FAMILIA Y GRUPO FAMILIAR

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1-. Introducción

 

En su búsqueda de diferencias entre la familia (a la cual busca tomar como institución) y las instituciones formales, Carlos Filgueira -sin percibirlo- desvía la mirada lejos del nivel institucional y se deja capturar por otra dimensión del problema:

"(...) Estas instituciones" (refiriéndose a las instituciones formales) "por definición están construidas en torno a relaciones entre posiciones y no entre personas, al punto que un principio que asegura la estabilidad de estas instituciones es, precisamente, la posibilidad de que los individuos que desempeñan esas funciones puedan ser sustituibles (...) y la institución no cambia"

"La familia es enteramente lo contrario: el cemento institucional en ella está dado por las relaciones personales. La familia es una relación entre personas, no es una relación entre posiciones. De ahí el carácter no sustituible que tienen sus miembros y la naturaleza básicamente diferente que representa la familia cuando analizamos instituciones intermedias de la sociedad" .

En principio uno puede llegar a acordar con tal idea, pero una lectura más profunda no puede evitar conducirnos a la divergencia. Es que aparecen confundidos ciertos aspectos del tema que hacen coincidir el plano institucional casi exclusivamente con dos niveles: el del establecimiento y el de la organización. Esto es lo que impulsa a Filgueira a sostener que "la institución no cambia", cuando la propia etimología que define al término (acción de instituir, fundar) conduce al movimiento -proceso- que implica todo accionar. Del mismo modo, el autor -desde dicha confusión- parece estar convencido de estar hablando de La Familia (la institución) cuando no hace otra cosa que referirse a una familia en concreto y en singular; el nivel abstracto (la institución) queda sepultada tras el nivel empírico (el grupo familiar).

Pero, incluso, la propia confusión se encuentra algo "confundida". Porque la mirada empírico-inmediata que se aplica hacia la familia, parece adquirir un cierto nivel de abstracción al dirigirse hacia las "instituciones formales". Parecería que allí, y a diferencia de la familia, los hombres pasan y las instituciones quedan. Es que "en lo antedicho" Filgueira parece no estar refiriéndose "directamente a la familia-institución, sino a cómo ella se particulariza en cada grupo y en cada individuo. Porque lo que se maneja dentro del nivel de la experiencia cotidiana, dentro de la práctica clínica y aún desde del nivel nocional es un grupo familiar y no La Familia"

Para no extendernos demasiado sobre el asunto (el tema Instituciones merece todo un curso aparte) vale aclarar que -desde nuestra perspectiva- el nivel del establecimiento refiere a la materialidad concreta de las instituciones (locales, edificios...) y el de la organización a la materialidad administrativa (la formas en las cuales las instituciones se organizan). En suma, ambos niveles señalan la empiria inmediata de lo institucional. Y es precisamente por ello que estos niveles capturan la mirada, entorpeciendo -de este modo- la elaboración conceptual. Lo visible, la experiencia cercana e inmediata, oficia como obstaculizador de la complejidad.

Pero hay algo que trasciende a la experiencia inmediata. Un cierto plus hace que, más allá de los cambios, sepamos cuando estamos frente a una institución y no a otra. Sabemos que la Salamanca reestructurada por Alfonso X en 1254 forma parte del instituir universitario tanto como la Ley Orgánica de la UdelaR (1958), pese a los siglos y las diferencias. Del mismo modo podemos llamar familia a ciertas comunas californianas, a los clanes papúes, a la extensividad siciliana, y a la matrilinealidad del cantegril, con la misma propiedad con que lo hacemos a los personajes de los "Tatitos" o nuestros más caros modelos nucleares (que podrían caricaturizar los "Simsons"). Hay algo, que nos permite hacerlo, una cierta estabilidad, una regularidad tal vez, que trasciende a las organizaciones y los establecimientos (en permanente transformación). Pero sin embargo...

