SUEÑOS, UNA PERSPECTIVA JUNGIANA

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Informe para Psicología clínica II realizado por
Estrella Astete C.

Marta Gacitúa R.

Sandra Sánchez P.

(Noviembre de 1998) 

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INDICE

INTRODUCCIÓN

CONCEPTOS TEÓRICOS BÁSICOS EN LA TEORÍA ANALÍTICA JUNGIANA

NATURALEZA DE LOS SUEÑOS

LAS FUENTES DE LAS IMÁGENES ONÍRICAS

EL LENGUAJE DE LOS SUEÑOS

MECANISMOS DEL SUEÑO

LA ESTRUCTURA DE LOS SUEÑOS

LA FUNCIÓN DE LOS SUEÑOS

INTERPRETACIÓN JUNGUIANA DE LOS SUEÑOS

1. IDENTIFICACIÓN DEL SUEÑO Y SU ESTRUCTURA

Estructura

2. CONTEXTO DEL SUEÑO

2.1 Amplificaciones

Asociaciones personales

Información sobre el ambiente

Amplificaciones con paralelos arquetípicos

2.2 Temas que interrelacionan las amplificaciones.

2.3 La situación consciente del sujeto.

2.4 Serie onírica.

3. REVISIÓN DE ACTITUDES PARA LA INTERPRETACIÓN

3.1 Evitar supuestos de interpretación.

Símbolos

3.2 El sueño no es un disfraz, sino una serie de hechos psíquicos.

3.3 El sueño, probablemente, no le dice al sujeto qué hacer

3.4 Debe tenerse en cuenta las características de personalidad del soñante y del intérprete

4. CARACTERIZAR LAS IMÁGENES ONÍRICAS COMO OBJETIVAS O SUBJETIVAS

5. CONSIDERAR LA FUNCIÓN COMPENSATORIA DEL SUEÑO.

5.1 Identificar el problema al cual se refiere el sueño.

5.2 Evaluar la situación consciente del soñante.

5.3 Considerar si las imágenes oníricas y evolución psíquica del sueño necesitan una caracterización reductiva o constructiva.

5.4 Considerar si el sueño es compensatorio al contrastar con la situación consciente del sujeto.

5.5 Evaluar si el sueño es no compensatorio: anticipatorio, traumático, extrasensorial o profético.

EL ESPÍRITU COMO ARQUETIPO: EN SUEÑOS Y CUENTOS

La representación del espíritu en los sueños

El espíritu en el cuento

ALGUNAS EXPERIENCIAS EN CHILE CON TALLERES DE SUEÑOS JUNGUIANOS

TESTIMONIO DE PACIENTES:

BIBLIOGRAFÍA

 

INTRODUCCIÓN

Los sueños se han tomado a lo largo de la historia distintas connotaciones de acuerdo a la época, la cultura y la religión predominante. En algunos casos han sido considerados desde posesiones demoníacas hasta iluminaciones divinas, sin embargo, siempre se han considerado como premonitorios y, más aún, como oráculos verdaderos, irrefutables.

Actualmente, las distintas teorías o perspectivas psicológicas les asignan variados niveles de importancia a los sueños durante la psicoterapia. Pasando desde aquellas que no las consideran, las que los ven como un dato más que podría llegar a ayudar y, por último, las que los califican como un elemento central de su terapia.

Para conocer un poco más de cerca el tema, ver porque es importante para el psicoanálisis, por ser una parte del inconsciente que nadie esconde, porque en ellos todo está permitido y sin cuestionamientos, por ser un tema cotidiano y del que no conocemos del todo la importancia que puede llegar a tener en nuestras vidas y conflictos es que lo hemos elegido.

Para conocerlos hemos tomado la Perspectiva Junguiana y, sobre su base, buscaremos algunas respuestas sobre la naturaleza de los sueños, su lenguaje, sus mecanismos, estructuras y función y, por supuesto, todo aquello que esté relacionado con la interpretación de los sueños desde el punto de vista de Carl Gustav Jung.

 

CONCEPTOS TEÓRICOS BÁSICOS EN LA TEORÍA ANALÍTICA JUNGIANA

INCONCIENTE PERSONAL E INCONCIENTE COLECTIVO, ARQUETIPOS, SOMBRA, ÁNIMA Y ÁNIMUS, SIGNOS Y SÍMBOLOS.

Jung distingue entre inconciente personal e inconciente colectivo. El primero es una de las tres capas anímicas reconocidas por el autor (la tercera es la conciencia), constituido en primer lugar de todos aquello contenidos que han llegado a ser inconcientes, ya porque perdieron su intensidad y desaparecieron en el olvido, ya porque la conciencia se ha retirado de ellos (la llamada represión), y además de aquellos otros contenidos, por ejemplo, percepciones sensibles, que, en razón de su propia intensidad entraron en la psique de algún modo. El inconciente colectivo, en tanto, alberga contenidos psíquicos diferenciados por las experiencias más fundamentales y propias de la humanidad. Tales funciones psíquicas capacitan a los hombres a reconocer sus experiencias más vitales de seres humanos. Por ejemplo, reconocer al padre o a la madre, no sólo como figuras significativas personales, sino también como símbolos ancestrales reconocidos por toda la humanidad. De este modo, el padre o la madre, son mucho más que mi propio padre o madre. Lo mismo puede decirse de la complementariedad o necesidad mutua de los sexos; de la necesidad de pertenencia al grupo humano; la condición de héroe, de sabio, etc. Estas disposiciones psíquicas para actuar humanamente son producto de la herencia humana y van más allá de las personas, culturas y grupos étnicos. Jung los llamó arquetipos (primeros modelos). Los arquetipos no son representaciones heredadas, sino modos heredados de función psíquica. Así, por ejemplo, la sombra es la experiencia arquetípica de "ese otro" que está dentro de nosotros mismos, el cual, en su rareza y desconocimiento, es siempre sospechoso. Su proyección a los demás es la urgencia arquetípica de la necesidad de un chivo expiatorio, con la simple necesidad de justificarnos a nosotros mismos. Esta sombra es relevante en el trabajo interpretativo con los sueños, ya que en ellos, la sombra también alcanza expresión.

Dentro del inconciente colectivo, la función arquetípica más inmediata es aquella que se refiere a la diferenciación de lo masculino y lo femenino. Son el ánima y el ánimus, los arquetipos que forman el elemento contrasexual en la psique. Estos arquetipos, como tales, no pueden ser evidenciados directamente, cada arquetipo es opuesto a la actitud dominante de la conciencia (ser hombre o mujer) quedando en el inconciente (el ánima en el hombre y el ánimus en la mujer). La mayoría de las veces puede, sí, ser experimentado y manifestado a través de las correspondientes proyecciones al sexo opuesto, envolviendo a este tipo específico de relación humana con cualidades y sobre todo con una fuerza que no tiene casi ningún otro tipo de relación humana. En cada varón existe el ánima como elemento femenino. En los sueños suele percibirse con la figura o imagen de la mujer (aunque no necesariamente). Por su parte, en cada mujer existe también en su psiquis en ánimus como elemento de tipo masculino, cuya personificación onírica suele ser uno o varios varones.

