LA NOCIÓN DE EDUCACIÓN DEL CARÁCTER O MORAL SEGÚN ARISTÓTELES Y ROUSSEAU

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Aurora Bernal Concepción Naval
Universidad de Navarra, Spain

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RESUMEN: La preocupación social y política por el comportamiento de los individuos en sus relaciones sociales ha suscitado en el ámbito educativo internacional un interés creciente. Se han desarrollado programas de formación que reciben denominaciones diferentes: educación del carácter, educación moral, educación cívica, educación en valores, educación social, y los otros. Resulta necesario para reflexionar sobre esta temática conocer qué han expuesto algunos autores del pasado que han influido más notablemente en el desarrollo del pensamiento pedagógico. Aristóteles y Rousseau son autores excelentes para este propósito comparando de paso etapas diversas como son la clásica y la moderna. Las nociones y denominaciones que utilizan para referirse a la dimensión moral de la educación son: educación del carácter en Aristóteles, y educación moral en Rousseau. Desde el punto de vista aristotélico, la educación del carácter es siempre moral porque hacer del individuo un ser humano pleno es hacerle bueno. Viendo el tema desde la perspectiva de Rousseau, la educación moral busca que el individuo conserve su carácter "natural' aun viviendo en sociedad. Rousseau dividiría la educación del carácter que promueve Aristóteles en dos etapas, la educación del individuo, que es formación de su carácter-educación negativa-para después pasar a una educación propiamente moral. En la raíz de la distinción entre educación moral y del carácter encontramos las diversas bases antropológicas que sustentan Aristóteles y Rousseau por las que establecen cuál es la relación entre sociabilidad e individualidad. El Estagirita destaca la posible armonía entre estas dimensiones humanas planteando la educación cívica como una continuación de la del carácter, en cambio, a Rousseau le resulta difícil coordinar ambos aspectos aunque lo pretende añorando el estilo de vida de las polis griegas. Tanto Aristóteles como Rousseau insisten en que uno de los procedimientos básicos de la educación moral y cívica es el ejercicio y la habituación en los comportamientos que se quieren suscitar.

La preocupación social y política por el comportamiento de los individuos en sus relaciones sociales ha suscitado en el ámbito educativo internacional un interés creciente, tratando de desarrollar una diversidad de programas de formación. Educación del carácter, educación moral, educación cívica, educación en valores, educación social, son algunas de las denominaciones usuales cuando se hace referencia a este aspecto de la educación. No se trata de un tema novel, fruto de una cultura que alcanza ya el tercer milenio y que se autodiagnostica continuamente de una enfermedad llamada crisis. Los expertos en materias educativas y que se orientan hacia un modelo integral de formación nos refrescan la memoria histórica, y resaltan —consciente o inconscientemente— ideas de algunos autores del pasado sobre esta temática. En esta comunicación estudiamos la noción de paideia —referida a la dimensión moral y cívica— en las obras de Aristóteles y Rousseau. Nos proponemos esto por dos motivos: representan dos épocas distintas y de gran peso para la historia de la cultura occidental y de la educación, y aportan modelos de educación de algún modo vigentes hoy.

 

I. Diversas Denominaciones: Educación del Carácter o Educación Moral (1)

La diferencia de denominación de este aspecto de la educación, —educación del carácter para Aristóteles, educación moral para Rousseau— no es sólo debida al paso del tiempo y al modo de decir propio de cada etapa, sino que representa una forma de entender en qué consiste ese proceso educativo que se denomina moral o del carácter. Con carácter, Aristóteles señala ese modo de ser individual por el que un sujeto está capacitado para actuar de una forma u otra, actúa y vive. Es fruto de la dotación natural y del ejercicio en cuanto este ethos es dirigido, impulsado, y fortalecido por otros; a ese proceso conjunto se le llama educación del carácter. Para Rousseau la voz moral tiene que ver con la forma de ser un individuo cuando entra en relación con los demás para actuar y vivir. También se requiere la intervención de otros para configurar ese modo de ser y a esa intervención se la califica de educadora.

