SEXUALIDAD ADOLESCENTE

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No son necesarios muchos años de estudio en psicología para situar la sexualidad en el primer plano de las preocupaciones y de las transformaciones psicológicas de la juventud. Por otro lado, es igualmente cierto que el tema de la sexualidad comporta resonancias íntimas y que la investigación sobre esta cuestión requiere de una actitud particularmente vigilante y atenta a la sensibilidad de la persona afectada.

Hoy, las personas logran antes la madurez sexual, crecen más rápido. Por otra parte, y en relación con la evolución histórica, hay que considerar la variabilidad de las presiones sociales que se ejercen sobre los jóvenes a propósito de la sexualidad: la sociedad global, a través de los diversos medios de comunicación, sería más bien estimulante; los pares, por su parte, ejercen una influencia considerable, presión que puede ser muy fuerte, considerando la preocupación que tiene el joven por ser "normal" en esta cuestión (y en otras) y de la importancia del grupo de pares en este período de la vida; existe, por último, la influencia de la familia y de los adultos, influencia que no siempre es clara, con frecuencia ambivalente y, en su conjunto, más bien coercitiva.

La sexualidad llega a destacarse durante la juventud, pero generalmente no constituye el centro predominante de interés. La autoimagen de los jóvenes y las relaciones interpersonales con sus pares y familia están influenciadas por el aspecto sexual, que satisface varias necesidades, en ese momento, muy importantes.

La sexualidad de los jóvenes puede ser también enfocada desde el punto de vista de las modalidades de la relación con otro. Si tomamos el punto de vista de Erickson, el desarrollo de las relaciones sexuales se determina por la búsqueda de una identidad adulta. Además, la existencia de las relaciones verdaderamente "íntimas" (en el sentido de Erickson) comprueba el éxito de la constitución de una identidad personal puesto que se produce a la vez dependencia e independencia en relación al otro.

En la juventud, el sujeto está sometido, probablemente a las más fuertes compulsiones sexuales que experimentará en toda su vida. Siente esta irrupción vital, sabe que es natural y posee también un conjunto introyectado de actitudes al respecto, algunas de las cuales le parecen absurdas, pero se da cuenta que tiene que vivir con ellas.

El joven está lleno de curiosidad, es impresionable, quiere saber, naturalmente, qué cosa es ésta gran experiencia, cómo se conducirá él o hasta dónde llegará su capacidad. La curiosidad intelectual es un componente esencial de la sexualidad juvenil; éstos buscan información sexual en todas las fuentes posibles, por ello, una de las frustraciones de esta edad provienen de las falsas expectativas con respecto al tema. Este deseo de conocimiento no es sólo hacia el desempeño de ellos mismos sino también acerca de la experiencia del sexo opuesto.

Las actitudes hacia la sexualidad y el comportamiento sexual han cambiado, tanto entre la nueva generación como la antigua; muchos padres adoptan una posición intermedia, reconocen la sexualidad activa de sus hijos pero no la permiten expresamente. A los jóvenes, según su propia expresión, les gustaría abrirse y ser francos con sus padres, pero no les gusta ser interrogados y consideran que su actividad sexual es un asunto propio.

En el hombre, la unión sexual no debe ser considerada meramente como la simple satisfacción de la necesidad biológica, pues el homo sapiens no es una criatura simple; su apetito sexual no es de ningún modo similar a su necesidad de alimento o agua. El joven tiene en realidad poderosos impulsos físicos, pero es capaz de dominarlos y encauzarlos, pero, para hacerse cargo con éxito de estas fuerzas necesita comprenderlas.

En el desarrollo de la personalidad, entre los múltiples factores, juega un papel muy importante el cambio profundo que experimentan en la juventud dos elementos: el sexual y el sentimental. Dicho cambio se realiza de manera diferente en la niña y en el muchacho. En la niña, la sentimentalidad sobrepasa al comienzo las energías sexuales; la inclusión de lo sexual se realiza en forma constante desde el principio de la edad juvenil en adelante; ya a los 18 años, es mucho más madura que el muchacho porque ella es capaz de un mayor dominio de sí misma y de dirigir las situaciones a medida que se presentan, pero debe tener siempre presente que si su sentimentalidad llega a ser cautivada, deja de juzgar objetivamente y cede con cierta facilidad a sus impulsos.

Por lo que se sabe, el mero impulso sexual es una necesidad biológica que representa al instinto y está condicionada por modificaciones químicas en el interior del organismo. Esta es la naturaleza del impulso sexual, nada más pero tampoco nada menos.

En un comienzo el joven muchas veces busca satisfacer el impulso sexual consigo mismo; ello le lleva a la masturbación. Más tarde, el joven fija su atención en otras personas de diferente sexo, polarizando progresivamente su deseo sexual. Finalmente, el joven dirige su atención en una forma selectiva sobre una persona determinada y la escoge definitivamente.

