¿QUIENES PIERDEN CON LA GLOBALIZACIÓN?

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EL HOLOCAUSTO LABORAL

 

 Las víctimas del dualismo económico se cuentan por millones. Los que no pudieron -ni podrán ?- cruzar el muro de la pobreza están pagando cara la globalización, el libre comercio, la economía de mercado y la competitividad.
Una enorme subclase inmóvil opta en forma permanente entre el paro o la pobreza. El ejército multinacional de los desamparados, excluídos y carenciados, se sienten definitivamente apartados de la gran aldea global. Los nuevos pobres, generados por esta economía a dos velocidades, integran el "ejército en la reserva", en permanente adaptación hacia abajo.

El miedo al mañana, la angustia y la inseguridad, impulsan esta nueva "era de las desigualdades" (Fitoussi). Las víctimas del "horror económico" (Forrester) se sienten definitivamente excluídos de "integrar la red". "La mayoría insatisfecha" sufre aturdida las consecuencias de la privatización, la liberación y la desregulación, realizadas en nombre del progreso.
Trabajador de usar y tirar, disponible en el momento justo y por el tiempo necesario, flexibilizado, excluído, padeciendo los modernos procedimientos de reducción (downsizing), desplazamiento (outsourcing),  reorganización
( re - engineering ), sienten que han caído -definitivamente- en "la trampa de la globalización" (Martin y Schumann).

Antes de buscar opiniones y cifras sobre "los perdedores" adelantaremos alguna información demostrativa del "panorama después de la tormenta":

El desempleo en el mundo ha alcanzado (según datos del año 1993) su nivel más elevado desde la gran depresión de 1930. Más de 800 millones de seres humanos están desempleados o subempleados en el mundo.
En la actualidad, por primera vez, el trabajo humano está siendo paulatina y sistemáticamente eliminado en el proceso de producción.
Tan sólo en Estados Unidos, en los años venideros más de 90 millones de puestos de trabajo de los más de 124 existentes son potencialmente susceptibles de ser sustituídos por máquinas.
Como consecuencia de los adelantos en la automación se pronostica que en los próximos 30 años tan sólo un 2% de la actual fuerza laboral será necesaria para producir todos los bienes necesarios para satisfacer la demanda total.
La proporción de masa laboral europea empleada en el sector industrial y en el sector servicios se reducirá de 35% (1993) a un 25% dentro de 10 años, con una posterior  reducción de hasta el 15% al cabo de un período de 20 años.
La reingeniería económica podría dar como resultado una cifra no oficial de desempleo del orden del 20% en Estados Unidos cuando el actual fenómeno de restructuraciones esté en pleno régimen.
En toda Europa Occidental no se ha creado ningún empleo nuevo neto de 1973 a 1994.
En los próximos años otros 15 millones de trabajadores y empleados de la Unión Europea tendrán que temer por sus empleos a tiempo completo, casi tantos como figuran en las listas del paro en el verano de 1996.
Alemania 1996, más de 6 millones de personas dispuestas a trabajar no encuentran empleo fijo. Los ingresos medios netos de los alemanes occidentales descienden desde hace 5 años. Por lo menos otros 1,5 millones de empleos desaparecerán en la próxima década.
Desde 1979 hasta 1992 la productividad en Estados Unidos se incrementó en un 35% en el sector secundario mientras la masa laboral se redujo un 15%.
En 1990 el promedio de las ganancias por hora de los trabajadores norteamericanos -sin posibilidad de mando- dentro de las compañías nacionales era el más bajo que en cualquier otro año desde 1965.
Una creciente mayoría de estadounidenses ha descubierto que su verdadero nivel de vida se ha estancado desde mediados de 1970.
Hacia el 2020 la quinta parte más acomodada de la población será responsable de más del 60% de los ingresos percibidos por los norteamericanos; la quinta parte menos favorecida del 2%. En 1990 2,5 millones de ricos recibieron el mismo volumen de ingresos que los 100 millones que se encuentran en la base de la pirámide.
El 50% de los americanos (entre 1979 y 1992) que trabaja a tiempo completo tenía el ingreso por debajo del mínimo para una familia de 4 miembros (13.000  dólares año).
Más de un 35% de los graduados universitarios en fechas recientes, se han visto en la obligación de aceptar empleos que no requerían un diploma universitario (frente a un 15% de hace 5 años).
En Estados Unidos, la caída de ingresos ha sido particularmente severa en los jóvenes. A pesar del incremento en la capacitación promedio, aquellos jóvenes de 25 a 34 años de edad tuvieron un 25% de reducción en los salarios reales (1973 a 1992).
En ninguna otra época desde que se vienen recogiendo datos los salarios reales de los varones norteamericanos cayeron durante un período de 2 décadas. Nunca antes una mayoría de trabajadores norteamericanos había soportado reducciones del salario real mientras el PBI per capita estaba en aumento.
A fines de 1994, para los trabajadores no supervisores, los salarios reales retrocedieron a lo que habían sido a fines de la década de los cincuenta. Medio siglo sin aumentos en el salario real para el trabajador medio no superior. Esto no había sucedido nunca antes en Estados Unidos.
Mientras el PBI per capita ha crecido en 18 de los últimos 20 años, los salarios reales semanales han declinado inexorablemente en 15 de esos mismos 20 años.
En los Estados Unidos el 32% de todos los hombres de 25 a 35 años gana menos que la cantidad necesaria para mantener una familia por encima de la línea de pobreza.
La familia de clase media de un sólo aportante está extinguida.

