HISTERIA Y GOCE FEMENINO

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Leticia Hernandez Valderrama.
Profesor asociado B, T.C., en la UNAM,
Campus, Iztacala en el área de psicología social aplicada.  

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No hubo identidad con tu persona
en tu trabajo, ni en tu vida diaria,
pase olvidada casi como escombro,
afectando mi ser y mi palabra…

Blanco.

RESUMEN

La histérica existe, insiste y persiste. Y en su persistir nos encontramos sus crisis nerviosas, en su ceguera, en su sordera, en sus contorsiones, en sus vómitos, en su no poder avanzar un paso más, en el no poder salir o sentir la asfixia en lugares cerrados, en su afonía, etc., síntomas puestos en el cuerpo de un saber inconsciente. Así Freud, en su contacto con las histéricas descubre el camino del inconsciente. La histérica se crea un deseo insatisfecho. La falta en tanto constitutiva del deseo está articulada a través de una demanda con el Otro, definido como lugar simbólico del lenguaje. El deseo de la histérica revela la naturaleza general del deseo de ser deseo del Otro. Es ahí donde a través de la presentación de un caso pretendo ilustrar algunos de los tropiezos de la histérica a través de sus preguntas, de sus quejas, de la carga de una historia que atormenta su relación de pareja y de madre que se realizan en torno al deseo, al amor, al sexo y a su eterno enigma sobre la femineidad.


ABSTRACT.

The histerical exists, insists ans persists. In it’s persisting we found it’s nervous crisis, in it’s blindness, it’s deafnes, it’s contursions, it’s vomits, it’s incapability to go one more step beyond, the unabless to go out, or feel asphyxia in closed places, in it’s aphonis etc.. synthoms positioned on the unconscious knoowledge’s body. The histerical makes an unsattisfied desire, The lack, constitutive ot this desire, it’s jointed though the request with the other, defined as the language’s simbolic place.
The desire of the histerical reveals the general nature of the willing to be the other’s desire, There is the place where I pretend to illustrate, though the presentation of a case, some of the stumbles ot the histerical through it’s questions complaints, the history’s burden that tortures it’s couple’s abd mother’s relationships that are realied around the desire, love sex, and the eterrnal enigma about the femineity.
 

Me pregunto ¿por qué sufro tanto? ¿por qué siento tantas ganas de llorar? ¿por qué lloro tanto? ¿cuál es la tragedia que me hace tanto sufrir? ¿qué es lo que ignoro de mí, qué los otros saben? ¿cómo es que saben hacerme sufrir -a caso lo saben o lo quieren-? ¿quién me quiere? ¿quién se la juega conmigo o por mí?, sólo él, y sin embargo me quejo tanto de su forma de amar?, creo que mi problema es él, ¿pero acaso puedo ver el problema que le puedo representar yo?; o tan sólo ¿soy yo la que quiere sufrir o es que soy la que más ama?, ¿por qué sufrimos tanto las mujeres?.

Articular el saber psicoanalítico y la vida amorosa inevitablemente nos conduce a interrogar la experiencia clínica, a los textos de Freud y Lacan.

Hagamos un poco de historia para ubicarnos:

Freud es el primero que plantea a la histeria como concepto teórico. Ya que en tiempo remotos Thomas Syndeham dice: Todo en la histérica es irregular, pone de rodillas el saber médico. La histérica apunta a señalar una vida sexual insatisfecha, Kahim Papyrus señala a las histéricas como a animales deseos, que se irritan y enfurecen. Es algo que está escondido y no se ve. Hipócrates por su parte sólo menciona que se debe a movimientos del útero que son como marcas demoniacas en el cuerpo, manifestadas como convulsiones. La mujer en el siglo XVIII y XIX era conectada a lo demoniaco ya lo más familiar: y lo más familiar es la mujer.

La histérica desde los comienzos del psicoanálisis ha oscilado entre la caricatura y el elogio; de ello dan cuenta los analistas que en nombre de la teoría escribieron sobre el cuerpo parlante de las histéricas.

Freud será el primero en dar una nueva lectura al saber médico sobre el síntoma histérico, a ese goce del síntoma que la histérica ha hecho, y del cual a la vez que puede ser una queja también encierra un goce. Lacan hace un retorno a Freud y con ello una nueva lectura, donde logra capturar una de las preguntas básicas del psicoanálisis en relación con la histeria: ¿qué es una mujer?.