En cierta forma coinciden ambos planteamientos porque Aristóteles no concibe que un individuo pueda desarrollarse sin los otros seres humanos, esa mediación y convivencia es fundamental. Para Aristóteles la educación del carácter es siempre moral en el sentido que le da Rousseau porque no piensa en un individuo sin esa relación con los otros; sin embargo no podemos decir lo mismo de Rousseau por ese acento que pone en lo moral como convivencia con los demás. Para Aristóteles ser hombre en plenitud es ser bueno y ser ciudadano, buen ciudadano, lo que conduce a vivir bien. Para Rousseau ser hombre es ser individuo humano que vive, subsiste, y en el estado histórico al que se ha llegado tiene que vivir, y subsistir, con otros, cambiando el ser para sí, por el ser para sí compatible con el ser para sí de otros. El desarrollo del individuo para Rousseau podría darse al margen de la sociedad; hay importantes dimensiones que alcanzan su desarrollo por sí solas; se necesita de los demás materialmente mientras se es débil por la falta de madurez, y la educación es entendida negativamente, como un quitar obstáculos a lo que se desarrolla espontáneamente; a eso que crece se le podía denominar carácter y al tipo de educación administrada educación del carácter que todavía no es moral. De hecho las etapas de educación del Emilio —su principal escrito sobre educación— se dividen en premorales y morales.

En síntesis, viendo el tema desde el punto de vista aristotélico, la educación del carácter es siempre moral porque hacer al individuo ser humano pleno es hacerlo bueno. Viendo el tema desde la perspectiva de Rousseau, la educación moral es para que el individuo conserve su carácter "natural" aun viviendo en sociedad. Rousseau dividiría la educación del carácter que promueve Aristóteles en dos etapas, la educación del individuo, que es formación de su carácter —educación negativa— para después pasar a una educación propiamente moral.

 

II. La Relación entre las Nociones de: Educación, Individualidad y Sociabilidad

En la raíz de la distinción entre educación moral y del carácter encontramos las diversas bases antropológicas que sustentan Aristóteles y Rousseau por las que establecen cuál es la relación entre sociabilidad e individualidad. Tal planteamiento afecta a la educación en directo no sólo por la prioridad de finalidades que se propongan —formar más lo individual, formar más lo social, o formar ambas facetas simultáneamente—, sino que tiene que ver con lo esencial de la actividad educativa en general. La educación es relación de personas siempre. A veces resaltar que lo más importante es que el individuo asimile, haga propio, madure, crezca, es decir, destacar la autoeducación —tal como es visto el proceso por los autores que estamos estudiando— parece dejar a un lado la tarea del educador. Realmente no sucede así con las teorías educativas de estos dos pensadores. Incluso admitiendo el concepto de educación negativa que propone Rousseau, fijándose más en un no intervenir directamente en el proceso de maduración de un individuo, no se margina la consideración del quehacer del que educa.

Rousseau explica la educación negativa en términos que muestran que el educador interviene de otro modo, y por tanto sí se puede tomar como cierta educación positiva; es decir, se trata de una intervención aunque indirecta que supone la actuación de otro. Como mínimo, toda educación incluso en la situación estereotipada creada por Rousseau de un preceptor con su pupilo únicamente, se establece una relación social. La educación es siempre un proceso en el que se produce una relación social. De ahí que la postura antropológica sobre la sociabilidad humana influya tanto en la forma de concebir la educación.

Para Aristóteles la educación del carácter es algo natural al ser humano porque es natural su sociabilidad, y entiende que sólo mediante la relación del individuo con otras personas se pueda hacer hombre: si esa relación es cualificada puede llegar a ser un buen hombre. Así es natural que unos expliquen a otros cómo deben ser sus actos. Si se hace respetando la naturaleza —lo que ésta conlleva de norma en cuanto que apunta al alcance de lo mejor— supone apelar a la autoridad de los que pueden instruir a los demás. De ahí la responsabilidad de todos los individuos de la polis para intervenir en la educación para la vida. De esta visión deriva la acusada interrelación entre la educación del carácter y la educación cívica o para la vida política.