Veamos ahora algunas consecuencias directas de la reducción del gasto social:

Estados Unidos tiene un 20% de su población calificada como pobre (ingresos inferiores a la mitad del promedio nacional).
Una quinta parte de los niños vive bajo el umbral de la pobreza.
Los salarios por desempleo son prácticamente desconocidos.
La duración media de los preavisos del despido es de 2 días.
El número de americanos que viven en niveles de pobreza en 1992 es mayor que en ningún momento del pasado, desde 1962. Más de un 40% de los pobres de los Estados Unidos son niños.
En la actualidad 1 de cada 3 adultos en Estados Unidos es práctica, parcial o completamente analfabeto.
Más de 20 millones de americanos son incapaces de leer o tienen un nivel de lectura inferior al 50%.
Existen 35 millones adicionales que tienen un nivel inferior al correspondiente al noveno grado.
El 40% de los jóvenes que ingresan a los colleges reconocen que no saben leer correctamente.
El 17% de los jóvenes americanos de 17 años son prácticamente analfabetos.
Estados Unidos tiene un porcentaje de analfabetismo mayor que Polonia.
Estados Unidos tiene una tasa de mortalidad infantil del 10%.
Tiene una tasa de vacunación en un 40% inferior a la de otros países industrializados.
En Estados Unidos no existe un sistema de asistencia sanitaria (médica) generalizada.
35 millones de habitantes no gozan de ningún tipo de seguro médico.
En 1987, 12 millones de niños no estaban cubiertos por ningún tipo de seguro de enfermedad.
En 1992 más de 1 de cada 10 americanos dependían de ayudas alimentarias, el mayor porcentaje desde que los programas fueron puestos en marcha en 1962.
Más de 30 millones de personas mayores se ven forzadas a ayunar. Uno de cada cuatro niños americanos en edad de crecimiento pasa hambre.
El 28,5% de los pobres no tiene ningún tipo de seguro sanitario.
En 1994 el 62% de todas las familias de color correspondían a hogares uniparentales.
Investigaciones en Estados Unidos indican que un incremento de 1% en el desempleo se traduce en un 6,7% en los homicidios, de un 3,4% en los crímenes violentos y de un 2,4% en los crímenes contra la propiedad.
Hay más hombres en prisión o libertad condicional en los Estados Unidos que hombres desempleados.
A fines de la década del 80 el gobierno federal invertía por año la misma cantidad (en moneda constante) en infraestructura que la que había invertido 30 años antes.
El presupuesto de prisiones es mayor en Estados Unidos que el de educación pública.
Más de 80 millones de personas en la Unión Europea ya viven en niveles de pobreza.

Dos cuchillas de la misma tijera, en nombre de la flexibilización y la competitividad se somete al hombre al drama individual de la pérdida del trabajo, de la precariedad, de la baja de salarios y al drama colectivo de la pérdida del estado del bienestar. De allí que Viviane Forrester diga que estamos ante una elección: desocupación o pobreza, aunque finalmente concluya que tendremos las dos cosas. El otro "corte" competitivo se está dando al gasto público. Estados Unidos acepta una gran disparidad de los ingresos. Y considera a la pobreza como un problema particular. Por ello no se inmuta (a pesar de los costos: criminalidad - drogadicción - homeless) al recortar los programas de educación, sanidad, vivienda, indigencia, servicios públicos. Europa tiene una larga tradición social y considera la pobreza como un problema público. De ahí las dificultades existentes a la hora de recortar el estado del bienestar. A ello volveremos en el capítulo sobre competitividad.

Veamos ahora lo que opinan y nos informan los tratadistas sobre "los paganos" de la globalización:

"En esta sociedad norteamericana dislocada, una nueva noción aparece bajo la pluma de los periodistas, sociólogos o especialistas en asuntos criminales: el dualismo. Una noción que parecía hasta ahora reservada a los observadores del tercer mundo, y que servía especialmente para describir determinadas sociedades como Brasil o Sudáfrica. El dualismo es el corte, la segregación fáctica, el "apartheid económico" en vigor en una sociedad que se mueve definitiva y cruelmente "en dos velocidades". Una sociedad donde las diferentes categorías de población viven, de hecho, en dos planetas diferentes que cada año se alejan un poco más uno del otro
Si se define como "pobres" a todos los que disponen de ingresos inferiores a la mitad del promedio nacional, entonces se constata que la población
norteamericana cuenta actualmente con un 17% de pobres, frente a un 5% en Alemania (ex R.F.A.) y los escandinavos, 8% en Suiza y 12% en Gran Bretaña. Algunos expertos llevan la cifra al 20%, y estas estadísticas no toman en cuenta a los inmigrantes clandestinos.
Entre la desventajas de los Estados Unidos, Michael Albert, destaca: la degradación social, el crimen, la droga, la baja participación en las elecciones, el deterioro de los servicios públicos y los homeless.
Un estudio basado en cifras del Congressional Budget Office, publicado en 1989, llegaba a las siguientes conclusiones: "la brecha entre norteamericanos ricos y pobres se ha ensanchado hasta tal punto durante los años ochenta que los dos millones y medio de ricos van a recibir, en 1990, prácticamente el mismo volumen de ingresos que los cien millones de personas que se encuentran en la base de la pirámide".
La participación de los ciudadanos norteamericanos en las elecciones es la más baja de todas las democracias occidentales (dos terceras partes del electorado se abstiene).
El sistema escolar de la enseñanza primaria y secundaria es muy mediocre. El grado de conocimiento de los alumnos de 10, 13, y 17 años se sitúa en la última posición entre los países industrializados.
El 45% de los estadounidenses adultos se muestra incapaz de situar Centroamérica en el mapa, y la mayoría de ellos no sabe donde se encuentran Gran Bretaña, Francia o Japón.
Globalmente, Estados Unidos es de todos los países de la OCDE, el que más gasta en salud, (con más del 10% del PBI). Pero el estado general del sistema es bastante desastroso.
En cuanto a la mortalidad infantil, con una tasa del 10% (el doble que la japonesa), se clasifica actualmente (1989) en el vigésimo segundo lugar del rango mundial.
En cuanto a la tasa de embarazadas adolecentes (de 15 a 19 años) es del 10%, diez veces más altas que en Japon.
Todas estas cifras reflejan la descomposición familiar y la extensión de la pobreza en una sociedad cada vez más atomizada y más dura.
Una quinta parte de los niños americanos viven bajo el umbral de la pobreza.
En 1987, 12 millones de niños no estaban cubiertos por ningún seguro de enfermedad (un aumento del 14% desde 1981).
En Estados Unidos no existe un sistema de asistencia sanitaria (médica) generalizada,  y el gasto público en salud (41%) se sitúa en el nivel más bajo de todos los países de la OCDE", nos dice Michael Albert (ob. cit.).

