NOCIONES Y DEFINICIONES BÁSICAS DE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO

archivo del portal de recursos para estudiantes
robertexto.com

enlace de origen
Lingüista por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (1963).
Maestro en antropología por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, con estudios de doctorado en la UNAM (1967-69).
Doctor en lingüística por la Sorbona (1973). 

IMPRIMIR 

Capítulo del libro "La perspectiva democrática de género". Versión completa aquí

 

Preliminar

Este capítulo ofrece a quienes participan en proyectos de investigación o en la elaboración, la ejecución y la evaluación de acciones públicas y civiles, una síntesis de definiciones esenciales.

No se trata de un glosario consultable aisladamente por orden alfabético, sino de una presentación sistemática de los conceptos fundamentales de la Teoría y la Perspectiva de Género, que aparecen concatenados de manera que su comprensión se facilita y se esclarece al relacionarlos entre ellos.

Es, pues, una herramienta formativa e interpretativa para la aplicación de las nociones imprescindibles para la reflexión teórica y en el trabajo práctico en el campo del género.

Este instrumento consta de ocho partes en las que se agrupan los conceptos y las categorías primordiales de la Teoría de Género. Son ocho apartados en su propia sucesión, que los integra en torno a los ejes temáticos centrales.

Los conceptos de cada apartado siguen también sus propias secuencias, de manera que la consulta independiente de un término permite ubicarlo sin dificultad en su propio contexto inmediato.

En la tabla de contenidos, que se presenta adelante, es posible ubicar la categoría o el concepto que se necesite consultar, y dirigirse al apartado correspondiente sin tener que hacer una revisión completa del capítulo.

En el desarrollo de los apartados aparecen términos registrados en cursivas. Hay dos razones para ello: conceptos y categorías de análisis que se definen en ese espacio, y se trata de términos cuya importancia debe resaltarse dentro de la Teoría de Género. Como es fácil advertirlo, muchos de ellos están definidos también, o de manera complementaria o más amplia, en otros capítulos de esta Guía.

La concatenación temática de esta síntesis está destinada a dar cuenta de:

Cómo, por qué y para qué surgen y se constituyen la Teoría y la Perspectiva de Género, y cómo interpretan la sexualidad, la cultura, la historia y la sociedad.

Cuáles son los cambios sociales que se pretende lograr con la Perspectiva de Género.

Cómo se aplica y se construye la Perspectiva de Género en la realidad cotidiana para:

comprenderla mejor

imaginar cómo pueden ser las relaciones entre hombres y mujeres, entre los hombres y entre las mujeres, y de todos con la naturaleza

planear la construcción de la igualdad, la equidad y la justicia de género en las diversas instancias y espacios de la vida pública y privada.

El siguiente es el contenido de este capítulo:

 

I  Origen, Constitución, Objetivo y Planteamiento Esencial de la Teoría de Género

Perspectiva de Género

Perspectiva de Género y teoría feminista

Perspectiva de Género y materialismo histórico

Perspectiva de Género y teoría psicoanalítica

La interdisciplinariedad en la Perspectiva de Género

Principio epistemológico de la Perspectiva de Género

Perspectiva de Género en la investigación

Perspectiva de Género y sexualidad humana

II  Sexualidad, Cultura y Sociedad. En el desiderátum está todo

No está en los genes

Sexualidad

Sexualidad y género

Socialización de la sexualidad

Desiderátum: masculinidad y feminidad

Condición política patriarcal de las mujeres

Condición política patriarcal de los hombres

Deseo genérico

III  Organización Genérica de la Sociedad o del Sexismo Patriarcal

Organización social

Sexo

Género

Patriarcado

Poder patriarcal

Sexismo

Sexismo, dominio y opresión genérica

IV  División Genérica de la Sociedad El mundo en dos

División sexual del trabajo/división genérica de la sociedad

Maternidad y Perspectiva de Género

V  Semejanzas, Diferencias y Desigualdades en las personas

Contenido genérico

Género y poder

Asimetría genérica

Asignación de género

Condición genérica

Situación genérica

Desigualdad intragenérica

Pertenencia genérica

Identidad genérica

Especialización genérica

Diversidad

VI  Humanidad Escindida

Hombres y mujeres patriarcales

Igualdad imposibilitada

Inequidad totalitaria

Escisión genérica de sociedad 

VII  El Desarrollo Humano. El nuevo paradigma histórico

El desarrollo humano

IDH y Perspectiva de Género

Desarrollo sustentable y Perspectiva de Género

VIII  Democracia Genérica Construcción de la humanidad igualitaria

Perspectiva de Género y deconstrucción social

La democracia genérica

Empoderamiento

Acción afirmativa

Derechos Humanos

Derechos Humanos Específicos de las Mujeres

Democracia genérica y humanidad

 

I  Origen, Constitución, Objetivo y Planteamiento Esencial de la Teoría de Género

 

Perspectiva de Género

La Perspectiva de Género surge en la segunda mitad del siglo XX en el ámbito de las ciencias sociales, particularmente de la Teoría de Género. Responde a la necesidad de abordar de manera integral, histórica y dialéctica, la sexualidad humana y sus implicaciones económicas, políticas, psicológicas y culturales en la vida social de los géneros y de los particulares, es decir, en la organización patriarcal de la sociedad.

La Teoría de Género no enfoca a mujeres y hombres como seres dados, eternos e inmutables, sino como sujetos históricos, construidos socialmente, producto de la organización de género dominante en la sociedad. Esta teoría ubica a las mujeres y a los hombres en su circunstancia histórica; por ello puede dar cuenta de las relaciones de producción y de reproducción social como espacios de construcción de género.

En los espacios académicos, en los movimientos y en las organizaciones feministas, en las organizaciones ciudadanas y también en los organismos públicos e internacionales, se desarrolla una visión explicativa y alternativa de lo que acontece en el orden de géneros. A esta visión analítica, encaminada en su conjunto hacia la acción institucional y civil, se le conoce, precisamente, como Perspectiva o enfoque de Género.

Desde la Perspectiva de Género el análisis desmenuza las características y los mecanismos del orden patriarcal, y de manera explícita critica sus aspectos nocivos, destructivos, opresivos y enajenantes debidos a la organización social estructurada en la inequidad, la injusticia, y la jerarquización basadas en la diferencia sexual transformada en desigualdad.

Al advertir que en las relaciones sociales, estructuradas por la sexualidad, más allá de las diferencias entre las personas existen desigualdades, la Perspectiva de Género se construye como una crítica de la sexualidad, de la cultura y de la organización política de la sociedad. Es una propuesta de transformación democrática en la base de las relaciones sociales que son los géneros.

Pensar desde de la Perspectiva de Género es rebasar la ancestral concepción del mundo fundamentada en la idea de la naturaleza y la biología como argumento absoluto para explicar la vida de los seres humanos, su desarrollo, sus relaciones y hasta su muerte.

Comprender el género permite visualizar a la humanidad y a cada quien en su dimensión biológica, psicológica, histórica, social y cultural, y hallar explicación y líneas de acción para la solución de desigualdades e inequidades que enmarcan y determinan al presente. La Perspectiva de Género permite entender que la vida y sus condiciones y situaciones son transformables hacia el bienvivir si se construyen la igualdad, la equidad y la justicia.

 

Perspectiva de Género y teoría feminista

La Perspectiva de Género, concebida como un enfoque teórico y metodológico para la ciencia y como una herramienta filosófica y política para la vida cotidiana, ha sido desarrollada básicamente por el feminismo.

Como visión filosófica y ética destinada a transformar las relaciones desiguales y opresivas entre los géneros y al interior de ellos, el feminismo originó la formulación y el desarrollo de la Perspectiva de Género, parte sustantiva de la respuesta histórica a la opresión.

La Perspectiva de Género se construye al interior de las teorías feministas porque éstas se han desarrollado desde la opresión genérica de las mujeres. Con el feminismo, la Perspectiva de Género se erige como la primera filosofía no sexista de la sexualidad.

De ahí que se esté modificando el paradigma central de las ciencias y de la política. El hombre deja de ser tal paradigma, y ya se visualiza también a la mujer. Así se está creando en términos reales a la humanidad con sus humanas y sus humanos en coexistencia dialéctica. Así, la diferencia y la diversidad, justificaciones de las desigualdades, están siendo resignificadas en términos de la igualdad construíble de maneras concretas. Este es el objetivo prioritario de la Perspectiva de Género.

Al demostrar que la condición de opresión de las mujeres es histórica y globalizadora de la vida social, el feminismo y la Perspectiva de Género plantean la necesaria y urgente transformación de los paradigmas filosóficos, científicos y políticos.

 

Perspectiva de Género y materialismo histórico

Para develar los procesos y las estructuras intrínsecas y más sólidas de la opresión, la Perspectiva de Género se apoya en el materialismo histórico y dialéctico. De esta teoría retoma conceptos y categorías como poder, opresión, explotación, trabajo y condición social, para abordar e interpretar la dinámica histórica de la realidad social.

En sus análisis socioculturales desde la óptica de la sexualidad humana, la Perspectiva de Género centra su atención en las relaciones de poder entre hombres y mujeres para explicar el origen y el desarrollo histórico del sexismo, la desigualdad y la opresión.

El materialismo histórico contribuye con la Perspectiva de Género al dar cuenta del devenir del sistema patriarcal en los diferentes modos de producción y, en particular, al explicar la dinámica, el carácter y el desarrollo del capitalismo a partir del análisis de los antagonismos más profundos y sustantivos entre las clases sociales.

Apoyada en el materialismo histórico, la Perspectiva de Género afina y especializa una metodología para abordar analíticamente la realidad desde la particularidad de la sexualidad, y formula una filosofía y una praxis transformadoras y libertarias, opuestas a la desigualdad, la explotación y la opresión que han caracterizado, reproducido y afianzado al sistema patriarcal. Esta Perspectiva es la de la igualdad, la equidad y la justicia en las relaciones sociales.

 

Perspectiva de Género y Teoría psicoanalítica

El marco teórico psicoanalítico descifra el conjunto de relaciones sociales en que se desenvuelven las personas, y sus implicaciones psíquicas. Para analizar las estructuras de poder y afecto en que se dan estas relaciones, las contextualiza en el marco que conforman los mitos, los ritos y las reglas socioculturales que las norman.

Los procesos de la sexualidad humana y de la opresión que aborda la Perspectiva de Género tienen como una de sus expresiones históricas más importantes la constitución y el desenvolvimiento psíquico de los géneros y de los sujetos en los procesos de construcción de sus identidades.

El psicoanálisis aporta a la Perspectiva de Género el conocimiento de los procesos de introyección de la cultura, particularmente de los contenidos de género y de las formas individuales de asumirlos, ya que determinan el desarrollo de la identidad genérica.

El psicoanálisis se aparta del concepto de instinto como motor de los procesos vitales, y lo sustituye por el de deseo como factor determinante del desarrollo de la cultura y de la vida social, de la sexualidad. Esta es una de sus aportaciones más importantes, y en la Perspectiva de Género es una línea metodológica imprescindible.

La Perspectiva de Género, apoyada en la teoría psicoanalítica, observa, interpreta y explica el funcionamiento y la estructura de la mente en el desarrollo de la subjetividad y de las relaciones afectivas de los sujetos y de los géneros, en la familia y en la sociedad.

 

La interdisciplinariedad en la Perspectiva de Género

La Perspectiva de Género se construye con una visión interdisciplinaria amplia y abierta que conjuga diferentes saberes científicos, paradigmas y procesos de construcción del conocimiento. Así, aborda la realidad y sus transformaciones históricas para dar cuenta de los múltiples procesos biológicos, psicológicos, sociales y culturales que, articulados en unidad histórica dialéctica, integran la sexualidad humana.

 

Principio epistemológico de la Perspectiva de Género

La base epistemológica de la Perspectiva de Género está en la modernidad científica porque contempla a las personas como sujetos sociales, históricos y genéricos involucrados de manera protagónica en los procesos de construcción del conocimiento, de desarrollo de la cultura y de continuación de la vida social: no como objetos de investigación externos, estáticos y medibles desde la ajena observación de otros.

En estas condiciones, la distancia epistemológica imprescindible para la construcción de nuevos conocimientos, desde la Perspectiva de Género se convierte en punto de partida o de apoyo y consolidación para el acercamiento ético a las propuestas políticas de transformación de la realidad.

 

Perspectiva de Género en la investigación

Para alcanzar objetividad rigurosa en la investigación social, es fundamental tomar en cuenta las condiciones y las situaciones vitales de los sujetos: género, edad, clase, etnia, preferencia erótica, filiación política, creencia religiosa, escolaridad, ocupación, etcétera. En las situaciones de vida se expresa la diversidad humana; ellas son la diversidad humana en lo concreto, y sin ellas resulta imposible comprender la dinámica de cualquier proceso social.

Las situaciones genéricas de los sujetos sociales, además de explicar en cada momento la historia de las personas y su muy particular forma de pertenecer a los grupos y de actuar en éstos o de separarse de ellos, son producto de la dinámica social. Al mismo tiempo, la generan e inciden en ella, la reproducen y la preservan o la modifican. Las situaciones genéricas se constituyen en los factores determinantes de cualquier aspecto de la realidad social que se desee investigar.

La Perspectiva de Género permite abordar de manera integral, histórica y dialéctica, la sexualidad humana patriarcal. Es decir, da acceso al análisis y la interpretación de las condiciones y la situaciones vitales, concretas y subjetivas. Estas, que en su mayoría son involuntarias e inconscientes, hacen la vida de los sujetos y de los géneros. Conocerlas permite comprender la inclusión y las formas de participación pasiva o activa de los sujetos en el desarrollo de los procesos sociales y, en su caso, explicar su marginación o exclusión de los mismos.

 

Perspectiva de Género y sexualidad humana

En la Perspectiva de Género se conceptualiza a la sexualidad humana como la expresión biológica, psicológica, política y erótica de los sujetos. Estos se visualizan en tanto seres sexuados integrados en una sociedad y en una cultura determinadas históricamente, que los incluye de manera excluyente en uno u otro género. El contenido de los géneros es la síntesis de la concepción patriarcal y sexista del mundo.

La Perspectiva de Género presenta dos diferencias sustantivas con otros enfoques que centran su comprensión de la sexualidad en el sexo biológico. La primera consiste en que esos enfoques dejan toda explicación de los procesos de la sexualidad a la naturaleza. La segunda, la primordial, radica en que para la Perspectiva de Género, más allá de los sexos están los géneros, resultado de la dialéctica entre lo biológico, los psíquico, lo social y lo cultural.

El término género es precisamente el eje en torno al cual se desarrolla esta Perspectiva, porque permite explicar la diversidad humana, sus relaciones y sus contradicciones desde un enfoque científico, filosófico, ético y político.

La Perspectiva de Género permite comprender, interpretar y transformar la sexualidad patriarcal, sexista y opresiva, y en ese proceso de transformación construir la democracia genérica.

La Perspectiva de Género surge en la segunda mitad del siglo XX en el ámbito de las ciencias sociales, particularmente de la Teoría de Género. Responde a la necesidad de abordar de manera integral, histórica y dialéctica, la sexualidad humana y sus implicaciones económicas, políticas, psicológicas y culturales en la vida social de los géneros y de los particulares, es decir, en la organización patriarcal de la sociedad.

