EL TRABAJO SOCIAL COMUNITARIO EN EL CONTEXTO  DE LA VII  REGIÓN DEL MAULE, CHILE

archivo del portal de recursos para estudiantes
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CLAUDIA PINOCHET POBLETE

            ASISTENTE SOCIAL

            LICENCIADA EN TRABAJO SOCIAL

            DOCENTE ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL

            UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL MAULE

 

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Desde el surgimiento del Trabajo Social Comunitario en América Latina  (déc.60) éste ha estado enmarcado y determinado por el modelo político-ideológico imperante en cada país.

            Nuestro país (Chile) no ha sido la excepción, y lógicamente las prácticas sociales comunitarias han tenido distintos enfoques e intencionalidades, dependiendo de la realidad en la que nos hemos encontrado insertos, no solo en términos de problemas sociales, sino también en cuanto a funciones y roles que el modelo imperante en la nación nos ha permitido desarrollar.

            Distintos autores han conceptualizado los modelos que se pueden desarrollar bajo cada marco político ideológico. Haré referencia a lo que señalan J. ROTHMAN y   J. THOMPSON (1987) por ser quienes explican con mayor profundidad cada uno de ellos.

            En términos generales, se habla de 3 modelos básicos:

a)    DESARROLLO LOCAL : Posible de ejecutar bajo un marco “Reformista – Desarrollista” (de acuerdo a lo señalado por Ander-Egg), en el cual los procesos de movilización de la gente tienen como finalidad la obtención de bienes y recursos necesarios para mejorar su situación social, económica y cultural. Aquí la participación popular intenta mejorar el orden social con  la intervención de la gente, a través de un proceso en el cual el pueblo tiene posibilidades de negociar con el gobierno aquellos aspectos que interesan a su propio bienestar.

El modelo de Desarrollo Local presenta metas de proceso, con una orientación hacia la autoayuda, centrándose en las capacidades comunitarias, a través del trabajo con diversas organizaciones comprometidas en analizar y buscar soluciones a sus propios problemas.

El profesional desarrolla roles de facilitador, catalizador, coordinador y educador, siendo la comunidad participantes en un proceso de interacción por la resolución de problemas.

Bajo este supuesto, se considera que los cambios se deben lograr a través de una amplia participación de los sujetos en el nivel local, quienes deben alcanzar una capacidad de determinación, de dirección y acción.

Los principales temas presentes son la gestión democrática, la cooperación, la autoayuda, el desarrollo del liderazgo de base y las acciones de educación social. Si tuviésemos que tener un slogan, éste sería “Reunámonos y hagamos algo juntos”.

b)     PLANIFICACIóN SOCIAL : Implementado generalmente bajo la lógica del marco ideológico-político “conservador”, en el cual el trabajo con la comunidad es un instrumento idóneo para canalizar determinadas inquietudes de las clases sumergidas, con el fin de resolver algunos de sus problemas de tipo social. El fin es utilizar canales que orienten determinadas situaciones conflictivas para evitar tensiones que perturben el funcionamiento del sistema. La participación popular solo tiene como finalidad integrar a la gente para el funcionamiento armonioso del sistema, de acuerdo a lo que establece la clase dirigente  y el liderazgo tradicional.

El modelo de Planificación Social está orientado a la resolución de problemas, en base a decisiones de hecho en relación a los problemas, en una perspectiva racional. Para ello el profesional cumple roles de gestor, analista, implementador de proogramas y de educador, a través del manejo de organismos formales y del manejo de información.

En general, se enfatiza un proceso técnico de resolución de problemas. Predomina una visión de cambio como proceso racional, planificado y controlado. Su desarrollo se basa en equipos técnicos calificados, incluyendo la capacidad  de planificación y gestión de amplias organizaciones; porque la principal misión es establecer planes y programas que entreguen bienes y servicios a los grupos más necesitados.

Su slogan sería “analicemos y definamos pasos lógicos”

c)      ACCIóN SOCIAL : Pensable sólo bajo un esquema “Revolucionario – Socialista”, en el cual el proceso de participación promueve el  desarrollo de la comunidad ; está orientado a la organización popular para ir creando poder en el pueblo. Todo esto implica la  organización autogestionada de la sociedad. La finalidad última es transformar el orden social mediante un proceso de creación  de poder popular.

