RESILIENCIA: UTILIZACIÓN DEL HUMOR EN PSICOTERAPIA

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Jorge  Helman 

Relato oficial de la XXVI Jornada Académica del Departamento de Psicología Clínica y la XIII Jornada de la Carrera de Especialista en Psicología Clínica de la Universidad Argentina J. F. Kennedy, Colegio San Isidro Labrador, Martínez, 11 de junio de 2005.

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Toda relación terapéutica está sostenida sobre la base de una esperanza; alentada por el paciente y el analista, más enérgicamente expresado, ambos están sostenidos por ella. Se trata de la transformación psíquica. Una simple marca simbólica puede crear un efecto de insight, de revelación que resquebraje un fragmento de ese Real imposible. Y esa marca puede provenir de una parodia humorística que mitigue el énfasis de un problema.
El psicoanálisis no resuelve el conflicto, contribuye a reposicionar al sujeto frente a él, con el conocimiento de las determinaciones históricas que han contribuido a su construcción y con las herramientas defensivas necesarias para poder combatirlo. Si la resiliencia, que supone extraer fuerzas de las situaciones críticas traumáticas, consigue alterar la posición subjetiva de una persona, el objetivo psicoterapéutico estará cumplido.

 

PRÓLOGO
En un tramo de su afamada novela El nombre de la rosa, Umberto Eco señala que la característica diferencial entre los hombres y los animales es que a los primeros los domina la mentira y la risa. Pero ¿qué es lo que vincula estos dos conceptos?... Justamente, el lenguaje y sus significantes, esos habitantes naturales que lo pueblan.

La psicoterapia se sustenta, precisamente, en la posibilidad de producir mutaciones en la distribución de los significantes. En otros términos, el pasado no es canjeable, pero sí la posición subjetiva frente a él; lo que puede variar y mudar es la versión histórica que de ese pasado se construya.

El propósito de esta exposición es seguir los diferentes destinos de los significantes, porque transportan tanto a las formaciones psicopatológicas como a las diferentes estrategias psicoterapéuticas, donde la resiliencia ocupa hoy un rol preponderante.

 

NUEVAS (?) MIRADAS ESTRATÉGICAS
En un reciente artículo [1], A. Berezin y G. García Reinoso hacen mención a la importación del concepto de resiliencia, desde el campo de la física. Las autoras sostienen desde un enfoque crítico, Foucault mediante, que el concepto padece de un doble defecto. Por un lado, toda importación arrastra algo de su lugar de origen; por otro, la resiliencia tendría una finalidad adaptativa, acomodaticia, en última instancia, sería una técnica al servicio del poder dominante.

Sin embargo, la importación de conceptos -en tanto no se convierta en contrabando- contribuye al enriquecimiento de una ciencia; ésta operará, en los momentos iniciales, transgrediendo los saberes constituidos y haciendo uso del método de abducción  [2]. Es harto sabido que cualquier práctica científica nace como producto de la necesidad de un sistema social y en el interior de él; hecho delatado no sólo por M. Foucault [3] sino también, aún antes, por G. Canguilhem [4] y G. Bachelard [5]. La física actual, en su doble versión, tanto la clásica newtoniana como la cuántica termodinámica, ha brotado en las aristas de las diferentes formas de la Modernidad, surgidas desde el siglo XVII hasta el XX inclusive.

La resiliencia, que ha sido ampliamente desarrollada en los últimos quince años, puede reconocer embriones tanto en el pensamiento de Nietzsche como en el de Freud, a fines del siglo XIX y comienzos del XX.

Si bien se trata de un concepto extraído de la física, la resiliencia, en psicología, sólo puede ser comprendida dentro del horizonte del trauma; más enérgicamente expresado, es un intento de respuesta ante una fractura.

Toda situación traumática impone un quiebre en el devenir de una existencia. Curar supone recomponer la continuidad perdida, hincando raíces en aquello que produjo el resquebrajamiento. Y en estos más de cien años de psicoanálisis, hay acuerdo en torno al propósito de una terapéutica: que el sujeto se reubique con relación a sus propias determinaciones históricas. Convergencia que supera toda divergencia.