Continuando con el trabajo de Sylvia Castro, y remitiéndonos -como ella lo hace- al grupo familiar: "Como personas sociales todos tenemos una pertenencia a un grupo reconocido como familia, más allá de su presencia o su ausencia, más allá de su constitución e integración real o fantaseada a través de elaboraciones sucesivas y de nuestro proceso vital. Ese grupo en primera instancia aparece como el habilitador inmediato -aún cuando fuere por oposición- de un sitio determinado y personal en el campo de nuestra vida social.

De modo que marca en forma dominante cada marco referencial -intento de objetivación de la pertenencia primaria- como lo hace todo grupo, pero con la dominancia que proviene de una primera experiencia vivida, modelo y posibilidad de aprendizaje desde el vínculo, del pensamiento y la acción. Ello hace que todo aparezca en cada momento determinado de la vida de un sujeto humano relacionado con la familia en la múltiple y equívoca distancia del nacimiento y la muerte".

De este modo, la dimensión grupal de la familia terminará tiñendo -en mayor o menor medida- la mayor parte de las reflexiones sobre el tema. En el mismo trabajo, Castro hará una recorrida bastante extensa sobre distintas definiciones (partiendo desde el diccionario) que tienen como elemento en común la preponderancia del grupo familiar sobre La Familia (institución): se habla más del grupo familiar que de La Familia lo cual -en aparente paradoja- nos dice mucho sobre las características de la institución familiar y de su capacidad para naturalizar formas (tipos o modelos) específicos de organización.

 

2-. Familia e Institución

 

Elizabeth Jelin, intenta construir una reflexión sobre tema partiendo de la dimensión institucional, y recuperando elementos de lo que ella llama el "concepto clásico".

"La familia es la institución social que regula, canaliza y confiere significado social y cultural a estas dos necesidades". (la sexualidad y la procreación) "Incluye también la convivencia cotidiana, expresada en la idea del hogar y del techo: una economía compartida, una domesticidad colectiva, el sustento cotidiano, que van unidos a la sexualidad 'legítima' y la procreación".

Reconoce que el animal humano, a partir de los diversos diagramas sociopolíticos y productivos, ha ido conformando organizaciones familiares (y de parentesco) extremadamente variadas. "La literatura antropológica se ha dedicado extensa e intensivamente a la heterogeneidad de las estructuras de parentesco, desarrollando una compleja taxonomía: matri y patrilinealidad, matri y patrilocalidad, linajes y clanes, reglas de exo y endogamia, monogamia y poligamia/poligenias de diversas formas, etc. Sin embargo, toda esa heterogeneidad cultural tiene algo en común: se trata siempre de cómo se organiza la convivencia, la sexualidad y la procreación" ¿Es en este orden que podríamos encontrar la "regularidad" de la que hablábamos?.

Podemos conceder cierto acuerdo a esta perspectiva, pero con la salvedad de "desnaturalizar" la sexualidad accediendo a su cualidad de dispositivo (como lo trabajara Foucault). En este sentido, preferimos hablar de prácticas relacionadas con goces sexuales ya que la sexualidad constituiría un terreno mucho más complejo que las trasciende y que, como lo demostrara dicho autor, se instaura específicamente en Occidente (codificada desde una suerte de "Scietia Sexualis"). Su presencia en otras formaciones culturales se hace, cuando menos, discutible. Foucault contrapondría el "Ars Erótica", como otro procedimiento -distinto- extra-occidental destinado a adjudicar sentidos a estas prácticas.