Para hablar de los sueños, es necesario también conocer aquellos conceptos referidos a lo que son signos y símbolos. Los signos son producto de nuestras percepciones "objetivas" y conceptualizables, son semióticos, es decir, se refieren a conocimientos de cosas relativamente limitado. La fiebre, por ejemplo, es un signo clínico preciso: no hay fiebre cuando no hay una reacción particular del organismo ante un desequilibrio de la salud; por el contrario, con precisión podemos decir que algo anda mal cuando ella se hace presente. Un símbolo, en cambio, no es un término libremente escogido como una designación abstracta, sino la expresión de una experiencia espontánea, que nos viene desde adentro, y que apunta más allá de la cosa misma a una significación no alcanzada por un término racional. El símbolo constituye de este modo una experiencia directa de algo real, pero todavía indefinido para el ser humano, se desarrolla a partir de la dinámica propia del inconciente, fascinante par quien la experimenta. Jung dice: "un signo, entonces, es una parte del mundo físico; un símbolo es parte del mundo humano del sentido y la significación".

En los sueños, esta diferencia entre un signo y un símbolo es manifiesta. Un camino fácilmente identificado, puede ser algo que conocemos bien, porque lo transitamos con frecuencia. Pero en un sueño, el mismo camino puede estar expresando una imagen de progreso, "el camino de la vida", lleno de dificultades; o la vía de la perdición que nos lleva a una catarata por donde nos precipitamos, y que simboliza muy bien esa situación que estamos viviendo y de la cual somos muy concientes.

 

NATURALEZA DE LOS SUEÑOS

Para Jung el sueño es la más clara expresión de la mente inconsciente. Constituye "una creación psíquica que, en contraste con los datos habituales de la conciencia, se sitúa por su aspecto, su naturaleza y su sentido, al margen del desarrollo continuo de los hechos conscientes". Esto lo convierte en un camino eficaz para conocer los mecanismos y los contenidos del inconsciente.

Los sueños son, por tanto y paradojalmente, hechos objetivos, no inventados por la mente consciente y, por lo tanto, independientes de las expectativas y deseos del soñante. No se puede influir sobre ellos, lo que los convierte en algo tremendamente valioso, ya que muestran la realidad del soñante tal como es; no como a cualquiera le gustaría que fuera.

Freud y Jung diferían en las interpretaciones de las imágenes oníricas porque tenían concepciones parcialmente distintas del inconsciente, pero concordaban en que los sueños eran generados por actividad inconsciente psíquicamente determinada.

Jung dedujo que hay un proceso subyacente que de manera continua genera sueños y fantasías, de los cuales sólo una pequeña porción llega a la conciencia cognitiva. De aquí que el inconsciente contenga algo más que el material reprimido.

Jung describe poéticamente el sueño como "una pequeña puerta oculta en los recovecos más íntimos y secretos del alma, la cual se abre a esa noche cósmica que era psique mucho antes de haber ninguna conciencia del yo, y que seguirá siendo psique no importa hasta donde se extienda nuestra conciencia del yo... Al racionalismo de nuestra era le cupo explicar el sueño como los residuos del día, como las migajas que caen al mundo crepuscular desde la mesa ricamente cargada de nuestra conciencia. Estas profundidades oscuras no son más que un saco vacío, que no contiene más que lo que cae en él desde arriba... Sería mucho más exacto decir que nuestra conciencia es ese saco, en el cual no hay otra cosa que lo que por azar cayó en él".

Jung formula la hipótesis que todo contenido psíquico (incluidos los sueños) tienen sus raíces en el inconsciente colectivo, que produce material sin cesar. Esta hipótesis se basa en el supuesto de que toda conducta y modos de percibir la experiencia deben hallarse en estado potencial dentro de la persona antes de tornarse reales; dichas potencialidades son los contenidos del inconsciente colectivo.

La idea de Jung que la persona que sueña es totalmente incapaz de controlar el contenido onírico no está firmemente sustentada por los datos existentes.

Tampoco se conoce, con exactitud, el proceso mediante el cual un sueño ingresa a la conciencia.

Jung parecía pensar que "una pequeña parte de la conciencia... permanece con nosotros en estado onírico". Ese remanente se posibilita por la existencia del yo onírico, un "yo limitado y curiosamente distorsionado". Se lo experimenta cuando el sujeto se reconoce a sí mismo en una de las figuras de su sueño.

Los sueños se distinguen del contenido consciente por su falta de coherencia lógica y continuidad de desarrollo. Según Jung, los sueños no son producidos por la corteza cerebral, que está dormida, sino por el sistema nervioso simpático que funciona constantemente. Esta hipótesis es avalada por estudios experimentales posteriores a su obra (se descubrió que corteza no funciona en sueño MOR -donde se producen la mayoría de los sueños- y sí lo hace la protuberancia anular).

Otra diferencia entre sueño y contenido consciente es lo que Jung llama "irracionalidad" de los sueños, en el sentido que no están sujetos a limitaciones físicas o temporales y con frecuencia pintan criaturas que no encontramos en el mundo de la naturaleza. También son irracionales en que muy pocos "forman todos lógica, moral o estéticamente satisfactorios". Pasado, presente y futuro con frecuencia parecen fusionarse en los sueños, al parecer porque hay, en el inconsciente, contenidos atemporales que todavía no afloran en la conciencia.

Cabe señalar, sin embargo, que a pesar de la cualidad no racional de los sueños y, por lo tanto, de su similitud con contenidos mentales psicóticos, los sueños no son patológicos sino normales.

 

LAS FUENTES DE LAS IMÁGENES ONÍRICAS

Los sueños se componen de imágenes que surgen de diversas fuentes. Jung admitió que algunas imágenes se ven influidas por factores somáticos (postura del sujeto que duerme, indigestión, fiebre, dolores) y otros estímulos físicos (ruido, calor, frío), pero insistía en que en esencia las imágenes son determinadas de otro modo (psíquicamente). Los estudios psicofisiológicos tienden a confirmar la conclusión de Jung.

Otra fuente es el ambiente cotidiano del sujeto. Jung mencionó que la ocupación de la persona aparece con frecuencia en sus sueños.

Las percepciones subliminales parecen ser otra fuente. Según Jung, incluyen ideas y sentimientos oníricos, así como percepciones sensoriales demasiado débiles para llegar al plano de la conciencia cognitiva.

Además de hechos corrientes en el estado de vigilia y otros premonitorios, a menudo aparecen como imágenes oníricas los recuerdos de experiencias pasadas. Pueden ser recuerdos alguna vez conscientes y luego olvidados (como los recuerdos de la infancia). Otros recuerdos pueden representarse porque tienen relación con impulsos inaceptables (dolorosos) o poco importantes para que se les recuerde conscientemente.

A veces reminiscencias perfectamente accesibles aparecen como imágenes, tales como recuerdos de hechos traumáticos (experiencias de guerra, por ejemplo) que se repiten una y otra vez.

Otra fuente, además de las anteriores, es el inconsciente colectivo que, según Jung, posee creatividad ilimitada: proporciona contenidos específicos que van más allá de lo personal y que nunca fueron conscientes. Por esto los sueños de muchas personas aun cuando vivan un período histórico dado, supuestamente podrían reflejar toda la gama y variedad de la conducta y la experiencia humana, desde la más extraña a la más banal, incluyendo " verdades ineludibles, pronunciamientos filosóficos, ilusiones, desenfrenadas fantasías, recuerdos, planes, premoniciones, experiencias irracionales, y aun visiones telepáticas".

