LA HOMOSEXUALIDAD

archivo del portal de recursos para estudiantes
robertexto.com

enlace de origen
Sapetti - Rosenzvaig

Extractado de "Sexualidad en la pareja"
Editorial Galerna, 1987)

IMPRIMIR 

 Parte I

Vamos a abordar uno de los temas más conflictivos de la Sexología y la psicología y aclaramos que con este artículo no pretendo darle un cierre al tema ni hacer conclusiones finales.

La cuestión de la homosexualidad ha sufrido distintos vaivenes a lo largo del tiempo y fue sucesivamente aceptada, rechazada, perseguida o reconocida. En la elección homosexual confluyen tantos parámetros como en cualquier otra actividad sexual, lo que indica que nunca se podrá entender a través de uno solo de ellos. Es decir que no podemos analizarla con el exclusivo prisma de la moral o de lo legal, o desde una óptica psicoanalítica o desde el placer.

Sabemos que la homosexualidad, tanto la femenina como la masculina, es una práctica conocida desde la antigüedad. La denominación no deriva del prefijo latín homo que significa hombre, sino del vocablo griego homoios, que define lo que es igual o semejante: homeopatía (cura por el similar), homogéneo (algo parejo), homólogo. Desde lo etimológico, homosexual sería quien tiene afinidad sexual por personas de su mismo sexo. A las mujeres homosexuales también se las denomina lesbianas, en honor a la isla de Lesbos donde residía la poetisa Safo, célebre por la belleza de sus cantos al amor y al amor homosexual en particular. Allí, en "la morada de las discípulas de las musas" cantó a la "amada ausente", a quien "igualaba a una diosa insigne" y "aguardaba con el fuego prendido en el corazón, abrasado de deseo".

 

“Apenas te veo así un instante, me quedo sin voz, se me traba la lengua.
Un fuego penetrante fluye enseguida por debajo de mi piel.
No ven nada mis ojos y empiezan a zumbarme los oídos.
Me cae a raudales el sudor, tiembla mi cuerpo entero,
me vuelvo más verde que la hierba”.

                                     Safo de Lesbos

 

Ignacio, 35 años: ¿La homosexualidad es una enfermedad?

Héctor, 61 años: ¿Cuáles son las diferencias entre homosexualidad y bisexualidad?

Olga, 50 años: ¿La homosexualidad es hereditaria u hormonal?

María Teresa, 33 años: ¿La homosexualidad se da por un problema familiar?

Raúl, 31 años: ¿Es normal que sólo me sienta atraído por varones?

Pedro, 29 años: ¿Qué motivos me impulsan a ser homosexual?

Ricardo, 38 años: Yo considero que la homosexualidad se da en sociedades decadentes que han perdido los valores morales y religiosos. Es un acto antinatural y enfermo.

Valeria, 34 años: Yo soy partidaria del vive y deja vivir, pero me molesta el proselitismo gay: eso de andar haciendo propaganda sobre que el amor homosexual es lindo y encomiable me parece un absurdo y una moda que la psicología no puede defender.

Marta, 48 años: ¿Qué opinan de los ídolos populares que presentan incluso a sus parejas gay? No es esto contraproducente para los chicos que los escuchan?

Mario, 53 años: ¿La homosexualidad es, como algunos dicen, una elección o estas personas están determinadas para serlo?

Se ha discutido mucho sobre la definición de la homosexualidad como enfermedad y ha habido, y sigue habiendo, enormes controversias. Es cierto que no es un cuadro nosológico en sí mismo: uno puede ser homosexual neurótico, psicótico, psicopático o normal desde el punto de vista psiquiátrico, al igual que los heterosexuales. La Organización Mundial de la Salud retiró a la homosexualidad del listado de enfermedades. La Asociación Norteamericana de Psiquiatría (APA) ha hecho una declaración en contra de las llamadas terapias correctivas.

Sin embargo, ya en el DSMIII (Manual de diagnóstico de la Sociedad Norteamericana de Psiquiatría) se diferencia entre una homosexualidad egodistónica, que es aquella en la cual la persona tiene conflictos con su tendencia homosexual y sufre por ello, de otra egosintónica, en la cual la persona no siente su situación como un padecimiento, sino como una elección y goza con ella.