La Teoría de Género no enfoca a mujeres y hombres como seres dados, eternos e inmutables, sino como sujetos históricos, construidos socialmente, producto de la organización de género dominante en la sociedad. Esta teoría ubica a las mujeres y a los hombres en su circunstancia histórica; por ello puede dar cuenta de las relaciones de producción y de reproducción social como espacios de construcción de género.

En los espacios académicos, en los movimientos y en las organizaciones feministas, en las organizaciones ciudadanas y también en los organismos públicos e internacionales, se desarrolla una visión explicativa y alternativa de lo que acontece en el orden de géneros. A esta visión analítica, encaminada en su conjunto hacia la acción institucional y civil, se le conoce, precisamente, como Perspectiva o enfoque de Género.

Desde la Perspectiva de Género el análisis desmenuza las características y los mecanismos del orden patriarcal, y de manera explícita critica sus aspectos nocivos, destructivos, opresivos y enajenantes debidos a la organización social estructurada en la inequidad, la injusticia, y la jerarquización basadas en la diferencia sexual transformada en desigualdad.

Al advertir que en las relaciones sociales, estructuradas por la sexualidad, más allá de las diferencias entre las personas existen desigualdades, la Perspectiva de Género se construye como una crítica de la sexualidad, de la cultura y de la organización política de la sociedad. Es una propuesta de transformación democrática en la base de las relaciones sociales que son los géneros.

Pensar desde de la Perspectiva de Género es rebasar la ancestral concepción del mundo fundamentada en la idea de la naturaleza y la biología como argumento absoluto para explicar la vida de los seres humanos, su desarrollo, sus relaciones y hasta su muerte.

Comprender el género permite visualizar a la humanidad y a cada quien en su dimensión biológica, psicológica, histórica, social y cultural, y hallar explicación y líneas de acción para la solución de desigualdades e inequidades que enmarcan y determinan al presente. La Perspectiva de Género permite entender que la vida y sus condiciones y situaciones son transformables hacia el bienvivir si se construyen la igualdad, la equidad y la justicia.

 

II  Sexualidad, cultura y sociedad. En el desiderátum está todo

 

No está en los genes

Ser hombre o ser mujer, quedar asignados o asignadas a un género o al otro, no son fenómenos naturales. Resultan del proceso psicológico, social y cultural en que se asume en medida suficiente el desiderátum de lo que en cada época la sociedad define como contenido de cada género. Cada mujer y cada hombre es una producción social, cultural e histórica, no una creación orgánica. Ser hombre o ser mujer no está en los genes.

Como si fueran características sexuales, previas y naturales, se asignan a los hombres y a las mujeres conjuntos de obligaciones, prohibiciones y atributos eróticos, económicos, sociales, culturales, psicológicos, identitarios y políticos. Así, con base en ideologías naturalistas o religiosas, se interpreta la relación sexo-género como causal de los contenidos de vida y se concluye que el género está predeterminado, es hereditario, inmodificable e irrenunciable.

 

Sexualidad es cultura

La sexualidad humana es el eje central del desarrollo de las identidades de los particulares y de los géneros, y del contenido y las formas de las relaciones que géneros y particulares establecen entre sí. El conjunto de condiciones y situaciones genéricas y vitales, en su mayoría involuntarias e inconscientes, que hacen la vida de los géneros y de los particulares, constituyen la sexualidad humana.

La sexualidad, en su dimensión cultural, es la expresión concreta y subjetiva de la vida humana que se convierte en elemento estructurador y contenedor del desenvolvimiento social e individual.

La cultura es resultado de la acción de los seres humanos entre ellos mismos, sobre la naturaleza y sobre la sociedad. En esa interacción se construyen la sociedad y la cultura. En este sentido, ésta es el contenido de la construcción histórica de los seres humanos.

La cultura se estructura en torno al trabajo, a las relaciones sociales diversas entre los seres humanos, a las capacidades intelectuales y afectivas, y también en torno a la sexualidad a la vez que se constituye por ella.

 

Sexualidad y género

Como parte sustantiva de la cultura, cada sociedad concibe, norma, legitima y legaliza la sexualidad de las personas que la constituyen, y crea así concepciones y prácticas hegemónicas de vida.

Cada cultura define de manera diferenciada los contenidos, las formas y los procesos de lo masculino y de lo femenino; aprecia, reconoce e impone a los géneros valores positivos y negativos como medida esencial para asegurar su cumplimiento cotidiano.

Así, a través de la historia se crean, reproducen y controlan los géneros, es decir, los hombres y las mujeres, todos y cada uno, todas y cada una. Y sobre todo, las relaciones que entre ellas y ellos se entretejen.

 

Socialización de la sexualidad

Simone de Beauvoir dijo: no se nace mujer, una llega a serlo. Desde luego, tampoco se nace hombre, también llega uno a serlo.

A través de procesos de socialización, cada sujeto introyecta el contenido del género que se le asignó al nacer; aprende a ser hombre o mujer, y desarrolla su identidad genérica conforme al desiderátum de la sociedad y la cultura a las que pertenece.

En el proceso de hacer hombres y mujeres participan la familia, la comunidad y las instituciones: la escuela, el campo deportivo, el centro de trabajo, la cantina, el púlpito y todos los organismos sociales apoyados en los medios de comunicación masiva. Siempre con la profunda convicción de que hombres y mujeres somos como somos por naturaleza; siempre comprometidos con la idea de que es su responsabilidad cuidar que así pase, que nada cambie.

 

El desiderátum

A partir del desiderátum o mandato cultural de cada sociedad en torno a la sexualidad, se forman y se estructuran las personas, los géneros y sus relaciones. Desde la Perspectiva de Género es posible analizar las relaciones entre mujeres y hombres, entre hombres y entre mujeres y mujeres.

Con base en el desiderátum se construyen los contenidos del deber ser hombre y del deber ser mujer, del desear ser hombre y del desear ser mujer, del poder ser hombre y del poder ser mujer. Sobre la misma base se definen las formas y estructuras a que deben ceñirse las relaciones entre ellas y ellos. El desiderátum constituye el deseo social de que los individuos sean de una manera y no de otra; al tiempo que el desiderátum es culturalmente impuesto a los sujetos, cada sociedad logra que lo hagan suyo, como impulso y deseo, las personas, los sujetos genéricos y las instituciones inventadas en el desiderátum mismo.

En el desiderátum está implícita (y en buena medida también explícita) la distribución inequitativa del poder y del conocimiento; asimismo, define la asignación de recursos y papeles genéricos, las y posibilidades de aprendizaje y desarrollo de habilidades y destrezas físicas e intelectuales; implica la delimitación de las expresiones afectivas y emocionales de las personas. El desiderátum es síntesis de los ejes estructuradores de las relaciones y controlador psico-socio-cultural de las personas.

La adjudicación de las posibilidades vitales de los géneros y de los sujetos establece los espacios para la concreción de la desigualdad genérica, económica, social, política, y cultural de las personas.

El desiderátum induce a los hombres hacia la sabiduría, la fortaleza, la autonomía económica, la creatividad, el desarrollo personal, la autoafirmación y las demás formas que les permiten construirse y vivir como seres-para-sí-mismos. En cambio, a las mujeres las encierra en la sumisión, la ignorancia, la debilidad, la pobreza, la dependencia, la rutina, la negación de sí mismas, los cautiverios en que se las forma y se las compele a actuar y vivir como seres-para-otros.

Las sociedades crean mecanismos y formas de consenso que permiten a las personas asumir y aceptar como válidos los contenidos de ser mujer y de ser hombre, y establecen también formas de coerción social, instituciones y mecanismos para vigilar el cumplimiento del desiderátum.

Entre las escasas cosas que son indiscutibles para las personas, están el significado de ser hombre o de ser mujer, los contenidos de las relaciones entre hombres y mujeres, y los deberes y prohibiciones para las mujeres por ser mujeres y para los hombres por ser hombres. Cada quien a lo largo de su vida ha debido saber todo esto muy bien, no dudar y ser leal al orden, asumirlo, recrearlo y defenderlo.

Los sujetos de género no están obligados a cumplir con la totalidad de las exigencias sociales impuestas a los géneros; cada cultura define los mínimos aceptables para el reconocimiento suficiente de los sujetos del deber ser como mujeres o como hombres. Es en esos intersticios de tolerancia en donde se producen los cambios históricos del desiderátum de cada cultura, y donde se crean los espacios para inventar y poner en acción alternativas inéditas.

 

Desiderátum: masculinidad y feminidad

En el desiderátum está consagrado que de los hombres son: la creatividad, la sabiduría y la posesión natural de los poderes del dominio, la racionalidad y la violencia; los hombres son presentados como los únicos capaces y responsables de la conducción de los demás, en particular de las mujeres, y de las decisiones sobre las vidas propias y ajenas.

De las mujeres son: la abnegación, la sumisión, la dependencia, la imposibilidad de autonomía y el cuidado de los demás. Al contrario de lo que sucede con la subjetividad de los hombres, en el centro de la vida de cada mujer no se encuentra su yo: ahí están asentados los otros. A las mujeres el género las pierde de sí mismas y se convierte en un encierro enajenado.

 

La condición política patriarcal de las mujeres

La explotación económica de las mujeres es base de su explotación erótica, reproductiva, afectiva, intelectual y cultural.

En consecuencia, es fuente de poderío para los hombres y para todas las personas (aún mujeres) e instituciones que se benefician y obtienen ganancias de la extracción del trabajo, el valor, los servicios y los bienes de las mujeres.

La sociedad en su conjunto se beneficia también de la condición subordinada de las mujeres, porque a través de su trabajo y otras actividades, ellas contribuyen al incremento y al desarrollo de aspectos y áreas básicas de la economía, la sociedad, la cultura y el sistema político.

Las mujeres producen riqueza económica y social, preservan el medio, el territorio, la casa y el hogar, la familia, la pareja y las redes de parentesco, las comunitarias, las contractuales y las políticas. A través de su cuerpo y de su subjetividad, las mujeres gestan y dan vida a otras personas a lo largo de sus vidas. Y, con sus cuidados vitales, contribuyen a mantener la existencia cotidiana de quienes han sido puestos a su cargo.

Por medio de una pedagogía íntima, las mujeres transmiten la cultura doméstica, familiar y comunitaria (desde la lengua, el idioma y las concepciones del mundo, hasta las identidades de los sujetos), estructuran y mantienen activas las relaciones privadas (mediante la ritualidad, la mitología, las ideologías y creencias que les son necesarias para su reproducción), y están encargadas de vigilar, aún a costa suya, la obediencia y el cumplimiento de las normas cotidianas.

Pese a todo eso, no se reconoce que las actividades que realizan las mujeres sean históricas o trascendentes: se las considera expresión inconsciente de instintos, resultado natural y obligatorio del amor, la entrega, la iluminación, y cumplimiento de deberes naturales, de las labores propias de su sexo, del llenado forzoso de su tiempo libre, de su ocio.

Sin embargo, hoy se sabe que buena parte del trabajo femenino en todo el mundo se oculta e invisibiliza, que es un objeto valioso negado en las relaciones económicas entre los géneros pero cuya realización puntual está asegurada gracias al mito fundante de una supuesta división original o sexual del trabajo, que es en realidad la división opresiva de la vida toda y que estructura la organización genérica de las sociedades..

 

La condición política patriarcal de los hombres

Los hombres, como género, son responsables de la producción de los bienes y de la riqueza económica, social y cultural. Se destinan a los hombres las actividades y los trabajos públicos de transformación, incremento o destrucción de las vidas humanas, el medio, los territorios y los bienes. Tienen a su cargo la creación y el mantenimiento de las concepciones del mundo que ellos mismos crean, formulan o sistematizan (como creencias, conocimientos, valores, sabidurías y obras culturales). Los hombres monopolizan toda visión intelectual visible, pues sólo ellos son reconocidos como intelectuales (cuando este reconocimiento le es otorgado a alguna mujer, nunca a las mujeres, su contribución se considera como algo excepcional y único, casi irrepetible).

Las instituciones que regulan el orden del mundo, creadas por los hombres, son acaparadas y controladas por ellos. Los hombres adultos de todas las naciones, clases, castas, etnias, religiones y demás estamentos políticos, se ocupan de dirimir entre ellos el sentido de la sociedad, de la historia, de la vida. Al encargarse del mundo y tenerlo por completo a su cargo, los hombres obtienen poder excedente que jamás comparten con las mujeres.

Por su contenido económico y social y por la concentración de valor, bienes y poderes, el patriarcado ha probado su eficacia en diversas formaciones económico sociales y en incontables horizontes culturales como orden generador de servicios vitales prestados por las mujeres al conjunto de la sociedad.

La reproducción de la vida cotidiana es el ámbito esencial de la servidumbre, la subordinación y la dependencia de las mujeres. Esto explica que los hombres rechacen las tareas relacionadas con la reproducción o consideradas como derivadas de ella.

Hay hombres modernos antisexistas que aceptan algunas de esas tareas, pero las realizan como una ayuda a lo que consideran que corresponde a las mujeres; de la misma manera, se concibe como ayuda la contribución de las mujeres a responsabilidades vistas como obligatoriamente masculinas. Pero sin duda ya hay hombres y mujeres que han asumido como propias tareas que supuestamente les están vetadas.

La reproducción patriarcal de sociedades muy diversas resguarda para los hombres las esferas de control de los modos de vida y del sentido de la vida, y los coloca en una posición privilegiada: pueden dominar compitiendo sólo entre ellos y sin que las mujeres ofrezcan resistencia.

 

Deseo genérico

En función de la asignación de género, los sujetos luchan y se esfuerzan durante toda su vida por cumplir, cuando menos, con el mínimo establecido en el desiderátum.

Para cada momento o etapa de la vida, el contenido del mandato se amplía o se reduce; cambia porque adquiere ciertas especificaciones. Hombres y mujeres deben cumplirlo para obtener y conservar la aprobación de la sociedad y, si es posible, de sí mismos.

En ese proceso es tan fuerte la presión social para que el desiderátum se materialice, que a nivel individual la mayoría de las personas logra hacer propio el deseo impuesto de ser hombres o mujeres tal y como les es exigido: convierten el deseo social en deseo propio.

Quienes no asumen el desiderátum en alguno de sus componentes básicos, inconsciente o deliberadamente lo transgreden y al no acatarlo explicitan diferencias que pueden convertirse en disidencias y que ponen a las personas en situaciones de marginación, opresión y, en muchos casos, de exclusión de espacios, actividades y grupos a los que necesitan o creen necesitar pertenecer.

Ser hombre o ser mujer, quedar asignados o asignadas a un género o al otro, no son fenómenos naturales. Resultan del proceso psicológico, social y cultural en que se asume en medida suficiente el desiderátum de lo que en cada época la sociedad define como contenido de cada género. Cada mujer y cada hombre es una producción social, cultural e histórica, no una creación orgánica. Ser hombre o ser mujer no está en los genes.