 

EL LENGUAJE DE LOS SUEÑOS

El lenguaje de los sueños, según Jung, es tan complejo y variado como el lenguaje de la conciencia.

Está compuesto por imágenes no verbales (la mayor parte), cuya complejidad y vividez presentan variaciones más notorias que las correspondientes experiencias del hombre despierto. Las imágenes oníricas son mucho más pintorescas y vivaces que los conceptos y experiencias que son su contrapartida cuando se está despierto. En nuestros pensamientos conscientes nos constreñimos a los límites de las expresiones racionales, expresiones que son mucho menos coloreadas, porque las hemos despojado de la mayoría de las asociaciones psíquicas.

En un nivel simple, el lenguaje onírico es figurativo, es decir, afín a las figuras que se utilizan en el habla. En la vida cotidiana se utilizan expresiones como "angelito", "animal", "zorro" para referirse a características tales como bondadoso, agresivo o astuto, respectivamente. De la misma forma, un sueño puede utilizar la figura de un toro para representar la fuerza física o la fortaleza interior.

En el siguiente nivel aparecen juegos de palabras y metáforas. En este caso las imágenes representan otra cosa o elemento, en ocasiones en formas poéticas como, por ejemplo, la imagen de un hombre alado que representa el deseo de libertad.

Otra característica de las imágenes oníricas es la exageración. Se manifiesta en los sueños cuando aparecen imágenes de objetos, personas o animales comunes, en forma desproporcionada; o bien algunas situaciones de la vida real aparecen exageradas casi hasta el ridículo.

La gran expresividad del lenguaje onírico se acentúa con la presencia del color en sus diversos grados de intensidad y tonalidad. No siempre se tienen sueños en colores. Jung planteó la hipótesis de que los sueños que poseen una gran carga emocional suelen recordarse en colores.

En algunos sueños se pueden reconocer imágenes que pertenecen a un lenguaje mitológico, es decir, metáforas de hechos o seres que han existido desde mucho tiempo atrás, y que con el paso del tiempo se han ido modificando en su expresión, pero no en su mensaje central. Esto cumple un objetivo: formar un puente entre "la forma como expresamos conscientemente nuestros pensamientos y una forma de expresión más primitiva y pintoresca (lo cual a su vez) conmueve directamente al sentimiento y la emoción". Jung decía que este lenguaje onírico era más vívido que las manifestaciones abstractas porque no está limitado por la mente consciente y permite una mayor riqueza de asociaciones.

 

MECANISMOS DEL SUEÑO

Aunque Jung reconocía que el sueño no sigue leyes claramente determinadas ni modalidades regulares de conducta, hablaba de mecanismos que contribuyen a forjar el lenguaje onírico, aun cuando no los veía tan esenciales como eran para Freud.

La lista de Jung incluía: contaminación, condensación, duplicación o multiplicación, concretización, dramatización y mecanismos arcaicos.

La contaminación se refiere a relacionar entre sí objetos e ideas, aparentemente inconexos, mediante una cadena de asociaciones que funciona cuando se relajan las limitaciones que impone la conciencia al dormir.

La condensación es una forma de contaminación más poderosa; no sólo conecta sino que combina objetos e ideas sin relación aparente. Mediante este mecanismo, imágenes que de otro modo resultarían neutras, pueden asumir un poderoso significado emocional en un sueño.

La duplicación o multiplicación es lo opuesto de la condensación. La misma imagen puede repetirse o aparecer en forma doble por razones de énfasis, o quizá para indicar la aparición parcialmente completa de algún contenido del inconsciente; e imágenes idénticas pueden reflejar la dualidad como la oposición de positivo y negativo. Imágenes similares pueden mostrar aspectos diferentes del mismo problema.

La concretización es el uso de lenguaje figurativo, inclusive la presentación de complejos en forma personificada.

La dramatización es la expresión de un contenido en forma de relato.

Los mecanismos arcaicos traducen el contenido inconsciente en formas arquetípicas.

 

LA ESTRUCTURA DE LOS SUEÑOS

Los sueños pueden ir de imágenes únicas a largas narraciones detalladas y muchos de ellos son similares a un cuento. Jung los describe como un "drama desarrollado en el propio escenario individual". En general, el drama se presenta mediante una estructura común a muchos sueños. Ésta puede dividirse en partes integrantes que facilitan la comprensión del desarrollo "argumental" y de los aspectos que se subrayan en el sueño, a la vez que permiten una más rápida identificación del contenido que falta.

La primera parte del relato de un sueño es la EXPOSICIÓN que incluye la especificación del lugar o ambiente, la descripción de los protagonistas o dramatis personae, y la situación inicial del sujeto. Puede incluirse algún dato sobre el tiempo (momento del día o estación del año).

La segunda fase suministra el DESARROLLO del argumento. La tercera etapa es la CULMINACIÓN, en donde sucede algo decisivo, o tiene lugar un cambio rotundo, sea para bien o para mal. La cuarta fase es la de RESOLUCIÓN.

 

LA FUNCIÓN DE LOS SUEÑOS

Dentro de la teoría junguiana la función de los sueños está inserta dentro de la concepción de la psique como una estructura global y dinámica, en la cual la conciencia y el inconsciente mantienen una relación recíproca.

Jung llamó a la principal función de los sueños compensación. Esta implica que el inconsciente, considerado como relativo a la conciencia, le incorpora todos aquellos elementos que han sido omitidos, reprimidos o desatendidos y que contribuyen a mantener el equilibrio interior. La compensación es, por lo tanto, una expresión de la capacidad de autorregulación de la psique. Pone al inconsciente en relación con la conciencia y da lo necesario para alcanzar el equilibrio psíquico y, finalmente, la integridad.

Puede considerarse que el concepto junguiano de compensación amplía el concepto freudiano de la realización del deseo. Ambos conceptos reflejan la observación de que los sueños proporcionan contenidos ausentes de la conciencia. Sin embargo, los dos conceptos difieren por el hecho de que la compensación brinda lo necesario para la integridad o totalidad del individuo, en tanto que la realización del deseo simplemente sirve al ello o al yo.

Aunque en su gran mayoría los sueños son compensatorios, en algunos casos no lo son. Los sueños NO COMPENSATORIOS pueden ser: anticipatorios, traumáticos, extrasensoriales y proféticos.

A los sueños anticipatorios se les llama también prospectivos. Anticipan en el inconsciente futuras realizaciones conscientes, y constituyen algo similar a un bosquejo preliminar o ensayo previo de los acontecimientos futuros. Ocurre cuando la actitud consciente es "claramente insatisfactoria" y muestra las formas en que se puede producir el desarrollo psíquico, o bien las consecuencias que podría tener el continuar con la actitud consciente actual.

Aunque en apariencia estos sueños pueden parecer proféticos, mágicos, oráculos del futuro, su real origen está lejos de esto, ya que son un "diagnóstico interno".

Aun cuando esta función anticipatoria recibe la aprobación del "consensus gentium", ya que en las supersticiones de todos los tiempos y todas las razas se ha considerado al sueño como un oráculo que dice la verdad, para Jung constituye una combinación probabilística de hechos intrapsíquicos que no necesariamente coincidirá con los hechos reales del futuro. Señalaba que "los sueños, a veces, pueden anunciar ciertos sucesos mucho antes de que ocurran en la realidad. Esto no es un milagro o una forma de precognición. Muchas crisis en la vida tienen una larga historia en el inconsciente. Vamos hacia ellas paso a paso sin darnos cuenta de los peligros que se van acumulando. Lo que no conseguimos ver conscientemente, con frecuencia lo ve nuestro inconsciente que nos transmite la información por medio de los sueños.

