FREUD Y EL ESTADO DE LA CUESTIÓN - PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL YO 

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Angela María Jaramillo

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ABSTRACT

El interés básico de este texto es esclarecer cómo se conduce Freud en el establecimiento de lo que se ha nombrado como estado de la cuestión, particularmente en el texto Psicología de las masas y análisis del yo. Sólo voy a referirme a los apartados:

 -         Le Bon y su descripción del alma de las masas.

-         Otras apreciaciones de la vida anímica colectiva.

-         Sugestión y líbido.

Me parece importante recordar las palabras freudianas con las que inicia el apartado que titula Le Bon y su descripción del alma de las masas porque ello nos permite vislumbrar el lugar que para el autor posee el fenómeno del que va a ocuparse. Dice: “Para comenzar , creo más oportuno que dar una definición, hacer referencia al campo de fenómenos y extraer de él algunos hechos particularmente llamativos y característicos que pueden servir de asideros a la indagación” (1). Como puede observarse, Freud ingresa al análisis de las masas no por la vía de la definición o concepto, sino por lo que él nombra “campo de fenómenos” a los que considera como fuente de “hechos particularmente llamativos y característicos” .y se sirve de Le Bon para obtener ambas cosas.

Freud va precisando el problema del que va a ocuparse del siguiente modo: “Si la psicología, que explora las disposiciones, mociones pulsionales, motivos, propósitos de un individuo hasta llegar a sus acciones y los vínculos que mantiene con sus allegados, hubiera dado solución cabal a sus enigmas haciendo transparentes todos estos nexos, se encontraría de pronto frente a una nueva tarea que se erigiría irresuelta, frente a ella. Tendría que explicar el hecho sorprendente de que ese individuo a quien había llegado a comprender siente, piensa y actúa de manera enteramente diversa de la que se esperaba cuando se encuentra bajo una determinada condición: su inclusión en una multitud que ha adquirido la propiedad de una “masa psicológica”. Qué es entonces una masa, qué le presta la capacidad de influir tan decisivamente sobre la vida anímica del individuo y en qué consiste la alteración anímica que impone a éste último?” (2).

Como puede observarse, Freud parte de un fenómeno: el individuo inmerso en una masa siente, piensa y actúa de manera diversa a como lo haría estando por fuera de dicha masa. De este fenómeno, extrae tres preguntas:

- Qué es una masa?

- Qué le presta a la masa la capacidad de influir tan decisivamente sobre la vida anímica del individuo.? Dice anímica porque lo que el fenómeno muestra como alterado es el pensamiento, el sentimiento y por esta vía la acción.

- En qué consiste esta alteración anímica?

Freud nos proporciona una valiosa indicación cuando afirma: “lo que brinda el material a la psicología de las masas es, en efecto, la observación de la reacción alterada del individuo; todo intento de explicación presupone describir lo que ha de explicarse” (3) . Lo que a mi juicio se constituye en valioso es la sugerencia de partir de la observación del fenómeno, observación que debe traducirse en una descripción mas no en una descripción cualquiera. Podría decirse que la descripción debe apuntar a lo que antes ha nombrado como “hechos particularmente llamativos y característicos” El punto de partida entonces es el fenómeno, pero no de cualquier manera.

Para esta descripción se sirve de Le Bon a quien cita textualmente. Una indicación que puede extraerse de la cita que elige, es que ésta se encuentra en estrecha relación con la pregunta que ha elegido como punto de partida. Freud realiza señalamientos en la dirección de la pregunta que lo anima. De la cita que elige de Le Bon , Freud puntualiza lo siguiente: “Si los individuos dentro de la masa están ligados en una unidad, tiene que haber algo que los una, y este medio de unión podría ser justamente lo característico de la masa. Empero Le Bon no da respuesta a esta cuestión” (4) Freud formula una cuestión sirviéndose de una afirmación de Le Bon, anotación que bien puede decirse en una deducción. En la cita de Le Bon aparecen expresiones como “Hay ideas y sentimientos que sólo emergen o se convierten en actos en los individuos ligados en masas [……]…(los elementos heterogéneos que constituyen la masa) se han unido entre sí durante cierto lapso” (5). Le Bon explica la transformación del individuo cuando hace parte de la masa por lo que nombra “ligazón”, “unión”. Lo que anota Freud es que el autor no se ocupa de explicar qué es aquello que une a los individuos que hacen parte de la masa, unión que, a juicio de Le Bon, se encuentra en el fundamente de la transformación del sujeto en su sentir, pensar y actuar cuando hace parte de la masa. Freud pone de relieve un vacío en la explicación que propone Le Bon sobre el aspecto que ha elegido para realizar la elaboración que nos presenta en el texto referido.

