VIOLENCIA URBANA Y PTSD

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Este trabajo fue presentado a la ocasión del IICVP-2000


Hate Cannot Drive Out Hate
Darkness cannot drive out darkness; only light can do that. Hate cannot drive out hate; only love can do that.
Hate multiplies hate, violence multiplies violence, and toughness multiplies toughness in a descending spiral of destruction...
The chain reaction of evil--hate begetting hate, wars producing more wars--must be broken, or we shall be plunged into the dark abyss of annihilation.
~Martin Luther King, Jr., Strength To Love, 1963.

 

 

ABSTRACT

En nuestro medio actual, se ha registrado desde hace ya algunos años un incremento importante en las diversas formas de la violencia urbana, bajo diferentes modalidades. Las víctimas de esta situación varían desde quienes han padecido accidentes de tránsito, hasta víctimas de ataques directos en la vía pública (robo, agresiones diversas, lesiones etc.)

 

Esto ha originado una respuesta que en muchos casos cumple los criterios para ser considerado un verdadero cuadro de stress postraumático (PTSD. Esta es una sus imágenes.

Estábamos preparando algunas de las presentaciones para este congreso y al momento de realizar lo que vamos a comentar ahora, surgió un trabajo nuestro relativo la conferencia que diéramos en el Congreso Mundial de estados depresivos a mediados del año pasado, sobre el mismo tema. Al leerlo, por alguna razón la información dada en ese momento, ya sonaba pasada, o repetida.

 

La violencia, por alguna razón deja de ser noticia. Leemos por un lado un crimen publicado en primera página de los diarios, pero en un país vecino, creando nuevamente la ilusión de un fenómeno lejano. Pero los de nuestro medio, no merecen la misma figuración,... ¿ no tendremos ese problema, pasará en otras partes?

Al igual que otras formas de violencia, el terror era en otra parte. Ahora ya desde otro lugar, es parte de una extraña “globalización” de la violencia. Ya no vemos en una serie violenta, crímenes, sino que ocurren enfrente nuestro y muy frecuentemente somos víctimas.

En otra de las charlas, nuestra colega y amiga, la Dra. Silvia Bentolila, nos habla, también de otro fenómeno, aparentemente de otras culturas, de otros lugares, pero que ahora también nos pertenecía (los ex combatientes argentinos).

Con la violencia urbana pasa otro tanto. Hasta hace algunos años quienes ejercíamos como psiquiatras o simplemente médicos, frente a una población infantil o a sus padres, nos dedicábamos a discutir y casi diríamos a la luz actual, sobre la violencia televisiva. Ya en esa época la asociación americana de psiquiatría infantil, revelaba aproximadamente lo mismo que dice ahora, que el “problema“ de la permanencia frente a la violencia en las pantallas era:

“.....

• volverse "inmunes" al horror de la violencia;

• gradualmente aceptar la violencia como un modo de resolver problemas;

• imitar la violencia que observan en la televisión;

• identificarse con ciertos caracteres, ya sean víctimas o agresores.”

Hoy esa misma violencia ha sufrido en nuestras sociedades (desde ese único lugar posible nos referimos), una modificación fundamental: no ocurre lejos, y no es ficción.

Quizás entonces nos referiremos a algo que hemos comenzado a ver desde hace ya algún tiempo, y son los individuos que presentan un real trastorno de ansiedad, que como tales son derivados, y que al realizar las primeras entrevistas diagnósticas se revela como un paciente que padece estrés postraumático (TPET-PTSD). Finalmente, ya no necesita haber sido sobreviviente de una guerra, atentado, avión caído, o varias de las causas tradicionales de este cuadro. Es de notar al pasar que se tiende frecuentemente en forma actual, a hablar cada vez más de espectro del trauma, y a pensar menos en alguna única patología, enfermedad o trastorno como respuesta a esta situación. Es decir existen como titulamos a esta mesa, múltiples imágenes del trauma. Entre ellas también causas.

Entre las causas de PTSD encontramos las relativas a aquellas en la que nuestra integridad física está comprometida en forma directa o indirecta, real o imaginaria. Dentro de aquellas relativas a la violencia sobre el individuo, tenemos las acciones contra la sociedad en general, guerra, atentados, racismo (Sud África se ha desarrollado mucho el área del trauma), violencia doméstica o familiar.

Entre aquellas relativas a lo que es llamado delito y en particular aquellos que ocurren contra el individuo o contra la propiedad y el individuo, ha habido un incremento que las mismas estadísiticas no alcanzan a manifestar.

Una noticia en titulares catástrofe nos anunciaba el año pasado:

 

En el país se denuncia un robo cada 45 segundos
De un informe del Ministerio de Justicia también surge que se cometen cuatro asesinatos por día
Citamos textualmente:
“se está denunciando un robo cada 45 segundos en la Argentina, y ocurren 4 asesinatos por día.
”la tasa de delincuencia en todo el país aumentó un 65 por ciento en los últimos 5 años. En 1994 se cometió un delito cada 55 habitantes y, al ritmo actual, este año habrá un delito cada 34 personas.”

“sólo se denuncia un tercio de los que ocurren.
“En la ciudad (Buenos Aires) se registran 363 denuncias por robos cada día, y ocurre un asesinato día por medio.
”En los tres primeros meses de este año alguien denunció un delito cada 30 segundos en algún lugar del país.
”...el resultado final eriza la piel: significa que en algún lugar del país se cometería un delito cada 10 segundos...”

Asimismo las estadísticas oficiales dicen que:

Estadísticas de la dirección Nacional de política criminal 1999- Rep.Aregntina

¬723.731 hechos

Incremento de:

¬­Delitos contra las personas (8,30% más en el segundo semestre)

¬­Homicidios dolosos (5,86%).