El modelo de Acción Social considera que determinados segmentos de la ploblación requieren apoyo para su desarrollo como organización , en la perspectiva de hacer propuestas, levantar demandas o implementar proyectos. Es la acción social orientada por valores éticos y políticos, que persigue generar influencia y cambio en pro de la defensa o construcción de derechos sociales.

Su Slogan es “organicémonos para enfrentar a quien nos oprime”

Los roles profesionales son de activistas, consejeros, negociador y compañero.

Pues bién, teniendo en cuenta lo señalado teóricamente por los autores, debemos ahora considerar cuáles son las señales que emanan desde el nivel superior (léase gobierno) en lo que respecta al desarrollo de las comunidades. Para ello, y pensando en lo más concreto, debemos remitirnos a lo que se plantea en la política de desarrollo regional.

Para que exista, o se logre un verdadero desarrollo regional, se hace necesario, tal como lo señala Sergio Boisier, construir un proyecto regional. Este proyecto, además de contener aquellos elementos económicos, comerciales y de política estratégica, requiere partir del reconociento de la identidad regional, la que como todos sabemos no se construye a través de una declaración “pensada” y “redactada” por la cúpula dirigencial de cada región, sino que se va construyendo a través de los procesos y de la historia de cada uno de los territorios.

Al hablar de los procesos, necesariamente nos estamos refiriendo a las vivencias que van desarrollando las personas y que van marcando el curso de las acciones que hoy conocemos.

La identidad regional la construyen sus actores, definido así por la Política que la enmarca. Actores que, fundamentalmente se encuentren organizados y posicionados de su rol, asumiendo los deberes y derechos que como ciudadanos poseen.

Aparece aquí, tanto en forma explícita como implícita, la noción de participación; pero participación en cuanto sujetos, en el entendido de que ellos son capaces de conocer su realidad y por tanto, plantear lo que estiman necesario para superar sus dificultades.

El Proyecto de Desarrollo Regional debe construirse bajo una base sólida, en la que participe la totalidad de los actores que a ese territorio pertenecen. Es una construcción conjunta, con fundamento, con capacidades, con habilidades y destrezas que cada uno aporta desde su distinto ámbito de acción.

Esto no se logra solo ni de la noche a la mañana; requiere del compromiso y del esfuerzo de todos los que formamos parte de nuestra comunidad. Se logra con el reconocimiento de que el otro es tan válido como yo, y que cada experiencia y cada postura es necesaria para la construcción de un futuro que nos aporte a todos y no a unos pocos.

Bajo este concepto, hablaremos de la necesidad de contar con una base social sólida, organizada, capacitada, con clara conciencia de su rol y posición al interior de la sociedad, y con el protagonismo necesario para hacerse parte de un proceso de desarrollo que no le es ajeno, sino del que es parte y además responsable.

Como se puede apreciar, hasta ahora hemos revisado lo que en teoría todos nosotros conocemos y pensamos que se “debiera” hacer.

Pero ¿ qué ocurre en la práctica ? ¿ qué ocurre en lo cotidiano ? ¿ en el día a día ? La verdad es que como Coordinadora de Prácticas Integrales en la Escuela de Trabajo Social en la que me desempeño, he tenido la posibilidad de conocer de cerca lo que ocurre con aquellos que debieran ser los “Promotores del Desarrollo Comunitario”; y con esto me refiero ni más ni menos que al Gobierno Local, representado en términos estructurales, por el municipio.

La realidad de cada uno de los municipios es variada, pues tal como ustedes saben, ellos funcionan de acuerdo a las orientaciones particulares de los Alcaldes y su opción político – partidista.

Bajo este marco se podría pensar entonces que es muy difícil encontrar patrones comunes en lo que al Trabajo Comunitario se refiere.

Cuidado ! Hago especial énfasis en hablar de Trabajo Comunitario y no Trabajo Social Comunitario, pues el primero es el que efectivamente desarrolla en la mayoría de los municipios, en desmedro del segundo, el cual y muy a mi pesar se desarrolla sólo en la categoría de las excepciones.