Ahora bien regresemos a las preguntas con que inicié, las cuales frecuentemente escuchamos en un análisis, ya sea como pregunta, o a veces como queja. La histérica se interroga y se interrogará siempre sobre el deseo, el amor y el sexo, y promoverá esa misma interrogación, ya que representa un saber sobre lo que no se sabe, un saber en el cuerpo que en realidad ella ignora. Enigma que convoca a la búsqueda de respuestas. Dejar hablar al enigma, no llenar de saberes…

Así nuestra intención será hablar brevemente sobre puntos cruciales de la histeria. No obstante, hablaremos más de la histérica que la histeria, haciendo alusión a que generalmente cualquier reproche que habitualmente se le hace a las mujeres tiene que ver con las características de la histérica, en ocasiones haciendo incluso alusiones caricaturescas de la feminidad, con sus mejores o peores rasgos acentuados y deformados. Esto lo haremos a través de la presentación de un caso donde retomaremos una serie de interrogaciones que como en el inicio escuchamos sobre el deseo, sobre el amor, el sexo, el goce y el misterio de la femineidad.
 

CASO ISABEL

Isabel tiene 34 años, esta casada con Antonio de 41 años. Tiene tres hijas de 18, 17 y 13 años. Llega por una gran angustia que no puede controlar y comenta en la primer entrevista: "a partir del 8 de agosto yo me puse mal, sentí que me ahogaba, he tenido de presión 100 - 140, después me bajo a 80 - 120. Posteriormente me volví a poner mal, desesperada, me puse como loca. Siempre tengo una sensación como de angustia de que cuando como, algo no puedo pasar, de que algo se me va a atorar. Fui a ver a varios médicos, me han hecho muchos estudios y todos los resultados fueron negativos.

La relación con mi esposo es mala, siempre ha estado llena de insultos, de un constante correrme de la casa, de todo me culpa, no puedo ver a nadie y si llego a ver a alguna amiga es a escondidas. Él dice que me salgo a putear.

- Yo le pregunto que si su esposo tiene alguna razón para decirle eso:

Ella responde: Bueno sí el pasado; cuando nos conocimos fue en un lugar no propio […] "me conoció en un cabaret, […] era yo prostituta". ¨Él tenía su novia, nos veíamos y nos enredamos sin compromiso [ …] nos atrajimos. Fueron tiempos muy feos, nos insultábamos, [ …] él seguía en lo mismo con mujeres y amigos. Después nació mi hija la gûerita que es de él (la de 13 años). Yo pensaba dejarlo por que él se iba a casar con la que era su novia.

Paralelamente conocí a otra persona que me compró una casa para mis hijas y para mí. Nos fuimos a vivir ahí, entonces Antonio me buscó y me propuso que nos casáramos al día siguiente. Nos casamos al tercer día por los prenupciales.

Antonio era gerente Administrativo de la Coca cola, dice que lo corrieron por culpa mía. Yo le digo que fue por que " era un borracho " que llegaba siempre tomado y no trabajaba. Yo empecé a trabajar en la maquila de la costura. A partir de allí Antonio me decía que me tocaba mantenerlo. Él decía que me saliera a putear [ …] " Le mente la madre y él me agredió mucho ".

Regresé a mi antiguo trabajo y tomé la bebida. Me críe en un cabaret. Para mí era una forma natural de vida y de sostenerme. Sin embargo por tomar tanto, perdí la casa, mis alhajas, mis muebles [ …] perdí todo.

En otra sesión comenta : " [ …] Yo no quería casarme, porque la esposa siempre hace todo y no recibe nada. Yo siempre había tenido puros hombres en mi cama que me daban dinero y regalos, sin embargo, me sentía muy sola, ninguno de ellos se preguntaba que sentía o si lo deseaba, creo que ni yo misma lo sabía. Sólo pensaba en Antonio, tomaba y me perdía, así ya no sufría, me sentía más capaz, más mujer, deseada, codiciada por los hombres, porque siempre fui grandota y con mucha chiche. Siempre le di muchos problemas a mi mamá porque siempre fui muy "puta " - eso decía ella -. Ahora dice que soy una " puta con suerte ", porque Antonio siempre me busca, aunque nos hemos peleado y separado, siempre regresamos. Ahora tenemos 12 años de casados y 17 de conocernos, dependo económicamente de él, vivimos con ciertas comodidades, él generalmente tiene dinero e incluso ha ayudado a mi familia cuando han necesitado dinero.

En ocasiones he soñado que lo golpeo, que me saco la lotería y le "relleno la boca de dinero". Sé que Antonio es muy guapo y aunque nos hemos peleado, golpeado e insultado, etc. "¡es lo mejor que me ha pasado en mi vida!" . En las buenas y en la malas sólo él me ha respondido.