Nietzsche afirmaba que lo que no mata, fortalece. La situación traumática (y válido es recordar que no todo trauma es negativo) puede permitir la reacomodación de la subjetividad a una nueva situación [6]. El filósofo alemán pensaba que el sujeto no salía indemne de cualquier tipo de avatar producido en su contexto [7].

Pero acaso Freud ¿no intentaba, en sus historiales clínicos, la reconstrucción de alguna verdad perdida por los procesos de expulsión (verwerfung), desmentida (verleugnung) o represión (verdrangung)?

Por lo tanto, la elaboración de una situación traumática, en un contexto clínico, en tanto no renuncie a la pregunta sobre sus orígenes, está muy lejos de ser una estrategia novedosa. Por el contrario, sus raíces se remontan a los comienzos de cualquier intención psicoterapéutica.

En síntesis, la resiliencia, igual que el dominio de la energía atómica o el descubrimiento del genoma humano, no es “buena” ni “mala”; depende vertebralmente de cómo se usa, para qué y desde dónde. El texto sólo posee sentido en función del contexto que lo alberga.

Por otra parte, importa mucho cuál es la implementación que de la resiliencia se hace para considerarla adaptativa o no. Lo verdaderamente acomodaticio es el síntoma, hecho ya resaltado por Freud en La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis  [8]. Según él testimonia allí, la normalidad psíquica contiene una gran dosis de rebelión frente a la realidad.


EL HUMOR Y LA PSICOTERAPIA
Una de esas formas de insurrección es, precisamente, el humor. Si bien es cierto que éste no altera la realidad objetiva, posee, por lo menos, el atributo de poner en evidencia su carácter paradojal.

Todo chiste es, en este sentido, transgresivo, violenta el idioma, porque se sostiene sobre las torsiones que imperan en los significantes. Si el signo es inconmovible [9], el significante, por su desvinculación con los objetos y por su ligadura con otros significantes, es plurivalente, tolera significados variados.

En 1905, Freud consolida el concepto de inconsciente como formación colectiva; lo hace a través de El chiste y su relación con el inconsciente [10]. Allí pone en evidencia, entre otras cosas, la correlación existente entre texto e interlocutor de texto; dicho más fuerte, no hay texto sin interlocutor. Pero, al mismo tiempo, puede considerarse a este libro como la ineludible continuación de la Psicopatología de la vida cotidiana [11]; en él se comienza a definir lo que hoy llamamos las formaciones del inconsciente [12]. Es válido recordar que éstas se componen de “transgresiones” del comportamiento normal; frecuentes en la vida cotidiana.

Esta violencia que atenta contra lo esperable, expresada en olvidos, chistes, omisiones, tras-lenguas (por no decir “traspiés” lingüísticos), sueños y formación de síntomas, denota la presencia de un aparato psíquico dominado por la confrontación inter-sistémica.

Los textos recientemente citados corroboran el hecho de que en todas las formaciones del inconsciente imperan las mismas reglas: condensación, desplazamiento y cuidado por la figurabilidad (rücksicht auf darstellbarkeit). Curiosamente, estas leyes son similares a las que la retórica designa con los nombres de metáfora, metonimia e hipérbaton. Es decir que el inconsciente posee, en Freud, una estructura análoga a la del lenguaje, hecho resaltado por Lacan en sus primeros tiempos.

Pero el chiste, además de “juguetear” con el lenguaje, violentando el idioma, posee otra finalidad: delata el carácter irrisorio de la realidad misma. Un fragmento del Ideal del Yo (Ichideal), perteneciente a la región superyoica (y por tanto, representante del mundo interno), se empeña en vilipendiar al representante del mundo exterior.

Si bien “la risa y la mentira”, para retomar la expresión de U. Eco citada anteriormente, son distintivas del ser humano por su sujeción al significante, no siempre, a través de la historia, han tenido la misma forma. El hombre, a lo largo del tiempo, no ha mentido ni se ha reído acerca de lo mismo.