Si se me concede este punto, podríamos comenzar a trabajar La Familia (ahora sí, desde la dimensión institucional) desde esta perspectiva. Ahora bien, y como toda institución, La Familia es menos un objeto discreto claramente discriminable que un complejo campo de fuerzas en permanente proceso de transformación. Visto así, la familia no cambia sino que es el cambio lo que la define como institución, se inscribe en el cambio, transita, deviene, como corresponde a la propia noción de proceso. Visto de esta manera, vale más preguntarse acerca de lo que la familia está siendo (qué ha sido, hacia donde tiende a ir) y de acuerdo a en qué situaciones concretas se inscribe, antes de qué es. En este sentido, tampoco vale jerarquizar una forma específica de organización sobre otras, lo cual puede conducirnos a la naturalización de ciertos modelos. La Familia está siendo en diversas formas, tanto en el plano cronológico como en el espacial, atendiendo a las condiciones de producción sobre las que ésta transita. Lo cual no niega la presencia de (en ciertas condiciones) modelos hegemónicos que pueden llegar a ser (o no) mayoritarios.

Es útil recurrir a la literatura antropológica, para establecer ciertos planos desde los cuales sería posible establecer un mapeo de la institución familiar. Esta literatura se ha encargado de establecer una distinción analítica entre grupo residencial, unidad reproductiva, unidad económica de producción, unidad de consumo y parentesco. "Esta distinción se torna empíricamente significativa cuando aquellas unidades se separan y se diferencian entre sí, estableciendo tipos y grados diversos de superposiciones, correspondencias y disyunciones en la membrecía. En las culturas occidentales, esta diferenciación es un proceso en curso a partir de un pasado en el que estas unidades tendían a coincidir. En otras tradiciones culturales -en la familia china tradicional o en la organización social de diversas culturas africanas y asiáticas- los sistemas de co-residencia, producción, consumo y parentesco son sumamente complejos, pues muestran una considerable superposición y entrecruzamiento de instituciones y normas".

Desde aquí, y siguiendo con Jelin (y con Foucault), podríamos pensar a La Familia como un campo de fuerzas destinado a instituir ciertos comportamientos, sistemas de creencias, representaciones, lógicas de sentido ("Todo comportamiento más o menos forzado, aprendido. Todo lo que en una sociedad funciona como sistema de coacción sin ser enunciado (...)" fundamentalmente en y desde las siguientes dimensiones:  

La organización social de la cotidianidad:

Es decir, las formas particulares de posicionarse y actuar sobre los asuntos que se presentan en la vida diaria. Lo cual incluye la producción y el consumo cotidiano de bienes y servicios de subsistencia, y también las actividades ligadas a la reposición generacional (las relaciones entre descendentes y ascendentes, aunque no necesariamente biológicos).

La organización doméstica a lo largo de la vida:

Es decir, la producción (y re-producción) de modelos y fórmulas destinadas a extender la organización social de la cotidianidad más allá del grupo familiar de referencia. Sea éste de procedencia o no, la naturalización de ciertos modelos (que llevan a producir una suerte de naturaleza ontológica de un modelo específico) oficia como referencia que adquiere una autonomía relativa frente al hecho de habitar -o haber habitado- el modelo referencial.

Ambas dimensiones comprenden todas las actividades habitualmente asignadas a La Familia (reproducción, codificación y regulación del placer sexual, co-residencia), fundamentalmente en la adjudicación de sentidos a las mismas, aunque no las formas específicas que éstas toman, posibilitando el acceso a la comprensión de estas formas en tanto constructo socio-histórico.

La propia dinámica institucional, el juego de las fuerzas en pugna (instituidos e instituyentes), hace que este campo de fuerzas se materialize en formas específicas de organización y en distintos ordenes de legitimidad e ilegitimidad. Como efecto de conjunto, se producen ciertos modelos (o tipologías) que tienden a la naturalizarse, lo cual puede llevar a confundir este nivel institucional con el del grupo familiar.

