LA FRACTURA LINGÜÍSTICA

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Francisco Javier Méndez Pérez
Profesor de ESO en el IES El Espinillo. 

 

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Resumen

Uno de los problemas más graves en los usos del lenguaje   ocurre cuando el lenguaje se utiliza como arma de dominación. Muchas veces la manipulación del lenguaje puede llevar a un lenguaje que pierda toda función comunicativa para ser reemplazada por una función meramente emotiva. Cuando esto ocurre se habla de perversión lingüística. La perversión lingüística puede desembocar en una fractura, es decir, cuando el lenguaje no solo pierde su función comunicativa sino que también pierde su conexión con la realidad, con el mundo. Las consecuencias políticas son que el mismo lenguaje se convierte en un instrumento más de la lucha (en el debate) política. Ya no es el espacio de encuentro en donde se produce el diálogo, el intercambio de las posiciones y visiones diferentes que los hombres tienen de interpretación del mundo, sino que pasa a ser un instrumento de lucha, “un arma con sus ejércitos”, es decir, se convierte en idiolecto. En este momento los medios de comunicación de masas pasan a convertirse en medios de idiotización y no garantía de información veraz y posibilidad de influencia equitativa. (El caso español es ejemplificador en este sentido). 


1. Introducción

Criar un animal que tiene el privilegio de poder prometer:
¿no es éste ...el problema intrínseco del hombre?

Hannah Arendt[1]

 

¿Cómo es posible que a pesar de conocer tanto y tener tantas evidencias del mundo que no rodea, podamos ser tan fácilmente engañados o que, al menos, ignoremos deliberadamente esas evidencias del mundo y sus consecuencias lógicas que cada uno de nosotros puede fácilmente extraer? Esta es la clásica formulación de “el problema de Orwell” tal y como lo expone Chomsky[2]. El problema es un problema del lenguaje que tiene sus consecuencias políticas. El lenguaje es una facultad humana determinada biológicamente. Esta facultad se hace concreta en las lenguas y su desarrollo depende de los individuos y las colectividades lingüísticas. El desarrollo de una lengua necesita primero el marco biológico donde desarrollarse. Otros animales no han desarrollado tal facultad y por lo tanto no pueden ni podrán hablar aunque el hombre les enseñe y no porque no tenga las características físicas apropiadas que le permitan la emisión de sonidos. La dificultad estriba en que no existe un marco apropiado de desarrollo; similar a los marcos de los paradigmas de Khun, que son necesarios para el descubrimiento científico: sin paradigma no hay ciencia, sin facultad no hay lengua.

El estudio del funcionamiento de la lengua, del lenguaje, del discurso y el habla nos puede ofrecer pistas que no ayuden a conocer más sobre los comportamientos humanos derivados de la posesión de esta facultad tan específica como es el lenguaje. No nos interesa aquí la búsqueda de una posible gramática universal o de establecer el marco lingüístico universal de desarrollo de las lenguas del hombre, sino más bien se trata de fijarse en el uso de la lengua con el fin de ver los procesos y fenómenos que se dan en el comportamiento lingüístico de los humanos. Las investigaciones sobre los usos del lenguaje es el punto central del 2º Wittgenstein, ya no interesa un lenguaje perfecto incapaz de mentir, de significados unívocos como copias de una realidad exterior[3]. Un lenguaje de tal tipo resulta imposible, la ventaja de la simplicidad y sencillez se vuelven en desventajas comunicativas y exigen una memoria sobrehumana. Nadie, ningún ser humano sería capaz de manejar y recordar operaciones computacionales conscientes por muy sencillas que estas fueran. El mecanismo del lenguaje opera automáticamente, de manera inconsciente y cualquier niño puede hablar y aprender su lengua sin necesidad de una instrucción específica, como cualquier padre o madre sabe. El lenguaje perfecto es perfecto para la lógica y las matemáticas pero resulta inútil para la comunicación humana y aquí entiendo comunicación en su sentido mas abierto, no solo como transmisión de información sino que abarca todo el espectro de las relaciones humanas[4]. Una de las características del uso del lenguaje en las relaciones humanas es el juego. Los humanos empleamos una cantidad importante de tiempo en jugar con el lenguaje para conocernos. No transmitimos nada, ni comunicamos ninguna información relevante, tan solo establecemos unas pautas que nos permiten acceder al otro por medio de un uso lúdico del lenguaje.[5]

