EL "YO" SEGÚN KAREN HORNEY Y CARL ROGERS

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Cristian Morales
(2001)

Universidad de Santiago 

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La siguiente monografía, tiene como ámbito temático las corrientes psicoanalítica y humanista, correspondientes a las unidades 3 y 4, respectivamente, del curso "Teorías y Sistemas Contemporáneos en Psicología" más específicamente versará sobre los autores Karen Horney y Carl Rogers. El tema especifico que a continuación se discutirá, se enmarca en la teoría de la personalidad de los autores ya mencionados, y consiste en el análisis de la concepción que ambos tienen acerca del "yo", intentando establecer paralelos entre sus planteamientos sobre el tema.

Karen Horney es reconocida como una de las principales representantes del psicoanálisis culturalista, el cual se caracteriza, en mi opinión, por dejar de lado el determinismo biológico y el mecanicismo dominante en la época y dar mayor importancia a la influencia que la cultura y las relaciones sociales ejercen sobre los seres humanos; mientras que el humanismo, a mi juicio, se caracteriza por situar al hombre, la humanidad, la naturaleza y el universo como un todo armónico y coherente, poniendo énfasis en las experiencias humanas, como el amor, la felicidad, etc, y oponiéndose también al reduccionismo y al mecanicismo que enfatizaba el psicoanálisis ortodoxo.

La propuesta personal que articula el presente trabajo monográfico, será la demostración de la existencia de ciertas similitudes en el trasfondo de las teorías propuestas por autores ya señalados, lo cual al mismo tiempo, a mi juicio, demostraría la existencia de similitudes entre el psicoanálisis culturalista y el humanismo, hecho que a mi entender conspiraría contra el propósito inicial del humanismo de convertirse en una alternativa al psicoanálisis (y al conductismo) pero a la vez demostraría que existe la posibilidad de comenzar a unificar paradigmas en psicología. En las siguientes líneas, intentaré profundizar especialmente en la similitud, que desde mi punto de vista, existe entre el "yo ideal" y el "yo real", y el "organismo" y el "si mismo" que plantean Karen Horney y Carl Rogers respectivamente como parte de sus teorías de la personalidad.

Considero relevante el tema a abordar, ya que tanto el psicoanálisis (en este caso culturalista) como el humanismo son dos corrientes, que considero distantes. Por ello, me llama la atención encontrar similitudes entre las teorías de la personalidad de dos de los autores más representativos de cada una de estas corrientes. Además, dentro de las corrientes ya mencionadas, como en la psicología en general, la concepción del yo (o si mismo) es, en mi opinión, un tema trascendente, ya que influye directamente en el tratamiento psicológico que se que se puede ofrecer a las personas, por ello el establecer puntos de encuentro entre ambos me parece de especial importancia ya que podría ser el primer paso para propiciar un acercamiento en los paradigmas existentes en psicología.

Para comenzar este trabajo monográfico considero relevante realizar una análisis de algunas de las propuestas más atingentes al tema, tanto de la corriente psicoanalítica como de la humanista, además de una breve descripción biográfica de los autores y sus correspondientes planteamientos acerca del tema a tratar, antecedentes en los cuales pretendo cimentar mi análisis.

 

EL PSICOANÁLISIS.

Debido a la influencia que Horney reconoce ejercen los planteamientos de Freud a su obra, me parece importante incluir en el presente escrito algunos conceptos de la teoría de la personalidad de dicho autor que están a la base del psicoanálisis, esto vale la pena aclarar, sin ningún afán de comparar a ambos autores.

Hacia mediados del siglo XIX en Alemania, la psicología era considerada como el análisis de la conciencia del ser humano adulto y normal, a la que concebía constituida por elementos estructurales estrechamente relacionados con los procesos de los órganos sensoriales. La tarea de la psicología entonces, consistía en descubrir los elementos básicos de la conciencia y como estos llegan a constituir compuestos.

Freud llevo a cabo un ataque contra esta psicología tradicional de la conciencia desde un ángulo completamente diferente al utilizado hasta esa fecha: comparó la mente humana con un témpano, cuya parte menor, la visible por sobre la superficie del agua representa la región de la conciencia, en tanto que la gran masa sumergida corresponde equivale a lo inconsciente, dominio en el cual se alojan las necesidades, las pasiones, las ideas y los sentimientos reprimidos; en suma un enorme universo subterráneo de fuerzas vitales invisibles que ejercen imperioso control sobre los pensamientos concientes y los actos del ser humano. A partir de la visión de Freud, pienso comenzó a quedar claro que una psicología limitada al análisis de la conciencia resulta incompleta para la comprensión de las motivaciones fundamentales de la conducta humana.

Durante más de cuarenta años Freud exploró lo inconsciente empleando el método de la asociación libre y desarrollo, lo que en general es considerado como la primera teoría amplia de la personalidad: trazo los contornos de su topografía, penetro hasta las fuentes de su corriente energética y estableció el curso, sujeto a leyes, de su desarrollo.

