TRADUCCIÓN DE POEMAS DE CATULO

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Traducción del latín de la alumna Amal Soussi

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Catulo es uno de los representantes de la lírica latina. Nació en Verona, en el 84, a.C. y pertenecía a una familia emparentada con la nobleza.

La vida y la obra de Catulo están estrechamente relacionadas, pues la mujer de la que estuvo perdidamente enamorado es la fuente de inspiración de sus conocidos Poemas amorosos. Esta mujer se llamaba Clodia y era una dama noble casada con Clodio. En sus poemas Catulo la llamó Lesbia, pero era evidente que se referían a ella. En estos poemas puede seguirse la trayectoria de estos amores, con una primera época llena de felicidad que lleva a un segundo tiempo de disgusto e ira, que desembocará en la ruptura definitiva.

 

Poema I. Catulo se lamenta por el sufrimiento que padece Lesbia ante la muerte de su tan amado pajarillo

 

 

Lugete, o Veneres Cupidinesque,

Et quantum est hominum venustiorum.

Passer mortuus est meae puellae,

Passer, deliciae meae puellae,

Quem plus illa oculis suis amabat:

Nam mellitus erat suamque norat

Ipsam tam bene quam puella matrem

Nec sese a gremio illius movebat,

Sed circumsiliens modo huc modo illuc

Ad solam dominam usque pipiabat.

Qui nunc it per iter tenebricosum

Illuc, unde negant redire quemquam.

At vobis male sit, malae tenebrae

Orci, quae omnia bella devoratis:

Tam bellum mihi passerem abstulistis.

O factum male! o miselle passer!

Tua nunc opera meae puellae

Flendo turgidoli rubent ocelli.

 

¡Oh amores y anhelos,

Y cuantos hombres existáis sensibles a la belleza,

Lamentaos! Ha muerto el gorrión de mi amada,

Su gorrión, deleite de mi niña

Al que cuidaba más que a sus propios ojos.

Era más dulce que la miel y conocía a su dueña

Tan bien como conoce una niña a su propia madre,

Y, sin alejarse jamás de su regazo,

Piaba sin cesar para nadie más que para ella,

Mientras saltaba a su alrededor de acá para allá.

Ahora marcha por un camino de sombras,

Hacia un lugar del que se niega que exista retorno.

Yo os maldigo, siniestras tinieblas del Orco,

Que devoráis todo lo bello:

¡Tan hermoso era aquel que me habéis arrebatado!

¡Oh desdicha! ¡Pobrecillo pájaro!

Ahora lloran por vuestra culpa

Los enrojecidos e hinchados ojos de mi amada.

 

Poema II. Catulo invita a Lesbia a vivir y a sentir con él el amor sin complejos y sin ataduras, ya que la vida es muy corta

 

Vivamus, mea Lesbia, atque amemus,

Rumoresque senum severiorum

Omnes unius aestimemus assis.

Soles occidere et redire possunt;

Nobis cum semel occidit brevis lux,

Nox est perpetua una dormienda.

Da mi basia mille, deinde centum,

Dein mille altera, dein secunda centum,

Deinde usque altera mille, deinde centum.

Dein, cum milia multa fecerimus,

Conturbabimus illa, ne sciamus

Aut ne quis malus invidere possit,

Cum tantum sciat esse bassiorum.

 

Vivamos, Lesbia mía, ¡amémonos!

Y démosles el valor de un as[1]

A los rumores de los ancianos severos.

Los soles seguirán muriendo y volviendo a nacer;

Pero, una vez que nuestra breve luz se apague,

Sólo nos quedará una noche eterna

Que habremos de dormir.

Dame mil besos, y después cien,

Y después otros mil y otros segundos cien,

Y, sin parar, hasta llegar a mil más, y después cien.

Finalmente, cuando nos hayamos dado tantos miles,

Los dejaremos en el olvido, para no recordarlos,

Y para que nadie sienta envidia

Al saber que entre nosotros hubo tantos besos.

 

 

Poema III. Lesbia insulta y maldice a Catulo delante de su marido, pero ello no hace enfadar a Catulo, sino que es para él motivo de alegría, porque piensa que es la ira del amor.

 

Lesbia mi praesente viro mala plurima dicit;

Haec illi fatuo maxima laetitia est.

Mule, nihil sentis. Si nostri oblita taceret,

Sana esset; nunc quod gannit et obloquitur,

Non solum meminit, sed, quae multo acrior est res,

Irata est; hoc est, uritur et coquitur.

 

 

Lesbia me ha dicho las mayores injurias en presencia de su marido,

Y ésta es la mayor alegría para él.

¡Mulo, no sabes nada! Si ella callara, olvidada de lo nuestro, estaría bien;

pero, dado que me insulta y me grita todavía,

no sólo me recuerda, sino, lo que es mucho peor,

que está enfadada conmigo, que aún arde y se consume.

 

 

Poema IV. Catulo arde de ira al ver a Lesbia con su marido, y un profundo malestar le invade.

 

 

Ille mi par esse deo videtur,

Ille, si fas est, superare divos,

Qui sedens adversus identidem te

Spectat et audit

Dulce ridentem, misero quod omnis

Eripit sensus mihi, nam simul te,

Lesbia, aspexi, nihil est super mi

Vocis in ore.

Lingua sed torpet, tenuis sub artus

Flamma demanat, sonitu suopte

Tintinant aures, gemina teguntur

Lumina nocte.

Otium, Catulle, tibi molestum est;

Otio exultas nimiumque gestis.

Otium et reges prius et beatas

Perdidit urbes.

 

 

Aquel me parece igual a un dios;

Más, si es lícito decirlo, me parece que sobrepasa a los dioses,

Aquel que, sentado frente a ti,

Te observa y te escucha

Mientras tú le sonríes dulcemente; a mí, desgraciado,

Esto me arrebata todos los sentidos;

Pues, en cuanto te veo, Lesbia, mis palabras

Mueren en la boca,

Mi lengua se entorpece y una tenue llama

Invade mis miembros, con su propio ruido

Zumban mis oídos, y mis ojos se nublan

Con redoblada oscuridad.

El ocio, Catulo, no es bueno para ti;

Con el ocio te alteras y te excitas en demasía,

El mismo ocio que ya antes arruinó

A tantos reyes y ciudades felices.

 

 

[1] As: (de as, assis): moneda romana de escaso valor, que se dividía en doce onzas.

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