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Eduardo Raymundo Ramos Plaza
FES Iztacala, UNAM
Sexo y Género son dos formas distintas de enfocar una diferencia por ejemplo: sexo se refiere a la diferencia biológica del varón y de la hembra, es decir es un término biológico; género se refiere a la diferencia social y psicológica entre lo masculino y lo femenino, es decir es un término social y cultural. Esto nos sugiere que se trata de dos formas distintas de enfocar una distinción y que alguien que tenga sexo de mujer automáticamente pertenece a su género correspondiente que sería el femenino. Pero la realidad es otra; el hecho de ser hombre o mujer depende de la vestimenta, gestos, trabajo, relaciones sociales, personalidad y un determinado tipo de órganos genitales. (Oakley, 1977)
Sexo
El sexo es el conjunto de órganos genitales y de características anatómicas y fisiológicas que individualizan la distinción entre los machos y las hembras. Para poder determinar el sexo se deben de probar los siguientes elementos físicos: cromosomas, genitales externos, genitales internos, gónadas estados hormonales, y caracteres sexuales secundarios; es así como el sexo de una persona es determinado por una suma de todas estas cualidades (Oakley, 1977).
En este sentido, se habla del sexo biológico, pero aún así no se trata de una entidad autónoma sino integrada por un cierto numero de componentes discretos. Para Cazés, (1998) el sexo presenta tres dimensiones relacionadas entre ellas, cada uno con su propio movimiento, y las tres vinculadas en dinámicas con características diferentes a lo largo de la vida de las personas.
1. En su dimensión genética el sexo se define por la presencia de los cromosomas XX (características femeninas) o XY (masculinas).
2. En su dimensión hormonal, el sexo resulta de la predominancia de estrógenos (hormonas femeninas) o de andrógenos (hormonas masculinas), en la combinación que de unos y otros se presentan en los seres humanos.
3. En su dimensión gonádica, el sexo se define por la presencia de testículos y pene (genitales masculinos) u ovarios y vulva (genitales femeninos), es decir por la morfología de los órganos reproductivos internos y de los genitales externos.
El sexo es el hecho biológico (fisiológico y anatómico) que marca de manera diferenciada la posibilidad de intervención de los individuos machos o hembras, en la reproducción de la especie.
Cazés (1998) afirma que el sexo en si mismo no tiene implicaciones sociales, culturales ni históricas. Únicamente define la existencia de un ser, no de una persona; de un macho o de una hembra, de un hombre o de una mujer.
Troncoso (1996) concuerda con Cazés (1998) y también define el sexo como el hecho biológico por el que la especie humana es de las que se produce a través de la diferenciación sexual; actualmente la biología y las ciencias médicas, diferencias entre el sexo cromosómico, gonodial, hormonal, anatómico y fisiológico y, aunque se ha reconocido que estos niveles de diferenciación sexual pueden tener efectos diversos, incluso psicológicos (por ejemplo en cuanto a la preferencia sexual), pueden y deben distinguirse de las atribuciones que la sociedad establece para cada uno de los sexos individualmente constituidos.
Por lo regular definimos el sexo como una diferencia biológica que no determina necesariamente los comportamientos, mientras que el género es aquello que en cada sociedad se atribuye a cada uno de los sexos, aquello que como construcción social se considera femenino o masculino. Por tanto, el código de género se refiere a las expectativas de comportamiento social que existen para cada uno de los sexos en un época y lugar determinados. Designa las formas y procesos que definen, limitan y transmiten el conjunto de modelos socialmente disponibles para que las personas lleguen a una identificación en términos de hombre o mujer (Sin autor, 1994).
Por medio de la anatomía de una persona se le adjudica un status social: el de ser HOMBRE o MUJER.
Las diferencias biológicas entre los sexos se suponían la base de las diferencias psicológicas y de comportamientos entre hombre y mujer; por lo tanto el papel que tenían que desempeñar en la sociedad era diferente es decir el hombre en el mundo y la mujer en el hogar (Covarrubias, 1983).
Género
El género es la red de creencias, rasgos de personalidad, actitudes, sentimientos, valores, comportamientos y actividades que hacen diferentes a los hombres de las mujeres, aprendidas mediante un proceso de construcción social (Oakley, 1977).