Durante la búsqueda del lenguaje perfecto se intentaba crear un lenguaje unívoco[6] que fuera en la medida de lo posible una copia exacta de la realidad. Si bien, dicha búsqueda fue un fracaso, sin embargo nos dejo cosas muy interesantes por el camino. Frege nos descubrió que toda palabra podía tener varios sentidos pero una sola referencia. La verdad se constituye como la adecuación de los sentidos a la realidad[7]. El significado es un concepto global, la suma de todos los sentidos posibles. Por tanto el significado es en realidad una utopía, no podemos apelar mas que a aproximaciones parciales, a verdades parciales. La verdad puede, entonces, considerarse como un conjunto de verdades más pequeñas, por lo tanto, ya no hablamos de verdad en el sentido platónico, sino de verdades. Estas son distintos puntos de vista de una misma realidad y por ello mismo pueden dar lugar a diferentes apropiaciones por parte de los diversos grupos sociales que responden a intereses diferentes. La verdad es una representación que se modela en la mente como una imagen formada de impresiones sensibles y de actividades tanto internas como externas[8]. Estas representaciones, imágenes impregnadas de sentimientos, son diferentes adecuaciones a la realidad y dan lugar, por eso mismo,  a interpretaciones diferentes de esa realidad, es decir, son siempre subjetivas. Esta diversidad de subjetividades que se da en el lenguaje, en las representaciones, en la manera de ver, que no en los objetos cuya referencia es única, se traspasa a esa misma realidad que quiere explicar  y la referencia se vuelve dubitativa, confusa, se vuelve una referencia dudosa. Tenemos, por un lado, una realidad que es referencia de un lenguaje que se expresa en multitud de formas potencialmente infinitas y por otro lado un sujeto, el hombre, que es capaz de percibir esa realidad mediante un instrumento específico de su especie que es el lenguaje, la lengua como facultad de hablar[9]. El hablante percibe la realidad a través de la construcción de una imagen (siempre subjetiva) de la misma y la codifica mediante un símbolo verbal (la palabra).[10] Es por esto por lo que el lenguaje es impreciso y la imprecisión es, según Cassirer, uno de los grandes méritos del lenguaje pues lejos de ser un defecto hace de la lengua un medio de comunicación mucho más eficiente.[11]

 

 2. La ruptura 

Los hombres, en vez de fijarse en la realidad misma, prestan más atención al lenguaje y creen por tanto, intuitivamente, que esa realidad que objetivamente es única es en realidad múltiple.[12] Los significados  se especifican en relación unos con otros y la consecuencia siguiente es que se rompe la adecuación del lenguaje con la realidad (fig. 1). La lengua queda separada de la realidad objetiva y se constituye en una realidad independiente pero que aspira a ser la expresión objetiva de esa realidad que niega, mediante la sustitución de la realidad por  representaciones (imágenes) subjetivas de esa misma realidad. Estas mismas representaciones se convierten en la referencia del discurso. En este momento es, entonces, cuando se siente la necesidad de una búsqueda de criterios para definir la verdad y es también en este momento cuando entran las fuerzas sociales con sus intereses de clase y económicos para la definición del criterio de verdad. Y ocurre que al final el único criterio de verdad es la fuerza pues, como dice Hegel, a un argumento se le puede oponer otro argumento y todos los argumentos tienen su base de razón y de verdad. Y en el campo de batalla del lenguaje, como en el militar,  solo se puede imponer aquel que vaya mejor pertrechado, que cuente con el ejercito más preparado y mejor organizado. El precio del triunfo de una opción (interpretación de la realidad) sobre las demás es la creación de un lenguaje semánticamente cerrado, mono semántico:  no admite nuevos significados. Este lenguaje se vuelve dogmático y absoluto y se presenta como la única lengua posible, la lengua de la verdad, pero, en realidad, se cae bajo el sueño (o la falacia) de la lengua natural.