"En 1960 el director  ejecutivo de una de las 100 empresas no financieras más importantes de los Estados Unidos ganaba 12 veces (antes de impuestos 40) el salario de sus trabajadores. A fines de los ochenta 70 veces el salario de su operario de planta (antes de impuestos 93).
Creciente desigualdad de ingresos de la población en general. Entre 1977 y 1990 el término medio de los ingresos (antes de impuestos) de la quinta parte menos desfavorecida de la población disminuyó casi en 5%, durante dicho período la quinta parte más favorecida aumentó sus ingresos aproximadamente un 9%.
Los destinos económicos de los norteamericanos están comenzando a bifurcarse. Algunos encajan dentro de la economía mundial, otros no tanto.
Entre 1977 y 1990 el ingreso medio del quinto más pobre de las familias norteamericanas bajo casi un 7%, mientras el de las familias más ricas aumentó cerca de un 15%. Esto significa que el 20% menos favorecido de los norteamericanos recibirá en 1990 un 3,7% del ingreso total de la nación, por debajo del 5,5% registrado 20 años antes, el más bajo porcentaje recibido desde 1954. En cambio, en 1990, el quinto más rico recibirá algo más de la mitad de los ingresos de la nación, el más alto porcentaje registrado por el 20% más acomodado de la población. Por su parte, el 5% de los más ricos maneja el 26% del total de la nación, otro record.
La brecha salarial se ha ido ensanchando incluso dentro de las principales compañías norteamericanas.
En 1990, el promedio de las ganancias por hora de los trabajadores norteamericanos -sin responsabilidad de mando- dentro de las compañías nacionales era más bajo que en cualquier otro año desde 1965.
Los salarios de los empleados de la producción rutinaria están en disminución.
En 1990 el término medio de los jóvenes americanos estaban deficientemente educados para competir en una economía mundial de alto valor.......el 17% de los jóvenes americanos de 17 años son prácticamente analfabetos.
La inversión pública en el sistema de transporte nacional (en Estados Unidos) disminuyó en la década de los setenta y se redujo más abruptamente en los años ochenta, hasta  el punto de que la nación invierta solamente el 1,2% de su presupuesto no militar (cerca del 3% de su PNB) en el desarrollo y mantenimiento de la infraestructura. Las inversiones en nuevas estructuras han disminuído más drásticamente del 2,3 del PNB en 1963, a sólo el 1% en 1989.
El repliege del gobierno federal ha sido particularmente abrupto. A fines de la década del ochenta Washington invertía por año la misma cantidad en infraestructura (en moneda constante) que la que había invertido treinta años antes, aún cuando la producción nacional bruta había crecido el 144% en ese intervalo. Las inversiones de capital disminuyeron del 24% del total de los gastos federales en 1960 a menos del 11% en 1991.
La inversión en la educación pública elemental y secundaria ha tenido una trayectoria similar. Hacia fines de la década de los ochenta, las inversiones norteamericanas por alumno (ajustadas a las tasas de cambio vigentes en 1988) estaban por debajo de las inversiones análogas en otras ocho naciones: Suecia, Noruega, Japón, Dinamarca, Austria, Alemania Occidental, Canadá y Suiza.
Si no se hace algo las posiciones de los más acomodados y de los menos favorecidos seguirán distanciándose. Hacia el 2020, la quinta parte más acomodada de la población será responsable de más del 60% del total de los ingresos percibidos por los norteamericanos; la quinta parte menos favorecida del 2%", nos dice Robert  B. Reich (ob. cit.).