Para Troncoso (1996) se refiere al hecho de pertenecer a uno u otro sexo (femenino-masculino), y es la sociedad quien establece dichos significados. Cabe aclarar que en nuestra lengua castellana, al igual que en otras de raíz latina, el género es aún un sustantivo que denomina clase, tipo de asunto etc., sin estar referido al ámbito de lo sexual.
Entendemos por género a la serie de construcciones mentales respecto a la pertenencia o no del individuo a las categorías dimórficas de los seres humanos: masculina y femenina, así como las características del individuo que lo ubican en algún punto del rango de diferencias (Rubio, 1994, citado en: Hernández 1998). Es por medio del género que los seres humanos realizamos múltiples interacciones. El género es una categoría fundamental en la que significado y valor están asignados a cualquier cosa existente en el mundo; se trata de una forma de organizar las relaciones humanas. Podemos distinguir tres componentes de esta categoría de género: identidad sexo-genérica y roles sexuales o genéricos (Hernández 1998).
En general, el género es un término que tiene connotaciones psicológicas, y culturales, también es la cantidad de masculinidad o feminidad que se da en un persona, aunque existen casos que hay mezcla de ambos en el hombre normal predomina la masculinidad, y en la mujer normal la feminidad.
El género, ser hombre o ser mujer, es la síntesis bio-psico-socio-cultural en cada persona. El genero se integra históricamente por el conjunto de cualidades biológicas, físicas, económicas, sociales, psicológicas, eróticas, políticas y culturales asignadas de manera diferenciada a los individuos según su sexo (Cazés, 1998).
Con la distinción entre sexo y género se podía enfrentar mejor el determinismo biológico y se ampliaba la base teórica argumentativa a favor de la igualdad de las mujeres. Posteriormente, el uso de la categoría género llevo al reconocimiento de una variedad de formas de interpretación, simbolización y organización de las diferencias sexuales en las relaciones sociales y perfiló una crítica a la existencia de una esencia femenina (Lamas, 1997).
Para Scott (citado en: Lamas, 1997) la utilización de la categoría género aparece no sólo como forma de hablar de los sistemas de relaciones sociales o sexuales sino también como forma de situarse en el debate teórico. Los lenguajes conceptuales emplean la diferenciación para establecer significados y la diferencia de sexos es una forma primaria de diferenciación significativa. El género facilita un modo de decodificar el significado que las culturas otorgan a la diferencia de sexos y de comprender las complejas conexiones entre varias formas de interacción humana.
1.2 Perspectiva de género
Debido a que los roles son asignados en función de la pertenencia a un género al que el diccionario define como del latín genus, generis, “colección de seres que tienen entre sí analogías importantes y constantes: el género humano, sinónimo de especie, clase, manera a la que pertenecen las personas o las cosas” (González, 1997).
Y como la anatomía ha sido una de las más importantes bases para la clasificación de las personas, tenemos dos géneros; el que corresponde o a los machos y el que pertenece a las hembras de la especie; lo masculino y lo femenino respectivamente (González, 1997).
Como observamos son varias las dificultades para utilizar el termino de género. En primer lugar el termino anglosajón gender no se corresponde totalmente con nuestro género en castellano: en inglés tiene una acepción que apunta directamente a los sexos (sea como accidente gramatical, sea como engendrar) mientras que en castellano se refiere a la clase, especie o tipo a la que pertenecen las cosas, aun grupo taxonómico, a los artículos o mercancías que son objetos de comercio y a la tela.
En castellano la connotación de género como cuestión relativa a la construcción de lo masculino y lo femenino sólo se comprende en función del género gramatical, pero solo las personas que ya están en antecedentes del debate teórica al respecto lo comprenden como relación entre los sexos, o como simbolización o construcción cultural (Lamas, 1997).
La teoría de género, abarca los planteamientos teóricos, metodológicos, filosóficos, éticos y políticos necesarios para comprender el complejo de relaciones de poder que determina la desigualdad entre hombres y mujeres. El dominio que los primeros ejercen sobre las segundas, la condición de preponderancia paradigmática y a la vez enajenante de ellos, y la condición de subordinación, dependencia y discriminación en que viven ellas (Cazés, 1998).