 

            

 

    

 

Es una ruptura de la función simbólica tal y como la establecieron Ogden y Richard en su clásico triangulo (fig. 2). Según Ogden y Richards lo que tenemos es una mediación del lenguaje a través del pensamiento que pone en relación los significantes con la realidad. No hay una relación directa entre las palabras y las cosas: La realidad es interpretada.[13] Esta interpretación ocurre tanto por parte del que habla como del que escucha. El esquema de Bühler  (fig. 3) de las funciones lingüísticas complementa el clásico de Ogden y Richards, al considerar insuficiente la descripción del lenguaje humano como un mero sistema de símbolos de cosas o fenómenos existentes.[14] Bühler introduce las funciones de síntoma y señal y el lenguaje humano aparece ahora como un sistema de comunicación y no sólo como la forma de expresar o dar forma al pensamiento. En la  ruptura del lenguaje las funciones siguen operando en la comunicación pero el pensamiento ha perdido toda conexión con la realidad (ha perdido la función simbólica).[15] No hay comprobación empírica. El lenguaje roto es un lenguaje retórico.[16] Sin embargo, en la ruptura todavía el lenguaje mantiene unos residuos de contacto con la realidad objetiva a través de las imágenes fabricadas a partir de los objetos, si bien el sentido de esas imágenes es arbitrario y subjetivo, sin capacidad de ser sometido a la intersubjetividad.  En realidad, lo que ocurre es que estas imágenes, asociaciones, etc. que permiten la interpretación se colocan en el mismo lugar que las cosas, los referentes, los objetos de la realidad que interpretan, de modo que producen una extrema confusión en la mente de los sujetos.[17] Pensamiento y  objeto se identifican. El lenguaje se convierte en un velo, en un cristal ahumado que deforma una realidad perdida al ser sutituida por el pensamiento.

 

Por otro lado puede ocurrir  que el lenguaje se quede sin referencia, que no sea posible establecer una referencia objetiva del discurso ni siquiera como imagen subjetiva. En este caso no se da una mera ruptura sino que ocurre un proceso que llamamos de fractura lingüística.[18]

 

 3. La fractura

El lenguaje carece de cualquier referencia, es puro metalenguaje que no tiene ninguna realidad objetiva, ni siquiera las imágenes o asociaciones que se encuentran en la mente. Austin nos dice que la referencia es necesaria para la verdad y para la falsedad. Si una proposición u oración carece de referencia no podemos decir que es falso[19] (aunque en sentido estricto tampoco que es verdadero). Un lenguaje sin referencia puede construir un discurso que a su vez se sustente en sí mismo, que no tenga ninguna posibilidad de corroboración externa, aunque tenga sentido, según Frege. El discurso ya no tiene validez objetiva de verdad, tan solo argumentativa[20]. Para que el discurso tenga validez de verdad debería estar apoyado o refrendado por una realidad exterior o por una acción. Lo que ocurre finalmente es que la palabra ocupa por completo el lugar del pensamiento.[21] Es el lenguaje que no puede comunicar, que expresa solo pensamientos pero no transmite, impone. Es un lenguaje que ha perdido la posibilidad de compartir, de crear comunicación.[22] Este fenómeno, al que llamo de fractura lingüística, puede ilustrase con el siguiente esquema:

 

 En la fractura del lenguaje se pasa de un uso simbólico a un uso emotivo de las palabras: el lenguaje al servicio de un psicología emocional.[23] Como dice el obispo Berkeley, ... la audición de los sonidos o la visión de los caracteres producen a menudo, en forma inmediata, las impresiones que al principio se acostumbraba producir  por medio de las ideas, ahora totalmente omitidas.[24] Se pronuncian palabras que no tienen ningún contenido (vocem proferre et nihil concipere). El discurso puede ser formalmente impecable pero intelectualmente incomprensible. Este discurso es efectivo con los espíritus simples, con las masas, como diría Ortega. De aquí la importancia de los medios de comunicación ( mass media, en inglés) como instrumento de dominación.[25] En la fractura no solo se rompe la relación con el referente del discurso del emisor, sino que también se rompe esa misma relación del discurso del receptor. La ruptura es total, la quiebra es completa. El lenguaje se deja flotar sobre sí mismo, en el vacío.[26] La opinión es obtenida, como dice Dewey, a través de la represión y la intimidación persiguiendo la uniformidad del pensamiento que se caracteriza por ser un pensamiento superficial, y lo que es superficial se encuentra en continuo estado de cambio. Los métodos empleados buscan la credulidad de las masas con un pensamiento débil cuyo contenido no es llenado por el esfuerzo intelectual sino por la propaganda y la publicidad. [27]

