EL SOL DETRÁS DE LAS NUBES DE LA DEPRESIÓN           UNA VISIÓN LOGOTERAPÉUTICA


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Alejandro De Barbieri Sabatino
Psicólogo

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1. Introducción a la Logoterapia

 

“Desde el punto de vista moral, las psicoterapias privilegiadas son la logoterapia y el counselling. Pero todas son admisibles, a condición de que sean administradas por psicoterapeutas guiados de un elevado sentido ético.” [1]

 

La Logoterapia es una escuela psicológica creada por Viktor E. Frankl (1905-1997), catedrático de neurología y psiquiatría de la Universidad de Viena. Frankl completó su formación humanística, después de la II Guerra Mundial -en la que fue prisionero de varios campos de concentración- con un doctorado en filosofía. Ha escrito 28 libros; el más conocido es el que relata su experiencia vital que tituló “Un psicólogo en el campo de concentración” y que en nuestro medio se editó como “ El hombre en busca de sentido”.

La palabra griega logos tiene varias acepciones. El significado preciso que le da Frankl a éste término es doble: “sentido” y  “espíritu”.  Cuando Frankl asume el término logos como sentido y como espíritu  se refiere a la voluntad de descubrir y satisfacer la necesidad profundamente humana de vivir una vida con sentido. Esta vida con sentido es la consecuencia de experiencias con sentido.

Su teoría psicoterapéutica se basa en una concepción de persona integral que incluye el ser biológico, psicológico  y espiritual. Con esta idea antropológica estudia la situación del hombre de nuestro tiempo y encuentra en la búsqueda de sentido, la más profunda tarea existencial del mismo.

Esta perspectiva difiere completamente de las bases en que se fundamentan las distintas escuelas psicológicas, que generalmente tienen una visión psicosomática y social del hombre. La ausencia de espiritualidad, cercena lo más distintivo del ser humano y éste queda atado a los condicionamientos, ya sean biológicos, psicológicos o socioeconómicos.

Para la Logoterapia, ser hombres significa sobre todo la facultad de ir más allá de todos los condicionamientos, porque lo esencial y más valioso de la existencia humana se encuentra en su propia autotrascendencia.

 La autotrascendencia es la capacidad de salir de uno mismo para volcarse a una tarea concreta que realizar, a una persona a quien amar o incluso para entregarse a un sufrimiento inevitable.

Podemos concluir de lo expuesto, que el ser humano tiene la posibilidad de superar las concepciones que lo presentan como una mónada cerrada. La Logoterapia lo inserta en una dimensión superior que sin dejar de lado lo biológico, lo psicológico ni lo social, lo integra en la esfera noética o espiritual. Para la logoterapia, el ser humano a pesar de los condicionamientos que lo estén limitando, jamás pierde la última de las libertades: la actitud a tomar frente a esos condicionamientos.

            A modo de síntesis podríamos resumir los conceptos principales de la logoterapia:

1) Libertad de la Voluntad

Implica que el ser humano es único e irrepetible y que está llamado a la libertad y a la responsabilidad.

2) Voluntad de Sentido

La motivación principal del ser humano es descubrir el sentido de su vida.

3 Sentido de Vida: que se logra viviendo valores__ a) creativos (Trabajo)

             __b) vivenciales (Amor)

                                                                                     __c) actitudinales (Sufrimiento)

4 Tríada Trágica:  Sufrimiento, Culpa y Muerte

Quién puede decir que no ha sufrido, que no se ha sentido culpable y que no morirá? Todos los hombres debemos enfrentar esta tríada para nuestro crecimiento en los valores de actitud.

La dimensión espiritual o noética es el “hilo conductor” de la logoterapia, porque contiene todos los recursos del espíritu humano capaces de ser empleados por el individuo para contrarrestar la enfermedad y los traumas que la vida acarrea. Estos recursos espirituales podemos resumirlos en:

¨       Nuestra voluntad de sentido

¨       Nuestra creatividad e imaginación

¨       Nuestro amor

¨       Nuestra conciencia y nuestra autoconciencia

¨       Nuestro sentido del humor (autodistanciamiento)

¨       Nuestro compromiso, ideales y valores

¨       Nuestra responsabilidad y habilidad en la respuesta

¨       Nuestra compasión y perdón

¨       Nuestra conciencia de la finitud

 

2. Logoterapia y Depresión

 

Como es sabido podemos encontrar tres tipos de depresión agrupados bajo la categoría de trastornos afectivos: 1) Depresión reactiva o neurótica; 2) Depresión endógena y 3) Depresión orgánica.