Como si fueran características sexuales, previas y naturales, se asignan a los hombres y a las mujeres conjuntos de obligaciones, prohibiciones y atributos eróticos, económicos, sociales, culturales, psicológicos, identitarios y políticos. Así, con base en ideologías naturalistas o religiosas, se interpreta la relación sexo-género como causal de los contenidos de vida y se concluye que el género está predeterminado, es hereditario, inmodificable e irrenunciable.

 

III  Organización genérica de la sociedad o del sexismo patriarcal

 

Organización social

La sociedad se organiza a partir del conjunto de decisiones que sobre los hechos biológicos del sexo y la procreación se entretejen para desarrollar de manera aceptable las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales entre los géneros.

En la organización genérica se construye el conjunto de concepciones, valores, normas, reglas, mitos, ritos, rituales y leyes (el desiderátum) que, en un todo articulado, constituyen el contenido, la organización, la conducción y el control de los procesos de la sexualidad individual y colectiva (de los particulares y genérica), que en cada cultura corresponden con la producción y la reproducción sociales.

El género se crea cuando se valora, ordena, rige e imprime contenido al sexo y a la procreación de manera convencional y por lo tanto arbitraria. La asignación de género es el primer acto político en la vida de cada sujeto: tiene lugar en el momento del nacimiento (quizá antes gracias a las tecnologías modernas) y consiste en la significación sexual de cada cuerpo. En consecuencia, a partir de los hechos biológicos se definen las relaciones entre los géneros que incluye la organización social económica, política y cultural.

 

Sexo

La biología reconoce en la especie humana dos sexos: el masculino y el femenino.

El sexo corresponde a la naturaleza, y las culturas establecen una dicotomía, cada uno de cuyos dos elementos se excluyen mutuamente: se es mujer o se es hombre. Esta dicotomía hace referencia a los dos cuerpos diferentes que se complementan en el proceso de reproducción orgánica.

Definido formalmente, el sexo remite en primer lugar a la división de los seres orgánicos identificados como macho y hembra, y a las cualidades que los distinguen según sus características estructurales y funcionales. El sexo es un hecho biológico que, en condiciones normales (y la mayor parte de la gente es normal en este sentido) establece dos participaciones diferentes, mutuamente excluyentes y, sin embargo, complementarias en la reproducción.

En este sentido, se habla del sexo biológico, pero aún así no se trata de una entidad autónoma sino integrada por un cierto número de componentes discretos. El sexo presenta tres dimensiones relacionadas entre ellas, cada una con su propio movimiento, y las tres vinculadas en dinámicas con características diferentes a lo largo de la vida de las personas.

En su dimensión genética, el sexo se define por la presencia de los cromosomas XX (que definen las características femeninas) o XY (que dan lugar a las masculinas), o bien por la presencia de cromatina sexual o cuerpo de Barr.

En su dimensión hormonal, el sexo resulta de la predominancia de estrógenos (hormonas femeninas) o de andrógenos (hormonas masculinas) en la combinación que de unos y otros se presenta en todos los seres humanos.

En su dimensión gonádica, el sexo se define por la presencia de testículos y pene (genitales masculinos) u ovarios y vulva (genitales femeninos), es decir, por la morfología de los órganos reproductivos internos y de los genitales externos.

El sexo es el hecho biológico (fisiológico y anatómico) que marca, de manera diferenciada, la posibilidad de intervención de los individuos, machos o hembras, en la reproducción de la especie. El sexo en sí mismo no tiene implicaciones sociales, culturales ni históricas. Unicamente define la existencia de un ser, no de una persona; de un macho o de una hembra, no de un hombre o de una mujer.

 

Género

Desde los puntos de vista social, cultural e histórico que enfoca la Perspectiva de Género, en esta sociedad patriarcal se reconocen dos géneros: el femenino y el masculino.

El género se constituye en la relación entre lo biológico: el sexo (genético, hormonal y gonádico), lo psíquico (los procesos y estructuras conscientes e inconscientes que estructuran intelectual y afectivamente a los sujetos), lo social (la organización de la vida colectiva, las instituciones y las relaciones entre los individuos y los grupos), y lo cultural (las concepciones, los valores, las normas, los mitos, los ritos, las tradiciones), que definen, marcan y controlan las relaciones entre los individuos y los grupos, y también el sentido de sus cambios. El género es histórico.

El género, ser hombre o ser mujer, es la síntesis bio-psico-socio-cultural en cada persona. El género se integra históricamente por el conjunto de cualidades biológicas, físicas, económicas, sociales, psicológicas, eróticas, políticas y culturales asignadas de manera diferenciada a los individuos según su sexo.

El género es más amplio que el sexo, y lo contiene. El género es un concepto integral, dinámico e histórico. El género es, en otras palabras, el conjunto de maneras aceptadas históricamente de ser mujer u hombre en cada época, en cada sociedad y en cada cultura.

Los géneros son históricos por resultar de la conjugación inextricable que en cada momento conforman lo bio-psico-socio-cultural; en cada cultura, en cada sociedad, en cada época, el género es diverso y permanentemente mutable.

 

Patriarcado

Desde la Perspectiva de Género el patriarcado, cuyo paradigma es el hombre (el ser humano de género masculino), es la organización política, ideológica y jurídica de la sociedad. Su base es el sexismo que se expresa cotidianamente en el machismo, la misoginia y la homofobia, determinantes de las relaciones en los géneros y entre ellos.

Las relaciones de género son desiguales. En ellas, uno de los géneros, el integrado por los hombres, domina al otro, el que forman las mujeres. La vida se estructura en referencia al hombre (los hombres), que es quien tiene el poder de decisión sobre la vida y, con éste, el poder de construir la sociedad, la cultura y la historia, y de subsumir en este proceso a la mujer (las mujeres). A este proceso de dominio genérico y a las estructuras y formas a que da lugar en la vida cotidiana se le llama patriarcado.

Ideológicamente, en el patriarcado se establece como natural la valoración desigual de los hombres en relación con las mujeres. De esa manera, a partir de la diferenciación bio-sexual de la especie se otorga superioridad a los primeros e inferioridad a las segundas. En ambos casos, se trata del género tanto como de los particulares.

Esa valoración de la diversidad humana, establece y legitima como natural la desigualdad y la opresión plasmadas, esencialmente y antes que en otras condiciones sociales, en la existencia antagónica de los géneros masculino y femenino y en todas sus manifestaciones. Desigualdad y opresión definen, marcan y estructuran al sistema patriarcal.

 

Poder patriarcal

Las sociedades patriarcales se distinguen por la distribución desigual del poder ejercido siempre en relaciones de dominio y opresión. En el patriarcado el hombre es el paradigma, y por eso los hombres como género tienen el dominio sobre las mujeres, quienes genéricamente son oprimidas. Además del poder genérico, existen los poderes intragenéricos que ejercen algunos hombres sobre otros y algunas mujeres sobre otras, con lo que se amplía y afina la gama de los procesos de dominio y opresión.

 

Sexismo

Es la opresión social fundamentada en la diferencia sexual de las personas. El sexismo permea la totalidad de las relaciones humanas: intragenéricas e intergenéricas, las de los géneros y los particulares con la sociedad y con el Estado, es decir, las que se dan en todos los espacios de la vida (doméstico, comunitario, laboral, institucional).

Más allá de la conciencia, el sexismo se incuba en el inconsciente como elemento definitivo y definitorio del sentir, el pensar y el actuar de las personas. Por ello, es elemento sustantivo en la constitución de las identidades.

Las expresiones del sexismo son el machismo, la misoginia y la homofobia. El sexismo conforma a tal grado la identidad y la mentalidad de las personas, que su presencia sólo suele percibirse en situaciones extremas en que los hechos se tornan violentos.

El machismo se origina en la concepción de que las mujeres son inferiores a los hombres, y por ello están obligadas por la naturaleza a dar servicio doméstico y sexual a los hombres. El machismo estructura la opresión de género de las mujeres mediante mecanismos destinados a marginarlas, segregarlas, discriminarlas, cosificarlas, maltratarlas, hostilizarlas, acosarlas y violentarlas de muchas otras formas.

También se expresa en el paternalismo que, por una parte, ubica a las mujeres como seres incapaces de inteligencia, dependientes, sumisas, débiles, obedientes, agradables, dedicadas a la asistencia y el consuelo, y necesitadas de sobreprotección y de alabanza, exaltación y uso de la de la imagen cosificada que resulta de lo anterior; por otra parte, el mismo paternalismo las define como tiernas, bellas, abnegadas, compasivas y perspicaces, e incluso como "la parte más frágil del ser del hombre".

El machismo también ocupa lugar prominente en las relaciones jerárquicas entre los hombres: en ellas, cada hombre debe y puede ser patriarca de sus espacios privados, pero sólo algunos pueden ejercer su poder patriarcal sobre hombres de menor jerarquía en los espacios públicos (laboral, político, comunitario, informal).

Las enumeradas son concepciones que generan y estructuran afectos, comportamientos y jerarquización de relaciones.

Si bien el machismo es reconocido en la relación de los hombres con las mujeres y entre ellos mismos, también se manifiesta en las mujeres: Al género femenino se le asigna asumir tales concepciones patriarcales como incuestionables, y con base en ellas reproducir la opresión patriarcal en sí mismas y también en las personas que ellas tienen a su cargo. Las mujeres están encargadas de transmitir los valores patriarcales y de salvaguardarlos mediante la sobreprotección y la vigilancia. En este sentido, se espera que las mujeres no sólo se sometan al patriarcado, sino también que sean agentes de la eternización del machismo, la misoginia y la homofobia.

Misoginia significa temor y odio a las mujeres. Con ese término se hace referencia a cualquier forma, brutal o sutil, de inferiorización, ridiculización, exclusión, violencia y opresión a las mujeres como género y a cada una en particular.

La misoginia es un poder patriarcal que no sólo ejercen los hombres en contra de las mujeres, sino también ellas entre sí. Se funda en la concepción de que sólo los hombres pueden ser seres plenos y normales, mientras que las mujeres son incompletas, extrañas, anormales, dementes, diferentes y por lo tanto peligrosas. La misoginia se expresa al considerar ciertos todos los defectos que se atribuyen irracionalmente a todas las mujeres simplemente porque son mujeres, y al reprocharles que ninguna posee todas las virtudes que se considera que todas debieran tener por el solo hecho de ser mujeres.

La misoginia es con mucha frecuencia origen de violencia contra las mujeres, desde el silencio hasta el asesinato.

Homofobia es la aversión a las personas que no se apegan al desiderátum, siempre heterosexual. Se rechaza a los y las homosexuales por sus preferencias eróticas contrarias a la especialización de las relaciones sexuales que míticamente sólo son válidas para la reproducción, y en la normatividad se ven como las únicas posibles o deseables entre mujeres y hombres. La homofobia es otra forma de expresión de temor y odio a lo diferente, a lo que subvierte normas atribuidas a la naturaleza, a lo que cuestiona los ordenamientos tradicionales y religiosos, y elige alternativas que atentan contra la esencia del patriarcado.

Las mujeres y los hombres abiertamente homosexuales son a menudo blanco de hostigamientos semejantes a los originados en la misoginia. La homofobia no sólo es una forma de opresión sexista de los heterosexuales a los homosexuales. En muchas más ocasiones de lo imaginado, la homofobia está presente en el inconsciente de personas homosexuales y se hace explícita incluso en las relaciones entre ellas, y en las maneras de referirse, enjuiciar y descalificar a personas de su misma condición.

En la vida cotidiana el sexismo es la máxima intolerancia a lo diferente del paradigma masculino, es el poder más destructivo de las personas que lo padecen y el más enajenante de las que lo asumen y ejercen. El sexismo es la forma más amplia de opresión, la que siempre está tras todas las demás. En el mundo patriarcal del dominio y la opresión, el sexismo es la herramienta de la autoconstrucción y la autoafirmación enajenadas de los sujetos y de los géneros.

 

Sexismo, dominio y opresión genérica

El sexismo resulta de la clasificación de los géneros en superior e inferior. En tal valoración está la génesis del poder para el dominio y la opresión. En el mundo patriarcal la opresión de las mujeres es la más amplia, profunda, sistemática y duradera en la historia.

Sin embargo, las mujeres no sólo son oprimidas por ser mujeres; a la opresión por su condición se agregan otras. También son víctimas de opresión en función de su clase social, pertenencia étnica, edad, filiación política o creencia religiosa, escolaridad, lengua, preferencia erótica, etcétera.

En las sociedades patriarcales pocas personas se salvan de ser oprimidas en algún sentido, es decir de sufrir algún tipo de expropiación de sus posibilidades humanas, de discriminación o de exclusión para poder desarrollar sus potenciales.

Además de las mujeres sometidas a opresiones múltiples por su condición genérica articulada con otras condiciones y situaciones, hay hombres que, a pesar de su condición genérica de dominio, en su singularidad son objeto de diferentes tipos de opresión por su pertenencia de clase, étnica, edad, filiación política o creencia religiosa, escolaridad, lengua, preferencia erótica, jerarquía laboral, capacidad económica, etcétera.

El dominio resulta del ejercicio del poder y del conjunto de poderes reconocidos socialmente. Los sujetos habilitados, legitimados y apoyados en su condición y situación genérica controlan, subordinan, expropian, significan, discriminan, explotan, califican y dirigen parcial o totalmente la vida de aquéllos y aquéllas que otorgan su consenso al dominio. El dominio es siempre sexista.

La sociedad se organiza a partir del conjunto de decisiones que sobre los hechos biológicos del sexo y la procreación se entretejen para desarrollar de manera aceptable las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales entre los géneros.

En la organización genérica se construye el conjunto de concepciones, valores, normas, reglas, mitos, ritos, rituales y leyes (el desiderátum) que, en un todo articulado, constituyen el contenido, la organización, la conducción y el control de los procesos de la sexualidad individual y colectiva (de los particulares y genérica), que en cada cultura corresponden con la producción y la reproducción sociales.

El género se crea cuando se valora, ordena, rige e imprime contenido al sexo y a la procreación de manera convencional y por lo tanto arbitraria. La asignación de género es el primer acto político en la vida de cada sujeto: tiene lugar en el momento del nacimiento (quizá antes gracias a las tecnologías modernas) y consiste en la significación sexual de cada cuerpo. En consecuencia, a partir de los hechos biológicos se definen las relaciones entre los géneros que incluye la organización social económica, política y cultural.

 

IV  División genérica de la Sociedad. El mundo en dos

 

División sexual del trabajo, división genérica de la sociedad

La diferenciación biológica de la especie en sexo masculino y sexo femenino no determina la división sexual del trabajo. Las características anátomo-fisiológicas sexuales no contienen en sí mismas, de manera genética o congénita, la exclusividad de las posibilidades de comportamiento de hombres y mujeres. Dichas características no conforman conjuntos de habilidades, destrezas y capacidades afectivas, psicomotrices o intelectuales que impliquen la obligación natural de realizar unas actividades u otras.

La división sexual del trabajo es una construcción sociocultural impuesta a los géneros y los particulares a partir de la división genérica de la sociedad, basada ésta en la diferencia biológica. Se caracteriza porque lleva en sí misma la opresión genérica, es decir, la desigualdad, la inequidad y la injusticia social. La división genérica es histórica porque se transforma substancialmente en sus contenidos, aunque en su esencia aún permaneces las estructuras fundamentales de la opresión de género.