Los sueños "traumáticos", a los que Jung también llamaba "reactivos", se caracterizan porque manifiestan reiteradamente contenidos de situaciones que han sido amenazantes para la vida humana o reflejan condiciones físicas patológicas. Para que un sueño pueda calificarse como traumático su significatividad debe radicar exclusivamente en el hecho de revivir una experiencia real.

Los sueños extrasensoriales son llamados también telepáticos. Se trata de vivencias oníricas que hacen referencia a hechos que están ocurriendo, han ocurrido, o van a ocurrir en un momento cercano. Aunque estos sueños suelen referirse a hechos de magnitud (como la muerte), también pueden predecir algo tan nimio como la llegada de una carta sin importancia. Jung no los consideraba de carácter sobrenatural y no era proclive a aceptar esta aparente "acción a distancia". Insistía en que se los estudiara y se buscaran otras causas o explicaciones posibles y trató de explicarlos como productos de algún mecanismo todavía inaccesible a nuestro estado actual de conocimientos.

Los sueños proféticos, también llamados precognitivos, "predicen con precisión y detalle hechos futuros (más allá del día siguiente) de importancia no sólo para el sujeto sino para un número mayor de personas". El criterio fundamental para identificarlos se basa en que los hechos que predicen ocurren realmente, lo cual disminuye su utilidad para el momento actual del soñante, pero no para el futuro.

El escepticismo de Jung con respecto a los sueños proféticos indicaría que sólo aceptaba la posibilidad de hechos tan improbables porque había descubierto ejemplos de ello. Además insistía en que cada sueño precognitivo puede verificarse como tal "sólo cuando el hecho profético ha sucedido realmente", por lo general, mucho después de producirse el sueño; de ahí que no sean útiles para predecir el futuro. Es evidente que Jung aplicó un enfoque empírico a los sueños y no la actitud mística de la que se lo acusa.

 

INTERPRETACIÓN JUNGUIANA DE LOS SUEÑOS

El método junguiano de interpretación de sueños es aplicado, con algunas variaciones, por todos los analistas junguianos. Las variaciones están dadas según el procedimiento que se acentúa (por ejemplo, en la impresión intuitiva o en las amplificaciones detalladas).

 

1. IDENTIFICACIÓN DEL SUEÑO Y SU ESTRUCTURA

A veces el sujeto no tiene dificultades en relatar su percepción de lo soñado, pero otras veces no está seguro. Puede dudar de si lo que recuerda es todo el sueño o un fragmento de otro mayor.

Pueden suceder dos tipos de fenómenos que alteren el contenido del sueño:

Las primeras imágenes del despertar pueden entremezclarse con éste al llegar a la conciencia. Jung consideraba posible que éstas imágenes modificaran sustancialmente su contenido, pero incluso el resultado de este proceso le resultaba útil, debido a que igualmente surgen del inconsciente.

Cuando el sujeto recuerda el material onírico, a veces agrega material o lo hace cuando lo refiere a un tercero. De esta manera, el intérprete no puede saber a ciencia cierta qué partes del material son inconscientes y cuáles no, contaminación que puede evitarse al escribir inmediatamente el sueño al despertar.

En algunas ocasiones, el sueño es tan ambiguo que el sujeto sólo refiere "creer" que una imagen era de una u otra manera. En esos casos, Jung aconsejaba suponer que el informe era correcto, aún cuando se ofrecieran descripciones alternativas a cada situación.

Jung recomendaba preguntarle al sujeto qué sentía en relación con el sueño y sus elementos individuales.

Estructura

Aunque la forma de un sueño puede ir de imágenes únicas a largas narraciones, muchos de ellos son similares a un cuento, "un drama desarrollado en el propio escenario individual". No obstante, la estructura de muchos sueños es bastante completa y puede dividirse en partes y en aspectos determinantes del sueño.

La primera parte del relato de un sueño es la exposición, que incluye la especificación del lugar o ambiente, la descripción de los protagonistas y la situación inicial del sujeto, pudiendo incluirse algún dato sobre el tiempo. La segunda parte suministra el desarrollo del argumento. La tercera etapa es la culminación, en la que ocurre un suceso determinante para llegar a la cuarta y última etapa, de resolución.

 

2. CONTEXTO DEL SUEÑO

2.1 Amplificaciones

Un sueño no puede interpretarse exclusivamente a partir de su texto, su lenguaje desconocido debe traducirse por medio de su contexto. Cada imagen debe amplificarse, ya que un sueño sólo nos da indicios muy leves para entenderlo, hasta que no se enriquezca mediante asociaciones y analogías, para volverlo inteligible.

Aunque algunas imágenes han sido relativamente fijadas y amplificadas por medio de paralelos arquetípicos, la mayoría son idiosincrásicas del sujeto y hay que amplificarlas por medio de experiencias personales, referencias del medio y otros sueños.

Asociaciones personales

Las amplificaciones individuales pueden ser de por sí terapéuticas, incluso sin derivar en una interpretación. Señalan áreas problemáticas en la vida del sujeto, que no han sido enfrentadas aún.

La recolección de asociaciones personales está anclada en la idea de Jung que el sueño no es un disfraz, sino que realmente significa lo que está diciendo.

Durante su período de amistad con Freud, siguió el método de asociación libre, hasta darse cuenta que ésta sólo conducía a la identificación de los complejos del sujeto, los que podían o no haber sido sugeridas en las imágenes oníricas. El método de amplificación conceptualizado por Jung se remite a las asociaciones directas, donde se interroga hasta poder determinar el significado del sueño, pero frenando al sujeto para que no se aparte de éste y haciendo circunvalaciones en torno a las todas las dimensiones de cada imagen.

A muchas personas les resulta difícil asociar con las imágenes oníricas, sin embargo, prácticamente todos los sujetos que sueñan aprenden a asociar de manera útil para el proceso de interpretación. Jung sugería un método para los sujetos que daban muchas bases teóricas a su asociación, diciendo "suponga que no tengo idea qué es un...", para que se remitiera solamente a la descripción del objeto y su historia.

Más que una serie de reglas fijas, se requiere ingenio para producir en diferentes sujetos, las asociaciones relacionadas con una variedad impresionante de imágenes.

Además de los problemas de temperamento, a los pacientes también se les plantean otras dificultades para hacer asociaciones: Jung mencionó la posibilidad que el sujeto se sintiera perplejo, tuviera resistencias o que las emociones les impidieran asociar.

Información sobre el ambiente

Se requiere información que vaya más allá de las asociaciones personales del sujeto para la amplificación de ciertos sueños.

Hay otras informaciones relacionadas con los sueños que van más allá de la experiencia personal y el conocimiento del sujeto que sueña. Algunos datos se encuentran en el "caudal de conocimientos generales conscientes": a veces el conocimiento de la cultura específica que ha moldeado las pautas de pensamiento en el sujeto constituyen una necesaria amplificación de una imagen onírica.

A veces el intérprete puede proponer asociaciones complementarias si se basan en conocimientos comunes a mucha gente o derivada del conocimiento del propio paciente; sin embargo aunque posea los conocimientos necesarios, el intérprete no deberá insistir para que el paciente acepte una amplificación que no le parece pertinente.

