MIEDO A VOLAR

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Entrevista a Claudio P. Plá.
Psiquiatra.


Entrevista realizada por
para Psicocentro.com

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El Dr. Claudio Plá es un prestiogioso psiquiatra argentino, licenciado en Medicina por la Universidad de Buenos Aires en 1977. En 1995 se especializa en el tratamiento psiquiátrico a personas aerofóbicas, habiendo tratado a más de 2000 pacientes. Ha coordinado la investigación "Miedo a volar", realizada por las Universidades argentinas de Buenos Aires y Torcuato di Tella, basada en entrevistas a 900 viajeros de diversos aeropuertos argentinos.

Asimismo, ha trabajado durante años en Aerolineas Argentinas impartiendo cursos de formación para prevención de accidentes a pilotos de esta compañía. A raiz de esta experiencia, el Dr. Plá ha desarrollado una metodología denominada "Poder volar" cuyo objetivo es conseguir que un paciente aerofóbico pierda el miedo a volar. El metodo consiste en una serie de pruebas en un simulador de vuelo con realidad virtual, técnicas de relajación, e información detallada sobre los aviones. La prueba final según los casos, consiste en realizar de forma opcional un vuelo real acompañado de un monitor.

En el momento de realizar esta entrevista, el Dr. Claudio Plá se encuentra por tierras españolas dando a conocer esta metodología.


Ante todo Sr. Plá, queremos darle la bienvenida a España. Ya que tal y como muestra su curriculum Ud. es un experto en aerofobia, nos gustaría empezar esta entrevista con una breve definición de este problema.

Dr. Claudio Plá: En este problema hay toda una gradación que va desde el simple temor hasta la fobia propiamente dicha. El límite generalmente se determina porque la persona empieza a evitar. Es en este momento cuando podemos hablar de fobia. Pero intervienen otros factores, por ejemplo, culturalmente los hombres estamos más entrenados a confrontarnos con el miedo, por lo que algunos toman enormes dosis de alcohol y siguen subiendo cuando ya tendrían que estar evitando. La mujer, en general, tiene permisos culturales para manifestar más el temor. Hombres y mujeres sufren el miedo por un igual, pero la mujer tiene más facilidad para verbalizarlo e inclusive encontrarle la nominación, nominar el miedo como miedo. En la encuesta que hicimos sobre 900 pacientes, encontramos que había miedosos asumidos y no asumidos. El miedoso no asumido es aquel que tiene síntomas pero al preguntarle ¿lo que tú tienes es miedo? contesta algo como “no lo llamaría miedo, no me gusta, me produce desagrado, tengo malestares físicos, pero no miedo”. Nosotros técnicamente en nuestra especialidad hablamos de ansiedad, antiguamente se hablaba de estrés, había otras nomenclaturas.

Generalmente el miedo a volar se dispara en momentos de crisis vitales. El miedo a volar es más propio de los 35 a 45 años. En mujeres tiene que ver en general con crisis vitales, nacimiento de los hijos, desprendimiento de los hijos. En los hombres tiene que ver con el aumento de estrés en el trabajo, cuando las responsabilidades empiezan a ser mayores y la persona siente que está en la etapa de vida útil. En esos momentos es más fácil que el sistema nervioso se ponga lábil y dispare la ansiedad frente al avión. Son edades en las que en general aparecen otros miedos.

En algunos casos se ve que el miedo a volar es puro, pero tal vez es en los menos. Suele haber una mezcla de miedos, claustrofobia, agorafobia, puede ser miedo a las tormentas, o personas que son especialmente sensibles a lluvia, rayos, truenos… Cuando el avión genera movimientos antigravitatorios por las masas de aire en diferente presión, la persona aliviana su cuerpo y esto puede ser un disparador de ansiedad brutal, lo mismo que cuando hace movimientos gravitatorios aumenta el peso corporal. En general la sensación de desagrado es abdominal, porque las vísceras están cubiertas por peritoneo y flotan en el abdomen, la persona no tolera tener sus vísceras impactando contra el diafragma y bajando del mismo.

Siguiendo con los miedos tenemos los miedos a la delegación, habitual en ciertos ejecutivos, ya que están acostumbrados a tener el tablero de mando y no toleran dejar su vida, como ellos dicen, en manos de alguien que no conocen, que no ven, que no pueden supervisar. Les gustaría estar a ellos en la cabina pilotando el avión. Ahí el miedo está colocado sobre la figura del piloto y como el miedo es ubicuo y se va filtrando, luego se arma la fantasía, porque siempre el fóbico se caracteriza por tener gran imaginación. Puede imaginarse que el piloto es un borracho, que se peleó con su mujer, que está con rabia y que por ello va a estrellar el avión. También pueden darse miedos más extraños, como a los incendios. Pueden tener miedo porque han visto películas de guerra donde se han derribado aviones con balas y han salido en llamas. Las imágenes que tienen son terroríficas, son imágenes de aviones que caen en tirabuzón como en la guerra. Pueden ser pacientes con rasgos obsesivos que pueden pensar que seguro que va a ver un loco que va a fumar en el lavabo y que va a generar un incendio en el avión. Obviamente, al pensar que el combustible es muy inflamable, creen que una pequeña chispa va a hacer explotar todo.

Hay miedos de lo más diversos, pero estos son los centrales: claustrofobia, agorafobia, miedo a las tormentas y en menor grado el vértigo, el miedo a la altura y en menor grado también el miedo a cruzar aguas profundas. He tenido algunos fóbicos que vuelan bien si van sobre tierra pero si tienen que cruzar el océano presentan un miedo terrible.

