LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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1      PROLOGO

2      ANTECEDENTES

2.1      EL TRATADO DE VERSALLES Y EL TRATO A LOS VENCIDOS

2.2      LA EUROPA DE ENTREGUERRAS

2.2.1       Austria.

2.2.2       Checoslovaquia

2.2.3       Hungría

2.2.4       Yugolavia

2.2.5       Grecia y Turquía

2.2.6       Italia

2.2.7       Polonia.

2.2.8       Francia

2.2.9       Alemania

2.3      De cómo Alemania comienza su recuperar su sitio en la política europea

2.4      De como un antiguo cabo y aspirante a pintor se hizo con el poder en una Alemania en crisis

2.4.1       Alemania y la crisis de 1929

2.4.2       El acceso al poder

2.4.3       Actitud de Europa frente al nuevo régimen

2.5      Japón y la ocupación de China

2.6      Austria (Dolfuss), Italia (Mussolini) y Alemania (Roehm)

2.7      Muerte de Hinderburg

2.8      De como se produjo el rearme alemán con la aquiescencia de las potencias europeas

2.8.1       La paridad aérea

2.9      La invasión de Abisinia por Italia.

2.10        La provocación alemana y la respuesta europea.

2.11        El eje Roma-Berlín.

2.12        La guerra civil española

2.13        La anexión (ocupación) de Austria

2.14        Checoslovaquia y los acuerdos de Munich

2.15        La ocupación de Checoslovaquia

2.16        El Tratado de no agresión Ruso-alemán, y la cuestión polaca (Danzing, el corredor polaco)

3      El ataque a Polonia

3.1      La organización de Polonia bajo el régimen nazi

4      REACIONES DE FRANCIA E INGLATERRA

4.1      Declaraciones de guerra

4.2      El cuerpo expedicionario inglés en Francia

4.3      Preparativos de la guerra marítima

4.3.1       El Graff Spee y el combate del Rio de la Plata

4.4      La guerra ruso-finesa

4.5      Noruega y Suecia

4.5.1       La ocupación alemana de Noruega

5      ¿DESTINO?: PARÍS

5.1      El avance alemán

 

1         PROLOGO

A lo largo de la Historia han existido acontecimientos, que por su magnitud, trascendencia e importancia han ejercido una gran fascinación tanto a estudiosos como a curiosos. La Segunda Guerra Mundial es uno de ellos.

La Segunda Guerra Mundial está inevitablemente unida a ascenso de nazismo y su abominable ideología, a la figura de Hitler, odiado por unos, fascinante para otros, y al exterminio de millones de personas a causa de su raza, religión o ideal.

Su importancia aumenta cuando observamos sus consecuencias: guerra fría, división en bloques, zonas de influencia... todo ello derivó en el mundo que conocemos actualmente.

Como todo hecho histórico, su estudio no debería centrarse únicamente en su desarrollo, sino que es necesario ahondar en sus antecedentes y explicar como influyeron sus consecuencias.

Por ello mi intención es exponer como a partir del final de la 1ª Guerra mundial, la política de los vencedores en relación con Alemania fue creando las condiciones necesarias para el nacimiento del nazismo, favoreció su popularidad en Alemania y permitió el desenlace del denominado periodo de entreguerras en el conflicto bélico más  influyente que ha conocido la humanidad.

 

2         ANTECEDENTES.

2.1      EL TRATADO DE VERSALLES Y EL TRATO A LOS VENCIDOS 

1918. Francia y Alemania firman el armisticio que pone fin a la 1ª Guerra Mundial “la guerra que ha de acabar con todas las guerras”.[1]

 En el Tratado de Versalles, las potencias vencedoras, considerando culpable a Alemania del conflicto decidieron imponerle unas cláusulas de reparaciones económicas que debía pagar a cada una de las potencias victoriosas. El pago de estas cláusulas, injustas en su naturaleza y en su cuantía, será un factor determinante en la política del periodo de entreguerras, por cuanto Estados Unidos y diversos países le concedieron créditos para la condonación de esta deuda. Como se analizará posteriormente se producirá una relación directa entre estos créditos, el crack del 29, la crisis económica de Alemania y el aumento del malestar en Alemania y el advenimiento al poder del nazismo y de Hitler.

Otros de los puntos a los que hace referencia el Tratado de Versalles era la sustitución del régimen imperial en Alemania por uno republicano, cuya capital fue fijada en Weimar. A pesar de la derrota, en Alemania subsistía un importante estamento militar que gozaba de gran influencia entre amplios grupos de la sociedad y que no habría puesto todo su afán en ayudar a un régimen monárquico de carácter democrático si así se hubiese acordado, pero con la proclamación de la República de Weimar se sintieron traicionados y su actitud de continuo enfrentamiento al nuevo régimen supondrá un caldo de cultivo para posteriores acontecimientos.

La cuestión del desarme alemán también fue tratada en Versalles, y junto a la destrucción del armamento, el hundimiento de la flota se acordó la reducción del ejército germano hasta la cifra de 100.000 soldados, que, según el artículo 170 debían permanecer en el ejército al menos durante 12 años. No se la permitió disponer de aviación y únicamente pudo disponer de una mínima cantidad de barcos de pequeño tonelaje a modo de escuadra.

 

2.2      LA EUROPA DE ENTREGUERRAS.

Tras la 1ª guerra mundial y la Paz de Versalles se produce un nuevo orden europeo que es conveniente analizar para mejor comprensión de los acontecimientos venideros.

Este nuevo orden se caracteriza por la desaparición de tres grandes imperios tradicionales: el ruso, el austro-húngaro y el alemán.

En el este aparecía la Rusia bolchevique, considerada una potencial amenaza por las democracias occidentales, y envuelta en una guerra civil con los últimos seguidores del régimen zarista (apoyados por Francia y Gran Bretaña)

 

2.2.1      Austria.

El antiguo Imperio Austro-Húngaro será desmembrado. Aparecerá una Austria con fuertes sentimientos pangermanistas (que serán aprovechados por Hitler). La nueva situación parecía propicia para que se realizase el sueño de unirse a la nueva república alemana, como ella de corte socialista, pero en lugar de ello, los austriacos se vieron defraudados y decepcionados cuando varios millones de sus habitantes pasaron a formar parte de la recién creada Checoslovaquia. Este grupo serán conocidos como los sudetes, y como se analizará posteriormente, su situación será de gran importancia para el desarrollo de acontecimientos posteriores.

 

2.2.2      Checoslovaquia.

La nueva Checoslovaquia nacida tras el conflicto fue, de los estados creados el que disfrutó de una mayor estabilidad social y política durante este periodo. En la zona de Bohemia y Moravia se observaba un importante desarrollo económico, gracias a las minas de lignito y la industria textil, entre otras.

El cuerpo de funcionarios ya existente, permitió crear una administración ágil y eficiente y pronto, en 1920, entró en vigor la nueva constitución en la que como rasgo más notable, se aceptaba el sufragio universal (tanto masculino como femenino).

Un acierto que permitió gran parte de este periodo de bonanza en Checoslovaquia fue elección de sus máximos dignatarios.

El presidente Masaryk, de carácter abierto y progresista era respetado por la gran parte de la ciudadanía, y el primer ministro Benes fue una de las figuras más destacadas de una Sociedad de Naciones que en este periodo consiguió sus más brillantes éxitos.

 

2.2.3      Hungría.

 La Hungría nacida del tratado de Trianón estuvo dominada por la vieja clase dirigente y aristocrática, que conservaban importantes cantidades de tierras (a pesar de una aparente reforma agraria), y que otorgaron el poder a un alto militar de la época imperial, el almirante Horthy .

 

2.2.4      Yugolavia.

Los eslavos (a los que en más de una ocasión se les calificó de causantes de la Gran Guerra) serán unificados a pesar de sus diferencias, eslovenos pertenecientes a Austria y croatas que dependieron de Hungría, en el Reino de Yugoslavia, bajo el serbio Alejandro Karageorgevic.

 

2.2.5      Grecia y Turquía

Anteriormente se ha definido el fin de la 1ª guerra mundial como el fin de tres grandes imperios tradicionales. Bien, hay que hacer mención de un cuarto, el Imperio Otomano, enfrentado desde siglos con Grecia, una Grecia que tras el tratado de Sèvres en 1920 decide enfrentarse a la nueva Turquía a causa de una zona de Asia Menor donde existía una importante colonia griega desde el siglo XVIII.

La derrota griega frente a Mustafá Kemal Pacha, derivó en la conferencia de Lausana en 1923, por la que los griegos eran expulsados de Asia Menor y extendía Turquía hasta Europa, lo que suponía 1 millón de griegos bajo dominio turco y medio millón de turcos en Grecia.

El intercambio de poblaciones realizado a propuesta de la Sociedad de Naciones, aunque traumático, supuso una medida eficaz para el comienzo de una época de mejora de relaciones entre ambas potencias.

 

2.2.6      Italia.

Italia, a pesar de su aparente victoria en la guerra, se vio sumida en multitud de problemas.

Los soldados que regresaban de la guerra, mucho de ellos campesinos, (los reduci) alentados por los socialistas y lo sucedido en Rusia soñaban con que la tierra fuese suya.

En este ambiente de tensión y violencia surge la figura del poeta nacionalista D’Annunzio, que comienza una campaña de exaltación nacional y de claro enfrentamiento con Yugoslavia por territorios del Adriático, más concretamente por la ciudad de Fiume.

  Puerto húngaro con mayoría italiana y un pequeño enclave croata en el suburbio de Susak, fue una de las reivindicaciones italianas no conseguida en el tratado secreto que se firmó en Londres en 1915. En 1919 tras la llegada de fuerzas americanas inglesas y francesas, se produjeron enfrentamientos entre italianos y franceses.

Fue en este contexto, cuando D’Annunzio, al frente un grupo de oficiales desmilitarizados y exaltados voluntarios (los arditi que vestían una representativa camisa negra) ocupó la ciudad e instauró su Reggenzia del Carnaro.

“Con esto el poeta creó muchos precedentes: instauró un estado corporativo bajo su dictadura, se rodeó de un complejo ritual político de uniformes, saludos y aclamaciones entonadas por la muchedumbre y basadas en la intimidación”[2]

La fundación en 1919 por parte de Mussolini, un periodista en sus comienzos socialista, de un partido político llamado fascista no despertó el mínimo interés ni suspicacias. Reflejo de esta actitud ante los fascistas lo encontramos en las primeras elecciones a las que concurrieron, no tuvieron ningún representante.

El panorama político parecía despejarse en 1920, sobre todo a raíz de la firma del Tratado de Rapallo con Yugoslavia y la expulsión de D’Annunzio de Fiume, aunque los acontecimiento que tuvieron lugar a partir de 1921 demostraron una situación caótica y peligrosa para la democracia. La debilidad de las izquierdas (divisiones entre los socialistas y la injerencia de Rusia en los asuntos de los comunistas) es aprovechada por Mussolini para convertirse en un personaje cada vez más influyente y conocido. Contacta con industriales y empresarios temerosos de las reacciones izquierdistas y les proporciona asesinos a sueldo (militantes fascistas) para deshacer huelgas y manifestaciones.

La convocatoria de elecciones adelantadas posibilitó la elección de 35 parlamentarios fascistas y el aumento de la popularidad de Mussolini, que tras la Marcha sobre Roma de 1922, acepta el ofrecimiento del rey para convertirse en primer ministro.

Cambió su antiguo republicanismo por un nacionalismo exaltado que contagiaba a las masas, como sucedió tras un nuevo tratado con Yugoslavia en 1923, por el cual la ciudad de Fiume (excepto los suburbios) pasaba a manos italianas.

El triunfo del fascismo, fue el triunfo de la represión, la violencia política y la coacción. Ante todo eso pronto hubo voces que se manifestaron en contra, y de ello fue reflejo las elecciones celebradas en 1924, con una tercera parte del electorado en contra.

Un momento cumbre de este periodo lo supuso el asesinato del político socialista Mateotti, un ardiente opositor del nuevo régimen, a manos de sicarios fascistas. Este acontecimiento desembocó en una oleada de protestas que culminó con la retirada del Parlamento de los parlamentarios de la oposición.

 

2.2.7      Polonia.

Separada, dividida entre los principales imperios, el restablecimiento de Polonia como nación fue uno de los objetivos de los aliados.

Uno de los primeros problemas a los que se enfrentaron fue la creación de una nueva administración que prescindiese de la influencia de los imperios a los que habían estado sometidos.

Las exigencias territoriales con sus antiguos dominadores fueron una constante en los primeros momentos. Así podemos citar el contencioso con los checos por la zona de Teschen, zona rica en yacimientos de carbón y hierro, con Rusia por zonas de Lituania y Ucrania y con Alemania por la Poznania y sobre todo (tendrá una gran importancia como precedente del estallido de la 2ª guerra mundial, por la ciudad de Danzing, ciudad alemana, situada en la desembocadura del Vístula. La petición polaca era respaldada por Francia, y Alemania tenía el apoyo de Inglaterra, por lo que se la convirtió en ciudad libre bajo representación polaca.

La tradicional rivalidad polaco-rusa, con el aliciente de la debilidad del recién creado estado comunista, que fue aprovechado por el dirigente polaco Pilsudksi, para invadir Ucrania (tenía como objetivo la restauración de la Gran Polonia del siglo XVIII). La respuesta rusa no se hizo esperar y así, en 1920, una ofensiva rusa consiguió sitiar Varsovia.

Las potencias europeas consideraron peligrosa la situación y optaron por enviar ayuda militar a Polonia. El ejército francés al mando del general Weygand, junto con los polacos, derrotaron a los soviéticos.

El tratado de paz firmado en 1921 en Riga, situó la frontera entre ambos países más al oeste, con lo que cerca de seis millones de personas pasaron a ser ciudadanos polacos.

 

2.2.8      Francia

En la Francia de la posguerra nos encontramos a una nación que siente vencedora de la contienda, pero que considera que se ha sido demasiado indulgente con Alemania. Así, por ejemplo considera que hubiese sido necesario extender la frontera francesa con Alemania hasta el Rhin.

La negativa del resto de los países vencedores dio lugar a una corriente de indignación entre el pueblo y a drásticos cambios en el gobierno de la República. Uno de los nuevos dirigentes Poincaré, que sustituyó en la Presidencia a Clemenceau, no olvidando la política revanchista contra Alemania, no dudó en invadir el Rhur en 1923 como presión para el cobro de las reparaciones de guerra.

 

2.2.9      Alemania

La finalización de la guerra trajo a Alemania el hambre, el caos y la humillación por ser acusada de haber provocado el conflicto.

En estos momentos de confusión hombres como Ebert y Scheidemann se pusieron manos a la obra para la reorganización política del país.

El primer paso fue la promulgación de una nueva constitución, de la que como rasgos más importantes a destacar podemos citar:

Garantía de las libertades personales básicas.

Sufragio universal a partir de los 20 años.

Abolición del sistema electoral prusiano (en el que existían 3 clases de electores)

Libertad del Reich para recaudar impuestos (no sólo los indirectos)

 

2.3      De cómo Alemania comienza su recuperar su sitio en la política europea. 

La Alemania resultante del tratado de Versalles es un país nuevo que intenta desligarse del pasado, e iniciar una andadura nueva junto a las democracias liberales. Para ello no duda en crear una nueva constitución (cuyos rasgos más destacados han sido citados anteriormente), poner los cimientos de unas instituciones renovadas e iniciar un proceso de acercamiento a los países europeos, con el fin último de ser aceptada en la Sociedad de Naciones.

En 1925, tras la muerte del primer presidente de la Republica de Weimar Friedrich Ebert, hubo de convocarse elecciones presidenciales en Alemania. En una época de convulsiones sociales (estaba reciente la revolución espartaquista de Rosa Luxemburgo en 1919), el miedo a un vacío de poder estaba presente en la ciudadanía. Como solución a esta posibilidad personalidades influyentes se fijaron en el general Hinderburg. General retirado, monárquico ferviente y seguidor de la dinastía destronada, su popularidad, su carisma y carácter le hacían el candidato ideal para dirigir la nación en momentos tan delicados.

Soldado con un gran sentido del deber y la responsabilidad, sin ambición alguna a sus 77 años, fue el ganador de los comicios con un millón de votos más que el oponente que se le acercó más Marx, del Centro Católico. El comunista Thaelmann obtuvo una cifra meramente testimonial.

La ascendencia militar de Hinderburg despertó los recelos de las potencias europeas, especialmente de Francia, que temían se repitiese su tradicional política agresiva y militarista. Para evitar suspicacias el ministro alemán de asuntos exteriores Streseman pidió el ingreso de Alemania en la Sociedad de Naciones, que le fue concedido sin inconvenientes.

