DERECHO PENAL - PSICOLOGÍA CRIMINAL

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Por su importancia en la teorizacion del delito y por tener este un contenido Psicológico inseparable, pues la voluntad del hombre es la que se compromete endilgándose de allí la imputación de responsabilidad, he considerado el siguiente texto sobre la PSICOLOGIA CRIMINAL como relevante en la comprensión del contenido psicológico del delito.

 

Nos preguntamos:

     PORQUE ALGUIEN INFRINGE UNA NORMA?

     PORQUE DELINQUE UNA PERSONA?

     PORQUE LA GUERRA, LA VIOLENCUIA MASIFICADA Y SU DESPRECIO POR LA VIDA?

     CUALES SON LAS MODALIDADES DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA Y PORQUE SE HAN DADO?

     QUE HACE QUE UN HOMBRE, NORMAL, ADAPTADO A SU MEDIO, SIN APARENTES PROBLEMAS DE RELACION, SOCIEDAD, ECONOMIA ETC, UN DIA, SIN PROVOCACION O MOTIVO EN PRINCIPIO CONOCIDO, COMETA DELITO?

 

1. DEFINICIONES 

·        Psiquiatría forense: Es un área del conocimiento en la que convergen el derecho y la psiquiatría, al estudiar la conducta criminal, partiendo de la idea de que  ella es producida por causas patológicas o por aprendizaje social mal-adaptativo.

·        Criminología: Ciencia que tiene por objeto el estudio de la criminalidad en cuanto a su génesis y desenvolvimiento como realidad social, así como la reacción que tal fenómeno puede y debe suscitar.

·        La victimología: Es el estudio de la conducta de la víctima, cuyo objeto de análisis son las relaciones que se establecen entre el agresor y la víctima.

·        La penología: Ciencia que se ocupa del estudio de las penas y de las medidas de seguridad, así como de las instituciones postcarcelarias y postasilares, orientadas a la verificación de su eficacia, oportunidad y conveniencia, en aras de lograr la verdadera rehabilitación social del individuo.

 

PSICOLOGÍA CRIMINAL [56]

DEFINICIÓN

·        Investigación y valoración de las características psicológicas, criminales, herencia y alteraciones psíquicas de los delincuentes. Trata de averiguar principalmente que induce al sujeto a delinquir, que significa para él la conducta criminal y por que la sanción no lo atemoriza al punto de hacerle inhibir el comportamiento antisocial.

 

2. LA PSICOPATOLÓGICA 

   Cuando hablamos de sicopatología nos referimos a un tipo particular de actividades, elaboraciones mentales, experiencias y comportamientos que, en ciertas ocasiones, realizan, experimentan y/o presentan las personas. 

Existen diversos criterios y modelos para establecer lo que realmente es una sicopatología.   

Entendiendo por criterio un conjunto de normas que designan la propiedad o propiedades sobre cuya base se clasifican y ordenan los datos que parecen relevantes para un objeto y un área concreta de conocimiento. Es decir delimitan el objeto y guía su explicación y comprensión. 

Un modelo en Sicopatología es: Una forma global de ordenar o conceptualizar el área de estudio.  Representa una orientación para explicar la conducta anormal, llevar a cabo investigaciones e interpretar los hallazgos. 

Los modelos constituyen así un modo de representación de la realidad que se quiere conocer, que ayuda a seleccionar ciertos hechos como relevantes y a organizar sus relaciones, y que permite reproducir algunas de las propiedades del sistema original, pero no todas. 

No obstante, los criterios son relativos dependiendo del momento histórico y/o el contexto cultural en que se dan. Esto implica, además, que algo o alguien (persona, comportamiento, actividad mental, grupo, etc.) es calificado como psicopatológico cuando representa una clara inversión de la ética dominante.

 

2.1 CRITERIOS DE NORMALIDAD Y ANORMALIDAD 

Existen cuatro criterios básicos:  

    El Estadístico

    Los Sociales

    Los Subjetivos

    Los Biológicos 

 

El Criterio Estadístico:

Su postulado central es que las variables que definen psicológicamente a una persona, poseen una distribución normal en la población en general de referencia de esa persona.  Consecuentemente con ello la Sicopatología es todo aquello que se desvía de la normalidad, es decir, algo (un rasgo de  personalidad, una capacidad intelectual, una actividad mental, un comportamiento, una emoción o un afecto, etc.) que resulta poco frecuente, que no entra en los límites de la distribución normal de la población que nos sirve de referencia.

 Sin embargo, la restricción al ámbito de lo infrecuente no siempre conlleva a la sicopatología

 De allí que se haya adoptado un segundo supuesto central, además de la frecuencia, para la definición de las psicopatologías: el supuesto de la continuidad.  Según éste, los elementos constitutivos de las psicopatologías se hallan presentes en la normalidad, pero constituyen una exacerbación, por exceso o por defecto, de esa normalidad.  De modo que las diferencias entre lo normal y lo patológico son de naturaleza cuantitativa, de grado. De aquí en adelante se habla de conductas o actividades anormales, que se caracterizan no solo por ser poco frecuentes, sino además por contener los mismos elementos de la normalidad pero en un grado ya excesivo, ya escaso.

 

El Criterio Social 

Realmente no es uno solo, sino que son varios conceptos que se encuentran en este criterio, entre ellos tenemos el llamado consensual para señalar que la definición de la sicopatología es una cuestión de normativa social, es decir, del consenso social que se alcance al respecto en un momento y lugar determinados. En todas las culturas y épocas es posible detectar ciertas normas que definen lo que es psicológicamente normal. 

La adaptación o modos de comportamiento esperables, habituales y sancionados como correctos por el grupo social al que una persona pertenece, se ha esgrimido también como un criterio para la presencia o ausencia de psicopatologías, y de hecho se encuentra en la base del criterio legal de normalidad mental versus sicopatología. En la medida en que una persona se comporte, piense o sienta como  lo hacen sus congéneres, o como éstos esperan que lo haga, será catalogada como normal.

  

Criterios Subjetivos o Intrapsiquicos 

Según éstos es el propio individuo el que dictamina sobre su estado o situación, lo que suele traducirse en quejas y manifestaciones verbales o comportamentales.  Será el sufrimiento propio o ajeno el elemento definitorio de la presencia de una sicopatología.

 El principal problema de este criterio es que implica que una persona es siempre consiente de sus problemas e incapacidades o, lo que es igual, de que tiene problemas y de cuales son su naturaleza y alcance. Y esto no siempre es así. Porque este criterio no permite identificar entre sicopatología y reacciones normales de adaptación al estrés.