 

1) Depresión reactiva:

Este tipo de depresión normalmente parece coincidir con un acontecimiento adverso de la vida, tal como la muerte de un ser querido, las desavenencias conyugales, los problemas económicos o de desempleo. No tienen un origen sino una razón, especialmente una razón para estar triste, como puede ser la pérdida de una pareja. La depresión se instala como reacción a tal acontecimiento ingrato y bloquea la superación psíquica.

2) Depresión endógena:

Son las que vienen “de adentro”, sin razón, que no tienen un origen externo sino solamente un origen interno. Este tipo de depresiones son una respuesta a algún proceso  interno desconocido. No son desencadenadas por ningún acontecimiento externo; simplemente, se abalanzan sobre la persona afectada. Por lo general, presentan ciclos temporales regulares.

3) Depresión orgánica:

Cuando se hace un diagnóstico de depresión es importante descartar las bases

orgánicas, puesto que el efecto y la conducta depresiva están asociadas muchas veces a una lesión cerebral o a la acción de ciertos fármacos.

            Seguramente en estos días han estudiado estas definiciones profundamente.

Nuestra intención en primer lugar, es presentar brevemente a las depresiones noógenas y plantear la propuesta logoterapeútica para su superación. En segundo lugar, mostrarles nuestro modo de trabajo frente a las depresiones endógenas y plantearemos como desde nuestra antropología el poder “sobrellevar valientemente” esta enfermedad puede ser vivido como un logro personal.

De esta manera nos quedarían las depresiones reactivas para profundizar en otro momento.

2.1 Depresión noógena

2.1.1 Definición:

“ La carencia de un sentido vital desempeña un papel crucial en el desarrollo de la neurosis. En última instancia, hay que entender la neurosis como un sufrimiento del alma que no ha descubierto su significado. Aproximadamente una tercera parte de mis casos no padecen de ninguna neurosis clínicamente definible, sino de la falta de sentido y de propósito en sus vidas.” [2]

Hoy en día es bastante común escuchar a la gente joven y no tan joven decir que “no tienen futuro” , o ante la pregunta acerca del futuro nos encontramos que no tienen respuesta, no saben que van a hacer más adelante, no tienen planes y si los tienen son más pesimistas que optimistas.

  Esta sensación de falta de sentido en el futuro, trae consigo inmediatamente una falta de respuesta en el presente. Y esto no sólo se da en los jóvenes sino que muchas veces esta falta de proyecto aparece también en los adultos. Esto es lo que podríamos denominar  “represión del futuro”. Freud nos enseñó a vivir en una era represiva, pero hoy en día el problema más importante, no son tanto las experiencias traumáticas vividas en la infancia y reprimidas, sino que también se reprime lo que puede pasar, las posibilidades de sentido, se reprime el futuro y de esta manera se lo cierra.

Cuando esta sensación de falta de sentido toma por completo la vida de una persona, podríamos estar frente a lo que Viktor E. Frankl llamó depresión noógena.  Este cuadro es difícil de diagnosticar pero cada día aparece con mayor frecuencia. Para explicar qué es una depresión noógena debemos recurrir a las definiciones clásicas de depresión, y al concepto del hombre que la Logoterapia tiene, es decir a su antropología.

            Hemos visto la antropología de la logoterapia en primer lugar, y en segundo lugar las clasificaciones de las depresiones. Veamos el cuadro Nº1.

Tridimensionalidad del ser

Depresiones

NOETICO

Noógenas

PSICO-SOCIAL

Reactivas

BIOS

Endógenas y Orgánicas

 

         Según este cuadro entonces, aparecen las endógenas y orgánicas relacionadas con la dimensión biológica, ya sea porque su origen está en el sistema nervioso central o en una lesión cerebral. Por otro lado, las depresiones reactivas las ubicamos en relación a la dimensión psicológica y social. La razón para estar triste tendría que ver con el plano psicológico (ej: crisis en la pareja) o con el plano social (ej: pérdida del trabajo). 