En otra sesión menciona que con el tránsito vehicular siente que algo se le sale y que puede reventar - " Siento que voy a reventar, a explotar ". Por otro lado comenta que a Antonio le gusta llevarla a la comunidad de donde él es, y donde conocen la historia de Isabel; para que los demás vean que sí pudo con una puta y que además hizo vida con ella. Hubo un tiempo que me costaba trabajo tener relaciones con él. Cuando él me tocaba yo sentía que me burlaba porque el gozaba y yo fingía y si él no se sentía satisfecho, yo tenía problemas.

Sesiones posteriores menciona que cuando sale ya no se siente tan angustiada, que de hecho hay momentos que ni se acuerda. A la vez dice: "creo que me enferma ver a Antonio como un corderito con los demás, débil de carácter, pero conmigo es muy macho, es como si nunca pudiera alcanzar a tener confianza en mí, me agrede y amenaza sobre si algún día lo llego a engañar".

El duda y ella se queja porque él nunca la vestirá bien porque otro la puede ver o ella querer que otros la volteen a ver. Sin embargo, yo sí veo a otros hombres y no se antojan. Lo único que no me gusta de Antonio es que me agreda e insulte. Me doy cuenta de cuantas cosas malas he hecho, por lo que ahora no me tiene confianza. Pero también sé que me quiere mucho, sino, no me hubiera aguantado tanto y supongo que yo también, aunque no se si eso sea el amor, creo que nunca nadie me ha querido, ni siquiera mi mamá y me cuesta mucho trabajo identificar o saber lo que es el amor, por mi parte sólo sé lo que siento. Antonio dice que puede hacerme creer que me quiere, pero sus metas son otras.

En la última sesión que asiste dice que como ya no tiene esa angustia y ahora puede salir tranquilamente, Antonio "ha decidido" que el tratamiento terminó ya que tiene problemas económicos por lo que no podrá darle más dinero y por el momento tendrá que interrumpir.

Isabel se pregunta por el deseo de los hombres por una mujer pública, ¿Qué es lo que los hombres buscan? Qué es lo que ella buscaba en cada encuentro: sentirse deseada, sentir que ella sabía como satisfacer a un hombre, incluso a sus padrastros, de los cuales fue víctima de varias violaciones y después continuó teniendo relaciones con ellos.

¿Porqué menciona que una esposa da todo y no recibe nada? Ella sentía recibir el dinero y las caricias, el deseo de esos hombres pero no el amor.

Ella como toda histérica se interroga sobre el deseo corporal, y en lo que tiene que ver con el amor. Ya que no se trata de entregar sólo el cuerpo por momentos breves a desconocidos que pagarán sus caricias, y de ¿Cómo sostener una relación que participe del deseo y del amor, no sabe qué cosa es y cómo se combina, pues ello conlleva una función femenina que quizás otra mujer sepa cómo hacer ésta combinación.

Cuando los hombres se quejan con ella sobre sus esposas, sobre la calidad de sus relaciones y de que ellas dan todo y no reciben nada, se rompe para ella la posibilidad de ser una esposa como cualquier otra. Ser una esposa santa o ser una puta que reciba, y que reciba qué? Pues si se ubica en una posición recibe una u otra cosa, pero no todo, siempre faltará algo. Isabel al igual que toda histérica fantasea que hay otra mujer que si sabe como hacer esa combinación, pero que a la vez ella no soportaría saber.

Que la esposa de todo y no reciba la ha llevado a entender que su propia madre haya tenido varias parejas buscando ser amada y que se condene al pasar al estatuto de esposa, ella tampoco recibirá todo, ni todo el amor.

Por la histeria de Isabel, Antonio se mueve entre el respeto y la agresión, degradándola de "mujer santa" a "mujer fácil" y de esta forma acceder a ella y sus placeres.

Nada puede esperar Isabel de Antonio como el príncipe azul que la amará y respetará hasta que la muerte los separe. Es la catástrofe, la caída de una ilusión por la cual Isabel podría acceder al misterio de la feminidad. Ella misma sabe al vivirse como mujer fatal que habrá una insatisfacción del deseo, y por lo tanto sólo la posibilidad de un deseo: el deseo de tener un deseo insatisfecho, o se es esposa y nada recibe o se es puta y al amor no existe.

