LA TEORÍA CRÍTICA SOCIAL Y SUS APORTES A LA CRIMINOLOGÍA

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Federico Muraro

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Indice

Teoría critica de la sociedad: orígenes e influencias en las ciencias sociales.

Convergencias con las teorías psicoanalíticas.

Segunda línea de pensamiento dentro de la Teoría Crítica.

Criminalización Primaria y criminalización secundaria.

Superación del funcionalismo marxista. Jurgen Habermas .

Bibliografía.

 

Teoría critica de la sociedad: orígenes e influencias en las ciencias sociales.

Escuela de Frankfurt. Primera línea de pensamiento. En este ensayo trataremos acerca de una teoría que nació hace casi 70 años bajo la dirección de un solo hombre y aunque, en definitiva, fue el resultado de un grupo de intelectuales, a pesar de que no se conociera como un proyecto teórico unificado hasta que el movimiento no se consolidó en los escritos del Institut für Sozialforschung (Instituto de Investigación Social). Dentro de los analistas o pensadores de esta escuela sociológica, es necesario distinguir dos ramas de pensamiento, que si bien no son contradictorias, tampoco son totalmente complementarias, aunque sí unidas bajo una misma línea de pensamiento filosófico. Estas son: - Primera etapa: M. Horkheimer, T. W. Adorno y E. Fromm.. - Segunda etapa de pensamiento: G. Rusche, O. Kirchheimer y W. Benjamin. - Tercer y último pensador: J. Habermas.

La investigación histórica ha seguido la historia de aquel círculo intelectual formado en torno a Horkheimer desde sus inicios en Frankfurt hasta su traslado a los Estados Unidos.

En qué consiste la Teoría Crítica? La Teoría Crítica ocupa un lugar destacado entre los muchos intentos emprendidos en el período de entreguerras para desarrollar el marxismo de forma productiva. No fueron tanto sus principios teóricos como, sobre todo, sus objetivos metodológicos, los que destacaron principalmente. La utilización sistemática de todas las disciplinas de investigación de la ciencia social en el desarrollo de una teoría materialista de la sociedad era la finalidad principal de la Teoría Crítica. En este Instituto, fundado en 1924, se llevaron a cabo durante los primeros años investigaciones sobre la historia del socialismo. Horkheimer aprovechó la ocasión de su discurso inaugural en el instituto, para presentar por primera vez en público el programa de una teoría crítica de la sociedad. Horkheimer consideraba que la situación intelectual en la que se encontraban los esfuerzos por desarrollar una teoría de la sociedad se caracterizaba por una divergencia entre la investigación empírica y el pensamiento filosófico, divergencia que tenía consecuencias fundamentales. La división abstracta del trabajo científico y metafísico que había originado la evolución posthegeliana (investigación empírica versus concepción histórica-filosófica de la razón) del pensamiento no había dejado lugar para la idea de una razón histórica. Sin embargo, con la eliminación de la filosofía de la historia, toda filosofía se veía privada de cualquier posibilidad de ejercer una crítica trascendente. Por consiguiente, la fundamentación de una teoría crítica de la sociedad suponía en un primer término la superación de esta fisura histórico-intelectual entre investigación empírica y la filosofía. En el aspecto epistemológico, el pensamiento se orientó a una crítica sistemática del positivismo; en el aspecto metodológico, apuntaban a un concepto de investigación interdisciplinar. Mientras tanto dentro del ámbito de las teorías de la criminalidad se realizaba un cambio mejor dicho un paso, poco a poco, de la criminología liberal a la criminología crítica. Se gesta lentamente una construcción de una teoría materialista, económico-política de la conducta desviada, de los comportamientos socialmente negativos y de los procesos de criminalización. Como nos dice A. Baratta: "(dentro) un trabajo que tiene en cuenta instrumentos conceptuales e hipótesis elaboradas en el ámbito del marxismo, no sólo estamos conscientes de la relación problemática que subsiste entre criminología y marxismo", y debemos considerar también que "semejante elaboración teórica no puede hacerse derivar únicamente, por cierto, de una interpretación de los textos marxianos", y continúa: "sino que requiere de una vasta obra de observación empírica" (Alessandro Baratta, Criminología crítica y crítica del derecho penal, p.165).