En este marco de distensión se convocó en octubre la Conferencia de Locarno. Los principales acuerdos que se tomaron fueron los siguientes:

 Mantenimiento de las fronteras entre Alemania, Francia y Bélgica, resultante del Tratado de Versalles de 1919.

Compromiso entre dichos países de no agredirse ni realizar intentos de invasión contra cualquiera de los otros países.

Compromiso de resolver todas sus diferencias por la vía pacifica.

La violación de cualquiera de las cláusulas anteriores se llevaría inmediatamente ante la Sociedad de Naciones Unidas que tomarían las medidas oportunas.

 

2.4      De como un antiguo cabo y aspirante a pintor se hizo con el poder en una Alemania en crisis 

Austriaco, hijo de un funcionario de aduanas, fracaso pintor que malvivía en Viena, el final de la 1ª guerra mundial apareció ante sus ojos como una pesadilla imposible de creer. Estaba seguro de que el hundimiento del Reich alemán no podía ser causado más que por un colectivo ruin y miserable. En sus reuniones con excombatientes nacionalistas radicales, puso nombre a su culpable: los judíos.

Pronto entró en contacto con los miembros de un partido extremista, el Partido Alemán del trabajo. Alentado por las consignas contra los judíos y los que causantes de la ruina alemana (los traidores de noviembre), comenzó a participar activamente en las asambleas del partido y pronto se convirtió en uno de sus máximos dirigentes. Así en 1920, se convirtió en el Fuher, el jefe.

Comenzó entonces una campaña de expansión de sus ideas, para lo que adquirió un pequeño periódico local y lo convirtió en la voz del partido.

La caótica situación del país propició la expansión de sus actividades a partir de la zona de Baviera (su centro neurálgico estaba en Munich), por todo el país.

Su amplia difusión fue percibida por otras fuerzas políticas y los intentos de sabotear los mítines y asambleas se multiplicaron. A finales de 1921 con el objetivo de impedir proteger sus reuniones fueron creadas las tropas de choque, embrión de las futuras S.A.

Los acontecimientos que ocurrían dentro y fuera de Alemania fueron un caldo de cultivo excelente para el aumento de afiliados en el ahora denominado Partido Nacional-Socialista.

En el ámbito nacional, la ciudadanía asistía al derrumbe del marco y su negativa influencia sobre su modo de vida, en el internacional, la invasión francesa del Ruhr, inflamó los corazones de muchos alemanes y resurgió el fervor patriótico y nacional.

Una de las premisas que Hitler y su partido pregonaban era la acusación a la República de Weimar de ser los responsables de la humillación alemana tras la guerra y todo su empeño radicaba en su derrocamiento y sustitución por otro régimen afín a sus ideas.

De esta manera en 1923, los más importantes líderes del partido Goering, Hess, Rosenberg, Roehm, junto con Hitler y el general Lúdendorf, intentaron adueñarse del poder en Baviera, su fracaso fue absoluto y Hitler encarcelado.

Durante el periodo que estuvo en prisión (su condena fue reducida de 4 años a 13 meses), se dedicó a escribir el tratado de su ideología, El Mein Kampf. Los rasgos principales de esta obra pueden resumirse en:

La nación como unidad combativa, compuesta por animales combativos, los hombres.

Quien no lucha está destinado a la extinción, ya sea organismo, nación o raza.

La capacidad bélica de un país radica en su pureza, por lo que hay que eliminar todo rasgo extranjero.

Los judíos de corte universalista son pacifistas, lo que constituye una aberración, pues abandonan su lucha por la supervivencia.

Un hombre nacido para mandar tiene más valor que miles de sus subordinados.

La fuerza bruta y militar es la única que permitirá la supervivencia de la raza.

El nuevo Reich ha de reunir a todos los alemanes dispersos y dirigirles en su conquista del mundo.

El objetivo de la educación es la formación de soldados.

La misión de la diplomacia es la supervivencia de la nación (sostiene que los únicos aliados posibles de Alemania son Inglaterra y Francia).

Seria intolerable una alianza con Rusia.

Alemania debe expansionarse hacia los países bálticos y Rusia.

La defensa de estos y preceptos y su aplicación hasta sus últimas consecuencias fue la consigna que impulsó la existencia de Hitler tras su salida de la cárcel en 1924.

Claramente contrario a la legalidad y la Constitución, se aprovechó de los beneficios que ambas podían proporcionarle, como la posibilidad de presentarse a unas elecciones libres cada dos años.

Aunque en la Alemania de esos años destacan claramente las figuras del Mariscal Hinderburg como Presidente de la República de Weimar, hay que mencionar la figura del Estado Mayor de la Reichwher (ejército alemán). Intrigante y aprovechando el prestigio del Presidente el ejército alemán fue el auténtico poder en Alemania. Los generales creaban y deshacían gobiernos según sus intereses.

Por dicha razón, viendo la rápida decadencia física y mental del Presidente, optaron por buscar a alguien que defendiendo sus intereses, le sustituyese. Ese hombre podía ser Hitler.

La decepción de Munich, hizo que Hitler optase por la vía democrática para conseguir su sueño de alcanzar el poder, aunque paralelamente fomentó la creación de formaciones paramilitares (S.A y S.S) con el fin de amenazar y amedrentar a sur rivales políticos.

El aumento de los efectivos de estas fuerzas (especialmente de las S.A), fue visto con recelo por el ejército, que consideraba que le disputaba la supremacía como institución garante de valores castrenses y nacionalistas de Alemania. Sin embargo los militares comprendieron del error que supondría una confrontación con los nazis y que su creciente influencia en la política nacional hacia de Hitler el único candidato posible para suceder a Hinderburg como presidente de la República. Por otro lado Hitler entendió la necesidad de una alianza con el ejército, aunque para ello tuviese que limitar, integrar en las fuerzas armadas e incluso eliminar las camisas pardas (denominación popular por la que eran conocidas las S.A)

 

2.4.1      Alemania y la crisis de 1929. 

El crack de 1929 tuvo unas graves consecuencias para Alemania. La negativa de los bancos estadounidenses de suprimir la concesión de préstamos a la economía alemana dio lugar al incesante cierre de fábricas y negocios, y con ello el parón del renacer de Alemania. El desempleo ( la cifra de parados llegó a los 2.300.000 en 1930), favoreció el pesimismo, la crítica contra el poder y el ansia de aferrarse a cualquier solución que cambiase la situación.

El encargo de enfrentarse a la crisis fue el canciller Brüning, líder de los centristas católicos.

Prosiguió con la política existente de creación fábricas de armamentos. Propugnó un plan de estabilidad económica a través de la reducción salarial y del número de funcionarios, lo que le convirtió en impopular en amplias capas de la sociedad.

Su sueño era la creación de una Alemania sustentada los principios democráticos, con un futuro monárquico tras la desaparición de Hinderburg.

En su mente estaba una posible restauración monárquica democrática, a semejanza del sistema inglés.

Quiso hacer partícipe al presidente de sus anhelos, pero el viejo militar se ofendió, sólo era posible la restauración monárquica a través de otro Reich. La respuesta del canciller fue clara, contundente y premonitoria: de no aceptar la propuesta monárquica el país estaría irremediablemente condenado a sufrir un suplicio bajo los nazis.

No consiguió convencer al presidente.

Junto a los problemas de índole doméstico, al canciller Brüning, tuvo que enfrentarse a un contexto internacional inmerso en la conferencia de desarme de 1932 que se estaba celebrándose en Ginebra y que a los ojos de los nazis de Hitler no era más que otra de la humillación a la que Europa estaba sometiendo a Alemania.

La inquietud con la que asistía la delegación alemana pronto fue sustituida por el optimismo. Las conversaciones giraron en torno a la paridad armamentística entre Francia y Alemania, hecho que fortalecería la cada día más precaria situación del canciller. La firma de un acuerdo tales características serían un éxito que repercutiría en la política interior alemana.

Quizás fuese saber de la inestabilidad del gobierno de Brüning, o el miedo a tener de vecino a un país rearmado su mismo nivel, lo cierto es que el primer ministro francés, Tardieu, no acudió a Ginebra a firmar el tratado.

Como consecuencia, mientras el propio Tardieu fue destituido, Brüning, anticipándose a su destitución, prefirió dimitir.

Podría decirse, que fue la última posibilidad que se le presentó a Alemania de incorporarse a Europa como país democrático y entablar relaciones cordiales con los diferentes países. A partir de ese momento, Alemania, Europa y el mundo entero entrarán en una frenética sucesión de acontecimiento que les conducirán a la confrontación total.

 

2.4.2      El acceso al poder.

Aunque la preocupante situación económica, el fracaso diplomático en Ginebra y sus diferencias con el Presidente pueden ser consideradas causas de la caída del gobierno Brüning, no hay que olvidar la figura del intrigante General Scheicher, que llevaba años intentado el control del gobierno.

Consideraba al sustituto de Brüning, Von Papen, como un mero intermedio antes de la llegada al poder del movimiento nazi. Observó como día tras día aumentaba las simpatías del partido entre la población y se dio cuenta de que el próximo canciller debía ser nazi.

Los acontecimientos se sucedieron de forma vertiginosamente. En agosto de 1932, Hitler se entrevistó con Hinbderburg, quien desdeñoso, únicamente le consideró válido para un puesto menor “Le nombraré, si acaso, empleado de Correos, para que se dedique a pegar en los sobres sellos con mi efigie” Estas palabras, ciertas o no son representativas de la escasa influencia de Hitler entre la clase política. Como refrendo a esta situación, en las elecciones noviembre de 1932 se produjo un retroceso electoral nazi, la dimisión de Von Papen y el nombramiento de Schleicher como canciller.

Pronto se comprobó su poca valía como dirigente del país y la agitación se hizo cada vez más generalizada, consiguiéndose algo casi impensable y peligroso: el frente común de nazis y comunistas.

El papel intrigante pasó en esos instantes a Von Papen, quien aprovechando la confianza personal que el Presidente tenía en él, convenció que la solución para salir del delicado trance y aplacar los ánimos nazis sería conceder a Hitler la cancillería.

El 30 de enero de 1933 Hitler fue el nuevo canciller alemán.

A partir de ese momento, Hitler comenzará una serie de acciones enfocadas a la toma del poder total. Para ello algo primordial era la anulación del partido comunista, quizá la única oposición que pudiese enfrentarse a él con garantías.

El acontecimiento clave fue el incendio del edificio del Reichtag, el Parlamento alemán, el 27 de febrero de 1933.

Es conocida la presencia del militante comunista holandés Marinus Van der Lubbe, en el edificio con intención de hacerle arder (tenía un amplio historial como pirómano), pero los rudimentarios utensilios que poseía en el momento de su detención (en el interior del Reichtag) así como el tipo de focos que se declararon, permiten asegurar que el incendio fue provocado por un grupo de hombres. Oficialmente se responsabilizó al partido comunista, no importó que varios testigos observasen como miembros de las S.A se encontraban en los alrededores del edificio poco antes del incendio. Este acontecimiento sirvió a los nazis para llevar a cabo acciones contra el partido Comunista. Se realizaron masivas detenciones entre los comunistas, incluidos sus principales dirigentes.

El “programa” nazi fue puesto en práctica inmediatamente. El 2 de febrero fueron prohibidas las reuniones de los grupos comunistas, y sus armas requisadas.

El 28 de febrero fueron promulgados varios decretos, mediante los cuales se producía la eliminación de las libertades personales, ya que quedaron anulados los siguientes artículos de la Constitución:

- Artículo 114. Garantía de inviolabilidad de la libertad personal.

- Artículo 115. Inviolabilidad del domicilio de todo ciudadano alemán.

- Artículo 117. Inviolabilidad del correo, telégrafo y teléfono.

- Artículo 118. Garantía de la libertad de expresión.

- Artículo 123. Libertad de reunión.

- Artículo 124. Permitía la libertad de creación de entidades particulares y mercantiles.

- Artículo 153. Permitía la existencia de la propiedad privada.

Estas medidas estaban incluidas en la preparación de la campaña electoral para las inmediatas elecciones y que dirigida por Goebbles permitió a los nazis hacerse con 288 actas de diputados, frente a los 81 de los comunistas, 118 de los socialistas y los 52 de los nacionalistas. Tenía una ventaja de 37 escaños, y enfrente a una minoría que en cualquier país democrático podría ejercer una amplia influencia en la opinión pública. Este no era el caso.

El 21 de marzo de 1933 Hitler, en uno de sus grandilocuentes actos, declaró en Postdam el inicio del Tercer Reich, pocos días después el Reichtag aprobó, en medio del miedo y la coacción, la concesión de poderes totales al canciller, mediante la aprobación del decreto de plenos poderes de 24 de marzo, de entre cuyos artículos podemos citar:

- Artículo 2º. Las leyes aprobadas por el gobierno pueden anular las emitidas en consonancia con la Constitución.

- Artículo 4º. Los compromisos del Reich con otros estados no necesitarán de la aprobación del resto de los poderes siempre que el gobierno lo estime oportuno.

La promulgación, tanto del decreto de 28 de febrero, como este del 24 de marzo suponía de hecho el comienzo de una dictadura en la que la coacción, el terror y el miedo a las represalias fueron una constante para la población.

 

2.4.3      Actitud de Europa frente al nuevo régimen.

Todo este proceso de la llegada al poder de Hitler no pasó, como es evidente, inadvertido para Inglaterra y Francia, y pronto comenzaron a tomar decisiones respecto a Alemania, algunas de las cuales pueden parecer equivocadas a la luz de los acontecimientos futuros.

Ya en 1932 el gobierno británico, sumido en una crisis económica propugnó el desarme, no solo el suyo propio, sino el de los vencedores de la guerra, idea que fue presentada repetidamente ante la Sociedad de Naciones. La actitud francesa, considerando su ejército como el eje sobre el cual debía girar tanto la política francesa como sus relaciones internaciones no hizo más que refrendar su postura.

Los franceses avisaron que por el hecho de que en el tratado de Versalles se hablase de un desarme de Alemania no implicaba el desarme paulatino de sus vencedores.

La situación se volvió más complicada cuando los representantes alemanes en la Conferencia de Desarme de 1932 exigieron el final de las restricciones que les impedía su rearme.

Esta propuesta, por sorprendente que parezca, fue bien acogida entre la opinión pública, que entre otros términos, la calificó como “una oportuna rectificación de las desigualdades”[3] .

La benevolencia no hizo más que alentar una posición altanera y provocadora de la delegación alemana, que pensaba que todo ello era fruto de la debilidad de la una raza nórdica causada por la democracia y el parlamentarismo y optaron por abandonar la Conferencia.

Alertados y temerosos franceses e ingleses dedicaron ingentes esfuerzos en conseguir el regreso de los alemanes e impedir el fracaso de la Conferencia. Para ello crearon una fórmula, denominada el “Plan Herriot”, por la que se crearían ejércitos compuestos por un número limitado de efectivos a través de cortos periodos de servicio. Los ingleses, además propusieron la reducción de los cañones existentes, del número de soldados franceses acantonados en Alemania (de 500.000 a 200.000) y el aumento del ejército alemán a ese mismo número.

Ante estos gestos de “inocente buena voluntad”, el gobierno del canciller Hitler ordenó en octubre de 1933 la retirada de su delegación de la Conferencia y de su país de la Sociedad de Naciones. Decisión asombrosa e inesperada.

 

2.5      Japón y la ocupación de China.

Tradicionalmente ajeno a los asuntos del resto del mundo, tras la revolución Meijí de 1868, Japón comienza un lento camino que le llevaría a convertirse en una de las principales potencias mundiales.

En ese proceso de transformación, su adaptación a la economía capitalista le supuso sufrir, como al resto de las economías los desastrosos efectos de la crisis de 1929.

La imperante necesidad de materias primas y el aumento de las trabas arancelarias impuestas por varios países, obligó a Japón a mirar hacia uno de sus mercados tradicionales, China, destino principal de su producción algodonera y exclusivo proveedor de materias primas como el carbón y el hierro.

Su interés económico se convirtió pronto en político y estratégico, asi en 1931 arguyendo la necesidad de sofocar desordenes locales aparecidos en Mukden, ocuparon la zona del ferrocarril de Manchuria.

Su presión sobre china siguió con la pretensión de la eliminación de las sociedades secretas chinas que manifestasen abiertamente su carácter anti-japonés.

La negativa del gobierno chino, junto con el fuerte sentimiento beligerante e imperialista japonés condujo al desembarco nipón cerca de Shangai el 28 de enero de 1932. Tras la creación del estado satélite de Manchukuo (en la región de Manchuria), su imparable avance les llevó a las puertas de la Gran Muralla en marzo de 1933.