            Cabe aclarar que estas dimensiones no están ubicadas en estratos o en forma de pirámide. El hombre integra las tres dimensiones al mismo tiempo. Cuando relacionamos en el Cuadro 1 a cada dimensión con su depresión estamos diciendo que el conflicto predomina en tal dimensión, pero no excluye las demás que permanecen en un segundo plano (Tenemos un cuerpo espiritual y un espíritu corporal).

Finalmente, vemos que las depresiones noógenas tienen su origen en el ser noético o espiritual del hombre. Veamos por qué.

Debemos detenernos un momento en la palabra noógeno para comprender el tema que estamos desarrollando. Noógeno quiere decir “génesis en el nous”. ¿Qué es el NOUS? Nos remontamos ahora a Aristóteles, quien ya hablaba del NOUS. El decía que el ser humano tenía algo más que el animal, algo que el llamó el NOUS. Aristóteles no definió el NOUS, pero si afirmó que era diferente al psiquismo y al cuerpo, que era indestructible y que tal ves fuera de origen divino.

Frankl las llamó noógenas precisamente porque estas depresiones tienen su origen en una insatisfacción de tipo espiritual. Encontrarle sentido a la vida no es un tema de carácter psicológico sino espiritual. Por eso la vida tiene sentido mas allá de toda problemática material. Para un paciente terminal la vida tiene sentido en cuanto el ser humano es un ser espiritual, no depende solo de la materialidad de la persona, de lo psicofísico deteriorado. Es importante aclarar que si bien la espiritualidad no enferma, la enfermedad psicofísica puede impedir la manifestación de esta tercera dimensión, como veremos más adelante.

“Ay de aquel que ya no veía una meta en su vida delante suyo, cuya vida ya no tenia contenido, no descubría un fin en ella, se le esfumaba el sentido de su existencia...Tales personas que de esta manera ya no tenían a que aferrarse, se dejaron caer enseguida. La contestación típica con la que enfrentaron a todos los argumentos para darles ánimo, era siempre: “Yo ya no tengo nada que esperar de la vida”[3]

2.1.2 Causas:

Veamos brevemente cuáles pueden ser las “causas” de una depresión noógena:

a)  El diálogo. Lo que lleva a muchas personas a la consulta terapéutica es la quiebra del diálogo. El diálogo se puede quebrar por varias razones: un fallecimiento, alguien que se va de casa, una amistad que se corta, etc. El problema surge cuando el interlocutor que tenía la persona, desaparece. Eso conlleva la búsqueda de alguien con quien dialogar, y aquí aparece la figura del psicoterapeuta y particularmente del logoterapeuta. Se iniciaría entonces un nuevo diálogo. Esto sería el encuentro existencial. Recordemos que lo que cura, es el vínculo.

            b) El sufrimiento físico. Cuando éste es muy fuerte, muy importante, el ser humano pierde el sentido. Se pregunta “¿Porque me pasa esto a mi?”, “¿Porque sufro tanto?, ¿Por qué tanto dolor?” (por ejemplo en enfermedades, accidentes graves, etc). El sufrimiento físico es una de las causas que muchas veces lleva a la persona a dudar del sentido.

            c) La falta de confianza en la existencia humana. Está muy vinculada con el nihilismo, con la actitud de no creer en nada, actitud escéptica frente a la vida, cuando nada tiene valor, todo es lo mismo, nada sirve. Es una visión de la vida poco comprometida, muy superficial, una forma de vida “light”, en la cual no se integran los valores, que puede incluso llevar al suicidio.

d) La frustración existencial. Cuando la persona persigue en forma rígida y definida una meta que luego no consigue, puede aparecer la frustración existencial. Los proyectos que enriquecen a la persona son proyectos flexibles, que se adaptan a lo que la vida nos presenta, a las variadas circunstancias que nos va proporcionando.

e) Los conflictos de conciencia. Otro elemento que trae consigo la problemática de sentido son los conflictos de conciencia: la persona sabe que tiene que hacer algo y no lo hace o no lo puede hacer. Comienza a presentar un sentimiento de inferioridad, de culpa, con o sin connotación patológica. La culpa en logoterapia es un tema importante que puede ser un elemento patológico pero en muchos casos es motora. La culpa existencial es la que nos hace cambiar nuestra conducta; si sentimos culpa frente a nuestros actos, intentaremos cambiarlos.