Sobre la base de estudios antropológicos se puede afirmar que la homosexualidad es una constante universal de la cultura. Se ha observado su presencia tanto en pueblos primitivos como en otros altamente desarrollados; en sociedades en decadencia tanto como en aquellas que estaban en su apogeo, y no depende de los valores religiosos de una civilización dada. Siempre se menciona a los griegos, que habían alcanzado altísimos niveles culturales y políticos, como cultores del amor homosexual. En esto cabría hacer una aclaración: en principio eran partidarios de un pansexualismo, es decir un culto al amor y al erotismo. No solían ser homosexuales exclusivos y amaban la virilidad total. Esto se apoyaba en una verdadera aversión o desprecio por las mujeres (misoginia), a quienes consideraban inferiores. Platón, en "El Banquete", aconsejaba enviar a la guerra a parejas de varones para que se defendieran mutuamente. Algo de esto ocurría con la pareja de Aquiles y Patroclo, en "La Ilíada".

Los romanos continúan en cierta manera con este tipo de amor y junto a sus mujeres poblaban sus lechos de bellos efebos y favoritos. Es célebre el caso de Adriano (y recordemos las magistral novela "Memorias de Adriano" de M. Yourcenar) que amaba a las mujeres pero que desfalleció cuando se suicidó el joven Antinoo, que era su favorito. En esto los griegos y los romanos instauran un tipo de relación maestro discípulo, en la que también interviene el erotismo de los cuerpos. Pero habría que hacer la salvedad de que estos amores homosexuales se conocen desde el marco de las prácticas sexuales de las clases dominantes, que eran, en última instancia las que escribían las crónicas de la época.

 

"El amor puro por los jóvenes está reservado a los filósofos, pero para el hombre común tanto las mujeres como los varones sirven para el placer"

                          Luciano, Diálogos de tendencia cínica

Parte II

¿Sus causas?

En la historia las prácticas homosexuales han sido una constante de sociedades masculinas cerradas como las militaristas, sociedades secretas o cofradías. El judaísmo instaura la pena de muerte contra las prácticas homosexuales masculinas por violar el precepto fundamental del Génesis de "creced y multiplicaos". Pero esta misma penalización habla de la existencia de tal práctica. El cristianismo, a través de Pablo, condena explícitamente las prácticas homosexuales, incluyendo las femeninas, afirmación que nunca ha sido modificada en siglos ulteriores hasta el presente.

Es sabido que en el medioevo ardieron en verdaderos autos de fe gran cantidad de homosexuales, a quienes se vinculaba con prácticas de brujería y pactos satánicos. Pero en la oscuridad y silencio de los conventos y claustros, como bien refieren las crónicas de los demonios de Loudun o la más modema "El nombre de la rosa" de Umberto Eco, la homosexualidad persistía. También sirvió en las acusaciones y condenas para castigar a opositores o personajes disidentes o heréticos. En este sentido, son famosos los casos de Oscar Wilde, el escritor inglés que irritaba a los círculos aristocráticos y burgueses victorianos, la masacre de las SS nazis contra las SA en la Alemania hitleriana, o en las cortes británicas cuando se quiere obligar a renunciar a algún ministro o político molesto.

Es casi imposible determinar las causas de la homosexualidad (y ni sé si es importante): se han escrito cientos de libros sobre el tema y, si no se la considera una enfermedad, mal podríamos hablar de etiologías (causas). Se han barajado hipótesis hormonales, socioculturales, cerebrales: en esto ha insistido el neurofisiólogo norteamericano - también gay - Simon Levay, aunque su teoría de las zonas del cerebro con diferencias estructurales ha sido muy cuestionada; el psicoanálisis ha tratado de explicarlo a partir de la configuración edípica y las identificaciones familiares (se ha hablado de una madre y de un padre con ciertas características), pero actualmente sus teorías al respecto están cuestionadas. Es indudable, no obstante, que los vínculos familiares influyen notablemente en la elección sexual de un individuo, sea homosexual, heterosexual o bisexual.

