DESARROLLO DE LAS RELACIONES PADRES/HIJOS

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Esperanza Ochaita   

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Mediante este articulo, la autora trata de hacernos ver cómo se desarrollan las relaciones padres e hijos a través de las diferentes etapas del ciclo vital, en nuestra cultura actual. Así, se analizan tanto las creencias como posibles expectativas que se puedan dar en las relaciones que se establecen, también las relaciones de apego, las características de las relaciones en las etapas escolares y preescolares, así como las posibles problemáticas que pueden surgir cuando hay una separación o un divorcio de por medio. Por último, habla de las relaciones que se establecen en esa etapa tan difí-cil como es la adolescencia. Todo esto, lo trata desde la perspectiva de la normalidad, pues cree necesario conocer siempre en primer lugar cuales son las pautas normales para poder deducir así, cuales son las patológicas.

 

Si bien es cierto que los niños a medida que crecen van cambiando, y por tanto cambian las relaciones que se establecen con ellos, también debemos tener en cuenta que los progenitores, los padres, también cambian, y que eso también incide en las relaciones familiares, de manera que las posibles problemáticas que surgen en cada etapa, no se deben únicamente a los hijos sino también a los adultos, así como a las diferentes variables del contexto en el que se dan dichas relaciones.

 

Aunque algunos sean un poco escépticos acerca de esta idea, según la autora, las relaciones entre las madres y los hijos comienzan bastante antes de que nazca el bebé, aunque estas relaciones sean unilaterales, pues son un conjunto de sentimientos hacia ese nuevo ser donde se mezclan nuestras expectativas sobre todo lo relacionado con este nueva persona. Estas expectativas y actitudes, varían pues cada caso es diferente. Con el nacimiento del niño o niña, suele darse el fenómeno de la contraposición entre "maternidad ideal" y "maternidad real" pues es cuando se llega a desmitificar la idea de que una maternidad siempre es feliz o ideal. Debemos tener en cuenta, de que las ideas, las representaciones que la sociedad se ha creado respecto a la maternidad, suelen sustentar la creencia de que las mujeres se comportan de una manera natural, instintiva ante situaciones tan propias de ellas como pueden ser el embarazo o la maternidad. Y estas ideas sobre la felicidad indudable respecto al embarazo está tan arraigada en nuestra sociedad que llegan a manifestarse de muy diversas maneras, como en el hecho de decir que una mujer por estar embarazada está más guapa. Pero, no siempre se cumple estas profecías populares, y hay muchas mujeres a las que el embarazo no les parece precisamente un camino de rosas. No es que el embarazo sea una situación desesperante y fatídica, sino que depende de cada persona, pues al fin y al cabo, la complejidad de los sentimientos y de las personalidades es tal que es difícil afirmar con seguridad ninguna de estas ideas. Además, a esto le debemos sumar la influencia que llega a tener la sociedad y las ideas que se hayan desarrollado en ese momento, pues pueden complicar mucho más la situación, haciendo a las mujeres que no comparten los sentimientos que la sociedad denomina normales, se sientan culpables por sentir algo diferente durante su embarazo. Por ello, esta autora dice, que es necesario romper muchas veces con ese tipo de idealizaciones para pasar a vivir nuestras propias experiencias.

 

Y lo mismo ocurre con el parto, que es una experiencia dura para la mujer por mucho que los médicos digan que existe el parto sin dolor, y es por todos conocidos las denominadas depresiones postparto. Sea cual sea la situación, está claro que la mujer necesita de apoyo, y es entonces cuando la pareja, debe darle todo su apoyo compartiendo las tareas y responsabilidades que un bebé acarrea, logrando que la situación sea lo más beneficiosa posible para el niño y los padres.