 

Criterios Biológicos. 

Son muchas las disciplinas que se pueden enmarcar dentro de este concepto, no obstante todas mantienen el mismo supuesto básico: el de que las diferentes psicopatologías son, fundamentalmente, la expresión de alteraciones y/o disfunciones en el modo normal de funcionamiento, bien de la estructura, bien del proceso biológico que las sustenta.

 Estas alteraciones pueden estar causadas a su vez por la acción de agentes patógenos externos (y entonces se califican con el prefijo di), o por carencia de determinados elementos constituyentes (y entonces se aplica el prefijo a), o por una ruptura en el equilibrio normal de los diferentes procesos, elementos o estructuras involucradas (en este caso se suelen aplicar los prefijos hipar o hipo).

 Uno de los objetivos de nuestra disciplina consiste, entre otras cosas, en delimitar el peso relativo de cada uno de los criterios aquí comentados, a la hora de clasificar, explicar y/o predecir la aparición de comportamientos anormales, actividades mentales anómalas o enfermedades mentales.

 

3. SICOPATOLOGÍA DEL DELITO 

·        3.1 Trastorno Antisocial de Personalidad (TAP) 

·        3.2 Clasificación de los tipos Delictivos 

Delincuentes psicológicamente normales.

Delincuentes psicóticos.

Personalidades antisociales.

  

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD. 

CONCEPTO.  

Patrones de comportamiento inadaptados, generalizados, persistentes y muy arraigados.

La alteración se localiza en el rasgo de la personalidad, más que su estado.

Los rasgos inadaptados pueden ser:

 

Comportamiento

Emocionales

Cognoscitivos

Perceptivos

Psicodinámicos

 

GRUPO II: PERSONAS QUE PARECEN TEATRALES, EMOTIVAS Y VOLUBLES  

La habilidad afectiva y dificultad para controlar los impulsos, con los consiguientes problemas para la adaptación social. A menudo son catalogados de inmaduros.

 

TRASTORNO ANTISOCIAL  

Criterios diagnósticos:  

A.  Patrón generalizado de desprecio y violación de los derechos de los demás desde los 15 años, indicados por 3 o más signos:

No acatamiento de las normas sociales de comportamiento lícito.

Actos antisociales que exponen al arresto.

No valoración de la verdad.

Impulsividad, no planificación del futuro.

Irritabilidad y agresividad.

Desprecio temerario por su seguridad y la de otros.

Irresponsabilidad. Incapacidad para mantener un trabajo.

No remordimientos, es indiferente o se encuentra justificado por haber herido, maltratado o robado a otro.  

B.  El individuo tiene por lo menos 18 años.  

C.  Existe evidencia de trastorno de la conducta con inicio < 15 años.  

D.  No aparece exclusivamente durante el curso de la esquizofrenia o un episodio maníaco.

Constante desprecio hacia la ley y hacia los derechos de los demás.

Conocidos también como psicópatas.

 

TRASTORNO PASIVO-AGRESIVO:  

Actitudes negativistas y resistencia sistemática a las peticiones de los demás.  

Criterios de investigación en el trastorno de la personalidad pasivo-agresiva  

A. Patrón generalizado de actitudes negativistas y resistencia pasiva a las exigencias de desempeño adecuado, desde la edad adulta y en diversos contextos. Indicado por 4 o más signos:  

Resistencia pasiva a cumplir tareas sociales y ocupacionales de rutina.

Se queja de ser malentendido y no apreciado por otros.

Malhumorado y discutidor.

Critica irrazonablemente y desprecia a la autoridad.

Envidia y resentimiento hacia los que en apariencia son más afortunados.

Quejas exageradas y persistentes de infortunios personales.

Alterna entre el desafío hostil y el arrepentimiento.  

B.  No se produce exclusivamente durante episodios depresivos mayores y no es mejor explicado por trastorno distímico.  

Suele ponerse más de manifiesto en el ámbito laboral; son personas que no toleran la autoridad y constantemente ponen objeciones a todo lo que se les pide.

No tienen conciencia de que su conducta es la causa de sus conflictos, se sienten incomprendidos y se vengan con agresiones encubiertas, obstaculizando el trabajo del prójimo.

Viven contrariados y malhumorados, son envidiosos y rencorosos y se irritan y discuten. Pueden presentar trastornos distímicos y depresivos, así como un consumo excesivo de alcohol. 

Es frecuente la coexistencia de otros muchos trastornos de la personalidad.  

-    Trastorno de la personalidad sádica: 

Relaciones dominadas por comportamientos crueles o degradantes.

Comportamientos desconsiderados y agresivos para con el prójimo; que van unidos a una curiosa fascinación por la violencia y a la tendencia a torturar organismos vivos, sin sensaciones egodistónicas, ni conciencia de alteración psíquica.

Clínicamente rara.

Frecuente en contextos forenses.

Causada a menudo por maltrato parental.  

-    Trastorno de la personalidad autofrustrante:  

Orientan sus vidas hacia desenlaces desfavorables.

Rechazan la ayuda o a las circunstancias propicias.

Responden con disforia a los desenlaces favorables.

Conducta generadora de continuas desgracias, que son vividas con incomprensible resignación.

 

3.1 TRASTORNO ANTISOCIAL DE PERSONALIDAD (TAP):  

La característica esencial del TAP,  es un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, que comienza en la infancia o el principio de la adolescencia y continúa durante la etapa adulta. Para que una persona pueda ser etiquetada de TAP, debe tener al menos 18 años y tener historia de algunos síntomas de trastorno disocial antes de los 15. Los comportamientos característicos del trastorno disocial forman parte de una de estas cuatro categorías:

Agresión a la gente o a los animales.

Destrucción de la propiedad.

Fraudes o hurtos.

Violación grave de las normas.  

El patrón de comportamiento antisocial persiste hasta la edad adulta. Uno de los elementos básicos es un patrón de impulsividad.  

La falta de empatía, el engreimiento y el encanto superficial son características normalmente incluidas en los conceptos tradicionales de la psicopatía y pueden ser especialmente distintivos del TAP en el medio penitenciario y forense.  

El TAP suele estar asociado a un estátus socioeconómico bajo y al ambiente urbano.  

El TAP es mucho más frecuente en los varones que en las mujeres. La prevalencia total del TAP en muestras de población general es del 23% en varones y del 1% en mujeres. El TAP tiene un curso crónico.