Actualmente se ha visto un gran incremento en las relaciones prematrimoniales en ambos sexos, aunque el aumento más significativo ha sido manifestado por las mujeres. Actualmente, muchos jóvenes tienen relaciones sexuales a muy temprana edad, que puede ser un intento para conseguir relaciones sentimentales profundas. Muchos se sienten presionados a iniciar su vida sexual por muchos factores: familia, amistades, sociedad, etc. Aunque en general, se puede afirmar que los jóvenes no son tan promiscuos como cualquiera se pueda imaginar; tienden a establecer relaciones sexuales significativas y respetarlas por medio de la fidelidad.

Los jóvenes tienen ideas afianzadas de lo que es correcto e incorrecto, en lo que a sexo se refiere. La ética predominante implica que el sexo es lícito mientras la pareja lo desee y no implique ningún tipo de perjuicio para ninguno de ellos.

Los jóvenes difieren en la naturaleza de sus impulsos sexuales y en su comportamiento sexual, aunque generalmente, desean romance y cariño antes que satisfacción sexual a la hora de buscar una relación sentimental significativa. La diferencia en la respuesta sexual de los sexos, se cree, está basada principalmente en la influencia diferencial de la biología y la cultura. El poder sexual del muchacho aparece con fuerte independencia con respecto a otras capacidades, esto hace que considere muchas veces la función sexual como una mera actividad fisiológica, cuya satisfacción produce un gran placer. Para las jóvenes, el amor tiene una clara prioridad sobre la sexualidad pero que se vincula a la complementación de la propia identidad, que se interpreta como una entrega sexual por parte de los dos miembros de la pareja. En consecuencia, cuando una joven se enamora perdidamente de un muchacho, es evidente que la sexualidad juega un papel, como máximo, indirecto y débil en la totalidad del fenómeno.

Para llegar a una conveniente adecuación entre el instinto sexual y lo sentimental es indispensable cierta madurez sexual. El control de la libertad sobre la sexualidad es uno de los aspectos más importantes de la personalidad naciente. Podemos asegurar, por lo tanto, que la sexualidad no es sólo la expresión de los impulsos biológicos, sino la expresión de la personalidad total.

Los jóvenes buscan naturalmente establecer las relaciones con sus pares del sexo opuesto a través del diálogo, como base para una relación más significativa. El comienzo de éste diálogo tiene lugar durante el período en que el muchacho cae fácilmente en la masturbación; ésta actitud se proyecta a las relaciones interpersonales en forma progresiva, a través del deseo de las relaciones sexuales con otra persona. En estas circunstancias, a la otra persona se la toma más bien como objeto en el que se busca la satisfacción sexual. En las niñas, la manifestación sexual en este período es más humano; se traduce únicamente en los flirts o en contactos pasajeros.

Más tarde, por uno u otro motivo, poco a poco llega el muchacho a la relación intersubjetiva verdadera. En este momento, la joven ya no es considerada como un objeto, sino como sujeto deseable, por haber descubierto en ella una serie de valores.

En consecuencia, las relaciones vitales entre los jóvenes pueden tomar básicamente dos direcciones: un sendero con franco dominio de la sexualidad o un camino en busca del descubrimiento de sus naturalezas complementarias, para poder llegar a esto, es indispensable que la sexualidad sea acogida dentro de una dimensión total del ser humano a través del auténtico y profundo respeto mutuo.

En el acercamiento interpersonal, podemos distinguir dos aspectos: el aspecto activo y el aspecto reactivo. En los muchacho predomina el aspecto activo y en las muchachas, el aspecto reactivo, indirecto y pasivo; en la práctica, debe buscarse una conveniente adecuación entre ambos.

Una investigación hecha en 1978, analiza conversaciones de jóvenes franceses de distintas edades, insistiendo en los siguientes puntos (centrados esencialmente en la experiencia de la sexualidad tal como ellos la refieren):

- Los jóvenes tienen una actitud favorable en relación a la evolución histórica de las cosas y admiten ampliamente la importancia de la sexualidad y de su libre ejercicio. La sexualidad parece más natural en comparación con las generaciones anteriores.

- Los jóvenes siguen siendo muy sentimentales. Se deja un lugar muy importante al amor y muchos dicen explícitamente que no se produce una relación física satisfactoria sin sentimientos.

- La mayoría considera que la liberación sexual tiene límites. El liberalismo sexual es interpretado, pues, como un conformismo sexual que impide una verdadera intimidad.

- Muchos subrayan la importancia de la experiencia personal. Sus opiniones parecen haberse forjado a través de experiencias personales que son consideradas insustituibles.

- Pocos jóvenes hablan de atracción física o de placer corporal. Parece que el descubrimiento del placer físico no esté necesariamente ligado a la multiplicidad de las experiencias sexuales.

