REFLEXIONES SOBRE EL AMOR INCONDICIONAL

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Mahatma Gandhi

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Reflexiones sobre el Amor

Presentación

 El viernes 30 de enero de 1948, minutos después de las cinco de la mañana, Gandhi iba rumbo a su plegaria habitual en la congregación, cuando un fanático hindú se aproximó y le disparó tres balas. Al desplomarse, murmuró dos veces "Hei Rama" (Oh, Dios) y falleció. Tenía 79 años. Diez días antes, durante otra plegaria en el exterior de su residencia en Nueva Delhi, un joven arrojó una bomba que estalló sin afectar a nadie. La India vivía uno de sus peores momentos políticos desde el Día de la Independencia, 15 de agosto de 1947.

La táctica tradicional del Imperio Británico, "divide y reinarás'; había sido activada en 1947 cuando Clement Attlee, primer ministro inglés, anunció la partición del subcontinente en dos estados diferenciados: la India para los hindúes, el Paquistán para los musulmanes. El líder del nuevo gobierno nacional, Jawaharlal Nehru, asumió la compleja medida geopolítica.

Gandhi comentó: "La partición es una tragedia espiritual. No concuerdo con lo que mis amigos más próximos hicieron o están haciendo. Treinta y dos años de trabajo han llegado a un final sin gloria". No hubo ningún mensaje suyo a la nación. Motines en Calcuta y cruentos choques comunales lo indujeron a iniciar una severa huelga de hambre (ayuno extremo de protesta). Tuvo efecto momentáneo. Lamentó las tremendas atrocidades cometidas por doquier. Migraciones masivas (unos seis millones de hindúes y sikhs [secta religiosa originaria del Punjab] salieron hacia la India desde el Paquistán occidental y unos seis millones y medio de musulmanes marcharon en sentido inverso) ensangrentaron la región, con medio millón de muertes.

Lo que más acongojaba a Gandhi eran los grupos étnicos que decidieron no abandonar sus hogares ancestrales, y se convertían en minorías amenazadas dentro de su "ex país". Sostuvo que el deber de ambos gobiernos era proteger a esas minorías.

El 12 de enero de 1948, desgarrado por la violencia reinante, emprendió otro ayuno riguroso y expresó: "No tengo respuestas para mis amigos musulmanes que vienen a verme día tras día para preguntarme qué hacer. Ultimamente, me ha estado royendo la impotencia".

Una semana después, supo que un Comité de Paz, con miembros de todas las comunidades, había firmado un pacto de amistad fraternal para proteger la vida, la propiedad y la fe de la minoría musulmana. Dijo entonces: "Admito mi error. Creía que nuestra lucha se basaba en la no violencia, cuando en realidad no fue otra cosa que resistencia pasiva, que esencialmente es el arma de los débiles. No bien resulta posible, lleva naturalmente a la lucha armada".

La India fue proclamada república soberana en 1950 y el Paquistán fue declarado república islámica en 1956: sus choques bélicos por el dominio de la región de Cachemira se volvieron endémicos. Ambas naciones desarrollaron luego ambiciosos programas nucleares con auxilio tecnológico de las potencias enfrentadas durante la Guerra Fría.

El monje Thomas Merton, gran estudioso de la ahimsa (no violencia) y la satyagraha (voto por la verdad) que orientaron la vida de Gandhi, dijo: "Fue alguien al mismo tiempo hindú y universal. No era una mente de odio, I intolerancia, recriminación, rechazo o división. Era una mente de amor, comprensión y capacidad infinita".

Resaltó que en la mente gandhiana la no violencia no era tan sólo una táctica política que fue supremamente útil y eficaz durante la lucha de liberación del yugo extranjero, a partir de lo cual la India debía concentrarse en realizar su propia identidad nacional. Fue mucho más que eso: el desafío de consolidar en sí mismo una unificación espiritual. Por consiguiente, era menester asumir la ahimsa y la satyagraha no como un medio para alcanzar tal unidad sino como un fruto amoroso de esa unidad prealcanzada.

Una vez concretada la independencia política, Gandhi llegó a vislumbrar que su creciente fracaso político se debía a que sus seguidores no habían alcanzado la unidad interior que él había logrado. La presunta satyagraha de las masas era un espejismo: la veían como un recurso político para conquistar la unidad y la libertad, mientras él lo asumía como una conquista espiritual preliminar, un primer paso hacia un estado superior de conciencia.

'Tan pronto como el fin de corto plazo fue conquistado, la satyagraha fue descartada por la multitud. No se alcanzaban la paz interior ni la unidad íntima, sólo las mismas divisiones, los conflictos y los escándalos que ya fragmentaban al resto del mundo'concluyó Merton.

En días de expansionismo colonial occidental, en los albores de la Era Nuclear (tras los horrores de las dos grandes guerras mundiales del siglo XX, incluidos los campos nazis de exterminio y las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki) y las plagas totalitarias de Hitler, Mussolini, Stalin y el Japón imperial, Gandhi delineó un camino ejemplar que no ha perdido vigencia.

Ante un mundo saturado de odio y falsedad, negador de la compasión y la tolerancia, el amor incondicional de Gandhi continúa siendo la más subversiva de las militancias: "Si el amor o la no violencia no es la ley de nuestro ser, todos mis argumentos se hacen añicos".

Miguel Grinberg

 

Ilustración de Mariana Moreno, Copyright ¡Ka-Boom! Estudio S.A. de C.V. Todos los derechos reservados.  www.ka-boom.com.mx

 

 

La fuerza del amor

El amor es la mayor fuerza del mundo y, al mismo tiempo, la más humilde que se pueda imaginar.

Si el amor o la no violencia no es la ley de nuestro ser, todos mis argumentos se hacen añicos.

La humanidad tiene que salir de la violencia sólo a través de la no violencia. El odio puede ser vencido únicamente por el amor. El contraodio sólo incrementa la superficie y la profundidad del odio.

La ley del amor

Sólo esa ley suprema puede dar sentido a nuestra vida y establecer la armonía indispentasable para el funcionamiento del andamiaje social. Y si ésa debe ser nuestra ley, deberemos esforzarnos cuanto de las Siempre nuestra vida cotidiana. surge la discordia, cuando uno choca con la oposición, hay que tratar de vencer al oponente, con el amor Pa ra solucionar numerosos problemas, toda mi vida he recurrido a este me dio elemental. Esto no significa que haya resuelto todas mis dificultades

El hecho de que en nuestro planeta sigan viviendo todavía tantos hombres, demuestra que el mundo tiene como fundamento, no la fuerza de las armas sino la de la verdad y la podamos para que sea la norma de del amor. El hecho de que nuestro que mundo siga viviendo todavía, a pesar de tantas guerras, demuestra palpablemente y de la manera más irrefutable que esta fuerza es victoriosa..

La que rige a la humanidad es la ley del amor. Si la violencia, o sea, el odio nos hubiera regido, nos habríamos extinguido hace muchísimo tiempo. Y sin embargo, la tragedia de ello es que en la llamada civilización, los hombres y las naciones se conducen como si la base de la sociedad fuese la violencia.

La existencia de millones de hombres depende de la intervención sumamente eficaz de esta fuerza. Gracias a ella vemos cómo se disipan las pequeñas peleas que entorpecen la vida cotidiana de millones de familias. Centenares de pueblos viven en paz. Este hecho no lo reseña ni puede reseñarlo la historia. La historia, como es lógico, registra los acontecimientos que corresponden a una detención momentánea en el funcionamiento de esa fuerza del amor o fuerza del alma. Riñen dos hermanos; uno de ellos se arrepiente y despierta así aquel amor que dormitaba en él: los dos viven de nuevo en paz. De este episodio no hay nadie que tome nota. Por el contrario, la prensa recogerá enseguida el hecho, hablarán de él todos los vecinos y hasta la historia conservará en parte su recuerdo, si esos dos hermanos recurren a la guerra o, lo que es otra forma de intervención brutal, apelan a la justicia, tras una consulta con sus consejeros jurídicos o por cualquier otra razón. Y esto, que es verdad en las familias y en las demás comunidades, no es menos cierto en Ias naciones. Nada nos autoriza a creer que las naciones son gobernadas por una ley distinta de la de las familias. De este modo, la historia se contenta con registrar las interrupciones que sufre el curso natural de las cosas. Pero como la fuerza del alma es natural, la historia no habla de ella.