De esta manera, y entonces, hablar de la transformación de La Familia implica hablar antes de la transformación de las organizaciones que toman los grupos familiares que de la institución en sí. Aunque el cambio de las organizaciones implica, evidentemente cierto nivel de cambio institucional, vale recordar que dichos cambios son inherentes al proceso institucional ya que la propia acción de instituir refiere al cambio (y, tal vez , la única regularidad refiera a las dos dimensiones citadas). "Grupo e institución", sin embargo, "no pueden verse separados de las fuerzas en proceso de institucionalización moldeadas por los diagramas los diagramas de saber-poder y sus formaciones más o menos cristalizadas, sus puntos de resistencia y sus líneas de fuga"

Hacer, entonces, una historia de La Familia, no sería nada más (ni nada menos) que hacer una genealogía ("no hacer aparecer la verdad de nuestro pasado sino el pasado de nuestras verdades") de las lógicas que le han dado sentido y de los diversos modelos que desde allí se han configurado.

 

3-. Apuntes históricos

 

Lans propone un breve recorrido desde el siglo XVIII en Occidente y plantea, apoyándose en Donzelot, el despliegue de una "biopolítica, es decir, esa proliferación de tecnologías políticas que van a actuar sobre el cuerpo: el cuidado de la salud, las formas de alimentarse y de ocupar un hábitat, etc. En definitiva, una vigilancia y un control sobre la vida cotidiana y condiciones de existencia, desplegados en toda la extensión del espacio social". De acuerdo a Donzelot, es desde entonces que comienza a implantarse una reorganización de los comportamientos educativos, la cual se produce a partir de una serie de estrategias de familiarización. Éstas se apoyarían en dos figuras: el médico y el filántropo. "Esta reorganización se hace efectiva, en gran medida, a través de la difusión de la medicina doméstica que buscaba aumentar el cuidado y la conservación de los hijos". La paulatina medicalización de las sociedades contribuirá a la reformulación de la organización de los grupos familiares, operando en el nivel de la organización social de la cotidianidad para producir una suerte de sobrecodificación clínica de la vida cotidiana. "Esta unión orgánica entre medicina y familia va a repercutir profundamente en la vida familiar y en sus modos de organización y administración. Induce su reorganización en tres direcciones:

Produce el aislamiento de la familia" (el grupo familiar), "con su consiguiente reducción numérica y centrada en la pareja conyugal.

Establece una alianza privilegiada con la madre que posibilitará medidas de control y vigilancia en el interior del círculo familiar.

Utilización de la familia por el cuerpo médico, para enfrentar las antiguas estructuras de enseñanza: la disciplina religiosa y el hábito del internado".

Será Foucault quien se encargará de denunciar cómo el dispositivo de la alianza (el matrimonio destinado a reglar la herencia y el valor de los linajes) termina desdibujándose como tal al articularse con la sexualidad como dispositivo ("se nos obliga a amar por deber en el interior de un grupo donde el amor se prohíbe", ironizará Cooper llevando al extremo el esquema althousseriano sobre los "Aparatos Ideológicos del Estado") para contribuir al modelo organizativo con el que se ha embanderado la familia de la modernidad. Así el saber médico se vuelve auxiliar privilegiado a la hora de operar sobre este campo complejo, diagramado por los devenires de la conjunción de ambos dispositivos.

"De ahí la importancia de las cuatro grandes líneas de ataque a lo largo de las cuales avanzó la política del sexo desde hace dos siglos. Cada uno a fue una manera de componer las técnicas disciplinarias con los procedimientos reguladores. Las dos primeras se apoyaron en exigencias de regulación -en toda una temática de la especie, de la descendencia, de la salud colectiva- para obtener efectos en el campo de la disciplina; la sexualización del niño se llevó a cabo con la forma de una campaña por la salud de la raza (la sexualidad precoz, desde el siglo XVIII hasta fines del XIX, fue presentada como una amenaza epidémica capaz de comprometer no solo la futura salud de los adultos sino también el porvenir de la sociedad y de la especie entera); la histerización de las mujeres, que exigió una medicalización minuciosa de su cuerpo y su sexo, se llevó a cabo en nombre de la responsabilidad que les cabría respecto de la salud de sus hijos, de la solidez de la institución familiar y de la salvación de la sociedad. En cuanto al control de los nacimientos y la psiquiatrización de las perversiones, actuó la relación inversa: aquí la intervención era de naturaleza regularizadora, pero debía apoyarse en la exigencia de disciplinas y adiestramientos individuales. De una manera general, en la unión del 'cuerpo' y la 'población', el sexo se convirtió en blanco central para un poder organizado alrededor de la administración de la vida y no de la amenaza de muerte".