 

Maternidad y Perspectiva de Género

En las sociedades patriarcales los cuidados, la alimentación, la higiene, la salud y la educación de las hijas y de los hijos se consideran como asuntos propios y exclusivos de las mujeres, y como ajenos a los hombres. Esto es así porque se conciben como extensión natural del embarazo, como derivación biológica o como parte fisiológicamente integrante de la forma en que el cuerpo de las mujeres interviene en la procreación.

La maternidad es visualizada así en discursos científicos, religiosos y populares. Desde esos enfoques, la maternidad es presentada como causa natural, definitiva e inmutable de la división sexual del trabajo y de la diferenciación de la vida social en pública y privada.

Con base en esas concepciones, se han creado mundos genéricos que, de manera supuestamente natural, se corresponden con contenidos, valores, normas, poderes y formas de vida opuestas y excluyentes, antagónicas y desiguales para hombres y mujeres.

La creencia de que la maternidad es determinante biológica original de la opresión sexual, sigue de tal manera vigente, que la mayoría de las mujeres la considera aún como un hecho natural, inmodificable, intransgredible y vitalmente necesario; en tanto, para casi la totalidad de los hombres la maternidad ni siquiera merece reflexión, por lo que generalmente las paternidades son enajenadas. No es, pues, extraño que, por ejemplo, en los estudios demográficos, nunca se tomen en cuenta elementos tales como la edad y la salud reproductivas de los hombres, su tasa de paternidad ni otros por el estilo.

Desde otra óptica, para la Perspectiva de Género la maternidad, además de sus incuestionables bases biológicas que concluyen con el nacimiento, es un hecho social cuyas determinaciones, condiciones y circunstancias son de índole cultural e histórica y, por lo tanto, transformables.

La antropología feminista, la Perspectiva de Género y la teoría psicoanalítica han develado que detrás del manejo ideológico de la maternidad como estado ideal de las mujeres, se ocultan procesos ambivalentes y contradictorios que la hacen conflictiva, y que no se originan en dificultades personales de cada mujer sino fundamentalmente en la esencia de la organización genérica de la sociedad.

En la maternidad, en todas las maternidades particulares, coexisten el deseo, la obligatoriedad, el afecto, la libertad, la violencia, la voluntad y, desde luego, la opresión. Su origen, su carácter y su devenir no tienen nada que ver con la naturaleza biológica.

Una de las expresiones concretas de este avance teórico de la Perspectiva de Género es la deslegitimación del concepto mujer-naturaleza, para reconsiderar a las mujeres y reconocerlas como mujer-sociedad, es decir, para ubicarlas como sujetos históricos, a todas en conjunto y a cada una en particular. 

La diferenciación biológica de la especie en sexo masculino y sexo femenino no determina la división sexual del trabajo. Las características anátomo-fisiológicas sexuales no contienen en sí mismas, de manera genética o congénita, la exclusividad de las posibilidades de comportamiento de hombres y mujeres. Dichas características no conforman conjuntos de habilidades, destrezas y capacidades afectivas, psicomotrices o intelectuales que impliquen la obligación natural de realizar unas actividades u otras.

La división sexual del trabajo es una construcción sociocultural impuesta a los géneros y los particulares a partir de la división genérica de la sociedad, basada ésta en la diferencia biológica. Se caracteriza porque lleva en sí misma la opresión genérica, es decir, la desigualdad, la inequidad y la injusticia social. La división genérica es histórica porque se transforma substancialmente en sus contenidos, aunque en su esencia aún permaneces las estructuras fundamentales de la opresión de género.

 

V  Semejanzas, Diferencias y Desigualdades en las Personas

 

Contenido genérico

El conjunto de características psicológicas, políticas, económicas, sociales y culturales asignadas a los sujetos según su sexo biológico, constituyen los contenidos de los géneros. Estos son asignados y asumidos de manera diferenciada, opuesta y excluyente por hombres y mujeres. Lo anterior significa que lo que es válido y obligatorio para ellos, es inaceptable y prohibido para ellas, y viceversa.

Además de definir y asignar los dos géneros, los sistemas patriarcales valoran lo masculino por encima de lo femenino. De esa manera, crean y reproducen la primera y la más profunda de las desigualdades humanas, la desigualdad de género, en la que hacen confluir a todas las demás (las de clase, edad, etnia, religión, preferencia erótica, filiación política, etcétera).

 

Género y poder

En la pertenencia genérica quedan delimitados el afecto, el pacto y la alianza, el compromiso, la amistad y la enemistad, la solidaridad, todas las características de las relaciones y todas las relaciones de las personas y los grupos. Además y por encima de todo, queda delimitado el poder que define a la condición genérica y, por lo tanto, a las posibilidades vitales de cada persona.

De lo anterior resulta evidente que el poder también tiene género: los poderes que enmarcan las vidas de hombres y mujeres en el mundo patriarcal son distintos. En todas las relaciones en que interactúan hombres y mujeres, son diferentes los poderes que ellas y ellos pueden ejercer y a los que deben someterse. Es en estos poderes genéricamente diferenciados, poderes para el dominio y la opresión, donde se implanta la desigualdad genérica.

 

Asimetría genérica

El patriarcado es un sistema de organización de las relaciones sociales basado en la existencia de géneros construidos ideológica, política, social y culturalmente. Su especificidad está en que el hombre (los hombres) conforma el paradigma central. En él se incluye mecánicamente a las mujeres, se las subsume, sin que prácticamente nadie visualice la existencia y la presencia de ellas como propia.

Lo anterior significa que en el orden patriarcal se sobrevalora a los hombres y se inferioriza a las mujeres, haciéndose operar así una estructura asimétrica que asigna a los géneros espacios, poderes, recursos, derechos y posibilidades vitales, no sólo diferenciados sino inequitativos y desiguales.

La condición genérica de los hombres es más vivible que la de las mujeres porque es una condición de dominio, mientras que la de ellas es una condición de opresión. Es así como queda establecida la asimetría genérica que se concreta en el hecho de que las posibilidades de vida para hombres y para mujeres son desiguales, inequitativas e injustas, es decir, asimétricas.

 

Asignación de Género

No se nace con género masculino o femenino, se nace con sexo. Las sociedades construyen su propio desiderátum con los contenidos obligados del ser mujer y del ser hombre, que deben asumir los sujetos sexuados conforme al género que se les asigna.

A partir del sexo biológico, en el momento del nacimiento se define al sujeto como niño o niña, como masculino o como femenino, y entonces se le asigna el género: masculino o femenino, hombre o mujer.

Así, en función del mandato cultural de lo que se ha establecido para hombres y para mujeres, se deciden las posibilidades de acción e interacción que las personas podrán desempeñar en las relaciones sociales, económicas y políticas que encuadren sus vidas.

 

Condición genérica

Pertenecer a un género y sólo a uno es mucho más que ser diferente, que ser hombre o ser mujer. Es adquirir a priori y de manera involuntaria, una condición genérica para toda la vida.

La condición abarca el conjunto de características genéricas, de edad, de clase, étnicas y otras, que definen y ubican social, política, cultural e históricamente a las personas en las relaciones de producción y reproducción de la vida.

La condición genérica significa la posesión de unos atributos, de algunas potencialidades y de ciertos poderes, y la carencia de otros. Esto sucede en los sistemas sociales patriarcales que valoran a los géneros en escalas binarias. Por eso, además de ser diferentes, la condición de género de los hombres y la condición de género de las mujeres, son desiguales.

Esa desigualdad se concreta en las posibilidades culturales, políticas y sociales de vida, ya que los hombres por el sólo hecho de serlo, tienen de antemano el poder del dominio genérico. Las mujeres, por ser mujeres, son sujetas de la opresión genérica y sólo desde ella construyen y manejan sus poderes, que siempre han sido subalternos.

En los sistemas patriarcales, los hombres, todos y cada uno, son portadores del dominio y la opresión de las mujeres, de todas y cada una.

Las mujeres han desarrollado propuestas de transformación de las relaciones genéricas opresivas, a las que en conjunto se conoce como feminismo o feminismos.

Los hombres que desarrollan propuestas no sexistas, antisexistas y antipatriarcales, son infinitamente minoritarios en todas las sociedades. Su aportación al cambio de la cultura sexista consiste en desentrañar su propia condición de género y en definir a qué privilegios que les otorga el patriarcado están dispuestos a renunciar, por qué vías planean hacerlo, cómo conciben sus alianzas y qué resultados esperan alcanzar con su acción transformadora.

 

Situación genérica

La condición genérica de la mujer es la misma para todas las mujeres; en cambio, la situación genérica varía y define la existencia particular de cada una. Lo mismo sucede con los hombres: la condición es una para todos, y la situación varía de unos a otros estableciendo la singularidad de cada cual.

La situación genérica se define por la combinación multivalente y articulada del género, la edad, la clase, la etnia, la preferencia erótica, la creencia religiosa, la filiación política, la relación parental, la capacidad económica, la escolaridad, etcétera.

 

Desigualdad intragenérica

Ni todos los hombres son iguales entre sí, ni todas las mujeres son iguales entre ellas. En el género confluyen todas las desigualdades humanas definidas por la condición y las situaciones genéricas que hacen diferentes y patriarcalmente desiguales a los sujetos.

Las mujeres no tienen poder de género sobre los hombres. Sólo a nivel particular y temporal, en algunos espacios de la vida privada y en algunas instituciones llegan a adquirir poder sobre algunos hombres: hijos, hermanos menores, ancianos, desvalidos, empleados o alumnos.

A veces también sobre sus cónyuges si por alguna razón dependen de ellas y ellas han establecido un vínculo de control sobre ellos semejante al que tienen con sus hijos o con otros hombres menores o subordinados.

Con ese poder, las mujeres sirven y reproducen al patriarcado, es decir, al dominio masculino.

En las relaciones intragenéricas femeninas, es decir de las mujeres entre ellas, las mujeres cosechan poderes a partir de sus diferentes situaciones genéricas (la conyugalidad, la maternidad, la capacidad económica, el éxito con los hombres, la jerarquía social o laboral, entre otras). Estos poderes, delegados por los patriarcas de su entorno, los ejercen entre ellas de manera patriarcal, para someter a otras delegadas.

En cambio, todos los hombres, por su condición genérica tienen poder genérico sobre todas las mujeres. Este es otorgado a los hombres desde su asignación de género como don permanente. Pero es insuficiente por sí mismo para sobrevivir en las relaciones entre ellos mismos. En sus relaciones intragenéricas, los hombres del patriarcado están obligados a construir y ejercer otros poderes. En el proceso en que lo hacen, deben someterse a su vez, de diversas maneras, al dominio de hombres más poderosos. Así, el proceso y su concreción son ambivalentes y producen masculinidades enajenadas.

En las relaciones entre hombres dominan los fuertes a los débiles, los jerarcas a los subalternos, los padres a los hijos, los adultos a los menores, todos los sanos a los desvalidos, enfermos y ancianos; los ricos a los pobres, los ladinos a los indios, los heterosexuales a los homosexuales, los negros a los blancos, los sabios a los ignorantes, los investidos de alguna autoridad a los que no tienen ninguna o dependen de la de otros, y así sucesivamente.

El dominio de unos hombres sobre otros se construye en la competencia y en la confrontación consideradas como valores relacionales intragenéricos, fundantes de la virilidad y la hombría, y caracterizados por la exaltación y el ejercicio de la violencia.

 

Pertenencia genérica

Lo que para los hombres es válido y obligado, en las mujeres es inaceptable y reprobado; lo que para las mujeres es válido y obligado, en los hombres es inaceptable y reprobado.

Hombres y mujeres han de ser, además de diferentes, excluyentes y opuestos los unos de las otras. La pertenencia genérica implica una determinada condición y una ubicación en las relaciones sociales, en la organización social y en el mundo.

Aprender a ser hombre o a ser mujer es un proceso siempre inacabado, siempre en marcha, siempre perfectible. La pertenencia genérica es un hecho definido social e históricamente en la asignación de género, en los usos, costumbres y comportamientos fijados por la tradición y en modernización constante. El grado de identificación con el género resulta, en cada momento, de la historia de vida de cada persona.

La sociedad instituye las actividades privadas y públicas que de manera diferenciada pueden y deben realizar los hombres y las mujeres, sus derechos y obligaciones, sus castigos y sanciones, sus cárceles y libertades, en una palabra, su deber ser. También sus fantasías, sus deseos y sus formas de realizarlos y cumplirlos. Así, se establecen los ámbitos y las formas de participación política y social para ellas y para ellos; los sentimientos y sus expresiones; los gustos, las ilusiones, los deseos, los temores y las frustraciones; las debilidades y las fortalezas, todo lo que deben y pueden alcanzar los hombres por su lado y las mujeres por el suyo.

 

Identidad genérica

El género es el contenido ideado, deseado e impuesto por cada cultura para que las personas se formen como hombres o como mujeres de manera claramente diferenciada; para que se identifiquen con las maneras de pensar, desear, sentir y actuar establecidas como necesarias, adecuadas, irrefutables y válidas, sanas y normales para cada cual.

La identidad de género es la manera en que cada persona logra, frente a sí misma y frente a las demás, ser hombre o mujer de acuerdo con lo establecido por su cultura y la sociedad en que vive. Es el proceso en el que los particulares se identifican con el desiderátum genérico, se reconocen en él y lo asumen.

Según la edad, los roles y las demás situaciones vitales, hay que aprender lo que está permitido y lo que es exigido diferencialmente a hombres y mujeres: los sentimientos y sus expresiones, los gustos, las ilusiones, los deseos y las fantasías, los temores y las rabias, las responsabilidades y las fortalezas, los gestos, las emociones y los ademanes, las preferencias eróticas y las manifestaciones amorosas, los colores, la indumentaria, el peinado; hasta los olores son propios de los hombres o de las mujeres.

El género incluye todos los aspectos que definen la identidad de las personas. En tanto asignación, el género es absolutamente independiente de la voluntad de los sujetos y establece de antemano el contenido general de sus vidas. Asimismo, la asignación de género determina la inserción y las posibilidades de desarrollo de hombres y mujeres en las relaciones de poder que los condicionan.

 

Especialización genérica

Los sujetos son especialistas de género porque no se nace hombre o mujer sino que se llega a serlo. Se trata de una especialización, porque al asumir los contenidos culturales que se imprime a los géneros, las personas deben introyectar discriminadamente sólo aquéllo que corresponde a su género y no al otro. Los particulares han de hacer suyas las maneras específicas de ser que definen sus identidades como hombres o mujeres y que permiten a la sociedad reconocerlos, aceptarlos y ubicarlos clara y diferenciadamente como pertenecientes a uno u otro género.

La especialización genérica limita las posibilidades de acción de las personas ya que sólo aprenden lo que está definido para su género o les es exigido o tolerado en función de éste. Así, cada quien tiene vetado o le es obligatorio un sinnúmero de actitudes, afectos, capacidades, destrezas, actividades y procesos indispensables para resolver su vida. Este hecho impone relaciones necesariamente dependientes, desiguales e inequitativas.