En mis escritos no puedo tolerar la mínima concesión a la mentira. Estoy dispuesto a rechazar todo lo que se consiga con desmedro de la verdad y, por otra parte, estoy sólidamente convencido de que no hay más religión que la verdad. También sería inconcebible encontrar en mis escritos una sola nota de odio. ¿No es el amor lo que hace vivir al mundo? Donde no está presente el amor, no existe vida. La vida sin amor conduce a la muerte. El amor y la verdad representan las dos caras de una misma moneda. Estoy seguro de que por medio de estas dos fuerzas se puede conquistar el mundo entero.

Tras renunciar a la espada, no tengo otra cosa que ofrecer a mis adversarios que la copa del amor. Gracias a esta ofrenda, creo que me aproximaré a ellos. Considero inconcebible una enemistad perpetua entre los hombres. Y como creo en la teoría de la reencarnación, espero que podré en esta vida o en la siguiente reunir a toda la humanidad en un único vínculo de amistad.

Reflexiones sobre el Amor

No vacilo en unirme a los que dicen: "Dios es amor". Pero en lo más hondo de mí mismo me digo que, si Dios es amor, es ante todo verdad. Si existe una palabra para describirlo de Ia forma más completa, la de verdad es la que mejor le calza. Dos años atrás di un nuevo paso, concluyendo que la verdad es Dios. Puede hacerse una delicada distinción entre ambas afirmaciones: "Dios es verdad" y "La verdad es Dios". Llegué a esta conclusión después de cincuenta años de búsquedas incesantes e incansables a propósito de la verdad. Pero, al mismo tiempo, comprobé que en inglés la palabra love tiene numerosos significados y que, entre otros, puede evocar algo degradante, cuando designa ciertas pasiones humanas. También me di cuenta de que el amor, en el sentido de ahimsa [no violencia], no tenía muchos adeptos. Pero nunca he visto que la palabra "verdad" se prestara a equívocos. Ni siquiera los ateos han dudado alguna vez de la fuerza irresistible de la verdad, aunque en su afán por descubrir la verdad no hayan vacilado en negar la mismísima existencia de Dios, lo cual era normal si tenemos en cuenta su especial punto de vista. Por eso tuve que decir: "La verdad es Dios", en vez de "Dios es verdad". Tampoco hay que perder de vista que en nombre de Dios se cometieron millones de atrocidades. He de reconocer, sin embargo, que también los sabios cometieron otras tantas en nombre de la verdad. En fin, según la filosofía hindú, sólo Dios posee el ser, o sea, la verdad, y nada existe fuera de él... De hecho, el término sánscrito que indica la verdad es sat, que literalmente significa "Io que existe". Por eso encuentro tan satisfactoria la definición: "La verdad es Dios". Para estar seguro de ello, el único medio es el amor, es decir, la no violencia. Y como en definitiva, a mi entender, el fin y los medios son realidades intercambiables, no tengo reparos en decir que Dios es amor.  

 DIOS es amor  

Yo sé que esto no puede ser probado con argumentaciones. Debe ser probado por personas que lo viven en sus vidas sin tomar en cuenta las consecuencias que pueda acarrearles.

Tal fuerza ¿es benévola o dañina? Para mí no cabe duda: es profundamente benévola. Porque la vida sigue palpitando en el corazón mismo de la muerte. La verdad irradia a pesar de Ia mentira que la rodea y la luz brilla en medio de las tinieblas. De aquí deduzco que Dios es vida, verdad y luz. Es amor. Es el Dios supremo.

Para mí, Dios es verdad y amor. Es el bien, la fuente de la moral. En él no cabe temor alguno. De él vienen la luz y la vida; pero él está por encima y más allá. Dios es conciencia moral. El es inclusive el ateísmo del ateo. Trasciende la palabra y la razón. Es un Dios personal para quienes anhelan su presencia personal. Está encarnado para quienes procuran su presencia tangible. Es la esencia más pura. Para quienes tienen fe, simplemente es. Para todos, es todo lo que es. Está en nosotros y más allá. Es indulgente y paciente; aunque también terrible. Para él, la ignorancia no es una excusa. Y al mismo tiempo es siempre misericordioso, porque siempre nos da la ocasión para arrepentirnos.

Díos es...

La voz de Dios ha sido crecientemente audible a medida que avanzaban los años. Nunca me ha olvidado, ni siquiera en mis horas más oscuras. A menudo me ha salvado inclusive a mi pesar y no me dejó un vestigio de independencia. Cuando mayor ha sido mi sometimiento a él, más grande ha sido mi alegría.

Ningún hombre ha sido capaz de describir íntegramente a Dios. Lo mismo sucede con la ahimsa.

El conocimiento de las cosas de Dios no se encuentra en los libros. Pertenece al terreno de la experiencia vivida personalmente. Los libros son, en su mejor expresión, una ayuda; pero a veces son un obstáculo

Esa fuerza invisible

Una fuerza misteriosa e inefable penetra todo cuanto existe. La siento, aunque no la veo. Esa Fuerza invisible se hace sentir, a pesar de la imposibilidad en que me encuentro de probar su existencia, dada su diferencia de todo cuanto mis sentidos pueden percibir. Aunque Dios trascienda toda realidad sensible, hasta cierto punto se puede saber que él existe mediante la razón.

Mientras todo cambia y todo muere a mi alrededor, percibo vagamente, bajo esas apariencias cambiantes, una fuerza de vida que permanece inmutable y sostiene a todos los seres. Creados por ella, se disuelven luego en ella para ser creados de nuevo. Dicha fuerza, ese Espíritu que da forma a todas las cosas, no es nada más que Dios. Y como nuestros sentidos no nos muestran nada subsistente, de ello deduzco que solamente lo es Dios.

En un mundo "lleno de tinieblas" me he abierto un camino hacia la luz. Frecuentemente me engaño y cometo errores de cálculo. Confío solamente en Dios; y como creo en él, confío también en los hombres. Si no tuviera a Dios para poner mi confianza en él, sería un hombre lleno de odio hacia sus semejantes.

Confianza en los hombres

De un modo u otro, sé encontrar en la humanidad lo más noble que existe en ella. Esto es lo que me permite conservar la fe en Dios y en la naturaleza humana.

Lo que nos dirige a través de océanos turbulentos es la fe. La fe mueve las montañas y nos transporta à la otra orilla del río. Esa fe no es más que una vida totalmente impregnada de la certeza clara y consciente de que Dios está en nosotros. Quien posee esta fe no desea nada más. Aunque esté físicamente enfermo, está espiritualmente sano. Puede no tener un centavo, pero no le importa: todas las riquezas del espíritu son suyas.

Quien está totalmente inmerso en Dios, se pone en sus manos sin preocuparse de éxitos o fracasos: se lo ofrece todo a él. Como yo no he llegado todavía a ese estado, debo asumir que mis esfuerzos son insuficientes.

Patriotismo y humanidad

Para mí, patriotismo rima con humanidad. Soy patriota porque soy hombre y humano. Este sentimiento no lleva consigo nada exclusivo. No tengo la intención de perjudicar a Inglaterra o a Alemania, para servir a Ia India. El imperialismo no tiene sitio alguno en mis proyectos. La ley de un patriota no difiere de la de un patriarca. Y un patriota es tanto menos patriota cuanto más se manifiesta como tibio humanitario. No existe ningún antagonismo entre el terreno privado y el político.

