LESBIANAS SIGLO XXI (2)

archivo del portal de recursos para estudiantes
robertexto.com

enlace de origen
Licenciada en Psicología (Universidad Nacional de Buenos Aires) y psicoanalista feminista.
Escritora perteneciente a SEA (Sociedad Argentina de Escritores).
Post grado en la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados y en la Asociación de Psicología y Psicoterapia de Grupos.
Socia titular de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires y socia fundadora del Ateneo Psicoanalítico.

IMPRIMIR

Este artículo fue publicado en la Revista Actualidad Psicológica  en un número dedicado a  Homosexualidad. Travestismo.Transexualismo. Año XXV- Nº 281- Noviembre. Año 2000 [1]

 

AMOR DE JUVENTUD

 

Él roba rosas                                                                           

Por los jardines de su barrio

La tarde es cómplice total

Y siempre hay alguien que lo ve

Y ríe sin querer volviéndose en el tiempo

 

Ella deshoja

Margaritas en su cuarto

Anoche lo trató tan mal...

Y siempre vuelve

 a aparecer

Con ese "no sé qué"

Que deja sin aliento

 

Amor de juventud

Sus brazos por primera vez

Amor de juventud

Un beso y es el infinito

Amor de juventud

 

Ellas se encuentran

A estudiar desde temprano

No hay nadie que las pueda

separar

Y alguna tarde hay

algo más

Una magia sensual

Que corre por los cuerpos

 

Él busca formas

De decirle que lo ama

No sabe por dónde empezar

Le lee poemas sin parar

Se quiere asegurar

De que él sienta lo mismo

Amor de juventud

                           (Canción de Pedro Aznar).                                                                                                             

 

Buenos Aires, año 2000. El escenario es el consultorio de una psicoanalista que atiende en Palermo.[4]  La mayoría de los pacientes pertenece a una clase media empobrecida que, a pesar de ello, aún conserva anhelos de crecer espiritual y económicamente. Muchas de las personas que consultan son lesbianas y sus edades oscilan entre los veinte  y los cuarenta años. Alguna, como excepción, se acerca o supera los cincuenta. La mayoría de ellas  no circula por "boliches".  Si lo hacen - en general las más jóvenes -  es como el común de las chicas de su edad. Sólo que, en este caso, se trata de los que son pubs y discos para lesbianas.  

Ellas estudian y trabajan, no les es fácil ganarse la vida. Son jóvenes, mujeres y argentinas. Algunas, son o desean ser madres.

En ocasiones, han circulado por otros consultorios "psi" y hasta han tenido que soportar  que se las quisiera curar de una enfermedad  inexistente.

Pero, a  pesar del  más que reconocido prejuicio contra la homosexualidad que,  desde sus inicios, atraviesa al psicoanálisis, algunas lesbianas consultan por los mismos problemas que el resto de los neuróticos. Insisten en darse la oportunidad de aliviar sus síntomas  y enfrentar sus neurosis. Son perseverantes, además, en ese darnos, a los psicoanalistas,  la oportunidad de superar nuestra homofobia.

                                    

EL PSICOANÁLISIS ACTUAL Y SU POSTURA ANTE LA HOMOSEXUALIDAD

Tengo plena conciencia de que mi idea acerca de que la homosexualidad no es ni una elección de vida ni una estructura psicopatológica sino  una variante de la sexualidad,  no es compartida por muchos psicoanalistas. El homosexual, tal como el heterosexual,  puede transitar el camino de la neurosis, de la psicosis o de la perversión.