Dado que el turismo se ha visto resentido creo que es importante que las empresas de turismo y las líneas aéreas se den cuenta de que hay un mercado oculto de gente que únicamente coge un vuelo cuando no hay más remedio pero que podría volar más y no lo hace porque le da miedo y prefiere tomar el tren o el automóvil y decide sus vacaciones en función de ello. Sin embargo, y aunque las estadísticas muestran que en la carretera es donde se produce una mayor siniestralidad, muchas personas no lo registran. Yo les muestro estadísticas de Estados Unidos y de Argentina, donde mueren más de 50.000 personas al año en la carretera y los accidentes de avión son mínimos. Esto es algo a trabajar, modificar las percepciones y reordenarlas. La persona ha de tener información aeronáutica para poder rápidamente someter las emociones de ideas locas que vienen.

Las tres fuentes por las cuales se arma el miedo a volar son: una experiencia traumática a bordo, las informaciones periodísticas, o bien el formar parte de una familia aprensiva donde han tomado un modelo de peligro y de riesgo, llevándoles a reaccionar con ansiedad ante todas las situaciones nuevas.


¿Cuál pordríamos decir que es entonces el origen fundamental de esta fobia?

Yo creo que se debe a que los seres humanos no tenemos en gramas mentales lo que es estar en el aire. Así como los tenemos para el lenguaje y para todos los miedos universales, como el miedo a las tormentas, a las alturas, a la sangre, -miedos ancestrales que nos vienen desde el hombre primitivo-, no ocurre lo mismo con lo que es estar en el aire. A la mente humana le cuesta entender como se puede estar en un cilindro cerrado, en el aire, en la inmensidad y parece que mezcla dos situaciones que son únicas: estar encerrado y estar en el vacío, en la nada. En la nada para la mayoría de la gente, que no sabe que el aire es un fluido igual que el agua y que el avión se maneja en el aire igual que un barco en el agua. Hay que explicarles que en el avión está todo duplicado e incluso triplicado y es lo que hace la seguridad en el avión, que tenga el doble de la fuerza motriz que necesita. Los aviones vuelan por el principio de Bernoulli, hay que explicarles éste principio, las leyes físicas y que todo esto ha convertido al avión en el medio de transporte más seguro junto con el tren. No hay nada que temer, pero es un trabajo que hay que venderlo.

Hay mucha gente que ha volado bien desde pequeño pero que un día, como digo yo, se les personifica la muerte. El ser humano tiene una negación funcional de la muerte para vivir, nosotros no estamos pensando constantemente en la muerte, porque sino no podríamos vivir, pero en algún momento de la vida se nos personifica. A veces por cosas muy pequeñas, como un dolor fuerte de cintura, o bien por el fallecimiento de un ser querido, e incluso por el nacimiento de un hijo. Esta personificación de la muerte es la que en cierta manera hace que uno se sienta vulnerable. Nos sentimos vulnerables por algo que es real, un avión pesa 360 toneladas y nosotros somos muy frágiles como seres y si cualquiera de nosotros nos pusiéramos a 30.000 pies de altura dentro de una tormenta, seríamos como una cáscara de nuez en un océano. Pero uno no está volando a 30.000 pies, el que está volando es el avión y nosotros estamos dentro. Yo siempre les digo a los participantes de mis programas que el avión es un bunker, es un refugio, es un lugar muy seguro. No significa que estemos a merced de una enorme fuerza a la cual somos vulnerables, porque el avión está hecho para atravesar tormentas, el avión flexiona las alas hasta nueve metros, está probado en túneles de viento y cuando salen a la venta tienen que demostrar que pueden atravesar las pruebas más difíciles.


¿Qué síntomas específicos puede sufrir una persona aerofóbica?

Los síntomas son muy similares a los que se crean para el pánico. No hablamos de pánico porque en éste caso hay un objeto temido concreto y el “panic attack” o ataque de pánico suele producirse sin un objeto concreto específico.

Los síntomas pueden ser los ya conocidos: taquicardia, sudoración, sensación de falta de aire, sensación de ahogo, diarreas, vómitos, temblor fino ... Yo termino explicando a los participantes de mis programas que cada uno tiene una vía facilitada para manifestar su ansiedad; hay gente que tiende a manifestaciones cutáneas, otros que tienden a presentar problemas digestivos, o a tener manifestaciones cardiorespiratorias, al temblor o a la rigidez muscular porque hay personas que ya crónicamente tienen tendencia a las contracturas musculares y un poco se puede rastrear por qué tránsitos transcurre la descarga que, finalmente, es una descarga autónoma neurovegetativa y que va a hacer impacto en el lugar donde vaya a verse facilitado.

Los síntomas de ansiedad se dividen en tres grandes grupos: físicos, mentales y conductuales. El conductual es la evitación y obviamente uno ha de evaluar el grado de evitación que está teniendo la persona porque esto marca si uno puede ir más rápido o un poco más lento. Los síntomas físicos si son muy floridos, me hacen pensar que la persona se verá favorecida si toma ansiolíticos, pero en etapas previas y en dosis a veces progresivas que yo monitoreo. Fundamentalmente interesa que la persona duerma bien, que no tenga ansiedad durante el sueño porque esto complica el cuadro. Si los síntomas son muy fuertes, los inhibidores de recaptación de serotonina son los más indicados. Yo estoy usando principalmente la zertralina y la venlafaxina, ésta última porque tiene los efectos más cortos de acción y la zertralina porque funciona bien para manejar los pensamientos rumiados, pero también funcionan bien con síntomas más mentales, como son las imágenes mentales catastrofistas.

