ISLAM : LA VOLUNTAD DE DIOS

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Enrique Quintero Valencia  

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Surge el Islam en Arabia, que es un territorio de tres millones de kilómentros cuadrados, más del doble del que tiene Colombia, casi totalmente desérticos, habitados por pueblos nómadas ocupados en una economía pastoril que intercambia sus productos en un comercio servido por las caravanas de camellos y caballos que tanto recordamos en las novelas orientales. Solo una porción menor de la población, localizada en el sur, se hizo sedentaria y se incorporó a la civilización de aldeas, a la vez que empezaba a organizar el estado bajo la forma de tribus y monarquías. Con remotas influencias griegas, desarrollaron las matemáticas y la astronomía, y posteriormente se ocuparon también de la química, la medicina, la arquitectura y la filosofía con aportes notables que luego se integraron a la civilización occidental.

En la ciudad de La Meca nace Mahoma, el fundador del Islam. Esta religión viene a sustituír una larga evolución que pasó del politeísmo al monoteísmo, bajo la influencia del judeocristianismo. Mahoma nace, probablemente en el año 570 y morirá en el 632. Huérfano desde niño, se educa al lado de su tío Abu Talib. En su juventud se enrola en las caravanas que viajan a Siria, y conquistada la confianza de su patrona Kadijah se casa con ella, unos quince años mayor que él. Formado en las doctrinas judías y cristianas, se ocupa largos períodos en la meditación y en las reflexiones morales. Los creyentes refieren que mientras se ocupaba en la oración en una cueva del desierto, se le apareció el Arcángel Gabriel y le encomendó la predicación del “islam” ,es decir de “la voluntad de Allah”. Las primeras revelaciones recibidas las confió a su esposa y parientes, Kadijah, Abu Beker -su futuro suego-, Otmán -yerno de éste- y Alí Zaíd, un esclavo liberado y adoptado luégo como hijo. Parece que sus predicaciones no fueron bien recibidas por las clases altas de La Meca, por lo cual el Profeta y numerosos seguidores huyeron al oasis de Medina, a trescientos kilómetros de La Meca, el 24 de septiembre del 622. Esta huída, llamada en árabe la “hégira”, es el punto de partida histórico del establecimiento del islamismo y el comienzo de su expansión.

En el año 624 empieza a guerrear y a imponer por la fuerza sus principios; sucesivas victorias confirmaron su jefatura y el carácter de enviado de Allah para difundir sus leyes y enseñanzas. En el año 630 se toma La Meca con sus tropas y le confirma su carácter de ciudad sagrada. Después de una peregrinación al templo -la Kaabah - regresa a Medina y muere allí el 8 de junio del año 632. (En La Kaabah se encuentra una piedra negra, probablemente un meteorito, que según los musulmanes es una piedra entregada por Dios a Adán para que recogiera sus pecados).

 

SUS ENSEÑANZAS

Los musulmanes o mahometanos encuentran sus enseñanzas en el KORAN, libro que se pretende escribió el profeta bajo la inspiración de Allah. No hay más dios que Allah -dice- y Mahoma es su mensajero. El Korán está escrito en capítulos o suras, y versículos o aleyas. El deseo del Islam es reunir bajo una misma concepción religioso-política no solo a los árabes sino también a iraníes, turcos, hindúes, kurdos, mongoles, coptos, africanos, indonesios y bereberes. Con los siglos siguientes llegará aún regiones más remotas y se difundirá entre los españoles, los eslavos, los chinos, los yugoeslavos y los egipcios. Con el tiempo se distinguirán posiciones más liberales en su interpretación, a la par con lecturas muy estrictas, apegadas al texto, como las de los fundamentalistas talibanes. El creyente está cobijado por cinco obligaciones rituales que son la profesión pública de su fe, el reconocimiento de la unicidad de Dios o Allah, las cinco oraciones públicas diarias, el ayuno en el mes sagrado de Ramadán, la limosna a los menesterosos, y la peregrinación a La Meca. Antes de orar, el creyente debe purificarse mediante abluciones o lavados del rostro y las manos, que a falta de agua pueden simbolizarse con arena. La oración puede hacerse con camándulas o rosarios -como los de los cristianos- de 99 cuentas, para recitar todos los nombres o cualidades de Allah. Del ayuno se exceptúan los ancianos, las embarazadas y los impúberes. La limosna se considera una devolución a Dios de los muchos beneficios que él prodiga a los hombres, y con ella debe favorecerse a los parientes, a los huérfanos, a los pobres y a los viajeros. La peregrinación a La Meca debe realizarla todo creyente por lo menos una vez en la vida, para no poner en peligro su salvación. Los muertos deben enterrarse sin señales o monumentos sobre ellos, pero con la cabeza en dirección a La Meca. El creyente no debe comer carne ni sangre de cerdo, y debe abstenerse del vino. Las mujeres deben mostrar su recato cubriendo su rostro con el velo. Se prohibe el cobro de interés o usura sobre los préstamos de dinero. Se enseña la existencia de un infierno de siete partes. Y de un paraíso o channa, donde mujeres hermosas -las huríes- acompañan y festejan a los guerreros muertos en la guerra santa. Habrá un juicio final en el que Allah señalará el destino definitivo de todos los hombres. Como otras religiones, enseña la existencia de los ángeles, y que la llegada de Mahoma fue precedida por otros cinco profetas de Allah, que fueron Adán, Noé, Abraham, Moisés y Cristo.