La teoría de género permite visualizar a las sociedades y a las culturas en su conjunto y por lo tanto a todos los sujetos que intervenimos en sus procesos, mujeres y hombres. Es también el punto de partida para ubicarse en la perspectiva de género al emprender investigaciones y acciones de cambio. Es pues, una teoría que busca no sólo entender el mundo de las relaciones de género, sino también proceder a transformarlo.
Para Cazés (1998) la teoría de género no enfoca a mujeres y hombres como seres dados, eternos e inmutables, sino como sujetos históricos, construidos socialmente, producto de la organización de género dominante en la sociedad, esta teoría ubica a las mujeres y A los hombres en su circunstancias histórica; por ello puede dar cuenta de las relaciones de producción y de reproducción social como espacios de construcción de género.
La perspectiva de género permite enfocar, analizar y comprender las características que definen a mujeres y hombres de manera específica, así como sus semejanzas y sus diferencias. Desde esa perspectiva se analizan las posibilidades vitales de unas y otros, el sentido de sus vidas, sus expectativas y oportunidades, las complejas y diversas relaciones sociales que se dan entre ambos géneros; así como los conflictos institucionales y cotidianos que deben encarar y las múltiples maneras en que lo hacen.
Desde la perspectiva de género el análisis desmenuza las características y los mecanismos del orden patriarcal, y de manera explícita, crítica sus aspectos nocivos, destructivos, opresivos y enajenantes debidos a la organización social estructurada en la inequidad, la injusticia, y la jerarquización basadas en la diferencia sexual transformada en desigualdad.
Cazés, (1998), señala que la perspectiva de género se construye al interior de las Teorías Feministas porque estas se han desarrollado desde la opresión genérica de las mujeres. Con el feminismo, la perspectiva de género se erige como la primera filosofía no sexista de la sexualidad.
Por otro lado Victoria Sau, 1989 (citado en: Sin autor, 1994) bajo la perspectiva de género define para el género cuatro características estructurales:
1) Solo hay dos géneros, tantos como sexos.
2) Estos tienen carácter vinculante.
3) Estos están jerarquizados.
4) Su estructura es invariable, esto es que, el paradigma social en que se inscriben ha permanecido inalterable desde su fundación en cuanto a la clases de relación entre lo sexos.
Al analizar la perspectiva de género se constata que género se usa básicamente como sinónimo de sexo: la variable de género, el factor género son nada menos que las mujeres. Aunque esta sustitución de mujeres por género se da en todas partes, entre las personas hispanoparlantes tiene una justificación de peso: en castellano se habla de las mujeres como “el género femenino”, por lo que es fácil deducir que hablar de género o de perspectiva de género es referirse a las mujeres o a la perspectiva de sexo femenino (Lamas, 1997).
Pero las diferencias psicológicas y patrones de comportamiento son asignadas por la sociedad y la cultura, pues se les enseña cuál es la manera de ser y el comportamiento de un hombre y de una mujer (Covarrubias, 1983).
La disciplina que por primera vez habla de la distinción entre sexo y género es la psicología. Stoller (cit. en: González, 1997) menciona que es a raíz de los trastornos de la identidad sexual por la que pasan las personas cuando teniendo un desorden genético, al hacer se le identifica por ejemplo como niña, cuando al realizar análisis más específicos se encuentra que bioquímicamente es hombre. Stoller concluye en sus investigaciones que la asignación y a la adquisición de una identidad es mayor que la carga genética, hormonal y biológica.
Desde la perspectiva psicológica, género es una categoría en la que se articulan tres instancias básicas:
a) La asignación (rotulación, atribución) del género, la cual se realiza en el momento en el que nace el bebé a partir de la apariencia externa de sus genitales.
b) La identidad de género, que se establece más o menos a la misma edad en que el infante adquiere el lenguaje (entre los dos y tres años) y es anterior a un conocimiento de la diferencia anatómica entre los sexos.
c) El papel (rol) de género, que se forma con el conjunto de normas y prescripciones que dicta la sociedad y la cultura sobre el comportamiento femenino y masculino. (Lamas, 1996).