2.1.3 Tratamiento:

“Nuestra tarea no es la de “curar” a la gente...Nuestra tarea es hacer de amigo, guía e intérprete de la persona, en su viaje a través de los infiernos y purgatorios privados... El terapeuta debe ser un amigo humilde, una figura que inspire confianza”.[4]

            Ahora bien, ¿qué pasa cuando este tipo de neurosis se interpreta en base a una terapéutica de una psicología cognitiva, o psicoanalítica? Evidentemente si la neurosis noógena acontece en el plano espiritual, no sería bien tratada en una terapéutica que no integra la dimensión espiritual del ser humano. Se cometería de esta forma una iatrogenia al no ser tomada la persona en toda su integridad. Sería un reduccionismo medir al ser humano únicamente con parámetros psicofísicos. La logoterapia es la terapia específica para tratar el verdaderamente diagnosticado “malestar espiritual”. Desde una postura antropológica se puede decir que esta persona tiene un malestar espiritual que se manifiesta en la falta de sentido o en la depresión noógena.  

a) Ensanchar el campo de visión: APELAR al ser espiritual

Cuando nos encontramos con una persona que no cree tener más futuro, lo que le falta no es el futuro, sino el contenido de sentido en el presente o su propia capacidad para encontrarlo. Para ayudarlo a “recuperar su futuro” debemos dirigirlo hacia su sentido concreto y personal.

En este sentido la misión del  logoterapeuta es ensanchar el campo de visión. En la jerga logoterapéutica, decimos “levantar la lámpara” para que el paciente pueda ver y ampliar su horizonte de sentido y así lograr que él mismo reconozca las posibilidades con sentido que no percibió antes.  Ilustremos esto con el siguiente relato:

“ Un escultor trabaja en un taller inmenso, rodeado de niños. Todos los niños del barrio son sus amigos. Un buen día la alcaldía le encargó un gran caballo para una plaza de la ciudad. Un camión trajo al taller el bloque gigante de granito. El escultor empezó a trabajarlo, subido a una escalera, a golpes de martillo y cincel. Los niños lo miraban hacer. Entonces los niños partieron, de vacaciones, rumbo a las montañas o al mar. Cuando regresaron, el escultor les mostró el caballo terminado. Y uno de los niños, con los ojos muy abiertos, le preguntó:

- Pero...¿Cómo sabías que adentro de aquella piedra había un caballo?”[5]

La estatua había existido siempre desde el inicio como “posibilidad de sentido”, no en el bloque de granito pero sí en la intuición del escultor. Sólo por haber intuido esta posibilidad emprendió la tarea de esculpirla. Podemos realizar una analogía con el tiempo de nuestra vida que queda aún por vivir y el bloque de granito sin esculpir. Solamente si percibimos la mejor figura (el sentido) que se puede esculpir, y nos concentramos en esta tarea, estaremos prevenidos ante una depresión noógena.

  Esta sería nuestra tarea entonces, acompañar al paciente en esculpir su propia figura, nunca decirle “haz un caballo”, sino ayudarlo a visualizar las distintas figuras que él puede realizar. El sentido no se receta, se debe des-cubrir, de-velar. Nuestra tarea consiste en acompañar al paciente que está en la búsqueda de sentido así como al que fatigosamente lucha por encontrarlo y no lo logra. El logoterapeuta apela (llama) al ser espiritual que late detrás de la depresión, apela, y luego espera.

Resumiendo, podríamos concluir con la siguiente fórmula: o uno se hace cargo de una tarea vital concreta o renuncia. El logoterapeuta tiene como cometido por un lado, impedir la resignación de su paciente; y por otro, tratar de hacerle descubrir tareas con sentido.

b) Cambio de actitud:

       En lo que se refiere a impedir la resignación, la logoterapia propone un cambio de actitud que mantenga viva la esperanza de vislumbrar una chispa de sentido. Cuando no se puede hacer nada más, todavía se puede hacer algo: se puede cambiar la actitud hacia el destino adverso.

            Viktor E Frankl escribe:

 “Como quiera que toda situación vital representa un reto para el hombre y le plantea un problema que solo él debe resolver, la cuestión del significado de la vida puede en realidad invertirse. En última instancia, el hombre no debería inquerir cuál es el sentido de la vida, sino comprender que es a él a quien se inquiere. En una palabra, a cada hombre se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; sólo siendo responsable puede contestar a la vida.”[6]

            Muchas veces encontramos personas que están viviendo en el sinsentido. Perdieron el sentido de su existencia y tienen que esperar el surgimiento de nuevas posibilidades de sentido. Pero ¿cómo lo acompañamos durante esa espera? Si él pierde la esperanza de encontrar un nuevo sentido, entonces ya no lo espera y se rinde.