La respuesta de las diversas naciones ante este ataque fue nula. Los Estados Unidos reprobaron la acción japonesa, pero escudados en su política aislacionista rehusaron en intervenir.

El gobierno inglés, temiendo quedarse sólo en una actuación contra Japón, optó por la pasividad.

La Sociedad de Naciones, ante la que China como miembro había elevado una reclamación pidió la retirada japonesa, creando asimismo una comisión encargada de analizar la situación in situ.

Tras densos y profundos estudios realizados la Sociedad de Naciones concluyó que el nuevo estado de Manchukuo no debía ser reconocido.

Como respuesta a esta declaración Japón, como anteriormente había hecho Alemania se retiró de la Sociedad de Naciones.

 

2.6      Austria (Dolfuss), Italia (Mussolini) y Alemania (Roehm)

El Anchluss o unión de Alemania era una de las premisas de catecismo nazi, y un sueño para muchos alemanes y austriacos.

Toda acción directa encaminada a llevarlo a cabo daría lugar a un enfrentamiento con la Italia fascista de Mussolini, para quien el nazismo no era más que una versión ruda y brutal del fascismo.

En 1933 el estado alemán poseía un pequeño ejército y no podía arriesgarse a un enfrentamiento contra una potencia como Italia, pero aún así comenzaron a realizar medidas de presión sobre el gobierno de Dolfuss.

Se requirió la presencia de elementos del partido nazi austriaco en el gabinete; se organizaron grupos de acción del partido nazi austriaco, autores de atentados contra los ferrocarriles y desde se realizaron lanzamientos de octavillas por parte de aviones alemanes sobre las ciudades de Innsbruck y Salzburgo.

Junto a la amenaza nazi, milicias socialistas, organizadas en grupos armados, trataban de influir en las decisiones del Gabinete.

Acuciado por la situación Dollfus optó por pedir soluciones al único gobierno que le había prometido soluciones, la Italia de Mussolini.

De su entrevista de agosto de 1933 salió la solución optada por Dollfuss, combatir a las milicias socialistas. En febrero de 1934, tras intensos combates callejeros, fueron disueltas las milicias socialistas, muchos de cuyos miembros por despecho y con rencor se pasaron a las filas nazis.

La evidencia de que la independencia austriaca podía estar en peligro llevó a Inglaterra, Francia e Italia el 17 de febrero de 1934 a firmar una declaración en la que garantizaban la integridad de Austria frente a una eventual agresión alemana. Esta declaración se vio complementada con los “Protocolos de Viena” suscritos en marzo del mismo año por Italia, Hungría y Austria, por los que cada uno de estos países se comprometía a realizar consultas a los demás miembros en caso de amenazas por parte de un tercero.

La continua y creciente amenaza nazi sobre Austria llevó a Mussolini a concertar una entrevista con Hitler, que se realizó en Venecia el 14 de junio de 1934. Fue la primera entre ambos mandatarios y el comienzo de una relación paralela.

Fue un encuentro en el que aparte de un intercambio de alabanzas Mussolini consiguió la promesa de Hitler de que el asunto austriaco quedaría aparcado y reduciría la prisión a la que estaba sometiendo al régimen de Dollfuss.

El interés alemán por Austria pasó en esos momentos a un segundo plano, pero no por la promesa realizada por Hitler (acontecimientos posteriores demostraron la nula fiabilidad de sus promesas), sino porque tuvo que enfrentarse a ciertos problemas que le surgieron en el seno de su organización.

El personaje de Ernest Roehm estuvo muy vinculado a Hitler desde sus inicios en el partido nazi. Juntos estuvieron en el putsch de Munich y ambos eran dos de los más importantes dirigentes del partido.

Roehm era el incontestable jefe de las Secciones de Asalto (S.A), organización destinada en un principio a proteger los mítines nazis y a sabotear las reuniones de contrincantes políticos. Su número fue creciendo paulatinamente (más de 3 millones en 1934), y con ello el poder e influencia de Roehm, reflejada en su ingreso como ministro del Reich.

Quizás pensando que iba a ser un difícil oponente en la lucha por el poder, quizás anticipándose a un intento de golpe de estado por parte de las S.A, o por influencia de los círculos militares (que veían en las S.A un grupo de carácter militar y con valores que únicamente debía tener el ejército) lo cierto es que en la noche del 30 al 1 de julio de 1934 se dictaron órdenes contra las S.A, sus dirigente y contra antiguas personalidades del campo de la política y el ejército, siendo acusados de traición al Reich.

 

Los nazis se escudaron para la realización de esta purga diciendo que si lo hubiese realizado hubiese sido las S.A, quienes la hubiesen ejecutado. Esto parece algo improbable, ya que ese día Karl Ernest, segundo de Roehm, salía de luna de miel, despreocupado y ajeno a cualquier acontecimiento.

En estos sucesos tuvieron un papel determinante la S.S, que de una guardia personal de Hitler se estaba convirtiendo en un de los órganos más importantes del régimen nazi. Su número en 1934 sobrepasaba los 100.000 efectivos, y aunque aparentemente estaban supeditados a las S.A, de hecho gozaban de una autonomía total, lo que les sirvió a sus jefes para organizar la trama.

Himmler y Heydrich sus máximos dirigentes, se encargaron de redactar una carta en la que se ordenaba a las S.A, que saliesen a la calle. Al no sospechar nada, así lo hicieron, siendo sus líderes detenidos. La mayoría, así como personajes contrarios a Hitler, y otros muchos víctimas de rencores y venganzas, fueron asesinados.

Con esta purga Hitler consiguió dos objetivos, obtener el poder total (a la vez que ascendía a las S.S a primer fuerza paramilitar) y granjearse el apoyo incondicional del ejército.

Resuelto el problema interno Hitler volvió los ojos hacia Austria, gobernada bajo el férreo régimen de Dolffus, que derogó la democrática e impuso con métodos brutales otra permanente. En junio de 1934 la oposición socialdemócrata comenzó a realizar atentados en contra del régimen, como lo había estado haciendo hasta entonces los comunistas. Los nazis intentando aprovechar la situación, se pusieron en contacto con un grupo de excombatientes que estaban dispuestos a derrocar al régimen de Dolffus.

Idearon un plan con el fin de eliminar a los miembros del gobierno e imponer otro que acercase más Austria con Alemania, aunque sin perder su propia identidad.

Para ello se organizaron tres grupos de comandos que intentarían realizar la acción el 24 de julio de 1934, fecha en la que se tendría lugar una reunión ministerial.

El retraso de la reunión supuso el fracaso de las operaciones, ya que los golpistas fueron detenidos, aunque en el intercambio de disparos el canciller Dolffus fue herido de gravedad, falleciendo pocos días después.

Las noticias del fracaso del golpe, la evidencia de que el régimen nazi era el instigador de esta operación y las excelentes relaciones existentes entre Austria y la Italia de Mussolini, pusieron el alerta a toda Europa, que no sabía como reaccionarían los principales implicados.

Como respuesta a esta agresión a su aliado Mussolini hizo avanzar a varias divisiones hacia el paso del Brenner. Ahora le tocaba mover ficha a Hitler, quien sabiendo que militarmente aún no esta a la altura de ninguna nación  europea eludió la confrontación directa (fue el único momento de tensión que tuvo con Mussolini), a la vez que envió al excanciller Franz Von Papen a Italia con la misión de suavizar las relaciones con Austria, aunque su auténtica misión era la de iniciar el derribo de la independencia austriaca y su paulatina anexión a Alemania. Unas palabras extraídas de una conversación que tuvo con el embajador americano en Viena son de una franqueza rayana con la soberbia y prepotencia:

“... toda la Europa del suroeste era el campo natural de expansión de Alemania y que él (Von Papen) tenía la misión de realizar el dominio económico y político sobre el conjunto de esta región. [...[ El gobierno alemán estaba resuelto a señorear la Europa del Suroeste. Nada le detendría. La política de los Estados Unidos no era “realistica” y la Francia e Inglaterra tampoco...[4]

 

2.7      Muerte de Hinderburg.

En su carrera hacia el poder absoluto a Hitler no le quedaba más que se proclamado presidente de Alemania, puesto que ostentaba el mariscal Hinderburg, pero que debido a su precaria salud, pronto quedaría vacante.

A su muerte, en agosto de 1934, Hitler, adelantándose a cualquier maniobra de los grupos de la oposición, promulgó el siguiente decreto:

“Artículo 1º. El cargo de presidente del Reich queda vinculado al del canciller. En consecuencia, todas las atribuciones de que disfrutaba el hasta hora presidente del Reich convergen en la persona del Führer-Canciller Adolf Hitler, el cual nombrará a sus más allegados colaboradores.

Artículo 2º. Esta ley entrará en vigor inmediatamente después de la extinción del actual presidente del Reich, mariscal Von Hinderbug.”[5]

Las dos primera acciones que realizó en su nuevo cargo fueron la de recibir un juramento de fidelidad por parte del ejército y convocar un plebiscito que confiriese un halo de legalidad a su nuevo nombramiento.

Tuvo lugar el 19 de agosto y dio un resultado de 38.3 millones de votos a favor, 4.2 millones en contra y 80.000 votos en blanco.

En 10 años, desde el putsch de Múnich, Hitler había conseguido el poder absoluto. A partir de ahora se embarcará en la empresa de hacer de Alemania el país más poderoso de la tierra a costa de perturbar el orden político y social existente.

 

2.8      De como se produjo el rearme alemán con la aquiescencia de las potencias europeas.

2.8.1      La paridad aérea. 

La cantidad de 100.000 soldados que se permitió a Alemania tras la guerra era una cantidad insuficiente para el estado mayor del ejército alemán. En 1934, consideraban que no sería hasta 1943 cuando consiguiesen un nivel semejante al francés o al inglés.

En lo referente a la armada, dicha equivalencia sería más tardía, por lo que habrían de fijarse en otro medio para acortar esas diferencias.

Sería la aviación.

Ya en 1923 el general Seeckt (considerado el creador de nuevo ejército alemán tras la 1ª guerra mundial) creyó conveniente incluir a la aviación como parte fundamental de este nuevo ejército.

Para ello se complementó la creación de aparatos militares con el envío de pilotos a la Rusia soviética (a pesar de las diferencias políticas no se habían roto las relaciones) para ser instruidos en el manejo de los aparatos.

El creciente aumento de la construcción de aviones hizo que en 1935 Alemania hubiese conseguido la parida aérea con Inglaterra y con ello dio un gran paso para iniciar su política de agresión en toda Europa.

 

2.9      La invasión de Abisinia por Italia.

La crisis nacida de la depresión económica hizo que Italia buscase mercados para sus productos. El conflicto con Alemania derivado del problema austriaco le hizo desistir de encontrarlos en centroeuropea, por lo que dirigió sus miras al continente africano, a Abisinia.

Mussolini busco la aprobación francesa, que dueños de un enclave en la vecina Somalia podrían en caso de negativa provocar una nueva crisis política.

Las conversaciones que tuvo Mussolini con el primer ministro Laval, le allanaron el camino (parece ser que los franceses únicamente se referían a una invasión económica) para la conquista militar. La invasión tuvo lugar a principios de octubre de 1935.

La Sociedad de Naciones quiso desembarazarse de su papel de organismo neutral que había mantenido hasta entonces y declaró culpable de agresión a Italia al tiempo que estudiaba la cuantía de las sanciones a imponer.

Esta actitud fue aprovechada por Mussolini para alentar la exaltación que había producido la invasión de Abisinia declarando que las sanciones formaban parte de un plan “para estrangular económicamente al pueblo italiano”[6]

El 9 de mayo de 1936 Mussolini proclamó la anexión de Etiopía y la proclamación del rey de Italia como emperador de Abisinia.

 

2.10  La provocación alemana y la respuesta europea.

El deseo de Hitler de conseguir una supremacía mundial hizo que en el momento en que se sintió lo suficiente fuerte se decidió a lanzar su primer reto a las potencias europeas. El 16 de marzo de 1935 anunció que a partir de esa fecha el ejército alemán se compondría de las quintas salidas del servicio militar obligatorio. Esto suponía un claro desafío a las directrices del Tratado de Versalles. ¿Cuál sería la respuesta de las potencias europeas? Inglaterra calló, mientras que Francia aumentó la duración de su servicio militar hasta los dos años, al tiempo que se firmó un tratado militar con la URSS por el cual si una de las dos potencias era atacada la otra debería acudir en su ayuda.

La firma de este pacto suponía de hecho un desafío al reto alemán, y aunque con cierto retraso (marzo de 1936), la respuesta alemana no se hizo esperar, y decretó la militarización de Renania (desmilitarización instituida por los artículos 42, 43 y 44 del tratado de Versalles, por los cuales se prohibía a Alemania la construcción de fortificaciones en dicha zona, así como la prohibición de mantener fuerzas militares o realizar maniobras).

En Locarno se acordó que la violación de estos artículos supondría una agresión susceptible de ser respondida militarmente por las potencias europeas.

Estas, como en el caso del servicio militar obligatorio alemán volvieron a mirar hacia otro lado, si en Francia hubo voces que abogaban por la movilización general, en Inglaterra les conminaban a que acudiesen a la Sociedad de Naciones en busca de respuesta y ayuda.

 

2.11 El eje Roma-Berlín.

Si en 1934 las relaciones entre Hitler y Mussolini podían considerarse tensas a la altura de 1936 Italia había comprendido que gran parte de sus esperanzas de expansión pasaban por una al menos normalización de las relaciones diplomáticas con Alemania.

Por ello, viendo que Hitler estaba dispuesto a reconocer a soberanía italiana sobre Abisinia, dejó de garantizar la autonomía austriaca frente a los soterrados, pero continuas amenazas nazis.

La recién iniciada guerra civil española (julio 1936) fue el marco incomparable para plasmar su coalición y así en el mes de octubre se firmaron los protocolos de octubre, por lo que ambos países se comprometían a luchar contra el comunismo en general y la república española en particular.

En el discurso pronunciado por Mussolini en Milán el 1 de noviembre se hacer referencia por primera vez al “eje alrededor del cual pueden girar todos aquellos Estado europeos que deseen la colaboración y la paz”.

 

2.12  La guerra civil española.

Los sentimientos antimonárquicos que aparecieron tras el fracaso de la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) quedaron plasmados en las elecciones municipales de abril de 1931. La derrota de los candidatos monárquicos y el imparable ascenso de las opciones republicanas propició la abdicación del rey Alfonso XIII y su exilio voluntario.

Como consecuencia de ello se instauró en España un régimen republicano que proclamó una nueva constitución que suponía una ruptura con el régimen anterior.

 La libertad política que permitió el nuevo sistema propició la existencia de nuevos partidos, tanto de derechas como la CEDA y la Falange, como de izquierdas, POUM, FAI...

La fractura política quedó reflejada en las elecciones de febrero de 1936 a la que concurrieron ambos bloques, las izquierdas en el Frente Popular, y los conservadores agrupados en el Frente Nacional.

La victoria de las izquierdas por un corto margen no hacía más que indicar las profundas diferencias existentes en una sociedad golpeada por la violencia y la inestabilidad social. Los asesinatos políticos eran frecuentes, así (mientras las derechas estaban organizando el golpe de estado) como represalia al asesinato del teniente Castillo, en julio de 1936 fue asesinado el diputado conservador Calvo Sotelo, y el 18 de julio, no como respuesta al asesinato de Calvo Sotelo, sino como consecuencia de una conjura cívico-militar se produjo el alzamiento del general Franco.

El fracaso de este alzamiento que tenía como objetivo el derrocamiento del régimen republicano, provocó una guerra entre dos bandos, el afín y defensor de la República, y el golpista, lo que extrapolado al conjunto de la ciudadanía, supuso de hecho, el estallido de una guerra civil, que duraría tres largos y duros años.

El conflicto no pasó inadvertido para las potencias occidentales y así se observa una diferente reacción de ellas. Por un lado, los países democráticos, se posicionaron en torno al Comité de No Intervención, propugnado especialmente por Inglaterra y Francia, mientras tanto Alemania como Italia no dudaron en prestar un descarado apoyo (aviones, equipamiento, soldados…) al bando nacional del general Franco.

La impunidad de este refuerzo, así como un creciente rechazo al autoritarismo y militarismo nazi, desembocó en una aparente espontánea (estaba organizada y controlada por el partido comunista y por Rusia), ayuda, canalizada en la denominadas Brigadas Internacionales, destacando entre otros lugares en la defensa de la capital, Madrid.

La abrumadora ayuda recibida por los nacionales tuvo su trágica expresión en el bombardeo de la ciudad vasca de Guernica (símbolo del pueblo vasco), que supuso su casi total destrucción y que fue inmortalizado por Picasso, en su Guernica.