Según la teoría de la personalidad de Freud, el aparato psíquico se encuentra estructurada por tres instancias principales el ello, el yo y el superyo. La interacción de estas tres instancias, es en la mayoría de las ocasiones, la responsable de la conducta humana. El ello, se encuentra en los dominios de lo inconsciente, y consiste en un conjunto de factores psicológicos heredados, presentes al nacer. El ello, es además el reservorio de la energía psíquica, el cual se mantiene en estrecho contacto con los procesos corporales de los cuales deriva su energía. El ello no puede tolerar los aumentos de energía y los experimenta como incómodos estados de tensión. En consecuencia, cuando, ya sea como resultado de estímulos externos o de excitaciones producidas internamente, se eleva el nivel de tensión del organismo, el ello funciona de modo de lograr la inmediata descarga de esa tensión y el retorno del organismo a un optimo y constante nivel bajo de energía, este principio de reducción de la tensión según el cual se rige el ello, se denomina como principio del placer. El yo, pertenece a los dominios de lo conciente, y existe en virtud de que las necesidades del organismo requieren relaciones apropiadas con el mundo objetivo de la realidad. La persona hambrienta ha de buscar, encontrar y comer el alimento para que la tensión del hambre pueda ser eliminada. El yo opera según el principio de realidad, el cual tiene como finalidad impedir la descarga de la tensión hasta que se descubra el objeto más adecuado para la satisfacción de la necesidad. El yo, es el encargado de formular un plan para la satisfacción de las necesidades, el que ha de someter luego a prueba, casi siempre mediante alguna acción, con el objeto de determinar su utilidad y aplicabilidad. Se dice del yo, que es un empleado que cumple ciertas funciones en la persona, por ejemplo debe mediar entre los requerimientos del ello y del superyo, además de considerar las condiciones del ambiente; mientras que sus objetivos finales son la conservación de la vida del individuo y la preservación de la reproducción de la especie. El superyo, la tercera instancia psíquica, es la última en cuanto a su desarrollo y pertenece a los dominios del inconsciente. Es un representante interno de los valores tradicionales y las normas sociales, según son transmitidas a los niños por medio de los padres. El superyo representa en mayor medida a lo ideal, y se empeña más en lograr la perfección que el placer; en esencia le concierne que esta bien y mal para que sea posible actuar de acuerdo a los cánones morales existentes en la sociedad. Las principales funciones del superyo son inhibir los impulsos del ello, persuadir al yo que sustituya sus objetivos realistas por objetivos moralistas y buscar la perfección. Así cuando el yo se ve superado por las exigencias del ello y el superyo se produce la neurosis (Hall, 1975)

 

Freud, fuertemente influenciado por la filosofía determinista y positivista, consideraba el organismo humano como un complejo sistema energético, el cual toma su energía del alimento que consume y la gasta en diversas funciones como son la respiración, la circulación, el ejercicio muscular, el pensamiento y la memoria, entre otras. A su criterio ninguna razón permitía creer que la energía empleada para digerir o respirar era diferente, excepto en cuanto a su forma de la utilizada para pensar o recordar. Los físicos de la época sostenían con firmeza que la energía se define por el trabajo que realiza, y si el trabajo consiste en una actividad psicológica como pensar, es perfectamente legítimo, según Freud, denominar energía psíquica a ese tipo de energía. De acuerdo con el principio de conservación de la energía, el cual sostiene que la energía no se destruye, sólo se transforma, la energía psíquica puede transformarse en fisiológica y viceversa. El punto de contacto entre la energía del cuerpo y la de la personalidad esta constituido por el ello y sus instintos. El instinto es definido como una representación psicológica de una fuente de excitación somática del organismo. Deseo es el nombre que recibe la representación psicológica, en tanto que la excitación corporal de la cual proviene se ha denominado necesidad.

Freud además, según Hall (1975) definió la dinámica de la personalidad como el modo según el cual la energía psíquica es distribuida y utilizada por el ello, el yo y el superyo. Dada la limitada cantidad de energía disponible, las tres instancias psíquicas de la personalidad compiten por ella y, en consecuencia, el control de ésta es obtenido por una de ellas a expensas de las otras dos. Originalmente, el ello posee toda la energía y la emplea en actividades al servicio del principio del placer, como por ejemplo la satisfacción de deseos. La inversión de la energía en una acción o imagen gratificadora de un instinto recibe la denominación de elección objetal. La energía del ello aparece en estado sumamente fluido y en consecuencia resulta fácil su desplazamiento de una acción o imagen a otra. Tal cualidad de la energía instintiva obedece a la incapacidad del ello para establecer distinciones sutiles entre objetos, es decir, diferentes objetos son tratados como si fueran el mismo, por ejemplo el bebé hambriento tomará cualquier cosa que pueda sostener y llevarse a los labios. Por su parte el yo no cuenta con una fuente propia de energía, por lo cual debe tomarla en préstamo del ello; tal desplazamiento de energía tiene lugar mediante el mecanismo conocido como identificación. Una vez que el yo ha logrado suficiente energía, puede usarla para propósitos distintos de los de satisfacción de instintos, una parte de ella se utiliza para llevar a cabo los diversos procesos psicológicos, mientras que la restantes utilizada para evitar que el ello actúe en forma impulsiva e irracional e integrar las tres entidades psíquicas. El superyo por su parte, utiliza su energía, la cual obtiene a través del mecanismo de identificación, en este caso con los padres, para oponerse al ello. Una vez que la energía proporcionada por los instintos ha sido canalizada en el yo y el superyo, por medio del mecanismo de identificación, se hace posible la interacción de las fuerzas impulsivas y las fuerzas restrictivas. La energía del yo y del superyo es empleada tanto para alcanzar como para frustrar la finalidad de los instintos, aún cuando el yo para poder gobernar sabiamente la personalidad, debe controlar tanto al ello como al superyo, tiene que reservar la energía suficiente para entablar una adecuada relación con el mundo exterior; asimismo cuando el ello retiene el control de una importante proporción de la energía, el carácter de la conducta del individuo tiende a ser impulsivo y primitivo; cuando, por otra parte, el superyo asume el control de una excesiva cantidad de energía el funcionamiento de la personalidad aparece dominado por consideraciones morales más que reales. En última instancia, la dinámica de la personalidad consiste en la interacción de las fuerzas instintivas con las fuerzas restrictivas, por lo tanto, todos los conflictos de la personalidad pueden ser reducidos a la lucha de estos dos conjuntos de fuerzas.