En relación al campo de la ética, cuando decimos o proferimos locuciones del tipo yo prometo que ..., juro que..., etc,  no tienen en sí mismas ninguna validez. Una vez que se realiza la acción que indican  es cuando pasan al mundo de los hechos y pueden ser susceptibles de un análisis  verídico, es decir, tienen que convertirse en actos realizativos    (en este caso las no-acciones son consideradas también como actos realizativos, por ejemplo, yo prometo que no haré o realizaré...). La novedad de la fractura con respecto a la mera ruptura  y sustitución es que el discurso es continuamente actualizado. No tiene referencia reconocible por lo que nunca se le puede aplicar las nociones de verdad y falsedad. Lo perverso del lenguaje sin referencia es que es él mismo el que en cada momento crea las condiciones de definición de lo que es verdad y lo que es falso[28]. Esto es lo que Habermas apunta cuando distingue entre discurso y acción[29]. El discurso queda desligado de la realidad y de las acciones. La fractura lingüística tampoco perdona en el ámbito de las relaciones humanas. El problema con el tipo de oraciones que veíamos antes de, por ejemplo: “prometo que..., juro que...”, es que en las mismas la conexión discurso-acto realizativo no es inmediata, sino que se puede dilatar en el tiempo. La conexión entre lo que se dice y  lo que se hace se vuelve problemática y débil y la verificación del acto de decir algo por medio del acto de hacer algo se pospone sine die, y esto  lleva directamente a un uso perverso del lenguaje. Ya no es necesario ( siguiendo el ejemplo anterior del uso del verbo prometer) cumplir la promesa inmediatamente. Las promesas pueden incluso no llegar a cumplirse nunca pero por ello no dejan de ser precisamente lo que son: promesas. ¿No es este el  éxito de las religiones mesiánicas y de ciertos abusos de ideologías políticas? En términos de Austin lo que se produce es un hiato entre los actos locucionarios e ilocucionarios por un lado y los actos perlocucionarios por otro[30]. La promesa  incumplida no es más que un infortunio[31], su no cumplimiento no puede achacarse a un acto de mala fe[32]. Esto permite que los discursos políticos incumplan reiteradamente las promesas electorales que hacen y no se traduzca en un coste electoral. Pero ¿cómo es posible que la mayoría de la gente no se percate de esta trampa del lenguaje, de que, a pesar de todo, crean ingenuamente en argumentos sin ninguna evidencia o justificación y acepten las consecuencias de un juego en el que una parte (generalmente las élites y la clase política) juega con las cartas marcadas? ¿Qué ocurre cuando se llega a una situación de fractura lingüística generalizada? ¿Se puede prolongar en el tiempo, mantener ficticiamente una falacia descarada ininterrumpidamente? [¿Ha habido antes, en la historia, casos de fractura lingüística o solo de ruptura?. Desde mi modo de ver, en un principio, se instaura en las sociedades un discurso de sustitución ante la ruptura de los distintos discursos. Pero muchas veces dicho proceso termina por ser un proceso irreversible cuya culminación es la fractura. Estos momento son los momentos de la entropía lingüística, de la torre de Babel, los momentos de la separación y aparición de las nuevas lenguas. Quizá un caso de fractura pueda ser el fin del imperio Romano que dio lugar a las lenguas romances como resultado de la explosión semántica que ocurrió como consecuencia de la fractura —una explosión cuya analogía sería el nacimiento del Universo a partir de un vacío fluctuante previo al big bang—.[33]]

Los lenguajes cerrados surgidos de una situación de ruptura o fractura lingüística comparten varias características:

1.- Trabajan con la memoria: juzgamos, aseveramos, prometemos, etc. con la idea de recordar. Para ello hace una sustitución de las cosas por imágenes. Puebla la mente con imágenes con las que trabaja en sustitución de los contextos de realidades a las que apelan esas imágenes, pero el riesgo de operar con imágenes es peligroso: una mala imagen es peor que su ausencia.[34] Además, ¿con qué criterio consideramos que recordamos correctamente? ¿No estamos demasiado a merced de la memoria? La memoria es débil y no siempre podemos confiar en la memoria como del más alto e inapelable veredicto[35].