Así, y en Occidente, el grupo familiar tiende a privilegiar -como modelo hegemónico- la organización nuclear, funcional a la utopía totalizadora de las sociedades disciplinarias (poder disciplinarlo todo, neutralizar cada posible desvío en el instante mismo de su constitución), y capás de producir el monto de carga simbólica necesario como para constituirse en una naturalidad inapelable. En este orden de cosas, y pese al lugar subordinado y de sometimiento en el que se la localizaba (tema sobre el cual existe todo un universo literario), la posición de la mujer se constituyó en un punto estratégico de las micro y macropolíticas en juego: "Esta estrategia de familiarización en las capas populares tendrá en la mujer su principal punto de apoyo, para ello se la dotará de una serie de herramientas y de aliados: la instrucción primaria, la enseñanza de la higiene doméstica, la creación de guarderías para hijos de obreros, la instauración del reposo dominical".

"La construcción de viviendas 'sociales', es decir baratas, será una política de Estado que perdure. El respeto del obrero por el orden público queda garantizado por el deseo de conservar su vivienda y, como dice Donzelot, si falla su mujer se encargará de él. Mediante la 'exigencia de otorgar viviendas según estrictas condiciones de admisibilidad que garanticen la moralidad de los habitantes so pena de expulsión', queda resuelto así el problema que planteaba esa 'peligrosa' costumbre proletaria de congregarse en número creciente en una morada, componiendo una peligrosa máquina de guerra que desafiaba el orden público, relajaba sus relaciones hacia el interno del grupo y posibilitaba un ejercicio de la sexualidad alejado de los preceptos morales que sostendrán al naciente Estado moderno.

En las viviendas domésticas antes que en las cárceles modernas es que se prefigura el modelo panóptico: 'concebir una vivienda lo suficientemente pequeña, como para que ningún extraño pueda habitarla, y a la vez , lo suficientemente grande como para que los padres puedan disponer de un espacio separado de el de los hijos, a fin de que puedan vigilarlos en sus ocupaciones y no ser observados en sus retozos.'"

Pero con la decadencia de la utopía disciplinaria de la Modernidad, La Familia -como toda institución social- comienza a transformar su materialidad de acuerdo a los procesos transformadores que se vienen desplegando en las sociedades que le dan sentido. Lo que se ha dado en llamar "los cambios en la familia", "crisis de la familia" o, simplemente, las transformaciones, no son más que la cristalización de las transformaciones sociales en la formas específicas de organización de los grupos familiares. Se ha dicho que la familia viene vaciándose de contenido, que viene desintegrándose, que viene cediendo sus funciones a otras instituciones formales. Sin embargo La Familia (como institución) dista mucho de debilitarse. En todo caso, se trata de la reformulación de sus formas organizacionales. No es La Familia la que se desintegra, sino ciertos grupos familiares que se viven como desintegrados en función de los modelos a los cuales refieren. Las familias unipersonales, monoparentales, complejas, cruzadas, comunitarias, homosexuales... (y todas las tipología de "ilegitimidad" posible) no son menos "familia" que nuestro querido modelo nuclear (dos padres e hijos). Por otra parte, si bien es cierto que La Familia ha abandonado competencias en función de otros espacios socializadores, no lo es menos que algo similar está sucediendo en todas las Instituciones: los espacios cerrados se transforman en universos abiertos, superpuestos e interrrelacionados, sin clara discriminación entre el adentro y el afuera. Sobre esto ha trabajo Deleuze en su último libro, estudiando el pasaje de las Sociedades Disciplinarias a las Sociedades de Control.