Si bien es cierto hay aspectos importantes de la teoría de Freud que no han sido mencionados, me parece que los antecedentes entregados son suficientes para comprender a partir de que punto emerge el "psicoanálisis culturalista", el cual es representado entre otros por Karen Horney. Una de las características más importantes de los psicoanalistas culturalistas sería entonces, en mi opinión, que para estos la naturaleza humana sería un producto de la cultura. Los culturalistas postulan además, que es la sociedad la que libera al ser humano de las pulsiones, las cuales definen como exigencias irracionales, para a partir de esa liberación comenzar a desarrollar sus potencialidades; asimismo el hecho de adaptarse a la sociedad y no poder cumplir sus pulsiones le causa dolor.

 

PSICOLOGÍA HUMANISTA:

Esta rama de la psicología, llamada la tercera fuerza, comenzó a principios de los años cincuenta. Los psicólogos humanistas protestaron contra lo que ellos consideraban la estreches tanto del psicoanálisis como del conductismo. Sosteniendo que este último dice mucho acerca de la conducta pero poco sobre las personas, y que el psicoanálisis dice mucho sobre los perturbados mentales pero nada sobre los sanos. El humanismo intento ampliar los dominios de la psicología para que incluya todas las experiencias humanas que son únicas, que no son abordados de forma científica dado que no pueden ser medidos objetivamente. (Papalia 1997).

La Psicología humanista es por lo tanto, a mi entender, además de una corriente de la Psicología y de la Psicoterapia, una filosofía de la vida que sitúa al hombre, la humanidad, la naturaleza y el universo como un todo armónico y coherente.

Algunas las principales características de la psicología humanistas son según Martínez (1982):

  • La psicología humanista es un movimiento contra la psicología que ha dominado en la primera mitad del siglo pasado (siglo XX) la cual se ha caracterizado por ser mecanicista y reduccionista.
  • La persona está constituida por un núcleo central estructurado (que puede ser el concepto de persona), sin el cual resulta imposible explicar la interacción de los procesos psicológicos. Por ejemplo la memoria influye en la percepción y el deseo en la intención, la intención determina la acción, la acción forma la memoria y así indefinidamente.
  • Concibe a la persona como una totalidad en la que se interrelaciones factores físicos, emocionales, ideológicos o espirituales formando el ser real, no una suma de partes. La psicología humanista no disecciona, no separa aspectos de la persona, señalándolos como la causa de la enfermedad. La psicología humanista ve un ser completo y tiene en cuenta cada aspecto y su influencia en el resto.
  • El ser humano está impulsado por una tendencia a la autorrealización, es decir se considera al hombre como dotado de todas las potencialidades necesarias para su completo desarrollo. En este aspecto la psicología humanista resulta revolucionaria ya que considera que todos lo seres humanos son capaces de cambio y de curación. Actitud que a mi juicio facilita el proceso de recuperación de las personas.
  • El trabajo con el síntoma consiste en escucharlo para de esta forma comprender su significado y mensaje mas profundo. El síntoma es una ayuda, una señal que nos está hablando de cual es el problema, expresa aquello que no somos capaces de expresar conscientemente. No se trata de intentar acallar ese mensaje, sino de descifrar su mensaje que nos conduce a la verdadera enfermedad, al autentico bloqueo, que puede ser emocional. El síntoma es la voz del cuerpo, la alarma que nos indica que algo no esta en orden.
  • En una consideración humanista de la psicoterapia todos estamos necesitados en una y otra medida de encontrar la identidad perdida. La psicoterapia humanista no trata con locos o enfermos mentales, todas las personas sufren una u otra vez crisis de crecimiento, situaciones de emergencia espiritual, situaciones de choque que desestabilizan nuestro equilibrio y que requieren ser abordadas para alcanzar una vida mas feliz. Todos andamos en la búsqueda, nadie es mas sano que otros, por esto existe una negativa a categorizar a las personas como enfermas o sanas.
  • Por la posición del terapeuta que lejos de ser la persona sana que cura al enfermo es también un buscador que habiendo recorrido el camino ( y estando en ello) conoce y ofrece las herramientas necesarias en el momento que considera más oportuno. En este sentido la psicología humanista, rompió con la distancia entre paciente y terapeuta. El terapeuta es una persona que esta al mismo nivel del paciente, con el cual continuamente se encuentra interactuando junto él.

 

ANTECEDENTES BIOGRAFICOS

Karen Horney:

Su nombre completo fue Karen Clementine Danielsen y nació el 16 de septiembre de 1885 en el seno de una familia de clase media alemana con los típicos prejuicios de clase, religión y raza. Su madre, Clotilde ("Sonni") Van Ronzelen, y su padre, Berndt Weakels Danielsen.

Al llegar a la adolescencia, Karen se desilusionó de los valores religiosos profesados por su padre y sus maestros, a quienes culpaba de hipócritas e intransigentes; esto tuvo efectos posteriores, ya que adoptó un ateísmo que no estuvo desligado de una visión idealista sobre el ser humano. Para 1904 sus padres se habían separado y Karen inició sus estudios de medicina en las universidades de Freiburg, Gootingen y Berlín. Se casó con el abogado Oskar Horney en 1909, cuando estaba en el último año de la carrera de medicina.

