UNA LARGA MARCHA

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Patricia Bifani, IEPALA

 

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Resumen
La lucha de la mujer por una igualdad de género, ha hecho que éstas promuevan acciones que tiendan al cambio social, si bien, la crisis económica mundial ha tambaleado las pocas mejoras conseguidas. La Cuarta Conferencia Mundial sobre las Mujeres se presenta como el foro internacional para explicar una visión económica que incluya a la mujer en condiciones de igualdad con el hombre.

 

El trayecto

Cuando las Naciones Unidas se aprestan a celebrar su cincuentenario y este siglo de cambios vertiginosos, contradicciones y masacres masivas toca a su fin, la comunidad internacional se reúne en Beijing para examinar el avance en la incorporación de la mitad postergada de la humanidad al proceso decisional que orienta la historia. Beijing recibe en septiembre de este año la IV Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre las Mujeres, conferencia que continua una trayectoria casi tan antigua como las Naciones Unidas mismas y que se iniciara con la creación de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, en 1946, sólo un año después de ratificarse la Carta de las Naciones Unidas.

El umbral de casi cincuenta anos de esfuerzos, retrocesos y logros se tambalea ante la crisis mundial de la década de los 80, agravado por las políticas mundiales especialmente nocivas para la gran masa de las mujeres del mundo y por el despiadado azote de la xenofobia y de la guerra. A este camino plagado de obstáculos se añaden los largamente acendrados de la discriminación de género, que hasta hace no mucho se perfilaban como inamovibles. Sin embargo, este trayecto que ya deja una huella y que no hace sino afianzar sus metas y acrecentar sus medios y mecanismos de acción, parece lanzado por la vía de conquistas que no pueden ya retroceder. ¿Los signos?: Básicamente, los cimientos del paradigma en el que se asienta la subordinación de la mujer han sido cuestionados desde distintos frentes y la ideología patriarcal comienza a resquebrajarse. El primer síntoma de quiebra viene, como siempre, precedido de un cambio de óptica, no de todos, ciertamente, pero sí de un número creciente de personas. Comienza a haber una toma de conciencia del problema de la discriminación de género que tiende a generalizarse más y más a niveles políticos y decisionales.

Pero los signos de cambio no se han detenido en la sensibilización de la población, sino que ha pasado al ya más operacional de la identificación del problema en términos de indicadores y estadísticas desglosadas por sexo, descorriendo con ello el espeso velo de la invisibilidad que rodea al trabajo y al quehacer femenino: desde siempre, la actividad de la mujer realizada en la esfera doméstica, o como mano de obra familiar o trabajo por cuenta propia se ha considerado simplemente como no existente. Esta "invisibilidad" ha acompañado también a sus necesidades, aspiraciones y logros.

El proceso de documentación de la condición de la mujer a lo largo de su ciclo vital y en distintas circunstancias, que dista mucho de haberse completado y de haberse convertido en un procedimiento de rutina a la hora de planificar el desarrollo, ha encauzado, al menos parte de la acción, por vías científicas y sistemáticas. Es decir, se ha preparado el terreno para el salto cualitativo que pasa de la denuncia a la construcción de un universo alternativo, en el que se definen metas a alcanzar y se concibe un mundo en el que la mujer está llamada a representar un papel diferente en la sociedad y a convertirse, junto al hombre, en artífice y beneficiaria del desarrollo. Estas metas, si bien tienen matices diferentes en las distintas regiones, tienden a 'la igualdad de derechos, la asignación equitativa de oportunidades y responsabilidades, y la asociación armoniosa de mujeres y hombres, como elementos vitales para el bienestar de la humanidad", según las palabras del Grupo de los 77 en la Declaración de Beijing (1).

El camino que lleva al cumplimiento de estas metas globales ha estado jalonado de etapas, durante las cuales se ha intentado alcanzar objetivos más específicos, de corto y mediano plazo, en las diversas esferas que forman el entramado de la vida social: salud, educación, procesos de toma de decisiones y acceso al poder, actividad económica, igualdad ante la ley, matrimonio y familia, prestaciones económicas y sociales, etc.