 

En concreto, los criterios para el diagnóstico del TAP son los siguientes:  

·        Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde los 15 años, como lo indican tres o más de los siguientes ítems:

Fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el realizar reiteradamente actos que son motivo de detención.

Deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, usar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer.

Impulsividad o incapacidad para planificar el futuro.

Irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones.

Despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás.

Irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas.

Falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación de haber dañado, maltratado o robado a otros.

·        El sujeto tiene al menos de 18 años.

·        Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de los 15 años.

·        El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia o de un episodio maníaco.

 

Veamos dos grandes tipos de personas, no desde el punto de vista de sus acciones, sino de su caracterización psicológica: el psicópata y el sociópata.  

·        El psicópata es la persona en la que no ha surtido efecto el proceso de socialización encaminado a controlar los impulsos antisociales. Su dificultad de temperamento lleva a complicar mucho el proceso de socialización y, dicha dificultad parece tener una base biológica.  

·        El sociópata es la persona cuyo carácter antisocial se debe atribuir al fracaso de los padres al instaurar hábitos de conducta prosocial y no a una disposición temperamental inherente de base biológica.

  

3.2 CLASIFICACIÓN DE LOS TIPOS DELICTIVOS  

Suele ser habitual que los teóricos del delito simplifiquen en exceso sus causas y que no consideren la diversidad de las peculiaridades psicológicas que pueden contribuir a la disposición a realizar conductas delictivas. Esta disposición suele ser el resultado de un fracaso del proceso de socialización, sea por negligencia de los padres, por las peculiaridades temperamentales de los niños, o por ambas cosas.  

A continuación se describe una taxonomía de tipos de delincuentes agrupados bajo la rúbrica de "familias criminales" (Lykken, 1995). En términos generales, distinguimos: Delincuentes normales, Psicóticos, y Personalidades antisociales.  

 

Delincuentes psicológicamente normales 

Algunos convictos fueron tolerablemente bien socializados como niños y tienen un temperamento que cae dentro del amplio rango de la normalidad, aunque es probable que estén en el extremo inferior de la escala de "evitación de daños" y "restricciones" y en el extremo superior de la escala de "riesgos". Dentro de esta categoría podemos encontrar los siguientes tipos:

Inocentes

Víctimas de las circunstancias.

Delincuentes profesionales (algunos).

Algunos delincuentes de "cuello blanco".

 

Delincuentes psicóticos.  

Debido frecuentemente a trastornos disociativos, el comportamiento de estos individuos es inapropiado a las circunstancias reales y pueden convertirse en criminales.

Muchos psicóticos no son violentos y, además, es más probable que sean víctimas y no agresores. Sin embargo, la probabilidad de que se den comportamientos de asalto entre esta población es significativamente mayor que en una población no seleccionada (Monahan, 1993), especialmente aquellos que viven por su cuenta, a menudo en el rango de los "sin hogar" –homeless—es decir, aquellos entre los que no es probable que puedan tomar regularmente un medicamento y/o que acudan o accedan regularmente a tratamientos de ese trastorno de personalidad.

 

Personalidades antisociales  

Las personalidades antisociales se caracterizan por una disposición persistente a la conducta antisocial.  

El grupo más numerosos de personalidades antisociales está compuesto por los denominados sociópatas. Algunos de estos sociópatas tienen temperamentos normales, pero son criados por unos padres especialmente incompetentes.  

Otros son agresivos o no tienen ningún temor, son buscadores de sensaciones o manipuladores maquiavélicos. Las personalidades antisociales con graves problemas temperamentales son psicópatas.  

Por último, las personalidades antisociales con carácter neurótico son aquellos cuya desviación no se debe ni a los efectos de la socialización ni a los del temperamento. Los actos de estas personas pueden ser atribuidos, provisionalmente, a conflictos neuróticos de carácter inconsciente, como “Los que delinquen por conciencia de Culpa” descrito por Freud.

 

La personalidad sociopática  

Esta familia es la más numerosa. Los sociópatas suelen ser varones jóvenes que no se han socializado adecuadamente durante la infancia y la adolescencia.  

El sociópata común. A menudo denominado delincuente subcultural, es el resultado de unos padres que apenas han ejercido un control sobre él o que le han dado un mal ejemplo, y un medio con una estructura social atávica, propia de barrios deteriorados, que les ha rodeado durante los periodos críticos de la infancia y la adolescencia.  

Este tipo es el que recoge el mayor número de personas y, dada la incidencia que tiene en el desarrollo de su socialización la incompetencia en las pautas de crianza, su número parece estar creciendo.  

Se caracterizan por tener una consciencia débil o poco elaborada; esto es, no se avergüenzan por lo que avergonzaría a los demás. Su perspectiva de futuro es muy débil, dado que han crecido bajo circunstancias en las que el futuro es impredecible y en las que el placer y el castigo inmediato es el único elemento en el que confiar.  

Se sienten orgullosas de romper las reglas sociales, cosa que, en el caso de los varones, tiende a verse reforzado en términos de hombría; buscan la gratificación de los impulsos del momento, y presentan gran desinterés por las metas a largo plazo. Las bandas callejeras, más que la familia, es el núcleo social de refuerzo de los impulsos gregarios.  

·        El sociópata alienado. Una de las cosas que hace que huyamos del delito es nuestra capacidad para identificarnos con el otro. Un fallo en la empatía o en los lazos afectivos es un gran factor de riesgo de comportamiento antisocial, dado que uno de los factores que permiten evitar el crimen depredatorio es nuestra inclinación a identificarnos con los demás y a cuidar de los desvalidos.  

El sociópata agresivo (satisfacción a través del dominio). Algunas personas aprenden a disfrutar dañando, amedrentando, tiranizando a otros, y derivan de estos actos su sensación de poder e importancia. Katz (1988) pone en evidencia este aspecto en violadores, asaltantes y otros criminales violentos que informaron que ellos obtenían una enorme satisfacción de su sensación de dominio y control sobre sus víctimas.  

Los ambientes caracterizados por estructuras sociales atávicas, refuerzan y admiran ser descarado, duro, tosco, audaz, y resuelto; y esto se convierte en un estilo de desarrollo personal atractivo para aquellas personas que tienen un temperamento capaz de ajustarse a dicho perfil y de llevarlo a cabo. Un varón musculoso, agresivo, es el que, con más probabilidad, recibirá el refuerzo "social" de convertirse en el jefe del grupo y "tener todas las chicas que quiera, incluso las que no quieren que las tenga".  