Nuestra experiencia clínica nos permite afirmar que no es cierto que la homosexualidad sea una decisión libre, sino que hay en esta condición sexual un cierto grado de multideterminaçión, que está más allá de una elección consciente. En toda elección sexual hay diversos factores que inciden y muchos de ellos tienen que ver con experiencias vividas en el pasado y en la primera infancia. Por lo antes dicho, no se puede decir que las causas sean hereditarias, hormonales, ni que un joven, porque admire a un ídolo gay, se convierta en un homosexual.

 

La bisexualidad

Algunos investigadores vuelven a sostener hoy en día que podría haber causas endógenas para este tipo de conducta sexual, pero son los mismos que dicen que toda conducta que se aleje de una norma tiene como principio y fin algún cambio metabólico, descartando los elementos emocionales o psicológicos.

Popularmente se dice que es bisexual un individuo que tiene prácticas con personas de ambos sexos. Desde lo evolutivo y lo morfológico, vemos que en los fetos hay una constitución básicamente bisexual, en la cual luego se van definiendo los caracteres sexuales hacia uno u otro sexo genéticamente determinado. Los embriones, en su primer estadío, son morfológicamente femeninos hasta que, en el caso de los varoncitos, los andrógenos fetales los van diferenciando; pero, de no existir esta hormona, aunque genéticamente sean varones pueden nacer con caracteres femeninos o con cuadros de hermafroditismo. Freud introduce el concepto de bisexualidad en psicoanálisis y nos habla de que todo ser humano tendría constitucionalmente disposición sexual tanto masculina como femenina, y esto se manifiesta en los conflictos que experimenta el sujeto para asumir su propio sexo.

Basado en los datos de la anatomía y la embriología, agrega: que "cierto grado de hermafroditismo anatómico es normal. En todo individuo varón o mujer, hay vestigios del aparato genital del sexo opuesto, de allí que los organismos sean originariamente bisexuales". Para Freud "el sexo dominante en una persona habría reprimido en el inconsciente la representación psicológica del sexo vencido".

Desde lo hormonal también se evidencia el mismo fenómeno: todos tenemos hormonas femeninas como masculinas, claro que en distintas proporciones. Si en el varón aumentan los estrógenos y la prolactina puede haber crecimiento de las mamas y afinamiento de la voz. Si en la mujer aumentan los andrógenos, hay aparición de hirsutismo (aumento del vello) y voz más gruesa. Pero es interesante destacar que estos casos no siempre comportan inclinaciones hacia el mismo sexo y, por el contrario, en los homosexuales no se detectan variaciones en las tasas hormonales respecto de los heterosexuales. Pero, para agregar mayor confusión, hay quienes hablan de que podrían existir alteraciones en los receptores celulares de esas hormonas.

En los chicos suelen verse contactos con otros de igual sexo; pero esto constituye parte de su evolución sexual. Muchos padres, aterrados por su propio temor a la homosexualidad, ven en estos juegos prácticas aberrantes en lugar de entender que son propias del crecimiento.

Podríamos hablar de este tema durante horas y horas, sin llegar a tener conclusiones claras, y no sabemos si en realidad habría que tenerlas. Sostenemos que en esta espinosa cuestión las opiniones personales cuentan más que en ninguna otra: hay personas muy esclarecidas que aceptan intelectualmente la homosexualidad, pero la rechazan afectivamente y no desean para sí o para sus hijos este tipo de prácticas.

 

Por nuestra parte respetamos la condición homosexual y estamos en contra de todo tipo de persecución o represión que devenga de la práctica por la que ha optado un individuo.

Parte III

José, 32 años: ¿Cuáles son las causas que pueden llevar a una persona adulta a la homosexualidad luego de 30 años en los cuales había llevado una vida heterosexual?

Edgardo, 60 años: ¿Cuál es su pensamiento con respecto a un hombre con hijos grandes que se ha inclinado en su viudez por la homosexualidad?

Jorge, 46 años: Mi problema es la homosexualidad, a pesar de que nunca tuve relaciones con hombres pero tampoco deseo a las mujeres, aunque quisiera formar una familia y tener hijos. Me siento atraído por los varones y estoy en una encrucijada.