A modo de conclusión, hay quienes han visto en la intervención alemana como una etapa de la 2ª guerra mundial, algo que considero inexacto y erróneo, puesto que la mientras que la guerra española deriva de una situación política muy inestable, el conflicto internacional se viene gestando desde años antes (véase el comienzo de esta introducción) y como mucho puede decirse que Hitler usó España como campo de pruebas.

 

2.13 La anexión (ocupación) de Austria.

La idea de crear un espacio germano común estaba presente en la mente de Hitler, y tras el intento fallido en 1934, decidió que en 1938 se daban todas las condiciones necesarias para la anexión de Austria, hecho que además de lo mencionado anteriormente le facilitaría el acceso a Checoslovaquia, donde tenía un importante contencioso a causa de la minoría de habla alemana (Los Sudetes).

Para ello, en primer lugar en febrero de dicho año Hitler realizó una serie de cambios sustanciales entre altos dignatarios del ministerio de Asuntos Exteriores, entre los que se encontraba el propio ministro de Asuntos Exteriores Von Neutrath.

En segundo lugar, el 12 de febrero, se reunió en Berchtesgaden (Alemania), con el canciller austríaco Schusningg. La reunión, más que un encuentro propiamente dicho fue una encerrona, una emboscada política. Austria, representada en la persona de Schusningg fue acusada de reiteradas insidias contra el Reich alemán. Para Hitler esta situación habría de finalizar con la firma de un nuevo convenio entre las dos naciones. Este tratado, que en definitiva suponía el fin de la independencia austriaca, constaba, entre otros de los siguientes artículos:

Nombramiento de Seyss-Inquart (del partido nazi austríaco) como ministro del interior.

Puesta en libertad de los militantes nazis acusados de participar en acciones políticas contrarias al gobierno austriaco (entre los que se incluían los hechos acontecidos en 1934)

Todo aquel, que por sus ideas, (nacionalsocialistas) hubiesen sufrido algún tipo de persecución o desprestigio, recuperarían de nuevo todos sus derechos.

Inclusión de oficiales alemanes en el ejército austriaco.

Se permite la propagación de las ideas nacionalsocialistas.

El siguiente paso que dio Hitler fue la “justificación” de dicho convenio, y así el 20 de febrero en un discurso pronunciado en el Reichtag (destinado también a norteamericanos e ingleses) fundamentó el acuerdo, mencionando la cultura germana común, y al mismo tiempo exponiendo que era la única manera de solventar unas diferencias que de otro modo podrían haber conducido a unas consecuencias fatales. Por último agradeció la colaboración del canciller austriaco (cuando en realidad fue coaccionado para su firma).

Ante esta situación y rememorando lo que sucedió con la intentona de 1934, se esperaba por parte de la comunidad internacional, la reacción de la Italia de Mussolini. Si en aquel momento su rechazo a las maniobras nazis fue descarado (llegó incluso a la movilización de tropas), en 1938 su relaciones con Hitler habían mejorado de forma sustancial, y así cuando el canciller Schusningg, le expuso la posibilidad de un plebiscito que ratificara lo firmado, el Duce le respondió:

“E un errore. Esa bomba estallará en sus propias manos. Si las elecciones tienen éxito, Hitler no lo reconocerá, pues empezará a hablar de que ha habido un fraude. […] Si el plebiscito es desfavorable, no tendrá asimismo ningún valor para Schusningg.”[7]

 

Mientras tanto, ajeno, al margen, e incluso burlándose de la oposición internacional que causaría su acción, Hitler había diseñado un plan cuyo objetivo era la ocupación de Austria y su anexión al Reich. Fue el denominado “Plan Otto” , en referencia Otto de Hamburgo, heredero de la corona imperial.

En el documento secreto nº 30 de 11 de marzo de 1938 se exponían claramente la intenciones del canciller alemán_

Deseo de la ocupación de Austria y del cese de la hostilidad contra la población alemana.

Hitler tomaría el mando de las operaciones.

El objetivo del ejército sería la ocupación de zonas como Alta y Baja Austria, Tirol, Viena y la protección de la frontera con Checoslaovaquia.

Las fuerzas aéreas llevarían a cabo lanzamiento de octavillas, prestaría apoyo y protegería a las fuerzas terrestres en su avance por el país.

Tanto las fuerzas de tierra como la aviación deberán estar preparadas a las 12 de la noche del 13 de marzo de 1938.

No se desea la guerra con un pueblo hermano como el austriaco, por lo que en el comportamiento de las tropas debe eliminarse cualquier deseo de provocación, aunque en caso de existir, toda resistencia debe ser eliminada de forma contundente y total.

La entrada en Austria comenzó en la madrugada del 12 de marzo, y en muchas ocasiones fue el propio pueblo austriaco quien facilitó la penetración de las tropas alemanas en suelo austriaco.

En Viena, las muestras de júbilo incluso extrañaron a los corresponsales de prensa extranjeros, que las consideraban inauditas, teniendo en cuenta el clima de tensión que había generado esta situación.

La anexión total de Austria al Reich, se hizo efectiva pocos días después, y las potencias europeas, ciegas o quizás temerosas aceptaron y reconocieron la nueva unión. Fue una de las tantas concesiones que se hicieron al Reich alemán.

 

2.14  Checoslovaquia y los acuerdos de Munich.

El nuevo espacio europeo surgido tras el final de la Primera Guerra Mundial, dio lugar, entre otros, a la aparición de estados creados artificialmente, con la esperanza de mantener un cierto orden y una aparente seguridad territorial. El estado de Checoslovaquia fue uno de ellos. Junto a las históricas diferencias, más o menos atenuadas entre los grupos checos y eslovacos, había que sumar la inestabilidad creada en la zona habitada por una minoría de origen alemán, los sudetes.

Hitler aprovechará las reivindicaciones separatistas de este grupo (que en ocasiones fue maltratada por el gobierno checo) para continuar su política agresiva en Europa.

El plan de Hitler para el sometimiento de Checoslovaquia comenzó a tomar forma el 20 de febrero de 1938 cuando en un discurso en el Reichtag mencionó el deber alemán de proteger a los 10 millones de compatriotas que vivían en países fronterizos, amén de “asegurarles la libertad general, personal, política e ideologica”[8], fue ratificado al día siguiente en una conversación que mantuvo con el general Keitel, jefe del Alto Mando de la Wehrmacht en la que expuso claramente sus intenciones.

“Es mi decisión inquebrantable – dijo Hitler al iniciar la conversación – llevar a cabo una acción fulminante contra Checoslovaquia en un futuro próximo”[9]

La provocación a las democracias europeas había sido lanzada, sólo cabía esperar de qué forma iban a responder y en virtud de su actuación en Austria todo daba a entender que Hitler volvería a conseguir sus propósitos.

         Una de las primeras pruebas de fuego que los gobiernos europeos debieron afrontar tuvo lugar cuando en las elecciones generales del 21 de mayo de 1938, salió vencedor el partido de los Sudetes, de clara afiliación germanofila.

Los alemanes ordenaron la movilización de tropas en torno a la frontera checa, a lo que el gobierno de Benes respondió con el envío de varias divisiones a la frontera de Bohemia.

Las potencias europeas intentaron eliminar la tensión enviando legaciones a la zona para corroborar la existencia de tropas alemanas, algo que reiteradamente negaban las autoridades del Tercer Reich. Tras unos días de inspecciones, los enviados extranjeros, entre los que se encontraban el agregado militar Mason McFarlene y el comandante Strong concluyeron admitiendo la ausencia de tropas alemanes en la zona.

El presidente Benes consideró que Hitler, presionado por la amenaza de un conflicto armado, se había amedrentado, y quiso presentar la situación ante la opinión pública mundial como un triunfo personal frente a Hitler.

Lo cierto es que las elecciones (a raíz de las cuales surgió este problema), fueron un gran triunfo de los sudetes pronazis, cuyo líder, Henlein, semanas antes de los comicios, había iniciado una serie de contactos para “dar a conocer al mundo” la desventurada situación de los habitantes de los sudetes.

 El gobierno británico decidió enviar a Lord Walter Runciman al territorio de los Sudetes con el fin de comprobar la auténtica situación de la zona.

Fue recibido por multitud de habitantes de la zona, vestidos con el traje típico, que repetían incesantemente “Estimado Lord, libérenos de los checos”.

La conclusión a la que llegó el enviado británico fue que las relaciones entre el gobierno checo y la minoría de los sudetes eran tan tensas que, su informe final fue muy explícito:

“Creo que las autoridades de los sudetes están fundamentalmente en lo cierto. Además, en el transcurso de las indagaciones que he llevado a cabo durante el ejercicio de mi cometido, no he podido observar, por parte de las autoridades checas, un verdadero afán de poner remedio a la delicada situación... Por lo tanto, opino que debe ser incorporado a Alemania mediante un tratado entre ambos gobiernos...[10]

Este informe fue aceptado tanto por el gobierno británico como por el francés, lo que suponía la total vulnerabilidad de Checoslovaquia frente a las aspiraciones alemanas.

El único apoyo posible para garantizar la territorialidad de Checoslovaquia era Rusia. La tradicional amistad entre ambos países se reforzó con el aprecio personal existente entre el presidente Benes y Stalin. Por dicho motivo, se esperaba ansiosamente la postura que tomaría el gobierno soviético ante la crisis, agravada tras la ruptura de las conversaciones entre el líder de los sudetes, Henlein, y el presidente Benes. La repuesta fue dada por el ministro de asuntos exteriores Litvinov en la asamblea de la Sociedad de Naciones que tuvo lugar el 21 de septiembre de 1938. Allí expuso su voluntad de ayudar a Checoslovaquia frente a un ataque exterior, en el caso de que Francia hiciera algo semejante. Como he mencionado anteriormente los franceses no estaban dispuestos a verse inmersos en un conflicto bélico, por lo que la postura rusa se resumía en una declaración de buenas intenciones.

Para acelerar la resolución de este acuciante problema, el 22 de septiembre, el primer ministro ingles Neville Chamberlein, viajó a Alemania para entrevistarse con Hitler y exponerle las proposiciones franco-inglesas y que ya habían sido aceptadas por el gobierno checo. En su discurso en la Cámara de los Comunes al regreso de esta reunión, Chamberlein explicó el contenido, ciertamente descorazonador de su encuentro:

“Experimenté una impresión profunda cuando al comienzo de la conversación se me dijo que aquellas propuestas no eran aceptables y que habían de ser sustituidas por otras de una especie en que yo no pensaba para nada.

[....] Primero obtuve de Herr Hitler una repetición de su anterior garantía de que no movería tropas mientras durasen las negociaciones. Por mi parte, me comprometí a exhortar al gobierno checo a que no emprendiese acción alguna que pudiese provocar incidentes”[11]

Celebraron varias reuniones más, Chamberlein afirmó que intentaría convencer al gobierno checo de que aceptase las nuevas condiciones, aunque no tenía muchas esperanzas de que las aceptase, Hitler afirmó que daba como fecha máxima de repuesta el 28 de septiembre a las 14,00;  en caso contrario el 1 de octubre se iniciaría la invasión de Checoslovaquia. Mientras, llegaban las noticias de la movilización del ejército checoeslovaco.

 

El apremio que suponía esta situación, llevó a Chamberlein, tras diferentes encuentros con los miembros de su gobierno a enviar a Hitler un mensaje el 27 de septiembre en el que le exponía la posibilidad de una alternativa a la guerra:

“Después de leer su carta, estoy seguro de que puede conseguir todo lo esencial sin dilación y sin guerra. Estoy dispuesto a ir a Berlín en persona para discutir los necesarios acuerdos con usted, con los representantes del gobierno checo, y si lo desea con representantes de Francia e Italia. Tengo la certeza de que podríamos llegar a un acuerdo en una semana”[12]

El 28 Neville Chamberlein recibió un comunicado en el que le planteaba la posibilidad de celebrar una reunión en Munich al día siguiente junto a los representantes de Francia e Italia. No se invitaría ni a Rusia ni al gobierno checo, el cual sólo fue informado con un escueto comunicado.

Las negociaciones, intensas, fueron, sin embargo, de corta duración, y así a las 2 de la madrugada del día 30 se llevó a cabo la firma de un documento, que ha pasado a la Historia como los acuerdos de Munich. Divididos en 8 artículos exponía lo siguiente:

1)     La evacuación (de la zona) comenzará el 1 de octubre.

2)     El Reino Unido, Francia e Italia están de acuerdo en que la evacuación del territorio se completará el 10 de octubre, sin que sean destruidas ninguna de las instalaciones existentes, y que el gobierno checoeslovaco será responsable de llevar a cabo la evacuación sin que se produzca ningún daño a estas instalaciones.

3)     Las condiciones sobre la evacuación serán fijadas por una comisión compuesta de representantes de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Checoslovaquia.

4)     La ocupación del territorio con predominio alemán por parte de tropas germanas empezará el 1º de octubre. Las 4 zonas marcadas en el mapa adjunto serán ocupadas en el siguiente orden: El territorio marcado con el nº I será ocupado entre el 1 y 2 de octubre, el nº II entre el 2 y el 3, el nº III los días 3, 4, 5 y 6 de octubre y el nº IV los días 6 y 7. El resto del territorio de mayoría alemana será ocupado por las tropas alemanas el día 10 de octubre.

5)     La comisión citada en el párrafo 3 determinará en que zonas podrá celebrarse un plebiscito. Serán ocupadas por tropas internacionales hasta que se realice el plebiscito. La misma comisión fijará los términos en lo que se desarrollará el plebiscito, tomando como referencia el plebiscito del Sarre. La comisión fijará la fecha, no más tarde de finales de noviembre, para la celebración del plebiscito.

6)     El trazado final de las fronteras será llevado a cabo por la comisión. Tendrá, asimismo, la potestad de recomendar a Italia, Francia, Alemania e Italia modificaciones de menor entidad (en casos excepcionales), en zonas que serán transferidas sin plebiscito por motivos estrictamente etnográficos.

7)     Se instaurará el derecho de opción referente al traslado, así como al abandono de los territorios anexionados, que podrá formalizarse en los seis meses siguientes a la firma de este tratado. Una comisión germano-checoeslovaca determinará los detalles de la opción, considerando los mejores modos de facilitar la transferencia y asentamiento de la población.

8)     El gobierno checo en un periodo de cuatro semanas licenciar a todas las unidades militares de los sudetes alemanes que así lo deseen, al mismo tiempo que deberá liberar a todos aquellos prisioneros de origen sudete encausados por motivos políticos.

Firmado el 29 de septiembre de 1938 por              Adolf Hitler

                                                                           Neville Chamberlein

                                                                           Eduard Daladier

                                                                           Benito Mussolini [13]

 

Aparte de este documento, el día 30 de septiembre, tras una reunión privada entre Hitler y Chamberlain, ambos dignatarios firmaron la llamada “Declaración germano-británica” que reza de la siguiente manera:

“Nosotros, el Führer y canciller alemán, y el primer ministro británico, nos hemos reunido hoy y hemos convenido que la cuestión de las relaciones anglo-alemanas es de la mayor importancia para los dos países y para Europa.

Consideramos el convenio firmado anoche, así como el Pacto Naval, anglo-alemán, como un símbolo del deseo de nuestros respectivos pueblos de no volver a declararnos la guerra el uno al otro.

Hemos resuelto que el método de consultas será el adoptado para tratar cualesquiera otras cuestiones que puedan afectar a nuestros dos países, y estamos determinados a continuar nuestros esfuerzos para eliminar toda posible fuente de diferencia, contribuyendo así a asegurar la paz de Europa.

Fdo:   Adolf Hitler

         Neville Chamberlain [14]

El regreso de los mandatarios estuvo pleno de euforia y entusiasmo.

Mussolini fue recibido por el rey, Víctor Manuel III, quien le expresó vivamente su satisfacción por el acuerdo firmado, ya que de este modo se verían reforzadas sus relaciones con el Reino Unido (como se demostró poco después con el reconocimiento por parte de Inglaterra del rey italiano como emperador de Abisinia)

Daladier se encontró a su llegada a Francia con una multitud que alborozada convirtió su trayecto hasta el ministerio de la guerra en un paseo triunfal. Esta confianza popular se ratificó posteriormente en el Parlamento, donde los diputados avalaron al gobierno (535 votos a favor de su gestión contra 75 en contra)

En el caso de Chamberlain fue el propio político quien irradiaba felicidad. Son memorables las imágenes del Primer ministro descendiendo del avión en el aeródromo de Heston agitando el papel con el acuerdo firmado con Hitler. Estaba convencido de que la guerra se había evitado.