            En relación a esto, veamos el siguiente experimento: Se trata de un experimento con ratas que hizo el profesor Rudolf Bilz.[7]  Se sabe que las ratas pueden nadar en el agua hasta 80 horas, pero si se arroja a una rata a un gran cubo de agua con paredes lisas que le impiden treparse, entonces la rata se ahoga después de 15 minutos aproximadamente. Podríamos interpretar de la rápida muerte de la rata, que al perder la esperanza de poder salvarse, renuncia enseguida a la lucha por salir. Esta interpretación se refuerza con otro experimento. Se arroja la rata al cubo de agua y después de 10 minutos se le alcanza una maderita por la cual escapa, luego se la arroja de nuevo al cubo y la rata nada durante las 80 horas de su resistencia hasta que se cansa y se ahoga. Puede concluirse que si ella ha experimentado una vez que hay una salvación posible en forma de maderita caída del cielo, la rata no se resigna hasta el fin y se mantiene con vida mientras puede.

            Por lo tanto, si el fenómeno “esperanza” marca tales diferencias entre los mamíferos, cuánto más puede producir en lo referente al potencial espiritual del hombre. Hay épocas en la vida del hombre que solo se pueden soportar con la esperanza de que en algún momento aparecerá un destello de sentido en el horizonte. Pero sin esperanza desaparece también la razón para resistir de alguna manera.

            En suma, hay un sentido que late en nuestro futuro esperando por nuestra realización, un sentido que nos llama y pide ser llevado a cabo en la realidad, pues nosotros viviremos una sola vez y nadie puede sustituirnos en esta tarea.

            Volvemos a recordar en este punto, que estas depresiones son difíciles de diagnosticar pero desde nuestro punto de vista es importante estar atentos para poder diagnosticarlas y tratarlas en su justa medida.

Como siempre el logoterapeuta como todo profesional de la salud, debe primero “descartar lo orgánico”, consultar con un médico para poder estar seguro de que su acompañamiento será adecuado. No nos olvidamos de la dimensión biológica y psicológica sino que las vemos desde la integración que suma la dimensión espiritual.

2.2 Depresiones endógenas: El sol detrás de las nubes de la depresión[8]

La depresión endógena es, desde su origen, una enfermedad física y no una enfermedad psíquica. Existen pruebas inequívocas para el origen físico de esta enfermedad:

1) La herencia de la enfermedad.

2) La irrupción rítmica de las fases de la enfermedad.

3) El brote "sin motivo" de las fases de la enfermedad.

4) La depresión matutina.

5) La respuesta positiva a los antidepresivos.

1) En las historias familiares de enfermos con depresión endógena, casi siempre se encuentran ancestros que tam­bién han sido depresivos. Puede ser que la enfermedad no haya tenido un diagnóstico médico; recordar, por ejemplo, que la tía abuela se pasaba los días inactiva y permanecía todo el día en la cama.

2)En las historias de vida de enfermos con depresión endógena se observan "brotes" en forma  de fases, que generalmente se alternan con períodos normales y, a veces, con estados de ánimo más desbordantes. Durante la "fase mala", frecuen­temente hay problemas profesionales y peleas familiares; durante la "fase buena", por el contrario, tanto la vida profesional como familiar transcurren sin sobresaltos. A pesar de estos sucesos alternantes, en la fase "mala", nunca se cree poder retornar a la fase "buena".

3) El brote de una fase depresiva puede ser estimulado por factores psíquicos estresantes. Porque las fases depresivas se aproximan en forma "agazapada", esto significa, que se hacen cons­cientes sólo a partir de un determinado grado de intensi­dad. Mientras que la situación va empeorando en forma "agazapada", la persona afectada no se encuentra tan bien como antes, su capacidad de rendimiento ya está frenada. Por lo tanto ocurren errores de cualquier índole o reacciona en forma extraña en el área de las relaciones interpersona­les, lo que produce un incidente no grato. Luego, va empeo­rando paulatinamente, la depresión se vuelve más cons­ciente. Por eso tiene la tendencia a asignar en forma retrospectiva la "culpa" a ese incidente, lo que hablando técnicamente no es otra cosa que una "racionalización".

