LA INCIDENCIA DE LA TELEVISIÓN Y LAS NUEVAS PANTALLAS EN LA DINÁMICA FAMILIAR

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De entre las diversas maneras de entender la "dinámica familiar" existen dos aspectos, elementos o dimensiones de la misma los "factores optimizadores" del clima familiar y los "estilos educativos" de los padres.

Aunque es claro que las pequeñas pantallas reducen el tiempo que los hijos tienen para descansar, hablar, jugar en grupo, hacer las tareas escolares y familiares o leer, simultáneamente ayudan a desarrollar los procesos cognitivos u otros tales como perseverancia, autoestima, autoexigencia, agresividad, competitividad, locus de control etc.

 

Incidencia sobre los "factores optimizadores" del "clima familiar"

La investigación psicológica ha identificado algunos de los factores que incrementan las posibilidades de que los hijos asimilen las creencias, valores y comportamientos que sus padres desean.

El balance de la investigación sobre el tema, hasta el momento, es escaso y contradictorio debido, en gran parte, a la falta de control de las numerosas "variables extrañas" existentes.
 

FACTORES OPTIMIZADORES DE LA DINÁMICA FAMILIAR
 

Organización familiar.
La organización familiar implica límites claros para cada uno de sus miembros. Es menester que padre, madre e hijos conozcan explícitamente sus tareas y responsabilidades concretas.

Situaciones vitales como el trabajo de la madre del hogar, un accidente, una enfermedad, etc. Obligan periódicamente a la reorganización familiar.

La introducción de una pequeña pantalla en el hogar implica una reorganización de tiempos y espacios que, si se hace a tiempo, optimiza la dinámica familiar; si a destiempo habrá que dedicar más energías para resolver el conflicto.

Los hijos aprenden así formas de enfrentarse a "situaciones frustrantes" que no sean ni regresivas, ni agresivas sino inteligentes.
Cohesión padre – madre.
La cohesión parental, depende del grado de vinculación afectiva entre el padre y la madre.

Cuanto más elevada sea la cohesión parental, menor será la probabilidad de que los conflictos padres – hijos producidos por el uso de las pequeñas pantallas tengan un proceso y una solución incoherentes.

Cohesión padres – hijos.
La cohesión entre padres e hijos depende de la vinculación emocional de cada miembro con todos los demás y del grado de autonomía personal.

La televisión y las nuevas pantallas disminuyen el tiempo que puede dedicarse a la intimidad familiar; en cambio aumentaría el dedicado a la autonomía de cada miembro de la familia.

Adaptabilidad.
Este factor factor se refiere a la habilidad de los miembros de la familia para modificar en función de situaciones y momentos específicos del desarrollo su estructura de poder.

Expresividad afectiva.
Cuanto mayor es la gama de las expresiones afectivas ante los pequeños, medianos y grandes éxitos y fracasos de cada día mejor funciona la familia. De esta manera, padres e hijos aprenden en común a expresar verbal y gestualmente de manera asertiva esa activación general del organismo, de la mente y de la conducta que son los sentimientos y las emociones.

Este factor puede verse favorecido por la televisión en la que los hijos observan mayor número de modelos de expresividad afectiva con los que contrastar los modelos utilizados en la propia familia.

Control de la conducta.
El control democrático de la conducta de los hijos y de los padres es un factor optimizador de las relaciones familiares.

La utilización de las nuevas pantallas es un elemento más a ser controlado democrática o autoritariamente en función del grado de desarrollo de los hijos; los hijos pueden estar en desacuerdo con las ideas de los padres, sin enturbiar por ello la dinámica familiar.

Comunicación familiar.
La comunicación familiar positiva hace referencia al envío de mensajes claros, congruentes y razonados, a la empatía, a las frases de apoyo, a solicitar opinión y escuchar activamente y a las habilidades en la resolución de los problemas diarios.

Por el contrario, una comunicación negativa incluye mensajes incongruentes y descalificadores, falta de empatía, frases negativas con falta de apoyo, habilidades deficientes en resolución de problemas y mensajes con doble interpretación.

La televisión permite incrementar muchas veces, el significado de las palabras o el número de conocimientos compartidos; en cambio resta tiempo para hablar, pensar y sentir los acontecimientos.

Transmisión de normas.
Una dinámica familiar sana exige que padre y madre transmitan a los hijos aquellas normas congruentes que permitan adaptarse y ajustarse a su grupo de referencia.

Algunos valores merece la pena trasmitir mediante normas, pero sobre todo mediante ejemplos de vida podrían ser: austeridad, tolerancia, profesionalidad y sensibilidad.

Televisión y videojuegos son armas poderosas para modelar actitudes, valores y normas; desafortunadamente la publicidad va en contra del valor de la austeridad.

Un elemento negativo de la televisión es que triviliza casi todo lo que toca: la muerte, la guerra, el hambre o la pobreza.

Límites familiares externos claros y permeables.
Los hijos necesitan tener claro qué se puede hacer o no hacer, decir o no decir en cada uno de los ámbitos y situaciones externos al conjunto familiar. Y también, que los ámbitos y las situaciones cambian en función de acontecimientos que, unas veces, afectan a la familia; otras, a la sociedad y, otras, a ambas.

 

Incidencia sobre los "estilos educativos" de los padres

La educación puede ser entendida como el conjunto de prácticas mediante las cuales, los grupos sociales ayudan a sus miembros a asimilar la experiencia en forma de cultura.

Los psicólogos de la educación familiar han identificado cuatro conjuntos de maneras de tratar a los hijos con efectos distintos sobre el comportamiento infantil, a los que se suele denominar estilos educativos.

Ningún padre, ninguna madre utilizan en el 100% de las situaciones de interacción con sus hijos el conjunto de prácticas típicas de un solo estilo educativo.

