LA HOMOSEXUALIDAD EN LA ADOLESCENCIA

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Blanca García Bocaranda

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La homosexualidad en los adolescentes, cuestión que preocupa más a los padres que a los hijos, resulta además un tema controversial que debe ser tratado por especialistas bajo orientación científica. De hecho, la Sociedad Americana de Pediatría, desde hace ya 17 años, dejó de conceptuar a la homosexualidad como patología para considerarla como una conducta que aporta severos problemas al afectado

No es fácil, ni siquiera para los médicos, emitir una serie de conceptos sobre aspectos de la salud en los que se involucran afectos, moral y tradiciones familiares. Mucho menos cuando de adolescentes se trata, porque en este tipo de consulta también están involucrados los padres del paciente.


Ante una situación como la posible homosexualidad de un hijo, sus progenitores resultan los más angustiados. Sin embargo, según los médicos de adolescentes, en esta etapa de la vida no se puede hablar de homosexualidad, ni siquiera de conducta sexual, o de tendencia homosexual, porque es en esos años cuando se define la orientación del adulto en tal sentido.


"La sexualidad es algo bien complejo", afirma el doctor Ricardo Montiel Parra, médico de adolescentes, "es la forma como nos relacionamos con el mundo como hombres o mujeres, y para hablar del tema hay que referirse --en primer lugar-- a cuatro aspectos vitales, como son: sexo genético, rol de género, identificación sexual y orientación sexual".


Sobre el sexo genético, explica Montiel Parra que es aquello que determina presentar genitales femeninos o masculinos. "Si soy XX, soy mujer, tengo vulva, vagina y útero, además de trompas de Falopio, ovarios y hormonas femeninas, lo que significa que genéticamente tengo sexo femenino. En el caso del varón es lo contrario. Soy XY, tengo pene, testículos, hormonas masculinas. Es el "disfraz" genético que nos corresponde. Pero esto no es lo único que determina lo que sea a futuro. El otro aspecto es el rol de género que poseo; es la manera como identifico en mi cerebro el ser XX o XY; tenemos un cuerpo de hombre o de mujer que nos dio la naturaleza, pero hay que saber cómo lo identifico en mi cerebro y cómo entiendo ser hombre o mujer, y el papel a cumplir en la sociedad con ese -disfraz-. El rol de género es la forma de actuar socialmente, de acuerdo a la normativa existente para mi "disfraz"; así como las reglas de juego sexual y no sexual".


Acerca de la identificación sexual, dice el especialista que "se refiere a cómo tengo en mi cabeza ese 'disfraz' cada vez que pienso que soy hombre o mujer. Es la forma de identificar el disfraz desde el punto de vista del género en mi sexo genético. Por último, la orientación sexual es como yo disfruto el placer sexual con el 'disfraz' que tengo; es la forma en la que, constante y permanentemente, obtengo placer sexual con personas del sexo opuesto".


Ahora bien, a la hora de determinar a qué edad podemos decir que un joven es homosexual, Montiel Parra señala que por definición, no se habla de homosexualidad hasta después de los 25 años, cuando ya están definidos esos cuatro elementos. "En mi cabeza yo tomo la decisión de ser de una determinada orientación sexual y en ese momento puedo decir si soy: homo, hetero, o bisexual, pero antes no", concluye.


Sin cambios posibles

Existe un grupo de personas ­según las estadísticas menos de 5 por ciento de toda la población mundial­ en las que de alguna manera está determinada la imagen genéticamente. Es algo con lo que se nace y que determina la orientación sexual, sin ninguna relación como el rol de género, ni con la identificación. Desde que se nace se sabe que esa es la orientación sexual, pase lo que pase. Pero ese es un grupo de personas muy pequeño que nace así y no pueden hacer nada al respecto.


En este sentido, explica el especialista que tampoco los padres pueden hacer algo para cambiar a sus hijos. "Ese es el grave error cometido toda la vida, porque no podemos cambiar a nadie. Dijimos que en la adolescencia no hay homosexualidad, sino experiencias y orientación sexual; hay experiencias homosexuales y cierta curiosidad de este tipo, incluso angustia homosexual, pero no hay orientación definida homosexual, como en el adulto".


Añade Montiel Parra que estas experiencias homosexuales pueden ser de un rango variado. Desde la más sencilla, como sentirse atraída ­en el caso de la joven­ por la niña más desarrollada del salón, o por el muchacho más peludo ­en el caso del joven­ y fuerte del grupo, hasta llegar al extremo de tener relaciones homosexuales con coito anal con una persona de su mismo sexo. Esto puede ocurrir sin que, necesariamente, se altere la orientación sexual del adulto, acota. Es decir, "que porque el joven tenga una experiencia aislada donde pasen tales cosas, no se modificará la orientación sexual que se ha venido determinando desde el momento de la concepción, pues la información al respecto queda determinada a partir de ese momento y ningún episodio aislado de la vida cambiará su orientación sexual".