En suma, cuando hablamos de sociópatas nos referimos a aquellas personas cuya falta de socialización es fundamentalmente atribuible (como causa proximal) a la negligencia o incompetencia paterna, mientras que reservamos la palabra "psicópata" para referirnos a aquellos cuyo comportamiento antisocial es debido, primordialmente, a las características innatas que, o bien dominan su socialización de vez en cuando, o bien los hacen difíciles de socializar incluso en el seno de una familia estable con una estructura tradicional. No obstante, debe quedar claro que existe un continuo entre la sociopatía y la psicopatía con casos intermedios que, razonablemente, pudieran asignarse a cualquiera de las dos categorías –y, por supuesto, a su interacción.

 

La personalidad psicopática  

La etiqueta de "Psicopatía" ("psicológicamente dañado") bastante inespecífica, se mantiene porque insiste en que la fuente del trastorno de conducta proviene de la psique, mas que de la situación.  

Popularmente se tiende a denominar como psicópata a aquellos criminales cuyos actos son especialmente horrendos e inhumanos, pero este no es el sentido en el que estrictamente se conoce al psicópata desde el punto de vista técnico.  

El grupo al que denominaremos psicópatas destemplados es probable que sea intermitentemente peligroso, pero los psicópatas primarios y secundarios se pueden considerar como vehículos con fallos en los frenos, peligrosos únicamente cuando la oportunidad y algunas peculiaridades auxiliares los llevan directamente en la dirección equivocada.

 

4. RASGOS DE COMPORTAMIENTO CRIMINAL 

Tanto el psicópata como el sociópata son los extremos de un continuo, en el que las dificultades temperamentales corresponden al psicópata y la crianza inadecuada corresponde al sociópata.  

El primer parámetro del modelo lo constituyen las pautas de crianza que conducen al proceso de socialización.  

El segundo parámetro lo constituye la propensión a la dificultad de temperamento.  

La interacción entre el primero (desarrollo) y el segundo (propensión) constituyen un modelo explicativo del desarrollo de la criminalidad en psicópatas y sociópatas. Veamos cada uno de estos parámetros.

 

Socialización.  

Por socialización se entiende el conjunto de hábitos adquiridos por una persona según las reglas y expectativas de la sociedad en la que vive. La socialización incluye tres componentes principales:

Consciencia ("Concientiousness"). Es la disposición general a evitar conductas antisociales. Esta evitación normalmente es el resultado del miedo al castigo, incluyendo el castigo anticipado y autoinfligido, que en forma de culpabilidad y vergüenza, configura un mecanismo autónomo, que opera como una unidad funcional a la que llamamos consciencia. Ambos tipos de castigo se combinan con la tendencia a rechazar, sobre bases racionales de utilidad, la alternativa del crimen. Para muchos adultos, la evitación del crimen se convierte en una reacción automática, dado que la obediencia de las normas sociales se convierte en algo habitual. Una de las razones por las que los delitos son más frecuentes durante la adolescencia es que estas reglas no están todavía suficientemente consolidadas durante este periodo del ciclo vital.

Prosocialidad: Este segundo componente de socialización es una disposición general hacia el comportamiento prosocial. Este incluye todos los impulsos de cuidado nutricional y crianza, afectivos y altruistas que se llevan a cabo, o se actualizan, a través de:

·        El cultivo de la capacidad de empatía.

·        La participación en, y el disfrute con, las relaciones afectivas.

·        La admiración de modelos pro sociales y el deseo de emularlos. ·       

La aceptación de la responsabilidad adulta: Este tercer componente consiste en la motivación y las correspondientes habilidades asociadas que se requieren para aportar "el granito de arena" personal al esfuerzo comunitario. Esto implica la adquisición de una "mentalidad" éticamente guiada, la aspiración de logro a través del esfuerzo personal, y la aceptación de las responsabilidades sociales y familiares.  

La segunda obligación más importante de los padres, después de la de proporcionar cuidado, alimentación y seguridad a los hijos, es la socialización. La socialización (y por lo tanto, la responsabilidad) es el producto de dos factores:

Los hábitos de crianza

Las propensiones innatas  

La crianza es una de las tareas humanas más complejas. Algunos padres lo hacen mucho mejor que otros. Generalmente, las familias de los niños antisociales usan hábitos disciplinarios inconsistentes, los padres se implican poco con sus niños, y supervisan muy mal sus acciones. Además, existen algunas características que dificultan el proceso de socialización en mayor medida en algunos niños que en otros. Como regla: Los niños que son más buscadores de aventuras, impulsivos, agresivos, menos inteligentes o de menos talento, son los más difíciles de socializar.

 

Dificultad de temperamento.  

El segundo parámetro del modelo lo constituye la propensión individual, con marcada influencia genética, a la dificultad de temperamento. En un informe reciente sobre las causas del crimen y la violencia, el National Research Council (Consejo Nacional de Investigación) de los Estados Unidos afirma textualmente:

"El temperamento podría explicar por qué sólo una parte de los niños que provienen de familias y vecindarios de alto riesgo desarrollan conductas antisociales y violentas" (Reiss y Roth, 1993).  

Los rasgos temperamentales que se encuentran más asociados con la "dificultad de socialización" son la ausencia de miedo, la agresividad, la impulsividad, y la búsqueda de sensaciones.  

Así, junto con la socialización, las diferencias individuales en temperamento constituyen la otra cara de las explicaciones sobre los trastornos antisociales de personalidad, según el modelo de "vulnerabilidad". Como veremos a continuación, diversos estudios han mostrado que las diferencias individuales en estos rasgos temperamentales son debidas, en alguna medida, a la influencia de los factores genéticos.

 Ausencia de miedo

 Las diferencias individuales en este rasgo (ausencia de miedo, o evitación de daños) son importantes, porque muchos de los agentes de socialización descansan en el castigo (o en el refuerzo negativo) como técnica.

 Este castigo funciona, cuando lo hace, mediante la invocación del miedo cuando los impulsos para hacer algo que ha sido castigado previamente ocurre la próxima vez. En consecuencia, los niños con un miedo relativamente bajo y que no son fácilmente intimidables por el castigo, por término medio, son aquellos que con mayor probabilidad están peor socializados. De hecho, en un estudio (Farrington, 1986) se encontró que las puntuaciones altas en la variable "desafío" entre los 8 y los 10 años, era el mejor predictor de ser convictos de delito entre los 16 y los 24 años.

 Las diferencias individuales en el rasgo "ausencia de miedo" pueden ser identificadas tempranamente y son bastante estables a lo largo del tiempo.