Yo siempre hago una evaluación de si la ansiedad mentalmente coarta la posibilidad de reflexión, uno tiene que estar atento cuando está con un paciente ansioso, a si éste le está o no escuchando. A veces es tal la ansiedad que ésta les absorbe creando una burbuja, con lo cual la persona no ha oído ni entendido nada de lo que le hemos explicado. Cuando acompaño a un pasajero y se produce una crisis de ansiedad durante un vuelo, las herramientas que empleo son la respiración y la mirada, sobre todo la mirada. Uno cuando entra en una crisis de ansiedad se bloquea, muchas veces no escucha, no puede escuchar, por eso se ha de trabajar más a nivel corporal, en poder bajar el tono de la frecuencia respiratoria. Enseño el método de relajación de Schultz, en el que estoy integrando técnicas de yoga. Con ello pretendo “bajarle la espuma” para luego poder empezar a trabajar con otros temas hablando con el pasajero si estoy acompañándolo, y si la persona viaja sola que tenga un orden de respirar, relajarse, efectuar visualizaciones después pasar a distracciones de complejidad creciente.

Estos serían los síntomas más mentales, tener bloqueos. Pero hay que hacer la evaluación de los tres niveles. Los síntomas físicos son muy variados, hay personas que les da por vomitar, y éste es un problema serio. Estos casos se pueden prevenir con antiheméticos o bien entrenando a estas personas con algunos consejos que facilito en mi video, como por ejemplo que la persona debe llegar descansada al avión. Algunos piensan que es mejor quedarse sin dormir la noche anterior y así llegar muertos de cansancio al avión, y de esta forma seguro que se quedarán dormidos. Esta creencia es falsa, porque la reactividad del sistema nervioso se incrementa y es aún peor.

Otro de los consejos que recalco es no llegar al avión con hambre, el estrés consume glucosa y hay que tomar hidratos de carbono en las horas previas al vuelo. La comida del avión, si hay nervios, es recomendable no comerla ya que generalmente es comida recalentada, con un alto contenido en bacterias. El avión genera meteorismo por la presurización de la cabina y si uno está muy nervioso y le sumamos la ingestión de alimentos con un mayor contenido en bacterias, lo más probable es que suceda una “desgracia”. Uno debe estar alimentado, pero dos o tres horas antes de subir al avión. Hay trucos que si la persona los va tomando, son herramientas que van ayudando, porque nota que toma un poco las riendas del asunto. Junto con las técnicas de relajación, les doy unas frases escritas en forma de “tips” para que los tengan en el avión, es como una forma de que estén conectados conmigo. También empleo técnicas de escritura cognitiva, trabajo con las técnicas de Aaron Beck, que son las de trabajo de pensamientos distorsionados, pensamientos automáticos y pensamientos alternativos. A veces les digo que me escriban una carta a mí, que me pueden insultar si quieren, pero escríbanme una carta narrándome lo que va pasando. Les explico que es importante porque cuando emplean la escritura para crear, emplean una zona del cerebro que es la más evolucionada, está más desarrollada que la del lenguaje verbal y están convocando ideas y eslabonándolas de una forma mucho más sofisticada. Eso es muy efectivo en aquellos momentos puntuales, como puedan ser los cinco minutos del despegue, los cinco minutos de turbulencias, los cinco minutos del aterrizaje, cuando se taponan los oídos, cuando se empieza a mover el avión y uno no sabe qué hacer…


El estudio "Miedo a volar" está basado en 900 entrevistas a diversos pasajeros de aeropuertos argentinos. Suponemos que los resultados son extrapolables a cualquier otro pais de cultura occidental ¿es asi? ¿y a otras culturas?

No sé si los resultados son extrapolables a otras culturas. China, por ejemplo, ha tenido varios accidentes últimamente y eso hace preveer que habrán desarrollado temor por las situaciones concretas de accidentes aéreos. Ahora, no tengo datos de lo que pasa en Oriente. Sí tengo noticias sobre Japan Airlines, que fueron los primeros en incorporar ejercicios en el avión y sé que trabajan siempre con el cuerpo. Se pasan vídeos y lo efectúan también las azafatas. Todos los japoneses suelen hacer ejercicio en el avión, parece que atender el cuerpo en el avión es clave, más allá del miedo. Cuando viaja al Japón son viajes largos, más de medio día y es importante la elongación, el mantener el tono, porque la presurización de la cabina tiende a contraer los músculos. Pienso que uno puede trabajar la mente para aquietar el cuerpo o bien puede aquietar el cuerpo para equilibrar la mente; hay un camino de ida y de vuelta y si trabajamos el cuerpo vamos a trabajar sobre la mente de forma indirecta.

Referente a las estadísticas, sospecho que es un hecho universal, porque la estadística que tenía la Boeing es muy similar a la que yo he hecho en Argentina. Respecto a las características y porcentajes de los grupos, no creo que difieran con los de cualquier país europeo. De cada 3 personas que entran en un avión, una tiene miedo en alguna fase del vuelo, de cada 5 una no vuela, es decir, un 20 % aproximadamente no se sube nunca a un avión y también cómo se dividen los miedos: turbulencias, fenómenos metereológicos. En general a nadie le gusta que le agiten como a una coctelera, a todos nos gusta tener un diálogo con la tierra tranquilo, si la tierra se pone brava no le gusta a nadie. Pienso que eso es universal.


¿Cree que algunos tipos de fobias, y más concretamente la fobia a volar, se ven muy afectados por el exceso de información en tono catastrofista que frecuentemente nos ofrecen los medios de comunicación?