"Una creciente mayoría de estadounidenses ha descubierto que su verdadero nivel de vida -así como el valor real de la producción nacional- se ha estancado desde  mediados de 1970. Del mismo modo que ha aumentado la diferencia entre la quinta parte superior y las restantes cuatro quintas partes de la sociedad global, tambien aunque de forma menos espectacular, la quinta parte superior de la sociedad  estadounidense se ha separado del resto.
Los críticos liberales señalan  una creciente herencia de problemas (deuda,  decadencia social, caída de los niveles de vida de la clase media, erosión del liderazgo económico del país, y una presencia militar en el exterior demasiado grande).
Las amenazas a Estados Unidos pueden no venir de las armas nucleares sino de los riesgos  medioambientales, las drogas y la pérdida de la competitividad.
Su riqueza si bien es considerable está desigualmente distribuída, lo que da lugar a inmensos problemas sociales internos; posee grandes déficit en la balanza por cuenta corriente y necesita pedir préstamos exteriores.
Un país en el que -como en este caso- los ingresos semanales reales les han descendido claramente desde 1973, está cada vez menos inclinado a subvencionar siquiera  las necesidades más valiosas.
Gran parte del incremento de productividad de la industria estadounidense de la década de 1990 no ha provenido (como Japón) del aumento de la producción por trabajador existente, sino del cierre de fábricas y el recorte de la fuerza de trabajo.
La lista de dolencias americanas: asistencia médica (37 millones de americanos carecen de seguro médico), el número de pobres (incluso con problemas de salud), las drogas, la delincuencia (incluso las armas en poder de la población) y la educación superior", nos dice Paul Kennedy (ob. cit.). "El desempleo en el mundo ha alcanzado en la actualidad (1993/94) su nivel más elevado desde la gran depresión de los años 30. Más de 800 millones de seres humanos están en la actualidad desempleados o subempleados en el mundo. Esta cifra puede crecer dramáticamente entre hoy y el final de siglo, puesto que millones de recién llegados al mundo laboral se encuentran sin posibilidades de trabajo, muchos de ellos víctimas de la revolución tecnológica que está sustituyendo a pasos agigantados a los seres humanos por máquinas en la práctica totalidad de sectores económicos e industrias de nuestra economía global.
En la actualidad, por primera vez, el trabajo humano está siendo paulatina y sistemáticamente eliminado del proceso de producción. Las máquinas inteligentes están sustituyendo, poco a poco, a los seres humanos en todo tipo de tareas, forzando a millones de trabajadores de producción y administración a formar parte del mundo de los desempleados o peor aún, a vivir en la miseria.
Sólo algunos empleos se crean en el contexto de la economía estadounidense (1994); estos corresponden a los sectores peor pagados y, en general, sobre la base de contratación temporal.
Tan sólo en los Estados Unidos, en los años venideros más de 90 millones de puestos de trabajo de los más de 124 existentes son potencialmente susceptibles de ser sustituídos por máquinas.
La "reingeniería" produce como resultado una disminución del 40% en los empleos de una empresa y el 75% en su masa laboral. Se estima que más del 80% de las personas implicadas en responsabilidades de tipo medio pueden resultar afectadas.
El rápido camino hacia la automatización conduce vertiginosamente a la economía global a un futuro industrial sin trabajadores.
Desde 1979 hasta 1992 la productividad se incrementó en un 35% en el sector secundario mientras la masa laboral se redujo en un 15%.
Como consecuencia de los adelantos en la automatización se pronostica que en los próximos 30 años tan sólo un 2% de la actual fuerza laboral "será necesaria para producir todos los bienes necesarios para satisfacer la demanda total".
La proporción de masa laboral europea empleada en el sector industrial y en el sector servicios se reducirá del 35% actual (1993/94) a un 25% dentro de 10 años, con una posterior reducción de hasta el 15% al cabo de un período de 20 años.
Con referencia al enfoque de Reich y Clinton sobre la reeducación  Rifkin se pregunta: ¿para qué?; y se responde: existen  estudios que afirman: "una gran parte de la gente (que es sustituída por las nuevas tecnologías de la información y de las telecomunicaciones) no estará en condiciones y no dispondrá de la capacidad necesaria para ser reeducados". La dura realidad es que los procesos mentales y las iniciativas que resultan necesarias para gestionar estas máquinas y hacerlas funcionar están más allá de sus posibilidades reales.
Cerca de 90 millones de norteamericanos están tan deficientemente formados que no pueden escribir una breve carta explicando la existencia de un pequeño error en  una tarjeta de crédito, reconocer la hora de salida de un autobus en un sábado cualquiera en una terminal de autobuses o usar una calculadora para determinar la diferencia entre un precio de saldo y un precio normal. En la actualidad, uno de cada tres adultos en Estados Unidos es práctica, parcial o completamente analfabeto.
Para estos americanos, la esperanza de ser reeducados o escolarizados, para llegar a obtener un puesto de trabajo en la elite del sector del conocimiento es prácticamente una quimera. E incluso si los progresos de reeducación y reciclaje a gran  escala fueran puestos en marcha, no existirían suficientes puestos de trabajo de alta tecnología en la economía automatizada del siglo XXI como para llegar a absorber el gran número de trabajadores despedidos.
El único incremento significativo en el empleo entre la gente de color, en los últimos 25 años (USA 1994) se ha producido en el sector público. Más del 55% del incremento neto de empleo de la comunidad de color en los años 60 y 70 se ha producido en la administración.
El subempleo del padre negro ha conducido a la ruptura de la familia de color (se decía en l965). Hoy (1994), el 62% de todas las familias de color corresponden a hogares uniparentales.
Por primera vez en la historia americana los afroamericanos han dejado de ser necesarios para el sistema económico. Con el advenimiento de los procesos automatizados, el negro ha pasado de un estado histórico de opresión a uno de inutilidad. Millones de afroamericanos se encuentran totalmente atrapados en una permanente subclase (no cualificados e innecesarios, el valor de su trabajo se ha hecho virtualmente nulo).
La reingeniería de la economía podría dar como resultado una cifra no oficial de desempleo del orden del 20% (en USA) cuando el actual fenómeno de reestructuraciones esté en pleno régimen.
Cada  vez  más, los trabajadores americanos son forzados a aceptar trabajos marginales para poder sobrevivir.
En la década del  80, las empresas americanas obtuvieron incrementos superiores al 92% en los niveles de beneficios (antes de impuestos y después de inflación). Muchos accionistas han visto como sus dividendos se multiplican por  4 en menos de una década.
En un período de 20 años, entre 1973 y 1993, los trabajadores americanos de "cuello azul" han perdido un 15% de su poder adquisitivo.
En la década de los 80, el sector secundario pudo reducir 13 millones de dólares por hora en salarios, por medio de la eliminación de más de 1,2 millones de puestos de trabajo. En conjunto los americanos ganaron 22 millones de dólares por hora menos que en la década precedente.
En un informe de 1994 se aportan  datos mediante los que se demostraba que el porcentaje de americanos que trabaja a tiempo completo, con unos ingresos por debajo del mínimo para una familia de 4 miembros, alrededor de 13.000 dólares año, alcanzó el 50% entre 1979 y 1992.
Durante la década del 80 los niveles salariales por hora del 80% de la clase trabajadora americana se redujeron en un promedio de un 4,9%.
A principios de los años 70 el trabajador medio de un certificado escolar ganaba alrededor de 24.000 dólares. En la actualidad la misma persona gana unos 18.000 dólares.
El número de americanos que viven con unos ingresos medios ha pasado de un 71% de la población en 1969 a menos de un 63% a principios de la década de los años 90.
La familia media americana sufrió una pérdida de ingresos de alrededor del 2% entre 1989 y 1990. Este declive se hizo mucho más dramático entre aquellas personas con estudios universitarios. Entre 1987 y 1991 los salarios reales (de los trabajadores universitarios) descendieron en un 3,1%.
Más de un 35% de graduados (universitarios) en fechas recientes se han visto en la obligación de aceptar empleos que no requieren un diploma universitario,  frente a un 15% de hace 5 años.
El mercado laboral para graduados universitarios es, en la actualidad (1994) el más pobre desde el final de la guerra mundial.
Dos Américas muy diferentes parecen estar emergiendo a medida que nos acercamos al final del XX,  a los umbrales del siglo XXI. La nueva revolución tecnológica puede terminar por acelerar las crecientes tensiones existentes entre los ricos y los pobres y más tarde dividir la nación en dos campos completamente incompatibles y cada vez más enfrentados. Los signos de desintegración social se hallan en todas partes.

Aportando pruebas estadísticas:
El número de americanos que vive en niveles de pobreza en 1992 es mayor que en ningún momento del pasado, desde 1962. Más del 40% de los pobres de Estados Unidos son niños. La tasa de pobreza entre la población afroamericana supera el 33%, el 29,3% de los hispanos y el 11,6% de los americanos blancos.
En 1992, más de 1 de cada 10 americanos dependían de ayudas alimenticias, el mayor porcentaje desde que estos programas fueron puestos en marcha en 1962.
Más de 30 millones de personas mayores se ven forzadas regularmente a ayunar. Uno de cada cuatro niños americanos en edad de crecimiento pasa hambre.
El 28,5% de los pobres no tienen ningún tipo de seguro sanitario. 35,4 millones de americanos se hallan sin cobertura sanitaria en 1992.