En un estudio realizado por G. Lipovetzky [13], se demuestra que sólo a fines del siglo XIX comienza una transformación, que estallará en el XX, en el contenido del chiste. A partir de ese momento, el YO será objeto de la ironía. Como el humor presupone la profanación de lo sagrado, hacer centro de él al YO no dejará de tener consecuencias importantes tanto en la subjetividad como en su entorno.

¿Será tan sólo una casualidad que Freud se haya decidido a escribir sobre el humor [14] precisamente el mismo año, 1927, en que diseña El porvenir de una ilusión [15], texto profano por excelencia... tal vez, el más profano de todos sus textos?

Un importante autor popular ruso del siglo XIX, Scholem Aleijem, retrataba en sus cuentos las desgracias de sus personajes con un tono risueño. Curiosamente, sus lectores se sentían reflejados en esos relatos y podían reírse de sus propias desventuras. Tiempo más tarde, Groucho Marx imprimía una frase paradigmática que ilustra esta vuelta del chiste sobre el YO: Jamás sería socio de un club que aceptase a gente como yo [16].

Si bien la característica de un discurso, como lo delata su lecho filológico, es el despliegue, el deslizarse por el camino de los significantes, hay un tipo particular de traslado que se denomina “recursividad”. Ésta se caracteriza por el repliegue del enunciado sobre sí mismo, hecho conocido en lingüística con el nombre de oxímoron. La expresión de Groucho Marx es totalmente recursiva, vuelve sobre sí para generar un efecto donde la soberbia yoica aplasta y condena al yo a la humillación. El narcisismo y su reverso, la melancolía, se han encontrado en un abrazo fraterno, hijos del enunciado.

El chiste no lesiona únicamente al lenguaje, también avanza sobre las zonas sagradas que casi todas las subjetividades poseen. Sólo quedan excluidas de esta sentencia las personalidades perversas (en el sentido generoso del término). Cada sujeto guarda en su interior una sacralidad que no autoriza violación. La perversión se exilia de ese enunciado, porque se cobija más en una de las formas en que se manifiesta lo que Hanna Arendt llamó la banalidad del mal, la indiferencia; ésta se expresa, justamente, por la no distinción entre zonas sagradas y espacios profanos.

Como hemos afirmado más arriba, el chiste es una formación colectiva del inconsciente, por lo tanto, requiere de la complicidad de otro para que se produzca el efecto de hilaridad esperado. Si el emisor de la humorada no encuentra el eco, la convalidación  de la risa en el receptor, es porque ese enunciado ha tocado una zona sagrada de quien, se suponía, sería el cómplice para que el chiste pueda operar.

Salvo en los casos de perversidad manifiesta, donde se ha borrado el límite entre lo secreto y lo sagrado por un lado, y lo público y lo profano por otro, hay temas con los cuales el humor no se puede producir. Por ejemplo, es generalizada la idea de la sacralidad de la vida. El respeto y la inviolabilidad de ella no toleran transgresiones a ese principio.

 

¿Quién se atrevería a hacer chistes sobre los campos de concentración nazis o sobre los desaparecidos en la Argentina? Se podrán hacer chistes en los campos de concentración, pero no sobre ellos. Y el canje de las preposiciones en el enunciado anterior no es azaroso porque la pre-posición cumple, precisamente, la función de posicionar al sujeto respecto de un discurso. 

Al igual que en el chisme, otro producto del inconsciente social, donde dos personas se complotan para hablar mal de otra que, por supuesto, debe estar ausente, el ejercicio del sadismo (humillación infligida a otro) produce un goce ilimitado, o un placer irrefrenable, que para el caso es indistinto. Y si el mecanismo que opera en el chiste y en el chisme es el mismo, indudablemente, ambos poseen un carácter ofensivo.

