sacar de ello es tan poco, si es que alguno, que difícilmente bastará para vencer su indolencia natural, o contrarrestar los posibles inconvenientes y molestias que pudieran acompañar a su actividad. El país se priva de su impulso al crecimiento de la población que surge de la división y subdivisión de la tierra según nacen nuevas familias, por culpa del estado original de la propiedad, y las costumbres y hábitos feudales que tiende a formar. Y, en estas circunstancias, si una deficiencia relativa del comercio y las manufacturas, que la desigualdad de la propiedad tiende más a perpetuar que a corregir, impide que aumente la demanda de trabajo y productos, que es el único remedio que puede distender el freno que ponen a la población esas desigualdades, es obvio que la América española puede seguir siendo durante siglos un territorio ralamente poblado y pobre en comparación con sus recursos naturales. (Ibidem, pág.288).

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