El nuevo ejército en la reserva:
Los trabajadores temporales, con bajo contrato y a tiempo parcial representan en la actualidad (1994), más del 25% de la masa laboral de los Estados Unidos. Más del 35% serán eventuales hacia el año 2000. Ello generará economías por el equivalente del 45% de la totalidad de pagos efectuados por la empresa a sus empleados a tiempo completo con contrato indefinido.
Los trabajadores temporales a tiempo parcial ganan, en término medio, para trabajos similares entre un 20% y un 40% menos que el trabajador a tiempo completo.
Los trabajadores temporales y la subcontratación constituyen el núcleo de la actual masa laboral eventual, es decir, millones de americanos cuyo trabajo se puede usar y tirar al instante y a un precio mucho más bajo que la fuerza laboral permanente.
Investigaciones en Estados Unidos indican que un incremento de un 1% en el desempleo se traduce en un 6,7% en los homicidios, de un 3,4% en los crímenes violentos y de un 2,4% en los crímenes contra la propiedad.
Más de 80 millones de personas en la Comunidad Europea ya viven en niveles de pobreza", nos dice Jeremy Rifkin (ob. cit.).

 "En toda Europa Occidental no se ha creado ningún empleo nuevo neto de 1973 a 1994. Durante el mismo período los Estados Unidos generaron 38 millones de nuevos empleos netos, aún cuando tienen un tercio menos de población. Si bien había tenido índices de desempleo de casi la mitad de los registrados en los Estados Unidos en los años cincuenta y sesenta, a mediados de la década de los noventa Europa ha duplicado los índices de desempleo de los Estados Unidos (10,8% contra 5,4% en marzo de 1995). Si se incluyeran en las estadísticas aquellos europeos que han salido de la fuerza laboral pero están en edad normal de trabajar, el porcentaje de la fuerza laboral europea que está desempleado sería por lo menos del 20%.
En los Estados Unidos  el PBI real per cápita (una vez corregido por la inflación) aumentó un 36% de 1973 hasta mediados de 1995, pero los salarios reales por hora de los trabajadores no supervisores declinaron un 14%, y los salarios reales semanales un 19% para los trabajadores no supervisores. En la década de los ochenta todos los aumentos de salarios fueron para el 20% superior de la fuerza laboral y el 1% superior acumuló un sorprendente 64%llegar la desigualdad antes de que el sistema se derrumbe?.
Si se analizan los ingresos en lugar de los salarios, el 1% superior obtuvo aún más - el 90% del aumento total de ingresos.
 

 Cambio de los ingresos y salarios reales

1973 - 1992

 

Quintil

Salarios anuales de los trabajadores full-time 

Ingresos Hogar/familia

inferior

 - 23% 

- 3% 

segundo

- 21%

- 3%

tercero

- 15% 

- 0,5%

cuarto

- 10%

 6%

superior

10%

16%

                           
Las caídas de salarios han sido particularmente severas para los jóvenes. A pesar del incremento en la capacitación promedio, aquellos jóvenes de 25 a 34 años de edad tuvieron un 25% de reducción de los salarios reales.
De 1978 a 1993 la brecha en los aportes jubilatorios de los empleados varones con estudios secundarios incompletos y aquellos con títulos universitarios casi se triplicó.
En ninguna otra época desde que se vienen recogiendo datos de los salarios reales medios de los varones norteamericanos cayeron durante un período de dos décadas. Nunca antes una mayoría de trabajadores norteamericanos había soportado reducciones del salario real mientras el PBI per cápita estaba en ascenso.
A fines de 1994, para los trabajadores no supervisores, los salarios reales retrocedieron a lo que habían sido a fines de la década de los cincuenta. Medio siglo sin aumentos en el salario real para el trabajador medio no supervisor. Esto no había sucedido nunca antes en Estados Unidos.
Mientras el PBI real per cápita ha crecido en dieciocho de los últimos veinte años, los salarios reales semanales han declinado inexorablemente en quince de esos mismos veinte años.
En los Estados Unidos el 32% de todos los hombres de 25 a 35 años gana menos que la cantidad necesaria para mantener una familia por encima de la línea de pobreza.
En Estados Unidos se estima en 600.000 individuos desamparados o "sin hogar" en una noche y en 7.000.000 durante un período de cinco años.
Hay más hombres en prisión o libertad condicional en los Estados Unidos que hombres desempleados.
Los nacimientos a nivel mundial desde 1960 a 1992 entre mujeres no casadas de 20 a 24 años casi se han duplicado y entre las mujeres de 15 a 19 años  se han cuadruplicado.
La familia de clase media de un sólo aportante está extinguida.
A comienzos de los años noventa la brecha salarial entre el decil superior y el decil inferior estaba creciendo en 12 de la 17 naciones de la OCDE, que llevaban estos registros, un aumento en proporción de 7,5 - 1 en 1969 a 11 - 1 en 1992", nos dice Lester Thurow (ob. cit.).

"Del american dream al american downsizing.
En los albores del siglo XXI los estadounidenses afirman que el sueño de prosperidad y seguridad se ha convertido en un sueño imposible de alcanzar.
La mayoría de los americanos no cree en las estadísticas oficiales. Quizás sea debido a que la población conoce que según las estadísticas haber trabajado una hora en una semana ya se cuenta como empleo, y porque saben que los que pierden su empleo vuelven a trabajar, pero siempre por más horas y por menos sueldo, no cuenta en los relucientes índices estadísticos de ocupación.
En la actualidad, son mayoría los analistas que aseguran que todos los que realizan actividades rutinarias y repetitivas, ya sea en finanzas, manufactura o cualquier otro tipo de operación, está seriamente amenazado de despido. Que se va a hacer de ellas en el seno de las corporaciones ya está decidido: se va a prescindir de ellas, sin que sea posible un retroceso de estas tendencias.
El antiguo sueño americano ha pasado a mejor vida. Hoy el hombre blanco de mediana edad con casa en las afueras tiene muy a  menudo un trabajo temporal y paga la hipoteca  con la misma dificultad que la universidad de sus hijas, lo que le obliga a comerse sus ahorros.
En una época donde más del 10% de los graduados de Harvard de la clase de 1958 está en paro, gente con menos cualificación tiene poco que esperar.Desde 1980, una tercera parte de los hogares americanos cuenta con un miembro de la familia en desempleo. Durante la mayor parte de los años 80 aproximadamente 1 de cada 25 trabajadores perdió el trabajo. En los años 90 la cifra ha aumentado a 1 de cada 20.
Según la encuesta del periódico The New York Times, el 93% de los trabajadores despedidos trabajaría más horas por el mismo salario; el 80% tomaría menos vacaciones; el 71% aceptaría menos beneficios médicos; y el 44% aceptaría salarios más bajos.
En los años noventa, los medios de comunicación informaban: "uno de cada seis jóvenes de 17 años es analfabeto funcional, y uno de cada diez americanos no puede leer ni entender el menú de McDonalds".
En 1993 un estudio federal mostraba que la mitad de los adultos estadounidenses no tenían los conocimentos suficientes para escribir una nota en inglés sin cometer un error, o entender el recorrido de un autobus leyéndolo en los indicadores", nos dicen Mercedes Odina y Gabriel Halevi (ob. cit.).