Amplificaciones con paralelos arquetípicos

Cuando los sueños poseen un contenido arquetípico, la amplificación incluye paralelos: imágenes similares en el contexto de situaciones también similares, extraídas de la mitología y la etnología. Sin embargo, antes de realizar tal proceso, el intérprete debe indagar todas las posibilidades de asociación personal, para no distorsionar la interpretación.

En la práctica, la expresión "sueños arquetípicos" se refiere a los sueños que incluyen una o más imágenes arquetípicas, por lo cual requieren, también, amplificaciones arquetípicas unidas a contenidos personales.

El sentimiento que los sueños arquetípicos son altamente significativos puede impulsar a algunos sujetos a ocultarlos concienzudamente o a relatarlos entusiastamente.

Se considera como arquetípico un sueño que contiene imágenes grotescas de elementos desconocidos en la vida cotidiana (sentidos como significativos), de contenidos con "cualidades cósmicas" (transformaciones, poderes naturales, estados antinaturales, etc.), los que contienen figuras arquetípicas, los contenidos que se repiten en una serie de sueños o los que se asemejan al conocimiento folclórico o mitológico.

Este tipo de sueños suelen producirse en momentos importantes de la vida de una persona o en crisis, durante el proceso de individuación, en personas aisladas de la comunidad o que sienten que nadie más tiene sus problemas.

Por lo general, es el intérprete quien proporciona los paralelos arquetípicos a partir de sus propios conocimientos o después de buscar información desde el analizado. El análisis de estos sueños puede tener mayores efectos terapéuticos que el de los no arquetípicos, por dos motivos: al sacar al sujeto de su aislamiento respecto de otros seres humanos y al contribuir a integrar su psique; sin embargo, si no se completan las imágenes, se corre el peligro que el sujeto se vea poseído por ellas hasta psicotizarse (Nietzsche).

2.2 Temas que interrelacionan las amplificaciones.

Pueden encontrarse factores o temas comunes en las amplificaciones de varios elementos, que constituirían una interrelación que permitiría cierto grado de objetividad para establecer la importancia de las múltiples asociaciones.

2.3 La situación consciente del sujeto.

El sueño no es un reflejo de contenidos inconscientes en general, sino tan sólo de determinados contenidos, conectados mediante asociación y seleccionados según la situación consciente del momento... el sueño contiene el complemento inconsciente de la situación consciente.

La situación consciente incluye los sucesos de la vida del paciente ocurridos uno o dos días antes, en especial aquellos que ejercieron o pueden ejercer un notable efecto emocional. La situación consciente guarda tanta relación con los sueños arquetípicos como con las imágenes oníricas originales.

Jung no dio reglas generales para identificar esta parte del contexto, aparte de su práctica habitual de después de recoger las amplificaciones, pidiendo al soñante que describiera sus experiencias y preocupaciones del día anterior.

2.4 Serie onírica.

Técnicamente, cualquier sucesión de sueños configura una serie, pero Jung aplicó el término a una sucesión de sueños interrelacionados entre sí por uno o más factores específicos.

Las series son importantes porque demarcan unidades oníricas e identifican los temas importantes.

Jung decía que una serie está constituida por el número de sueños individuales requeridos para colocar en perspectiva una faceta específica de la vida del sujeto, que podían ser desde unos pocos sueños a cientos de ellos.

El orden de una serie onírica no es necesariamente cronológico, por lo que determinar su conexión requiere de un análisis no lineal. Cada sueño de una serie refleja el comentario del inconsciente acerca del problema o situación desde una perspectiva diferente: el empleo de la serie onírica consiste, por lo tanto, en tomar en cuenta, dentro de lo posible, la historia de sueños de un sujeto.

Un sueño que se repite suele impresionar al sujeto por su vivacidad, frecuencia o ambas cosas a la vez. Jung mencionó tres fines alternativos para estos sueños: el primero, el compensatorio, destaca un defecto constante en la actitud consciente del sujeto y deja de darse cuando el sujeto lo ha comprendido, un segundo tipo, el traumático, deja de repetirse una vez que se ha asimilado el trauma y el tercero, el profético, anticipa un importante desarrollo en la psique del sujeto.

La repetición de un tema suele ser necesaria para hacer que un determinado elemento resulte lo suficientemente claro como para que el sujeto lo acepte o para recomendar un cambio de actitud personal de éste.

Pueden surgir complicaciones al tratar de interpretar los sueños en serie. Una de ellas deriva de considerar los sueños en las sesiones de análisis, porque podrían modificar el contenido de los siguientes; otra posibilidad es que alguien sueñe el sueño de otra persona que en ese momento ejerza una fuerte influencia para el sujeto.

 

3. REVISIÓN DE ACTITUDES PARA LA INTERPRETACIÓN

3.1 Evitar supuestos de interpretación.

El intérprete debe evitar toda actitud tendenciosa al buscar el significado del sueño. Debe partir de la premisa que el sueño es una fuente de información sobre condiciones que desconoce, respecto de las cuales tiene tanto que aprender como el soñante. Cada sueño debe considerarse como un hecho único que debe imponerse sobre cualquier supuesto teórico relativo a la personalidad.

Jung rechaza la teoría de la interpretación de Freud por considerar que se basa en supuestos no verificados y advierte que cualquier interpretación que satisfaga las expectativas del intérprete o del sujeto debe considerarse sospechosa. Decía que a los psicoterapeutas se les plantea el mismo problema de objetividad que a todos los científicos: cuando se formulan hipótesis, nunca se puede estar totalmente seguros si se basan en datos y no en la expresión de los deseos.

Símbolos

Jung no asignaba un significado fijo a una imagen onírica, buscaba un significado que estuviera más allá de la apariencia obvia de la imagen, que concordara con la experiencia del durmiente.

La interpretación de una imagen onírica como signo (postura freudiana) le confiere un significado preestablecido, disociando los contenidos conscientes e inconscientes; sin embargo, al interpretarse como símbolos se reconoce su complejidad, se profundiza en su comprensión y se hacen accesibles en la conciencia sus significados individuales.

Un símbolo puede tener significados múltiples entre los sujetos, en momentos diferentes o, incluso, para el mismo sujeto en distintas épocas. Se distingue entre símbolos naturales, que se podrían dar en el sueño de cualquier humano en cualquier parte de mundo, y símbolos culturales, de personas dentro de una cultura determinada y con un significado relativamente fijo.

Jung asumía que había símbolos "relativamente fijos", cuya interpretación puede hacerse mediante un análisis parcialmente individual, basado en amplificaciones individuales.

3.2 El sueño no es un disfraz, sino una serie de hechos psíquicos.

Que los sueños nazcan de una porción hace esperable que se utilicen imágenes que puedan parecer extrañas a la conciencia. El sueño manifiesto es lo que se muestra y puede ser leído por alguien que sepa cómo hacerlo.

La dificultad para entender la imaginería del sueño no se debe a que éste oculte algo sino que a ideas y emociones han sido inducidas a imágenes y que la función del sueño es comunicar un contenido que estaba ausente de la conciencia. Cuando se da una sustitución, es para volver más remotas las emociones dolorosas vinculadas a la figura que las constituye.