 Por ello, no hay chiste que no contenga una dosis importante de agresividad transgresiva y ésta emparenta al analista con el humorista. Después de todo, como señalamos más arriba, ambos trabajan con el retorcimiento de los significantes. Y además, los mecanismos de construcción del chiste son exactamente los mismos que los de la formación de síntomas, razón por la cual se puede afirmar que el síntoma no es más que un chiste de mal gusto para el paciente. Por otra parte, la vinculación entre analista y humorista se sostiene porque ambos interpretan, aunque desde diferentes posiciones, acerca de un hecho y lo hacen montados en los trayectos de un discurso que bordea la Verdad. 

Rudy, un ex analista transformado hoy en humorista, afirmaba al respecto [17]: “soy un analista en “retiro efectivo”, porque cuando les interpretaba a mis pacientes, éstos se reían; ahora que hago humor, mis lectores se angustian”. 

Por otra parte, el psicoanalista puede hacer uso del humor para producir un efecto de revelación (insight); si el objetivo se consigue, se pone en evidencia su eficacia simbólica, desde la perspectiva psicoterapéutica. El humor puede tanto menoscabar como enaltecer la dimensión del conflicto pero, de una u otra forma, termina haciendo alusión a la verdad que, en última instancia, es el verdadero objetivo de una terapia. 

El tema de la verdad es capital, pues nunca aparece desnuda [18], por el contrario, está sostenida por la construcción y la vestidura de un saber discursivo acerca de ella [19]. 

Veamos una ilustración respecto del saber. Un matrimonio de ancianos, avanzada la noche, se encuentra en una situación angustiosa: el hombre se ha descompuesto y la esposa, asustada, llama al servicio médico de urgencias. Llega el médico y revisa al paciente, luego de lo cual le dice, en voz alta, a la mujer: “señora, lamentablemente, debo informarle que su marido ha muerto”. El supuesto difunto, desde la cama, exclama: “¡nooo, yo estoy vivo!” La mujer, indignada, le grita al esposo: “vos ¿qué sabés?, ¿acaso estudiaste medicina como el doctor?”

 

Este chiste contrapone dos saberes: el del médico, avalado por un trozo de cartulina llamado “título”, que lo habilita en ese saber, que bien podemos designar como el discurso del Amo, del sistema o de la estructura. Y el otro, el de la existencia, que se puede designar como un saber analítico. Ambos se disputan la  verdad sobre un mismo hecho (el lector sabrá con cuál de ellos quedarse).  

Además, el humor permite situar al sujeto con relación a esa verdad buscada como objetivo de un tratamiento. Nos da noticias del modo particular en que ese saber opera sobre el sujeto. 

Jacobo Fuchs es un sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz [20]. Recientemente, luego de cincuenta años de ausencia, planificó un retorno a su ciudad natal, Lodz (Polonia), y al campo de exterminio. Momentos antes de su viaje, un amigo le preguntó: “¿es la primera vez que vas?” Y él respondió: “no, la segunda y además, ahora tengo que pagar, antes me llevaron gratis”. 

¿No será, acaso, el humor una forma más de testear la superación de un conflicto? O, en otros términos, ¿por qué no incluir al humor como un adecuado termómetro respecto de la cura?; no de aquella que ignora el pasado, sino de la que se reposiciona, de manera distinta, frente a él.

 

EPÍLOGO

Carlos Marx manifestó que el conflicto era el motor de la Historia. Se puede extender el enunciado al psiquismo. Por esencia, el conflicto es el motor del aparato psíquico, la existencia de regiones diferenciadas hace que éstas, inevitablemente, entren en confrontación y polémica; y como producto de esa dialéctica, emergerán las formaciones del inconsciente.

C. Magris [21] establece una importante distinción entre sátira y parodia. Ambos géneros toman un texto original (puede leerse, también, como “conflicto”) y le brindan un tratamiento diferenciado. En tanto la parodia (oda paralela) enaltece el texto e incita a acudir a él (o conflicto singular de un paciente), la sátira lo vilipendia, lo ridiculiza y lo desmerece. Con este instrumento, se puede volver sobre el humor, para intentar la construcción psicoterapéutica de enunciados paródicos que alteren el sentido trágico del texto primigenio (o, en anteriores términos, del conflicto).