 El niño atrevido (con bajo miedo), asume progresivamente más riesgos (se sube a las sillas, después a las mesas, las barandillas, los árboles, el tejado, etc.) y, por tanto, se vuelve progresivamente más tolerante al miedo.

 Volviendo al tema del rasgo "ausencia de miedo", el aspecto más importante es que este rasgo ya es evidente en la infancia, es bastante estable en el tiempo (aunque no tanto como los rasgos intelectuales, como es lógico), y que dicha estabilidad está sustancialmente relacionada con la variabilidad genética. Por tanto, dado que los niños con bajo miedo presentan una alta probabilidad de convertirse en delincuentes, la población criminal incluye más individuos con poco miedo que individuos miedosos, en comparación con la población no delincuente.

 Agresividad  

Las diferencias individuales en agresividad se conceptualizan como la tendencia a implicarse en ataques físicos o verbales. Esta tendencia también es bastante estable desde la niñez a la madurez. Además, esa estabilidad está presente en diversas culturas (Eron y Huesman, 1990; Olweus, 1979). Los niños que son agresivos tienen una alta probabilidad de convertirse en adolescentes violentos (Reis y Roth, 1993).  

Esta influencia proviene de dos fuentes:  

·        De los padres, (fundamentalmente del padre, según Jary y Steward, 1985) cuyo modelo de agresividad influye tanto sobre los niños/as de por sí agresivos, incrementando significativamente su agresividad más allá de lo esperable por la genética 

·        De los hermanos que son agresivos de por sí. En este caso, se da una influencia sobre el hermano "no-genéticamente" agresivo, haciéndolo agresivo. 

Impulsividad y búsqueda de sensaciones.  

El rasgo de impulsividad se ha confundido a menudo con el síndrome de hiperactividad. Una importante distinción en estos casos proviene de la presencia de anormalidades neurológicas detectadas a través de EEG (electroencefalograma).  

Por otra parte, tal y como apunta Zuckerman (1989) el rasgo de "búsqueda de sensaciones" o SS (Sensation-Seeking) es uno de los principales marcadores, sino el principal, subyacentes a la vulnerabilidad al crimen.  

A su vez, este rasgo correlaciona positiva y significativamente con impulsividad y bajo miedo. Esto quiere decir que la persona buscadora de sensaciones tiende a ser, a su vez, impulsiva y presentar una acusada ausencia de miedo.  

Responsabilidad frente a criminalidad  

La socialización es un concepto de múltiples facetas y, solo una de ellas consiste en la evitación del comportamiento criminal.  

Alguna personas bien socializadas cometen crímenes si se encuentran en circunstancias extremas.  

Es una paradoja de la vida en prisión que los asesinos "pasionales" a menudo son los que mejor se comportan.  

Algunos delincuentes habituales son trabajadores responsables, maridos o padres modelo, o miembros respetables de alguna subcultura disocial. Por otra parte, muchos no criminales son malos ciudadanos.  

Algunos psicópatas, especialmente aquellos con talento y que han nacido en un medio privilegiado, son capaces de alcanzar éxitos profesionales gratificantes a través de canales más o menos normales. Esto es, personas con talento que han sido adecuadamente reforzados por su éxito en el colegio y posteriormente en sus actividades profesionales, pueden desarrollar buenos hábitos de trabajo y fuertes aspiraciones dirigidas a meta, sin el beneficio de una educación familiar eficaz y también sin el aguijoneo de la conciencia o el temor al fallo. Aquellos que han adquirido estos componentes de la socialización, a menudo simulan con éxito los otros componentes y ocultan su falta de restricciones de conciencia.  

Dado que algunos delincuentes están bien socializados, mientras que muchas personas parcialmente socializadas no son abiertamente delincuentes, es necesario distinguir entre criminalidad y socialización.

 

EXPLICACIONES 

Crimen y criminalidad  

La teoría criminológica clásica sugiere que la conducta humana está orientada a la búsqueda del placer y a la evitación del dolor.  

Dado que algunas de las cosas que proporcionan placer o evitan el dolor están prohibidas por la ley, hasta cierto punto se puede decir que el delito es "natural".

Así, lo que importa es el delito en sí, y castigos cuyo dolor sobrepase al placer mismo o su expectativa proporcionada por la violación de la ley. Por consiguiente, estas teorías ignoran las diferencias individuales.  

Por otra parte, teorías sociológicas como la de Sutherland, tienen un punto de vista diametralmente opuesto y mantienen, como Rousseau, que el crimen es una violación de los impulsos naturales pro sociales del hombre, por lo que es una cuestión de aprendizaje.  

Estas teorías mantienen que la tendencia natural del hombre es la conformidad con las normas del grupo en el cual ha sido socializado y al cual debe lealtad. Por tanto, las personas nunca violan las normas de sus propios grupos de referencia, sólo las de otros grupos. 

Estas teorías, al igual que la teoría clásica, también tienen su parte de verdad, pero tampoco sirven como una teoría general de la delincuencia, puesto que tampoco explican las diferencias individuales.  

Una alternativa la constituye la teoría o modelo de vulnerabilidad de David Lykken (1995). 

Esta teoría considera la conducta antisocial como una función multiplicativa de las proclividades o tendencias antisociales (delictividad) al interactuar con las tentaciones o protecciones del ambiente inmediato. Por lo tanto, la delincuencia y la criminalidad serán el resultado de la interacción de los factores genéticos y las experiencias tempranas (en especial, las habilidades paternas de crianza).  

Decir que la criminalidad es función de las tendencias antisociales combinadas con una crianza inadecuada puede parecer una verdad de Perogrullo, pero establece un principio importante y nos sitúa en la dirección que, según Lykken, resulta adecuada.  

Muchos antropólogos, como Boas, sientan sus teorías en la idea de que el hombre es el resultado del condicionamiento social. Esta idea se ha extendido a muchos sociólogos y psicólogos sociales.  

Estos supuestos chocan con la idea de Lykken de que la mayor parte del comportamiento delictivo y criminal puede ser entendido en términos de un rasgo adquirido, denominado "responsabilidad", que interactúa con impulsos delictivos, que varían en grado en función del individuo y de la situación. Bajo estos supuestos:  

Sucumbir a la tentación delictiva supone que, al menos momentáneamente, el impulso a caer es más fuerte que las fuerzas que evitan caer.

El miedo a las consecuencias constituye una fuerza represora muy importante; algunos niños son innatamente más temerosos que otros.  