O como sostiene Habermas: "frente al objetivismo de las ciencias estrictas de la conducta, la sociología crítica se guarda de una reducción de la acción intencional a la conducta. Si el ámbito objetual consta de imágenes estructuradas simbólicamente, que son producidas según un sistema de reglas subyacente, el marco categorial no puede ser indiferente a lo específico de la comunicación cotidiana. Debe admitirse un acceso a los datos que capte comprensivamente el sentido. A partir de aquí resulta la típica problemática de la mensurabilidad en las ciencias sociales."

Horkheimer indagaba acerca de cómo se producen los mecanismos mentales que hacen posible que las tensiones entre clases sociales (dialéctica entre clases) puedan permanecer latentes en la sociedad (estructuras simbólicas institucionalizadas). Como vemos, la idea central dentro del pensamiento de Horkheimer era la construcción del análisis social interdisciplinario. Punto de partida para el auxilio de la economía política: "sólo ella está en situación de mediar entre la filosofía de la historia y las ciencias especiales". Dentro de estas últimas, es necesario distinguir una que destaca por excelencia y que marchará al lado de casi todo el desarrollo de la teoría critica: la psicología.

De la unión de estas tres disciplinas se deriva la primera fase de la Teoría Critica: el análisis económico-político del Capitalismo, la investigación de los comportamientos dados en la psicología y el análisis teórico-cultural del funcionamiento de la cultura de masas. La realidad capitalista con el auxilio de el Positivismo no solamente crea procesos de criminalización, nos define quién es "el desviado", y también en qué condiciones un individuo puede ser considerado como tal. En la configuración de las chances que tiene un individuo tanto de llegar a ser un criminal, como de acceder a los grados más elevados dentro de la escala social, no son decisivas las características específicas de los individuos , sino que los más importantes factores resultan de estrato social al que pertenece. Como no se admite ningún tipo de interacción de los individuos además del trabajo social en el plano de la teoría sociológica de Horkheimer, únicamente se puede explicar sistemáticamente las formas instrumentales de la praxis social, con lo cual se diluye aquella dimensión (emancipatoria) en la que los individuos desarrollan creativamente acciones comunes.

 

Convergencias con las teorías psicoanalíticas.

Erich Fromm fue el encargado de investigar los comportamientos psicológicos dentro de la Teoría Crítica. Fromm aplicó a las investigaciones que llevó a cabo en el instituto este modelo explicativo general, en el que combinaba las ideas psicoanalíticas con las de las sociología marxista. Los resultados de estas investigaciones se publican en su libro Miedo a la Libertad (1941), en el que se investiga la formación de la personalidad burguesa dentro del marco de una concepción del psicoanálisis sometida a una transformación fundamental: Sustituye por el supuesto de adaptabilidad de la naturaleza humana, la hipótesis freudiana de una rígida estructura instintiva centrada en la libido. A los impulsos instintivos que constituyen las necesidades humanas, añade al "instinto de autoconservación" el de "instintos sociales". Estos dos instintos básicos se interrelacionan constantemente en todo proceso de socialización. El ámbito de aplicación de la teoría de la sociedad punitiva se traslada desde la sociedad en general (reacción no formal) a la institucional (o formal) y se individualiza en las personas que trabajan en los procesos de criminalización primaria y secundaria.

Eric Fromm realiza diferentes aportaciones a la explicación psicoanalítica de la conducta desviada pero en sí adhiere a la concepción primera de la teoría Freudiana del delito, por el cual se explica y se deduce que la reacción penal contra el individuo delincuente no tiene función de eliminar ese rasgo criminológico, sino que al contrario, aparece como necesario e ineliminable para la sociedad.

 

Segunda línea de pensamiento dentro de la Teoría Crítica.

Sus aportaciones a la Criminología. Georg Rusche y Otto Kirchheimer. Quizá la obra cumbre de la escuela crítica, desde el punto de vista del análisis criminológico, fué escrita por Rusche y completada en Estados Unidos por Otto Kirchheimer: Punishment and Social Structure, publicada inicialmente con prólogo de Max Horkheimer. Este momento dentro de la teoría crítica llega a su maduración en la criminología cuando el objeto de conocimiento pasa de lo "desviado" a los mecanismos de control social y al proceso de criminalización de los individuos y sus conductas.