¬Distribución desigual en el territorio

 

En nuestro medio y en el mundo, el ingreso masivo a la modalidad delictiva con armas de fuego y compromiso de la vida, ha hecho que se cambie la respuesta social y psicopatológica frente al problema, es decir al igual que en la guerra o en un desastre natural la posibilidad concreta de compromiso de la vida es evidente. A esto le llamó un titular americano “el juego de las lágrimas”

En nuestro país, todos tenemos alguien conocido o hemos padecido algún episodio de violencia sobre el individuo. En algunas zonas del gran Buenos Aires inclusive, ha provocado cambios importantes en los aspectos sociales[1].

Existen entonces varias lecturas necesarias para comprender la magnitud y extensión de cuadro. Varían desde la pura estadística, la de la sensación psicológica, la llevada por los medios y la individual en la cual el individuo va construyendo esa realidad. A su vez quizás en el otro extremo la neurobiológica. Las áreas encefálicas relacionadas con las respuestas violentes son asimismo relativas a las de estrés. Los fármacos, o los productos que se adjudican son en ambos casos los mediadores serotomimérgicos.

Hemos pasado desde los aspectos anecdóticos, a la estadística y mencionamos al pasar la neurobiología. Al presentarlos juntos queremos una vez más reforzar la idea de unidad de la psique, en la cual el mismo sistema amigdalino que va a tener un aspecto fundamental en el desarrollo del cuadro, es aquel que cumple funciones particulares en el recuerdo del trauma, parte central del mantenimiento del trastorno. Es decir el trauma no solo existe en la percepción concreta y real de peligro sino en la información y la sensación que atrapa a una sociedad, expresada en estas estadísticas alarmantes. Dicho al pasar la respuesta de alarma será la otra variable neurobiológica a considerar en la comprensión, diagnóstico y especialmente tratamiento del cuadro.

 

Algunas de las respuestas posibles al trauma son también las siguientes:

Trauma

• Respuestas de duelo
• PTSD
• Estrés Agudo
• Tr. De Adaptación
• Adicciones
• Depresión
• Ansiedad generalizada
• Violencia familiar etc.

Hace algunos años se le preguntó a un especialista en trauma que era el PTSD, y el brevemente comentó, “ cuando el terror no se detiene”.

Estos pacientes viven muy frecuentemente en diferentes formas de respuestas que en general son invalidantes a largo plazo. Evolucionan o se acompañan de verdaderos cuadros de fobia ( agorafobia usualmente, y también fobia social).

 

Las características del estrés agudo o del TPET no serán aquí repetidas, ya que son conocidas y por otro lado serán expuestas por mis otros colegas. Sin embargo podemos agrupar algunas de las respuestas encontradas de la siguiente manera:

1- Elementos Comportamentales
Evitamiento de la situación ligada al trauma e.g. Conducir

2- Cognitivos
¬ Cogniciones Intrusivas, revivir
¬ Anhedonía, abulia, desapego, restricción de la vida afectiva
¬ Anticipaciones negativas(porvenir)

3- Fisiológicos: activación persistente
¬ Dificultades para conciliar o mantener el sueño
¬ Hipervigilancia
¬ Respuestas exageradas de sobresalto

4- Sociales:
¬ Aislamiento.

 

El tratamiento también estará íntimamente relacionado con estos factores, como veremos en otra presentación.

Finalizando citaremos un caso clínico que fue aquel que hace algún tiempo nos hizo pensar en la necesidad de la inclusión en la práctica de la pregunta sobre este tipo de experiencias traumáticas.

En nuestro centro recibimos, debido a sus características, una derivación importante de población extranjera. En este caso se trataba de una niña francesa de 7 años, que presentaba según su docente un ADD, y se la derivaba para medicación. Debido a la población particular se plantearon otras preguntas habituales relativas al desarraigo y al conflicto cultural a fines de descartar factores antes de etiquetarla con la patología que traía. Diversos elementos de la serie fóbica eran frecuentes, pero en un momento escucha un timbre y se sobresalta, perdiendo evidentemente toda atención en el discurso, le pregunté simplemente y por alguna razón no clara para mí, si el timbre de su casa era parecido y me comentó que si que una vez que su papá tuvo que entrar a su casa y la puerta estaba trabada y le dio mucho miedo porque entró gritando (y me muestra, me escenifica, una reacción de inmenso terror frente a un grito imaginario). Le pregunto si le da miedo que su padre grite, (nuestra psicóloga había encontrado en el dibujo de la familia la misma imagen) y me dice que los gritos le hacen acordar los gritos de su hermana cuando los encerraron en un placard. Ante mi sorpresa me revela como su casa fue tomada por asaltantes quienes las amenazaron constantemente de muerte.

Existe una interesante página llamada falling Angels, en la cual se hace el paralelo entre las víctimas de situaciones traumáticas y el ángel caído, que cae a la realidad, que la misma invade en forma inesperada y brutal su vida que hasta ese momento vivía en un estado angelical. Esta niña y en general los menores victimas de situaciones traumáticas nos han parecido ser eso ángeles caídos.

 

En conclusión:
Las reacciones frente a la violencia de todo tipo son múltiples y esto ha sido solo un intento de introducirlos a la escucha de un hecho que creemos menos considerado pero sin duda más frecuente, y ante el cual existe la necesidad de entender las variables de presentación a fin de su mejor abordaje. Al mismo tiempo entender que al igual que las víctimas de otro tipo de violencia (la sexual por ejemplo), existe en algunos casos la imposibilidad de revelar la situación traumática.

El estar atento a esto como una causa posible de trauma puede permitirnos elaborar también nuevas estrategias terapéuticas, en las cuales se integren diferentes elementos. 

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