Va quedando claro entonces que Freud inicialmente construye una pregunta que deriva de los rasgos llamativos y característicos del fenómeno, fenómeno que describe para aislar dicho rasgo. Elige autores que se encuentran en la misma dirección de su pregunta, y asume sus explicaciones de manera argumentada y crítica sin perder de vista la pregunta que lo anima en la elaboración.

Freud alude a las explicaciones construidas por Le Bon y que apuntan de manera directa a esclarecer la transformación del individuo en su sentir, pensar y actuar cundo hace parte de una masa. Le Bon se sirve para ello de lo que nombra como “psicología moderna”, en una referencia al psicoanálisis. Alude al inconsciente al que se refiere en los siguientes términos: “nuestros actos concientes derivan de un sustrato inconsciente creado en lo fundamental por influencias hereditarias. Este sustrato incluye las innumerables huellas ancestrales que constituyen el alma de la raza” (6).

A juicio de Le Bon, en la masa desaparecen las adquisiciones singulares e individuales aflorando por ello el inconsciente racial. En el contexto de la raza emerge lo homogéneo, el sustrato común a todos los individuos, lo que conduce como resultado a la institución de una carácter promedio de los individuos.

Freud hace referencia a que Le Bon supone la adquisición de nuevas propiedades en los individuos cuando hacen parte de la masa, propiedades que no habían poseído hasta entonces, para lo que propone varias causas:

“Consiste en que dentro de la masa, el individuo adquiere, por el sólo hecho del número, un sentimiento de poder invencible que le permite entregarse a instintos que, de estar solo, habría sujetado forzosamente”(7). A este sentimiento de ser invencible se suma el sentimiento de la irresponsabilidad causado por el carácter de anonimato característico de la masa.

A este argumento propuesto por Le Bon, Freud hace una objeción. A su juicio, en el contexto de la masa, en el individuo no emergen nuevas propiedades. Lo que sucede es que al hacer parte de la masa se encuentra en condiciones de echar por tierra las represiones de las mociones pulsionales inconscientes y en este contexto plantea una diferencia entre la concepción de Le Bon y la de él respecto al inconsciente: “El inconsciente de Le Bon contiene principalmente los rasgos más profundos del alma de la raza, algo que en verdad el psicoanálisis individual no considera. No desconocemos, por cierto, que el núcleo del yo (el ello, como lo he llamado más tarde), al que pertenece la “herencia arcaica” del alma humana, es inconsciente, pero además distinguimos lo “reprimido inconsciente”, surgido de una parte de esta herencia. Este argumento de lo reprimido, falta en Le Bon” (8).

Puede observarse que Freud se sirve del concepto analítico para señalar, lo que a su juicio, es una imprecisión en una explicación propuesta por un autor que supone servirse del psicoanálisis. Es digno de resaltar que Freud no se sirve de entrada del concepto analítico para proponer en el inicio una respuesta anticipada a la pregunta que motiva su elaboración.

Otra causa argumentada por Le Bon para explicar la alteración del individuo cuando hace parte de una masa, es el contagio al que califica como un fenómeno de fácil comprobación pero en sí mismo inexplicable. Lo cuenta entre los fenómenos de índole hipnótica . A juicio de Le Bon, en el contexto de la masa, el contagio recae en los sentimientos y actos, contagio que puede conducir al sacrificio del interés personal en nombre del interés colectivo. Freud anticipa que sobre esta tesis de Le Bon, más tarde formulará una conjetura.

La tercera causa propuesta por Le Bon, causa a la que define como la más importante y que determina en los individuos de una masa propiedades particulares opuestas a veces a las del individuo aislado, es la sugestionabilidad, a la que propone como efecto del contagio. En este contexto nos presenta Freud una cita de Le Bon en la que dicho autor pone en relación fascinación--- hipnosis----individuo en la masa. Compara la fascinación del individuo en la masa con la fascinación del hipnotizado. Freud valora y rescata la comparación que hacer Le Bon entre el individuo en la masa y el hipnotizado, pero pone de relieve que dos de las causas que el autor propone para explicar la alteración del individuo en la masa, esto es, el contagio y la sugestionabilidad, no se encuentran en pie de igualdad. A juicio de Freud, el contagio es una exteriorización de la sugestionabilidad y no a la inversa tal y como lo propone Le Bon.

En esta dirección añade Freud: “Tampoco nos parecen nítidamente separados, en el texto de Le Bon, los efectos de ambos factores” (9). Y puntualiza: “ acaso la mejor interpretación de sus tesis consista en referir el contagio al efecto que los miembros singulares de la masa ejercen unos sobre otros, mientras que los fenómenos de sugestión discernibles en la masa -equiparados por Le Bon al influjo hipnótico- remitirían a otra fuente” (10) Anota Freud que en este punto existe en Le Bon lo que nombra como “sensible omisión” en tanto no menciona a una de las piezas principales de su comparación, es decir, al personaje que haría las veces de hipnotizador en la masa.