Tomando como punto de partida las ideas de Sigmund Freud, vemos que,  en variadas ocasiones, él se expresó de manera contradictoria. Por ejemplo, en sus Tres ensayos para una teoría sexual (1905) incluye a la "inversión" entre las aberraciones o perversiones sexuales, juntándola, en la misma bolsa, con la paidofilia, la necrofilia, el bestialismo, el sadismo, etc. Una clasificación errónea, en tanto se compara un vínculo amoroso y de mutuo consentimiento entre dos personas del mismo sexo con relaciones donde un individuo mantiene una actividad sexual con una pareja inapropiada o involuntaria que no consiente y a la que se le infringen sufrimientos o humillaciones. Aunque Freud se refiere a la "perversión" humana como un universal, a la sexualidad infantil como polimorfa y a la bisexualidad como patognomónica del hombre, también dice, con respecto a la homosexualidad, que la falta de un padre fuerte en la infancia la favorece, deslizando la idea de una falla en las relaciones de objeto, falla que, por ende, provocará patología. Por otro lado, declara que la  investigación psicoanalítica se opone terminantemente a la tentativa de separar a los homosexuales como una especie particular de seres humanos y que  no se conocen los orígenes ni de la homosexualidad ni de la heterosexualidad. En las Conferencias de Introducción al Psicoanálisis (1916-17) va un poco más allá cuando afirma: "Nos vemos precisados a considerar la elección de objeto dentro del mismo sexo como una ramificación regular de la vida amorosa". 

En 1935 respondía así la carta de la angustiada madre de un homosexual:

 

Indudablemente, la homosexualidad no representa ninguna ventaja, pero no es algo de lo que haya que avergonzarse, ni un vicio, ni una degradación, no puede clasificársela como una enfermedad; la consideramos una variante de la función sexual(...). Al preguntarme si puedo ayudarla, supongo que quiere decir si puedo abolir la homosexualidad y hacer que la heterosexualidad ocupe su lugar. Lo que el análisis pueda hacer por su hijo va por otro camino. Si es  desdichado,  neurótico, si se halla atormentado por los conflictos e inhibido en su vida social, el análisis puede proporcionarle armonía, paz mental y eficacia plena, tanto si permanece homosexual como si cambia. 

 

De manera similar, en 1920 decía que su joven paciente lesbiana no era una enferma y que "la empresa de mudar a un homosexual declarado en un heterosexual no es mucho más promisoria que la inversa, sólo que a esta última jamás se la intenta cambiar, por buenas razones prácticas". Pero, por otro lado, en la ya citada carta de 1935, Freud considera a la "inversión" como una detención del desarrollo. Además, con respecto a la joven homosexual, confunde el amor de su paciente hacia una mujer con una identificación masculina. Confusión que, por otra parte, se repite en otros psicoanalistas y que merecería nuestra reflexión.  En los últimos años de su vida Freud no dedicó especialmente al tema ningún ensayo, aunque oportunidades clínicas no le faltaran, entre ellas la de haber tenido de  pacientes tanto  a la talentosa poeta lesbiana Hilda Doolittle  como a su propia hija. Ya ha trascendido que Anna Freud  estuvo en pareja durante cincuenta años con la psicoanalista norteamericana Dorothy Burlingham.

Cien años después de estas reflexiones freudianas,  ¿de qué  manera se posiciona el psicoanálisis de nuestros días frente a las personas que  aman  y desean a otras del mismo sexo? ¿Con qué teorías podemos comprenderlas?  Como solamente la clínica da bases, convalida y refuta nuestras teorizaciones, es precisamente desde esta clínica que  hago mis apreciaciones.

Sin embargo, son pocos los psicoanalistas y los psicoterapeutas de otras orientaciones teóricas los que se preguntan por estos temas. Algunos que sí lo hacen, poseen un auténtico interés y preocupación. Otros, los "políticamente correctos", son con frecuencia "lobos con piel de cordero" que, frente al vacío de sus consultorios, muestran una falsa  aceptación de la homosexualidad.