El Dr. Karl Abraham fundó en 1910 la primera Sociedad Psicoanalítica Alemana con un pequeño grupo de entusiastas devotos, entre los que se encontraba Horney, quien allí fue adquiriendo su entrenamiento psicoanalítico de manera gradual mediante lecturas, seminarios informales y práctica personal (con pacientes de forma oficial desde 1919 y su terapia personal de seis sesiones por semana con Abraham). De esta forma, llegó a ser una de las fundadoras y profesoras del Instituto Psicoanalítico de Berlín en 1920. Posteriormente, viajó a Viena, adquiriendo el respeto y prestigio de sus colegas, aunque no siempre fue reconocida, pues se atrevió a contradecir el punto de vista que sus tutores, Abraham e, indirectamente, Sigmund Freud, tenían sobre la teoría del desarrollo psicológico femenino.

La primera etapa del trabajo intelectual de Horney se ubica entre 1922 y 1933, durante este periodo desarrolló una serie de artículos críticos y contestatarios sobre la psicología femenina a partir del enfoque psicoanalítico de Freud. Afirmó que el hombre es quien envidia a la mujer por su capacidad reproductora; los condicionantes culturales, acuñados bajo una visión masculina, son fundamentales para que la mujer se adapte a los deseos, logros y conductas masculinas.

Más tarde, Horney ingresó al Instituto Psicoanalítico de Nueva York y permaneció en él hasta 1941. El cambio geográfico y cultural reforzó su alianza a la explicación psicoanalítica de la escuela Adleriana y el encuentro posterior de nuevos intelectuales y corrientes le hizo abandonar la postura psicoanalítica ortodoxa. Comenzando así su segunda etapa intelectual, ésta se orientó hacia una explicación de las enfermedades psicológicas que encontraba causa en la cultura; pensaba que la interacción social y los aprendizajes sociales dejaban huella en la formación del carácter personal. En Nueva York entró en contacto con la Nueva Escuela para el avance de la Investigación Social, donde coincidió con otros exiliados del nazismo e intelectuales de diversos campos como Erich Fromm, Harry Stack Sullivan, Clara Thompson, Eric Erikson y Abraham Kardiner. Horney compartía la visión de este grupo, llamado "culturalista", y fue bien recibida en sus filas. Durante esta etapa, Horney realizó la publicación de dos de sus obras más difundidas: La personalidad neurótica de nuestro tiempo (1937) y Nuevos métodos en psicoanálisis (1939). Esto despertó el resentimiento del Instituto Psicoanalítico de Nueva York y Horney se vio forzada a dimitir. A partir de 1942 inició su tercera etapa intelectual, en la cual mantuvo los supuestos principales de su segunda etapa, aunque profundizó en la comprensión de los conflictos intrapsíquicos, reelaboró su concepto fundamental de la "imagen ideal", el "sistema del orgullo neurótico" y afinó sus tipologías sobre las "tendencias neuróticas" asumidas por sus pacientes, esta tendencia se prolongo hasta su muerte; y en ella se abocó a la publicación de tres libros más: El autoanálisis (1942), Nuestros conflictos internos (1945) y Neurosis y Desarrollo Humano (1950).

Horney renunció al Instituto Psicoanalítico de Nueva York en 1941. Entonces cofundó y dirigió hasta su muerte el Instituto Americano de Psicoanálisis y el Periódico Americano de Psicoanálisis, dos instancias que ayudaron a la publicación de sus obras postmortem, junto con el esfuerzo de sus seguidores, amigos e hijas. Poco antes de su muerte, Horney reinició su actividad docente en el Colegio Médico de Nueva York y realizó un viaje a Japón (1952), motivada a incorporar la filosofía del Budismo Zen a sus teorías psicoanalíticas, lo cual nunca pudo concretar pero le atrajo severas críticas al considerarlo una especie de "misticismo" psicoanalítico.

 

Carl Rogers

Carl Ranson Rogers nació en 1902 en Oak Park, Illinois en el seno de una familia profundamente religiosa, con fuertes convicciones protestantes. Fue el cuarto de seis hijos. Cuenta Rogers que su niñez transcurrió en una atmósfera ética y religiosa muy estricta e intransigente, además de solitaria

Se inscribió en la Universidad de Wisconsin para estudiar agricultura, pero, impresionado por una conferencia religiosa se sintió atraído por este tipo de vida, por lo que ingresó al Union Theological Seminary. Durante el tercer año de bachillerato fue seleccionado como uno de los doce estudiantes estadounidenses que habrían de asistir como delegados de su país al Congreso de la Federación Cristiana Mundial en China. A este congreso sigue una gira por toda la China occidental en la que dictó charlas sobre temas religiosos. Esta experiencia, que duró seis meses, le hace caer en cuenta que hay diferencias importantes entre su religión y las demás. Como consecuencia de ello rompió con la doctrina de sus padres. De allí salió para estudiar psicología clínica en Columbia, donde recibió su doctorado en 1928, y un doctorado en filosofía en 1931.

A partir de 1940 se dio un cambió radical en su vida, luego que aceptó una cátedra de psicología en la Universidad Estatal de Ohio. Es en este lugar donde empieza a desarrollar sus ideas acerca de la psicoterapia. En 1945 se cambia a la Universidad de Chicago, donde siguió dando clases de psicología y dirigió un centro de asesoramiento. Durante este tiempo fue que escribió uno de sus principales libros: "Client-centred terapy: its current practice, implications and theory". También durante este período empezó a esbozar su teoría de la personalidad. Para 1957 se fue a la Universidad de Wisconsin para desempeñar dos puestos: el de profesor de psicología y de psiquiatría. En 1964 asumió un puesto como miembro residente del Western Behavioral Sciences Institute en La jolla, California. Allí mismo fue fundador del Centro de Estudios para la Persona, donde trabajó hasta su muerte.