"Despues de 1973 mientras el aumento de la productividad declinaba (en Japón), el de los salarios disminuyó hasta casi interrumpirse en 1990. En realidad durante la década del 80, el promedio de crecimiento salarial fue tan sólo de un 1,5% anual, mientras que la productividad fue del 4,3%. De manera que con el incremento del comercio, el nivel de vida en Japón ha declinado. El crecimiento salarial de Japón tuvo que mantenerse bajo para que sus exportaciones aumentaran", nos dice Ravi Batra (ob. cit.).

"El verdadero huracán. Alemania 1996. Más de 6 millones de personas dispuestas a trabajar no encuentran empleo fijo. Los ingresos netos medios de los alemanes occidentales descienden desde hace 5 años. Y esto no es más que el principio. Por lo menos otro millón y medio de empleos desaparecerán en la próxima década sólo en la industria, se pronostica; además probablemente uno de cada dos  puestos de trabajo en los cuadros medios de dirección. La industria va a seguir los pasos de la agricultura. En el fondo la producción ofrecerá sueldo y pan a un pequeño porcentaje de la población activa.
En los próximos años otros 15 millones de trabajadores y empleados de la Unión Europea  tendrán que temer por sus empleos a tiempo completo, casi tantos como figuran en las  listas del  paro en el verano de 1996.
Sólo en Alemania, más de 4 millones de puestos de trabajo corren grave peligro. Con eso el porcentaje de paro podría más que duplicarse, pasando del 7,3 al 18%.
Desde 1989, las estadísticas recogen en Alemania un claro ascenso de la criminalidad, la violencia es una posibilidad de rehuír el estres y la competencia. El abismo entre ricos y pobres se profundiza. En vez de "bienestar para todos" se impone por doquier "la revuelta de las elites"", nos dicen Hans-Peter Martin y Harald Schumann (ob. cit.).

Actualicemos la información sobre Japón citando -parcialmente- dos artículos periodísticos publicados en agosto de 1998:

"Con la crisis financiera se acabaron repentinamente los viajes a Hawai y Europa; el turismo nacional; la compra de cámaras de vídeo, ordenadores, aparatejos electrónicos varios; los cursos de inglés en academias privadas y la religiosa renovación, cada tres años, del coche familiar. Se termina así el sueño del asalariado vitalicio.
Yukio Fukudome, de 48 años, es un ex empleado de cargo medio de una compañía aseguradora que quebró en noviembre de 1997, víctima de la debacle financiera. Este oficinista de toda la vida encarna el perfecto parado japonés, uno más de los cerca de tres millones de desempleados japoneses.
Casado, padre de una hija de 23 años, que acaba de terminar sus estudios universitarios y que ha comenzado infructuosamente a buscar empleo, no encuentra trabajo en el sector de los seguros porque las empresas extranjeras que han tomado el relevo de las difuntas corporaciones japonesas sólo contratan personal menor de 45 años.
Como antídoto al paro, Fukudome se suma a los cientos de tokiotas que, después de enviar sus currículos y de entrevistarse con los jefes de personal de las compañías, acuden a los "cafés medusa", donde por la compra de una taza de café se sientan a contemplar los magníficos acuarios repletos de peces de colores y medusas, dispuestos especialmente para relajar a los clientes.
Las estaciones  de metro de Tokio han abierto salas de masajes en las que por una módica cantidad los afectados por la crisis pueden recobrar el ritmo cardíaco. Las clases de "kiko", una técnica oriental destinada a proyectar la energía mental, encuentran también adeptos de entre la masa de desempleados. Son cursos y técnicas baratos, asequibles incluso a quienes experimentan la ruina económica.
Los cerca de 40.000 dólares de ingresos anuales medios son hoy parte de un pasado próspero. El presupuesto familiar de los Fukudome, quienes han tenido que mudarse a un piso mucho más pequeño en la periferia de Tokio, alcanza los 2.000 dólares en un país con un elevado coste de la vida en el que los ingresos medios por hogar son de más de 6.500 dólares y el gasto medio por familia en alimentación en un mes supera los 1.330 dólares.
Hace tres meses que Fukudome dejó de percibir el seguro de paro y la familia vive de los ahorros de dos décadas de trabajo. En Japón, el estado asegura el pago de seis meses de desempleo y, aunque muchas compañías han ofrecido jubilaciones anticipadas a sus empleados, la quiebra repentina de sociedades ha pillado por sorpresa a una gran cantidad de personas.
Según los datos compilados por la Agencia Nacional de Policía durante 1997, los suicidios por endeudamiento aumentaron el 24,78%; los suicidios por problemas económicos en las empresas aumentaron un 23,64%, y aquellos relacionados con la ruina individual experimentaron un alza del 10,34%, respecto de 1996. En general, hubo un total de 24.391 suicidios, la peor estadística de la década.
En abril, el número de bancarrotas se disparó a 1.700, siendo el sector de la pequeña y mediana empresa el más afectado. En contraste, durante el mismo mes, pero de 1988, el número de bancarrotas era de 955. Se estima que la cifra de parados por esta razón alcanza al millón de personas.
En junio, más de un millón de personas recibieron ayudas económicas por desempleo, una cifra que no se registraba desde 1976. El aumento con relación al mismo mes del año anterior fue de casi 200,000 personas, un 23% más.
Según informaciones oficiales, las autoridades laborales niponas estiman que durante este año la partida de seguros estatales por desempleo registrará un déficit de más de 4.660 millones de dólares, el quinto año consecutivo con números rojos.
La magnitud del problema del paro y la quiebra económica personal en Japón la representaron hace unos meses dos pequeños empresarios que se suicidaron en un hotel, colgándose de las rendijas del aire acondicionado en habitaciones separadas. Los dos eran avalistas mutuos. Uno de ellos dejó una nota a su mujer, antes de partir al destino de su muerte, en la que manifestaba que no podía soportar la ruina económica. El otro, se suicidó sin declaraciones, de la misma manera silenciosa en que la ciudadanía del país afronta la peor crisis económica desde el término de la II guerra mundial".