Como podemos ver, Freud no es pasivo frente a sus fuentes. Las examina con cuidado, señala sus inconsistencias, valora los argumentos sólidos. No los desecha. Los toma hasta donde pueden servirle y explica por qué no toma algunos de los elementos que proponen y todo ello sin perder de vista la pregunta que ha elegido como punto de partida.

A continuación, Freud se centra en las singularidades de la masa, a las que explica no sólo remitiéndose a Le Bon, sino a sus propias teorizaciones. Es digno de señalar que estas singularidades no son fuente de enigmas para Freud, lo que puede constatarse cuando afirma: “No hay en ella (en la masa) rasgo alguno cuya deducción y ubicación ofrecieran dificultades al psicoanalista” (11).

En el primer párrafo del apartado que titula Otras apreciaciones de la vida anímica, Freud hace un balance general de las propuestas de Le Bon antes de ingresar en la consignación y análisis de las propuestas de otros autores referidas a la pregunta que tomó como punto de partida.. Afirma que ninguna de las tesis de este autor aporta algo verdaderamente nuevo. Sus afirmaciones acerca de las exteriorizaciones del alma de las masas, habían sido dichas por otros “con igual precisión y hostilidad”(12). Además de ello, las dos tesis que contienen las ideas más importantes de Le Bon (Inhibición colectiva del rendimiento intelectual y aumento de la afectividad) ya habían sido formuladas antes de él. Freud reconoce sólo dos puntos de vista propios de Le Bon: el servirse del inconsciente y la comparación que propone entre el comportamiento de la masa y el de los primitivos, aunque a renglón seguido dice que también estos puntos fueron expuestos antes de él.

Alude posteriormente a Mc Dougall centrándose poco a poco en su presentación, en la pregunta que se constituyó en su punto de partida. Acentúa en esta dirección que el fenómeno más notable y más importante de la formación de la masa, a juicio de Mc Dougall es “el incremento de la afectividad que provoca en cada individuo” (13). Los afectos de los seres humanos difícilmente alcanzan en otras condiciones diversas a las de la masa, la intensidad que en ésta adquieren, intensidad que conduce a la pérdida de la individualidad.

Como puede observarse, Freud no pierde la guía que le ofrece la pregunta de la que ha partido. Con ella se ha conducido en la indagación que realizó de Le Bon y que ahora realiza de Mc Dougall.

Para este último autor, el “ser arrastrado” del individuo que hace parte de la masa, se explica por lo que nombra como “principio de la inducción directa de la emoción por la vía de la respuesta primitiva de simpatía”, lo que Freud traduce como “contagio de sentimientos” (14). Este fenómeno consiste en que los signos percibidos de un estado afectivo presentes en otro, provocan automáticamente el mismo afecto en quien los percibe, intensificando este efecto cuando mayor es el número de personas en las que se nota el mismo afecto. Se verifica así una compulsión a hacer lo mismo que los otros, a ello contribuyen además las condiciones características de la masa: el de representar un poder irrestricto y un peligro insalvable, el de reemplazar temporalmente a la sociedad humana global. “En obediencia de la nueva autoridad es lícita rescindir la anterior conciencia moral y entregarse a los halagos de la ganancia de placer que uno de seguro alcanzará cancelando sus inhibiciones” (15).

Iniciando el apartado IV del texto, apartado que titula Sugestión y líbido Freud retoma el hecho básico aportado por el fenómeno del que se está ocupando: “En una masa el individuo experimento, por influencia de ella, una alteración a menudo profunda de su actividad anímica” (16). Los autores que ha revisado teniendo como punto de referencia este rasgo del fenómeno, Le Bon y Mc Dougall, le han permitido precisar la orientación de esa alteración: “su afectividad se acrecienta extraordinariamente, su rendimiento intelectual sufre una notable merma” (17).

A juicio de Freud, este es el hecho básico de la psicología de las masas y nos dice: “Ahora nuestro interés consiste en hallar la explicación psicológica de ese cambio anímico que los individuos sufren en la masa”(18).

Parte entonces de una evaluación y balance de lo que ha encontrado hasta ahora: Factores racionales como por ejemplo, la acción de una pulsión de autoconservación ante el amedrentamiento de los individuos, no agotan los fenómenos observables. Es digno de resaltar el cuidado que tiene Freud en la manera como se conduce en la precisión de su pregunta Contrasta el fenómeno con la explicación que ha recibido tradicionalmente y extrae qué del fenómeno deja sin explicar dicho argumento.