Rogers aplicó sus teorías a una amplia variedad de situaciones. Durante muchos años trabajó en terapia y asesoría individual. También aplicó sus conceptos y métodos a la vida familiar, a la educación y al aprendizaje, a los procesos grupales, y en la última etapa de su vida dedicó buena parte de su tiempo a los "grupos de encuentro".

Recibió el premio por la" Contribución Científica Distinguida" (1956) y el premio por "Desempeño Profesional" (1968) de la Asociación Psicológica Americana.

Murió en La Jolla, Califomia el 4 de Febrero de 1987. Por más de cuatro décadas fue la figura central de la corriente llamada psicología humanista, difundida principalmente en Estados Unidos y en México.

Sus obras más relevantes:

1942 "Counseling and psicoterapy", 1945 "Client-centred terapy: its current practice, implications and theory", 1961 "On becoming a person", 1969 "Freedom to learn"
1970 "Carl Rogers y los grupos de encuentro", 1972 "Convertirse en compañeros: el matrimonio y sus alternativas", 1977 "Carl Rogers on personal power", 1980 "A way of being"

 

Aspectos Teoricos

Karen Horney:

Si bien es cierto en la mayor parte de la bibliografía que he tenido la posibilidad de revisar se señala que los principales aportes de esta autora a la psicología se encuentran en lo referente a la terapia, no es menos cierto que Horney es una de las principales representantes de los psicoanalistas culturalistas. El culturalismo como ya he señalado sustituye las explicaciones fundadas en la biología y da mayor importancia a la influencia de la cultura y las relaciones sociales sobre los seres humanos, separándose, a mi juicio, en forma notoria de lo que el psicoanálisis "ortodoxo" pretendía ser originalmente dejando de lado el determinismo y el reduccionismo que se acentuaba en este último.

Karen Horney según Thompson (1966) propuso un sistema nuevo, una especie de revalorización de muchas de las observaciones de Freud a la luz de los descubrimientos hechos por las ciencias sociales, y desde luego de su propia experiencia con los pacientes. Un aspecto interesante de su pensamiento es que destaca la importancia que tiene para el psicoanálisis la importancia de la situación presente del paciente, así como la exploración de la situación general de su vida.

Una de la principales preocupaciones de Horney fue el tema de la neurosis. Según Horney éstas son engendradas muy a menudo por las condiciones de cultura bajo las que vivimos, poniendo énfasis en que estas, en el caso de las personas enfermas son siempre conflictivas, contradictorias y difíciles (Horney 1951).

Horney desarrolló un modelo para la comprensión de la estructura de la neurosis, en el que tomó en cuenta las condiciones adversas del entorno y especialmente de la familia en la creación de una "ansiedad básica", el niño se defiende de ésta mediante estrategias de defensa que adopta como deformaciones del carácter y lo llevan a alinear su verdadero yo en favor de un yo idealizado el cual se basa en lo que le exige la sociedad. Es precisamente en este punto de la teoría de Horney, sobre la relación entre el yo real y el yo ideal donde pretendo centrar mi análisis.

El yo real es un término que comprende todo lo que la persona es en un momento dado, incluye cuerpo y alma, ya sea de un individuo sano o neurótico. Se hace referencia a él cuando las personas dicen que quieren conocerse tal cual son, es la fuerza que impulsa hacia el desarrollo individual con la cual se puede lograr total identificación, al estar las personas libres de la neurosis. El yo real se refiere a lo que realmente la persona siente, quiere, cree y resuelve, es, o debiera ser, el centro más vivo de la vida psíquica. Cuando el yo real es fuerte y activo permite tomar decisiones (aprueba o censura) y asumir las responsabilidades de ellas, por lo tanto, conduce a una sensación de unidad, de totalidad. No sólo son cuerpo y mente, acto y pensamiento o sentimiento consonantes y armoniosos, sino que funcionan sin un grave conflicto interior. Para Horney el yo real es la fuente de fuerzas emocionales, de las energías constructivas y facultades de juicio. (Horney, 1950). Es decir, el yo real es o al menos a mi juicio debiera ser, el conductor de nuestras vidas ya que es quien representa en definitiva la imagen real de la persona, y representa sus reales capacidades y cualidades.

 

El desarrollo de la confianza básica, es decir, confianza en sí mismo y en el resto, en un individuo normal está determinada por un ambiente que satisfaga las necesidades de cariño, cuidado, disciplina, estimulación, entre otros. Si no se satisfacen, el ambiente, en general, es percibido por el individuo como hostil acompañado con un sentimiento de frustración hacia sus necesidades lo que lo lleva hacia una separación de su yo real (Dicaprio, 1989). Esto se produce porque el individuo, para compensar sentimientos de incompetencia y baja autoestima, crea un ideal muy alto y lo intenta alcanzar por medio de la fantasía, ya que en la realidad no es posible. Este fantasear se hace cada vez más continuo y vívido llegando a un momento en que su yo real es confundido y posteriormente reemplazado por su ideal planteado (Horney, 1939). De esta forma el individuo enajena su propio yo y su personalidad y asume sentimientos, pensamientos, motivos y acciones propios de su ideal configurándose así su yo ideal. Esta condición, que en un principio fue un conflicto entre necesidades contrarias (Horney 1939), es la que la autora denomina neurosis (Horney, 1950).  