Pues bién, si volvemos a los planteamientos teóricos  iniciales, podríamos señalar que en el quehacer de las DIDECO se observa una permanente tensión entre realizar un trabajo profesional bajo el marco del desarrollo local, y la urgencia por “solucionar problemas concretos” bajo la racionalidad de la Planificación Social, y como un legado de la dictadura en cuanto a formas de actuar desde el Trabajo Social.

La labor de las DIDECOS se ha centrado en organizar a las distintas comunidades en grupos, sean éstos funcionales o territoriales, y mantenerlos vigentes como una forma de evidenciar que la población “tiene inquietudes y hace cosas”, además de agragar el concepto de “participación de las organizaciones”, pero en el fondo es sólo una instrumentalización de la organización de base, pues dichas agrupaciones son utilizadas como medios a través de los cuales se canalizan algunos recursos que permiten solucionar los problemas concretos de una comunidad, pero que no necesariamente son los sentidos por ellos. En términos teóricos, se podría decir que son técnicas utilizadas para mantener pasiva a la comunidad, pero haciéndoles creer que son parte fundamental en ese “proceso” que se supone que están emprendiendo.

De esta forma, al término de cada administración, aparece en la cuenta pública la cantidad de organizaciones formadas, la cantidad de luminarias puestas y la cantidad de pasajes pavimentados, sólo por nombrar algunos.

Pero una vez que esos problemas detectados por los técnicos han sido superados ¿ qué ocurre con las organizaciones ? ¿ es posible que a partir de ese “rol” que se les ha asignado puedan plantear sus propias inquietudes ?

De más está decir, que los procesos en las comunidades escasamente son desarrollados. Parece insólito y poco coherente escuchar hablar del tan “manoseado” concepto de “actores sociales”, pues en definitiva de actores tienen muy poco, por no decir nada.

No hay que hacer muchos rodeos para preguntar qué pasa entonces con la autogestión de los grupos y las comunidades, qué ocurre con el desarrollo de las potencialidades de las personas, cuestiones  éstas que para nosotros como Trabajadores Sociales son de prerogruyo, pero que en el ejercicio práctico evidentemente no se realiza.

En esta revisión crítica que he desarrollado hasta aquí, no puedo dejar de reconocer que existen Asistentes Sociales que hacen esfuerzos por desarrollar un desarrollo local en sus comunas; sin embargo, nos encontramos ahora frente a otro elemento que dificulta aún más esta puesta en práctica, y que dice relación con la evaluación.

Sí, la evaluación. Este concepto tan importante dentro  de la metodología de intervención hoy nos juega en contra, pues el mecanismo utilizado para evaluar la gestión edilicia es numérico, concreto, cuantitativo.

La inversión de los recursos municipales son controlados a través de la cantidad de soluciones entregadas y no en términos de los procesos generados.

Importa una gestión eficiente, que dé respuesta rápida y oportuna a las demandas concretas, demandas que perfectamente podrían ser solucionadas por las propias comunidades si hubiesen sido preparadas para ello.

Los procesos desarrollados por una localidad, o las acciones emprendidas por las mujeres para mejorar su calidad de vida, o en otros términos, la construcción de sujetos sociales, en definitiva no obtiene votos.

¿ De quién es la responsabilidad entonces ?

Por una parte, reconocemos que el sistema privilegia el trabajo en torno a resultados y no a los procesos, pero por otra parte, debemos reconocer que las autoridades locales son elegidas por las propias comunidades.

Cabe ahora la interrogante ¿ queremos ser actores locales ? ¿ estamos preparados para ser o constituírnos en sujetos ? ¿ somos capaces de producir un cambio de tamaña envergadura ? o simplemente tenemos lo que queremos tener ?.

Las tendencias existen, las declaraciones de principios también... entonces dónde está el punto de estancamiento?

Las respuestas no las encontraremos hoy, sino al final del proceso del que hoy todos nosotros somos parte. El desafío es no descansar y transitar por el camino del verdadero Trabajo Social Comunitario. 

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