Ahora bien esto nos hace recordar a Freud cuando habla del sueño de la hermosa carnicera y su deseo de tener un deseo insatisfecho. Recordemos que la hermosa carnicera intuye que no hay una relación puntual entre el deseo y su satisfacción. Isabel sabe hasta que punto puede interesarle a su marido una mujer santa -como era la novia a la cual abandonó estando a punto de casarse- o una mujer como ella que le ha brindado placer sexual, una mujer alejada de la moralidad que lo ha amado en medio de una relación muy tormentosa.
 

¿Es posible que esa novia fuese amada por lo que no tiene o lo que no es? y que Antonio se sintiera de momento satisfecho por tener a este objeto valorado (su novia), pero que al mismo tiempo pudiese desear tan fuertemente a un objeto desvalorizado como era Isabel y que esto lo llevara a optar por ella abandonando a la otra. Pero que al mismo tiempo Isabel no sepa en que lugar se ubica y menos ante los comentarios desvalorizantes que le profiere su marido para sostener su deseo. Reservándose un lugar para la insatisfacción de ambos,

Allí estará siempre el deseo, dejar de ser una prostituta para ser una esposa (es decir, renunciar a la búsqueda del deseo del otro) Y con ello al intento de conocer la relación basada en otro principio: el del amor.

Sin embargo, ha quedado atrapada en la interrogación sobre el deseo, arrastrando los testimonios de los hombres del pasado sobre una eterna insatisfacción. Ella trata de huir de ser percibida como una mujer de deseo lujurioso. El haber cambiado de condición la lleva a intentar ser fiel. Ella tuvo una ilusión de llegar a ser completa al casarse. Es decir, de desplazar su falta. Cosa que no ocurrió, ahora sabe que su búsqueda continúa. Siempre existirá un lugar para la insatisfacción, lugar que puede estar ocupando sus síntomas de angustia al salir a la calle, al dejarse ver, miradas que la pueden atrapar, el sentir que algo puede salírsele, que algo dentro de ella puede estallar, algo que tendrá que ver con esta historia que la atormenta y que como consecuencia la desubique de la posición social que ahora ocupa.

Vemos en este caso que Isabel sufre al igual que toda histérica de "mal de amores", sufre demasiado cada que se separa de Antonio y en cada reconciliación vuelve a ilusionarse. Ha vivido de ser deseada, se ha empeñado en ser el falo. Y aquí nos preguntamos ¿si es ser o poseer el falo? Creo que en efecto, serlo para otro, para la mirada siempre fascinada de los hombres que la buscaban, que deseaban su cuerpo, sus caricias, ella tenía lo que a sus esposas les faltaba, poseía a sus hombres y tenía los encantos que ahora ofrece a Antonio, y sin embargo teme algún engaño, ¿teme o sabe? De las traiciones de él, cuando él le afirma que sólo aparente quererla.
 

¿Ser o tener el falo?

Aquí nos encontramos con el dilema de ser o tener el falo como un misterio de la femineidad.

El dilema es quizá pensar en ¿Cómo se sitúa Antonio frente a Isabel? Es su víctima o su verdugo, es impotente o es violador. El dilema de serlo ya que no puede tenerlo. Recordemos que en un primer tiempo del Edipo en la niña y el niño se ubican como el falo de la madre, pero en un segundo momento descubren la castración de ella. En el niño el complejo de castración se refiere al temor de perder el pene. Para la niña es la envidia del pene: no lo tiene y quiere tenerlo. En otro momento va aparentar serlo (esto es propio de la histérica), a veces cayendo en situaciones caricaturescas al vivir tratando de erigirse en falo.

Freud descubrió este estadio fálico en la niña como chica-falo. Ante el hecho de no tenerlo ella pretende "serlo". Y al tratar de serlo dice Freud, se mantiene en una identificación imaginaria con el falo de la madre -narcisismo fálico-.

Este creer serlo, hizo que Isabel se luciera frente a los hombres seduciéndolos, incluso haber aceptado tener relaciones con uno de sus padrastros -desposeyendo así a su madre de su hombre-. Donde sus llamados a los hombres no era en la búsqueda de un pene como fetiche del falo, sino el de ofrecerse como portador de él.

El enigma del encuentro de los sexos tiene por objetivo buscar en el otro al falo. M. Torres menciona: "La mujer porque no lo tiene, buscará en el hombre el pene que aparecerá fetichizado como falo [ …] El hombre que teniéndolo, tampoco lo tiene, fetichizará el cuerpo de la mujer y buscará el falo en ella bajo diferentes formas: desde la virginidad hasta la prostituta. El falo entonces estará entre ambos".