Los conocimientos jurídicos de estos autores les valió para desarrollar diversas investigaciones acerca del estudio de la criminalidad y la forma de integración política del individuo en la sociedad capitalista de esa época. Sus investigaciones tuvieron como punto de partida la crítica a la escuela positivista, a la sociología criminal-liberal, al capitalismo y por último al derecho penal entendido en sus más avanzadas concepciones clásicas de la defensa social. Estos autores exponen en su libro Punishment and Social Structure que ciertos enunciados provenientes del derecho penal no se cumplen en la realidad o bien estos postulados no alcanzan su finalidad; el derecho penal no defiende a todos los individuos y los bienes en los cuales están interesados todos los individuos, sino por el contrario, de forma desigual; el estatus de criminal tampoco es igual para todos ni está preconcebido sino que es generado por distintas estructuras (sociales y económicas) institucionalizadas. Se manifiesta así la desigualdad existente entre el derecho formal y sustancial, y aplican la misma teoría social (crítica) a la criminología.

El derecho penal tiende a deslegitimizarse, favoreciendo en este proceso a los intereses de las clases dominantes al neutralizar sus conductas típicas penales, ligadas a la existencia de la acumulación capitalista, y paralelamente o casi necesariamente, aplicando el proceso de etiquetamiento a las clases inferiores. O bien como dice A. Baratta: Las máximas chances de ser seleccionado para formar parte de la "población criminal" aparecen de hecho concentradas en los niveles más bajos de la escala social (subproletariados y grupos marginales).(Baratta, p. 172)

Es importante destacar que estos dos autores además de relacionar los conceptos de mercado de trabajo y sistema penal, han dado un extraordinario aporte al estudio de las cárceles. Evidencian la relación histórica entre cárcel y fábrica, que luego es profundizado por Foucault en su libro Vigilar y castigar, pero que es esencial para entender a la institución carcelaria.

"La esperanza de la conmutación tendía a reforzar la disciplina mientras servía como sustituto de salarios monetarios. El abandono del trabajo forzado en las últimas décadas del siglo XIX fue en gran medida el resultado de una oposición por parte de los trabajadores libres. Esta oposición fue siempre fuerte pero recibió un nuevo estímulo de la desaparición gradual de la frontera. Allí donde las organizaciones de la clase trabajadora eran lo suficientemente fuertes para influir en las políticas estatales, conseguían obtener una completa abolición de todas las formas de trabajo forzado (Pensylvania 1887) lo que causó bastante sufrimiento a los prisioneros, o al menos en obtener limitaciones muy considerables tales como que se trabajara sin maquinaria moderna, con tipos de industrias de prisiones convencionales antes que modernos, o trabajando para el gobierno en vez de para el libre mercado." (Rusche y Kirchheimer, p.131-132)

La cárcel y su tratamiento penitenciario para estos autores viene a ser uno más de los compartimentos para que sea posible la socialización e instrucción, como puede ser la escuela, la familia o la universidad dentro de la vida del individuo. Asegurándose así, el aparato coercitivo, un margen en el control de la realidad social (exclusión al mercado laboral) . Pero esta instrucción también continúa dentro de las prisiones, es necesario convertir al individuo en un "buen detenido", este estatus se alcanza a través del control formal e informal del personal penitenciario: There can be no doubt that the chief virtue produced by the so-called progressive system is conformism (Rusche y Kirchheimer, p. 156) De forma análoga se expresa M. Foucault en su famoso concepto de "cuerpos dóciles"; encauzamiento a los individuos por medio de la disciplina y corrección tratando de obtener un cuerpo manipulable. Un pasaje interesante de Punishment and Social Structure, ilustra la relación entre ocupación (mercado) y criminalidad (p.107 y108), citando a Marx: Todos están de acuerdo en que nada más allá del mínimo indispensable debería ser suministrado a los prisioneros. Al considerar los costes de reproducción del poder de trabajo como el factor determinante en los salarios, Marx toma nota de que la economía política trata con el trabajador sólo en su capacidad como trabajador.