No tengo nada nuevo para enseñarle al mundo. La verdad y la no violencia se remontan a la noche de los tiempos... Todas mis acciones tienen su fuente en mi amor inalterable a la humanidad.

No tengo la mínima duda de que cualquier hombre o mujer puede alcanzar los mismos resultados que yo, si realiza los mismos esfuerzos y posee la misma esperanza y la misma fe.

Ya tomé mi decisión. En el camino solitario que emprendí en procura de Dios, no tengo necesidad de ningún compañero de ruta. Dejad, por lo tanto, a los que quieran hacerlo, que denuncien al impostor que imaginan ver en mí, aunque tal demostración no resulte fácil de Comprobar. Puede ser que esto decepcione a los millones de fieles que siguen considerándome como un mahatma o "gran alma". Confieso que me alegra vivamente la idea de ser yo mismo quien va minando mi pedestal.

Camino hacía Dios

Cuando se trata de defender una gran causa, no es el número de partidarios lo que cuenta, sino la cualidad de su ser. Los hombres más ilustres de la historia se han encontrado siempre solos en el momento del combate. Por ejemplo, así sucedió con los grandes profetas: Zoroastro, Buda, Jesús, Mahoma y muchos otros cuyos nombres podría citar. Tenían fe en sí mismos y en Dios, en un Dios vivo. Y convencidos de que Dios estaba a su lado, nunca se sintieron abandonados.

La no violencia no consiste en amar a los que nos aman. La no violencia comienza a partir del instante en que amamos a los que nos odian. Conozco perfectamente las dificultades de este gran mandamiento del amor. ¿Pero no pasa lo mismo con todas las cosas grandes y buenas? Lo más difícil de todo es amar a los enemigos. Si realmente queremos llegar a ello, la gracia de Dios vendrá a auxiliarnos para superar los más temibles obstáculos.

El mundo es una única familia

El alfabeto de la ahimsa se aprende mejor en la escuela comunitaria; a partir de la experiencia puedo decir que si tenemos éxito allí, con toda seguridad lo obtendremos en cualquier parte. Para una persona no violenta, el mundo entero es una única familia. Así no temerá a nadie, y nadie le tendrá miedo.

Mi optimismo reside en un credo sobre las infinitas posibilidades de que el individuo desarrolle la no violencia. Cuanto más se desarrolla en el propio ser, más contagiosa se vuelve hasta que se apodera del en torno y, paso a paso, puede abarcar el mundo.

Como animal, el hombre es violento. Pero como espíritu es no violento. En el momento en que despierta hacia su espíritu interno, no puede persistir en la violencia. O progresa hacia la ahimsa o marcha hacia su perdición.

Detener la víolencía

Bajo el imperio de Ia no violencia, todo pensamiento genuino cuenta; cada voz auténtica alcanza su pleno valor.

Varias vidas como la mía deberán ser entregadas para que Ia terrible violencia extendida por todas partes se detenga y la no violencia reine de modo supremo en su lugar.

Mientras no hayamos cultivado la fortaleza de morir con coraje y amor en nuestros corazones, no podremos esperar el desarrollo de Ia ahimsa de los fuertes.

La ahimsa es Ia única fuerza verdadera en Ia vida. Es lo único permanente, lo único que cuenta; todo esfuerzo que hagas para lograr su maestría será bien aplicado.

Una persona que, en su vida, expresa Ia ahimsa, ejerce una fuerza superior a todas Ias fuerzas de la brutalidad.

La destructiva ambición

Si no existiera la ambición, no habría tampoco pre texto alguno la no armarse. El propio principio de la violencia exige que se renuncie a toda forma de explotación.

Si Ias Grandes Potencias pudieran abandonar el miedo a Ia destrucción, si se desarmaran, ayudarían automaticamente al resto del mundo a recuperar su cordura. Pero entonces esas grandes Potencia deberían abandonar sus ambiciones imperialistas y su explotación de las naciones de Ia Tierra llamadas incivilizadas y revisar su estilo de vida. Ello significaría una revolución absoluta.

La paz jamás se producirá mientras las Grandes Potencias no decidan valientemente desarmarse a sí mismas.

Apenas deje de existir esa mentalidad de explotador, la carga que sobre nuestros hombros ejerce el peso de todos esos armamentos nos resu Itaría insoportable. No puede haber un desarme verdadero, mientras Ias diversas naciones del globo se sigan explotando entre sí.

El amor mutuo

Una de Ias leyes de la naturaleza es la atracción universal. El amor mutuo es el que le permite vivir y seguir adelante. No son Ias fuerzas de destrucción Ias que hacen vivir al hombre. Hasta el mero amor a sí mismo, bien comprendido, supone un mínimo de consideración hacia los demás. La cohesión de Ias naciones está hecha de esa reciprocidad de consideraciones que se da entre los ciudadanos. Algún día habrá que extender al universo entero esta alianza nacional, lo mismo que tuvo que ampliarse a las dimensiones de un país la solidaridad que siempre caracterizó a la familia.

Sin el reconocimiento de la no violencia a escala nacional, no existe tal cosa como un gobierno democrático o constitucional.

La mejor preparación para la no violencia y hasta la mejor expresión de ella reside en la prosecución de

cidida de un programa constructivo... Quien no cree en el programa constructivo carece, según mi opinión, de un sentimiento concreto hacia los millones de muertos de hambre. Quien esté privado de ese sentimiento es incapaz de luchar no violentamente. En la práctica real, la expansión de mi no violencia tiene que mantenerse exactamente a la par de mi identificación con la humanidad famélica.

Amor a la no violencia y a la verdad

La tarea que enfrentan los devotos de la no violencia es muy difícil, pero ninguna dificultad puede abatir a los hombres que tienen fe en su misión.

Lo que más amo en el mundo es la no violencia. Sólo puede igualarse a ese amor, el amor a la verdad. Esos dos amores son idénticos, ya que sólo la no violencia permite alcanzar la verdad. Si mi vida está allí para demostrar que miro con ojos iguales a todos los adeptos de las diferentes religiones, también es verdad que no hago ninguna distinción entre Ias diversas razas. Para mí, un hombre es siempre un hombre.

Imagino que sé lo que significa vivir y morir como no violento. Pero me falta demostrarlo mediante un acto perfecto.

Afirmo sin arrogancia alguna si eso es posible, y con toda humildadIo siguiente: mi mensaje y mis métodos están esencialmente dirigidos al mundo entero. Veo con profunda satisfacción la maravillosa acogida que ya se les ha tributado en Occidente, en el corazón de un gran número de hombres y de mujeres que no cesa de aumentar día tras día.

Uníversalízacíón de la ahimsa

Llevará mucho tiempo universalizar la ahimsa ilimitada. Tendremos amplios motivos para congratularnos, si en la sociedad aprendemos a sustituir la ley de la jungla por la ley del amor y si, en vez de anidar en nuestros pechos la inquina y la hostilidad hacia quienes consideramos como nuestros adversarios, aprendemos a amarlos como amigos reales y potenciales.

Si continúa siendo violento, el pueblo de Europa sucumbirá sin duda alguna.

No es que nunca me enoje; lo que sucede es que no le doy curso libre a mi enojo. Para suprimir todo impulso de cólera, me esfuerzo en cultivar Ia paciencia y Ia verdad y así es como generalmente lo consigo. Me esfuerzo en controlar mi cólera apenas se hace sentir dentro de mí. Sería inútil preguntarme cómo lo hago. Se trata de un hábito que todos tienen que cultivar y adquirir a fuerza de constancia.