 

Con la llegada de la primera infancia, el bebe comienza a prestar atención a los estímulos que se dan a su alrededor, y tal y como diversos estudios han sabido, la mayor parte de atención la prestán a otros seres humanos. Pero también debemos aclarar que los padres y adultos, reaccionan ante el bebé. Se da una retroalimentación de estimulos entre el bebé y los adultos. Hacia la segunda mitad del primer año de vida del bebé, comienza a darse (en aquellas situaciones donde las circunstancias son normales) lo que Trebarhen llamó "intersubjetividad primaria", o más conocido como apego, el vínculo afectivo que se irá desarrollando entre el bebé y su madre, desarrollando conductas de conocimiento y exploración cuando su presencia le dé seguridad.

 

Durante esta etapa también, se empiezan a ver las posibles diferencias entre las expectativas que tenían los padres sobre el bebé antes de que éste naciera. Normalmente, los hijos no suelen ser tan guapos y gorditos como nos enseñan los anuncios de la tele, y además conllevan un esfuerzo, que hace que nuestro hijito no sea tan idilico. Por eso, se importante que se de a conocer lo que verdaderamente supone tener un hijo, para evitar negligencias y maltratos (que no se origina únicamente de estos factores pero que pueden intervenir), cuyas tasas son bastante altas durante esta primera etapa.

 

Siguiendo con el apego, decir en base a los trabajos de Bowlby, que el apego es un vínculo afectivo que se forma entre la madre y el bebé, que les lleva a estar juntos tanto en el espacio como en el tiempo y que luego tendrá unos efectos permanentes en los hijos. Como vínculo primario, su finalidad es lograr la supervivencia de la cría, que unido a las ideas retrógradas en muchos sentidos que existen en torno a la mujer, frenan la independencia femenina, para justificar así, la necesidad de que se queden en casa a criar a los hijos, como si por ser mujer, toda la responsabilidad fuera suya. En torno, a esto del apego, Ainsworth distinguió tres tipos de apego dependiendo de la calidad de la relación afectiva después de haber separado por un tiempo a la madre y al niñ@.

*El apego de evitación: El niño/a evita a su madre cuando se reúne con ella después de la separación y tiende a tratar igual o mejor a una extraña.

*El apego seguro: Cuando el niñ@ tiende a reunirse con la madre

*El apego ambivalente: Cuando después de la separación, muestran reacciones ambivalen-tes, tanto de aproximación como de rechazo.

También hay una serie de estudios en torno al apego que tratan de demostrar la permanencia de los distintos tipos de apego a lo largo de las distintas generaciones femeninas. Esto es bastante criticable por diversas razones:

1.- Suponen que lo que se transmite de madres a hijas es únicamente el vínculo afectivo del apego, sin tener en cuenta otros aspectos que afectan a los individuos durante todo el tiempo que conviven con su familia de origen.

2.- Parecen deducir que sólo es posible para el niñ@ establecer un único vínculo afectivo y además solamente con la madre, cuando hay bastante pruebas de que el niñ@ puede tener más de una figura de apego.

Por tanto no es sólo posible, sino además aconsejable, que el niñ@ tenga más de una figura de apego como pueden ser los miembros de la familia o las personas que los cuida. Otro punto fundamental en este artículo es el referido a la irreversabilidad del apego y sus posibles consecuencias en caso de separación permanente de la figura a la que el niñ@ está vinculado. Según los estudios realizados, esta separación de larga duración puede tener una serie de efectos en el desarrollo psicológico y social de éste o cuando el vínculo se ha desarrollado unicamente hacia una persona. En estos casos es fundamental que el niñ@ encuentre a otra persona que cubra rapidamente ese apego. Lo que pasa es que esto es algo bastante difícil porque el vínculo desarrollado durante la primera infancia son muy fuertes, y es una de las razones por las que a pesar de que la situación no sea buena, es decir, que exista algun tipo de problema como el maltrato, los niños han desarrollado tal vínculo con sus agresores, que les resulta muy difícil integrarse en una nueva familia.