"Las empresas de Japón despidieron a un 9,5% de sus trabajadores. Los sectores más afectados entre 1994 y 1997 fueron los de telecomunicaciones, electrónica y banca.
Las grandes empresas japonesas han dejado en la calle al 9,5% de sus trabajadores en el período que va desde 1994 hasta 1997, debido a las dificultades económicas que atraviesa Japón, indicó el instituto privado Toyo Shoko.
A lo largo de 1997 la destrucción de empleo en las grandes empresas afectó especialmente a las compañías de telecomunicaciones, con 36.700 puestos menos, seguidas de las de electrónica (14.300), banca (12.900), y siderurgia (8.700), según  informa  Efe.
En el estudio preparado por Toyo Shoko, 1.725 empresas informaron que, a finales de 1997, daban empleo a 4,89 millones de personas. Esta cifra supone un 2,5% menos que en 1996 y un retroceso de 9,5 puntos porcentuales respecto a octubre de 1994.
El 70% de las empresas japonesas ha abierto un proceso de reestructuración que incluye, entre otras medidas, el envío de parte del personal a sus filiales y la puesta en marcha de programas de jubilación anticipada".

Quisiéramos reflexionar, brevemente, sobre algunos aspectos que hacen a la crisis individual de la persona sometida a la dramática situación social y económica descripta anteriormente.
¿Puede el hombre vivir en un estado de inseguridad permanente?. ¿Tiene capacidad para absorber la extraordinaria angustia que le produce estar sin trabajo?. ¿Hasta donde puede resignar ingresos?. ¿Habrá siempre alguno dispuesto a aceptar una remuneración menor?.

Podríamos a modo de ejemplo plantear un pequeño relato (teatralizado) de lo que sería una selección para cajera de supermercado. Perfil: mujer, 22/25 años, con estudios secundarios. Remuneración 800 dólares al mes.
Se presentan 450 candidatas. Avanza la selección. Cuando se tiene visualizada una candidata que reúne los requisitos (llamémosla Srta. A), aparece otra (llamémosle Srta. B) que no sólo reúne los requisitos anteriores sino que además es graduada universitaria y acepta las mismas condiciones laborales. Se elige a B y se descarta A. Pero luego aparece la Srta. C, que además de universitaria habla inglés. Se elige C y se descarta B. Así podríamos seguir. Final de la historia por 800 dólares  al mes, se selecciona para cajera de un supermercado a  una joven con título universitario, dos idiomas y el materno, flexibilidad de horario y experiencia anterior.
Pequeñas historias de estas hay miles. Y siempre con igual final.

Otra variante de la "depresión competitiva" -aunque no lo quieran ver así- ha sido la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Ha sido la fórmula -indirecta- utilizada para eliminar -casi extinguir- la familia de  clase media de un sólo aportante. Con el argumento reivindicativo del feminismo -justo, por otra parte- posibilitaron la formación e independización de las mujeres poniéndolas en igualdad con los hombres a la hora de competir en el mercado laboral. Con una sola variante -la madre de todas las batallas- un salario del orden del 65/70% del que perciben los hombres. Una sociedad consumista "in extremis", un hombre sin empleo, o con uno regular o malamente remunerado; o en su caso, bien remunerado pero insuficiente para alcanzar la calidad de vida que el mercado "incita", lleva a la mujer -preparada y "suficientemente" motivada- a salir a buscar empleo.
A partir de ahí, estaban dadas las condiciones para que las nuevas "espaldas mojadas" -cualquiera fuera su rango- compitieran, sin saberlo, con sus esposos u otros esposos con un costo -en esa época- del 50%. Así el capitalismo "logró" dos trabajadores por el precio de uno.
Si nuestro relato suena catastrofista o machista -en sutil sospecha- de algunas lectoras, veamos lo que dice un artículo periodístico de reciente publicación (2/8/98):

"A Canadá le va a salir muy caro haber discriminado salarialmente durante años a las mujeres contratadas por el Gobierno Federal. La cifra está aún por determinar, pero la factura oscilará entre 2.000 y 3.330 millones de dólares. Esa es la cantidad que se les debe en concepto de salarios no pagados, más los intereses, durante los últimos 14 años en que las mujeres cobraron sueldos inferiores a sus compañeros masculinos que realizaban el mismo trabajo.
La decisión del Tribunal de Derechos Humanos de Canadá,  afecta a casi 200.000 mujeres que, según el citado tribunal, han estado recibiendo sueldos que violan la Ley de Derechos Humanos de Canadá de l978............
La sentencia del tribunal puede tener un efecto dominó al sentar precedente aplicable a todas las empresas reguladas federalmente tales como compañías estatales, aerolíneas, bancos y compañías telefónicas..........

En un recuadro el mismo artículo señala:
El último informe del Consejo Económico y Social (CES) determina que el salario de las mujeres españolas supone sólo un 72,7% del que perciben los hombres..............
Las mujeres con estudios universitarios cobran un 64,9% del salario que reciben los hombres en esa situación............

¿Qué esperanzas puede tener un joven que se inicia en el mercado de trabajo?. ¿Y una persona de 45/55 años que pierde el empleo?. ¿Puede hacer algún tipo de planes quien vive de contrato precario en contrato precario?. ¿Puede casarse?. ¿Puede comprar una propiedad con crédito hipotecario?. ¿Puede funcionar así la sociedad de consumo?. ¿O lo único que queda son los consumos de "evasión": alcohol y droga?.

Pareciera que el capitalismo (o turbocapitalismo, como lo llaman Hans-Peter Martin y Harald Schumann) se está destruyendo a sí mismo. Aunque  probablemente los que hoy están "danzando en el Titanic" estén en los botes salvavidas antes que choquemos contra el iceberg.

¿Todos seremos trabajadores del conocimiento o trabajadores de McDonalds?. ¿Los robots fabricarán los productos y los hombres serán camareros de otros hombres?. ¿Será eso la sociedad del ocio?. ¿Así deben ser las cosas?.

Dice Francis Fukuyama: "que el bienestar de una nación, así como su capacidad para competir, se halla condicionada por una única y penetrante característica cultural: el nivel de confianza inherente a esa sociedad".
Nos preguntamos, que confianza podemos tener hoy en una sociedad que nos niega el trabajo, una remuneración digna, educación, sanidad, acceso a la vivienda, seguridad, y nos dificulta o condiciona la alimentación, la libertad, el transporte, la información, la comunicación, el arte, la democracia, la justicia, la solidaridad, y la identidad cultural.