Carlos, 26 años: una persona que mantuvo relaciones homosexuales y ahora solamente heterosexuales, ¿puede tener problemas?

Una de las creencias más difundidas es que se es homosexual desde los inicios, pero la realidad nos muestra a personas que, habiendo tenido relaciones heterosexuales exclusivas, en algún momento de sus vidas empiezan a tener relaciones con el mismo sexo.

 

- Un paciente, casado y con cuatro hijos, nos contaba que a los 45 años se "había enamorado de un joven" con el cual había comenzado, por primera vez en su vida, a mantener relaciones homosexuales.

- María viaja de veraneo con su esposo y sus dos hijos y en ese lugar conoce a una mujer que vivía sola y se encargaba de un campo. Traban amistad, pero comienzan a sentir atracción mutua y tienen contactos eróticos. Como corolario María regresa, a los pocos meses, se separa de su marido y vuelve al encuentro de su pareja mujer con la que convive hasta el momento actual.

 

No se puede hablar de causas lineales y generales, es probable que siempre haya existido un deseo subyacente que, bajo ciertas circunstancias, se lleva a la práctica. No nos podemos valer de presuntas estadísticas que dicen que se debe a tal o cual condición, o a la actitud del padre o de la madre en determinado año. Como dice el escritor polaco Stanislaw Lem: "hay una diferencia entre el pronóstico estadístico y un caso singular, que le está subordinado sólo relativamente".

Otra situación de la que poco se habla es la de personas de 50 años y gerontes incluidos, que son homosexuales o comienzan a serlo en esos años. Lo que pasa es que si la sociedad les niega a varones y mujeres de la tercera edad la posibilidad de mantener relaciones sexuales, ¡imaginemos qué puede pensarse de los que desean tener relaciones homosexuales!

En cuanto a Carlos que nos pregunta sobre presuntos problemas en el caso de quien ha mantenido relaciones homosexuales y luego prefirió las heterosexuales (cosa que también se ve) no podemos saber a qué se está refiriendo, tal vez apunta a que su pareja conozca su pasado homosexual, o la posibilidad de que sienta renacer el deseo por otros hombres, o que ese pasado le dificulte las relaciones afectivas con su esposa. Creemos que cualquier persona puede tener este tipo de conflictos: todos hemos tenido historias que consideramos conflictivas o dignas de mantener en secreto, o tenemos miedos de que influyan en nuestro futuro afectivo.

 

Las fantasías homosexuales

Rodolfo, 25 años: A mí me gustan las mujeres, pero a veces me masturbo con fantasías homosexuales, ¿es anormal?

Elena, 32 años: ¿Tener sueños o fantasías eróticas con mujeres es homosexualidad?

En todos los seres humanos pueden aparecer sueños o fantasías con rasgos homosexuales, pero esto no quiere decir que sean homosexuales. No por soñar con un juego amoroso con alguien del mismo sexo se es homosexual, ni el hecho de que un varón tenga rasgos afeminados o una mujer aspectos varoniles indica que esa persona sea homosexual.

Si bien no estamos de acuerdo en rotular a los homosexuales, sean mujeres o varones, de perversos o aberrantes, tampoco compartimos que algunos planteen que la homosexualidad es algo liberador, no conflictivo, al tiempo de caracterizar al heterosexual como una especie de mojigato que no se anima a dar rienda suelta al placer. Creemos que cada ser humano es dueño de decidir por sus preferencias sexuales y no acordamos ni con aquellos que sostienen que los homosexuales "son enfermos" o "discapacitados afectivos", ni con los homosexuales que sostienen que a quienes no les interesa el amor con parejas del mismo sexo "son pobres reprimidos que no se animan".

 

Aunque no se compartan !as ideas al respecto, nadie es dueño de perseguir
o censurar a otro por sus gustos sexuales.
¿Quién posee la verdad absoluta?
¿Acaso se es mejor o peor como ser humano porque se prefiera a uno o a otro sexo?