Hitler hubiese deseado la guerra, y por dicho motivo salió con cierta frustración de las negociaciones. Estaba convencido de que las potencias occidentales no se lanzarían a la guerra, y su visión política le fue favorable, ya que el mariscal Keitel, durante el juicio de Nuremberg, reconoció la falta de preparación del ejército alemán si hubiese estallado un conflicto en esos momentos:

“El coronel Eger, representante de Checoslovaquia, interrogó al mariscal Keitel:

-¿Hubiera el Reich atacado a Checoslovaquia si las potencias occidentales hubiesen respaldado a Praga?

El mariscal contestó:

-Ciertamente no. No teníamos suficiente fuerza militar. El objeto de Munich consistía en separar a Rusia de Europa, ganar tiempo y completar los armamentos alemanes”[15]

 

2.15   La ocupación de Checoslovaquia.

Los acuerdos firmados en Munich tuvieron varias consecuencias políticas. El presidente Benes dimitió y fue sustituido el 1 de noviembre por el Dr Hacha.

Asimismo como un movimiento de inercia provocado por las reivindicaciones alemanas sobre los sudetes, así otras naciones exigieron que parte del territorio checo poblado por una mayoría de su procedencia fuesen incorporados a su nación.

De esta manera Polonia reclamó, y ocupó la región de Teschen, Hungría también recibió parte del territorio checo, mientras que a los eslovacos se les concedió una frágil autonomía. Europa estaba asistiendo a la paulatina desmembración de Checoslovaquia.

Ante esta situación Francia e Inglaterra debían reaccionar, más aún cuando desde algunos sectores de la opinión pública, les reclamaron algún tipo de reacción. La respuesta fue dada por Neville Chamberlain en la cámara de los comunes.

“Lo que estamos haciendo aquí-dijo- es asistir al reajuste de las fronteras establecidas en el Tratado de Versalles. Ignoro si quienes crearon esas fronteras pensaban que iban a permanecer establemente tal como se formaron. Dudo que así lo creyesen. Posiblemente esperaban a que las fronteras fuesen rectificadas de vez en cuando”[16]

Era tan visible el deseo de evitar el conflicto bélico que no pasó inadvertido al conde Ciano en una de sus visitas a Inglaterra, acompañando a Mussolini.

“Estos hombres –dijo Mussolini- no son de la misma pasta que Francis Drake y los demás magníficos aventureros que crearon el Imperio Británico. Al fin y al cabo, son los degenerados descendientes de una larga estirpe de ricos.”[...] Los ingleses –sigue Ciano- no quieren pelear. Procuran retroceder tan despacio como pueden, pero no quieren pelear...”[17]

Actitudes de este tipo eran el claro exponente del sentimiento del momento, “paz para nuestro tiempo”, “paz a toda costa”, una posición que muy pronto iban a abandonar su máximos defensores.

Sobre el papel los Acuerdos de Munich suponían el fin de la política agresiva de Hitler en Europa, “es la última reclamación que hago”, comentó en una ocasión. Nada más lejos de la realidad. Alemania continuó su presión sobre Checoslovaquia, facilitando la escisión eslovaca.

La movilización de tropas alemanas en marzo de 1939 indicaban la proximidad de una acción militar, pero los gobiernos occidentales parecían no querer advertir la situación y el peligro que suponía. Checoslovaquia se hallaba en claro peligro, y después... quizás Polonia.

El 15 de marzo se materializaron los temores más pesimistas. Se produjo la ocupación de Praga y la asunción del poder por parte del Reich.

“En el día de hoy el Führer ha recibido la visita del jefe del Estado Checoslovaco... Este expuso que... para lograr la liberación definitiva de su pueblo, ponía el destino del mismo en manos del Führer del Reich alemán. El Führer ha aceptado dicha declaración y ha expresado su decisión de tomar al pueblo checo bajo la custodia del Tercer Reich y garantizar su ulterior desarrollo autónomo de su existencia normal según su particular idiosincrasia”

Berlín, 15 de marzo de 1939.

Fdo:   Adolf Hitler

          Dr.Hacha

         Von Ribbentrop (ministro de asuntos exteriores alemán)

         Dr. Chvalosky (ministro de asunto exteriores checo). [18]    

Las potencias europeas habían sido engañadas, Hitler se había aprovechado en su propio beneficio de la candidez de unos dirigentes dispuestos a evitar una catástrofe como la guerra del 14. ¿Era defendible esa postura tras haber comprobado la poca validez de las promesas de Hitler?

Era el momento de actuar, de tomar decisiones. El próximo objetivo en la desenfrenada carrera de agresiones nazis era Polonia, y era necesario que se actuase rápidamente.

Chamberlein, en un discurso pronunciado en el Parlamento el 30 de marzo de 1939 anunció que se daría una garantía a Polonia en el caso de que sufriera agresión externa alguna. Agregó, además, que Francia apoyaba esta garantía.

 

The Primer Ministro (Mr Chamberlain): Esta mañana el honorable jefe de la oposición me pidió si podía hacerle un balance de la situación europea. Como dije esta mañana, el gobierno de su majestad no confirmación oficial sobre los rumores de proyectos para atacar Polonia, y por lo tanto no se les debe conceder credibilidad.

[...]

Como la Cámara cree se están manteniendo conversaciones con otros gobiernos. Para hacer constar la posición del gobierno de su majestad mientras duren estas negociaciones, he de informar a esta Cámara que en el supuesto de que se produzca cualquier acción que amenace claramente la independencia de Polonia, y le haga considerar necesario el uso de sus fuerzas armadas, el gobierno de su Majestad apoyará de toda forma posible al gobierno polaco. A tal efecto se le ha dado una garantía al gobierno polaco.

Añado, asimismo que el gobierno francés me ha autorizado a anunciar su misma resolución.”[19]

Esta declaración supuso de hecho un cambio de actitud de las potencias occidentales, y de hecho un alineamiento de Francia e Inglaterra frente a un posible enfrentamiento con Alemania.

La situación internacional derivada de estos acontecimientos aparecía cada vez más delicada y la posición que tomase la Unión Soviética al respecto era de gran importancia, por lo que el anuncio de una oferta soviética para iniciar unas conversaciones con Inglaterra parecía la confirmación de la alineación rusa en el frente anti-alemán que se estaba formando.

La reunión tuvo lugar en Moscú el 15 de abril de 1939 entre Litvinov (ministro de asuntos exteriores soviético) y el embajador inglés. A pesar de las suspicacias británicas que pensaban que tras el trato dispensado a la Unión Soviética en la crisis de Checoslovaquia, el Litvinov presentó un proyecto de creación de un frente común entre la Unión Soviética, Inglaterra y Francia. De haber fructificado este proyecto, las intenciones agresivas de Alemania hubiesen sido con toda seguridad frenadas. En lugar de eso, la negativa franco-británica dio como consecuencia la “dimisión por motivos personales” del ministro Litvinov y su sustitución por Molotov, representante de la línea dura y un paulatino acercamiento a Alemania que fructificara en el pacto de No-agresión ruso-alemán, y del que hablaré posteriormente.

Los acontecimientos que vertiginosamente se estaban desarrollando mostraban claramente la creación de dos bloques nítidamente diferenciados, por un lado el franco-británico, y por otro el italo-alemán, con la Unión Soviética a la expectativa.

Para reforzar la unión entre Alemania e Italia, en mayo de 1939 tuvo lugar un encuentro en Milán entre delegaciones de ambos países. De estas negociaciones nació el que fue denominado “Pacto de Acero”, por el cual cada uno de los países prestaría ayuda militar en caso de que el otro sufriese alguna agresión militar. En caso de un conflicto en que estuviesen implicados los dos países, el armisticio o las negociaciones para la consecución de la paz no podría hacerse de forma unilateral, debería haber un consenso muto. Este pacto tendría una duración de 10 años.

Los acontecimientos que se sucedieron a partir del 1 de septiembre de 1939 demuestran claramente como este acuerdo fue incumplido repetidamente por los dos países.

 

2.16   El Tratado de no agresión Ruso-alemán, y la cuestión polaca (Danzing, el corredor polaco)

Como mencione anteriormente la Unión Soviética hizo un intento de acercamiento a Francia e Inglaterra, de las cuales solo consiguió rechazo. Simultáneamente, quizás previendo el fracaso de esta iniciativa, el ministerio de asuntos exteriores soviético inició un paulatino acercamiento a Alemania. Las palabras del embajador ruso en Alemania el 17 de abril al secretario de ministerio de asuntos exteriores alemán, son muy explicitas en este sentido:

“Las diferencias ideológicas apenas han influido en las relaciones ruso-italianas y no tienen porque servir de obstáculo a las ruso-alemanas. Rusia no desea explotar la presente fricción entre Alemania y las potencias occidentales. No hay razón para que Rusia y Alemania no vivan sobre un pie normal. Y partiendo de la normalidad las relaciones podrían mejorar después”[20]

En los meses posteriores continuaron los contactos entre los países que fructificaron con la firma del Tratado de No-Agresión entre Alemania y la Unión Soviética el 23 de agosto de 1939. Decía lo siguiente:

El gobierno del Reich Alemán y el gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, deseosas de reforzar la paz entre Alemania y la Unión Soviética y basándose en el Acuerdo de Neutralidad firmado en Abril de 1926 suscriben el siguiente acuerdo:

Artículo I

Ambos firmantes se comprometen a evitar el uso de la fuerza, ni realizar ataque ni ninguna acción violenta contra el otro, tanto de forma individual como en unión de otras potencias.

Artículo II

En caso de que uno de los firmantes fuese atacado por una tercera potencia, el otro firmante se compromete a no apoyar a esa tercera potencia.

Artículo III.

Los gobiernos de las partes firmantes se mantendrán un contacto con el fin de intercambiarse información sobre problemas que afecten a intereses comunes.

Artículo IV

Ninguna de las dos partes participará en ninguna coalición que perjudique a la otra parte.

Artículo V.

Para la resolución de conflictos entre ambas partes, se utilizarán exclusivamente intercambios de posturas, o si fuese necesario a través del establecimiento de comisiones de arbitraje.

Artículo VI

La duración del presente acuerdo será de diez años, con la previsión de que, en caso de que ninguna de las partes le denuncie en el transcurso del primer año, se vera renovado automáticamente durante cinco años más.

Artículo VII.

El presente tratado deberá ser firmado lo antes posible. Su ratificación será hecha en Berlín. Entrará en vigor tan pronto como sea firmado.

Redactado por duplicado en alemán y ruso.

En Moscú a 23 de agosto de 1939.

Por la parte del gobierno alemán:

V.Ribbentrop

Con los plenos poderes del gobierno de la URSS:

V.Molotov.

 

PROTOCOLO SECRETO ADICIONAL

Aprovechando la firma del Tratado de no Agresión entre el Reich Alemán y la Unión Soviética los plenipotenciarios designados por cada una de las partes discutieron de forma estrictamente confidencial la cuestión de las fronteras de las esferas de influencia en la Europa Oriental. Se llegaron a las siguientes conclusiones:

1º Respecto a la cuestión de una reordenación territorial y política de las áreas pertenecientes a los Estados Bálticos (Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania), la frontera norte de Lituania representará los límites de las esferas de influencia alemana y soviética. Por otro lado, ambas partes reconocen el interés de Lituania por el área de Vilnius.

2º. En caso de una política de reordenación del territorio polaco, las esferas de influencia estarán delimitadas por los ríos Narew, Vístula y San.

La cuestión de si resulta interesante para ambas partes la independencia de Polonia, y como se definirían sus fronteras, sólo deberá tratarse en el curso de nuevas conversaciones territoriales.

Esta cuestión será resuelta mediante un acuerdo amistoso entre los países firmantes.

3º. Respecto a la Europa del Este, la Unión Soviética hace constar su interés por la Bessarabia. Alemania declara su desinterés por la zona.

4º. Ambas partes considerarán secreto este protocolo.

En Moscú a 23 de agosto de 1939.

Por el Reich Alemán:

V. Ribbentrop.

Plenipotenciario de la Unión Soviética:

V. Molotov.[21]

 

Este pacto supuso de hecho el reparto de Polonia entre las dos potencias.

El impacto de esta noticia en Europa fue de gran magnitud. Los medios de comunicación apenas podían creérselo. Sus ideologías, totalmente contrarias, no parecían propicia para un acuerdo de estas características, más aún, para muchos era contradictorio el simple hecho de mantener relaciones diplomáticas.

Tanto Rusia como Alemania sabían de la fragilidad del acuerdo, de la cercana posibilidad de una ruptura del mismo, pero para ambos era necesario. Rusia conseguía tiempo para poder armarse y organizarse (el ataque alemán era sólo cuestión de tiempo), mientras que Hitler, empeñado en destruir el poderío la influencia inglesa, eliminaba un frente militar que sólo le supondría el uso de unos recursos, que en esos instantes eran insuficientes para un conflicto como el que tendría que afrontar de tener el frente occidental y el oriental abiertos.

El siguiente paso de Hitler en su carrera de violentas adquisiciones era Polonia.

Las disputas con Polonia por asuntos de territorialidad no era algo nuevo en 1939. En los años 30 con el ascenso al poder de los nazis las diferencias por la ciudad de Dantzing comenzaron a hacer evidentes, por lo que el entonces presidente de Polonia, el mariscal Pildsuski intentó solventar el problema firmando en 1934 un tratado de no agresión con Alemania de diez años de duración.

Dicho pacto no fue ni mucho menos la solución al conflicto, y así en 1938 Von Ribbentrop solicitó a embajador polaco la restitución de la ciudad de Dantzing y la construcción de un ferrocarril que uniese Alemania con Prusia Oriental, a través del “corredor polaco”, exigencias a las que se negaron los polacos.

Esta negativa, y la dada en enero de 1939 para “intercambiar” Dantzing con la Ucrania rusa, no hicieron más que precipitar la situación.

En consonancia con estos acontecimientos, el 23 de mayo en una reunión mantenida con sus jefes militares Hitler expuso su intención de atacar Polonia “No se trata en absoluto de discutir el tema de Danzing. Se trata de extender nuestro espacio vital hacia el este.”[22]

Estas afirmaciones, junto con el sorprendente pacto de No-agresión ruso-alemán, supusieron el comienzo del fin del estado polaco y el inicio del una gran contienda mundial.

Hitler había fijado el 26 de septiembre como inicio de las operaciones militares, pero el anuncio de la garantía dada por Inglaterra a Polonia y las reticencias de Mussolini a entrar en un conflicto bélico retrasaron el ataque.

Este no se produjo hasta el 1º de septiembre, en respuesta (según versión alemana) al asalto polaco a la estación de radio de Gleiwtz, aunque dicho asalto fue perpetrado por tropas alemanas vestidas con uniformes rusos y las víctimas alemanas eras presos con uniformes alemanes.

Al fin Europa reaccionó ante el último de los ultrajes de la Alemania nazi a Europa, y cumpliendo este modo las garantías dadas por Inglaterra y Francia, el 3 de septiembre de 1939 ambas potencias declararon la guerra a Alemania.

Fue el comienzo de 6 años duros y complicados, al final de los cuales se estableció un nuevo orden mundial.

 

3         El ataque a Polonia

El 1º de septiembre de 1939 se puso en funcionamiento el plan “Fall Weiss”, el ataque a Polonia. Para su ejecución Alemania contaba con las siguientes fuerzas:

-         El Tercer ejército, compuesto de 8 divisiones, partiendo de Prusia Oriental tenía la misión de avanzar hacia Varsovia y Bialystok.

-         El Cuarto ejército con sus 12 divisiones partiría desde la Pomerania para eliminar la resistencia polaca en el corredor de Dantzing y penetrar por el sureste hasta llegar a Varsovia por las dos orillas del Vístula.

-         Las 7 divisiones del Octavo ejército, asentadas en el saliente fronterizo de Posen, cubrirían el avance del Décimo ejército, el cual con sus 17 divisiones marcharía directamente hacia la capital polaca.

-         Por último las órdenes para el Décimo cuarto ejército, que tenía sus 14 divisiones esperando más al sur eran, por un lado, controlar la zona industrial al oeste de Cracovia, y una vez conseguido, avanzar hasta Lemberg, en el sudeste del país.

La precisión y la coordinación de estas fuerzas debían ser perfectas, en aras de la consecución de su objetivo. Para ello se habría de traspasar el dispositivo que el ejército polaco tuviese en las zonas fronterizas, para proceder a una maniobra por la cual se rodease a las fuerzas polacas con dos movimientos, uno desde el norte y suroeste que tendría como destino final Varsovia, y otro, que contaría con más fuerzas, sería ejecutado por el Tercer ejército unido al Décimo Cuarto, una vez que éste hubiese ganado Lemberg y supondrían un grave obstáculo a las fuerzas polacas que huyendo de Varsovia, intentasen una retirada hacia Rumania.