 

4-. Familia y grupo

 

Será Enrique Pichon Rivière, en el Rio de la Plata, quien se encargará de recuperar elementos del psicoanálisis, la Gestalt, la psisociología y el marxismo, para producir una técnica operativa que permita trabajar en -y desde- el grupo familiar desde una perspectiva que se erige como épica fundacional de esta Psicología Social.

La familia como grupo.

Pichon la define como "una estructura social básica que se configura por el interjuego de roles diferenciados (padre, madre, hijo), y enunciado en los niveles o dimensiones comprometidos en su análisis, podemos afirmar que la familia es el modelo natural de la situación de interacción grupal." De aquí es posible interpretar una referencia antes al grupo familiar que a la institución. Los "roles diferenciados" aparecen relacionados directamente con un modelo nuclear ("padre, madre, hijo"). Existe, también, el peligro de naturalizar dicho modelo a partir de las palabras posteriores ("la familia es el modelo natural de la situación de interacción grupal").

Ahora bien, es posible recuperar este aspecto de lo natural si re-significamos la naturaleza y la despojamos de su insistente ontología. En otras palabras, lo natural sería tal porque fue construido para que así lo sea; la cualidad de natural como un constructo. De modo que no hay un modelo natural (en tanto universal), sino que la naturaleza del mismo opera en orden de lo referencial. Lo natural sólo lo es de acuerdo a sus condiciones de producción. Así, determinado modelo de familia es natural sólo si opera como referencia de quien así lo vive. La matrilinealidad de samoa no sería natural en otro registro diferente a aquel del cual procede, pero sí lo es en la formación cultural en la que se inscribe. Partiendo de aquí, obviemos lo natural y hablemos de lo referencial (porque se constituye en natural para quien así lo ha vivido).

Hay otros aspectos que fundan esta "naturalidad" (o "referencialidad") del grupo familiar, y éstos se sostienen en el plano institucional de la Familia; la organización social de la cotidianidad y la organización doméstica a lo largo de la vida. Este plano institucional encuentra su materialización grupal en "Las interrelaciones existentes entre los grandes y pequeños, los jóvenes y los viejos, los varones y las mujeres, llenan la descripción universal de las diferencias posibles con una significación dinámica para cada ser humano. El niño, al adaptarse a estas diferencias evidentes, define y da sentido a su propio rol individual, que desempeña en relación con los demás. A través del proceso que conduce a la definición de este rol para cada individuo, sea éste niño o adulto, él mismo se convierte en una influencia integral que contribuye a definir los roles de los demás que integran su medio social" Así, el carácter natural (con las salvedades antes dichas), sostiene en la cualidad de primario de dicho grupo (podría hablarse, también, de referencia arcaica).

Es así, entonces, como la Psicología Social de Pichon elige al grupo familiar como fuente de conocimiento y como objeto privilegiado de operatividad clínica, operatividad para la que propone (tomando aportes de Kretch y Crutchfield) un abordaje desde tres niveles:

 

"Un nivel psicosocial: Se refiere a las relaciones del paciente con cada uno de los otros miembros del grupo familiar. En este sentido el abordaje del grupo se hace a través de la representación interna que el enfermo tiene de cada uno de sus familiares, es decir, lo que se denomina grupo interno.

Un nivel sociodinámico: Se refiere al abordaje del grupo en su totalidad gestáltica, y al estudio de lo que Lewin denomina dinámica grupal.