En la teoría de Rousseau esa tensión entre la concepción de la individualidad y de la sociabilidad conduce a percibir la educación desde dos extremos, como el medio indispensable para equilibrar esos dos aspectos del ser humano, y como amenaza de perder la autonomía moral que concede al individuo, entendiendo la autoridad como imposición de razones y valoraciones. Rousseau no duda que la educación sea un aspecto de la sociabilidad humana, o una consecuencia de esta característica que el ser humano ha de adquirir dada la situación a la que ha llegado la humanidad tras siglos de historia. Por esto hablamos de la educación como un proceso de desnaturalización, el individuo ha de aprender a vivir para sí —etapa premoral— y aprender a vivir para sí con otros —etapa moral propiamente dicha que culmina en la educación cívica—. Rousseau plantea una continuidad entre ambas etapas, al menos lo procura, y de hecho esa intención asoma en la descripción de ese proceso en sus pasos iniciales. Pero al mismo tiempo quiere dejar al individuo que madure sólo en los años iniciales de su vida hasta el punto de recomendar que trate a los otros como cosas; se insiste en esto por lo que se excluye lo moral.

Se trata de un desarrollo psicológico al margen de lo moral. Hay un salto entre lo psicológico y lo moral, entre lo natural y lo social o cívico, entre la maduración del individuo y el uso moral y social de esa maduración. La duda es que si no se interrelacionan ambos procesos desde el inicio luego son irreconciliables o puestos en un equilibrio ficticio y en una situación de intermitente peligro de romperse. De todas formas aunque no sea moral esa primera educación que pretende Rousseau, es educación, interviene el preceptor que es algo distinto de un objeto inerte. Rousseau tiene esto en cuenta. Las recomendaciones de cómo ha de ser el lenguaje del preceptor, las situaciones que tiene que simular o provocar, muestran la actividad que se requiere por parte del educador. Más en concreto, podemos fijarnos en el papel que Rousseau concede al lenguaje. Sin lenguaje es muy difícil que el niño vaya razonando. El individuo como tal, en los primeros pasos de su vida no puede alcanzar el desarrollo del lenguaje sin la comunicación con otros individuos aunque no se de cuenta de que son otros yo. Sin lenguaje tampoco se desenvuelve la razón por la interrelación de ambos.

 

III. Definiciones de Educación de Aristóteles y Rousseau

Recordamos las propias definiciones de los autores. Hay que tener en cuenta que Rousseau cuando habla de educación es para referirse a la moral. La educación para Rousseau es la educación de la naturaleza, los hombres y las cosas. (2) Para Aristóteles es la educación de la naturaleza, el hábito y la instrucción o razón. (3) Los dos explican que la educación interrelaciona o coordina los elementos citados para que sea efectiva y cumpla con los fines asignados. Por naturaleza ambos entienden la dotación innata de un individuo. Ambos también están de acuerdo en que en esa dotación inicial se encuentra lo general de la especie humana en cuanto tal y las características individuales a las que se ha de prestar especial atención. A partir de esta dotación coinciden en insistir en una educación individualizada en el sentido de atención a cada individuo. Debido a su concepción de lo natural, Rousseau insiste en dejar que la naturaleza se desarrolle quitando obstáculos, espontáneamente; en cambio Aristóteles destaca la intervención humana para el desarrollo de la naturaleza de otro individuo en el sentido de impulsar, mediante una acción más directa y positiva que la que considera Rousseau en el educador.