Servicio

No siento ninguna atracción por el prestigio, simple adorno que más se corresponde con la corte de un rey. Soy servidor de los musulmanes, los cristianos, los parsis y los judíos, tanto como de los hindúes. Y para servir, lo que se necesita es amor, no prestigio. Mientras siga siendo fiel a Ia causa que sirvo, no habrá miedo de que me falte amor.

No veo nada más noble y nada mejor en cuestión de civismo que obligarnos todos, por ejemplo, una hora al día, a realizar el mismo trabajo que los pobres, para identificarnos con ellos y, mediante ellos, con toda Ia humanidad. No veo nada mejor para adorar a Dios que decidirme en su nombre a entregarme por entero al mismo trabajo que realizan los pobres.

En el auténtico sentido de la palabra, la civilización no consiste en multiplicar Ias necesidades sino en limitarlas voluntariamente. Ese es el único medio para conocer la felici dad verdadera y volvernos disponibles para los demás.

Soldado de la Paz

Es mi deber seguir convirtiendo a mis adversarios, si no quiero reconocer mi propia derrota. Tengo la misión de convertir a la no violencia a los hindúes, a los ingleses y finalmente al mundo entero, para suprimir todas Ias injusticias en Ias relaciones políticas, económicas, sociales y religiosas. Si se me acusa de ser demasiado ambicioso, reconoceré que soy culpable. Si me dicen que jamás veré realizados mis sueños, responderé que esos sueños no tienen nada de imposible y seguiré adelante por mi sendero. Soy un soldado al servicio de la no violencia y para sustentar mi fe palpo más de un signo prometedor y estimulante. Seguiré adelante en mi empeño, sea cual fuere el número de mis discípulos, y aunque no tenga más que uno.

Un soldado de la paz, a diferencia del de la espada, tiene que dedicar la totalidad de su tiempo libre a la promoción de la paz tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz. Su trabajo durante la época de paz es tanto una medida de prevenir el tiempo de la guerra, como de prepararse para ello en caso de que se presente.

Todos somos imperfectos

El verdadero soldado de la India es el que teje para vestir a los desnudos y el que labra el suelo para enfrentar la amenazadora crisis alimentaria.

Imperfecto como soy, comencé con hombres y mujeres imperfectos, por un océano sin rutas.

No quiero pronunciar juicios sobre el mundo y sus fechorías. Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio

Cuanto más la practico, con mayor claridad advierto lo lejos que estoy de la plena expresión de la ahimsa en mi vida.

Soy lo bastante consciente de Ias imperfecciones de la especie a la que pertenezco, como para irritarme contra cualquiera de mis semejantes. Del mismo modo que no me gustaría tener que sufrir por las faltas de Ias que me siento continuamente culpable, también, cuando se trata de los demás, hago lo posible por combatir el mal donde sea, sin dañar nunca a quien sea su responsable

Conceptos sobre Gandhi

Me han tomado por un excéntrico, por un maniático, por un loco. Evidentemente, se trata de una fama bien merecida. Pues por todos los sitios adonde voy, acuden a mí los desequilibrados, los originales y los locos.

Tengo como finalidad el ganarme Ias amistades del mundo entero. Pero puedo combinar perfectamente el amor más elevado con Ia oposición más irreductible a todo lo que sea injusto.

Mi arma mayor es la plegaria muda.

La plegaria no es un entretenimiento ocioso para alguna anciana. Entendida y aplicada adecuadamente, es el instrumento más potente para la acción.

Valor de la plegaria

La plegaria es la primera y la última lección para aprender el noble y bravío arte de sacrificar el ser en los variados senderos de la vida, culminando en la defensa de la libertad y el honor de la propia nación.

Indudablemente, la plegaria exige una fe viva en Dios. La satyagraha [fuerza y verdad del alma] exitosa es inconcebible sin tal fe. Dios puede ser llamado con cualquier otro nombre, en tanto sea una connotación de la Ley de la Vida. En otras palabras, la Ley y el Dador de la Ley, fusionados.

El sendero de la puríficacíón

La plegaria desde el corazón puede lograr lo que ninguna otra cosa es capaz de alcanzar en el mundo.

Los medios impuros desembocan en fines impuros.

Dios es el mayor demócrata que haya conocido el mundo, ya que, para que podamos escoger mejor entre el bien y el mal, no ejerce Ia más mínima presión sobre nuestra libertad... Pero el sendero de la purificatión es duro de seguir y difícil de ascender. Para llegar a una pureza perfecta, hay que librarse de toda pasión en nuestros pensamientos, en nuestras palabras y en nuestras obras. Además, hay que saber elevarse por encima de Ias fuerzas opuestas del odio y del amor, de la repugnancia y de la simpatía. Sé muy bien que todavía no he llegado a ese triple aspecto de Ia pureza, a pesar de los esfuerzos que he realizado sin descanso. Por ello, Ias alabanzas no me causan ninguna gracia; corrientemente me irritan. Dominar Ias pasiones más ocultas me parece mucho más duro que conquistar militarmente eI mundo con la fuerza de las armas.

Nos hemos ido haciendo un poco la idea de que el arte es independiente de Ia pureza de nuestra vida privada. Basándome en hechos concretos, puedo decir que no hay nada tan falso como eso. Cuando ya me estoy acercando al final de mi vida terrena, me atrevo a afirmar que Ia pureza de vida es el arte más auténtico y más elevado de todos. Quienes pueden educar su voz para distinguirse en el arte del canto son muchos, pero son muy raros los que tienen el arte de producir la música armoniosa que brota de una vida pura.

Verdad y error

Si no tenemos miedo de los hombres y buscamos sólo la verdad de Dios, estoy seguro de que todos podremos ser sus mensajeros. En lo que a mí respecta, creo sinceramente que respondo a estas dos condiciones.

Un error no se convierte en verdad por eI hecho de que todo el mundo crea en él. Tampoco una verdad puede transformarse en error cuando nadie se adhiere a ella.

La verdad jamás daña a una causa que es justa.

Nunca hay que pactar con el error, aun cuando aparezca sostenido por textos sagrados.

Digan lo que digan, y aunque fuese verdad que he perdido la estima y Ia confianza de muchos de mis amigos de Occidente, no quiero por nada del mundo apagar esa vocecita de mi conciencia ni la expresión de lo que hay más profundo dentro de mí. Un impulso irresistible me mueve a gritar mi angustia. Conozco perfectamente su causa. Esa voz interior no me engaña jamás. Y ahora me dice: "Manténte firme, aunque te quedes solo y todo el mundo esté en tu contra. Míralos fijamente a los ojos, aunque los tengan inyectados de sangre. No tengas miedo. Coñfía en esa vocecita del corazón que te pide estar dispuesto a abandonar amigos, esposa, bienes, cualquier cosa. Dispónte a morir para dar testimonio de lo que da sentido a tu vida".

La voz de la conciencia

No escuches a los amigos cuando el Amigo interior dice: "¡Haz esto!"

Siempre he creído que cada uno debía obrar según su propia conciencia, aun cuando fuese criticado por los demás. La experiencia ha confirmado a mis ojos Ia razón de este principio. Es lo que dijo el poeta: "El sendero del amor pasa por la prueba del fuego; los temerosos se apartan de él". El sendero de la ahimsa, o sea, del amor, tiene que ser recorrido muchas veces en medio de la soledad.

La voz interior me dice que prosiga combatiendo contra el mundo entero, aunque me encuentre solo. Me dice que no tema a este mundo sino que avance, llevando en mí nada más que el temor a Dios.

La voz de la conciencia

Para aplicar esta fuerza con provecho, es indispensable admitir la existencia del alma como principio permanente y distinto del cuerpo. Esta creencia debe ser objeto de una fe viva y no de una simple adhesión intelectual.