 

ESTILOS EDUCATIVOS DE LOS PADRES
 

Estilo autorizador.
Los padres en los que predominan las prácticas autorizadoras o de apoyo pretenden ayudar a sus hijos a asimilar las "formas culturales" de su grupo de referencia ofreciendo apoyo emocional, asistencia instrumental en sus tareas y expectativas sociales de futuro.

Muestran niveles altos o muy altos de "aceptación" y de "compromiso". Ayudan en los problemas y en las tareas escolares. Enseñan a buscar soluciones alternativas a los problemas. Animan a mejorar y a ser independientes. Estimulan para que obtengan buenas notas y, lo que es más importante refuerzan cuando las sacan. Y dedican mucho tiempo a hablar y a divertirse juntos.

También muestran niveles altos de "control" y de "supervisión". Son estrictos en el cumplimiento de los horarios de cada día. Intentan reducir al mínimo la utilización de castigos pero son exigentes con los hijos. En resumidas cuentas: son "afectuosos" y, también "controladores".

Los comportamientos de los hijos mayoritariamente educados tienden a tener niveles altos de autocontrol y de autoestima. Son perseverantes, suelen ser hábiles en las relaciones con los iguales, independientes y cariñosos.

Las familias apoyadoras o autorizadoras y, los hogares coercitivos pero afectuosos muestran índices mucho más bajos de problemas de comportamiento en sus hijos que las familias autoritarias o coercitivas pero no-afectuosas, y que las negligentes o indiferentes.

Las tasas elevadas de conflictos conyugales, el desempleo, el divorcio o la separación son situaciones familiares que distorsionan el estilo educativo.

La televisión, los ordenadores y los videojuegos son elementos materiales en el hogar que no implican cambios en el estilo educativo, sino la creación de situaciones y problemas nuevos a ser tratados mediante las mismas prácticas educativas.

 

Estilo autoritario.
Los padres en los que predominan las prácticas educativas autoritarias o coercitivas pretenden modificar el comportamiento de sus hijos mediante castigos físicos reprimendas y privaciones de bienes de servicios.

Demuestran a sus hijos niveles bajos o muy bajos de "aceptación" y de "compromiso". Ayudan poco en los problemas. No enseñan a buscar soluciones alternativas. No animan a mejorar suficientemente. Estimulan deficientemente para que estudien y no refuerzan cuando sacan buenas calificaciones y dedican muy poco tiempo a relacionarse, a hablar y a divertirse juntos.

Por el contrario, muestrran niveles altos o muy altos de "control" y de "supervisión". Utilizan abundantemente los castigos. Enseñan a preveer las consecuencias de sus actos.

Por lo general, la televisión, el ordenador o los videojuegos en estos hogares, son un elemento más para ejercitar el autoritarismo y la coerción; asimismo incrementan la inseguridad en su capacidad para educar a los hijos.
 

Estilo negligente.
Los padres en los que predominan las prácticas educativas negligentes apenas se preocupan por ayudar a sus hijos a asimilar las formas culturales. La mayoría del tiempo muestran permisividad y pasividad.

Muestran niveles bajos o muy bajos de "aceptación" y de "compromiso". Igualmente muestran niveles bajos o muy bajos de "control" y de "supervisión".

No son exigentes, ni afectuosos, ni atentos con los hijos. Resumidamente: "ni controlan", "ni son afectuosos".

La introducción en el hogar de una nueva pantalla, ordenador o videoconsola, incrementa los sentimientos de incapacidad para educar a los hijos.
 

Estilo indulgente.
Los padres en los que predominan las prácticas educativas indulgentes pretenden modificar el comportamiento de sus hijos ofreciéndoles apoyo emocional, asistencia y expectativas sociales, pero no son exigentes y se rinden frecuentemente ante sus caprichos.

Muestran niveles altos o muy altos de "aceptación" y "compromiso". Ayudan, impulsan, animan, razonan, estimulan y refuerzan adecuadamente.

En pocas palabras. Son afectuosos, pero no controlan suficientemente.

Las pequeñas pantallas incrementan todavía más la permisividad y la indulgencia de los padres con los hijos.

 

Para terminar, una aclaración, unas conclusiones y algunas preguntas.

 

Es menester aclarar, para terminar, que la calidad de los efectos de cada uno de los tipos de influencias paternas está recíprocamente afectada por los "rasgos de personalidad" de cada hijo concreto, por su "velocidad de respuesta" y por el "nivel de actividad".

La evidencia empírica, recogida por los investigadores sugiere que las prácticas educativas de los padres que más dificultan la adquisición de creencias, valores y conductas socialmente aceptadas en los hijos son las autoritarias o coercitivas extremas, incoherentes y carentes de afecto y las permisivas o indulgentes.

La fuerza básica que modela y moldea el desarrollo de la mente y de la conducta son las relaciones padres-hijo.

La televisión, los ordenadores y las videoconsolas son ambivalentes, en el sentido de que la incidencia positiva o negativa se derivará del para qué y del cómo se utilicen. Es importante conocer la manera de relacionarse con las pequeñas pantallas antes de pronunciarse sobre su incidencia positiva o negativa.

En cuanto a la incidencia de los contenidos de los programas de televisión o de los videojuegos hay que tener en cuenta que la estructura cognitiva se va construyendo poco a poco a partir de lo que cada niño sabe, que no es un simple llenado de cabeza, como muchos padres tienden a creer, son siempre poderosos "mediadores instrumentales", pero no es el único material que se utiliza en la construcción.

La televisión y las nuevas pantallas han hecho desaparecer los juegos infantiles tradicionales. Hay videojuegos cuyo contenido puede ser muy positivo para el desarrollo de habilidades y estrategias cognitivas.

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