 

Es posible establecer una distinción crucial entre tragedia y drama. En ambos casos, existe un conflicto, sin embargo, los distancia la actitud hacia él y la resolución que de ése pueda hacerse.

La tragedia es anterior al drama; proviene de una época en que los hombres estaban condenados, irrevocablemente, a los dictados de los dioses o del destino. Por ello, el fin del conflicto en la tragedia es irreductible y fatal; siempre se sabe cómo termina: con la muerte de los protagonistas.

En cambio, el drama, más tardío en su aparición histórica, responde a un período donde los hombres pensaban que podían incidir en la resolución del conflicto, por lo tanto, el desenlace era impredecible.

La existencia humana está compuesta de una fusión entre drama y tragedia. Del  lado de esta última, incluimos todo aquello que responde al orden de lo Real, lo que no puede ser simbolizado, lo irreductible, lo que nunca cesa de no inscribirse, como decía Lacan. El drama, por otra parte, cobija la ilusión de que las trazas simbólicas puedan morder algo de ese orden Real, a sabiendas de que su sentido trágico será, inexorablemente, inagotable.

Toda relación terapéutica está sostenida sobre la base de una esperanza; alentada por el paciente y el analista, más enérgicamente expresado, ambos están sostenidos por ella. Se trata de la transformación psíquica. Una simple marca simbólica puede crear un efecto de insight, de revelación que resquebraje un fragmento de ese Real imposible. Y esa marca puede provenir de una parodia humorística que mitigue el énfasis de un problema.

El psicoanálisis no resuelve el conflicto, contribuye a reposicionar al sujeto frente a él, con el conocimiento de las determinaciones históricas que han contribuido a su construcción y con las herramientas defensivas necesarias para poder combatirlo.

 Marx señalaba en El 18 Brumario de Louis Bonaparte que cuando la historia se repite, al comienzo es tragedia, y luego, se reproduce como comedia.

 El humor, entendido como parodia, es un buen ingrediente que tiende a despojar de fuerza o energía a la situación neurótica. Ayuda a mitigar el carácter trágico de un conflicto, si bien no logra transformarlo en comedia, puede, por lo menos, darle un sentido dramático. Hacerlo comedia, alivianarlo, sería banalizar la existencia; ésta se ubica en la vereda de enfrente de la liviandad, porque es trascendencia.

Si la resiliencia, que supone extraer fuerzas de las situaciones críticas traumáticas, consigue alterar la posición subjetiva de una persona, el objetivo psicoterapéutico estará cumplido.

 

Por último, volvemos sobre lo relatado acerca de Jacobo (Jack) Fuchs. Su chiste nos dice que a pesar de haber sido despojado de su identidad, de su nombre (que fue sustituido por un número), de sus objetos más nimios (espejos, ropas, enseres domésticos, y muchos etcéteras), así como de sus objetos más trascendentes, como lo son sus afectos (padres, hermanas y amigos), aún está vivo. El nazismo, que provocó una de las peores tragedias de la historia, por lo menos con él fracasó, ya que pudo recomponer su identidad rodeado de nuevos seres queridos (hija, nietos y amigos). En última instancia, él no olvida, su recuerdo resta densidad a lo trágico. Su humorada dice: “puedo volver al lugar del horror, porque estoy vivo y sé que de él puedo salir”. Así transforma la evocación en un drama distante y cercano al unísono; lejano en el tiempo, pero riesgoso en el futuro.

Las dedicatorias suelen colocarse al comenzar un trabajo, sin embargo, ésta, transgresivamente, anunciará su final: Dedicado a JACK FUCHS, un militante por la vida.

                               

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

Bachelard, Gastón - La formación del espíritu científico (Contribuciones a un psicoanálisis del conocimiento objetivo) -  (fecha original: 1948) - Siglo XXI Editores - Buenos Aires – 1972.