Los otros elementos de las definiciones de educación que acabamos de referir, destacan en el proceso educativo factores diversos. La educación de las cosas, uno de los criterios constantes en la pedagogía roussoniana, viene a ser la experiencia que adquiere el individuo en su relación con el mundo, cuya faceta esencial es cognoscitiva; en realidad se trata de una continuación o algo paralelo a la educación de la naturaleza. La educación a este nivel tiene como quehacer primordial preparar ese ambiente para que de la relación del individuo con su entorno obtenga el máximo fruto cognoscitivo. Ni la educación de la naturaleza ni de las cosas es moral. La educación de los hombres, es la instrucción que estos realizan sobre cómo hacer uso de los órganos desarrollados, y aquí si entra lo moral. Algunos autores han criticado este planteamiento diciendo que responde a un aprendizaje por condicionamiento que se combina con algo de instrucción y advierten que el discípulo está totalmente manipulado. (4)

Aristóteles al decir hábito menciona el ejercitamiento del sujeto, y al decir instrucción se refiere a la educación de la razón práctica. Luego la educación del hábito de Aristóteles podría considerarla Rousseau como educación de la naturaleza y de las cosas y en parte de los hombres si se trata de hábitos que implican la conexión con otros hombres. La instrucción, muy restringida en el caso de Rousseau, sería también educación de los hombres. Desde el punto de vista aristotélico no se separaría la educación de los hombres de la de la naturaleza o de las cosas porque no concibe la maduración de un ser humano al margen del contacto con otros. De nuevo vemos que Rousseau percibe el peligro de un desequilibrio especialmente entre educación de la naturaleza y de las cosas por un lado, y educación de los hombres por otro. Eso es precisamente lo que quiere arreglar. En cambio Aristóteles entiende que existe una continuidad entre los tres elementos de la educación, y también el hábito y la instrucción le parecen naturales aunque no en el sentido de espontáneos. Rousseau elabora un proyecto de educación natural en continuidad con un proyecto de educación moral y cívica que en algunos momentos llama nacional. Aristóteles entiende que toda la educación es natural, y comprende lo que por naturaleza es mejor para el hombre y se incluye ahí lo cívico en lo esencial.

 

IV. Distintas Etapas de la Educación

Aristóteles y Rousseau hablan de cinco etapas, que se corresponde con lo que consideran intervalos separados por la conquista de una nueva cualidad en el obrar. Mientras Aristóteles entiende una educación permanente que dura toda la vida, Rousseau la interrumpe en cuanto que el individuo ha llegado a la madurez. La paideia clásica es un proceso por el que el individuo aprende a ser humano de la mejor forma, adquiriendo el bien completo y la felicidad. Por esta razón la paideia para Aristóteles no termina nunca y aunque también hable de la educación restrigiéndola a la etapa comprendida entre la infancia y la edad adulta, la descripción ética y política del ser humano, nos hace concluir que la educación entendida como proceso de perfeccionamiento no finaliza. Esta visión de toda una vida educándose se aprecia con más fuerza cuando insiste en el valor formativo de la amistad y de las relaciones políticas del ciudadano. Aristóteles piensa en el final de la obra educativa, en el hombre bueno y buen ciudadano, en el sabio, en los individuos que han alcanzado la felicidad. La concepción teleológica de la naturaleza humana motiva esta teoría de la educación como un proceso perpetuo.

Rousseau restringe el tema de la educación al intervalo de la vida humana comprendida entre la infancia y la madurez. Posteriormente, alcanzada o afianzada la autonomía moral y la autosuficiencia individual cualquier actuación educativa no cabe sin contradecir la libertad del individuo, al fin y al cabo la educación es depender de otra voluntad aunque en el proceso educativo eso se disfrace. Rousseau tiende a pensar más en el principio, en lo que llama la condición natural, con la intención de que su espontaneidad de crecimiento se vaya conservando; de ahí deriva la importancia dada a la infancia en sí misma, relevancia propia de la época en la que vive y que sin embargo es tan desconocida para los griegos. Para Rousseau, una vez que se ha dotado al sujeto para que pueda conservar la condición natural, la educación se termina. Quizá se salga de esta consideración la tarea educativa concedida a la ley y a las costumbres, que en apariencia guardan el mismo papel en la sociedad ideal del contrato social y en la polis griega. Podría considerarse en ambos casos una forma de educación moral y cívica para los adultos y por tanto plantearse la educación como un proceso que dura tanto como la vida de una persona. Pero de fondo la perspectiva es diferente, en ambos casos la ley configura el modo en que han de conducirse los ciudadanos para que la sociedad o polis se mantenga adecuadamente para vivir, refuerza e incluso sustituye si es el caso la falta de educación de algunos ciudadanos; para Rousseau es un instrumento para conservar la sociedad, de forma que si los ciudadanos estuvieran perfectamente educados ya no haría falta la ley; en cambio en el caso de Aristóteles la ley además es la señal o el modo de configurar el crecimiento de los miembros en el bien común que siempre va a más, el vivir bien siempre es perfectible en tanto crecimiento interior de cada individuo.

