ACERCA DE LAS MUJERES COMPENETRADAS

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Martín Smud
Psicoanalista.

Autor del libro "Sobre Duelos, Enlutados Y Duelistas"

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Recientemente he trabajado en un seminario acerca del masoquismo femenino y llegué a algunas conclusiones que me gustaría compartir con los internautas de I.S.I.S..

Freud en 1924 publica "El problema económico del masoquismo" donde sostiene que hay tres principios que sostienen al hombre: el principio de placer, y más allá de él, el principio de realidad y el principio de masoquismo. Placer, realidad y masoquismo dice Freud muchas veces funcionan de manera armónica pero muchas otras aparecen algunos problemas.

En ese texto, Freud plantea que hay tres tipos de masoquismo, en realidad plantea que hay dos tipos de masoquismo, pues el masoquismo erógeno "está en la base de los otros dos", son el masoquismo femenino y el moral. Del femenino dice que no es necesario ser analista para observarlo fácilmente y que en cambio, el masoquismo moral, es necesario verlo con el artefacto del psicoanálisis que plantea para su comprensión la enigmática conciencia inconsciente de culpabilidad.

Al masoquismo femenino, Freud primeramente lo había llamado masoquismo infantil, y a posteriori lo nomina como masoquismo femenino pues su fantasía coincide con tres posiciones propias de la femineidad: el ser castrado, el soportar el coito y el parir. Existe una superposición entre lo infantil y lo femenino en cuanto al masoquismo dice Freud pero el nombre de masoquismo femenino hizo errar a más de uno, pues pareciera que femenino hablaría del género femenino, pareciera ser un masoquismo propio de todas las mujeres, de todo el género femenino. Esto trajo aparejadas muchos inconvenientes, hasta el punto que Lacan llegó a decir que el masoquismo femenino era un fantasma masculino.

¿Cómo entender a ese masoquismo femenino? Siguiendo con la teoría freudiana que habla de la sexualidad humana en dos tiempos, el tiempo de la neurosis infantil y el tiempo de la neurosis propiamente dicho, podríamos aseverar que en el tema del masoquismo también hay dos tiempos, el tiempo del masoquismo infantil y el tiempo del masoquismo propiamente dicho.

Quienes trabajamos también con niños, no dejamos de observar, y "no es necesario ser analista para ello", el masoquismo infantil, un niño de 6 años llega a tratamiento porque en determinadas situaciones se golpea insistentemente y cada vez con más fuerza la cabeza contra la pared, además de la necesidad de trabajar su posición edípica en relación a causar la preocupación del otro, el chico tenía una pregunta crucial: ¿Cuánto duele el dolor?, duplicación de la pregunta por el dolor que constituye al hombre en tanto sujeto de la Modernidad (histórico) y en tanto sujeto del inconsciente (actual).

Freud, y esto es una hipótesis a ser trabajada, hablaría así de un masoquismo erógeno ubicable en las zonas erógenas y en el recorrido pulsional, y de un masoquismo infantil que debe ser pensado en relación a cierta super-estructuración con lo femenino, y un masoquismo propiamente dicho que muchos, para enterderlo, lo definirían como masoquismo adulto.

¿Y dónde ubicar al masoquismo femenino? Puede ser pensado en relación al eje psicopatológico como masoquismo en la estructura histérica, como así podemos pensar al masoquismo moral como dentro de la estructura de la neurosis obsesiva. La estructura histérica no es condición de toda mujer.

Pero más allá del masoquismo en la histeria, ¿qué podemos decir del supuesto masoquismo femenino?

No podemos dejar de reflexionar acerca de cómo pensar a ese masoquismo del lado de la mujer y como pensar el tema de la sexualidad femenina y su diferencia con la sexualidad del lado masculino, si tomamos a Freud caemos rápidamente a la envidia del pene, que ubicaría a las mujeres en una posición de no tener y de envidiar a quienes tienen la posesión del pene, en este caso hombres.

Lacan en su texto "Ideas directrices para un congreso sobre la sexualidad femenina" (1960) dice la "promoción de la sexualidad de la mujer, es cosa que no ofrece duda, y que permite observar una notable negligencia".

Notable negligencia la de ubicar a esa envidia del pene como envidia de ese órgano que está en posesión del hombre, notable negligencia pues no ofrece duda que el objeto de la envidia de la mujer no suele estar en posesión de un hombre sino de otra mujer y que tampoco se trata del pene sino del falo en tanto que fascina, en tanto que despierta al deseo.

Y los analistas agradecemos a Lacan como dice Rebecca Hillert "la legitimación de un goce específico para la mujer", el no haberlas dejado en la estacada de la envidia al pene.

Se trata del objeto que fascina y se erige como un objeto que articula la relación fundamental del sujeto de deseo pero también se trata de la relación de la mujer con los puntos negros. Lacan en el seminario Sinthoma dice: "Es muy curioso que una mujer se interese tanto en el punto negro, justamente. Es precisamente lo primero que ella hace a un muchacho: es sacarle los puntos negros".

Los puntos negros son una metáfora de los berritos pero también de los agujeros y de las faltas del otro, lo primero que haría una mujer es ocuparse de esos puntos negros del Otro. Esa insatisfacción del deseo en la mujer se ubica en relación a las faltas del otro. Y esto no es sino pensar la dimensión masoquista del deseo del Otro.

Podemos pensar que lo primero que hace una mujer con un hombre es buscar el punto negro, y esto lo engancha al hombre de una manera que puede hacer estragos en una mujer.

Una mujer se engancha con las faltas del otro, pero tiene también esas posibilidades para desengancharse. Por un lado se com-pene-tra con el hombre, por otro puede ir más allá de ese compenetrarse con el otro.

Una mujer se compenetra pero puede desabotonarse un botón de la camisa para que ese hombre intente mirar para adentro.

Ella se entrega como objeto para satisfacer a un hombre, pero hay un punto donde ella también es satisfecha en esa entrega

Ese hombre por esa compenetración de la mujer con su deseo lo vuelve potente, y él quisiera porque piensa que también ella quiere lo mismo, quisiera hacerla sierva de ese Dios que él ha sentido en el falo, del objeto que fascina al deseo y lo hace erigirse como una poción mágica, infantil, increíble.

La mujer que no existe sino en ese desabotonarse la camisa causa de deseo está destemplada pues se decepciona, no era eso lo que ella quería, ya bastante con esa características de los hombres de ir de lo preciado a lo nausebundo y ahora encima tener que aguantar ser tratada como falocéntrica. La mujer no es anoréxica del falo, o tiene un atracón o tiene una privación.

Más allá de esa histórica y maldita identificación de la mujer con el ser castrada, el soportar el coito, soportar el que se diga eso de sexo débil, dependiente, pasivo del que tenemos sobradas pruebas de que es una falacia sobretodo en estas épocas de crisis, el masoquismo del lado de la mujer es un tema a seguir investigando pues es más allá del falo hacia donde debemos ir pero por cierto compenetradas también con el falo.

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