Lykken argumenta que aquellos niños que "naturalmente" tienen un miedo escaso, desarrollan una consciencia eficaz con mucha mayor dificultad que la mayoría de los niños, y, por tanto, presentan menos restricciones no solamente en función del miedo, sino también por la culpa.  

Los niños inusualmente impulsivos tienden a actuar antes que pensar sobre las consecuencias y, por tanto, fracasan al experimentar las restricciones internas hasta que es demasiado tarde.  

Para algunos niños, el riesgo en sí mismo es una atracción poderosa porque produce una fuerte excitación altamente gratificante –y muchas situaciones delictivas provocan este "high" o "subidón" de excitación.  

En términos generales, las características temperamentales que hacen difícil la socialización son: proclividad al riesgo, escaso miedo, tendencias agresivas, dureza emocional, inteligencia baja o media-baja, encanto natural, tendencia a la manipulación, alta sexualidad, o temperamento violento.  

Por otra parte, muchas personas no socializadas tienden a socializar poco a sus propios hijos. Por esta razón, personas con temperamentos de difícil socialización tienden a producir hijos con una doble desventaja: niños con temperamentos difíciles cuyos padres son incapaces o están poco dispuestos a socializarlos. Estos niños tienen una alta probabilidad de convertirse en delincuentes.  

Grado de socialización según la competencia de los padres y tres tipos de genotipos.

·        El niño con un temperamento fácil de socializar saldrá adelante incluso con unos padres poco competentes.

·        El niño con un temperamento difícil de socializar crecerá como psicópata a no ser que sus padres sean muy hábiles o que en su ambiente de crianza existan incentivos muy robustos dirigidos a la prosocialización.

·        La mayor parte de las personas con un genotipo medio se desarrollan como sociópatas a menos que los padres sean competentes o supervisen sus acciones (Lykken, 1995).

 

Veamos algunos ejemplos:  

José: Su temperamento plácido le permite una socialización fácil. José es brillante, poco agresivo, algo tímido, con una disposición afectiva natural. Su vida comienza no socializada, y si sus padres son totalmente incompetentes, su vecindario una zona de guerra, y sus colegas pequeños matones, José no llegará a socializarse. En cualquier caso, niños como José tienden a evitar los conflictos y el caos, se sienten atraídos por el orden y la civilización, y tienden a buscar figuras de autoridad socializadas y modelos a seguir. Incluso con unos padres desastrosos, los Josés de nuestra cultura apenas se meten en problemas.

Pedro: Su equipamiento genético está en la media. Es moderadamente agresivo y moderadamente aventurero o buscador de sensaciones nuevas. Puesto que se sitúa en la zona media, se puede pronosticar que con unos padres en la media de competencia educativa, que viven en un vecindario promedio de conflictividad, Pedro será un ciudadano medio. Sin embargo, con unos padres incompetentes que viven en una zona conflictiva, Pedro tendrá bastante probabilidad de convertirse en un sociópata.  

Juan: Es un chico "de temperamento" y, por tanto, difícil de socializar. Un chico sin ningún miedo, hostil, de temperamento vivo y agresivo. La mayor parte de los padres tendrán bastantes problemas para socializar a Juan. Sólo una combinación de padres competentes, vecindario y grupo de referencia no conflictiva, y profesores competentes, logrará socializar a los Juanes de nuestra sociedad.  

·        Dado que las personas no socializadas tienden a convertirse en padres incompetentes.

·        Dado que la competencia como padres no se enseña en ninguna asignatura formal, sino en el seno de la familia, transmitida de padres a hijos (incluyendo a los abuelos), tanto por parte de la figura materna, como de la figura paterna.

·        Dado que la crianza exige tiempo y esfuerzo.

·        Dado que las exigencias de la sociedad actual disminuyen el espacio de tiempo para tales menesteres.

·        Dado que el esfuerzo es un valor que cotiza socialmente a la baja.

·        Dado que cada vez aumenta el número de familias monoparentales en las que, precisamente, falta la figura tradicionalmente asociada a la autoridad, el padre, produciendo además el efecto de una disminución efectiva de tiempo y dedicación por parte de una madre que debe trabajar muchas horas fuera de casa ...  

....el número de sociópatas detectados está aumentando rápidamente en la sociedad moderna; tan rápido que apenas tenemos tiempo para construir reformatorios y prisiones, que es lo único que, desgraciadamente, por el momento sabemos hacer. 

Existen dos tipos fundamentales de estilos de crianza: estilos consistentes y estilos inconsistentes:. Estilos consistentes:

·        El estilo autoritario castiga consistentemente las muestras de comportamiento antisocial mediante argumentos de autoridad (dominancia: "¡Porque yo lo mando!") pero no refuerza (afectivamente) los comportamientos prosociales o el asumir responsabilidades adultas. En estos dos últimos casos, aunque el argumento resalta la responsabilidad ("Es tu deber"), el comportamiento no se ve reforzado (afectivamente). Es decir, descansa en la dominancia y el palo, despreciando la zanahoria.

·        El estilo equilibrado que, a la vez que castiga (o retira el refuerzo de) las muestras de comportamiento antisocial, refuerza los comportamientos alternativos de carácter prosocial o de asumir una responsabilidad adulta.  

Estilos inconsistentes  

·        El estilo permisivo supone ser encantador y afectuoso con los hijos, pero incapaz de poner límites a sus actos.

·        El estilo de "negligencia/rechazo" supone ausencia de supervisión y de lazos afectivos. La ausencia de refuerzos y castigos puede ser interpretada como falta de afecto. Además, como la negligencia suele llevar asociada el rechazo (si bien no siempre es así), las aproximaciones afectivas de los hijos, al no verse recompensadas, tienden a extinguirse, por lo que el desarrollo de la afectividad se deteriora.  

Dado que con frecuencia el castigo es eficaz, a menudo olvidamos lo mucho que dependemos del castigo en la socialización de los niños. Cuando el temperamento de los niños es tal que falla el método usual basado en el castigo, entonces los padres reaccionan intensificando el castigo o renunciando a él. Debido a ello, la causa aparente del comportamiento delictivo posterior de los hijos parece ser la forma en que los padres reaccionan. Muchas teorías lo aceptan así y culpabilizan a los padres. Pero la cuestión es más compleja.  

En efecto, la conducta de los padres es causa de la dificultad de temperamento a la vez que dicha conducta es causada por la dificultad de temperamento del niño (Patterson, 1982).