 

Quisiéramos hablar de cierto estereotipo que se plantea sobre los homosexuales: uno de ellos es el concepto de que, para serlo, hay que ser afeminado y amanerado, en el caso de los varones, y con características de "machona o marimacho", en el de las mujeres. Otra es el decir: "cómo va a ser homosexual si está casado y con hijos". O afirmar que los homosexuales son violadores de menores o tienen conductas disipadas o "amorales", como dice la prensa amarilla. Se es violador o inmoral o disipado independientemente de las inclinaciones hacia los sexos.

 

De todas maneras, Hitler o Jack el Destripador, y muchos torturadores no eran homosexuales.
El fenómeno de la violación y corrupción de menores se da estadísticamente
con más frecuencia entre quienes tienen conductas heterosexuales.

Parte IV

La homosexualidad femenina

A UNA AMADA

"Apenas te veo así un instante, me quedo sin voz.Se me traba le lengua.
Un fuego penetrante fluye en seguida por debajo de mi piel.
No ven nada mis ojos y empiezan a zumbarme los oídos.
Me cae a raudales el sudor. Tiembla mi cuerpo entero.
Me vuelvo más verde que la hierba.
Quedo desfallecida y es todo mi aspecto el de una muerta...."

Safo (poetisa griega nacida en la isla griega de Lesbos, siglo VII a. de J. C.)

 

Elsa, 50 años: ¿Dos mujeres homosexuales pueden tener orgasmos?

Mónica, 32 años: ¿Cuándo y por qué una mujer se considera lesbiana?

Gabriela, 19 años: Desde que empecé el secundario me sentía atraída por una de mis compañeras. En momentos de intimidad nos hemos acariciado mutuamente los genitales. Me excité mucho. Siento una gran confusión porque deseo estar con ella, pero sé que esto no está bien. ¿Esto que me pasa quiere decir que yo seré toda mi vida una homosexual?

Beatriz, 27 años: ¿Las relaciones homosexuales de mujeres cuando se dan en un marco estable y afectivo son consideradas anormales?

Clara, 56 años: Sin juzgar el derecho de cada uno a usar libremente su cuerpo, me parece una monstruosidad que una mujer renuncie a la maternidad: esto va en contra del instinto materno.

El lesbianismo, también llamado safismo (palabras que derivan de la isla de Lesbos, donde residía la poetisa Safo), fue severamente perseguido y reprimido durante muchos años. Por ejemplo: en 1765 en New Haven Colony (EE.UU.) se las castigaba con la pena de muerte. En ese mismo país, en 1800 se aconsejaba la extirpación del clítoris y los ovarios de las lesbianas. Aun en ese siglo se consideraba a la homosexualidad femenina como un crimen o una enfermedad mental y hasta se han descrito técnicas de lobotomía para dejarlas sin respuesta sexual (Boblansky M., 1986).

Es claro que la lesbiana cuestiona seriamente los pilares de esta sociedad: la dependencia con respecto al varón, el matrimonio, la familia y la maternidad. Si hay algo que cuesta aceptar, sea la mujer lesbiana o no, es que decida voluntariamente no ser madre. Hoy se piensa que no existe un "instinto maternal", algo asignado antes de nacer que indica que hay que tener, sí o sí, un hijo. La maternidad tiene que ver con múltiples factores, entre ellos socioculturales, familiares, biológicos, psicológicos. La influencia del patriarcado en esto es claro: que un varón desista de su paternidad no es algo que ofenda a nadie, pero pobre de aquella mujer que decida algo similar. De todos modos, podemos agregar que no todas las lesbianas reniegan de la maternidad: muchas, por el contrario, son excelentes madres.

Para Hilda Rais, una lesbiana arquetípica es una mujer que elige sexualmente a otra mujer y que "siendo biológicamente capaz de reproducirse, puede elegir no hacerlo; que no depende ni sexual, ni emocional, ni económicamente de un varón, y que tampoco produce para beneficio del mismo". "Son mujeres que se conducen como varones en un mundo sin varones".