Como apoyo el ejército alemán contó con la ayuda de cerca de mil quinientos aviones Stukas. Estaban destinados a eliminar la oposición de la aviación polaca, en su mayoría fue destruida antes de despegar, destruir las instalaciones militares, las vías de comunicación, aparte de algo que se generalizará durante el conflicto, causar el terror entre la población civil.

Ante este conjunto de fuerzas enemigas (alguna de ellas como las unidades panzers eran ejemplo de la modernidad y el cambio, los polacos opusieron en un primer momento unas 30 divisiones, aproximadamente 2/3 partes del total de un ejército obsoleto y en el que la caballería aún tenía una gran influencia. Las cargas de la caballería contra los tanques, no exentas de heroísmo, fueron infructuosas y poco menos que suicidas.

El avance alemán durante la primera semana fue vertiginoso y el retroceso de las fuerzas polacas un hecho corriente, si se exceptúa el grupo defensor de la zona de Posen, que consiguió resistir durante 10 días. El ataque del 10º ejército consiguió abrir una brecha por la que penetraron dos divisiones acorazadas en su camino hacia Varsovia.

Al mismo tiempo el 4º ejército, desde el norte, cruzó el Vístula continuando hacia la capital, mientras que el tercer ejército, en su avance hubo de deshacerse del grupo norte del ejército polaco, el cual hubo de guarecerse en el complejo fortificado construido en el río Narev.

La segunda semana comenzó de la misma manera, con el avance alemán hacia Varsovia y la desesperada resistencia polaca, que queda reflejada claramente en los violentos combates en los arrabales de la capital.

Las tropas polacas que huían se juntaron con el grupo que resistía en Posen, al mando del general Kutrzeba, hasta hacer un total de 12 divisiones. Viéndose rodeado el general optó por una contraofensiva (conocida como la batalla del río Bzura), una sorprendente acción que causó un momentáneo retraso al avance germano. El 8º ejercito, parte del 10º y el cuerpo del norte perteneciente al 4º, hubieron de olvidarse de Varsovia para contener a los polacos. La resistencia de los defensores, llevada hasta el aniquilamiento, duró 10 días.

En esos momentos el cerco a las fuerzas polacas se iba estrechando aún más, el 14º ejército llegaba a Lemberg, prosiguiendo hasta enlazar con el 3er ejército que había ocupado Brest-Litowsk.

En el acuerdo secreto firmado entre Alemania y la Unión Soviética quedó reflejado el reparto de Polonia entre ambos, que fue sellado cuando tras haber atravesado la frontera polaca, el 18 de septiembre, tras la ocupación de Vilna los ejércitos soviéticos se unieron en Brest-Litowsk con las tropas alemanas.

Ante esta acumulación de tropas enemigas los defensores polacos, civiles en su mayoría, poca oposición podían ofrecer. Las últimas ciudades en ceder ante la presión ruso-alemana, fueron Varsovia y Modlin, que aguantó hasta el 28 de septiembre. En menos de un mes Polonia había sucumbido.

 

3.1      La organización de Polonia bajo el régimen nazi.

“Por un decreto de 15 de septiembre, Hitler ordenó el establecimiento de una administración militar provisional en la parte que le correspondía a Alemania, en virtud de los términos del Protocolo Secreto agregado al Tratado Germano-Soviético de No-agresión, de 23 de agosto de 1939.”[23]

El 28 de septiembre, tras firmarse el tratado que fijaba las fronteras de ambas zonas de ocupación, el Comandante en jefe von Brauschitsch inició la organización de los sectores que estaban dentro de la zona alemana, Lodz, Cracovia, Podznan y Danzing. Al frente de cada uno se encontraba un Comandante Militar, con plenos poderes ejecutivos, con el que colaboraba organizando la administración, un Jefe de Administración Civil. Todos estos funcionarios estaban subordinados al Comandante del sector de Lodz, el general Von Rundsted, mientras que su ayudante Hans Frans tenía encomendado la tarea de asegurarse mediante inspecciones periódicas que la administración de estas zonas se llevase a cabo de manera análoga.

Esta administración era algo transitoria, ya que la idea nazi era que se constituyese un gobierno propiamente polaco, pero la dificultad de hallar unos dirigentes apropiados obligó a Alemania a asumir su gobierno de forma plena.

Por el decreto del 12 de octubre Hans Frank fue nombrado Gobernador General de un territorio al que desde ese instante sería conocido como el Gobierno General, al tiempo que Cracovia fue designada como sede de la administración.

Hans Frank, en consonancia con las directrices dadas por Himmler inició una serie de medidas destinadas a la germanización del Gobierno Central. Al margen de la deportación ingente de judíos hacia los campos de concentración, (disposición que puede enmarcarse en la política antisemita nazi) se procedió a la eliminación de cualquier representación de la cultura polaca, lo que supuso el asesinato, desaparición, torturas de gran cantidad de intelectuales polacos.

Se prohibieron los centros de enseñanza superior, y solo se permitirían, bajo estricto control alemán, las instituciones de enseñanza primaria.

Otro aspecto en el cual hicieron especial hincapié fue el económico. Se siguió el precepto de Goëring, que fomentó la confiscación de cualquier bien o riqueza en pro del aumento de las arcas alemanas.

Para cumplir las directrices de la política racial alemana se tomaron medidas contra los judíos, anteriormente he mencionado las continuas deportaciones, así como contra los polacos a través de disposiciones encaminadas a una drástica reducción de la natalidad.

Todas estas decisiones, fueron evidentemente catastróficas para la sociedad polaca, pero no supusieron de hecho una sumisión completa. La resistencia que caracterizó al pueblo polaco pronto se evidenció en la creación del Estado clandestino Polaco y el ejército de interior, resistencia a la que hay que sumar, la rebelión de los judíos recluidos en el ghetto de Varsovia, protagonistas de una de las páginas más impresionantes de este periodo, que será tratado más detalladamente más adelante.

 

4         REACIONES DE FRANCIA E INGLATERRA

4.1      Declaraciones de guerra

Tras el ataque alemán a Polonia, el mundo esperó expectante la respuesta de los países occidentales. Italia, quizás esperando acontecimientos futuros optó por una neutralidad que amparaba a Alemania. Quedaba escuchar la respuesta de Francia y Alemania. Ambas habían se habían comprometido a asegurar la integridad polaca y debían ser responsables con su decisión. El día 3, tras haber agotado las posibilidades diplomáticas ambas naciones emitieron sendos comunicados a sus naciones explicándoles que estaban en guerra con Alemania.

Neville Chamberlain, primer ministro inglés, se expresó de la siguiente manera:

“Les hablo desde el nº 10 de Downing Street, el domicilio del Primer Ministro.

Esta mañana el embajador inglés en Berlín entregó un ultimátum al gobierno alemán en la que se exponía que a menos que antes de las 11 de esta mañana recibamos la notificación de que preparan la retirada de las tropas de Polonia, entraríamos en estado de guerra.

He de decirles que tal respuesta no ha sido recibida, por lo que, en consecuencia, este país está en guerra con Alemania.

Pueden imaginar cuan amargo es este momento al saber que toda mi lucha por la paz ha fracasado. Me gustaría saber qué otras cosas más o qué cosas diferentes debería haber hecho que me hubiesen permitido tener éxito.

Hasta los últimos instantes habría sido posible haber firmado una paz honrosa entre Alemania y Polonia. Pero Hitler no lo quiso así. Evidentemente el tenía la idea de atacar Polonia ocurriera lo que ocurriese, y aunque el dice que hizo propuestas razonables, sabemos que no dice la verdad.

Dichas propuestas nunca fueron ofrecidas a Polonia, ni a nosotros, y aunque fueron retransmitidas por la radio alemana el jueves pasado, Hitler no esperó a escuchar su respuesta, sino que ordenó a las tropas cruzar la frontera polaca. Su acción demuestra de modo convincente que no existe la posibilidad de que abandone la práctica de utilizar la fuerza para conseguir sus propósitos. Solo podrá ser detenido por la fuerza.

Nosotros, junto con Francia, en cumplimiento de nuestras obligaciones, prestaremos desde hoy ayuda a Polonia, la cual resiste bravamente a un ataque malvado y no provocado. Tenemos limpia nuestra conciencia. Hemos hecho todo lo que un país puede hacer en pro de la paz, pero no se puede tolerar una situación en la cual no se puede confiar en la palabra del gobernante de Alemania, ni en la que cualquier país o ciudadano puede sentirse seguro. Ahora es el momento de terminar con esta situación, y sé que todos ustedes pondrán de su parte, con calma y valor.

[...]

Pidamos a Dios que nos ayude a defender la razón. Que nos defienda de contra todo lo que hemos de luchar, la brutalidad, la mala fe, la injusticia, la opresión y la persecución. Tengo la absoluta certeza que frente a todo eso prevalecerá la justicia.”[24]

Por su parte Eduard Daladier en un anuncio a la nación francesa expuso:

“Hombres y mujeres de Francia.

Desde el día 1 de septiembre Polonia ha sido objeto de la más brutal y cínica agresión. Sus fronteras han sido violadas. Sus ciudades bombardeadas. Su ejército aún resiste heroicamente.

La responsabilidad por la sangre que se está vertiendo es enteramente del gobierno de Hitler. El destino de la paz está en manos de Hitler. El eligió la guerra.

Francia e Inglaterra han hecho incontables esfuerzos para salvaguardar la paz. Esta mañana ambas hicieron una última oferta a Berlín para que parasen las hostilidades y abriesen una ronda de negociaciones de paz.

Alemania nos recibió con una negativa. Ya se había negado a responder a todos lo hombres de buena voluntad que recientemente elevaron sus voces a favor de la paz mundial.

Ellos desean la destrucción de Polonia para poder dominar rápidamente Europa y esclavizar Francia.

Cumpliendo con la palabra dada, contra la peor de las tiranías, lucharemos para defender nuestro suelo, nuestros hogares y nuestras libertades.

Soy consciente de haber trabajado contra la guerra hasta el último minuto. Felicito emocionado a nuestros jóvenes soldados que van a realizar la sagrada tarea que ya hicimos nosotros anteriormente. Tienen plena confianza en sus jefes, que anteriormente condujeron a Francia a la victoria.

[...]

¡Hombres y mujeres de Francia!

Estamos en guerra porque se ha confiado en nosotros. Cada uno de nosotros tiene su puesto en el suelo de Francia, en el país de la libertad donde el derecho a la dignidad humana ha encontrado uno de sus últimos refugios. Todos juntos trabajaremos, con un profundo sentimiento de unión y hermandad para la salvación del país.

¡Viva Francia![25]

 

4.2      El cuerpo expedicionario inglés en Francia.

La vertiginosidad de los acontecimientos no supuso, sin embargo, una lenta repuesta de los países democráticos. Desde 1938 estaba funcionando un departamento especial dependiente del ministerio de guerra inglés dedicado a preparar el traslado de un cuerpo expedicionario a Francia en caso de conflicto.

El trabajo de esta sección permitió que el 4 de septiembre comenzase el desembarco en las costas de Francia de los primeros integrantes de este cuerpo expedicionario. El 3 de octubre se había completado el traslado de las primeras cuatro divisiones.

Divido en dos cuerpos de ejército de dos divisiones cada una fue destinado a la defensa de la frontera con Bélgica.

La amplitud de un frente como este aconsejaba el envío de más fuerzas, lo que se realizó de forma paulatina, y así en marzo de 1940 había un total de 10 divisiones en dicha área, apoyadas por cerca de 500 aviones.

La ausencia de actividad bélica con tropas enemigas permitió al cuerpo inglés dedicarse a mejorar las defensas francesas, de igual manera que los alemanes estaban haciendo con la Línea Sigfrido. Se intercalaba esta tarea con la instrucción, con miras a mejorar su preparación y aumentar la moral.

Ayudaban a una Francia que se enfrentaba a una nueva guerra de forma muy diferente a como lo hizo con la de 1914. Había desaparecido su mentalidad ofensiva, aquellos quienes la habían llevado a la victoria habían desaparecido en su mayor parte. A diferencia de los alemanes y de un militar tachado de visionario, De Gaulle, desestimaba el valor de los carros blindados. La influencia de Petáin, el vencedor de Verdún, era demasiado grande en los círculos militares.

Su mentalidad defensiva estaba encarnada en la Línea Maginot, una línea de fortificaciones que se extendía desde la frontera suiza hasta la de Luxemburgo. Sus muros de más de 2 metros de espesor, los blindajes de 25 centímetros le hacían poco menos que inexpugnable.

Pronto militares como Weygand y Pétain, héroes de la guerra anterior y figuras a quienes se había encomendado la defensa del país descubrirían cuán habían estado equivocados.

 

4.3      Preparativos de la guerra marítima.

Aunque el ataque a Polonia supuso una sorpresa para los Aliados y ralentizó su respuesta, los ataques que sufrieron diversos buques ingleses dieron lugar a la agilización de los preparativos para una guerra en el mar.

Estas agresiones se iniciaron el 3 de septiembre con el hundimiento del Athenia, un trasatlántico de 13.500 toneladas. Su destrucción supuso la pérdida de 120 vidas, entre las que había que contar varios americanos. Con el fin de evitar que se produjese un incidente diplomático con Estados Unidos el gobierno propagó un bulo acusando a los ingleses la voladura del barco. Días después, el 5 y 6 de septiembre los barcos Bosnia, Royal Sceptre y Río Claro fueron hundidos en las costas españolas por submarinos nazis.

Lo certero de estas agresiones llevó al Almirantazgo inglés, dirigido por Winston Churchill a iniciar una política de defensa contra su flota, una de las “joyas” de la corona inglesa.

Uno de sus primeros trabajos fue la realización de un detallado informe sobre el número de sumergibles.

SUBMARINOS ALEMANES[26]

Tipo

Tonelaje

En servicio en agosto 1939

Número probable en diciembre 1939

Número a principios 1940

Calculo radio de acción

MILLAS

DIAS

Costero

250

30

32

32

4000

33 a 5 nudos

De Altura

500

10

10

23

7200

30 a 10 nudos

 

517

9

15

17

7200

30 a 10 nudos

 

712

2

2

-

8400

35 a 10 nudos

 

740

8

13

16

8400

35 a 10 nudos

 

1060

-

2

11

10000

42 a 10 nudos

 

1028

1

Construido para Turquía y no entregado

8000

33 a 10 nudos

Totales generales

60

74

79

 

 

Para enfrentarse a este peligro los ingleses ya tenían un proyecto muy avanzado, como era la creación de una flota de cazasubmarinos, compuesta por buques (los mayores y más rápidos pesqueros) a los que habían incorporado el asci (aparato con el que gracias a la emisión de ondas conseguían averiguar la posición de los submarinos), así como el desarrollo del programa de construcción de nuevos destructores.

La finalidad de estas medidas era, por un lado, la defensa de la marina mercante de los países aliados y neutrales, y la supresión del comercio alemán por mar.

Como ayuda a las disposiciones de tipo militar se impuso un bloqueo, gestionado por el recién creado Ministerio de Guerra Económica.

Los primeros resultados positivos de estas medidas se obtuvieron antes de fines de 1939, con el apresamiento de 15 buques alemanes por parte de los aliados.

Un paso más de la lucha contra la amenaza submarina se dio con el establecimiento del sistema de convoyes, que comenzaron con tres rutas, de Liverpool al océano occidental, del Támesis al océano occidental, y entre el Támesis y el Forth en Escocia, prohibiéndose además la navegación de cualquier barco al margen de los convoyes.

Respecto al tráfico transoceánico a principios de octubre ya estaban funcionando regularmente convoyes hacia Gibraltar y Freetown.

Todos estos preparativos fueron complementados con la creación en Scapa Flow (en la costa escocesa), de un emplazamiento-refugio para la flota. Su lejanía de las bases alemanas y su difícil acceso lo convertían en el lugar idóneo para estos menesteres. Los infructuosos intentos de la marina alemana en la I Guerra Mundial así lo atestiguaban. Su inaccesibilidad natural fue perfeccionada con la instalación de una serie de baterías antiaéreas imprescindibles en un conflicto en el que la fuerza aérea se había convertido en un peligro real.

La aparente seguridad de este refugio pronto quedó en evidencia.

El fracaso de los intentos alemanes de penetrar en la rada de Scapa Flow en 1914 permanecía vivo en la memoria de los militares alemanes en 1939, y no descartaron nuevos intentos, sabiendo que un éxito supondría un gran descalabro para la moral aliada y británica en particular. Los trabajos de espionaje realizados por el capitán Whering (alias Müller, alias van Schüllerman, alias Albert Oertel) consiguieron descubrir un paso llamado Kirk Sound, por donde acceder al recinto.