4) Las fases de una depresión endógena se caracterizan por una "depresión matutina". Esto significa que los enfermos se encuentran especialmente a la mañana, luego del desper­tarse, como paralizados. Se angustian ante el día y se sienten incapaces de cumplir con las más pequeñas obligaciones.  Hacia la noche pueden aparecer remisiones espontáneas, lo que equivale a estar bastante bien. A pesar de esto, a la mañana siguiente el ánimo está nuevamente "totalmente abajo"

5) Al tratarse en la realidad en forma primaria de una "patolo­gía química", la terapia primordial y adecuada es la farma­cológica. Los antidepresivos que se indican en las depresio­nes endógenas sólo tienen éxito cuando la depresión es endógena; si alguien padece de una depresión reactiva como por ejemplo vivir el duelo por una persona amada o de una depresión noógena, como encontrarse en dudas de conciencia, o ante una crisis de orientación; en estos casos los antidepresivos están contraindicados y son totalmente ineficaces.

El conocimiento del origen físico de las depresiones endógenas alivia a los enfermos y a sus familiares de toda búsqueda innecesaria del origen y adjudicación de la culpa. Nadie tiene la culpa de una depresión endógena, ninguna infancia infeliz, ninguna educación carente de amor, ningu­na pelea con el cónyuge y ningún jefe severo.

Hemos aprendido de los análisis realizados a través de mucho tiempo que todas las psicosis, a las que pertenecen las depresiones endógenas, siempre se encuentran en un mínimo porcentaje en la población, ya sea en tiempos de guerra y de paz, en épocas de bienestar y de sufrimiento. No aumentan en épocas de sufrimiento, tales como situaciones de agotamiento psíquico y tampoco en tiempos de bienestar, como todas las neurosis. Las psicosis son independientes de factores ambientales. Por consiguiente no vale la pena buscar el "de dónde" y el "por qué", denuncias o reproches en contra de alguien, son en este contexto totalmente injustificadas. A esto se refiere también aquel chiste conocido entre los psiquiatras, según el cual los pacientes con depresión endógena consultan durante su fase "mala" a un médico ­tras otro, hasta que finalmente la fase termina por sí sola. El último médico, al que casualmente consultaron al final de su fase depresiva, es entonces para ellos el mejor, el médico "milagroso" que los ha curado.

Como nadie tiene la culpa de la enfermedad endógena, los enfermos y sus familiares deben considerar a la enfermedad como un destino que hay que superar, que sobrellevan juntos, y en el que deberían ayudarse y consolarse mutuamente. Esta actitud une en lugar de separar, y también puede contribuir para la atenuación de los autorreproches de los pacientes. El depresivo se siente condicionado por la enfermedad, ya de por sí en inferioridad de condiciones, como un total fracasado y que está de más en el mundo. Si además, de parte de la familia se le reprocha que es demasiado pasivo y que debe poner más esfuerzo, esto es "agua para el molino de sus dudas acerca de sí mismo". Por consiguiente, la familia debe aprender que el integrante enfermo no puede esforzarse, ni puede ver la vida como hermosa, mientras dura la depresión.

El familiar  enfermo, a su vez, debe aprender que para sus parientes es imposible ubicarse en su lugar y que sólo puede esperar de ellos una muy limitada comprensión. Más allá de esto, el paciente podría lograr sobrellevar su depresión valientemente por amor a sus familiares, ya que éstos deben cargar junto con él parte del problema.

Ocupémonos ahora del interrogante de cómo podría lograrse "sobrellevar valientemente" y qué es lo que podría brindar ayuda. Para esto deseo formular tres reglas básicas que he aprendido de mi maestro Viktor E. Frankl:

1. ¡Evitar depresiones agregadas, secundarias!

2. ¡Distanciarse en lugar de identificarse!

3. Saber que el sol existe...

1.         No es posible evitar incidentes de desenlace o algún suceso durante fases depresivas "aga­zapadas", pero sí es posible en cambio evitar las depresio­nes agregadas secundarias a las reacciones negativas del paciente a su enfermedad, reacciones que potencializan la misma. Por ejemplo, su “desesperación por su estado de ánimo desesperado”, su “llorar por su propio llanto”, o su “tristeza por su propia tristeza”.