Por supuesto, siempre que hay un accidente le dedican la portada y esto produce una distorsión en la percepción, hace que la gente crea que los aviones caen como los mosquitos y eso no es así ni mucho menos. La prensa se ha vuelto muy amarillista; nosotros tuvimos un accidente importante en el año 98 y sacaban fotos de trozos de cadáveres, objetos personales, etc., cosas muy truculentas que ha llevado a mucha gente a sentir que se le está restringiendo el poder volar, porque van eliminando las líneas aéreas que han sufrido accidentes. Además, a la persona se le activan estas imágenes cuando va a subir al avión; es un circuito reflejo. Yo trabajo explicando a los participantes de mis programas, que neurobiológicamente hay un circuito reflejo que se arma por activación de las vivencias traumáticas que tienen un registro en el hipocampo, donde quedan impregnados de una manera mucho más contundente que el reflejo placentero, por eso es que la “luna de miel” se esfuma y el choque con el auto queda grabado y uno lo recrea de forma hiper-realista, porque a medida que pasa el tiempo lo agranda. Esto es lo que le ocurre al fóbico que tiene una mala experiencia en el avión y cree que lo olvidó, pero a la que vuelve a sacar un billete aéreo y vuelve a estar en la situación de tener que subir a un avión, emerge con una nitidez como si estuviera de nuevo en el mismo episodio anterior.


¿Hasta que punto puede haber aumentado cualitativa y cuantitativamente el miedo a volar los hechos del 11-S?

Sin duda lo ha hecho y de manera significativa. En uno de mis últimos vuelos había un control en el que se formó una cola muy larga para chequear el equipaje y se veían caras muy nerviosas. Debo reconocer que quizá yo también tuve nervios porque el detector no paraba de pitar cuando pasaba y yo iba sacando de todo y seguía pitando, hasta que al final me pasaron un detector manual. Estuve en total unos diez minutos, lo cual hizo que aumentara enormemente la cola. Todo eso es normal que cree una cierta expectativa a una persona que tiene miedo a volar, le va potenciando, le va acumulando la tensión. Yo recomiendo a todo el mundo que lleguen con mucho tiempo de antelación al aeropuerto para hacer todos los trámites y llegar pronto a la zona de embarque y allí realizar ejercicios de relajación. Además, así se evitan las despedidas, que no deberían de hacerse nunca en el aeropuerto porque cargan mucho emocionalmente. Estos son unos pequeños consejos que siempre doy.

En general, siempre aumenta considerablemente el grado de evitación de los aviones después de los accidentes y el caso de estos atentados aún ha sido más impactante. He tenido varios casos en que ha venido gente que ya tenía algunos problemas frente a esto y que me han venido con el billete en la mano diciéndome que han de ir a New York con American o con United y me han dicho que no vuelan más con esas compañías.


La investigación realizada por el británico Peter Hughes y su equipo, considera que el miedo a volar, o más concretamente a la ansiedad que esto produce, puede ser uno de los principales factores desencadenantes del llamado síndrome de la clase turista. ¿Que opina al respecto?

Tiene que ver más que nada por lo actitudinal. El fóbico, o la persona que vuela con mucho miedo a volar, que pasa mucho miedo, es el que va menos al baño, el que menos se mueve y el que, generalmente, está más contracturado. Cuando el avión se mueve, se produce los que los norteamericanos han denominado el “síndrome de los nudillos blancos”, porque se les pone los nudillos blancos de agarrarse de las manos, de los brazos del asiento. El síndrome de la clase turística tiene que ver básicamente con trombosis venosas de los miembros inferiores, debido al estar sentado, a la presurización de la cabina y a la presión que reciben las arterias femorales debida a la posición y que dificultan el retorno venoso. Lo que se debe hacer es mover las piernas, y tal como indico en el video, debemos mover los tobillos, caminar si se puede, estirar las piernas aunque sólo sea para ponerlas debajo del asiento de delante, etc. Ante la ansiedad o el estrés se activa un circuito que está ligado con la respiración. Se puede explicar de forma muy sofisticada pero también con palabras simples: cuando una persona se asusta lo primero que modifica es el ritmo respiratorio, se congelan los músculos intercostales y la respiración se hace muy superficial, como si fuera un jadeo, se modifica la presión de oxígeno y de anhídrido carbónico. Esta modificación en la presión hace que aumente el ácido láctico, el cual hace que aumente el tono muscular y así queda cerrado el circuito: tengo más tono muscular, más voy a congelar los músculos intercostales y me va a costar más respirar y así cada vez estaré más tenso. De ahí que las personas que vuelan con miedo, generalmente cuando llegan empiezan a tener dolores musculares y más aún porque cuando llegan empiezan a caminar como locos, hacen más actividad física de la que pueden y por la noche les duele de la cabeza a los pies debido a la tensión sufrida. Si esto es así para todos nosotros, en las personas que tienen una tendencia a las embolias o a hacer microcoágulos esto es sumamente grave.


Ahora que hemos definido con cierta precisión lo que es la aerofobia, sus condicionantes y síntomas, pasemos a las soluciones. Como hemos citado al principio, Ud. es el creador de una metodología denominada "Poder volar". ¿En que consiste este programa?

Yo tengo un programa desarrollado en Argentina en forma de jornada intensiva y que ahora he traído a España. Es una sesión de ocho horas donde trato de intercalar información con técnicas de relajación para que no sea un infierno soportar 7 u 8 horas de taller. Doy mucha información aeronáutica y toda la doy escrita, le paso mi video y otros videos de EEUU traducidos y subtitulados, donde muestro todas las fases del vuelo, el entrenamiento de los pilotos, la meteorología, explicaciones de por qué vuela un avión, cómo se carga el combustible, instrumental específico del avión para evitar colisiones y temporales. Toda esta información va intercalada con técnicas de respiración controlada, donde se enseña a manejar la respiración. La relajación de Schultz y otras técnicas de trabajo corporal para realizar en el preembarque y en la zona de facturación de las maletas, estando de pie. Puede hacer visualizaciones con aquellas imágenes que la persona ha seleccionado para esos momentos, ejercicios de escritura y, por supuesto, intercalando espacios para que las personas pregunten y ventilen sus miedos. Yo siempre digo que hay que convocar a los fantasmas, que dancen y después abrir la ventana para que se vayan. Cada uno trae sus fantasmas y se le van añadiendo aquellas informaciones generalmente negativas o catastrofistas que le contaron. Hay que romper los mitos y las creencias que las personas traen.