Como hechos psíquicos, en forma de imágenes, los sueños pueden compararse con hechos fisiológicos (centro del ritmo cardíaco), porque son igualmente difíciles de leer e imparciales. Los hechos psíquicos poseen características definidas, una de las cuales es que resulta significativa la aparición de una imagen en particular, en lugar de otra, exigiendo que se tome en cuenta cada detalle (existente o faltante) que concuerde con la realidad o difiera de ella.

Debe tomarse en cuenta la relación entre imágenes, así como cada imagen por separado. Jung formuló la hipótesis de que la secuencia debe ser causal, por lo que la incongruencia de las imágenes suele ser significativa.

Las escenas oníricas pueden ser sumamente agradables o desagradables, pero ni lo uno ni lo otro hace que su significado sea claramente positivo o negativo o, por lo menos, totalmente.

3.3 El sueño, probablemente, no le dice al sujeto qué hacer

Un hecho no es lo mismo que instrucciones sobre qué hacer al respecto o la situación de la que nace; puede plantearle o no la opción entre soluciones posibles, pero deja a la conciencia la decisión sobre cuál es el paso más conveniente, a lo más es un consejo implícito.

Como por lo general un sueño no es premonitorio sino compensatorio, en cada caso el sujeto debe juzgar por sí mismo si debe seguir o no las instrucciones y, si decide hacerlo, con qué nivel de literalidad.

3.4 Debe tenerse en cuenta las características de personalidad del soñante y del intérprete

Como la interpretación de los sueños es una actividad humana, está sujeta a todas las posibilidades de error humano. Como es el intérprete quien le asigna significados a las imágenes oníricas, el investigador debe tener suficientes conocimientos de sí mismo como para no dejarse arrastrar por sus perjuicios.

Más específicamente, el intérprete debe participar del análisis como persona total, no sólo con su función superior, o exclusivamente con sus conocimientos, sino además incluir pensamiento, sensación y sentimiento.

Cuando el intérprete experimenta de manera directa parte de la repercusión emocional que el sueño tiene sobre el sujeto, aumenta su comprensión del significado y el valor del sueño. Cuando mayor sea la familiaridad del intérprete con las experiencias humanas, mayor será su capacidad de empatía con un gran número de emociones.

El intérprete debe reconocer que el sueño es el producto psíquico del sujeto que lo sueña, por lo que debe interpretarse sobre la base de su psicología y no la del propio intérprete.

La consideración de estos factores hace posible y necesario que la interpretación de los sueños se base en un proceso dialéctico entre las dos personalidades mas que una pugna por el dominio entre ellos.

 

4. CARACTERIZAR LAS IMÁGENES ONÍRICAS COMO OBJETIVAS O SUBJETIVAS

Una persona se caracteriza como objetiva cuando aparece en el sueño como individuo real en su real relación con el soñante. La figura es subjetiva cuando representa parte de la personalidad del soñante.

La interpretación subjetiva separa los complejos internos de sus causas, los considera como tendencias del soñante y los reúne en éste, aumentando su sentido de su propia responsabilidad.

El enfoque objetivo se indica cuando la figura es una persona importante para el sujeto y aparece tal como es.

La entidad de asociaciones que hace el sujeto con la figura no constituye un criterio de caracterización aunque, si las asociaciones poseen gran carga emocional, probablemente la figura deberá tratarse, al menos en parte, como si fuera subjetiva.

Aún cuando se haga una caracterización objetiva, Jung decía que la imagen no puede identificarse con el objeto real con quien uno sueña, es decir, debe distinguirse entre la persona como tal y como objeto del sueño.

 

5. CONSIDERAR LA FUNCIÓN COMPENSATORIA DEL SUEÑO.

Por lo general se considera que la clave de la teoría de la interpretación de los sueños de Jung es la hipótesis de que casi todos los sueños son compensatorios. De ese modo, el empleo del concepto de compensación pone al inconsciente en relación con la conciencia y brinda lo necesario para alcanzar el equilibrio psíquico y, finalmente, la integridad. Los sueños no compensatorios son escasos y se los debe interpretar como tales una vez que se hayan agotado todas las posibilidades de compensación.

La fuente de la compensación psíquica está en el inconsciente colectivo por el que el "ser humano universal en nosotros [que corrige y compensa] la... unilateralidad de nuestra vida consciente" " para formar una totalidad, que es el sí mismo". El inconsciente, con sus recursos limitados, actúa a menudo por medio de los sueños para suplir lo faltante que se necesita para recuperar el equilibrio psíquico.

5.1 Identificar el problema al cual se refiere el sueño.

A diferencia del deseo realizado de Freud, según el criterio junguiano el material inconsciente puede ser desagradable o doloroso para el soñante, porque le muestra los aspectos de su vida que andan mal, pero que el no ha admitido.

Como el material del sueño compensatorio es parte de la realidad del sujeto, sus efectos no se pueden evitar reprimiendo o ignorando el material. Además, debido a que el sueño puede compensar una situación de distintas formas (desde la confirmación hasta la oposición), sólo algunas veces le es posible al sujeto identificarlas de manera cierta.

Jung mencionó ciertos tipos de mensajes trasmitidos mediante la compensación: uno de ellos es el retrato onírico de los rasgos de personalidad del durmiente, que aparecen de forma exagerada y ofensiva; otra forma es darse respuesta a una pregunta.

5.2 Evaluar la situación consciente del soñante.

Algunos sueños sólo se desvían un poco de la situación consciente, por lo que apenas la modifican levemente; esto se da cuando la actitud consciente es adecuada para enfrentar la realidad y está muy cerca de satisfacer la naturaleza del individuo.

El sueño adopta un punto de vista opuesto a la conciencia sólo cuando la actitud consciente es inadecuada o incluso errónea, o cuando amenaza las necesidades no percibidas del durmiente, lo que puede llevarlo a considerar su postura.

5.3 Considerar si las imágenes oníricas y evolución psíquica del sueño necesitan una caracterización reductiva o constructiva.

Aunque virtualmente todos los sueños son compensatorios, algunos compensan de manera negativa (reductiva) y otros de manera positiva (constructiva).

Interpretación reductiva. Para Jung los impulsos no siempre eran sexuales; el efecto del sueño era retrotraer la conciencia del durmiente para llevarlo a reconocer las partes de sí mismo que había rechazado, que frecuentemente eran motivos infantiles y destructivos, aunque no necesariamente sexuales.

Posteriormente Jung consideró peligrosa la interpretación reductiva, porque desvaloriza e incluso destruye las actitudes conscientes, además de fomentar la visión de los símbolos como algo fijo. Modificó el término "reductivo", de manera que significara "negativamente compensatorio", por lo que una interpretación reductiva ayudaría al sujeto a tomar conciencia de sus ilusiones, ficciones y actitudes exageradas cuando su evolución interior no ha seguido el ritmo de su adaptación y logros exteriores.

Interpretación constructiva. Esta interpretación agrega algo a la actitud consciente del sujeto, reforzando y protegiendo lo que hay de saludable y merece la conservación. Conviene aplicarla cuando la actitud consciente es más o menos normal, pero susceptible de desarrollarse; en consecuencia, la interpretación constructiva prepara el terreno para la unión de valores contradictorios.

La elección entre la interpretación reductiva o constructiva depende de la índole del material, el estado de desarrollo psíquico del sujeto y del juicio del intérprete sobre lo necesario para el desarrollo del sujeto en ese momento. Generalmente se comienza con interpretaciones reductivas porque la interpretación de los sueños debe iniciarse con un estudio cuidadoso de los hechos y fantasías infantiles. Cuando un sueño admite los dos tipos de interpretaciones, siempre es preferible la constructiva.