 

Diversidad

Diversidad es la gama infinita de identidades genéricas posibles, tantas como personas existen, formadas en la múltiple articulación de los elementos valorados en positivo o en negativo que distinguen a unos sujetos de otros.

Los elementos mencionados abarcan las condiciones y las situaciones de género, edad, clase, nación, etnia, lengua, preferencia erótica, filiación política, capacidad económica, escolaridad, ocupación, conyugalidad, fe religiosa, y todas las demás posibles. La combinación está limitada sólo por la variedad de situaciones concretas, y cada caso queda marcado por la muy particular forma en que cada sujeto, en cada momento de su vida, introyecta en su cotidianidad la cultura, el desiderátum genérico, y cada uno de los elementos articulados de manera específica y única entre ellos.

La valoración ideológica, económica y política que se ha hecho de la diversidad humana, establece, legitima y reproduce la desigualdad y la opresión genérica. La imaginación y los esfuerzos alternativos definen las posibilidades de anular esa opresión y de establecer relaciones genéricas equitativas, igualitarias y justas.

 

VI  Humanidad escindida

 

Hombres y mujeres patriarcales

En la actualidad, la Perspectiva de Género da cuenta de manera científica de la división más importante del mundo: la escisión histórica y antagónica de la humanidad en hombres y mujeres patriarcales. Esta verdadera desmembración de lo humano deja atrás a la dicotomía sexual, enfatiza la conversión de lo natural en social, y da lugar al surgimiento de la diversidad, pero de la diversidad desigual y opresiva.

En este orden social se oprime a las mujeres como género y como particulares, y se las define por un conjunto articulado de características enmarcadas en las condiciones de subordinación, dependencia vital y discriminación en sus relaciones con los hombres, en el conjunto de la sociedad y en el Estado. La opresión de las mujeres se sintetiza en su inferiorización frente al hombre magnificado constituido en paradigma social y cultural de la humanidad.

 

Igualdad imposibilitada

La igualdad es un supuesto humanista: aspiración, deseo y esperanza presentes en discursos, declaraciones, demandas y propuestas basadas en concepciones libertarias y democratizadoras de la vida. En la realidad social concreta de los géneros, de las personas y de los grupos, la igualdad es aún sólo un concepto y un proyecto.

En el mundo patriarcal erigido sobre la organización genérica, etárica y clasista de la sociedad, la igualdad en las relaciones sociales no puede existir. Un mundo así, por principio, divide, polariza y antagoniza a las personas y a los géneros al valorarlos sobre la base de la exclusión y la jerarquización, y al otorgarles o conculcarles arbitrariamente poderes de modo que se impide la edificación de la equidad y la justicia.

 

Inequidad totalitaria

En una sociedad que no está estructurada sobre la base de la paridad de los géneros, las condiciones de los sujetos y las situaciones vitales de los particulares son desiguales.

El acceso de las personas y de los géneros a las oportunidades, recursos, bienes y servicios es dispar, irregular y desigual: es inequitativo. Lo mismo sucede en lo que se refiere a las responsabilidades, las obligaciones, la protección jurídica, el reconocimiento, el respeto y los derechos.

En todo un género posee aquéllo de lo que el otro carece. Lo que para uno tiene resolución, para el otro no; las posibilidades de desarrollo de uno, impiden el desarrollo del otro. Y en el ámbito intragenérico esta misma inequidad existe para los particulares por diferencias de edad, clase, etnia, ubicación familiar y social, religión, posición ideológica y política, situación económica, etcétera.

 

Escisión genérica de la sociedad

El origen y el sustento del patriarcado está en la división genérica de la sociedad. La construcción histórica del género y del patriarcado es dialéctica, uno no existe sin el otro. La esencia de ambos es la especificación del poder social y colectivo en poderes poderes de género: en poderes para el dominio y la opresión.

La primera pauta de organización de las sociedades está en los géneros y en su asignación diferenciada de actividades para hombres y mujeres.

Esta división polarizadora lleva a la especialización diferenciada de hombres y mujeres, impuesta culturalmente y muy valorada, que deriva y se legitima ideológicamente en referencia al proceso biológico de reproducción de la especie. La reproducción cotidiana de la vida se asigna como obligación ineludible a las mujeres, como si naturalmente de la maternidad se desprendieran la alimentación, el mantenimiento de los espacios privados y el cuidado de los demás.

De la misma manera, se concibe como natural que la vida pública, la producción y la distribución de la riqueza social, la toma de decisiones, la normatividad y el control de la sociedad sean patrimonio y prerrogativa de los hombres.

Esta división binaria, excluyente de espacios, actividades y posibilidades de vida para hombres y mujeres, se refleja también en la medida claramente diferenciada en que el desarrollo es realmente posible para unas y otros.

 

VI  IEl Desarrollo Humano o el nuevo paradigma histórico

 

El desarrollo humano

A través del Indice de Desarrollo Humano (IDH), formulado y desarrollado por los especialistas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), desde 1990 se mide la posibilidad real de la gente de satisfacer las necesidades humanas básicas.

Los indicadores correspondientes incluyen la esperanza de vida saludable, la adquisición de conocimientos, la participación en la toma de decisiones y el nivel de vida. Estos indicadores se establecen con base en un amplio complejo de índices, y han permitido la clasificación de 174 países conforme a su desarrollo alto, medio o bajo. Con este procedimiento, se ha podido definir también la medida en que ha variado el desarrollo de cada país en el transcurso de las últimas décadas.

Desde 1994, esta herramienta se ha aplicado con Perspectiva de Género. Así se ha podido establecer que ningún país trata a sus mujeres igual que a sus hombres, y hoy se puede conocer con precisión la medida de la expropiación, la exclusión y la discriminación de que son objeto las mujeres en todo el mundo, aún en aquellos países en que está más atenuada la opresión genérica.

Se cuenta con datos concretos país por país que indican que hoy las capacidades humanas básicas aún no pueden desarrollarse en ninguna parte de manera equitativa, igualitaria y justa.

 

IDH y Perspectiva de Género

Desde su condición de opresión y a costa del desarrollo que por exclusión social no alcanzan como personas ni como género, las mujeres contribuyen de manera vital en todos los países, al desarrollo que beneficia a los hombres.

Al ubicarse la definición del IDH en la Perspectiva de Género, no pudo seguir soslayándose que sin equidad, el desarrollo no es neutro. En la medida en que la vida de mujeres y hombres está hecha sobre la base de la desigualdad, la inequidad y la injusticia, ningún modelo de desarrollo les ha ofrecido las mismas posibilidades de acceso a oportunidades , espacios y bienes materiales y simbólicos.

Ahora, desde la Perspectiva de Género se ha propuesto dar un giro al desarrollo y convertirlo en un conjunto de procesos de justicia y reordenamiento social que también beneficie a las mujeres y no se base en su escarnio.

Hoy el desarrollo se concibe ampliado e inclusivo, y se le destina a abarcar a todos y a todas, a construir la igualdad de oportunidades y el acceso equitativo a los bienes, los recursos y los beneficios para todas y todos.

 

Indice de Desarrollo relativo al Género (IDG) e

Indice de Potenciación de Género (IPG)

El PNUD ha diseñado el IDH para medir el grado medio de adelanto de un país en lo tocante a la capacidad humana básica.

El IDH establece la medida en que la gente vive una vida larga y saludable, posee conocimientos y disfruta de un nivel de vida decoroso. Sin embargo, desde hace unos años se reconoció que con el IDH no se estaba dando cuenta de las formas particulares de las vidas de hombres y mujeres, ni de las maneras en que el modelo de desarrollo de sus países afecta sus vidas. Desde el ámbito académico y sobre todo desde las organizaciones de mujeres y feministas, se consiguió que las investigaciones oficiales incluyeran cada vez más datos sobre las mujeres y sobre los resultados de las acciones encaminadas a mejorar sus situaciones vitales. Entonces fue cuando el PNUD incluyó la Perspectiva de Género en sus investigaciones.

Así, desde la Perspectiva de Género, en 1994 el PNUD elaboró el Indice de Desarrollo Relacionado con la Mujer (IDM) que, midiendo el adelanto en la capacidad humana básica (esperanza de vida y salud, educación y nivel de vida), define la medida de la desigualdad entre hombres y mujeres en cuanto a dicho adelanto.

El IDM se complementó con el Indice de Potenciación de la Mujer (IPM) que refleja la magnitud de la participación activa de mujeres y hombres pueden en la vida económica y política y en la adopción de decisiones. Este índice corresponde con el análisis que permite comprender en relación al IDH que, según su género, mujeres y hombres tienen condiciones diferentes y específicas de vida; en lo que respecta al IPM, se busca mostrar las maneras específicas y desiguales en las que ambos géneros participan en la economía y en la política.

En 1996 el Informe sobre Desarrollo Humano dio a conocer los resultados de su investigación basada en el Indice de Desarrollo Relativo al Género (IDG), que sintetiza al IDM y al IPM.

El IDG permite comprender las maneras en que el género afecta al desarrollo y en que el desarrollo impacta al género. Su propósito es reflejar el grado de adelanto en la capacidad básica humana medido por el IDH, que ahora se ajusta para incluir la desigualdad de género.

Es importante recordar que la Perspectiva de Género y la categoría género son relacionales, es decir, se refieren a las relaciones entre los géneros. Por eso el IDG permite comparar la capacidad básica de las mujeres en comparación con la de los hombres, y dar cuenta de la disparidad entre ambos: mide la desigualdad del género en esferas claves de la participación en la economía, en la política y en la adopción de decisiones.

 

Desarrollo Sustentable y Perspectiva de Género

El desarrollo sustentable es el resultado de un proceso de construcción y ampliación de la democracia. Exige transformaciones institucionales orientadas hacia el cambio social gradual y el crecimiento económico autosostenido en condiciones de armonía con el medio ambiente y pensado no sólo para el presente sino también para el futuro.

La concepción del desarrollo sustentable se basa en la hipótesis según la cual las sociedades se transforman al resolver práctica y culturalmente sus necesidades y sus conflictos; cuando esto sucede, surgen nuevas necesidades y nuevos conflictos, al tiempo que es posible generar recursos, capacidades y creatividad para enfrentarlos.

Las bases filosóficas del desarrollo sustentable se sintetizan en:

el supuesto de las necesidades humanas universales

el reconocimiento de la diversidad y la complejidad de todas las necesidades

la concepción de que el quehacer humano es la historia misma, creada en la interacción social y en la interacción humana con la naturaleza.

El desarrollo humano concreta su carácter democrático en los principios de equidad, sustentabilidad, productividad y empoderamiento.

 

VIII  Democracia Genérica o la construcción de la humanidad igualitaria

 

Perspectiva de Género y deconstrucción social

La Perspectiva de Género se edifica mediante una sólida estrategia de deconstrucción de la opresión patriarcal, basada en paradigmas no patriarcales.

Los hombres son el modelo, el paradigma, sobre el que se estructura la vida social. El hombre es la máxima representación y aspiración social, porque se le adjudican los valores humanos de la sabiduría, la fortaleza, la inteligencia y el poder. Los hombres son considerados seres completos, superiores a las mujeres, que concretan el bien, la razón y la verdad, y que son conductores de sí mismos, de las mujeres y del mundo. En la concepción patriarcal, los hombres son la síntesis de los únicos alcances posibles de la sociedad, de la humanidad y de la historia, y poseen todo aquello de lo que carecen las mujeres.

Ser hombre implica ser el que hace, crea y destruye en el mundo con legitimidad; es ser quien piensa, significa y nombra el mundo, quien sabe, posee la razón, la verdad y la voluntad. Ser hombre es ser poderoso y estar habilitado para vivir en busca de la satisfacción de sus necesidades, de la realización de sus deseos y en plena expansión. El dominio constituye a la masculinidad y construye las masculinidades concretas.

La Teoría y la Perspectiva de Género han permitido mostrar que ese conjunto de características, cualidades, facultades y prerrogativas no es innato ni natural, sino producto de la expropiación culturalmente legitimada que los hombres hacen a las mujeres de sus creaciones, sus bienes materiales y simbólicos, y sus personas.

Los hombres pueden desarrollar sus capacidades porque se han apropiado del mundo y en ese proceso de expropiación han marginado a las mujeres de la vida pública, del desarrollo de la cultura y de la conducción de la sociedad.

Los hombres han acaparado los poderes que dan la sabiduría, la riqueza y la independencia, los han usado para el dominio y la opresión, y han confinado a las mujeres al encierro, a la obscuridad, al silencio, a los cautiverios.

Al expropiar sus vidas a las mujeres, los hombres las cosifican y las mantienen dependientes de ellos, dominadas y oprimidas. El mundo resultante es de asimetría vital entre mujeres y hombres, desigual, injusto y enajenado, de carácter androcéntrico, misógino y homófobo. En ese mundo, el sujeto no sólo es el hombre sino el patriarca; los sujetos son los hombres patriarcales.

Es ese mundo del patriarcado el que se propone deconstruir cuando se tiene como objetivo construir la democracia genérica, cotidiana, vital.

La estrategia de deconstrucción del patriarcado presupone que desarrollarla como proceso histórico exige evitar planteamientos utópicos, absolutos, radicales o violentos. Se trata de la estrategia del proceso consistente en incorporar paulatinamente en la vida social el contenido propositivo, los principios y la ética de la Perspectiva de Género. para construir en la praxis nuevos valores y nuevas relaciones entre los hombres y las mujeres, y así desmontar el sexismo y la opresión.

No se trata de un enfrentamiento sexista entre mujeres y hombres, de invertir los términos de las relaciones intergenéricas patriarcales, ni mucho menos de que las mujeres expropien a los hombres y los opriman con los mismos principios del patriarcado. No se trata de construir mujeres masculinizadas, dominantes y opresoras.

En el proceso de deconstrucción de los géneros patriarcales y de las relaciones que el patriarcado estructura e impone, hombres y mujeres crean nuevos sentidos para sus vidas, contenidos genéricos distintos a los del desiderátum patriarcal, y nuevas formas de ser y de relacionarse entre ellos, entre ellas, entre ambos y con el mundo. Las relaciones intergenéricas y las relaciones intragenéricas han de basarse en la igualdad, la justicia, la equidad y la paz. Lo mismo que las relaciones entre los individuos, en la sociedad, en las instituciones y en el Estado.

Este es el camino hacia la democracia genérica, basada en verdaderos Derechos Humanos edificados sobre las semejanzas, y construidos en función de las especificidades y el respeto a la diversidad.

El ejercicio de esos derechos genera condiciones sociales que garanticen vida igualitaria, justa y equitativa, sin discriminación alguna, para todas y a cada una de las personas en su diversidad; para todas las mujeres y para todos los hombres de todas las edades, naciones, etnias, culturas, religiones, situaciones conyugales, preferencias eróticas, posiciones políticas, etcétera.

 

La democracia genérica, cotidiana, vital

En la construcción de la democracia genérica, el principio ineludible e inaplazable es la supresión de los poderes patriarcales que son herramienta de dominio y sometimiento; es decir, la eliminación de los poderes opresivos en todas sus manifestaciones y, con ello, la erradicación del sexismo.

