PARADOJA CONSERVADORA

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Alejandro Horowicz 

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20-09-2008 / 
Los argentinos que fugaron sus ahorros sufren los embates de la crisis.

 

La caída en fila india de los principales bancos mayoristas de los EE.UU., y la decisión de George Bush - organizar el salvataje del sistema estatizando las hipotecas impagas para impedir un crash sistémico - dejan entrever el rango de la crisis norteamericana, es decir, global.

El establishment planetario está aterrado, carece de un mapeo para enfrentar tamaña crisis y en el sostenido intento de posponerla pone en peligro el sistema en su conjunto. Avancemos despacio. Hace cinco años las empresas constructoras apoyadas en un importante nivel de liquidez financiera obtuvieron préstamos blandos para construir, satisfaciendo de ese modo la enorme demanda de viviendas. Claro que una oferta tan extendida obligó a las empresas a vender a compradores cuyo nivel de solvencia se angostaba continuamente. Dicho en criollo: no quedaba claro cómo iban a pagar las cuotas. Primero los bancos dieron facilidades y después pretendieron cobrarlas, y en ese momento quedó claro que una parte de los compradores no honraría la deuda. Ese nivel de morosidad empujó el precio de la propiedad hacia la baja, razón por la cual buena parte de los compradores que seguían pagando las hipotecas se preguntaron si les convenía seguir haciéndolo. ¿El motivo? Podían comprar otra propiedad, idéntica a la que estaban pagando, a un precio muy inferior.
Algunos lo hicieron, otros dejaron de pagar, y el nivel de morosos –desde hace 3 años– puso en peligro a los bancos que habían adquirido los créditos de mayor riesgo. Es que las constructoras vendieron sus carteras de morosos y los bancos ganaban financiando el riesgo. Cuando la insolvencia estalla, primero entraron en crisis los bancos más pequeños, luego se sumaron los grandes y finalmente la banca mayorista sufrió el impacto de semejante nivel de ingeniería financiera. Es decir, préstamos dados para cubrir préstamos impagos, que habían sido otorgados para solventar la incapacidad de pago de los compradores originales. La burbuja financiera había estallado y la crisis se extendía por todo el planeta. 
Unos años antes se había producido la crisis de las empresas punto com. Se trataba de emprendimientos que arrancaban en un garaje, con unos pocos miles de dólares de capital, alcanzaban a cotizar en Wall Street por cifras millonarias y terminaron vendiéndose a centavos. Era la primera crisis. Y de allí se alimentaron todas las demás.

La respuesta conservadora. A semanas de las elecciones presidenciales, permitir que la crisis se lleve puesto el sistema financiero, que no puede dejar de afectar la marcha de la economía real, resulta políticamente suicida. La administración Bush resolvió entonces poner en práctica la más vieja estrategia conservadora: el socialismo al revés. Las pérdidas se socializan y las ganancias siguen siendo privadas.
El instrumento: utilizar u$s700.000 millones de los impuestos de los norteamericanos para adquirir hipotecas impagas. Para que se entienda: con ese monto, si por cada dólar adeudado se pagaran 30 centavos, con 210.000 millones se compraría el total. Así detendrían la caída del precio de la propiedad y las pérdidas de los bancos se reducirían en idéntica proporción. Entonces, el sistema recibiría un golpe muy duro pero terminaría absorbiendo el impacto.
Sólo resta saber si las cuentas están bien hechas. Dicho de otro modo, si los bancos aguantan con 30 centavos por cada dólar en hipotecas, o si necesitan una proporción mayor. Ese es hoy el corazón de todo el debate.
Algo debe quedar claro: hay perdedores definitivos, los que para ser rescatados necesitan una proporción mucho mayor, proporción que la socialización de pérdidas no permite absorber sin derrumbar el sistema. En ese delicado e inestable equilibrio se encuentra el sistema financiero internacional.

Cómo afecta en la Argentina. Unos u$s200.000 millones –más que la deuda externa pública y privada juntas– de argentinos están radicados en el sistema financiero internacional. La pregunta clave: ¿cómo los afecta la crisis? La respuesta no es sencilla, depende de cómo hayan invertido su dinero.
Supongamos que para asegurarlo haya sido colocado en préstamos hipotecarios, en tal caso el nivel de pérdida resultaría similar al de los bancos. En criollo: no conservarían más del 40%. Les habrían cepillado unos u$s120.000 millones. Nuestro lector puede pensar que se trata de un ejercicio maledicente. No es así. Si hubieran colocado su dinero en Lehman Brothers –cuyas acciones superaron los u$s94 por unidad , y que hoy valen menos de 90 centavos de dólar–, sus acreencias en el exterior no superarían los u$s20.000 millones.
Dicho brutalmente: estos son los topes que permiten pensar el problema. En el mejor de los casos, los que invirtieron mejor sufrirán un daño menor, y los que obedecieron ciegamente las indicaciones de los bancos de inversión como Goldman Sachs soportarán un nivel de pérdidas del que difícilmente se puedan resarcir.
Curioso destino el de los conservadores argentinos: para asegurar su capital colocaron el dinero en el exterior, y la crisis general del capitalismo –que carece de sentido del humor– los deja sin respaldo en el 2008, tras haber zafado de la encerrona del 2001.
 

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