Por el contrario, el doctor Mauricio Abadi, vocero oficial de una parte de la comunidad psicoanalítica argentina, era absolutamente franco cuando decía: la homosexualidad es una "entidad anormal", una "anomia", una "enfermedad discapacitante". [5]  No puede negarse que el terapeuta que adhiere a estas concepciones, quiéralo o no, se transforma en cómplice del mismo sector social que margina a los homosexuales. Y se coloca, parafraseando a Ricardo Rodulfo, en el riesgo de  "una incómoda convergencia con  monseñor Quarracino".[6]

Desde otra postura y algunos años después que Abadi hiciera estas afirmaciones, el psicoanalista francés Jean Allouch observa que hay una notoria diferencia entre los ensayos freudianos sobre la teoría sexual   y las que el mismo Allouch denomina “teorías del coger” de Lacan.  La posición de Freud, observa Allouch,  estuvo históricamente determinada; él trabajó el tema de la sexualidad en un momento muy específico que ya  no existe. Un momento en que el paradigma de que la sexualidad  debía servir a la reproducción. A fines del siglo XIX, el que podría llamarse paradigma  católico, cayó. Como consecuencia, surgió la necesidad de inventar una nueva normalización de lo sexual. El momento en que Freud inventa su teoría de las pulsiones es también el momento en que los psiquiatras inventan el concepto de perversión. Poco después, apareció la campaña antimasturbatoria. Había necesidades muy grandes de normalización que aún existen, pero Freud se mantuvo a un costado, no fue precisamente uno de los que satisfacía la demanda de norma. Algunas ideas freudianas se trastocaron y suelen  ser ahora utilizadas  para dar normas a la sociedad.  Esta toma de posición, agrega Allouch:

 

Es más que un peligro, es una realidad del psicoanálisis actual que confirma lo que dice Foucault del psicoanálisis: que funciona como una pastoral. Y esta normalización tuvo lugar con la ayuda del  lacanismo. Hay psicoanalistas en Francia que escriben en los diarios para decir que los gays no deben tener niños porque esos niños se volverían psicóticos. También apareció recientemente un libro sobre lo que ellos llaman el inconsciente homosexual, que es una tontería  absoluta" 

 

Parece que no solamente en nuestro país se cuecen habas. Las ideas de Abadi no quedaron relegadas al siglo pasado ni al Tercer Mundo. En el Primer Mundo y en los albores del siglo XXI,  también a los psicoanalistas los atraviesa la homofobia. 

Por su parte, la psicoanalista francesa Elizabeth Roudinesco postula que no se puede continuar considerando a la homosexualidad como una perversión y, en consecuencia "seguir excluyendo a los homosexuales de la labor psicoanalítica, tal como se hace extraoficialmente en la actualidad en algunas asociaciones psicoanalíticas". En el mismo sentido, continúa Roudinesco, "habría que reflexionar sobre la manera en que el psicoanálisis debería tener en cuenta el estatuto del niño y las nuevas formas de organización familiar que ya existen y a menudo son objeto de reprobación de muchos profesionales (copaternidad, homopaternidad, procreación artificial)".

 

 MATERNIDAD LESBIANA

Tal como lo asegura Roudinesco, esa nuevas formas de organización familiar ya existen. Son las atípicas, alternativas o "empíricas",  como prefiere llamarlas Eva Giberti. Pero a  pesar de que la familia lesbiana es una realidad, en la Argentina ese fenómeno aparece invisibilizado y sin nombre.  Lo que no se nombra no existe o, lo que es lo mismo, al no nombrarlo lo que existe se desmiente.  Esta desmentida social se acompaña con otra de carácter científico, en este caso la psicoanalítica, desmentida que provoca, como una de sus consecuencias, que no exista una teorización que dé cuenta de los avatares de las familias homosexuales. Los profesionales e instituciones especializados en terapia familiar psicoanalítica no reciben derivaciones ni demanda de tratamiento.  En muy contadas ocasiones, surge la posibilidad de atender en terapia de pareja a personas homosexuales.