De este modo el 14 de octubre de 1939 el teniente Prien, al mando del submarino U-47 se adentró en Scapa Flow , se dirigió hacia los buques que estaban allí fondeados y consiguió hundir al acorazado Royal Oak.

El golpe fue, indudablemente duro, pero no por ello se resquebrajó la moral, sino que rápidamente tomaron medidas para impedir que esto volviese a suceder. Se aumentó el número de los antiaéreos, de los globos y de los reflectantes, así como se crearon unas escuadrillas de cazas en las islas Orcadas y en Wick.

Aunque como hemos visto la principal amenaza para la flota estaba siendo sufrida por Gran Bretaña era esencial una política de defensa naval conjunta franco-británica, yen este marco se desarrollo el viaje del Primer Lord del Mar inglés, Winston Churchill con el almirante Darlan, el verdadero hombre fuerte de la marina francesa.

Las conclusiones que se obtuvieron tras esa reunión pueden resumirse en los siguientes puntos:

1ª) Puesta en práctica de medidas destinadas a erradicar el peligro submarino alemán. A finales de 1940 se deberían obtener los primeros resultados claros.

2ª) Inglaterra suministrará a Francia unidades de asdic para implantarlos en su flota a fin de aumentar su rendimiento en dicha lucha antisubmarina.

3ª) Una vez dominado este peligro los esfuerzos se encaminarán a la construcción de grandes buques de guerra para eliminar la amenaza de buques enemigos como el “Bismarck”

4ª) Se agradece por parte del Primer Lord del Mar a las autoridades británicas la ayuda prestada mediante la protección de convoyes aliados en dirección a Sierra Leona y los submarinos establecidos en Trinidad.

5ª) Envío de tropas canadiense y australianas a Francia y continuación del bloqueo con el fin de impedir la salida al mar de navíos alemanes.

 

4.3.1      El Graff Spee y el combate del Rio de la Plata.

En coherencia con su política belicista y agresiva la Alemania de Hitler se dedicó a burlar continuamente los preceptos del Tratado de Versalles. Uno de esos aspectos fue el relacionado con la construcción y el tamaño de los que se denominaron acorazados de bolsillo. En los tres navíos permitidos, sus diez mil toneladas almacenaban una fuerza destructora inmensa, encarnada por sus cañones de 11 pulgadas y su velocidad de 26 nudos. Asimismo su fuerte blindaje les convertía en poco menos que invulnerables.

Días antes del estallido del conflicto zarparon de Alemania dos de ellos el “Deutschland” y el “Graff Spee”, junto a unos buques auxiliares encargados de suministrarles tanto de combustible como de cualquier otro elemento que requiriesen.  En un primer momento únicamente se dedicaron a surcar los mares sin iniciar acción alguna contra cualquier buque. Con esta estrategia evitaban riesgos innecesarios, pero tampoco conseguían ninguna captura. Pronto, sin embargo, esta situación iba a cambiar, Desde el 4 de agosto habían recibido del Almirantazgo alemán unas órdenes muy concretas y claras:

“Interrupción y destrucción de la navegación enemiga por todos los medios posibles… Las fuerzas de guerra enemigas, aun si fuesen inferiores solo serán atacadas si ello facilita la tarea principal.

Frecuentes cambios de situación en las zonas operativas crearán incertidumbre y restringirán la navegación mercante enemiga, aunque no se obtengan resultado tangibles. Una momentánea retirada hacia áreas distantes acrecentará la incertidumbre del enemigo.

Si el enemigo protegiese su navegación con fuerzas superiores, impidiéndonos obtener éxitos directos, el mero hecho de que restrinjamos su navegación equivaldrá a perjudicar gravemente su situación de abastecimientos. También se obtendrán valiosos resultados si los acorazados de bolsillo permanecen en las zonas de convoyes.”[27]

Con el hundimiento del “Clement” por el Graff Spee el 30 de septiembre, se pusieron en marcha los planes británicos encaminados a terminar con el peligro que suponían esos navíos. Se crearon 9 grupos de caza, a la vez que se añadían acorazados y cruceros como apoyo a los convoyes del Atlántico norte, medidas necesarias pero que llevaron consigo la disminución de las flotas metropolitana y mediterránea.

De los dos buques alemanes el Deustcland se comportó de un modo más prudente. Sus acciones, condicionadas por el hecho de eludir a los navíos británicos, se limitaron al hundimiento de dos buques, uno de los cuales era de nacionalidad noruega y el apresamiento de un barco americano, que poco tiempo después fue liberado en un puerto noruego. A pesar de este pequeño bagaje, su sola presencia infundía el temor y la preocupación en las autoridades navales inglesas.

Las acciones del Graf Spee, localizadas principalmente en el Atlántico Sur, fueron más audaces, y frente el pronto se reunió un importante contingente de navíos, como el portaviones Ark Royal, el crucero de batalla Renown, de la zona de Freetown, el portaviones Hermes, cuya base estaba en Dakar, los cruceros pesados Sussex y Shrophire de El Cabo, y el grupo dirigido por el comodoro Hardwood, constituido por El Exeter, El Cumberland, El Ajax y el navío neozelandés Achilles.

El acorazado alemán empleaba una táctica sencilla y brillante, consistente en breves apariciones con el consiguiente ataque a algún buque, y la posterior huida. Esta estrategia tarde o temprano le encaminaría al Atlántico, a las costas americanas, a la zona vigilada por el comodoro Harwood.

La noticia del hundimiento del “Doric Star” el dos de diciembre, le llevó a pensar que a pesar de la distancia a la que se encontraba el barco alemán, sobre el 13 se encontraría en las cercanías del Río de la Plata, por lo que dispuso que las fuerzas se concentrasen en la zona para el día 12. Consiguió reunir al  Exeter, Ayax y Achilles, mientras que el Cumberland se encontraba en las Malvinas para someterse a unas reparaciones.

El esperado enfrentamiento se produjo el día 13, Harwood, desde el Ayax divisó el humo del barco alemán y ordenó a su flotilla de cruceros lanzarse contra él a toda máquina. Mientras el capitán Langsdorff, pensando que se enfrentaba a un crucero y dos destructores actuó de similar manera.

Cuando se dio cuenta de su error era tarde para realizar ninguna maniobra evasiva, y entre quedarse fuera del alcance de los cañones ingleses y enfrentarse a ellos directamente, optó por lo segundo.

Las andanadas se sucedían por ambas partes. El Spee sufrió diversos daños a consecuencia de los impactos lanzados por el Exeter. La respuesta del navío alemán se tradujo en la destrucción de la torreta B con la consiguiente interrupción de las comunicaciones del puente. Aún estando es esa delicada situación, el Exeter, junto con los restantes buques aliados, continuaron hostigando al barco alemán, obligándole realizar una maniobra evasiva en dirección al Río de la Plata. Mientras ejecutaba esta acción pudo enviar una serie de cañonazos que provocaron la inmovilización del Exeter y su definitiva retirada del combate.

A pesar de su evidente desventaja armamentística tanto el Ajax como el Achilles no dudaron en perseguir y hostigar al Spee, acto que les reportó considerables daños e hizo que el comodoro Harwood decidiese posponer la lucha.

Seguido a por los dos navíos aliados el Spee se dirigió a Montevideo, donde reparó las averías, repostó y desembarco a los heridos. Al mismo tiempo, habiendo salido desde las Malvinas, se acercaba rápidamente el Cumberland, cuya presencia resultaba inestimable para los maltrechos Ajax y Achilles.

De hecho, la opción alemana de refugiarse en Montevideo supuso, de hecho meterse en una ratonera, de donde sería difícil escapar, ya que junto a los buques que le esperaban, se acercaban rápidamente acorazados por como el Renown y portaviones como el Ark Royal. Dado que era imposible permanecer en Uruguay más allá de 72 horas, existían pocas alternativas para el capitán alemán. Tras consultar con el Fürher, el 17 de diciembre, a las 8.45 de la tarde Langsdorff dio la orden de hundir el navío. Esa misma noche se suicidó.

 

4.4      La guerra ruso-finesa

En virtud de su tratado con Alemania, la declaración de guerra franco-británica hizo imprescindible a Rusia el tomar unas precauciones para evitar el acceso por la zona báltica, posiblemente la más vulnerable. Para una mayor protección necesitaba establecer bases en los países bálticos y Finlandia, con la que mantenía una tradicional enemistad.

Antes de finales de septiembre comenzaron los movimientos diplomáticos en este sentido. El 28 de septiembre de 1939, tras una serie de reuniones entre diplomáticos de Estonia y Rusia se firmó un pacto por el cual se permitió el asentamiento de guarniciones rusas en suelo estonio. En octubre las Rusia había establecido bases en Letonia y Lituania. El acceso a Rusia sólo podía hacerse a través de una ruta, Finlandia.

Las conversaciones fino-rusas comenzaron en los primero días de octubre. Pronto los representantes finlandeses comprobaron que la intención de Rusia era claramente agresiva e intimidatoria. Exigía el retroceso de la frontera de la península de Carelia, hasta que Leningrado estuviese fuera del alcance de la artillería. Sus pretensiones también incluían la cesión de varias islas, así como la del puerto de Hango, en el que Rusia instalaría una base aeronaval. Si las exigencias anteriores, aun dolorosas para Finlandia, podían ser asumidas, la cesión del puerto de Hango representaba un ataque directo a la soberanía finlandesa y resultaba inaceptable. La ruptura de las negociaciones fue inevitable, se produjo la movilización de las tropas finlandesas mientras todo el país se preparaba para el ataque ruso. El 30 de noviembre comenzó la ofensiva, centrada en la zona de Carelia protegida por una línea de defensas denominada la Línea Mannerheim. Ante la agresión rusa los finlandeses opusieron una inteligente estrategia, por un lado reunieron 7 divisiones en la línea Mannerheim, mientras que otras 3, convertidas en grupos de guerrillas se dispersaron al norte del lago Ladoga. La férrea resistencia de las defensas finlandesas y descaro de las guerrillas hicieron infructuosos los ataques rusos. 1939 terminaba con una victoria técnica finlandesa.

El nuevo año comenzaba para Rusia con el objetivo de vencer la resistencia finlandesa, y comprendiendo que la solución más que en derrotar a las guerrillas, estaba en la destrucción de la línea Mannerheim. Para la consecución de este propósito Rusia hubo de cambiar de estrategia. Se imponía un cerco continuado a las posiciones finlandesas, con un aumento considerable de los recursos, especialmente de la artillería. El apoyo aéreo bombardeando ciudades como Helsingfors y Viipuri fue minando la resistencia local.

A principios de febrero los rusos abrieron una brecha en la línea Mannerheim, por la que avanzaron rápidamente hacia el interior del país. La constante llegada de fuerzas rusas convertió en inútil la valiente resistencia finlandesa, cuya derrota no tardó en certificarse. El tratado que esta derrota llevaba aparejado concedió una base a los rusos en el emplazamiento de Hango, así como la posesión de las estratégicas islas Aland. A la vista de estos acontecimientos los países aliados, especialmente Francia concluyeron por un lado, que de forma semejante a la finlandesa, la línea Maginot era el recurso defensivo perfecto para hacer frente a un previsible ataque alemán, y por otro, que Rusia poseía un ejército de baja calidad, vulnerable en cuanto se enfrentase a un enemigo de mayor entidad.

 

4.5      Noruega y Suecia

Tradicionalmente Suecia se había convertido en un suministrador de mineral para Alemania. En tiempo de guerra rea esencial para los aliados impedir este abastecimiento.  Inglaterra se vio en el dilema de violar la neutralidad sueca y noruega (la ruta invernal utilizaba el puerto noruego de Narvik) y así evitar la llegada de este mineral a Alemania o respetarla y favorecer el abastecimiento del III Reich.

Las soluciones que se propusieron en este sentido fueron variadas, desde el minado de zonas estratégicas de la ruta, pasando por un desembarco en Narvik (se aprovecharía la coyuntura de la guerra ruso finesa y se presentaría como ayuda a la defensa de Finlandia, hasta una protesta formal hacia el gobierno noruego por permitir utilizar a Alemania sus puertos. Finalmente esta fue la resolución que se adoptó.

Alemania, era consciente de la importancia estratégica de la zona escandinava. El jefe del Estado Mayor Naval, el almirante Raeder, dejó constancia de ello en unas notas que envió posteriormente al Führer, y en las que decía que le preocupaba profundamente la posibilidad de que Inglaterra ocupase Noruega. Ello supondría el control del de los accesos al Báltico, el tener un punto de control sobre las actividades aéreas y navales sobre Inglaterra, y por último haría disminuir la presión germana sobre Suecia.

Junto a estos intereses estratégico-económicos, la ideología nazi creía en una comunidad nórdica, que bajo la soberanía germana, englobase a los pueblos septentrionales. La aparición de Vidkun Quisling, líder de un partido de extrema derecha noruego se convirtió en un arma que muy pronto los dirigentes nazis supieron aprovechar.

Durante años a través de reuniones, mítines y conferencias había tejido un entramado pro germánico, que iba calando en algunos sectores de la sociedad noruega. Al mismo tiempo hombres de negocios alemanes fueron adquiriendo notoriedad e importancia, infiltrándose como una quinta columna, esperando el momento oportuno para actuar.

De esta manera cuando en abril de 1940, se produjo el ataque alemán la sociedad noruega fue cogida de improviso, como lo indican las palabras de Carl Hambro, presidente del Parlamento noruego:

“En el caso de Polonia, y más tarde en el de Holanda y Bélgica, se cambiaron notas y se presentaron ultimátums. En el de Noruega, los alemanes, so capa de amistad, procuraron aniquilar la nación en una oscura noche, silenciosamente y a traición, sin declaración de guerra ni advertencia alguna. A los noruegos, más que la agresión, les asombró que una gran potencia que llevaba años diciéndose amiga nuestra se manifestase de pronto mortal enemiga. No menos nos pasmó que ciertas personas con quienes teníamos íntimas relaciones de amistad o negocios, y a quienes acogíamos cordialmente en nuestras casas, fueses espías y agentes de destrucción. Más que la violación de los tratados y de todas las obligaciones internacionales, lo que sorprendió al pueblo noruego fue descubrir que sus amigos alemanes de muchos años habían estado urdiendo detalladísimos planes para la invasión y subsiguiente esclavización del país”[28]

         Las antiguas reticencias noruegas se trocaron en petición de ayuda, y de esta manera la opción inglesa de ocupar Narvik pudo tener luz verde.   

El encargado de dirigir esta operación fue el general Mackesy, a quien se le dio órdenes de dominar Narvik y junto a las tropas noruegas establecer una base de operaciones para futuros proyectos. El primer contingente de tropas, consistente en una brigada embarcó el día 12, que serían seguidas unas 3 semanas después por cazadores alpinos y fuerzas francesas. Al norte de Narvik les esperaban tropas noruegas que se encargarían de facilitarles el desembarco. El ataque de las fuerzas terrestres sería coordinado junto a las fuerzas navales mandadas por Lord Cork. El plan original establecía que ambos (Cook y Mackesy) se reunirían en el puerto de Harstad, pero una comunicación recibida por Lord Cook, notificándole que todos los destructores y barcos de aprovisionamiento alemanes que estaban en la zona habían sido destruidos cambió el desarrollo de la operación.

Ordenó cambiar el rumbo de sus fuerzas hacia el fiordo de Skjel, donde se encontraba el Warspite junto con otras unidades, y avisó al Southampton para que se reuniese allí con él. Entonces podría llevarse a cabo un ataque directo contra Narvik. La tardanza en contactar con el Southampton fue acompañada de una orden del Almirantazgo en el que se prohibía ataque alguno de forma unilateral. Lord Cook debía encontrarse con Mackesy según los planes originales.

 

El encuentro entre ambos mandos fue el comienzo de una serie de discrepancias que resultaron fatales para el éxito de la misión. La primera divergencia la constituyó el modo de ataque, mientras Cook abogaba por un ataque directo aprovechando que la defensa naval había sido eliminada, el general Macksey quería ceñirse al plan que le había sido conferido y argumentando la existencia de numerosos puestos de ametralladora defendía un desembarco sin oposición.

Los informes que recibieron el día 16 fueron causantes de una nueva discrepancia, el mando de las fuerzas terrestres rechazó cualquier posibilidad de ataque, mientras que el jefe de la flota era de la opinión que con una fuerte barrera de la artillería naval era posible un desembarco con mínimas bajas. Aunque el Almirantazgo apoya esta propuesta la situación continuó durante un tiempo en punto muerto.

La situación se complicó tras la intención del Primer Ministro y del gabinete de guerra de intentar la ocupación de Trondheim, un enclave cuya importancia estratégica residía en que supondría la adquisición de una base para un ejército de unos 50.000 hombres y desde la cual podría operar varias escuadrillas de caza.