Con respecto a la actitud que deben tomar los padres al enterarse de una situación de esta clase, Montiel Parra aclara que es vital saber que eso puede ocurrir de manera natural desde el punto de vista de desarrollo psicosexual del adolescente. "Su identificación sexual no se alterará, pero el problema estará en el riesgo de contraer una enfermedad o de sufrir la sensación de trauma psicológico al no estar preparado para ello. El adolescente debe saber que esto puede sucederle aunque no sea normal, pero sí natural. Si le sucede es preferible controlarlo, porque, posiblemente, no estará listo para tener relaciones sexuales".


Sin embargo, agrega, el punto no es que sean relaciones hetero u homosexuales, sino el estar preparado para tener relaciones sexuales aún, lo que producirá los mismos traumas que si tuviera relaciones con el sexo diferente, como el riesgo de un embarazo no deseado, que en una relación homosexual no lo habrá, pero sí las consecuencias biológicas de enfermedad y muerte. "No estar preparado para la actividad sexual produce disfunciones sexuales, angustia, temores y problemas sociales, ya que la mayoría de la gente no entiende esta realidad".


Desde luego, para los médicos y especialistas es una situación fácil de comprender, no así para los padres, quienes jamás considerarán normales este tipo de experiencias. Sin duda, es el momento justo para que los expertos proporcionen orientación.


Montiel Parra agrega que "esto es natural y lo tenemos muy claro. Cuando se nace con información homosexual nada los cambiará, ni siquiera cumpliendo los esquemas de colores azules y rosados, o creer que serán machitos porque su papá cumpla con el rol masculino. Es inevitable. Lo más importante es apoyarlos emocionalmente y entender que su orientación sexual es diferente a la del resto. En la curva de Gaos la mayoría de las personas son heterosexuales y la minoría son homo, o bisexuales. Los homosexuales tienen una variante normal de su orientación sexual. No podemos considerarlos malas personas, ni pervertidos".


Los diferentes

La homosexualidad aporta una serie de problemas, los mismos que trae hacer cualquier cosa que no haga el resto de la gente. Los homosexuales son criticados, están aislados, solos, y enfrentan dificultades para conseguir pareja en un mundo donde, culturalmente, tal orientación sexual no es aceptada como normal. Considerados como perversos, manipuladores y extraños, sufren al vivir en un mundo homofóbico. Cabe preguntarse entonces, ¿cuál es la posición médica al respecto, acaso se busca defender a los homosexuales?


"No significa que somos 'abogados' de los homosexuales ­responde Montiel Parra­ ni que consideremos chévere que existan, sino que es una realidad de seres con una problemática más severa que quien no sea homosexual, con el mayor índice de suicidios, drogadicción, alcohol y prostitución. Hay que brindarles una consideración muy especial, quienes los rodean deben entender que lo que ellos hagan -detrás de las puertas- es su problema, porque los heterosexuales también presentan conductas sexuales que pueden ser ajenas a la normalidad y se les perdona, no se les discute aunque sean criticables por la sociedad.


En el seno familiar deben recibir amor y la oportunidad de llevar una vida sexual sana, integralmente, que no sea lesiva para nadie. Sus hermanos deben concientizarse de que es su familiar, su misma sangre".


Específicamente, en el ambiente estudiantil, añade Montiel Parra, la situación se torna aún más difícil, porque vivimos en un país donde la homosexualidad es una actitud no aceptada. "No es cuestión de ir al colegio y solicitar un trato especial para estos jóvenes, porque sería etiquetarlos y aumentar su angustia, la idea es camuflarlos para que sean menos lesionados. Cuando maduremos desde el punto de vista psicosexual y seamos más abiertos con estas conductas, el asunto se verá diferente. Mientras tanto, en la casa es donde podemos tratar el tema para que todos participen. Hay que aceptar el mensaje de una realidad con la cual convivimos.


No es tratarlos de manera especial como si fuesen enfermos, tampoco hay que exigir que sean nuestros amigos, pero no se debe desaparecer y esconder la cabeza debajo de la mesa".


Aunque muchos lo duden, ese pequeño porcentaje de la humanidad es feliz dentro de su orientación sexual. Al resto de los adolescentes que atraviesan por estas experiencias le advierte que "eso pasará, es efímero, y no deben colocarse en situaciones de riesgo sexual, igual que cualquier heterosexual. Son etapas a superar con el tiempo y con los mensajes correctos del hogar. Los adolescentes deben hablar con sus padres sobre los roles correspondientes a cada sexo, además de esperar el momento adecuado para iniciar su actividad sexual de modo que sea posible evitar cualquier consecuencia grave y así dar la cara al futuro sin cambiar su orientación sexual", concluye el especialista.

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