Teorizar psicoanalíticamente acerca de la familia lesbiana argentina no es tarea fácil. La falta de antecedentes bibliográficos, la existencia de postulados teóricos no revisados a la luz de la clínica, sumado a que nuestra sociedad toda pertenece a un Tercer Mundo que padece una grave crisis económica y un poder hegemónico de una Iglesia Católica que influye fuertemente sobre nuestros gobernantes y nuestra legislación, vuelven a nuestro objeto de estudio muy complejo. Por otra parte, en las concepciones teóricas que sustentan la práctica de la terapia familiar en general no se incluye la perspectiva de género, salvo cuando las que la implementan son feministas. Los roles de género han sido organizados de manera de colocar a los hombres en una posición dominante y a las mujeres en un lugar subordinado. Eso también se refleja en la familia. En consecuencia, los estereotipos de esos roles son perjudiciales para ella. Los conceptos predominantes de familia "normal" (padre-madre-hijos) también se sustentan en esa ideología.  Ideología que origina una concepción que influye también en los profesionales especializados en terapia vincular. Sin embargo, el hecho de que el número de familias "normales" se haya reducido y que, estadísticamente, sea tan grande el número de las "empíricas", parece tener poco efecto en el campo de una ideología que se caracteriza por su dogmatismo. Esto se corresponde con el hecho de que los estados totalitarios, para poder controlarla, establecen una idea única de familia.  La ideología de la familia "normal - observan Goodrich, T.; Rampage - es perjudicial por los efectos que produce en otras que son diferentes: las homosexuales, las de un solo progenitor, las parejas sin hijos, las organizaciones de vida comunal".

 

CIEN AÑOS DESPUÉS  

Estamos a casi cien años de aquella concepción de Freud que él explicitó en "Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina": 

 

Teniendo trece o catorce años, la joven  mostró una cariñosa preferencia, exageradamente intensa a juicio de todos sus familiares, por un chiquillo de tres años escasos, al que encontraba regularmente en paseo. Tanto cariño demostraba a aquel niño, que los padres del mismo acabaron por trabar conocimiento con ella, iniciándose así una larga relación amistosa. De este suceso puede deducirse que la sujeto se hallaba dominada en aquel período por el intenso deseo de ser a su vez madre y tener un hijo. Pero poco tiempo después se le hizo indiferente aquel niño, y comenzó a mostrar un agudo interés por las mujeres maduras, pero de aspecto aún juvenil, atrayéndose por vez primera un severo castigo por parte de su padre. En el análisis pudo comprobarse sin duda alguna que esta transformación coincidió temporalmente con un suceso familiar, del cual debemos esperar, por tanto, su explicación. La sujeto, cuya libido aparecía orientada hacia la maternidad, queda convertida, a partir de ésta fecha, en una homosexual enamorada de las mujeres maduras, continuando así hasta mi intervención. El tal suceso, decisivo para nuestra comprensión del caso, fue un tercer hermano, cuando ella frisaba ya en los dieciséis años.(...) La muchacha se encontraba en la fase de la reviviscencia del complejo de Edipo infantil en la pubertad cuando sufrió su primera gran decepción. El deseo de tener un hijo, y un hijo de sexo masculino, se hizo en ella claramente consciente; lo que no podía hallar acceso a su conciencia era que tal hijo había de ser de su propio padre e imagen viva del mismo. Pero entonces sucedió que no fue ella quien tuvo el niño, sino su madre, competidora odiada en lo inconsciente. Indignada y amargada ante esta traición, la sujeto se apartó del padre y en general del hombre. Después de este primer doloroso fracaso rechazó su femineidad y tendió a dar a su libido otro destino.

 

Para Freud era impensable que una lesbiana deseara un hijo. Él cree, en el caso de su paciente, que se trata de lo que Anna Freud denominó en 1936 "renuncia altruista" de los propios intereses a favor de otro. 

Sin embargo, el hecho real es que las lesbianas son o desean ser madres. Algunas, han tenido hijos en vínculos con varones. Llevadas por mandatos sociales, se vieron obligadas a casarse. Las lesbianas siglo XXI, recurren a la fertilización asistida o adoptan. Tal es el caso de María, un caso por cierto muy particular. Su pareja anterior, una mujer sumamente promiscua, luego de una de sus desapariciones,  regresó un día embarazada. Y así como llegó, volvió a irse.  La niña,  que hoy  tiene nueve  años,  fue criada por María desde recién nacida. María es la verdadera madre, en tanto siempre  ejerció tal función. Hace tiempo inició un muy engorroso e interminable proceso legal de adopción. A la abogada, la psicóloga y la asistente social que, desde el Juzgado de Minoridad,  intervienen en este proceso desde hace años, parece importarle cada vez menos la orientación sexual de María. Saben que la niña está criada con amor, respeto y cuidado. Y que lo peor que podría pasarle es que su "madre" biológica la reclame.