No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna. Y si es cierta esta apreciación de la libertad, deberemos consagrar todas nuestras energías a reformarnos interiormente.

La causa de la libertad se convierte en una burla si el precio a pagar es la destrucción completa de quienes deberían disfrutar la libertad.

Entiendo por religión, no ya un conjunto de ritos y de costumbres, sino lo que está en el origen de todas Ias religiones, poniéndonos cara a cara con el Creador.

Religión

No sería capaz de llevar una vida religiosa sin identificarme por completo con la humanidad entera: esto no puedo hacerlo sin participar de la vida política. En la actualidad, el panorama de Ias variadas actividades humanas constituye un todo indivisible. No hay compartimentos estancos entre nuestras actividades sociales, económicas, políticas y las exclusivamente religiosas. No conozco una religión que sea extraña a la actividad humana. Sin su ayuda, todos nuestros actos se verían privados de su fundamento moral y, en consecuencia, la vida no sería más que una pesadilla absurda, "hecha de una barahúnda incoherente".

Lo mismo que un árbol tiene un solo tronco y múltiples ramas y hojas, también hay una sola religión verdadera y perfecta, pero diversificada en numerosas ramas, por intervención de los hombres. La religión única está más allá de toda palabra. No obstante, para dar cuenta de ella no tenemos otro remedio que recurrir al lenguaje. Pues bien, Ias palabras necesarias han sido buscadas e interpretadas por unos hombres que no son perfectos. De Ias diferentes interpretaciones propuestas, ¿cuál es la verdadera? Cada cual tiene razón desde su propia perspectiva, pero es imposible que todo el mundo esté equivocado. De ahí Ia necesidad de ser tolerante, lo cual no significa ninguna indiferencia para con la propia religión, sino la obligación de comprenderla mejor y de amarla con un amor purificado. La tolerancia está tan lejos del fanatismo como el polo norte del polo sur. El conocimiento profundo de ias religiones permite derribar Ias barreras que Ias separan.

Religión La satyacraha

La satyagraha es siempre superior a la resistencia armada. Esto sólo puede ser probado con efectividad mediante la demostración, no con argumentos... La satyagraha jamás puede ser utilizada para una causa mala.

La raíz de la satyagraha está en la plegaria. Un satyagrahi [devoto] se apoya en Dios para la protección contra la tiranía y la fuerza bruta.

El entrenamiento de la satyagraha está destinado a todos, sin distinción de edad o sexo. Aquí, la parte más importante del entrenamiento es mental, no física. En el entrenamiento mental no puede existir la compulsión.

La satyagraha

El ideal de la satyagraha no se destina apenas a unos pocos elegidos o al santo o al vidente. Está destinado a todos.

Comerciantes, industriales, molineros, obreros, granjeros, oficinistas, en resumen, todo el mundo, debería considerar que su deber es adquirir la necesaria capacitación en la satyagrahat r

La espada del satyagrahi es el amor y la inconmovible firmeza que emana de él.

No existe límite alguno en la medida del sacrificio que uno debe asumir a fin de realizar la unidad con todo Io viviente, pero por cierto, la inmensidad del ideal establece un límite a tus necesidades. Esa, ya lo ve rás, es la antítesis de la postura de la civilización moderna que dice: "Incrementa tus necesidades". Quienes adhieren a tal credo piensan que incrementar las necesidades significa aumentar el conocimiento mediante el cual se entiende mejor Io infinito. Por lo contrario, el hinduismo desecha la indulgencia y la multiplicación de necesidades, pues ellas impiden el propio crecimiento hacia la identidad total con el Ser Universal.

Educación de los niños

La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Qué otro libro se puede estudiar mejor que el de la humanidad?

En lo referido a la curiosidad de los niños sobre los hechos de la vida, deberíamos explicárselos si somos capaces de ello o confesarles nuestra ignorancia, en caso contrario. Si se trata de algo que no se les debe decir, hay que reprenderles y pedirles que no planteen a nadie esas cuestiones. Nunca debemos darles falsos pretextos. Ellos saben más cosas de las que imaginamos. Si nos negamos a responder sus preguntas, se Ias arreglan para saber Ias cosas por medio de ciertos métodos discutibles. Pero si vamos a ocultárselas, deberemos aceptar ese riesgo.

Estoy convencido de que para educar bien a los hijos, hay que saber cuidar al bebé. En diversas ocasiones comprobé Ias ventajas que tiene el estudio atento de estas cuestiones. Si hubiera descuidado este estudio y si no hubiera sabido sacar ventaja de mis conocimientos, mis hijos no gozarían actualmente de tan buena salud. Somos víctimas de una especie de superstición, que nos hace creer que el niño no tiene nada que aprender durante los cinco primeros años de su vida. Ocurre todo lo contrario, porque luego el niño ya no tendrá jamás ocasión para aprender Ias lecciones que nos enseñan esos cinco años iniciales. Su educación comienza el mismo día de su concepción.

Candhí y sus hijos

Creo que tuve un hijo difícil, por Ias faltas que cometí en esta vida o en otra anterior. Mi primer hijo nació en una época de mi vida en la que todavía no estaba desapegado de todas mis pasiones. En la edad en que debí haberlo educado, no había alcanzado aún mi madurez completa. Me conocía muy poco a mí mismo. Incluso, hoy no puedo conocerme perfectamente, pero sí mejor que entonces. Durante varios años, él estuvo lejos de mí; no fui el único encargado de su educación. Por eso se entregó demasiado a sí mismo. Siempre me ha reprochado haberles sacrificado tanto a él como a sus hermanos en aras de lo que yo imaginaba que era el bien público. Mis otros hijos, finalmente acabaron perdonándome de todo corazón. Pero el mayor no puede olvidar lo que él llama mis torpezas. Es verdad que fui directamente víctima de mis muchas inexperiencias cuando quise cambiar radicalmente mi vida. Por lo tanto, me juzgo responsable de la pérdida de m i hijo y por eso soporto pacientemente esta prueba. No obstante, no es exacto decir que yo he querido que se perdiera, pues no dejo de rezar para que Dios le haga ver sus errores y me perdone Ias posibles insuficiencias de mi oficio paternal. Tengo el firme convencimiento de que el hombre está hecho para ir cada vez más hacia lo alto. Por eso, no he perdido Ias esperanzas de ver a mi hijo salir de su torpeza e ignorancia. Por eso, él también forma una parte muy profunda de mis experiencias no violentas. ¿Tendré alguna vez éxito con él? ¿Cuándo? Nunca me he preocupado por saberlo: me basta ahora con no ceder en mis esfuerzos por cumplir lo que sé que es mi deber.

El amor y la posesión exclusiva no pueden ir jamás a la par. En teoría, donde es perfecto el amor, tiene que haber una ausencia total de posesión. El cuerpo es nuestra última posesión. Esto es tan cierto, que un hombre es incapaz de ejercer el amor perfecto y verse completamente desposeído de todo, a no ser que esté dispuesto a abrazar la muerte y sacrificar su cuerpo en servicio de la humanidad... Pero esto sólo es verdad en teoría. En la vida cotidiana, no podemos realmente demostrar un amor perfecto, ya que nuestro cuerpo es una posesión a la cual estamos siempre ligados. El hombre conservará siempre cierta imperfección, aunque esté obligado a tender hacia la perfección. Por lo tanto, mientras vivamos, el amor o el despojamiento perfecto continuará siendo un ideal inaccesible, pero que siempre nos empeñaremos en alcanzar

La bondad

La bondad debe ser unida al conocimiento. La mera bondad humana no es de mucha ayuda, como lo he comprobado en la vida. Uno debe cultivar Ia fina cualidad del discernimiento que va junto con el coraje y el carácter espirituales.