En definitiva, lo que parece deducirse de estas conversaciones es que lo fundamental son las experiencias individuales y el aprendizaje de la relación con el otro.

En conclusión, el sexo es una experiencia hermosa que no debe buscarse de manera casual; exige una fusión íntima entre dos personas, pero, sin esa intimidad y apertura, la relación sexual es una suerte de sensaciones que pueden ser inducidas hasta por autoestimulación. Generalmente los jóvenes aún inmaduros no han desarrollado la capacidad de abrirse libremente a otro y lo hermoso del sexo se hace un mito más que una experiencia palpable.

H. Remplein, en su tratado de la psicología cognitiva y en lo referente a la sexualidad juvenil, hace diferencias en los conceptos de EROS y SEXUS; explicando al primero como una forma psíquica de amor, un deseo de cariño, de confianza y de comprensión, desprovisto del goce corporal (erotismo) y al segundo haciendo mención de su componente afectivo, que se funda en excitaciones de los sentidos y cuyo componente impul-sivo se dirige al placer corporal (sexualidad).

A continuación se describen los procesos relacionados con la sexualidad en los períodos de desarrollo juvenil: pubertad y adolescencia.
 

PUBERTAD

La inseguridad que poseen los jóvenes en esta edad del desarrollo, de las vivencias, de los valores, hacen que se deje atraer por deslumbramientos y engaños que pueden provocar en él el desmoronamiento de su mundo subjetivo y de la fe puesta en otra persona, así como en todo lo bueno y noble del mundo, peligro que aumenta mientras más inmaduro es el joven y más se interesa por lo puramente sensorial y visible aunque disminuye cuando han alcanzado la madurez espiritual. Esta problemática se da porque el joven admira a los adultos de su propio sexo o del otro; a profesores, artistas, campeones, etc., sintiéndose atraído por los aspectos de su personalidad que él venera y que termina convirtiendo en una admiración romántica que en las jóvenes es de mayor relevancia. Esta admiración es individual y personal: los jóvenes se entusiasman sólo por una persona, no confiándolo a nadie, excepto a sus amigos íntimos o su diario. Se trata de un amor espiritual, libre de deseo sexual y no es otra cosa que la insegura búsqueda del eros hacia otra persona; hacia un tú, búsqueda que se limita a cualidades exteriores de la persona admirada y que es un tanto pasajera. Esto se produce dada la necesidad del joven por salir de su aislamiento, que le resulta doloroso y que lo hace unirse a otra persona que piense igual a él y con quién pueda compartir sus penas y alegrías, de esto se desprende la necesidad de amigos del joven que le brindan compañía y lo motivan a buscar entre ellos a aquella persona que llene el vacío de su soledad. Para esto Remplein ha dividido al eros en dos etapas:

* 1ª Etapa del Eros: Es común que los jóvenes busquen amistades de su mismo sexo, por lo que la añoranza del amor se vuelca hacia un joven del mismo sexo, pero que no trae consigo un deseo sexual, sino que uno anímico atraído por la belleza, gracia y fuerza del aspecto corporal.

El deseo de caricias y ternura puede ser a veces muy grande, lo que se expresa en arrebatos sentimentales y en apasionadas cartas de amor aunque se rechaza un encuentro sexual.

Remplein afirma que las amistades del joven en esta edad no tienen origen en la homosexualidad, sino en el homoerotismo y que eros y sexus están separados.

* 2ª Etapa del Eros: En esta etapa el joven no sólo ve en el amigo muchos valores ocultos para otros, sino que agrega algunos que no posee, infundiendo así su propio ideal, lo que puede transformarse en un juego engañoso si el joven logra darse cuenta de que en realidad aquella persona no es lo que esperaba y que tampoco posee lo que busca y que en otros no ha encontrado.

Posee una gran importancia la amistad en el desarrollo sexual del púber así como en el desarrollo de su personalidad, que de no regular podría verse afectada por lo que se conoce como "malas influencias". Por último se destaca que la amistad tiene un sentido de importancia tal para el joven como sólo lo tendría el matrimonio para un adulto.

Sólo cuando el eros se ha desarrollado por completo puede incorporarse la presencia del sexus de un modo en que juntos puedan dirigirse hacia un ser del otro sexo y así lograr la madurez psicosexual del organismo, ya que la presencia prematura de la sexualidad impide el correcto desarrollo del erotismo y su madurez orgánica.
 