Otras lesbianas, deseosas de concretar su  maternidad, recurren a la adopción de una forma más sencilla: Sin  "confesar" su orientación sexual, adoptan como solteras.

También se encuentran las que se preparan para una fertilización asistida con la intervención de algún médico al que no le interese indagar acerca de la orientación sexual de su paciente. Estas jóvenes suelen preferir quedar embarazadas con semen de un donante anónimo. 

 

VESTIRSE DE VARÓN

En la Inglaterra victoriana de principios de siglo no había manera de huir de la  mirada crítica y reprobadora de los otros, sobre todo tratándose de dos mujeres  de la aristocracia que ponían en jaque mandatos milenarios. Violet Trefusis y  Vita  Sackville- West  sacaron al lesbianismo del "armario" y eso fue - y nadie puede negar que no siga siendo - imperdonable. Refiriéndose a lo transgresor de esta relación,  Nigel Nicholson, el hijo de Vita escribe en la biografía sobre su madre: "Nada aparecía en los periódicos, pero Vita y Violet eran muy conocidas y esto resultaba enteramente nuevo: lo inmencionable se hacía mencionable". Cuando Vita viajó a París con Violet en 1918 - por esa época en París existía un importante círculo lesbiano - se disfrazó de varón y se hizo llamar Julián. La  psicoanalista norteamericana Louise Kaplan, en su libro Perversiones femeninas,  diagnostica a Vita de travestista. El travestismo, según Kaplan, es una  perversión. Con la "estrategia especial" de la necrofilia, travestismo,  paidofilia, etc. el varón perverso "expresa sus deseos femeninos prohibidos y  vergonzosos ocultándolos en un ideal de masculinidad". En la perversión femenina, afirma Kaplan, sucede algo similar. Como esta autora relaciona la estereotipia genérica con las  perversiones - parece no conocer las numerosas y riquísimas investigaciones que se hacen sobre género - sostiene la tesis de que éstas son tanto patologías de la  identidad de género como patologías de la sexualidad. Según esta concepción  Kaplan no solamente va a contramano de los dictámenes del DSM IV, que no incluye al travestismo dentro de las parafilias, sino que, además, en el caso específico  de Vita Sackville-West, ni siquiera menciona su lesbianismo. De allí que  puede sospecharse de una homofobia solapada: Kaplan le niega a Vita su identidad  lesbiana y la encierra en un diagnóstico de perversión. Leyendo la Autobiografía sobre Vita Sackville-West, y sin quedarse en el contenido manifiesto de sus  palabras, como parece hacerlo Kaplan, podemos inferir que si Vita se disfrazaba  de varón no lo hacía porque creyese ser uno de ellos sino como una forma de legitimar su lesbianismo. A Vita, entre otras cosas, vestirse de varón la  autorizaba a entrar del brazo de Violet a un hotel sin tener que simular que  fuesen amigas. En la Inglaterra de Sackville-West era muy común que las mujeres,  cuando querían hacer algo que solamente estaba autorizado para los varones -  enamorarse de una mujer, escribir, ganar dinero - se vistieran como ellos. Vita  no era ni travestida ni perversa. Como George Sand, como Marlene Dietrich y tantas otras, Vita vestía ropas de hombre sólo ocasionalmente. Hoy sería una aristocrática dama  usando smoking en las fiestas y jeans en la informalidad.