En este proceso se han ido definiendo gestores e involucrando participantes a todos los niveles de la sociedad. Entre ellos, a los gobiernos y organizaciones intergubernamentales se han sumado diversas instituciones académicas y de investigación, el sector privado y las instituciones financieras y, cada vez con mayor pujanza, las organizaciones no gubernamentales, entre las que han jugado un papel particularmente relevante las organizaciones de mujeres. El "proyecto de Plataforma de Acción", en un documento preparatorio para la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (2), define a estas últimas como "la fuerza motriz del cambio" y reconoce su creciente influencia en los debates internacionales.

La marcha sistemática e inexorable hacia la igualdad de género no ha olvidado la importancia del marco institucional, requisito fundamental para la implementación de las medidas propuestas. En un esfuerzo por mejorar la eficiencia y coordinar la acción, se han explorado distintos arreglos institucionales que van desde la creación de organismos específicos tendentes a implementar las políticas de género, como serían por ejemplo los "Departamentos de la Mujer", hasta la opción más radical del "mainstreaming", que introduce la perspectiva de género a todos los niveles y en todas las esferas de la estructura social, asegurándose que aun las políticas sectoriales estén sensibilizadas a esta dimensión.

Es importante notar que esta trayectoria, con sus distintos hitos, implica, por una parte, un involucramiento de la comunidad a nivel global, a la vez que un enfrentamiento colectivo del problema de la discriminación de género. Por otra, e íntimamente relacionado con el punto anterior, implica la búsqueda de soluciones y alternativas que dicen relación con cambios estructurales, contrariamente a lo que sería la adopción de medidas puntuales, localistas o fragmentarias, sin capacidad de transcender lo puramente focalizado y anecdótico.

 

Las etapas

Esta capacidad de actuar en forma integrada y de promover acciones que tienden al cambio social, se han visto coordinadas y facilitadas, justamente, por las Conferencias que se iniciaron en 1975, con el Año Internacional de la Mujer. El punto culminante de este año fue la Conferencia Mundial, celebrada en México D.F., bajo el lema de Igualdad, Desarrollo y Paz. Con ello se inicia el decenio de Naciones Unidas para la Mujer, bajo cuya égida se suceden y complementan las etapas ya mencionadas. La Conferencia de México del año 75 favorece la sensibilización de la población en torno al problema de la mujer, e inicia la tarea de documentarlo, proporcionando herramientas para la planificación.

A este inicio se sigue, en 1979, la aprobación por la Asamblea General, de la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, en la que se solicita a los Estados que tomen todas las medidas necesarias para asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer y garantizarle el ejercicio y goce de sus derechos y libertades fundamentales en condiciones de igualdad con el hombre.

El año 1980, que marca la mitad de la década, y que reúne en Copenhague a la comunidad internacional para definir un plan de acción, priorizando las áreas de salud, educación y empleo, coincide con la crisis económica mundial que hubiese de tener consecuencias especialmente nefastas para la mujer, como se verá a continuación. En 1985 se celebra en Nairobi la Confe- rencia Mundial para el Examen y Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: "Igualdad, desarrollo y paz", que a la vez que revisa logros e identifica retrocesos, establece metas y define medidas, estipuladas en "Las Estrategias de Nairobi orientadas hacia el futuro para el adelanto de la mujer".

Numerosas otras conferencias que sería largo enumerar, han tocado, desde distintas perspectivas, el problema de la desigualdad entre sexos. De particular relevancia han sido aquéllas relativas al Medio Ambiente, la Población, los Derechos Humanos y el Desarrollo.