 

Otro aspecto importante en la relación entre padres e hijos es cuando nace un nuevo hijo, es decir, un hermano o hermana. En esta situación es practicamente inevitable que se sientan celos hacia aquella nueva persona que nos quita en parte la atención de nuestros padres, y es que aunque se trate de preparar en mayor o menor medida al hijo para la llegada del nuevo bebé, sus propias capacidades cognitivas y su escaso conocimiento de la realidad social, hacen que se sienta desplazado y menos querido. Por eso es muy importante sentir que es apoyado por los restantes miembros de la familia, sobretodo del padre, por eso es favorable que el niño desarrolle vínculos afectivos con las personas de su entorno, sean o no de su familia (educadores, compañeros de clase, etc...), por eso son muy importantes los métodos que actualmente utilizan los responsables de muchas escuelas infantiles, que tratan que la integración de los niños en el ambiente escolar sea progresivo utilizando períodos de tiempo crecientes y teniendo los primeros días a sus padres para que le sirvan de apoyo, para lo que es lógico, que los padres tengan horarios flexibles que les permita hacer compatibles su situación laboral y familiar.

 

En cuanto al período preescolar, etapa en la que los niños ya han adquirido la movilidad suficiente como para explorar el mundo que les rodea, decir que en esta etapa los niños empiezan a conocer las restricciones que sus padres imponen a su comportamiento. En toda familia se dictan una serie de normas de vida y convivencia que se pueden transgredir dependiendo de la concepción que los padres tengan sobre el modo de educar a sus hijos. Todos aprendemos con el tiempo y a base de probar, cuales son las normas que se pueden transgredir y cuales no, aunque al principio nos parezca que ninguna podría o debería transgredirse. La desobediencia, es una etapa más en nuestro desarrollo, a pesar de que pueda parecer que los niños lo hacen para fastidiar, pero realmente están construyendo su propia moral. Así, en esta etapa se dan en mayor medida las discusiones entre el hijo y la madre, que suelen estar relacionadas precisamente con las conductas destructoras del hogar y de la rutina familiar, pues a medida que crecen los problemas también varían. Normalmente, o al menos en los estudios realizados en la sociedad americana demuestran, las discusiones que se dan en esta etapa suelen estar relacionadas con normas sobre cuestiones materiales y por la disciplina, más que por cualquier otra razón. Aunque es lógico, que para que estar normas tengan algún efecto, sean coherentes y consistentes, pues sino, los niños se dan cuenta, y no logramos nada. De esta manera se explica como un niño puede tener diferentes comportamientos en diferentes entornos, porque, lo que en casa no podemos hacer, el abuelo si nos deja, de manera que parece que el comportamiento del niño se divide.

 

Volviendo al tema de los celos, decir que normalmente esta conducta se le suele atribuir a los hermanos mayores, sin tener en cuenta de que los menores tienen gran capacidad para mentir y para anticipar las consecuencias de que dichas mentiras pueden tener en los adultos. No todo es negativo, porque a pesar de estar conductas bastante hostiles los niños tienen más capacidad que los adultos para consolar a sus allegados, cooperar y de adaptarse a las reglas que se les impone.

 

En cuanto a la construcción de la identidad sexual y de los roles género, decir que la formación de la primera comienza a construirse a los tres años aproximadamente, aunque se haga basándose en los estereotipos de género que les ofrece la propia sociedad a través de los medios de comunicación, y aunque éstos no se parezcan al modelo que sus padres les ofrecen, aunque si que suelen expresar según su modelo familiar cuáles son las tareas que desarrollan cada uno de sus progenitores.

 

Sobre la etapa escolar donde toman gran relevancia las relaciones con sus iguales, con los demás niños y niñas de su edad. Y son estas relaciones y los resultados académicos lo que durante esta etapa preocupa a los padres. Los estilos educativos que se desarrollan en esta etapa suelen ser mixtos y pueden variar con el desarrollo del niño o niña. Suelen darse 4 variables fundamentales:

*Grado de control: El grado de influencia que los padres tienen sobre los hijos, y que se puede ejercer de muy diversas formas como los castigos, retirada de afecto, o mediante la inducción entre otros.