 

REPRESENTACIONES DEL LESBIANISMO EN LA TELEVISIÓN Y EN LA NARRATIVA  

En mayo del año 2000, en el programa televisivo "Por ese palpitar" que se transmite por un canal de aire, las actrices  Mirta Busnelli y Alejandra Darín vivieron una verdadera historia de amor lésbica. En un artículo que la periodista Silvina Lamazares tituló "Esa relación tan delicada",  escribe:  "No hubo cama. Quizá no fue necesario. Unos cuantos besos, un par de  caricias y mucho clima en pantalla alcanzaron para contar la  historia de amor de dos mujeres. La TV se animó, por primera vez, a tratar una relación de  lesbianas en un marco de comedia. Sin que fuera necesario recurrir a  los estereotipos. El tema giró en torno al vínculo entre Nuria (Alejandra Darín) y  Susy  (Mirta Busnelli), dos vecinas que, palier mediante, se cruzan  en discusiones menores hasta hacer pie sobre una misma baldosa".

  Nuria, una escultora que no esconde su lesbianismo, se muda a un departamento contiguo al de Susy. Y lleva a su gato. Temiendo contraer toxoplasmosis - y tal vez "contagiarse" también de lesbianismo - Susy, que está casada y embarazada de su primer hijo, le hace la vida imposible a la recién llegada, amenazándola con acribillar al felino. Mientras que, en  medio de estas peleas, el marido de Susy  busca palabras para sus crucigramas, su  mujer  descubre otro mundo. Así lo describe Lamazares:

 

Tu gato volvió a meterse en mi casa. Lamento informarte que no tenés más  gato. Lo maté. Lo gaticé. Se terminó, la atacó Susy tan cerca, que  resultó inevitable el primer beso. No se caía de maduro, pero en el  segundo bloque llegó. Después hubo un corte, como para asegurarse al  televidente, y al rato empezó a tejerse la trama, con una tonalidad  bien distinta a la de los colores tradicionales que abundan en la TV  argentina. Mientras intentaban encontrarle explicación a lo que  había pasado (se las vio hablando de lo mismo en un lugar, en otro, en otro) Susy desgranaba frases del tipo de "yo no soy prejuiciosa. Allá vos si tenés esas costumbres sexuales. Es más, la amiga de mi  prima también era así, la pobre".  Nuria sonrió, le acarició la panza de futura mamá, reinó la ternura,  bajó la luz, hubo un cruce de piropos a media voz y se oficializó el  amor. Mientras veía esas imágenes, el público invitado al talk show se debatía entre los ataques y las defensas de los  sentimientos. Alguien dijo que 'el bebé estaba creciendo, mientras ella hacía  asquerosidades con otra mujer´.  La actriz que hacía de actriz invitada  al programa, Emilia Mazer opinó —a modo de editorial del ciclo— que 'cuanto más moralista es alguien, más retorcido tiene el cerebro'. Cuando le  tocó el turno de decidir su destino, Susy amenazó primero con escaparse de la historia y luego le cayó la ficha de la verdad:  descubrió que la palabra que le faltaba a su esposo para terminar su  enésimo crucigrama era fraguar. Y ahí entendió que de fraguar  sentimientos se trataba. Armó un bolsito y se hizo cargo. Tanto, como se hizo cargo la TV de un tema con poca pantalla. Que cuando la tiene, remarca la masculinidad en las mujeres o ciertos estereotipos que se acercan más al ridículo que al   amor.

 

Se hace evidente que, para reflexionar hoy sobre el  lesbianismo, es necesario escuchar como aparece representado en la Argentina  y en una serie televisiva, y en la narrativa del  periodismo. De allí que me haya parecido adecuado citar textualmente las palabras de Lamazares. Tanto el programa como el comentario periodístico,  toman una posición más adecuada y a tono con nuestra época  que la de muchos profesionales de la salud psíquica.                                                                                    

La novela también ha dado sus frutos. Orlando, de Virginia Woolf, fue uno de ellos. Woolf  no  sólo dedicó Orlando  a Sackville-West,[7] sino que también incorporó fotografías y poemas de su amante. Entremezcló hechos de sus vivencias personales con una creación narrativa. Sin embargo, Orlando no fue "oficialmente" leída como una novela lesbiana hasta cincuenta años después de su publicación cuando, en 1988, esta obra fue tema principal de debate en el primer foro de crítica literaria lesbiana en los Estados Unidos. Este tipo de "olvidos" ha sido más o menos habituales y han funcionado como una herramienta efectiva de control social. El rechazo a representar literariamente, es decir interpretar y reinterpretar la posibilidad del lesbianismo, permite a una sociedad determinada mantenerlo  invisibilizado.  
                                     