Desde la psicología, el contexto sociocultural como determinante del pensamiento infantil: “las niñas y niños piensan en el género del modo que los hacen porque su cultura les transmite un montón de metamensajes implícitos acerca de lo que tiene valor, lo que es importante, qué diferencias entre la gente y otras entidades deben ser enfatizadas y cuáles deben ignorarse”.
Scott, (op. cit) propone una definición de género que tiene dos partes analíticamente interrelacionadas, aunque distintas, y cuatro elementos. Para ella lo central de su definición es la “conexión integral” entre dos ideas: “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder”.
Scott distingue los elementos del género, y señala cuatro principales:
1. Los símbolos y los mitos culturalmente disponibles que evocan representaciones múltiples.
2. Los conceptos normativos que manifiestan las interpretaciones de los significados de los símbolos. Estos conceptos se expresan en doctrinas religiosas, educativas, científicas, legales y políticas que afirman categórica y unívocamente el significado de carón y mujer, masculino y femenino.
3. Las instituciones y organizaciones sociales de las relaciones de género: el sistema de parentesco, la familia, el mercado de trabajo segregado por sexos, las instituciones educativas, la política.
4. La identidad. Scott señala que aunque aquí destacan los análisis individuales –las biografías- también hay posibilidad de tratamientos colectivos que estudien la construcción de la identidad genérica en grupos. Esta es una parte débil de su exposición, pues mezcla identidad subjetiva e identidad de género.
Para María de Jesús Izquierdo (cit. en: Sin autor, 1994) la identidad se adquiere a través de un proceso mediante el cual se aprende la diferencia genérica, sirviendo la identidad sexual como base para la identidad de género y entendiendo ésta “como una constelación de formas de comportamiento, de relación con las demás personas y de acción sobre el medio”. Esta identidad de género , en nuestra sociedad, da origen a dos constelaciones: la femenina y la masculina –dos géneros-, y la conjunción de la identidad de sexo con la identidad de género da lugar a dos tipos de individuos: mujeres y hombres.
El individuo es un ser social y no puede prescindir de vivir en ella, es algo externo pero vive dentro de ella y es ubicado en el sistema social. Esta misma ubicación en la sociedad es la que determina la vida del individuo como sus creencias, costumbres, hábitos, lenguaje, etc. Conforme el individuo acata las reglas de la sociedad será aceptado pero si no lo hace será sancionado. También la sociedad espera que el individuo se conduzca de una manera determinada según la situación y el lugar que ocupe, esto se refiere al ROL SOCIAL.
Covarrubias (1987) menciona que en todas las sociedades existen diferentes definiciones del Rol Masculino y del Rol Femenino, que se han traducido en expectativas diferentes con respecto a la conducta de los individuos de cada sexo; por ejemplo los Hombres asumen un rol activo pues es el proveedor económico, sustentador de la autoridad y responsable del núcleo familiar y la mujer un rol pasivo pues es la mantenedora de lo doméstico y dispensadora de apoyo emocional.
Por otro lado Lamas (1997) señala que en la cultura marca a los seres humanos con el género y el género marca la percepción de todo lo demás: lo social, lo político, lo religioso, lo cotidiano. La lógica del género es una lógica de poder, de dominación. Esta lógica es, según Bourdieu (cit, en Lamas, 1997), la forma paradigmática de violencia simbólica, definida por este sociólogo francés como aquella violencia que se ejerce sobre un agente social con su complicidad o consentimiento.
Para Tuchiar, (1996 cit. en: González 1997) el género es una construcción social, cultural e histórica. Por otro lado Ortner y Whitehead (1996 cit. en: González, 1997). Señalan que hay que distinguir el grado en que las culturales tienen nociones formales, a veces muy elaboradas, de género y sexualidad, las cuales son muy variables y que no todas las culturas elaboran las nociones de feminidad y masculinidad en términos de dualismo simétrico.
Las formas de comportamiento tradicionales predeterminan el destino social del ser humano de acuerdo con su sexo, puesto que en todas las sociedades se ha dado una división sexual del trabajo, generando todo un conjunto de ideas que justifican las diferencias sexuales al interior de la familia. Por lo tanto se afirma que el proceso de socialización no es el mismo para las mujeres que para los hombres.