Berezin, Ana y García Reinoso, Gilou – “El poder dicta, por la palabra del sujeto mismo, lo que hay que hacer” – Del texto Resiliencia o la selección de los más aptos, extracto publicado en Página 12 – en el Suplemento de Psicología – 4 de mayo de 2005 – www.pagina12.com.ar

Canguilhem, Georges - Lo Normal y lo Patológico - Siglo XXI Editores - (original escrito en 1943 y publicado por vez primera en francés en 1966) - México - 1978.

Eco, Umberto – “Cuernos, cascos, zapatos: Algunas hipótesis sobre tres tipos de abducciones” - (incluido en Eco, Umberto, Sebeok, Thomas y otros - El signo de los tres (Dupin, Holmes, Peirce) - Editorial Lumen - Barcelona - 1989.

Foucault, Michel - Microfísica del poder - Ediciones de la Piqueta - Madrid - 1978.

Freud, Sigmund – Psicopatología de la vida cotidiana – 1901. Incluido en Obras Completas correspondientes a las ediciones españolas de Biblioteca Nueva (1948) y Amorrortu Ediciones de 1978; a la edición alemana de Conditio Humana - Buchdrukerei Eugen Göbel, Ed. S. Fischer Verlag GmbH - Frankfurt am Main de 1975.

Freud, Sigmund – El chiste y su relación con el inconsciente – 1905.

Freud, Sigmund – La pérdida de la Realidad en la Neurosis y la Psicosis – 1924.

Freud, Sigmund – Notas sobre el humor – 1927.

Freud, Sigmund – Porvenir de una ilusión – 1927.

Helman, Jorge – “Una carta desde Haifa” - Revista Psyche - N° 14, Año II - Buenos Aires - octubre de 1987.

Helman, Jorge - ”Las lentejas tienen hombrecitos”. “Acerca de diagnósticos y métodos en la clínica analítica” – Publicado por CAMPO GRUPAL – Año 7, N° 58 - Buenos Aires – 7 de julio de 2004. Revista electrónica EL SIGMA (colaboraciones) www.elsigma.com - Buenos Aires - 30 de marzo de 2004.

Lacan, Jacques – Seminario 5 - Las formaciones del inconsciente -  1957/8 – Versión de la Escuela Freudiana de Buenos Aires - Buenos Aires.

Magris, Claudio – Utopía y Desencanto. Historias, esperanzas e ilusiones de la Modernidad - Panorama de Narrativas - Anagrama (Colección Argumentos) - Barcelona – 2001.

Rudy - Carne de diván (Buffet Freud Tomo II) - Ediciones de La Flor - Buenos Aires - 1994.

 

Notas

 [1] Berezin, Ana y García Reinoso, Gilou – “El poder dicta, por la palabra del sujeto mismo, lo que hay que hacer” – Del texto “Resiliencia o la selección de los más aptos”, extracto publicado en Página 12, en el  Suplemento de Psicología – 4 de mayo de 2005 – www.pagina12.com.ar

 [2] Abducción, método introducido por Charles Sanders Peirce, se traduce como “rapto” o “robo” y es el procedimiento de creación propio de las nuevas prácticas sociales atribuibles a la ciencia. Para mayores detalles, se puede consultar a Eco, Umberto - Cuernos, cascos, zapatos: Algunas hipótesis sobre tres tipos de abducciones - incluido en Eco, Umberto, Sebeok, Thomas y otros - El signo de los tres (Dupin, Holmes, Peirce) - Lumen - Barcelona - 1989. y en Helman, Jorge - ”Las lentejas tienen hombrecitos”. “Acerca de diagnósticos y métodos en la clínica analítica”,Campo Grupal– Año 7, N° 58 - Buenos Aires – 7 de julio de 2004. Revista electrónica El sigma (colaboraciones) www.elsigma.com - Buenos Aires - 30 de marzo de 2004.

 [3] Foucault, Michel - Microfísica del poder - Ediciones de la Piqueta - Madrid - 1978.