"La economía política, por lo tanto, no toma en cuenta al más vago, al miembro de la clase trabajadora, en cuanto se encuentra él mismo excluido del proceso de producción. El pícaro, el canalla, el mendigo, el desempleado, el miserable, el hambriento y el criminal, ocupado en los trabajos forzados, son tipos que no existen por ello, que existen sólo ante los ojos del médico, el juez el sepulturero y el funcionario de prisiones: fantasmas fuera de su ámbito."

Y agregaría en un párrafo una entrevista que Samuel Crowther realizaba a Henry Ford para ilustrar aquella época: El dinero aparece naturalmente como resultado del servicio. Y es absolutamente necesario tener dinero. Pero nosotros no queremos olvidar que el fin del dinero no es el ocio si no la oportunidad de realizar más servicio. En mi mente no cabe nada más aborrecible que una vida de ocio . Ninguno de nosotros tiene ningún derecho al ocio. En la civilización no hay lugar para el haragán...

Ambos autores estuvieron ligados a la concepción de que el derecho es un mecanismo de control de la sociedad burguesa. Lo que significa decir que el contenido es un conjunto de compromisos políticos que las clases sociales, habían establecido dentro del capitalismo. Los mecanismos de control que provienen del aparato normativo penal recaen en sus diferentes grados de castigo, según el sistema de producción a que corresponde cada individuo. De esto se deriva que: aquellos grupos dentro de la escala social menos favorecidos (en condiciones de subsistencia de mercado) le correspondería mayores castigos penales. A diferencia de su antecesor Horkheimer, estos nuevos autores consideraron al orden social desde una perspectiva diferente. Para estos últimos, la integración social representa un proceso que se produce no sólo mediante el siempre inconsciente cumplimiento de los imperativos funcionales de la sociedad, sino que van más allá de ello: consideraron los procesos de comunicación política entre los diferentes grupos sociales. Ya veremos las aportaciones de Jürgen Habermas a esta teoría, considerando otro ámbito dentro de la dialéctica de clases; ciencia, política, opinión pública y epistemología.

 

Criminalización Primaria y criminalización secundaria

La crítica al derecho penal ya no se circunscribe a los que existe como norma escrita y rígida (ficciones), sino que es considerado como sistema dinámico de funciones donde el sistema mismo genera procesos de criminalización.

En esta crítica podemos establecer tres estadios de este fenómeno: 1-El fenómeno de creación de estructuras lingüísticas negativas provenientes de las reglas, mecanismos y estructuras de la sociedad, basadas en las relaciones de poder entre grupos. 2-El mecanismo de la aplicación de normas o el proceso penal que comprende la acción de los organismos de averiguación (criminalización primaria). 3-Su momento definitivo u culminante de la ejecución de la pena o de medidas de seguridad (criminalización secundaria). Pero "criminales" ya no son personas a quienes se han aplicado, con efectos socialmente significativos, definiciones legales de delito, sino que su alcance es mayor; y aquí destaca la crítica que realizan las teorías del interaccionismo simbólico, la fenomenología al Derecho Penal y la concepción reeducativa de la pena. La validez de los juicios, a través de los cuales se atribuye la condición de "desviado" a un comportamiento o a un sujeto, supone el problema central del labelling approach, que trata de reformulación del concepto de desviación en la criminología.

A menudo la reacción social o el castigo de un primer comportamiento desviado tiene la función de un commitment to deviance o fidelidad con la desviación. Esta función reproduce un cambio en la identidad social del individuo, y la persona que se le etiqueta como delincuente asume finalmente el papel que se le asigna y se comporta respecto al mismo. O como se le conoce a este fenómeno self-fulfilling prophecy (‘la profecía que se autocumple’).

La teoría del etiquetamiento, o labelling approach, y, en general, los aportes del interaccionismo nos indican cuáles son las reglas que determinan, oficial o no oficialmente, la atribución de la calidad de criminal. El estatus de delincuente no es una entidad preconstruida respecto al derecho coercitivo, sino una característica atribuida por este mismo aparato de control. Entonces lo "desviado" es aquello que la sociedad o los "otros" definen que es o bien su contenido.