 

V. Carácter Práctico de la Educación

Aristóteles destaca el talante práctico de la educación del carácter y cívica. Se aprende a ser bueno siéndolo, se aprende a ser virtuoso ejercitándose en estos hábitos, se aprende a ser amigo teniendo amigos, se aprende a buscar el bien común practicando el operar por ese bien. El educador facilita este proceso, disponiendo, orientando, acompañando. Disponer es fortalecer las buenas inclinaciones humanas y obstaculizar las inadecuadas; orientar es proponer fines, explicar razones, desmantelar lo que no parece conveniente perseguir también con razones; acompañar es vigilar, velar, querer, compartir. Así enseñan los padres, los maestros, los amigos, los legisladores, los gobernantes. Toda la polis se vuelca en la tarea de la educación porque lo esencial de las relaciones en la ciudad no es la subsistencia sino las actividades práxicas que suponen siempre un crecimiento interior hacia la finalidad propia de cada ciudadano, hacia una vida buena en la que es mejor.

Rousseau conserva esa mentalidad práctica, e insiste también en que sólo se aprende ejercitándose. El educador acompaña al educando. Sigue el proceso que naturalmente sale del individuo que se tiene que educar saltando obstáculos. No se habla de orientar en el sentido de prefijar metas u objetivos. En realidad, los objetivos sí están presentes aunque permanezcan velados, el hecho de aconsejar seguir el proceso interno de crecimiento, ya es un objetivo impuesto.

Rousseau insiste en que para dejar al individuo ser y crecer como es, "libremente", no se pueden prefijar modelos ideados, pero encontramos cierta contradicción entre lo que dice y de hecho formula. No se puede ser neutral en educación; de hecho este autor no lo consigue. Aunque su intención es "dejar" aquello que surge de la naturaleza del educando, lo cierto es que la práctica educativa que describe no sigue ese criterio. La ausencia de orientación por parte del educador se aprecia sólo en un caso: a la hora de mostrar normas de conducta. El preceptor de Emilio omite la exposición de formas de obrar; los educadores inspirados en la paideia aristotélica por contraste muestran cómo actuar.

 

VI. Conclusión

Aristóteles y Rousseau nos pueden servir de inspiración a la hora de plantear cómo debe ser la educación moral y cívica. En sus obras descubrimos pistas suficientes para comprender qué cuestiones hay que tener en cuenta en cualquier análisis que trate este tema. En esta comunicación sugerimos el significado que para estos autores tienen las denominaciones de educación del carácter y educación moral. Este es el punto de partida adecuado para cualquier análisis ulterior.

 

Notes

(1) Cfr. Aurora Bernal, Educación del carácter-educación moral. Propuestas educativas de Aristóteles y Rousseau, tesis doctoral, Universidad de Navarra, Facultad de Filosofía y Letras, Pamplona 1997.

(2) Emilio, I, pp. 9-12 (O C, IV, 247-250)

(3) EN, X, 9, 1179 b; Pol. III, 13, 1332a

(4) ROSENOW, E., "Rousseau's Emile, an Anti-Utopia", en British Journal of Educational Studies 28(1980)212-223; WINCH, C., "Rousseau on Learning: A Re-Evaluation", en Educational Theory 46(1996/4) 415-428.

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