También doy un módulo que hace referencia a la medicación. Es importante que la persona tenga una mínima información para saber lo que sí y lo que no es correcto tomar, dado que he observado en la encuesta que el 20% se automedica, y en general se automedica mal. La persona debe saber que, de medicarse, debería tomar ansiolíticos y no forzosamente los más sedantes como diazepam o bromazepan, sino que es preferible tomar los de nueva generación como Alprazolam y Clonazepam, que son benzodiazepinas de alta potencia. En todo caso, la persona deberá consultar con su médico. En casos muy severos se emplean otros fármacos que son ya más de manejo de psiquiatras, tales como Sertralina, Citalopram, Paroxetina y Fluoxetina, que son Inhibidores Selectivos de recaptación de Serotonina (ISRS). También se está usando con éxito la Venlafaxina. Yo lo que hago cuando trato el miedo a volar es al menos darles una orientación sobre lo que NO deben tomar. Otro problema son las dosis, a veces toman dosis homeopáticas que no hacen nada, a veces toman en exceso, a veces las toman con alcohol, y hay que enseñarles que si planean tomarlas no prueben el alcohol. Les ofrezco mucha información, orientación y también muchos consejos prácticos. Lo que me interesa es que la persona aprenda a familiarizarse con el avión, llegando bien y que pueda tener una experiencia modificadora. Obviamente, si trabajo con el modelo grupal, en jornada intensiva, no uso el simulador, no así en consulta privada, donde sí lo uso.

Cuando hago sesiones individuales, tomo la presión arterial y el pulso antes de volar en el simulador y después. Esto es útil, porque es una prueba concreta que se le puede dar a la persona, ya que antes de subir al simulador tienen mayor número de pulsaciones y la presión más alta que cuando bajan. Con esta prueba les corroboro que tienen ansiedad anticipatoria. Sin embargo, una vez que están dentro se dan cuenta de que es en realidad una especie de juego en el que parecen estar sentados en el asiento de un avión y que tienen un visor que, si mueven la cabeza, ven el asiento, la cabeza de delante, la ventana, y por la ventana ven pasar los aviones, el aeropuerto, el despegue, les pongo turbulencias para que les vibre la silla, y de repente sienten que eso no es dramático, con lo que baja el pulso y la presión. A mitad del programa, les hago hacer otro vuelo y al final les hago el vuelo ideal. Esto es una técnica psicodramática donde los coloco en el mejor día de vuelo, en un vuelo fantástico, todo va estupendamente y yo les voy hablando, van haciendo los ejercicios que aprendieron y les dejo solos con el avión un rato, después vuelvo y aterrizamos.

En general, se van con un montón de material y con el video. Cuando la persona ya ha volado de verdad, hacemos otra sesión, que recojo en mi estadística, si la persona tuvo un vuelo regular le indico que no espere demasiado tiempo en volver a volar y le doy algún refuerzo, o trabajo el tema de prescribir otra medicación. Me llaman personas regularmente que al finalizar las sesiones volaron bien pero que pasado un año vienen a tomar una sesión de refuerzo y me piden si tengo algún material nuevo. Tengo un montón de material sobre el tema, incluidas láminas que provienen de la compañía Boeing, que he ido traduciendo y que contienen estadísticas de datos obtenidos tras el 11 de Septiembre.

En los primeros 5 años de trabajo más grupal llevábamos siempre a volar a todo el mundo. La realidad es que en estos dos últimos años he optado por dejar más como una opción lo del vuelo final. En general, las personas que me vienen a ver ya tienen el pasaje aéreo y es gente que vuela mal, en muy mala situación y puede volar sola. De todas maneras, sigo acompañando a gente, y hago regularmente vuelos entre Buenos Aires y Montevideo porque hay muchas personas que lo hacen por trabajo o para hacer trámites. De hecho, cuando vine para España he viajado con un paciente que venía para Madrid.

Estoy a punto de publicar un libro que presentaré primero en España. No es un libro de autoayuda, quise hacer más bien un libro narrado, una narración. Creo que hay que hacer hincapié en la difusión de éste tema, porque la gente no sabe que hay algo específico y puntual para el miedo a volar. Muchas veces van a ver a un terapeuta común y acaban hablando de otros temas, resuelven muchas otras cosas pero el tema del miedo a volar no. Tengo muchos colegas que me envían a sus pacientes porque saben que yo trabajo 6 o 7 reuniones y después los libero. Lo mío es algo puntual y creo que se tiene que conocer.


¿Es extrapolable éste tratamiento a otros tipos de fobia, por ejemplo la claustrofobia?

He adaptado algunas técnicas para tratar pacientes con fobia a los ascensores. Creo que las personas deben llevar alguna cosa para subir en el ascensor. Les hago comer caramelos, llevar el celular, les acompaño yo. Tengo un paquete informativo sobre ascensores de la OTIS y sus medidas de seguridad, les hago hablar con los porteros. Yo tenía un despacho con ascensores automáticos y usaba al portero como aliado, haciéndoles hablar con él.