 Tanto el estilo permisivo como el de negligencia/rechazo suponen pautas de crianza inconsistentes. La crianza prosocial de un niño exige ser autoritario para ser capaz de poner límites, pero a la vez ser afectuoso para reforzar las conductas alternativas. Es decir, el estilo equilibrado es el mayor garante del desarrollo de la prosocialidad, si bien es el más difícil de adoptar para los padres. Es importante darse cuenta de que no existe ninguna incompatibilidad en ser dominante y afectuoso.

 

RESUMEN

Se ha descrito el Trastorno Antisocial de Personalidad, así como, quizá, las dos críticas principales que se han formulado desde ciertos sectores de la comunidad científica. Por un lado, su énfasis prácticamente exclusivo en las "conductas específicas" parece más pensado para el sistema legal que para el análisis científico. Por otro lado, constituye una categoría diagnóstica demasiado amplia, es decir, ayuda relativamente poco a distinguir los distintos tipos de personalidad antisocial. Si consideramos que un diagnóstico adecuado constituye el primer paso para diseñar un tratamiento efectivo, la necesidad de operativizar ese diagnóstico parece relevante.  

También se ha expuesto un modelo de vulnerabilidad que considera la interacción entre dos elementos básicos. Por un lado, el proceso de socialización, es decir, las habilidades familiares para criar prosocial o antisocialmente a las personas. Por otro lado, las dificultades hereditarias de temperamento que parecen interactuar con el proceso de socialización, facilitándolo o complicándolo.  

Para explicar en qué consiste ayudar a operativizar el diagnóstico de las personalidades antisociales se ha descrito una taxonomía propuesta por David Lykken en 1995. A grandes rasgos esta taxonomía distingue: delincuentes psicológicamente normales, delincuentes psicóticos, y personalidades antisociales en sentido estricto.  

La principal distinción dentro de las personalidades antisociales se corresponde con la sociopatía y la psicopatía. La explicación de la sociopatia y la psicopatía se desarrolla a partir del modelo de vulnerabilidad presentado. De este modo, los psicópatas serían personas cuyas tendencias antisociales parecen resultado de diferencias temperamentales que complican la adquisición de hábitos prosociales de conducta en la mayor parte de los casos –pero no en todos. Los sociópatas son mucho más numerosos, y aunque su temperamento es más o menos normal, no han sido adecuadamente socializados.  

En el siguiente tema analizamos con profundidad estas dos grandes categorías, es decir, la psicopatía y la sociopatía. En relación a la psicopatía se estudian los criterios diagnósticos más apropiados y las explicaciones que se han dado hasta el momento. Con respecto a la sociopatia se consideran algunos datos demográficos que pueden ser reveladores y se exploran las posibles causas de la conducta sociopática.  

 

CRIMINALES EN SERIE 

Breve caracterización. Fases y prototipos.  

Los asesinos seriales tienen una personalidad que puede ser dividida en dos grandes categorías: 

El asesino organizado o sistemático: es una persona metódica que planifica cuidadosamente sus crímenes, acecha a su presa, trae consigo su arma predilecta, y recién entonces - una vez que tiene a la víctima en su poder comete el asesinato de manera lenta.  

El asesino desorganizado u ocasional: está dominado por impulsos súbitos, elige sus víctimas espontáneamente, las domina y las mata con cualquier arma que esté a su alcance.  

Los especialistas en criminología plantean diferencias entre los homicidas seriales y los múltiples.  

La más importante es que los seriales suelen planificar una seguidilla de asesinatos que tienen un patrón determinado por la edad, sexo o color de pelo de las víctimas. 

En cambio, los homicidas múltiples matan por motivos fuertemente emocionales y de una sola vez  

El serial típico sigue un modelo gradual de desarrollo que ha sido descrito en siete fases por el Dr. Joel Norris, uno de los principales expertos norteamericanos en el tema. Según Norris, "las siete fases claves" en los asesinatos seriales son las siguientes:  

1.La fase Aurea.  (Idea criminal)

2.La fase de "pesca". (encontrar y contactar la víctima)

3.La fase de seducción. (abordar y ganar la confianza de la víctima)

4.La fase de captura. (apoderarse materialmente de la víctima, someterla)

5.  La fase del asesinato. (Materialización del ilícito) 

Si el crimen es un sustituto para el sexo, como ocurre en el caso de muchos asesinos seriales, entonces, el momento de la muerte es el clímax, la suma del placer que buscaba desde que comenzó a fantasear con la idea del crimen. Es frecuente que muchos psicópatas experimenten un orgasmo mientras asesinan a sus víctimas. Y así como la gente normal tiene sus placeres sexuales particulares - sus maneras o posiciones favoritas - los asesinos seriales tienen sus preferencias homicidas: algunos disfrutan estrangulando, otros golpeando o acuchillando. 

6. La fase fetichista.  (Ritualidad, placer, sensaciones, clímax que produce el asesinato cometido en el criminal, prolongación del acto homicida a través de la conservación de algún objeto de la víctima, un recuerdo material. ) 

Al igual que el sexo, el asesinato ofrece un placer intenso pero transitorio para el asesino serial. Para prolongar la experiencia y ayudarlo a rememorar el acto, durante el período de latencia, -previo al siguiente asesinato-, el homicida serial guarda un recuerdo o fetiche, un objeto asociado con la víctima. Puede ser cualquier cosa desde una billetera hasta un trozo del cuerpo.  

7. La fase depresiva. (angustia, necesidad sicológica de volver a delinquir) 

Como consecuencia del crimen, el asesino serial frecuentemente experimenta una etapa de depresión que es el equivalente de "la tristeza post-coital". Esa crisis puede ser tan profunda que el asesino puede intentar suicidarse. Sin embargo, la respuesta más frecuente es un renovado deseo de cometer un nuevo asesinato. 