La explicación alternativa que ofrecen autores de la Sociología y de la psicología de masas, dice Freud, “es siempre la misma”(19), aunque bajo nombres distintos. Dicha explicación es la sugestión a la que Tarde llama imitación. En esta línea anota que Brugeilles -1.913- conceptualiza que la imitación es consecuencia de la sugestión. Respecto a Le Bon anota que uno de los factores que invoca bajo la nominación de prestigio del conductor para esclarecer lo extraño de los fenómenos sociales, sólo puede ser comprendido como la posibilidad de provocar sugestión.

Refiriéndose a Mc Dougall quien explica la transformación del individuo en la masa sirviéndose de lo que llama “inducción primaria del afecto” , anota Freud que no dice cosas distintas a lo que puede llamarse imitación o contagio y en este contexto plantea interrogantes que relativizan el argumento expuesto por Mc Dougall, señalando sus límites. “Es cierto, dice Freud, que existe en nosotros una tendencia caer en determinado estado afectivo cuando percibimos sus signos en otros. Pero, ¿cuántas veces la resistimos con éxito, rechazamos el afecto y reaccionamos de manera totalmente opuesta? Y entonces, por qué cedemos regularmente a este contagio cuando formamos parte de una masa? “ (20). Responde que es el influjo sugestivo de la masa el que finalmente está en la causa de la obediencia a esa tendencia imitativa.

Luego de hacer este recorrido por los autores que ha revisado a la luz de la pregunta que lo motiva en esta elaboración, de señalar sus límites y los aspectos del fenómeno que dejan sin suficiente explicación, llega a una conclusión: para los autores que ha revisado: la sugestionabilidad, sería un fenómeno primordial, no susceptible de ulterior reducción, un hecho básico de la vida anímica de los seres humanos. Pero Freud se resiste a la idea de que la sugestión, que al parecer lo explica todo, se sustraiga ella misma a una explicación. En esta dirección, anota que aunque se ha hecho un notable esfuerzo para formular de manera correcta el concepto de la sugestión, no se ha dado “esclarecimiento alguno sobre la naturaleza de la sugestión, esto es, las condiciones bajo las cuales se producen influjos sin una base lógica suficiente” (21).

Dada esta insuficiencia presente en el concepto por el que diversos autores han explicado la alteración anímica del individuo cuando hace parte de una masa, Freud propone el concepto de líbido. Pero no elige este concepto al azar. El criterio para esta elección lo toma de los autores ya revisados. Al respecto anota: “ Para empezar, nuestra expectativa se basa en dos reflexiones someras. La primera , que evidentemente la masa se mantiene cohesionada en virtud de algún poder, Y ¿a qué poder podría adscribirse ese logro más que al eros, que lo cohesiona todo en el mundo?. En segundo lugar, si el sujeto resigna su peculiaridad en la masa y se deja sugerir por otros, recibimos la impresión de que lo hace porque siente la necesidad de estar de acuerdo con ellos y no de oponérseles” ; quizás entonces “por amor a ellos”(22).

Recuérdese que Le Bon había señalado que los individuos que hacen parte de una masa se han unido entre sí, se encuentran ligados, sin embargo no precisa qué es aquello que se muestra eficaz en dicha unión.

 

NOTAS:

1.                  FREUD, Sigmund. Psicología de masas y análisis del yo. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1.980, tomo 18, p.69

2.                  Ibid, p.69

3.                  Ibid, p.69

4.                  Ibid, p.70

5.                  Ibid, p.70

6.                  Ibid, citado por Freud, p.70

7.                  Ibid, citado por Freud, p.71

8.                  Ibid, p.71, nota de p.3

9.                  Ibid, p.73

10.             Ibid, p.73

11.             Ibid, p.74

12.             Ibid, p.78

13.             Ibid, p.80

14.             Ibid, p.80

15.             Ibid, p.81

16.             Ibid, p.84

17.             Ibid, p.84

18.             Ibid, p.84

19.             Ibid, p.84

20.             Ibid, p.85

21.             Ibid, p.86

22.             Ibid, p.88

 

 

(*) Angela María Jaramillo

Psicóloga

Profesora del Departamento de Psicoanálisis Universidad de Antioquia. Psicóloga Universidad de Antioquia. Magister en Ciencias Sociales: Psicoanálisis, Cultura y Vínculo Social de la Universidad de Antioquia.  Psicóloga de la Corporación Vamos Mujer. Psicoanalista

N° 7 Octubre de 2003

Revista Electrónica

 Departamento de Psicoanálisis

Universidad de Antioquia

ISSN: 0123-8884

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