ADOLESCENCIA

La introversión que caracteriza a la pubertad deja paso a una extraversión que saca al adolescente de su aislamiento volcándolo hacia la participación social y haciéndolo prescindir de su propio ser, dirigiéndose a otras personas debido a su valor personal o para ayudarlos en forma desinteresada y promoviendo el desarrollo de los sentimientos pro- sociales y de ayuda. A parte de esta maduración social se produce también la psicosexual, en la que eros se dirige hacia una persona del sexo opuesto, cuya primera forma de manifestación es el FLIRT, que se presenta como un juego seductor pasajero no muy constante hacia sólo una persona, sino que hacia distintos representantes del otro sexo.

El que eros se dirija al sexo opuesto le permite al adolescente ver en el amigo, de forma objetiva, al hombre o mujer como es en la realidad y es entonces cuando se descubre que no se trata de la persona ideal que él creía haber encontrado en la etapa anterior, lo que le provoca la disolución permanente o pasajera de la amistad que tenía. Es entonces cuando el adolescente dirige su atención al sexo opuesto basándose para ello, también, en la belleza corporal, atractivos exteriores y fuerza, no viendo los defectos del carácter de la otra persona lo que a veces le provoca desilusiones aunque no le es difícil sobreponerse ya que esta edad se caracteriza por ser de frecuentes "encantamientos".

* El primer amor: Es distinto el sentir del adolescente que es atraído por la belleza espiritual de una persona, con lo que nace el primer amor, que no se detiene en apariencias, sino que se vuelca hacia lo íntimo; los valores del otro.

Es característico de esta etapa en el amor juvenil, una actitud estética; donde en el "tú" amado se ven personificados todos los valores en su forma más pura, lo que se concibe como algo fuera de lo común, lo que encandila al adolescente, quién cree ver el mundo por los ojos de su ser amado.

* Crisis del primer amor: Como aún no se han fusionado eros y sexus el amor queda libre del deseo sexual, lo que afecta tanto a la muchacha, que necesita ser despertada sexualmente por el varón, como éste, que rechaza enérgicamente todo apetito sexual dirigido hacia su amada que crece a medida que comparte con ella y es aquí donde surge el problema del primer amor, que plantea la incógnita de que si una vez conocidos los muchachos en un nivel espiritual, pueden o no llegar a unirse corporalmente, con todos los conflictos morales y personales que esto supone, partiendo del hecho de que en nuestra sociedad el hombre no puede contraer matrimonio si es que no posee una carrera como medio de vida, lo que significa una espera muy larga para los adolescentes y por que en el hombre esto resulta perjudicial, provocando disminución del entusiasmo en la pareja y con ello la aparición de terceros.

Los motivos psicológicos de esta crisis son muchos. En un principio la relación estaba fundada sólo en el amor espiritual que se ve postergada por la entrada del sexus, que como ya mencioné no está fusionada con eros, provocando que el joven experimente sexualidad y erotismo por separado, pero privilegiando su satisfacción sexual, lo que en muchas ocasiones trae como consecuencias que el muchacho sienta y mantenga un amor profundo por su pareja espiritual, casta y pura, pero que además se relacione con otras para satisfacer sus deseos e impulsos sexuales.

Como su estructura sexual aún no madura del todo, el joven experimenta el acto sexual como un rebajarse él y a ella y cuando el amor espiritual desaparece se acaba también la unión íntima con el tú y el apetito sexual se dirige al otro sexo como tal.

La muchacha inocente rechaza instintivamente las tentativas del hombre por miedo a las consecuencias obvias. En caso de estar despierto en ella el deseo sexual, la unión corporal toma, en ella, un significado más profundo en la unión con su pareja, que no está capacitado para asumir un compromiso semejante y toma un camino inconsciente que lo lleva a experimentar con muchachas, lo que le otorga mayor experiencia para formar una unión a futuro.

* Fusión entre eros y sexus: Se realiza al final del período de adolescencia; 18 a 20 años en la mujer; 20 a 25 años en el hombre. Desde ahora el hombre experimentará el acto sexual como un símbolo de expresión de la compenetración psíquica y la mujer deseará el encuentro con un hombre, lo que se manifiesta en los niveles consciente e inconsciente en ella. De forma inconsciente es atraída por la personalidad del hombre, su aspecto exterior, su porte, su capacidad profesional y su éxito social. Por otro lado el hombre despierta conscientemente en la mujer el sexus con la ternura, caricias y abrazos.

Como el hombre madura más tarde que la mujer, ésta para no correr riesgos de desilusiones debiera, según Remplein, unirse a un hombre varios años mayor que ella, más aún si ésta se encuentra en la edad de la adolescencia, pero, señala también, que hay que hacer ver al adolescente la gran responsabilidad que contrae cuando una muchacha se convierte en su prometida y que su plena maduración psicoespiritual quedaría interrumpida en caso de una práctica sexual prematura.

ASIGNATURA: Psicología del Desarrollo II.

DOCENTE: Gracia Navarro S.

ALUMNAS: Tatiana Canales y Barbara Garrido.

PERÍODO: II Semestre de 1996.

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