 [4] Canguihem, Georges - Lo Normal y lo Patológico - Siglo XXI Editores - (original escrito en 1943 y publicado por vez primera en francés en 1966) - México - 1978.

 [5] Bachelard, Gastón - La formación del espíritu científico (Contribuciones a un psicoanálisis del conocimiento objetivo) - Siglo XXI Editores - Buenos Aires – 1972.

 [6] Traumas Positivos son aquellos que emanan del proceso de conocimiento, ya que éste presupone quebrar la continuidad de cualquier tipo de ignorancia.

 [7] Si bien Nietzsche es un filósofo bastante alejado del campo de la medicina, es válido recordar sus permanentes alusiones al concepto de “enfermedad” en la Filosofía, de modo tal que tenía en su horizonte intelectual la idea tanto de patología (aunque no la llamase así) como de “curación”. Sin ir más lejos, su propia idea del Superhombre se enrola en la vía de lo terapéutico.

 [8] Freud, Sigmund – “La pérdida de la Realidad en la Neurosis y la Psicosis” en Obras Completas correspondientes a las ediciones españolas de Biblioteca Nueva (1948) y Amorrortu de 1978; a la edición alemana de Conditio Humana - Buchdrukerei Eugen Göbel, Ed. S. Fischer Verlag GmbH - Frankfurt am Main, de 1975. En adelante, sólo se indicará el año de publicación del texto.

 [9] El signo (que Saussure gustaba llamar, erróneamente, “significante”) es lo que representa, porque hay una ecuación irrevocable entre representamen y representado, entre el morfema y el objeto al cual representa. La innovación introducida por Roman Jakobson y Jacques Lacan permite distinguir y separar al Signo  del Significante.

 [10] Freud, Sigmund – El chiste y su relación con el inconsciente – 1905.

 [11] Freud, Sigmund – Psicopatología de la vida cotidiana – 1901.

 [12] Lacan, Jacques – SEMINARIO 5 - Las formaciones del inconsciente - 1957/8 – Versión de la Escuela Freudiana de Buenos Aires - Buenos Aires.

 [13] Lipovetzky, Gilles - La era del vacío - Anagrama - Barcelona - 1986.

 [14] Freud, Sigmund – El humor – 1927.

 [15]Freud, Sigmund – Porvenir de una ilusión – 1927.

 [16] Frase que expandirá, con mayor holgura, Woody Allen, quien se transforma en el hazmerreír de todos por sus tics. En una de sus últimas películas, su personaje intenta convencer a su esposa de que él es una auténtica luminaria; ella se mofa de él y éste le dice: “¿qué pensarías vos si te dijese que estás casada con un genio? Ella le responde: “pensaría que soy bígama”. Se puede observar la recursividad en acción: la persona, que es Woody Allen, le ha cedido un fragmento importante de sí al personaje de Woody Allen.

 [17] Rudy - Carne de diván (Buffet Freud Tomo II) - Ediciones de La Flor - Buenos Aires - 1994.

 [18] Una antigua leyenda latina relata que Veritas (la diosa de la verdad) se encuentra en un oscuro pozo, desnuda, esperando que otros dos dioses, Tiempo y Justicia, se hagan presentes para brindarle los ropajes necesarios para que salga, decorosamente, a la luz.

 [19] Helman, Jorge – “Una carta desde Haifa”- Revista Psyche - N° 14 Año II - Buenos Aires - octubre de 1987.

 [20] Actualmente es escritor, ensayista y conferencista, especialista en el tema de la Shoah (Holocausto). Durante la Segunda Guerra Mundial, tenía diecisiete años y pertenecía a la Juventud del Partido Socialista Judío Bund. En el año 2002, recibió una condecoración del Parlamento argentino por su lucha por los Derechos Humanos. Hoy tiene ochenta y un años.

 [21] Magris, Claudio – Utopía y Desencanto. Historias, esperanzas e ilusiones de la Modernidad - Panorama de Narrativas - Anagrama (Colección Argumentos) - Barcelona – 2001.
 

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