Por medio de la socialización el individuo se incorpora a sus esquemas de normas y valores del grupo de pertenencia. Esta se da a través de la familia, la cultura y las leyes, las personas se incorporan a estos grupos en diferentes etapas de la vida (González, 1994).
La socialización inicia las pautas de comportamiento que serán aprobadas por la sociedad, la cual ha establecido normas que satisfacen las necesidades de orden biológico y el de guiar la actuación del individuo. La familia es la principal mediadora entre el individuo y la sociedad.
Para González, (1994), la socialización se conforma de diversas instancias:
1) Atribución del género: Se realiza a partir de que nace el bebe, por medio de sus genitales se identifica al sujeto dentro de la familia. La familia se ubicara como emisora de un discurso cultural teniendo como base los estereotipos de masculinidad y feminidad que cada uno sustenta para la crianza adecuada para el niño o la niña.
2) La identidad del género: Esta se establece al mismo tiempo en que el niño establece su lenguaje (2 o 3 años) El niño estructura su experiencia vital, donde ya establecido el género con todas sus manifestaciones, sentimientos y actitudes es imposible cambiar.
3) El papel del género: Es el conjunto de expectativas acerca de los comportamientos sociales apropiados para las personas de un sexo determinado
La estructura social prescribe una serie de funciones para el hombre y para la mujer, las cuales son consideradas como propias y naturales de sus respectivos géneros.
Es común observar que desde muy temprana edad a los niños se le fomenta la inteligencia, la agresividad, la libertad, la rebeldía, la audacia, desarrollándose así sus capacidades físicas, para lograr esto se les proporciona juguetes que ayudan a fortalecer estas cualidades, como soldados, pistolas, aviones, carros, entre otros; así mismo también se les inculcan valores, como el de reprimir sus emociones y el de generar sentimientos de superioridad con respecto al sexo femenino.
Por otro lado a las niñas se les fomenta cualidades tales como la abnegación, sumisión, pasividad, temor, dependencia, obediencia, seducción, docilidad, limitando su desarrollo físico al prohibirles los juegos bruscos e inculcándole valores de su propio sexo, enfocando su papel al servicio y a la atención del hombre. Los juguetes que se les brindan generalmente son: utensilios del hogar, juegos de té, artículos de belleza, muñecas entre otros, siendo siempre en función al papel que algún día desempeñaran como esposas, madres de familia y amas de casa (González, 1994)
Por otro lado Davis (1989) menciona que entre un niño y una niña en los primeros días de nacidos la única diferencia es la anatómica pero conforme van creciendo se van comportando como niños y como niñas. Estos comportamientos se deben no a lo biológico sino a lo cultural.
A partir del nacimiento, se le enseña de diferentes formas sutiles y no verbales qué es un niño y una niña, por la forma de cargarlos y tratarlos, por ejemplo a los niños se les trata de una forma más brusca y a las niñas de una forma más delicada.
Cuando el niño muestra algunos rasgos de como debe ser un varón, o una niña cuando muestran rasgos femeninos se les refuerza por medio de palabras, el tono en que se dicen, algún gesto.
Algunos de estos rasgos no solo son de lo que deben de ser sino de lo que deben hacer como la forma de moverse por ejemplo, las muñecas sueltas que se considera como rasgo femenino en algunas culturas, el ángulo de la pelvis, la forma de caminar, con los brazos pegados al cuerpo o separados, el de parpadear, sentarse, etc, estos son llamados por Davis (1989) como indicadores de sexo, y se aprenden durante la niñez pero son más reforzados a partir de la adolescencia que es cuando se empieza a cortejar. Todo esto varia de cultura a cultura.
Los seres humanos establecen la diferencia entre mujer y hombre por una sola característica sexual visible, sino por la suma de todas ellas; también por la forma de moverse, de vestirse y de peinarse, pero esto último no es innato es aprendido de acuerdo a la cultura en que halla nacido el individuo.