Hay quien sostiene que las relaciones entre lesbianas son más estables que la de los varones homosexuales y probablemente sea cierto. Quizá, lo mismo se podría decir, por lo menos de nuestra cultura, de las relaciones heterosexuales: el varón siempre hace gala de promiscuidad y relaciones extramatrimoniales otorgándose ese derecho en exclusividad para él, y niega para la mujer la misma opción o, en el caso de que la tomen, las moteja de prostitutas o inmorales. Muchas parejas de lesbianas constituyen parejas estables, pero con las características atribuidas a las heterosexuales: monogamia, fidelidad o infidelidad oculta.

El placer orgásmico en las relaciones homosexuales se produce de varias maneras: preferentemente por estimulación manual u oral clitoridiana, del Punto G o por la utilización de la introducción de los dedos o de algún artefacto fálico en la vagina.

La mayor parte de los varones piensa que las mujeres sólo pueden gozar con la introducción de un falo intravaginal; ni se les ocurre pensar que también suelen gustar, a veces en mayor medida, de estimulación no penetrante. Por eso muchas confiesan que llegaron por primera vez al orgasmo, o lo lograban con mayor facilidad, cuando fueron estimuladas por otras mujeres: "la amiga se complace en la certeza de acariciar un cuerpo del cual conoce todos los secretos y cuyas preferencias les son señaladas por su propio cuerpo" (S. de Beauvoir).

En relación con la pregunta de Gabriela, es importante diferenciar tanto en mujeres como en varones las experiencias ocasionales de la constitución de una identidad homosexual. En determinado período de la vida, frecuentemente en la pubertad o ya entrada la adolescencia, sucede que se efectúan contactos físicos más o menos íntimos que tienen un sentido básicamente exploratorio y que, habitualmente, no producen más que un recuerdo, pero en otras ocasiones puede constituirse en el inicio de una elección homosexual. Será en definitiva la propia persona la que con el paso del tiempo y las experiencias vaya determinando la elección final.

Algo importante para volver a destacar es que no habría que discriminar a nadie por su elección sexual, sea hetero, homo o bisexual ni indicar terapias "correctivas" para cambiar la elección sexual.

 

BIENVENIDA

Amor ha agitado mis entrañas como el huracán que sacude el monte bajo las encinas.
Se han puesto ya la Luna y las Pléyades. Es media noche. Pasa el tiempo.
Y sigo durmiendo sola. Viniste. Hiciste bien. Yo te estaba aguardando.
Has prendido fuego a mi corazón, que se abrasa de deseo.

Safo (poetisa griega nacida en la isla griega de Lesbos, siglo VII a. de J. C.)

Parte V 

Algunos aspectos sobre la homosexualidad masculina

Norberto, 38: ¿los homosexuales varones llegan al orgasmo?, ¿cómo?

Armando, 37: ¿los roles son fijos, hay siempre un activo y un pasivo?

Javier, 32: estoy casado y desde hace un par de años tengo muchos deseos de estar con un hombre. Actualmente tengo esta doble vida. Quisiera saber si hay mucha gente en mi condición.

Leo, 50: soy médico y por mi trabajo he observado en comunidades marginadas que un gran número de adolescentes recibe dinero por permitir que les succionen el pene adultos homosexuales. Mi pregunta es: ¿estos chicos también tienen tendencias homosexuales?

Carolina, 29 años: he escuchado que la gente que es encar­celada es violada y salen homosexuales. ¿Es verdad?

Leandro, 29: ¿los gays también tienen problemas de erección y de eyaculación precoz?

Durante mucho tiempo se sostuvo que entre los homosexuales la práctica más frecuente para llegar al orgasmo era la estimulación manual genital mutua, pero la realidad actual muestra que también se utilizan las relaciones o contactos orales (fellatio) y la penetración anal acompañada o no de masturbación. Se dice también que la presión ejercida por el pene o los dedos sobre la próstata (¿Punto G masculino?) puede desencadenar el reflejo eyaculatorio.

De una manera u otra, la sensación orgásmica marca el clímax en una relación homosexual tanto como en una heterosexual y la experiencia de los sexólogos muestra que pueden estar sometidas al mismo tipo de disfunciones, tanto erectivas (impotencias) como eyaculatorias (eyaculación precoz y aneyaculación o eyaculación retardada) y disminución del deseo.