2.- Recurren a un lenguaje que funciona bajo la creencia de que  el significado es el uso: el significado de las palabras no es algo que se pueda establecer como una relación referencial, sino que es el resultado del uso de las palabras. La noción de uso, sin embargo, es muy vaga y lleva a cometer numerosas confusiones.[36] El uso de las palabras se convierte en el único campo de significación y se puede llegar al recurso de la violencia para defender significados interesados. La consecuencia es un uso tramposo del lenguaje que consiste en apelar continuamente a sospechar de todo discurso alternativo. Todo lo que es diferente no es admitido como uso lícito del lenguaje y pasa automáticamente a ocupar el terreno de la duda y la desconfianza: el mundo de la sospecha. Ven el mundo  en términos dualistas: estáis con nosotros o contra nosotros, y universalistas. Como consecuencia,  apelan continuamente al miedo. Se basan en tener siempre un enemigo poderoso que puede destruirnos y la necesidad de luchar por nuestra seguridad. El mundo es inseguro y el miedo impide la reflexión. Todos los hombres tienen miedo. La necesidad de seguridad es, por lo tanto, fundamental; está en la base de la actividad y moral humanas. La inseguridad es símbolo de muerte y la seguridad símbolo de vida.[37] Se actúa por instinto y no se presta atención al discurso, tan solo a los sentimientos que genera.[38]  El lenguaje pierde su uso simbólico para ser sustituido por un uso emotivo: se transforma en una especie de lenguaje musical que estimula sentimientos y emociones.[39]   Es un lenguaje considerado como  instrumento dirigido a un fin, que ha perdido su uso comunicativo para convertirse en propaganda.[40]

3.-  Tienen la característica de la intemporalidad. La referencia no es un objeto real, sino un universal, un concepto extraído de las cosas y, por ello, no se insertan en ningún tiempo concreto sino que, al contrario que la ciencia que se desplaza hacia delante y corrige los errores del pasado construyendo un saber acumulativo, el lenguaje tiene el mismo valor hoy como ayer o como lo tuvo en su origen. Lo intemporal es a la vez  evidente y difícil de analizar[41]. Por esto mismo se ven forzados  a negar la evidencia . Si el lenguaje tiene que afirmar ahora lo contrario a lo que antes era evidente, no le queda otra salida que la pura negación de esa evidencia. Este recurso es característico, una vez más, de los regímenes totalitarios: no pueden nunca de dejar de tener razón. La consecuencia inmediata de esta intemporalidad insertada en un tiempo histórico es el deseo de inmortalidad, de perdurar eternamente, como el único discurso de verdad. En realidad el lenguaje se presenta como la evidencia de ser el lenguaje natural, el único capaz de expresar la realidad sin corromperla, sin modificar sus esencias, como manifestación del lenguaje puro del Creador. Curiosamente, y si hablamos de estética, estas características tienen un paralelismo interesante con las características de la obra de arte según Ortega:[42]

1.- Unidad Interna. Verosimilitud.

2.-  Inmanencia o trascendencia. El lenguaje coincide consigo mismo. Atrae la atención sobre sí mismo.

3.-  Poder absorbente: Capacidad de arrastrar a los hablantes dentro y densidad temática.

Para Ortega la obra de arte debe inventar la realidad, ser hermética y referirse a sí misma. La buena obra de arte debe perder todo contacto con la realidad, desconstruirla, desarmarla, desarticularla para volver a articular y reconstruir la realidad sobre nuevos parámetros y códigos personales del autor, libremente. Es una nueva narración que procede del aniquilamiento de la realidad.

En el lenguaje fracturado el campo semántico de las palabras se amplia y ensancha al infinito y, por lo tanto, pierde contenido, es un campo vacío cuyo contenido es creado, modificado, y actualizado, según el principio del huevo de Lewis Carroll, Humpty Dumpty:

-...cuando yo empleo una palabra, esa palabra significa exactamente lo que yo quiero que signifique.

-La cuestión es, dijo Alicia, si puede usted hacer que las palabras signifiquen tantas cosas distintas

-No te equivocas... La cuestión es saber quien es el amo aquí. Eso es todo.[43]

Más adelante Humpty Dumpty vuelve a decir:

 -...No obstante , yo puedo considerarme capacitado para manejar todo tipo de palabras. “Impenetrabilidad”. Ese es mi lema.

De nuevo tenemos un lenguaje desligado de toda realidad, sin anclajes, sin contenidos, impenetrable, pura forma flotando en el vacío o sobre sí mismo, como un espejo que refleja sus propias proposiciones como el estanque en el que se contempla Narciso y  solo ve el rostro de Nadie (fig. 4).[44]  