Se trata de un proceso desencadenado hace tiempo e intensificado durante las últimas dos décadas y media, que se manifiesta, por ejemplo, en la reformulación y la ampliación de los Derechos Humanos. Pero, sobre todo, es patente en el planteamiento, la elaboración y la inclusión de nuevos derechos específicos de las mujeres, de los indígenas, de los niños, de todos los que expresan la diversidad y surgen de ella.

La construcción de la democracia genérica pasa por la transformación de las relaciones intra e intergenéricas, del conjunto de relaciones sociales, económicas y políticas, personales, de clase, civiles o institucionales, en nuevas relaciones fincadas en la igualdad, la equidad y la justicia.

Las relaciones que se critica y las que se están construyendo se conciben en todos los planos, públicos y privados, de la vida de las personas. Por ello a la democracia genérica se la ha llamado también democracia cotidiana. 

En esta concepción política, la democracia genérica es concebida como un bien del que todos y todas han de disfrutar, y que es imprescindible para que todas y todos tengamos acceso a las posibilidades de vida plena. Por ello la democracia genérica es también democracia vital.

La democracia genérica, cotidiana y vital, requiere de nuevas relaciones sociales que garanticen el acceso al desarrollo armónico e integral de las personas, den lugar a la libertad, a la protección de la integridad de las personas en su diversidad, a una calidad de vida cada vez mayor para todas y todos, y, por lo tanto, al acceso real y equitativo a una cultura del bienvivir.

Todas las personas sumadas a las corrientes democráticas y antiopresivas de pensamiento y acción, están creando en nuestros días una vida igualitaria, equitativa y justa; a todas ellas, la Teoría y la Perspectiva de Género pueden abrirles horizontes muy amplios en los que el concepto de democracia genérica, cotidiana, vital, resulta imprescindible.

 

Empoderamiento

En la construcción de la democracia genérica, cotidiana y vital, quedan delimitadas y definidas como fundamentales las necesidades específicas de las mujeres.

Por una parte, existen las necesidades vitales: son las que derivan de las funciones tradicionales de las mujeres, las que les es indispensable cumplir para sobrevivir y que están definidas por las exigencias que el mundo hace a cada mujer a través del desiderátum de género. La satisfacción de estas necesidades permite a las mujeres sobrevivir en el mundo incluso sin que vislumbren la posibilidad de al menos disminuir en algo su condición de opresión.

Por otra parte, en los procesos actuales de democratización genérica de la sociedad, en la participación de las mujeres ha hecho visible un nuevo tipo de necesidades: las estratégicas, vinculadas con la posibilidad real de transformar su condición de subordinación en sus relaciones con los hombres y entre ellas mismas.

La atención a las necesidades estratégicas y su satisfacción paulatina enfilan hacia la deconstrucción de la opresión patriarcal. En la vía de satisfacer remediar las primeras y deconstruir la segunda, las mujeres se empoderan.

El empoderamiento es el proceso en el que los sujetos desposeídos, dependientes, inferiorizados, discriminados, excluidos, marginados, oprimidos, como las mujeres, adquieren, desarrollan, acumulan y ejercen habilidades, formas de expresión, destrezas, tecnologías y sabidurías de signo positivo, necesarias para generar o incrementar su autonomía y su independencia. 

A través de acciones de muy diversa índole, los sujetos oprimidos se empoderan, es decir, crean, reúnen y practican poderes no opresivos de los que carecían, para reducir e ir eliminando las posibilidades de que sus opresores sigan controlando sus vidas, subordinándolos, oprimiéndolos.

El empoderamiento consiste en la adquisición y el ejercicio de esas habilidades y poderes afirmativos no encaminados al dominio ni a la expropiación. Supone la modificación de las situaciones genéricas de los sujetos, se encamina hacia la transformación de las condiciones de jerarquización en las relaciones e implica el mejoramiento de la calidad de la vida y la construcción del bienvivir en la democracia genérica, cotidiana y vital.

Quienes ostentan los poderes del dominio no se empoderan: el empoderamiento es la resistencia ante esos poderes y el propósito de eliminarlos de la vida social. Quienes por su condición o por su situación genérica ejercen el dominio patriarcal, frecuentemente lo desarrollan e incrementan para reforzar y aumentar sus privilegios y sus posibilidades reales de control, dirección, expropiación, subordinación y opresión de otros. El empoderamiento de los oprimidos es la vía principal para resistir a ese dominio, para combatirlo y eliminarlo.

 

Acción afirmativa

Se llama así a las prácticas cuya finalidad es elaborar y poner en marcha políticas de apoyo a las mujeres para que en la cotidianidad puedan enfrentar e ir desmontando la desigualdad, la inequidad y la injusticia, la opresión y la subordinación genéricas que condicionan sus vidas. Las acciones afirmativas están destinadas a incidir en las vidas de las mujeres como medidas de empoderamiento y como mecanismos positivos en la construcción de la democracia genérica. Repercuten también en las vidas de los hombres porque con ellas se reducen los privilegios de la inequidad, y por lo tanto contribuyen al cambio de las relaciones sociales en su conjunto.

 

Derechos Humanos

La Declaración Universal de los Derechos Humanos sintetiza y expresa la tendencia globalizadora de las concepciones más avanzadas sobre la vida humana; muestra el grado de humanización en el que al menos aspiran a ubicarse los países que se han adherido a ellas y han incorporado sus principios en sus legislaciones nacionales. La adopción de la Declaración afirma el deseo, la voluntad y la aspiración de cancelar en el mundo la desigualdad, la inequidad y la injusticia.

La Declaración de los Derechos Humanos, sin embargo, aún está incompleta. Mientras que las características sexistas y opresivas del orden patriarcal persistan en la sociedad, es de vital importancia definir e incorporar Derechos que expresen, respeten y defiendan a las personas, precisamente por sus diferencias. Este es otro punto básico en la construcción de la democracia genérica.

En nuestro tiempo se ha planteado la necesidad de definir y ejercer derechos específicos no consignados en la generalidad de esa Declaración cuya universalidad, por lo tanto, ha sido cuestionada con la mira de ampliarla y completarla.

 

Derechos Humanos Específicos de las Mujeres

En el marco de la transformación de la sociedad patriarcal y sexista hacia la democracia genérica, resalta como eje vertebral del proceso el planteamiento, el desarrollo y la integración de los Derechos Humanos Específicos de las Mujeres en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La asimetría genérica ha tenido como uno de sus efectos substanciales la invisibilización histórica de las mujeres, que permitió incluirlas de manera discursiva y automática en la Declaración de los Derechos Humanos (originalmente Derechos del Hombre) referida, en realidad, a los derechos de los hombres y no destinada a atender las necesidades de las mujeres en su dimensión genérica ni, por lo tanto, en su especificidad.

A esa asimetría se opone la simetría, es decir, la equidad genérica. Las siguientes son líneas fundamentales para la construcción de la equidad, la igualdad y la justicia genérica, que requieren expresarse explícitamente en la formulación de los Derechos Humanos:

La urgencia de que las mujeres tengan la posibilidad real de convertirse en seres-para-sí y dejen de formarse como seres-para-los-otros

La justicia de reconocer a las mujeres como sujetas sociales y verlas en sí mismas, en su calidad de humanas

La inaplazable decisión de des-invisibilizar a las mujeres, es decir, de visibilizarlas y de estimular y respetar sus capacidades protagónicas en las actividades sociales en que participan, aceptando que pueden hacerlo en todas las existentes y las porvenir

La prioridad de visualizar, reconocer, atender y resolver las especificidades que se derivan de la condición y las situaciones genéricas de las mujeres

 

Democracia genérica y humanidad

En el mundo patriarcal, los hombres son protagonistas de sus propias vidas y de las de los demás, incluyendo las vidas de las mujeres. Los hombres son representantes de la sociedad y de la cultura. A ellos se les reconoce como humanos por el solo hecho de ser hombres.

Las mujeres existen en la humanidad sólo en la medida en que están subsumidas en los hombres, como si fueran parte o extensión de ellos.

Las búsquedas actuales de las mujeres y de los hombres que construyen la democracia genérica se encaminan a la construcción de la especificidad explícita, reconocida, respetada y valorada de la humanidad de las mujeres.

El término humanidad es por ahora un concepto medio vacío, pues los hombres no pueden pretender dar en exclusiva el nombre a la humanidad ni definir su contenido. El mundo ha cambiado.

La humanidad está conformada por los hombres y las mujeres, es decir por los humanos y las humanas, y es preciso concebirlo así en la construcción de la democracia genérica, cotidiana y vital.

Ser humana es para las mujeres ocupar el centro de la propia vida y protagonizarla. Eso ha significado ser humano para los hombres. Para las mujeres como género, ser humanas significa convertirse en sujetas sociales, sujetas políticas, sujetas de la historia, en la misma medida en que los hombres han sido hasta ahora sujetos.

La modernidad de las mujeres sólo puede construirse sobre los cimientos de su autonomía respecto de los hombres y de las instituciones, de su libertad sexual, del desarrollo de su capacidad para tomar decisiones sobre sus propias vidas, del ejercicio pleno de su ciudadanía, y de su transformación en seres-en-el-mundo.

La transformación del poder para el dominio y la opresión, en los poderes constructivos, afirmativos y no opresivos de todos será un paso inédito en la historia humana y el punto de partida de la construcción de la democracia genérica. Requiere, antes que nada, del cambio del orden de la superioridad y la inferioridad y del de la diferencia transformada en desigualdad, por el orden social del reconocimiento y la aceptación de que las diferencias son legítimas e incluso deseables entre seres cuya igualdad social es imprescindible para la construcción de la democracia genérica. Esta no es otra cosa que la distribución paritaria de poderes positivos, solidarios, afirmantes, creativos y no opresivos.

La problemática de género en que estamos inmersos hombres y mujeres, forma hoy parte sustantiva de la construcción de la democracia y de la redefinición de los modelos de desarrollo. Y también de la resignificación de la vida personal y colectiva.

En la construcción de la democracia genérica, una manera de concebir la Perspectiva de Género es comprenderla como una herramienta científica, política, ideológica y cultural, que puede permitir la superación de la intolerancia a la diversidad humana, de todas las manifestaciones del sexismo, del dominio, la opresión y la explotación en que se cultiva la desigualdad social.

La Perspectiva de Género es la respuesta más fina y democrática que hoy se perfecciona para llevar la opresión patriarcal a su final histórico.

 

BIBLIOGRAFÍA

A pesar de su extensión, esta Bibliografía no es exhaustiva.

Es fundamentalmente una invitación a profundizar en los conocimientos y herramientas de trabajo que esta Guía ofrece.

Contiene los títulos clásicos y los imprescindibles de la Teoría y la Perspectiva de Género y del Desarrollo Humano Sostenible, y da preferencia a las obras editadas en castellano y a las que se refieren a América Latina. Desde luego, incluye todas aquéllas que fueron consultadas y utilizadas de diversas maneras para redactar esta Guía, pero deja fuera muchas contribuciones de temas específicos.

Prácticamente todos los libros aquí incluidos contienen sus propias bibliografías, con las que es posible ampliar cualquier consulta necesaria, por ejemplo para conocer en detalle investigaciones y otras experiencias particulares.

Todos los días aparecen en América Latina y en otros países nuevos trabajos sobre los temas y problemáticas a los que se refiere esta Guía. Por todo ello, esta bibliografía sólo es el inicio de la más completa que vayan elaborando quienes la consulten.

ACOSTA, Gladys. 1996. Los derechos humanos de la mujeres en las Conferencias Mundiales de las Naciones Unidas. Diversidad en Beijing, Una experiencia de participación: 89-131. Instituto Interamericano de Derechos Humanos-Comunidad Europea, San José de Costa Rica.

ADAMS, Bárbara, et al,1995. Cómo incluir la dimensión de género en una propuesta: Guía para participar en Conferencias Mundiales de las Naciones Unidas. UNIFEM, Genève-New York.

ALVAREZ-GAYOU, Juan Luis, 1984. La condición sexual del mexicano. Grijalbo, México.

AMORÓS, Celia, 1990. La violencia contra las mujeres y los pactos patriarcales. MAQUEIRA, Virginia y Cristina SÁNCHEZ: Violencia y sociedad patriarcal:39-54. Pablo Iglesias, Madrid.

1992. Presentación a Feminismo y ética. ISEGORÍA 6:5-16. Instituto de Filosofía-Anthropos, Barcelona..

1994. Feminismo. Igualdad y diferencia. Universidad Nacional Autónoma de México. México.

ASTOLFI, Beti, 1995. Putting gender on the agenda: a guide to participating in Un World Conference. UNIFEM, New York.

AZUELA, Antonio, Julia CARABIAS, Enrique PROVENCIO y Gabriel QUADRI, 1993. Desarrollo sustentable. Hacia una política ambiental. Universidad Nacional Autónoma de México, México.

BARBIERI, Teresita de, 1984. De mujer y vida cotidiana. FCE, México.

BARBIERI, Teresita de y Orlandina de OLIVEIRA, 1989. La presencia política de las mujeres: Nuevos sujetos sociales y nuevas formas de hacer política. Caminando. Luchas estratégicas de las mujeres. ISIS Internacional, Ediciones de las Mujeres 11, Santiago de Chile.

BASAGLIA, Franca (Compiladora), 1980. La mujer y la locura. Antipsiquiatría y política Silvia Marcos Extemporáneos, México.

1983. Mujer, locura y sociedad. Universidad Autónoma de Puebla, Puebla.

1986. Una voz. Reflexiones sobre la mujer. Universidad Autónoma de Puebla, Puebla.

BASAGLIA, Franca y Franco, 1984. La mayoría marginada. Fontamara, México.

BEBEL, Auguste, 1978. La mujer y el socialismo. Cultura Popular, México.

BEDOLLA, Miranda y Patricia J. 1993. Estudios de género y feminismo II. Universidad Nacional Autónoma de México-Fontamara, México.

BENERÍA, Lourdes, 1992. Las encrucijadas de clase y género: trabajo a domicilio, subcontratación y dinámica de la unidad doméstica en la Ciudad de México. El Colegio de México, México.

BENHABIB, Seyla, 1992. Una revisión del debate sobre las mujeres y la teoría moral. AMOROS, Celia. Feminismo y ética. ISEGORÍA 6:37-64, Instituto de Filosofía-Anthropos, Barcelona.

BIRGIN, Haydée, 1994. Las mujeres en las estrategias del desarrollo sustentable. La reformulación del orden mundial. De Nairobi a Beijing. Diagnósticos y propuestas. Isis Internacional, Ediciones de las Mujeres. 21: 89-103, Santiago de Chile.

BORDIEU, Pierre y Loïc J.D. WACQUANT, 1995. Respuestas. Por una antropología reflexiva. Grijalbo, México.

BRASILEIRO, Ana María (editora), 1996. Building democracy with women. Reflecting on experience in Latin America and the Caribbean. UNIFEM, New York.

BUSTOS R. Olga, 1994. La formación del género: el impacto de la socialización a través de la educación. Antología de la sexualidad humana. I:267-298. Consejo Nacional de Población, México.

CAMPOS, Julieta, 1995. ¿Qué hacemos con los pobres? La reiterada querella por la nación. Aguilar, México.