El yo ideal es lo que el neurótico cree que es o que puede o debiera ser, es una visión de sí apartada de la realidad con características muy halagadoras y que compromete su conducta. Los rasgos particulares del yo real están determinados por factores reales de la persona, es así como los ideales del yo ideal tienen una base en las potencialidades del yo real. Los componentes esenciales del yo ideal son inconscientes por esto el neurótico confunde las demandas de su yo ideal con las que puede cumplir el yo real. El yo ideal que comienza a crecer afecta la actitud hacia sí mismo de distinta manera dependiendo de donde centre su atención: si el individuo quiere convencerse de que él es su yo ideal, desarrolla las creencias adecuadas a éste (pasa a creer que es un gran científico aunque sólo sea un alumno de física); si, en cambio, dirige su atención a su yo real, y al compararlo con su yo ideal, el primero es muy despreciable, el individuo se autodegrada. Si se centra en la diferencia entre su yo real y su yo ideal busca acortar las diferencias tratando de alcanzar la perfección con gran exigencia.  

El mantenimiento del yo ideal ya consolidado obliga al individuo a realizar una serie de conductas que tienden a mantener esta imagen frente a lo cual el individuo puede reaccionar de tres formas distintas las cuales según Horney (1945) serían:

1.- Identificación con su yo ideal creyendo que todo está bien así como está, pasando a ser éste más real que su yo real. Esta cambio se produce en lo más profundo de su ser involucrando sus sentimientos, motivaciones, pensamiento, etc.

2.- Perfeccionismo, el individuo quiere llegara ser como su yo ideal y vive esforzándose por ello y criticándose por lo que "debiera" ser y hacer.

3.- Revelación, el neurótico se torna irresponsable y negativo hacia las exigencias de su yo ideal.

 

Estas actitudes se dan en forma combinada y van de una a otra ya que ninguna es completamente satisfactoria y traen diversas consecuencias para los individuos. El yo ideal, por ser una imagen falsa, es débil y vulnerable, lo que hace que el individuo restrinja su vida para no exponerse al peligro de que su imagen sea atacada y pongan en relieve las diferencias entre ésta y su yo real. (Por ejemplo el individuo puede rechazar un trabajo por la posibilidad de que existan compañeros que se desempeñen mejor que él). Además el yo ideal es un obstáculo al crecimiento porque los ideales de esta imagen no son un móvil para el individuo sino que es una idea fija que cree cierta y que es venerada por él. La persona no es capaz de ver sus errores, sino que los niega para poder mantener su yo ideal intacto (Horney, 1945). Esto, a mi entender, también le crea problemas al medio social que rodea al individuo, ya que un sujeto que no tiene claras sus limitaciones puede emprender tareas para la cuales no esta capacitado, dañando así al medio social en el que se desenvuelve, lo que a la vez constituiría un circulo vicioso ya que la aparición de este yo idealizado sería determinada por la hostilidad que el individuo percibe hacia el mismo en el medio en el que se desenvuelve. A la vez, el neurótico necesita de la aprobación del resto para mantener su yo ideal, por esta razón odia a cualquiera que lo supere en alguna característica de su yo ideal y se siente bien con personas que halaguen sus supuestos dones.

Por último cabe destacar que el objetivo de la terapia para Horney es que el neurótico vaya eliminando las defensas que ha creado para mantener su imagen y pueda ver o reconocer sus propios ideales, motivaciones y sentimientos, vale decir, que la persona se reencuentre con su yo real. Para que esto ocurra es preciso hacer ver al paciente los conflictos que le crea el mantenimiento de su yo ideal y convencerlo de que volviendo a su yo real podrá identificar su conflicto y enfrentarlo de manera adecuada. Este proceso se realiza en forma gradual ya que el volver hacia su yo real puede resultar extremadamente doloroso y puede que la persona termine aferrándose a su yo ideal sin dar cabida al cambio (Horney, 1945). Lo importante, en mi opinión, sería entonces que el individuo tenga una correspondencia lo más estrecha posible entre lo que él es y lo que cree ser, así también debe también tener claro cuales son sus ideales y metas, con el objetivo de ir en busca de ellos, pero sin perder la perspectiva de cuales son sus propias potencialidades y debilidades de modo que su actuar y desear sean realistas. De esta forma el individuo podría desarrollar sus potencialidades y evitar entrar en una neurosis.

 

Carl Rogers:

Rogers se interesó en el estudio del individuo en sí mismo. Para esto desarrolló una teoría de la personalidad centrada en el yo, en la que se ve al hombre como un ser racional, con el mejor conocimiento posible de sí mismo y de sus reacciones, proponiendo además el autoconocimiento como base de la personalidad y a cada individuo como ser individual y único. Según Hall (1975), Rogers en su teoría de la personalidad le otorga una importancia fundamental a dos constructos, que serán la base de ésta, tales constructos son el organismo y el si mismo.

El organismo, sería el centro de cualquier experiencia que incluya todo aquello que ocurre internamente en el organismo. Esta totalidad experiencial constituye el campo fenoménico que es el marco de referencia individual conocido solo por la persona. De hecho el modo como el individuo se comporta depende del campo fenoménico, es decir, la realidad subjetiva y no de las condiciones estimulantes (realidad externa), este campo fenoménico sería entonces para Rogers la simbolización de parte de las experiencias de cada persona. Es posible, sin embargo, que la experiencia no se represente de un modo correcto, en dicho caso la persona se desempeñará inadecuadamente. Según la teoría de Rogers todas las personas tienden a confrontar sus experiencias simbólicas con el mundo objetivo, esta verificación de la realidad le proporciona al sujeto un conocimiento confiable del mundo el cual le permite conducirse adecuadamente en la sociedad, sin embargo en algunas ocasiones estas verificaciones pueden ser incorrectas, lo cual conlleva al individuo a tener un comportamiento carente de realismo.

El si mismo por otra parte sería una parte del campo fenoménico que poco a poco se va diferenciando y que en definitiva representa lo que la persona es. Además del si mismo como tal, existe un si mismo ideal que representa lo que la persona desearía ser.