Creo que hay cosas que sí son extrapolables, porque para combatir la fobia hace falta mucha información y buscar escenarios para realizar aproximaciones sucesivas. El método podríamos decir que es el mismo. Yo digo que, así como en la infancia los adultos son los que nos sacan los miedos, tendiéndonos la mano para que atravesemos situaciones, de adulto el método también toma ese núcleo, de alguien que no tiene miedo y que se ofrece como modelo para hacer modelaje sobre esa figura del no-miedo. Es el trabajo que describe Aaron Beck en la terapia cognitiva y es un lindo trabajo acompañar fóbicos a superar los miedos, es gratificante porque uno ve como la persona expande su espacio vital y es reconfortante para la persona y para uno mismo como terapeuta.


Quizás uno de los aspectos más llamativos de esta terapia es la introducción de la realidad virtual como herramienta de trabajo. ¿De donde partió la idea de aplicarla en ésta fobia en concreto?¿hasta que punto es importante el uso de estas tecnologias en este tipo de tratamientos?

El vuelo mínimo en el simulador es de 15 a 20 minutos y el máximo entre 30 y 40 minutos, dependiendo de como vea que va la cosa. Uno observa corporalmente a la persona, si está o no muy incómoda y también escucho sus verbalizaciones, por lo que si veo que está muy agitada, el vuelo deberá ser más corto. Mi experiencia no es la misma que la de los norteamericanos, que trabajan la fobia muy lentamente, en muchas sesiones y llega a costar una fortuna. Para mi es una herramienta más, y no le hago perder tiempo al paciente ni pierdo tiempo yo; me importa mucho más lo vincular que el contacto con la máquina.

Las imágenes del simulador corresponden al interior del avión, cuando la persona ya está sentada en su asiento, aunque pienso incorporar también otras escenas.


¿A que público va dirigido este tratamiento?¿es una terapia "para todos los públicos"?

He tenido poca consulta de chicos, por lo general en esos casos lo que ocurre es o que uno de los padres tiene a veces una fobia medio encubierta o enmascarada que o no se la ha confesado a sí mismo, o no se la ha confesado a los otros y los chicos perciben los miedos de los padres a partir de sus gestos.

Generalmente la gente que me consulta es mayor de 35 años, pero he tratado también adolescentes que tienen que hacer el viaje de egresados, de fin de curso, lo cual sucede en un momento de crisis vital importante, porque tienen que escoger la carrera que quieren realizar, tienen que encontrar pareja, tienen que mostrar un montón de habilidades sociales y, en general, suelen ser chicos que tienen algún grado de ansiedad social. Sin embargo, el nivel de éxito que he tenido en estos casos es muy bueno. En ocasiones los chicos se dan cuenta de que al subir al avión, hay alguien que está peor que ellos, y entonces son ellos los que ayudan al que está peor. Al final, consideran que han volado bien. En los temas relacionados con el miedo, si uno se pone a ayudar a otro el problema ya está solucionado, porque el rol ubica. Esta experiencia seguro que la han repetido muchas veces las personas que tienen hijos: si el niño tiene miedo y cogemos su mano, éste se calma y, a pesar de que nosotros estemos temblando, también nos calmamos porque el simple hecho de calmar al chico hace que ubiquemos el rol.


¿que porcentaje de éxito ha podido certificar con las terapias realizadas hasta ahora?

Yo trato de manejarme con los mismos niveles que uno de mis maestros, Martin Anthony, un canadiense que se formó en EEUU. Ellos manejan porcentajes de éxito de un 90% de efectividad y yo también. De ese 90% hay algunos, la mitad o un poco más, a los que le perduran los efectos beneficiosos del programa y un poco menos de la mitad puede tener alguna recaída, dependiendo del nivel de estrés que tenga esos días. Aún así, sabe que tiene una herramienta válida con la que puede bajar su nivel de ansiedad y que va a volver a recuperarse con menos esfuerzo que antes, porque nunca se vuelve al estado de partida, aunque yo creo que las fobias muy instaladas tienden un poco a la cronicidad.

Volviendo al porcentaje de éxito, todo depende de qué evalúe uno por efectividad; para mí, efectividad significa que baje el nivel de ansiedad y yo con eso estoy satisfecho. Además, la persona también lo verbaliza, por ejemplo, confiesan “me he puesto un poco nervioso pero comparado con cómo volaba antes estoy estupendamente”. Eso para mí significa efectividad, que la persona esté dispuesta a volar de nuevo sin tener que andar con rodeos, sin postergarlo.

Es normal que estos tratamientos no tengan un 100% de éxitos, ya que hay personas refractarias. Estoy alerta para detectar si la persona que acude a mí tiene un cuadro de ansiedad muy fuerte o una depresión en curso y hago el diagnóstico de entrada. No acepto en mi programa a personas que estén en proceso de duelo o con un cuadro de ansiedad complicado. Les propongo que trabajemos primero su cuadro de ansiedad, que lo trabajen con su terapeuta, que tome medicación y después, cuando ya esté mejor del cuadro de ansiedad, venga entonces a trabajar su fobia a volar. Para solucionar una fobia, ésta debe estar la primera en la lista de problemas, si no, no se resuelve. En ocasiones han venido personas con cuadros realmente complicados, entonces el tema de la fobia a volar es un tema pequeño en relación al resto del cuadro.