Las depresiones agregadas secundarias son, ­depresiones condicionadas psíquicamente, que se "injertan" a depresión endógena primaria, condicionada físicamente, y duplican su peso.

Sólo en base a estas depresiones agregadas, en algunos pacien­tes se tiene la impresión de que nunca salen de la depresión, como si quedaran atrapados en ella. Pero las fases de depresión endógena son pasajeras con toda seguridad, excepto en edad muy avanzada. Nadie permanece atrapado en ellas. Por consiguiente, todo el que ha enfermado de una depresión endógena, puede partir con confianza ­del hecho de que en su vida obtendrá muchos largos y buenos períodos en los cuales su estado de ánimo será estable y abierto para recibir alegrías, en los que dispondrá de su total capacidad de acción, siempre que no se deje caer en una innecesaria depresión agregada, que le arruinará aquellos buenos períodos. Lo único que le ayudará es lo siguiente: aceptar el sufrimiento que debe ser aceptado.

 La llave que cierra la puerta a las depresiones agregadas, es la disposición de vivir plenamente todo instante hermoso de la vida, no renegando por culpa de los momentos de sufrimiento.

2.         Todo lo que el ser humano "tiene" puede enfermar: cuerpo y alma. El intelecto y el sentimiento pueden ser perturbados por la enfermedad. A pesar de esto, nunca puede enfermar lo que la persona "es": la persona espiritual. Por definición algo espiritual se encuentra más allá de salud y enfermedad, y por lo tanto más allá de la vida y de la muerte. Por supuesto, la persona espiritual que un ser "es" necesita de un medio de expresión, que el ser humano "tiene" en forma de su organismo psicofísico, similar a como la música necesita del violín para ser escuchada. Cuando el violín tenga un desperfecto ("está enfermo") nadie dirá que la música tiene un desperfecto ("está enferma"); y cuando el violín se haya roto ("muerto"), de manera que nunca más pueda tener sonido, nadie dirá que la música se ha roto ("muerto").

La pregunta ¿ dónde se encuentra la música en el violín? es tan inadecuada como la pregunta ¿ dónde está el espíritu en el cuerpo humano?; y la idea de que la música se separe del violín al romperse este, es tan absurda como la idea de que el espíritu se separe del organismo que se está muriendo. Pero, como se ha dicho, sería absurda la idea de que la música desapareciera junto con el violín.

La analogía nos puede esclarecer que la depresión endógena no es una "enfermedad espiritual", no es una enfermedad de la "música", sino la enfermedad del "violín", que por un determi­nado tiempo está privado de sus sonidos agudos y luminosos, y sólo puede ejecutar tonos graves. La música por lo tanto suena más oscura, sin encontrarse ella misma "dañada" de alguna forma. Algo similar le está sucediendo a la persona espiritual del enfermo, a la persona que está detrás y por encima de su enfermedad y se encuentra limitada por ella para expresarse de acuerdo con su ser. La persona está limitada, pero algo todavía puede hacer: distanciarse de su depresión o identificarse con ella. Es una última elección que es ofrecida al espíritu humano. Una persona que se identifica con su depre­sión se entrega a ella. Interpreta todo lo vivenciado por la enfer­medad como realidad. Se siente defectuosa y culpable, desprecia­ble e indigna de vivir. Una persona que se distancia de su enfermedad, también la padece, pero rescata su núcleo de persona íntegro. Se siente defectuosa, y culpable, despreciable e indigna, igual que la otra, pero sabe que esto es el cuadro engañoso de la enfermedad y nada real que deba inquietarlo en su ser humano.

La depresión hace al enfermo ciego para los valores. El violín que sólo dispone de sonidos oscuros hace creer que los sonidos claros ya no existen... El que se identifica con su enfermedad cree que ya no existen valores y ningún Dios.

En cambio, el que se distancia de su enfermedad, tampoco escucha sonidos claros, pero a pesar de esto, por su "no escuchar" y su “no-ver-valores” y por su imaginaria "irreligiosidad", nunca desesperará totalmente, porque él lo identifica como síntoma su enfermedad, porque él no es su enfermedad, sino mucho más. El ser humano es realmente infinitamente más que su enfermedad.