En Heidegger encontramos dos tipos de lenguaje: el lenguaje técnico y el lenguaje poético. Ambos lenguajes expresan dos tipos de pensamiento. Para Heidegger el lenguaje técnico favorece la transmisión, el dominio y el cálculo, y el poético  la interpretación, la creación y la narración. El lenguaje técnico  mantiene una estructura horizontal, se basa en la ley y la técnica y en el valor de cambio, el poético es vertical y se basa en la tradición y el valor de uso. El primero simboliza la guerra y la muerte, el segundo la inmortalidad. La fractura del lenguaje y la ficción de verdad que produce dicha fractura solo permite dos salidas alternativas: las creencias religiosas para quienes las admiten y la estética, [45] ambas poseedoras de su propio lenguaje, el lenguaje técnico es el lenguaje de la solución estética y el poético de la salida religiosa. Dos tipos de pensamiento que recuerdan vagamente a los dos tipos de pensamiento kantiano, el especulativo y el empírico (CRP A655), el primero persigue siempre la unidad, es enemigo de la heterogeneidad y el segundo busca la diversidad y  hacen imposible concebir principios universales.

 

4. Conclusiones

De la fractura lingüística se deriva lo siguiente:

El espacio público como espacio de comunicación e interacción (donde en definitiva es posible la ética y que la filósofa Hannah Arendt lo llama espacio espiritual[46]) es fundamentalmente y habría que atreverse a decir, exclusivamente, lingüístico, pues la realidad (que ha quedado aniquilada) es una realidad lingüística.

Este espacio puede fragmentarse. Tal fragmentación sería, por lo tanto, una fragmentación del lenguaje, siguiendo el esquema de fractura lingüística antes descrito, es decir, al fracturarse se convierte en  un lenguaje cerrado, monosemántico. A su vez, esta fractura da lugar a dos escenarios:

una lucha despiadada por el control de los lenguajes surgidos de la fractura. El objetivo es la dominación, el control total. Esta alternativa se identificaría con el lenguaje poético de Heidegger. El resultado es la existencia de un único lenguaje. Es  el fundamentalismo y el integrismo. Aquí nos encontramos con la supresión de la información. el control de los medios y la defensa de una verdad única y ulterior. La defensa ante esta alternativa es la crítica.[47] (Salida religiosa)

Posibilidad de fracturas infinitas del lenguaje que da lugar a un exceso de lenguajes (lenguajes técnicos), a un exceso de información, donde el sujeto se encuentra perdido. La información se convierte en ruido. Aquí sería imposible la ética y la crítica. Sería la pérdida total de criterios de verdad. Se encuentra más allá del bien y del mal, favorece la resignación. Es el cinismo. El cinismo opera en tiempo real, no hay tiempo para la reflexión y el debate. El tiempo alcanza, como dice Ramonet, al límite extremo: la instantaneidad.[48] La técnica y su desarrollo reemplazan a la ley.[49] Es el nihilismo de Nietzsche. (Salida estética).

La fragmentación puede ser también económica. Es la fragmentación de la propiedad de las empresas que como sociedades anónimas ya no tiene un propietario claro y poseedor de más de la mitad de las acciones. El accionariado se encuentra muy repartido y la propiedad se decide en porcentajes suficientes y alianzas. Los directivos ya no representan a la mayoría de los accionistas sino a una minoría con poder suficiente. Su gestión puede no ser el bien de la empresa sino el bien del grupo mayoritario que controla la empresa. (Véase el caso de Endesa).

¿Qué alternativas nos quedan ante cualquiera de estos dos escenarios? ¿Podemos y/o debemos recuperar la realidad, los hechos? El pensamiento fundamentalista y cínico ya no se funda en el conocimiento del objeto sino, como dice Kant, en el simple interés de su razón (CRP A667). La realidad ya no existe sino que es inventada, o en el mejor de los casos disfrazada.

   

BIBLIOGRAFÍA

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Wittgenstein, Investigaciones filosóficas. Editorial Crítica, Barcelona, 1988


Notas

[1] Diario de reflexiones, en REVISTA DE OCCIDENTE, nº 270, (nov. 2003), 25

[2] Chomsky, Noam El lenguaje y los problemas del conocimiento. Visor, Madrid 1989, p.9

[3] La lógica no es mejor , ni más perfecta, que el lenguaje ordinario. Hierro Pescador, J., Principios de Filosofía del Lenguaje (II), Alianza Universidad, 1982, pág. 120. ... y lo más que puede decirse es que construimos lenguajes ideales. Wittgenstein, Investigaciones filosóficas. Editorial Crítica, Barcelona, 1988, pág. 81