CARTAYA, Vanessa, 1994. La problemática del género en la política social: el caso de América Latina y el Caribe. Guadalajara, Jalisco.

CARAVACA, Adilia y Laura GUZMÁN, 1995. Violencia de género y democratización: perspectiva de las mujeres. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, San José de Costa Rica.

CASULLO, Nicolás (Compilador), 1989. El debate modernidad-posmodernidad. Puntosur Editores, Buenos Aires.

CAZÉS, Daniel, 1994. La dimensión social del género. Posibilidades de vida para hombres y mujeres en el patriarcado. Antología de la sexualidad humana I:335-388. Consejo Nacional de Población, México.

1993. Normas del "hombre verdadero" en Kafka y Sartre. XIII Congreso Internacional de Ciencias Antropológicas y Etnológicas. IIA Universidad Nacional Autónoma de México (en prensa).

1994. Masculinidad y pareja en la Carta al Padre, de Kafka. Teresa DÖRING, La Pareja o Hasta que la muerte nos separe :163-182. Fontamara, México.

Reflexiones sobre la metodología en los estudios de hombres, de masculinidad o de masculinidades. La Ventana, Guadalajara (en prensa).

1996. Hombres del siglo 21: visiones y prácticas de la paternidad. Programa Universitario de Estudios de Género Universidad Nacional Autónoma de México (en prensa).

CENTRO LATINOAMERICANO DE CAPACITACIÓN Y DESARROLLO DE LOS GOBIERNOS LOCALES, 1992. De la mujer al género: democratización municipal y nuevas perspectivas de desarrollo local. IULA-CELCADEL-USAID, Quito.

1993. Brasil: mujeres en el poder local: proyectos y contextos. IULA-CELCADEL-USAID, Quito.

COLLANGE, Christianne, 1986. No es fácil ser hombre. Seix Barral, México

COLLIN, Françoise, 1993. Diferencia y diferendo: La cuestión de las mujeres en filosofía. Historia de las mujeres 5:291-321. Taurus, Madrid.

COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS DEL D.F.-INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA, 1992. Código de conducta para combartir el acoso sexual. Protección de la dignidad de la mjuer y del hombre en el trabajo. Instituto de la Mujer, Madrid.

1996. Derechos Humanos. Cartilla de los indígenas. CDH-INI, México.

COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS, 1993. Mujeres y desarrollo. Cooperación con los países de América Latina, Asia y el Mediterráneo. Gestión del ciclo de un proyecto y Resumen de procedimientos. CCE, Bruselas.

CONAPO, 1994. Género, sexualidad, familia, medio ambiente y desarrollo en la educación para adultos. Consejo Nacional de Población, México.

1994. Antología de la sexualidad humana. Tres tomos. Consejo Nacional de Población, México.

CORONA, Esther, 1994. Identidades de género: en busca de una teoría. Antología de la sexualidad humana I:299-314. Consejo Nacional de Población, México.

CHEJTER, Silvia, 1994. Violencia de género y políticas públicas. COVAC, México.

CHODOROW, Nancy, 1985. Psicoanálisis y sociología del ejercicio de la paternidad y la maternidad en la crianza de los hijos. Gedisa, Barcelona.

DANKLEMAN, Irene, 1993. The UNIFEM gender, environment & development, GED guide: strengthening and maintaining environmental awareness. UNIFEM, Nueva York.

DÖRING, María Teresa, 1990. El mexicano ante la sexualidad. Hipánicas, México.

DUARTE S., Patricia, 1994. La lucha contra la violencia de género en México. De Nairobi a Beijing. UNIFEM, Nueva York.

DURÁN, María Angeles (directora del estudio), 1988. De puertas adentro. Instituto de la Mujer, Madrid.*

ELU DE LEÑERO, María del Carmen, 1986. Trabajo de la mujer y fecundidad: especial referencia a México. La mujer y el trabajo en México. Secretaría del Trabajo y Previsión Social, México.

ENGELS, Federico, 1970. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Progreso, Moscú.

ERRAZURIZ, Margarita, 1992. El gobierno local como espacio para la acción con mujeres: promesa que requiere reflexión. RACZYNSKI, D. y C. SERRANO. Políticas sociales, mujeres y gobierno local.

FACIO, Alda, 1994. Violencia de género y legislación. COVAC, México.

FAMILY CARE INTERNATIONAL, 1995. Compromisos para la salud y los derechos sexuales y reproductivos de todos. Marco de acción. FCI, New York

FALÚ, Ana, 1995. Habitat urbano, una visión de género. CICSA, Córdoba, Argentina

FALUDI, Susan, 1992. La guerra contra las mujeres. La reacción encubierta de los hombres frente a la mujer moderna. Planeta, México.

FAUNÉ, María Angélica, 1995. Mujeres y familias centroamericanas: principales problemas y tendencias. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, San José de Costa Rica.

FERNÁNDEZ PONCELA, Anna M. (compiladora), 1995, Participación política. Las mujeres en México al final del milenio. El Colegio de México.

FONDO DE POBLACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS, 1995. Un nuevo papel para los hombres: asociados para la potenciación de la mujer. FNUAP, New Yort

FOPPA, Alaíde, 1975. Imagen y realidad de la mujer. FCE, México.

FERNÁNDEZ, Anna (compiladora), 1995. Participación política: las mujeres en México al final del milenio. El Colegio de México. México.

FIRESTONE, Shulamith, 1976. La dialéctica del sexo. Kairós, Barcelona.

FLETCHER, Silvia y María Rosa RENZI, 1995. Democratización, desarrollo e integración centroamericana: perspectiva de las mujeres. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, San José de Costa Rica.

FOUCAULT, Michel, 1979, 1984, 1987. Historia de la sexualidad. Tres tomos, Siglo XXI, México.

FRAZER, Nancy y Linda GORDON, 1992. Contrato versus caridad: una reconsideración entre ciudadanía civil y ciudadanía social. AMORÓS, Celia. Feminismo y ética. ISEGORÍA, 6:65-82. Instituto de Filosofía-Antrhopos, Barcelona.

FREEDAY, Nancy, 1981. Sexo: varón. Argos Vergara, Barcelona.

FNUAP, 1995. Género, población y desarrollo: el papel del Fondo de las Naciones Unidas. Nueva York.

GABALDÓN, Arnoldo José, 1995. Desarrollo sostenible y reforma del Estado. Desarrollo sostenible y reforma del Estado en América Latina y el Caribe. Primer Foro del Ajusco: 13-68. El Colegio de México, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. México.

GALEANA, Patricia y Alicia PÉREZ DUARTE, 1994. La institucionalización del género y marcos institucionales legales. Antología de la sexualidad humana. I:427-454. Consejo Nacional de Población, México.

GARCÍA HERNÁNDEZ, Vicente. Aprendizaje social de la conducta de género. Antología de la sexualidad humana. II:635-660. Consejo Nacional de Población, México.

GARCÍA MESEGUER, Alvaro, 1984. Lenguaje y discriminación sexual. Montesinos, Barcelona.

GENESYS, 1994. Gender analysis tool kit. USAID, Washington D.C. Constituido por los siguientes materiales:

CARO, Deborah, y Amé STORMER. Gender research guide for the agriculture, environment, and natural resource sectors: A tool for selecting methods.

CARO, Deborah, James RIORDAN y Melissa CABLE. Gender and household dynamics: A tool for analyzing income and employment data from surveys.

CARO, Deborah y Virginia LAMBERT. Gender in monitoring and evaluation: A tool for developing projetc ME E plans

JEROME, John. Country gender profiles: A tool for summarizing policy. Implications from sex-disaggregated data.

Quantifying gender issues: A tool for using quantitative data in gender análisis (A slide presentation).

JEROME, John y Pietronella van den OEVER. Sex and gender. What´s the difference? A tool for examinig the sociocultural context of sex defferences.

MARTIN, Patricia. Documenting development program impact: A tool for reporting differential effects on men and women.

OEVER, van den, Pietronella. Necessary and sufficient conditions for sustainable development: A tool for gender-informed project planning

Gender considerations in development framework: A tool for assessing institutionalization of gender concerns in development organizations.

WEIDEMANN, Wesley. Gender and policy implementation: A tool for assessment of policy-derived. Impacts on men and women.

GIDDENS, Anthony, 1995. Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época de la sociedad contemporánea. Península, Barcelona.

GODELIER, Maurice, 1979. Antropología y biología. Anagrama, Barcelona.

1986. La producción de grandes hombres. Poder y dominación masculina entre los Baruya de Nueva Guinea. Akal Universitaria, Madrid.

GOLDENBERG, Olga y Victor Hugo ACUÑA, 1994. Género en la informalidad. Historias laborales centroamericanas. Flacso, San José de Costa Rica.

GÓMEZ G. Elsa, 1993. Género, mujer y salud en las Américas. OPS, Washington, D.C.

GONZÁLEZ A., Gerardo, 1994. La intervención del Estado en la procuración de servicios a las víctimas de violencia de género. COVAC, México.

GONZÁLEZ, María Asunción (compiladora), 1993. Cuerpo y subjetividad femenina: salud y género. Siglo XXI, México.

GONZÁLES BUTRÓN, María Arcelia, (coordinadora) 1993 Estudios de género en Michoacán. Lo femenino y lo masculino en perspectiva. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia.

1996. Mujeres, género y desarrollo. Memorias del Primer Encuentro de Investigaciones y Estudios de Género desde Michoacán. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia.

GONZÁLEZ M., Soledad (coordinadora), 1993. Mujeres y relaciones de género en la antropología latinoamericana. El Colegio de México, México.

GONZÁLEZ M., Soledad, y Vania SALES, (coordinadoras), 1995. Relaciones de género y transformaciones agrarias. El Colegio de México, México.

GONZÁLEZ NUÑEZ, Jesús, 1988. Los afectos: su expresión masculina. Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social, México.

GONZÁLEZ SERRATOS, Ruth L. 1994. La sexualidad del adulto. Antología de la sexualidad humana. II:731-762. Consejo Nacional de Población, México.

GREENWELL, Lisa, 1993. Social ties, wages and gender among salvadorean and filipino immigrants in Los Angeles. RAND, Santa Mónica.

1994. The polity reader in gender studies. Polity Press, Cambridge, Mass.

GUZMÁN, Virginia, 1991. Desde los proyectos de desarrollo a la sociedad. GUZMÁN, Virginia, Patricia PORTOCARRERO y Virginia VARGAS (compiladoras), Una nueva lectura. Género en el desarrollo. Entre Mujeres-Flora Tristán, Lima.

GUZMÁN, Virginia y Rosalba TODARO,1995. El trabajo de las mujeres en el tiempo global. Ediciones de las Mujeres 22:93-113. ISIS Internacional, Centro de Estudios de la Mujer. Santiago de Chile.

GUZMÁN, Laura y Gilda PACHECO, 1996. (compiladoras). La IV Conferencia Mundial sobre la Mujer: Interrogantes, nudos y desafíos sobre el adelanto de las mujeres en un contexto de cambio. Diversidad en Beijing. Una experiencia de participación:53-86. Instituto Interamericano de Derechos Humanos-Comunidad Europea, San José de Costa Rica.

1996. Estudios Básicos de Derechos Humanos IV. Instituto Interamericano de Derechos Humanos-Comisión de la Unión Europea, San José de Costa Rica.

HAQ, Mahbub ul, 1995. Reflections on human development. Oxford University Press, Oxford.

HARRIS, Marvin, 1992. Nuestra especie. Alianza, Madrid.

HELLER, Agnes y Ferenc FEHÉR, 1994. Políticas de la postmodernidad. Península, Barcelona.

HERNÁNDEZ C., Guadalupe, 1991. Educación y género. ENEP-Iztacala, México.

HERNÁNDEZ, Zoila, 1995. El lado oculto de la luna. Género, actores y cambio. Lutheran World Relief, Lima.

HIERRO, Graciela, 1985. La naturaleza femenina. Universidad Nacional Autónoma de México, México.

INEGI, 1992. La mujer en México. XI Censo General de Población y Vivienda 1990. Aguascalientes.

1995. Perfil estadístico de la población mexicana: una aproximación a las inequidades socioeconómicas, regionales y de género. Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, Aguascalientes.

1995. La mujer mexicana: un balance estadístico al final del siglo XX. INEGI-UNIFEM, México.

INSTITUTO de la MUJER, 1992. La educación no sexista en la reforma educativa. Ministerio de Asuntos Sociales, Madrid.

1993. La educación de las adultas. Ministerio de Asuntos Sociales. Madrid.

IPPF/RHO,1995. Carta de derechos sexuales y reperoductivos. Regent´s College, London.

1996. El enfoque de género en programas de salud sexual y reproductiva. Irpa Lurana, La Paz, Bolivia.

ISIS INTERNACIONAL, 1990. Transiciones. Mujeres en los procesos democráticos. Ediciones de las Mujeres 13, Santiago de Chile.

1993. El espaccio posible. Mujeres en el poder local. Ediciones de las Mujeres 19, Santiago de Chile.

1995. De Nairobi a Beijeng. Diagnósticos y propuestas. Ediciones de las Mujeres, 21. Santiago de Chile.

JIMÉNEZ G., Lucero (coordinadora), 1994. Desarrollo sustentable y participación comunitaria. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México, México.

JOEKES, Susana, 1987. La mujer y la economía mundial. Siglo XXI, México.

JORGENSEN, Joseph, 1979. Biología y cultura. Scientifica American, Madrid.

KANOUSI, Dora, 1989. Notas para una crítica feminista de la cultura. Memoria 25, México.

KAUFMAN, Michael, 1989. Hombres: placer, poder y cambio. CIPAF. Santo Domingo.

KATCHADOURIAN, Herant (compilador), 1979. La sexualidad humana. FCE, México.

1984. La sexualidad humana. Un estudio comparativo de su evolución. FCE, México.

KATCHADOURIAN, Herant y Donald LUNDE, 1981. Las bases de la sexualidad humana. Continental, México.

KIMMEL, Michael S. y Thomas E. MOSMILLER (Editores), 1992. Against the tide. Pro-feminist men in the United States. 1776-1990. A documentary history. Beacon, Boston.

KIRKWOOD, Julieta, 1989. Del amor a la necesidad. Caminando. Luchas y estrategias de las mujeres. Ediciones de las Mujeres 11:9-14. ISIS Internacional, Santiago de Chile.

KOLLONTAI, Alejandra, 1972. La mujer nueva y la moral sexual. Juan Pablos, México.

1974. Memorias. Tribuna Feminista, Madrid.

1976. La mujer en el desarrollo social. Guadarrama, Barcelona.

1979. Sobre la liberación de la mujer. Seminario de Leningrado, 1927. Fontamara, Barcelona.

LAGARDE, Marcela, 1989. Hacia una nueva cultura feminista: Enemistad y sororidad. Memoria 28:24-46, México.

1990. Los cautiverios de las mujeres: madresposas, mojas, putas, presas y locas. Universidad Nacional Autónoma de México.

1991. La interrupción voluntaria del embarazo y el aborto voluntario. Sobre el aborto. Una antología. Grupo Cinco, México.