 

ACCION POLITICA DEL ISLAMISMO

Hay varios conceptos que muestran las divisiones que se dan en el islamismo. Por ejemplo la de Chiitas y Sunnitas. Los sunnitas manifiestan un mayor rigor en la reverencia a las escrituras, en tanto que los chiitas adhieren más fácilmente a los caudillos. En principio, los chiitas consideran prioritaria la obediencia a Alí, quien había sido designado por Mahoma como sucesor suyo, y creen que las enseñanzas koránicas deben interpretarse con arreglo al paso de los tiempos. Los sunnitas o sunníes pretenden ser los custodios de la verdad revelada en el Korán, es decir, se consideran ortodoxos y depositarios de la voluntad real del Profeta.

En nuestra época recordamos el avance chiita de los seguidores del Ayatollah Khomeini contra la monarquía iraní de Rehza Pahlevi. Las pretensiones del Islam son ahora la defensa y expansión del nacionalismo y el combate sin tregua contra el ateísmo comunista, el colonialismo de los estados occidentales y los valores morales de Occidente, fincados en la laicización de la vida pública y el abandono de los intereses religiosos. En Argelia aparece el Frente Islámico de Salvación Nacional y en Turquía el Partido del Bienestar del Pueblo, que extienden su influencia a Egipto y Marruecos. Saddam Hussein apoya el movimiento islámico contra las monarquías corrompidas por Occidente en Kuwait y Arabia Saudita. De hecho, consideran un sacrilegio que tropas norteamericanas hayan pisoteado los lugares santos del Islam. Osama ben Laden reacciona contra tales violaciones con la Jihad o guerra santa a los profanadores. En la década de los noventa surgen los llamados “buscadores de la verdad” o “movimiento talibán”, que se extiende por Afganistán y Pakistán. Es claro que tanto los moderados como los radicales en el estudio del Korán tienen un amplio apoyo en el pueblo creyente, y el pensamiento religioso es el fundamento de su patriotismo. El Islam tradicional u ortodoxo cree en un pacto de Allah con los hombres que se mueve sobre la moderación y la tolerancia, se opone a la violencia y es partidario del pluralismo ideológico, político, religioso. El Islamismo Radical se ha extendido a vastas zonas de Europa central y oriental, territorios que antes conformaban la Unión Soviética. Para sus dirigentes, Osama ben Laden, Mawlana Mawdudi, Séyer Qutb, y otros, la religión tiene una proyección forzosa en la expansión y consolidación políticas. Su misión es organizar el mundo y para ello la estrategia implica derrocar gobiernos y rehacer los estados. Su compromiso es la guerra santa o Jihad contra los infieles y contra quienes promuevan sus intereses. Su objetivo político es conformar un Estado o una federación de Estados Islámicos que abarque Afganistán y toda el Africa del Norte, Turquía, Arabia, Yemen y Sudán.

Debe mirarse que el concepto de la guerra santa o Jihan es muy ambiguo en las enseñanzas de Mahoma. En una lectura es la lucha interna por el perfeccionamiento espiritual, es la conquista de la libertad personal, la guerra que cada uno debe hacer a sus vicios y desórdenes. Para otros, es la guerra para impedir que las gentes del Islam sean esclavizadas por otros pueblos, es una guerra defensiva, es la lucha contra los ídolos, contra las falsedades y contra la miseria. Estas interpretaciones se polarizan hacia el fundamentalismo riguroso y la religiosidad altruista y tolerante. El ayatollah Khomeini, en Irán, enseñaba que ningún gobierno constitucional tiene atribuciones para dominar sobre los hombres. Es Dios la fuente de la autoridad y los sacerdotes o ayatollahs son sus delegados para organizar y gobernar a los hombres. Dentro de estas concepciones, y realizando una interpretación integrista y fundamentalista u ortodoxa, se han movido importantes líderes políticos del mundo contemporáneo: Muaamar Al Gaddafi -en Libia- se manifiesta como gran defensor del Islamismo; Yasser Arafat, con el movimiento islámico Al Fatah, promueve los intereses de los árabes palestinos arrojados por el terrorismo israelí de sus territorios; Hussein, a quien nos hemos referido atrás, y Khomeini, que organiza y dirige la Revolución Islámica en Irán. Hamás es hoy el más importante grupo de resistencia islámica entre los fundamentalistas palestinos. Las guerrillas islámicas antiisraelíes, apoyadas por Siria, Líbano e Irán, han conformado la Hezbolá o “Partido de Dios” desde la década del 80. Por último los “lectores del Korán” o movimiento talibán, se hacen conocer por su interpretación estricta, fundamentalista, de las enseñanzas sobre la guerra santa a los infieles y organizan guerrillas para combatir las acciones políticas, militares, comerciales o ideológicas de los estados de Occidente en perjuicio del Islám. Esa es, a su juicio, la voluntad de Dios.  

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