A MODO DE CONCLUSIÓN 

Los psicoanalistas,  al igual que la Iglesia Católica con las brujas y los judíos víctimas de la Inquisición y el Holocausto, deberíamos pedirle disculpas a las mujeres, a las personas que sufrieron abuso sexual  en la infancia y a los homosexuales. A las mujeres por haberlas forzado a creer, entre otras cosas,  que el orgasmo clitoridiano era signo de inmadurez sexual. A las víctimas de abuso sexual por que al creer que fantaseaban y al desmentir nosotros la realidad de tal abuso, nos  transformamos en cómplices de él. Y a los homosexuales por quererlos curar de una enfermedad inexistente.  Debemos pedir disculpas por tanta, tanta  iatrogenia.

  

BIBLIOGRAFÍA

Abadi, Mauricio:

         *Una enfermedad. En "Ser gay en la Argentina", Matilde Sánchez Diario Clarín, segunda sección. 1°  de diciembre de 1991.

         *La homosexualidad. Revista Psicologías en Buenos Aires. Año 1, nro. 3, enero-febrero 1992

Rodulfo, Ricardo: La bolsa de los gatos. Revista Actualidad Psicológica. Año XVIII-   202 - Septiembre de 1993.

Diario Página 12,  17 de agosto de 2000, reportaje al psicoanalista francés Jean Allouch.

Elizabeth Roudinesco: Hacia un nuevo psicoanálisis. Diario Clarín. Sección Opinión. 19 de julio de 2000.

Giberti, Eva: La familia y los modelos empíricos, en Vivir en familia.  Editorial Unicef/Losada. Buenos Aires.1994.

Goodrich, T.; Rampage, Ch.; Ellman, B.; Halstead K.: Terapia familiar feminista.  Paidós. Buenos Aires. 1989.

Freud, Sigmund: Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina (1920).                                                          

Silvina Lamazares: "Esa relación tan delicada". Diario Clarín. Sección Espectáculos. Miércoles 24 de Mayo de 2000 

 

[1]Revista Actualidad Psicológica. Web: www.actualidadpsi.com.ar / Director:  Lic. Miguel Cohan,. Email: kohan@actualidadpsi.com.ar

[2]Este trabajo se inició como fruto de una investigación realizada en el CEA (Centro de Estudios Avanzados) de la Universidad de Buenos Aires   para el Seminario Interdisciplinario “La familia como fenómeno histórico - cultural.  Un ejercicio de prognosis” durante los años 1995-1996. Continúo investigando el tema en el área "Sexualidades" del Ateneo Psicoanalítico y en un grupo autogestivo que integro junto a las licenciadas Elina Aguiar, María Elena Bartís,  Susi Klein, Marta Nusimovich y Cristina Oderda.

 

[4]Palermo es un barrio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

[5]Psicoanalista argentino,  muy conocido en la comunidad y en los medios periodìsticos. Fue uno de los fundadores de la Asociación Psicoanalítica Argentina. 

[6]Monseñor Quarracino decía que era conveniente y necesario que los homosexuales habitaran una zona geogríàfica especialmente destinada a ellos. Es fácil deducir que, desde esta postura, él postulaba la creación de ghettos. Al igual que hicieron los nazis,  con la intención de controlar y dominar a los judíos. 

[7]Es algo muy sabido que la personalidad de Vita fue la fuente de inspiración de  Virginia Woolf para  su novela Orlando. Conocida como musa, Vita Sackville- West  permanece ignorada como sujeto productor de literatura. Narradora y poeta  creativa y prolífica, fue autora de varias novelas, entre las que se destacan  Los eduardianos, Una pasión concluida y dos excelentes biografías: Juana de Arco  y Pepita. 

Tus compras en

Argentina 

Brasil 

Colombia 

México 

Venezuela 

VOLVER

SUBIR