González (1994) resalta que la forma en que los niños y las niñas pequeños adquieren sus papeles de género, no es fundamentalmente verbal o disciplinaria, sino cinestésica. Son cuatro las fases para el desarrollo de los papeles del género (socialización):
1) La manipulación: Se puede decir que es el amoldamiento que se le da al niño o niña, al tratarlos de cierta forma, es decir el arreglarlos de acuerdo a su género, por ejemplo cuando se peina o se viste y se le afirma que se ve bien por que así deben de ser las niñas o los niños.
2) La canalización: Cuando se dirige la atención del niño o la niña hacia determinados objetos o aspectos de estos así como el de que forma jugar con ellos y el de ser recompensados.
3) El tratamiento verbal: La forma en que se le habla al niño dependiendo de su sexo, por ejemplo si es un niño la frase más común es "eres un niño travieso" y si es una niña "eres una linda niña", esta clase de comentarios actúan como indicador de un concepto de autoidentidad.
4) Exposición a la actividad: Tanto los niños como las niñas están expuestas a actividades tradicionalmente masculinas y femeninas, como por ejemplo los tipos de juego que deben e jugar los niños y las niñas para que cuando sean adultos ya tengan definido su tipo de trabajo que tendrán que realizar.
El niño o la niña no adquieren automáticamente de los padres los papeles y las identidades del género, sino que también lo hace por que se identifica de diversas maneras con sus progenitores, es decir el niño quiere ser como su madre o como su padre, de esta forma se motiva a actuar como ellos, se identifican por que son de su mismo sexo o porque uno de ellos demuestran su poder en la familia, puede ser la madre o el padre (González, 1994).
1. Cazés, D. (1998). “La perspectiva de Género”. CONAPO. Editorial Porrúa. México. p.p. 20-21, 37-39, 47-48, 80-85, 90-95.
2. Covarrubias, Paz; Muñoz, Mónica; Reyes, Carmen. (1983). ¿Crisis en La Familia?. Instituto de Sociología Pontificia, Universidad Católica de Chile, Chile; Nueva Imprenta Zenith. p.p. 93-113.
3. Davis, Flora. (1989). La comunicación no verbal. "indicadores de sexo". Madrid; Edit. Alianza Editorial. Cap. 2.
4. González, F. K; Tovar G. R.A.. (1994). "Un análisis sobre la supuesta participación masculina en el trabajo doméstico". TESIS DE LIC. EN PSICOLOGIA. TLALNEPANTLA; EDO: MEX. ENEP. IZTACALA. UNAM. Cap. 1 y 3.
5. González, U. M. T. (1997). “Los estudios de Género en la ENEP Iztacala: Confiabilidad y Validez de una escala de actitudes respecto del papel de la mujer en la sociedad”. TESIS DE MAESTRIA EN MODIFICACIÓN DE CONDUCTA. TLALNEPANTLA; EDO: MEX. ENEP. IZTACALA. UNAM. p. p. 22-26.
6. Hernández, U.R. (1998). “Percepción del cuerpo y roles genéricos en una comunidad indígena Tojol ab’al de las cañadas de Chiapas”. Archivos Hispanoamericanos de Sexología, vol. IV. num.1. Publicación Semestral, México. p.p. 27-51.
7. Lamas, M. (1996). “La antropología feminista y la categoría de género”. En: El Género: la construcción cultural de la diferencia sexual. M. Lamas (Compiladora). PUEG, Edit. UNAM-Porrúa, México, pp. 97-126.
8. Lamas, M. (1997). “Usos, dificultades y posibilidades de la categoría “género”. Diferencias de idioma, analogías y confusiones conceptuales”. En: El Género: la construcción cultural de la diferencia sexual. M. Lamas (Compiladora). PUEG, Edit. UNAM-Porrúa, México, pp. 327-366.
9. Oakley, A. (1977). “La mujer discriminada: Biología y sociedad”; Tribuna feminista; Madrid. EDIT: Debate. Cap 6 y 7
10. Sin autor (1994). “El sistema sexo/género”. Cuadernos para la Coeducación, Institut de Ciencies de l’Educacio, Barcelona. Pp. 29-31. Instituto mexicano de sexología. (compilación).
11. Troncoso A.G.R. (1996). “El genero masculino y su relación con la pareja”. TESIS DE LIC. EN PSICOLOGIA. TLALNEPANTLA; EDO: MEX. ENEP. IZTACALA. UNAM.