Podríamos decir entonces, en términos más simples, que el yo o si mismo estaría constituido por un conjunto cambiante de percepciones que se refieren al propio individuo. Como ejemplo de estas percepciones tendríamos: las características, atributos, capacidad, valores, etc, que el sujeto reconoce como descriptivos de su persona y que percibe como partes de su identidad. Mientras que el organismo sería la unidad psicofísica total de la cual el yo formaría parte.

 

El organismo posee la tendencia innata a la actualización, la cual preside el ejercicio de todas las funciones, tanto físicas como de la experiencia. Tiende constantemente a desarrollar las potencialidades del individuos para asegurar su conservación y enriquecimiento, teniendo en cuenta las posibilidades y los límites del ambiente. Por lo tanto, ya que el yo o "si mismo" es parte del organismo podemos concluir que también está sujeto a lo que es la tendencia actualizadora. La tendencia a la actualización del yo actúa constantemente y tiende, también constantemente a la conservación y al enriquecimiento del yo, es decir, se opone a todo lo que lo comprometa. Sin embargo, el éxito o la eficacia de esta acción, no depende de la situación real u objetiva, sino de la situación tal como el sujeto la percibe, y el sujeto percibe la situación en función de la noción que tiene de su yo. Podríamos decir entonces que, de acuerdo a Rogers, el mundo es percibido a través del prisma del yo, o sea, lo que se refiere al yo tiene tendencia a ser percibido en relieve y es susceptible de ser modificado en función de los deseos del sujeto, mientras que lo que no tiene relación con el yo, tiene tendencia a ser percibido de forma mas vaga o a ser totalmente pasado por alto. De tal modo que en última instancia, es la noción que se tiene del yo la que determina la eficacia o ineficacia de la tendencia actualizante (Rogers y Kinget, 1967).

Un ejemplo de lo anterior sería el caso de un sujeto invitado a participar de un festival de canto. Si él se percibe a si mismo como una persona "desafinada" evitará presentarse a la competición, por muy talentoso que este, de hecho, sea y por muy ventajosa que sea la oportunidad. Esto se debe a que para el sujeto la participación en el concurso en lugar de representar una ocasión de enriquecimiento, se presenta como un riesgo para la conservación de su yo, tal como el lo percibe. Supongamos luego que el mismo sujeto se percibe a si mismo como poco resistente a los fracasos o al ridículo. En presencia de tal concepción del yo, la tendencia actualizadora en lugar de incitar al sujeto a participar del festival le lleva, más bien, a abstenerse, defendiendo la imagen que tiene de si mismo.

A partir de lo anterior podemos observar que la eficacia de la tendencia a la actualización del yo depende del carácter realista de la noción del yo. La noción del yo es realista cuando hay correspondencia o congruencia entre los atributos que el sujeto cree poseer y los que posee en realidad. Para comprobar el carácter realista de cualquier percepción que atañe a la noción del yo, el individuo dispone de dos clases de criterios. El primero se refiere a la experiencia vivida del sujeto (a propósito del objeto en cuestión), mientras que el segundo consiste en el testimonio que da la conducta del sujeto y la de los demás respecto a él. En el caso de que la noción del yo sea real, la actualización estará guiada de un modo adecuado y el individuo tendrá bastantes probabilidades de alcanzar los fines que se propone; en el caso contrario, es decir, cuando la noción del yo lleva consigo lagunas y errores (como sería el caso de los individuos que se apegan al yo ideal que plantea Horney) la tendencia actualizante no aparecerá clara, se propondrá fines difíciles de alcanzar, sino irrealizables que terminaran en frustraciones y fracasos, los cuales obstaculizan el buen rendimiento (Rogers y Kinget, 1967).

 

Sin embargo según Frick (1973) pocas personas se aproximan al ideal de congruencia de Rogers, por el contrario más a menudo prevalece un estado de incongruencia (es decir la noción del yo de la persona no es correcta). Dicho estado de incongruencia sobrevendría cuando de imponen al individuo condiciones de valía. Bajo la influencia de una consideración positiva condicional por parte de las personas significativas en su vida se alienta al individuo a negar aspectos importantes de su propia experiencia para satisfacer la necesidad de consideración positiva y los requisitos de amor condicional. Creo necesario en este punto resaltar como, al igual que en la propuesta de Horney sobre la "formación" del yo ideal, una actitud negativa del ambiente del individuo es lo que origina también una noción del yo irreal, que trae como una de sus primeras consecuencias la incongruencia. Prosiguiendo con lo anterior, está disposición del individuo de buscar la consideración positiva y los requisitos de amor condicional de sus personas significativas produce una enajenación de la persona con respecto a las fuentes de su propio ser. Como resultado de esto, podemos decir que persiste la tendencia a la autoactualización, la cual para Rogers se encuentra "ligada a la tendencia de actualización innata que implica el crecimiento orgánico e inherente al yo, que promueve su expresión y evolución" (DiCaprio, 1985, p.355), pero en forma disociada, al margen de la tendencia actualizadora inherente es trastornada y su energías prestan apoyo a conductas, sentimientos y valores aprendidos que no actualizan al individuo. A medida que el individuo realiza un número mayor de las condiciones de valía que se exigen de él, se aleja cada vez más de su propia experiencia. De esta forma la noción del yo y el yo real se han vuelto incongruentes, y esta incongruencia es considerada por Rogers como el comienzo de la desintegración de la persona y la base de toda patología psicológica. La solución para este problema pasaría por lograr que la persona se reconozca y acepte tal como es.