Este objetivo, ausente de los planes iniciales no era muy del agradado del Almirantazgo. En las actas de la Comisión Militar del 13 de abril, Winston Churchill, primer Lord del Mar, afirmaba:

“…   muy inquieto ante toda propuesta que pueda debilitar nuestra intención de ocupar Narvik. Nada debe autorizarse que nos impida ocupar esa plaza lo antes posible. Nuestros planes contra Narvik han sido cuidadosamente preparados y hay pocas posibilidades de que fracasen si se desarrollan sin obstáculos. Trondheim, en cambio, es cosa mucho más dudosa.”[29]

Debido a la falta de entendimiento de los jefes navales y terrestres, se decidió abandonar el ataque a Narvik y concentrar los esfuerzos en la toma de Trondheim. Las fuertes defensas de la ciudad, unidas a la falta de munición adecuada de los buques que servirían de defensa a los desembarcos aumentaban de forma alarmante las posibilidades de un gran fracaso, pero la presión existente, tanto política, como militar y de la opinión pública, hizo que se diese luz verde a la operación, a la que se dio el nombre de “Martillo”.

Comenzaron pronto los preparativos para el ataque al enclave. La Armada y el ejército debían coordinar sus esfuerzos para conseguir el objetivo. Mientras que por mar se bombardearían las defensas, varios desembarcos terrestres iniciarían los ataques para su conquista.

Este plan, aparentemente perfecto, pronto fue cuestionado. Por un lado el bombardeo naval se encontraría con el peligro de la aviación alemana, muy poderosa que podría infligir cuantiosos daños a los buques ingleses. Por otro, varios informes desaconsejaban, por el mismo motivo, el desembarco en el lugar marcado (los fiordos), y se recomendaba realizarlos por zonas menos expuestas. Tras varias reuniones entre los responsables de la operación, el 18 de abril se suspendió de forma definitiva.

 

Considerando vital la toma de Trondheim, a partir de ese momento los esfuerzos aliados se volcaron en trazar un plan de ocupación que excluyese el ataque directo. La nueva operación se fundamentaría en un movimiento de tenaza desde las recientemente ocupadas bases de Namsos y Aldasnes. El riesgo sería mucho menor, al tiempo que se incrementaban las posibilidades de éxito.

Se fijó para mediados de abril el inicio de la operación. El 19 las tropas que partieron desde Namsos al mando del General Carton de Wiart consiguieron llegar al enclave de Verdal, que distaba unos 80 kilómetros de Trondheim, pero hubieron de desalojar dicha posición debido a la resistencia que opuso una importante fuerza enviada por los alemanes.

La escasez de medios motorizados adaptados a las malas condiciones del terreno debido a la nieve en deshielo no propició la existencia de importantes combates, pero la diseminación de las tropas aliadas les hicieron muy vulnerables a la aviación alemana.

Ante la posibilidad de un empeoramiento de la situación el general de Wairt optó por el regreso a Namsos al tiempo que propuso la evacuación de esta ciudad, lo que se produjo el día 3 de mayo, bajo un fuego enemigo que produjo el hundimiento de los destructores “Bison” y “Afridi”, que protegían la retaguardia del convoy de evacuación.

Por otro lado, las operaciones que tuvieron lugar desde Andalsnes igualmente resultaron un fracaso. Tras avanzar hasta Lillehammer la 148 brigada del brigadier Morgan inició una encarnizada lucha con los alemanes. El día 24 se unió a ellos refuerzos procedentes de Francia, lo que paliaba en alguna manera la evidente inferioridad que había frente a los alemanes.

A pesar de la audacia y coraje de las tropas ingles y sus aliados noruegos, el enfrentamiento con los alemanes estaba destinado a un completo fracaso, por lo que con habilidad y algo de suerte consiguieron ser evacuados por ferrocarril un elevado número de combatientes. El 1 de mayo pudieron ser embarcados y ser repatriados a Inglaterra.

Asumiendo ambos fracasos, a los aliados no les quedaba más que afrontar la conquista de Narvik, tantas veces y por diversos motivos retrasada.

Una vez que se rechazó la posibilidad de un ataque directo, el 24 de abril comenzó un fuerte bombardeo sobre la ciudad con la intención de expulsar la guarnición. No se consiguió.

La llegada de refuerzos polacos y francesas, junto con el comienzo del deshielo insufló nuevos ánimos y se preparó un plan de ataque. El 27 de mayo comenzó el ataque a la ciudad a través del fiordo de Rombaks, que dirigió eficazmente a sus tropas, (compuestas en gran número por franceses de la Legión extranjera y noruegos). El 28 se había ocupado la ciudad.

 

4.5.1      La ocupación alemana de Noruega.

El ataque alemán del 8 de abril de 1940, por sorpresa, sin previa declaración de guerra, fue acompañado de una nota en la que se le anunciaba su intención de ocupar el país, a la par que solicitaban la ausencia de resistencia militar para facilitar la tarea.

La denegación de estas condiciones dio lugar a una feroz, pero estéril resistencia de los noruegos durante un mes. Durante ese periodo el Rey y el gobierno del país pudieron huir y exiliarse en Inglaterra, desde donde dirigirían la resistencia contra los alemanes.

En esta situación el jefe del partido Nazi noruego Vidkun Quisling intentó formar gobierno, pero la fuerte oposición de la opinión pública y el desprecio que le la población por su cooperación con los alemanes le hicieron caer a los pocos días. A este respecto Arnold J. Toymbee en su obra La Europa de Hitler sostiene que en los primero momentos existe mayor animadversión contra Quisling que contra los propios alemanes, ya que el orgullo noruego se vio duramente afrentado por un personaje cuyo partido apenas había conseguido el 2% de votos en las elecciones, y como consecuencia de ello, fue imposible la creación de un gobierno afín que hubiese podido incluso destronar al rey.

Ese momento habría llegado junio de 1940 cuando la Oficina Presidencial del Storling (El Parlamento), llegó a pedir la abdicación al rey como gesto imprescindible para la consecución de un tratado de paz. La negativa del rey, que contaba con el apoyo del gobierno en el exilio, fue concluyente, y este acto constituyó una mancha en la credibilidad del Storling.

La ineficacia de las medidas tendentes a crear un poder proalemán con apoyo noruego dio lugar a que el Comisario del Reich, Joseph Terboven, iniciase una política más dura e intimidatoria.

-         Declaró destronados al Rey.

-         Abolió el Gobierno, y el Storling.

-         Declaró fuera de la ley a la mayoría de los partidos políticos a excepción del de Quisling.

-         Creó una oficina de Consejeros Provisionales de Estado con la misión de asesorarle en las tareas de administración.

Como consecuencia de estas decisiones se formaron grupos de resistencia que, si bien al principio surgieron espontáneamente, finalmente se agruparon en el Frente Interior. “ Al principio, se llevaron a cabo acciones en pequeña escala, con frecuencia ejecutadas con gran audacia y que naturalmente provocaron duras represalias de los alemanes; pero, más tarde, la acción adoptó la forma de sabotajes realizados por manos expertas, en gran escala, en las industrias que tenían una importancia vital para el esfuerzo de guerra alemán”[30]

 

5         ¿DESTINO?: PARÍS.

Tras la invasión polaca y el control de los países nórdicos (vital para mantener el control sobre la ruta del hierro sueco), resultaba obvio que el siguiente paso de los alemanes iba a ser el enfrentamiento directo con Francia.

Los ocho meses que transcurrieron desde el 1 de septiembre de 1939 (invasión de Polonia), hasta el 10 de mayo de 1940, comienzo del ataque alemán contra Francia, fueron aprovechados de manera diferente por los contendientes. Por un lado Francia, sustentada en su aparente potencial bélico, un  supuestamente moderno experimentado ejército, y en la creencia de la invulnerabilidad de la Línea Maginot, esperó en las fronteras con su ejercito desplegado y el apoyo del contingente inglés enviado por Londres. Por otro Alemania dedicó este tiempo a la creación, adiestramiento y modernización de su ejército, del cual habría que destacar por su importancia posterior 10 divisiones acorazadas (conocidas como Panzer). Asimismo el acuerdo con Stalin permitió a Hitler mover parte de sus tropas del frente este. De este modo en los momentos previos al ataque Alemania disponía de 136 divisiones desplegadas del siguiente modo:

GRUPO DE EJERCITOS B: Constaba de 28 divisiones mandadas por el general Von Bock. Fueron desplegadas desde el Mar del Norte a Aquisgrán. Su misión radicaba en, tras doblegar la oposición de Bélgica y Holanda, la invasión de Francia como ala derecha del ejército alemán.

GRUPO DE EJERCITOS A: Formada por 44 divisiones dirigidas por el general Von Runsted. Situadas de Aquisgrán al Mosela constituían el bloque principal del ataque alemán.

GRUPO DE EJERCITOS C: 17 divisiones al mando del general Von Leeb. Eran las encargadas de defender el Rin, hasta la frontera con Suiza.

Por último hay que mencionar la existencia de una reserva de 47 divisiones, 20 de las cuales constituían la reserva directa de cada uno de los grupos y las 27 restantes la reserva general del mando supremo.

El ataque a Francia no fue algo precipitado y sin preparación, sino que fue el resultado de la evolución de un plan originario de la guerra anterior, el denominado Plan Schlieffen.

Básicamente este plan consistía, la invasión previa de Bélgica, para inmediatamente después pasar a Francia. En 1940 el general Manstein presentó una opción, totalmente revolucionaria, que de dar sus frutos supondría asegurarse una gran ventaja y en cierto modo la victoria. Su propuesta consistía en atravesar Bélgica por la región montañosa de las Ardenas, una región de complicado acceso y difícil de defender. La aceptación de esta iniciativa dio lugar a que el peso del ataque alemán pasase del Grupo A de Von Bock al B de Von Rundsted.

Frente a estas fuerzas los aliados disponían de:

51 divisiones (9 de las cuales eran inglesas) mandadas por el general Billote. Dispuestas al final de   la Línea Maginot, hasta la Dunkerke, siguiendo la frontera belga.

43 Divisiones al cargo de los generales y Bresson, cuyo objetivo era la defensa desde la Línea Maginot hasta la frontera con Suiza.

9 divisiones en la Línea Maginot.

22 divisiones correspondientes al ejército belga.

10 divisiones del ejército holandés.

 

El total ascendía a 135 divisiones, número semejante al alemán.

         A pesar de la aparente igualdad de fuerzas, el bando alemán disponía de varias ventajas. Por un lado el factor de la iniciativa, sabía cuando y dónde asestar el golpe, mientras, los aliados estaban a la defensiva. Por otro lado, aunque el número de tanques y vehículos acorazados era semejante el uso que se hizo de ellos fue muy distinto. El mariscal Rommel hace mención de ello en sus Memorias:

         “ Nada más fútil que el modo en el que el Mando francés utilizó sus unidades acorazadas. Tenía 53 batallones de tanques contra los 36 de los alemanes. Pero estos últimos formaban en divisiones (diez), mientras que casi la mitad de los franceses estaban destinados al apoyo de la infantería. Además, incluso sus siete divisiones de tipo blindado se utilizaron fragmentariamente.”[31]

         El ataque propiamente dicho comenzó el 10 de mayo de 1940, pero las horas previas estuvieron marcadas por los continuos ataques aéreos a los que sometió la aviación alemana, con una gran experiencia adquirida en la campaña de Polonia, a puntos neurálgicos enemigos, tales como aeródromos, arsenales, puestos de mando...

         Las primeras víctimas del ataque alemán fueron Holanda, atacada por el grupo de ejércitos B de Von Bock, y Bélgica, que sufrió la embestida de Von Runsted y el grupo de ejércitos A. Ambos países se habían enfrentado a la posibilidad de ataque alemán de formas muy diferentes.

         Holanda basaba su defensa en su sistema de esclusas, gracias al cual podrían provocar una inundación que impediría el avance enemigo. Frente a esto la respuesta alemana, rápida y contundente se reflejó en un control absoluto de las esclusas.

         Bélgica, recordando los sufrimientos padecidos la guerra anterior, quiso convertirse en el paradigma de la neutralidad e imparcialidad en el conflicto. Su confianza en que Alemania respetase el derecho internacional era completa, incluso cuando se produjo la entrada en guerra de Francia e Inglaterra. Cuando la invasión fue un hecho, su capacidad de reacción fue casi nula, y su intención de destruir los puentes sobre el río Mosa, paso obligado hacia las más importantes ciudades del país (Amberes, Bruselas) resultó infructuosa, pues los alemanes consiguieron tomar dos de ellos sobre el Canal Alberto. Ante esta situación no les quedaron más opciones que solicitar la ayuda de los aliados.

 

5.1      El avance alemán

Como se ha explicado anteriormente, el ataque del día 10 de mayo cogió de improviso a las tropas aliadas, cuyo intento de apoyo a Bélgica y Holanda, resultó completamente ineficaz. La zona existente entre las Ardenas y  la Línea  Maginot permitió la irrupción una ingente cantidad de blindados alemanes que, tras romper el centro de las fuerzas aliadas, consiguió penetrar rápidamente en suelo francés.

La respuesta más inteligente a este contundente habría sido iniciar el repliegue, pero la apatía del General Gamelin (Jefe de Estado Mayor francés), los restantes mandos se inhibieron y la penetración alemana se hizo aún más profunda. Así cuando el 17 de mayo comenzó la retirada aliada su efecto fue mínimo.

 

Notas

[1] CHURCHILL, W. La Segunda Guerra Mundial. Volumen 1. Pág 27.Orbis, 1989. Barcelona

[2] WISKEMAN, E. La Europa de los dictadores.  Pág, 24. Siglo XXI, Paracuellos de Jarama, 1983

[3] Extracto de The Times. CHURCHILL, W. La Segunda Guerra Mundial,Volumen 1, pág 78 .Orbis, 1989. Barcelona

[4] CHURCHILL, W  opus cit pag 101

[5]HEGNER, H.S. El Tercer Reich. Pag 260. Plaza y Janés. Barcelona 1975 

[6]WISKEMAN, E. La Europa de los dictadores. Pág 129. Siglo XXI. Paracuellos de Jarama, 1983

[7]  HEGNER, H.S  El Tercer Reich,. Pág 371. Plaza y Janés. Barcelona 1975

[8] CHURCHILL,W.  opus cit, pag 228.

[9]  HEGNER, H.S, opus cit, pag 413.

[10] HEGNER, H.S, opus cit, pag 420.

[11] CHURCHILL, W, ops cit, pag 247

[12] FEILING, Keith,  La vida de Neville Chamberlain, pág 372.

[13] THE MUNICH AGREEMENT, tomado del  (French Yellow Book)

[14] BRITISH-GERMAN DECLARATION tomado del  (French Yellow Book)

[15] REYNARD, Paul. La France a sauvé l’Europe, Volumen I, pág 561.

[16]  CHURCHILL, W. Opus cit, pág, 264.

[17] CIANO, Galeazzo. Diario. Pag 59-66. José Janés, Editor.

[18] HEGNER, H.S, opus cit, pág 460.

[19] TRATADO DE GARANTÍA DE LA INDEPENDENCIA POLACA; Documentos referentes a  las  relaciones  germano-polacas y a la ruptura de las hostilidades entre Gran Bretaña y Alemania.

[20] CHURCHILL, W, opus cit pág 286.

[21] TRATADO DE NO-AGRESIÓN GERMANO-SOVIÉTICO (tomado de Relaciones Nazi-Soviéticas 1939-1941)

[22] WISKEMAN, opus cit, pág 184.

[23] TOYNBEE, Arnold.J. La Europa de Hitler.Página 379.Editorial Sarpe, 1986 Madrid.

[24] CHAMBERLEIN, Neville, Discurso radiado al pueblo británico el 3 de septiembre de 1939.

[25] DALADIER, Eduard. Discurso a la nación francesa el 3 de septiembre de 1939

[26]  CHURCHIL, W. La Segunda Guerra Mundial. Volumen 2. Pág 20.Orbis, 1989. Barcelona

[27] CHURCHIL, W. La Segunda Guerra Mundial. Volumen 2. Pág 84. Orbis, 1989. Barcelona

[28] HAMBRO, Carl. Lo que yo presencié en Noruega. Pág 23

[29]  CHURCHILL,W. La Segunda Guerra Mundial. Volumen 2. Pág 153. Orbis. Barcelona, 1989.

[30] TOYNBEE, A.J. La Europa de Hitler.  Pág 371. Sarpe. Madrid, 1985

[31] ROMMEL, E.  Memorias. Pág 29. Ediciones Altaza, 2008. 

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