*Comunicación padres/hijos: Participación que tienen los hijos en la toma de decisiones y de las explicaciones que a las normas dan los padres y madres.

*Exigencias de madurez: El nivel de exigencia de los padres que puede estar por encima o por debajo de las posibilidades de los niños.

*Afecto en la relación: Nivel de afecto físico y psicológico.

Al combinar estas variables surgen 3 modelos clásicos de relación que son:

*Autoritario: Altos niveles de control y exigencias de madurez, pero bajos de comunicación y afecto. Suelen ser niños que acatan las normas pero cuya autoestima es baja y no perciben el control sobre su propia vida.

*Permisivo: Bajos niveles de control y exigencia y altos de comunicación y afecto. Los niños suelen ser muy impulsivos, y pueden tener problemas a la hora de hacerse cargo de responsabilidades. Inmaduros y de baja autoestima pero alegres y vitales.

*Democrático: Altos niveles en las cuatro variables. Suelen darse los hijos más deseables en nuestra cultura, con alta motivación, percpeción de control, autoestima, capacidad para las relaciones sociales y afectivas.

Decir, que estos modelos no son estables, es decir, que pueden ir variando con el paso del tiempo, pues al fin y al cabo, los padres pueden comportarse también de diferente manera con el paso del tiempo. Y actualmente, según los estudios realizados, las actitudes parentales están más cerca del modelo inductivo de apoyo, pues aunque plantean un estilo educativo rígido en sus planteamientos, se basan en la comunicación y en el convencimiento, y tratantdo de fomentar la autoestima en los hijos. Son más iguales, comunicativas y dialogantes. Al fin y al cabo, quien creen las capacidades de sus hijos, consigue buenos resultados normalmente, sobretodo en el aspecto educativo y cognitivo. Es cierto, que todos los padres desean que sus hijos obtengan grandes logros, pero luego a medida que estos crecen , sus expectativas se adecuan mucho más a las verdaderas posibilidades de sus hijos.

 

Otro punto importante a tratar, sería el de las separaciones y divorcios, y cómo afectan éstos conflictos parentales al desarrollo de los hijos, pues este tipo de problemas, suelen tener efecto en la estabilidad emocional de los hijos e hija, aunque también es cierto que no todos los divorcios o separaciones tienen que tener unas consecuencias fatídicas en los hijos, pues el tener conflictos serios y continuados pueden llegar a ser peores que la ruptura. Los efectos suelen estar sesgados por los estereotipos que nos da nuestra cultura y sociedad, porque hoy en día se preocupan más por lo que ha funcionado mal que por lo que puede llevar a que los problemas se solucionen. El que los hijos superen una situación como ésta depende de la situación concreta, no se puede generalizar.

 

Por último, hablar de la tan polémica adolescencia, considerada por todos como una etapa de crisis y de conflictos familiares. Aunque puede ser una etapa más conflictiva que las anteriores, debemos tener claro que no toda la responsabilidad de los conflictos recae sobre los hijos porque parte de responsabilidad es también de los padres, pues ellos también se adentran en una difícil etapa. El hecho de que esta etapa pueda ser o no más dura, depende múltiples factores circunstanciales así como de la propia relación que se haya establecido entre padres e hijos. Lo que sí está claro, es que en esta etapa se dá una reorganización de las relaciones entre los padres e hijos, pues los adolescentes tienen una manera muy distinta de pensar que cuando eran niños. Según algunos autores, son capaces de reflexionar y por ello se vuelven muy críticos con todo lo que les rodea, y dejan de idealizar a sus padres. Centran su interés en la cuadrilla de amigos, su cuerpo cambia y adquieren una nueva forma y capacidad para las relaciones sexuales y la procreación. Es verdad que se dá un desfase entre los cambios físicos y psicológicos de la pubertad y adolescencia, así como en la incorporación del joven al trabajo y a la vida independiente. A pesar de todo, normalmente, los conflictos que surgen en esta difícil etapa, suelen resolverse y se da una nueva readaptación entre padres e hijos adolescentes.

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