Un nivel institucional: Se refiere al abordaje de la familia como institución"

 

Y es desde aquí, que la obra pichoneana introduce un valioso instrumento de intervención que permite acceder a nuevas dimensiones del problema (es desde los propios grupalistas que, décadas más tarde, surgirá la problematización del propio grupo y su decadencia como objeto discreto). Y es también desde aquí, que se abre una concepción de Salud y Enfermedad que aún hoy seguirá resonando:

"(...) par conceptual: salud y enfermedad, al que definimos como adaptación activa o pasiva a la realidad. Con el término adaptación nos referimos a la adecuación o inadecuación, coherencia o incoherencia, de la respuesta a las exigencias del medio, a la conexión operativa o inoperante del sujeto con la realidad. Es decir, que los criterios de salud y enfermedad, de normalidad y anormalidad no son absolutos, sino situacionales y relativos (...) podemos enunciar el postulado básico de nuestra teoría de la enfermedad mental: toda respuesta inadecuada, toda conducta desviada es la resultante de una lectura distorsionada o empobrecida de la realidad. Es decir, la enfermedad implica unba perturbación del proceso de aprendizaje de la realidad, un déficit en el circuito de la comunicación, procesos éstos que se realimentan mutuamente."

Iniciábamos este trabajo con la confusión de la dimensión institucional y la grupal de la familia. Ahora en el final volvemos a aquello que captura la mirada: el grupo familiar. Los desarrollos posteriores a Pichon son extensos, múltiples y revisionistas, porque el grupo como tal ha sido puesto en cuestión (al menos como categoría ontológica). El desarrollo de los mismos excede las posibilidades de este trabajo. Vale, de todos modos, recomendar los trabajos de Ana María Fernández, de Juan Carlos de Brasi, y la propia producción nacional sobre el tema. Pero sólo como punto de partida.

 

Referencias bibliográficas:

Filgueira, Carlos; "El rescate del capital social", en Género, Familia y Políticas Sociales (coordinado por Clara Fassler, Patricia Hausser, e Inés Iens), Montevideo, Trilce, 1997.p 77

Confusión que parece corresponder a ciertas escuelas sociológicas de carácter, fundamentalmente, norteamericano.

Castro, Sylvia; "Para construir un concepto de familia", Revista Uruguaya de Psicología (tomo I Nª IV), Imago, Montevideo, 1980. P.46

Ibid. Pp 45-46

Jelin, Elizabeth: Pan y afectos. La transformación de las familias, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1998. P. 15

Ibid. P. 15

Foucault, Michel: Historia de la sexualidad. Tomo I. La voluntad de saber, México, SXXI, 1987

Ibid.

Ibid.

Jelin, Elizabeth: Pan y afectos. Las transformaciones de las familias, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1998. P. 55

Foucault, Michel: "El juego de Michel Foucault", en Verdad y Poder, Madrid, Ediciones de la Piqueta, p. 132

Lans, Alfonso: "Familia y grupo familiar", en Comunidad, clínica y complejidad, Montevideo, Multiplicidades, 1999. P.27

Gonçalvez, Luis: La metodología genealógica y arqueológica de Michel Foucault en la investigación en Psicología Social, Montevideo, Ficha del curso de Psicología Social, 1999, p.4

Lans, Alfonso: "Familia y grupo familiar", en Comunidad, clínica y complejidad, Montevideo, Multiplicidades, 1999,p.27

Donzelot, Jacques: La policía de las familias, Valencia, Pre-textos, 1979.

Lans, Alfonso: "Familia y grupo familiar", en Comunidad, clínica y complejidad", Montevideo, Multiplicidades, 1999. P.27

Ibid. P.28

Cooper, David: La muerte de la familia, Buenos Aires, Planeta-Agostini, 1994

: Foucault, Michel: Historia de la sexualidad. Tomo I. La voluntad de saber, México, SXXI, 1987. P. 179

Donzelot, Jacques: La policía de las familias, Valencia, Pre-textos, 1979

Lans, Alfonso: "Familia y grupo familiar", en Comunidad, clínica y complejidad", Montevideo, Multiplicidades, 1999. P.29

Deleuze, Gilles: Pourparler, Paris, Editions Minuit, 1990

Pichon Rivière, Enrique: El Proceso grupal. Del psicoanálisis a la Psicología Social, Buenos Aires, Nueva Visión, 1982.p 59.

Ibid. P.57

Ibid. P.62

Ibid.

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