Los sueños arquetípicos no pueden interpretarse de manera reductiva, debido a que son experiencias espirituales que desafían cualquier intento de racionalización, especialmente los que pertenecen a las características avanzadas del proceso de individuación.

5.4 Considerar si el sueño es compensatorio al contrastar con la situación consciente del sujeto.

Descubrir la compensación en un sueño estimula la autorreflexión que hace que el sujeto vaya más allá de los intereses de su yo entrando en comunicación con partes escindidas de su funcionamiento psicológico.

Los efectos terapéuticos de la interpretación de sueños compensatorios se agrupan en: la compresión de la base de las emociones, cambio de actitud, aceptar aspectos rechazados de la personalidad, compensación propiamente tal y contribución al proceso de individuación.

Aunque en general, la función compensatoria de los sueños es beneficiosa, a veces deja de serlo, cuando la actitud consciente es negativa, crítica, hostil y desdeñosa. La compensación puede perderse también cuando la mente consciente actúa excesivamente la importancia del inconsciente, en detrimento de la decisión consciente.

5.5 Evaluar si el sueño es no compensatorio: anticipatorio, traumático, extrasensorial o profético.

Los diferentes tipos de sueños difieren en la relación con la situación consciente, por su función psíquica, su relación con la realidad, el grado de repetición y su referencia en el tiempo.

 

EL ESPÍRITU COMO ARQUETIPO: EN SUEÑOS Y CUENTOS

La palabra Espíritu tiene distintos significados o, mejor dicho, ha ido evolucionando con el tiempo. En un comienzo espíritu era el principio opuesto a la materia, era una sustancia inmaterial o existencia, en el plano superior y universal se denominaba "dios". Era portador de los fenómenos psíquicos, aún de la vida.

En contraposición a esto existe la antítesis espíritu-naturaleza, donde el primero está limitado a lo sobre y antinatural y carece de relación sustancial con el alma y con la vida.

Esta evolución del concepto del espíritu está basada en el reconocimiento de que su presencia invisible es un fenómeno psíquico, es decir, el propio espíritu, el cual no sólo está constituido por transportes vitales, sino por imágenes internas. Dentro de los primeros se consideran, especialmente, las imágenes y prototipos que constituyen el contenido interior, y dentro de las segundas aquellas que son condicionadas por el pensamiento y la razón, que rigen el mundo de las imágenes.

De esta manera, al espíritu vital, original y natural, se ha superpuesto un espíritu superior, que se enfrenta al primero, el cual es simplemente lo natural. El espíritu superior sería el principio regulador sobrenatural, supraterrenal y cósmico, y como tal recibió el nombre de "dios" o cuando menos se consideró como un tributo de sustancia única (según Spinoza) o como una persona de Divinidad (según el cristianismo).

Al ser espiritual o espíritu corresponde, en primer lugar, un principio de movimiento y acción espontáneo; en segundo lugar, la facultad de producir imágenes más allá de las percepciones y de los sentidos y, por último, el manejo soberano y autónomo de esas imágenes. Esta esencia se alza frente al hombre primitivo, pero con la evolución progresiva va entrando en el campo de la conciencia humana y se transforma en una función, supeditada a la primera, con lo cual pierde, aparentemente, su carácter autónomo. Dicha característica sólo se mantiene en los conceptos más conservadores, o sea, dentro de los religiosos.

Es por esto último que las religiones deben insistir siempre en el origen y el carácter original del espíritu, con el fin de que el hombre no olvide nunca que lo ha incorporado a su esfera para darle un contenido a su conciencia. Él no ha creado el espíritu, sino que éste hace que él cree; le da el impulso y la idea feliz, la constancia, el entusiasmo y la inspiración. Pero como se ha adentrado tanto en el ser humano, que resulta extremadamente difícil para el hombre creer que el mismo sea el creador del espíritu y que lo tenga.

En realidad, el fenómeno original del espíritu se posesiona del hombre, de la misma manera como el mundo físico ata la libertad del hombre con múltiples lazos y se transforma en una fuerza obsesionante, aunque aparentemente sea el objeto complaciente de los propósitos humanos.

El peligro es mayor, cuanto mayor es la atracción del objeto exterior sobre el interés, y cuanto más se olvida que con la diferenciación de las propias relaciones con la naturaleza debería ir paralela una diferenciación de la relación con el espíritu, a fin de obtener el equilibrio necesario. Si frente al objeto exterior no existe el interior, se desarrolla un materialismo incontrolado, asociado a una suficiencia desorbitada o una extinción de la personalidad autónoma, lo cual es el ideal del estado de masas totalitario.

Como se puede ver el concepto general moderno de espíritu se adapta mal al punto de vista cristiano, en tanto se considera al espíritu como "dios"; sin embargo, existe, igualmente, el concepto de espíritu maligno, el que tampoco cubre al concepto de espíritu moderno, por ser este último más bien indiferente o neutral frente a lo moral.

El espíritu, gracias a su original autonomía que, desde el punto de vista psicológico también es innegable, está absolutamente en condiciones de revelarse a sí mismo.

 

La representación del espíritu en los sueños

La manifestación psíquica del espíritu demuestra que tiene una naturaleza arquetípica, es decir, que el fenómeno, denominado espíritu, se funda en la existencia de una imagen original, autónoma, que, en forma preconsciente, existe en la disposición de la psique humana, de manera universal. Generalmente es la figura de un anciano la que desempeña el papel del espíritu en los sueños, aveces es un "espíritu verdadero" o sea un muerto con menos frecuencia son figuras grotescas, duendes o animales que hablan y tienen entendimiento. El viejo sabio aparece en los sueños como mago, médico, sacerdote, maestro, profesor, abuelo o cualquier otra persona que posea autoridad. El arquetipo del espíritu en forma de hombre, gnomo o animal aparece en situaciones en las que se necesitaría una opinión, una comprensión, un buen consejo, una decisión, un plan, etc., que los propios medios no podrían proporcionar. El arquetipo compensa este estado de deficiencia espiritual, por medio de contenidos que llenan huecos.

 

El espíritu en el cuento

En los mitos como en los sueños se exterioriza el alma y los arquetipos se manifiestan en su relación natural en forma de "formación, transformación, recreación eterna del eterno pensamiento"

La frecuencia con que aparece el espíritu aparece en los sueños como anciano, corresponde aproximadamente a la que se observa en los cuentos. El anciano aparece siempre que el héroe se encuentra en una situación difícil y embarazosa, de la cual sólo puede salir si una meditación profunda o una feliz ocurrencia le dan la solución, es decir, una función mental o un automatismo endopsíquico. Debido a que el héroe, por diversas razones, no puede realizar esta tarea, aparece, a fin de compensar la falla, la solución adecuada en forma de un pensamiento personificado, o sea en la de un anciano dispuesto a aconsejarle y ayudarle.

El anciano representa, por una parte, sabiduría conocimiento, reflexión, astucia, discreción e intuición, y por otra, también cualidades morales como benevolencia y caridad, con lo cual quedaría suficientemente precisado su carácter espiritual. Debido a que el arquetipo es un contenido autónomo del inconsciente, los cuentos, que concretizan los arquetipos, hacen aparecer al anciano en los sueños modernos.