Para evaluar el éxito de cara al propio paciente, estoy usando la escala que usa Javier Bornás pero adaptada. Consta de 30 ítems que describen otras tantas situaciones y en las que deberá puntuar de 0 a 10 según el nivel de ansiedad que les produce, dando una puntuación máxima de 300 puntos. Yo he hecho sobre esto una técnica de pins de colores donde si la persona tiene menos de 100 puntos tiene un pin de color verde, entre 100 y 200 un pin amarillo y si tiene más de 200 puntos un pin rojo. Les propongo a los participantes del programa que se hagan un desafía a sí mismos e intenten bajar la escala. La mayoría la bajan, dicen que les quedó algo de la ansiedad anticipatoria, pero que en el vuelo estuvieron mejor. Cuando se movía el avión se acordaban de una frase que se les refuerza mucho en el video y que dice: “La turbulencia es sólo incomodidad y no reviste peligro” y me dicen “yo únicamente recordaba tu voz que me decía esa frase y eso me iba calmando”. Generalmente vuelan mucho mejor, en general tardan poco en coger un avión porque tienen ganas almacenadas de volar y cuando ven que pueden hacerlo lo aprovechan.


Las comparaciones son odiosas, pero ¿que diferencia su metodología de otras terapias encaminadas a superar el miedo a volar?

Creo que no hay dos métodos iguales, de la misma forma que no hay dos terapeutas iguales. Creo que la mezcla que hice tiene que ver con mi recorrido. Yo me gradué en 1977 y pasé por muchas historias antes de llegar a esto. Me gustó porque se pueden conseguir buenos resultados en poco tiempo y eso es gratificante. He hecho muy buenos amigos y he creado muy buen vínculo con gente que no toma conmigo el mismo tipo de trato que tienen con su propio terapeuta, no es tan formal. Me mandan mensajes, e-mails, me cuentan sus viajes y mantenemos una cierta amistad y a mí me gustó eso.

Lo que yo he hecho no creo que sea fácil de homologar, porque en general, los cursos en el mundo están hechos por un piloto y por un psicólogo. El psicólogo en general “psicologiza” mucho y el piloto “pilotiza” mucho, pone mucha aeronáutica. He trabajado con muchos pilotos, algunos tienen un toque prepotente en algún momento y están acostumbrados a decir con tono arrogante cosas tales como “yo pasé por una gran tormenta”, y eso para los fóbicos es terrible porque potenciará sus miedos. Yo trato de que miremos siempre el vaso medio lleno, por ejemplo, cuando alguien me dice: “Se cayó un Concorde”, yo le respondo: “Vale, pero llevaba 35 años sin caerse ninguno jamás se cayó uno y en cuanto se cayó uno bajaron todos los aviones y los revisaron todos, y no se volverá a caer ningún Concorde”. Hemos de intentar ver la parte llena del vaso.

Yo he logrado hacer mi síntesis y no se si es mejor o peor, pero a mí me funciona. El fóbico muchas veces tiene otras fobias, puede tener fobia social, o ansiedad social. Si ese es el caso temerá ir a una persona a explicarle sus miedos. Gente con buen nivel intelectual que cuando confiesan que tienen miedo a volar en círculos intelectuales le dicen que es un loco, un idiota, etc. por tener miedo a volar, en estos casos la persona viene cohibida y esa es una de las ventajas que tiene a veces hacerlo en grupo. Cuando se junta gente con el mismo problema sienten el alivio de poder hablar con otros que están en la misma situación. A veces puede tener la desventaja de que si forma un grupo y hay alguno que está muy mal, cuesta espantar a los fantasmas. Por ejemplo, hay fóbicos que se han hecho expertos en “accidentología”, porque conocen más datos que yo, que trabajé cinco años dando cursos en Aerolineas Argentinas sobre investigación de accidentes. Yo se mucho de accidentes, pero estos son expertos, claro que mezclados con información de Internet y de prensa que aportan cientos de versiones, unas que aseguran que fue un accidente, las otras que fue un atentado, etc. Esta persona lee quinientas versiones y las absorbe todas, con lo que se vuelve aún más catastrofista. Eso en un grupo puede ser una bomba que hay que trabajar. Por eso, en las jornadas lo que yo hago son preguntas escritas y trabajo generalmente con un colega, si veo que alguien está muy ansioso le decimos que después hablaremos con él a solas y le decimos que no es bueno que ventile todos los fantasmas de un golpe, que debe ir un poco más despacio.

Las escuelas conductistas europeas especialmente, consideran bueno el tratamiento por inmersión, un tratamiento salvaje que, por ejemplo, si tienes miedo a las cucarachas te encierran en una habitación llena de cucarachas. Yo creo que es salvaje y que puede llegar a ser contraproducente, creo que uno debe acompañar al paciente a dar los pasos que pueda dar. Si veo que una persona aún no está preparada para volar le sugiero que es mejor seguir trabajando e intentarlo más adelante. Así como el proceso de resensibilización es progresivo, también el proceso de desensibilización tiene que ser progresivo, uno tiene que volver a ganar el territorio poco a poco. Esto pertenece al Juramento hipocrático y a la medicina clásica que dice que no hay que hacer daño ni hacer sufrir. Hablo del fármaco en términos de algo para evitar el sufrimiento, porque no quiero que ninguna persona tenga que volver a sufrir en un avión. Si la persona está pasándolo terrible hay que rebajar ese sufrimiento. Yo no creo en esos métodos. Las exposiciones sucesivas si son traumáticas van resensibilizando más y la persona va retrocediendo.


¿En que paises de ambito latinoamericano está actualmente disponible su método?

En Argentina estoy en perspectivas con un piloto mexicano retirado que quiere instalar el método en México y es probable que en octubre viaje allí y a Miami, donde también hay una colectividad de habla hispana muy grande, aunque EEUU tiene más de 30 cursos sobre el tema. Tengo en mente armar un simposium regional, ir a Baleares o Barcelona, y juntar a los expertos sobre el tema para intercambiar información sobre el tema y dar alguna charla abierta a la comunidad, porque obviamente el barcelonés que está aquí no va a ir a las Baleares o a Argentina a hacer el curso, pero si se hace una difusión esto enriquece y creo que es un tema que da para que se hable más de él, y mucho más después del 11 de septiembre.