He observado que Ias naciones, igual que los individuos, sólo hallan su realización pasando por la agonía de la cruz. La alegría no procede de los sufrimientos infligidos a los demás, sino de los que uno se impone voluntariamente.

Los derechos que no fluyen de un deber bien cumplido no valen la pena.

Una mente que sólo se mantiene buena mediante la compulsión, no puede mejorar: de hecho, empeora.

El esfuerzo colectivo

Poco importa si lo que tienes que hacer es insignificante. Hazlo tan bien como puedas. Pon en ello tanta atención y tanto cuidado como si se tratara de lo más importante que llevas entre Ias manos. Serás juzgado precisamente por esas cosas pequeñas.

En esta era de democracia, resulta esencial que los resultados deseados se logren por el esfuerzo colectivo de la gente. Sin duda, eso será mejor que lograr un objetivo mediante el esfuerzo de un individuo sumamente poderoso, pero que nunca tornó consciente a la comunidad, de su fortaleza mancomunada.

Nuestros deseos y nuestros motivos de obrar se pueden distribuir en dos categorías. O son egoístas o son altruistas. Los deseos egoístas son inmorales, mientras que el anhelo de ser mejores para hacer el bien a los demás, es verdaderamente moral. La regla moral más elevada es que trabajemos sin descanso por el bien de la humanidad.

Todo hombre termina siendo lo que piensa, y con Ia India sucederá lo mismo, si persiste firmemente adherida a Ia Verdad por medio del amor.

Patriotismo y religión en Gandhi

Si antes de mi muerte, la India optara por la violencia, me daría exactamente lo mismo vivir en otro país. Esto no me inspiraría el menor orgullo. Mi patriotismo es solidario de mi religión. Me siento en la india como el niño en el seno de su madre, pues me doy cuenta de que ella me da todo el alimento espiritual que necesito y encuentro en ella una vida que responde a mis más elevadas aspiraciones. Si llegaran a derrumbarse Ias bases de ese amor, me sentiría como un huérfano que ha perdido todas Ias esperanzas de encontrar un tutor.

Bajo ninguna circunstancia, la India e Inglaterra le darán una oportunidad razonable a la no violencia, mientras ambas sostengan la plena eficiencia militar.

La división de Ia India entre la Unión hindú y el Paquistán se ha producido a pesar de mis intervenciones. La experimento como si se tratase de una herida. Pero lo que más me ha herido ha sido la forma con que se procedió. He decidido hacer todo lo posible para apagar esta conflagración, viendo en ella un asunto de vida o muerte para mí. Amo a mis compatriotas y a los demás hombres, con el mismo amor,

Gandhi frente a la división política

porque Dios habita en el corazón de todos ellos y yo aspiro a la forma de vida más elevada: el servicio a la humanidad. Es cierto que nuestra no violencia era una no violencia de débiles, es decir, Ia negación de toda no violencia. Pero mantengo que ése no ha sido el aspecto bajo el cual yo he presentado Ia no violencia a mis conciudadanos. Por otra parte, si les he mostrado esta arma espiritual, no es porque fueran débiles, porque carecieran de armas y de entrenamiento militar, sino porque la historia me ha enseñado una verdad importante. Sea cual fuere la nobleza de una causa que haya que defender, el odio y Ia violencia comprometen la paz que se busca y hacen que se dupliquen ese odio y esa violencia. Gracias a Ias antiguas tradiciones de los videntes, de los sabios y de los santos de Ia India, si existe una he rencia que podamos presentar para provecho del mundo, es este evangelio de clemencia y de confianza, uno de los más hermosos florones de nuestro país. Tengo Ia convicción de que en el futuro, Ia India sabrá oponer ese mensaje a la amenaza de exterminio general que la bomba atómica supone para nuestro planeta. Las armas de la verdad y del amor son invencibles; la falla radica en nosotros mismos, sus adeptos, ya que nos vemos metidos en un engranaje que puede conducirnos al suicidio. Por consiguiente, todos mis esfuerzos están encaminados a examinarme cada vez más.

El rol de las mineres

Las mujeres son Ias guardianas titulares de todo lo que hay de puro y religioso en Ia vida. Preservadoras por naturaleza, les cuesta librarse de Ias supersticiones arraigadas por la costumbre, pero también se muestran recalcitrantes cuando se les quiere hacer renunciar a todo lo que hay de puro y noble en la vida.

Estoy firmemente convencido de que la salvación de la India depende de la abnegación de sus mujeres y de la luz que ellas nos proporcionan.

Para avanzar, no hay que rehacer Ia historia, sino renovarla. Tenemos que añadir algo a Ia herencia de nuestros antepasados. Si nos es posible descubrir e inventar en el mundo algunas realidades tangibles, ¿vamos a tener que reconocer nuestro fracaso en lo referido al campo del espíritu? ¿No será posible multiplicar Ias excepciones hasta convertirlas en regla? ¿Habrá que empezar actuando siempre como bestia, para pasar luego a actuar como hombre, y sólo en Ia medida en que sea posible?

Estado y violencía

El Estado representa la violencia bajo una forma intensificada y organizada. El individuo tiene un alma, pero el Estado, que es una maquinaria sin alma, no puede librarse de la violencia, ya que es a ella a Ia que debe su existencia.

¿Qué diferencia hay para los muertos, los huérfanos y los desamparados, cuando Ia destrucción demencial es efectuada en nombre del totalitarismo o en el sagrado nombre de la libertad y la democracia?

No conozco ningún pecado mayor que el de oprimir al inocente en nombre de Dios.

Las democracias consideran a los hombres armados como sus salvadores. Producen riqueza, someten a otros países y sustentan la autoridad en tiempos de perturbación civil. Por lo tanto, debe desearse que la democracia, para ser genuina, cese de apoyarse en un ejército para lo que fuere.

La verdadera democracia o autonomía política [swaraj] de Ias masas, no puede obtenerse jamás por medios desleales y violentos. La sencilla razón de ello es que el empleo de métodos semejantes supone necesariamente que uno se deshace de toda oposición, liquidando a los adversarios. Sobre tales bases es imposible establecer un régimen de libertad individual. Esta no podrá encontrar su plena expansión más que en un régimen donde la ahimsa reine en estado puro.

Genuina democracia

El gobierno democrático es un sueño distante mientras la no violencia no sea reconocida como una fuerza viviente, un credo inviolable, no apenas como una política.

Es imposible obtener una paz duradera mientras todos los responsables no renuncien, sin reserva alguna y con pleno conocimiento de causa, a utilizar Ias armas destructivas que controlan. Es lógico que esto no podrá conseguirse mientras Ias Grandes Potencias no renuncien a sus ideas imperialistas. Por eso, sería menester que Ias grandes naciones dejaran de confiar en una rivalidad que Ias corroe y renunciaran a querer multiplicar sus necesidades, lo cual supone de antemano el deseo de que no aumenten sus posesiones materiales.

La esperanza de paz

A menos que Ias Grandes Potencias desechen su anhelo de explotación y el espíritu de violencia, de Ias cuales la guerra es expresión natural y la bomba atómica su inevitable secuela, no habrá esperanza de paz para el mundo.

Hasta a los gobiernos más despóticos les es imposible permanecer en el poder sin la anuencia de sus gobernados. Es verdad que el déspota cuenta muchas veces, gracias a Ia fuerza, con el consentimiento del pueblo. Pero apenas el pueblo deja de temer la fuerza del tirano, su poder se derrumba.

Si muriese de una enfermedad prolongada o inclusive, vean bien, de un forúnculo o ¿por qué no? de un simple grano, será vuestra obligación decirle al mundo entero, con el peligro de atraer sus iras, que yo no era ese hombre de Dios que pretendía ser. Si así lo hacéis, tendré el espíritu en paz. Por el contrario, sabed que si tuvieran que derribarme de un balazo el otro día quisieron matarme haciendo explotar una bomba y soy capaz de enfrentarme a ello sin estropearlo todo, consagrando mi último suspiro al nombre del Creador, entonces será que no he pretendido en vano ser un hombre de Dios. [Comentario efectuado en la noche previa al atentado que causó su muerte.]