La recepción alemana de esta teoría no distó de forma significativa de las demás hipótesis dentro de la Teoría Crítica; los mecanismos de interacción, fuerzas antagónicas y poder dan razón, en una estructura social dada, de la desigual repartición de los bienes y oportunidades entre los individuos. Sólo basta observar para darnos cuenta quienes integran la población criminal dentro de las sociedades capitalistas, que en su mayoría son la clase obrera y las menos favorecidas económicamente es un ejemplo. Cada individuo debe indagar a que clase social pertenece, entonces sabrá su mayor o menor probabilidad / chances de ser definido, por parte de los detentadores del control social (formal o no formal), como delincuente. Conceptos como "carrera delictiva", "población carcelaria", "marginados" comienzan a interactuar dentro de el proceso de definición delictiva.

 

Superación del funcionalismo marxista. Jurgen Habermas .

Luego de los fracasos dentro de el pensamiento de la escuela crítica y la falta de homogeneidad en los diferentes aspectos de una teoría analítica de lo social, nació una línea de pensamiento, dentro del seno mismo de la Teoría Critica, que tuvo sus orígenes en la praxis de la interacción intersubjetiva, mediada por el lenguaje.

Su exponente más significativo fue Jürgen Habermas. Este autor, mediante una crítica del marxismo, llega a una conclusión que no es más que la historia ampliada en el sentido de la teoría de la acción: si la forma de vida humana se caracteriza por la consecución del entendimiento en el lenguaje, entonces no es posible reducir la reproducción social a la sola dimensión del trabajo, como proponía Marx. La idea de la intersubjetividad lingüística de la acción social constituye el fundamento de esta concepción. Habermas deduce esto mediante un estudio de la filosofía hermenéutica y el análisis del lenguaje de Wittgenstein (el célebre representante de lo que se ha dado en llamar "la escolástica del siglo XX", el autor del Tractatus logicus matematicus) ; este análisis deriva a la consideración de que los sujetos están ab initio unidos entre sí por medio del entendimiento lingüístico, respaldado en las estructuras lingüísticas; consiguientemente la intersubjetividad, constituye, para que sea posible el entendimiento lingüístico entre individuos, un requerimiento esencial para la reproducción social.

Para Habermas la comunicación lingüística (con sus niveles de intersubjetividad) es el medio que les permite a los individuos garantizar la reciprocidad de la ubicación y noción de sus acciones, reciprocidad necesaria para que la sociedad resuelva los problemas de reproducción material. Así reformula los postulados de la vieja teoría crítica, añadiendo diferentes categorías en los dos conceptos de acción, trabajo e interacción.

A pesar de que existieron muchos proyectos teóricos, todos convergen o bien persiguen el mismo objetivo: la fundamentación teórico-comunicativa de una teoría crítica de la sociedad. Lo que trata de demostrar en definitiva es que la racionalidad de la acción comunicativa es un presupuesto esencial del desarrollo social.

Este autor en su libro Teoría y Praxis nos introduce sus objetivos principales: a)El aspecto empírico de la relación de ciencia, política y opinión pública en los sistemas sociales. b)El aspecto epistemológico de la conexión de conocimiento e intereses c)El aspecto metodológico de una teoría de la sociedad que debe poder tomar sobre sí el papel de la crítica. a)Opinión pública: Habermas advierte las contradicciones inherentes existentes en los postulados del sistema económico capitalista con los requerimientos de los procesos de formación de la voluntad en la democracia liberal actual. El principio de la publicidad, que sobre el fundamento de un público de personas privadas, educadas, razonantes y que disfrutan del arte y en el medium de la prensa burguesa, había sido obtenido, en primer lugar, con una función inequívocamente crítica contra la praxis secreta del Estado absolutista, y que había sido anclado en las formas procesuales de los órganos del Estado de derecho, tal principio, es reconvertido para fines demostrativos y manipulativos. (Habermas, Teoría y Praxis, p.15) b)Conocimiento e intereses: Los ámbitos objetuales en que se desarrollan las ciencias empírico-analíticas y las ciencias hermenéuticas se encuentran fundamentados en la realidad, que el individuo trata de descifrar con la ayuda de la técnica y de el entendimiento (intersubjetividad).