¿En quién debemos tener confianza?. ¿En los golden boys (por aquello de que "algo caerá")?. ¿En el capitalismo que sustituye al estado?. ¿A la economía social?. ¿O al abismo?. Ese abismo que cada vez amplía más la distancia entre ricos y pobres y que amenaza con tragarse el sistema.

El freno capitalista y la mano invisible del mercado han ahogado toda posibilidad de aproximarse al ideal liberal de igualdad sin dominación. Dominados por el miedo no atinamos siquiera a reclamar ni la más mínima igualdad.
Probablemente Adam Smith, hoy, los hubiera corrido del templo.

¿Cómo decirles a nuestros hijos que muy posiblemente -aunque estén más cualificados que nosotros- tendrán peores trabajos y ganarán menos?.
¿Cuánto tiempo puede mantenerse el sistema ante el continuo aumento del número de desocupados y ante el estancamiento del nivel de vida de los que trabajan?, pregunta C. Castoriadis.
¿Puede la competencia gobernar el planeta?, pregunta el Grupo Lisboa.
¿Cuánto falta para que los tittytainment o el zappingantropo apague el televisor y comience el derrumbe?.

Habrá llegado el momento -tal vez- cuando la desesperación supere al miedo.

En apenas una generación hemos pasado de ser hippies, a ser yuppies, para terminar siendo solamente. yonquis.
Actualmente los hijos del Nintendo, súbditos del Tamagochi, han sustituido la autoestima por la autoagresión. Apesebrados, clónicos con resignación ovina, víctimas propiciatorias del becerro de oro, asisten resignados al canibalismo de mercado.

Antes de pasar al próximo capítulo, vamos a dejar planteado un tema para la reflexión o mejor para el debate.

¿Y si todo este proceso de globalización -por parte de la multinacionales- tuviera como fin último sustituir -en gran parte- a consumidores maduros -y saturados de productos- de los países desarrollados, por consumidores nuevos -y ansiosos de productos- de países menos desarrollados?.
 

Desde los orígenes del fordismo, la idea base del capitalismo era, que el trabajador ganara lo suficiente, y durante el suficiente tiempo, como para transformarse en la piedra angular, de lo que dio en llamarse la sociedad de consumo. Los ricos tienen un alto poder de consumo y desde ya son adquirientes de muchos bienes. Pero nunca, salvo en productos de lujo, representan un alto porcentaje en la facturación de las empresas. El gran mercado lo forman los millones de consumidores anónimos. Los que no son ricos ni famosos. Los millones de operarios, administrativos, funcionarios, pequeños empresarios, profesionales, pensionistas, y otros, que empujan el carrito del supermercado, "tiran" de la tarjeta de crédito, e incrementan su colesterol con fast food.
La mecánica operativa era, dar trabajo e ingresos a gran parte de la población, para que la misma consumiera, "todo lo que le echen", las empresas.
¿Que llevó a las empresas a desarmar este esquema?. ¿Los altos costos de la mano de obra, la continua presión e interferencia de los sindicatos, la inflexibilidad laboral, la competencia de empresas instaladas en regiones con menores costos, los deseos de mayor rentabilidad en menor plazo, una actitud de venganza por los años de aceptación y silencio -como mal menor- ante el peligro comunista?
Más allá de los motivos operativos -algunos de los cuales analizaremos en el capítulo sobre competitividad- lo concreto es que el paro y las menores remuneraciones llevan -in extremis- a una disminución de la capacidad de consumo de la población en cantidad (consumidores) y en calidad (dinero).
Algunas empresas podrían pensar en compensar -y superar- la pérdida de mercado interno, con el mercado externo. Pero el mercado externo de estas empresas, es - ni más, ni menos- el interno de otras -o aún peor de las mismas- en el tercer país; que para mas "inri" podrían estar actuando del mismo modo. O sea que la competitividad podría estar reduciendo el mercado interno de los dos países.
Si los mercados -maduros- internos se reducen, ¿cual puede ser el beneficio de llevar la producción a países poco desarrollados -no maduros-, si no se puede aprovechar la exportación, como sustituto de la producción interior abandonada?
Con criterio global -más allá del caso a caso particular empresario-, la explicación que nos gustaría se reflexione o se debata, es, si no se estará apostando por "generar" mercado, en países con bajo costo de mano de obra. Sería como recrear la sociedad de consumo donde nunca existió.
Si la hipótesis es cierta, la producción en regiones con bajo costo, no sería principalmente para exportación -que también-, sino para desarrollar el mercado interno. Éste sería -tal vez-, el mayor interés que "despierta" el mercado asiático, fundamentalmente China.
 

Si nuestra hipótesis es correcta, el tema no tiene retorno. Para los trabajadores de los países desarrollados sería un "drama sin final". Por más que se flexibilicen, las empresas no volverán. Además de trabajadores caros, son consumidores maduros. En otros lados hay, trabajadores baratos, y consumidores ansiosos.
Aunque la mentira nos la van diciendo "de a poquito" no logran compaginar la idea y el pensamiento con la coherencia y la honestidad.
Por más bajo que sea el costo de producción en los países desarrollados, muy poco podrían exportar a los países en desarrollo, si sus habitantes no tienen poder de consumo; y de eso se trata, dar trabajo -con mínima remuneración tolerable- a millones de "nuevos" consumidores potenciales que todavía tienen que descubrir las "delicias" de la sociedad de consumo. Los nuevos "tontos útiles" del capitalismo (global).
China, India, África (?)......... miles de millones de habitantes...... miles de millones de "nuevos" consumidores.......si y sólo si tienen "algo" de dinero para hacerlo. Ese algo se lo están dando las multinacionales. Y además se quedan en ventaja para competir, en lo que se pueda, en el mercado desarrollado, mientras dura.
Habría alguna razón -histórica- de justicia para tantos países postergados, sino fuera porque la pobreza "nunca se acaba" y sólo están llamados a ser una etapa -transitoria- en el devenir competitivo del mercado libre. Visto el impacto humano de la globalización, pasemos al siguiente capítulo a comentar, otros costos del crecimiento sostenido. Los efectos no deseados -aunque irresponsablemente tolerados- del mercado global.

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