[4] Como diría Leopardi: Una lengua rigurosamente universal, si es que alguna vez hubiera alguna, debería ser indudablemente, por necesidad y por su naturaleza, la más esclava, pobre, tímida, monótona, uniforme, árida y fea lengua, la más incapaz de expresar cualquier tipo de belleza (...) la más exangüe e inanimada y muerta que jamás se pudiera concebir...  Leopardi, Tutte le opere, Sansoni, Florencia, 1969, vol II, pág 814 (en Ecco, U, La Búsqueda de la lengua perfecta, Grijalbo Mondadori, 1998 pág. 254)

[5] Wittgeinstein entiende el juego lingüístico como parte de una actividad o de una forma de vida.(Investigaciones, 23). Son sistemas de comunicación, son maneras de usar los signos. Hierro pescador, J., Ob. cit., pág. 115

[6] Peirce habla de la imposibilidad de un lenguaje rígido. Toda lengua, por definición , es flexible, el significado tiene que ser vago: la vaguedad es la madre de la invención.

[7] La tarea del filósofo norteamericano Richard Rorty  es, precisamente, acabar con esta idea de la verdad como “correspondencia con la realidad” en La filosofía como espejo de la naturaleza, Cátedra, 2001

[8] Frege, G., Sentido y referencia. Ediciones folio, Barcelona, 2002, pág.56

[9] Las palabras...no significan nada por sí mismas. Sólo cuando un sujeto pensante hace uso de ellas, representan algo, o, en un sentido, tienen significado. Son instrumentos. Ogden y Richards: El significado del significado. Paidos, Barcelona, 1984, pág. 35.

[10] Castilla del Pino, C., Introducción a la hermenéutica del lenguaje. Ediciones Península, Barcelona, 1972, pág. 54

[11] Lyon, J., Introducción en la lingüística teórica. Teide, Barcelona, 1979, pág. 439

[12] Aquí hablamos, obviamente, del lenguaje de los hechos, de las cosas existentes.

[13] Está relación se plasmó en el famoso triangulo de Ogden y Richards. Ob. cit pág. 36

[14] Malmberg, Bertín: La lengua y el hombre. Ediciones Istmo, Madrid 1966, pág.44.

[15] Es el lenguaje que usa Don Quijote en su locura: un lenguaje vistoso y sonoro, lleno de ideales pero falto de concreción material como siempre nos recuerda Sancho, su escudero.

[16] Derrida extrae la conclusión del inevitable carácter retórico de todo lenguaje, incluido el filosófico, de que todo es lo mismo...Para Derrida, en la noche de la “escritura” todos los gatos son pardos.(En Habermas, J. Ensayos políticos. Ediciones Península. Barcelona 2002, pág. 273

[17] los filósofos se han visto obligados, de esta manera, a colocar a por ej. Guadarrama, la gripe, la Reina Cristina y en verdad todo el universo también dentro de su cabeza... o por lo menos en su mente, de tal guisa que todos estos objetos se vuelven por consiguiente mentales. (Ogden y Richards. Ob. cit. pág. 46)

[18] George Steiner habla también de choques sísmicos o fracturas del lenguaje como la ruptura del acuerdo primordial entre la palabra y el mundo,  pero a mi modo de entender no llega a expresar el concepto de fractura lingüística como momento de la dialéctica lógica de la historia. En efecto, para Steiner son momentos intermitentes y ocasionales en el ámbito de la creación humana pero sin un correlato en la vida social del hombre; son momentos aislados, sin ninguna significación objetiva.  (Gramáticas de la creación, Siruela, 2001, pág. 271).

[19] Austin, J. L. Cómo hacer cosas con palabras  Paidos 1981.

[20] Habermas, J. Conocimiento e interés. Taurus, 1982

[21] Ogden y Richards. Ob.  cit., pág. 66

[22] Es, según Heidegger, la devastación del lenguaje, la decadencia actual del lenguaje que va cayendo de modo irrefrenable fuera de su elemento:ser la casa de la verdad del ser. Carta sobre el humanismo, Alianza, 2000, pág. 19.

[23] Ogden y Richards. Ob. cit., pág. 66

[24] Treatise, “Introduction”, pág. 20

[25] Como los periódicos de colores propios de cada clase social del mundo feliz de A. Huxley. Es la construcción mediática de la realidad.

[26] Como se ha estudiado por numerosos autores, uno de los problemas de las democracias es el uso que se hace de los medios de comunicación al servicio de la idiotización y no de la formación de la opinión.

[27] Dewey, J., Viejo y nuevo individualismo, Paidós, Barcelona, 2003, pág. 110.