A manera de ejemplo, el siguiente cuadro:

 

Párrafo extraído del cuento "el pincel del asesino" de Saint Hack, que en mi opinión refleja con claridad lo que podría pensar un serial en el momento del clímax:  

"Su sangre corre lentamente, deja un pequeño hilillo Bermellón que lleva a un gran circulo color escarlata. Es joven y bella, a muerto con honor y sin sufrimiento, consciente de cual iba a ser su fin, su rostro no se ha visto perturbado ni por la lagrima ni por el miedo, en cierta manera me siento orgulloso de aquella joven que postrada a mis pies, desnuda y sobria camina con irrevocables pasos para no volver. Un preciso corte hecho por mi mano ha sesgado su vida. Los ojos verdes como el agua de un profundo mar aún están abiertos mirándome y quizá maldiciendo que gente como yo habitase la tierra. Siento un profundo gozo viendo aquella silueta recortada en el suelo y gozo aún más sabiendo que mi obra ha sido un trabajo perfecto. Ahora llega hasta mi ese cumulo de sensaciones que hacen que me pueda olvidar de cualquier remordimiento, llega el éxtasis, comparable a lo que sienten los que el polvo les siega el cerebro penetrando poco a poco pero con fuerza. Siento que voy a morir ante tal gozo, siento que me tiembla todo el cuerpo, me siento Dios, todo el mundo está a mis pies, la luz se proyecta, y se refleja, la tiniebla se disipa, el cielo y el infierno se juntan en uno, Dios le da la mano a la Bestia y esta ríe ante Dios. Estos son los momentos que me hacen que mi vida se haga llevadera, momentos efímeros que merecen ser inmortalizados como obras de arte. Ni el más caro de los cuadros, ni el mejor de los libros, ni el más sublime acorde se puede comparar a la belleza del asesinato. La alevosía es la mejor de todas las drogas y el pintar a la muerte la mejor de todas las recompensas."

 

El delincuente sexual serial.  En general el delincuente serial casi siempre tiene en forma primaria o secundaria una intencionalidad sexual en su agresión.

 

Las lesiones. (Causadas por el asesino en su víctima).

 Las lesiones que se observan suelen ser:  

a) intimidatorias: destinadas a acallar a la víctima o a someterla (contusiones en general);

b) motivacionales: del acto violento para satisfacer las necesidades agresivas (golpes, violaciones, etc.) a través de heridas, traumatismos, mordeduras, contusiones, estrangulamiento, etc.;

c) de ensañamiento: como lesiones punzo cortantes múltiples, golpes de cráneo, descuartizamiento, etc., así como marcas o leyendas que son como la firma identificatoria del autor, en franco desafío intelectual con los investigadores, o como forma omnipotente de vanidad delincuencial. En los casos en que se observan además lesiones genitales, paragenitales y extragenitales, se puede pensar en la motivación sexual de la agresión o en lesiones específicas de atentados contra la libertad sexual.

 

El daño psíquico emergente. (Causado en la víctima que sobrevive al ataque) 

Las víctimas que han sobrevivido al ataque de un delincuente serial por lo general suelen padecer por largo tiempo las consecuencias psíquicas del mismo. En la inmensa mayoría de ellas el daño psíquico emergente que presentan se traduce en perturbaciones mentales que requieren tratamiento psiquiátrico.  Las secuelas habituales suelen ser fobias con perturbaciones sexuales cuantitativas de tipo disfuncional.

 

Características habituales propias del asesino o delincuente serial.  

La vestimenta. 

Como se ha dicho, la vestimenta que luce el delincuente serial suele ser siempre la misma cuando realiza el acto agresivo. La vestimenta forma parte de un ritual que tiene un simbolismo particular para el agresor, razón por la cual, como si fuera un "uniforme de combate", siempre utiliza el mismo atuendo. Cada agresor utiliza un equipo personal. 

El delincuente serial suele adoptar un comportamiento similar cada vez que ataca a sus víctimas. Al vestirse de la misma manera particular, permite a veces su más fácil identificación, ya que las víctimas suelen coincidir en la descripción de su atuendo, así como con ciertos comportamientos que se reiteran en los distintos hechos que realiza.

  

Estado civil  

Se observa que predominan los solteros, de personalidad inmadura e inestable, de 30 a 40 años, dependientes emocionalmente y habitualmente hijos únicos que conviven simbióticamente con su madre, por general viuda y dominante.

 

Aspecto psicofísico 

Difícilmente el delincuente serial presenta la imagen del "perverso lombrosiano" es, por lo contrario, un individuo que a nivel social se comporta en forma cordial, se muestra saludable, seductor y educado. Es por lo general inteligente y astuto, con lo cual su criminalidad pasa desapercibida en el ámbito de la comunidad y hasta para los conocidos y, si tiene un trabajo estable, también para sus compañeros laborales. Paralelamente, cuando desarrolla su "actividad delictiva", desdobla su personalidad, adopta otra identidad (en realidad la auténtica, ya que la social es una postura) y no sólo cambia su conducta social habitual sino que esta representación da paso a su verdadero comportamiento ritualizado y estereotipado, que sigue los designios de su conducta perturbada y delictiva. A nivel psíquico, suelen ser alfabetos, de buen cociente intelectual, algunos con nivel de estudios secundarios y hasta terciarios (profesionales). En estos casos, por lo general en forma incompleta por alguna frustración o conflicto. Excepcionalmente se han registrado seriales con características "lombrosianas" y de escaso nivel intelectual. El lenguaje que suelen utilizar durante la ejecución del acto delictivo propiamente dicho es el de las amenazas, insultos, descalificación, agresión, procacidad, auto revalorización, venganza, etc.

 

Ocupación 

Casi en todos los casos los delincuentes seriales tienen trabajos efectivos y se comportan en ellos en forma responsable, suelen ser puntillosos y cumplidores, obteniendo de los dueños, jefes o autoridades reconocimiento y buenas referencias. Algunos trabajan por su cuenta, otros tienen un buen pasar familiar y se dedican a tareas recreativas, hobbys, coleccionan objetos artísticos, poseen refinados gustos culturales o realizan acciones de beneficencia en la comunidad, en actitud paradojal con sus tendencias delictivas. Los que tienen hijos, suelen ser padres rígidos y autoritarios e imponen una férrea disciplina familiar con total oposición a los comportamientos transgresores que cumplen durante su actividad delictiva.

 

Modalidad de la actividad sexual 

La modalidad de la actividad sexual que realiza tiene que ver con la forma de compensar las dificultades sexuales que sabe que presenta cuando intenta una relación convencional. De manera tal que la agresión sexual ya sea violenta o intimidatoria suele ser un estímulo erótico compensador de la hiposexualidad que presenta habitualmente frente a una relación convencional. Si bien se ven ataques bajo la forma de violación, ya sea por vía vaginal o anal, también se observan, con bastante asiduidad, ataques sin acceso carnal, es decir, por ejemplo, a través de equivalentes agresivos sádicos con lo que logran la detumescencia orgásmica.

 

Notas

[56] Apartes de una conferencia sobre criminalidad, recibida en la Fiscalía General de la Nación, programa “capacitación para Fiscales” 2002. (desconozco su autor a quien de todas maneras le reconozco el crédito académico).

 

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