BALANCE NEGATIVO DE LA GIRA DEL PAPA

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Julio Algañaraz VATICANO CORRESPONSAL


En las cumbres vaticanas se comenta discretamente que la peregrinación del Papa a Brasil de hace una semana "fue mala" en el aspecto de la participación popular de los fieles, en los dos grandes encuentros en San Pablo y en la misa de la mañana del domingo 13 en el santuario de Aparecida, que inauguró la V Asamblea de los obispos latinoamericanos agrupados en el CELAM. Las multitudes acudieron, pero fueron apenas un tercio de los fieles que se esperaban. Una señal inquietante.
Sin embargo, esto no fue lo peor de la gira. Quedará como momento negro de la visita un concepto que representa una falsedad histórica resonante: "El anuncio de Jesús y de su Evangelio
no comportó una alienación de las culturas precolombinas, ni una imposición de una cultura extranjera".
España, Portugal y la misma Iglesia Católica, aceptan un hecho histórico incontrovertible: millones de indios fueron exterminados tras la llegada de los conquistadores europeos. La cruz de la Evangelización y la espada de la Conquista actuaron unidas en una misma estrategia colonizadora que diezmó muchas poblaciones indígenas y avasalló sus culturas.
Benedicto XVI dejó estupefactos a los 176 delegados de la V Asamblea de los obispos latinoamericanos con esta afirmación. Todos recordaron que Juan Pablo II, al celebrar el comienzo de la Evangelización del Nuevo Mundo
pidió también perdón por las terribles injusticias que sufrieron los indígenas que habitaban lo que es hoy la América latina y el Caribe por el genocidio realizado en nombre de Cristo durante la colonización.
El Papa no recibió a ninguna delegación de los indígenas, en vistoso contraste con su predecesor polaco, quien durante sus giras por Brasil se reunió siempre con los representantes de los nativos precolombinos.
Los traspiés del Papa habían comenzado el mismo día de su llegada, el miércoles a bordo del avión que lo transportaba a San Pablo. En una improvisada conferencia de prensa, Benedicto XVI respondió a una pregunta, equivocándose. Dijo que "sí" que estaba de acuerdo con la excomunión de los 46 parlamentarios de Ciudad de México que habían votado dos semanas antes en favor del aborto. Después sus ayudantes aclararon que él no quería excomulgar a personas que no lo habían sido por el Arzobispado de la capital mexicana.
En su gira, en la que se esforzó por acercarse a la gente pese a su timidez y carácter amable pero distanciado, Ratzinger eligió la reafirmación de sus posiciones tradicionales.
Pidió a los jóvenes católicos
respetar la castidad y defender la virginidad prematrimonial. Atacó el aborto, el divorcio y los anticonceptivos, en un país donde los chicos y las chicas hacen su primera experiencia sexual antes de cumplir 16 años.
En ningún momento puso en el centro de sus reflexiones las especificidades latinoamericanas. No sólo la miseria y la pobreza sino además la desigualdad y las iniquidades sociales, que sufre una mayoría de católicos (en el continente americano reside más de la mitad de los fieles de todo el mundo).
El Papa se refirió a ellas, pero nunca colocó los dramas y las lacras sociales latinoamericanas en un contexto renovador del mensaje evangelizador.

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