 

El balance

Frente a lo realizado y a la magnitud del potencial humano, institucional y financiero desplegado, el panorama se presenta desolador. Con esto no se quiere decir en modo alguno que no hay avances, sino que la tarea a desempeñar demanda nuevos y mayores esfuerzos. ¿Y esto por qué? Porque el problema de la equidad de sexos, si bien tiene su especificidad, se juega en el contexto de la situación mundial en su conjunto, con sus tendencias, sus crisis de toda índole, sus epidemias y desastres. Es una lucha que se da dentro de la dinámica desbocada de la pobreza, de las diferencias entre regiones, del desgaste de ideologías y de valores. La mujer va también, como el hombre, en el carro de la historia, que avanza con metas ya trazadas y en cuya definición ha tenido poca o ninguna ingerencia.

Por otra parte. hay que reconocer que esta larga marcha hacia la igualdad entre sexos constituye un esfuerzo casi fugaz si se compara con el muchísimo más largo trayecto de la discriminación, cuyos antecedentes son tan largos como la historia de la humanidad misma. Frente a esta consideración, éste es un mero comienzo, pero un buen comienzo en el que uno de los corredores ha partido con muchísimo retraso y progresa saltando un sinnúmero de obstáculos, pero que sin embargo avanza.

La pobreza y el incremento de la brecha entre países ricos y pobres tiene hoy un matiz y éste se llama "feminización de la pobreza". Esto lleva la lucha a dos frentes interrelacionados y complementarios: sin desarrollo, el flagelo de la pobreza, y de la pobreza de las mujeres, no podrá solucionarse. Pero, lo que aparece como la gran novedad en el debate internacional, es el reconocimiento de que sin el adelanto en la situación de la mujer y sin su participación activa y en condiciones de igualdad, las metas de desarrollo sostenible y equitativo no podrán lograrse, lo que de por sí es una esperanza.

Esta conclusión, que pareciera obvia, ha tardado en imponerse. Si bien se recuerda, el interés por la mujer se inició con un enfoque puramente humanitario, impregnado por el modelo de bienestar que imperaba en las colonias. Había que "ayudar" a la mujer en sus tareas de ama de casa y madre, mejorando sus niveles de salud, de educación, de nutrición. Sólo después hubo un reconocimiento del rol económico de la mujer y de la necesidad de favorecer su desempeño y mejorar sus rendimientos, posibilitando a la vez su doble tarea de productora y reproductora. Las iniciativas en este sentido han pasado por diversos énfasis: algunos enfoques han tendido a mejorar su condición a través del logro de la equidad, otros han hecho hincapié en la promoción de su adelanto mediante la superación de la pobreza. Una corriente muy difundida ha consistido en incrementar el poder de la mujer en las diferentes esferas de la vida social y económica a través del aumento de su capacidad y autosuficiencia, posibilitando así su derecho a elegir sus opciones de vida, influenciar el cambio social y ganar control sobre los recursos naturales y económicos.

El enfoque que va a la cuarta conferencia presenta una visión más integral y global de las relaciones entre sexos y del papel de la mujer en el logro de un desarrollo sostenible y crecimiento económico, y en la participación activa e igualitaria en el manejo del poder y en la toma de decisiones. Este enfoque más comprensivo tiene múltiples otras facetas que resultan prometedoras como sería, por mencionar alguna de ellas, el cambio de énfasis de los síntomas del problema a sus causas y raíces profundas, su utilización de modelos globales para considerar fenómenos de suyo complejos e interdependientes, como sería por ejemplo el fenómeno de la pobreza; en este mismo plano, cabría considerar la visión de las relaciones entre políticas macroeconómicas y sus efectos microeconómicos, con sus repercusiones a nivel de los hogares y de sus condiciones de vida, su noción de "desarrollo sostenible e igualitario", etc. Dentro de este contexto integrador, es interesante también notar como la Plataforma de Acción aborda cada problema específico acompañándolo de un objetivo estratégico tendente a la superación o mejoramiento del problema en cuestión y señalando las medidas a tomar para lograr este propósito, que esperamos todos puedan llevarse a cabo gracias al esfuerzo mancomunado de las organizaciones y personas involucradas en este evento y por aquéllas que las apoyan en esta larga marcha.

 

(1) Inicial Position, Group of the 77. Beijing Declaration 28 march 1995.

(2) E/CN.6/1995/2.

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