Se encuentra actualmente viajando por España dando a conocer el programa "Poder volar". ¿Cual va a ser su estrategia para implantarlo en este país?¿Piensa extenderla al resto de Europa?

No hablaría de una estrategia concreta. Mi viaje a España tenía tres propósitos: participar en un congreso, ponerme en contacto con algunos colegas y, a nivel personal, conocer el pueblo donde nació mi abuelo, Olot. En Madrid me interesaba presentar mi modelo de trabajo, el vídeo, que en Buenos Aires está distribuido por Blockbuster, y con la compra del cual se ofrece una consulta informativa gratuita. Estoy contactando con posibles distribuidores locales para ofrecer el video en España, ofreciendo una consulta vía e-mail para que la persona reciba una orientación, donde yo le informaré o le mandaré material vía Internet. Si hay demanda, mi idea es venir a España tres o cuatro veces por año y hacer alguna presentación. En Inglaterra he contactado con Isaak Marks, que está trabajando actualmente en el manejo de cuadros de ansiedad con computadoras. Pero en principio, como ya he dicho, no tengo ninguna estrategia, quiero ver cual es la respuesta, ya me han llamado algunas personas a partir de escucharme por radio preguntando que iba a hacer. También había recibido mensajes a través de mi web pidiendo ayuda desde aquí y tengo ahora una persona que vuela en octubre a Buenos Aires y me quiere ver. Le envié mi vídeo y le hice una especie de mini curso por Internet, porque no tenía a quien consultar en Canarias, y establecimos una especie de vínculo sin conocernos personalmente.

El vídeo es básicamente difusión, es una forma de que la persona se de cuenta de que alguien pensó en ello. Hay una frase que la acuñé de una psicóloga que trabaja para Air France, Anne Marie Dentan, que dice: “el avión se comporta en el aire de la misma forma que un corcho en el agua. Así como no está en la naturaleza del corcho hundirse en el agua, el avión tampoco puede hundirse en el aire”. Yo pongo en el vídeo esa frase porque hay gente que capta muy bien esa idea aferrándose a ella.

Cuando salga el libro que he escrito sobre el miedo a volar, que será distribuido por una editorial española, haré la presentación y obviamente vendré para hacer un poco de difusión.

Lo ideal para difundir éste método sería conseguir la sponsorización de líneas aéreas. Tengo una entrevista en Madrid con una compañía para plantearles el tema, y aunque la colaboración no sea de tipo económico, si hacen difusión sería muy interesante. Esa difusión no debe de consistir solo en un anuncio, en Psicología el poner un aviso, un anuncio, no convence a la gente, porque lo miran pero no creen lo que dice.

En Argentina, estaba por celebrar un contrato con Lufthansa donde ellos tienen el famoso 6% que es la comisión que le dan a las agencias de turismo. Sobre un pasaje de unos 700 dólares que es lo que puede costar el de Buenos Aires – Frankfurt, el 6% salen 42 dólares. Ellos me dijeron que cobrara 42 dólares por el curso en jornada intensiva, nosotros podemos hacer que cuando esa persona vaya a sacar su pasaje le reembolsamos esos 42 dólares. Querría sellar un acuerdo con distintas líneas aéreas para que si la persona va le reembolsen algo o todo el importe de lo que cueste el curso.


Por último, ¿Qué consejo ofrecería a aquellas personas que sufren ante la idea de tener que volar?

En principio, yo siempre en las entrevistas suelo decir que rearmen la esperanza y la confianza en que lo suyo tiene solución, que se puede tratar y mejorar mucho. El trípode para trabajar es: información sobre los aviones, aprender ejercicios de respiración para aplicarlos en el avión y aprovechar las técnicas corporales de cualquier tipo y consultar con un psiquiatra, aunque no sea experto en miedo a volar, el tema de la medicación. En la actualidad se tratan con antidepresivos y en EEUU, se considera que un paciente panicoso no tratado con antidepresivos es un paciente mal tratado. Lo tienen todo estandarizado, y por eso les gusta tanto el DSM-IV y lo siguen al pie de la letra. Yo no soy tan rígido como ellos en la aplicación pero a veces ves personas que están sufriendo durante mucho tiempo cuadros de ansiedad y que no sólo tienen esa fobia, sino que pueden tener otras. Son pacientes que sufren y la consulta al psiquiatra es de rigor en estos casos. Yo pretendo que la psicofarmacología sea una psicofarmacoterapia, es decir, no dar pastillas por que sí, sino explicar mucho los medicamentos que se le dan, el por qué, enseñarles el prospecto y trabajar las distorsiones cognitivas que genera todo medicamento apenas uno lo da. Hay que hacer un estudio previo acompañado con la toma del medicamento y cuando el paciente lo toma bien recetado y bien indicado los resultados a veces son espectaculares. En el libro que voy a publicar trato el caso de una paciente que ahora está viviendo en EEUU y es que usó la famosa frase “Nunca me he sentido mejor en mi vida”. Era una persona con un trastorno de ansiedad generalizada volcada principalmente en los dos hijos, aterrada por que no les pasara nada, y vivía con el alma en la garganta. Cuando tomó Sertralina empezó a aflojar a los hijos y a empezar a vivir. El avión es un imán que atrae miedos, cuando una persona tiene otros cuadros el avión succiona el miedo.


Bien, Sr Plá, estamos seguros de que la información que nos ha proporcionado en esta entrevista será de gran untilidad para las personas que tienen problemas a la hora de tomar un avión. Ha sido un placer compartir estos momentos con Ud. Esperamos verle de nuevo entre nosotros.

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