Estos dos puntos de vista expresan intereses que guían el conocimiento y que, antropológicamente, están muy profundamente arraigados; intereses que tienen un status cuasitrascendental.(...)Ciertamente, expresión <<intereses>> debe indicar la unidad del contexto vital en el que está encapsulada la cognición: las manifestaciones susceptibles de verdad se refieren a una realidad que es objetivada como realidad en dos contextos diferentes de acción-experiencia, esto es, es dejada al descubierto y constituida al mismo tiempo; el <<interés>> que está en la raíz establece la unidad entre este contexto de constitución, al que el conocimiento está ligado retroactivamente, y la estructura d las posibles utilizaciones que pueden encontrar los conocimientos. (Ibíd. p.20) c)Aspecto metodológico: para este autor es necesaria una reformulación de la Teoría Crítica, en cuanto a su contexto de utilización. Lo vemos reflejado en la siguiente cita: El paradigma ya no es la observación, sino la interrogación, así pues, una comunicación en la que el que comprende debe introducir, como de costumbre, partes susceptibles de control de su subjetividad para sí poder encontrar al otro que está enfrente de él al nivel de la intersubjetividad de un entendimiento posible general.(Ibíd. p. 21-22) Por otro lado la ejecución del programa deconstructivista, entendido éste bien como la constatación de la insuficiencia del marco estructuralista (en la manera que fue concebido por su fundador Derrida, en un primer momento) para dar cuenta del significado de etiquetas, signos, o metáforas institucionalizadas, o bien como en su versión mas extrema la representada por filósofos y críticos de la Postmodernidad, tales como Lyotard o Ricoeur que sostienen (o se resignan a admitir) la llamada "infinitud del signo", parece poner en peligro una concepción de los fenómenos sociales, y de las estructuras simbólicas que conforman, basada en el materialismo histórico. Si la interpretación de estas estructuras simbólicas, o incluso su forma, no es el resultado de procesos históricos, sino que es hasta cierto punto libre, o relativa, parece obvio que sobre los fundamentos ideológicos de la Teoría Crítica, se cierne la amenaza de verse descolgados de la Praxis. Este parece ser el gran campo de batalla hoy en día dónde ,en distinto grado, se enfrentan Garantistas, Minimalistas y Abolicionistas.

No obstante, es necesario reconocer que la sociología crítica se guarda de situarse al final de la universalidad de una teoría, poniendo de relieve la reducción de todos los conflictos sociales a los contenidos de la tradición cultural, destacando en ello la potencialidad de la Teoría Crítica. Coincidentemente, en un bello pasaje de su obra Las ciudades invisibles, Italo Calvino describe este mismo proceso, universal para todas las formas de civilización: De la ciudad de Zirma los viajeros vuelven con recuerdos muy claros: un negro ciego que grita en la multitud, un loco que se asoma en una cornisa de un rascacielos, una muchacha que pasea con un puma sujeto por una traílla. En realidad muchos de los ciegos que golpean con el bastón en el empedrado de Zirma son negros, en todos los rascacielos hay alguien que se vuelve loco, todos los locos se pasan horas en las cornisas, no hay puma que no sea criado para el capricho de una muchacha. La ciudad es redundante: se repite para que algo llegue a fijarse en la mente. ("Las ciudades y los signos.2", p. 27).

 

Bibliografía

Asensi, Manuel, y otros, Teoría literaria y deconstrucción, Arco Libros, Madrid, 1990.

Baratta A., Criminología crítica y critica del derecho penal. Siglo XXI Editores, México.1989.

Calvino, I. Las ciudades invisibles, Unidad Editorial S.A., Madrid, 1999.

Culler, Jonathan, Sobre la Deconstrucción, Cátedra, Madrid, 1998.

Foucault M., Vigilar y Castigar, nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1989.

Fromm E., El arte de amar. Una investigación sobre la naturaleza del amor, Paidós, Buenos Aires, 1970.

Horkheimer M., Sociedad en transición: estudios de filosofía actual, Ediciones 62, Madrid, 1976.

Galeano E., Memoria del fuego 3, El siglo del viento. Editorial Catálogos, Buenos Aires, 1986.

Habermas J., Teoría y Praxis, Editorial Atalaya, Madrid, 1999. Giddens A., J. Turner y otros, La teoría social hoy, Alianza Universidad, Madrid, 1990.

Rusche G. y O. Kirchheimer, Punishment and Social Structure, Russell & Russell, New York, 1967.

Zaffaroni E. R., En busca de las penas perdidas, Editorial Temis, Bogotá, 1990.

 

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