CRISIS EUROPEA: TEMBLORES Y TEMORES AL EFECTO CONTAGIO

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El colapso financiero que amenaza a Grecia es la punta de un iceberg mayor. Ahora hay que afrontar los costos y déficit generados por una formidable estructura especulativa.

 

Las comparaciones merecen cierta prudencia. Pero lo cierto es que hay un dejá vù entre el colapso que amenaza hoy a Grecia y la bancarrota formidable del banco Lehman Brothers en setiembre de 2008 que precipitó el capítulo más destructivo de la aún no resuelta crisis financiera. La acción de Lehman Brothers había caído 73% y seguía en la rodada mientras lo que quedaba del gobierno de George Bush esgrimió un discurso de moral y responsabilidades para justificar que dejase al gigantesco banco a su suerte. La consecuencia de esa quiebra fue mucho peor de lo previsto y disparó un efecto contagio que impactó bajo el nivel de flotación del modelo de acumulación global.

La renuencia de las potencias europeas a hacerse cargo de la crisis que devora a Atenas tiene aquellas resonancias, incluso con mensajes morales incluidos. Europa está atrapada buscando evitar un antecedente de asistencia que pueda repetirse con economías también maltrechas como Irlanda, Portugal o Italia. Pero también desespera por esquivar el costo de un salvataje dentro de la zona euro, con el peso negativo que implicaría para la vapuleada moneda común. Se dirá que Hungría y Letonia recibieron ayudas en el pico de la crisis en 2008, pero no estaban dentro del euro y lo que se salvo ahí -como sobrevuela también el caso griego- fueron los depósitos de los bancos occidentales en el Este europeo.

Estas dudas de decir y no hacer explican el apoyo moral sin precisiones que Alemania y Francia, el eje de los poderosos de la Casa Europea, destinaron esta semana a la atribulada Atenas. Ex funcionarios del FMI como Simon Johnson o jugadores del mercado como Julian Callow del Barclays Capital, insisten en que Bruselas, en verdad, no está haciendo nada para prevenir lo que califican como un "lehman-style tsunami" que golpeará a todo el continente. El miedo a lo que pueda suceder está sí generando una demanda de austeridad fiscal que, lanzada de modo precipitado, corporiza otros fantasmas. Los historiadores recordarán que hubo mucho de eso antes de la gran depresión del '30.

La gran cuestión es si se evitará la ruina salvando a Grecia. Puristas como el ministro de economía alemán, Rainer Brauderle, sostienen, enfureciendo a los franceses, que los contribuyentes no están "para pagar los errores de otros" y enarbolan el artículo 102 del Tratado de Maastricht que prohíbe los salvatajes. Pero éste es un juego de cajas chinas. Siempre hay otra peor adentro. Y todo paso tiene consecuencias. Veamos.

La deuda de Grecia suma hoy 294.000 millones de euros, eso es tres veces más que la suma de los default de Rusia en 1998 y Argentina (el mayor de la historia del capitalismo) en 2001. Para evitar la cesación de pagos, Grecia debería obtener financiamiento urgente para la cuota de 53 mil millones de euros que tiene que saldar este año. Si no hay una ayuda consistente, los mercados dejarán caer a Atenas. Eso implicará un golpe imprevisible para la salud del euro y una estela de destrucción. Todos los rojos griegos se armaron con una estructura de especulación que se extendió desde Londres a Viena y que entre otras creatividades consistía en tomar del Banco Central Europeo al 1% y comprar bonos griegos con rentabilidad de 4, 5 y hasta 6%, explica en El País el economista Angel Berges. Esos papeles empapelan hoy bancos comerciales del Reino Unido e Irlanda (23%), de Italia (12%) y Alemania y Bélgica (6%).

También hay algo de comedia en este drama que ayuda a medir el tamaño del callejón. Gran Bretaña y Suecia plantearon dejarle el problema al FMI, pero París y Berlín lo rechazaron porque consideran un bochorno para Bruselas la irrupción de una brigada de economistas norteamericanos diciendo qué hay que hacer. Aún peor fue cuando la dirección de la comunidad tomó conocimiento de que Grecia negociaba la venta de 25 mil millones de euros en bonos al gobierno chino, una idea gerenciada a comisión por Goldman Sachs. "Un miembro de la eurozona salvado por China debe aún ser peor que el FMI", comentó zumbón el Financial Times.

El temor a un contagio en otros países que se exprese en que no puedan financiar su enorme déficit (allí entra España que sigue en recesión y cuya Bolsa se desplomó a comienzos de mes) es la primera novedad de este segundo capítulo de la crisis mundial. La otra es un cambio en la etapa en la que parece claro que la gente ya no se mantendrá al margen mientras se aplica la receta ortodoxa, lo que complicará a los gobiernos que ajusten.

En Grecia, el plan de austeridad plantea bajar 10% los sueldos de los empleados públicos, privatizar las empresas de servicios eliminando empleos; extender los impuestos a la renta a franjas más populares; aumentar el IVA y la edad jubilatoria. En cambio, reducirá el peso fiscal al gran capital para aliviar fugas (la economía negra en Grecia ya es 30% del PBI) y abaratar la contratación de personal. Es la tormenta perfecta y ya comenzaron las protestas.

España, cuya situación es difícil pero no tan delicada como la griega, se ha comprometido también a un duro ajuste para reducir su déficit desde 11,4% al 3%. El plan incluye reducciones presupuestarias y aumentos de los impuestos pese a que el país aún no salió de la recesión. El rojo de las cuentas creció por la caída de la recaudación y un gasto público que Madrid pretende reducir en 50 mil millones de euros hasta 2013. La encrucijada aparece si se ve que en 2009 España, con el record europeo de casi 20% de desocupación, gastó 31 mil millones de euros en seguro de desempleo. El ajuste aumentará la crisis laboral al menos inicialmente incrementando ese gasto. Entretanto, en los bancos hay 350 mil millones de impagables legados de la burbuja hipotecaria pinchada. Sin empleo, sin poder pagar sus cuotas, con más impuestos, los sindicatos en España ya anuncian un aluvión de protestas. Alemania, es la mejor, pero tampoco está bien. La recuperación en toda la zona euro se atascó. Atenas parece estar transparentando todo.

La mitología cuenta que Zeus secuestró a la bella Europa y la llevó a Grecia donde la violó bajo un plátano en la isla de Creta. La imagen hoy impresiona.

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