La palabra y el silencio

El silencio se convierte en cobardía cuando la ocasión exige pronunciar toda la verdad y proceder de acuerdo con ella.

Seamos claros en cuanto al lenguaje que utilizamos y a los pensamientos que nutrimos. Pues ¿qué es el lenguaje sino la expresión de lo que pensamos? Haz que tu pensamiento sea preciso y verdadero, y activarás el advenimiento de la autonomía, aunque todo el mundo esté en tu contra.

El futuro dependerá de lo que hagamos en el presente.

Mi objetivo es Ia amistad con el mundo entero, pero puedo combinar el amor más grande con la máxima oposición a la falsedad.

Autopurificación Adoración al Creador

El sendero de la autopurificación es duro y empinado. Alcanzar la pureza perfecta significa que se debe estar completamente libre de pasiones en el pensamiento, Ia palabra y Ias acciones, de modo tal de elevarse por encima de Ias corrientes antagónicas del amor y el odio, del apego y el desapego.

Mi alma se expande en Ia adoración del Creador cuando admiro lo maravilloso de una puesta del sol o la belleza de la luna. En todas esas creaciones intento verlo a Él y a sus dádivas.

La música divina no deja jamás de hacer resonar sus armonías en nosotros. Pero la vida de los sentidos es tan estrepitosa que apaga esa melodía sutil, diferente de todo lo que el oído puede captar e infinitamente superior a cualquier realidad sensible.

En Ia plegaria se encuentran el alma y Ia esencia de Ia religión. Por lo tanto, debe ser el corazón mismo de la vida humana, dado que ningún hombre puede vivir sin religión.

El buscador de la Verdad

Quien busca Ia Verdad debe ser más humilde que el polvo. Todo el mundo aplasta al polvo bajo sus pies. Pero quien busca Ia Verdad, debe ser tan humilde como para que pueda aplastarlo hasta el polvo.

Creo que todos los seres humanos pueden lograr ese estado puro, bendito e indescriptible, donde se siente en uno Ia presencia de Dios, con exclusión de cualquier otra cosa.

Nos dicen los científicos que sin la presencia de una fuerza cohesiva entre los átomos que conforman nuestro planeta, éste se derrumbaría y nosotros dejaríamos de existir. Así como hay una fuerza cohesionante en Ia materia inerte, de igual manera existe en todas Ias cosas animadas. El nombre de dicha fuerza entre los seres animados es Amor.

El hombre es una maquinaria cuya fuerza motriz es el alma. Esta máquina singular no realizará el máximo de su faena ni por un salario ni bajo presiones. Lo hará cuando esa fuerza motriz o sea, la voluntad espiritual de la criatura rinda al máximo debido a su propio combustible: los afectos.

Cómo llegar a Días

El anhelo sincero y puro de corazón siempre se realiza: siempre verifiqué lo cierto de ello en mi propia vida.

A Dios no se lo puede encontrar en los templos, los ídolos o los lugares de adoración edificados por manos humanas. Tampoco podrá llegarse a Él por el sendero de las abstinencias. Puede hallarse a Dios sólo por medio del amor, pero no el terrestre sino el divino.

Para poder ver algún día cara a cara al Espíritu de Verdad que impregna el universo entero, es preciso llegar a amar como a uno mismo todo lo que hay de más insignificante en la creación. Por eso, no hay que alejarse de ninguna de Ias dimensiones de la vida. Por este motivo, mi amor a la verdad me hizo entrar en la política. Sin Ia mínima vacilación, aunque con total humildad, puedo afirmar que no es posible comprender Ia religión sin ver en ella su vínculo con la política.

Dios nunca abandona

Dios jamás me abandonó, ni siquiera en las horas más tenebrosas. Muchas veces me salvó de mí mismo, y no me dejó el menor fragmento de independencia. Cuanto más grande es mi entrega a Dios, mayor es mi alegría.

Jamás pude comprender cómo alguien puede enorgullecerse al ver humillados a sus semejantes.

Dios acude en tu ayuda, de uno u otro modo, y te hace ver que no debes perder la fe. Él está siempre atento a tu expresión y a tu clamor, pero a su manera, no a la tuya. En cuanto a mí, no puedo recordar un solo caso en el que me haya abandonado, ni siquiera en momentos extremos.

Anhelo ver a Dios cara a cara. El Dios que conozco se llama Verdad. Para mí, el único camino para conocer a Dios es Ia no violencia y el amor.

Aprendí esta lección: lo que es imposible para el hombre es un juego de niños para Dios. No me cabe duda de que todas las cosas son posibles si tenemos fe en Ia Divinidad que rige el destino de hasta lo más humilde de Su creación. Con esta esperanza extrema, paso el tiempo esforzándome en obedecer Su voluntad.

El sílencio Seres seres falibles

La experiencia me enseñó que, para un adepto a Ia Verdad, el silencio es parte de la disciplina espiritual.

El hombre es un ser falible que jamás logra estar seguro del camino que recorre. Tal vez lo que considera como una respuesta a sus oradones sea apenas el eco de su orgullo. Tener una conducta infalible presupone gozar de un corazón totalmente inocente, incapaz de hacer el mal. En mi caso, no puedo ostentar tal pretensión. Tengo un alma imperfecta, que yerra, lucha y se esfuerza.

Cierto grado de armonía y comodidad física resulta necesario, pero por encima de tal nivel se vuelve un estorbo y no una ayuda. Por ello, el ideal de crear una cantidad ilimitada de necesidades y de satisfacerlas parecería ser una falacia, una trampa. La satisfacción de Ias necesidades físicas de una persona, incluidas Ias necesida des intelectuales del estrecho ego de un individuo, a menudo alcanzan un punto muerto y después degeneran en voluptuosidad física e intelectual. El hombre debe acomodar sus circunstancias físicas e intelectuales de manera que no interfieran en su servicio a la humanidad: en ello debería concentrar todas sus energías.

Mísíón del poeta

El poeta tiene la misión de reanimar el bien adormecido en el fondo dei corazón de todo hombre. Si su influencia no es la misma sobre cada uno de nosotros, es porque todo depende del grado de nuestra evolución personal.

Busco la Verdad humildemente, pero con toda seriedad. Y en el sendero de esta búsqueda, confío plenamente en mis compañeros de viaje, a fin de conocer mis errores y corregirlos.

Es preciso que aprendamos el arte de no afligirnos por la muerte, sin importar cuándo y a quién le sobreviene. Supongo que aprenderemos a hacerlo cuando seamos totalmente indiferentes a nosotros mismos. Pero tal indiferencia brotará apenas cuando en todo instante sepamos que estamos haciendo la tarea para la cual fuimos destinados

La copa del amor El alimento

Puse a un lado la espada, de manera que a quienes me combaten no tengo nada que ofrecerles, salvo la copa del amor.  Al ofrecerles esa copa, espero atraerlos junto a mí.

La experiencia me enseñó que es un error apreciar el valor de un alimento por su sabor. No hay que comer por darle gusto al paladar, sino para preservar el cuerpo con todo su vigor. Cuando los órganos de los sentidos se someten a las exigencias de la salud y el cuerpo obedece al alma, el ansia de gozar pierde su poder tiránico y nuestras funciones fisiológicas se ajustan a las intenciones de la naturaleza.

Cuando se trata de descubrir que la Verdad es Dios, el único medio ineludible es el amor, o sea, Ia no violencia. Y como creo que los medios y el fin son esencialmente conceptos convertibles, no dudaría en afirmar que Dios es amor.