1991. Mujeres, feminismo y democracia en América Latina. La Universidad 1: 4-9. Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Managua.

1992. Mujeres, universidad y modernidad. Memoria 40:3-8, Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista, México.

1992. Identidad de género. Cenzontle, Managua.

El feminismo: una alternativa al Estado patriarcal mexicano. ALONSO, Jorge, Alberto AZIZ y Jaime TAMAYO: El nuevo Estado mexicano III:225-264. Nueva Imagen, México.

Género en el desarrollo. Desarrollo sostenible. Horizontes cooperativos 6:56-77. Centro de Estudios y Capacitación Cooperativa. San José de Costa Rica.

1994. El feminismo en la nueva Constituyente. FEM 140, 141, 142, 143, México.

1994. Democracia genérica. Red Latinoamericana de Educación Popular entre Mujeres, México.

1994. Maternidad, feminismo y democracia. Repensar y politizar la maternidad. Un reto de fin de milenio:19-36. Grupo de Educación Popular entre Mujeres. México.

1994. La regulación social del género: el género como filtro de poder. Antología de la sexualidad humana I:389-426. Consejo Nacional de Población. México

1994. Género e identidades. FUNDETEC-UNICEF, Quito.

1995 Género y desarrollo desde la teoría feminista. Centro de Información y Desarrrollo de la Mujer, La Paz, Bolivia.

1996. Género y rebelión: el arduo camino de las zapatistas y el feminismo. HURTING, J., FRAZIER, L. J., MONTOYA, R.: Gender´s place: feminist anthropologies of Latin América across the Americas. Michigan University, Ann Arbor (en prensa).

LAMAS, Marta, 1986. La antropología feminista y la categoría "género". Nueva Antropología 30: 173-198, México.

1994. El problema de la igualdad entre los sexos. Antología de la sexualidad humana. III:173-202. Consejo Nacional de Población, México.

1995. Usos, dificultades y posibilidades de la categoría de género. La Ventana

1: 10-61, Universidad de Guadalajara. México.

1996. (compiladora). El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. UNAM, PUEG: Porrúa, México.

LARA C. Ma. Asunción, 1994. Masculinidad y femeneidad. Antología de la sexualidad humana. I: 15-334. Consejo Nacional de Población, México.

LARVIN, Asunción (compiladora) 1985. Las mujeres latinoamericanas, perspectivas históricas. FCE, México.

LEÓN, Magdalena, 1996. Mujeres, género y desarrollo. GUZMAN, Laura y Gilda PACHECO, Estudios básicos de derechos humanos IV:187-218. Instituto Interamericano de Derechos Humanos y Comisión de la Unión Europea, San José de Costa Rica.

LEONARD, George B. y Marshall MC LUJAN, 1970. La cuestión hombre y myjer y otras provocaciones. Extemporáneos, México.

LEWONTIN, R.C., et. al, 1991. No está en los genes. Racismo, genética e ideología. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y Grijalbo, México.

LÓPEZ M., Cecilia, 1994. Reforma social con perspectiva de género: aportes para la discusión. Guadalajara, Jalisco.

LOZANO DOMINGO, Irene, 1995. Lenguaje femenino, lenguaje masculino. ¿Condiciona nuestro sexo la forma de hablar? Minerva. Madrid.

LUNA, Lola (compiladora), 1991. Género, clase y raza en América Latina. Seminario Interdisciplinario de Mujeres y Sociedad. Universitat de Barcelona, Barcelona.

1994. Lo político del género en América Latina. De Nairobi a Beijing, Isis Internacional Ediciones de las Mujeres, 21: 9-34. Santiago de Chile.

MACKINNON, Catharine A., 1995. Hacia una teoría feminista del Estado. Ediciones Cátedra, Madrid.

MANFRED, A., Max-Neef, 1993. Desarrollo a escala humana. Conceptos, aplicaciones, reflexiones. Norman-Comunidad-Icaria, Barcelona.

MARQUÉS, Josep-Vincent, 1991. Curso elemental para varones sensibles y machistas recuperables. Temas de Hoy, Madrid.

MARSHALL, Bárbara, 1994. Engendering modernity: feminism, social theory and social change. Northeastern University Press, Boston.

MARTIN, Kay y Bárbara BOOLHIES, 1978. La mujer un enfoque antropológico. Anagrama, Barcelona.

MASON, O., Karen, 1995. Gender and family change in industrialized countries. Larendon, Oxford.

MASSOLO, Alejandra y Martha SCHTEINGART (compiladoras), 1987. Participación social, reconstrucción y mujer. El sismo de 1985. El Colegio de México-UNICEF, México.

MEAD, Margaret, 1947. Sexo y temperamento. Paidós, Buenos Aires.

1961. El hombre y la mujer. Fabril, Buenos Aires.

1972. Otra versión macho - hembra. Tiempo Nuevo, Caracas.

1979. Adolescencia, sexo y cultura en Samoa. Laia, Barcelona.

MILL, John Stuart y Harriet TAYLOR MILL, 1973. Ensayo sobre la igualdad humana. Península, Barcelona.

1973. Sobre la libertad. Alianza, Madrid.

MILLET, Kate, 1975. Política sexual. Aguilar, México.

MIMOUN, Sylvain y Elisabeth CHAUSSIN, 1995. L’ univers masculin: santé, sexualité, psychologie, paternité, couple, âge. Seuil, Paris.

MINISTERIO DE ASUNTOS SOCIALES, 1992. Mujeres latinoamericanas en cifras. 19 tomos. Intituto de la Mujer/FLACSO, Madrid y Santiago de Chile.

II Plan para la igualdad de oportunidades de las mujeres. Instituto de la Mujer, Madrid.

MINISTERIO DE BIENESTAR SOCIAL, 1996. Plan de igualdad de oportunidades 1996-2000. Dirección Nacional de la Mujer, Quito.

MITCHEL, Juliet, 1977. La condición de la mujer. Anagrama, Barcelona.

1977. La revolución de las mujeres. Grijalbo, México.

1977. Psicoanálisis y feminismo. Anagrama, Barcelona.

MIZRAHI, Liliana, 1987. La mujer transgresora. Acerca del cambio y la ambivalencia. GEL, Buenos Aires.

MOIA, Martha Y., 1981. El no de las niñas. Seminario Antropológico. Les dones, Barcelona.

MOLINA PETIT, Cristina, 1992. Lo femenino como metáfora en la realidad posmoderna y su (escasa) utilidad para la teoría feminista. ISEGORÍA 6:129-152. Instituto de Filosofía-Anthropos, Barcelona.

MONTAÑO, Sonia, 1996. Los derechos reproductivos de la mujer. GUZMAN, Laura y Gilda PACHECO: Estudios básicos de derechos humanos IV:163-186. Instituto Interamericano de Derechos Humanos y Comisión de la Unión Europea, San José Costa Rica.

MOORE, Henrietta L., 1991. Antropología y feminismo. Cátedra, Madrid.

1994. A passion for difference: essays in anthropology and gender. Indiana University Press.

MOSER, Caroline, O.N. 1991 La planificación de género en el Tercer Mundo: Enfrentando las necesidades prácticas y estratégicas de género. GUZMAN, Virginia, Patricia PORTOCARRERO y Virginia VARGAS, Una nueva lectura: Género en el desarrollo:55-124. Entre Mujeres-Flora Tristán, Lima.

NACIONES UNIDAS, 1993. Informe de la Segunda Conferencia Munidal de Derechos Humanos. Viena.

1994. Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, , El Cairo. Versión preliminar del Informe.

1995. Informe de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social. Copenhague.

1995. Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer. Versión preliminar del Informe, Beijing.

OFICINA JURÍDICA PARA LA MUJER, 1995. Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Programa Proandes de UNICEF-Oficina Jurífica para la Mujer, Cochabamba.

OLIVEIRA, Orlandina de, (Coordinadora) 1989. Trabajo, poder y sexualidad. El Colegio de México, México.

OKIN, Susan, 1989. Justice, gender and the family. Basic Books, Chicago.

ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD-ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, 1996. Por la salud y el medio ambiente de Centroamérica. Masica San José de Costa Rica.

OSCH, Thera van, 1996. Nuevos enfoques económicos. Contribuciones al debate sobre género y economía. Solera, San José de Costa Rica.

OSTERGAARD, Lisa (coordinadora), 1991. Género y desarrollo. Guía práctica. Ministerio de Asuntos Sociales-Instituto de la Mujer-Comisión de las Comunidades Europeas, Bruselas.

OZIEBLO, Bárbara, (editora),1992. Conceptos y metodología en los estudios sobre la mujer. Atenea, Málaga.

PAGE, Mariano A., 1994. Propuesta de un sistema de indicadores sociales de igualdad entre géneros. Instituto de la Mujer, Madrid.

PAREDES, Rosa (coordinadora), 1991. Metodología para eliminar esteretipos sexuales en los vida. Flora Tristán, Lima.

PORTUGAL, Ana María, 1986. ¿Qué es ser feminista en América Latina? Movimiento feminista, balance y perspectivas. América Latina y El Caribe. Ediciones de las Mujeres 5:9-15. ISIS Internacional, Santiago de Chile.

PRIMER FORO DEL AJUSCO, 1995. Desarrollo sostenible y reforma del Estado en América Latina y el Caribe. El Colegio de México y Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, México.

PROGRAMA DE NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO (PNUD), 1993. Informe Sobre Desarrollo Humano (IDH). Centro de Comunicación, Investigación y Documentación entre Europa, España y América Latina (CIDEAL), Madrid.

1994. Informe sobre Desarrollo Humano. FCE, México.

Estado de la nación en desarrollo humano sostenible. San José de Costa Rica.

Estado de la nación en desarrollo humano sostenible. San José de Costa Rica.

1995. Informe sobre Desarrollo Humano. Harla, México.

1996. Informe sobre Desarrollo Humano. Mundi-Prensa, Madrid.

RACZYNSKI, Dagmar, Claudia SERRANO (editores), 1992. Políticas sociales, mujeres y gobierno local. CIEPLAN, Santiago de Chile.

RADFORD, Jill y Diana E. H. RUSSELL, 1992. Femicide. The politics of woman killing. Twayne, New York.

RAMÍREZ R., Juan Carlos. 1995. Género: un espacio para la creativiadad en salud. Memoria. Universidad de Guadalajara, Programa Interdisciplinario de Estudios de Género. Guadalajara.

1995. Género y salud: una propuesta para el trabajo con población femenina. Universidad de Guadalajara.

REITER, Rayna R. 1975. Toward an anthropology of women. Monthly Review Press, New York.

RICO, María Nieves, 1993. Desarrollo y equidad de género: una tarea pendiente. CEPAL, Santiago de Chile.

1996. Violencia de género: un problema de Derechos Humanos. CEPAL, Santiago de Chile.

RODÓ, Andrea y Ximena VALDÉS, 1992. Género, mujer y sociedad. Sur, Santiago de Chile.

ROJAS, Rosa y María RODRÍGUEZ BATISTA (compiladoras), 1994. La condición de la mujer en Jalisco. Universidad de Guadalajara.

ROSERO, Rocío y Adriana REYES, 1995. Género y equidad. Manual de metodología de trabajo con mujeres rurales. Proyecto de Desarrollo de la Mujer Rural en la Provincia del Chimborazo, Quito,

RUBIN, Gayle, 1986. El tráfico de mujeres: notas sobre la "economía política" del sexo. Nueva Antropología 30:95-145. México.

REITER, Rayna R., 1975. Towrad an anthropology of women. Monthly Review Press, New York.

RUBIO, Fini (coordinadora), 1977. Marxismo y liberación de la mujer. Dédalo, Madrid.

RUTSCH, Mechthild, 1996. Motivos románticos en la antropología. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.

SAFFIOTI, Heleieth, 1991.Violencia de género. COVAC, México.

SAU, Victoria, 1981. Un diccionario ideológico feminista. Icaria, Barcelona.

SERVICIO HOLANDES DE COOPERACIÓN AL DESARROLLO (SNV), 1995. Rumbo al espacio para mujeres. Managua.

SHIVA, Vandana, 1988. Abrazar la vida. Mujer ecología y desarrollo. horas y HORAS, Madrid.

STOLLER, Robert J., 1968. Sex and gender. Science House, New York.

STRAVEREN, Irene van, 1995. The gendered economy. Roerink et al, Oegstgeest.

SUBIRATS, Marina, 1992. Rosa y azul: la transmisión de los géneros en la escuela mixta. Instituto de la Mujer, Madrid.

TODARO, Rosalba y Regina RODRÍGUEZ (editoras), 1995. El trabajo de las mujeres en el tiempo global. Isis Internacional-Centro de Estudios de la Mujer. Santiago de Chile.

TOGLIATTI, Palmiro, 1978. La emancipación femenina. Akal, Madrid.

TOLSON, Andrew, 1977. The limits of masculinity. Tavistok, London.

UNIFEM-SEDESOL, 1996. El mejoramiento del hábitat. Las mujeres mexicanas en el gobierno local, en la gestión y en la producción. México

UNIÓN MUNDIAL PARA LA NATURALEZA, 1991. Cuidar la tierra. Estrategia para el futuro de la vida. UICN-PNUMA-WWF, Gland.

1994. Dos mitades forman una unidad. El equilibrio de las relaciones de género en los procesos de desarrollo. Consejo Canadiense de Cooperación Internacional, San José de Costa Rica

URRUTIA, Elena, 1979. Imagen y realidad de la mujer. FCE, México.

VALCÁRCEL, Amelia, 1991. Sexo y filosofía. Sobre mujer y poder. Anthropos, Barcelona.

1994. (compiladora). El concepto de igualdad. Pablo Iglesias, Madrid.

VALENZUELA, M. Elena, 1995. De mujer sola a jefa de hogar: género, pobreza y políticas públicas. Servicio Nacional de la Mujer, Santiago de Chile.

VARGAS V., Virginia, 1989. El aporte de la rebeldía de las mujeres. Flora Tristán, Lima.

1993. Los intereses de las mujeres y los procesos de emancipación. 1:21-35. PORTOCARRERO, Patricia (compiladora), Estrategias de desarrollo: intentando cambiar la vida. Flora Tristán, Lima.

VARGAS V. Virginia, Et al. 1993. Hacer política desde las mujeres. Dignas, San Salvador.

WILLIAMS, Fiona, 1989. Social polity. A critical introduction: issues of race, gender and class. Polity Press, Cambridge.

WORLD COMISSION ON ENVIRONMENT AND DEVELOPMENT, 1987. Our Common Future. Oxford University Press.

ZAMBRANO, María, 1992. Persona y Democracia. La historia sacrificial. Anthropos, Barcelona.

ZAPATA M, Emma, 1994. Mujeres rurales ante el nuevo milenio: desde la teoría del desarrollo rural hacia la concepción del género en el desarrollo. Colegio de Posgraduados, Montecillo.

ZAPATA M, Emma, Pilar ALBERTI M. y Marta MERCADO G. (coordinadoras), 1995. Desarrollo rural y género. Alcances y problemas de proyectos microeconómicos de mujeres. Colegio de Posgraduados, México. 

Tus compras en

Argentina

Colombia

México

Venezuela

VOLVER

SUBIR