Isabel sabía su coartada, el cómo disfrazarse de prostituta, es decir, portar atributos fálicos como fetiches femeninos: el maquillaje, la ropa interior y exterior, etc., disfrazándose así de falo y creyéndoselo. Ella tenía a los hombres y recibía lo que las esposas no recibían [ …] el deseo de sus maridos. De ahí que siempre oscilaba entre sus fantasías de mujer deseada y sus constantes caídas depresivas de desolación amorosa -incluida su vida actual-.

Pensemos brevemente otro aspecto de Isabel: su maternidad, ella ha tenido tres hijas con la que no ha tenido un apego tradicional, las ha dejado abandonadas por el alcohol, las ha maltratado física y psicológicamente, y ahora las dos mayores viven con su mamá, sólo la más chica por ser hija de Antonio vive con ellos. Las hijas no han sido obtenidas como regalo, no han ocupado el lugar de falo imaginario, porque al igual que ella en su condición de mujer, tendrían un falo un tanto defectuoso como ella lo fue para su madre insatisfecha.

Por otro lado, cómo poder ocupar las hijas el lugar de falo imaginario, si para ella era más fácil actuar como poseedora de él, y así presentarse a los hombres. El considerar esto la hubiese llevado a caer en situaciones de culpa y responsabilidad que ella no podía considerar en esos momentos. Ahora puede reconocer muchos errores y se culpa y atormenta por el sufrimiento que les causo a sus hijas. Esto le ha permitido ver la situación imaginaria en la que ella se manejaba, ahora sabe que no es ni ha tenido el falo, fue usada como objeto de satisfacción, ya que el amor siempre estuvo en otro lado, siempre ausente. En el caso de Antonio el pasado les ha servido para atormentarse toda su vida de casados.

Este caso nos permite explicarnos una situación muy crítica para la histérica como parte de un dilema femenino: la pérdida del serlo o del tenerlo y con ello dejar de ser la mujer codiciada, rodeada de hombres que aspiren a ella. Isabel no puede dejar de preguntarse ¿qué es ser una verdadera mujer que atraiga a los hombres y que pueda recibir y sostener en ellos tanto su amor como su deseo?. Es esta pregunta que tampoco la histérica puede contestarse, es una pregunta que, creen, otra mujer si podrá contestarse o que quizá la respuesta esté entre otra mujer y un hombre.
 

¿Qué representa el síntoma?

Recordemos que para Freud (1982), el síntoma histérico, que la mayoría consideraba de simulación, es de hecho una pantomima del deseo inconsciente, una expresión de lo reprimido. El síntoma se definirá más justamente como la expresión de un cumplimiento de deseo y la realización de un fantasma inconsciente que sirve al cumplimiento de ese deseo. En esta medida, es el retorno de una satisfacción sexual que ha estado por largo tiempo reprimida.

Lacan, por su parte, comienza por decir en 1958 que el síntoma "va en el sentido de un deseo de reconocimiento, pero este deseo permanece excluido, reprimido". Lacan destaca que el síntoma no es el signo de un disfuncionamiento orgánico, como lo es normalmente para el médico y su saber médico: "viene de lo Real, es lo Real". El síntoma no es una verdad que dependa de la significación. Y si es la "naturaleza propia de la realidad humana".

Lacan responde a la pregunta por la femineidad que hace la histérica con un: "no-toda", lo que resulta poco convincente para ella que se juega al "toda o nada" oscilante, siempre provisional y anhelante de una definitividad que sella para siempre el estatuto de "la mujer". Por lo que la histérica tiende a buscar respuestas a sus interrogantes, ubicando el saber en un amo que pueda responder sin ambigüedad a la pregunta por el ser de la mujer. En nuestro caso, Isabel pregunta, quiere respuestas, saber cómo y qué hacer que le permita mejorar su relación, acceder al amor, a sentirse plena en su maternidad para poder ejercerla con responsabilidad. Por otro lado, asiste a grupos religiosos, lee la Biblia, lee libros, etc. Busca un saber que siempre fallará para decir la verdad y que estará en relación de disyunción con el objeto que es causa de su deseo, con el plus de goce, con la verdad que movilizará su discurso.

Braunstein menciona en su libro del Goce que: "la histérica va por el mundo, así, insegura de su identidad, tratando de definir quién es, cuál es su nombre propio (ese nombre propio que "le importuna"), mimando diferentes identidades que se confunden con roles (sociales, teatrales), a la pesca de lo que es deseo en el Otro para identificarse con el objeto de ese deseo y alcanzar así una identidad fantasmática [ …] Repitiendo permanentemente la pregunta dirigida en primera instancia a la madre: ¿qué es ser una mujer y cómo goza ella? [ …] ".