 

ANÁLISIS

En primer lugar me parece adecuado señalar la existencia de semejanzas teóricas importantes en la concepción del "yo" por parte de los autores tratados. Estas semejanzas serían:

  • En primer lugar, aunque parezca obvio señalarlo, tanto Horney como Rogers privilegian el papel de la cultura sobre el individuo, dejando de lado el reduccionismo biológico y el mecanicismo que se imponía previamente.
  • Ambos autores también poseen la particularidad de enfocarse en el presente de la vida de las personas, restándole importancia al pasado de ésta.
  • A mi juicio, ambos autores postulan la existencia de un "yo real", en el caso de Horney éste es un término que comprende todo lo que la persona es en un momento dado, incluye cuerpo y alma, mientras que en Rogers este yo real, sería el organismo, una unidad psicofísica total, a partir del cual se forma el si mismo, el cual estaría constituido por un conjunto de percepciones que se refieren al propio individuo. A mi entender para ambos autores este "yo real" se encuentra a la base de su teoría y es en definitiva el que está expuesto a recibir las influencias del ambiente.
  • El encontrar un ambiente no adecuado para el desarrollo, genera en la teoría de ambos autores, que el sujeto desarrolle o que busque llegar a un autoconcepto adecuado a lo que este ambiente, vale decir la sociedad, le exige. Separándose del yo real.
  • En ambos autores surge, a partir de una interacción no adecuada con la sociedad, un yo "idealizado" el cual difiere de las capacidades y potencialidades reales del sujeto, quien al tratar de cumplir con este fracasará, generándose como consecuencia última una neurosis. En el caso puntual de Rogers la no correspondencia entre el yo real del sujeto y la noción del yo que este adquiere para tratar de conseguir una consideración positiva por parte de las personas que lo rodean es llamada incongruencia.
  • Por último ambos autores buscan en su terapia lograr que la persona retome su yo real, lo que implica una búsqueda de la autoaceptación del individuo, sin perder de vista el límite de sus capacidades.

A partir de lo anterior creo tener una base lo suficientemente sólida como para plantear que Rogers debió recibir algún tipo de influencias de Karen Horney, ya que en él podemos apreciar conceptos muy similares a los que esta última plantea la hora de explicar como opera el yo frente a las influencias del ambiente y como se genera la neurosis. Sin embargo, me parece también relevante mencionar como un valioso aporte de Rogers los conceptos de actualización y autoactualización los cuales a mi juicio le otorgan mayor claridad y profundidad a su teoría, a la hora de compararla con la de Horney, que si bien expresa que el yo real debe tender hacia un desarrollo de las capacidades no lo expresa con la misma claridad con que Rogers lo hace a partir de los conceptos ya mencionados.

 

A modo de crítica, puedo decir que me parece muy aventurado por parte de ambos autores generalizar a todos los seres humanos la continúa búsqueda del desarrollo de las potencialidades. Tomando como base dicho planteamiento me pregunto como explicarían los autores el conformismo que se da en nuestra época.

También, a mi parecer, ambos autores en principio muestran al ser humano demasiado vulnerable y débil ante la influencia del medio que los rodea, dejando de lado, en mi opinión, características como la resiliencia, la cual corresponde a la capacidad del individuo para hacer las cosas bien pese a circunstancias adversas (Vanistendael, 1995). Capacidades como la ya mencionada, en mi opinión, le permitirían a los seres humanos en algunos casos sobreponerse a condiciones desfavorables sin desarrollar una patología (como la neurosis) derivada de la aparición de una noción de yo idealizada o incongruente. Mi posición en este punto se puede relacionar con el principio de equifinalidad según el cual "diferentes resultados pueden ser provocados por las mismas causas" (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1981, p. 123) lo cual en este caso implicaría que ante un ambiente hostil, la persona podría reaccionar de diversas formas entre las cuales se encontrarían, por ejemplo, el intentar alcanzar el yo idealizado del que hablan ambos autores o hacer uso de la capacidad de resiliencia que posee el individuo e intentar salir adelante con su vida.

Pienso además, que en la actualidad ambas teorías podrían ser complementar con el concepto de inteligencia emocional. Se entiende por inteligencia emocional "la capacidad de una persona para comprender sus propias emociones y las de los demás, y expresarlas de manera que resulten beneficiosas para si mismo y para la cultura a la que pertenece" (Molero, Sainz y Esteban, 1998, p.26) A mi juicio el nivel de inteligencia emocional sería un factor importante en el alejamiento de un individuo de su yo real en favor de un yo "idealizado", esto ya que la inteligencia emocional según Molero y cols. (1998) implica un conocimiento y manejo de las propias emociones, y a mi parecer mientras mayor conocimiento y manejo de las propias emociones posea una persona más difícil será que se aleje de su yo real ante las presiones del ambiente y viceversa.

Haciendo referencia al punto anterior, un alto nivel de inteligencia emocional de cada persona sería otro de los factores que influirían en que las personas puedan superar un ambiente hostil sin sufrir las consecuencias negativas ya mencionadas como resultado.

Otra crítica que, pienso, se puede realizar a ambos, es la falta de un criterio de objetividad para definir el yo real de una persona, y también a la hora de definir cuando se produce la incongruencia, en el caso de Rogers, o el acercamiento al yo ideal en el caso de Karen Horney. Esto a mi juicio se constituye en una debilidad importante en ambas teorías.

Por último el lograr encontrar las similitudes ya mencionadas entre las teorías de la personalidad de dos autores representativos de corrientes diferentes como el humanismo y el psicoanálisis culturalista, me hace pensar que quizás exista la posibilidad de algún día llegar a un paradigma único en psicología, o al menos a la reducción del número de estos, creo por ejemplo basándome en Rogers y Horney que pude darse una complementación teórica entre humanismo y culturalismo de la cual, en mi opinión ambos saldrían fortalecidos. 

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