Los homosexuales sostienen que los roles son muchas veces intercambiables, que no existen pasivos y activos absolutos, pero la experiencia, unida a la observación, indica que hay homosexuales que desempeñan uno de los roles. Hilda Rais dice que "generalmente se reproducen los roles masculino-femenino, activo-pasivo, a través de la identificación con uno de ellos, no sólo en las relaciones sexuales sino en otras áreas de la vida cotidiana". Por supuesto, y para tranquilizar a Javier, que también hay muchos casos, por lo que vemos en las estadísticas y en el consultorio, de relaciones bisexuales, incluso en personas que llevan una vida matrimonial heterosexual.

En relación con lo que dice Leo entramos en un problema de neto corte social, lo que se dio en llamar "el pasivo del felator". Generalmente, son muchachos de baja extracción social, carenciados económicamente, que muchas veces encuentran sustento monetario con estas prácticas. En sentido estricto, podríamos decir que tienen una cierta tendencia homosexual, pero también vemos que esta conducta les preocupa, al punto de no aceptar, muchos de ellos, otro juego erótico con el homosexual que les paga para "chuparlos". Debemos destacar que cuando consiguen novias y trabajo, la gran mayoría abandona este tipo de prácticas, otros continúan con su elección homosexual. Un trabajo hecho por Albert Reiss, en los suburbios de Londres marca una problemática bastante parecida a la detectada en jóvenes marginales de nuestros medios y que se resuelve de una manera similar, es decir, abandonan tal práctica cuando logran su sustento y se estabilizan con una pareja heterosexual.

En circunstancias de aislamiento como las internaciones o encarcelamientos prolongados suelen observarse relaciones homosexuales, que frecuentemente son impuestas y forzadas por presos que ocupan el papel de cabecillas. En el lenguaje carcelario se habla "del ingreso de un tiernito al que vamos a apretar". Esta situación de "apriete" es tan frecuente en las cárceles de hombres como de mujeres o en internados juveniles. Cuando estas personas salen, a pesar de haber mantenido vínculos homosexuales, no siempre los continúan fuera de ese entorno que los condicionó.

 

El temor de los padres

Rosa, 54 años: tengo un chico de 13 años y lo encontré con un amiguito con los pantalones bajos: ¿qué actitud debo tomar?

Jorge, 40 años: recuerdo que cuando éramos niños, 10 ó 11 años, realizábamos con la barra una especie de juego con masturbaciones en grupo y la llamada "cambiadita" y ni yo ni ninguno de mis amigos elegimos la homosexualidad.

Henry, 37 años: estoy preocupado porque mi hijo de 8 años tiene un rol muy pasivo en el colegio: sé que le pegan y le tocan las nalgas. Tengo miedo de que me salga maricón, ¿qué puedo hacer?

Como bien dice Jorge, es bastante común, como aprendizaje y exploración, el juego entre pares, sin que esto marque un destino posterior de homosexualidad. De todas maneras es una situación que no resulta fácil ni grata cuando los padres la ven. En primer lugar, éstos deberían informarse con material bibliográfico sobre cuáles son los hábitos de los jóvenes púberes. En segundo lugar, deben interesarse por el lugar que ocupa su hijo en los grupos y en el medio familiar. Cuando Henry dice que tiene miedo de que su hijo de 8 años "salga maricón" debería revisar él los miedos a la propia homosexualidad. Recordamos varios casos de padres como éste que, en realidad temerosos de sus propios deseos, los depositaban en sus hijos de una manera incons­ciente. Por supuesto que muchos niños y adolescentes van mostrando tempranamente las señales de su elección homoerótica posterior.

En la “Carta a una madre norteamericana”
Sigmund
Freud da una respuesta brillante a los miedos
que una mujer le plantea respecto a su hijo presuntamente homosexual
.

LIBRERÍA PAIDÓS

central del libro psicológico

REGALE

LIBROS DIGITALES

GRATIS

música
DVD
libros
revistas

EL KIOSKO DE ROBERTEXTO

compra y descarga tus libros desde aquí

VOLVER

SUBIR