3.         La ayuda para sobrellevar valientemente las fases de depre­siones endógenas apunta a que el enfermo deje de pronun­ciar sentencias de valores, que sólo pueden estar equivoca­das. Desde la distancia interior ante la depresión se redunda a ello. La renuncia revela una nueva posibilidad, casi podría llamársela: “dejarse cobijar ciegamente”. Encon­trarse resguardado sin ver lo que lo protege. El poder esperar bajo espesas nubes de lluvia, y simultáneamente saber que encima de ellas, totalmente invisible, resplandece el sol, utilizando una famosa metáfora de Viktor E. Frankl. Nada hace pensar en el sol por encima de las nubes, ni el más pequeño rayo de luz, ningún destello que por lo menos se refleje en un charco, quizá ni siquiera el recuerdo de un astro luminoso. Pero el sol está allí -por encima de las nubes- de la misma manera que el amplio horizonte de sentido que está presente por encima de toda afección del enfermo, y brilla a través de su vida.

No es visible ni perceptible, no es palpable en el profundo dolor, pero tenerlo presente por medio de sus "antenas espirituales", es un arte. Probablemente sea el logro máxi­mo que un hombre pueda realizar. Un logro de más valor que cualquier logro profesional o familiar que le es vedado temporariamente al depresivo. Este logro es su triunfo per­sonal, su reconciliación con el destino.

Con respecto a esto Viktor E. Frankl escribe:

"De este modo, lo capacitaremos al paciente- para que deje pasar su depresión endógena como una nube que, si bien puede oscurecer el sol, no por eso ha de hacerle olvidar que el sol continúa existiendo: así también el paciente endógeno-depresivo tendrá que aferrarse a que su enfermedad afectiva es capaz ciertamente de oscurecer el sentido y los valores de la existencia, de modo que no encuentre nada en el mundo ni en sí mismo que pueda hacer su vida aún digna de vivirse, pero también a que esta ceguera para los valores pasará y también llegará él mismo a experimentar en sí un destello de lo que Richard Dehmel expresó alguna vez con aquellas hermosas palabras: 'Mira, con el dolor del tiempo,juega la felicidad eterna"'[9]

 

BIBLIOGRAFIA

¨       Frankl, V. El hombre en busca de sentido. Barcelona, Ed. Herder, 1994

¨       Frankl, V. Teoría y Terapia de las neurosis, Barcelona, Ed. Herder, 1992.

¨       Frankl, V. Psicoanálisis y existencialismo. FCE, México, 1997.

¨       Lukas, E. Una vida fascinante. Bs As, San Pablo, 1994.

¨       Lukas, E. Psicoterapia en dignidad. Bs. As, San Pablo, 1994.

¨       Yalom, I. Psicoterapia Existencial Ed Herder, Barcelona, 1984.

¨       Guttman,D. Logoterapia para profesionales Ed DDB,

¨       Almada,R. Apuntes de logoterapia

 

Alejandro De Barbieri Sabatino

Psicólogo Clínico – Logoterapeuta

Egresado de la Unversidad Católica en el año 1994

Miembro fundador y docente de la Sociedad de Logoterapia del Uruguay “Viktor E Frankl”

Ha sido formado en Logoterapia en la Fundación Argentina de Logoterapia

Ha conocido personalmente al Prof. Viktor E. Frankl en 1996 en Viena, Austria.

Ha dictado conferencias sobre Logoterapia en universidades de Argentina y Paraguay.

Prof. Ayudante de la cátedra Análisis Existencial en la Universidad Católica.

Psicólogo del Colegio San Fco. de Sales (Maturana).


[1] Carta de los Agentes de la Salud. Ed Paulinas, Bs As, 1995 pág. 103

[2] Jung, Carl. “Collected Works: The Practice of Psicychotherapy”

[3] Frankl, Viktor. El hombre en busca de sentido Ed herder, Barcelona, 1995

[4] May, Rollo.La necesidad del Mito.Ed.Paidos.

[5] Galeano, Eduardo. Días y noches de amor y de guerra.Ed. El Chanchito, Mdeo, 1988. Pág 206.

[6] Frankl, Viktor. El hombre en busca de sentido. Ed herder, Barcelona, 1995, pág.108.

[7] Relatado por Elisabeth Lukas en su libro Mentalidad y Salud en Logoterapia .

[8]Basado en el artículo de Elisabeth Lukas en Una vida fascinante. Ed San Pablo, Bs As, 1994. pag 125-

[9]Viktor E. Frankl Teoría y terapia de las neurosis, Barcelona, Ed. Herder, 1992, p. 106

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