Ahora bien pensemos que en la pareja de Antonio e Isabel está garantizado el goce para ambos. Ellos tienen un deseo que es en esencia, un deseo insatisfecho. Uno será el síntoma del otro. En Antonio existe el desafío permanente para gozar con el síntoma, síntoma privilegiado "de todo hombre", qué es esa mujer. Ser el hombre que posee los secretos de goce femenino, del goce de Isabel que supera a otros hombres; él supo poner un límite al supuesto goce de Isabel en relación a otros hombres cuando era prostituta, el la sacó de esa vida -recordemos parte del discurso que Isabel cuenta cuando él quiere llevarla a su comunidad- ¿qué es lo qué quiere que vean los demás: ¡el que él pudo con una puta!, que él fue más hombre para contener el misterio del goce de Isabel, separándola así del resto de los hombres. Por otra parte, si ella es la representante de un goce dudoso que estaría más allá del falo, él puede satisfacerse con la convicción que la vida de pareja parece aportarle de que no hay otro goce más que el suyo, el fálico. Las constantes escenas de celos, desconfianza y agresión, montan el escenario desvalorizante de inaccesibilidad para ambos, donde él encuentra su motivación para hacer de cada acto sexual un escenario de violación y estupro y ella de víctima o de mujer que conoce los secretos de la mujer para proporcionarle placer al hombre.

Y como dice Braunstein: "La ausencia y la indiferencia ante el deseo elevan al goce a la condición de un absoluto inalcanzable con lo cual se consuma la hazaña de gozar al cuadrado por el hecho (en el lecho) de gozar de no gozar. Y es que el deseo no falta sino que, en ella, está insatisfecho pues ella no se engaña, pide el falo y sabe, bien y muy bien, que el pene no es sino un simulacro descartable, incapaz de asegurar el goce. Su partenaire es, más allá del varón, el Padre primitivo, dueño de un goce irrestricto, no sometido a la castración". Ella comprueba una y otra vez la castración del Otro y recibe de esa castración el propio valor fálico. Él con su constante actitud, mantiene ese pasado presente, que atormenta, pero que también hace gozar a Isabel.

Por todo esto y de acuerdo con Braunstein: "el deseo de la histérica es un deseo sin objeto y esencialmente insatisfecho sin objeto es la falta en el Otro y esto es lo que insaciablemente pide, consuma y consume. Pero de tal falta en el Otro no puede tener sino manifestaciones dudosas, palabras que son tan inciertas como la poca seguridad que puede conceder a su propia sinceridad. El costado Sin Fe de su palabra se proyecta sobre la palabra del Otro. La duda exige pruebas de coherencia y consistencia, pruebas que no hacen sino alimentar la desconfianza.

En suma, entendamos que la histeria es una metáfora del goce femenino, donde el síntoma histérico y el goce del síntoma aparecen como una ficción y no como una verdad. Donde la mujer es la que castra y se queda con el miembro del hombre, pues no hay garantía de goce ahí, sino que imagina y fantasea que es en la relación con el padre completo, no castrado donde ella podrá obtener todos los placeres.

Así Isabel siempre en falta, siempre en queja, siendo siempre víctima de todos, cuando ahora lo que intenta es ser una buena madre y esposa. Esta alma bella que siempre cree ser la histérica -Isabel no es la excepción-. Este es parte de su fantasma actual y de su queja. Esto tiene que ver con lo que Lacan menciona en relación al goce, a ese goce que falta, ese goce que falla y que no deja de no escribirse, goce que viene del superyó como orden imperativo, como goce fálico, como goce del Otro. Donde ella vivirá atrapada en su goce en síntomas que hablarán sin decir, por el saber como inconsciente, que sólo a través de un análisis podrá develar su esencia y consistencia. No para dejar de sufrir, sino para poder vivir afrontando de otra manera su historia.
 

BIBLIOGRAFIA

Freud, S. (1979), "Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad" (1908), en Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, Tomo IX,

Freud, S. (1979), "Apreciaciones generales sobre el ataque histérico (1909), en Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, Tomo IX,

Krell de, I. (1991), La escucha, la histeria, Buenos Aires, Barcelona, México. Paidós, Col. Psicología profunda.

Lacan, J., 1975, Escritos 2, México, Siglo XXI

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