Lo que nos deslumbra

Jamás, algún hombre finito conocerá plenamente Ia Verdad y el Amor, que en sí mismos son infinitos.

Del mismo modo que en Occidente se hicieron descubrimientos maravillosos en el orden material, de modo semejante el hinduismo hizo descubrimientos todavía más maravillosos en lo referido a la religión, el espíritu y el alma. No obstante, no valoramos estos grandiosos y admirables descubrimientos y estamos deslumbrados por los avances materiales obtenidos por la ciencia occidental.

No comparto en absoluto esa superstición que hace valorar todo lo antiguo por el hecho de ser antiguo. Tampoco creo que todo sea bueno por ser hindú.

Me satisface realizar Ias cosas que tengo por delante. No me preocupa su por qué o su para qué. El buen sentido nos ayuda a percibir que no debemos atascarnos en asuntos que no podemos comprender.

Liberarse de las debilidades humanas

Siempre reconozco plenamente mi debilidad, pero mi fe en Dios y en su potencia y su amor, es inquebrantable. Soy como un puñado de arcilla en Ias manos del alfarero.

Mi espíritu me impulsa en una dirección, y mi carne me proyecta en dirección contraria. Existe una liberación de este juego de dos fuerzas, pero esta liberación sólo puede obtenerse de a poco, a través de etapas dolorosas.

La fe trasciende la razón. El único consejo que puedo dar es no intentar Io imposible. No puedo explicar con ningún argumento racional la existencia del mal. Tratar de hacerlo, sería igualarse a Dios.

Donde hay amor, allí también está Dios.

Aspiro a ser un humilde servidor de la India y de la humanidad. Me gustaría morir cumpliendo ese servicio. No tengo la mínima vocación de fundar una secta. En verdad, soy demasiado ambicioso para satisfacerme con la adhesión de una secta, pues no represento verdades nuevas... Apenas trato de arrojar una nueva luz sobre muchas verdades antiguas.

Generosidad del amor

El amor jamás reclama, siempre ofrece. El amor siempre sufre, nunca se venga.

Así como frecuentemente sucumbimos a Ia tentación, pese a los esfuerzos que hacemos para resistirla, también Ia Providencia interviene con Ia misma frecuencia para salvarnos, a pesar de nosotros mismos.

¿Por qué ocurre tal cosa? ¿Hasta dónde llega Ia libertad humana? ¿Cuáles son los límites del libre albedrío y cuál es el papel de la fatalidad en nuestro destino? Son múltiples cuestiones que quedan sin respuesta en este terreno, donde todo es misterio.

Servir voluntariamente a los demás exige lo mejor de lo que uno es capaz y debe ser precedente del servir al propio yo. Es así: el devoto debe consagrarse a servir a la humanidad sin ningún tipo de reservas.

Oración sin palabras

Mi vida es un Todo indivisible, y todos mis actos convergen entre sí. Todos ellos nacen del insaciable amor que tengo hacia toda la humanidad.

La adoración o la oración no consisten en un palabrerío verbal. Emanan de Ias profundidades del corazón, "cuando estamos vacíos de todo, menos del amor". Cuando colocamos todas ias cuerdas en perfecta armonía, "su música se convierte en una vibración imponderable". La oración no necesita palabras.

Al inclinarlos con reverencia a la Tierra aprendemos o debemos aprender a ser humildes como la Tierra es humilde... Somos terrestres que pertenecemos a ella. Si la Tierra no existiera, nosotros no existiríamos.

No es posible que el hombre conozca la Verdad total, su deber es vivir de acuerdo con ella en la medida en que la percibe. Y, comportándose así, debe recurrir a los medios más puros, es decir, a la no violencia.

Fe y verdad

Si bien es imposible capturar la Verdad perfecta mientras estemos prisioneros de esta envoltura mortal, lo único que nos queda es visualizarla con nuestra imaginación. Jamás podremos ver a la Verdad de frente, pues es eterna, salvo a través de Ia mediación de este cuerpo efímero. Por eso, en última instancia, dependemos de la fe.

Cada cual debe aplicarse a escuchar su pequeña voz interna, y actuar de acuerdo con ella. Y si carece de oídos para ello, que haga lo mejor que pueda. De ningún modo debe imitar a los demás, como si fuésemos ganado.

Existe un poder misterioso e indefinible que permea todas Ias cosas. Yo lo siento, aunque no lo vea. Sentimos la presencia de este Poder invisible y, por ello, él desafía todas nuestras manifestaciones, porque es muy distinto de todo lo que percibimos con los sentidos. Sobrepasa los sentidos pero, hasta cierto punto, es posible un raciocinio sobre la existencia de Dios.

El corazón devoto

Nacimos para servir a nuestros semejantes y no podremos hacerlo apropiadamente salvo que estemos muy despiertos. En el pecho humano se libra una eterna y encarnizada batalla entre los poderes de Ias tinieblas y de la luz. Quien no cuente con el ancla de salvación de la plegaria será víctima de Ias tinieblas. El hombre de oración está en paz consigo mismo y con el mundo entero. Pero si el hombre aborda los asuntos mundanos sin un corazón devoto, será desdichado y también hará desdichado al mundo. Por eso, la plegaria independientemente de vincularse con la condición humana después de Ia muerte tiene para el hombre, en este mundo de Ia vida, un valor incalculable. La plegaria es el único medio de lograr orden, paz y reposo en nuestras acciones cotidianas

Mi vestimenta carnal es tan corruptible como la de todos mis compañeros humanos. Y por eso estoy tan sujeto a cometer errores como cualquiera de ellos.

Ahimsa implica un amor infinito, que a la vez constituye una infinita capacidad de sufrimiento.

Muchas veces, creo que un rezo silencioso es más poderoso que un acto consciente. Y por eso, cuando me siento privado de ayuda, rezo sin cesar, con la certeza de que una oración nacida de un corazón puro no dejará jamás de ser atendida.

El hombre que habla poco, raras veces pronunciará palabras imprudentes, pues mide sus palabras. El silencio es un enorme auxilio para quien, como yo, anda detrás de la Verdad.

Si en la actualidad hay tanta mentira en nuestro desorbitado mundo, ello ocurre porque cada cual reivindica los derechos de una conciencia ilustrada, sin sujetarse a Ia menor disciplina. Ante todo, para descubrir la Verdad se requiere mucha humildad. Para ingresar al corazón de ese océano que es Ia Verdad, hay que diluirse por completo.

La resistencia con amor es una fuerza a la que pueden recurrir tanto los individuos como Ias comunidades. Se la puede usar tanto en las cuestiones políticas como en Ias domésticas. Su aplicación universal es Ia demostración de su permanencia y su invencibilidad. Pueden utilizarla tanto los hombres como Ias mujeres y los niños. Es totalmente falso afirmar que se trata de una fuerza apta para que la apliquen sólo los débiles porque son incapaces de oponer la violencia a la violencia. Ante la violencia y, en consecuencia, ante toda tiranía, esta fuerza representa Io que la luz es respecto de Ias tinieblas.

Resistir... con amor

Conozco mi camino. Es recto y estrecho como el filo de una espada.

Me da gusto recorrer ese camino. Cuando tropiezo, lloro. Dios dice: "Quien trabaja con esfuerzo, no perecerá." Y tengo una fe implícita en esa promesa.

Todos estamos pintados con los mismos colores y somos hijos de un mismo creador. En consecuencia, como tales, los poderes divinos que albergamos son infinitos. Menospreciar a un solo ser humano es menospreciar esos poderes divinos. Por lo tanto, dañar a un ser no es herirlo apenas a él, sino que en él se lastima al universo entero.

El compromiso

Un pequeño cuerpo de espíritus decididos y animados por una fe inextinguible en su misión puede alterar el curso de la historia.

Extraido de
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