[28] Según Searle, lo que ocurre es un empleo ilegitimo del verbo predicar. Son expresiones y no universales lo que se predica de los objetos y es de las expresiones,  no de los universales,  de las que puede decirse  que son verdaderas o falsas de objetos. (Searle, J.. Actos de Habla. Catedra, Madrid, 1990, pág. 35)

[29] Habermas, J. (1982), Ob. cit.

[30] Austin, J. L. Cómo hacer cosas con palabras. Conferencia VIII, Paidos 1981, pág. 138

[31] Ibíd. Conferencias II, III y IV págs. 53-89.

[32] O como señala Searle,  no es obvio ni para el que hace la promesa ni para el que la recibe que el que promete hará lo que dice que promete en el curso normal de los acontecimientos. Ob. cit., pág .67

[33]En el proceso de la fractura se producen, en realidad, pequeñas rupturas, vacíos semánticos que actúan al igual que los agujeros negros en el vacío fluctuante previo al universo. El estado fundamental de este vacío sería inestable y  puede disminuir su energía emitiendo agujeros negros, al igual que un átomo emite fotones. Este fenómeno es irreversible y daría lugar al nacimiento del universo y a la transformación del espacio-tiempo en materia después del big bang. Las  rupturas semánticas se van acumulando alterando el sistema total de la lengua debido a su inestabilidad. Análogamente, El proceso termina en un punto de no retorno en el que la única posibilidad es la fractura total y el nacimiento de una nueva lengua. Ilya Prigogina, El nacimiento del Tiempo. Tusquets, 1998, págs. 71,72

[34] Ogden y Richards, Ob. cit., pág. 84

[35] Wittgenstein, L. Investigaciones filosóficas. Editorial Crítica. Barcelona, 1988, pág.  77

[36] Searle, J. Ob. Cit. pág. 151

[37] Delumeau, J. El miedo en occidente. Taurus, Madrid 1989, pág. 21.

[38] Véase el documental “Bowling for Columbine” donde se explica un caso de utilización del miedo en la población en general y su consecuente fácil manipulación.

[39] Ogden y Richards, Ob. cit., pág. 67

[40]Giorgio Agamben, Profanaciones, Anagrama, pág. 116. O como dice Amelia Valcarcel, “usamos el lenguaje moral para disfrazar nuestros intereses”. Ética para un mundo global, Temas de hoy, 2002 pág. 110

[41] Steiner, G. Gramáticas de la creación, pág. 263. Siruela, 2001

[42]García Alonso, Rafael, La  estética en la filosofía de Ortega y Gasset: Hermetismo e interpretación. Ponencia en el curso de formación del    profesorado: El pensamiento de Ortega y su vigencia en el mundo actual. Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, Santander, 5-9 septiembre 2005, y en Ortega y Gasset, La deshumanización del arte, Obras completas, Tomo III, Tusquets, 2005

[43] Lewis Carroll,  Alice through the looking Glass, The Complete Works of Lewis Carroll, Chancellor Press, 1982 p. 182 (La traduccion es mia).

[44] Savater, F. Humanismo impenitente, Anagrama, 1990, pág. 173

[45] Ibíd., p. 264. Para Zubiri, el fracaso radical de hombre solo tiene dos salidas: la desesperación o la religión (En Aranguren: Ética. Alianza Universidad Textos. Madrid, 1979, pág. 125). Weber, sin embargo, encuentra tres salidas: acogerse al seno de las viejas iglesias, iniciar un viaje místico intramundano o recluirse en el más estrecho círculo comunitario (“La ciencia como vocación”, en El político y el científico, trad, Rubio Llorente, Madrid, Alianza Editorial, 1981, pág. 218). John Dewey también apunta dos salidas: la evasión personal como huída o sucumbir a la escisión del individuo (Viejo y nuevo individualismo, Paidós, 2003). Zygmunt Bauman apunta a que las sociedades posmodernas han sustituido la ética del trabajo por la estética del consumo (Trabajo, Consumismo y nuevos pobres, Gedisa, pág. 43)

[46] Hanah Arendt llama espacio espiritual al espacio donde intercambiamos no solo cosas sino también  ideas, pensamientos, sentimientos, estados de ánimo, etc.,

[47] Sütlz, Wolfang, Integrismo y cinismo. Dos formas contemporáneas de negación de la libertad de los medios. XV semana de ética y filosofía política. UNED, Madrid, marzo 2007

[48] Ignacio Ramonet, la golosina  visual,  Debate, Madrid, 2000, pág.33

[49] Ibid.

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