En los cuentos el anciano plantea la pregunta de quién, por qué, dónde y hacia dónde, a fin de guiar hacia el conocimiento de sí mismo y el acopio de fuerzas morales; y más frecuentemente aún proporciona los medios mágicos necesarios, es decir, la fuerza inesperada e inverosímil, capaz de conducir al éxito, que representa una característica especial de la personalidad unificada en el bien y en el mal. Pero la intervención del anciano, es decir, la objetivación espontánea del arquetipo, es indispensable, pues la voluntad consciente, por sí sola, no está en condiciones de coordinar la personalidad de tal manera que puedan desarrollar una fuerza extraordinaria que la conduzca al éxito. Para ello se requiere necesariamente (incluso en la vida misma), la intervención objetiva del arquetipo (o terapeuta), el cual impide la reacción simplemente afectiva, por medio de una cadena de procesos interiores de confrontación y realización. Estos procesos permiten el planteamiento de quién, dónde, cómo y para qué en forma clara y facilitan así la comprensión de la situación de ese momento y la meta. El esclarecimiento y la dilucidación de las complejidades que en ese momento plantea el destino tienen en sí frecuentemente algo casi de magia o milagro, experiencia que no es desconocida para el psicoterapeuta.

Con frecuencia hay temas que dan la impresión de que el inconsciente pudiera ser el mundo de lo infinitamente pequeño. Lo cual, racionalmente, permitiría concluir que los objetos necesitarían ser muy pequeños para caber en la cabeza. Es probable que la tendencia al diminutivo por una parte, y a un aumento exagerado (gigantes) por otra, está relacionada con la notable inseguridad del concepto del espacio y del tiempo en el inconsciente. Así, el arquetipo del sabio, aunque es diminuto, casi imperceptible, tiene una fuerza determinante en el destino, como es fácil observar, si se consideran las cosas en su esencia. Los arquetipos tienen esta característica común con el mundo del átomo, como ya se ha demostrado en esta época, ya que cuanto más profundiza el investigador en el mundo de lo más pequeño mayores cantidades de energía devastadora encuentra, ligadas con dicho mundo. El hecho de que del os más pequeño se deriva el efecto mayor, se ha demostrado no sólo en el campo físico, sino también de la investigación psicológica, frecuentemente, en un momento crítico de la vida, todo depende de una aparente nada.

Así como todos los arquetipos tienen un carácter positivo, favorable, claro, elevado, tienen también otro deprimente, en parte negativo y desfavorable y en parte simplemente "ctónico", pero de aspecto más neutral. En este sentido el arquetipo del espíritu no es la excepción; su figura de gnomo significa ya un diminutivo limitativo procedente del infierno.

 

ALGUNAS EXPERIENCIAS EN CHILE CON TALLERES DE SUEÑOS JUNGUIANOS

Una de las exponentes más fieles a la teoría de Jung, en Chile, fue la Doctora en psiquiatría señora Helena Jacoby de Hoffmann. A continuación se presentan algunos testimonios de pacientes, amigos y colaboradores, que desde la cercanía de la terapia o de la amistad, abrieron sin duda un camino nuevo de reflexión y acción para sus vidas.

La doctora Hoffmann nace en el año 1904 en Letonia, y fallece en el año 1988 en Santiago de Chile. Uno de sus más grandes orgullos profesionales fue haber trabajado directamente con Carl Gustav Jung, de quien en principio, relata haber comprendido muy poco, pero cultivado una gran admiración y respeto.

En el año 1987, es invitada a inaugurar el año lectivo para la carrera de psicología de la Universidad de Chile, donde expresa alguna de sus ideas con respecto a la labor del psicólogo clínico. "La persona en crisis existencial raras veces es comprendida, iniciando con ello un largo camino entre psiquíatras, psicólogos y sacerdotes. Jung, nos muestra el camino de la individuación, y el terapeuta mostrará que esta crisis es necesaria para su proceso de transformación, y, que el mediador de sus conflictos está en su propio interior. Una adecuada interpretación de los sueños, abre inmediatamente un cambio favorable en el cuadro clínico. En todo hombre destinado a una vida superior vive un misterioso mediador que produce los sueños. Para el reconocimiento de esto, es necesario que el psicólogo tenga un adecuado conocimiento de simbología. Él ayudará al paciente a conseguir una síntesis entre el consciente y el inconsciente.

 

TESTIMONIO DE PACIENTES:

Carmen Orrego, Poeta y novelista: Conflictos arrastrados entre la creación y creatividad y la lucha por la sobrevivencia diaria. Motivo de consulta, "no podía escribir, no podía seguir" (...) "entonces me fui acercando al mundo de los sueños, a mi propio inconsciente, y de ahí nació toda la poesía

Gonzalo Pérez, Psicólogo Universidad de Chile, Psicoterapeuta: "Con ella hice verdaderamente mi examen de grado, mis logros como investigador y como ser humano"... a diferencia de Freud, Jung descubre un inconsciente sabio que nos guía hacia la realización y plenitud por medio de los sueños, entre otras técnicas. Dentro de mis propias experiencias con sueños, la iniciación ocurrió con la simbología de las serpientes. No sólo soñaba con ellas, sino que les tenía un pánico fuera de toda proporción sin relación con peligro real alguno; era algo psíquico. En la investigación de su simbolismo me di cuenta de su significación femenina y masculina. Por un lado como el falo, y por otro, su movimiento ondulante y circular conectado con la tierra y el agua, símbolo de lo femenino, dual, a lo cual fue necesario perder el miedo

Francisca Bertoglia. Educadora, Escritora: "Lo fundamental en mi autoconocimiento fueron los sueños. Vi que toda la problemática de mi vida aparecía allí, y desde entonces no he dejado de escribirlos para ayudarme. Con la doctora Hoffmann aprendí el concepto de animus este surge en mis sueños como una parte del sí mismo y que es mi parte masculina y poderosa. En cambio mi ánima era una niñita sin desarrollo, con lo que comprendí que esa, era una parte de mí que faltaba por desarrollar.

Juan de Castro. Sacerdote, Psicólogo Clínico Universidad Católica de Chile: "Yo no sabía soñar" - pero si es muy fácil- me dijo. Lo que pasa es que usted no se da cuenta. Recogí sus recomendaciones y comencé a soñar. Ella me enseñó a analizarlos. Hasta entonces, vivía un poco epidérmicamente como todos. Pero al enfrentarme con mi inconsciente a través de los sueños me di cuenta que tenía un montón de problemas y ella me fue ayudando. Los sueños revelaron mi estado interior, es una pena que no se usen más, terapéuticamente, incluso, pedagógicamente. Por medio del análisis de sueño pude resolver los problemas que tenía con mis figuras de autoridad eclesial, analizando la simbología de los sombreros y la Tiara Pontificia.

 

BIBLIOGRAFÍA

De Castro, J. (1995). Introducción a la psicología de C. G. Jung. Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile.

Jung, C.G. (1962). Simbología del espíritu. México: Fondo de cultura económica.

Jung, C.G. (1991). Teoría del Psicoanálisis. Barcelona: Plaza & Janés Editores.

Jung, C.G. (1993). Símbolos de transformación. Barcelona: Paidos.

Mattoon, M. A. (1980). El análisis junguiano de los sueños. Buenos Aires: Paidos.

Vergara, D. (1989). Encuentros con Lola Hoffmann. Santiago: La puerta abierta.  

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